Ver contexto
En cuanto a nosotros por el Espíritu y la fe esperamos la justicia anhelada. (Gálatas 5, 5) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 5

Parte tercera

LIBERTAD CRISTIANA Y CAMINAR EN EL ESPÍRITU 5,1-6,10

Después de demostrar en la parte segunda de la carta, fundándose en la experiencia cristiana y en la Escritura, que la justicia no proviene de la práctica de las obras de la ley, sino de la fe, Pablo pasa en la parte tercera a aplicar a la vida de las comunidades los hechos establecidos. Por esa razón se puede hablar de una parte ética de su escrito, frente a las consideraciones autobiográficas, apologéticas (parte primera) y doctrinales (parte segunda). Pero para el Apóstol la ética no consiste simplemente en una serie de exhortaciones e indicaciones. La ética cristiana se funda en el ser cristiano. Por eso tuvo Pablo que poner unos cimientos tan amplios y profundos antes de construir sobre ellos el edificio de la vida ética cristiana.

Esta parte de la carta, dedicada a dar instrucciones concretas, muestra continuamente cómo lo que hay que hacer se funda en lo que se es. Empieza con una llamada que resume todo lo anterior. Recoge el tema del último argumento escriturístico: libertad en el Espíritu o esclavitud bajo la ley (5,1-12). Los llamados a la libertad no pueden confundir la libertad con el desenfreno. Cristo nos libera para que amemos al prójimo (5,13-15). Este amor, con sus diversas manifestaciones, es, a su vez, fruto del Espíritu (5,16-14). Por eso el caminar en el Espíritu puede describirse como servicio fraterno (5,25-6,6). Por último, se muestra que la auténtica perfección cristiana no crece sobre el suelo de la carne. La vida eterna del bautizado es la cosecha de lo que el hombre ha sembrado sobre el suelo del Espíritu, sobre el suelo que Dios mismo, por Cristo, ha preparado (6,7-10).

I. CRISTO NOS HA LIBERADO, PERO NO PARA UNA NUEVA ESCLAVITUD (5,1-12).

1. EL YUGO DE LA ESCLAVITUD (5/01-03).

1 Para la libertad nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis apresar de nuevo por el yugo de una esclavitud.

La libertad es un elemento constitutivo del estado cristiano. Esta fue la última palabra y el resultado del argumento escriturístico precedente. Con esta palabra empieza Pablo esta nueva sección de su carta. Cristo nos ha liberado para el estado de libertad. No se ha limitado a descargarnos por un momento el fardo de la esclavitud; nos ha colocado en estado de libertad. En ella estamos ahora. La «poseemos» en Cristo (2,4).

Cristo nos ha liberado para la libertad, en la que hemos sido constituidos por la muerte redentora de Cristo en la cruz; ahora estamos en ese estado, a merced de la libertad. Se trata de la libertad de la ley, a la que los gálatas querían renunciar sometiéndose a la circuncisión (5,3). Pero, puesto que Pablo usa aquí la palabra «libertad» en sentido amplio, incluye también la libertad del pecado. En el ámbito de la ley, ésta despliega y robustece el pecado. La ley es «la fuerza del pecado» (1Co_15:56). Quien ha escapado a ella ha escapado también al pecado. El que ha sido liberado por Cristo está también libre de la muerte, que es consecuencia del pecado (Rom_5:21) y de la que éste es aguijón (1Co_15:56).

Quien goza de esta libertad en virtud de Cristo debe mantenerse firme en ella; se quedará en ella. Querrá conservar su estado de libertad. Será consciente de su dignidad. Pero a quien se deje apresar por el yugo de la esclavitud le vacilarán las rodillas. Gemirá bajo la esclavitud de la ley, porque no será capaz de soportarla. Esto es lo que les sucederá a los gálatas si retornan a la legalidad en que vivían antaño (1Co_4:9). No deben volver a ella.

2 ¡Mirad! Soy yo, Pablo, el que os lo digo: si os hacéis circuncidar, Cristo no os servirá de nada. 3 Y otra vez lo repito solemnemente a todo el que se circuncida: que queda en situación de deudor con respecto al cumplimiento de toda la ley.

Pablo utiliza todo el peso de su autoridad apostó1ica para explicar a los gálatas, en concreto, lo que significaría buscar la circuncisión. ¡Mirad! Así les hace prestar atención al significado decisivo de sus palabras. Soy yo, Pablo, el que os lo digo; tras él está la responsabilidad apostólica y la autoridad del enviado de Cristo, que antes esperaba también la justificación de la ley.

Al que se circuncida, Cristo no servirá de nada. Si los gálatas eligen la circuncisión como camino para salvarse, se engañan. No progresan hacia un cristianismo pleno, sino que hacen que la obra salvadora de Cristo sea inútil para ellos. Los gálatas no han llegado aún a una decisión, pero, en caso de que se decidan por la circuncisión, la sentencia de Cristo en el juicio no será de justificación.

¿Por qué no puede ser Cristo quien traiga la salvación al cristiano no judío que se circuncide? Pablo testifica solemnemente a todo hombre que se circuncida, es decir, a todo étnicocristiano que, al circuncidarse, se coloca en el camino de la justificación por la ley, que está obligado a cumplir toda la ley. Para los judíos, la circuncisión es el principio de una vida que quiere llegar a la justificación por medio de la ley, cumpliéndola (1Co_5:4). Quien, sometiéndose a la circuncisión, se pasa al orden, ya caducado y superado, de la ley, debe cumplirla atendiendo a sus preceptos, debe cumplir toda la ley.

Esto, seguramente, no se lo han dicho a los gálatas los adversarios de Pablo. No habrán presentado la ley como un yugo, sino que habrán ensalzado la circuncisión como camino para llegar a la auténtica filiación de Abraham y a la herencia del tiempo mesiánico. Pablo, en cambio, muestra a los gálatas que la ley es un yugo (cf. 4,9s) y que hay que cumplir todas sus exigencias (3,10). Ni siquiera los falsos maestros que, como judíos cristianos, ensalzan la ley como camino hacia la justificación, cumplen todo lo que la ley exige (6,13).

2. FE, QUE ES ACTIVA GRACIAS AL AMOR (5/04-06).

4 Habéis sido arrancados de la influencia de Cristo cuantos pretendéis ser justificados a base de la ley; habéis caído fuera de la gracia. 5 Pues nosotros, apoyados en el Espíritu y partiendo de la fe, conservamos pacientemente la esperanza de la justicia.

Quien, siendo cristiano, se pasa, circuncidándose, a] camino de la justificación mediante la ley, queda privado de la ayuda de Cristo y a merced de la maldición de la ley; queda arrancado a la influencia de Cristo. Está desligado de toda vinculación con Cristo, se ha apartado de Cristo, «en quien» estaba por su bautismo (3,27s). La palabra que Pablo usa para designar el «arrancarse» a la influencia de Cristo significa también perderse y aniquilarse. Quien quiere justificarse mediante la ley ha sellado su propia perdición. Ha caído fuera de la gracia. Está desgajado de aquel que le ha llamado a la gracia (1,6). Quien permanece en el Evangelio, se encuentra dentro del ámbito de la gracia divina; quien, en cambio, se pasa a un Evangelio falso, cae fuera de la gracia. El hombre tiene acceso a la gracia en virtud de la fe, y cuando se bautiza pasa a estar en estado de gracia. ¿Quién quiere pasar del reino de la bendición al de la maldición?

¿Cómo esperamos nosotros, los cristianos, la justificación? Lo primero que es digno de notar es que la esperamos. Proviene de Dios como un don, no de nosotros mismos, de nuestras obras. Es un patrimonio que esperamos. Ni siquiera el cristiano creyente y bautizado ha llegado ya a la justificación. El juicio final y la plenitud final no han llegado todavía. Pero el bautizado no espera sin más, no espera algo incierto. Tiene una esperanza fundada: si permanece en la gracia, si se mantiene en la libertad que Cristo nos ha traído, Dios consumará en él la justificación. La plenitud cristiana no es obra nuestra. Es un regalo que Dios nos hará al final, pero para eso hemos de permanecer en la libertad del Evangelio y en la gracia.

La fe es el punto de partida del camino hacia la justificación, camino que hemos de recorrer en el Espíritu. Por eso la vida y la ética cristianas consisten en vivir de la fe. La fe actúa a través del amor. La vida moral del bautizado consiste en vivir la fe y, por tanto, en vivir en el Espíritu, pues el Espíritu de Dios es quien da fuerza para vivirla y llegar así a la justificación.

6 En efecto, en Cristo Jesús no cuentan ni la circuncisión ni la incircuncisión; sino la fe, que actúa a través del amor.

Pablo da una vez más las razones de su afirmación. Muestra por qué nosotros, los cristianos, estamos en lo cierto cuando esperamos la justificación de la fe y por qué aquel que quiere ser justificado por la ley ha caído fuera de la gracia. En Cristo Jesús sólo hay una cosa que conduzca a la justificación: la fe. En el nuevo orden salvífico que ha comenzado con Cristo, la distinción entre circuncisión e incircuncisión ha perdido su fuerza; ya no significa nada en orden a la salvación del hombre. Esta distinción, que en el ámbito de la ley representaba una oposición infranqueable, ya no cuenta en Cristo.

Lo que cuenta es la fe, que actúa a través del amor. Quien cree que la fe es lo que justifica y lo que salva no queda por eso condenado a la inactividad. La fe actúa en el amor. Para el bautizado en Cristo la fe y el amor están íntimamente unidos. No se puede separar la fe del amor; es éste quien la hace activa, quien la traduce en algo real. Y tampoco es posible el amor sin fe, porque la fe es la fuerza inicial de la nueva vida del bautizado. La fe tiene fuerza justificadora 55.

...............

55. Jam_2:17 llama fe «muerta» a la que no se ejerce en obras. La fe, pues, de la que Pablo habla en Gal_5:6 puede calificarse, usando el vocabulario de la carta de Santiago, de fe «viva».

...............

3. SED SEGUIDORES DE LA VERDAD (5/07-12).

7 Corríais bien; ¿quién es el que os ha impedido ser seguidores de la verdad? 8 Esta sugerencia no proviene del que os ha llamado.

