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cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria, lo vergonzoso, su apetencia, lo terreno. (Filipenses 3, 19) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

Parte cuarta

FRENTE A LOS FALSOS MAESTROS 3,1b-4,1

En este pasaje de la carta comienza algo nuevo. Oímos hablar de falsos maestros, de perturbadores de la alegría, de adversarios, que se han introducido en la comunidad desde fuera. La unidad y la fe de la cristiandad de Filipos están amenazadas. Con acerada pluma sale el Apóstol al paso de estas gentes, acerca de los cuales resulta difícil determinar su procedencia, sus intenciones y metas verdaderas. Parece que el resorte de su actividad era un rebosante entusiasmo de perfección. Se vanagloriaban sin duda de poseer la perfección, o cuando menos de estar en el camino seguro hacia ella, de modo que se sentían como poseídos por la idea de que ya nada les podía ocurrir. Pero la salvación no es nunca algo disponible. Pablo lo pone en evidencia con absoluta claridad.

Dado que la situación de la comunidad de Filipos aquí presupuesta parece ser diferente de la de los capítulos 1 y 2 de nuestra carta, algunos comentaristas admiten que el capítulo 3 presenta una carta nueva e independiente del Apóstol a los filipenses, que Pablo les habría remitido en una fecha posterior y que, a finales del siglo I, habría sido unida a la primera en una sola redacción. No es necesario discutir aquí este problema. Basta con que tengamos en cuenta el carácter de unidad cerrada en sí de esta sección.

1. NO OS DEJéIS ENGAÑAR (3/01b-06).

1b Escribiros siempre las mismas cosas, para mí no resulta enojoso, y a vosotros os dará seguridad. 2 ¡Guardaos de los perros: guardaos de los malos obreros; guardaos de la falsa circuncisión! 3 Pues nosotros somos la circuncisión, los que practicamos el culto según el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no ponemos nuestra confianza en la carne, 4 aunque yo pudiera poner confianza también en la carne. Si algún otro cree tener razones para confiar en la carne, yo mucho más. 5 Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia que hay en la ley, tenido por irreprensible.

Ya desde muy pronto el Apóstol se había visto precisado, en casi todas sus comunidades, en Corinto, en Galacia y ahora también en Filipos, a luchar contra gentes, contra falsos misioneros, que le seguían los pasos y anunciaban un Evangelio diferente del suyo. Para las comunidades esto significaba peligro e inseguridad, y para Pablo, una amenaza contra la obra de su vida. Hace todo cuanto está en su mano para mantener la recta fe en Cristo, el recto Evangelio. Es difícil determinar si lo consiguió enteramente en el decurso de su vida. Probablemente no. Pero, si a pesar de todo, en una época posterior la autoridad del Apóstol logró imponerse y con ella su Evangelio, queda confirmada la experiencia vigente desde entonces en la Iglesia de que las conmociones, crisis y luchas, convulsiones febriles son necesarias para que el Evangelio se imponga en su forma auténtica, se consolide y se extienda. El paso del Evangelio desde el mundo judío siropalestinense al mundo griego ponía en contacto dos espacios vitales diferentes. Los conflictos eran inevitables.

Raras veces es Pablo sarcástico. Llama a ciertas gentes perros, malos obreros, falsos circuncidados. Entonces, como hoy, «perro» era un epíteto injurioso. En el ámbito judío se aplicaba muchas veces al renegado, al hereje, al infiel. También aquí se le da este sentido. Su postura, sus esfuerzos, sus trabajos misionales son baldíos, nocivos, destructivos. Con la circuncisión, Pablo sólo puede aludir a prerrogativas judías, de las que estos tales se gloriaban, y que propagaban, o defendían al menos, como señal de salvación.

Para Pablo, el pueblo de Dios de la antigua alianza ha sido rechazado. Ha nacido un nuevo pueblo. Si se pregunta dónde se ha quedado el orden antiguo, si se busca al heredero que ocupa el puesto del pueblo del pasado, el Apóstol responde: «Nosotros somos la circuncisión» (1). El factor decisivo y determinante es, ahora, el Espíritu, que se hace eficaz y activo por Jesucristo. El Espíritu ha hecho posible un servicio nuevo, realizado en la fe en Cristo. El Espíritu es el reverso de la carne. ésta se refiere al mundo y concretamente al mundo como autoseguridad, a la tentativa de alcanzar en él autonomía y salvación. Pero de este modo el hombre se ve arrojado a sí mismo y remitido a la precariedad de su propia confianza. Confianza y gloria son cosas íntimamente unidas. Dan seguridad o intentan, al menos, persuadir a ello. Hay una confianza y una gloria falsa y otra auténtica; sólo en Cristo alcanzan ambas su justificación.

Pablo comienza a medirse con sus adversarios. Los frentes quedan claramente delimitados. La intención, con todo, de esta controversia no se centra en modo alguno en demostrar que el Apóstol goza de más altas prerrogativas que aquéllos. Más bien los filipenses deben aprender, también en la ocasión presente, de su Apóstol, a tomar la decisión exacta frente al peligro. Pues aquello que sus enemigos alaban como prerrogativas, también lo tiene Pablo. Deben comenzar por reconocer este hecho. La mirada se hunde en el pasado, que, para el Apóstol, es un pasado judío. Ha crecido dentro de una familia y en una casa paterna judía ortodoxa que -de acuerdo con el mandamiento de la ley- hizo circuncidar al niño al octavo día (2). Su patria está en la diáspora, en Tarso de Cilicia (3). Con todo, no es algo evidente de por sí mismo que los judíos vivieran fieles a la fe y a las costumbres recibidas de sus mayores. El nombre hebreo que tiene Pablo y que tienen sus padres testifica que se mantuvieron leales al judaísmo. De hecho, en la diáspora el nombre hebreo era un distintivo preciado para aquellos judíos que practicaban en su vida diaria las costumbres palestinojudías de la patria y que cultivaban la lengua hebrea materna. De la tribu de Benjamín fue también el rey Saúl, nombre que impusieron al Apóstol sus padres.

Todo aquello que los padres procuraron despertar y fomentar en el niño fue llevado adelante, intensificado y radicalizado por el Pablo adolescente y adulto. Se hizo fariseo, y se adhirió a un partido religioso judío que se atenía rigurosamente a la ley (4). Fue apasionado perseguidor de la Iglesia (5). Conoció con toda agudeza la esencia de lo cristiano, como una fuerza que encerraba en su seno la derrota de los valores judíos, y por eso se opuso enérgicamente a su desarrollo, todavía dentro del judaísmo. Sólo a desgana habla el futuro Apóstol de esta etapa de su vida que, a buen seguro, se le había echado en cara más de una vez en la comunidad. Pero precisamente así aparece indiscutible y clara la pureza y la genuinidad de su judaísmo anterior y puede pronunciar unas palabras documentadas y nada sospechosas sobre las relaciones y los límites entre judaísmo y cristianismo, tal como hace ahora.

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1. La espiritualización de la circuncisión que sirve de base a este pasaje se encuentra también en Rom_2:25-29; Col_2:11.

2. Cf. Gen_17:12; «A los ocho días sera circuncidado entre vosotros todo varón de generación en generación, tanto el nacido en casa como el comprado por dinero a cualquier extraño que no sea de tu raza.» Lo mismo en Lev_12:3.

3. Cf. Act_21:39; Act_22:3.

4. Cf. Act_23:6.

5. Cf. 1Co_15:9; Gal_1:13.23.

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2. EL CAMBIO EN LA VIDA DEL APÓSTOL (3/07-11).

7 Pero todas estas cosas, que eran para mí ganancias, las he estimado como pérdidas a causa del Cristo. 8 Pero aún más: incluso todas las demás cosas las considero como pérdida a causa de la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien me dejé despojar de todo, y todo lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no reteniendo una justicia mía -la que proviene de la ley-, sino la justicia por la fe en Cristo, la que proviene de Dios a base de la fe: 10 para conocer a él, la fuerza de su resurrección y la comunión con sus padecimientos, hasta configurarme con su muerte, 11 por si de alguna manera consigo llegar a la resurrección de entre los muertos.

