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Pues habéis oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la iglesia de Dios para destruirla, (Gálatas 1, 13) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 1

ENCABEZAMIENTO 1,1-5

1. REMITENTE Y SEÑAS (1/01-02).

1 Pablo, apóstol no por autoridad humana ni por mediación de un hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que lo resucitó de entre los muertos.

Al principio de la carta está el nombre del remitente. Junto al nombre, Pablo añade inmediatamente su título de apóstol. Así da a su carta, ya desde el principio, carácter oficial. El apóstol es el «enviado» a quien se ha dado un mensaje y autoridad. Tiene una misión que desempeñar. Este tipo de enviados plenipotenciarios se conocía ya en el judaísmo de la diáspora anterior al cristianismo; llegaban a las comunidades de la diáspora en nombre de las autoridades centrales de Jerusalén. Este mismo contenido es el que yace en la idea cristiana de apóstol. Sólo que aquí quien confía la misión es Cristo.

Pablo afirma que su misión no provino de una autoridad humana. Tampoco ha recibido su autoridad por mediación de un hombre. Según parece, en las comunidades gálatas se ha olvidado esto. Los falsos maestros que se han introducido en las comunidades después de su fundación y de la visita del Apóstol, han impugnado entre los gálatas la autoridad apostólica de Pablo Probablemente menospreciaban al Apóstol diciendo que no pertenecía a los doce que Jesús había elegido y enviado, que Pablo no había estado desde el principio junto a Jesús y que, por tanto, no podía ser apóstol. Una vez que estos argumentos habían encontrado eco se podía hacer sospechosa también la predicación de Pablo.

El problema es digno de ser tomado en serio: ¿sólo puede ser apóstol quien ha conocido a Jesús en su vida terrena? 3. En la elección del apóstol Matías éste fue el requisito decisivo. Pero Jesucristo había elegido también otro instrumento y le había hecho apóstol suyo sin seguir ese camino «normal». Nadie puede trazar sus caminos; es libre en sus decisiones y acciones.

Pablo es enviado por Jesucristo. De el ha recibido su misión apostólica, a las puertas de Damasco. Sabe muy bien que Pedro y el resto de los doce vieron al resucitado antes que él (1Co_15:5), que él es «el menor de los apóstoles», «indigno de llamarse apóstol», porque ha perseguido a la Iglesia de Dios. Pero sabe también que es apóstol por la gracia de Dios (1Co_15:8-10). Es, pues, el mensaje de Cristo el que Pablo predicó y predica a los gálatas y es con la autoridad de Cristo con la que les habló y les habla. Es el mismo Cristo quien nos sale al encuentro en Pablo.

Tras Jesucristo está Dios Padre. Aunque Pablo le nombra aquí después de Cristo, designa al Padre como principio último del ministerio apostólico. En último término, el poder apostólico es una misión de parte de Dios, no de parte de alguna autoridad humana. En la revelación de Cristo, que tuvo lugar a las puertas de Damasco, Pablo conoció que Dios es quien resucitó a Jesús de entre los muertos, tuvo experiencia del Dios viviente, el creador, que actúa aún hoy en la resurrección del Hijo y también en la vocación de Pablo. El poder creador de Dios es actual.

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3. Cf. Act_1:21 s.

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2... y todos los hermanos que están conmigo, a las Iglesias de Galacia:

Junto con Pablo, otros cristianos envían la carta. Son corremitentes. No son mencionados por sus nombres, pero Pablo da importancia al hecho de escribir y enseñar de acuerdo con los hermanos. No se refiere tanto a algunos individuos determinados cuanto a la totalidad de los hermanos. El apóstol no habla sólo en virtud de su autoridad apostólica; habla de acuerdo con todos los demás cristianos. La fe de la Iglesia es norma para cada una de las comunidades. Un individuo puede equivocarse, pero la totalidad de los cristianos está bajo la asistencia del Señor y de su Espíritu 4.

Las iglesias de Galacia son las destinatarias de la carta. Se refiere a varias comunidades cristianas de la región de Galacia. La carta es una circular que debe pasar de una comunidad a otra; todas las comunidades corren el mismo peligro: ser desgajadas de la comunión de la fe por los falsos maestros. Deben acordarse de la comunidad mayor a que pertenecen.

Pablo se dirige a los cristianos, que conoce, llamándolos, muy escuetamente, «lglesias de Galacia». Al principio había aludido a su cargo de apóstol y ahora omite algo que pone en casi todas sus cartas posteriores a las comunidades. No designa a las Iglesias de Galacia con ningún título. Pablo no llama a los gálatas «Iglesia de Dios» (2Co_1:1), «santificados en Cristo Jesús» (1Co_1:2), «amados de Dios y santos por vocación» (Rom 17) «santos en Cristo Jesús» (Phi_1:1). «¡Considera su profunda indignación!», dice ya Juan Crisóstomo en su comentario 5. Con toda certeza, no sólo por razones pedagógicas se mantiene tan reservado, sino que con ello se expresa también toda la indignación del hombre Pablo. Solo una vez trata Pablo a los gálatas de «hijitos míos» (Phi_4:19). En el resto predomina la breve fórmula «hermanos» 6. La indignación no hace que el apóstol pierda objetividad: sabe que habla a sus hermanos.

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4. Cf. Mat_28:20b; Luk_24:49; Joh_14:16 s; Act_2:1.4.

5. Cf. JUAN CRISÓSTOMO, Homilías sobre la carta a los Gálatas, a propósito de Gal_1:2.

6. Cf. 1,11; 3,15; 4,12.28.31 y passim.

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2. SALUDO (1/03-05).

3 ...a vosotros gracia y paz de parte de Dios Padre y de nuestro señor Jesucristo, ...

El saludo que Pablo dirige a los destinatarios de la carta no es sólo un deseo de bendición, sino un proporcionarles la bendición. No sólo se desea a los gálatas gracia y paz, sino que se les da (cf. 6,16). El saludo del Apóstol es, pues, más que un deseo; cuando el Apóstol saluda a la comunidad, le comunica activamente la bendición del cielo. La gracia hay que entenderla ante todo como la benevolencia, la actitud benigna de que Dios usa. Usa de ella también con los pecadores y los que yerran. Pablo coloca a los gálatas, a los que tiene que hacer amargos reproches, dentro del ámbito de la gracia divina. Mientras la teología judía sostenía que la «misericordia» de Dios debía suplir en último término lo que faltaba a las obras humanas, el cristiano sabe que está confiado totalmente a la «gracia» de Dios.

La paz viene de Dios. Esta palabra significa para los cristianos, como significaba ya para los judíos, algo más que la existencia de relaciones armoniosas entre los hombres y Dios. Paz es simplemente la salvación, la totalidad de lo que Dios quiere dar a los hombres y de lo que el hombre anhela de Dios.

La gracia y la paz las da Dios Padre. Se comunican por Jesucristo, que es nuestro Señor. La gracia es la atmósfera que Dios, mediante Cristo, ha creado. En el seno de ella brota la paz. Esa atmósfera la comunica Pablo con su saludo. Hace eficaz entre los gálatas la actuación de Dios, la paz de Dios.

4 ...que se entregó por nuestros pecados, para librarnos de este mundo actual y malvado, según el plan de Dios nuestro Padre.

Tan pronto como Pablo llega a hablar del Señor del cielo y juez futuro, Jesucristo, debe mencionar el hecho mediante el cual Jesús, el Mesías, puso en movimiento la salvación de Dios. El fin de esta acción salvadora de Dios en Cristo fue la redención del hombre. Cristo se ha entregado a la muerte. Su muerte es, en su esencia más profunda, entrega de sí mismo, obediencia. Al igual que el Antiguo Testamento hablaba de la entrega expiatoria del siervo de Dios (Isa_53:12), Pablo dice que Jesús se ha entregado

espontáneamente. Cristo murió por los pecados de los hombres, es decir, fue a la muerte porque nosotros habíamos pecado y para librarnos del pecado.

Pablo especifica a continuación el fin de la muerte de nuestro Señor. No tiene en cuenta aquí el efecto que ya se ha producido, sino que habla de algo que aún no es más que intención de Cristo, de acuerdo con el plan del Padre celestial. Cristo quiere librarnos de este mundo actual y malvado. El mundo malvado, que se levanta frente a nosotros, es un poder amenazador de cuyas manos debemos ser arrancados. Pablo no escribe esto generalizando, sino con la mirada vuelta hacia los gálatas. Lo que entre ellos está sucediendo revela el poder amenazador de esta época del mundo; se manifiesta en la forma como la comunidad se enreda en la legalidad. Según el plan de Dios, que es nuestro padre bondadoso, el hombre debe quedar libre de ese cautiverio. El cristiano pertenece ya al tiempo nuevo de la libertad; se anticipa a su tiempo. Seguir la piedad legal, que ve el camino de la salvación en el cumplimiento de preceptos, sería retornar al mundo antiguo, pero actual, en el que vive Israel. La muerte de Jesucristo ha traído un mundo nuevo, la nueva creación (6,15) de la que hablaron los profetas de la antigua alianza 7. El horizonte que traza el Apóstol es muy amplio. Los puntos particulares de que Pablo quiere tratar hay que considerarlos sobre este fondo. Sólo a partir de la muerte de Cristo puede el cristiano enjuiciar y resolver los problemas vitales.

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7. Cf. Jer_31:22; Isa_65:17.

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5 ¡A él la gloria por los siglos de los siglos! Amén.

El encabezamiento concluye con una alabanza a Dios, autor de nuestra salvación, por cuya voluntad paterna Cristo nos ha redimido. Tales alabanzas eran usuales en el judaísmo. Se añadían, siguiendo casi un esquema prefijado, al nombrar a Dios. Su uso no se debe, en Pablo, a mera tradición; está preñado de sentido. Cuando se pone a hablar de uno de los grandes hechos de Dios añade esta alabanza 8. Se debe a influencia de los actos de culto y también, originariamente, a la costumbre judía. Cuando en los actos litúrgicos se proclaman las acciones salvadoras de Dios, la comunidad responde con una alabanza; de igual modo, Pablo alaba a Dios por la obra salvadora de Cristo. Siempre que el cristiano toma conciencia de las obras salvadoras de Dios, se ve impulsado a dar gracias...

También el amén confirmativo del final del encabezamiento es un eco de la liturgia. En la carta a los gálatas sirve para dar peso especial a lo que se ha dicho antes. «Así es y así debe ser.» Debemos saber que Dios nos ha dado la salvación y a el le corresponde la gloria. No es el hombre el que produce su salvación; Dios es el redentor; él ha introducido la nueva creación.

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8. Véanse Rom_11:36; Eph_3:20 s; Phi_4:20; 1Ti_1:17.

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Parte primera

MISIÓN APOSTÓLICA DE PABLO 1,6-2,21

La carta a los Gálatas es un escrito polémico. A eso se debe que no esté estructurada sistemáticamente. Con todo, pueden distinguirse tres partes. La parte primera del texto se distingue claramente de las dos siguientes. Pablo defiende su cargo de apóstol contra las acusaciones de los falsos maestros gálatas, después de exponer el motivo de su escrito: la verdad del Evangelio que Pablo ha predicado está puesta en duda entre los cristianos de Galacia (1,6-10). Para defenderse, el Apóstol debe justificar que ha recibido ese Evangelio inmediatamente del mismo Cristo. A la afirmación siguen tres argumentos. El Evangelio no le fue dado a Pablo por su estudio, sino por Cristo, que transformó en apóstol al fariseo radical (1,13-24). El Evangelio no es, pues, obra de hombres. Tampoco su Evangelio es diverso del de los demás apóstoles, pues éstos han reconocido el Evangelio de Pablo (2,1-10). Por eso, en definitiva, pudo Pablo hacer valer incluso frente a Pedro la verdad del Evangelio cuando éste, en Antioquía, se condujo equivocadamente, por cobardía (2,11-21). El episodio de Pedro, que ya antes sirvió para mostrar la verdad de la predicación de Pablo, le lleva a la parte segunda de su escrito polémico, que se prepara ya en 2,15-21. En la parte tercera trata del contenido del Evangelio al que los gálatas están a punto de volver la espalda.

