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Y vosotros, hermanos, a la manera de Isaac, sois hijos de la promesa. (Gálatas 4, 28) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 4

3. CRISTO RESCATO A LOS HEREDEROS, CONVIRTIéNDOLOS EN HIJOS DE DIOS (4,01-20).

La expresión «herederos de la promesa» sugiere a Pablo una nueva imagen. Después de haber comparado la promesa con un testamento (3,l5-18) y la ley con un ayo (3,19-25), emplea ahora la imagen del heredero menor de edad. El heredero, antes de llegar a la mayoría de edad, es semejante a un esclavo. Pero la mayoría de edad llegará. Aplicado a la humanidad, significa lo siguiente: con la venida de Cristo, Hijo de Dios, hemos quedado libres de la ley, hemos llegado a ser hijos de Dios mayores de edad. La época de la esclavitud y de la tutela ha pasado (4,1-7). ¿Cómo es posible que los cristianos quieran retornar a la esclavitud? Pablo se dirige de nuevo personalmente a los gálatas. Ya no pueden dar marcha atrás (4,8-11). Termina dirigiéndose a sus hijos con amor paternal rogándoles que escuchen a su padre, como hacían antes (4,1Z-20). .

Los versículos 1-20 no parecen constituir un argumento de Escritura; éste se reanuda sólo a partir de 4,21 ss, pero estos versículos (1,20) están iluminados por el argumento escriturístico anterior 43 y permiten apreciar cuánto apremia al Apóstol mostrar en seguida a los gálatas el significado que tiene para ellos, en su vida concreta, la prueba tomada de la Escritura.

a) Situación de los herederos antes de la venida de Cristo (4/01-03).

1 Volviendo, pues, a lo de antes, digo que, mientras el heredero es un niño, en nada se diferencia de un esclavo, siendo así que es dueño de todo. 2 Sino que está sometido a tutores y administradores hasta la fecha fijada por el padre.

En el versículo precedente (3,29) Pablo había mostrado que los que son de Cristo recibirán la herencia; ahora se esfuerza por mostrar qué significa para ellos la herencia. La imagen que usa para explicarlo procede del derecho civil. No hay que aplicar rigurosamente cada uno de los elementos de la imagen, pero conviene observar que, al aplicarla a la realidad, Pablo la agudiza. Se presupone un heredero cuyo padre ha muerto. Esto no se dice expresamente porque este rasgo de la parábola no tiene correspondencia en la realidad a la que se aplica. Lo que le interesa al Apóstol es sobre todo la minoría de edad del niño, que transforma su existencia en una especie de esclavitud. Está, además, el hecho importante de que este período de minoría de edad termina en la fecha que el padre ha fijado para que el hijo pase a poder disponer plenamente de la herencia.

Aún hay un tercer elemento que parece recalcarse con especial insistencia. Del niño que aún no posee la facultad de disponer de la herencia dice el Apóstol que es dueño de todo. Esto significa en primer lugar que el hijo menor de edad es propietario en sentido pleno. Si tenemos en cuenta la realidad que se quiere explicar con esta comparación, aparece claro que los tutores y administradores personifican los «elementos del mundo» (cf. 4,3). éstos han mantenido a los hombres en una esclavitud que no corresponde a la voluntad creadora de Dios, ya que el Creador ha dado al hombre dominio sobre las cosas del mundo (Gen_1:28). El salmista dice: «Le has cedido (al hombre) dominio sobre las obras de tus manos. Todo bajo sus pies lo has sometido» (Psa_8:7 s). Los elementos y la ley del mundo no están ahí para esclavizar a los hombres. Incluso el sábado, como dice Jesús, es para los hombres (Mar_2:27).

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46. «Es cierto que en la perícopa 4,1-20 no aparece ninguna cita de la Escritura, pero la Escritura se trans- parenta en ella con tal vigor que sin esa fuente de luz y de fuerza todo parecería obscuro y vacilante» (K. L. SCHMIDT).

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3 De la misma manera nosotros, cuando éramos niños, estábamos esclavizados bajo los elementos del mundo.

Como vimos, la descripción de la imagen estaba encaminada ya a su aplicación. Pablo la aplica a los herederos de la promesa. En el «nosotros» están incluidos Pablo y los gálatas, los judeocristianos y los etnicocristianos. Puesto que se dirige a los etnicocristianos de Galacia, el Apóstol insiste especialmente en su antiguo esclavizador: los elementos del mundo. Pero lo mismo podría decir el judeocristiano de la ley, que le impedía obrar libremente. Los elementos del mundo sometían a los hombres a una ley (cf. 4,9 ss). Y viceversa: el servicio a la ley del judío era un servicio a «este mundo malvado» del que Cristo nos ha librado (1,4).

¿Qué son esos elementos del mundo? Este término (stoikheia tou kosmou) designa, en primer lugar, los elementos del mundo, pero aquí se refiere a los espíritus elementales que, según la concepción de los círculos gentiles, representaban las fuerzas elementales del mundo, sobre todo los astros. Se les compara con seres personales, con tutores y administradores (4,2), que, en los tiempos anteriores al cristianismo, mantenían a los gálatas bajo el yugo de la esclavitud. Exigían la observancia de «días, lunas nuevas, festividades y años» 47. Los gálatas les sirvieron como a dioses sin que Io fueran en realidad (4,8). Son, más bien, «impotentes y pobres» (4,9). No son nada, igual que, según el juicio de la Biblia, los dioses de los gentiles. Pero los hombres querían asegurar su vida sirviendo a estos «elementos». Esta forma de proceder de los gentiles es un servicio a la ley, igual que la forma de proceder de los judíos, que querían alcanzar la justificación mediante la práctica de la ley. Judíos y gentiles, antes de la «plenitud de los tiempos», estaban sometidos a la ley (4,4 ss), eran menores de edad y estaban esclavizados.

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47. Cf. Col_2:16. Sobre el tema de los «elementos del mundo» debe verse, sobre todo, Col_2:8-22.

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b) Cristo rescató a los herederos (4/04-05).

4 Pero cuando llegó la plenitud del tiempo envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, ...

El tiempo de la tutela, que era para los hombres como una esclavitud, debía terminar por voluntad de Dios en un momento concreto, que estaba prefijado. La fecha señalada tenía que llegar. Con el correr de los años se cumplió el plazo establecido y el tiempo de este mundo llegó a su fin. Ha llegado el tiempo del Mesías, que libera de la ley a los hombres y los coloca en la situación privilegiada de Hijos de Dios.

En la fecha señalada, Dios envió a su Hijo. En el mismo instante en que, por voluntad de Dios, llegó esa fecha, fue enviado el Hijo. El tiempo y el mundo mesiánicos acabaron con este tiempo y con el mundo actual. Al enviar a su Hijo, Dios da inicio al eón futuro. El texto griego dice literalmente que Dios «envió desde sí» a su Hijo. El Hijo, pues, estaba junto a Dios y tenía existencia divina antes de ser enviado 48. Fue enviado al mundo como legado plenipotenciario de Dios.

Nació de una mujer. No se limitó a aparecer en la tierra, a hacerse visible como una aparición celestial. Se hizo realmente hombre como nosotros. Juan expresa esto aún más gráficamente para evitar cualquier espiritualización del aspecto humano de la persona de Cristo: «El Logos se hizo carne» (/Jn/01/14). Pablo describe la encarnación como nacimiento de mujer. Lo que pretende con esto no es tanto insistir en el hecho de que Jesús, por intervención del Espíritu Santo, se hizo hombre en el seno de la Virgen María cuanto poner de relieve la bajeza y humanidad del hombre Jesús. Jesús se solidarizó con nosotros para liberarnos. «Por vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros por su pobreza os hagáis ricos» (2Co_8:9).

E1 Hijo de Dios estaba sometido a la ley. No sólo compartió con los hombres la naturaleza humana, sino incluso la situación histórica. Fue colocado bajo la misma ley que los hombres. Aunque era Hijo de Dios al ser enviado pasó a ser súbdito de la ley. Lo que hizo posible la liberación de los que eran esclavos fue el hecho de que el Hijo de Dios se hiciera igual a ellos en todo, excepto el pecado.

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48. Sobre la preexistencia de Cristo, cf. Rom_1:3 s; Rom_8:3.29.32; 1Co_8:6; 2Co_8:9; Phi_2:6-8; Col_1:15-18.

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... 5 para que liberase a los que estaban bajo la ley, y así pudiéramos recibir la adopción filial.

El objetivo de la misión del Hijo de Dios y de su solidaridad con los hombres es rescatar a la humanidad de la ley y, en último término, introducirla en la filiación divina. La obra del Hijo debía ser, pues, una obra de liberación. Todos los hombres estaban bajo el yugo de «tutores y administradores», igual que los judíos estaban bajo el yugo de la ley del Sinaí. Dios los ha rescatado. Son libres.

Más aún. Gracias a la misión de Cristo, Dios va a adoptarlos como hijos. Dios inmensamente rico va a adoptar a hombres pobres. Ser adoptado por una persona rica era, en la antigüedad, un honor altísimo, digno de todos los esfuerzos; ¡cuánto más ser adoptado por Dios!

Los versículos 4,1-3 hacían esperar que el discurso de Pablo desembocase en la mayoría de edad de los hombres, pero Pablo sabe que la realidad no coincide, en todos sus aspectos, con la imagen del heredero menor de edad. No somos hijos de Dios por naturaleza, como el Hijo de Dios. Recibimos la filiación por un acto gracioso de la voluntad de Dios. Nuestra situación de hijos la debemos únicamente a su gracia.

c) Los hijos de Dios recibieron el Espíritu (4/06-07).

6 Y prueba de que sois hijos es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «Abba! ¡Padre!»

Pablo vuelve a dirigirse a los destinatarios de su carta personalmente; antes (v. 5: «pudiéramos»), se refería a los cristianos, a sí mismo y a los gálatas. La forma «sois» pasa al singular en el versículo siguiente (4,7).

La adopción filial constituye el motivo por el que Dios nos comunicó el Espíritu de su Hijo. El final de los tiempos no sólo trajo consigo la misión del Hijo al mundo; a aquellos que son hijos de Dios por la fe (3 26) les trajo también el bien prometido: han recibido el don escatológico del Espíritu. Así, la bendición de Abraham ha llegado incluso a los gentiles (3,14).

Dios envió el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones. No sólo, pues, hemos sido colocados en la situación privilegiada de hijos de Dios, sino que en lo más íntimo de nuestro ser, en nuestro corazón, estamos poseídos por el Espíritu de Jesucristo. Y su Espíritu es «Espíritu de filiación» (Rom_8:14 ss); él es quien nos da la actitud que conviene al hijo frente al padre: la obediencia llena de fe. Este Espíritu viene en auxilio de nuestra debilidad (Rom_8:26). Transforma nuestro interior, da al hombre un corazón nuevo y un nuevo espíritu 49. Cuando Pablo recuerda esta nueva forma de existir, hace al mismo tiempo una llamada apremiante a todos los lectores para que pongan en práctica, en obediencia de fe, esta actitud filial.

El Espíritu clama al Padre: Abba!, ¡Padre! Se ha apoderado de nosotros con tanta fuerza que ya no es nuestro yo quien ora al Padre, sino el Espíritu del Hijo de Dios. Más tarde, Pablo dirá que nosotros clamamos «en» ese Espíritu: «Abba!, ¡Padre!» (/Rm/08/15). Es la fuerza creadora divina la que nos hace capaces de orar filialmente. Pablo no renuncia a la forma aramea del nombre de padre, tal como la usó Jesús dirigiéndose a su Padre (Mar_14:36). Es una fórmula íntima que corresponde más o menos a nuestro «papá». Así se dirigían los hijos a sus padres. Ningún judío se hubiera atrevido a dirigirse así a Dios. Sólo Cristo, como Hijo de Dios, pudo atreverse a dirigirse a Dios sin rodeos, como padre. Al hacerlo, no olvida que Dios es nuestro padre en los cielos (Mat_6:9).

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49. Cf. Eze_36:26 s; también Jer_31:33; Psa_51:12.

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7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

El clamor del Espíritu de Dios que habita en nuestros corazones hace patente que ya no somos esclavos, sino hijos, pues el Espíritu testifica «que somos hijos de Dios» (Rom_8:16). Pablo usa la segunda persona del singular para que todos, individualmente, caigamos en la cuenta. En la filiación de cada individuo ha alcanzado la misión de Dios su objetivo último. Gracias a la misión de Cristo todos estamos capacitados fundamentalmente para pasar a ocupar el lugar de hijos de Dios (Rom_4:4 s). Por la infusión del Espíritu de Cristo en los corazones de los fieles, los «bautizados en Cristo», los verdaderos hijos de Dios (cf. 3,26-28), cada individuo en concreto llega a adquirir conciencia de su filiación divina. Ahora su tarea consiste en vivir lo que es, en mostrarse, a lo largo de su vida, como hijo de Dios: «los que se rigen por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios» (Rom_8:14). El niño se abandona con fe a la guía del padre, le mira con espíritu de filiación, no con miedo servil. Quien es hijo es también heredero. Quien por Cristo y por su Espíritu ha llegado a ser hijo de Dios es también heredero de la promesa. Ya no es esclavo, sino hijo que tiene derecho a la herencia. Ya no es un menor de edad sometido a un tutor, porque el tiempo se ha cumplido y la herencia está en su mano.