Su vida anterior en el judaísmo fue sincera. Sobre esto nadie puede abrigar dudas. Pero ahora esta vida está orientada en otro sentido. El cambio está marcado por una frase: a causa de Cristo. Es una frase importante. La esperanza del judaísmo se orientaba al Mesías futuro. En él se cumpliría la promesa de liberación total de Israel. ésta era también la esperanza del judío Pablo. Pero reconoció que la promesa se había hecho ya realidad en Jesús, a quien confesaba la comunidad cristiana por él perseguida. El término «Cristo» retiene aquí todavía su sentido pleno y no se ha fijado aún como nombre personal. Ciertamente, la realidad parecía ser distinta de la esperanza. Israel quedaba excluido de la fe en el Cristo, la mayoría de ellos rechazaron el evangelio. El nuevo pueblo de Dios estaba formado por gentiles. El antiguo judío Pablo sentía un dolor sincero ante esta senda de Israel: «Digo la verdad en Cristo, no miento... siento gran tristeza y profundo dolor incesante en mi corazón. Hasta desearía yo mismo ser anatema, ser separado de Cristo en bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne. Ellos son israelitas...» (Rom_1:9-14). El cambio del Apóstol fue debido a su experiencia de Damasco. Es absolutamente indudable que en este pasaje se refiere a aquel acontecimiento. Fue una gracia; fue vencido por Cristo (1). Con todo, aquí habla como si se hubiera tratado de una decisión personal, que reviste incluso de las categorías comerciales de pérdida y ganancia, como si hubiera hecho un cálculo. Frente a la amenaza que se cierne sobre los filipenses, le interesa señalar a la comunidad con su ejemplo la decisión y el camino únicos que pueden llevar a Cristo. Rebajas, compromisos, aunque fueran en lo suplementario, quedan descartados. Serían una traición.

Si comenzar a caminar por la senda del cristianismo fue en Pablo gracia absoluta, no por eso se excluía ya la decisión, la determinación, la acción, la respuesta personal. La gracia quiere actuar, prolongarse en el interior de la vida humana. Para ello necesita la colaboración. El principio ya puesto debe ser mantenido, continuado, realizado. Pablo dio una respuesta afirmativa y la pronunciaba cada vez con mayor firmeza. Lo que consideraba como pérdida, sigue siendo pérdida también ahora, y más aún: basura, excremento, inmundicia.

Hay pasajes en sus cartas que nos resultan decididamente enigmáticos. ¿Cómo es posible que alguien pueda juzgar con tales palabras su propio pasado, todo cuanto antes significaba algo para él, ganancia, tradición gloriosa, santa tradición de los pobres? Pablo no está dispuesto a ningún compromiso. Ha sonado la hora de la separación entre lo cristiano y lo judío. Ha sido preciso este rigor, para tener una visión clara de los límites. Sólo una cosa cuenta ahora: la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús. Para la sensibilidad bíblica el conocimiento no es en modo alguno puramente teórico, un proceso intelectual, un asentimiento de la razón. Abraza y alcanza siempre todas las fuerzas del hombre, es personal. Por eso puede hablar Pablo del conocimiento de su Señor. Este conocimiento personal, total, existencial, le fue concedido en Damasco.

El Apóstol sacó las consecuencias: renunció a todo, a todo cuanto significaba algo para él, y está poseído desde entonces por el deseo de ganar a Cristo. El cumplimiento de este deseo mantiene la tensión de la espera hasta el día futuro. Pues sólo entonces se manifestará si uno se halla en verdad en Cristo, si es cristiano, si lo ha sido o no.

Al rechazar y contraponerse a lo judío, desempeña en los escritos del Apóstol un papel eminente la antinomia entre ley y fe. ¿Es la ley la que lleva a la salvación, o la fe? Teológicamente formulada la alternativa equivale a preguntar: ¿soy justificado ante Dios por la ley o por la fe? La problemática, aquí solamente insinuada, se desarrolla con mayor amplitud en las cartas a los Romanos y a los Gálatas (2). Pero Pablo no renuncia a mencionarla de pasada también en su polémica con la herejía filipense.

Ley y observación de la ley conducen a la justificación por las propias obras, que permite al hombre adoptar una postura reclamatoria ante Dios y referirse a su «propia» justificación. Y aquí ve el Apóstol el pecado radical del hombre, en que éste se desligue de Dios, se apoye en sí mismo, estribe en sí y crea poder justificarse y acreditarse. Se reconoce así el papel de la ley en toda su penosidad y ambivalencia, pero también con una meta y una finalidad querida por Dios. Pablo arranca con energía de la mano del hombre la ley como medio de afirmación de sí mismo ante Dios, al aludir a que sólo procede de Dios aquella justificación que viene por la fe en Cristo. La otra es egoísta, es justificación propia. La justificación, la acción salvadora, sólo puede provenir de Dios, es, en sentido absoluto, gracia (3). La voluntad de afirmarse a sí mismo que tiene el hombre debe destruirse. Aquel que se considera totalmente referido a la gracia, este tal es capaz de la fe.

El conocimiento de Cristo como conocimiento personal se centra en primer término en su resurrección y muerte, en su pasión. Incluye la disposición a renunciar a sí mismo, la disposición al sufrimiento, a la vergüenza, sobre todo cuando advienen por causa de la fe, en el seguimiento de Cristo. Entonces se asemeja el cristiano a su Cristo. A esto le ha orientado el bautismo. «¿O es que ignoráis que cuantos fuimos sumergidos por el bautismo en Cristo Jesús, fue en su muerte donde fuimos sumergidos?» (Rom_6:3). La configuración con Cristo, como proceso continuamente en marcha, la asimilación a Cristo es la ley vital del creyente. En esta tarea puede experimentar la fuerza vital del Señor resucitado como un poder transformador: perdón de los pecados, donación de gracia, liberación de la angustia de la muerte.

Los adversarios parecen tener otra opinión sobre este punto. La figura doliente del Apóstol era para ellos un escándalo. Se negaban a la comunión de sufrimientos, pero afirmaban el poder de la resurrección. Se creían vanamente a seguro en su visión unilateral. Para ellos no sólo se había iniciado ya el futuro de la nueva vida -en lo que Pablo estaba de acuerdo-, sino que se hallaba ya presente y perfectamente cumplido.

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1. Cf. Gal_1:12 17.

2. Rm 1-8; ,26.

3. Sobre la «justicia de Dios» como principio estructural de la doctrina paulina de la justificación, cf. Rom_3:21-26; Rom_1:17; Rom_10:3; 2Co_5:21

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3. NO SE HA LLEGADO AUN AL TéRMINO (3/12-16).

12 No digo que ya tenga conseguido mi objetivo o que ya haya llegado al término, sino que sigo corriendo por si logro apoderarme de él, por cuanto Cristo Jesús también se apoderó de mí. 13 Yo, hermanos, todavía no me hago a mí mismo la cuenta de haberlo conseguido ya; sino que sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, 14 corro hacia la meta para ganar el premio al que Dios nos llama arriba en Cristo Jesús. 15 Así pues, todos los que somos ya maduros, debemos tener estas aspiraciones, y si en algo experimentáis otros sentimientos, esto también os lo aclarará Dios. 16 En todo caso, partiendo del punto adonde hayamos llegado, sigamos caminando en la misma línea.

Pablo se aparta con toda claridad de aquella concepción errónea. él no ha llegado al término, no ha conseguido su objetivo. Pero se sabe en un camino en el que puede desplegar todas sus energías para acercarse al fin. Apenas si es posible imaginarse un cristiano que se haya empeñado en su tarea con más actividad, más decisión y más sacrificio que Pablo. También él tiene que trabajar consigo mismo, negarse, ser paciente, aprender. Pero lo que, considerado desde el exterior, pudiera parecer una actividad de tipo ético, brotaba internamente de muy distintos hontanares. Cristo se había apoderado de él y le había puesto en camino. Aquel a quien Pablo quiere alcanzar era el mismo por quien había sido él alcanzado.

Creer que ya se le ha alcanzado es una opinión necia. La sensación de perfección entrañaba el peligro de adormecer la voluntad moral. La imagen de los atletas de las carreras, tan populares en su tiempo, deben ayudar a esclarecer la situación (Cf. 1Co_9:24-27). Se trata de un premio, que se debe ganar, pero que también se puede perder. Cuando se corre en el estadio, no se piensa en el trayecto ya recorrido, y mucho menos se le ocurre a nadie la idea de abandonarse -por lo ya logrado- a un engañoso delirio de victoria. De este modo, se estaría muy cerca de la derrota. Primero hay que conseguir el laurel. Así es la llamada de Dios al reino celestial. Porque la existencia cristiana surge en virtud de una llamada de Dios, hecha posible por Cristo Jesús. Aquel a quien se habla y tiene voluntad de oír, se convierte en un llamado. Se le coloca bajo la ley de la confirmación. Si se confirma, si da buenas muestras de sí, entonces puede percibir la llamada definitiva divina, con la que Dios llama hacia sí.