La descripción de la existencia cristiana ha hecho recordar al Apóstol, con dolor, que los gálatas, hasta la llegada de los judaizantes, corrían bien. Se esforzaban en llevar su fe a la práctica mediante el amor.

Es extraño que se hayan dejado frenar en esta carrera. Es difícil de entender cómo ha podido suceder eso. Pero ha sucedido. Se les impide ser seguidores de la verdad. Quieren abandonar la verdad del Evangelio. No quieren atenerse a lo que son en Cristo. Y no hay ninguna razón válida que justifique tal proceder.

La carrera inicial ha sido frenada por una sugerencia. Esa sugerencia no proviene de la voluntad de Dios. La llamada de Dios de hoy debe coincidir con la de ayer, cuando fueron llamados por primera vez. La llamada a la circuncisión y a la ley no proviene de Dios. Los mensajeros que la proclaman entre los gálatas no son, pues, mensajeros de Dios. El verdadero apóstol, en cambio, Pablo, vuelve a llamar a los hijos de su comunidad a la verdad del Evangelio que antes les predicó.

9 Un poco de levadura hace fermentar a la masa. 10 Yo tengo la íntima convicción, en el Señor, de que vosotros no pensaréis de otro modo. Pero el que cause entre vosotros la confusión, cargará con su condena, quienquiera que sea.

La imagen de la levadura expresa una experiencia humana cotidiana. Aplicada a la situación de los gálatas quiere decir que unos pocos agitadores pueden contagiar a todas las comunidades de Galacia. Les será fácil imponer sus principios a los cristianos, porque éstos buscan en la ley un cristianismo mejor. Hay que impedir que esto suceda. El Apóstol dice que tiene la íntima convicción en el Señor... Confía en que la opinión de los gálatas coincidirá con la suya. Verán con mayor claridad la verdad del Evangelio y, como Pablo, se atendrán a ella. Un voto de confianza que los hijos oyen en boca de su padre puede conseguir más que la exhortación o la amenaza. Y cuando, además, la confianza es en el Señor, éste se encargará de mantener en la verdad a los hijos que se hallan en peligro.

Quien cause la confusión en las comunidades cristianas cargará con la condena de Dios, pues Dios dejará caer la condenación sobre aquel que se dirige a las comunidades de Dios con un mensaje que se opone a su Evangelio. Y en este caso, con mayor razón, pues los agitadores predican su mensaje como si se tratara de otro Evangelio, de un mensaje de Dios (1,6s).

El castigo alcanzará a cada uno de ellos, quienquiera que sea. Entre los agitadores a que Pablo se refiere debía encontrarse alguna persona notable, pero el Apóstol no menciona el nombre de ninguno de sus adversarios. Probablemente no quiso concederles ese honor.

11 En cuanto a mí, hermanos, si todavía proclamo la circuncisión, ¿cómo es que soy perseguido? ¡Habría sido eliminado el escándalo de la cruz!

Pablo se vuelve contra una exposición falsa y perniciosa de su doctrina; tal vez la esparcían sus adversarios para crear confusión. Combatían, por una parte, el mensaje de Pablo diciendo que Pablo no era verdadero apóstol de Jesucristo (cf. 1,11s). Y por otra parte, parece ser que estos agitadores decían que, en el fondo, Pablo exigía también la circuncisión, proclamaba la circuncisión; que Pablo seguía siendo lo que había sido antes: un judío, y que incluso después de convertirse esperaba conseguir la justificación por el camino de la ley y, por tanto, mediante la circuncisión 56. Que éste no es el contenido de la predicación paulina lo demuestra Pablo con dos razones.

Aún se le persigue. Está expuesto a las insidias de sus adversarios desde que dejó de predicar la circuncisión, desde que fue llamado a ser apóstol (2,4). Y sigue estándolo, como lo demuestra la actividad de sus adversarios de Galacia.

Si fuera cierto lo que dicen, habría sido eliminado el escándalo de la cruz. Mientras sus adversarios predican la circuncisión, Pablo proclama a Cristo crucificado, que es un escándalo para los judíos (1Co_1:23). Se escandalizan, porque a sus ojos la cruz es el poste de la vergüenza, que aborrecen. Rechazan el escándalo que les sale al encuentro en la cruz. Persiguen al que pone la palabra de la cruz en el centro de su predicación (1Co_6:14). El hecho de que aún persista el escándalo de la cruz demuestra que Pablo, antes coma ahora, predica al crucificado y no la circuncisión (1Co_6:12).

La cruz es para Pablo el nuevo signo salvador, una vez que la circuncisión ha sido abolida. Es el medio que, en definitiva, conduce a la salvación. Mientras la circuncisión representa el compendio del cumplimiento de la ley como camino hacia la salvación, la cruz es el compendio de la gracia, que rechaza la sumisión a la ley y las prerrogativas adquiridas. Por eso el Apóstol no se gloría en la carne de los suyos, sino «en la cruz de nuestro señor Jesucristo» (1Co_6:13 s).

...............

56. A esta deformación de la actitud de Pablo contribuyó probablemente el hecho de que el Apóstol, por piadosa atención a los judeocristianos, había hecho circuncidar a Timoteo (Act_16:3).

...............

12 ¡A la mutilación total deberían llegar los que os perturban!

La perícopa termina con un deseo sarcástico: ¡A castrarse deberían llegar los que perturban la unidad fraterna de las comunidades! Así, según su opinión, tendrían más motivo para gloriarse en la carne. Irían más Iejos en su piadoso deseo de cumplir la ley que los que «se limitan» a circuncidarse. Pero entonces -y como antiguos judíos lo verían con horror- se excluirían a sí mismos de la comunidad de Dios (cf. Deu_23:2).

Pablo pone la actividad de sus adversarios en relación con el paganismo, pues en el culto de los misterios, que tenía su sede central en la ciudad gálata de Pesinunte, los sacerdotes de Atis y Cibeles se castraban ellos mismos. Cuando Pablo pone la circuncisión en relación con esas aberraciones paganas, no lo hace para burlarse. Esa burla sonaría como una blasfemia a oídos judíos. Lo que quiere es mostrar cómo, en el fondo, coinciden los que ven en la ley judía el camino hacia la salvación y los paganos que, mediante una serie de prácticas, quieren tener favorables a los dioses. En definitiva, ambos siguen el mismo camino equivocado.

II. PRINCIPIO FUNDAMENTAL: SERVIRSE MUTUAMENTE EN AMOR (5/13-15).

Pablo rechaza decididamente todo compromiso entre la ley y la fe (Deu_5:1-12). Usa como argumento, una vez más, la vocación a la libertad que han recibido los gálatas. El apóstol quiere exponer a continuación algunas obligaciones concretas, pero antes menciona el principio fundamental de toda la ética cristiana: el amor (Deu_5:13b-15). El amor al prójimo debe llenar el hueco que la libertad ha creado en torno nuestro.

13a Indudablemente vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad.

Los cristianos han sido llamados a la libertad. El Apóstol se dirige a ellos una vez más tratándoles de hermanos. La posibilidad de libertad que abrió para todos la acción redentora de Cristo (Deu_5:1) se hizo realidad entre los gálatas cuando Dios los llamó. Entonces, cuando Dios los llamó por medio de Pablo, los gálatas, como comunidad de Dios, como Iglesia, fueron sacados del mundo antiguo y constituidos en la libertad. Fueron transplantados de este mundo actual y malvado (Deu_1:4) a la nueva creación de Dios (Deu_6:15). Pero la vocación a la libertad no se reduce a eso. Los que han sido liberados deben permanecer del lado de la libertad y a favor de ella.

13b Sólo que esta libertad no dé pretexto para la carne, sino, al contrario, mediante el amor, poneos los unos al servicio de los otros.

En todas partes donde se predica la libertad, puede ser mal entendida. Habrá siempre hombres egoístas que confundan la libertad con la arbitrariedad. La libertad puede convertirse en pretexto para la carne. Los hombres egoístas pueden utilizarla como punto de partida para dedicarse a la carne. Fácilmente pueden llegar a sentirse dentro de esta nueva Iibertad como «señores» y entonces, siguiendo la forma «carnal» de obrar de los hijos de este mundo, intentar rehuir el servicio de Dios. Tales hombres no conocen otro deber que su deseo. Se lanzan unos contra otros como animales de presa, que se muerden e incluso se devoran mutuamente (Deu_5:15).

Parece que el peligro de tal abuso de libertad se cernía sobre los gálatas. Podemos estar seguros de que cuando Pablo llama la atención es porque no se trata sólo de una posibilidad. Puede confirmarlo el hecho de que Pablo se dirige a aquellos mismos a quienes previno de la recaída en la esclavitud de la ley (Deu_5:1). La tiniebla espiritual que resulta de la sumisión a la ley encuentra fácilmente razones para rehuir los deberes de la vida cotidiana. La frivolidad de esos innovadores «idealistas», que sólo buscan su gloria, puede hacer escuela entre los gálatas (Deu_5:26). Eso llevaría inevitablemente a discusiones mutuas y a envidia. La armonía fraterna de las comunidades se convertiría en una lucha de todos contra todos (Deu_5:12).

¡Poneos los unos al servicio de los otros, mediante el amor! El servicio a los hermanos es la forma de vida que está de acuerdo con la libertad en Cristo. La libertad en Cristo es libertad para el amor, porque el amor llena el hueco de la libertad. Es también libertad de amor, porque sólo el amor da al hombre la libertad de hacer lo que quiere 57. El amor es la ley de los cristianos, pero no es ley en cuanto conjunto de normas o preceptos particulares, sino como fundamento de la actividad cristiana.

Este servicio de amor es la esclavitud del cristiano El cristiano no sirve a la carne; es esclavo de su prójimo. Pero al servir así, conserva la libertad; el amor, como servicio, es la plenitud de la libertad en Cristo. El servicio y el sacrificio de Cristo son el prototipo de este servicio a los hermanos.

...............

57. SAN AGUSTÍN dice: «¡Ama y haz lo que quieras!» La razón que da es que de la raíz del amor no puede brotar más que bien (Tratado 7, 8 a propósito de la primera carta de Juan).

...............

14 Pues toda la ley queda cumplida en una sola palabra, o sea en aquello de «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lev_19:8).