Es sólo Dios, su inclinación graciosa, quien nos da la herencia, no el obrar humano realizado como prestación. «En Cristo» tenemos asegurada la herencia. «Siendo hijos, somos también herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, con tal, no obstante, que padezcamos con él, a fin de que seamos con él glorificados» (Rom_8:17). Al final de los tiempos, Dios revelará la gloria de su Hijo ante todo el mundo.

d) ¡No retornéis a la antigua esclavitud! (4/08-11).

8 Ahora bien, en otro tiempo, no conocíais a Dios, y erais esclavos de dioses que no Io son en realidad.

Antes, cuando eran gentiles, los gálatas no conocían a Dios en su verdadero ser. Servían a dioses que se presentaban ante ellos con exigencias; les servían esperando alcanzar seguridad para su vida. Andaban esclavizados.

Servían a seres que no eran lo que aparentaban ni aquello porque se les tenía. En realidad, no eran dioses. Pablo piensa de nuevo en las fuerzas naturales, en los elementos del mundo, a los que los paganos honraban como a dioses. ésta es, para el Apóstol, la esencia del error pagano: que «habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando culto y sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador» (Rom_1:25). Quien no conoce al Dios creador en su divina omnipotencia no tiene más remedio que temer las poderosas leyes del mundo, los fenómenos naturales, el destino ciego. Pasa a ser esclavo de la naturaleza y de sus leyes. Se somete con temor a sus leyes para escapar a la ira de los dioses.

9 Pero ahora lo conocéis, o mejor, Dios os conoce a vosotros. ¿Cómo, pues, volvéis de nuevo a los elementos -impotentes y pobres- a los que de nuevo, como entonces, queréis esclavizaros?

Al «en otro tiempo» (v. 8) se opone el «ahora». Desde que la fe llegó al mundo (Rom_3:23), desde que los gálatas creyeron por la predicación del Apóstol, las tinieblas del desconocimiento de Dios y la esclavitud a los elementos naturales se han disipado. Los gálatas han conocido a Dios, le conocen actualmente. No se puede dar marcha atrás en un conocimiento, pero se le puede ignorar prácticamente, pasarlo por alto. Esto significaría recaer en la antigua esclavitud. Pero una cosa semejante -a eso tiende la pregunta exhortación del Apóstol- no la harán los gálatas sabiendo lo que saben. Han experimentado en sí mismos el paso de la esclavitud de «otro tiempo» a la libertad de los hijos de Dios, en la que «ahora» pueden vivir. Pablo descarta inmediatamente la idea de que el conocimiento de Dios dependa de los hombres. El conocimiento de Dios no es una obra humana. Hemos sido conocidos por Dios. Sin él, que eligió a los gálatas creyentes y que se manifestó a sí mismo en la predicación apostólica, el paso a la libertad de los hijos de Dios no se hubiera producido. Tal vez esta indicación es más apta para precaver la recaída de los antiguos gentiles que la alegría que experimentan por el nuevo conocimiento de Dios que han adquirido, pues saber que Dios nos ha conocido, elegido y amado hace ver el contraste entre la protección de que goza el creyente y la angustia existencial del gentil.

Quien ha conocido a Dios, no puede volver de nuevo a los elementos, impotentes y pobres. Quien sabe que ha sido conocido por Dios no puede querer escapar a esta elección. No puede querer volver a buscar refugio en los elementos naturales. Por fuertes e imponentes que sean esos elementos, son impotentes y pobres comparados con Dios. No pueden, en modo alguno, prestar la ayuda que de ellos se espera.

Volver a servir a los elementos sería volver a la esclavitud. ¿Quién puede ser tan irreflexivo que quiera cambiar la adopción y la filiación de Dios por Ia esclavitud? La nueva esclavitud sería peor que la antigua, pues habiendo sido hijo recordaría con dolor y con amargura su situación anterior.

10 ¡Observáis días, meses, estaciones y años!

La esclavitud de después de la recaída consistiría en el esfuerzo que el hombre realizaría, con pánico propio de esclavo y con dolorosa escrupulosidad, por adaptarse a las exigencias de los elementos naturales. Pablo menciona aquí las exigencias que son comunes a la gentilidad y al judaísmo. Puede hacerlo, porque los innovadores judeocristianos exigían a los gálatas que cumpliesen algunos preceptos de la ley judía, tales como la exacta observancia de las fiestas, junto con el consiguiente respeto a los cuerpos celestes 50. En este aspecto, el judaísmo coincidía parcialmente con la religiosidad pagana. Por eso, porque ambos caminos son igualmente equivocados Pablo puede describir la sumisión a la ley exigida por los judeocristianos, celadores de la ley, como una recaída en la esclavitud a la naturaleza. Ambas ponen las prestaciones humanas como algo necesario para la salvación, frente a las exigencias divinas. Tanto el camino pagano como el judío son caminos de la ley. La religiosidad pagana aparece como una esclavitud bajo la ley. Por esa misma razón el camino judío de la ley es, en el fondo, un servicio a la naturaleza. ¿Quién quiere cambiar la libertad que tenemos en la fe por esa esclavitud? El creyente está para siempre y por completo al servicio de Dios, no sólo en determinados días consagrados a él.

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50. Es cierto que los judíos sabían, por Gen_1:4, que las luminarias del cielo tienen una función que cumplir y que no son, por tanto dioses, como creía el paganismo; sirven a los hombres como «signos para las fiestas, los días y los años». Pero, debido al respeto pavoroso con que el judaísmo observaba los términos, estaba tan esclavizado a la ley como los paganos. Citemos a este propósito dos documentos: según el Libro de los jubileos apostatar de Dios significa abandonar la ley. Dice así: «No observarán la luna nueva, el sábado, las fiestas, los jubileos ni las reglas» (Gen_1:14). A los piadosos de la comunidad de Qumrán se les inculca en el canon de la secta: «No pasar por alto ninguna de las palabras de Dios en los períodos establecidos, no cambiar sus tiempos ni retrasarse en ninguno de sus términos» (Gen_1:13-15).

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11 De verdad que me hacéis temer que yo haya perdido el tiempo trabajando entre vosotros.

Pablo no puede por menos de manifestar su preocupación. ¿Todo, pues, fue tiempo perdido? Este temor del Apóstol debe servir de amonestación a los gálatas. La idea de que el trabajo misionero del Apóstol puede haber sido inútil debe servirles de revulsivo. Pensaban que siguiendo a los adversarios de Pablo llegaban a una existencia cristiana más plena. Pero no es cierto: siguiendo la ley no profundizan más en su cristianismo, sino que se apartan de aquel que les ha llamado a la gracia (Gen_1:6).

El Apóstol no teme por sí mismo; teme por las comunidades. Si los gálatas se rinden a las pretensiones de los agitadores, apostatan de la gracia y se precipitan hacia la perdición. Deben pensar en el trabajo generoso que el Apóstol realizó entre ellos. Esto contribuirá a apartarles de la apostasía inminente.

c) ¡Escuchad al Apóstol (4/12-20).

12 Haceos como yo, ya que yo me he hecho como vosotros; hermanos, por favor os lo pido. A mí no me habéis hecho agravio.

Al recordar la época en que trabajaba personalmente en medio de ellos, las exhortaciones de Pablo se hacen también más personales. Pablo pide por favor a los gálatas. Son sus hermanos; lo son todavía. Deben seguir viviendo en esa comunión fraterna. Esta hermandad en que han vivido debe servirles, a cada uno de ellos, de punto de apoyo.

Pablo no se avergüenza de ponerse a sí mismo como ejemplo. ¡Sed como yo! él, Pablo, abandonó el camino de las obras de la ley, por el que avanzaba como celoso fariseo. Los gálatas lo saben. El camino del que se preocupa por la ley no es el camino de Jesucristo. El Apóstol sigue el ejemplo de su Señor. Por eso puede escribir a los corintios: «Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo» (1Co_11:1). Hay una razón muy sólida para que los gálatas tomen a pecho la imitación del Apóstol: que él se hizo como ellos. Se hizo sin ley para los sin ley, débil para los débiles; se hizo todo para todos, para salvarles (cf. 1Co_9:21 s). No fue una mera adaptación calculadora. Fue una auténtica decisión. Abandonó el camino judío de la ley y pasó a ser, a los ojos de los judíos, un renegado, un gentil.

Todo esto lo dice Pablo para que aparezca claramente la comunión fraterna. El agravio personal que los gálatas han hecho al Apóstol no afecta en nada a esta comunión. A él, no le han hecho agravio. No le han herido personalmente. Por eso Pablo no quiere tampoco mostrarse ofendido. Su exhortación no brota de resentimiento, de ira escondida. Es la importancia del asunto la que le lleva a exhortarlos. No es al Apóstol a quien hacen agravio los gálatas cuando prestan oído a los falsos maestros, sino al Evangelio de Dios.

13 Bien sabéis que fue una enfermedad mía la ocasión de evangelizaros la primera vez; 14 y ante esto, que era para vosotros una prueba -mi cuerpo enfermo-, no hicisteis gestos de desprecio ni de horror; sino que me acogisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.

Para mostrar a los gálatas que hasta ahora no le han hecho ningún agravio expone Pablo las relaciones cordiales que antes le unían con ellos. Recuerda los días en que les predicó el Evangelio por primera vez. Este recuerdo debe impedir que ahora le agravien. Deben tener presente -es fácil que con el correr de los años puedan haberlo olvidado- que recibieron con alegría la buena nueva del Evangelio. ¡Cuán fácilmente se acostumbra el cristiano al gozo del mensaje de Jesús y cuán fácilmente pasa a ser para él algo rutinario! Una enfermedad fue lo que le obligó entonces a detenerse entre ellos. En su segundo viaje misionero no contaba con detenerse en el «país gálata» (Act_16:6). Cuando la enfermedad le obligó a hacer un alto en su camino, aprovechó su estancia para misionar. Aunque su enfermedad representaba una prueba para los gálatas gentiles, no sucumbieron a ella. Para los gentiles la grandeza del mensaje depende de la grandeza del predicador y del empuje con que lo proclama. Pablo no pudo comportarse así. Su «cuerpo enfermo» (literalmente, su «carne»), su aspecto externo, representaba una prueba seria para los oyentes. A pesar de eso, no le despreciaron. No le tomaron por un enfermo poseído por los demonios, al que uno se acerca con repulsión y a quien se escupe. Reconocieron en el mensaje del enfermo el mensaje de salvación y de alegría y le recibieron como un ángel de Dios, no como a un representante de poderes diabólicos. Superaron sus prejuicios paganos.

Sí, en el Apóstol reconocieron al Señor. Le acogieron como a Cristo Jesús. Quien recibe al enviado del Señor, le recibe a él mismo (Mat_10:40). Para aquel que ha comprendido algo de la buena nueva, la debilidad del mensajero de la fe, enfermo, no constituye piedra de escándalo. Al contrario, a través de él puede percibir mejor al Señor, que tomó sobre sí nuestra debilidad.

15 ¿Dónde está aquel venturoso entusiasmo? Pues yo os aseguro que, si hubiera sido posible, os habríais arrancado los ojos para dármelos. 16 Entonces, ¿es que, al ser sincero con vosotros, me he convertido en vuestro enemigo? 17 Su celo por vosotros no es bueno; lo que quieren es separaros, para que los sigáis a ellos.

Con tono cargado de reproches, pregunta Pablo qué ha sido del venturoso entusiasmo de entonces. En el entusiasmo del primer momento los gálatas habrían hecho cualquier cosa por el Apóstol de Cristo. Le habrían dado lo más valioso de su cuerpo: las niñas de sus ojos. ¿Qué ha sido de la alegre prontitud de entonces?

El hecho de que haya desaparecido aquella cordialidad hace sospechar que los gálatas ven ahora en Pablo a un enemigo. ¿Ha pasado Pablo a ser un enemigo porque les predica la verdad, porque les expone el Evangelio de la libertad de la ley en toda su fuerza y verdad?

No, no es ésa la razón. Los falsos maestros muestran su celo por las comunidades. Pero los gálatas saben que aquéllos son los culpables. Por eso no es necesario que Pablo los mencione nominalmente. Pero su celo no es un celo de Dios; más bien un celo egoísta. Quieren que se les siga a ellos, considerándolos como «supercristianos» que se someten incluso a la ley judía.