Aquellos que se imaginan ser perfectos, deberían meditar este texto. El carácter de peregrinación de la existencia cristiana es, de hecho, una cosa para meditar. Como peregrino (homo viator), condena el cristiano toda suerte de mentira que predica una perfección intramundana, un progreso del espíritu hasta alcanzar el eskhaton. Su tarea no es fácil, ya que es impopular, porque recuerda a los hombres la fragilidad del mundo. Posiblemente las revelaciones y los éxtasis desempeñaron también entre sus adversarios un papel no pequeño. Pablo alude a ello en tono irónico. Allí donde lo religioso se aparta de la verdad, pasan a ocupar el primer plano las cosas raras, los sucesos pseudorreligiosos. El Apóstol es lo bastante sobrio para conocer lo que es necesario. Y esto quiere decir: no volver atrás, no descender de la altura de lo ya conseguido, continuar la carrera por el camino trazado.

4. EL ULTIMO DÍA TRAERÁ LA PERFECCIÓN (3/17-/04/1).

17 Hermanos, seguid todos mi ejemplo y fijaos en los que así caminan, según el modelo que tenéis en nosotros. 18 Pues hay muchos que caminan, de los cuales os hablé muchas veces, y ahora lo digo llorando, como enemigos de la cruz de Cristo; 19 su término es la perdición, su Dios es el vientre y su gloria se funda en sus vergüenzas: son los que ponen sus sentidos en lo terreno. 20 Pero nuestra patria está en los cielos, de la cual aguardamos que venga como salvador el Señor Jesucristo, 21 que transfigurará el cuerpo de esta humilde condición nuestra, conformándolo al cuerpo de su condición gloriosa, según la eficacia de su poder para someter a su dominio todas las cosas. 4,1 Así pues, hermanos míos queridos y añorados, gozo y corona mía, permaneced así firmes en el Señor, queridos.

Las advertencias del Apóstol necesitan aún una regulación positiva, una regla sólida que las empuje camino adelante. La solución que se ofrece es a la par fácil y difícil. El Apóstol se presenta a sí mismo como ejemplo. La idea de la Imitatio Pauli aflora repetidamente en sus cartas; fue, ya al principio del capítulo, el pensamiento rector, cuando se dijo a los filipenses que debían aprender del pasado de Pablo a tomar sus propias decisiones y determinaciones.

Pero la imitación del Apóstol tiene una doble prolongación. En primer lugar, Pablo no es ejemplo en razón de sí mismo, sino que más bien es sólo un transmisor del ejemplo de Cristo. Debe completarse la exposición en el sentido de 1Co_11:1 : «Imitadme a mi, como yo imito a Cristo». De esta manera se pone en claro el puesto de intermediario que adopta el Apóstol, el pastor de almas, entre Cristo y la comunidad. El ejemplo ofrecido debe formar parte necesariamente de la palabra predicada. Ambas, la palabra y la persona, se fecundan mutuamente. Ambas pueden ser recibidas sólo en la fe. También para percibir el ejemplo privado de palabra se requiere un corazón abierto.

El otro aspecto de la prolongación alcanza a sus colaboradores y a las comunidades. Todos cuantos se han decidido a entrar dentro de la predicación de Cristo y del ejemplo del Apóstol están, por su parte, llamados a servir de modelo a los demás. Y esto quiere decir mutua edificación, que trae y produce seguridad. Los creyentes están ordenados unos a otros de forma decisiva.

Junto al ejemplo que edifica se da también el ejemplo que destruye. De éste sólo con lágrimas puede hablar Pablo. Los enemigos de la cruz de Cristo no deben buscarse tan sólo entre los infieles, entre aquellos que se niegan a aceptar el Evangelio. Se han abierto paso también entre las propias filas y están empeñados en difundir su propaganda. Los falsos maestros de Filipos se cuentan entre éstos. Y ahora llegamos a conocer también la raíz del error: el escándalo de la cruz. Niegan la cruz lo mismo que rechazan el sufrimiento y la renuncia en su vida propia. Ambas cosas forman una unidad. Se atienen al Cristo glorioso y se envician de perfección.

Ahora bien, el que deja de lado la cruz, pasa también de largo ante el meollo de la predicación paulina y se hace apóstata. A este tal el Apóstol sólo puede anunciarle el juicio, la perdición. Con palabras nacidas de una encendida polémica generalizada, describe la naturaleza de sus adversarios. Lo que estiman gloria, es vergüenza, su sentir es totalmente terreno.

La comunidad cristiana tiene su patria «en el cielo». Esta orientación no quiere desligarlos de sus responsabilidades terrenas, sino sólo hacerles conscientes de que aquí son peregrinos, de que no se pueden mezclar el cielo y la tierra, como pretenden hacer los adversarios. El paso a la perfección está aún por dar. Sólo cuando el Señor Jesucristo aparezca desde el cielo, se alcanzará la perfección. En este contexto se encuentra la palabra soter, salvador, redentor (1).

Sabemos que en el mundo grecorromano se hablaba mucho de salvadores. Pero aquí no se hace referencia a ningún culto salvador, como el imperial por ejemplo. La función salvadora del Kyrios se concentra en el final, en la última acción, con la que quiere llevar la salvación a su plenitud.

En esta vida, nuestro «pobre cuerpo» nos recuerda de vez en cuando, y acaso siempre, que la expansión de nuestras posibilidades vitales es limitada, que la salvación es algo todavía pendiente. La existencia terrena es corpórea. Esto no quiere decir que lo somático, lo corporal, deba ser disuelto de una vez y por siempre en algo psíquico, espiritual, es decir, incorpóreo. Pablo no discurre según las categorías de la antropología helenística cuerpo-espíritu. Y aunque las conociera, hay otra perspectiva más importante para él: la configuración con Cristo, garantizada por la fe. Alcanzará su cumplimiento con la nueva configuración de nuestra existencia total, corpórea y unitaria. El pobre cuerpo debe ser transformado, de acuerdo con el modelo de su cuerpo glorificado. La imagen de Cristo alcanzará su acuñación completa cuando el hombre se haga partícipe de la gloria de su resurrección.

Esta esperanza tiene la fe, que se orienta al poder, a la omnipotencia concedida al Kyrios, Se trata de un poder de salvación. No debemos temblar ante él, sino asirnos y apoyarnos en él. Y así, la vida cristiana está tendida hacia la liberación. Está en tensión entre liberación y liberación, entre la que ya se nos dio en la señal de la cruz -que nos mantiene bajo su ley a lo largo de nuestra senda terrenal- y aquella otra que deberá hacernos perfectos. Ambas están unidas con el nombre de Jesucristo. En el tiempo intermedio, la tarea consiste en mantenerse firmes en el Señor. Los ataques, las vacilaciones, son muchas. Los filipenses, que son la alegría del Apóstol, serán también su corona de gloria en el día de Cristo. La comunidad y su Apóstol permanecen unidos más allá de las fronteras de los tiempos.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



IV. Exhortación Final, 3:1-4:9.

Cuidado con los judaizantes, 3:1-16.
1 Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor. Escribiros siempre lo mismo no es molesto para mí, y es para vosotros saludable. 2 Ojo a los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de la mutilación. 3 Porque la circuncisión somos nosotros, los que servimos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en la carne. 4 Aunque yo podría confiar en la carne, y si hay algún otro que crea poder gloriarse en ella, yo más todavía. 5 Circuncidado al octavo día, de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo nacido de hebreos, y, según la Ley, fariseo, 6 y por el celo de ella, perseguidor de la Iglesia; según la justicia de la Ley, irreprensible. 7 Pero cuanto tuve por ventaja, lo reputo daño por amor de Cristo, 8 y aun todo lo tengo por daño, a causa del sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor todo lo sacrifiqué y lo tengo por estiércol, con tal de gozar a Cristo 9 y ser hallado en El no en posesión de mi justicia de la Ley, sino de la justicia que nos viene por la fe de Jesucristo y que procede de Dios por la fe; 10 para conocerle a El y el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, conformándome a El en la muerte, 11 por si logro alcanzar la resurrección de los muertos. 12 No es que la haya alcanzado ya, es decir, que haya logrado la perfección, sino que la sigo por si le doy alcance, por cuanto yo mismo fui alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo no creo haberla aún alcanzado; pero dando al olvido lo que ya queda atrás, me lanzo en persecución de lo que tengo delante; 14 corro hacia la meta, hacia el galardón de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús. 15 Y cuantos somos perfectos, esto mismo sintamos; y si en algo sentís de otra manera, Dios os hará ver eso que os digo. 16 De cualquier modo, adonde hayamos llegado, sigamos adelante por los mismos pasos.