Por contradictorio que pueda parecer, es cierto, para el cristiano, que si se entiende la libertad como libertad para el amor, en ella, que es al mismo tiempo libertad de la ley, queda cumplida toda la ley. Pablo cita una frase que nunca tuvo un lugar destacado en la ley ni fue especialmente significativa en la ética de la antigua alianza. Se refería al amor a los compatriotas, pero Jesús la amplió, haciéndola extensiva a todos los hombres. La obligación que Jesús impone de amar al prójimo encuentra, además, su más profundo fundamento en la obligación de amar a Dios sobre todas las cosas, que era también fundamental en la antigua alianza (Deu_6:5). Amor a Dios y amor al prójimo son las dos caras de un mismo principio fundamental, que Jesús constituyó en centro de toda la vida moral. No hay mandamiento mayor (Mar_12:28-34). Así se entiende que el amor deba extenderse incluso al enemigo (Mat_5:4348), pues el verdadero hijo del Padre celestial ama en Dios y por Dios a todos los hombres. Pablo, consecuente con las palabras de Jesús, afirma que el cumplimiento de este único mandamiento incluye el cumplimiento de toda la ley 58. A-D/A-H: ¿Qué es lo que pide el mandamiento del amor? Es sugerente el hecho de que Pablo no mencione el aspecto que se refiere a Dios, la obligación de amar a Dios. ¡Amarás a tu prójimo! Sólo así queda completo el amor. Es fácil espiritualizar el amor a Dios y prescindir del prójimo, pero quien cree amar a Dios y prescinde de sus semejantes, de los hombres que están a su lado, de sus vecinos, se engaña, pues el mandamiento del amor, a pesar de ser doble, es indivisible «Si alguien dice: "yo amo a Dios" y odia a su hermano, es un mentiroso» (1Jo_4:20). El amor debe demostrarse en el servicio a aquel que sale a nuestro encuentro necesitado de nuestra ayuda. El amor que uno se tiene a sí mismo puede ayudarnos a entender cómo hemos de amar al prójimo. Todo hombre, por naturaleza, se ama a sí mismo, busca su bien, desea para sí todo lo que es bueno. De igual modo debemos preocuparnos del bien de nuestro vecino, del que encontramos en nuestro camino, del que Cristo envía a nuestra puerta. Debemos amarle como amamos nuestro propio yo. Cristo exige a cada uno de los suyos que ame a su prójimo como a sí mismo. En el sermón de la montaña se comenta así el principio fundamental del amor al prójimo: «Todo cuanto deseéis que os hagan los otros, hacedlo igualmente vosotros con ellos» (Mat_7:12 s). En estas palabras se dice más que en la forma negativa de entender la libertad de aquellos cuyo único objetivo es proteger al individuo de los desmanes de los demás, según el proverbio: No quieras para los demás qo que no quieras para ti.

...............

58.Cf. también Rom_13:8-10.

...............

15 Si, pues, os mordéis y os devoráis mutuamente, estad atentos a no destruiros a vosotros mismos.

El «si» con que Pablo inicia la frase no se refiere a un caso meramente posible; habla de lo que en ese momento sucede entre los gálatas. Se lanzan unos contra otros como animales salvajes, que se muerden y se devoran. El celo por la ley, en el que cada uno quiere superar a los demás, y la posesión del Espíritu, entendida falsamente, que desemboca en la falta de consideración y en la vanidad, conducen a la enemistad personal y a la envidia (6,1).

Pablo advierte con amarga ironía adónde conducirá tal forma animal de comportarse: las comunidades que el Apóstol ha edificado se destruirán ellas mismas. Los miembros de la comunidad se destruirán unos a otros, se devorarán mutuamente. A eso es a lo que conduce el fanatismo por la ley. La atención agradecida a la gracia, al contrario, conduce, como demuestra la experiencia, al amor fraterno y a una vida comunitaria floreciente.

III. EL AMOR ES EL PRIMER FRUTO DEL ESPÍRITU (5,16-24).

Pablo pasa ahora a mostrar lo que hay que hacer para permanecer en la libertad del amor. Habla de «caminar en el Espíritu» (5,16), es decir, de vivir la vida guiados por la fuerza y la inspiración del Espíritu de Dios, que ha sido dado a todos los cristianos en virtud de la promesa. Aunque experimenten las «tendencias de la carne» (5,16-18), deben tener confianza en medio de esta lucha, pues al pasar a pertenecer a Cristo «han crucificado la carne con sus pasiones y sus tendencias» (5,24).

En el marco de esta exposición introduce Pablo un catálogo de vicios y otro de virtudes (5,19-21; 22-23). Estos son los ejércitos que se enfrentan en el campo de batalla de la vida. Por un lado está el ejército, ya vencido, de las obras de la carne. No es que el Apóstol crea seriamente que los vicios que aquí enumera se encuentren uno por uno en los gálatas; se los pone ante los ojos a modo de aviso, para que vean adónde puede llevarles la esclavitud de la ley: a quedar excluidos de la herencia del reino.

El primer fruto del Espíritu que Pablo nombra es el amor. Pero el fruto del Espíritu, los dones que puede aportar, son múltiples. Frente a tales dones no hay ley; donde reina el Espíritu está la libertad, y el poder de la ley ha llegado a su fin.

1. LA CARNE TIENE TENDENCIAS CONTRARIAS AL ESPÍRITU (5/16-18).

16 Esto, pues, es lo que os digo: Caminad en el Espíritu y no llevéis a cabo las tendencias de la carne.

Pablo se extiende ahora sobre los conceptos que había indicado antes. Había dicho que no se debía permitir que la libertad fuera pretexto para la carne, que lo que hay que hacer es ponerse unos al servicio de los otros mediante el amor y que los miembros de la comunidad corren el peligro de lanzarse unos contra otros para devorarse. Ahora pasa a exponer el aspecto positivo que le interesa, introduciendo una idea que debía despertar recuerdos aún vivos en las comunidades. Dice: Caminad en el Espíritu. Al hacerse cristianos, los gálatas recibieron el Espíritu de Dios. En el Espíritu ha empezado su camino de cristianos: ¿van a terminarlo en la carne? Han experimentado la acción del Espíritu de Dios en la vida comunitaria. Deben seguir caminando en el Espíritu, avanzar, vivir la vida guiados por la fuerza de ese Espíritu; él es quien les marca la pauta. Deben dejarse guiar por el Espíritu. Utilizar la libertad para el amor, equivale a dejarse guiar por el Espíritu Santo. Esto lo hace el cristiano cuando escucha al Espíritu y le obedece.

Si obra así, no lleva a cabo las tendencias de la carne. No es posible que un cristiano, que vive su vida en el Espíritu, se entregue a las tendencias de la carne. Pablo saca esta certeza del hecho de que los objetivos que persiguen ambos poderes, la carne y el Espíritu, son antagónicos.

Por esta razón el Espíritu, que es Espíritu de Dios, puede acabar con el poder de la carne. Igual que al hablar del Espíritu Pablo no se refiere al espíritu del hombre, tampoco «carne» (sarx) se refiere meramente a nuestra carne. El Apóstol considera la (sarx) como una fuerza personal que extiende su poder sobre todos nosotros. Tiene sus tendencias propias e intenta someter a ellas nuestra voluntad. Pero, puesto que la carne se opone al Espíritu de Dios, no llevaremos a cabo sus tendencias.

17 Pues la carne tiene tendencias contrarias al Espíritu; y las del Espíritu, a su vez, van en contra de la carne. Hay entre ellos un antagonismo irreductible, de suerte que no lográis hacer las cosas que quisierais.

La lucha que se produce en el hombre entre el Espíritu y la carne no hay que entenderla como una rivalidad entre el yo espiritual y el cuerpo del hombre. El hombre cristiano, en su totalidad, es escenario de la batalla entre la carne y el Espíritu. El poder de la carne se alza contra la presencia de Cristo en nosotros. Las tendencias de la carne son expresión de su enemistad hacia Cristo. Pero también el Espíritu va contra ese poder que quiere arrastrar a los hombres tras él. Ambas potencias tienen sus tendencias propias y antagónicas.

No logramos hacer lo que queremos. La carne intenta apartar la voluntad del hombre de aquello a que le guía el Espíritu de Cristo. El Espíritu, a su vez, intenta impedirnos obrar carnalmente, dejándonos arrastrar por las tendencias de la carne.

18 Pero si os dejáis guiar por el Espíritu, es que ya no estáis bajo la ley.

Todo se reduce a que el cristiano se deje llevar por el Espíritu, comprenda cuáles son las intenciones del Espíritu de Dios, se deje guiar por el Espíritu de Cristo. Guiado así por Dios, cumplirá la ley, practicando el amor; vivirá la libertad a la que ha sido llamada, sin erigirse una justicia suya (Phi_3:9).

Es realmente libre, pues ya no está bajo la ley. El Espíritu somete los afanes carnales del hombre, que le llevan a enorgullecerse de haber cumplido la ley o a obrar contra la ley.

2. LAS OBRAS DE LA CARNE CARNE/OBRAS (5/19-21).

19a Ahora bien, las obras de la carne están patentes...

La lucha inexorable entre carne y Espíritu la experimenta el hombre en su corazón, al caer en la cuenta del antagonismo que existe entre las tendencias de ambos. Se hace patente con mayor claridad si observamos la diversidad que existe entre los objetivos que ambos poderes persiguen. Esa diversidad de objetivos está patente cuando las tendencias pasan a ser realidades en la vida humana. Pablo, al exponer ante los gálatas unos cuantos vicios concretos, se refiere a realidades que deben infundir a los cristianos un santo temor. No se limita a pedir a priori que se evite este o aquel vicio. Muestra adónde conducirá la carne al hombre que se confíe a ella.

Lo que Pablo va a exponer a continuación, enumerando quince vicios uno por uno, lo resume en esta expresión: obras de la carne. Al hablar en plural -habla, en cambio, sólo del fruto del Espíritu (Phi_5:22)- quiere mostrar la multiplicidad de las obras de la carne: las obras de la carne forman un montón confuso. Los vicios se mencionan uno tras otro, sin orden: unos, en singular; otros, en plural. Tal es el caos que produce la carne, en oposición al Espíritu de Dios.