Su intención es separar a los gálatas. En su egoísmo, quieren ligárselos totalmente, quieren separarlos de su maestro Pablo, apartarlos de la gracia (Mat_1:6 s), hacerlos seguidores suyos (cf. 6,13). El predicador de Cristo, al contrario, no busca confirmar su personalidad creándose seguidores personales, sino servir a la salvación de sus oyentes en el Señor Jesús: «No nos proclamamos a nosotros mismos, sino que proclamamos a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús» (2Co_4:5).

18 Bueno es ser siempre objeto de vuestro celo en lo bueno, y no sólo mientras estoy presente entre vosotros. 19 Hijitos míos, de nuevo siento por vosotros dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros; 20 quisiera estar ahí en este momento para adaptar mi lenguaje, pues me tenéis perplejo.

Es bueno ser objeto de celo en lo bueno. Esto es lo que Pablo desea para sí. Deja que los que están libres de la ley le hagan objeto de su celo y desea también experimentar este celo por parte de los gálatas. Cuando estaba entre ellos le llevaban en palmas. Deben seguirle también ahora, aunque no esté entre ellos. A pesar de la distancia, debe aparecer patentemente que dependen de Pablo.

Los gálatas son hijos de Pablo. El Apóstol se dirige a ellos con insistencia paterna y suplicando. Su amor es el amor doloroso de una madre que da a luz a su hijo. Cristo debe ser formado en ellos. Esta es la razón de ser de los nuevos dolores de parto que Pablo sufre por su comunidad. Consisten en que hay que predicarles de nuevo la verdad del Evangelio. Hay que repetir el parto, en cierto modo, pues los gálatas están a punto de caer fuera de la gracia, de separarse de Cristo (2Co_5:4). Cuando recibieron el bautismo se revistieron de Cristo (2Co_3:27). Se hicieron uno en Cristo (2Co_3:28). Por eso ahora Cristo debe ser formado en ellos. Las comunidades deben aparecer ante el mundo como cuerpo de Cristo. Este es el objetivo final de la predicación de Pablo. Por razón de ese objetivo soporta Pablo los dolores, como una madre. Les dice la verdad, por doloroso que sea para él.

Si Pablo pudiera estar ahora en Galacia, su presencia aseguraría el éxito. Si pudiera adaptar su lenguaje, hablar con lenguas de ángeles (cf. 1Co_13:1), los gálatas no tendrían más remedio que escucharle. Pero no puede ser; Pablo está a varios cientos de kilómetros de distancia. En su carta ha tocado hasta ahora todos los registros del diálogo humano, desde la severidad hasta el amor materno, pasando por la exhortación insistente. ¿Qué más debe hacer? ¿Qué debe hacer para ganarlos de nuevo?

4. No SOIS HIJOS DE LA ESCLAVA, SINO DE LA LIBRE (4/21-31).

En medio de su perplejidad, Pablo acude de nuevo a la Escritura. Vuelve a argumentar apoyándose en la palabra de Dios. Una reflexión ulterior le ha llevado a esta argumentación complementaria, que saca también de la historia de Abraham. La ley misma da testimonio del carácter transitorio de la ley. Lo que Pablo expone ahora y ofrece a nuestra consideración se encuentra en la ley, en los cinco libros de Moisés entendidos como instrucción divina (torah). Para ser heredero de la promesa no basta, como creen los judíos (cf. Mat_3:9), ser hijo de Abraham. Hay que ser hijo de Abraham como Isaac, no como Ismael: hay que ser hijo de Abraham «en virtud de la promesa», no por generación «según la carne» (4,23). La verdadera filiación de Abraham no se recibe por generación «según la carne», sino por descendencia «según el Espíritu» (4,29). Los cristianos «como Isaac» son «hijos de la promesa» (4,28). A esta idea principal se subordinan otras. Ismael, el hijo de la esclava, se contrapone a Isaac, el hijo de Sara, la libre (4,22). Igual que entonces Ismael persiguió al hijo de la libre, los verdaderos hijos de Abraham, los libres, son perseguidos hoy por aquellos que sólo son hijos según la carne (4,29-30).

a) Los dos hijos de Abraham (4,21-23).

21 Decidme vosotros, los que os empeñáis en estar bajo la ley, ¿es que no comprendéis la ley? 22 Escrito está, en efecto, que Abraham tuvo dos hijos: uno, de la esclava: y otro, de la libre. 23 Ahora bien, el de la esclava fue engendrado según la carne; pero el de la libre, en virtud de la promesa.

Pablo pide a los gálatas una respuesta, como si estuviera presente. La deferencia con que tratan a los adversarios del Apóstol muestra que quieren estar bajo la ley (4,9). Quisieran tomar la ley como camino para conseguir la herencia de Abraham. Pero quien entiende rectamente la ley, que es el núcleo de la Sagrada Escritura judía, no puede querer eso.

Pablo resume lo que el Génesis dice de los hijos del patriarca (Gen_16:15; Gen_21:1-21), mostrando que la Escritura habla de dos hijos de Abraham, que se distinguen esencialmente por su origen. Uno, Ismael, es hijo de Agar, la esclava que Abraham había tomado como concubina; el otro es Isaac, el hijo de Sara, la esposa libre. No sólo las madres de ambos son esencialmente diversas. También la forma en que nacen y viven es fundamentalmente distinta. Ismael fue llamado a la vida por el camino natural de la generación; Isaac, en virtud de la promesa.

No debe su existencia al acontecer natural solamente, sino a la promesa divina 51.

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51. Cf. a este respecto Gen_15:4; Gen_17:16.19.

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b) Agar engendró para esclavitud (Gen_4:24-25).

24 El sentido de este relato está más allá de la misma letra: estas mujeres son dos alianzas; una, que partiendo del monte Sinaí, engendra para un estado de esclavitud. Es Agar 25 (pues el monte Sinaí está en Arabia) y corresponde a la Jerusalén actual, que de hecho continúa en estado de esclavitud, juntamente con sus hijos.

Pablo pasa ahora a explicar lo que la Escritura quiere decir al hablar de las dos mujeres y de sus hijos. El Apóstol ve en ello un significado que va más allá de sus personas históricas. La Escritura le habla simbólicamente, en «alegoría»; significa e indica algo más. Las dos mujeres de la historia del Antiguo Testamento son figuras de realidades nuevas del Nuevo Testamento. Se refieren simbólicamente a dos Testamentos que rivalizan entre sí. Son, expresados simbólicamente, dos órdenes distintos decretados por Dios. El de la mujer que dio a luz primero es la alianza del monte Sinaí, la «antigua alianza», desde el punto de vista de la nueva. Esta mujer, que representa la alianza del Sinaí, cuyo contenido esencial era la ley, engendra para un estado de esclavitud. Agar, la esclava, no puede dar a luz un ser libre; tampoco el Testamento que ella significa puede dar a luz hijos libres. Quien está sometido a él vive en esclavitud, en servidumbre.

Pablo expone a continuación las razones por las que Agar simboliza la alianza del Sinaí. El nombre de Agar es, probablemente, de origen árabe. Se la consideraba madre de los ismaelitas, que vivían como nómadas y comerciantes en las estepas situadas a oriente del Jordán y en el norte de Arabia (cf. Gen_21:21). Agar, pues, hace referencia a Arabia, donde se encuentra el monte Sinaí.

Pero el testamento del Sinaí, la antigua alianza, se vive hoy, en tiempos de Pablo, en Jerusalén. El judaísmo está sometido a la esclavitud de la ley del Sinaí. Agar, la esclava que ha engendrado para la esclavitud, pertenece por esencia a la Jerusalén actual. Coincide con ella, puesto que también Jerusalén, con sus hijos, vive en esclavitud.

c) Nosotros somos hijos de la libre (Gen_4:26-31).

26 Pero la Jerusalén de arriba es libre; es nuestra madre.

Pablo, sin terminar del todo el paralelo de Sara, pasa al verdadero objetivo de su argumentación: la libre es nuestra madre. No alude expresamente a la idea de que Sara -el nombre significa «princesa»- representa el decreto de Dios que engendra para la libertad, simboliza la nueva alianza que ha comenzado con Cristo y con la llegada de la fe. Esta nueva alianza de la libertad no se asienta en una ciudad terrena.

Su lugar es la Jerusalén de arriba. Para oídos judíos, comparar la ciudad santa del templo de Dios con Agar, que fue rechazada, debe parecer una blasfemia. Pero también en el judaísmo existía la idea de una Jerusalén celestial, opuesta a la Jerusalén de este mundo. La Jerusalén de arriba está en el mundo celestial de Dios. Si, pues, somos hijos de esta ciudad, ciudadanos de ella (Phi_3:20), ya no pertenecemos a la época antigua, sino a la nueva creación que Dios ha llamado a la vida. Nosotros, los cristianos, recibimos de esa Jerusalén celestial nuestra vida y la forma de nuestra vida: la libertad. En la Iglesia es ya actual el mundo nuevo. Como hijos de la libre debemos vivir libres de la ley.

27 Pues está escrito: «Alégrate, estéril, que no pares; rompe en gritos de júbilo, tú que no tienes dolores de parto, pues numerosos son los hijos de la desahuciada, más numerosos aún que los de la que tenía un esposo» (Isa_54:1).

Si la frase anterior nos hacía percibir ya el júbilo del Apóstol al referirse a «nuestra madre», la cita de Isaías muestra ahora, con toda evidencia, cuán grande es la alegría que llena a PabIo. Lo que el profeta del exilio de Israel dijo sobre la nueva alianza de gracia se cumple ahora. La mujer estéril debe prorrumpir en gritos de júbilo, porque le ha sido dada una fecundidad infinita.

¿Hasta qué grado puede aplicarse la palabra profética a la Jerusalén de arriba, a la libre Sara? Pablo la entiende como fundamento de la nueva libertad de los cristianos (Isa_4:26). En el libro de Isaías se representa a Sión-Jerusalén como una mujer (p. ej. 49,14-21). En tiempo de la cautividad de Babilonia Sión ha sido abandonada por su esposo y está sola. Sión ya no tiene perspectivas de fecundidad. El pueblo parece condenado a perecer. En medio de esta situación desconsoladora de soledad, el profeta alza su voz jubilosa anunciando el retorno del Señor junto a Sión, su «esposa». Jerusalén será bendecida de nuevo con descendencia. También Sara era estéril y estaba desahuciada, pero la intervención maravillosa de Dios hizo de ella madre de un gran pueblo. Mediante la palabra profética sobre Jerusalén, que recuerda a Sara, Dios muestra lo que ha de hacer en su día. Ahora se ha cumplido ya el plazo y Sara, la Jerusalén de arriba, ha sido bendecida con muchedumbre de hijos. La alegría de participar en la gran maravilla obrada por Dios, en la plenitud, ¿hará que los gálatas cambien de idea?

28 Por tanto, vosotros, hermanos, como Isaac sois hijos de la promesa.

Pablo llega al final de su argumento escriturístico. Una exclamación de alegría ha interrumpido el hilo de su discurso. Si la Jerusalén de arriba, la libre, es nuestra madre, los gálatas, a quienes el Apóstol vuelve a dirigirse directamente, son hijos de la promesa, como Isaac. No suspirarán, pues, por la esclavitud, encarnada en Agar y su hijo.

29 Pero como entonces el engendrado según la carne perseguía al engendrado según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? «Echa a la esclava y a su hijo; pues el hijo de la esclava no participará de la herencia con el hijo de la libre.»

Como si quisiera salir al paso a una objeción, Pablo añade un punto más a su argumento. Habla de cómo Isaac era perseguido por Ismael, cuando -así entendía el judaísmo la indicación de Gén 21,9- jugueteaba con el hijo de Sara, la libre. El hijo engendrado «según la carne» perseguía a su hermano, nacido «según el Espíritu», como a un rival. Pablo no se refiere ahora a Isaac llamándole hijo engendrado «en virtud de la promesa»; elige la expresi6n (engendrado) «según el Espíritu». Está aplicando ya a la situación actual lo que sucedió entonces. Por el Espíritu de Dios, son los cristianos hijos de Dios y de la Jerusalén celestial. Lo que sucedió entre Ismael e Isaac continúa sucediendo en tiempos del Apóstol. Los hijos de la Jerusalén terrena, de la esclavizada bajo la ley, persiguen a los hijos de la Jerusalén de arriba, la Iglesia. Externamente pueden parecer más fuertes que los hijos de la libre, y esto constituye una tentaci6n para los gálatas, pero, en realidad, la persecución demuestra ya que los herederos de la promesa son los hijos libres.