I. MOTIVO DE LA CARTA: LA VERDAD DEL EVANGELIO (1/06-10).

Después del saludo de bendición le urge al Apóstol pasar al grano. Sin añadir, como en las demás cartas suyas, una acción de gracias a Dios, Pablo pasa en seguida a exponer el motivo de su carta. Omite dar gracias a Dios por lo que ha obrado en las Iglesias de Galacia o, mejor dicho, omite expresar esta acción de gracias. La obra de Dios en los gálatas está en peligro, su fe se ha hecho vacilante.

1. Los FALSOS MAESTROS (1,6-7).

6 Me sorprende que tan pronto volváis la espalda al que os llamó por la gracia de Cristo, para pasar a un Evangelio diferente; 7 y no es que haya dos; lo que pasa es que hay algunos que os están perturbando y quieren deformar el Evangelio de Cristo.

El Apóstol no tiene más remedio que sorprenderse de la rapidez con que ha comenzado en Galacia el proceso de apostasía. Apenas hace un año que Pablo visitó las comunidades y ya los cristianos, todavía neófitos en su cristianismo, se apartan de Dios. Dios les había llamado al ámbito de la gracia. Cuando los cristianos de lengua griega hablaban de «comunidad, Iglesia», en la palabra ekklesía resonaba la conciencia de haber sido llamados por Dios a la comunidad de su pueblo. En él estaban seguros de la benevolencia y del amor paterno de Dios; eran sus hijos amados.

Por eso le sorprende al Apóstol que los cristianos de Galacia quieran separarse de Dios y volverse a algo que no hay. No hay más Evangelio que el que Pablo ha predicado. Primero, porque -igual que el de los demás apóstoles- es el único Evangelio de Jesucristo y además porque, lo que los innovadores predican en Galacia, se opone a la esencia del Evangelio como buena nueva. El Evangelio de Jesús es la buena nueva de la bondad paterna de Dios, de la liberación del hombre. Los nuevos maestros quieren cargar de nuevo sobre los cristianos el yugo de la ley. El mensaje de Jesús, en cambio, dice: «Venid a mí todos los que andáis agobiados y cargados y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mat_11:28-30).

Quien, pues, vuelve la espalda a aquel que le ha llamado a la gracia, corre hacia el vacío, persigue ilusiones. Cree estar escuchando otro Evangelio, pero la nueva doctrina que escucha se mostrará como falsa y como yugo pesado.

Naturalmente, los falsos maestros sólo pudieron tener éxito porque hicieron pasar su doctrina por Evangelio. Al obrar así, son causa de perturbación. Se respaldan con Jesús y sus apóstoles, pero sin razón. ¿Cómo pueden distinguir los cristianos el verdadero mensaje del Señor de los falsos mensajes? Cierto que no siempre es fácil, pero hay una cosa que es característica y no puede faltar en el verdadero mensaje de Jesús: es una nueva de gozo y no un yugo pesado.

Pero no sólo lo que Cristo ha predicado es Evangelio de Cristo. él mismo es el contenido esencial de su predicación y de la predicación de sus apóstoles. La resurrección de Cristo representa el principio de una nueva creación. También esto es buena nueva. Por fin, «Evangelio de Cristo» significa también que, en la predicación del Evangelio, Cristo mismo nos sale al encuentro. No es con una ley y con su intimación con las que tiene que vérselas el cristiano; cuando escucha el Evangelio encuentra a Cristo, el Señor viviente.

2. EL EVANGELIO NO PUEDE SER FALSIFICADO (Mat_1:8-9).

8 Pero aun cuando fuésemos nosotros mismos o un ángel bajado del cielo el que os anunciara un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema.

Si en la predicación del Evangelio se predica a Cristo mismo, toda falsificación del mensaje es un atentado contra él. Por eso puede Pablo anatematizar al que intenta falsificarlo. Se trata de algo esencial. Si el mismo Apóstol, o incluso un mensajero del cielo, cambiara el único Evangelio, le alcanzaría también el anatema. Pablo lanza este anatema en virtud de su autoridad y de su misión. Esta fórmula, que procede del Antiguo Testamento, implica la exclusión del anatematizado de la comunidad de Cristo. Aquí se limita a amenazar, para que se tome conciencia y miedo de la seriedad y significado de la falsificación del mensaje de Dios. En algunos casos concretos, como en el del incestuoso de Corinto, se lanzó de hecho, en la época neotestamentaria, este anatema, la exclusión de la comunidad. Pero aun entonces aparece claramente que este alejamiento del pecador debía servir a su mejoría y conversión y que no significaba que, con ello, se le excluía definitivamente de la salvación eterna (1Co_5:1-5).

La Iglesia, al velar por la verdad y pureza del Evangelio, está en la misma línea que el Apóstol; debe estar, pues, impregnada de la misma seriedad que el Apóstol, pues se trata de Dios y no de intereses terrenos. Por eso existe, aún hoy día, esa severísima medida de disciplina eclesiástica: la exclusión de la comunidad, especialmente de la eucaristía (excomunión). Pero antes de usarla hay que haber agotado todos los caminos del amor y de la solicitud fraterna (cf. Mat_18:15-17).

9 Ya lo dijimos anteriormente y ahora lo vuelvo a repetir: si alguno os anuncia un Evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema.

De nuevo lanza el Apóstol su anatema. Había puesto el caso extremo: que él mismo, o un ángel, desfigurase el Evangelio; ahora vuelve su vista hacia aquellos que tergiversan en Galacia el mensaje de Cristo. A estos adversarios innominados de Cristo los entrega Pablo al juicio. Es claro que está encolerizado. Pero su enfado no se debe a egoísmo celoso, sino a preocupación por la pureza del Evangelio. Existe una cólera justa en el amor a Cristo y en la fidelidad a su palabra.

3. EL APÓSTOL AL SERVICIO DE DIOS Y DE CRISTO (1,10).

10a ¿Es que yo trato de ganarme el favor de Dios o el de los hombres? ¿Es que yo busco agradar a los hombres?

Evidentemente los falsos maestros han intentado desacreditar a Pablo entre los gálatas, echándole en cara que su mensaje sobre la libertad del cristiano ha querido agradar a los hombres y que, con él, ha persuadido y engatusado a los gálatas. Pablo les pregunta si los duros anatemas anteriores (1,8s) suenan como un querer congraciarse. Son cualquier cosa menos adulación. Se podría más bien decir que el Apóstol habla para agradar a Dios. Cuando anatematiza al que desfigura el mensaje del Hijo de Dios, quiere lo que Dios quiere. No, Pablo no dice a los hombres lo que a éstos les gustaría oír. Quiere mantenerse ante Dios con la cabeza alta.

10b Si estuviera yo todavía tratando de agradar a los hombres, no sería servidor de Cristo.

A las amargas preguntas sigue una reflexión casi triste. Hubo un tiempo en que Pablo quería agradar a los hombres: cuando, con celo de fariseo, perseguía a la Iglesia. Pero desde que vio a Cristo ante Damasco, el Señor celestial, es su siervo. He aquí una visión exacta de la tarea apostólica. El enviado de Cristo debe servir. «Que sólo vean en vosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, en un administrador lo que se busca es que sea fiel» (1Co_4:1 s). Pablo habla con conciencia de que ser apóstol es ser siervo (doulos). Esta palabra griega expresa a la vez la dependencia plena del esclavo, la fidelidad del criado y la sujeción y la nobleza del que, como los profetas del Antiguo Testamento, puede ser «siervo de Dios».

II. LA Revelación DIVINA HECHA AL APÓSTOL (,21).

1. TESTIMONIO DEL APÓSTOL: EL EVANGELIO PROCEDE DE CRISTO (1/11-12).

11 Y, en efecto, hermanos, os hago saber que el evangelio predicado por mí no es de origen humano; 12 pues yo no lo he recibido ni aprendido de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

Solemnemente encarece Pablo su declaración fundamental. Trata a los gálatas de hermanos, como si quisiera captar su atención. Apela a la fraternidad, que existe a pesar de todo y que exige que uno escuche a su hermano cuando habla de cosas fundamentales. Un hermano no puede cerrar los oídos a la voz de su hermano.

Se trata aquí de la esencia del Evangelio paulino. Lo que Pablo ha predicado a los gálatas no es de carácter humano, no es una sabiduría inventada por hombres, a favor de la cual uno hace proselitismo. No se trata de que uno haya visto algo importante y de que ahora se alegre de poder conducir a otros a la misma visión.

Pablo, exactamente igual que los primeros ap6stoles, ha recibido de Cristo su Evangelio. El origen del mensaje está en Cristo. Esto es lo importante para Pablo. No argumenta a partir del contenido del mensaje. éste no consiste, ante todo, en una doctrina cuya verdad pueda comprobarse; el Evangelio anuncia primordialmente acontecimientos históricos. Por eso remite Pablo al origen del mensaje; lo ha recibido por «revelación» inmediata de Jesucristo.

Esta revelación es un desvelar los misterios de Dios, que están ocultos a la experiencia natural. Si Dios no descorriera el velo, estos hechos sobrenaturales no serían accesibles al hombre. La revelación en que Dios hizo visible su Hijo a Pablo, capacitó y autorizó a éste para predicar a Cristo como el Resucitado. Puesto que Cristo no permaneció en la muerte, ya que fue resucitado de entre los muertos, es el Señor celestial. Este es el Evangelio que Pablo recibió por revelación de Jesucristo. Si el Evangelio revelado llega a los hombres por este camino, el hombre no debe enfrentarse con él cavilando, pensando o investigando, sino aceptarlo con fe y sentirse agradecido.

Nadie enseñó a Pablo su Evangelio. No aprendió el Evangelio como un alumno o un discípulo aprenden algo bajo la guía de su profesor o de su maestro. La instrucción se hace de hombre a hombre; la revelación procede de arriba. No podemos por menos de notar que el Apóstol ha de insistir aquí en el hecho de que su mensaje es independiente, por su origen, de la tradición de los demás apóstoles. Esto no significa que se aparte del Evangelio de los demás; al contrario, Pablo es también transmisor de determinadas verdades que él mismo ha recibido de la tradición9. El hecho de que el mensaje del Evangelio sea revelación que proceda de Cristo, nos da seguridad y claridad en problemas vitales que son inaccesibles a la reflexión humana.

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9. Como se nos muestra en 1Co_11:23 y 15,1-5.

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2. PRIMER ARGUMENTO: LA CONDUCTA DE PABLO ANTES Y DESPUéS DE SU VOCACIÓN (1/13-24).

Resta aún preguntar por la objetividad de esta revelación mediante la cual, como Pablo dice, le fue revelado Jesucristo, Pablo apoya a continuación con argumentos su declaración solemne.

a) Pablo era un fariseo fanático (1,13-14).

13 Habéis oído hablar, en efecto, de mi conducta, cuando yo militaba en el judaísmo: con qué encarnizamiento perseguía a la Iglesia de Dios y pretendía destruirla; ...

Los gálatas ya conocen el pasado del Apóstol. él mismo debe haberles informado. No ha querido ocultárselo. Ahora lo hace notar porque su pasado judío puede probar que no puede haber recibido el Evangelio de aquellos a quienes perseguía fanáticamente. Pablo estaba plenamente enraizado en la religión judía. De ahí provenía que persiguiera a la Iglesia. A los ojos del judío Pablo, ésta era una comunidad de renegados. La persiguió con encarnizamiento, con el fin de aniquilarla. Ahora sabe que esa comunidad es la Iglesia de Dios. Es el pueblo elegido de Dios. Por eso, la persecución iba dirigida contra Dios mismo.

... 14 y había prosperado en el judaísmo más que muchos compatriotas míos, siendo en extremo celoso de las tradiciones de mis padres.