Es posible que San Pablo pensase terminar aquí su carta, con esa nueva recomendación a la alegría (v.1a; cf. 2:18). Así parece insinuarlo la expresión por lo demás (?? ?????? ), fórmula que suele emplear en sus cartas cuando se acerca al final (cf. 2Co_13:11; Ef 6, i o; 2Te_3:1). Sin embargo, pruebas seguras no las hay. Sea, pues, que pensase terminar y de momento le viniese a la mente la necesidad de prevenir a los filipenses contra el peligro de los judaizantes, sea que ya de antemano pensase tocar ese tema, lo cierto es que añade una nueva sección, en vista sobre todo a prevenir el peligro judaizante. Como ya indicamos en la introducción, algunos comentaristas creen que se trata de una nueva carta de Pablo, que posteriormente habría sido unida a la primera.
La frase escribiros siempre lo mismo (v.1), no está claro a qué se refiera. Algunos autores la refieren al precedente alegraos, dada la insistencia con que en esta carta recomienda el Apóstol la alegría (cf. 2:18; 4:4); sin embargo, parece más obvio referirla a los avisos que siguen. En este caso, es necesario suponer que Pablo había tratado ya de este tema con los filipenses, sea de palabra, sea en cartas hoy perdidas. El peligro judaizante, con más o menos fuerza, era algo que estaba extendido por todas partes (cf. Hec_15:1; Hec_21:18-26; 2Co_11:22; Gal_2:11-14; Gal_5:1; Col_2:16).
En la actual invectiva contra los judaizantes tiene el Apóstol términos muy duros. Los llama perros, malos obreros, mutilación (v.2). Nada tiene de extraño que les llame malos obreros, pues su labor en la obra del Evangelio era destructiva, más que constructiva; pero ¿qué quiere significar el Apóstol con los términos perros y mutilación? Suponen muchos que, llamándoles perros, trata de devolverles con ironía el epíteto con que el judaismo solía designar a los paganos (cf. M15:26 ), o que usaba ese término como sinónimo de despreciables o de descarados. Más probable parece que no debe urgirse el significado del término y la frase ojo a los perros (??????? ???? ????? ) no es sino el cave canem que se leía a la entrada de las casas romanas, tratando el Apóstol de dar a entender a los filipenses que debían tener mucho cuidado con los judaizantes. En cuanto al término mutilación (???????? ), abstracto por el concreto, es un juego de palabras despectivo con circuncisión (???????? ), la cual, una vez venido Cristo, pierde todo su valor moral y queda asimilada a una simple mutilación, como en los cultos paganos (cf. 1Re_18:28) o en las operaciones quirúrgicas (cf. Gal_5:12). Para San Pablo la verdadera circuncisión es la espiritual de los cristianos, que constituyen el verdadero Israel, y ponen su confianza en Cristo y no en la circuncisión carnal y en ser descendencia de Abraham (v.3; cf. Rom_1:28-29; Rom_9:6-7; Gal_6:15-16).
A partir del v.4, el Apóstol entra personalmente en escena, alegando su experiencia personal, como previniendo la objeción que podían hacerle de que, si despreciaba el judaismo, religión tan venerable, era porque no lo conocía. Empieza, pues, enumerando sus títulos, no sólo de judío, sino de judío de pura cepa y con extraordinario celo por las tradiciones patrias (v.2-6; cf. 2Co_11:22; Gal_1:13-14; Hec_22:3-5). A pesar, sin embargo, de esa su ascendencia judía y de ese sincero celo desplegado, todas esas prerrogativas, que antes consideró como ventaja, hoy las tiene por daño y estiércol, una vez que ha conocido que sólo de Jesucristo nos viene la justificación y la salud (v.7-11). Pensar de otra manera y dar valor a esas cosas, y a los bienes terrestres en general (v.8), como si de ellos dependiera nuestra salud, sería hacer una injuria a Cristo, mediador único y necesario (cf. Gal_2:21; Col_2:6-12). Cuando el Apóstol habla de conocimiento de Cristo (v.5,10), se entiende no de un conocimiento puramente abstracto, sino de un conocimiento que, como es usual en el mundo bíblico, abarca todas las fuerzas del hombre, y en este caso implica transformación interior del que lo adquiere, al irse conformando más y más cada día a Cristo paciente, hasta llegar a la resurrección gloriosa (cf. Rom_4:25; Rom_6:3-11; 2Co_3:18; 2Co_4:10). La oposición que establece entre las dos justicias, la que se busca en la Ley y la que procede de Dios por la fe (v.9), es tema que ha tocado sobre todo en las cartas a Romanos y Calatas (cf. Rom_1:17; Rom_4:1-5; Rom_9:30-33; Gal_2:16; Gal_3:11-14).
Llegado a este punto de su razonamiento, el Apóstol confiesa humildemente que, no obstante haber sacrificado todo por Cristo, todavía no ha llegado a la perfección en la vida espiritual, mediante la configuración paulatina con la muerte de El; de ahí que continúa luchando por alcanzar esa meta (v.12-14). El lenguaje está inspirado en las carreras del estadio, ordinarias en las ciudades griegas. Se imagina a sí mismo el Apóstol corriendo hacia Damasco para encadenar a los fieles; pero detrás de él salió otro corredor: Cristo, que le dio alcance y le apresó (v.12). A partir de ese momento, que dividió su vida en dos mitades, se lanza a una nueva carrera detrás de Cristo, no para perseguirlo, sino para poseerlo; y, aunque ya se unió a él, todavía no lo bastante; por eso corre, buscando apresarle y poseerle más plenamente. La expresión dando al olvido lo que ya queda atrás (v.13), como el corredor que no piensa más que en la meta, no significa que el cristiano no deba recordar y agradecer las bondades pretéritas de Dios con él, como han hecho los santos y como hace el mismo San Pablo (cf. 1Co_15:10; 2Co_11:23); 1° ?16 quiere significar es que la vida cristiana es esencialmente progreso hacia una unión cada vez más estrecha con Dios, y pararse en lo conseguido como si fuera ya la meta final sería la ruina. Hay, pues, que olvidar todo lo que suponga relajación de esfuerzo en la carrera; mas no aquello que contribuya a estimular ese esfuerzo.
Los v.15-16 constituyen una especie de conclusión para los filipenses sobre el modo de enfocar el ideal cristiano. Les dice que cuantos son perfectos, es decir, cristianos ya formados (cf. 1Co_2:6; 2Co_14:20), lo cual no supone que hayan alcanzado la perfección (cf. v.12), deben concebir el ideal cristiano de ese modo que él ha expuesto; si ellos, por no ser todavía perfectos, piensan de otra manera, también en esto, como en otras cosas, Dios les hará ver la verdad (v.15). Pero, de cualquier modo, sea cual sea el punto a que hayamos llegado en nuestra carrera hacia la perfección, sigamos adelante, caminando según la misma regla, como si estuviéramos aún en el principio (v.16). Tal parece ser la interpretación más probable de estos dos versículos, cuyo texto no es del todo claro.

Cuidado con los que aspiran a lo terreno,2Co_3:17-21.
17 Sed, hermanos, imitadores míos, y atended a los que andan según el modelo que en nosotros tenéis. 18 Porque son muchos los que andan, de quienes frecuentemente os dije, y ahora con lágrimas os lo digo, que son enemigos de la cruz de Cristo. 19 El término de ésos será la perdición, su Dios es el vientre, y sa gloria en su vergüenza, que tienen el corazón puesto en las cosas terrenas. 20 Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo, 2l que transformará nuestro cuerpo miserable, conforme a su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas.