No está aún agotado el significado de la palabra obras en el texto paulino. Pablo llama «fruto» a lo que el Espíritu produce en los hombres; la carne, al contrario, produce «obras». La carne produce hechos, de los que el hombre puede gloriarse como propios, pero que, precisamente porque son obras de la carne, terminan en la confusión del vicio. El Espíritu, por el contrario, produce «fruto». En el Espíritu, el hombre actúa dando gracias a Dios por el bien recibido. El cristiano obra guiado por la fuerza del Espíritu de Dios, y así su obrar termina en una maravillosa armonía de dones de Dios, que el amor circunda. El Dios creador crea un mundo de orden y de paz.

19b ...a saber: fornicación, impureza, libertinaje, 20 idolatría, magia, enemistades, discordia, celos, animosidades, rivalidades, partidos, sectas; 21a envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas.

Empieza mencionando como obras de la carne tres ejemplos de desorden sexual: fornicación, impureza, libertinaje. La primera palabra se refiere a la convivencia sexual fuera del matrimonio. La segunda, a la «impureza» moral, que puede derivarse del extravío sexual; el significado exacto de la palabra es más amplio, ya que abarca también los pensamientos impuros. La tercera palabra designa el desenfreno sensual, que casi siempre incluye también el desenfreno sexual. Tal desenfreno era característico del paganismo 60. Las tendencias de la carne no traen consigo sólo desorden sexual, sino también idolatría. También éste es un error típicamente pagano. El error de los paganos consiste en que «trocaron la gloria del Dios inmortal por una imagen que representa un hombre corruptible, aves, cuadrúpedos y reptiles» (Rom_1:23). Mediante el culto a los ídolos, el hombre pagano quiere tener a su disposición lo divino; según Pablo, ésta es otra manifestación de las tendencias de la carne. De esa misma raíz procede la magia. En la magia, el pagano atribuye a las cosas y a las acciones una fuerza divina que no pueden tener en realidad. Sabiendo manipular esas cosas cree poder determinar el obrar de Dios.

Sin orden determinado expone a continuación los vicios que amenazan la vida social. Se trata de pecados que brotan del egoísmo, cuando los hombres sólo se tienen en cuenta a sí mismos. Las enemistades ocasionan la discordia o proceden de ella. A veces proceden de los celos. «Estáis aún en el puro plano humano. Realmente, mientras que entre vosotros haya celos y discordia, no habéis pasado la raya de lo humano y vuestra conducta es puramente humana» (1Co_3:3); así escribe Pablo a la comunidad de Corinto. Las animosidades y las rivalidades son manifestaciones concretas de enemistad. La indignación contenida tiende a salir al exterior continuamente, en estallidos; la enemistad empuja a buscar aliados para planear intrigas. Así, la enemistad es causa de que surjan partidos y sectas. Las obras de la carne culminan en escisión de la comunidad, a causa de los intereses de grupo. Convierten el orden de Dios en un montón de escombros. Con los últimos tres vicios, cuya fuente común es la falta de dominio de sí mismo, vuelve Pablo a tratar de las formas más groseras de libertinaje. La envidia, más exactamente, pues la palabra está en plural, las diversas manifestaciones y formas de la envidia, conducen a aquellos pecados que se cometen en los banquetes: embriaguez y orgías de todo tipo. El catálogo de vicios termina con un giro formulario: «y cosas semejantes a éstas». Significa que a los vicios mencionados se puede añadir aún muchos más. ¡Tan numerosas son, y tan demoledoras, las obras de la carne!

...............

60. Cf.a este propósito, el texto de Rom_1:24; 1Th_4:3-5; 2Co_12:21.

...............

21b Acerca de estos vicios os digo que quienes los practican no heredarán el reino de Dios.

Llamando la atención sobre las secuelas inevitables de una vida carnal, el Apóstol espera apartar a los gálatas de las obras de la carne. Por eso se las ha enumerado: para que vean adónde puede llegar un cristiano si se entrega de nuevo a las tendencias de la carne; los que obran así, no heredarán el reino de Dios. Las obras de la carne excluyen del reino de Dios. Quien las practique no será heredero de la salvación plena que se nos dará cuando venga Cristo, pues Cristo no le salvará del juicio de la ira 61.

Pablo les predice esto a los cristianos de Galacia. Ya se lo había predicho cuando aún eran paganos. La palabra de juicio forma también parte del mensaje del Evangelio, sobre todo cuando va dirigido a oyentes paganos. El Apóstol se lo recuerda también a los cristianos para avisarlos. Igual que es cierto que ya han conseguido la justicia por la fe en Jesucristo, lo es también que al final el cristiano será juzgado por sus obras. El que esté o no en estado de justicia será decisivo para su salvación o condenación definitivas. El reino de Dios y la justicia no se consiguen por las obras. Son herencia de los hijos de Dios. Son un regalo de Dios Padre. Así como en los discursos de Jesús la idea de «reino» o de «señorío de Dios» contiene esencialmente el poder de Dios, la idea paulina de «justicia de Dios» está sólidamente anclada en la idea de juicio de Dios sobre los hombres. El reino de Dios y la justicia de Dios son dones, pero son también tareas que se nos imponen.

...............

61. Cf. 1Co_6:9 s; 1Co_15:50-53.

...............

3. EL FRUTO DEL ESPÍRITU (5/22-24).

22 Por el contrario, he aquí el fruto del Espíritu: amor, alegría, paz, comprensión, benignidad, bondad, lealtad, 23 mansedumbre, templanza.

La oposición que existe entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu es igual a la que existe entre tinieblas y luz, entre caos y orden, entre multiplicidad y unidad. El orden del mundo moral que el Espíritu de Dios crea aparece expresado en el ritmo ternario de la enumeración. Tres tríadas de virtudes constituyen el fruto del Espíritu. La unidad queda clara por el hecho de que el Apóstol dice «fruto», en singular, y no habla de frutos. La vida moral del cristiano es, en realidad, muy sencilla: servir por amor. En el amor al prójimo es donde primero sale a luz y madura la acción del Espíritu. Mientras en la comunidad son los efectos extraordinarios del Espíritu, los carismas, los que testimonian la acción del Espíritu (1Co_3:5), en el individuo, que posee el Espíritu por el bautismo, el fruto de esta posesión aparece como amor. En el Espíritu, el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones. En el amor, la fe pasa a la acción. El amor cristiano se dirige ante todo a Dios, pero Pablo atiende aquí sobre todo al amor al prójimo, por ser un fruto prácticamente visible. Toda obra de un cristiano, en la medida en que no es una obra «carnal», contiene este amor, como fruto del Espíritu.

En segundo lugar nombra el Apóstol la alegría. Se trata de una alegría causada y comunicada por el Espíritu Santo. Su fundamento más profundo lo constituye la esperanza en la proximidad del Señor, esperanza que proviene de la buena nueva del Evangelio. Supera a la alegría natural, porque se alegra de la fe del hermano. Se mantiene en medio de las dificultades y en la aflicción, porque es algo más que un puro sentimiento; es semejante a la alegría del Señor y de su Apóstol 62.

En tercer lugar está la paz. El Espíritu tiende a la paz, a la salvación del hombre, mientras el objetivo final de la carne es la muerte. La paz es un elemento constitutivo del reino de Dios; «no consiste en comer y beber, sino en justicia y paz, y alegría en el Espíritu Santo» (Rom_14:17). La paz, a la que Dios ha llamado a los cristianos y que ha establecido por medio de Cristo, puede, por ser «paz de Dios», «custodiar nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Phi_4:7) 63.

La comprensión, la benignidad y la bondad son las virtudes que en el contacto entre los hombres mantienen la alegría y la paz. Quien es comprensivo soporta a los demás, incluso cuando tiene tentaciones de ira. Se domina a sí mismo con paciencia constante. Es generoso con todos. El ejemplo de Dios, que refrena graciosamente su ira justa, es el que impone a los cristianos la exigencia de una comprensión generosa. La benignidad y la bondad implican un dirigirse positivamente a los hombres, un servirles amistosamente y un salirles al encuentro con benevolencia.

La lealtad, la mansedumbre y la templanza cierran la enumeración, que, por descontado, no pretende ser exhaustiva. La lealtad debe constituir el fundamento de la confianza en la comunidad; la falta de lealtad origina desconfianza, que destruye la comunidad.

Mansedumbre significa suavidad, moderación: lo contrario de altanería. Esa mansedumbre debe ser una de las características de los cristianos; no han de amonestar a sus hermanos con ira ni con acritud arrogante. El cristiano tiene en Cristo un ejemplo de mansedumbre. En último lugar está la templanza, que es algo más que continencia. Se opone, sin duda, a los vicios del desenfreno sensual y del libertinaje desenfrenado. La templanza es fruto del Espíritu, pero hay que adquirirla en la lucha y mediante el ejercicio.

...............

62. Sobre la alegría, cf. Rom_14:17; Rom_16:19; Phi_1:6; Phi_4:5.

63. Sobre la paz, cf. también Rom_8:6; 1Co_7:15; Eph_2:13 s.

...............

23b Contra tales cosas nada tiene que decir la ley. 24 Y los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus tendencias.

Contra este fruto del Espíritu no puede haber ninguna ley. Vivir la vida obedeciendo al Espíritu es cumplir la ley (Eph_5:14) y, por eso, frente a esta forma de vivir no hay ninguna ley. Donde reina el Espíritu, el poder de la ley ha llegado a su fin. Con esto, Pablo subraya lo que ya antes había dicho: Si os dejáis guiar por el Espíritu ya no estáis bajo la ley (Eph_5:18). Quien se deja guiar por el Espíritu de Dios no puede ser llamado quebrantador de la ley. Los cristianos han tomado ya en lo esencial su decisión: a favor del Espíritu y contra la carne. Han decidido a favor de Cristo y del Espíritu, han crucificado la carne. Han votado contra la carne. Esto les capacita ya para iniciar la vida en eI Espíritu. Esto es lo que aconteció en el bautismo. En él fueron incorporados sacramentalmente a Cristo y revestidos de él (Eph_3:27 s). Pertenecen a Cristo por el bautismo (Eph_3:29). Pero lo que en el bautismo aconteció una vez para siempre, hay que vivirlo.