El perseguidor prosperaba en el judaísmo. Cuando perseguía a la Iglesia nunca sintió vacilar su postura de auténtico judío, al contrario, cada vez se confirmaba más en su actitud. Mientras sus compatriotas obraban tal vez por conciencia del deber, Pablo era perseguidor por más profunda convicción.

Pablo era celoso de las tradiciones de sus padres. Era un fariseo auténtico, para el que las tradiciones valían tanto como la ley mosaica. Estas tradiciones, que, por su origen, debían explicar la ley del Sinaí y adaptarla a las nuevas situaciones vitales, las observaba el fariseo auténtico literalmente, como la ley misma. Constituían como la «cerca» con la que había de proteger la ley. Contra esas tradiciones se enconaba Jesús cuando sometía a crítica el judaísmo farisaico (cf. Mat_7:1-13). ¡Los fariseos transgredían incluso la ley de Dios por causa de esas tradiciones! Puesto que Pablo era fariseo, experimentó profundamente esa actitud vital y esa piedad. Ahora tenía que estigmatizar esa «legalidad», como camino equivocado.

Pero Pablo no es un renegado que quema lo que antes ha adorado. Incluso como cristiano habla con respeto de «su» pueblo, de las tradiciones de «sus» padres. El deseo de su corazón y su oración a Dios es que «sean salvos» (Rom_10:1). «Doy testimonio de ellos y me consta que tienen celo por las cosas de Dios, pero sin discernimiento. Porque, no conociendo la justicia de Dios y esforzándose en establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios» (Rom_10:2-3).

b) El Evangelio vino de Dios (Rom_1:15-17).

15 Pero cuando aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó 16a revelar a su Hijo en mí, ...

Dios se dignó revelar su Hijo al perseguidor de la Iglesia. La revelación del Hijo de Dios a Pablo descansa en una decisión libre de Dios. Dios hizo lo que le pareció bien, lo que consideró justo. A nadie le hubiera parecido posible que de un perseguidor saliera un apóstoI de Cristo. Pero Dios realizó su plan a las puertas de Damasco.

Como a un profeta, Dios había separado ya a Pablo desde el seno de su madre. Esta separación significa que Dios cubre al hombre con armadura, le consagra y le santifica para su servicio. El servicio había de consistir en la predicación del Evangelio de Dios. El apóstol es instrumento en la mano de Dios.

La vocación de Pablo es obra de la gracia divina. Pablo no se convirtió en apóstol a consecuencia de haber reflexionado profundamente o de desearlo sinceramente. No se trata de una «conversión» como fruto de un conocimiento más perfecto o de un esfuerzo más sincero. Pablo fue llamado a ser apóstol por una irrupción de la gracia.

... 16b para que lo evangelizara entre los gentiles, ...

Igual que Jeremías, al ser llamado, fue constituido «profeta entre las naciones ( = los gentiles)» (Jer_1:5), el siervo mesiánico de Dios no debía limitarse a «restaurar el linaje de Jacob y traer de nuevo a los salvados de Israel» (Isa_49:6a) No, el mensaje del profeta mesiánico debía ser universal. «Te he destinado para ser luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta el final de la tierra» (Isa_49:6b). Universal era la tarea del niño que Simeón pudo tomar en sus brazos: «Luz para iluminar a las naciones» (Luk_2:32). De igual amplitud debe ser la tarea de Pablo, el apóstol de los gentiles. «éste es para mí instrumento elegido para que sea portador de mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel» (Act_9:15).

Como contenido principal del Evangelio se nombra aquí a Cristo mismo. Debe ser anunciado como buena nueva. En el Evangelio, Cristo mismo se hace palabra 11. Y Cristo es el Señor celestial, resucitado, que ha venido para todo el mundo y que se dirige a todos los hombres.

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11. Véase Rom_15:18 s; 1Co_1:23; 2Co_1:19; Phi_1:15.

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... 16c yo no fui corriendo a consultar con la carne y la sangre; 17 ni acudí a Jerusalén, a los apóstoles que me habían precedido; sino que me fui a Arabia y después volví nuevamente a Damasco.

A la vocación de apóstol estaba unida la tarea de una predicación universal. ¿De dónde recibió Pablo el contenido de su predicación? No lo recibió ni aprendió de carne ni de sangre, es decir, de hombres. Lo recibió junto con su vocación. Eso basta para predicarlo. Pablo no necesitó que nadie le explicase su revelación. Se encontró inmediatamente con el problema resuelto. No puede, por tanto, haber recibido su Evangelio de otros hombres. Lo ha recibido de Dios, no de un hombre. El núcleo del Evangelio no puede ser «descubierto» por la reflexión humana. A la profesión mesiánica de fe de Pedro respondió Jesús: «No te ha revelado eso la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mat_16:17). Después de su vocación, Pablo no buscó entrevistarse con otros cristianos; ni siquiera se puso en camino hacia Jerusalén. Su Evangelio permaneció, pues, intacto, tal como lo había recibido. No fue el desprecio a los primeros apóstoles el que le condujo a obrar así, sino la conciencia de su paridad con ellos. También Pablo es apóstol. Sólo mucho más tarde, por indicación de Dios, sometió su Evangelio al juicio de los demás apóstoles (Mat_2:1 s).

No se puso en contacto con la comunidad primitiva. Al contrario: se dirigió primero hacia Arabia. Alude a la comarca situada al sudeste de Damasco, la parte norte del reino de los nabateos, territorio no judío. Es probable que el Apóstol hubiera estado allí misionando en otra ocasión anterior. En todo caso, Arabia no era un desierto al que Pablo se retiró, sino territorio habitado. De allí volvió de nuevo a Damasco. El Evangelio de Pablo permaneció, pues, al margen de todo influjo humano.

c) Escasas relaciones con los primeros apóstoles (Mat_1:18-20).

18 Posteriormente, pasados tres años, subí a Jerusalén para visitar a Cefas y me quedé quince días con él.

No sólo durante los primeros años después de su vocación, sino durante más de un decenio, las relaciones de Pablo con los demás apóstoles fueron escasas.

Transcurridos dos años completos12 después de la experiencia de Damasco, subió a Jerusalén por primera vez. No lo hizo para someter su Evangelio al parecer de la comunidad primitiva, sino para visitar a aquel a quien el Señor había dado el nombre de «piedra» (kefa). Pablo se esfuerza por quitar importancia a su visita al que es cabeza de los apóstoles. Afirma que estuvo sólo catorce días14 con Pedro. Se contraponen tres años y dos semanas. En el breve espacio de dos semanas el Evangelio de Pablo no pudo haber recibido influencias esenciales.

El motivo del viaje a Jerusalén aparece claramente expresado en la palabra que Pablo usa al hablar de su visita a Pedro. Quiere visitar a Pedro, porque éste ocupa una posición preeminente. Juan Crisóstomo, con experiencia de la lengua griega, dice que Pablo usa la expresión «visitar» igual que la usan aquellos que quieren examinar cuidadosamente las ciudades grandes y famosas15. Pablo quiere conocer personalmente a aquellos que desempeñan el mismo servicio que él.

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12. En la antigüedad se contaban como completos los años comenzados; téngase esto en cuenta en Gal_2:1.

14. Tal vez usa números redondos y, con «quince días», pretende designar un periodo aproximado de dos semanas.

15. JUAN CRISÓSTOMO, Homilías sobre la carta a los gálatas, a propósito de 1,18.

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19 Pero no vi a ningún apóstol; solamente vi a Santiago, hermano del Señor.

Pedro fue el único miembro del colegio apostólico que Pablo encontró en Jerusalén. Aparte de Pedro, sólo vio a Santiago, «hermano del Señor». éste, al principio de la actuación de Jesús, no lo entendía, como otros parientes, pero el resucitado le distinguió con una aparición (1Co_15:7). Ocupó un puesto directivo en la comunidad primitiva. Pablo sólo le vio de paso. Su objetivo, en Jerusalén, era encontrarse con Pedro.

20 Y en cuanto a lo que os estoy escribiendo, ante Dios atestiguo que no miento.

Desde el punto de vista de los gálatas -unos veinte años después de esta visita a Jerusalén- podía parecer extraño que Pablo no hubiera encontrado a ningún apóstol. Se concebía (igual que hacemos hoy fácilmente) a la comunidad primitiva de Jerusalén como un cuartel central de los mensajeros de la fe, como una especie de central misionera en la que siempre se podía encontrar a los doce. Pablo asegura bajo juramento que todo sucedió tal como él lo escribe. Lo afirma ante la faz de Dios. Dios es su testigo.

d) Las comunidades judías no conocieron personalmente a Pablo (1/21-24).

21 Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia; 22 y era personalmente desconocido a las Iglesias cristianas de Judea.

Después de la visita a Jerusalén, Pablo comenzó a trabajar en su campo propio de misión. Fue hacia el Norte y predicó en Siria, cuya capital, Antioquía, fue la primera gran ciudad que tuvo una comunidad cristiana de origen gentil. Subió luego más al Norte, hacia Cilicia, donde se encontraba Tarso, su ciudad natal. Una vez más se excluye la posibilidad de que su mensaje estuviera influido por los de Jerusalén. Pablo trabaja de nuevo en territorio gentil. Las comunidades cristianas de Judea, el territorio que rodeaba a Jerusalén, no le conocen personalmente. Han oído hablar de él, pero Pablo no se detuvo nunca entre ellas, no trabajó entre ellas como apóstol.

A estas Iglesias judeocristianas las llama literalmente iglesias en Cristo. No hay aún una palabra para decir «cristiano». La diferencia entre la comunidad judía de un lugar y la cristiana consiste en que los cristianos viven «en Cristo», bajo el dominio y la acción de su Señor.

23 Allí solamente se oía decir: «Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que entonces pretendía destruir», 24 y glorificaban a Dios en mí.

Las comunidades judías no conocen a Pablo más que de oídas. No hay duda de que no han influido en la predicación del Apóstol. Oyen, agradecidas y asombradas, que el perseguidor de ayer, hoy predica la fe. Primero había combatido la fe y ahora la edifica. Aquí fe no significa sólo la plenitud de fe del individuo. Es aquello que distingue al cristiano del judío, para quien la ley es el camino de la salvación; es el poder del mensaje de fe, la nueva realidad de Dios entre nosotros.

La noticia de que el perseguidor se ha convertido en mensajero de la fe produce asombro, pero no todo queda ahí. Las comunidades dan gracias a Dios y le glorifican. Saben que no se cumplió aquí un extraño destino humano, sino que Dios obró activamente en Pablo. La Iglesia responde a la acción de Dios dándole gracias y alabándole. Glorificaban a Dios en Pablo. Su vocación afecta a toda la Iglesia. La Iglesia sufre por el pecador particular y vive de aquel a quien Dios eleva a su gracia. Cuando Dios le reveló su Hijo, Pablo recibió el cargo de apóstol. Con eso se demuestra ya fundamentalmente que no ha recibido su mensaje de hombres; no hubiera sido posible, ni antes ni después de que Cristo le fuera revelado.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Introducción, 1:1-10.

