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Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo. (Efesios  6, 1) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 6

2. HIJOS Y PADRES (6/01-04).

a) Hijos, obedeced a vuestros padres (6,1-3).

1 Los hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, pues esto es lo justo. 2 «Honra a tu padre y a tu madre» (éste es un primer mandamiento vinculado a una promesa), 3 «para que todo te vaya bien y vivas largos años sobre la tierra».

La adición «en el Señor» no es críticamente segura. Y precisamente cuanto más espontánea le sale al Apóstol, más extraña es la adición en una exhortación dirigida a los hijos. En el lugar paralelo de la carta a los Colosenses se da una motivación análoga, pero quizá más acomodada a la inteligencia infantil: «Pues esto es a Dios acepto en el Señor» (Col_3:20), que pudiera equivaler a «pues con esto causáis alegría al Señor». El texto de nuestra carta a los Efesios tiene una mentalidad más legal: «pues esto es lo justo».

«Honra a tu padre y a tu madre.» Este cuarto mandamiento no se presenta ahora simplemente en su conocida forma ni se incluye en la correspondiente formulación mecánica. Pablo se interrumpe a sí mismo, y añade: «éste es el primer mandamiento vinculado a una promesa». Esto no podría entenderse en el sentido de primer mandamiento del decálogo, al que se le añade una promesa. En este sentido sería mejor el único de los diez mandamientos. Tampoco se puede entender como el primero de la llamada «segunda tabla»33. Es un «primer mandamiento» en el sentido de su rango y categoría. Ya entre los rabinos el cuarto mandamiento era considerado como uno de los «difíciles», o sea de los importantes, aún más, como «el más difícil entre los difíciles».

En su calidad de «primero», este cuarto mandamiento está señalado por la promesa añadida. En un texto legal, en una enumeración de mandamientos, se puede indagar qué significa cuando el legislador, por así decirlo, se sale de su papel, como aquí, para añadir una promesa: «para que te vaya bien y seas longevo sobre la tierra». A Pablo aquí no le interesa directamente la promesa como motivación, sino que su intención es subrayar cómo por medio de esa promesa Dios mismo le ha dado al cuarto mandamiento un vigor singular. Por eso está fuera de lugar preguntarse aquí cómo entiende Pablo aquella promesa veterotestamentaria referente a la felicidad y a la longevidad. En todo caso el Apóstol estaba lleno de una esperanza completamente distinta y en pocos otros textos lo ha subrayado tanto como en nuestra carta (cf. 1,12.18).

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33. En ambos casos habría que esperar el artículo, que falta en el texto original (como también en Mar_12:28 s).

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b) Padres, educad cristianamente a vuestros hijos (Mar_6:4).

4 Y vosotros, padres, no provoquéis a vuestros hijos, sino, por el contrario, formadlos en la educación y en la admonición del Señor.

En la carta a los Colosenses hay una exhortación paralela: «los padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se encojan de ánimo» (Mar_3:21). No hay más que leer los textos relativos a la educación, que se encuentran en el Eclesiástico y que son tremendamente unilaterales, para poder medir los progresos que la pedagogía de Pablo supone en cuanto a la consideración respetuosa del niño. Allí «educación» era equivalente a castigo corporal, y la motivación fundamental de una buena -o sea, dura- educación no era el bien del niño, sino procurar al padre una vejez tranquila y venerable 35. Desde aquello a la exhortación paulina hay gran trecho: «Los padres, no provoquéis a vuestros hijos». En el campo de la educación esto suponía como la primavera de una edad nueva.

El niño no tiene por qué ser el objeto de la excentricidad paterna. Esto es lo que irrita, provoca y amarga: un carácter no dominado y egoísta, tras el cual no hay más que un yo mezquino y ningún amor grande. En el niño, por el contrario, hay una fina sensibilidad para captar lo que es justo y lo que procede de un auténtico amor, aunque tenga apariencias duras.

Pablo pone también en guardia contra el comportamiento que pudiera causar en los niños un hastío del padre, predisponiéndolo contra él y contra todo lo que huela a padre. La pérdida es más catastrófica de lo que pudiera aparecer a primera vista. El «padre» debe ser para el niño no un concepto, sino un mundo, un mundo de bondad, de calor, de fuerza, de seguridad en esta fuerza. Lo que para el niño es el propio padre, lo será también el Padre del cielo, cuando aprenda a rezar «Padre nuestro...». ¿De dónde sabría lo que significa «padre», si no es de la propia experiencia profunda en el tiempo de la mayor sensibilidad?

«...por el contrario, formadlos en la educación y en la admonición del Señor.» Ambas expresiones tienen en el lenguaje de la Sagrada Escritura un acento particularmente fuerte. Se podría traducir «en la educación y en la reprensión», se podría pensar en «educación con mano dura y con palabras de reproche». Pero lo decisivamente nuevo está en la adición «del Señor». Esto quiere decir: educad a vuestros hijos con pedagogía cristiana, con una pedagogía, en la que Cristo, su obra, su persona sean motivo predominante, ideal decisivo y finalidad absoluta.

Algunos echarán de menos que aquí no se habla de la madre. ¿Cómo imaginar una educación de los hijos sin que a la mujer, precisamente como madre, no le toque una gran parte?

Efectivamente la posición de la mujer no era para Pablo, procedente del judaísmo, la misma que ha resultado después en el curso de muchos siglos de cultura cristiana. Esta posposición de la mujer, que, por otra parte, extraña en san Pablo, está condicionada por las circunstancias de la época.

Sin embargo, hay que reconocer que en nuestro texto no falta la madre, ni mucho menos. Al principio (v. 1) aparece bajo la denominación común «padres»: «Hijos, obedeced a vuestros padres». Y cuando después (v. 4) la palabra del texto original correspondiente a «padres» no incluye la madre, seguramente se hace así porque para la madre es mucho menos urgente la recomendación de no provocar a sus hijos. Cuando al final se recomienda a estos padres un estilo cristiano de educación, se debe sin duda al hecho de que la educación paterna está más dominada por la rigidez y la dureza. Por el contrario, la mujer, que en su aceptación de la voluntad del marido se hace una cosa con él, no dejará de colaborar con su talante maternal, que es para ella un puro don. Y ¡cuánto realmente se ha ganado con ese servicio, lleno de cristiana generosidad y silenciosamente sacrificado, que la madre rinde al hijo! De esta manera la mujer garantiza la paz de la familia y es la primera en crear para los hijos un verdadero hogar.

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35. Sir_30:1-13.

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3. ESCLAVOS Y AMOS (6/05-09).

a) Esclavos, obedeced a Cristo en vuestro amo (Sir_6:5-8)

5 Los esclavos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, en la sencillez de vuestro corazón, como a Cristo, 6 no con un servicio meramente para ser vistos, como quienes agradan a hombres, sino como servidores de Cristo que hacen la voluntad de Dios con toda el alma, 7 sirviendo con buena voluntad como al Señor y no como a hombres, 8 sabiendo que cada cual, conforme al bien que hiciere, recibirá del Señor, sea esclavo, sea libre.

Queda todavía una palabra para los esclavos y los amos, y así con esto se completa el cuadro doméstico, o sea la instrucción familiar (en el sentido de los antiguos). De los esclavos sólo exige Pablo una comprensión de su «vocación» desde una altura y profundidad equivalente al nivel desde el cual los fundadores de órdenes religiosas exigieron más tarde a sus subordinados voluntarios con respecto a sus superiores puestos por Dios. Sin embargo, en esta situación hay que hacer serios esfuerzos para admirar la naturalidad con que Pablo presupone un espíritu de fe en aquellos cristianos, sencillos y muy poca maduros todavía. Así como la mujer debe ver a Cristo en su marido y sólo así someterse a él, así también el esclavo debe obedecer a Cristo en su amo, no solamente en lo bueno. sino en las contrariedades (cf. 1Pe_2:18). El apóstol pide un santo respeto. Esto es lo que quiere decir en el lenguaje bíblico la expresión «con temor y temblor», y la adición «en la sencillez de vuestro corazón» 36.

Esta «sencillez» hay que tomarla en el sentido estricto de la palabra. Es la postura del hombre interior, que solamente conoce un único objetivo, al que sirve sin segundas intenciones con toda su fuerza y con plena entrega. Así también debe el esclavo ver en su señor sólo a Cristo, al que entrega todo su esfuerzo y actuación. Deben tenerse por esclavos de Cristo y hacer la voluntad de su señor tan «de corazón» como únicamente se puede hacer la voluntad de Dios de lo más profundo del alma. Lo contrario de esto sería servir «para ser visto», es decir, para agradar a los hombres, servir mientras está encima el ojo vigilante del amo. Estos son los hombres dobles (lo contrario de un corazón sencillo), divididos entre el servicio ficticio y los deseos del propio corazón. No así el esclavo de Cristo.

Pablo repite la idea fundamental y reconoce con ello que no es tan simple lo que él exige: «con buena voluntad» deben servir, porque sirven al Señor y no simplemente a los hombres. Y aquí vuelve otra vez la idea de la recompensa: en el fondo trabajan para sí mismos, por mucho que parezcan ser instrumentos de una voluntad extraña. Para ellos vale igual que para los otros el mismo principio: «Cada cual, conforme al bien que hiciere, recibirá... »

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36. Cf. 2Co_7:15; Phi_2:12.

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b) Amos, pensad en el único amo-verdadero (Phi_6:9).

9 Y vosotros, los amos, haced lo mismo con ellos. Dejad de lado las amenazas, sabiendo que en los cielos está el Señor tanto de ellos como de vosotros, y en él no hay acepción de personas.

