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rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros (Filipenses 1, 4) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 1

Introducción

EL MUNDO DEL PRISIONERO PABLO

1. El apóstol Pablo sentía un afecto especialmente cordial por la comunidad de Filipos, a la que va dirigida nuestra carta. Los motivos pudieron ser varios: en primer lugar, los filipenses se distinguieron desde el principio por su obediencia y fidelidad al Apóstol. Pero que no se interprete mal esta afirmación, como si Pablo hubiera confundido su probidad con su lealtad hacia él. Debe tenerse en cuenta la situación de la comunidad. Llamada a la vida por el Apóstol, se vio muy pronto reducida a sus propios medios, en el seno de un entorno pagano. El Apóstol continuó su viaje, buscando nuevas ciudades y ganando para Cristo nuevos hombres. Se sometía, pues, a los filipenses a una prueba total, a una apuesta muy subida, en la que se trataba de ser o no ser. La palabra sembrada en su suelo ¿sería capaz de echar raíces y permanecer, o acabaría por sucumbir, sofocada por la maleza de las multiformes opiniones religiosas y de los más diversos cuidados? Los filipenses no sólo supieron salir airosos de la prueba, sino que comprendieron además claramente que, después de haber sido ganados a la fe del Evangelio, debían trabajar a su vez en favor de este Evangelio. Una comunidad sólo se salva de la languidez, de la decadencia y de la extinción si es vital y activa.

Pero se daba, además, otra característica constante en los filipenses. Ellos constituían la primera comunidad paulina en suelo europeo. De hecho, antes que ellos sólo hubo otra comunidad cristiana en Europa: la de Roma. En su segundo viaje misional, Pablo, acompañado de Silas y Timoteo, pasó de Asia Menor a Macedonia. Hasta entonces, sólo había misionado en Asia (cf. Act 13-14), aunque es muy probable que ya desde el primer momento acariciara el deseo de penetrar en el mundo griego con el mensaje de Cristo. La misión de Filipos se saldó con un fracaso, y Pablo y sus compañeros tuvieron que partir de allí precipitadamente. Las autoridades ciudadanas procedieron contra ellos y los expulsaron de la ciudad (Act_16:11 ss; 1Th_2:2). Pablo sabía demasiado bien que la nueva comunidad estaba aún necesitada de especiales cuidados. Por eso se sentía tan agradecido al comprobar que su actuación no había sido inútil, sino que había producido copiosos frutos.

2. En toda carta es importante tener una idea aproximada de la situación en que se encuentra el remitente. En efecto, la situación tiñe con su propio colorido las manifestaciones, los proyectos y las esperanzas. Cuando Pablo escribió la carta a los Filipenses, estaba preso. Habla con frecuencia de sus cadenas y se enfrenta con la posibilidad de ser condenado a muerte. Nos hallamos, pues, ante una de las llamadas cartas de la cautividad. En ella se nos abre con una especial intimidad el alma de Pablo, sus anhelos, sus deseos y, sobre todo, su fe. Y esto es lo que hace que esta carta sea tan valiosa para nosotros.

Ha sido calificada como la más personal de todas las cartas paulinas. Al leer estas líneas nunca debe perderse de vista la lastimosa situación del Apóstol. Las cárceles del mundo antiguo no eran precisamente demasiado humanitarias, la alimentación era miserable. Teniendo esto en cuenta, cabría esperar propiamente que en la carta hubiera una serie de quejas sobre los hombres, sobre la inseguridad del futuro, sobre la falta de libertad de la situación. Pero no hay nada de esto. El autor de la carta entiende perfectamente su suerte desde la base de su fe cristiana y no se contenta con superarla, sino que la convierte en un magnífico testimonio de fe. Se despliega ante nosotros la magnitud del esclavo de Cristo; pero una magnitud y una grandeza que no está lejos de nosotros, como algo inalcanzable, sino dentro de un contexto humano, como algo real, comprensible e imitable. Los que tienen que sufrir, los que están sometidos a prueba por causa de la fe, encontrarán en el Apóstol doliente una digna norma de la fe.

Debemos localizar el lugar de prisión de Pablo, desde donde fue escrita esta carta, en éfeso, la metrópoli de Asia Menor a orillas del Mar mediterráneo. Sólo ocho días de viaje separaban esta ciudad y Filipos (1).

3. ¿Qué objetivo se propone la carta? En primer lugar, quiere informar sobre la situación en que Pablo se encuentra. Pero sus pensamientos se dirigen a la comunidad, de tal suerte que considera su destino personal desde ella. En esta reflexión comunitaria, que absorbe su situación personal, se pone de manifiesto la sinceridad y lealtad de su actividad apostólica, pastoral y misionera. Tiene que contar con la eventualidad de que no volverá a ver a los filipenses. Por lo mismo, debe preocuparse por su futuro. La edificación de la comunidad, su puesto en el mundo, su salvación, constituyen la orientación y el interés pastoral básico de esta carta. Al mantenerse en un plano tan genérico, la carta puede servir perfectamente de lectura en toda época y para toda comunidad. Pablo también traza planes para el futuro. Pero están llenos de incertidumbre.

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1. La antigua opinión, según la cual Pablo escribió la carta a los Filipenses desde una cárcel de Roma pierde crédito de día en día.

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SALUTACIÓN 1/01-02

1 Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús, que hay en Filipos, juntamente con los obispos y diáconos: 2 gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Las cartas del Apóstol están llenas de autoridad y responsabilidad. Pablo se sentía responsable de sus comunidades. Ante los filipenses se presenta no como apóstol (Cf Rom_1:1; 1Co_1:1; 2Co_1:1; Gal_1:1; Eph_1:1; Col_1:1), sino como siervo, como esclavo de Cristo Jesús (Cf.Rm 1,1; 2Co_4:5; Gal_1:10); no recurre a un título honroso que le sitúa por encima de la comunidad y de sus propios colaboradores, sino que se coloca en la misma línea que su auxiliar Timoteo. La esclavitud era un fenómeno absolutamente normal y conocido de todos en aquella época, un hecho sociológico cotidiano. No pocos de los destinatarios de la carta pudieron ser esclavos. Todo esclavo tiene un señor. Pablo se sabe esclavo del Kyrios (Señor) Jesucristo. Y así, el título de esclavo se ve despojado de su matiz despectivo, de segundo rango. Pero hay algo sorprendente. Pablo se ha entregado enteramente a Jesucristo como a su Señor, de tal suerte que ahora es su siervo y esclavo.

Lo mismo puede decirse de Timoteo. Y desde aquí se ve claramente que, a los ojos del Apóstol, el nombre de esclavo es un título de gloria. No todos lo tienen, sino solo aquellos creyentes que han recibido la tarea y la responsabilidad del trabajo misionero. Los demás son «santos». También esto resulta sorprendente. Con todo, tal afirmación no quiere decir que hayan vencido ya total y enteramente los pecados en su propia vida y que no exista ya el mal entre ellos. La realidad queda bien centrada con la adición de que son santos en Cristo Jesús. La santidad no les adviene por méritos propios, sino que la ha realizado Cristo, de tal modo que ahora pueden ser llamados santos. Cristo les ha atraído a sí. Ahora le pertenecen a él. Por el bautismo y la fe han sido santificados. Y esta pertenencia a Cristo obliga. Ellos, los santos, están obligados a ser santos. El cristiano se ve siempre enfrentado a la exigencia a ser mejor, a convertirse en lo que es.

En la comunidad de Filipos hay «obispos y diáconos» (1). Pablo les saluda expresamente. Seguramente se refiere a aquellos que han tomado sobre sí la responsabilidad espiritual de los demás. Comienza a estructurarse el oficio ministerial. Debemos pensar que, mientras vivía y trabajaba, el Apóstol llevaba la responsabilidad plena de sus propias comunidades. Pero debía preocuparse también por el futuro, cuando ya no viviera con ellos, y también por los lapsos de tiempo en que, debido a sus viajes misioneros, estaba ausente y trabajaba en otras partes. El doble nivel jerárquico de «obispos y diáconos» actúa colegialmente. Son varios, unidos en una perspectiva fraternal.

De la palabra empleada por Pablo, episkopos, deriva el vocablo moderno obispo (2). Un saludo litúrgico pone fin al encabezamiento de la carta. Con él saluda Pablo a la comunidad. Debe escuchar y aceptar sus palabras con la paz y la gracia de Dios y de Cristo.

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Parte primera

PABLO Y LA COMUNIDAD 1,3-26

1. ACCIÓN DE GRACIAS POR LOS FILIPENSES (1/03-08).

3 Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, 4 y siempre, cuando hago la oración, todas mis súplicas por todos vosotros son hechas con gozo, 5 por vuestra contribución a la causa del Evangelio, desde el primer día hasta ahora, 6 teniendo esta confianza: que el que empezó en vosotros la obra buena, la llevará a su término hasta el día de Cristo Jesús. 7 En efecto, justo es que yo tenga estos sentimientos con respecto a todos vosotros, porque os tengo en mi corazón, partícipes como sois todos vosotros de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del Evangelio. 8 Pues Dios me es testigo de cuántos deseos tengo, en las entrañas de Cristo Jesús, de estar con todos vosotros.

Pablo se presenta ante la comunidad en actitud orante. Su corazón está lleno de gratitud cuando recuerda a los filipenses. Sabía a la comunidad puesta bajo la custodia divina, pero los sigue recomendando aún a este Dios protector. La cura de almas es también asunto de oración: más aún, es primeramente un asunto de oración y falla con toda seguridad cuando no está fundamentada en la oración del pastor. Esta actitud describe la breve palabra «siempre». La oración incesante no puede ser entendida en modo alguno de un modo estrictamente literal, sino como un actitud de oración orientada a Dios, que debe determinar y definir la vida del cristiano. La actitud de Pablo frente a Dios está concebida de manera personal, habla de «mi Dios». Pero no se aprovecha de esta relación personal con Dios que ha conseguido, ni hace mal uso de ella, sino que, por el contrario, toma de aquí ocasión y posibilidad para expresar su agradecimiento. Quien sabe dar gracias, quien siente la gratitud como lo necesario y lo primero, merece ser llamado grande. ¡El prisionero Pablo da gracias!

Junto a la gratitud aparece el gozo (1). Este gozo del hombre privado de libertad no puede beberse en fuentes naturaleza. Brota de Dios y llega hasta Pablo cuando piensa en los filipenses, en todos ellos. A nadie se excluye. La distancia espacial, el recuerdo vivido y la nostalgia de la separación hacen brotar del corazón del Apóstol la conciencia de estar obligado a cada uno de ellos. Los conoce a todos personalmente y de todos conserva el recuerdo. Y así, por todos y cada uno puede orar. La comunidad no debería ser demasiado numerosa. El cuño personal de la oración se extiende a los componentes de la comunidad. Pablo los coloca a todos, renovadamente, delante de su Dios.