Los bautizados han crucificado la carne. La han aniquilado, para que no pueda cumplir en ellos su obra destructora. Antes, el Apóstol había descrito esto como acción de Dios en el bautizado (Eph_2:19). Aquí, la llama obra del hombre. Es porque piensa en la decisión que el mismo bautizado ha tomado y a la que debe atenerse. Al someterse al bautismo, el hombre ha crucificado la carne, cuyas obras se acaban de enumerar, con sus pasiones y sus tendencias. Se ha entregado a Cristo Jesús y, mediante él, al Espíritu: pertenece al mundo de la nueva creación. «En Cristo» es «una nueva criatura» (2Co_5:17).

IV. CAMINAR EN EL ESPÍRITU ES SERVIR A LOS HERMANOS (,6).

Si bien el Apóstol, al mostrar las obras de la carne y, sobre todo, al hacer patente cuál es el fruto del Espíritu, ha puesto ya en claro todo lo necesario, quiere, sin embargo, señalar a continuación algunas particularidades. Quiere mostrar cómo ha de llevar a cabo el caminar en el Espíritu.

1. CAMINAR EN EL ESPÍRlTU (5/25-26).

25 Si, pues, vivimos en el Espíritu, caminemos también en el Espíritu.

Vivimos en el Espíritu. Este es el punto de partida de nuestra vida moral. Hemos recibido nuestra vida por virtud del Espíritu. Se refiere a la vida que ha empezado para nosotros en el bautismo. Cristo vive en nosotros (2,20). Estamos penetrados del Espíritu.

De ahí se sigue que debemos tender hacia el Espíritu. Si no caminamos en el Espíritu, no viviremos de acuerdo con nuestra esencia íntima de cristianos. Pablo designa aquí el caminar con una palabra más precisa que antes (5,16). Allí hablaba simplemente de «caminar» en el Espíritu; aquí, usa una palabra que proviene del lenguaje militar, cuyo significado primitivo es «ponerse en fila, marchar en fila, alinearse». Esta palabra vuelve a repetirse después (6,16), pero allí tiene el significado preciso de «ajustarse» (a una regla, a una medida). El cristiano, como persona que vive en el Espíritu, está llamado a ajustarse a ese Espíritu, a tender hacia ese Espíritu.

26 No nos convirtamos en buscadores de triunfos hueros, provocándonos recíprocamente y envidiándonos unos a otros.

El Apóstol inicia su serie de exhortaciones con una expresión benigna: No nos convirtamos. Su intención no es sólo mostrar que también él va incluido en la exhortación, quiere indicar, además, que los gálatas han de coincidir en este punto con él y gloriarse sólo en la cruz de Cristo. Los alborotadores de Galacia: en cambio, se glorían de sí mismos y buscan hacer un buen papel (6,12s).

El cristiano no busca triunfos hueros. Es cierto que es objeto del amor y que sus hermanos le aprecian como hermano, pero no buscan una gloria vana, vacía, sin fundamento. No quiere que los demás le alaben con vanas lisonjas. No anda buscando gloria y honor, como el hombre carnal.

Quien obra movido por la ambición, provoca a los demás, excita en ellos la misma ansia de gloria. Se llega así a una situación en la que cada uno intenta colocarse por encima de los demás, buscando una gloria que no corresponde a lo que es en realidad.

Por fin, surge la envidia. Se envidian unos a otros por las cosas buenas que cada uno tiene o parece tener. En el Espíritu, en cambio, nadie envidia lo que otro tiene, porque sabe que todo es gracia de Dios.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



III. Consecuencias Morales, 5:1-6:10.

Es necesario elegir: o judíos o cristianos, 5:1-12.
1 Para que gocemos de libertad, Cristo nos ha hecho libres; manteneos, pues, firmes y no os sujetéis de nuevo al yugo de la servidumbre. 2 Ved que es Pablo quien os lo dice: Si os circuncidáis, Cristo no os aprovechará de nada. 3 De nuevo declaro a cuantos se circuncidan que se obligan a cumplir toda la Ley. 4 Os desligáis de Cristo los que buscáis la justicia en la Ley; os separáis de la gracia. 5 Mientras que nosotros con seguridad esperamos de la fe, por el Espíritu, los bienes de la justicia. 6 Pues en Cristo Jesús ni vale la circuncisión ni vale el prepucio, sino la fe que actúa por la caridad. 7 Corríais bien: ¿quién os ha impedido obedecer a la verdad? 8 Esa sugestión no procede de quien os llamó. 9 Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. 10 Yo confío de vosotros en el Señor que no sentiréis de otro modo. El que os perturba llevará su castigo, quienquiera que sea. 11 Pero yo, hermanos, si aún predicara la circuncisión, ¿por qué soy aún perseguido? ¡Luego se acabó el escándalo de la cruz! 12 ¡Ojalá se castraran del todo los que os perturban!

Comienza aquí la parte parenética de la carta. Demostrada la tesis, siguen ahora las exhortaciones y consejos. En esta primera perícopa, con una serie de frases cortas y tajantes, San Pablo advierte a los gálatas que es necesario elegir entre Cristo y circuncisión, pues ambas cosas son incompatibles.
Primeramente, la afirmación rotunda, consecuencia de cuanto ha venido diciendo, de que Cristo nos ha hecho libres (v.1). Esta idea de liberación, con referencia a la obra de Jesucristo, es muy cara a San Pablo y está inspirada en la manumisión o rescate de los esclavos (cf. 3:13; Rom_3:24; Col_1:13-14). Que los gálatas, pues, concluye el Apóstol, permanezcan firmes y no se sujeten de nuevo al yugo de la servidumbre (v.1). Es curioso ese de nuevo, conque San Pablo, por lo que se refiere a esclavitud o servidumbre, asimila en cierto sentido paganismo a judaísmo. Lo mismo había hecho ya anteriormente en 4:9. Con la sujeción a la Ley, los gálatas vuelven a la situación de tutela, anterior a la liberación por Cristo (cf. 4:3-5).
Y que no se hagan ilusiones, como si la circuncisión fuese algo que pudiese separarse del resto de la Ley y compatible con la fe en Cristo. Esto parece que insinuaban en su predicación los agitadores judaizantes, dada la energía con que se expresa San Pablo (v.2-4). Y no, eso no. Es Pablo mismo (v.2), con toda su autoridad de apóstol (cf. 1:11-12) y de celoso en otro tiempo observador de la Ley (cf. 1:13-14), quien se lo dice: Si os circuncidáis, Cristo no os aprovechará de nada (v.2)., os obligáis a cumplir toda la Ley (v.3)., os desligáis de Cristo y os separáis de la gracia (v.4). Son dos las afirmaciones fundamentales que aquí hace el Apóstol: la de que aceptar la circuncisión es obligarse a cumplir toda la Ley (v.3), y la de que quedan desligados de Cristo (v.2.4). En cuanto a quedar obligados a cumplir toda la Ley con sus innumerables prescripciones de descanso, abluciones, alimentos., San Pablo no cree necesario insistir; da por supuesto que quien acepta la circuncisión hace profesión pública de sumisión a la Ley mosaica y, consiguientemente, se obliga a cumplirla. Es el caso del bautismo para el cristiano. Claro es que esto supone que se va a la circuncisión no como a cosa indiferente, que podía a veces ser conveniente por razones prácticas (cf. Hec_16:3), sino como a principio necesario de salud, cual si no bastase la eficacia redentora de la obra de Cristo. Y esto es lo que de ninguna manera podía admitir San Pablo (cf. 2, 3-5). Sostener lo contrario, como sin duda daban a entender en su predicación los judaizantes, era desconocer la verdadera naturaleza de la redención y la unidad absoluta del Redentor; era una injuria para Cristo (cf. 2:21). Por eso dirá a los gálatas que, si se circuncidan, Cristo no les aprovechará de nada y que quedan desligados de Cristo. Era renunciar a un dogma fundamental: el de que la salud ha de buscarse en Cristo y sólo en Cristo. De otra manera: era renunciar al régimen o obra de la gracia, para buscar la justicia, no como don de Dios, sino como salario de nuestras obras (cf. 2:16; 3:18; Rom_4:2-5); lo que equivalía a quedar separados de Cristo y del régimen de la gracia, pues Cristo niega sus dones a quien busca la salud fuera de El.
En contraste con ese camino equivocado que enseñaban los judaizantes, San Pablo muestra luego cuál es el verdadero camino para conseguir la salud, de modo que Cristo nos aproveche y no quedemos desligados de El: es el camino de la fe, que actúa mediante la caridad, bajo la acción del Espíritu (v.5-6). Sobre el papel de la fe en la obra de la salud, San Pablo ha hablado suficientemente en los capítulos anteriores (cf. 2:16; 3:7-29), y todavía con más detalle en la carta a los Romanos (cf. 1:16-17; 3:21-26; 4:1-25). También ha hablado de la acción del Espíritu en los creyentes (cf. 4:6; Rom_8:1-27). Aquí, con la vista puesta en el caso concreto de los gálatas, recalca que ni circuncisión ni incircuncisión valen para nada en el régimen o economía cristiana; lo único que vale es la fe que actúa por medio de la caridad (?????? ? ' ?????? ??????????? ). Notemos este último inciso, que aclara de modo definitivo cuál sea la naturaleza de esa fe justificante, de que tantas veces habla en sus cartas. No se trata de una fe muerta, inactiva, sino de una fe que, al igual que la exigida por el apóstol Santiago (cf. Stg_2:21-24), ha de ir acompañada de obras, realizadas a impulsos de la caridad 243. La frase que hemos traducido por bienes de la justicia (v.5) corresponde en el texto original a esperanza de la justicia (. ?? ??????? ?????? ??????????? ?????????? 3? ); y traducimos así, pues parece claro, dado el contexto, que el término esperanza no tiene sentido subjetivo, sino objetivo de cosa esperada y esa cosa esperada es la justicia mesiánica (genitivo epexegético) en su estadio inicial, de progreso y de premio.
San Pablo habla a continuación (v.7-12) del severo castigo que aguarda a los que perturban la fe de los gálatas. Con imagen tomada de los juegos del estadio, cosa que es frecuente en él (cf. 1Co_9:24-26; Flp_2:16; Flp_3:12-14; 2Ti_4:7; Heb_12:1), dice que corrían bien por la senda de la verdad cristiana, pero alguien les ha puesto un obstáculo en el camino, como a veces sucedía a los corredores (v.7). Ese obstáculo no lo ha puesto el Padre, que es quien les llamó a la fe (v.8; cf. 1:6), sino otro que trata de perturbarles y que tendrá su castigo, quienquiera que sea (v.10). Aunque el Apóstol habla en singular, parece claro que sus expresiones no tienen sentido individual, sino general, con alusión a los agitadores judaizantes, como insinúa el v.12. Decir, conforme hacen algunos críticos acatólicos, que está refiriéndose a Pedro o a Santiago, que se habrían puesto a la cabeza de la corriente judaizante, es una afirmación gratuita y que se opone al modo de hablar y comportarse de Pablo respecto de esos dos apóstoles (cf. 1:18-19; 2:9), no obstante algunas diferencias con ellos de carácter práctico (cf. 2, 12-14; Hec_21:18-25). También alude a los judaizantes con el proverbio-imagen de la levadura que hace fermentar toda la masa (v.9; cf. 1Co_5:6); o quizás, más que a los judaizantes, a los gálatas ya seducidos, como tratando de advertir a aquellas comunidades que no cierren los ojos bajo el pretexto de que el error estaba todavía poco extendido.
Parece que esos agitadores judaizantes, apoyándose quizás en el caso de Timoteo (cf. Hec_16:3), insinuaban maliciosamente en su predicación a los gálatas que también Pablo exigía la circuncisión. Por eso el Apóstol se revuelve airado contra ellos, y dice: si así es, ¿por qué soy aún perseguido? Ya no hay motivo para ello, pues se ha acabado el escándalo de la cruz (v.11). En efecto, la animosidad de los judíos contra Pablo era cosa manifiesta (cf. Hec_20:3; Hec_21:28); y esa animosidad se basaba en que Pablo ponía la pasión y muerte de Cristo como fuente única de salud para el mundo, con total independencia de las prácticas mosaicas. Ese era para los judíos el gran escándalo de la cruz (cf. 1Co_1:23). Es posible que no hubieran tenido gran inconveniente en reconocer a Jesucristo resucitado como Mesías, pero a condición de echar un velo sobre sus sufrimientos y de seguir dando valor a las prácticas de la Ley. Mas eso era precisamente lo que no podía admitir Pablo. Cansado, pues, ya de tanto oír hablar de circuncisión y recordando quizás las costumbres de los sacerdotes de Cibeles, que en las fiestas orgiásticas en honor de la diosa, arrebatados de frenesí, se castraban para imitar a Attis, el amante de Cibeles, termina con ese desahogo irónico, muy propio del estilo de Pablo: ¡que lleven las cosas hasta el final y se castren del todo! (v.12).