«...haced lo mismo con ellos.» Aquí es patente la incongruencia e insuficiencia de la expresión. Los esclavos deben rendir a sus amos servicio y obediencia. ¿Tendrán que hacer lo mismo los amos con respecto a los esclavos? De ninguna manera: Pablo no piensa en la actuación diferencial de esclavos y amos; está obsesionado por la idea que a unos y a otros es común: o sea, que su obrar y actuar tiene validez ante el Señor y no ante los hombres. Tan profundamente domina esta idea a san Pablo, que involuntariamente exige de ambos «hacer lo mismo». Y así no debe haber entre ellos ni riñas, ni amenazas, ni gritos, puesto que deben ser conscientes de que en realidad sólo uno es el Señor, al cual pertenecen esclavos y amos, y de que ante su tribunal sólo cuenta el bien y el mal que cada uno haya hecho, «sea esclavo, sea libre».

Pablo se ha dirigido a la mujer y al marido, a los hijos y a los padres, a los esclavos y a los amos. A primera vista, parece inconsecuente la ordenación de la serie, y nos resulta difícil hablar de «mujer y marido» en vez de «marido y mujer». Lo mismo vale para las otras dos parejas. Y es que la ordenación de la serie no se ha hecho según la dignidad y el rango, sino según la mayor urgencia de la exhortación que Pablo ha dirigido a toda la familia y que pudiera resumirse en este principio: «estad sumisos».

De las tres parejas, siempre se dirige el Apóstol a la parte subordinada. Esto conecta con su predicación de la nueva libertad, de la supresión de toda diferencia en Cristo, donde no hay ya «circunciso ni incircunciso, bárbaro, escita, esclavo, ni libre, sino solamente Cristo todo en todos» ( Col_3:11). O más todavía en consonancia con nuestro texto, en la carta a los Gálatas: «Ya no hay judío ni griego, ya no hay esclavo ni libre; ya no hay varón ni hembra, pues todos sois uno en Cristo Jesús (Gal_3:28).



VII. REVESTfOS DE LA ARMADURA DE DIOS (6/10-22).

1. HACE FALTA LA ARMADURA DE DlOS (Gal_6:10-13).

10 En definitiva, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. 11 Revestíos de la armadura de Dios, para que podáis resistir contra las maniobras del diablo; 12 porque no va nuestra lucha contra carne y sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de estas tinieblas, contra los espíritus de maldad, que están en los cielos. 13 Por lo cual, tomad la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, tras haberlo cumplido todo, quedar dueños del campo.

Pablo empieza esta sección con una fórmula que nos sugiere el final («en definitiva»). Por eso su lenguaje toma vuelo: hay que despedirse y sabe Dios hasta cuándo. «Fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder.» Con toda la fuerza de Dios quiere el Apóstol que se armen sus fieles. No tienen por delante tranquilidad y seguridad, sino lucha, y para ella hay que estar armados. Pero la armadura tiene que venir de Dios, para que todo tenga un final feliz. Si se tratara de una lucha de hombre a hombre, cabría esperar algo de las fuerzas humanas. Pero es una lucha con adversarios completamente distintos.

Aquí aparecen otra vez las «potestades», los «principados» y las «dominaciones», de las que ya se hablaba al principio de nuestra carta, cuando Pablo celebraba la elevación de Cristo, el resucitado, sobre todas las potencias angélicas (1,21). Pero allí todavía quedaba en duda de qué clase eran aquellas potencias angélicas. Aquí, por el contrario, se presentan claramente como potencias enemigas de Dios, que están al servicio de Satán y por eso se llaman expresamente «espíritus de maldad» 37. Irrumpen contra los adeptos de aquel que en la cruz las derrotó radicalmente. Y tanto más salvaje es su desesperado bramido, cuando más corto saben que es el tiempo que les queda y mientras más vano es su esfuerzo, ya que arremeten contra aquel que los ha dominado de una vez para siempre. Y en último término, Cristo mismo es la «armadura» de Dios, como puede verse por la enumeración detallada de sus elementos componentes: coraza, escudo, casco o espada. La armadura de Dios está preparada, pero hay que ponérsela, y esto es cosa de cada uno. Por eso se exhorta otra vez: «tomad la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo -o sea los últimos tiempos, en los que hay que contar con un recrudecimiento de los enemigos de Dios derrotados 38- y, tras haberlo cumplido todo, quedar dueños del campo». Quiere decir: después que hayáis vencido a todos los enemigos. O también: después que hayáis realizado todo lo que estaba en vuestro poder. La victoria es, en definitiva, de Dios, pero él vencerá una vez más por medio de Jesús y con vosotros.

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37. Se trata de la misma potencia angélica, que en un lenguaje metafórico de la época se llama en 2,2 «el eón de este mundo», «el príncipe de la potestad del aire». A esta «potestad del aire» se hace referencia, cuando en nuestro texto, como también en 3,10, se hace mención del «cielo» como la residencia de estas potestades angélicas, que desde ahí irrumpen sobre sus victimas.

38. Para 5,16

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2. EN QUé CONSISTE LA ARMADURA DE DlOS (6,14-17).

14 Manteneos firmes, ceñidos con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, 15 calzados con la prontitud del evangelio de la paz, 16 embrazando, en todo momento, el escudo de la fe, con el que podréis apagar los dardos inflamados del maligno. 17 Tomad también el casco de salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.

Por tercera vez insiste Pablo en la misma exhortación. Por ello se puede rastrear cuán grande piensa él que es el peligro y cómo teme que se le eche poca cuenta. Son potencias invisibles que actúan realmente; son maniobra del diablo, que hay que deshacer. Su manera de luchar se distingue por la astucia y por la insidia. Estas potencias espirituales son dominadoras «de las tinieblas», que actúan en lo invisible, en lo impalpable, y no hay nada que más les guste que pasar inadvertidos, y quedar ocultos bajo máscaras de todo género.

No es correcto preguntarse por qué, en los siguientes versículos, se compara la verdad con el ceñidor, la justicia con la coraza, la paz con el calzado, la fe con el escudo, la salvación con el casco y la palabra de Dios con la espada. Pablo sólo piensa en la metáfora global de la armadura de Dios. En todo caso se trata de dones de Dios al presentar la verdad, la justicia, la paz y la fe como partes constituyentes de la armadura de Dios. «...ceñidos con la verdad», se refiere a aquella verdad, de la que se trata en 1,13: «En él, también vosotros, tras haber oído la palabra de verdad, la buena nueva de vuestra salvación», aquella verdad, que el cristiano tiene que vivir en el amor como tarea especifica (4,15).

«...revestidos con la coraza de la justicia». La misma metáfora de la justicia como coraza aparece también en el Antiguo Testamento 39, pero allí es Dios mismo el que se arma con su justicia para la lucha. En nuestro texto la referencia bíblica es patente, pero la justicia significada es completamente distinta.

Aquí se trata de la justicia que Dios proporciona y que es la única que para él cuenta, no la justicia que se apoya en la propia fidelidad a la ley. Pablo hace esta distinción en la carta a los Filipenses: «No reteniendo una justicia mía, que proviene de la ley, sino la justicia por la fe en Cristo, la justicia que proviene de Dios y se apoya en la fe» (Phi_3:9). Y si en la primera carta a los Tesalonicenses aparece como coraza no la justicia, sino la fe y el amor (Phi_5:8), esto demuestra la libertad con que Pablo utiliza las imágenes y lo poco que hay que tomarlas al detalle.

«...calzados con la prontitud del evangelio de la paz». Pablo se está refiriendo claramente a un texto de Isaías: «Bienvenidos sean sobre los mentes los pies del mensajero de paz que anuncian la paz, que traen la buena nueva, que anuncian la salvación» (Isa_52:7). Esta clara alusión al texto del profeta obliga a entender por prontitud del evangelio no la disposición a comprender lo que ofrece el evangelio, sino la disposición a proclamar el evangelio de la paz por medio de la predicación de aquel que es «nuestra paz», porque ha unido en un nuevo hombre a dos hermanos enemistados y los ha reconciliado con el Padre (Isa_2:14-17). Y tanto más clara es la alusión de Pablo a esta básica institución de la paz, cuanto más patente está en las palabras de Isaías: «Y él ha proclamado paz a los que están lejos y a los que están cerca» (Isa_57:19).

Esta prontitud para la proclamación del evangelio es en toda la armadura la única pieza que denota espíritu de ataque y deseo de conquista; todas las demás se refieren más bien a la defensa. Ello quiere decir que esta paz se considera como un recurso bélico contra las potencias de las tinieblas. Su tendencia se dirige a la enemistad y a la desavenencia; cada pieza de paz y de unidad en el mundo humano es para ellos una derrota.

«...embrazando en todo momento el escudo de la fe». La palabra usada para «escudo» no indica el pequeño escudo redondo, sino el escudo grande que cubre completamente al guerrero. Con la expresión «en todo momento» se piensa en la significación universal y básica de la fe. Ello recuerda a 2,8: «Por la gracia habéis sido salvados mediante la fe, y esto no proviene de vosotros: es don de Dios».

Ahora viene una alusión a la eficacia de las armas: con el escudo de la fe «con el que podréis apagar los dardos inflamados del maligno». Uno esperaría que el escudo hiciera rebotar los dardos. Sin embargo, al decir «apagar», Pablo, descuidando la fidelidad a la metáfora, quiere indicar dónde está el peligro: los dardos pueden estar encendidos, y hay que apagar el fuego.

La salvación, figurada en el casco de salvación, se refiere al mismo contenido de la salvación: la esperanza de la salvación completa, a la cual hemos sido llamados. Esto es lo que a Pablo le preocupa especialmente en esta carta. Recuérdese cómo pedía para las suyos «iluminados los ojos de vuestro corazón, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamada» (1,18), es decir: la esperanza a que Dios mismo nos ha llamado. Y el mismo hecho de que toda la exhortación a llevar una vida cristiana está imperada por este pasaje: «Os exhorto a portaros de una manera digna de la vocación a que habéis sido llamados» (4,1), demuestra que para Pablo esto significa conducirse como hombres cuya vida entera está proyectada hacia un encuentro vital con la gloria. Y así realmente la esperanza, la alegría agradecida del corazón, es una defensa contra la tentación y el ataque, que muy bien puede compararse con un casco duro y firme.