Salado epistolar, 1:1-5.
1 Pablo, apóstol, no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos, 2 y todos los hermanos que conmigo están, a las iglesias de Galacia: 3 La gracia y la paz sean con vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, 4 que se entregó por nuestros pecados, para librarnos del presente siglo malo, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

No obstante su apenado ánimo por el comportamiento de los gálatas, San Pablo no se dispensa del acostumbrado saludo, deseándoles la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo (v.3; cf. Rom_1:7). Hay, sin embargo, en este saludo algo que lo distingue del de otras cartas, como es la insistencia en hacer resaltar su condición de apóstol (v.1) y el interés en poner de relieve ya en el saludo la eficacia redentora de la muerte de Cristo (v.4). Llama también la atención el que designe a secas a los destinatarios (iglesias de Galacia, v.2), sin elogio de ninguna clase, como suele hacer en las otras cartas (cf. Rom_1:7; 1Co_1:2). Todo esto indica que están presentes en su mente ya desde un principio los predicadores judaizantes, que difundían doctrinas directamente opuestas a esas verdades, a los que los gálatas, con su curiosidad característica, parece que prestaban gustosamente oídos. De hecho, no los alaba.
La frase, pues, apóstol no de (??? ) hombres ni por (??? ) hombre, sino por (??? ) Jesucristo y Dios Padre (v.1), es como la presentación de sus cartas credenciales. Se le acusaba de no ser apóstol como los notables (1Co_2:2), como las columnas (1Co_2:9), sino, todo lo más, un apóstol de segunda línea, cuya autoridad estaba sujeta a discusión; por eso urge recalcar desde un principio que también él es apóstol o, lo que es lo mismo, mensajero auténtico del Evangelio, escogido directamente por Dios, igual que lo habían sido los Doce (cf. 1Co_9:1; 1Co_15:5-10). Las dos preposiciones ??? -??? , tomadas en su genuina significación, indicarían origen e intermediario, fuente y canal. San Pablo niega, pues, que su apostolado tenga origen en los hombres (???? ), cosa en fin de cuentas que es propia de todo verdadero apostolado cristiano; pero niega también que le haya sido conferido por ministerio de ningún hombre (??? ), cosa que sólo es propia de los Doce, o de los que de modo extraordinario a ellos hayan sido agregados (cf. Hec_1:15-26; Hec_13:1-3). Los demás reciben su misión o investidura a través de otros hombres (cf. Hec_6:6; Hec_14:23; 1Ti_4:14). El, sin embargo, la ha recibido por (??? ) Jesucristo y Dios Padre (cf. v.12.15). Es curioso que ponga sólo la preposición ??? , que cuadra bien respecto de Jesucristo, mediador entre Dios y los hombres, pero no parece que hubiera de tener aplicación al Padre, respecto del cual esperaríamos la preposición ??? . ? es que el Apóstol trata como de identificar la acción del Padre y de Cristo, lo mismo que hará también en v.3 (de parte [??? ] de Dios. y el Señor Jesucristo), con la diferencia que aquí usa la preposición ??? , y no ??? , dado que menciona antes al Padre que a Jesucristo. En ambos casos, lo mismo ??? que ??? , están incluyendo los dos sentidos (origen-mediación), tomando uno u otro, según que se apliquen al Padre o a Cristo. Y es importante hacer notar que esta íntima asociación de Cristo con el Padre, contraponiéndolo a los seres humanos es clara señal de que San Pablo no considera a Cristo como puro hombre, sino algo muy superior; es a saber, Dios igual al Padre, como aparece claro en otros textos (cf. Rom_9:5; Flp_2:6; Tit_2:13).
La segunda idea que San Pablo trata de hacer resaltar ya en el saludo es, como antes dijimos, la de la eficacia redentora de la muerte de Cristo (v.4). Las doctrinas difundidas por los predicadores judaizantes, exigiendo la observancia de la Ley en orden a poder obtener la salud, equivalían a negar la eficacia del sacrificio redentor de Cristo (cf. 2:17.21); de ahí, la preocupación de San Pablo por inculcar a los gálatas esa verdad a él tan querida. La expresión se entregó., repetida en otros muchos lugares de sus cartas (cf. 2:20; Efe_5:2; 1Ti_2:6), indica que Cristo ha dado su vida libre y espontáneamente; eso, sin embargo, no se opone a que, como ahí mismo indica el Apóstol, sea siempre la voluntad del Padre, motor último de la historia, la que hayamos de ver al fondo de todo (cf. Rom_3:24-25; 1Ti_8:32; 2Co_5:21; Flp_2:8; Col_1:13). Algo más difícil de explicar, al menos en su sentido exacto y preciso, resulta la expresión librarnos del presente siglo malo (. ?? ??? ?????? ??? ????????? ??????? ). Parece que el Apóstol califica de presente siglo malo el período de tiempo anterior al Evangelio, período de perversidad y corrupción, en que ejercen su dominio el pecado y la muerte, y del que nos saca Cristo para introducirnos en otro período mejor, el siglo venidero o mesiánico, que El inaugura (cf. 4:3-5; Rom_5:12 :21). La expresión literaria contraponiendo siglo presente, de injusticia y dolor, a siglo venidero, de justicia y felicidad, parece que está tomada de la apocalíptica judía. De suyo, con la venida del Mesías, ya comenzó el siglo venidero y todos nosotros, por nuestra participación en la victoria de Cristo mediante la fe, pertenecemos a esta nueva era y somos nueva criatura (cf. 6:15); sin embargo, el presente siglo malo continúa su propia existencia, y su influencia actúa continuamente también sobre aquellos que, en Cristo, ya han triunfado y han sido transportados al mundo de la luz (cf. Col_1:12-14), pero con peligro aun de volver a caer bajo el dominio del mundo, si se separan de Cristo. Puede, pues, decirse que los dos períodos coexisten temporalmente, y sólo en la parusía la desaparición del primero será total. En la actualidad, los hombres pertenecerán a uno u otro, según la actitud que adopten respecto de Cristo.
Sobre el término iglesia, con que se designa a las comunidades cristianas de Galacia (v.1), así como sobre el título de Señor aplicado a Cristo (v.3), nada hemos de añadir a lo ya dicho al comentar Hec_5:11 y 11:20. Pero sí queremos advertir del inciso todos los que conmigo están (v.2), con lo que parece dar a entender que lo que va a decir en la carta no es una doctrina personal, sino algo que pertenece al Evangelio tal como lo aceptan los verdaderos discípulos de Cristo.

Dolorido reproche
? los gálatas, 1:6-10.
6 Me maravillo de que tan pronto, abandonando al que os llamó a la gracia de Cristo, os paséis a otro evangelio. 7 No es que haya otro; lo que hay es que algunos os turban y pretenden pervertir el Evangelio de Cristo. 8 Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Os lo hemos dicho antes, y ahora de nuevo os lo digo: Si alguno os predica otro evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema. 10 ¿Busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿Acaso busco agradar a los hombres? Si aún buscase agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Al saludo epistolar no hace seguir aquí San Pablo, como es habitual en sus cartas (cf. Rom_1:8; 1Co_1:4; Flp_1:3; 1Te_1:2), la rendida acción de gracias a Dios por los beneficios concedidos a los destinatarios. Entra ex abrupto en materia, mostrando así desde un principio la gravedad de la situación. Que no le vayan diciendo que hay dos evangelios: el predicado por él y el que posteriormente han predicado sus adversarios; sólo hay un Evangelio, el de Cristo, y ése es precisamente el que él les ha predicado (v.6-10). He ahí indicado en estos versículos, por vía indirecta, el tema central de la carta. No le queda al Apóstol sino probar esa tesis (c.1-4) y sacar las adecuadas consecuencias (c.5-6).
Cuando dice a los gálatas que se maravilla de que tan pronto (????? ?????? ) se pasen a otro evangelio (v.6), ese tan pronto no implica necesariamente que la defección tenga lugar a poco de haberse convertido los gálatas o a poco de haber pasado por allí San Pablo, como ha sido frecuente interpretar esa frase. Puede muy bien referirse el Apóstol, y esto es lo más probable, a la facilidad con que los gálatas aceptan las doctrinas de los judaizantes, admirándose de que tan rápidamente, al primer ataque del enemigo, se pasen al campo contrario. Vendría, pues, a decirles: han comenzado esos perturbadores a atacar el evangelio que os he predicado, y en seguida os pasáis a ellos. La expresión abandonar al que os llamó a la gracia de Cristo (. ??? ?????????? ???? ?? ?????? ??????? , ? .6) está refiriéndose al Padre, a quien el Apóstol suele atribuir la vocación o llamada a la fe (cf. Rom_8:28-30; 1Co_1:9; 1Te_2:12; 2Te_2:14). No está claro si hemos de traducir a la gracia de Cristo (sentido final), como hemos hecho nosotros, o más bien por medio de la gracia de Cristo (sentido instrumental). En realidad, el significado de fondo apenas si se altera, pues en cualquiera de las dos interpretaciones aparece Cristo como centro y eje de esa nueva obra sobrenatural que sucede a la Ley mosaica (cf. Rom_6:14), en la que nos introduce el Padre.
Lo más característico de todo este pasaje es la seguridad que muestra el Apóstol sobre la verdad de su evangelio. Imposible ser más categórico: aunque yo mismo o, hipótesis todavía más inverosímil, un ángel del cielo os predicara otro evangelio distinto del que os he predicado, sea anatema (v.8-9; cf. Rom_9:3). Es la fórmula que luego adoptó la Iglesia en muchos de los concilios contra los que osen rechazar sus definiciones solemnes e infalibles. Y a este respecto será oportuno notar cómo el Apóstol, en su manera de expresarse, da claramente a entender que el cristianismo es una religión de autoridad, cuyas doctrinas no quedan sujetas a la libre interpretación de cada uno; sin que ello quiera decir, claro está, que no sea esencialmente una religión del espíritu, como en esta misma carta hará también resaltar (cf. 2:20; 3:2; 4:4-7; 5:22-25). Escribe San Pablo que lo que ahora dice a los gálatas ya se lo había dicho antes (v.10). ¿A qué se refiere ese antes? Es posible que el Apóstol esté refiriéndose a haberlo dicho de palabra durante su segunda visita a Galacia, en que habría notado ya el peligro, aunque sin sospechar que la defección iba a ser tan rápida (cf. v.6). Si así fuera, se explicaría mejor el plural os hemos dicho antes, incluyendo también los compañeros de Pablo. Sin embargo, bien puede ser que con ese antes el Apóstol se refiera simplemente a haber afirmado ya la misma cosa en v.8, y que la vuelve a repetir para más inculcarla. El plural sería un plural mayestático de autor, como es frecuente en San Pablo (cf. 2Co_1:13; 2Co_5:11; 2Co_10:7; 2Co_13:6).
Después de señalar lo seguro que está de su doctrina y de lanzar anatema contra todos los que la atacan y deforman, el Apóstol deduce la conclusión: ¿busco yo ahora (???? ) el favor de los hombres? (v.10). Como diciendo: me acusáis, lo mismo que han hecho en otras partes (cf. 1Te_2:4-6; 2Co_4:2), de que soy un oportunista y de que, si no exijo la circuncisión a los gentiles, es simplemente para mejor ganarlos a mi causa; pues bien, ¿también ahora, lanzando esos anatemas, busco agradar a los hombres? Si así fuese, no tendría más que ceder, y fácilmente me granjearía su estima; mas eso sería renunciar a mi condición de siervo de Cristo, entregado en cuerpo y alma a defender su causa (cf. Rom_1:1). No quiere decir San Pablo que no sea a veces conveniente buscar el agrado de los hombres (cf. 1Co_10:33; Hec_17:22; Hec_24:10); mas eso nunca podrá hacerse si para ello hay que renunciar a nuestra condición de siervos de Cristo, transigiendo en desfigurar su doctrina. Eso es lo que de manera tan categórica excluye el Apóstol. Cuando dice: si aún (??? ) buscase. (v.10), parece insinuar que hubo un tiempo de su vida en que lo hacía, refiriéndose quizás al período anterior a su conversión; con todo, podría también interpretarse la frase sin darle por parte de Pablo ese sentido concesivo, aludiendo más bien a que, después de lo que sabe y ha dicho de los judaizantes, pervertidores del Evangelio de Cristo, si aún pretendiera agradarles, sería traicionar su condición de siervo de Cristo.