El precepto de la caridad, plenitud de la Ley,1Co_5:13-15.
13 Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; pero cuidado con tomar la libertad por pretexto para servir a la carne, antes servios unos a otros por la caridad. 14 Porque toda la Ley se resume en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si mutuamente os mordéis y os devoráis, mirad que acabaréis por consumiros unos a otros.

Es probable que los gálatas, al menos algunos de ellos, se sintiesen inclinados a dar crédito a los predicadores judaizantes y aceptar la Ley mosaica, movidos de una recta aspiración: la de tener una norma para obrar, reguladora de lo que se ha de hacer y de lo que se ha de evitar. Esa libertad que predicaba Pablo, ¿no sería un peligro de libertinaje, dejando rienda suelta a los instintos pecaminosos de nuestra carne? De hecho, en las llamadas religiones de los misterios, tan de moda en aquella época, se profesaba abiertamente la liviandad moral, y parece que a Pablo se habían hecho acusaciones en ese sentido (cf. Rom_3:8; Rom_6:1). Hay indicios de que, al menos en Corinto, había claro peligro de una desviación del cristianismo en esa dirección licenciosa (cf. 1Co_6:12-13). Sabemos que también posteriormente, a lo largo de la historia de la Iglesia, han surgido no pocas sectas heréticas (montanistas, gnósticos, quietistas) que, aun sin llegar tan lejos, sostuvieron que la libertad espiritual del cristiano llevaba consigo una plena indiferencia en materia de pasiones de la carne. Por eso el Apóstol, en lo que resta de este capítulo, va a tratar de poner las cosas en su punto.
Primeramente, la clara voz de alerta: cuidado con tomar la libertad por pretexto para servir a la carne (v.13). Luego, la tesis positiva: servios unos a otros por la caridad (v.13), tesis que en seguida declara más, diciendo que en ese solo precepto de la caridad se resume toda la Ley (ó iras ????? ???????????? ). Que no teman, pues, los gálatas de que van a quedar sin ley; también los cristianos tenemos ley o regla de vida, y esa ley es la de la caridad (cf. 6:2), que basta por sí sola a suplir toda la Ley mosaica. En qué sentido el precepto de amor al prójimo, extensión y consecuencia moral del amor a Dios, resuma y sea como la consumación y plenitud de la Ley mosaica, ya lo explicamos al comentar Rom_13:8, pasaje paralelo a éste de la carta a los Gálatas. Aquí nos contentamos con remitir a lo entonces dicho.
A una vida perfecta de caridad, cual la pide la ley de Cristo, contrapone San Pablo una vida de discordias y odios, con imagen tomada de las bestias salvajes que se muerden y devoran mutuamente (v.15). No es infundado suponer, dada la manera de hablar del Apóstol, que la predicación de los judaizantes había provocado discordias en la comunidad cristiana de Galacia, dando lugar a bandos o facciones que se atacaban mutuamente.

Carne y espíritu,Rom_5:16-26.
16 Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne. 17 Porque la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu, y el espíritu tendencias contrarias a las de la carne, pues uno y otro se oponen de manera que no hagáis lo que queréis. 18 Pero si os guiáis por el Espíritu, no estáis bajo la Ley. 19 Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, 20 idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, iras, ambiciones, disensiones, facciones, 21 envidias, embriagueces, orgías y otras como éstas, de las cuales os prevengo, como antes lo hice, que quienes tales cosas hacen no herederán el reino de Dios. 22 Los frutos del Espíritu son: caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza. Contra éstos no hay Ley. 24 Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias. 25 Si vivimos del Espíritu, andemos también según el Espíritu. 26 No seamos codiciosos de la gloria vana provocándonos y envidiándonos unos a otros.