La espada es la «palabra de Dios», y es el Espíritu el que la convierte en un arma eficaz. él ha sido el que nos ha dado la palabra de Dios, él solo puede hacer que se convierta en una fuerza para nuestra vida. La palabra de Dios es comparada frecuentemente, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, con una espada 40. San Juan contempla a Cristo en una grandiosa visión: «...de su boca salía una aguda espada de dos filos» (Rev_1:16), y en la carta a los Hebreos está el célebre texto: «La palabra de Dios es viva y operante, y más aguda que una espada de dos filos; penetra hasta el mismo límite del alma y del espíritu, de las articulaciones y de las junturas, y discierne las intenciones y cavilaciones del corazón» (Rev_4:12).

Para nosotros es «palabra de Dios», ante todo, la Sagrada Escritura. Y si es una espada, hay que manejarla con la mano; por tanto, se necesita mucha resistencia y un incansable entrenamiento. La palabra de la Escritura tiene que estar a nuestro alcance, o sea tenemos que conocerla; tiene que convertirse en una íntima y vital posesión. Con ella conoceremos las artimañas de Satán, y la correspondiente receta para superar cada una de ellas. El mismo Señor nos ha dado ejemplo de ello en aquel duelo con Satán del que hablan nuestros Evangelios (Mat_4:1-11).

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39. Isa_59:17; Wis_5:18.

40. Cf. Isa_49:2; Wis_18:15 s

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3. EXHORTACIÓN A ORAR CON PERSEVERANCIA (Wis_6:18-22).

a) La oración es necesaria para todos (6/18-20).

18 Con toda clase de oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu y vetad unánimemente en toda reunión y súplica por todos los santos; 19 y también por mí para que Dios ponga su palabra sobre mis labios y me conceda anunciar con valentía el misterio del evangelio, 20 Cuyo embajador soy aun entre cadenas, para que pueda confiadamente hablar de él como conviene.

En íntima conexión con lo precedente (no empieza una nueva perícopa) llega Pablo a pedir a sus fieles ayuda de oraciones. Esta original conclusión hace suponer que para Pablo en la armadura de Dios también la oración desempeña un importante papel. Por otra parte, si deja por ahora la metáfora militar, hay que tener en cuenta que en la exhortación a «velar» queda todavía un eco de ella. Pablo es exigente: el luchador cristiano debe mantenerse en la lucha como quien se entrena «con toda clase de oración»: acción de gracias, alabanza, súplica; como quien «en toda ocasión», en toda situación, siempre está orando; como quien no tiene bastante con el día entero y emplea la noche para orar con perseverancia. Quizás el mismo Pablo no sepa el alcance de su exhortación: sencillamente urge, con la expresión «toda» tres veces repetida, a que el cristiano quede totalmente comprometido: todo su tiempo, toda su fuerza, toda su capacidad.

Pablo subraya frecuentemente en sus cartas la necesidad de esta oración insistente. él mismo la practica: «...orando insistentemente día y noche» (1Th_3:10). Velar por la noche lo une al esforzarse y al ayunar (2Co_6:5). Insistentemente se acuerda de Timoteo «día y noche en sus oraciones» (2Ti_1:3). Y no es ciertamente una fórmula vacía cuando tan frecuentemente encabeza así sus cartas: «No ceso de dar gracias por vosotros haciendo mención en mis oraciones» (2Ti_1:16). Esto mismo desea él del cristiano: «Estad siempre alegres, no dejéis nunca de orar. En toda circunstancia celebrad la acción de gracias: esto es lo que de vosotros quiere Dios en Jesucristo» (1Th_5:16-18). Así ocurre también en nuestro texto.

¿Cómo hay que orar? «En el Espíritu», dice Pablo, y en la carta a los Romanos se explica en qué consiste esto: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra incapacidad: pues nosotros no sabemos qué hay que hacer para orar como Dios manda; sino que es el Espíritu mismo el que aboga por nosotros con clamores inexpresables; y el que sondea los corazones sabe muy bien cuál es la tendencia del Espíritu, ya que aboga por los santos según las exigencias de Dios» (1Th_8:26-27). Se trata de una oración, que no procede de la propia iniciativa, una oración que penetra en las mismas intenciones de Dios, una oración que escucha hacia dentro, que sigue todas las exigencias del Espíritu y que, por tanto, pone su confianza en esta divina oración que se realiza en nosotros, pero que no renuncia a nuestra propia oración.

El objeto de esta oración debe ser «todos los santos» y el mismo Apóstol. «Por todos los santos», o sea por el pueblo de Dios, por la Iglesia, el cuerpo de Cristo, para que crezca hacia fuera y hacia dentro hasta llegar a su madurez. Este crecimiento, como hemos visto (1Th_4:16), procede de la cabeza, de Cristo; pero él construye su cuerpo a través de la aportación de cada miembro en beneficio de los otros y del conjunto. Pablo está convencido de que esta aportación consiste, en gran parte, en la oración intercesora. él mismo sabe que necesita de ella. Podría parecer extraño que a pesar de la gracia apostólica, que se le ha concedido, tenga que acudir a la oración de los fieles; pero es así, sin duda: aquí como en otras partes se dirige a los fieles, como si se sintiera indefenso sin sus oraciones, como si de sus oraciones dependiera que a él se le conceda la palabra justa en la proclamación del evangelio y -lo que aún es más sorprendente- que se le abra la boca para hablar como Dios y su misión le exigen (Col_4:2-4). Este temor angustioso de que le faltará ánimo ¿tendrá que ver con su situación de prisionero? No lo sabemos. En todo caso, hace mención de esta situación suya, pero insistiendo con orgullo en que «aun entre cadenas» es «embajador» del misterio, que es el mismo Cristo.

Pero esta perícopa nos demuestra ante todo lo que para Pablo significa realmente vivir con y en la Iglesia, tal como él se imagina a sus cristianos: en constante comercio de oración con Dios, comprometidos en su pensamiento, en sus deseos, en sus preocupaciones, unificados con el gozo y el dolor de la Iglesia, con plena conciencia de ser sus miembros. Pablo presupone aquí una profunda conciencia de mutua pertenencia, una comunicación, realmente viva, de cada uno con todo lo que en el conjunto está por encima de él, un pensamiento comunitario que debiera avergonzarnos a los actuales miembros de la gran Iglesia. Lo que en ella contaba era: cada uno para todos y todos para cada uno; y no había quien pensara sólo en sus pequeños intereses personales. Si tan grandes son las exigencias, ¿cómo no habría que llegar en ellas hasta el final? Todo esto hace grande e importante esta pequeña vida individual: importan para este tiempo y para la eternidad que debe venir, importante para nosotros y para los otros, que son nuestros hermanos, importante -y esto es lo más sublime- para aquel al que nosotros lo debemos todo y al que por eso pertenece todo nuestro amor.

b) Tíquico les llevará noticias de él (6/21-22).

21 Y para que también vosotros sepáis lo referente a mí, cómo me encuentro, de todo ello os informará Tíquico, el querido hermano y fiel ministro en el Señor, 22 a quien he enviado a vosotros para eso mismo, para que sepáis cómo vamos por aquí, y conforte vuestros corazones.

Pablo envía a Tíquico 41 no como su querido hermano, sino como «el querido hermano», pues debe serlo también para los destinatarios. Y ser «un fiel ministro en el Señor», uno de aquellos en los que Pablo puede confiar que lo arriesgarán todo por la causa del evangelio. Llevará noticias del Apóstol y con ellas aliento a sus corazones, aliento del que el corazón cristiano necesita cada vez más; aliento que consuela y exhorta, estimula y anima. El Apóstol ha hecho en este sentido lo mejor que ha podido en la carta que está para terminar. él mismo no puede ir, pero uno de sus colaboradores íntimos, que estaba allí cuando Pablo estaba elaborando la carta y que quizá la ha escrito al dictado del maestro, como es el caso de Tercio con la carta a los Romanos, éste añadirá ahora a la palabra escrita algo de viva voz, en la que vibrará el latido del Apóstol.

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41. Casi con las mismas palabras anuncia también Pablo a los colosenses a este mismo Tíquico (Col_4:7 s). La casi literal coincidencia de esta presentación de Tíquico es tan grande, que este hecho, juntamente con las numerosas semejanzas entre Ef y Col, hacen pensar en una casi simultaneidad de la redacción de ambas cartas.

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CONCLUSIÓN DE LA CARTA

BENDICIÓN (6/23-24).

23 Paz a los hermanos, y amor con fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en la vida incorruptible.

La carta, como todas las otras, termina con una bendición, pero aquí hay una particularidad. Ordinariamente hay saludos personales, gestos mutuos de antiguos conocidos. Aquí falta este conocimiento personal y el deseo de bendición es más bien serio y contenido, pero realmente esencial y profundo.

A la comunidad le desea paz. Como hemos visto, ésta es la fórmula oriental de saludo. Este concepto de paz fue madurando en el judaísmo a través de la esperanza en los tiempos del Mesías, y en el lenguaje de la Iglesia primitiva esta paz de Cristo se densificó como la salvación cumplida. De esta paz de Cristo -de Cristo, que es «nuestra paz» (Col_2:14)- ha hablado nuestra carta expresa e insistentemente. Ahora bien, esta paz tiene que actuar en los hermanos con toda su secuela de bendiciones.