I. Autoridad Apostólica de Pablo, 1:11-2:21.

Pablo llamado al Apostolado Directamente por Dios,
1:11-24.
11 Porque os hago saber, hermanos, que el evangelio por mí predicado no es de hombre, 12 pues yo no lo recibí o aprendí de los hombres, sino por revelación de Jesucristo. 13 En efecto, habéis oído mi conducta de otro tiempo en el judaísmo, cómo con gran furia perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, 14 aventajando en el celo por el judaísmo a muchos de los coetáneos de mi nación, y mostrándome extremadamente celador de las tradiciones paternas. 15 Pero cuando aquel que me segregó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, 16 se dignó revelar en mí a su Hijo para que lo anunciase a los gentiles, al instante, sin pedir consejo a la carne y a la sangre 17 ni subir a Jerusalén a los apóstoles que eran antes de mí, partí para la Arabia y de nuevo volví a Damasco. 18 Luego, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, a cuyo lado permanecí quince días. 19 A ningún otro de los apóstoles vi, si no fue a Santiago, el hermano del Señor. 20 En esto que os escribo, bien sabe Dios que no miento. 21 En seguida vine a las regiones de Siria y de Gilicia, 22 pero era personalmente desconocido para las iglesias de Cristo en Judea; 23 sólo oían decir: El que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que antes pretendía destruir. 24 Y glorificaban a Dios en mí.

Lo primero que Pablo necesitaba dejar bien claro ante los gálatas, dado el ambiente formado contra él por los agitadores judaizantes, era su condición de verdadero apóstol. Sin ese presupuesto era inútil pasar a Jia cuestión doctrinal. Fácilmente le hubieran respondido que él podía pensar como quisiera, pero que los auténticos apóstoles de Cristo, los Doce, seguían observando las prescripciones de la Ley, y a eso había que atenerse. De ahí la necesidad de comenzar por la cuestión personal, y dejar bien sentado que también él, Pablo, era auténtico apóstol de Cristo, no inferior a los Doce, por lo que resultaba inútil tratar de oponer su evangelio al de ellos. Sobre el significado y amplitud del término apóstol, ya hablamos al comentar Hec_14:4-14. Es lo que hace en la primera parte de su carta (1:11-2:21).
En la perícopa que ahora comentamos (1:11-24) insiste sobre todo en dos puntos: ha recibido su evangelio directamente de Dios (v.11-16), no ha tenido necesidad de ponerse en contacto con los Doce para que le den información doctrinal (v. 17-24). Trataremos de ir recogiendo ordenadamente y explicando las frases más características de San Pablo referentes a estos dos puntos.
Comienza el Apóstol afirmando (v. 11-12) que su evangelio no es de hombre (???? ?? -9????? ) ? dicho de otra manera, que no lo ha recibido ni aprendido (???? ?????????? . ???? ????????? ) de hombres, sino por revelación de Jesucristo (?? ???????????? ????? ??????? ). Aquí tenemos indicado ya el punto base de su argumentación ante los gálatas. La expresión de hombre (v.11) equivale a decir que no es doctrina elaborada por hombres, con los defectos inherentes a todo lo que es humano; de suyo, esta expresión no es del todo equivalente a recibida o aprendida de hombres (v.12), a pesar del pues con que San Pablo enlaza ambos versículos, pues una doctrina que se reciba por tradición puede también ser divina y no necesariamente de hombre. Sin embargo, parece que en este caso, a juzgar por el v.12, San Pablo amplía el significado de la expresión no de hombre, con la que no solamente negaría que su evangelio sea doctrina humana, elaborada en las escuelas de los hombres, sino también que sea una doctrina que le haya sido transmitida por hombres. Eso piden los dos verbos no recibí. ni aprendí de los hombres, y eso exige la frase positiva que pone como contrapartida: . sino por revelación de Jesucristo 225. Desde luego, San Pablo podía haber llegado al conocimiento del Evangelio, doctrina divina, a través de otros hombres, como de hecho llegamos nosotros. Pero no fue así; y esa su independencia en el apostolado, colocándose en la misma línea que los Doce, es lo que trata de recalcar aquí. Se ha preguntado qué es lo que incluye San Pablo bajo el término evangelio (v.11), cuando dice que no lo ha recibido ni aprendido de hombres, sino por revelación de Jesucristo (v.12). ¿Es que no había recibido información alguna sobre Jesucristo y su doctrina a través de la catequesis apostólica y de conversaciones mismas con testigos oculares de la vida del Señor? Evidentemente que sí. Incluso antes de convertirse tenía ya noticias de los dogmas principales del cristianismo, y por eso precisamente, por considerarlo incompatible con sus doctrinas de celoso fariseo, perseguía furiosamente a los cristianos (cf. Hec_8:3). Su mismo modo de hablar aludiendo a tradiciones que hay que conservar, más bien indican lo contrario (cf. 1Co_11:2; 1Co_15:3; 2Te_2:15). ¿Cómo dice, pues, sin más, que el evangelio que él predica lo ha recibido no de hombres, sino por revelación de Jesucristo? Hay autores que, para resolver la dificultad, dicen que en este lugar, con la palabra evangelio, San Pablo se refiere únicamente a la doctrina de salud por la fe sin necesidad de las obras de la Ley, que era lo que estaba en litigio. Sin embargo, no nos parece que haya motivos para hacer esa limitación. Más bien creemos que el término evangelio, lo mismo que en otros pasajes de los escritos del Apóstol (cf. Rom_16:25), incluye, en general, el contenido de la predicación cristiana, y si San Pablo dice que ese contenido lo ha recibido por revelación de Jesucristo, no es excluyendo cualquier otra clase de información, sino recalcando que para él la fuente principal de la doctrina que predica ha sido la revelación, hasta el punto de que incluso lo recibido de otra manera está filtrado a través de la luz sobrenatural que recibió en la gran revelación de Damasco (cf. Hec_9:13-19) y en otras que la siguieron (cf. Hec_22:17; Hec_26:16).
En los v.13-14, a fin de que aparezca mejor que todo lo debe a la intervención directa de Dios, San Pablo hace una breve historia de su vida anterior a la gran revelación de Damasco, haciendo notar cómo se distinguía entre todos sus compatriotas por su furor persecutorio contra los cristianos (cf. Hec_8:3; Hec_9:1-2). Esta su furia persecutoria contra la Iglesia de Dios (v.13; cf. Hec_5:11) es un pecado que frecuentemente se echa en cara a sí mismo (cf. 1Co_15:9; Efe_3:8), aunque alegando en su descargo que lo hacía por ignorancia (cf. 1Ti_1:13). Y llega el momento de la gran revelación, que lo transforma en apóstol, igual a los Doce. San Pablo presenta ese momento con toda solemnidad: Pero cuando Aquel que me segregó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar en mí a su Hijo (????????? . ?????????? ??? ???? ????? ?? ???? ) para que lo anunciase a los gentiles., no pedí consejo a la carne y a la sangre. (v. 15-16). Son frases cargadas de ideas que, al mismo tiempo, rezuman agradecimiento. Es Dios, dice, quien en sus inescrutables designios, igual que había hecho con otros para otras misiones (cf. Isa_49:1; Jer_1:5; Luc_1:15), me segregó o eligió ya desde antes de nacer y me llamó por pura misericordia (v.15; cf. 1Co_15:10). No está claro si con esos dos verbos segregó., llamó (???????? . ??????? )| San Pablo está aludiendo a fases sucesivas del plan divino sobre él, el acto eterno de predestinación y el temporal de vocación (cf. Rom_8:29-30), o más bien elección y llamamiento vienen en este caso a significar lo mismo, designando, en general, el plan providencial de Dios sobre él, anterior al llamamiento histórico del camino de Damasco, a que aludirá luego en el v.16. La construcción gramatical del período, no obstante la acepción contraria del término llamar en otros pasajes (cf. Rom_1:1; Rom_8:30), parece aconsejar esto último. En cuanto a la frase: . se dignó revelar en mí a su Hijo para que lo anunciase a los gentiles (v.16), también hay algo que no es del todo claro. Nos referimos a la expresión en mí (?? ???? ), que muchos interpretan como dativo instrumental (= por mi medio), otros como de provecho (= a mí) y otros como locativo ( = en mi interior). Nos inclinamos, dado el contexto, a esta última interpretación. Lo que San Pablo trataría de hacer notar es que Dios le manifestó a Jesucristo en visión interior, inmediata y penetrante, a fin de que luego él lo diese a conocer a los gentiles: era una exigencia de su nueva condición de apóstol, testigo de Jesús y de su obra (cf. Hec_1:8), del mismo rango que los Doce. Naturalmente, lo que aquí dice San Pablo, recalcando el aspecto interior de la visión, en modo alguno excluye el carácter objetivo de la misma, como ya explicamos al comentar Hec_9:3-9.
Lo que resta de la narración v. 17-23) es consecuencia y al mismo tiempo confirmación de lo dicho. En efecto, supuesta esa revelación plena y auténtica de Jesucristo, por la que Dios elegía directamente a Pablo para apóstol, éste ya no necesitaba pedir instrucciones a nadie en orden a la predicación del Evangelio, ni siquiera al grupo de los Doce. Es precisamente lo que en estos versículos va haciendo resaltar. La expresión la carne y la sangre (v.16) es frase hebrea, que equivale prácticamente a naturaleza humana (cf. Mat_16:17; 1Co_15:50; Efe_6:12); por tanto, al decir el Apóstol que no pidió consejo a la carne y a la sangre, no quiere decir sino que no tuvo necesidad de contar con ningún hombre para comenzar a ejercer el apostolado 226. En esta afirmación universal están de suyo incluidos también los apóstoles; y si luego se fija en ellos expresamente (v.17) es recalcando la misma verdad, de modo que quede bien clara su independencia apostólica.
A continuación nos informa de sus desplazamientos a Arabia, Damasco, Jerusalén, Siria y Cilicia (v. 17-21); con la intención manifiesta de hacer ver que no ha recibido su evangelio de los apóstoles, de los que sólo ha visto a dos, y brevemente. De la estancia en Arabia y vuelta a Damasco ya hablamos al comentar Hec_9:19-25. En cuanto a la subida a Jerusalén (cf. Hec_9:26-28), expresamente nos dice que fue para conocer personalmente (????????? ) a Pedro, y que de los demás apóstoles sólo vio a Santiago (v. 18-19). Es de notar esa especie de complacencia en designarle con el nombre de Cefas (Hec_1:18; Hec_2:9.11.14; 1Co_1:12; 1Co_9:5; 1Co_15:5), nombre que, según las narraciones evangélicas, le habría sido impuesto por el Señor (cf. Jua_1:42; (Mat_16:18) y que a un semita no puede menos de sugerir espontáneamente su especial cargo y autoridad. El haberse visto con Santiago fue, dado el tenor de la narración, algo incidental, no buscado, como la visita a Pedro 227. No se ve claro el porqué de esa especie de juramento que San Pablo intercala en el v.20, interrumpiendo la narración. Quizá porque los gálatas habían oído de esa visita a Jerusalén, cuya finalidad desfiguraban, considerándola como una especie de investidura por parte de los Doce, San Pablo necesitaba recalcar, en defensa de su tesis, cuál había sido el verdadero motivo de la visita. La ida luego a las regiones de Siria y Cilicia (v.21) parece referirse, en conformidad con lo que sabemos por los Hechos, a su regreso a Tarso (Cilicia) desde Jerusalén (cf. Hec_9:30) y a su predicación en Antioquía (Siria) años más tarde, junto con Bernabé (cf. Hec_11:25-26). San Pablo habría unido ambos momentos, aunque cronológicamente separados, cual si se tratase de un viaje único preconcebido; y si pone antes Siria que Cuida, sería no porque en realidad hubiese sido ése el orden, sino porque, siendo Siria más importante que Gilicia, ésa era la manera ordinaria de expresarse cuando había que nombrar ambas regiones. Otra explicación sería que San Pablo no esté aludiendo a su predicación en Antioquía junto con Bernabé, sino a otra predicación anterior que hubiese realizado en tierras de Siria durante los años de su permanencia en Tarso, como parece insinuarse en Hec_15:41. Con lo que luego añade en los v.22-24, haciendo notar cómo su apostolado en las regiones de Siria y Cilicia fue motivo de que las comunidades cristianas de Judea, no obstante serles personalmente desconocido, se alegrasen y glorificasen a Dios en él, parece perseguir claramente un fin: el de mostrar a los gálatas cómo las iglesias mismas de Judea, con ese glorificar a Dios por su apostolado, confirmaban a su manera lo que él venía defendiendo; es a saber, que, sin la intervención de los Doce, el antiguo perseguidor se había convertido en auténtico apóstol, debido a la acción directa de Dios. Lo de ser desconocido personalmente de las comunidades cristianas de Judea ha de entenderse sobre todo de las establecidas fuera de Jerusalén, aunque es probable que también en Jerusalén, donde sólo había estado quince días (v.18), fuera poco conocido.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