Esto lo confirma la Escritura. Dios no quiere que haya dos herederos, pues la herencia sólo puede corresponder a uno. La orden que da Sara de expulsar a la sierva está de acuerdo con la voluntad de Dios (Gen_21:12). El judaísmo legal no puede heredar lo que Dios ha prometido. Igual sucederá a todos aquellos que han recibido o viven su vida «según la carne». Nótese que la intimación a expulsar a la sierva no se dirige a los gálatas. No se les conmina a expulsar de la comunidad de Dios a los perseguidores; el Apóstol no alude a ellos, ni siquiera indirectamente. Tampoco en la cita recae esa intimación sobre Sara o Isaac, que son figuras de los hijos libres. Los gálatas deben tener confianza, a pesar de la persecución de que la sinagoga hace objeto a la Iglesia, pues la herencia, por voluntad de Dios, pertenece a los perseguidos.

31 En una palabra, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Pablo pone por segunda y última vez punto final a su argumento escriturístico. Apela de nuevo a la comunión que existe entre él y los gálatas. Se dirige a sus hermanos usando la primera persona: nosotros. Si piensan en que han sido engendrados espiritualmente, querrán vivir la nueva vida «según el Espíritu». No querrán edificar sobre la carne.

No somos hijos de una esclava. Los cristianos somos hijos de la libre. Esta es la consecuencia de la alegoría de Agar y Sara. Puesto que los rasgos de la figura alegórica de Isaac convienen a los escritos, ellos son los verdaderos hijos de Abraham, los herederos de la promesa, los hijos de la libre. Han recibido su nueva existencia «en virtud de la promesa», en virtud del Espíritu de Dios. Por eso están libres de la carga de la ley.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Las dos situaciones religiosas de la humanidad, 4:1-11.
1 Digo yo, pues: Mientras el heredero es menor, siendo el dueño de todo, no difiere del siervo, 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta la fecha señalada por el padre. 3 De igual modo nosotros: mientras fuimos niños vivíamos en servidumbre bajo los elementos del mundo; 4 mas, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, 5 para redimir a los que estaban bajo la Ley, para que recibiésemos la adopción filial. 6 Y por ser hijos, envió Dios a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba, Padre! 7 De manera que ya no eres siervo, sino hijo, y si hijo, heredero por voluntad de Dios. 8 En otro tiempo no conocíais a Dios, y servísteis a los que no son realmente dioses. 9 Ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, habéis sido de Dios conocidos, ¿cómo de nuevo os volvéis a los flacos y pobres elementos, a los cuales de nuevo queréis servir? 10 Observáis los días, los meses, las estaciones y los años, u Temo que hagáis vanos tantos afanes como entre vosotros pasé.

San Pablo sigue valiéndose de comparaciones tomadas de los usos jurídicos. Habló antes (3:15.24) de testamento (la promesa) y de pedagogo (la Ley); ahora presenta el caso del heredero de una gran hacienda, de la cual, sin embargo, no puede disponer, por ser aún menor de edad y hallarse bajo tutores y administradores hasta la fecha señalada por el padre (v.1-a). Discuten algunos exegetas si el Apóstol en su ejemplo, al hablar de fecha señalada por el padre y decir del heredero que es dueño de todo, supone ya difunto al padre o, no obstante esas expresiones, supone a éste todavía en vida. Es ésta una circunstancia que, para el asunto de que se trata, apenas tiene interés. Lo que San Pablo quiere hacer resaltar es el estado de tutela de quien, siendo heredero o dueño de todo, de hecho en nada se diferencia del siervo (v.1) hasta que llega la fecha prefijada para su emancipación o mayoría de edad. Esta fecha hoy, de ordinario, está ya determinada por la ley; pero antiguamente, según los usos de muchos pueblos, y también entre los romanos, la fecha exacta dependía, dentro de ciertos límites, de la voluntad del padre. San Pablo aprovecha este dato, pues le viene muy bien para la aplicación que hace luego al Padre celestial (v.4).
En el fondo, a lo largo de toda esta historia (v.1-11), late la misma idea básica que San Pablo había expresado ya anteriormente, al decir que hasta la venida de Cristo estábamos bajo el pedagogo (3:24-25), y luego, llegado Cristo, somos ya hijos de Dios y herederos, según la promesa (3:26-29). únicamente que ahora, modificada la imagen, completa la idea con nuevos matices que, en materia de tanta importancia, necesariamente han de resultar interesantes. Las dos épocas en que queda dividida la historia de la humanidad las caracteriza el Apóstol por ser niños -vivir en servidumbre bajo los elementos del mundo (v.3) y ser hijos- herederos por voluntad de Dios conocidos de Dios (v.6.y.9). El paso de una época a otra se debe, en última instancia, a la voluntad del Padre, quien, al llegar la fecha por El señalada, envía a su Hijo para realizar el cambio (v.4); es, pues, un contrasentido lo que ahora tratan de hacer los gálatas, queriendo volver a la época de servidumbre o minoría de edad (v.8-11).
Tal es el esquema de la narración . Interesa que nos detengamos a explicar algunas expresiones que no son del todo claras. Una de las más difíciles es la de vivir en servidumbre bajo los elementos del mundo (??? ?? ???????? ??? ?????? ), expresión con que el Apóstol caracteriza la época anterior a Cristo. Evidentemente, esos elementos del mundo (v.3) corresponden a los tutores y administradores de que se habla en el ejemplo ilustrativo (v.2); pero ¿qué entiende concretamente San Pablo bajo esa expresión? La respuesta no es fácil, y hay sobre el tema una abundante literatura, con interpretaciones a veces en extremo peregrinas y faltas de base. Comencemos afirmando que el término ???????? tiene en los autores griegos una gran amplitud de significado, aunque siempre en una de estas dos direcciones: la de primeros elementos o principios constitutivos de una cosa y la de planetas o cuerpos celestes como elementos sobresalientes del cosmos y sede de espíritus o potencias supraterrenas. ¿En cuál de estas direcciones usa el término San Pablo? Parece que eso nos lo debe decir el contexto. Pues bien, hay muchos autores que arguyen de esta manera: Los elementos del mundo del v.3 se corresponden con los elementos flacos y pobres (?? 3??? ??? ????? ???????? ) del v.9, y éstos los concreta luego el Apóstol en observar los días, los meses, las estaciones y los años (v.10), es decir, en la observancia de la Ley mosaica con todas sus prescripciones de sábados, novilunios, fiestas anuales.; sigúese, pues, que elementos del mundo viene a equivaler prácticamente a régimen de la Ley, con sus numerosas prescripciones, que fueron como los primeros rudimentos de la educación religiosa de la humanidad, elementos flacos y pobres, pues no daban la vida pujante de la gracia, manteniendo a los seres humanos en régimen de esclavitud (cf. 3:23; Rom_8:15), en espera de que llegasen los tiempos de mayoría de edad o filiación señalados por Dios. Al decir, pues, San Pablo en el v.5 que Jesucristo vino a redimir a los que estaban bajo la Ley, no haría sino dar otra expresión material a la idea de sujeción a los elementos del mundo de que habló en el v.3.
Es de notar, sin embargo, que esa misma expresión elementos del mundo usa también San Pablo en la carta a los Colosenses (Col_2:8.20), y es obvio suponer que le dé el mismo sentido. Pues bien, conforme explicamos ampliamente en la carta a los Colosenses, todo parece indicar, dada la clase de adversarios con que lucha, que el Apóstol está refiriéndose al mundo de los astros y fuerzas cósmicas, de tanta importancia en la vida religiosa de los antiguos, en cuanto que los consideraban regidos y como animados por potencias angélicas o supraterrestres. Ese, pues, sería también el sentido aquí. Ni deben extrañarnos las expresiones de sabor claramente judaizante que, lo mismo en Gálatas (Col_4:10) que en Colosenses (Col_2:16), parecen estar relacionando la Ley con esos elementos del mundo; pues los adversarios cuyas doctrinas ataca San Pablo eran de procedencia judía y seguían adictos a la Ley, pero su judaísmo no era el judaísmo rígido de las escuelas rabínicas de Jerusalén, sino otro más heterogéneo, al estilo del que muestran los documentos de Qumrán, fuertemente influido por doctrinas extrañas, particularmente por lo que se refiere a los ángeles, seres intermedios entre Dios y el mundo. Con esta explicación, que pudiéramos llamar cósmica, la misma expresión elementos del mundo adquiere un significado más obvio y natural. Referir esa expresión simplemente a la Ley mosaica con sus prescripciones, nos parece que es violentar bastante los términos.
Y pasamos a otra expresión, sumamente consoladora, con que el Apóstol caracteriza la segunda época de la humanidad: recibiésemos la adopción filial (??? ??? 3????? , ? .5). Este término de ???????? , que San Pablo repite varias veces en sus cartas (cf. Rom_8:15-23; Rom_9:4; Efe_1:5), no indica simplemente, como en lo humano, título jurídico para una herencia, aunque esto también lo incluye (cf. v.7), sino realidad ontológica nueva, que adquirimos al sernos infundida la gracia santificante y hacerse presente en nosotros la persona del Espíritu (v.6). Esta presencia del Espíritu, tan puesta de manifiesto en la vida de las primitivas comunidades cristianas (cf. Hec_2:4; Hec_8:17; Hec_10:46; Hec_19:6), había sido experimentada también por los gálatas (cf. 3:2-5), y San Pablo lo explica con algo de más amplitud en Rom_8:12-17. Es de notar lo destacada que aparece la figura del Espíritu (v.6), enviado también de junto a Dios (?? -???? ), igual que el Hijo (v.4). Discuten los teólogos si es la presencia del Espíritu la que causa nuestra filiación, imprimiendo en nosotros la semejanza del Hijo natural de Dios, o es más bien el estado de filiación, mediante la infusión de la gracia santificante, el que trae como consecuencia la presencia en nosotros del Espíritu. La traducción que damos en el v.6: y por ser hijos, envió Dios. (??? ?? ???? ???? , ????????????? ¡? ???? ), sería una prueba clara de la segunda opinión. Sin embargo, hay bastantes autores que no dan a la partícula ??? valor causal, sino declarativo, y traducen: que sois hijos (se ve por el hecho de que) envió Dios., con lo que el problema queda sin decidir. Desde luego, la frase original griega no es clara, y gramaticalmente ambas traducciones son posibles. Con todo juzgamos más probable la primera traducción, pues en la segunda resulta demasiado dura esa elipsis que es necesario presuponer 239.
Dice San Pablo que para que recibiésemos la adopción filial, Dios, al llegar la plenitud de los tiempos (?? ??????? ??? ?????? ), envió a su Hijo, nacido de mujer (????????? ?? ???????? ), nacido bajo la Ley (????????? ??? ????? , v.4). Difícil sería, en tan breves frases, dar más riqueza de doctrina. Con razón este versículo fue de los más citados por los Santos Padres en las controversias cristológicas de los primeros siglos; la preexistencia de Jesucristo y su encarnación en el seno de una mujer no dejan aquí lugar a duda. Dios le envía de junto a sí (?? -??? -?????? ), lo que supone claramente que Pablo está pensando en la preexistencia del Hijo, existente ya con anterioridad a la encarnación. La plenitud de los tiempos no quiere decir otra cosa sino que se había como completado la suma de días y llegado la fecha fijada por el Padre para inaugurar el reino mesiánico y dar término a la minoría de edad de la humanidad (cf. Mar_1:15; Hec_1:7; Efe_1:10; Heb_9:26). En cuanto a las expresiones nacido de mujer y nacido bajo la Ley, son dos pinceladas con que el Apóstol nos presenta la inmensa humillación de Jesucristo, Hijo de Dios, que se hace hombre 240, y, aún más, bajo la Ley, al nacer miembro del pueblo hebreo, que estaba sujeto a la Ley. No olvidemos que en el actual orden de la Providencia es por la solidaridad, conforme explicamos al comentar 3:13-14, como había de efectuarse la redención: los judíos, solidarios de Cristo sujeto a la Ley, serán liberados de la Ley; y todos, judíos y gentiles, solidarios de Cristo hecho hombre, recibiremos la adopción filial (cf. v.3) Sólo nos queda ya aludir a una última expresión, que puede también ofrecer dificultad. Es aquella en que el Apóstol, al hacer aplicación a los gálatas de la doctrina que viene exponiendo, les dice que han sido conocidos de Dios (???? 3????? ??? ???? , ? .9). Evidentemente no se trata de un conocimiento de tipo meramente intelectual, que Dios tiene de todo y de todos en virtud de su omnisciencia, sino de un conocimiento acompañado de amor o preferencia, que es el sentido que suele tener el verbo conocer, cuando se aplica a Dios (cf. Mat_7:23; 1Co_8:3; 2Ti_2:19). Así es como Dios ha conocido a los gálatas, llamándolos a la fe con preferencia a tantos otros (cf. Rom_8:29-30), y colmándolos luego de esos extraordinarios favores que lleva consigo la adopción filial (cf. v.5-7). Dada la construcción gramatical de la frase: habéis conocido a Dios, o mejor, habéis sido de Dios conocidos, se ve claro que la intención del Apóstol no es sólo afirmar el hecho de ese conocimiento por parte de Dios, sino también y sobre todo hacer resaltar que la conversión misma de los gálatas es obra de Dios, que los conoció primero.