Para eso desea el Apóstol amor con fe. El amor es el que debe «conservar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz» (Col_4:3). Un amor que debe proporcionar la fuerza para soportar y perdonar (Col_4:2). Un amor que es, en rigor, la fuerza creadora en la construcción y remate del cuerpo de Cristo 84,16). Pero esto sólo lo puede un amor que crece desde la fe y en ella encuentra siempre su apoyo; un amor que en el fondo no es otra cosa que la fe transformada en vida (4,15). Esta fe es un don de Dios (2,8) y no menos el amor, en el que solamente se realiza el amor mismo de Cristo (4,16). Por eso se dice con razón: «amor con fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo».

Finalmente Pablo, para abarcar de una vez todo lo que puede desear, acude a la gracia, en la que hemos sido salvados (2,8), que nos conduce en el Espíritu Santo a la redención definitiva, y que se manifestará finalmente como gloria para honra de Dios (2,7). Esto es lo que el Apóstol desea para aquellos «que aman a nuestro Señor Jesucristo». Esto es como un rodeo para decir «cristiano». Este pensamiento final sobre el amor de los fieles a Cristo tiene un valor especial, ya que es muy raro en san Pablo. Del amor de Cristo a nosotros están llenas sus cartas. Del amor del Apóstol a Cristo numerosos pasajes de sus cartas dan testimonio, pero sin que el verbo «amar» se refiera expresamente a Cristo como objeto del amor (cf. Phi_1:23). Del amor de los fieles a Cristo hay en san Pablo, a más de este pasaje, solamente el final de la primera carta a los Corintios: «El que no ama al Señor sea anatema» (Phi_16:22). De toda la literatura epistolar del Nuevo Testamento habría que citar solamente la primera carta de san Pedro. Es el pasaje más cercano al nuestro: «Sin haberlo visto lo amáis» (Phi_1:8).

Ahora queda aquí todavía una palabra final. Lástima que nos resulte oscura: «en la vida incorruptible». La expresión equivale a vida eterna. En un primer momento, se puede aplicar a los que aman a Cristo, que según nuestra carta tienen ya parte en la vida eterna y «...nos ha hecho sentar en los cielos en Cristo Jesús», como Pablo se atreve a decir (Phi_2:6). Pero también se puede aplicar a Cristo, a quien los creyentes aman en su gloria. En ambos casos tendríamos -muy propio para el final de la carta- un reanudamiento del comienzo, donde había alabado a Dios porque «nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los cielos en Cristo» (Phi_1:3), a nosotros, sí, pero -no lo olvidemos- «para alabanza de la gloria de su gracia, con la que nos ha agraciado en el Amado» (Phi_1:6).



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Padres e hijos, 6:1-4.
1 Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. 2 Honra a tu padre y a tu madre, como dice el primer mandamiento seguido de promesa: 3 para que te vaya bien y tengas larga vida sobre la tierra. 4 Y vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y en la enseñanza del Señor.

A los consejos dados a los cónyuges siguen ahora, en la presente historia, los dados a padres e hijos. San Pablo toma como base (v.2-3) el cuarto precepto del Decálogo, primero de los que miran al prójimo, y que tiene la particularidad de llevar adjunta una promesa de bendición al que lo cumpla (cf. Exo_20:12; Deu_5:16). Esta promesa no debe considerarse fallida porque hijos sumisos mueran prematuramente o hijos rebeldes vivan largo tiempo, pues la vida terrena es un bien subordinado y no absoluto (cf. Sab_4:11).
La expresión en el Señor (v.1), al mismo tiempo que el verdadero motivo, determina también los límites de la obediencia de los hijos para con los padres. Y en cuanto a éstos (v.4), que eduquen bien a sus hijos, ni tiranía ni dejar hacer, sino mezcla de firmeza y de bondad, a ejemplo de Cristo en la formación de sus apóstoles.

Amos y siervos,Sab_6:5-9.
5 Siervos, obedeced a vuestros amos según la carne, como a Cristo, con temor y temblor, en la sencillez de vuestro corazón; 6 no sirviendo al ojo, como buscando agradar al hombre, sino como siervos de Cristo, que cumplen de corazón la voluntad de Dios; 7 sirviendo con buena voluntad, como quien sirve al Señor y no a hombre; 8 considerando que a cada uno le retribuirá el Señor lo bueno que hiciere, tanto si es siervo como si es libre. 9 Y vosotros, amos, haced lo mismo con ellos, dejándoos de amenazas, considerando que en los cielos está su Señor y el vuestro y que no hay en El acepción de personas.

El orden social antiguo estaba fundado en la esclavitud. San Pablo, al igual que en otras ocasiones (cf. 1Co_7:17-24; Col_3:22-25), no condena abiertamente el sistema, cosa que no podría hacerse sin provocar un cataclismo, sino que se contenta con sentar los principios que preparen el camino para su abolición.
En los v.5-8 se refiere a los siervos, recomendándoles que sirvan a sus amos por motivos sobrenaturales, como si sirviesen a Cristo, considerando que Cristo recompensará a cada uno, siervo o libre, sin ninguna acepción de personas (cf. Rom_2:11; Hec_10:34), con el premio que haya merecido. Y en cuanto a los amos (v.9), que traten a los siervos guiados también del mismo espíritu sobrenatural, sin despotismos ni amenazas, sabiendo que uno mismo es el Señor de todos, para el que no hay acepción de personas.

La armadura del cristiano,Hec_6:10-20.
10 Por lo demás, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder; n revestios de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del diablo, 12 que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que habitan en los espacios celestes. 13 Tomad, pues, la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, vencido todo, os mantengáis firmes. 14 Estad, pues, alerta, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia,15 y calzados los pies, prontos para anunciar el Evangelio de la paz. 16 Abrazad en todo momento el escudo de la fe, conque podáis hacer inútiles los encendidos dardos del maligno. 17 Tomad el yelmo de la salud y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios,18 con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo con fervor y siempre en continuas súplicas por todos los santos 19 y por mí, a fin de que, cuando hable, me sean dadas palabras con que dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio, 20 del que soy embajador encadenado para anunciarlo valientemente y hablar de él como conviene hablar.

Pablo, después de sus admirables consejos relativos a la vida familiar, termina su carta con una vibrante llamada a las armas contra poderosos enemigos exteriores, que de todas partes nos acechan y persiguen. Insiste en que debemos vestirnos de la cabeza a los pies con la armadura de Dios (??? ????????? ??? ???? ), si queremos salir victoriosos en la lucha.
Lo primero que pide es fortaleza, que hay que buscar en Dios (v.10-11), pues la lucha no será simplemente contra la carne y la sangre, frase hebrea que equivale prácticamente a naturaleza humana (cf. Gal_1:16), sino contra los principados y las potestades., espíritus del mal que habitan en los espacios celestes, es decir, contra poderes más que humanos (v.12). Evidentemente, San Pablo está aludiendo a los ángeles o espíritus malos, de que ya habló en 2:2; el que use los términos principados y potestades indica que también entre ellos, como entre los ángeles buenos (cf. 1:21; 3:10), distingue diversas categorías. Estos ángeles malos fueron ya derrotados por el triunfo de Cristo (cf. 1Co_15:24; Col_1:13-14; Col_2:15); pero la lucha prosigue en los cristianos, lucha a la que San Pablo da una amplitud cósmica (cf. 1:9-10; 3:19). La armadura de Dios (v.11) es el conjunto de armas que Dios ofrece a sus soldados para la pelea, y que luego se explican en los v. 14-18. Pero antes, en el v, 13, vuelve a hablarse de armadura de Dios, necesaria para resistir y vencer plenamente en el día malo. Este día malo es interpretado por algunos autores como día especial de tentaciones, en que nos toque luchar más fuerte; parece, sin embargo, que se alude, en general, a todo el período de la vida humana en este mundo perverso (cf. 5:16). Trátase de los peligros presentes, considerados en una perspectiva escatológica.
La descripción que se hace de la armadura de Dios o panoplia espiritual ^.14-17) está inspirada probablemente en las armas del pretoriano que custodiaba al Apóstol en su prisión, desde donde escribía la carta (cf. Hec_28:16), y en parte quizá también en Is n, 4-5 y 59:17. Estas armas son: el cinto, que sujetaba la túnica a los costados y sostenía la espada; la coraza, formada con láminas de bronce y destinada a proteger el pecho y la espalda; las botas o calzado, destinadas a proteger pies y piernas; el escudo, que se llevaba en el brazo izquierdo y se empleaba particularmente en los asaltos a las fortalezas, desde lo alto de las cuales solían ser arrojados sobre los asaltantes dardos encendidos; el yelmo, destinado a resguardar la cabeza y el rostro; la espada, principal arma ofensiva contra el enemigo. A todas estas armas va dando San Pablo sentido espiritual: el cinto, que es la verdad cristiana, incluyendo el aspecto intelectual y el práctico, es a saber: concordia de pensamiento y acción; la coraza, que es la justicia o rectitud ante Dios (cf. 4:24); el calzado, que es la prontitud para anunciar el Evangelio (cf. Rom_10:15); el escudo, que es la fe, o sea, nuestra adhesión viva y operante a Cristo (cf. Rom_1:16); el yelmo, que es la esperanza de la salud, sabiendo que la victoria final será siempre nuestra (cf. Rom_5:2-5; Rom_8:18); la espada, que nos es dada por el Espíritu, y consiste en la palabra de Dios o revelación divina contenida en el Evangelio (cf. 1Te_2:13; Heb_4:12). Sin embargo, no debe insistirse demasiado en encontrar la relación entre el arma y su interpretación, pues ni el mismo Pablo pone siempre la misma (cf. 1Te_1:8).
El empleo de estas armas, para ser eficaz, necesita una condición: que vayan acompañadas de la oración al Señor (v.18; cf. Col_4:2; 1Te_5:18; Luc_18:1). El Apóstol les pide que nieguen de modo especial por él; pues necesita de la gracia para predicar con osadía y de modo persuasivo (cf. Rom_1:14-16; 1Co_1:17; 1Co_15:10; 1Te_2:2).




Epilogo,1Te_6:21-24.