Continúa el Apóstol tratando de orientar a los filipenses ante los peligros que amenazaban su vida de cristianos. Y, como norma de carácter general, les propone su propio ejemplo y el de sus íntimos colaboradores (v.17), ya que ellos a su vez imitan a Cristo, (cf. 1Co_11:1).
Luego, concretando más, se refiere a una clase de hombres, que dice ser muchos y a quienes con lágrimas en los ojos se ve precisado a describir como enemigos de la cruz de Cristo., su Dios es el vientre y su gloria en su vergüenza, que tienen el corazón puesto en las cosas terrenas (v.18-19). No es fácil saber a quiénes aljida aquí San Pablo. Bastantes autores creen que sigue hablando de los judaizantes, como en la perícopa anterior. Lo de su Dios es el vientre, sería una alusión a las prescripciones sobre alimentos, a lo que tanta importancia se daba en la religión judía (cf. Rom_14:14-15; Gal_2:12; Gol 2:16); y lo de su gloria en su vergüenza, aludiría a la circuncisión, realizada en el prepucio y tenida por máxima gloria entre los judíos. Parece, sin embargo, más probable que no se trata ya de los judaizantes, peligrosos por sus doctrinas, sino de cristianos indignos, amantes del buen vivir, peligrosos por su conducta (cf. 1Co_5:1-2; 1Co_6:13; 1Co_15:32). Ni ello significa que de tales cristianos hubiese muchos en la comunidad de Filipos; pues el Apóstol habla en general, incluyendo también otras comunidades, y sabemos que incluso entre sus más cercanos colaboradores existieron tales cristianos (cf. 2Ti_4:10). Según esto, las expresiones cuyo Dios es el vientre y cuya gloria en su vergüenza conservarían su significado normal, con referencia al apetito sensual y a poner la gloria en cosas que nos convierten en esclavos y de las cuales más bien nos deberíamos avergonzar.
En contraste con esa clase de hombres que tienen el corazón puesto únicamente en las cosas terrenas, están los auténticos cristianos, que miran el cielo como patria propia, de donde esperan la venida de Jesucristo, que transformará sus cuerpos mortales en cuerpos gloriosos (v.20-21). Esta imagen de ciudadanía (????????? ), muy expresiva para los filipenses, ya la había usado San Pablo anteriormente en 1:27; es una ciudadanía jurídica, a la que es preciso hacer honor con una conducta correspondiente 271. En cuanto a la transformación de nuestros cuerpos, que tendrá lugar en la parusia, es tema que el Apóstol trató extensamente en 1Co_15:35-53.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: Filipenses 3,15-21
Exhorta el Apóstol a los Filipenses a que no sientan altamente de sí, sino que piensen más bien no haber llegado a la última raya de la perfección que echa el sello a la vida, y que de lo malo se guarden, a ejemplo suyo y de los demás.15. Pensemos, pues, así todos los que somos perfectos; que si vosotros pensáis de otra suerte, confío en que Dios os iluminará también en esto y sacará del error.16. Mas en cuanto a los conocimientos a que hemos arribado ya en las verdades de la fe, tengamos los mismos sentimientos y perseveremos en la misma regla.17. ¡Oh hermanosi, sed imitadores míos y poned los ojos en aquellos que proceden conforme al dechado nuestro que tenéis.18. Porque muchos andan por ahí, como os decía repetidas veces (y aun ahora lo digo con lágrimas) que se portan como enemigos de la cruz de Cristo,19. el paradero de los cuales es la perdición; cuyo dios es el vientre, y que hacen gala de lo que es su desdoro, ajenados a las cosas terrenas.20. Pero nosotros vivimos ya como ciudadanos del cielo, de donde asimismo estamos aguardando al salvador Jesucristo Señor Nuestro,21. el cual transformará nuestro vil cuerpo, y le hará conforme al suyo glorioso, con la misma virtud eficaz con que puede también sujetar a su imperio todas las cosas.Trató arriba de cuan menguado se sentía en materia de última perfección, y ahora exhorta a los otros a que sientan lo mismo, y qué requisito para esto se les exige. Dice pues: "pensemos así los que somos perfectos", es a saber, lo que yo pienso y siento: que no soy perfecto. Mas ¿cómo no sentirnos como no perfectos si perfectos somos? Respondo que sí, efectivamente, no nos sentimos perfectos con la perfección de comprensión de la patria, es a saber, cuando actualmente toda la intención se pone en Dios; no así en la perfección de la vía, en que habitualmente referimos lo que hacemos a Dios, es a saber, que nada hagamos en contra suya.Y dice: "todo el que", porque cuanto es más uno perfecto por más imperfecto se tiene (Jb 42; Hb. 5). "Que si vosotros pensáis de otra suerte..." Esto lo expresa la Glosa de 4 modos, dos de cuyos sentidos, los más ajustados a la letra, se ponen primero. Uno de ellos dice así: digo que sintáis lo que yo, es a saber, que sois imperfectos; con todo, si otra cosa pensáis, esto es, en mejor concepto os tenéis que en el que yo me tengo, sin duda se os ha dado a conocer por revelación divina. Si así es, no os voy a llevar la contra, tanto con mayor razón cuanto la revelación que habéis tenido se os ha comunicado con más luz y fuerza que no a mí, y cedo de mi derecho; mas no quisiera que, por tal revelación, de la unidad de la 1glesia se os siga separación; mas como fruto de ella, esto es, de la unidad, mantengamos, donde estamos, que el mismo sentir tengamos. Y esta unidad de la 1glesia consiste en otra unidad: de la verdad de la fe y rectitud de la buena obra, que hay que guardar en su ser (2Co 13). Apliqúese la misma regla a la virtuosa vida y buenas obras (Ga 6).O de este segundo modo: digo que, aunque por ignorancia o por flaqueza, otro sentido le deis al que tiene la verdad, con verdadera humildad así lo reconozcáis, ni con necia terquedad protervos lo defendáis (Mt XI).O de este tercero: digo que lo mismo sintamos, es a saber, que aún no comprendimos; mas si ahora sois de otro parecer que el que tendremos en lo futuro, porque ahora vemos como en espejo, entonces cara a cara, en aquel mundo futuro, Dios lo dará a conocer (Sal 28).O de este cuarto: sea que aquí a obscuras, o allí a plena luz, vuestros sentires tengáis, puesto que la fe es de Dios, Dios lo dará a conocer y os sacará del error. Lo siguiente en v. 16 con lo anterior no se muda.- "¡Oh hermanosi, sed imitadores míos". 1ndúcelos, para evitar a los malos, a imitarlo a él y a otros buenos; propone su intento y la razón de él. Dice pues: ya que por basura tengo estas cosas... ; y en esto me habéis de imitar, puesto que soy el pastor, vosotros ovejas mías, si os dais a mi imitación (Jn X; 1Co 4 y XI). - "y poned los ojos", esto es, considerad atentamente "a aquellos que proceden conforme al dechado que tenéis en mí"; lo que podéis averiguar por la enseñanza y normas que os he dado (1Tim 4; 1 P. 5).- "Porque muchos andan por ahí... que se portan como enemigos de la cruz de Cristo". Este es el por qué de la admonición, y primero de parte de los que han de evitar; luego de los que han de imitar. Mas porque no parezca que lo dice movido de odio, se adelanta a manifestarles su afecto, y señala (como con el dedo) a los que han de hurtarles el cuerpo. Dice pues: digo que es menester someter a observación a los que como dechados proponéis a imitación; porque con otra andadura, yendo de mal en peor, unos andan por ahí (Sal 1 8), "como os decía repetidas veces", en presencia vuestra, "y aun ahora lo digo con lágrimas" de compasión (Jr 1X). ¿El motivo? Porque son "enemigos de la cruz de Cristo", cuya enemistad describe de obra y de intento: "cuyo dios es el vientre", y cuyo paradero, "la perdición". Ocúpanse éstos en ejercitar su enemistad contra la cruz de Cristo, por decir que nadie puede salvarse sino por medio de las observancias legales, con lo que reducen a nada la virtud "de la cruz de Cristo"; ."porque si por la Ley antigua se obtiene la justicia, luego en balde, esto es, sin ningún provecho, murió Cristo". "A la verdad que la predicación de la cruz parece una necedad a los ojos de los que se pierden; mas para los que se salvan, esto es, para nosotros, es la virtud y poder de Dios" (1Co !,18). ¿Y qué consecuencias traerá eso? Ciertamente para nosotros la vida por la cruz de Cristo; para ellos, por el contrario, la muerte en que incurrirán; en razón de lo cual dice: "cuyo paradero es la perdición", es a saber, de la muerte eterna (Jb 28).Descríbelos luego cuanto a su intención, que pone de manifiesto e indica su paradero. Dice pues: "cuyo dios es su vientre"; como si dijera: tiéneles cuenta esparcir tales errores, es a saber, la guarda de las observancias legales, por la ganancia y gloria propia, para dar gusto a su vientre (Rm 16; Sir 6). Y llámalo Dios porque es propio de Dios ser el primer principio y el fin último; de ahí que a quien tiene por fin otra cosa que no Dios, esa cosa le es su dios.Asimismo, contra lo que dice San Juan: "yo no busco mi gloria", ellos buscan su gloria; mas lo que de ahí sacarán será su propia confusión (Os. 4). ¿Quiénes? "Los que se aferran a las cosas terrenas", esto es, los que huelgan con ellas y buscan esas bagatelas. Se llenarán de confusión, porque su estado es transitorio. "Si viviereis según la carne moriréis" (Rm 8,13). A propósito del dios vientre comenta la Glosa: es propio de Dios justificar; por tanto, quienes en los manjares ponían su justificación llamaban dios a su vientre. Dígase otro tanto de la confusión, por tratarse de cosas que la acarrean, es a saber, la circuncisión en las partes vergonzosas y la matanza de brutos animales.Indica, por consiguiente, a quiénes hay que imitar: "pero nosotros vivimos ya como ciudadanos del cielo",y describe en ellos esa celeste vida, su utilidad y la espera del Salvador. Dice pues: aquéllos están resabiados a cosas terrenas y de otra cosa no gustan; no así con nosotros, que vivimos ya como ciudadanos del cielo, esto es, cuyo trato y granjeria recibe su perfección de contemplar lo divino (2Co 4).Asimismo por el afecto, que se nos va a solo lo celestial.También por la operación que da en representación de la vida celestial (1Co 5). Pero ¿por qué está en el cielo nuestro trato y granjeria? Porque esperanza tenemos en él del mejor socorro (Sal 120; Mt 6). De ahí que diga: "de donde asimismo aguardando estamos a nuestro Salvador" (Is 30; Lc 12). Tres efectos obrará esta venida:a) la común resurrección: "el cual reformará nuestro vil cuerpo", esto es, abyecto, porque está sujeto a la muerte (Jb 25; 1Co XV). Este cuerpo así envilecido lo reformará, esto es, lo tornará al molde primitivo (Rm 8);D) ia imitación de los santos; por eso dice: "le hará conforme al suyo glorioso"; puesto que el Cuerpo de Cristo fue glorificado por la gloria de su divinidad, gloria a que llegó por los méritos de su Pasión. Así pues, todo aquel que por la gracia de la virtud divina participa y la pasión de Cristo imita asimismo será glorificado (Ap. 3; 1 Jn 3; Mt 13). Y esto lo hará según la operación de su divinidad, esto es, por su virtud sobre él, por la cual podrá tener todo rendido a sus pies; pues todos estarán sometidos a Cristo, unos en orden a la salud y otros con destino a la pena; en los primeros ejercerá su misericordia, en los segundos su justicia (Sal 8; 1Co 15; Jn 5).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