Pero no se trata sólo de que ellos estén unidos al Apóstol. Se trata de que estén unidos al Evangelio. Este Evangelio es una fuerza viva. Todavía no ha cristalizado en un libro, sino que es la palabra vivificante de la predicación. La Escritura que admitimos y confesamos debe ser constantemente suscitada, convertida en lenguaje mediante la palabra. Ya antes de la codificación escrita del Evangelio ha estructurado el Apóstol su Evangelio, ha fundado y edificado con su fuerza varias comunidades. También los filipenses deben a esta palabra su existencia como creyentes. Pero su participación en el Evangelio va más lejos. Deben empeñarse en la predicación de la fe. No eran sólo hombres abiertos y receptivos, eran también dispensadores. Y esto era así desde el principio. Su apertura, por la que Pablo da gracias a Dios, consistía en que habían comprendido la conexión íntima que se apoya en la fuerza espiritual de la palabra, según la cual ésta debe ser de nuevo transmitida, y que justamente en esta transmisión demuestra toda su eficacia.

Una mirada retrospectiva, que equivale a un balance de cuentas, infunde al Apóstol confianza. Una confianza que surge como resultado de la oración y que está orientada a Dios. Pablo ha empeñado siempre toda su energía, su tiempo y toda su persona en la predicación del Evangelio y en la edificación de las comunidades. Su actividad y agilidad podrían crear la impresión, vistas desde fuera, de que se había propuesto hacer muchas cosas y, más aún, hacerlas todas por sí mismo. La realidad es completamente distinta. Su incansable actividad procedía del convencimiento de que es Dios quien empieza y acaba. Pablo llama al trabajo de la predicación, a la edificación de la comunidad, una obra. Pero no la considera como suya, sino como la obra de Dios y de Cristo (Cf. Rom_14:20; 1Co_3:13 ss; 1Co_9:1; 1Co_16:10; Phi_2:30). Lo que él hace es un trabajo auxiliar, bajo la acción de otro más alto. De aquí deriva su confianza, aun en el caso de que se viera precisado a interrumpir imprevista y súbitamente su tarea.

Toda obra humana deja tras sí, normalmente, la impresión de cosa fragmentaria e inacabada, sobre todo cuando quedan sin realizar muchos planes, cuando muchos proyectos apenas si han sido esbozados, sin que fuera posible llevarlos a cumplimiento. Es Dios quien marca los límites y señala los caminos. Pablo confía en que Dios lo completará. Y lo que se comenzó en Filipos, fue hecho por Dios.

Pablo se atiene, ante todo, a esta suprema idea. Habla a los filipenses como un padre a sus hijos. Como un padre lleva en el corazón a sus hijos, así Pablo a sus amadas comunidades. Pero, finalmente, tiene que decir una palabra sobre su cautiverio, del que no se había preocupado hasta ahora, pues su persona y sus intereses personales quedaban muy en segundo plano frente a los intereses de la comunidad. Y si ahora menciona como en un inciso sus cadenas, lo hace refiriéndolas significativamente tanto a la comunidad como al Evangelio. Las cadenas, que indican su cautividad, no son vergüenza, irritación, carga o intranquilidad. Son gracia. Le parecen a Pablo casi como una cosa santa. Y como tales deben ser aceptadas por los filipenses.

Pero ya lo han hecho así. Ya han dado a entender que han comprendido el sentido íntimo y propio de su prisión y de su aparente vergüenza. Por eso son partícipes de su gracia. El destino del Apóstol está encadenado al Evangelio. El que tropieza en el uno, tropieza en el otro. Con el Apóstol está también en cadenas el Evangelio y con su defensa se defiende también y se fortalece el Evangelio. No se trata de su persona. Como en un diálogo con Dios, les protesta su amor, una vez más a todos ellos. La sinceridad de sus relaciones con cada uno de ellos debe quedar bien patente y asegurada ante Dios. Entra aquí un pastor de almas en áspero juicio consigo mismo, pero Pablo tiene una conciencia clara y limpia. Amor era el único afecto que le dominaba cuando pensaba en ellos. Habría que intentar imaginarse bien los elementos concretos de que se componía la comunidad de Filipos: ricos y pobres, viejos y jóvenes, sanos y enfermos, hombres, en fin, como nosotros, con todas las debilidades y miserias humanas. Pudiera parecer exagerado y hasta humanamente imposible que Pablo creyera profesar a todos ellos idéntico afecto. De hecho, ésta era la realidad. En el Apóstol habla y obra otro, el mismo Cristo Jesús. A través de él obra y ama, quiere amar y obrar, Cristo Jesús. En este pasaje se da a conocer el punto nuclear de la existencia cristiana, incomprensible, antinatural e irritante para la razón pura, pero punto central del sentido de la vida para el creyente.

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1. El gozo o alegría debe enumerarse como una de las características de la carta:Phi_1:18.25; Phi_2:2.17s.28s; Phi_3:1; Phi_4:1.4.10.

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2. PABLO ORA POR LOS FILIPENSES (1/09-11).

9 Y ésta es mi oración: que vuestro amor todavía abunde más y más en conocimiento perfecto y en toda sensibilidad, 10 hasta que lleguéis a discernir los valores de las cosas, para que así seáis puros e irreprochables para el día de Cristo, 11 llenos del fruto de justicia que se obtiene por medio de Cristo, para gloria y alabanza de Dios.

A la acción de gracias sigue la intercesión. Esta es la recta continuación en las posturas que el hombre debe adoptar en su oración ante Dios. Lo que Pablo pide para la comunidad es el amor. Un amor que debe crecer, porque siempre es capaz de crecimiento. La comunidad cristiana debe ser una comunión en la que todos están unidos entre sí por el amor. Pero también hacia fuera debe ser este amor activo.

Ciertamente se puede hablar del amor y del afecto en un sentido muy diverso y aun poco amable. Puede asaltarle a uno, en momentos aislados, un dichoso sentimiento feliz de abrazar a toda la humanidad, a millones de hombres, pero ¿qué prueba esto? El amor puede degenerar en disimulado y adornado egoísmo a dos, a cuatro o a unas decenas de personas. Se ha menester una inspección crítica que destruya toda ilusión. El amor debe ser clarividente. No es, pues, el amor un torbellino que pasa sino, para los cristianos, una postura que debe mantenerse constante y en la que él mismo debe persistir. El amor se conserva y se acredita en las minucias en las cosas cotidianas, en los encuentros, doquiera se puede chocar con otro. Y por eso debe ir asociado a la sensibilidad, a la finura y delicadeza de sentimientos.

La oración de Pablo se convierte en exhortación, en paraclesis. No se dan instrucciones concretas, sino que se expone un principio que lo abarca todo: «Ama y haz lo que quieras», dirá más tarde el doctor de la Iglesia, Agustín. Si se quisiera equiparar la opinión del Apóstol a esta sentencia, se podría resumir: Ama y haz lo que juzgues oportuno. Este discernimiento se aplica a los hechos concretos, pues cada cosa va ligada a su momento, y dejar escapar una oportunidad puede constituir una falta.

Toda exigencia moral de Pablo tiene algo de acuciante, pues se orienta hacia el día-de-Cristo (1). Las comunidades paulinas vivían en la conciencia de que el final del tiempo y de la historia estaba para irrumpir, y se preparaban para este punto final del tiempo. La panorámica del mundo ha cambiado desde entonces, pero esta urgencia temporal, puesta, dentro de ciertos límites, a nuestra disposición, no ha perdido su eficacia, sino que permanece y más bien se acrecienta frente a las crisis mundiales. El día de Cristo significa liberación, salvación, siempre y definitivamente. Y todas estas cosas siguen faltando. Somos conscientes de ello. No nos las podemos dar por nosotros mismos y el decurso de los siglos que ya han desfilado o que se inicia ahora nos las escatima. Y así, la comunidad cristiana actual, no menos que la de aquel tiempo, está en camino y pendiente hacia el «día».

Hay una hora de prueba en la presencia de Dios, una hora que nos quiere ver puros e irreprochables. Pero, una vez más, es decisivo no dejarla pasar en vano, porque el fruto de justicia, que debemos llevar con nosotros, debe ser el que nos justifique. No lo conseguimos por nosotros mismos; ni siquiera el impulso procede de nuestra propia cosecha; el fruto viene por Jesucristo. Pero debemos prestarnos a su impulso. Pues en Cristo nos hemos hecho dignos de alabar y glorificar a Dios. El día por el que anhelamos lo pondrá de manifiesto.

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1. El día del Señor (1Co_5:5; 1Th_5:2), de nuestro Señor Jesucristo (1Co_1:8), de nuestro Señor Jesús (2Co_1:14), de Cristo (Phi_1:10; Phi_2:16) o simplemente «el día» (1Co_3:13), ocupa un puesto importante en la paraklesis paulina.

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3. LA SITUACIÓN DEL EVANGELIO (1/12-18a)

12 Quiero que sepáis, hermanos, que mi situación ha redundado más bien en progreso del Evangelio, 13 hasta tal punto, que en todo el pretorio y entre los demás se han manifestado mis cadenas en Cristo, 14 y la mayor parte de los hermanos, cobrando confianza en el Señor a causa de mis cadenas, han redoblado su audacia para predicar sin miedo la palabra de Dios. 15 Algunos, es cierto, proclaman a Cristo por envidia y rivalidad; pero otros, con buenos sentimientos. 16 éstos lo hacen por amor, sabiendo que estoy puesto para defensa del Evangelio; 17 los de la rebeldía, anuncian a Cristo, no noblemente, creyendo que suscitan tribulación a mis cadenas. 18a Pero ¿qué importa? En todo caso, como quiera que sea, por hipocresía o por sinceridad, Cristo es anunciado, y de esto me alegro.

Pablo escribe desde la cárcel. Los filipenses lo sabían. Debemos tenerlo bien en cuenta. El Apóstol se refiere ahora a sí mismo, o más exactamente: al referirse a sí mismo, se refiere al Evangelio. Su situación pudo causar la siguiente impresión externa: su actividad misionera en el espacio de Asia Menor, con su centro de gravedad en éfeso, fue súbitamente interrumpida con su encarcelamiento. Y al parecer, sin esperanza. La causa del Evangelio parecía haber experimentado una catástrofe. Surgió la pregunta en la comunidad. ¿Cómo continuar -si es que se continúa- adelante? De aquí la respuesta consoladora desde la prisión: contra toda esperanza, el Evangelio progresó, dentro y fuera, en el círculo del Apóstol y en la comunidad de la ciudad donde estaba encarcelado, en éfeso.