Noticias personales,1Te_6:21-22.
21 Y para que sepáis también vosotros lo que a mí se refiere y qué hago, os lo dará a saber Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor, 22 que os envío para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones.

Son estos dos versículos lo único que hay de tipo personal en toda la carta. Ese también vosotros del v.21 parece estar suponiendo que Pablo había dado ya noticias de su actual situación a otras iglesias. Probablemente se trata de los colosenses, a quienes seguramente acababa de escribir y en cuya carta encontramos casi con las mismas palabras lo mismo que dice aquí (cf. Col_4:7-8).
De este Tíquico, que parece ser el portador de la carta, teníamos ya noticias por Hec_20:4, donde es nombrado, junto con Trófimo, como oriundo del Asia proconsular, probablemente de Efeso, de donde ciertamente era Trófimo (cf. Hec_21:29). Formaba parte del grupo de colaboradores del Apóstol, y de él se valió San Pablo para diversas misiones en el gobierno de las iglesias (2Ti_4:12; Tit3,12).

Bendición final,2Ti_6:23-24.
23 Paz a los hermanos y caridad con fe, de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en incorrupción.

Es notable este final por su tono solemne e impersonal. Mientras que en la despedida de las otras cartas San Pablo usa la segunda persona, aquí usa la tercera, no dirigiéndose directamente a los destinatarios, sino a los cristianos en general.
Además, la fórmula es bastante compleja, separando paz (v.23) de gracia (v.24), que normalmente van juntas (cf. 1:2), y que para San Pablo, en realidad, vienen a significar lo mismo (cf. Rom_1:7). La caridad acompañada de la fe (v.23) son dos virtudes que ya alabó en los efesios (cf. 1:15), y cuya permanencia y aumento les augura ahora en la despedida. No es claro qué signifique la expresión en incorrupción (?? ???????? ), puesta al final. Algunos autores la refieren a Jesucristo, del que se afirmaría que se halla en estado de incorruptibilidad y gloria; otros la refieren a gracia, de la que se diría que es gracia que se consuma en la inmortalidad o vida incorruptible; los más prefieren unirla con aman, para dar a entender que se trata de un amor incorruptible, sobrenatural, que está por encima de lo que acaba y muere (cf. Rom_8:38-39; 1Co_13:8).