26 (III) Parte segunda: Advertencia contra los falsos maestros (3,lb-4,l). El brusco cambio de tono y contenido que se pro(-)duce en este punto indica que esta parte de Flp procede de una comunicación posterior (Car(-)ta C; ? 4, 9 supra). Los adversarios eran, al pa(-)recer, predicadores cristianos itinerantes, que en nombre de una «perfección» más alta (w. 12-16) intentan imponer a los conversos de origen gentil lo que a los ojos de Pablo es la esencia de un judaismo superado por el acto de Dios realizado en Cristo. 2. los perros: La aplicación a otros cristianos que hace Pablo de este típico insulto despectivo -reservado en círculos judíos para los gentiles, los impuros y los no judíos en generalrefleja la intensidad de su convicción de que estaban deformando el evangelio; cf. v. 18. mutilarse: A los adversa(-)rios no se les concede siquiera el término «cir(-)cuncisión». El rito carnal del que alardean es simplemente «mutilación» (katatomé) de la carne; cf. la práctica de los profetas de Baal (1 Re 18,28). 3. la verdadera circuncisión somos nosotros: Una «circuncisión» espiritual y mo(-)ral «del corazón», más agradable a Dios que el rito exterior, aparece presagiada en la tradi(-)ción judía (Jr 4,4; 9,24-25; Lv 26,41; Dt 10,16; 30,6; Ez 44,7; cf. 1QS 5,5.26). Pablo sólo ad(-)mite esta circuncisión interior como válida pa(-)ra la era escatológica y la hace propia de la co(-)munidad cristiana (Rom 2,25-29; cf. Col 2,11). servimos por el Espíritu de Dios: Uno queda cualificado para el «culto aceptable» de la vida cotidiana (Rom 12,1), no por marcas físicas, sino por la circuncisión del corazón (nueva vi(-)da moral), que el Espíritu crea en quienes es(-)tán «en Cristo» (Rom 2,29; 8,1-13). no confia(-)mos en la carne: Sarx denota la naturaleza humana en cuanto no redimida y en cuanto que no responde a la gracia escatológica de Dios (-«Teología paulina, 82:103). La circunci(-)sión física pertenece irremediablemente a esta esfera. 4. yo mismo: Pablo refuta las afirma(-)ciones judaizantes contando su propio descu(-)brimiento de cómo éstas fueron reemplazadas total e irreversiblemente por Cristo. Realza el efecto aceptando por un momento los crite(-)rios judíos clave: en lo que a eso respecta él posee credenciales impecables, y hasta mejo(-)res. 5. circuncidado...: cf. la lista parecida de 2 Cor 11,22. hebreo: Es decir, judío de habla gr. que también hablaba «hebr.» (= ar.; cf. Hch 21,40). fariseo: Pablo se adhirió a ese partido religioso del judaismo que se distinguía sobre todo por su celo por la ley y la aplicación de ésta a la vida cotidiana. 6. perseguidor: La últi(-)ma «credencial» de Pablo; véanse Hch 8,3; 9,1-2; 22,4-5; 26,9-11; 1 Cor 15,9; Gál 1,13. justicia basada en la ley: La posición escatológica co(-)rrecta a los ojos de Dios basada en la fiel ob(-)servancia de la ley. irreprochable: Esta afirma(-)ción nos advierte que no entendamos la lucha bajo la ley, que aparece en Rom 7,7-25, de ma(-)nera estrictamente biográfica. 7. lo consideré: Utilizando un lenguaje de «pérdidas y ganan(-)cias» que recuerda la contabilidad, Pablo pasa a contar el cambio total que tuvo lugar en su vida en el momento de su conversión, por Cris(-)to: Frente al cúmulo de privilegios y lealtad asociado con su vida anterior, se coloca sim(-)plemente la persona de Cristo. 8. conocimien(-)to de Cristo Jesús mi Señor: Tal «conocimien(-)to» va más allá del saber intelectual hasta in(-)cluir, en el sentido del AT, experiencia y honda entrega personal; además, transforma al sujeto a semejanza de aquel que es conocido (cf. 2 Cor 3,18). sufrí la pérdida de todo: Continúa la imagen comercial: tal «conocimiento» de Jesús relativiza el valor de todos los vínculos anterio(-)res, de manera que es posible abandonarlos li(-)bremente, y hasta con alegría (cf. Mt 13,44-46). basura: La palabra gr. skybala significa «basu(-)ra» o «excremento»; en cualquier caso, algo de lo que uno se deshace de manera irrevocable.
9. ser encontrado en él: Pablo espera aparecer ante Dios en el juicio escatológico como al(-)guien totalmente identificado con Cristo, no contando con una justicia mía: Comienza aquí un compendio breve, pero extraordinariamen(-)te apropiado, de la doctrina de la justificación, tan fundamental en Rom y Gál (? Teología paulina, 82:60-70). basada en la ley: La ley para Pablo es en sí misma «santa, justa y buena» (Rom 7,12), pero debido al pecado, que ella no puede remediar, sigue siendo una vía fatal(-)mente defectuosa para llegar a la justicia, y conduce a la muerte, la que viene a través de la fe: El evangelio proclama que la verdadera y correcta posición escatológica nace únicamen(-)te de la aceptación en la fe del ofrecimiento por parte de Dios de una relación renovada con él, ofrecimiento hecho de manera gratuita y mise(-)ricordiosa en Cristo (Rom 3,21-26). en Cristo: El griego se podría entender también en el sen(-)tido de la fe propia de Cristo; cf. su «obedien(-)cia» (Rom 5,19; Flp 2,8). la justicia que viene de Dios: Toda justicia humana procede en última instancia de la propia justicia de Dios, es decir, de su fidelidad salvífica a la creación, que lo impulsó a extender su mano y a ofrecer de buen grado aceptación y salvación a un mundo que no lo merecía. Los creyentes reciben su justicia «de Dios», por cuanto, absteniéndose de toda pretensión independiente de posición correcta, se dejan arrastrar en Cristo a la esfe(-)ra y ámbito de la propia justicia de Dios (2 Cor 5,21) . 10. conocerle a él y el poder de su resu(-)rrección: «Conocer a Cristo» significa experi(-)mentarlo como «Espíritu que da vida» (1 Cor 15,45; 2 Cor 3,17), como aquel que aquí y aho(-)ra está venciendo a las fuerzas de la muerte y preparando a los cristianos para la resurrec(-)ción (cf. v. 21; véase Fitzmyer, TAG 202-17). participación en sus sufrimientos: Es precisa(-)mente en la debilidad del sufrimiento donde uno experimenta con más fuerza el poder que está efectuando la resurrección; véase esp. 2 Cor 4,7-18. configurarme con su muerte: Para el cristiano, la senda de la resurrección sigue la de Cristo: cuanto más perfecta sea la «configu(-)ración», más segura será la llegada a la meta (cf. Rom 6,3-4; 8,17). 27 12. no... ya perfecto: Contra las falsas pretensiones de los adversarios, Pablo niega que la «perfección» sea algo alcanzable en es(-)ta vida. Utiliza la imagen de la carrera para mostrar que lo importante es dejar irrevoca(-)blemente atrás los logros pasados y centrar la atención en lo que está por delante. 14. el pre(-)mio de la llamada desde arriba: Al final de una carrera, el juez llama al ganador por su nom(-)bre y título para que suba a recibir la corona de vencedor. Por «llamada» entiende aquí Pa(-)blo el llamamiento de Dios al cristiano, cuan(-)do haya concluido la «carrera» escatológica, para subir y unirse a Cristo en la vida eterna; éste y sólo éste es el momento de la «perfec(-)ción» (véase V. C. Pfitzner, Paul and the Agón Motif [NovTSup 16; Leiden 1967] 139-53). 18. enemigos de la cruz: Los adversarios son «ene(-)migos de la cruz» por cuanto predican algo (la circuncisión) que niega la eficacia de aquélla, invalidan el costoso sacrificio de sí mismo he(-)cho por Cristo (Gál 2,21). 19. perdición: Rui(-)na escatológica. cuyo dios es el vientre: Esto hace referencia, o al celo por las leyes alimen(-)tarias judías o al egoísmo en general (Rom 16,18) . su vergüenza: Presumir de la circunci(-)sión (w. 2-3) es «gloriarse» de algo (el órgano sexual) que, por lo demás, uno ha de cubrir con modestia (cf. 1 Cor 12,23). cosas terrenas: Todo lo perteneciente al viejo eón, ahora sus(-)tituido por Cristo. 20. nuestra ciudadanía está en el cielo: Aunque todavía no han llegado ple(-)namente al nuevo eón, los cristianos ya están empadronados como ciudadanos de la «ciu(-)dad celestial» (cf. Gál 4,24-27; Ef 2,19); véase el comentario a 1,27. 21. transformará nuestro mísero cuerpo: Los cuerpos de los cristianos, que actualmente son partícipes de la mortali(-)dad de la vida presente, no pueden entrar en la gloria final sin pasar por una «transfor(-)mación»; véase 1 Cor 15,50. en la forma de su cuerpo glorioso: Cristo resucitado es también modelo en cuanto representante de la verda(-)dera humanidad que Dios quiso para los seres humanos desde el principio (Rom 8,19-21.29-30). someterse todo: Pablo alude al Sal 8 (v. 7), que para él habla del reinado mesiánico de Cristo (1 Cor 15,25-28; Rom 8,20; cf. Ef 1,22; Heb 2,6-9; 1 Pe 3,22).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 Hee warneth them to beware of the false teachers of the Circumcision, 4 shewing that himself hath greater cause then they, to trust in the righteousnesse of the Law: 7 which notwithstanding hee counteth as doung and losse, to gaine Christ and his righteousnesse, 12 therein acknowledging his owne imperfection. 15 Hee exhorteth them to be thus minded, 17 and to imitate him, 18 and to decline the waies of carnall Christians.
1 Finally, my brethren, reioyce in the Lorde. To write the same things to you, to me indeed is not grieuous: but for you it is safe.
2 Beware of dogs, beware of euill workers: beware of the concision.
3 For we are the circumcision, which worship God in the spirit, and reioyce in Christ Iesus, and haue no confidence in the flesh.
4 Though I might also haue confidence in the flesh. If any other man thinketh that hee hath whereof hee might trust in the flesh, I more:
5 Circumcised the eight day, of the stocke of Israel, of the tribe of Beniamin, an Hebrew of the Hebrewes, as touching the Law, a Pharise:
6 Concerning zeale, persecuting the Church: touching the righteousnesse which is in the Law, blamelesse.
7 But what things were gaine to me, those I counted losse for Christ.
8 Yea doubtlesse, and I count all things but losse, for the excellencie of the