Emotiva exhortación a los gálatas,Rom_4:12-20.
12 Hermanos, os suplico que os hagáis corno yo, pues que yo me hice como vosotros. En nada me habéis herido. 13 Bien sabéis que a causa de una enfermedad corporal os anuncié el Evangelio por primera vez, 14 y puestos a prueba por mi enfermedad, no me desdeñasteis ni me despreciasteis, antes me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde está ahora aquel vuestro afecto? Pues yo mismo testifico que, de haberos sido posible, los ojos mismos os hubierais arrancado para dármelos. 16 ¿Me he hecho, pues, enemigo vuestro con deciros la verdad? 17 Os cortejan no para bien; lo que pretenden es apartaros de mí, para que luego vosotros los cortejéis a ellos. 18 Sin embargo, bien está ser querido para el bien siempre, y no sólo cuando estoy entre vosotros. 19 Hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto hasta ver a Cristo formado en vosotros! 20 Querría hallarme a esta hora entre vosotros y hablaros en varios modos, porque no sé cómo voy a hacer con vosotros.

Al final de sus razonamientos, con que trataba de hacer ver a los gálatas lo insensato de su proceder, San Pablo había dejado escapar un grito de angustia: temo que hagáis vanos tantos afanes como entre vosotros pasé (v.11). Esto le trajo a la mente toda una serie de recuerdos, motivando este desahogo de su corazón, que constituye la actual historia (v. 12-20).
No es fácil precisar qué intenta decir concretamente San Pablo con ese os hagáis como yo, pues yo me hice como vosotros (v.12). Quizás la mejor explicación sea el texto de 1Co_9:20-21, cuando dice que se hizo judío con los judíos y gentil con los gentiles, para ganarlos a todos. Es Cristo, la entrega total a Cristo, lo que debe regular nuestra conducta; y eso pediría ahora a los gálatas. Por Cristo renunció Pablo a las observancias legales, haciéndose igual a los gálatas, como si estuviese sin Ley; pues como él fue a ellos, que vengan ahora ellos a él, dejando las observancias legales y no teniendo otro amor ni otro norte que a Cristo. Lo de en nada me habéis herido (v.12), es también bastante enigmático, sin que podamos precisar si está aludiendo a alguna ofensa personal, que por delicadeza tratara de disimular, o es simplemente una manera de afirmar que nada tiene que reprocharles en el comportamiento que han tenido siempre con él en el pasado.
Los v.13-15 son para nosotros de gran interés histórico por las noticias que nos dan acerca de San Pablo, que no teníamos por otras fuentes. El dato principal, del que San Lucas nada dice en los Hechos, es el de la enfermedad corporal (???????? ??? ?????? ) del Apóstol cuando evangelizó a los gálatas por primera ver (v.12 cf. Hec_16:6). No parece caber duda, no obstante la opinión contraria de algunos intérpretes, que se trata de enfermedad fisiológica, y no simplemente de persecuciones o del decaimiento moral producido por esas persecuciones. Así lo pide la expresión griega, que traducimos por enfermedad corporal, y así lo exigen los v.14-15. En cuanto a qué clase de enfermedad fuese, apenas podemos decir nada concreto. Se piensa principalmente en el paludismo o malaria que Pablo habría cogido atravesando las regiones de Asia Menor, donde abundan las marismas, particularmente en Panfilia; o también en la oftalmía, enfermedad muy extendida en Oriente, con lo que la expresión que viene luego: los ojos mismos os hubierais arrancado. (v.15), adquiere mayor vigor. Desde luego, no hay datos suficientes y nunca podremos salir del terreno de las conjeturas. Lo que sí parece claro es que se trataba de una enfermedad que ofrecía a la vista cierta repugnancia, pues el Apóstol alaba a los gálatas porque, a pesar de la enfermedad, no le despreciaron, sino que le recibieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús (v.14). Tampoco es posible saber si fue una enfermedad pasajera, que no dejó huellas, o, por el contrario, se convirtió en enfermedad crónica, aunque sin excluir ciertos períodos de calma, a los que seguirían otros de mayor exteriorización de la enfermedad. A esta última hipótesis se inclinan bastantes autores modernos, trayendo aquí a colación el texto de 2Co_12:7, que ya comentamos en su lugar.
Y una última observación todavía. Según la traducción que hemos dado en el texto: a causa de una enfermedad corporal os anuncié el Evangelio. (?? ?? -??????? ??? ?????? ????????????? ???? ), sigúese claramente que habría sido la enfermedad la que dio ocasión a que San Pablo evangelizara a los gálatas, obligándole a detenerse en una región, por la que sólo pensaba cruzar de paso, probablemente camino de Bitinia (cf. Hec_16:6-7). Es la opinión que hoy defienden la inmensa mayoría de los autores (Lagrange, Prat, Bover, Ricciotti, Lyonnet), y que juzgamos más probable, dado el uso de la preposición ??? , la cual, seguida de acusativo, como en el caso presente, tiene en griego sentido de causa. No negamos, sin embargo, la posibilidad de traducir de otra manera, dando a la preposición ??? sentido temporal, no de causa, con lo que lo único que se afirmaría es que fue durante una enfermedad cuando San Pablo evangelizó por primera vez a los gálatas, sin aludir para nada a que la enfermedad hubiese sido la ocasión de evangelizarlos. Es así como interpretan el texto bíblico algunos autores (Amiot, Buzy), aunque es necesario reconocer que para este sentido temporal San Pablo suele usar ??? con genitivo, que es lo propio, no con acusativo.
Después de la alusión a recuerdos de tiempos pasados, San Pablo pasa al tiempo presente, quejándose a los gálatas de que así hayan cambiado el comportamiento para con él, pues le consideran cual si fuese un enemigo, precisamente por decirles la verdad, en contra de lo que les predican los judaizantes (v.16). Es a éstos a quienes el Apóstol echa la culpa de todo, diciendo de ellos que el amor que muestran a los gálatas es del todo interesado, pues lo que pretenden es apartarlos de él para hacerlos partidarios suyos (v.17), Al celo egoísta de los judaizantes contrapone San Pablo el suyo, que fue siempre para el bien, de manera constante, tanto en presencia como en ausencia. Ese parece ser el sentido del v.18, que hemos de referir, dado el contexto, al amor de Pablo hacia los gálatas, no al amor de los gálatas hacia Pablo, no obstante que con esta interpretación parezca la construcción un poco violenta, particularmente a causa del último inciso.
Llegado aquí, San Pablo prorrumpe en esa expresión sublime de ternura: hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto (v.1q), que demuestra toda la grandeza del amor de su corazón. Gusta el Apóstol de recordar a sus fieles esta su paternidad espiritual, al engendrarlos para el Evangelio (cf. 1Co_4:15; 1Ti_1:18), de modo que se hagan nueva criatura (cf. 2 Cor 5:17; Gal_6:15; Efe_4:24; Col_3:10), modelada conforme a la imagen de Jesucristo (cf. Rom_8:29; 2Co_3:18). Tanto es su amor a los gálatas que tiene miedo de no acertar a expresarse por carta, por lo que quisiera estar presente entre ellos, y así adaptarse mejor a las diversas situaciones y circunstancias, cambiando métodos y formas de expresión según los casos (v.20).

La alegoría de Agar y de Sara,2Co_4:21-31.
21 Decidme, los que queréis someteros a la Ley, ¿no habéis oído la Ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la sierva y otro de la libre. 23 Pero el de la sierva nació según la carne; el de la libre, en virtud de la promesa. 24 Lo cual tiene un sentido alegórico. Esas dos mujeres representan dos alianzas: la una, que procede del monte Sinaí, engendra para la servidumbre. Esta es Agar. 25 El monte Sinaí se halla en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, que es, en efecto, esclava con sus hijos. 26 Pero la Jerusalén de arriba es libre, ésa es nuestra madre; 27 pues está escrito: Alégrate, estéril que no pares; prorrumpe en gritos, tú que no conoces los dolores del parto, que más serán los hijos de la abandonada que los hijos de la que tiene marido. 28 Y vosotros, hermanos, sois hijos de la promesa, a la manera de Isac. 29 Mas así como entonces el nacido según la carne perseguía al nacido según el espíritu, así también ahora. 30 Pero ¿qué dice la Escritura?: Echa a la sierva y a su hijo, que no será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 En fin, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la Ubre.

Tras la breve efusión de afecto con que desahogó su corazón, San Pablo vuelve al hilo de sus razonamientos, tratando de hacer ver a los gálatas lo absurdo de su proceder, sometiéndose a las observancias de la Ley. Es la tesis que ha venido defendiendo desde el principio de la carta. Pero ahora, en esta narración, lo hace de manera bastante original, en forma un poco desconcertante para nuestra mentalidad y modos de expresión 241. En las dos esposas de Abraham, Agar la esclava y Sara la libre, de que nos habla la Escritura (cf. Gen 16:1-23:20), ve San Pablo representadas las dos alianzas: la del Sinaí o de la Ley, representada por Agar, y la de la promesa o del Evangelio, representada por Sara. A base de esta idea fundamental va luego desarrollando más en detalle el paralelismo entre la imagen o tipo y la cosa representada o antitipo, señalando toda una serie de afinidades que esquemáticamente podríamos ordenar así:

agar la esclava. la Jerusalén actual (sinagoga) esclava
da a luz según la carne. da a luz según L· Ley
un hijo esclavo. hijos esclavos
peregrinante por Arabia. con origen en el Sinaí
sara la libre. la Jerusalén celeste (Iglesia) libre
da a luz según la promesa. da a luz según el espíritu
un hijo libre. hijos libres
que es el heredero. que son los herederos.

La trayectoria, pues, del pensamiento de San Pablo es clara. Comienza el Apóstol haciendo notar a los gálatas que vean dónde se meten con esa sujeción a la Ley que quieren imponerse. Con ello, les dice, no hacen sino reproducir, en su sentido profundo, el caso de Agar y de Sara, de que nos habla la Ley o Torah, y que ellos, en las reuniones litúrgicas, han oído leer muchas veces (v.21). Ambas mujeres eran esposas de Abraham, y ambas tuvieron hijos de él; pero Agar era esclava, y lo mismo su hijo Ismael, nacido según las leyes ordinarias de la naturaleza, mientras que Sara era de condición libre, e igualmente su hijo Isaac, nacido en virtud de la promesa, con intervención especial de Dios (v.22-23). Sólo al hijo de Sara, a quien perseguía el de Agar (v.29; cf. Gen_21:9), quedó reservada la herencia, expulsando Abraham a éste y a su madre fuera del hogar paterno (v.30), los cuales habitaron en los desiertos de Arabia (cf. Gen 21:Gen_20:21; Gen_25:12-18; Sal_83:7).
Hasta aquí la historia. Pero San Pablo advierte que es necesario ir más lejos, pues estas cosas están dichas en sentido alegórico (????? ????? ????????????? ), es decir, además de su sentido obvio como narración histórica, late en ellas otro sentido más profundo (v.24; cf. 1Co_10:11). Ese sentido, como ya indicamos antes, es el de que Agar y Sara representan dos alianzas o economías religiosas diferentes: la de la Ley y la del Evangelio, o dicho de otra manera, la de la Jerusalén actual o sinagoga y la de la Jerusalén de arriba o Iglesia (v.24-26; cf. 2Co_3:6-7). El que San Pablo llame Jerusalén de arriba (? ??? ?????????? ) a la Iglesia (v.26; cf. Heb_12:22; Rev_3:12; Rev_21:2), no significa que ésta no tenga miembros en la tierra, sino que la llama así en contraposición a la Jerusalén terrena de los judíos, en cuanto que es en el cielo donde está la morada definitiva de los cristianos y donde está ya Jesucristo, nuestro jefe y cabeza, que allí nos espera (cf. Flp_3:20; Col_3:1-3).
Por lo que toca a la aplicación concreta de la correspondencia Agar-sinagoga y Sara-Iglesia, San Pablo hace notar varias afinidades: como Agar, también la sinagoga es madre de esclavos, sujetos al cerco de hierro de los preceptos de la Ley nacida en el Sinaí (v.24; cf. 3:23; Rom_3:14). Y nótese, añade San Pablo, que el Sinaí, desde donde se da la Ley que engendra esclavos, está en Arabia, la región precisamente que sirvió de morada a Agar y a sus descendientes; ni las cosas cambiaron después, pues el Sinaí corresponde (?????? -??? ) a la Jerusalén actual 242, que continúa siendo esclava en sus hijos, sometidos al yugo de la Ley (v.25). En cuanto a la Iglesia, ésta es libre, y no engendra sino hijos libres, nacidos según el espíritu, en el plano sobrenatural de la promesa y no según la Ley; como Sara, es madre fecunda de una numerosa descendencia, la de los cristianos, y su fecundidad había sido ya predicha en la Escritura (v.27). Aplica aquí San Pablo a la Iglesia lo que Isaías (Isa_54:1), bajo la imagen de Agar y Sara (cf. Isa_51:2-3), dice de la Jerusalén restaurada, privada de hijos durante la cautividad babilónica, pero que luego había de verse más poblada que antes, es decir, cuando había vivido como casada bajo la protección de Yahvé, su marido. Para ello no necesita forzar el texto bíblico, pues se trata de un texto mesiánico, aunque en la mente de Isaías la idea mesiánica parece estar íntimamente ligada al final de la cautividad, como es corriente en los profetas (cf. Hec_15:16-17).
Establecido el paralelismo entre Ismael y los judíos de un lado, e Isaac y los cristianos del otro, San Pablo hace notar que la animosidad contra los cristianos por parte de los judíos no es sino una repetición de lo hecho por Ismael contra Isaac (c.29), para concluir llevando la analogía hasta el final: ¿qué dice la Escritura? Echa a la sierva y a su hijo, que no será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre (v.30). Es ahí a donde el Apóstol quería llegar. No insiste más, dejando a los gálatas que saquen la terrible consecuencia. Si quieren sujetarse a la Ley y hacerse esclavos como Ismael, serán rechazados por Dios junto con la sinagoga y no tendrán parte en la herencia de Abraham. O dicho de otro modo: el verdadero hijo de Abraham y heredero de las promesas es el cristiano, no el judío, a pesar de su entronque carnal con el patriarca. Querer volver a las observancias de la Ley es renunciar a ese. privilegio y hacerse esclavo como Ismael.
Tal es, a grandes grados, la exégesis doctrinal de esta perícopa de San Pablo. Pero cabe preguntar: ¿estamos ante un caso de verdadero sentido típico o ante un simple ejemplo ilustrativo tomado de la Escritura? En otras palabras: ¿quería Dios, al inspirar el relato bíblico de la narración de Agar y Sara, mostrarnos a través de las dos esposas de Abraham el carácter diferente de ambas alianzas, la mosaica y la cristiana, o se trata simplemente de un ejemplo ilustrativo del que se vale San Pablo para mejor dar a entender el carácter diferente de ambas alianzas, que supone ser ya cosa demostrada por otras razones? La respuesta no es fácil. El Apóstol habla simplemente de que esas cosas están dichas en sentido alegórico (v.24), lo cual es bastante genérico. Probablemente, con esa referencia a la historia bíblica, San Pablo, siguiendo métodos frecuentemente aplicados en las escuelas rabínicas, no trata sino de declarar más claramente la tesis ya demostrada de que los verdaderos descendientes de Abraham son los que imitan su fe y no los que observan la Ley (cf. 3:6-29). Algo parecido a lo que dijimos al comentar 3:16.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