La presente narracion no es sino una ulterior declaración de la anterior. Había dicho el Apóstol que para el cristiano el precepto de la caridad suple la Ley mosaica y es freno suficiente contra las concupiscencias de la carne (v.13-14); ahora va a explicar más esa vida de caridad, cuyo desarrollo se hace posible gracias a la acción del Espíritu, que es quien nos da fuerzas para vencer a la carne (v. 16-26).
Bajo el término carne (???? ), varias veces repetido (v. 16.17. 19.24), designa aquí el Apóstol al hombre todo entero, también con sus facultades superiores, en cuanto dominado por la concupiscencia e inclinado al mal a causa del pecado de origen. De hecho, varios de los pecados atribuidos a la carne, como, v.gr., la idolatría y el odio (v.20), no son de tipo carnal, sino de orden más bien intelectual. Si el Apóstol habla de carne, es debido probablemente a que es en la carne o parte material del compuesto humano donde radica principalmente el desorden, como ya explicamos al comentar Rom_8:7. En cuanto al término espíritu (?????? ), usado también repetidas veces (v.16.17.18.22.25), es más difícil precisar su significado. Hay casos en que San Pablo parece aludir claramente al Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, presente en el alma del justo (v.gr., v.18; cf. Rom_8:14); pero, en cambio, hay otros en que, dado el contraste con la carne, parece más bien aludir al espíritu humano, parte más sana y elevada del hombre, que ve las ventajas del bien (cf. v.17). Los exegetas no están de acuerdo en la interpretación, poniendo quien más quien menos mayúsculas, habiendo incluso quienes en toda la historia traducen siempre espíritu con minúscula (Lagrange, Buzy, Ricciotti). Es el mismo problema que en Rom_8:2-11. En el fondo la cosa no tiene gran importancia, pues por el modo de hablar de San Pablo, aun tratándose del espíritu humano, no sería el espíritu humano a secas, sino el espíritu humano en cuanto se mueve y actúa bajo la acción del Espíritu Santo. En esto todos están de acuerdo.
Comienza el Apóstol haciendo resaltar las opuestas tendencias de la carne y del espíritu, exhortando a los gálatas a que sigan las del espíritu (v. 16-17). Esas tendencias son tan irreductibles, que nunca podremos obrar con pleno consentimiento de todo nuestro ser; pues si queremos hacer el bien protesta la carne, y si queremos hacer el mal protesta el espíritu. Tal parece ser el sentido de ese de manera que no hagáis lo que queréis (. ??? ?? ? ??? s????? ????? ?????? ), con cuya traducción damos a la partícula ??? sentido consecutivo, y no final, aunque sea éste el suyo más ordinario y que también aquí le aplican bastantes exegetas. Podemos ver en este versículo una base bíblica clara de la teoría cristiana de la abnegación propia, que no podremos evitar mientras nos dure la vida.
Supone San Pablo que, en esta lucha entre carne y espíritu, los cristianos, cual corresponde a su condición, se dejarán guiar por el Espíritu (la idea no cambia, aunque traduzcamos espíritu con minúscula), lo que equivale a decir que no están bajo la Ley (v.18). Parece que el Apóstol no hace aquí sino aplicar al orden moral lo dicho antes en 3:23-24 y 4:5-7, es a saber, que puesto que, dada nuestra condición de hijos, poseemos el Espíritu, sigúese que ya no estamos bajo el pedagogo, que es la Ley, destinada a refrenar las concupiscencias de la carne por el temor de la sanción. Nos hallamos bajo la acción de un principio directivo superior, que es el Espíritu, y, por consiguiente, nos sobra el pedagogo. La misma idea se vuelve a repetir al final del v.22.
A continuación, San Pablo, en expresivo díptico de contraste, presenta un catálogo de obras de la carne (v. 19-21) y de frutos del Espíritu (v.22-23), como tratando de recalcar que el cristiano que se deja guiar por el Espíritu no necesita de la Ley para conocer cuáles son las obras de la carne a las que debe oponerse, pues éstas son manifiestas (v.19). Evidentemente no intenta el Apóstol darnos una lista completa de las obras de la carne, como lo prueba ese y otras como éstas, que añade al final (v.21). En otros pasajes de sus cartas encontramos también semejantes catálogos de pecados, no siempre los mismos ni en el mismo orden (cf. Rom_1:29-31; Rom_13:13; 1Co_5:10-11; 1Co_6:9-10; 2Co_12:20-21; Efe_4:31; Efe_5:3-5; Col_3:5-9; 1Ti_1:9-10; 2Ti_3:2-5). Ese no heredarán el reino de Dios (v.21) es una grave advertencia a los gálatas, que, como ahí dice, ya les había hecho antes de palabra cuando estaba entre ellos, con la que les previene de falsas ilusiones respecto al negocio de la salud (cf. v.13). Cierto que el cristiano, mediante la fe en Cristo, es hijo de Dios y heredero según la promesa (cf. 3:26-29; 4:5-7); pero esa fe ha de ser una fe viva, que debe ir acompañada de obras realizadas a impulsos de la caridad (cf. v.6). En cuanto a los frutos del Espíritu, San Pablo enumera nueve (v.22), aunque es evídente que, lo mismo que respecto de las obras de la carne, tampoco ahora tiene intención de hacer una enumeración completa 244. Se ha hecho notar cómo, en vez del término obras que usó respecto de la carne, usa ahora el término frutos, o más exactamente, fruto en singular (ó ?? ?????? ??? ????????? ). Quizá pretenda insinuar que no se trata sino de una fructificación única, la caridad, que se manifiesta en distintas floraciones (cf. 1Co_13:4-7), a las que designa con el término fruto por el sabor y deleite que traen al alma, preludio de la eterna bienaventuranza. En frase más concentrada dirá en Rom_8:6 : las tendencias de la carne son muerte, pero las tendencias del espíritu son vída y paz.
Hechas estas aclaraciones, San Pablo resume así su exhortación a los gálatas respecto de la carne y el espíritu: Los que son de Cristo crucificaron la carne.; si vívímos del Espíritu, andemos también según el Espíritu (v.24-25). Ese crucificaron (?????????? ), en pasado, alude al acto del Calvario, al que los cristianos son incorporados mediante el bautismo, muriendo al hombre viejo esclavo del pecado (cf. Rom_6:2-6). Tal muerte, sin embargo, de la que se resurge a nueva vida por el Espíritu (cf. Rom_8:2-4), no anula totalmente en el cristiano la concupiscencia, habiendo de seguir luchando contra las tendencias de la carne, razón por la que el Apóstol intima a los gálatas: si vivimos del Espíritu, andemos también según el Espíritu (v.25; cf. Rom_8:13), es decir, que sea también ese Espíritu el que nos impulse a obrar. Y como conclusión general, insistiendo en la misma idea del ? .16, les recomienda la humildad y caridad (v.26). Algunos autores consideran este versículo como formando ya parte del capítulo siguiente. La cuestión no tiene importancia.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: Gálatas 5,5-12
Amonesta a los Gálatas a permanecer en la gracia del Evangelio y de la fe, y no sujetarse a la Ley mosaica ni creerles a los engañadores.
5.Pues nosotros movidos por el Espíritu por la fe, en expectación estamos con la esperanza de la justicia.
6.Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni el prepucio, sino la fe, la cual actúa por la caridad.
7.Corríais bien. ?Quién os puso obstáculo para no obedecer a la verdad?
8.A nadie le hagáis caso. Tal persuasión no es de Aquel que os ha llamado.
9.Un poco de levadura fermenta toda la masa.
10.Confío dé vosotros' en el Señor que no pensaréis de otra manera. Mas quien os perturba sufrirá el juicio, quienquiera que sea.
11.En cuanto a mí, hermanos, si yo predico aún la circuncisión, ?por qué padezco todavía persecución? Según eso se acabó el escándalo de' la cruz.
12.?Ojalá fuesen mutilados los que os perturban!
Habiendo explicado el Apóstol suficientemente no estar sujeto al yugo de. la servidumbre de la.Ley, aquí vuelve a lo primero, mostrando que deben mantenerse firmes. Y primero presenta un ejemplo de cómo mantenerse firmes; luego, hace a un lado el impedimento de tal actitud: Corríais bien, etc.; tercero, indica la causa de ella: Vosotros sois llamados a la libertad, etc. (Gal 5,13). Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, presentar un ejemplo de cómo mantenerse firmes; la segunda, indicar su causa: Porque en Cristo Jesús, etc. Así es que dice: a quienes se quieren justificar con la Ley, de nada les aprovecha Cristo, porque caen de la gracia. Pues nosotros, los Apóstoles, estamos firmes por la esperanza, porque estamos en expectación con la esperanza de la justicia, o sea, con justicia y esperanza, que quieren decir eterna bienaventuranza. Nos ha regenerado con una viva esperanza, etc. (1Pe 1,3). O bien, con la esperanza de la justicia, esto es, Cristo, por quien es para nosotros la esperanza de la justicia, porque por El somos justificados. Estamos aguardando al Salvador (Ph 3,20). El cual fue constituido por Dios para nosotros por sabiduría y por justicia, y santificación y redención, etc. (1Co 1,30).-O bien con la esperanza de la justicia, esto es, la esperanza que proviene de la justicia, para que seamos justificados, no por la Ley, sino por la fe. Concluirnos ser justificado el hombre por la fe sin las obras de la Ley (Rm 3,28).-O bien con la esperanza de la justicia, esto es, con la cosa esperada, a la cual está encaminada la justicia, a saber, la vida
eterna. Nada me resta sino aguardar la corona de justicia que me está reservada (2 Tim
4,8). Y esto por la fe, porque la justicia de Dios es por la fe de Jesucristo, como se dice en Romanos 3,22. La cual fe no procede del hombre sino del Espíritu Santo, que la inspira. Habéis recibido el espíritu de hijos, por el cual clamamos: Abba, Padre, etc. (Rm 8,15). De manera que así como la fe procede del Espíritu, así de la fe procede la esperanza, de la esperanza la justicia, por la cual alcanzamos la vida eterna. Mas tal esperanza no proviene de la circuncisión, ni de la gentilidad, porque nada tienen que ver en esto. Por lo cual dice: Porque en Cristo Jesús, esto es, en aquellos que están en la fe de Cristo, ni la circuncisión, ni el prepucio, etc., o sea, que son indiferentes. Sino la fe, no la informe, sino la que actúa por la caridad (La fe sin las obras está muerta: Sant 2,17). Porque la fe es el conocimiento del verbo de Dios (Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones: Ef 3,17). Y ni perfectamente se. tiene, ni perfectamente se conoce este verbo si no se posee también el amor que espera.
Aquí surgen dos dudas con relación a la Glosa. La primera es que dice que prepucio y circuncisión son indiferentes, habiendo dicho arriba: Si os circuncidáis, de nada os aprovecha Cristo. Pero débese decir que por el género de la obra son indiferentes para los que no "ponen la esperanza en ellos; pero en cuanto a la intención del agente no son indiferentes. Porque para los que en ellos ponen la esperanza son mortíferos. La segunda duda es sobre que dice que los que no creen son peores que demonios, puesto que los demonios creen y se estremecen.
Yrespondo: débese decir que ciertamente son peores, por ia especie de la obra, pero no en cuanto al afecto. Porque a los demonios les desagrada lo que creen, ni en el hombre que no cree es tanta la maldad de la voluntad cuanta en el demonio que odia lo que cree.
En seguida, cuando dice: Corríais bien, etc., se trata del obstáculo para estar firmes. Y primero indica el obstáculo; luego enseña cómo removerlo: A nadie ie hagáis caso.'Ei obstáculo para que los Gálatas permanecieran firmes era grande, y dañoso; porque algo es tanto más nocivo, cuanto es mayor el bien del que priva. Así es que cuando alguien es privado de muchos bienes espirituales, señal es de haber tenido un grande obstáculo. Y por eso, para mostrarles el Aposto! lo grande del obstáculo que se les presentó, les encarece los bienes espirituales que perdieron, diciendo: Corríais bien, etc., es claro que por las obras de la fe informada por la candad, que empuja a correr. Corrí por eí camino de tus mandamientos, cuando tú ensanchaste mi corazón (Sal 1 18,32). Y esto ciertamente os ocurrió otrora a vosotros; pero corriendo todavía, os sentís impedidos, por lo cual agrega: ?Quién os ha fascinado?, de lo cuai hemos hablado arriba (Gal 3,1); y por eso no lo hago ahora. ?Quién, pues, os fascinó? Esto es, ?quién se opuso a la verdad evangélica para no obedecerla? Y esto se dice con razón, porque obedecer es armonizar la voluntad con las prescripciones del maestro. Por lo cual la fe es la ciencia de la voluntad y del entendimiento. Luego es necesario que la voluntad obedezca a la fe: queriendo creer que la gracia de la fe de Cristo basta para la salvación sin las observancias legales. Y hace a un lado el obstáculo dir ciendo: A nadie le hagáis caso. Y esto por triple parte. Primero, por parte de ellos; segundo, por parte de Dios: Confío de vosotros, etc.; tercero, por parte del Apóstol: En cuanto a mí, hermanos, etc. Por parte de ellos, diciendo: A nadie le hagáis caso, etc. En lo cual, primero muestra qué se requiere por parte de ellos, para que eviten todo perjuicio, para que en lo sucesivo no acepten a ninguno de los falsos hermanos. No somos hijos de la noche, ni de las tinieblas (I Tes
5,5). No queráis, pues, ser cómplices de las obras infructuosas de las tinieblas (Ef 5,1 1).
Yla plática de éstos cunde como gangrena (2 Tim 2,17). Con lo cual se da a entender que aún no estaban corrompidos, pero que a esto se les incitaba. Luego da la razón de lo que
dijera: Tal persuasión no es de Aquel que os ha llamado. Y esa persuasión es doble. Una primera, porque cuando el hombre se entrega a otro, nada debe hacer sino lo que le resulte conveniente. Pero vosotros habéis sido entregados a Cristo; luego no debéis oír ni aceptar sino a los que son de El mismo; así es que la persuasión con la que os quieren sujetar al yugo de la Ley, por no venir de El, de Dios, que os llamó a la vida, del diablo es, en cuanto es de deserción. Por lo mismo, no los aceptéis. O bien no es de Aquel, sino contra E! mismo. La segunda razón es que como se podría decir que no tendría importancia aceptarlos en lo poco, no habiendo en esto peligro alguno, dice que no se les debe aceptar, ni son de menospreciarse sus insidias, sino que en los principios se les debe uno oponer, porque un poco de levadura, etc., o sea, aquellos pocos que os persuaden, o bien esta persuasión, pequeña en,un principio, fermenta toda la masa, la congregación entera de los fieles. Ni se ha de quemar sobre el altar en sacrificio al Señor cosa con levadura ni con miel (Lev 2,2).
En seguida, cuando dice: Confío de vosotros, etc., hace a un lado el obstáculo por parte de Dios, que para esto ofrece su auxilio, y lo da doble. El uno en cuanto a los seducidos; el otro en cuanto a los perturbadores: Mas quien os perturba, etc. Así es que dice: Confío de vosotros, etc.; como si dijera: Dije que no aceptarais a los falsos. Y confío en vosotros.- Huélgome, pues, de la confianza que os merezco en todas las cosas (2Co 7,16). Tenemos me?or opinión de vosotros y de vuestra salvación (Hebr 6,9).-Confío, digo, en que no pensaréis de otra manera que como os enseñé. Aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os predique un Evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema (Gal
1,8). Haced cumplido mi gozo, sintiendo todos una misma cosa (Ph 2,2). Y esto por el auxilio divino. Por lo cual dice: En el Señor, que obra. Tal confianza tenemos en Dios por Cristo (2Co 3,4). Porque Dios os dio a vosotros el comprender conforme a la justeza de la verdad católica. Mejor es confiar en el Señor que confiar en el hombre (Sal 1 17,8). Y en cuanto a los perturbadores dice: Mas quien os perturba, etc., esto es, quien os aparta del orden debido, para que de las cosas espirituales os convirtáis a las corporales, debiendo ser al contrario. No es el espiritual el que ha sido formado el primero, sino el cuerpo animal, y en seguida el espiritual (1Co 15,46). Y por ser perverso tal orden, como arriba se dijo: ?Tan necios sois que habiendo comenzado por el espíritu, ahora vengáis a parar en la carne? (Sal 3,3), ese tal sufrirá el juicio, o sea, la condenación. Porque así como el que induce al bien a alguien será remunerado (Los que hubieren enseñado a muchos la justicia, como estrellas por toda la eternidad, etc.: Dan 12,3); así quien induce a otro al mal, será condenado (Ya que tú nos has llenado de turbación, extermínate el Señor en este d'la: Josué 7,25; Maldito el que hace errar al ciego en el camino: Dt 27,18). Y esto, quienquiera que sea, esto es, cualquiera que sea su importancia, no se le perdonará.
Objeción. Pero Porfirio y Juliano tachan en esto a Pablo de presuntuoso: piensan que esto lo dice Pablo criticando a Pedro (a quien en su cara le hizo resistencia, según dijera ya), de modo que el sentido sea éste: quienquiera que él sea, esto es, aun cuándo fuere el propio Pedro, será castigado.
Respuesta. Pero, como dice Agustín, no es de creer que Pablo hablara del Príncipe de la 1glesia maldiciéndolo, siendo que en el Éxodo (22,28) escrito está: A! Príncipe de tu pueblo no lo maldecirás. Ni tampoco que Pedro de tal manera tropezara que mereciera la condenación. Así es que lo dice el Apóstol de algún otro que, viniendo de Judea, decía ser él de los grandes discípulos de los Apóstoles, y valiéndose de tal autoridad extraviaba a los Gálatas júnto con otros falsos predicadores. Ni aun por miramiento a aquellos falsos hermanos que furtivamente se metieron, etc. (Gal 2,4).
En seguida, cuando dice: En cuanto a mí, hermanos, etc., hace a uní-lado el obstáculo por parte suya. Y primero asienta su justificación; luego, por vía de reprimenda de los que lo infaman, dice: ?Ojalá fuesen mutilados los que os perturban! Rechaza, pues, el falso que se le achacaba. Y primero algo tocante a él mismo tan sólo; luego, algo tocante a todos: Según eso se acabó el escándalo de la cruz. Acerca de lo primero débese saber que los falsos hermanos, ante la excusa de los Gálatas de que no guardaban las prescripciones legales por seguir las enseñanzas del Apóstol, les decían no "sólo que los había engañado él sino que de eso los había persuadido para tenerlos esclavizados; y todo esto lo confirmaban asegurando que predicando Pablo en Judea enseñaba que debían guardarse las dichas prescripciones. Por lo cual de esto se excusa el Apóstol, diciendo: En cuanto a mí, hermanos, si yo predico aún la circuncisión, como me lo imputan los falsos hermanos, ?por qué padezco todavía persecución?, es claro que por parte de los Judíos. Padecemos persecución (1Co 4,12). Porque los Judíos perseguían a Pablo especialmente porque predicaba que ya no se debían observar las prescripciones legales. Le dice Santiago a Pablo: Estos han oído decir que tú enseñas a los Judíos que viven entre los Gentiles a abandonar a Moisés, diciéndoles que no deben circuncidar a sus hijos, etc. (Hch 21,21). Se ve claro, por lo tanto, que no es verdad lo que me imputan, pues de otra manera ya no sería perseguido. Falso es también lo que se me imputa por lo que ocurre comúnmente entre los demás, porque si predicara la circuncisión, ya no habría lugar al escándalo de la cruz. Porque no sólo yo, sino también todos los Apóstoles predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los Judíos, locura para los Gentiles, como se dice en 1Co 1,23. Y de io que más se escandalizan es de que predicamos que por la cruz de Cristo desaparecen las dichas prescripciones. Así es que si yo predico aún la circuncisión, se acabó el escándalo, esto es, no habrá más escándalo por la cruz entre los Judíos, porque con gran constancia sostienen, y aun vehementemente desean que prediquemos la cruz y que a la vez se deben observar las repetidas prescripciones legales. O bien, según Agustín, se acabó el escándalo de la cruz, esto es, desaparece la cruz, en la que consiste el escándalo; como si dijera: la Cruz pierde su efecto y su virtud. Si por la Ley se obtiene la justicia, iuego en balde murió Cristo (Gal 2,21). Y dice el Apóstol especialmente se acabó, etc., para dar a entender que los Judíos mataron a Cristo precisamente porque no guardaba las dichas prescripciones y enseñaba que no debían guardarse. No es de Dios este hombre, pues no guarda el sábado (Jn 9,16).
En seguida, señalando a los falsos que io infamaran, dice: Ojalá fuesen mutilados, etc.; como si dijera: Os conturban éstos empeñándose en circuncidaros; pero ojalá no sólo se circunciden sino que totalmente se castren.
Objeción. Pero en contra está lo que se dice en Romanos 12,14: Bendecid a los que os persiguen; bendecidlos, y no los maldigáis (Rm 12,14).
Respuesta: Esta es doble. La primera, que no los maldijo, sino que más bien los bendijo, porque les deseó que espiritualmente se castraran, para la guarda de la castidad espiritual, acabando con las prescripciones ceremoniales, según aquello de Mateo 19,12: Eunucos hay que se castraron a sí mismos por amor del reino de los cielos. La segunda, que les desea la esterilidad de la prole, esterilidad propia de los eunucos, es claro que para que no engendren. Por lo cual dice: Ojalá fuesen mutilados, etc., esto es, que pierdan la capacidad de engendrar, lo mismo entre vosotros que entre otras gentes. Y esto por la razón de que engendran hijos en el error, y los reducen de nuevo a la esclavitud de la Ley. Dales vientres estériles y pechos secos (Oseas 9,14).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