Esta noticia tiene muchos puntos oscuros para nosotros. Desconocemos la situación. Pablo la interpreta a la luz de la fe. Así, habla de una manifestación de sus cadenas. éstas santificadas, se ha convertido en objeto de una revelación. También como prisionero tiene el Apóstol de Cristo una tarea sumamente importante que cumplir. Se halla siempre apremiado por encargo de su misión, aunque sus manos estén atadas. Hay siempre un espacio para actuar, una ocasión de dar testimonio. Ya lo hizo así, con grandioso estilo, en una época anterior, y probablemente alude ahora a una discusión pública ante el tribunal, en el pretorio (1). No sabemos cuál fue, respecto de su persona, el resultado de su actuación ante las autoridades de la ciudad. No lo juzga tan importante como para consignarlo por escrito o bien pudo ocurrir que encomendara al portador de la carta que se lo comunicara de viva voz. Lo único importante es que Cristo se manifestó por sus cadenas, sus cadenas en Cristo. Y este hecho lleva ya su propia dinámica. Pablo lo sabe. La palabra que pronunció allí ante sus jueces y ante todo el auditorio se extenderá y dilatará más, superando las limitaciones de tiempo y de espacio en que fue pronunciada. Pero la actuación del Apóstol tuvo también consecuencias hacia fuera. La comunidad local debió sentir en sí misma el encarcelamiento del Apóstol. Con este acontecimiento, la predicación se había convertido en un asunto peligroso. Acaso lo advirtieron entonces por primera vez de manera tan palpable. Las consecuencias fueron abatimiento, miedo, tristeza, desánimo. Pero la valerosa conducta de Pablo en el pretorio, que no les pudo pasar inadvertida, y de cuyas noticias debían estar pendientes, provocó un cambio radical. El valor se reafirma, una confesión provoca la otra. La mayor parte de los hermanos se sintió alentada y estimulada por su testimonio y se atrevieron a reanudar de nuevo la predicación, con todos sus riesgos.

Ahora bien, el Apóstol no se manifiesta satisfecho de todos los predicadores. Hay quien predica por motivos nobles y aun rastreros. Pablo no es una especie de frío político realista, para quien sólo cuentan los resultados. Tampoco se avergüenza de llamar a las cosas por su nombre. Lo vergonzoso para una comunidad y para la Iglesia es que se corra un velo sobre sus nocivas circunstancias o que incluso se ignoren totalmente. Cuanto menos combatido, con mayor seguridad puede propagarse el mal. La envidia y las rivalidades han destruido la armonía que era exigible a los predicadores en éfeso. Cristo es predicado con falsas intenciones segundas. Las características están bien señaladas, aunque se echa de menos una motivación. Sólo prosiguiendo la lectura se llega a saber que Pablo se halla situado en medio de la refriega. En su persona, en sus cadenas se dividen los espíritus. Su prisión ha puesto al descubierto la rectitud o la discutibilidad de las intenciones.

La existencia cristiana necesita la hora de la amenaza y del peligro para conocerse a sí misma. Una cristiandad a cubierto puede languidecer rápidamente. La paz no debe convertirse en perezosa holganza. La autenticidad se muestra cuando se dice sí al sufrimiento, a las desventajas, a las pérdidas, en virtud de la más alta mirada de la fe, cuando se sabe dar sentido a todo ello. Tras los sufrimientos de Pablo se esconde un designio divino. Dios le ha destinado a la defensa del Evangelio. Así ve él las cosas y con él una parte de la comunidad de éfeso. Pero hay otros que niegan este sentido interior a sus cadenas. Quieren hacer de ellas algo intolerable para un Apóstol.

ésta es la tentación de Pablo. Es, sin duda, grande, pero está también a la altura de la grandeza del Apóstol. No es el tener que padecer, pasar hambre, aguantar, tener frío o sufrir insultos lo que le inquieta. Sabe su destino. Lo que le llega hasta lo vivo a un creyente -a un creyente como él- es que se le discuta por su destino. Lo hicieron por pusilanimidad. Alejándose del encarcelado se creían más a seguro. Enfrentarse con el sentido, sometido a discusión, de una situación calamitosa, ésta es la tentación de las cadenas. Pero la alegría que irrumpe al final de las reflexiones, testifica que Pablo no se ha dejado engañar en modo alguno. Lo que a los ojos de algunos es escándalo y necedad, lo valora Pablo como un medio de revelarse Cristo, dispuesto así por Dios.

Pero incluso estos contradictores son expresamente incorporados a la alegría del Apóstol, pues, a pesar de todo, predican a Cristo. La magnanimidad que aquí aflora no debe ser calificada de tolerancia. No se trata de gentes que hayan difundido un error (2). Pablo puede emitir este juicio porque distingue cuidadosamente entre sus circunstancias personales, o las cosas que podrían ser consideradas como concernientes a su persona y que fueron tenidas como tales por sus enemigos, y aquella otra cosa que únicamente le interesaba. Nunca se insistirá bastante en la mesura de esta delimitación. Es de una objetividad suprema, pero no desapasionada, sino acompañada de sentimiento. Desde la base de este sentimiento mana la alegría, no, naturalmente, por lo malo, sino por lo bueno que este sentimiento es capaz de descubrir, incluso en una actuación pervertida y hostil.

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1. También en los relatos de la pasión de los Evangelios se menciona un pretorio, y tanto en ellos como en nuestra carta se refiere a la residencia del gobernador romano de la provincia (Mat_27:27; Mar_15:16; Joh_18:28.33; Joh_19:9). No hay, por tanto, razón alguna para afirmar que la mención del pretorio en el que se encuentra Pablo deba aludir necesariamente a Roma.

2. Contra los errores y los que los enseñan se pronuncia Pablo con toda energía. Cf. Phi_3:2 ss.

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4. EN VIDA O EN MUERTE (1/18b-24).

18b Y me seguiré alegrando. 19 Pues yo sé que esto redundará en salvación mía, por causa de vuestra oración y por la asistencia del Espíritu de Jesucristo, 20 según mi ávida expectación y mi esperanza de que en nada seré defraudado, sino que, con toda valentía, ahora como siempre, Cristo será públicamente magnificado en mi cuerpo, ya sea mediante la vida, ya sea mediante la muerte. 21 Pues para mí, el vivir es Cristo, y el morir, una ganancia. 22 Pero si el vivir en carne esto me supone una actividad fructuosa, yo no sé qué escoger. 23 Me encuentro en esta alternativa: por una parte, aspiro a irme y estar con Cristo, lo que sin duda sería lo mejor; 24 pero, por otra parte, creo que permanecer en la carne es más necesario para vuestro bien.

El tenor de la alegría ofrece la transición. Como ahora, también en el futuro esta alegría será la fuerza oculta determinante. Respecto de su futuro personal, del que comienza a hablar ahora el Apóstol, no siente ningún temor. Cree en su salvación. Viste esta seguridad con las palabras de Job: «Esto redundará en liberación mía» (1).

De hecho, el Apóstol tiene un buen motivo para compararse con el paciente Job. Pero su tesitura frente al futuro se percibe con mayor claridad cuando se sabe qué entiende por salvación. Podría creerse fácilmente que se refiere a la liberación de su vida de la prisión y del hacha del verdugo. Pero no es esto lo que piensa Pablo, como lo dan a entender inequívocamente las frases que siguen. Aquí salvación equivale a salvación definitiva (2). Y de ésta no duda. También un Apóstol está sometido a tentación. Sí, pero puesto a prueba, confía en dos cosas: en la oración de la comunidad y en la ayuda del Espíritu del Señor. La comunidad debe orar por sus pastores. Esto es mucho mejor que criticarlos. La auténtica unidad entre ellos es causada por la acción del Espíritu.

La actividad total, la vida, las luchas y sufrimientos de Pablo estaban y están orientados a Cristo. Ha puesto toda su existencia, su ser somático y corporal al servicio del Señor, de tal suerte que su mismo cuerpo podía ser lugar de la epifanía de Cristo al mundo. Y así ha de seguir siendo en todo tiempo y en cualquier oportunidad que el futuro ponga a su disposición. Hasta dónde se extienda y en qué consistirá es algo que no puede predecir, pero el campo de tensión de las esperanzas viene determinado por la alternativa: en vida o en muerte. En ambos casos, debe darse lo que se dio siempre, que la glorificación de Cristo se haga visible en el Apóstol. Si se le ha destinado a vivir, esta glorificación seguirá dándose, como hasta ahora, en las obras del Apóstol, en las que trabaja, vence y sufre. Si debe morir, entonces se asemejará enteramente a su Señor, y tendrá ocasión de hacer visible al mundo la pasión de Cristo. ésta es la disposición de Pablo a seguir a Cristo hasta el final. Pero es Cristo mismo quien debe llevarle. Y no le faltará, no le dejará frustrado.

JC/V: Las posibilidades de vida y muerte ponen ante los ojos del Apóstol las preguntas fundamentales de la existencia humana: ¿qué es la vida? ¿qué es la muerte? Frente a la muerte, nos ofrece una respuesta que da testimonio de la magnitud de su fe cristiana y de su amor a Cristo. La vida es Cristo. No se sabe quién es el sujeto de esta frase y quién es el objeto, si se ha de decir que Cristo es la vida o que la vida es Cristo. Tanta es la conexión entre Cristo y vida. Y se trata de una conexión excluyente y definitiva: sólo donde está Cristo está la vida. De aquí se sigue como consecuencia que el morir es ganancia. En qué consista esta ganancia no lo dice Pablo hasta las líneas siguientes, pero ya ahora es claro que la palabra vida sobrepasa aquí las dimensiones terrenas. La posesión de la vida en que se piensa no está ligada a la tierra, de tal modo que sólo muriendo se llega a la posesión auténtica.

¿Es Pablo un iluso, un exaltado? ¿Se arroja en brazos de la muerte? ¿Quiere huir de la vida terrena porque le resulta insoportable? De ninguna manera. Tenía ante los ojos, como alternativa equivalente, en orden a la glorificación de Cristo, que tenía encomendada, la vida y la muerte. Una vez más se declara expresamente partidario de la vida «en carne». Si se le reserva para este destino de vida, lo acepta obedientemente. Su obra no ha concluido aún. Si se le reserva para seguir viviendo, tiene así una oportunidad, bien recibida, para llevar adelante la obra encomendada de producir frutos para Cristo. Se le coloca así ante una decisión personal. La elección es difícil. Y por eso la rehuye. Pero ¿es realmente cosa suya decidir el sendero por el que debe caminar? En espíritu de oración Pablo traspasa la situación exterior humana y se sitúa ante Dios, ante cuya presencia quisiera decidir. Los jueces romanos, revestidos de poder y dignidad, son marionetas en manos de aquel a quien Pablo llama su Dios.

Tener una visión clara de sí mismo ante Dios no es fácil tarea. El deseo personal se enfrenta con la necesidad objetiva. Ambas cosas le importan. Su inquietud interior rompe las líneas. La muerte es ganancia, acabamos de oír. Y encarece la afirmación: es, sin duda, lo mejor romper las ataduras y emprender el gran viaje (3). Pablo sabe su meta: la comunión con Cristo, estar con Cristo. Concebía la existencia cristiana y la realizaba como existencia en Cristo. La comunión con Cristo es, en su predicación, la raíz de la vida creyente en este tiempo del mundo.

En las fronteras de la muerte medita sobre la muerte. Sólo raras veces toca este tema. Frente a la esperanza del día de la parusía, las sentencias sobre la muerte ocupan un segundo plano. Lo cual no significa que, frente a la brevedad del tiempo, haya querido pasar por encima de ella, o que no la haya tenido en cuenta. La muerte no diluirá la existencia humana en un ser en sombras en el mundo subterráneo, como ocurría en la expectativa veterotestamentaria (4). Los muertos no deben esperar hasta el último día para ser llamados a la vida. La comunión con Cristo, que adquirió en su vida por la fe, no será rota al pasar por las ondas de la muerte. sino que experimentará una dichosa intensificación. Pablo rehuye todo género de concreción de la frase. Deja el ser de más allá de las fronteras de la vida terrena en lo inefable y se contenta con prometer que será un ser con Cristo. Y. con todo, ya nos dice bastante. En la fe resuelve el problema de la muerte y da así la única respuesta auténtica posible.