26 (D) Prueba 4: La experiencia de los cristianos como hijos de Dios (4,1-11). Esta sección contiene otra defensa escriturística más del evangelio de Pablo, otra elaboración midrásica de la historia de Abrahán. Para con(-)vertirse en heredero de las promesas hechas a Abrahán no se requiere la realización de las «obras de la ley», sino más bien fe, la cual ha(-)ce a uno vástago suyo en sentido real. Esto queda ilustrado por las costumbres helenísti(-)cas y palestinenses sobre la herencia. 1. un ni(-)ño: Pablo utiliza népios, «infante», es decir, uno que no habla; mientras es menor de edad, no habla por sí mismo. 2. bajo tutores y administradores: Mediante la comparación de la si(-)tuación legal de los hombres adultos con la de un huérfano nacido libre, se explica el carác(-)ter transitorio de la ley. Pablo no está pensan(-)do en la ley romana, sino en la costumbre palestinense. Según ésta, el padre designaba un epitropos, «tutor», que manejaba las posesio(-)nes del niño en interés de éste (véase S. Belkin, JBL 54 [1935] 52-55; cf. J. D. Hester, en Oikonomia [Fest. O. Cullmann; Hamburgo 1967] 118-25). En apariencia y por un tiempo, el hi(-)jo menor de edad no era libre. 3. elementos es(-)pirituales del mundo: El significado de stoicheia tou kosmou (4,9; Col 2,8.20) es muy discutido: stoicheia podía significar «elemen(-)tos», «rudimentos» (de un saber, como en Heb 5,12), «sustancias elementales» (tierra, aire, fuego, agua), «signos elementales» (del zodía(-)co) o «elementos espirituales» (seres celestia(-)les que controlan los elementos físicos del mundo; cf. Ap 16,5). En el primer caso, la ex(-)presión vendría a significar «esclavos de modos rudimentarios de pensamiento y conducta». Pero hoy en día la opinión parece decantarse por el último significado, «esclavos de los elementos espirituales» (véase Betz, Galatians 204-05), puesto que al parecer se conciben co(-)mo seres personales paralelos a los «tutores y fiduciarios» y se describen como «los que no son realmente dioses» (4,8). 4. plenitud de los tiempos: A partir de la «fecha señalada» por el progenitor (4,2), Pablo amplía la aplicación de su comparación al momento de la historia en que tuvo lugar la intervención salvífica de Dios. La libertad humana llegó con Cristo. Dios envió a su Hijo: El vb. (ex)apostellein ad(-)quirió en la Iglesia primitiva un significado re(-)ligioso concreto: enviar a alguien al servicio del reino con autoridad plenamente cimenta(-)da en Dios (véase TDNT 1. 406). El «envío» es funcional; la misión del Hijo se expresa en la oración final. Nada se dice explícitamente so(-)bre la preexistencia del Hijo, que a lo sumo queda implícita (? Teología paulina, 82:49-50). nacido de una mujer: El ptc. genomenon es aor., lo que recalca la asunción de la condición humana para la misión. La expresión procede del AT (Job 14,1; 15,14; 25,4; cf. 1QH 13,14). Habiendo nacido así, Jesús se sometió a la ley al ser circuncidado y con ello se hizo suscepti(-)ble de caer bajo su maldición. Pero, para que los gálatas no sacaran conclusiones erróneas, Pablo omite la mención de la circuncisión de Jesús. En vez de genomenon, «nacido», algu(-)nos autores patrísticos leyeron gennómenon, y entendieron este ptc. referido a la concepción virginal de María; se trata, sin embargo, de una interpretación anacrónica (véase MNT 37-38.42). 6. la prueba de que sois hijos: La conj. hoti puede significar «porque», y entonces la filiación adoptiva sería la base para el envío gratuito del Espíritu. Sin embargo, Rom 8,14-17 parece indicar que el don del Espíritu cons(-)tituye la filiación cristiana; de ahí que muchos comentaristas prefieran ese sentido también en este caso, «el hecho de que» (cf. S. Zedda, Ladozione a Figlio di Dio [Roma 1952]). el Es(-)píritu de su Hijo: El Espíritu es también obje(-)to de una misión desde el Padre (ho theos); en otros lugares es el don del Kyrios resucitado. (Para la conexión de esta expresión con la au(-)sencia en Pablo de una clara distinción entre Hijo y Espíritu, ? Teología paulina, 82:61-64.) Abba, Padre: El Espíritu vivificante del Hijo re(-)sucitado es el principio dinámico de la filia(-)ción adoptiva (véanse Rom 1,3; 8,15-17). Él autoriza la más íntima convicción del cristia(-)no, cuando éste exclama ante Dios «¡Padre!». Sin el Espíritu, el cristiano no sería nunca ca(-)paz de proferir ese grito. El enf. abba ar., lit. «el padre», se usaba como voc.; cuando la pa(-)labra encontró acogida en comunidades gr., se añadió su equivalente literal gr., ho patér, y la combinación se convirtió en fórmula litúrgica (véase J. A. Fitzmyer, «Abba and Jesús Relation to God», A cause de lévangile [Fest. J. Du(-)pont; ed. R. Gantoy; LD 123; París 1985] 57-81). 7. ya no esclavo: El cristiano está libre de la ley. por Dios: Algunos mss. menores leen «por Cristo» o «heredero de Dios por Cristo». 8. en vuestra ignorancia de Dios: Se recuerda el origen pagano de los gálatas (cf. 5,2-3; 6,12-13). Como los judíos antes de la venida de Cristo, los paganos también eran esclavos, pe(-)ro de los ídolos (1 Tes 4,5; 1 Cor 12,2). 9. co(-)nocidos por él: cf. 1 Cor 8,3. El conocimiento de Dios que tienen los gálatas no surgió simplemente de dentro de ellos; es el resultado de una predilección divina (idea del AT, véanse Gn 18,19; Am 3,2; Jr 1,5; Sal 139). ¿cómo po(-)déis volver? Adoptar prácticas judías no es abierto paganismo, pero reverenciar tales prácticas materiales, sometiendo a quienes las practican a los ángeles de la ley (3,19), sería una vuelta a la veneración de los elementos es(-)pirituales. 10. respetáis (ciertos) días, meses, estaciones y años: Se hace referencia a días co(-)mo el sábado y el Yôm hakkippûrîm; a meses como la «neomenia»; estaciones como Pascua y Pentecostés; años como los años sabáticos (Lv 25,5). Tales observancias serían las prácti(-)cas materiales de 4,9; Pablo es incapaz de ver razón alguna para que un cristiano de origen gentil observe tales cosas.

27 (E) Prueba 5: La experiencia de los gálatas en su relación con Pablo (4,12-20).
12. yo me hice como vosotros: Liberado de la esclavitud de la ley, y estando por tanto «sin ley» (1 Cor 9,21), Pablo empezó a predicar a los gentiles. Ahora apela a los gálatas directa(-)mente (vv. 12-20) como alguien que consideró apropiado abandonarlo todo; «Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo» (1 Cor 11,1; cf. D. M. Stanley, Bib 40 [1959] 859-77). 13. enfer(-)medad física: La primera evangelización de los gálatas realizada por Pablo se produjo con oca(-)sión de una afección (desconocida) del apóstol (BDF 223.3). por primera vez: La expresión to proteron puede suponer que la redacción de es(-)ta carta estuvo precedida por más de una visi(-)ta a Galacia (véase Heb 4,6; Herm [v] 3.12.1; [s] 9.1.3; cf. BAGD 722). 14. lo cual fue una dura prueba para vosotros: ¿Alusión a alguna dolen(-)cia física repulsiva? Pablo no llega nunca a dar más explicaciones sobre esto (cf. 2 Cor 13,7). un ángel de Dios: Pablo usa angelos no en el sentido de «mensajero», sino en el de «ángel» (1,8; 3,19; 1 Cor 4,9; 11,10; 13,1). Esto resulta sorprendente a la vista de su actitud respecto a los ángeles en el resto de Gál. 15. os habríais arrancado los ojos: Aunque esto podría indicar que Pablo sufría de alguna dolencia ocular, la hipérbole es evidente; le habrían dado lo que era más precioso para ellos. 16. deciros la ver(-)dad: Los gálatas se mostraban en otro tiempo rebosantes de gozo ante su predicación; ahora Pablo teme que esta carta, en la que les advier(-)te del peligro judaizante, los aleje. 17. quieren que os apartéis: De la comunidad cristiana, pre(-)dicándoos «otro evangelio». Su finalidad es que los consideréis como autoridades y maestros. 19. estoy sufriendo de nuevo dolores de parto hasta que Cristo llegue a tomar forma definiti(-)va en vosotros: La reestructuración de los cris(-)tianos según la forma o modelo de Cristo es la meta de los esfuerzos misioneros de Pablo. Su inquietud por sus «hijos» espirituales brota de un instinto casi maternal; cf. 1 Tes 2,7-8; 1 Cor 3,2.



