Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Restauración del altar y del culto (3:1-7).
1
Llegado el séptimo mes, los hijos de Israel que estaban ya en sus ciudades se reunieron como un solo hombre en Jerusalén. 2
Josué, hijo de Josadac, con sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Saaltiel, con sus hermanos, se levantaron para edificar el altar del Dios de Israel y ofrecer sobre él el holocausto, como está prescrito en la Ley de Moisés, hombre de Dios. 3
Asentaron el altar sobre sus cimientos, aunque había que temer de los pueblos vecinos, y ofrecieron en él holocaustos a Yahvé, el holocausto de la mañana y el de la tarde. 4
Celebraron la fiesta de los Tabernáculos, como está escrito; ofrecieron día por día holocaustos, según el número prescrito para cada día. 5
Después siguieron ofreciendo el holocausto perpetuo, los holocaustos de los novilunios y los de todas las solemnidades consagradas a Yahvé, y los de todos aquellos que hacían ofrendas voluntarias a Yahvé. 6
Comenzaron a ofrecer holocaustos desde el día primero del mes séptimo. Todavía, sin embargo, no se habían puesto los cimientos de la casa de Yahvé. 7
Dieron dinero a los canteros y a los carpinteros, y comida, bebida y aceite a los sidonios y a los tirios, para que trajesen maderas de cedro del Líbano a Jafa, según había dispuesto en cuanto a esto Ciro, rey de Persia. Dentro del mismo año de haber llegado los primeros repatriados celebróse una reunión como un solo hombre en Jerusalén. Suponiendo que salieron de Babilonia a primeros de Nisán y calculando unos tres meses de viaje, se deduce que dispusieron los sionistas de tres meses para establecerse, aunque de manera provisional, en sus respectivas ciudades. Al llegar el séptimo mes, el de
tishri (septiembre-octubre), acudieron a Jerusalén. El día 10 de este mes celebrábase el día de la expiación (
Lev_23:27-32) y el 15 la fiesta de los Tabernáculos (
Lev_23:33-36). No convenía que los repatriados olvidaran que la misión primordial que les había confiado el rey era la reconstrucción del templo.
El sacerdote Josué (
Lev_2:2), ayudado por todos sus colegas en el sacerdocio,
decidió reconstruir el altar de los holocaustos. Al decir el texto Zorobabel. con sus hermanos quiere aludir a los jefes de familia, de que se habló en 2:2. En muchos pasajes bíblicos (2:8; 5:2;
Neh_12:1;
Age_1:12-14;
Age_2:3-24) se afirma que Zorobabel era hijo de Saaltiel, lo que parece en contradicción con
1Cr_3:17-19, que le llama hijo de Pedaya, hermano de Saaltiel, ambos hijos de Jeconías. La dificultad se resuelve, o bien dudando del valor crítico de la lección del libro de las Crónicas, o recurriendo a ley del levirato (Cornely, Schanz, Buzy, Pelaia), según la cual tomó Pelaya por esposa a la viuda de sus hermanos Saaltiel, muerto sin hijos, que tuvo de ella a Zorobabel. En este caso sería Zorobabel hijo natural de Pelaya e hijo legal de Saaltiel.
El altar de los holocaustos era de bronce; estaba en el atrio del templo, donde se sacrificaban las víctimas (
Exo_27:1-8). En el sacrificio de holocaustos se consumía toda la víctima, denotándose con ello
la total sumisión del ser humano a Dios (
Lev_1:3). Todos los días, mañana y tarde, era sacrificado un cordero en holocausto (
Exo_29:38-42). En otros lugares es llamado Moisés hombre de Dios (
Deu_33:1;
Jos_14:6;
1Cr_23:14;
2Cr_30:16).
No aparece claro el sentido que tiene el versículo 3 en el texto original. Fernández traduce: Y asentaron el altar en su propio sitio porque se les mostraban hostiles los pueblos de la región. Vaccari Y lo erigieron sobre sus bases, aunque con el terror que les infundían la población paisana. Gelin: Se restableció el altar en su lugar tradicional, a pesar del temor que se tenía al pueblo del país. Según la primera traducción, los judíos levantaron el altar para tener propicio a Dios, ya que los pueblos vecinos les eran hostiles. Otros exponen el texto en el sentido de que se apresuraron a edificar el altar por temor a que, tardando más, les pusieran algún estorbo los pueblos vecinos. Calculaban ellos que, una vez levantado, más difícil era demolerlo.