Si, por un lado, ha liberado de este modo su nostalgia interna y nos ha permitido contemplar su amor a Cristo, le toca ahora adoptar la resolución definitiva: dado que la comunidad todavía le necesita, debe quedarse. No es que, al hablar así, se creyera insustituible. Podría creerse semejante cosa de él si hubiera fundado su afirmación de querer permanecer en sus cualidades personales. Pero no juzga las cosas desde sí mismo, sino en la presencia de Dios. Cree que al decidir quedarse ha reconocido la disposición divina.

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1. Pablo cita a Job_13:16 según el texto de la biblia griega.

2. La palabra griega aquí empleada (soteria) designa siempre en Pablo la salvación final: Rom_1:16; Rom_10:1.10; Rom_11:11; Rom_13:11; 2Co_1:6; 2Co_6:2; 2Co_7:10; Phi_1:28; Phi_2:12; 1Th_5:8 s.

3. Ya en la antigua Grecia estaba muy extendida la idea de comparar el morir con el emprender un viaje. Pero Pablo da a la idea un significado eminentemente cristiano, en cuanto que, en la fe, todo está orientado hacia Cristo.

4. El Antiguo Testamento habla del sheol, que se creía ubicado en las entrañas de la tierra.

...............

5. CONFIANZA (1/25-26).

25 Y confiado precisamente en esto, sé que me quedaré y que estaré con todos vosotros, para vuestro progreso y gozo en la fe; 26 para que, por mi nueva presencia entre vosotros, tengáis en mi persona un abundante motivo de gloriaros en Cristo Jesús.

De la visión clara brota la confianza. Si es enviado a ellos, es enviado a todos ellos. Quiere servir a su progreso, pero también a su gozo. Si vuelve a ellos, esto les será ocasión de gloria. Pablo ha hablado muchas veces en sus cartas de la gloria y del gloriarse (Cf.Rm 2,17.23; 3,27; 5.2s.11; 1Co_1:29.31; 1Co_3:21; 1Co_4:7; 2Co_5:12). Sabe bien, y ha tenido ocasión de comprobar en sus discusiones con el judaísmo, así como por la experiencia de su propio pasado, que se da una falsa gloria. ésta confía en su propia capacidad, en las acciones propias, en los propios privilegios, en la sarx (carne). Semejante gloria es engañosa y falsa. Para nada sirve, sino para vergüenza. Pero hay otra gloria salvífica y necesaria. No se apoya en lo propio, sino en la gracia de Dios. Es un gloriarse en Cristo Jesús. Cuando uno se gloría así reconoce y alaba la obra que el mismo Dios ha puesto, el camino que ha trazado. En esta relación de gloria deben situarse las comunidades y el Apóstol, es decir, de modo que los unos se gloríen en los otros. La calumnia, la crítica exagerada envenenan el ambiente. Reconocer en el otro la acción de Cristo -en este caso concreto en la próxima llegada del Apóstol- engendra gozo en la fe y unión auténtica.

Parte segunda

EXHORTACIóN A LA COMUNIDAD 1,27-2,18

Por regla general, las cartas del Apóstol se articulan en dos grandes secciones, de las que la primera suele retener un carácter más doctrinal, mientras que la segunda ofrece rasgos parenéticos, promesas, exhortaciones y orientaciones. En nuestra carta se ha invertido el orden normal, en cuanto que la primera parte está llena de noticias personales, aunque, desde luego, como vimos, despersonificadas mediante su vinculación al Evangelio. En la segunda parte, el autor de la carta vuelve al orden acostumbrado y habla directamente a la comunidad.

1. LUCHAD A UNA POR LA FE (1/27-30).

27 Solamente, llevad una vida digna del Evangelio de Cristo, para que, ya sea que vaya a veros, ya sea que esté ausente, oiga yo decir de vosotros que estáis firmes en un solo Espíritu, luchando a una por la fe del Evangelio, 28 sin dejaros amedrentar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos indicio cierto de perdición; pero para vosotros de salvación. Y esto procede de Dios; 29 porque a vosotros os ha sido concedido ser para Cristo, no sólo creyendo en él, sino también sufriendo por él, 30 librando el mismo combate que visteis en mí y que ahora oís decir de mí.

Después de haber expresado su confianza en la posibilidad de una pronta visita a los filipenses, se coloca ahora en espíritu en medio de ellos. Un Apóstol habla a su comunidad. Una vez más les recuerda el Evangelio. Lo que se ha establecido entre ellos se ha convertido en norma de su vida cristiana y así debe seguir siempre. La comunidad, pues, no se había quedado sin palabra. Es necesario para la perseverancia de una comunidad que la palabra permanezca viva en medio de ella y que se proclame siempre entre sus miembros. Esta preocupación debe ser común. Lo que confiere a esta exhortación apostólica su carácter peculiar es que habla a todos y a cada uno de su responsabilidad comunitaria. La vida cristiana no se deja realizar en un rincón obscuro, en la enclaustración y el aislamiento. Está siempre orientada a los demás, solicitando, cuidando, sirviendo.

En todo caso, Pablo volverá a entrar en contacto con ellos, aunque no sea más que por el hecho de que recibe noticias suyas. Como comunidad reciente y, con toda seguridad, numéricamente pequeña, habían tenido que sobreponerse al mundo exterior. La cohesión, siempre exigida, era para ellos cuestión de vida o muerte. Ya habían aprendido -y era necesario que lo aprendieran- que la vida en la fe era una lucha, pero una lucha tal que en ella cada combatiente aislado es, siempre, débil y está destinado a ser vencido sin remedio. Sólo la comunidad unida puede resistir y permanecer.

Oímos hablar de adversarios. La comunidad cristiana puede parecer a muchos algo extraño. Su destino, desde el principio, es provocar escándalo y, por tanto, hostilidad. ésta es su función. Debe contar con ello. Si no diera escándalos, si aceptara compromisos aburguesados, si retirara sus pretensiones o se refugiara en sí misma, dejaría de ser lo que es. Se la percibe en su unidad cuando sus miembros aparecen codo a codo, cuando se dan la mano, cuando se ayudan. Pablo eleva esta unidad, que debe ser su signo, a la categoría de señal en un doble sentido: ella garantiza a la comunidad su salvación y presagia la derrota de sus adversarios. Había que preocuparse por esta unidad antes incluso de que se produjeran escisiones. En efecto, es un principio básico de toda vida comunitaria y colectiva que el antagonismo es el germen de la destrucción. La comunidad no debe dejarse corroer desde fuera, pues entonces los adversarios conseguirían corromper su unanimidad y el daño no sería ya meramente exterior. Sólo la unidad produce salvación, salvación eterna.

Los creyentes tienen una vocación que Pablo describe casi a modo de slogan: «para Cristo» (ser para Cristo, completamos en nuestra traducción).

El fundamento de pareja orientación de la vida es justamente la fe. Pero fe no es nunca para el Apóstol una cuestión teórica, un juego intelectual, sino que abarca el ser total del hombre. Y el hombre consigue rastrear la universalidad de las exigencias de la fe cuando, convencido de esta fe, debe sufrir por ella. De aquí que Pablo haya mencionado la fe antes que el sufrimiento. En efecto, tener que sufrir, sin poder creer, es algo razonablemente imposible.

Pero lo notable es que Pablo eleve hasta sí mismo las adversidades que los ciudadanos de su propia ciudad debieron sin duda causar a los filipenses (1) y que en ningún caso podían compararse con los sufrimientos del Apóstol. Les da así a entender que no sólo deben limitarse a aceptar las privaciones por amor a Cristo, como el mismo Apóstol, sino que deben saber además que tales privaciones son gracia. Ya han experimentado la gracia. Pues bien, por causa de esta gracia se les ha enviado el sufrimiento. Dios hace regalos propios de él. Y acaso necesite uno tiempo para pasar de la adversidad o del distanciamiento a la intuición de que lo que le ha sobrevenido es gracia.

Pablo asegura que es esta misma lucha la que les une con él de manera especial. A pesar de la carga desigualmente pesada que él tiene ahora, los acoge en su destino, pues están unidos no sólo en virtud de la igual orientación de su lucha, sino que también deben hacer suya la de Pablo, gracias a la postura espiritual con que aceptan el sufrimiento. Pablo se presenta ante ellos como ejemplo y les recuerda que no es la primera vez que han oído hablar de las tribulaciones que ahora se les presentan. También cuando estaba con ellos en Filipos tuvo que luchar (2). Fue difícil. Ellos lo saben. En él deben ellos edificarse, en el recuerdo del pasado, en vistas a su situación actual.

...............

1. También en Tesalónica, ciudad cercana a Filipos, tuvo que sufrir la comunidad a causa de la persecución de sus conciudadanos: 1Th_2:14.

2. Act_16:19 ss conserva un recuerdo de estos hechos.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Introducción, 1:1-11.

Saludo epistolar, 1:1-2.
1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos con los obispos y diáconos: 2 la gracia y la paz con vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Pablo asocia en el saludo a Timoteo, que era muy conocido de los filipenses y había trabajado entre ellos (v.1; cf. 2:19-23). Aquí, dado el afecto que le profesan los filipenses, no necesita apelar a su condición de apóstol, como en otras ocasiones (cf. 2Co_1:1; Gal_1:1); le basta con presentarse simplemente como siervo de Jesucristo e incluso colocarse en la misma línea que su auxiliar Timoteo.
La carta va dirigida a todos los fieles de Filipos, a quienes denomina santos, conforme es su costumbre, en cuanto que, purificados de sus pecados por el bautismo, están llamados a llevar una vida santa, según lo que exige la fe que han recibido (v.1; cf. Rom_1:7; 1Co_1:2; 1Co_16:1). Hace mención especial de los obispos y diáconos (?????????? ??? ????????? ), términos que aparecen ' aquí por primera vez en las cartas de San Pablo, pero de los que se habla luego en las cartas pastorales como de algo regularmente establecido en todas las iglesias (cf. 1Ti_3:2-13; Tit_1:7-9). Ni debe extrañar que el Apóstol hable de obispos en plural, aunque se trate de una sola iglesia; pues el término obispo no tiene aún el sentido técnico que adquirirá más tarde, sino que es equivalente de presbítero, como explicamos al comentar Hec_11:30 y 1Ti_3:1-7. En cuanto al término diácono, véase el comentario a Hec_6:1-7. La fórmula gracia y paz (v.2) es la usual en sus cartas (cf. Rom_1:7).