11 (I) Introducción (1,1-11).
(A) Praescriptio: Fórmula inicial (1,1-5).
Pablo amplía la praescriptio incorporando a ella motivos de la carta misma: la defensa de su apostolado (independencia y origen divino de éste); el plan de Dios para la justificación de la humanidad por medio de Cristo. 1. Pablo, apóstol: Pablo arguye contra la idea de que, puesto que no fue uno de los Doce, no tiene verdadera autoridad. Aquí adopta deliberada(-)mente el título «apóstol» para hacer hincapié en su igualdad respecto a ellos, pues su misión dotada de autoridad procede del Señor resu(-)citado. La palabra apostolos, rara vez encon(-)trada en el griego extrabíblico o en los LXX, adquirió un específico matiz cristiano bajo la influencia de la institución judía contem(-)poránea del seliah, «enviado»: un represen(-)tante enviado con plenos poderes y encargado de cumplir un mandato determinado (legal, profético o misionero) (véase K. H. Rengs(-)torf, TDNT 1.437-43; ? Pensamiento del NT, 81:149-52). Dios Padre que lo resucitó: La mi(-)sión de Pablo de predicar el evangelio procede directamente de Dios y no es fruto de la dele(-)gación de hombre alguno. Su origen se en(-)cuentra en aquel que pone el sello definitivo de aprobación a la misión misma de Cristo (4,4). Nótese que la resurrección de Cristo se atribuye al Padre (? Teología paulina, 82:59). 3. gracia y paz: La gracia de Pablo invoca una participación en las bendiciones mesiánicas (? Cartas del NT, 45:8), procedentes tanto del Padre como de Cristo; compárese su anatema (1,8-9). 4. que se entregó: Resuena aquí el acor(-)de dominante de la carta: la salvación por Cristo según el plan o voluntad de Dios (? Teo(-)logía paulina, 82:41). El perverso mundo (eón) presente: La teología judía contemporánea contrastaba «este mundo (eón)» con «el mun(-)do (eón) venidero». Pablo se hace eco de dicho contraste y ve el primero dominado por Sata(-)nás (véase 2 Cor 4,4). La «entrega» de sí mis(-)mo efectuada por Cristo ha llevado a cabo el encuentro de ambos eones (1 Cor 10,11) y ha liberado de «este eón» a los hombres.

12 (B) Exordium: Asombro (1,6-7), ana(-)tema (1,8-9), transición (1,10-11). En vez de su acostumbrada acción de gracias (? Cartas del NT, 45:8B), Pablo expresa su sorpresa y disgusto ante la veleidad gálata. Al denunciar cualquier otra doctrina como un evangelio es(-)purio, afirma que sólo el suyo es el auténtico «evangelio de Cristo». 6. tan pronto: Bien en el sentido de «tan pronto después de vuestra conversión (y mi evangelización)», bien en el de «tan fácilmente». Su asombro resulta suave comparado con la maldición invocada sobre quienes descaminan a los gálatas. a quien os llamó: El Padre, puesto que Pablo hace normalmente a theos el sujeto de «llamar» (Gál 1, 15; 1 Cor 1,9; Rom 4,17; 8,30; 9,24); el plan del Padre se ejecuta mediante la gracia (be(-)nevolencia) de Cristo. Una interpretación po(-)sible, pero menos probable: «apartándoos de Cristo, que os llamó en su gracia». 7. otro (evangelio): Puesto que el evangelio es una «fuerza de salvación» (Rom 1,16) procedente de Cristo, que no está dividido (1 Cor 1,13), no puede haber más que un evangelio. Y éste es el que Pablo les proclamó ya. algunos: Los judai(-)zantes que provocan la inquietud (? 7-8 su(-)pra). 8. un ángel del cielo: cf. 2 Cor 11,4. En Gál 3,19-20 Pablo hace referencia a la creencia judía de que la ley mosaica fue promulgada por ángeles. Aun cuando uno de ellos apare(-)ciera de nuevo con un evangelio modificado, no se le debe escuchar; de hecho, Pablo mal(-)dice a tal ser. anatema: Esta palabra denotaba originariamente una «ofrenda votiva deposita(-)da en un templo» (cf. Lc 21,5; cf. BAGD 54); pero con el tiempo, esp. debido a la influencia de los LXX (Nm 21,3; Dt 7,26), llegó a sig(-)nificar «objeto de maldición». Así, Pablo la utiliza para pronunciar una maldición solem(-)ne sobre los judaizantes (véanse 1 Cor 12,3; 16,22; Rom 9,3). 10. Este versículo y el si(-)guiente son de transición, ¿busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios?: Pablo re(-)chaza una acusación implícita, la de que esta(-)ba rebajando el evangelio para ganar conver(-)sos (véanse 1 Tes 2,4; 2 Cor 5,11). todavía tratara de agradar a los hombres: Como antes, en el tiempo que precedió a su conversión, cuando perseguía a la Iglesia de Dios (1,13). Ahora el servicio de Cristo le ha librado de tal motivación y vanagloria, esclavo de Cristo: Su conversión lo liberó del «yugo de la esclavi(-)tud», que era la ley mosaica (5,1), con su in(-)sistencia en los logros humanos. Se convirtió en esclavo de Cristo, pronto a obedecerle (Rom 6,16-20). Puede haber además otro ma(-)tiz. En Flp 1,1 y Rom 1,1 Pablo se llama a sí mismo «esclavo», posiblemente a semejanza de algunas grandes figuras del AT que sirvie(-)ron a Yahvé fielmente (Moisés, 2 Re 18,12 LXX; Josué, Jue 2,8; Abrahán, Sal 104,42). Si hubiera buscado el favor de los hombres no habría sido fiel a esa llamada. 11. quiero que sepáis: La misma afirmación solemne introdu(-)ce el fragmento kerigmático que Pablo «recibió» y «transmitió» en 1 Cor 15,1. Pero este «evangelio» es de Cristo; como en 1 Tes 2,13, procede «de Dios», el evangelio anunciado por mí: La esencia de lo que a Pablo le gusta de(-)nominar «mi/nuestro evangelio» (1 Tes 1,5; 2 Cor 4,3; Rom 2,16) es que la salvación es po(-)sible para todos los hombres por igual me(-)diante la fe en Cristo (?Teología paulina, 82:31-36).

13 (II) Narrado: La llamada histórica de Pablo a predicar el evangelio (1,12-2,14). Al parecer, los judaizantes habían acu(-)sado a Pablo de haber sacado su mensaje, no de Cristo -dado que no había sido en absoluto testigo del ministerio de Jesús-, sino de otros predicadores, y de haberlo rebajado para los gentiles eliminado la obligación de las prácti(-)cas judías. Él replica reafirmando su misión apostólica histórica y explicando su relación con la Iglesia madre de Jerusalén.
14 (A) El evangelio de Pablo no es de origen humano (1,12-24). Por el contrario, procede de Dios mismo. 12. por revelación de Jesucristo: El gen. puede ser objetivo (se reve(-)la a Cristo, véase 1,16) o subjetivo (quien reve(-)la el evangelio es Cristo, no los hombres). La revelación cerca de Damasco (?Pablo, 79,20-22) iluminó a Pablo acerca de Cristo y su sig(-)nificado para la humanidad -acerca del carác(-)ter esencial del evangelio, no necesariamente acerca de su «forma»-. El v. 12 no significa que los hechos acerca de la vida de Jesús le fueran comunicados a Pablo de manera que no tuviera que depender nunca de ninguna tradición primitiva procedente de la Iglesia de Jerusalén (?Teología paulina, 82:16-20).