Van Hoonacker justifica el temor de los judíos por haberse levantado el altar sobre un
bamah, donde ofrecían sacrificios las gentes de los pueblos de los alrededores. Los judíos, puritanos,
no podían sacrificar sobre aquel altar sincretista y aun sacrilego, por lo cual decidieron demolerlo y edificar otro a toda prisa. Con el nuevo altar pudieron reanudarse los sacrificios, conforme mandaba la Ley. La fiesta de los Tabernáculos duraba ocho días, del 15 al 22 del mes de
Tishri, durante los cuales vivían en cabanas fabricadas con ramas de árboles (
Lev_23:42). Los sacrificios de los novilunios o neomenias se ofrecían al principio de cada mes (
Num_10:10). Las ofrendas voluntarias o de devoción (
nedabah)
no dispensaban de ningún sacrificio preceptuado por la Ley. Algunas ofrendas voluntarias hacíanse obligatorias cuando intervenía algún voto (
neder).
Sin embargo, el simple altar no podía satisfacer las aspiraciones religiosas del pueblo, ni agradar a Dios, ni, finalmente, ser del agrado de Ciro, empeñado en que se reconstruyese el templo de Yahvé. A esta empresa se pensó desde los primeros momentos. Se hicieron, en primer lugar, los preparativos que permitieran, dado un determinado momento, empezar y terminar rápidamente la fábrica del templo. ¿Es casualidad que coincidieran estos preparativos con los del templo de Salomón? (
1Re_5:6-12;
2Cr_2:355). No ignoraban los judíos las incidencias de la construcción del templo salomónico. No quisieron los repatriados que faltara al nuevo templo la madera de cedro, tanto más que Palestina era pobre en árboles aptos para la construcción. Más que pura casualidad, debe verse en el texto no una narración artificial inventada por el autor, sino más bien la solicitud de los sionistas por construir un templo digno a Yahvé. Como en tiempos de Salomón, la madera era transportada desde Fenicia al puerto de Jafa. Siendo Fenicia pobre en agricultura, preferían sus obreros el salario en especie. Sidón fue destruida en 676 antes de Jesucristo, pero era nuevamente dueña del mar en tiempo de los persas (Herodoto, Hist
. 7:96-99). La riqueza principal de tiros y sidonios eran los cedros del Líbano (
Isa_2:13;
Eze_31:3).
Sacerdotes y levitas en acción (Eze_3:8-9).
8
El año segundo después de la llegada a la casa de Yahvé a Jerusalén, el segundo mes, Zorobabel, hijo de Saaltiel; Josué, hijo de Josadac, con el resto de sus hermanos los sacerdotes y los levitas, y todos los otros que habían venido de la cautividad, dieron principio a la obra y encargaron a los levitas de veinte años arriba la vigilancia de los trabajos de la casa de Yahvé. 9
Josué, con sus hijos y sus hermanos; Cadmiel, con sus hijos hijos de Oda vías; los hijos de Jenadad, con sus hijos y sus hermanos los levitas, se dispusieron todos a una a vigilar a los que trabajaban en la casa de Dios. En la reunión de Jerusalén (
Eze_3:1) se decidió la reconstrucción del templo. En el mes segundo (
lyyar)
del año siguiente de su llegada, estaban las cosas listas para dar comienzo a la gran obra. El verbo hebraico correspondiente a empezar (en nuestro texto:
dieron principio) carece de complemento. El texto no sugiere que empezara el mes segundo la obra material del templo. Más bien creemos que en este tiempo comenzaron las autoridades civiles y religiosas a ocuparse de todo lo conducente a la obra, que debía empezar a últimos de junio, una vez libre el pueblo de las faenas del campo y con trigo para pagar a los trabajadores. La presencia de Zorobabel no es un argumento decisivo para admitir su identificación con Sesbasar. Como los operarios debían ser muchos, se dispuso que los levitas de más de veinte años vigilaran los trabajos. Desde los últimos años de David no se permitió que los levitas ejercieran sus funciones antes de los veinte años (
1Cr_23:24-27;
2Cr_31:17). El texto original del v.6 dice: Se dispusieron Josué y sus hijos y sus hermanos; Cadmiel, y sus hijos, los hijos de Judá, unánimemente a vigilar a los que trabajaban en la casa de Dios. Los hijos de Jenadad, sus hijos y sus hermanos, los levitas. En vez de Judá debe leerse Odavias, conforme a 2:40.
La primera piedra (3:10-13).