246 Hemos dicho que en esta carta a los Efesios el término iglesia está referido siempre a la Iglesia universal (cf. 1:22; 3:10.21; 5:23-32). También en Colosenses suele ser ése su sentido (cf. 1:18.24), aunque no siempre (cf. 4.15-16). Parece que el término iglesia, como autodesignación de los cristianos, es ya anterior a Pablo, conforme explicamos al comentar Hec_5:11. De ordinario está empleado para designar las iglesias locales (cf. 1Co_7:17; 1Co_16:1.19; Rom_16:5; Flp_4:15; Hec_11:22; Hec_13:1); lo que no quiere decir que no se use también en sentido de Iglesia universal o pueblo de Dios escatológico (cf. Hec_5:11; Hec_8:3; Hec_9:31; Hec_9:20, Hec_9:8; 1Co_12:28; 1Co_15:9; Gal_1:13; Flp_3:6), que parece ser el significado primario y más primitivo, como también explicamos ya al comentar Hec_5:11. No creemos, en contra de Cer-faux y algunos otros autores, que hayamos de esperar a las cartas de la cautividad para encontrar en Pablo el término iglesia en sentido de Iglesia universal, con referencia al conjunto de todos los cristianos. 247 Cf. ? . Schmidt, Der Leib Christi (Leipzig 1919); E. Kásemann, Leib und Leib Christi (Tübingen 1933); E. Mersch, Le Corps mystique du Christ (Louvain 1933); A. Wi-Kenhauser, Die Kirche ais der mystiche Leib Christi nach den Apostel Paulas (Münster 193?) ? ? . ? . Wambacq, De relatione ínter Corpus Christi mysticum et hierarchiam secundum S. Pau-lum: Verb. Dom. 22 (1942) 193-208; L. Malavez, L'église, corpsdu Christ, sens etprovenance de 'expresión chz S. Paul: Rev. Scien. Relig. 32 (1944) 27-49; J· Havet, Christ collectif ou Christ individuel en 1Co_12:12 : Eph. Theol. Lov. 23 (iQ47) 499-520; W. goossens, L'église corps du Christ d'aprés S. Pauí (París 1949); P. Benoit, Corps, tete et plérome dans les Epítres de la Captivité: Rev. Bibl. 63 (1956) 1-44; L. Bouyer, Oú en est la theologie du Corps mysti-que: Rev. Scien. Relig. 22 (1948) 314-332; J. A. Robinson, The Body (London 1952); L. Cer-Faux, La theologie de l'église suivant S. Paul (París 1965) P-20I-259; E. Sauras, Ei Cuerpo místico de Cristo (Madrid 1956); P. Bonnard, L'église, Corps du Christ dans le paulinisme: Rev. Theol. Phil. 8 (1958) 268-282; L. Quellette, L'église, corps du Christ, origine de l'expres-sion chez S. Paul (Montreal 1962); P. Dacquino, De Christo capite et de Ecclesia eius corpore secundum S. Paulum: Verb. Dom. 40 (1962) 81-88; R. Velasco, La Iglesia, ¿cuerpo físico de Cristo?.· Claret. 10 (1970) 321-337- 248 Cf. I. M. J. Congar: Rev. Scien. Phil. Theol. 31 (1947) P-83- 249 Cf. Const. Lumen gentium n.8. 250 Gf. T. Zapelena, Vos estis corpus Christi: Verb. Dom. 37 (1959) 78-95 y 162-170; ? . ? . Allo, Premiare ¿pitre aux Corinthiens (París 1956) 328-334; ? . Meinertz, Teología del Nuevo Testamento (Madrid 1963) p.412-413. 251 Gf. plat., Leg. 8:829; Dion. Halic., Ant. Rom. 6:86; Cíe., De off. 3:19-22; De fin. 3:19; Sénec., Epist. 92:30; Fil., De spec. leg. 3:131; fl. Jos., De bell. jud. 1:25:4; 2:13, 6; 4:7:2; Marc. Aur. 2:1; 7:13; tit. Liv. 2:32. Damos el texto de la fábula tal como se encuentra en Tito Livio: En el tiempo en que el cuerpo humano no formaba como hoy un todo en perfecta armonía, sino que cada miembro tenía su opinión y su lenguaje, todos estaban indignados de tener que tomar sobre sí' el cuidado, la preocupación y la molestia de proveer al estómago, en tanto que él, ocioso en medio de ellos, no hacía otra cosa que disfrutar de los placeres que se le procuraban; todos, de común acuerdo, tomaron una decisión: las manos, de no llevar alimento a la boca; la boca, de no recibirlos; los dientes, de no masticarlos. Pero queriendo en su cólera reducir al estómago por el hambre, de repente, los miembros, también ellos, y el cuerpo entero, cayeron en un agotamiento completo. Entonces comprendieron que, la función del estómago no era ociosidad, y que si ellos lo alimentaban, él los alimentaba a ellos enviando a todas partes del cuerpo este principio de vida y de fuerza repartido en todas las venas, el fruto de la digestión, la sangre. Tito Livio concluye diciendo que Menenio Agripa, comparando luego la discusión interna del cuerpo con la cólera de la plebe contra el Senado, doblegó los ánimos de aquellos hombres. 252 por supuesto, se usaba el símil del cuerpo humano con referencia al Estado, conforme indicamos antes; pero eso no significa que el término mismo de ???? se usara ya en sentido colectivo. Hay autores (Bonsirven, Lyonnet.) que lo afirman, citando al respecto una inscripción descubierta en Girene (6 a.C.) y un texto de Cicerón (6o a.C.) en que, refiriéndose a unos cuantos discursos suyos enviados a ático, habla de hoc totum Soma (cf. Bíblica, vol. 31, 1950, P-412, y vol. 32, p.284); sin embargo, otros autores (Cerfaux, Cambier.) lo niegan, y tratan de explicar esos textos como latinismos, es decir, dando a SOMA el sentido de corpus latino, que parece se usaba ya en sentido colectivo (cf. L. Cerfaux, La théologie de l'église [París 1948] p.208-210). 253 Es en conformidad con esta manera de ver cómo se expresaba un grupo de teólogos del concilio Vaticano II al empezarse a discutir el primitivo Esquema sobre la Iglesia: In definíendam Ecclesiam ut 'corpus Christi', Schema illud corpus non intelligit sensu bíblico i. e. relate ad corpus gloriosum ipsius Christi, cum quo a Sto. Paulo ipsa Ecclesia quodammo-do, nempe sacramental iter, identificatur; sed tantummodo in sensu potius secundario ali-cuius organismi vitalis ex variis membris constantis. Secundum autem rei veritatem hic alter aspectus non est nisi consequentia primi aspectus (texto de una hoja volante, sin firma, repartida entre teólogos y Padres). 254 Este mito procede, a lo que parece, de fuentes muy antiguas, con origen probablemente en el Irán, y estaba muy extendido por el mundo grecorromano. Todo hace suponer que en un principio fue un mito de carácter cosmológico, especie de dios al que se representaba con un cuerpo de gigante, que unía en sí las diferentes partes del mundo, consideradas como sus miembros. Posteriormente, recogido este mito por la gnosis, pierde en gran parte su carácter cosmológico, convirtiéndose en una especie de hombre-redentor, que baja del cielo a liberar a las almas que habían caído en la materia, uniéndolas a sí y subiéndolas al cielo en su cuerpo así reconstituido. Dicho mito, que sólo conocemos por fuentes posteriores al cristianismo, parece que habría sido ya muy influenciado por éste (cf. L. cerfaux, art. Gnose: Dict. Bibl. Suppl., 3, col. 683 y 696); H. schlier, art. ?????? : Grande Lessico del N. T. (Kittel), V, col. 371-386. últimamente, el P. Dubarle ha propuesto la hipótesis de que Pablo esté influenciado por Gen_2:24 : Y serán dos en una carne (cf. A. M. dubarle, L'origine dans ? Anden Testament de la notion paulinienne de l'église corps du Christ: Stud. Paulin. Congr. Intern. Cath., I [Roma 1963] p.232-240). Sin embargo, es opinión general que la idea Iglesia-cuerpo de Cristo, en el pensamiento de Pablo, precede a la de mujer-cuerpo del marido. 254 Notemos que ya en 1Co_12:21 se habla de cabeza dentro del cuerpo de Cristo, pero simplemente como un miembro más, no en el sentido de Cristo cabeza, como en Colosenses y Efesios. 255 Desde luego, dichas palabras se encuentran en la mayoría de los códices griegos, así como también en las antiguas versiones latina, cóptica, siríaca, etc. De ahí que generalmente sean conservadas en las actuales ediciones críticas del Nuevo Testamento, como Merk y Bover. Sin embargo, faltan en el texto primitivo de los códices ? y S (Vaticano y Sinaítico), pues, aunque actualmente sí las tienen, se ve claro que son añadidas por mano posterior. Igualmente faltan en el P46 (Chester Beatty), del siglo ni. San Basilio (Contra Eunom. II 19) afirma expresamente que faltaban en algunos antiguos códices consultados por él. Tampoco Orígenes y San Jerónimo parecen considerarlas auténticas, pues en sus comentarios a esta carta, al tratar del primer versículo, explican el texto paulino como si no contuviese indicación alguna de Efeso. Algo parecido hemos de decir de Tertuliano, quien, para probar contra Mar-ción que esta carta está dirigida a los efesios (Adv. ?? re. V 11.17). no recurre a la expresión en Efeso, como sería lo natural si considerase esas palabras auténticas, sino simplemente a la tradición. Son, pues, muy fuertes las razones que nos obligan a la duda. En caso de que las palabras en Efeso no sean auténticas, como parece resultar más probable, se pueden hacer varias hipótesis: quizás, por tratarse de una carta circular, el texto paulino dejaba en blanco el nombre de los destinatarios, o quizás decía simplemente a los santos y fieles de Jesucristo. Posteriormente, en consonancia con la fórmula de otras cartas (cf. Rom 1.7; Col 1.2). habría sido añadido en Efeso que era de donde la tradición eclesiástica recibía la carta; Marción, por su parte, habría puesto en Laodicea quizás por influjo de Gol 4.16, que así recibía clara explicación. Advirtamos, finalmente que aunque fuesen auténticas las palabras en Efeso no por eso quedaría descartada la opinión de que es carta circular, pues Efeso, capital de la provincia romana de Asia, era como la metrópoli de todas aquellas comunidades cristianas a las que Pablo se dirigía. 256 La expresión en los cielos se repite hasta cinco veces en la carta, casi a modo de estribillo (cf. 1:3.20; 2:6; 3:10; 6:12), e indica las esferas celestes en general, sea cualquiera su complejidad, en oposición a terrestres (cf. 1Co_15:40; Flp_2:10). Los antiguos suponían diversos cielos o esferas celestes, y Cristo estaría en el más alto, a la derecha de Dios, Kor encima de los principados (Flp_1:20-21), mientras que las potencias estarían en cielos in-:riores, quizás dentro de ese imperio del aire en que los antiguos colocaban a los demonios 257 El verbo ????????????????? es traducido en la Vulgata latina por instaurare, ello ha influido sin duda para que los Padres y escritores latinos suelan dar a la expresión de San Pablo el sentido de reparación o restauración de todas las cosas en Cristo, que las habría vuelto a poner en su estado primitivo de antes del pecado. San Agustín ve esa restauración, por lo que toca al cielo, en el hecho de que los elegidos ocupan el lugar de los ángeles rebeldes; y por lo que toca a la tierra, en el hecho de que volvamos a ser revestidos de la gloria divina los que la habíamos perdido por el pecado (cf. Ench. 62: PL 40:261). Desde luego, no negamos que la obra redentora de Cristo incluya la idea de reparación, devolviendo a los hombres privilegios perdidos; pero es mucho más que simple reparación. Además, nada hay en el texto bíblico que insinúe ser esa idea de reparación la intentada expresar por el Apóstol, al menos de modo directo. El término ?????????????? -??? , derivado de ?????? (cabeza), o más probablemente de ????????? (cumbre, suma total, resumen), indica más bien recapitulación o resumen, y San Pablo lo aplicaría a Cristo en el sentido de que todas las cosas están como recapituladas en El, habiéndole Dios colocado a la cabeza de todas ellas como principio de unidad y cohesión. 258 Véase, por ejemplo, el comienzo del poema babilónico sobre el origen del mundo: Cuando en lo alto el cielo no era nombrado, y abajo la tierra no tenía nombre.· 258* Gf. J. Melhmann, Natura filii irae. Historia interpretationis Efe_2:3 eiusque cum doctrina de peccato originali nexus (Roma 1957). 259 La expresión ley de los mandamientos formulada en decretos (??? ????? ??? ??????? ?? ???????? ), con que San Pablo designa la Ley mosaica, resulta un poco extraña, y no aparece en ninguna otra parte de la Escritura. Algunos autores refieren el término mandamientos a la Ley, y el término decretos a las precisiones de los rabinos. Sin embargo, no parece que San Pablo piense sino en la Ley; quizás se trate simplemente de que para designar la Ley quiso emplear una fórmula más larga, a fin de dar más énfasis a su afirmación sobre la eficacia de la obra de Cristo. La anulación de la Ley, de que aquí habla el Apóstol, se refiere a la Ley como economía de salud, en el sentido jurídico que le daban los judíos, no en el sentido moral a la luz del precepto de la caridad, en cuyo sentido fue más bien confirmada por el Evangelio (cf. Rom_3:31; Efe_13:8-10). 260 J. M. Bover, Teología de San Pablo (Madrid 1946) p.ói?. 261 Gf. S. Lyonnet, De Christo summo angulari lapide sec. Efe_2:20, Lapis fastizii an lapis fundamenti?: Verbum Domini 27 (1949) 74-83. Cerfaux, por el contrario, interpreta el término paulino en sentido de clave de bóveda: Todo el edificio se alza como para alcanzar la clave de bóveda, de la cual desciende su solidez (L. gerfaux, Itinerario espiritual de San Pablo [Barcelona 1968] p.188). 262 Para muchos autores se trataría simplemente de una acomodación, dado que el salmista, como aparece claro del contexto, no se refiere al Mesías, sino a Yahvé, a quien presenta como rey de Israel que, vencidos sus enemigos, entra triunfante en Sión, donde recibe los homenajes de los hombres. San Pablo, que además hace la cita bastante libremente, no haría sino valerse del texto bíblico como medio de expresión para exponer su tesis. Creemos, sin embargo, que hemos de poner algo más que una acomodación, dada la fuerza que el Apóstol parece atribuir a la cita en su argumentación. Notemos que el salmista presenta, sí, a Yahvé entrando triunfante en Sión, con alusiones evidentes a la historia pasada de Israel; pero lo hace en cierta forma idealizada, mezclando alusiones al futuro, de permanencia eterna en el santuario (v.17) y de conversión de los gentiles (v.30-33). Es esta idealización la que da evidente carácter mesiánico al salmo. Pues bien, supuesto este mesianismo, la cita de San Pablo nada tiene ya de extraño, quien no hace más que aplicar a Cristo lo dicho de Yahvé, conforme hemos visto que hace también en otros lugares (cf. Rom_9:33; Rom_10:13). Referente a la expresión partes inferiores de la tierra (v.g), no es claro qué quiera significar el Apóstol. Bastantes autores (Knabenbauer, M. Sales, Médebielle) creen que se alude simplemente a la tierra (genitivo epexegético), que es lo inferior respecto del^ universo y adonde Cristo descendió en la encarnación. Parece, sin embargo, más obvio y más conforme con el contexto, que habla de llenarlo todo, interpretar el genitivo de la tierra en sentido partitivo, con alusión a las partes interiores de la tierra, donde se suponía que estaba el Sheol y limbo de los justos, y adonde habría bajado Cristo después de su muerte (cf. Rom_10:7; 1Pe_3:19; Hec_2:27). Por lo que se refiere a sobre tocios los cielos, cf. 2Co_12:2. Sobre esta bajada de Cristo a los infiernos y su problemática actual, cf. H. Vorgrimler, Cuestiones en torno al descenso de Cristo a los infiernos: Concil. (1966) I, p.140-151; ch. Perrot, La deséente du Christ aux enfers dans le N.T.: Lum. et Vie 87 (1968) 5-29. 263 En tiempos posteriores es llamado explícitamente iluminación (???????? ), como tenemos en San Justino (Apol. I, 61:12). 264 Cf. Daremberg-Saglio, art. Loutrophoros p.1317. y art. Matrimomum p.1948; Dict. de la Bible, art. Noces col. 1659-1660. 265 Cf. P. Dacquino, Note sur E/2Cr_5:22-31 : La Scuola Catt. 86 (1958) 321-331.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 1: Efesisos 6,1-4
Capítulo 6
Declárase el amor que ha de haber, recíprocamente, entre padres e hijos.1. Hijos, vosotros obedeced a vuestros padres con la mira puesta en el Señor, porque es ésta una cosa justa.2. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento que va acompañado con recompensa,3. para que te vaya bien, y tengas larga vida sobre la tierra.4. Y vosotros, padres, no irritéis a vuestros hijos; mas educadlos, corrigiéndolos e instruyéndolos según la doctrina del Señor.En el capítulo anterior tocó, amonestando al marido y a la mujer, la primera cone11ón de la familia; aquí toca la segunda, amonestando al padre y a los hijos; y primero se dirige a los hijos, luego a los padres, para enseñarles cómo han de haberse entre sí; y en pos de la admonición pone luego la razón. Dice pues: "hijos, obedeced". Notemos aquí que los padres deben, como lo pide la naturaleza, educar a sus hijos en las buenas costumbres, y los hijos, por la misma razón, deben obedecer a sus padres, que se toman ese trabajo de educarlos e instruirlos, como a los médicos obedecen los enfermos. De donde propia virtud de los hijos es la obediencia. "Hijos, obedeced, es a saber, a vuestros padres en todo, que esto es cosa agradable al Señor" (Col 3) Y dice: "en el Señor", porque si algo va contra Dios, no hay que obedecer ni a los padres ni a nadie (Ac 5); y con esto se destruye la autoridad hace poco alegada: "si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre", porque esto se entiende en cuanto mandan algo contra Dios.La razón que da la funda en dos motivos: en la justicia y la utilidad. Que sea justo se demuestra, y es cosa clara, porque la ley divina nada ordena que no sea justo (Sal 1 18). Es así que esto ordena la ley divina: "honra a tu padre y a tu madre" (Ex. XX; Dt. 5; Sir 3). Luego... Pero la honra lleva consigo la demostración de reverencia a los que nos son superiores; razón por la cual se vale de este nombre: honra, porque nuestros padres están sobre nosotros. Dice pues: "porque es ésta una cosa justa, honra a tu padre y a tu madre". "E! que honra a su padre vivirá larga vida; y da consuelo a la madre quien al padre obedece" (Sir 3). Eso de honrar a los padres se entiende de 3 maneras: porque los hijos les deben reverencia como a mayores, obediencia como a instructores, sustento como a nutridores, cuando sean ya hombres hechos.Indica a continuación la dignidad de este precepto diciendo: "porque es el primer mandamiento". Pero, al contrario; más aún, el primer mandamiento es que la honra hay que dársela al único Dios. Respondo: en dos tablas se contienen los Mandamientos: én la primera los que se refieren a Dios; en la segunda los que al prójimo, y en esta segunda el primer mandamiento es honrar a los padres. Y esto por dos motivos: primero, porque en esa segunda tabla no hay más precepto afirmativo que éste, ya que es cosa natural que sirvamos a nuestros padres, no así a otros prójimos; por eso no hay más precepto afirmativo que éste. Mas es dictado de la naturaleza que el hombre no infiera a sus prójimos ningún daño, y por eso se prohibe; pero está primero el cuarto mandamiento, y por eso ocupa el primer lugar en la segunda tabla, porque tiene más de deuda y la primera es la que se debe a los padres.Segundo, porque a Dios hay que honrarlo como a principio de nuestro ser; y porque nuestros padres son también principio de nuestro ser y porque -como dice la Etica de Aristóteles- 3 cosas hemos recibido de núestros padres: el ser, la vida, la educación, es cosa puesta en razón que, en pos de los mandamientos que se refieren al honor de Dios, el primero de la segunda tabla se refiera a los padres. O, digamos, es el primero con recompensa, porque a éste solo se le promete, por dos razones: una, porque en las cosas que hacen buscan los hombres su propio provecho y porque, si no es de Dios, de sus padres decrépitos no tienen ya nada que esperar. Otra, por si alguno creyese que, por ser natural, no es meritorio honrar a los padres; por eso añade: "para que vivas largos años sobre la tierra". En el Antiguo Testamento se prometían recompensas temporales, porque aquel pueblo era un párvulo, y al párvulo el ayo lo instruye dándole confites y haciéndole caricias. Con todo, en esos regalillos, que muy a pelo le venían a ese pueblo pequeño, grandes bienes estaban figurados, es a saber, espirituales; por tanto, conforme a la letra, puede esto referirse a los bienes temporales, y por eso dice: "con recompensa, para que te vaya bien", esto es, tengas abundancia de esos bienes prometidos; que quien en los beneficios de menos tomo se muestra agradecido merece recibirlos de mayor cuantía; y ¡vaya si de nuestros padres recibimos los má11mos beneficios que pudieran hacernos, como la vida, el sustento, la educación! Así que, cuando uno se muestra reconocido a estos favores, hácese digno de alcanzar mayores. Por eso dice: "para que te vaya bien1.1, porque, como se dice en Timoteo 1,4: "para todo es provechosa la piedad, con recompensa, aquí abajo, en la vida presente, y en la futura". Por tal motivo añade: "para que vivas largos años sobre la tierra"; es, dijéramos, como una gratificación sobreañadida a la gracia y beneficio de la vida que has recibido de tus padres. "En su mano derecha trae la larga vida, y las riquezas y la gloría en su izquierda" (Pr. 3,16).Pero en contra de este texto tenemos la rápida muerte de muchos hijos que se han señalado en honrar a sus padres. Sépase, por tanto, que no han de llamarse absolutamente1 bienes éstos temporales, sino en cuanto se ordenan a los espirituales; por consiguiente, en tanto para el hombre son bienes en cuanto le ayudan para la vida espiritual. De donde a la fortuna no hay que llamarla buena si es un estorbo para la virtud; razón por la cual la longevidad en tanto es buena en cuanto ordenada al servicio de Dios, por cuyo motivo, para no estorbarlo, no raras veces se le echa tijera. "Fue arrebatado para que la malicia no alterase su modo de pensar" (Sg 4,1 1). O puede interpretarse este texto en sentido espiritual, es a saber, para que tengas larga vida en la tierra de los vivos. (Sal . 142).Por consiguiente, en pos de la instrucción de los hijos se da doctrina a los padres con dos preceptos como contrapuestos, uno inductivo, otro prohibitivo: "y vosotros, padres, no irritéis a vuestros hijos", lo cual no quiere decir que en cualquier cosa hayáis de consentir sus caprichos. Donde es de advertir que uno es el señorío del padre con el hijo y otro el del amo con el siervo; porque el amo se vale del siervo para su propia utilidad, pero el padre del hijo en provecho del hijo. Por tanto, es necesario que los padres instruyan a sus hijos en provecho suyo, no empero alejándolos o sometiéndolos con amenazas. Por eso se dice en Col 3: "padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos", es a saber, para que no se hagan pusilánimes, porque tal provocación no anima a la buena acción. Entonces ¿cómo? mas educadlos con la dsiciplina, es a saber, de azotes, y con la corrección de palabras, esto es, corregidlos y educadlos para que sirvan al Señor. O con la disciplina, induciéndolos al bien, y la corrección, apartándolos del mal.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