15 13. mi antigua conducta como judío: La vida anterior de Pablo no brindaba preci(-)samente las circunstancias psicológicas de las que podría haber surgido de forma espontá(-)nea su evangelio. En su calidad de fariseo (Flp 3,5-6) había rechazado firmemente lo que se oponía a la ley mosaica y a las tradiciones de los padres (es decir, a las interpretaciones fa(-)risaicas de la Torá; véase Mc 7,1-13). perseguía yo a la Iglesia de Dios: Véase 1 Cor 15,9 (cf. Hch 8,3; 9,1-2). Sobre la expresión «Iglesia de Dios», ? Teología paulina, 82:134-35. 15. des(-)de el seno de mi madre: Expresión de los LXX. Como Jeremías (Jr 1,5) o incluso el Siervo de Yahvé (Is 49,1), Pablo había sido destinado por el Padre a la llamada incluso antes de que llegara a existir. ¿Se consideraba Pablo otro Siervo de Yahvé? (véase D. M. Stanley, CBQ 16 [1954] 385-425). 16. revelarme a su Hijo: Lit. «en mí»; pero en con dat. puede equivaler al dat. de obj. indir. (BDF 220.1; cf. 1,12; 2,20; 1 Cor 15,10). Pablo insistía en que había «vis(-)to» al Señor (1 Cor 9,1; 15,8) y era, por tanto, apóstol. Otra trad., «a través de mí», es posi(-)ble, pero parece redundante a la vista de la frase siguiente, para que yo anunciara su bue(-)na nueva entre los gentiles: Véase 2,7. Pablo conecta su misión apostólica con la revela(-)ción de Cristo, pero sus palabras no llevan ne(-)cesariamente a la conclusión de que ambos acontecimientos fueran históricamente si(-)multáneos (véase B. Rigaux, The Letters of St. Paul [Chicago 1968] 40-67). Para Cristo como contenido del evangelio, véase Rom 1,2-5. sin consultar a hombre alguno: Lit. «carne y san(-)gre», expresión del AT (Eclo 14,18; 17,31) uti(-)lizada de nuevo en 1 Cor 15,50. La negación categórica de que su misión tuviera un origen humano se explica con los detalles cronológi(-)cos y geográficos que siguen. 17. a Jerusalén: Su conocimiento básico de Cristo no procedía del centro tradicional del cual salió la «pala(-)bra del Señor» (Is 2,3; Lc 24,48). apóstoles an(-)tes que yo: Pablo era consciente de que era el «menos importante» de los apóstoles, pero eso no significa que fuera tan sólo un apóstol de segunda categoría, a Arabia: Probablemen(-)te el reino nabateo de Aretas IV Filopatris (2 Cor 11,32; cf. G. W. Bowersock, JRS 61 [1971] 219-42; Román Arabia [Cambridge, MA, 1983]; J. Starcky, DBSup 7.886-1017), situado en Transjordania, al este y sur de Damasco, y que se extendía en dirección sudoeste hacia Suez. La índole y duración de este retiro no se indican, y la estancia de Pablo allí se pasa por alto en Hch (? Pablo, 79:7-8).
16 18. luego, al cabo de tres años: A calcu(-)lar desde el regreso de Pablo a Damasco tras su viaje a Arabia, para obtener de Cefas infor(-)mación: El significado del infin. gr. historésai se discute; lit. significa «preguntar acerca de» (una persona o cosa), «ir a examinar» (una co(-)sa). Muchos intérpretes antiguos gr. y lat. lo entendieron simplemente como «ver» (Vg, vide re), a menudo interpretado como «hacer una visita [amistosa]» a Cefas. Sin embargo, existen pocas pruebas que apoyen tal signi(-)ficado. La interpretación preferible es que Pablo visitó a Cefas con el propósito de pre(-)guntarle (LSJ 842), para obtener de él información sobre el ministerio de Jesús (véa(-)se G. D. Kilpatrick, «Galatians 1:18, historésai Képhan», New Testament Essays [Fest. T. W. Manson, Manchester 1959] 144-49; cf. J. D. G. Dunn, NTS 28 [1982] 461-78; ZNW 76 [1985] 138-39; O. Hofius, ZNW 75 [1984] 73-85). Du(-)rante los 15 días que pasó con Cefas, Pablo probablemente aprendió «tradiciones» de la Iglesia de Jerusalén (1 Cor 11,2.23-25; 15,3-7). Aunque la identificación de Cefas y Pedro ha sido cuestionada (por K. Lake, D. W. Riddle, C. M. Henze; véase Betz, Galatians 97), es co(-)múnmente aceptada (véase O. Cullmann, Peter [Filadelfia 1953] 18 n. 7; TDNT 6.100-112). El término képhas, forma gr. del ar. képa', «roca», «piedra», «peñasco», que, como actualmente se sabe, se utilizó como nombre de persona (véase BMAP 8,10; cf. J. A. Fitzmyer, TAG 112-24), se le asignó a Simón a modo de título e indicaba el carácter de su portador (como «macabeo», «martillo»). En virtud de este títu(-)lo, Simón es «roca» del templo escatológico (= la Iglesia); él es también una de las «colum(-)nas» (2,9) de la Iglesia de Jerusalén. 19. sino sólo a Santiago: O posiblemente «excepto a Santiago». La conj. ei me puede ser adversati(-)va, «pero», «sino» (como en Gál 2,16; Mt 12,4), o expresar una excepción (véase ZBG § 470). En el primer significado, que parece preferible, a Santiago se le distingue de los apóstoles; en el segundo se dice que Santiago es uno de ellos. Pero entonces no se ha de identificar con Santiago, hijo de Zebedeo, ni con Santiago, hi(-)jo de Alfeo, miembros de los Doce (Mc 3,17-18) . Pablo lo llama «el hermano del Señor»; se le consideró como el primer «obispo» de Jeru(-)salén (Eusebio, HE 2.23.1; ? Pensamiento del NT, 81:143). el hermano: En griego clásico y helenístico, adelphos significa «hermano de sangre». En los LXX traduce el hebr. áh, aun cuando se use en el sentido de «familiar» (Gn 13,8; 29,12-15; véase BAGD 16); en papiros gr. procedentes de Egipto tiene también el senti(-)do amplio de «pariente» (véase J. J. Collins, TS 5 [1944] 484-94; cf. J. A. Fitzmyer, WA 221). A la vista del problema creado por Mc 6,3 y 15,40.47; 16,1, donde la frase «María, la madre de Santiago el menor y de Joset» difícilmente la puede utilizar el evangelista para designar a la madre del crucificado en el Calvario, el me(-)jor modo de entender adelphos, aplicado a Santiago, es el de «familiar, pariente». 21. Siria y Cilicia: Ésta probablemente comprende Tarso, la ciudad natal de Pablo, que fue el lu(-)gar de una estancia paulina de varios años que posiblemente incluyó alguna actividad de apostolado; debido a ello, las «Iglesias de Ju(-)dea» no lo conocían personalmente como cristiano.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: Gálatas 1,11-14
Prueba que la doctrina evangélica por él predicada la tiene de sólo Dios; prueba también que antes de su conversión de ninguna manera la recibió, siendo extremado el odio que sentía contra Cristo y ardentísima la pasión que lo hacía adherirse al Judaismo 11. Porque os hago saber, hermanos, que ¿I Evangelio predicado por mí no es de hombre.12. Pues yo no lo recibí de hombre alguno ni lo aprendí sino por revelación de Jesucristo.13. Habéis ciertamente oído hablar de cómo yo en otro tiempo vivía en el Judaismo, de cómo perseguía sobre manera a la 1glesia de Dios y la devastaba,14. y aventajaba en el judaismo a muchos coetáneos míos de mi nación, siendo en extremo celoso de las tradiciones de mis padres.Arriba les reprochó el Apóstol a los Gálatas su ligereza de espíritu para tan pronto haber dejado la doctrina del Evangelio, y aquí les muestra la dignidad de la propia doctrina evangélica. Y acerca de esto hace dos cosas. Porque primero pondera la autoridad de la doctrina evangélica en cuanto a sí misma; luego, por parte de los otros Apóstoles y suya a la vez (Gal 2,1): Caíorce años después volví a Jerusalén, etc. De nuevo divide la primera parte en dos, porque primero indica su propósito; y luego lo explica: Habéis ciertamente oído hablar, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero enuncia lo que intenta; y luego lo prueba: pues yo no lo recibí, etc. Así es que queriendo sondear la verdad de la doctrina evangélica, dice: porque os hago saber, hermanos, etc.; como si dijera: De tal manera estoy cierto de la autoridad del Evangelio, que uno contrario, no sólo a los hombres sino que ni a ios ángeles se lo creería; pues si le fueren contrarios los anatematizaría. Y tal certeza la tengo por la razón de que más es de creérsele a Dios que a los hombres o a los ángeles. Y por eso, como, yo recibí el Evangelio de Dios, debo tener y tengo la máxima certeza. Y por eso dice: Os hago saber, hermanos, que el Evangelio predicado por mí a vosotros y a otras iglesias, no es de hombre, esto es, conforme a la humana naturaleza discordante de la regla o revelación divina. Y así el de hombre suena a imperfección. Habiendo entre voso^ tros celos y discordias, etc. (1Co 3,3). Y así lo entiende aquí el1 Apóstol. Por lo cual dice: no es de hombre el que yo enseño o entrego, como si dijera: De ninguna manera se puede considerar este Evangelio como recibido de hombre, sino de Dios. Y por eso agrega: Porque yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno; en lo cual excluye un doble modo de recepción. Primero, que no recibió de hombre alguno la autoridad de evangelizar, y en cuanto a esto dice: de hombre alguno, esto es, de puro hombre no recibí la autoridad de anunciar el Evangelio, sino de Cristo. ¿Cómo van a predicar si nadie los envía? (Rm 10,15) Te he puesto para luz de las naciones (Is 42, ó). Un vaso de eLección es para mí ese mismo (Hch 9,15). Lo segundo, que no recibió de hombre la ciencia de la evangelización. Y por esto dice: ni lo aprendí el evangelio de un puro hombre, sino por revelación de Jesucristo, esto es, enseñándole Jesucristo todas las cosas claramente. Mas a nosotros nos lo ha revelado Dios, etc. (1Co 2,10). El Señor Dios me abrió los oídos, etc. (Is 50,5). El Señor me dio una lengua sabia a fin de que sepa yo sostener con mis palabras, etc. (Is 50,4). Pues bien, esta revelación se le hizo al Apóstol cuando fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es lícito a un hombre proferir (2Co 12,4).En seguida, cuando dice: Habéis ciertamente oído hablar, etc., prueba su proposición, a saber, que el evangelio no lo recibió de hombre, ni antes de la conversión ni después de la conversión a Cristo: Mas cuando le plugo, etc. (Sal 1,15). Y que no lo recibiera de hombre antes de su conversión lo demuestra tanto por el odio que tenía a la fe de Cristo y a los cristianos, como por su pasión por el judaismo: y aventajaba en el judaismo, etc. Así es que dice: Digo que no lo recibí de hombre, ni antes de mi conversión, lo cual es patente por los hechos de aquel tiempo y por el odio que le tenía a la fe. Porque vosotros mismos habéis ciertamente oído (Solamente habían oído decir: aquel que antes nos perseguía, etc. Gal 1,23) de cómo yo en otro tiempo vivía (cuando no tenía la fe) en el judaísmo, en el cual vivía judaicamente. Y dice de cómo yo vivía, de cómo llevaba mi vida, porque lo que mal hacemos es por nosotros, y de Dios lo que hacemos bien. Tu perdición ¡oh 1srael! viene de ti mismo, y sólo de Mí tu socorro (Oseas 13,9). Y oísteis de cómo sobre manera, más que los demás, porque no sólo por sí mismo sino que provocaba a esto a los principales. Porque los demás perseguían quizá inducidos por los principales, pero Pablo inducía a éstos. Mas Saulo, que todavía no respiraba sino amenazas y muerte, etc., se presentó al príncipe de los sacerdotes, etc. (Hch 9,1). Y no sólo en Jerusalén, sino también en toda la región. Por lo cual se le dieron cartas para Damasco, etc. Por lo cual de él se puede entender lo que se dice en el Génesis (49,27): Benjamín, lobo rapaz, etc. Perseguía a la 1glesia de Dios, buscando a los cristianos y ahuyentándolos. No merezco ser llamado apóstol, etc. (1Co 15,9). Y la devastaba, no -por cierto- espi-ritualmente, porque no podría apartar de la fe los corazones de los fieles, sino corporalmente, afligiéndolos con penas corporales, y metiéndolos a la cárcel. ¿Pues no es éste aquel mismo que perseguía? etc. (Hch 9,21). Muchas veces me han asaltado, etc. (Sal 128,1-2). Es, pues, patente, por el odio que le tenía a la fe de Cristo antes de su conversión, que no recibió de hombre el evangelio.Esto es patente también por el amor y la pasión de celo que tenía por el Judaismo, y esto en cuanto a ventaja exterior. Por lo cual dice: Y aventajaba, etc.; en lo cual indica tres cosas que expresan la grande importancia de la ventaja, porque a muchos, no a pocos aventajaba, no a ancianos ineptos para el adelantamiento en la ciencia, sino a coetáneos, a saber, jóvenes agudos y aptos para el aprovechamiento. Bueno es para el hombre el llevar el yugo ya desde su mocedad (Trenos 3,5). Además, no se trata de coetáneos extranjeros, como de lenguaje desconocido, sino de los que son de mi nación, de judíos. Yo soy judío, educado a los pies de Gamaliel, etc. (Hch 22,3). También en cuanto al celo interior que sentía por la Ley. Por lo cual dice: siendo en extremo celoso, no sólo de la ley, sino de las tradiciones de mis padres, las cuales tienen los judíos por lícitas, las cuales fueron agregadas por los buenos padres, como se dice en la Glosa, las que llama tradiciones suyas, porque así las consideraba, como si fuesen suyas. En cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor, etc. (Fil 3,5). Pero la duda es sobre esto que dice la Glosa: buenos padres agregaron. Parece que no fueron buenos, porque se dice en el Deuteronomio (4,2): No añadáis a las palabras que yo os hablo, etc. Luego al añadir sus tradiciones obraron contra el mandato de Dios, y por lo mismo no fueron buenos. Débese decir que esas palabras del Señor débense entender así: No añadáis nada contrario o extraño a las palabras que yo hablo, etc. Porque añadir algunas cosas que no sean contrarias les fue lícito, a saber, algunos días solemnes y otras cosas semejantes, como ocurrió en tiempos de Mardoqueo, y en el tiempo de Judit, en memoria de los beneficios que recibieran de Dios.Objeción. Pero en contra, el Señor los reprende diciendo: Habéis anulado la palabra de Dios por las tradiciones de los hombres (Mt 15,6). Luego no hay tradiciones lícitas.Respuesta. Débese decir que no se les reprocha que mantengan las tradiciones de los hombres, sino que por las tradiciones de los hombres abandonen los mandatos de Dios.
Petri Marietti 1896
SANTO TOMAS DE AQUINO COMENTARIO Traducción de J.. M. Abascal EDITORIAL TRADICIÓN, S. A MÉXICO,1983

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Pruebas sustanciales

Pablo pasa ahora a probar su afirmación. La prueba parece consistir en dos partes principales. En primer lugar, él necesita presentar la evidencia que apoya la afirmación en sí (1:13-24): debe demostrar que durante los años de formación de su ministerio no recibió capacitación alguna de parte de los apóstoles. En segundo lugar, debe tratar dos acontecimientos posteriores que probablemente habían sido usados por los judaizantes como prueba en su contra (2:1-21).

13, 14 Antes de su conversión. Aquí el Apóstol señala que su experiencia precristiana fue ca racterizada por dos elementos que son incompatibles con su ministerio actual. En primer lugar, estaba totalmente comprometido con la destrucción de los cristianos y el exterminio de la iglesia (tema que se nos explica claramente en Hech. 9). En se gundo lugar, era un devoto fariseo. La expresión las tradiciones de mis padres probablemente se refiera no sólo a las enseñanzas generales del judaísmo, sino más específicamente a lo que de otra for ma se conoce como la ley oral, una larga lista de reglas que distinguían a los fariseos de otros grupos judíos (cf. también Mar. 7:1-13; Fil. 3:4-6).