Acción de gracias y oración por los filipenses,Rom_1:3-11.
3 Siempre que me acuerdo de vosotros doy gracias a mi Dios; 4 siempre, en todas mis oraciones, pidiendo con gozo por vosotros, 5 a causa de vuestra comunión en el Evangelio, desde el primer día hasta ahora. 6 Cierto de que el que comenzó en vosotros la buena obra la llevará a cabo hasta el día de Cristo Jesús. 7 Así es justo que sienta de todos vosotros, pues os llevo en el corazón; y tanto en mis prisiones corno en la defensa y confirmación del Evangelio, sois todos participantes de mi gracia. 8 Testigo me es Dios de cuánto os amo a todos en las entrañas de Cristo Jesús. 9 Y por esto ruego que vuestra caridad crezca más y más en conocimiento y en toda discreción, 10 para que sepáis discernir lo mejor y seáis puros e irreprensibles para el día de Cristo, 11 llenos de frutos de justicia por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Al saludo epistolar sigue la acostumbrada acción de gracias a Dios por los beneficios concedidos a los destinatarios, cuyo elogio suele hacer.
Aquí alaba su comunión (???????? ) en el Evangelio desde el primer día hasta ahora (v.5). Parece que el Apóstol alude a la cooperación de los filipenses a la expansión del Evangelio ya desde los primeros momentos de su conversión, no sólo con su ayuda pecuniaria a los que tienen la misión de propagarlo (cf. 4:10-18), sino también con sus padecimientos por Cristo (cf. 1:29-30). Está seguro de que Dios, que comenzó en ellos la buena obra de la santificación, la continuará y hará progresar hasta el día de Cristo Jesús, cuando se manifieste glorioso acompañado de los suyos (v.6; cf. 1Co_1:8; 2Co_1:14; 2Te_1:7). Y es justo que sienta así de todos ellos, con esa confianza, pues los ve participantes de su gracia (v,7), es decir, cooperadores de su apostolado, incluso cuando está entre cadenas, como lo han demostrado ahora con los socorros que le han enviado. La expresión en la defensa y confirmación del Evangelio (v.7), aunque pudiera referirse en general a los trabajos apostólicos de Pablo, unida a en mis prisiones, es probable que sea una alusión a los últimos acontecimientos de su proceso ante el tribunal imperial, donde él había vuelto a hacer valer sus razones en defensa y confirmación del Evangelio; de ahí esa su confianza en una pronta liberación (cf. 1:26; 2:24). En confirmación de cuan verdaderos son los sentimientos que acaba de manifestar hacia los filipenses, el Apóstol, con una especie de juramento (cf. Rom_1:9; 2Co_1:23), pone a Dios por testigo de cuánto les ama en las entrañas de Cristo Jesús (v.8); expresión esta última con la que quiere dar a entender que su afecto hacia ellos no es un sentimiento natural y humano, sino una disposición sobrenatural, el amor de un corazón unido a Cristo y lleno de su caridad (cf. 1:21).
Sigue ahora (v.9-11), cosa normal en un corazón que ama, una súplica a Dios por los filipenses, consistente aquí en que haga crecer su caridad más y más cada día en conocimiento y en toda discreción, para que en cada circunstancia sepan discernir qué es lo mejor, y así presentarse luego en el día del juicio llenos de frutos de justicia, es decir, de obras buenas, para gloria y alabanza de Dios. Cuando San Pablo, refiriéndose a los filipenses, habla de vuestra caridad (v.9), es evidente que no se refiere sólo al amor manifestado en la limosna que le enviaron, sino que toma el término en todo su amplio significado de amor de Dios y del prójimo. El crecimiento de esta caridad, conforme aquí da a entender San Pablo, va a la par con el crecimiento en el conocimiento y discreción para discernir las cosas de Dios.
Los términos ?????????? ?? ?????????? y ?????????? y ??? 3???? (v.9-1 o), tan en uso en la cultura helenística de entonces, indican que Pablo sabe utilizar palabras y conceptos en uso.




I. Noticias sobre su situación, 1:12-26.

La cautividad de Pablo está contribuyendo al progreso del Evangelio, 1:12-20.
12 Y quiero que sepáis, hermanos, que mi situación ha contribuido al progreso del Evangelio, 13 de manera que en todo el pretorio y a todos los demás se ha hecho patente cómo llevo mis cadenas por Cristo, 14 y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, sienten más ánimos para hablar sin temor la palabra de Dios. 15 Verdad es que algunos predican a Cristo por espíritu de envidia y competencia; otros lo hacen con buena intención. 16 Estos por caridad, sabiendo que estoy puesto para la defensa del Evangelio; 17 aquéllos por competencia predican a Cristo, no con santa intención, pensando añadir tribulación a mis cadenas. 18 Pero ¿qué importa? De cualquier manera, sea hipócrita, sea sinceramente que Cristo sea anunciado, yo me alegro de ello y me alegraré. 19 Porque sé que esto redundará en ventaja mía por vuestras oraciones y por la donación del Espíritu de Jesucristo, según mi constante esperanza de que en nada quedaré confundido; 20 antes con entera libertad, como siempre, también ahora, Cristo será glorificado en mi cuerpo, o por vida, o por muerte.

Las noticias que los filipenses esperaban, sin duda, con más ansia eran las relativas a la situación actual de Pablo. Y son, efectivamente, terminada la parte introductoria, con las que éste comienza la carta. Sin embargo, es digno de notarse que Pablo habla de su situación sólo desde el punto de vista de la difusión del Evangelio, sin aludir para nada a su salud o a las condiciones materiales, duras o menos duras, de su estado de prisionero, cosas todas que a nosotros hoy nos hubiera gustado conocer. La enseñanza es transparente. Con razón se ha escrito, comentando este pasaje, que a la pregunta cómo le va, un apóstol debe reaccionar respondiendo cómo le va al Evangelio.
La primera afirmación de Pablo es que su situación ha contribuido al progreso del Evangelio (v.12). Luego (v. 13-18) va explicando en qué sentido. Primeramente, porque en todo el pretorio y a todos los demás (?? ??? ?? ?????????? yai ???? ??????? ????? ) se ha hecho patente cómo llevo mis cadenas por Cristo (v.13). ¿A quiénes alude aquí San Pablo? Primitivamente el praetorium era el espacio del campamento romano reservado al praetor o general en jefe del ejército. Pronto el sentido fue evolucionando en dos direcciones diferentes, prevaleciendo bien la acepción militar (cohortes pretorianas, guardia pretoriana), bien la acepción local (pretorio de Herodes; cf. Hec_23:35). En nuestro caso, mencionado el término sin más aditamentos ni explicaciones, todo hace suponer que se trata del Castro Pretorio (Castra Praetoria), como todavía hoy se llama en Roma el lugar donde estaban alojados en su mayor parte los 12.000 preteríanos imperiales. Uno de estos soldados, que iban haciendo el servicio por turno, era el encargado de hacer la custodia militaris al preso Pablo (cf. Hec_28:16); muy pronto, gracias a ese continuo relevo, el caso de Pablo era conocido en todo el pretorio. La expresión y a todos los demás parece que es simplemente una locución enfática para significar amplia difusión, como dando a entender que, merced a ese encarcelamiento y proceso, la noticia del Evangelio llegó a círculos y esferas sociales donde, de otra manera, quizá hubiera sido muy difícil llegar.
Otra forma cómo ha contribuido la situación de Pablo al progreso del Evangelio es porque, con su encarcelamiento, muchos se han movido a predicar a Cristo (v.14-17). Unos con buena intención (v.15), estimulados con su actitud y quizá también porque veían que no era molestado por las autoridades romanas en la defensa del Evangelio, antes bien la marcha del proceso presentaba buenas perspectivas; otros por espíritu de envidia y competencia (v.15), deseosos de hacer resaltar cada uno sus propios valores, pensando añadir tribulación a sus cadenas (v.17), al ver que adquirían una gloria que Pablo, impedido por su condición de prisionero, no podía conseguir. Creen algunos que hay aquí una alusión a los judaizantes, cristianos demasiado apegados al judaismo, que por todas partes perseguían al Apóstol, tratando de deshacer su obra, que consideraban ofensiva para la Ley mosaica (cf. Hec_15:2; Hec_21:20; Gal_2:12). Sea como sea, San Pablo da claramente a entender que no predicaban doctrinas erróneas; era más bien la rectitud de intención la que fallaba. Por eso él, cuya grandeza de alma no sabían medir sus adversarios, exclama que, aunque los procedimientos sean mezquinos, con tal que Cristo sea dado a conocer, se alegra y se alegrará de ello (v.18). Y, como dando la razón profunda de que nadie le podrá quitar esa alegría, dice que está seguro de que Dios, que hace todo concurrir al bien de sus escogidos (cf. Rom_8:28), hará también concurrir todo esto al bien de su alma, y Cristo será glorificado en él, o por vida o por muerte (v. 19-20). Si sigue viviendo, por medio de su vida y de la predicación; y si le condenan a muerte, con el martirio, supremo testimonio de amor. No funda, sin embargo, esta confianza en méritos propios, sino en las oraciones de los filipenses y en la donación del Espíritu, que le dará fuerzas para ello. Se ha hecho notar cómo no dice el Apóstol que él glorificará a Cristo, sino que Cristo será glorificado en él (v.20), como dando a entender que la victoria será obra de la gracia y pertenece a Cristo.

Confianza de próxima liberación,Rom_1:21-26.
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir, ganancia. 22 Y aunque el vivir en la carne es para mí fruto de apostolado, todavía no sé qué elegir.23 Por ambas partes me siento apretado; pues de un lado deseo morir para estar con Cristo, que es mucho mejor; 24 por otro, quisiera permanecer en la carne, que es más necesario para vosotros. 25 Por el momento estoy firmemente persuadido de que quedaré y permaneceré con vosotros para vuestro provecho y gozo en la fe, 26 a fin de que tengáis en mí mayor motivo de gloriaros en Cristo Jesús con mi segunda ida a vosotros.

Expone aquí el Apóstol sus sentimientos en relación con la alternativa propuesta en el último versículo de la narrativa anterior, al decir que Cristo sería glorificado en él, o por vida o por muerte.
Comienza (v.21) con la afirmación básica de que para él el vivir es Cristo, y el morir, ganancia (?? ??? ??????? ??? ?? ??? ^????? ?????? ). Pocas frases como ésta resumen de manera tan admirable toda la existencia de Pablo, antes y después de su muerte; con razón han sido las palabras elegidas para ser esculpidas en torno a su sepulcro en Roma. Al decir que su vivir es Cristo no incluye sólo el sentido ontológico, aplicable a todo cristiano, de que nuestra vida sobrenatural es vida divina recibida de Cristo (cf. Rom_6:3-11; Rom_11:24; 1Co_12:27; Gal_2:20; Efe_1:22-23; Col_2:7), sino que le da más bien sentido dinámico, con referencia a ser Cristo el móvil de todas sus acciones y el término de todas sus aspiraciones (cf. 3:7-10; 2Co_5:15). De ahí que el morir sea ganancia, pues es la entrada en el gozo del Señor, la posesión total de Cristo, no ya por la fe, sino en visión cara a cara (cf. 2Co_5:6-8).
Supuesto esto como verdad fundamental, Pablo contempla las dos cosas: la vida, trabajando por ganar almas para Cristo, y la muerte, entrando en el gozo del Señor. Ambas cosas le atraen; por eso, entre la vida y la muerte no sabe qué elegir (v.22-24). Notemos la unión que el Apóstol establece entre morir y estar con Cristo (v.23; cf. 2Co_5:6-9); por ninguna parte aparece que haya un tiempo intermedio de espera hasta la parusía o juicio final. Una cosa es el triunfo total de la Iglesia, como colectividad, que tendrá lugar en la parusia, y otra, la entrada personal de cada uno en la gloria, que, de no mediar obstáculo a causa de nuestros pecados, tendrá lugar en seguida después de la muerte.
Aunque Pablo, si hubiera de elegir entre la vida y la muerte, no sabría qué preferir, por el momento está firmemente persuadido (????? 3?? ???? ) de que continuará viviendo para provecho espiritual de los filipenses (y de otros también), a fin de que avancen más y más en la vida cristiana con su segunda ida a ellos (v.25-26). Este convencimiento que aquí parece mostrar el Apóstol de que continuará viviendo, no consta que sea un caso de inspiración profética, con garantía divina de infalibilidad. De hecho, no sólo anteriormente (v.20), sino también después, vuelve a dejar traslucir la posibilidad del martirio (cf. 2:17). Se trata, pues, de una afirmación en que hay mucho de conjetura o presentimiento, como en Hec_20:15; con la diferencia de que allí no se realizó lo presentido, mientras que aquí fue una realidad el hecho de su liberación.