[Belly-gods.]

knowledge of Christ Iesus my Lord: for whom I haue suffered the losse of all things, and doe count them but doung, that I may win Christ,
9 And be found in him, not hauing mine owne righteousnesse, which is of the Law, but that which is through the faith of Christ, the righteousnesse which is of God by faith:
10 That I may know him, and the power of his resurrection, and the fellowship of his sufferings, being made conformable vnto his death,
11 If by any meanes I might attaine vnto the resurrection of the dead.
12 Not as though I had already attained, either were already perfect: but I follow after, if that I may apprehend that for which also I am apprehended of Christ Iesus.
13 Brethren, I count not my selfe to haue apprehended: but this one thing I doe, forgetting those things which are behinde, and reaching forth vnto those things which are before,
14 I presse toward the marke, for the price of the high calling of God in Christ Iesus.
15 Let vs therefore, as many as bee perfect, bee thus minded: and if in any thing ye be otherwise minded, God shal reueale euen this vnto you.
16 Neuerthelesse, whereto wee haue alreadie attained, let vs walke by the same rule, let vs minde the same thing.
17 Brethren, be followers together of me, and marke them which walke so, as ye haue vs for an ensample.
18 (For many walke, of whome I haue told you often, and now tell you euen weeping, that they are the enemies of the crosse of Christ:
19 Whose end is destruction, whose God is their belly, and whose glorie is in their shame, who minde earthly things.)
20 For our conuersation is in heauen, from whence also we looke for the Sauiour, the Lord Iesus Christ:
21 Who shall change our vile bodie, that it may bee fashioned like vnto his glorious body, according to the working whereby he is able euen to subdue all things vnto himselfe.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Llamado a una ciudadanía celestial

Desde el pensamiento de sus propias grandes ambiciones inflamadas por el amor de Cristo, y desde el pensamiento de aquellos con un concepto equivocado de la perfección, Pablo se vuelve a pensar en otros dentro de la comunidad de la iglesia cristiana cuyas vidas sólo puede contemplar con pena y dolor.

18, 19 En dos formas la cruz es el verdadero centro del cristianismo. Es central porque creemos que a través de la muerte de Cristo sobre ella somos perdonados y aceptados por Dios y así tenemos la vida eterna. La cruz también es central para nuestra comprensión del discipulado. Jesús nos llama a cargar nuestra cruz y seguirle (Mar. 8:34; Luc. 9:23), y Pablo sabía que debía participar en sus pa decimientos, para ser semejante a él en su muerte (v. 10). Parece claro que fue en esta segunda manera que esta gente de quien Pablo escribe eran enemigos de la cruz de Cristo. En vez de aceptar la senda de la autonegación en el discipulado, habían hecho de sus propios apetitos físicos su dios, se jactaban en lo que en realidad era vergonzoso, y ponían sus mentes en lo terrenal. Esto quiere decir que en lugar de encontrar en la cruz tanto su salvación como su estilo de vida, estaban en un camino que podría conducir sólo a la destrucción.