¿Por qué menciona Pablo estas cosas? Una respuesta común es que ellas prueban que Pablo no recibió su evangelio de maestros judíos. Pero, ¿quién habría afirmado que esto era lo que había sucedido? ¡Seguramente no los judaizantes! En cierta forma esta información apoya el derecho de Pablo a hablar con cierta autoridad sobre la naturaleza del judaísmo. Sin embargo, parece probable que estos versículos no hayan sido escritos tanto como una prueba en sí, sino como preparación para lo que está por decir. En otras palabras, su vida anterior demuestra la necesidad que Pablo tenía de una conversión drástica. Sólo una intervención divina de la gracia de Dios podría explicar el cambio que se produjo en él.

15, 16a La revelación. En esta impactante descripción de la forma en que Dios obró en su vida, Pablo alude a las palabras del mismo Señor a Jeremías: Antes que yo te formase en el vientre te conocí; y antes que salieses de la matriz, te consagré y te di por profeta a las naciones (Jer. 1:5; cf. también Isa. 49:1-6). Indudablemente, Pablo consideraba su ministerio no solamente comparable al de Jeremías, sino más que eso, como relacionado en forma integral con la obra de los profetas del AT y, en cierto sentido, hasta como su culminación. Ahora, por fin, el mensaje de salvación está rompien do todas las barreras de las nacionalidades. La luz ha caído sobre las tierras de los gentiles, de los cuales los gálatas son parte.

Sin embargo, es especialmente significativa la notable acumulación de expresiones en los vv. 15 y 16 que señalan a la iniciativa de Dios, soberana y llena de gracia: tuvo a bien (el primer verbo en el gr.); me apartó desde el vientre de mi madre; llamó; gracia; revelar. El fuerte énfasis en la predestinación de Dios tiene como propósito no dejar en absoluto lugar a dudas sobre el origen divino del evangelio que Pablo predicaba. En particular, no son sus esfuerzos propios sino sólo la obra de Dios la que lo ha llevado al apostolado.

16b-24 Después de su conversión. Lo que se quiere demostrar en este párrafo es bien claro. Pablo quiere dejar establecido que en los primeros años de su ministerio, durante los cuales se fue formando el carácter distintivo de su predicación, no estuvo bajo la influencia de los otros apóstoles por un tiempo prolongado. Nos dice que de inmediato, luego de su conversión, en lugar de consultar con ningún hombre (lit. carne y sangre, una expresión que llama la atención sobre la fragilidad de los seres humanos), pasó tres años en Arabia. La región que tiene en mente, que era dominada por los nabateos, quizá incluyera a la ciudad de Damasco en esa época (cf. Hech. 9:19-22). De cualquier forma, lo que Pablo quiere destacar es que no pasó por un período de instrucción bajo los apóstoles de Jerusalén. Cuando finalmente volvió a Jerusalén, su contacto con Pedro fue muy limitado, y la única otra figura importante con quien se encontró fue Jacobo, el hermano del Señor. Lo restringida que fue su exposición a la iglesia primitiva de Judea queda confirmada por el hecho de que casi ninguno lo conocía personalmente, aunque tenían cabal conocimiento de su conversión, que era un motivo para glorificar a Dios.

Es importante destacar la gravedad del argumento de Pablo. En el v. 20 llega hasta emitir un juramento (he aquí delante de Dios) para probar que su testimonio es verdadero. Esta es una clara indicación de que Pablo estaba respondiendo a algunas acusaciones muy específicas. Sin duda, los judaizantes estaban haciendo correr historias acerca de que él había estado bajo la instrucción de los apóstoles de Jerusalén durante largo tiempo, como lo hubiera hecho un discípulo bajo su rabí. También es importante destacar que con el v. 24 Pablo ha completado su argumentación. Durante los primeros 14 (quizá 17) años de su ministerio, mientras se estaba definiendo el carácter de su predicación, no tuvo la oportunidad de capacitarse con una fuente humana.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La vocación de Pablo. Pablo es apóstol sola y únicamente por elección de Dios y de su hijo Jesucristo. Por tanto, «la Buena Noticia que les anuncié... me la reveló Jesucristo» (11s), afirma aludiendo a su conversión en el camino de Damasco. No describe el acontecimiento, ni aquí ni en ninguna otra carta. Es probable que las comunidades evangelizadas por él conocieran ya todos los detalles que nos da Lucas en Hch 9. Si menciona, pues, su propia historia de «conversión» es para resaltar la «llamada» a ser apóstol que supuso ese encuentro con Jesús a las puertas de Damasco. Y así, habla de ella (15) con términos tomados de la vocación de Jeremías (cfr. Jer_1:5) y del siervo de Yahvé (cfr. Isa_50:4), que son justamente los únicos profetas de Israel que fueron a predicar a los paganos. En Pablo, conversión personal y vocación misionera son inseparables: «quiso revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara a los paganos» (15s).
En cuanto a su autoridad apostólica, Pablo quiere dejar claro que actúa en pie de igualdad con los apóstoles de primera hora y que por eso no corrió inmediatamente a Jerusalén, la «Iglesia madre», en busca de una autoridad para predicar el Evangelio que ya se la había dado Jesús resucitado en persona. Así pues, en vez de dirigirse a la Ciudad Santa, se marchó a Arabia donde permaneció tres años. Sin embargo, el Apóstol no es un francotirador del Evangelio. Sabe muy bien que su conversión-vocación tuvo lugar en el seno de una «comunidad» donde recobró la vista y se llenó del Espíritu (cfr. Hch_9:17-19). Y así, a su debido tiempo -tres años después- viajó a Jerusalén. Que no se inquieten, pues, los gálatas, parece insinuar Pablo, pues él es portavoz de la misma «tradición apostólica» que Cefas y Santiago. A propósito de su viaje a Jerusalén, a Lucas le parece, por lo visto, que tres años son demasiados para ver reunidos a Pablo con los demás apóstoles en una misma comunión eclesial, y así nos narra un viaje relámpago del Apóstol a la Ciudad Santa después de su conversión (cfr. Hch_9:26-30). Posiblemente, más que un «viaje físico», el evangelista de la unidad de la Iglesia esté creando literariamente un «viaje espiritual» de comunión en la misma fe y en el mismo testimonio. La fe va a ser el concepto central de la carta.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter I.

6 Hee wondereth that they haue so soone left him, and the Gospel, 8 And accurseth those that preach any other Gospel then hee did. 11 He learned the Gospel not of men, but of God: 14 And sheweth what he was before his calling, 17 and what he did presently after it.
1 Paul an Apostle, not of men, neither by man, but by Iesus Christ, and God the Father, who raised him fro the dead,
2 And all the brethren which are with mee, vnto the Churches of Galatia:
3 Grace bee to you and peace, from God the Father, and from our Lord Iesus Christ,
4 Who gaue himselfe for our sinnes, that he might deliuer vs from this present euill world, according to the will of God, and our Father,
5 To whom bee glorie for euer and euer, Amen.
6 I marueile, that you are so soone remoued from him, that called you into the grace of Christ, vnto an other Gospel:
7 Which is not another; but there bee some that trouble you, and would peruert the Gospel of Christ.
8 But though we, or an Angel from heauen, preach any other Gospel vnto you, then that which wee haue preached vnto

[Pauls doctrine.]

you, let him be accursed.
9 As we said before, so say I now againe, If any man preach any other Gospel vnto you, then that yee haue receiued, let him be accursed.
10 For doe I now perswade men, or God? or doe I seeke to please men? For if I yet pleased men, I should not bee the seruant of Christ.
11 But I certifie you, brethren, that the Gospel which was preached of me, is not after man.
12 For I neither receiued it of man, neither was I taught it, but by the reuelation of Iesus Christ.
13 For yee haue heard of my couuersation in time past, in the Iewes Religion, how that beyond measure I persecuted the Church of God, and wasted it:
14 And profited in the Iewes Religion, aboue many my [ Greek: equals in yeeres.] equals in mine owne nation, being more exceedingly zealous of the traditions of my fathers.
15 But when it pleased God, who separated me from my mothers wombe, and called me by his grace,
16 To reueale his sonne in mee, that I might preach him among the heathen, immediatly I conferred not with flesh and blood:
17 Neither went I vp to Ierusalem, to them which were Apostles before me, but I went into Arabia, and returned againe vnto Damascus.
18 Then after three yeeres, I [ Or, returned.] went vp to Ierusalem to see Peter, and abode with him fifteene dayes.
19 But other of the Apostles saw I

[Pauls courage.]

none, saue Iames the Lords brother.
20 Now the things which I write vnto you, behold, before God I lye not.
21 Afterwards I came into the regions of Syria and Cilicia,
22 And was vnknowen by face vnto the Churches of Iudea, which were in Christ.
23 But they had heard onely, that he which persecuted vs in times past, now preacheth the faith, which once hee destroyed.
24 And they glorified God in me.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



4. "Este mundo perverso" es el mundo presente, contrapuesto al venidero. El mundo no es intrínsecamente malo, porque ha sido creado por Dios, y todas las obras de Dios son buenas ( Gen_1:31; 1Ti_4:4). Sin embargo, a causa del pecado, quedó sometido al poder del mal, personificado en Satanás, a quien Pablo llama "el dios de este mundo" ( 2Co_4:4).

12. Lo que Pablo ha recibido "por revelación de Jesucristo" es su conocimiento del plan de Dios respecto de los paganos: estos han sido llamados a participar de la salvación mesiánica mediante la fe en Jesucristo.

15. Jer_1:5; Isa_49:1.

16. Ver Isa_42:6; Isa_49:6.

17. "Arabia" designa aquí probablemente la región que se encuentra al sur de Damasco.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Hch 8:3; Hch 22:4-5; Hch 26:9-11; 1Co 15:9; Flp 3:6.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El relato de su vocación confirma la autenticidad de lo que enseñaba. Pablo muestra así que su Evangelio -aunque lógicamente coincide y queda contrastado con el que proclamaban los demás Apóstoles (cfr 1 Co 15,3; Ga 2,2)- no viene de un hombre, sino de una revelación del mismo Jesucristo. Su vocación, como la de otros enviados por Dios (cfr Jr 1,5; Is 49,1-5; Lc 1,14; etc.), manifiesta la iniciativa gratuita divina y la ausencia de méritos personales previo.

Probablemente, este «Santiago, el hermano del Señor» (v. 19) es Santiago el Menor, que dirigió la comunidad cristiana de Jerusalén.


Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba;a

a Hch 8:3; Hch 22:4-5; Hch 26:9-11.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

perseguía...Hch 8:3; Hch 22:4-5; Hch 26:9-11.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Hch 26:4;b Hch 8:1-3; Hch 9:21

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 1.13 Hch 8.3; 22.4-5; 26.9-11.

[2] 1.14 Hch 22.3; Flp 3.6.

[3] 1.15-16 Me escogió antes de nacer: Cf. Is 49.1; Jer 1.5.

[4] 1.15-16 Hch 9.1-18; Hch 22.6-16; 26.12-18.

[5] 1.18 Cf. Hch 9.26-30.

[6] 1.19 Aunque sí a Santiago: otra posible traducción: fuera de Santiago. Cf. Hch 12.17 n.

[7] 1.19 Hermano del Señor: Cf. Mt 13.55.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Co_11:21+

[2] Hch_8:1-3+

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Co_11:21+

[2] Hch_8:1-3+

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I καθ ὑπερβολὴν I] excesivamente.

Torres Amat (1825)



[8] Maldito sea y de todos execrado.

[17] A predicar a Jesucristo, según la orden que había recibido de Dios.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *1Cor 11:28 *Gal 6:4

[=] *2Cor 11:21 *He 8:1