II. Exhortación a llevar una vida digna, 1:27-2:18.

Constancia en el combate por la fe, 1:27-30.
27 Sólo os ruego que os comportéis dignamente como ciudadanos del Evangelio de Cristo, para que, sea que yo vaya y os vea, sea que me quede ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu, luchando a una por la fe del Evangelio, 28 sin aterraros por nada ante vuestros enemigos, lo que es para ellos una señal de perdición, mas para vosotros señal de salud, y esto de parte de Dios. 29 Porque os ha sido otorgado no sólo creer en Cristo, sino también padecer por El, 30 sosteniendo el mismo combate que habéis visto en mí y ahora oís de mí.

Después de hablar de sus cosas y de la situación en que se encontraba, el Apóstol continúa su carta con una serie de exhortaciones a los filipenses a que lleven una vida digna de cristianos.
En la presente historia les exhorta a comportarse como ciudadanos (??????????? ) del Evangelio de Cristo (v.27). Esta expresión tenía para los filipenses, orgullosos de ser colonia romana (cf. Hec_16:12), un significado especial. En consonancia con ella, les exhorta a que, más y mejor que los miembros de una ciudad terrestre, se mantengan firmes en un mismo espíritu, formando un bloque, luchando a una por la difusión del Evangelio, sin dejarse atemorizar por los enemigos, lo cual será para éstos presagio de derrota, mientras que para ellos presagio de salud, y esto de parte de Dios (v.27-28). No parece necesario suponer, para explicar estas frases, que hubiera persecución formal contra los cristianos de Filipos; basta esa oposición que el mundo ha manifestado en todas partes, ya desde el principio, a la doctrina de Cristo, con más o menos acritud, según las circunstancias. Con la expresión y esto de parte de Dios (v.28) da a entender San Pablo que en nuestra actuación la fuerza nos viene de Dios, pero esa fuerza no nos faltará; de ahí que no tengamos por qué atemorizarnos ante nada ni ante nadie.
Y aún añade más el Apóstol. Dice a los filipenses que esas persecuciones que están sufriendo, parecidas a las que sufre él, lejos de acobardarlos, deben considerarlas como un don o favor de E>ios, que han de añadir al de la fe, pues son prueba de que están unidos a El y, consiguientemente, prenda de salud (v.29-30; cf. Rom_5:3-51Rom_8:17; Hec_5:41).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



12 (I) Introducción (1,1-11).
(A) Fórmula inicial: Dirección y saludo (1,1-2). La introducción sigue un modelo que conocemos por la convención epistolar del mundo antiguo, empleada por Pablo (con al(-)guna modificación) en todas sus cartas (? Car(-)tas del NT, 45:8A). Pablo y Timoteo: Timoteo no es coautor de la carta, pero Pablo lo incluye en la dirección para realzar la talla de quien, se(-)gún 2,19-24, va a ser su representante acredi(-)tado. a todos los santos en Cristo Jesús que vi(-)ven en Filipos: Los cristianos son «santos» por cuanto forman «en Cristo» el pueblo santo de Dios, el Israel escatológico. los obispos y diá(-)conos: Sólo en esta carta distingue Pablo un grupo aparte de personas con función propia, episkopoi y diakonoi, dentro de la comunidad más amplia -quizás porque se encargaron de la ayuda que se le envió-. Ambos términos se usaban de forma generalizada en el mundo de habla gr. en un sentido secular: episkopos de(-) notaba supervisión o administración (cf. el mébaqqer de Qumrán [1QS 6,11.20; CD 14,8-11]), y diakonos tenía el significado de «minis(-)tro» o «asistente». En este caso, los episkopoi corresponden a los presbyteroi, «ancianos», de las Iglesias pospaulinas (Hch 20,17.28; 1 Pe 5,1.2; Tit 1,5-9). Los diakonoi tal vez se ocupa(-)ran de las necesidades de los pobres, aunque Pablo también considera la predicación como una diakonia. Aunque dista mucho del uso que de estos términos se hizo en la Iglesia poste(-)rior, su mención en este texto marca el albo(-)rear de un ministerio permanente.