27 (C) Código de conducta para la familia de Dios (5,21-6,9). Cf. Col 3,18-4,1. Los códigos familiares, que en el NT sólo se encuentran en las cartas deuteropaulinas y en 1 Pe, fueron tomados y adaptados de la filosofía popular grecorromana por algunos autores del NT con el fin de contribuir a la instrucción moral de los cristianos. Dichos códigos presentan la familia cristiana como una unidad social ordenada jerárquicamente, y tal vez desempeñaran la función de responder a la acusación de que el cristianismo socavaba la estructura social al invocar la igualdad entre sus adeptos. En la literatura grecorromana, lo mismo que en este texto de Ef, los códigos familiares trataban de las relaciones entre maridos y mujeres, hijos y padres, y esclavos y amos como relaciones de subordinados con superiores. En el NT, la motivación específicamente cristiana se presenta como base de los imperativos expresados en el código. El código de Ef, semejante al de Col, queda integrado en el pensamiento general de la carta mediante la ampliación de 5,22-23 relativa a Cristo y la Iglesia. El señorío de Cristo sobre el cuerpo se presenta como modelo para el marido en cuanto cabeza de la mujer. Otra ampliación, en los w. 25b-33, se centra en el amor de Cristo a la Iglesia y en la imagen de la Iglesia como novia de Cristo. Sobre el trasfondo del matrimonio sagrado de los dioses en el Próximo Oriente antiguo, el autor presenta a Jesús como el novio (cf. Mc 2,19-20 par.) que purifica a la Iglesia, su novia, en las aguas del bautismo, para que vestida con su dote de santidad y pureza pueda ya aparecer ante él (véase J. P. Sampley, «And the Two Shall Become One Flesh» [SNTSMS 16, Cambridge 1971]). Con la palabra: Tal vez se trate de una alusión a una fórmula bautismal que acompañaba el lavatorio ritual, santa e irreprochable: Véase el comentario a 1,4. 28. los maridos tienen que amar a sus mujeres: El amor de Cristo por su cuerpo, la Iglesia, es el modelo para el amor del marido a su mujer. 31. por eso dejará el hombre: El autor cita Gn 2,24 y continúa con una interpretación parecida a las interpretaciones de la Escritura encontradas en los p?ðârîm de Qumrán. 32. éste es un gran misterio: Los pesarim afirman que los misterios del plan de Dios, que se encuentran ocultos en la Escritura, son revelados a los intérpretes elegidos por Dios. El verdadero significado del pasaje de la Escritura no cabía encontrarlo en su contexto original, sino en el presente o al final de los días. Para el autor de Ef, el verdadero significado del misterio de que los dos lleguen a ser una sola carne, oculto en Gn 2,24, es la unión de Cristo y la Iglesia, que en el código familiar es el modelo para la unión de marido y mujer en una sola carne. 6,1-4. La recomendación dirigida a los hijos queda ampliada por la cita que el autor hace del mandamiento del AT de honrar al padre y a la madre (Éx 20,12; Dt 5,16). La exhortación a los padres a proporcionar a sus hijos una buena educación cristiana indica que la expectativa del regreso inminente de Jesús no brindaba ya la motivación para la instrucción y la conducta. Más bien, la vida cristiana se estaba acomodando a la vida, que se prolongaba, de la colectividad humana. 6,5-9. Aunque los mandatos dirigidos a los esclavos están más desarrollados que los dirigidos a los amos, el autor concluye esta sección recordando a éstos la igualdad de todos a los ojos de Dios.