10
Cuando los obreros pusieron los cimientos de la casa de Yahvé, asistieron los sacerdotes revestidos, con trompetas, y los levitas, los hijos de Asaf, con címbalos, para alabar a Dios según la ordenación de David, rey de Israel, 11
y cantaban alabando y confesando a Yahvé: Porque es bueno, porque es eterna su misericordia para Israel. Todo el pueblo lanzaba gritos jubilosos, alabando a Yahvé, porque se ponían los cimientos de la casa de Yahvé. 12
Muchos de los sacerdotes y levitas y de los jefes de familias, ya ancianos, que habían conocido la casa primera, lloraban en voz alta al ver poner los cimientos de esta obra, mientras que los demás gritaban jubilosos, 13
no pudiendo distinguirse en el pueblo entre el clamor de los gritos de alegría y el de los llantos, porque clamaba el pueblo con júbilo, y el ruido se oía hasta lejos. Fue un acontecimiento histórico el acto de colocar la primera piedra. Sacerdotes y levitas asistieron a la ceremonia revestidos con los hábitos sagrados y tocando instrumentos (
2Cr_5:12-13)· Desde Moisés, el uso de las trompetas era reservado a los sacerdotes (
Num_10:10). Los descendientes de Asaf son los levitas cantores por antonomasia (
1Cr_25:1-2). En sus cantos se acompañaban con címbalos. De este instrumento se habla en las Crónicas y en los libros de Esdras y Nehemías. Era el címbalo para los levitas hijos de Asaf lo que las trompetas a los sacerdotes. La institución
¿e los levitas cimbalistas, como los arpistas y tocadores de lira, se remonta a David (
1Cr_25:1-6) y a los profetas Gad y Natán (
2Cr_29:25) 1.
Muchos de los repatriados, que no habían contemplado el maravilloso templo de Salomón,
lanzaban gritos de entusiasmo al ver convertido en realidad el sueño de sus ideales yahvísticos. Con la reconstrucción del templo volvería a renacer Israel como pueblo independiente y soberano. Los ancianos, laicos y sacerdotes,
lloraban de emoción. Su llanto nacía del recuerdo del grandioso templo salomónico convertido en ruinas.
¿Es histórica la narración
Deu_3:1-13? Algunos exegetas independientes lo negaron en otros tiempos, alegando 5:2 y los testimonios de
Age_2:15-18 y
Zac_4:9;
Zac_8:9. Pero el primer texto no debe aislarse
Deu_3:7 y 5:16. Así las cosas, se comprende que la noticia
Deu_5:2 se armoniza con lo dicho en este capítulo. Sin embargo, parece que la obra empezada bajo Ciro fue interrumpida muy pronto, quedando apenas rastro visible de lo hecho. ¿Qué interés podían tener Ageo y Zacarías en volver los ojos hacia aquel episodio desgraciado, que todos los judíos debían de mirar con pena e indignación, si no es que lo habían ya casi olvidado? Por esto, aquel primer conato de restauración era para ellos como si nunca hubiese existido (Fernández). ¿Quiénes malograron tan santo empeño?
1 Médiebelle; E. Gerson-Kiwi,
Musique: DBS 1411-1468.
Los Samaritanos.
Llámanse así los descendientes de la mezcla o fusíon de los indígenas de Samaría con los colonos procedentes de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Jamat y de Sefarvaím que mandó el rey asirio para que se estableciesen en las tierras de Samaría en lugar de los hijos de Israel (
2Re_17:24-41). Más tarde, Asaradón y Asnapar (¿Asurbanipal?) mandaron nuevos colonos (
Esd_4:2-10). Con el emplazamiento de estos extranjeros en tierras de Canaán cayó el país en un caos religioso. Los mismos israelitas, adoradores de Yahvé, dejáronse seducir por los dioses de los advenedizos, de tal manera que,
sin abandonar sus creencias yahvistas, servían simultáneamente a sus dioses (
2Re_17:33-41). Junto a esta híbrida niezcolanza de razas, escribe Ricciotti, sobrevino un hecho muy lógico según la antigua mentalidad oriental. Partiendo del principio de que cada región tenía su dios local, como si fuera el
numen loci, los pueblos extranjeros y alienígenas acabaron
por venerar al Dios de Samaría, Yahvé. A este fin se les envió un sacerdote que había sido deportado para que
les enseñara el culto del Dios de la re gion (
2Re_17:27). Los samaritanos habían adquirido ciertos privilegios en la región a costa de los israelitas deportados a Babilonia. Al volver éstos y reivindicar el derecho sobre sus casas, sus campos, sus haciendas, e intentar reedificar el templo como punto aglutinante de su nueva personalidad, hirieron la susceptibilidad de los samaritanos.