13 (B) Acción de gracias (1,3-8). 3. Doy gracias a mi Dios: La acción de gracias de Pablo sigue una fórmula clásica: ? Las epís(-)tolas del NT 45:8B. 4. con alegría: La alegría es un elemento dominante en Flp (1,18.25; 2,2.17.18.28.29; 3,1; 4,1.4.10). 5. vuestra par(-)ticipación en el evangelio: Los filipenses han tenido parte (koinónia; véase J. Hainz, EWNT 2.749-55) en el evangelio mediante su conver(-)sión, su apoyo a Pablo y su costoso testimonio personal de la fe. 6. el día de Cristo: Es decir, la «parusía», cuando, completa su tarea de «so(-)meter» el mundo a la gloria de Dios (Flp 3,21), Cristo aparezca en gloria para entregar el rei(-)no al Padre (1 Cor 15,24-28). 7. en la defensa y confirmación del evangelio: El juicio que se avecina de Pablo brindará una ocasión para que se manifieste el poder del evangelio, sois partícipes de mi gracia: La trad. es difícil. Que(-)dan patentes dos ideas: (1) El hecho de que Pablo esté entre cadenas no es un mal, sino una gracia especial, conforme al misterio del evangelio, que manifiesta su poder en el sufri(-)miento y la debilidad exterior (2 Cor 4,7-15; 6,3-10). (2) Los filipenses tienen parte en esta gracia, no sólo por su interés por Pablo y el apoyo tangible que le han prestado, sino tam(-)bién porque como comunidad han corrido de manera parecida con el coste de la evangelización (1,29-30). 8. con el cariño entrañable: El gr. splanchna denota los órganos internos (co(-)razón, pulmones, hígado) considerados como la sede de las emociones más profundas.
(C) Oración (1,9-11). 10. el día de Cristo: Véase el comentario a 1,6. 11 .el fruto de la jus(-)ticia: La justicia para Pablo es la correcta po(-)sición escatológica respecto a Dios ya conce(-)dida a los creyentes (Rom 5,1). La vida ética cristiana es en su totalidad fruto de esa nueva relación (? Teología paulina, 82:68-70.140).
14 (II) Primera parte: Noticias e ins(-)trucciones (1,12-3, 1a).
(A) La situación personal de Pablo (1,12-26). Suponiendo a la comunidad ya informa(-)da sobre los detalles exteriores de su situación, Pablo comparte con ella sus reacciones y re(-)flexiones más profundas. 12. ha contribuido al progreso del evangelio: Lejos de ser un obstácu(-)lo, el encarcelamiento de Pablo ha promovido la obra de la evangelización. mis cadenas se han hecho manifiestas en Cristo: El encarcela(-)miento de Pablo ha alcanzado celebridad, y es(-)to, por disposición de Cristo, ha servido para la difusión del evangelio. 13. el personal del pretorio en pleno: Como habitualmente en el NT (Mt 27,27 par.; Jn 18,28.33; Hch 23,35), praitórion hace referencia al recinto del pala(-)cio del gobernador romano. 14. se muestran más intrépidos para proclamar el mensaje: La gracia de Dios ha hecho intrépidos a otros pa(-)ra llenar el «vacío» creado en la obra de la pre(-)dicación por la detención de Pablo. 15. algu(-)nos: Lo que Pablo discute en esta breve digresión (vv. 15-18) no es el contenido de la predicación, sino las motivaciones de algunos predicadores. Parecen haberse aprovechado del encarcelamiento del apóstol de manera calculadora e insensible, quizás considerando dicho encarcelamiento una deshonra. 17. aña(-)dir penas: Causan a Pablo un sufrimiento espi(-)ritual que se añade a la carga de su reclusión física. 18. esto me llena de alegría: El celo por el evangelio convierte el dolor personal de Pa(-)blo en alegría.
15 19-26. En este momento, Pablo pasa a reflexionar sobre lo que le espera. 19. a mi sal(-)vación: Pablo se hace eco de Job 13,16 LXX, identificándose tanto con la difícil situación de Job como con su esperanza. «Salvación» no significa aquí la absolución en un próximo jui(-)cio, sino vindicación en el tribunal escatológi(-)co, que, sea cual sea el veredicto terreno, con(-)firmará la fidelidad del apóstol a los ojos de Dios, la asistencia proporcionada por el Espíri(-)tu: La tradición sinóptica también promete la ayuda del Espíritu a los cristianos a los que se hace comparecer ante tribunales terrenos (Mc 13,11; Mt 10,20; Lc 12,12). 20. que Cristo sea glorificado: El poder del Señor resucitado, operante a través del Espíritu, será tan eficaz, que exigirá reconocimiento público, en mi cuerpo: En este caso soma, como con frecuen(-)cia en Pablo, no denota meramente el cuerpo físico, sino la entera presentación exterior de una persona (? Teología paulina, 82:102). El significado en este caso es «en mi entera apa(-)rición pública», con mi vida o con mi muerte: Pablo se enfrenta a la gravedad y la incertidumbre vinculadas con su juicio. 21. para mí la vida es Cristo: Por medio del bautismo, Pa(-)blo ha muerto a su vida anterior y vive ahora una existencia enteramente dominada por Cristo (Gál 2,19-20; 3,27-28; Flp 3,7-11; Rom 6,3-11), una existencia que trasciende la ba(-)rrera de la muerte física, morir significa una ganancia: La muerte es ganancia, no -como en ciertas tendencias de la filosofía gr.en el sen(-)tido de grata liberación de la existencia corpo(-)ral, sino como intensificación de la unión con Cristo, que ya ha pasado por la muerte a la re(-)surrección. La resurrección sigue siendo la meta última (3,11.21). 22. trabajo provechoso: Permanecer vivo proporciona más oportuni(-)dades de predicar el evangelio y cosechar sus frutos. 23. partir: Significa simplemente «mo(-)rir» -sin que ello implique separación del alma respecto al (peso del) cuerpo-, estar con Cris(-)to: En este punto Pablo parece imaginar que ese «estar con Cristo» se da en un estado (in(-)corpóreo) anterior a la resurrección general (cf. 2 Cor 5,2-4). No es seguro que esto repre(-)sente un alejamiento respecto a la escatología judía en la dirección de las ideas gr. (Véanse F. W. Beare, NTS 17 [1970-1971] 314-27; P. Siber, Mit Christus Leben [Zúrich 1971] 86-94.) mu(-)cho mejor: Véase el comentario al v. 21. 24. es más necesario para vosotros: La consideración práctica, pero no menos loable, de las exigen(-)cias del apostolado anula la opción personal de Pablo por la muerte. 25. sé: La convicción sobre lo que es «más necesario» desde el pun(-)to de vista pastoral se convierte (pese a 1,20) en una confidencia acerca de la supervivencia. 26. cuando vuelva a estar con vosotros: Visitas posteriores de Pablo a Filipos se mencionan en Hch 20,1-6.
16 (B) Exhortación a la comunidad (1,27-2,18). La interpretación hecha por Pa(-)blo de su propia situación a la luz del evan(-)gelio sirve de preludio a la exhortación que ahora sigue. El evangelio plantea exigencias parecidas a los filipenses.
(a) Unidad y firmeza (1,27-30). 27. que vues(-)tra conducta: El vb. gr. politeuesthai tiene su concreto sentido original de «cumplir con la propia obligación como ciudadano» (E. C. Mi-11er, JSNT 15 [1982] 86-96). Cf. el uso de politeuma, «ciudadanía», término de la misma raíz, en 3,20; cf. también el estatuto cívico de Filipos (? 2 supra). digna del evangelio: Para Pablo, la ética cristiana se deriva de la situa(-)ción del hombre ante Dios creada por la fe en el evangelio, permaneced firmes en un solo es(-)píritu: Pablo habla del tipo de firmeza que pro(-)cede de unas filas cerradas en orden de batalla. por la fe del evangelio: Para defender y difundir la fe que han recibido. 28. vuestros adversarios: Más que una persecución abierta, lo que se da(-)ba probablemente era un hostigamiento coti(-)diano por parte de conciudadanos no cristia(-)nos. para ellos señal de perdición, para vosotros de salvación: El frente unido e inquebrantable presentado por la comunidad significa para los adversarios que se están oponiendo a una fuerza sobrehumana, a Dios mismo, hecho que presagia simultáneamente su perdición es(-)catológica y el destino de la comunidad a la salvación. 29. creer... también padecer: El com(-)promiso con Cristo mediante la fe lleva inevi(-)tablemente a compartir el conflicto en que él estuvo implicado y, por tanto, a sufrir a manos del mundo todavía no reconciliado. Desde la perspectiva de la fe, tal sufrimiento no lleva a la amargura, sino a sentirse agraciado. 30. el mismo combate: La experiencia de Pablo es pa(-)radigmática para la comunidad, puesto que uno y otra comparten (koinónein) el mismo sufrimiento y la misma gracia.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Capítulo 1
Lección 1: Filipenses 1,1-7
Da gracias por los beneficios hechos a los Filipenses, y dice que se huelga de su aprovechamiento en la fe, en la que irán medrando, con el favor de Dios, hasta el día del juicio.1. Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los sanios en Cristo Jesús, que están en Filipos, con los obispos y diáconos.2. La gracia y paz de Dios, Padre nuestro, y de nuestro Señor Jesucristo, sean con vosotros.3. Yo doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros,4. rogando siempre con gozo por todos vosotros, en todas mis oraciones,5. al ver la parte que tenéis en el Evangelio de Cristo, desde el primer día hasta el presente,6. porque tengo una firme confianza en que quien ha empezado en vosotros la buena obra de vuestra salud la llevará al cabo hasta el día de la venida de Jesucristo;7. como es justo que yo lo piense así de todos vosotros, pues tengo impreso en mi corazón el que todos vosotros sois compañeros de mi gozo en mis cadenas, y en la defensa y confirmación del Evangelio.Divídese esta carta en salutación y narración epistolar. Descríbense las personas que saludan, las saludadas, los bienes que se les desean. De las personas que saludan se pinta su condición: siervos. La persona principal es Pablo, que se interpreta pequeño, con lo que se hace notar su humildad (Is LX). Timoteo, la persona que le acompaña, había sido predicador suyo; "ya que no tengo ninguna persona tan unida de corazón y espíritu conmigo como él, ni que se interese por vosotros con afecto más sincero" (Fil 2,20).Píntase luego su condición, al decir: siervos; "porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo Señor nuestro, haciéndonos siervos vuestros por amor de Jesús" (2Co 4,5). - Pero, al contrario, dice San Juan: "ya no os llamaré siervos". Respondo que hay doble servidumbre correspondiente al doble temor; que el de la pena engendra una mala servidumbre, y de ésta se entiende lo de San Juan; pero el temor casto engendra una servidumbre de reverencia, y a ésa se refiere aquí el Apóstol.Las personas a quienes van encaminados los saludos son todas de la 1glesia de Filipos, y primero las menores. De ahí iue diga: "a todos los santos que están en Filipos", a*SÍ llamada por Filipo que ia fundó; y llámalos santos por el bautismo (Rm 6). Luego se dirige a las personas mayores diciendo: "con los obispos". Pregúntase por qué antepone las personas menores a las mayores, y se responde que porque primero está el pueblo que el prelado. "¿Acaso no son los rebaños los que deben ssr apacentados por los pastores?" (Ez. 34,2). Que así debe ser y no al contrario. Pregúntase asimismo ¿por qué no menciona a los presbíteros? Respondo: porque al decir obispos quedan con ellos incluidos, ya que no hay muchos obispos en una ciudad; de donde al decir obispos en plural da a entender que también se refiere a los presbíteros. Con todo eso, es un orden distinto del episcopado, porque se lee en el mismo Evangelio que, después de la designación de los 12 Apóstoles - cuyo lugar ocupan los obispos- , designó 72 discípulos, cuyo lugar tienen los sacerdotes. Dionisio también distingue entre sacerdotes y obispos; pero al principio, aunque fuesen órdenes distintas, no así los nombres de los órdenes. De modo que aquí, al decir obispos, incluye a los presbíteros.Vienen a continuación los bienes que les desea, que son dos, pero lo abarcan todo. El primero es la gracia de Dios que perdona los pecados (Ep 2); el último la paz del hombre (Sal 147); y por consiguiente, deséales los bienes intermedios, "que descienden de arriba" (Stg. 1), de Dios Padre; y también de Cristo, que lo mereció por su humildad. Por eso añade: "y de nuestro Señor Jesucristo" (Jn 1; Ep 2).En pos pone la narración epistolar, en que d" gracias por los beneficios pasados y los exhorta a qu aprovechen en lo futuro. Así que primero anticipa el hacimiento de gracias y luego toca la materia de ese hacimiento; y da gracias por el gozo con que ruega por ellos; por lo cual englobando estas 3 cosas dice: "gracias a nuestro Dios". Dar gracias es reconocer la gracia que se ha recibido (1Th 5). "cada vez que me acuerdo de vosotros"; pues nada les sucede que para el Apóstol no sea digno de un nacimiento de gracias, ¡algo por cierto grande con mayúscula! "La memoria de los justos será celebrada" (Pr. 10,7). "por todos vosotros" (Is LX). Da pues gracias por el bien de todos, hace oración y ruega por que Dios los guarde, y todo en razón del gozo que por eso siente. "Ielos de mí cometer tal pecado contra el Señor, que yo no cese nunca de rogar por vosotros" (I S. 12,23).La materia de las antedichas 3 cosas la toca al decir: "al ver la participación que tenéis", y primero la materia del hacimiento de gracias; luego la del gozo por los acontecimientos futuros; tercero, la de la plegaria. Dice pues: al ver la participación con que participáis de la doctrina evangélica creyendo y poniendo por obra lo que creéis; que en eso consiste la verdadera participación (He 13); "desde el primer día hasta el presente" (Sir 27). "Pues gozóme, por lo mismo que tengo la firme confianza de que quien ha empezado en vosotros la buena obra de vuestra salud la llevará al cabo". (Jr 17). Y esto con el favor de Dios; por eso dice: "quien ha empezado", sin el cuai nada se puede hacer (Jn XV); contra el error de los Pelagianos, según los cuales, el principio de las buenas obras está en nosotros, el remate y término en Dios. Pero esto no es cierto; porque el principio de las buenas obras en nosotros es el pensamiento de hacer el bien, y esto también procede de Dios, como se dice en 2Co 3,5: "no porque seamos suficientes por nosotros mismos para concebir algún buen pensamiento, como de nosotros mismos; sino que nuestra suficiencia viene de Dios". "Hasta el día de la venida de Jesucristo", en que dará a cada uno según sus obras (2Tm 6; 1Co 1).Pónese luego la razón del gozo al decir: "como es justo que yo lo sienta así de todos vosotros", esto es, está muy puesto en razón, ya que vosotros os holgáis conmigo de los bienes que tengo; "pues tengo impreso en mi corazón el que todos vosotros sois compañeros de mi gozo en mis cadenas"; como si dijera: tengo para mí que tales sois, es a saber, que reputéis por vuestro el gozo mío de gozarme en mis cadenas, (pues había sido aherrojado por Cristo, materia de sumo gusto para él), como dice Santiago 1,2: "tened, hermanos míos, por materia de sumo gozo el caer en varias tribulaciones"; y como lo sintieron ios Apóstoles, que "se retiraron de la presencia del concilio muy gozosos, porque habían sido hallados dignos de sufrir aquel ultraje por el nombre de Jesús" (Hch 5,41).- "y en la defensa y confirmación del Evangelio", es a saber, predicando con toda osadía contra los tiranos y los herejes, y consolidando esa predicación del Evangelio en los corazones de los fieles; "recorriendo por su orden el país de Galacia y de la Frigia, confortando a todos los discípulos" (Hch 18,23). O, según la Glosa, esta otra exposición: "en mi corazón", esto es, en mi deseo de que seáis compañeros del gozo sempiterno, que nadie os quitará (Jn 16). Y esto por ninguna vía se puede borrar de mi corazón, porque, aun estando en cadenas y todo dedicado a la confirmación y defensa del Evangelio, este cuidado ha hecho manida y no se aparta de mi corazón.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter I.

[Pauls loue.]