28 (F) Prueba 6: La alegoría de Sara y Agar (4,21-31). Quizás el uso de la metáfora de la madre sugirió a Pablo otra elaboración midrásica de la historia de Abrahán, una ale(-)goría sobre Sara, la madre del auténtico here(-)dero, Isaac. 22. Abrahán tuvo dos hijos: Ismael, nacido de Agar, la esclava egipcia (Gn 16,1-6); e Isaac, nacido de su esposa Sara (Gn 21,2-5). Pablo pasa por alto los hijos que Abrahán tuvo de Queturá (Gn 25,2). 23. conforme a las leyes naturales: Gn 16,4.15. en virtud de la promesa: No la genérica hecha a Abrahán (Gn 12,2), si(-)no la especial de Gn 15,4 y 17,16-21. La inter(-)vención de Dios, consecuencia de la promesa, trajo a Isaac a la vida. 24. se trata de una ale(-)goría: Pablo les dice a sus lectores que las figu(-)ras históricas de la historia de Gn tienen para él una significación más honda (sobre allégorein, véanse TDNT 1.260-63; NIDNTT 2.754-56). las dos mujeres representan dos alianzas: Agar representa la alianza del Sinaí, y Sara re(-)presenta la hecha con Abrahán. Judíos y judai(-)zantes pueden enorgullecerse del pacto del Si(-)naí; para Pablo, «esclavizó» a los hijos nacidos de Abrahán «según la carne» -como el vástago de Agar, nacido en la esclavitud-. Los cristia(-)nos se glorían de la auténtica alianza hecha por Dios con Abrahán, pues ellos son hijos de Abrahán «según la promesa» -como el vástago de Sara, «sin ley» y libre-, 25. ahora bien, Agar es el monte Sinaí, que está en Arabia: Esta es la lectio difficilior, preferida por N-A. Pero el ms. más antiguo de las cartas paulinas (P46) y va(-)rios más leen; «pues el Sinaí es una montaña de Arabia». En cualquier caso, deseando hacer hincapié en que la esclavitud introducida por la ley era la condición del hijo rechazado de Abrahán, Pablo identifica a Agar con el pacto del Sinaí y la «Jerusalén actual». El v. 25a es un detalle geográfico que explica cómo Agar, aun(-)que vinculada con un lugar sagrado fuera de la tierra prometida, se equipara, no obstante, a la «Jerusalén actual». Geográficamente, Agar re(-)presenta un lugar de Arabia, pero aun así es si(-)nónimo de esclavitud y corresponde a Jerusa(-)lén. Pero, ¿por qué menciona Pablo Arabia? Posiblemente debido a que el monte Sinaí está en Arabia, que es territorio ismaelita; asocia así el pacto del Sinaí con el patriarca epónimo de las tribus árabes (véase Gn 25,12-18). Pablo indica así que la ley misma proviene de un emplazamiento extrínseco a la tierra prometida y a los auténticos descendientes de Abrahán. A los excorreligionarios judíos de Pablo no les hubiera gustado esta alegoría, corresponde a la Jerusalén actual: La Jerusalén terrestre era pa(-)ra los judíos lo que en otro tiempo fue el Sinaí, el lugar de donde sale «la palabra del Señor» (Is 2,3; Miq 4,2). 26. la Jerusalén de arriba: La Jerusalén «celestial» (Ap 3,12; 21,2; cf. Ez 40; Zac 2; Ag 2,6-9) se identifica implícitamente con Sara y su prole, los hijos de Abrahán naci(-)dos libres. 27. está escrito: Lit., «fue escrito», fórmula introductoria corriente; véase J. A. Fitzmyer, ESBNT 9. Is 54,1 se cita según los LXX (próximo al TM). Las palabras del profe(-)ta van dirigidas a una Sión abandonada, invi(-)tándola a regocijarse ante el regreso de los exi(-)liados. Pablo aplica las palabras de Isaías a la alegorizada Sara, a la «Jerusalén de arriba». 29. En Gn 21,10 Sara, al ver a Ismael «jugan(-)do» con Isaac y ver en él al rival potencial pa(-)ra la herencia de Isaac, expulsa al niño y a su madre. Nada se dice en Gn de la «persecución» de Isaac por parte de Ismael, pero Pablo tal vez interprete el «juego» del mismo modo que la explicación hagádica palestinense de Gn 21,9 (véanse Josefo, Ant. 1.12.3 §215; Str-B 3.575-76). 30. «echa a la criada»: Pablo cita las pala(-)bras de Sara (Gn 21,10) como si fueran de Dios. Adaptando el texto, Pablo trata por todos los medios de que los gálatas se libren de los judaizantes -y, de manera bastante irónica, que obedezcan a la Torá misma-. 31. hijos de la libre: Así, el AT mismo apoya la tesis de Pa(-)blo de que en Cristo reina la nueva libertad de Dios. Adoptar las prácticas de los judaizantes equivale a perder esa libertad cristiana. Cf. M. McNamara, Mstud 2 (1978) 24-41.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Apelación al testimonio de la Torah. El tratamiento de este pasaje como una nueva apelación -y por lo tanto, no como parte del argumento básico- sugeriría que el párrafo no es demasiado importante. Por cierto, algunos ven la ironía del v. 21 como una evidencia de que Pablo en realidad no quiere decir lo que está diciendo. La verdad, sin embargo, es que la historia de Sara y Agar juega un papel muy importante en el esfuerzo de Pablo por persuadir a los gálatas. Además, la distinción específica entre Ismael e Isaac se volverá crucial a medida que el Apóstol elabora su doctrina en Rom. (cap. 9, especialmente los vv. 6-12). Aun así, es correcto reconocer que este relato de Gén. no es el fundamento de su punto de vista sobre la justificación, una doctrina que fue claramente explicada en el capítulo anterior. Hasta puede darse el caso que el relato haya sido traído a colación por los mismos judaizantes, y que Pablo tuviera que responder a él (no obstante, esta sugerencia no puede probarse).

Se ha discutido mucho sobre el significado del v. 24: En estas cosas hay una alegoría. Pablo utiliza la palabra gr. allegoroumena, por lo cual una traducción más lit. sería: Estas cosas fueron escritas alegóricamente, o estas cosas pueden ser interpretadas alegóricamente. Es seguro que Pablo no está haciendo uso del método alegórico hecho famoso por Filón de Alejandría, que restaba mucha im portancia (o incluso negaba) al carácter histórico de la narrativa del AT, y que servía como vehículo para formular complejos sistemas filosóficos. En vista del significado algo específico que el término alegoría tiene hoy en las mentes de muchas personas (la palabra gr. podía ser utilizada en varias formas, más generales), probablemente utilizarlo para describir lo que Pablo está haciendo en este pasaje llevaría a conclusiones erróneas.

Por otra parte, no hay duda de que aquí el Apóstol ve algo que no es parte de lo que generalmente llamamos el significado histórico de un pasaje. El autor de la narrativa de Gén., hasta donde sea po sible saber, no estaba buscando distinguir entre dos pactos, ni intentaba describir la relación entre judaizantes y gentiles. ¿Está Pablo, entonces, utilizando en forma errónea el AT?

Es importante tener en cuenta que en toda la historia de la redención pueden verse patrones claros en las formas en que se desarrollan los acontecimientos. Quizá el más obvio sea el de la búsqueda de la comprobación, que resulta en desobediencia, que podemos ver claramente en Adán, y en los israelitas en el desierto, el cual es quebrado por Jesús al ser tentado. Especialmente importante resulta la distinción entre lo natural y lo sobrenatu ral, es decir, lo que los seres humanos tienden a hacer con sus propias fuerzas, en contraste con aquello en que dependen del poder de Dios para llevarlo a cabo. Ese principio se comunica muchas veces en la historia bíblica, y la historia de Ismael e Isaac es un ejemplo muy claro. Seguramente, Dios le estaba enseñando a su pueblo a depender de él para su salvación. ¿Qué podría ser más apropiado que tomar ese principio y aplicarlo a la controversia en Galacia?

Algunos eruditos prefieren utilizar el término tipología en lugar de alegoría para referirse al método que Pablo usa aquí. El punto es que, lejos de minimizar el relato para servir a los intereses de la teología, la historia se considera como una encarnación de esa teología y, por lo tanto, una anticipación de acontecimientos posteriores que serán manifestaciones más completas del principio en cuestión. Además, algunos sugieren que aunque el autor humano de Gén. no tuviera en mente lo que Pablo rescata del pasaje, el autor divino sí lo tenía. Es verdad que puede abusarse de este enfoque para justificar toda clase de malas interpretaciones, pero sin duda es cierto que un Dios omnisciente (sin hablar de su capacidad de conocer las cosas que sucederán) ve claramente las implicaciones de los acontecimientos en formas que los seres humanos de esa época no pueden siquiera imaginar. Para Pablo no podía ser una coincidencia que el relato del Gén. tuviera puntos tan importantes de coincidencia con el tema de los judaizantes. Estas correspondencias se presentan en forma de contrastes: Agar/Sara; esclava/libre; pacto del Sinaí/(nuevo) pacto; Jerusalén actual/Jerusalén de arriba; Ismael/Isaac; nacimiento común (según la car ne)/nacimiento por la promesa/Espíritu; perseguidor/perseguido; desechado/heredero.

De varias ideas interesantes que implican estos contrastes, al menos dos requieren especial atención. Primera, nótese la referencia a la Jerusalén actual en contraste con la Jerusalén de arriba (25, 26). Es claro que el pensamiento de Pablo está fuertemente influido por un punto de vista escatológico (de los últimos días) de la historia bíblica, según el cual la venida de Cristo traerá la época futura. El tema ya surgió en 1:4 y subyace tales pasajes sobre el cumplimiento, como 3:23-25 y 4:4 (cf. también 1 Cor. 10:11).

Segunda, nótese el contraste entre carne y promesa/Espíritu en los vv. 23 y 29. (DHH traduce correctamente el concepto griego de carne como según las leyes de la naturaleza, aunque a expensas del contraste teológico.) Ese contraste fue presentado por primera vez en 3:4 (ver el comentario sobre ese versículo), por lo que es significativo que esta sección central de la carta comience y termine con tal referencia. Estas expresiones están fuertemente relacionadas con la manera en que el evangelio entiende los últimos días. La carne -es decir, la naturaleza humana caída que obra en sus propias fuerzas naturales- es la característica distintiva de la era actual. El Espíritu Santo, por otra parte, inaugura la era futura, de manera que hasta puede decirse que los cristianos están sentados en lugares celestiales (Ef. 2:6; cf. Fil. 3:20; Col. 3:1-4). La importancia ética de este contraste se desarrolla más profundamente en 5:13-26.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 9: Gálatas 4,28-31
Hijos de la promesa llama a los Gálatas, por lo cual no deben admirarse de que sean perseguidos, porque también 1smael persiguió a 1saac.
28.Nosotros, pues, hermanos, conforme a 1saac, de la promesa somos hijos.
29.Mas así como entonces el que nació según la carne perseguía al que naciera según el Espíritu, así es también ahora.
30.Pero ?qué dice la Escritura? Echa juera a la esclava y a su hijo. Porque el hijo dé la esclava no será heredero con el hijo de la libre.
31.Por consiguiente, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre, con la libertad con la que Cristo nos liberó.
Habiendo explicado el misterio respecto de las madres, aquí lo explica en cuanto a los hijos. Y primero hace la distinción de éstos; luego, asienta la principal conclusión: Por consiguiente1, hermanos, etc. Y la distinción de los hijos la hace en cuanto a tres cosas. Primero en cuanto al modo del origen; segundo, en cuanto al afecto amoroso: Mas así como entonces, etc.; finalmente, en cuanto al derecho de la herencia: Pero ?qué dice la Escritura?, etc. Ahora bien, el modo del origen por el que algunos nacen hijos de Abraham es doble: algunos, con origen carnal, como 1smael de la esclava; otros, no de origen carnal, como 1saHch de la libre: no porque no naciera por obra natural, sino porque (como se ha dicho) eso ocurrió por encima de la virtud natural de la carne, para que de una vieja estéril naciera un hijo. Y por estos hijos se entiende un doble pueblo. Porque por 1smael se entiende el pueblo de los Judíos, que proviene de Abraham por propagación carnal. Y por 1saac, el pueblo de los Gentiles, que por imitación de la fe desciende de Abraham. Y por eso dice: Nosotros, pues, hermanos, o sea, los fieles, tanto Judíos como Gentiles, conforme a 1saac, esto es, a semejanza de 1saac, de la promesa somos hechos hijos de Abraam (Gen 12). Los que son hijos de la promesa se consideran como descendientes (Rm 9,8). Pero observa que Jos hijos de la carne de Abraham a la letra son los Judíos; mas místicamente, quienes por los bienes carnales y temporales vienen a la fe. Pero se distinguen según el afecto, porque quien nacía según la carne perseguía al que había nacido según el espíritu.
Pero aquí surge una duda. Primero porque no se lee que 1smael emprendiera persecución alguna contra 1saac, sino que tan sólo se burlaba de él. Como viese Sara que el hijo de la esclava Agar se burlaba de su hijo 1saac, etc. (Gen 21,8).
Mas débese responder que a esa burla el Apóstol la llama persecución, porque la burla del mayor al menor es cierta ironía con la que mofándose el primero del segundo trata de engañarlo. O también -como algunos dicen- 1smael obligaba a 1saHch a adorar las imágenes de barro que él mismo hacía. Con lo cual lo inducía a apartarse del culto del único Dios, lo cual es la mayor persecución, por ser mayor mal inferir la muerte espiritual
que la corporal. Y a esto se le llama burla en el Génesis porque en forma de burla se, hacía.
Otra duda hay: sobre cómo los hijos según la carne serían perseguidores y perseguirían a los hijos según el espíritu. Pero a esto se debe responder que en el principio de la primitiva 1glesia los Judíos persiguieron a los cristianos, como consta en los Hechos de los Apóstoles, y Jo harían todavía ahora si pudieran.* También ahora los carnales persiguen en la 1glesia a los varones espirituales, aun materialmente: los que buscan la gloria y las temporales ganancias en la 1glesia. Por lo cual se dice en la Glosa: Cuantos en la 1glesia esperan del Señor el poder terreno, a 1smael pertenecen. Estos son los que contradicen a los que adelantan en lo espiritual, y los infaman, y usan de lenguaje malvado, con lengua mentirosa y engañosa. Y espiritualmente persiguen a los hijos espirituales los soberbios y los hipócritas. Sin embargo a veces algunos manifiestamente carnales y malos, reconociendo su culpa, se humillan a los buenos; pero los fatuos persiguen en los demás la bondad, de la cual carecen.
Otra duda hay, porque los herejes a los que nosotros perseguimos dicen que ellos han nacido según el espíritu, y no según la carne. Pero débese decir que la persecución es de dos clases. La una, buena, por la que alguien persigue a otro para volverlo al bien, y esta es la que los varones buenos les hacen a los malos, y los espirituales a los carnales, o bien para que se corrijan si quieren convertirse, o bien para que si se obstinan en el mal, reducirlos a la impotencia, para que no dañen Ja grey del Señor. La otra persecución es mala: aquella con la que alguien persigue a otro para hacerlo caer en .el mal, y ésta la hacen quienes han nacido según la carne contra los que han nacido según el espíritu. Mas en cuanto al derecho hereditario, se distinguen por la autoridad de la Escritura. Echa fuera a esta esclava y a su hijo (Sen 21,10). En lo cual se da a entender que los Judíos y los perseguidores de la fe cristiana,, y también los cristianos carnales y perversos serán excluidos del reino celestial.' Vendrán muchos Gentiles del Oriente y del Occidente (Mt 8,1 1). Afuera los perros y los hechiceros, etc. (Ap 22,15). También la esclava, esto es, la malicia y el pecado mismo, seré arrojada fuera. Toda ía obra corruptible ha de perecer finalmente (Eccli 14,20). Y luego se dice la razón de todo esto: porque el hijo de la esclava no será heredero con el hijo de la libre. Porque en este mundo los buenos están mezclados con los malos, y los malos con los buenos. Como azucena entre espinas, etc. (Cant 2,2). Pero en la patria eterna no habrá sino buenos. En Jueces 2,2, le dicen sus medio-hermanos a Jefté: No puedes tú ser heredero en casa de nuestro padre, porque has nacido de adúltera.
La verdadera libertad la tenemos por Cristo. De aquí que el Apóstol dice: con la libertad con la que Cristo nos liberó.-Si el hijo os da libertad, seréis verdaderamente Ubres (Jn 8,36).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