20 El pensamiento de aquellos cuyas vidas están dominadas por el deseo de las cosas terrenales lleva al Apóstol a decir que los verdaderos cristianos saben que su vida y su ciudadanía están ahora en los cielos con Cristo (cf. Ef. 1:3; 2:6; Col. 3:1-4). Los filipenses podrían estar orgullosos de su ciudadanía en una colonia romana (ver la Introducción), tal como todos tenemos una ciudadanía terrenal que tiene sus privilegios y obligaciones. Pero tanto ellos como nosotros hemos de valorar encima de todo el regalo de una vida y una ciudadanía celestiales, y vivimos en la esperanza de nuestra herencia venidera que recibiremos por completo en el futuro. Así, esperamos ardientemente la reaparición en los cielos de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo.

21 La venida de Cristo significará la transformación de nuestro cuerpo de humillación para que tenga la misma forma de su cuerpo de gloria (cf. 2 Cor. 4:16-5:4; 1 Jn. 3:2) por el poder de Dios a cuyo obrar no puede haber últimamente limitación ni impedimento. El cuerpo que tenemos no es despreciable, pero es un signo de nuestra condición humillada (la misma palabra se usa en el cántico de María en Luc. 1:48). Ahora nuestros cuerpos están sujetos al dolor, sufrimiento y debilidad; pero luego serán levantados inmortales e imperecederos (ver 1 Cor. 15:35-54).

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El ejemplo de Pablo. Con palabras apremiantes y llenas de afecto, Pablo propone a los filipenses su vida como ejemplo, en contraste radical con el comportamiento de los «enemigos de la cruz de Cristo» (18) que buscan su seguridad en ritos y prestaciones puramente humanas (1Co_1:22s), que dan una importancia desmesurada a observancias sobre alimentos (cfr. Rom_16:18), para quienes su mayor orgullo es la circuncisión (19).
De nuevo hay que decir que la lucha sin cuartel del Apóstol no es contra ritos más o menos inocentes, sino contra la idolatría latente en esas prácticas religiosas, es decir: todo aquello que, siendo perecedero y transitorio, ocupa, sin embargo, un lugar de importancia desproporcionada en nuestras vidas, reduciendo el horizonte de nuestra existencia y cerrándolo a aspiraciones más altas. Los ritos y prácticas de los enemigos de la cruz de Cristo del tiempo de Pablo tienen hoy otros nombres: son los nuevos dioses de la riqueza explotadora del pobre, del poder opresivo y discriminatorio, de todos los egoísmos individuales y colectivos que nos marcan como ciudadanos de un mundo corrompido.
Por el contrario, el horizonte que propone el Apóstol es el horizonte sin límites de Dios: «somos ciudadanos del cielo» (20), de una ciudad donde gobierna Dios mismo (cfr. Heb_12:22). Y este reino de Dios de hermandad, de justicia y de paz no es sólo una promesa vaga de futuro, sino que se está haciendo presente aquí y ahora, por la muerte y resurrección de Cristo, en la sociedad alternativa formada por los «consagrados a Cristo Jesús que residen en Filipos» (Heb_1:1) y por los descendientes de aquellos primeros cristianos que somos nosotros.
La esperanza de la victoria final de Jesucristo la ve Pablo simbolizada en la resurrección futura «que transformará nuestro cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso» (21). Es la fidelidad a esta vida cristiana la que el Apóstol recomienda a los filipenses con las expresiones más tiernas y apremiantes que hayan podido salir de su corazón: «hermanos queridos y añorados... amados míos que son mi alegría y mi premio» (4,1).

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_16:18

[2] Heb_11:13-16; Hch_3:20-21; Col_3:1-4; 1Ti_1:1+

NOTAS

3:19 (a) Alusión a las observancias relativas a los alimentos que tanta importancia tenían en la religión judía, Lv 11; ver Rom 14; Rom_16:18; Gál_2:12; Col_2:16, Col_2:20 s; Mat_15:10-20 p; Mat_23:23-26; Hch_15:20.

3:19 (b) Probable alusión al miembro sometido a circuncisión.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_16:18

[2] Heb_11:13-16; Hch_3:20-21; Col_3:1-4; 1Ti_1:1+

NOTAS

3:19 (a) Alusión a las observancias relativas a los alimentos que tanta importancia tenían en la religión judía, Lv 11; ver Rom 14; Rom_16:18; Gál_2:12; Col_2:16, Col_2:20 s; Mat_15:10-20 p; Mat_23:23-26; Hch_15:20.

3:19 (b) Probable alusión al miembro sometido a circuncisión.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. "Los perros" es un epíteto con que los judíos expresaban su desprecio por los paganos. Pablo lo aplica irónicamente a los predicadores cristianos que hacían de la obediencia a las prescripciones legales del Judaísmo una condición necesaria para alcanzar la justificación.

3. Ver nota Col_2:11; Rom_2:25-29.

4-6. Ver nota 2Co_11:22.

12. "Alcanzado por Cristo Jesús": el Apóstol se refiere a su conversión en el camino de Damasco. Ver Hec_9:1-9.

19. "Su dios es el vientre": esta expresión contiene probablemente una alusión irónica a las prescripciones relativas a los alimentos, que tenían tanta importancia en el Judaísmo. Ver Lev_5:11; Deu_14:3-21; Mar_7:18-19; Mar_10:12-15; Gal_2:12.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— vientre: Probable alusión a las prescripciones alimenticias ordenadas por los defensores de la ley judía (ver Rom 16:18; Col 2:16; Col 2:20-21). Pero puede también referirse a la sujeción tiránica al apetito sensual.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.3 Jer 4.4; Ro 2.25-29; Col 2.11.

[2] 3.5 Gn 17.12; Lv 12.3.

[3] 3.5 Hch 23.6; 26.5.

[4] 3.6 Hch 8.3; 22.4; 26.9-11.

[5] 3.6 Gl 1.14.

[6] 3.9 Cf. Ro 1.17; Ro 3.20-24; Gl 2.21; 3.21.

[7] 3.10 Cf. Flp 1.29; 2 Co 1.4-7; Col 1.24; 1 P 4.13.

[8] 3.20 Cf. Ef 2.19.

[9] 3.21 1 Co 15.35-37.

[10] 3.3 Jer 4.4; Ro 2.25-29; Col 2.11.

[11] 3.5 Gn 17.12; Lv 12.3.

[12] 3.5 Hch 23.6; 26.5.

[13] 3.6 Hch 8.3; 22.4; 26.9-11.

[14] 3.6 Gl 1.14.

[15] 3.9 Cf. Ro 1.17; Ro 3.20-24; Gl 2.21; 3.21.

[16] 3.10 Cf. Flp 1.29; 2 Co 1.4-7; Col 1.24; 1 P 4.13.

[17] 3.20 Cf. Ef 2.19.

[18] 3.21 1 Co 15.35-37.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*3:17-21 Los adversarios de Pablo andan obsesionados por valores (judíos) ya superados (Flp 3:17-19); frente a ello, la esperanza cristiana se centra en los bienes escatológicos de la resurrección según el modelo del Cristo glorioso (Flp 3:20 s).

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a 2Ts 1:9;b Rom 8:5-6; Col 3:2

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La imitación de los santos -y no la de los enemigos de la cruz del Señor- es camino seguro para ser eficaces en el servicio a Dios y a los demás. Como ciudadanos del Cielo los cristianos debemos vivir una vida alegre y confiada, propia de hijos de Dios, que se funda en la esperanza de la venida del Señor y de la resurrección.


iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I ἀπώλεια I] es destrucción

[I θεὸς I] dios es

[I ἐν I] está en

[I τὰ I] en las cosas.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

piensan... → v. Flp 3:15.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[c] adoran … deseos. Lit. su dios es el estómago.

Torres Amat (1825)



[8] Que recibí en mi conversión.

[10] Muriendo a todos mis vicios.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Mt 6:19 *Col 3:2