28 (D) La vida cristiana como guerra con el mal (6,10-20). La parénesis final pone de relieve la tensión existente en Ef entre las secciones doctrinales y las parenéticas. La doctrina ha hecho hincapié en el triunfo que Dios ha alcanzado en Cristo, en el sometimiento de todas las cosas, incluidos los poderes celestiales, a Cristo (1,19-22), en la participación de la Iglesia en la exaltación de Cristo en los cielos (2,5-6), en la Iglesia como signo para los poderes celestiales de que el plan de Dios ha sido llevado a cabo en Cristo (3,9-12). La parénesis ha recordado a los lectores que cada miembro del cuerpo todavía se ha de apropiar en la esfera humana ese triunfo. La existencia cristiana se describe como una guerra constante contra los espíritus malignos de los cielos (véase el comentario a 2,2). A los cristianos se les manda ceñirse la armadura de Dios con el fin de resistir las arremetidas del malo. 11. armadura de Dios: La misma armadura con que Dios se reviste en el AT (Is 11,5; 59,17; véase también Sab 5,17-20) ha de ser el armamento de los cristianos (6,14-17). Tal armamento divino es la garantía de éxito de los cristianos. 20. soy embajador entre cadenas: Los últimos versículos de esta parénesis final recuerdan la imagen de Pablo como prisionero por causa del evangelio. Aunque está «entre cadenas», proclama el evangelio libremente. Esta paradoja pretende enfrentar a los lectores con la paradoja de su propia situación: aunque están bajo la in(-)fluencia de las fuerzas espirituales del mal (6,12), ellos, como miembros del cuerpo de Cristo, en realidad han sido liberados del dominio del mal y participan del triunfo de Cristo (1,22-23; 2,5-7). Pablo en cuanto prisionero sirve así de modelo para la existencia cristiana (véase R. A. Wild, CBQ 46 [1984] 284-98).

29 (IV) Conclusión: noticias personales y bendición (6,21-24). 21-22. Las noticias personales reproducen casi literalmente Col 4,7-8. 23-24. Cierra la carta un saludo paulino (? Cartas del NT, 45:8D).

[Traducido por José Pedro Tosaus Abadía]

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VI.

1 The duetie of children towards their parents, 5 Of seruants towards their masters. 10 Our life is a warfare, 12 Not onely against flesh and blood, but also spiritual enemies. 13 The complete armor of a Christian, 18 and how it ought to be vsed. 21 Tychicus is comended.
1 Children, obey your parents in the Lord: for this is right.
2 Honour thy father and mother, (which is the first commandement with promise,)
3 That it may bee well with thee, and thou maiest liue long on the earth.
4 And yee fathers, prouoke not your children to wrath: but bring them vp in the nourture and admonition of the Lord.
5 Seruants, bee obedient to them that are your masters according to the flesh, with feare and trembling, in singlenesse of your heart, as vnto Christ:
6 Not with eye seruice as men pleasers, but as the seruants of Christ, doing the will of God from the heart:

[The armour of Christians.]

7 With good will doing seruice, as to the Lord, and not to men,
8 Knowing that whatsoeuer good thing any man doeth, the same shall he receiue of the Lord, whether he be bond or free.
9 And ye masters, do the same things vnto them, [ Or, moderating.] forbearing threatning: knowing that [ Some reade, both your, and their master .] your master also is in heauen, neither is there respect of persons with him.
10 Finally, my brethren, be strong in the Lord, & in the power of his might.
11 Put on the whole armour of God, that ye may be able to stand against the wiles of the deuill.
12 For wee wrestle not against flesh and blood, but against principalities, against powers, against the rulers of the darknes of this world, against [ Or, wicked spirits.] spirituall wickednes in [ Or, heauenly.] high places.
13 Wherfore take vnto you the whole armour of God, that yee may be able to withstand in the euill day, and [ Or, hauing ouercome all.] hauing done all, to stand.
14 Stand therefore, hauing your loynes girt about with trueth, and hauing on the breast-plate of righteousnesse:
15 And your feete shod with the preparation of the Gospel of peace.
16 Aboue all, taking the shielde of Faith, wherewith yee shall bee able to

[The armour of Christians.]

quench all the fierie dartes of the wicked.
17 And take the helmet of saluation, and the sword of the Spirit, which is the word of God:
18 Praying alwayes with all prayer and supplication in the spirit, and watching thereunto with all perseuerance, and supplication for all Saints,
19 And for mee, that vtterance may be giuen vnto me, that I may open my mouth boldly, to make knowen the mysterie of the Gospel:
20 For which I am an ambassador [ Or, in a chaine.] in bonds, that [ Or, thereof.] therein I may speake boldly, as I ought to speake.
21 But that yee also may know my affaires, and how I doe, Tychicus a beloued brother, and faithfull minister in the Lord, shall make knowen to you all things.
22 Whom I haue sent vnto you for the same purpose, that yee might know our affaires, and that he might comfort your hearts.
23 Peace be to the brethren, and loue, with faith from God the Father, and the Lord Iesus Christ.
24 Grace be with all them that loue our Lord Iesus Christ [ Or, with incorruption.] in sinceritie.
Written from Rome vnto the Ephesians by Tychicus.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1-4. Exo_20:12. Ver Col_3:20-21.

5-9. Ver Col. 3. 22 - 4. 1; 1Ti_6:1-2; Tit_2:9-10; Flm_5:16; 1Pe_2:18; nota 1Co_7:20-22.

11. Ver Rom_13:12; 2Co_6:7.

12. Sobre "los espíritus del mal", ver nota 2. 2.

14. Isa_11:5; Isa_59:17; Sab_5:17-23.

15. Isa_52:7.

16-17. Isa_59:17. Ver 1Te_5:8.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Hijos y esclavos. Pablo recuerda a los efesios que la Ley del decálogo sigue en pie, y que el cuarto mandamiento ocupa el primer lugar en referencia al prójimo (cfr. Col_3:20s). De entre todas las personas a las que hay que amar, los padres son los primeros (cfr. Eclo 3). Los padres tienen deberes correlativos para con los hijos, aunque no los mencione el decálogo. La educación de los hijos es un tema frecuente en el mundo sapiencial bíblico y en la cultura griega. Era, también es cierto, una educación marcada por el rigor y la dureza. Esto explica que Pablo recomiende a los padres que «no irriten a sus hijos» (4). Hay que darles la corrección que les daría Dios mismo.
También los esclavos pertenecen al ámbito de la familia. Pablo no propone un cambio de orden social. No puede ni tiene a mano una alternativa social o política al sistema de esclavitud de su tiempo. Sin embargo, resalta la reciprocidad de deberes y trato entre amos y esclavos, y sobre todo, la igualdad radical bajo el «amo único» que es Dios (,1). Es esta posición revolucionaria de su mensaje evangélico la que terminó acabando con la institución de la esclavitud antigua, y nos anima hoy a seguir luchando contra las esclavitudes de nuestro tiempo.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[.] Pablo recuerda a los hijos que Dios les pide la obediencia, y a los padres que no deben descuidar sus deberes de educadores (ver Sirac 30, 1-2). Los padres tienen la difícil misión de encaminar a sus hijos hacia la verdadera libertad, enseñándoles primero a obedecer a una ley, a servir y a no ser servidos, a compartir en vez de reclamar. Luego les mostrarán cómo se deben seguir los llamados del Espíritu, mucho más allá de lo que el ambiente considera como bueno o malo. Y recuerda a los esclavos su nobleza, es decir, que el primer paso hacia una liberación auténtica es vivir según su conciencia y no bajo el ojo del capataz.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Recuerda Pablo el cuarto precepto del Decálogo (cfr Ex 20,12; Dt 5,16). El cumplimiento de este mandato proporciona, con los frutos espirituales, frutos temporales de paz y de prosperidad (cfr CCE 2200). Después (v. 4), el Apóstol se refiere a las obligaciones de los padres. «Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personas humanas. Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre de los cielos» (ibid. 2222).


Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Las normas que siguen, relativas a la relación entre padres e hijos, repiten en forma bastante clara las expresiones de Col. 3:20, 21. Pablo sólo agrega el mandamiento con una forma modificada de su promesa correspondiente (2; cf. Exo. 20:12) y la orden positiva de que los padres (en el original se refiere al varón) instruyan y disciplinen a sus hijos en el Señor.

5-9 Aquí Pablo sigue de cerca a Col. 3:22-4:1 (ver comentario de ese pasaje).

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Pro 6:20; Pro 23:22; Col 3:20

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |Col_3:20-21; Pro_6:20

NOTAS

6:1 Om.: «en el Señor».

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |Col_3:20-21; Pro_6:20

NOTAS

6:1 Om.: «en el Señor».

Nuevo Testamento México (Centro Bíblico Hispano Americano, 1992)

Expuesto el misterio de nuestra incorporación a Cristo, Pablo exhorta a los fieles a vivir una vida digna de su vocación. La primera parte es una exhortación a la unidad entre los cristianos, y a la santidad de vida cristiana. En la segunda expone los diversos deberes familiares.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 6.2-3 Ex 20.12; Dt 5.16.

[2] 6.9 Cf. Dt 10.17; Hch 10.34; Ro 2.11; Col 3.25.

[3] 6.12 Véase 1.21 n.

[4] 6.17 Heb 4.12.

[5] 6.20 Preso: Véase Introducción.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.a

a Col 3:20.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

Hijos...Col 3:20.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Col 3:20-21.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

O Hijos, obedezcan a sus padres que pertenecen al Señor; algunos manuscritos dicen simplemente Hijos, obedezcan a sus padres.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I κυρίῳ I] el Señor.

Torres Amat (1825)



[17] Que es la esperanza. Is 59, 17.