1 We were vnder the Law till Christ came, as the heire is vnder his gardian till he be of age. 5 But Christ freed vs from the Law: 7 therefore we are seruants no longer to it. 14 He remembreth their good will to him, and his to them, 22 and sheweth that wee are the sonnes of Abraham by the free woman.

[Beggerly rudiments.]

1 Now I say, that the heire, as long as hee is a child, differeth nothing from a seruant, though hee bee Lord of all,
2 But is vnder tutors and gouernours vntill the time appointed of the father.
3 Euen so we, when wee were children, were in bondage vnder the [ Or, rudiments.] Elements of the world:
4 But when the fulnes of the time was come, God sent foorth his Sonne made of a woman, made vnder the Law,
5 To redeeme them that were vnder the Law, that we might receiue the adoption of sonnes.
6 And because yee are sonnes, God hath sent foorth the spirit of his Sonne into your hearts, crying Abba, Father.
7 Wherefore thou art no more a seruant, but a sonne; and if a sonne, then an heire of God through Christ.
8 Howbeit, then when ye knew not God, yee did seruice vnto them which by nature are no Gods.
9 But now after that yee haue knowen God, or rather are knowen of God, how turne ye [ Or, backe.] againe to the weak and beggerly [ Or, rudiments.] Elements, whereunto ye desire againe to be in bondage?
10 Yee obserue dayes, and moneths, and times, and yeeres.
11 I am afraide of you, lest I haue bestowed vpon you labour in vaine.
12 Brethren, I beseech you, be as I am; for I am as ye are, ye haue not iniured me at all.
13 Ye know how through infirmitie of the flesh, I preached the Gospel vnto you at the first.
14 And my temptation which was in my flesh ye despised not, nor reiected, but receiued mee as an Angel of God, euen as Christ Iesus.
15 [ Or, what was then?] Where is then the blessednes you spake of? for I beare you record, that if it had bin possible, ye would haue plucked out your own eyes, and haue giuen them to me.
16 Am I therefore become your enemie, because I tell you the trueth?
17 They zelously affect you, but not well: yea, they would exclude [ Or, vs.] you, that you might affect them.
18 But it is good to bee zealously affected

[Free and bond.]

alwayes in a good thing, and not onely when I am present with you.
19 My litle children, of whom I trauaile in birth againe, vntill Christ bee formed in you:
20 I desire to bee present with you now, and to change my voyce, for I [ Or, I am perplexed for you.] stand in doubt of you.
21 Tell me, ye that desire to be vnder the Law, doe ye not heare the Law?
22 For it is written, that Abraham had two sonnes, the one by a bondmaid, the other by a freewoman.
23 But he who was of the bondwoman, was borne after the flesh: but hee of the freewoman, was by promise.
24 Which things are an Allegorie; for these are the two [ Or, testaments.] Couenants; the one from the mount Sinai, which gendereth to bondage, which is Agar.
25 For this Agar is mount Sinai in Arabia, and [ Or, is in the same ranke with.] answereth to Ierusalem, which now is, and is in bondage with her children.
26 But Ierusalem which is aboue is free, which is the mother of vs all.
27 For it is written, [ Isa_54:1 .] Reioyce thou barren that bearest not, breake foorth and cry thou that traueilest not; for the desolate hath many moe children then she which hath an husband.
28 Now wee, brethren, as Isaac was, are the children of promise.
29 But as then hee that was borne after the flesh, persecuted him that was borne after the Spirit, euen so it is now.
30 Neuerthelesse, what saith the Scripture? [ Gen_21:10 .] Cast out the bondwoman and her sonne: for the son of the bondwoman shall not bee heire with the son of the freewoman.
31 So then, brethren, we are not children of the bondwoman, but of the free.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Agar y Sara. Parece que Pablo no quiere dejar tecla sin tocar para convencer a los gálatas de que es Cristo quien nos trae la libertad. Ahora recurre a la interpretación alegórica de la historia de Abrahán (cfr. Gén_16:15; Gén_21:2), apurando oposiciones y relaciones. A nosotros, los cristianos de hoy, nos puede dejar fríos semejante argumentación, pero no así a los primeros destinatarios de su carta quienes se tomaban muy en serio el mensaje alegórico de las Escrituras.
Pablo contrapone dos madres: una esclava, Agar; y otra libre, Sara; dos nacimientos: uno según las fuerzas humanas, Ismael; y otro según la promesa y el poder de Dios, Isaac; y dos descendencias: una de esclavos y otra de libres. Todo ello lo ve simbolizado en dos Alianzas: la de Abrahán y la del Sinaí, una para la libertad, la otra para la esclavitud. La Jerusalén «terrena» sería la ciudad de los esclavos. La Jerusalén «celeste», en cambio, es la de los libres, a la que Pablo llama «nuestra madre» (Gén_4:26). Los primeros lectores de Pablo no necesitaban, ciertamente, muchas explicaciones para captar el mensaje. Por eso, el Apóstol, sin añadir más, termina su alegoría cantando con las Escrituras las maravillas que Dios ha hecho con la estéril y abandonada que «tendrá mas hijos que la casada» (4,27).
Como conclusión a lo dicho e introducción a lo que a continuación les va a decir, el Apóstol nos regala en una frase lapidaria uno de los grandes mensajes del evangelio (cfr. Jua_8:32.36): «Cristo nos ha liberado para ser libres» (Jua_5:1).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



3. En la concepción de los antiguos, "los elementos del mundo" eran probablemente los astros, cuyo curso regulaba el ciclo de las fiestas religiosas del Judaísmo, y los ángeles que los gobernaban. Ver Col_2:8.

4. Se trata del "tiempo establecido" por Dios para dar cumplimiento a su promesa de salvación. Ver nota Mar_1:15.

10. Alusión al sábado y a las fiestas, cuya observancia estaba impuesta por la Ley de la Antigua Alianza.

13. Esa enfermedad obligó a Pablo a prolongar su estadía entre los gálatas y le dio ocasión para anunciarles el Evangelio. Ver nota 2Co_12:7.

18. Resulta difícil determinar el sentido exacto de este versículo. Probablemente, Pablo reprocha a los gálatas su inconstancia en el afecto hacia él.

22. Ver Gen_16:15; Gen_21:2-3.

24-25. "Agar", la esclava de Abraham ( Gen_16:1), es la madre de Ismael, el padre de los árabes; y el "monte Sinaí", donde fue promulgada la Antigua Alianza, está en "Arabia". Esto da lugar al Apóstol para interpretar alegóricamente un episodio de la historia bíblica, haciendo de Agar un símbolo de la Antigua Alianza.

27. Isa_54:1.

30. Gen_21:10.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 4.3 Los poderes que dominan este mundo: lit. los elementos del mundo. Pablo se refiere (aquí y en el v. 9) a la situación de la humanidad antes de Cristo, y la caracteriza como sometida a los poderes que dominan el mundo. Esto incluye la sujeción a la ley y a ciertas normas sobre el calendario, que dependen de fenómenos astronómicos (cf. v. 10). Probablemente, se consideraba que estos fenómenos estaban relacionados con poderes celestiales (cf. Gl 3.19; Ef 2.2). Cf. también Col 2.8,20.

[2] 4.6 Lc 11.2.Véase abbá en el Índice temático.

[3] 4.10 Cf. Col 2.16.

[4] 4.12 Ustedes: los no judíos, que no habían estado sometidos a ley de Moisés. Cf. 1 Co 9.21-22.

[5] 4.19 Cf. Ro 8.29; 2 Co 3.18; Flp 3.10.

[6] 4.22 Una esclava: Cf. Gn 16.15.

[7] 4.22 Gn 21.2.

[8] 4.23 Cf. Gn 17.15-21; 18.10-15.

[9] 4.26 La Jerusalén celestial: Flp 3.20; Heb 12.22-23; Ap 21.2-4.

[10] 4.27 Is 54.1.

[11] 4.29 El hijo que nació de modo puramente humano: Ismael, hijo de Agar.

[12] 4.29 Que nació por obra del Espíritu: Isaac, hijo de Sara. Cf. Gn 21.9.

[13] 4.30 Gn 21.10.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Vuelve al tema de Abrahán para explicar la libertad ganada por Cristo. Sara, la esposa de Abrahán era estéril, por lo que el patriarca, siguiendo las costumbres de su época, tuvo un hijo de la esclava Agar: Ismael. Pero Dios le prometió un hijo de Sara y cumplió su promesa: siendo Abrahán ya anciano y sin vigor, Sara dio a luz a Isaac (Gn 15,4; 17,19). Pablo ve un sentido alegórico en las dos esposas de Abrahán: la esclava representa al pueblo judío sometido a la Ley; la esposa libre, a la Iglesia, fruto de la promesa divina, porque los cristianos se parecen a Isaac: existen en virtud de la promesa de Dios, no por la Ley.

Las palabras del v. 29 glosan la escena narrada en Gn 21,9 conforme a una tradición rabínica según la cual Ismael maltrataba en los juegos a Isaac (Talmud, Sota 6,6 glosa de Rabí Ismael † 1/2 s II a Gn 21,9). San Pablo señala que los que han sido liberados de la Ley por la muerte de Cristo sufren opresión por parte de los que quieren permanecer sujetos a la Ley, los judíos. También en esa persecución ve una señal de que las promesas se han cumplido en Jesucristo.


Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*4:21-5:1 Ley puede referirse al conjunto de normas prescritas en la ley mosaica o al Pentateuco; sobre esta base, Pablo introduce el caso de los dos hijos de Abrahán, que comenta aquí según el modelo de la exégesis rabínica (llamada alegoría en Gál 4:24), pero en clave cristiana.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Gál 3:29; Heb 7:6

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ὑμεῖς δέ … τέκνα ἐστέ Treg NA28] ἡμεῖς δὲ … τέκνα ἐσμέν WH RP

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_21:9

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_21:9

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— ustedes: Numerosos mss., entre ellos algunos de los más antiguos y mejores, dicen: nosotros, hermanos, somos.

Torres Amat (1825)



[9] Hebr 7, 18.

[13] 2 Cor 12, 7.

[22] Gen 16, 15; 21, 2.

[23] Que ya era una mujer anciana y estéril.

[27] Is 54, 1.

[30] Gen 21, 10.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

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