3 He testifieth his thankefulnesse to God, and his loue toward them, for the fruits of their faith and fellowship, in his sufferings, 9 dayly praying to him for their increase in grace: 12 Hee sheweth what good the faith of Christ had receiued by his troubles at Rome, 21 and how ready he is to glorifie Christ either by his life or death, 27 exhorting them to vnitie, 28 and to fortitude in persecution.
1 Paul and Timotheus the seruants of Iesus Christ, to all the Saints in Christ Iesus, which are at Philippi, with the Bishops and Deacons:
2 Grace be vnto you, and peace, from God our Father, and from the Lord Iesus Christ.
3 I thanke my God vpon euery [ Or, mention.] remembrance of you,
4 Alwayes in euery prayer of mine for you all making request, with ioy
5 For your felowship in the Gospel from the first day vntill now;
6 Being confident of this very thing, that he which hath begun a good work in you, [ Or, will finish it.] will performe it vntil the day of Iesus Christ:
7 Euen as it is meete for mee to thinke this of you all, because I [ Or, you haue me in your heart.] haue you in my heart, in as much as both in my bonds, and in the defence and confirmation of the Gospel, ye all are [ Or, partakers with me of grace.] partakers of my grace.
8 For God is my record, how greatly I long after you all, in the bowels of Iesus Christ.
9 And this I pray, that your loue may abound yet more & more in knowledge, and in all [ Or, sence.] iudgment.
10 That ye may [ Or, trie.] approue things that

[His bonds.]

[ Or, differ.] are excellent, that ye may be sincere, and without offence till the day of Christ.
11 Being filled with the fruites of righteousnesse, which are by Iesus Christ vnto the glory and praise of God.
12 But I would yee should vnderstand brethren, that the things which happened vnto mee, haue fallen out rather vnto the furtherance of the Gospel.
13 So that my bonds [ Or. for Christ.] in Christ, are manifest in all the [ Or, Cæsars Court.] palace, and in [ Or, to all others.] all other places.
14 And many of the brethren in the Lord, waxing confident, by my bonds, are much more bold to speake the word without feare.
15 Some in deed preach Christ, euen of enuie and strife, and some also of good will.
16 The one preach Christ of contention, not syncerely, supposing to adde affliction to my bonds:
17 But the other of loue, knowing that I am set for the defence of the Gospel.
18 What then? Notwithstanding euery way, whether in pretence, or in trueth: Christ is preached, and I therein doe reioyce, yea, and will reioyce.
19 For I know that this shall turne to my saluation through your prayer, and the supplie of the spirit of Iesus Christ,
20 According to my earnest expectation, and my hope, that in nothing I shalbe ashamed: but that with all boldnes, as alwayes, so now also Christ shal be magnified in my body, whether it be by life or by death.
21 For to me to liue is Christ, and to die is gaine.
22 But if I liue in the flesh, this is the fruit of my labour: yet what I shal chuse, I wote not.
23 For I am in a strait betwixt two, hauing a desire to depart, & to bee with Christ, which is farre better.

[Christ humbled, and exalted.]

24 Neuertheles, to abide in the flesh, is more needfull for you.
25 And hauing this confidence, I know that I shall abide and continue with you all, for your furtherance and ioy of faith,
26 That your reioycing may bee more abundant in Iesus Christ for me, by my comming to you againe.
27 Onely let your conuersation bee as it becommeth the Gospel of Christ, that whether I come and see you, or else be absent, I may heare of your affaires, that yee stand fast in one spirit, with one minde, striuing together for the faith of the Gospel,
28 And in nothing terrified by your aduersaries, which is to them an euident token of perdition: but to you of saluation, and that of God.
29 For vnto you it is giuen in the behalfe of Christ, not onely to beleeue on him, but also to suffer for his sake,
30 Hauing the same conflict which ye saw in me, and now heare to be in me.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Acción de gracias. La acción de gracias acostumbrada se entremezcla con la súplica, en un tono afectuoso y cordial. Los sentimientos de gozo, cariño, confianza y añoranza dominan las relaciones de Pablo con los filipenses. La carta es, desde el principio, muy personal y nos ilustra un aspecto humano importante del apostolado de Pablo: la amistad que le unía a sus evangelizados, siguiendo el ejemplo de Jesús: «a ustedes los he llamado amigos» (Jua_15:15).
Les dice que siempre que se acuerda de ellos da gracias y los encomienda a Dios con «alegría» (4). Esta palabra volverá a aparecer muchas veces (Jua_1:18.25; Jua_2:2.17s; Jua_3:1; Jua_4:1.10). En realidad, toda la carta es un canto a la alegría. El motivo de su gozo es que los filipenses no sólo han aceptado el Evangelio, sino que han colaborado con Pablo en su propagación «desde el primer día hasta hoy» (5). Por eso reza y confía que Dios culminará la obra tan buena que ha comenzado en ellos, cuando llegue «el día de Cristo Jesús» (6), la «parusía» o su venida gloriosa al final de los tiempos. El Apóstol tiene siempre ante sus ojos «el día del Señor», como la fuerza que guía todos los pasos de su vida apostólica (cfr. 2,16).
Con otra expresión de afecto, afirma desde la prisión: «los llevo en el corazón» (7), pues no sólo han participado en su misión apostólica, sino también en los sufrimientos por el Evangelio. En la soledad hostil de la cárcel brota con fuerza la «añoranza» del Apóstol, sentimiento humano transformado por la unión con Cristo.
La súplica incluye la caridad, el ideal de toda comunidad cristiana, y sus manifestaciones concretas adecuadas a cada situación. Por eso pide para ellos un permanente discernimiento guiado por el amor (cfr. Rom_12:9). Finalmente, aparece de nuevo la «parusía» en la oración de Pablo por sus queridos filipenses a quienes desea que ese «día de Cristo» (10) les encuentre cargados «con el fruto de la honradez» (11).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Acción de gracias y confianza

3, 4 Pablo une alabanza y oración, tal como insta a otros a hacerlo (cf. 4:6). Incluye a todos los creyentes filipenses y siente gozo al orar por ellos.

5 Su gran alegría fue a causa de su participación en el evangelio desde el mismo momento en que les fuera predicado, cuando Lidia abrió su casa a Pablo y sus compañeros (Hech. 16:14, 15). El término participación es el comúnmente usado en el NT para referirse a compañerismo, pero no entendido solamente como una confortable experiencia de creyentes que se gozan unos con otros. Es el compañerismo en la tarea de hacer conocer el evangelio a otros (cf. Mar. 8:35), tal como también está expresado en el dar cristiano (4:10, 14-18 y 2 Cor. 8:4, 9:13). Debe ser la característica de todos nosotros que hemos llegado a conocer las buenas nuevas de Cristo que estemos involucrados como socios con los que están haciéndolas conocer a otros.

6 Pablo se declara convencido en sus oraciones, con una confianza no basada en las habilidades de los filipenses o aun en sus logros pasados, sino en el poder y amor de Dios, y porque se puede confiar en que Dios llevará hasta la perfección lo que él comenzó. Cuando vemos que Dios ha comenzado una buena obra en la vida de la gente, podemos estar seguros de que su propósito es continuarla; ésta es nuestra confianza cada vez que elevamos una oración por nuestros hermanos en Cristo. Nótese cómo aquí también (como a menudo en sus cartas) Pablo vio su vida y su obra a la luz del venidero día de Cristo. El día exacto es desconocido para noso tros, pero lo que debe interesar a nosotros y a toda la gente es cómo aparecerá nuestra obra cuando veamos al Señor cara a cara. El interés constante de Pablo era que tanto él como sus hermanos en Cristo puedan ser presentados delante de Dios maduros e irreprensibles en ese día (cf. 2 Cor. 1:14; 5:9, 10; Ef. 5:27; Col. 1:28).

7 Lo dicho en el v. 5 acerca del compañerismo en el evangelio se amplía un poco más aquí en términos de compartir la gracia de Dios en servicio del evangelio, compañerismo con Pablo en cadenas por el evangelio, e involucrados en la defensa y confirmación del evangelio. La tarea de defensa implica la obligación de todos los cristianos de estar preparados para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Ped. 3:15), y también para ayudar a la gente a estar más segura acerca de la verdad y poder del evangelio (cf. Luc. 1:4; 1 Cor. 1:6).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. "Los que presiden la comunidad": literalmente, "guardianes" o "inspectores". Ver nota Hec_20:17.

"Diácono" significa "servidor" y designa una categoría especial de ministros que servían a la comunidad, cumpliendo funciones administrativas y ocupándose de los pobres. Ver 1Ti_3:8-13.

6. "El Día de Cristo Jesús" es el día de su retorno glorioso al final de los tiempos. Ver 1Co_1:8; nota Hec_2:17-21.

La "buena obra" que Dios "comenzó" e "irá completando" significa en este caso la entrega incondicional de cada uno al Padre, como la que hizo Jesús de sí mismo.

12. "Lo que me ha sucedido": alusión al arresto de Pablo y al consiguiente proceso.

13. "Pretorio": ver nota Mat_27:27.

19. Job_13:16 (texto griego).

30. La "lucha" en que Pablo se vio empeñado son las persecuciones padecidas en Filipos ( Hec_16:16-24; 1Te_2:2), y la lucha que todavía sostenía en su prisión.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

1:4 La alegría es una de las notas características de esta epístola, ver Flp_1:18, Flp_1:25; Flp_2:2, Flp_2:17-18, Flp_2:28-29; Flp_3:1; Flp_4:1, Flp_4:4, Flp_4:10.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

1:4 La alegría es una de las notas características de esta epístola, ver Flp_1:18, Flp_1:25; Flp_2:2, Flp_2:17-18, Flp_2:28-29; Flp_3:1; Flp_4:1, Flp_4:4, Flp_4:10.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 1.1 Los que la presiden: En griego se usa la palabra episkopos (persona que preside o vigila), de donde se derivó la palabra castellana "obispo".

[2] 1.1 Hch 6.1-7.

[3] 1.7 En la cárcel: Véase Introducción.

[4] 1.13 Palacio (o pretorio ): residencia de la autoridad romana y de su personal de servicio. Cf. Flp 4.22.

[5] 1.23 Cf. 2 Co 5.8.

[6] 1.30 Cómo luché: Cf. Hch 16.11-40; 1 Ts 2.2.

[7] 1.1 Los que la presiden: En griego se usa la palabra episkopos (persona que preside o vigila), de donde se derivó la palabra castellana "obispo".

[8] 1.1 Hch 6.1-7.

[9] 1.7 En la cárcel: Véase Introducción.

[10] 1.13 Palacio (o pretorio ): residencia de la autoridad romana y de su personal de servicio. Cf. Flp 4.22.

[11] 1.23 Cf. 2 Co 5.8.

[12] 1.30 Cómo luché: Cf. Hch 16.11-40; 1 Ts 2.2.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*1:3-11 Primera iglesia fundada por Pablo en Europa, Filipos se tomó además muy en serio la obra evangelizadora del Apóstol; ello explica las cálidas expresiones de congratulación por esta colaboración. No falta la referencia al Día de Cristo (Flp 1:10) como condición firme de perseverancia.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La alegría es una de las notas sobresalientes de este escrito, causada de modo especial por el buen espíritu y comportamiento de los filipenses. La identificación de San Pablo con Jesucristo es tan grande que puede decir que han pasado a su corazón los mismos afectos del corazón de Cristo (v. 8).


Torres Amat (1825)



[13] Quien se desalienta ante las persecuciones no conoce las sendas del Evangelio. Las obras de Dios se establecen y fortifican muchas veces con los trabajos y persecuciones de sus obreros.

[16] Suplen por mí, mientras estoy preso.