29 (V) Exhortatio: Sección exhortato(-)ria (5,1-6,10). Pablo saca de la exposición pre(-)cedente algunas conclusiones prácticas. Esta sección tiene tres partes.
(A) Aviso: Conservad la libertad que te(-)néis en Cristo (5,1-12). 1. para la libertad Cristo nos ha liberado: La posición enfática del dat. de finalidad (eleutheriá) resume la sección doctrinal de la carta: no libertinaje, sino liber(-)tad respecto a la ley y sus observancias mate(-)riales. 2. Cristo nada puede hacer por vosotros: cf. 2,21. Los gálatas deben escoger una cosa u otra: Cristo y la libertad, o la ley y la esclavi(-)tud. 3. la ley entera: Los judaizantes insistían en la adopción de ciertas costumbres judías (? 7 supra), pero Pablo advierte: si aceptáis el «signo» de un judío, os obligáis a su entera manera de vivir (cf. Sant 2,10). Y eso no es ca(-)minar según la verdad del evangelio (2,14). 5. la esperanza de justicia: La medida plena de la justicia humana es algo que todavía pertenece al futuro escatológico (cf. Rom 5,19). Elpis es «algo esperado», y dikaiosynés es un gen. epexegético (ZBG § 46). 6. no importa estar o no circuncidados: Lit., «ni circuncisión ni prepu(-)cio». Se podría replicar: «Entonces, ¿por qué oponerse a la circuncisión?». Las palabras de Pablo se tienen que entender a la luz de 5,2 (cf. 3,28). sólo la fe activa en el amor: El principio de la justicia es la fe que actúa mediante el amor al estilo de Cristo mismo (2,20; Rom 5,5-8; ? Teología paulina, 82:111). En el griego del NT, energein con suj. impersonal aparece siempre en voz media, de ahí que «la fe se rea(-)licen (expresándose) mediante el amor» (BAGD 265; cf. BDF 316.1) 7. corriendo bien: Pablo compara a menudo el esfuerzo cristiano con el de un corredor en una carrera (2,2; 1 Cor 9,24-26). Pero los judaizantes se han cruzado en el camino. Seguir su consejo es hacer caso omi(-)so de la llamada de Dios (véase 1,6). 9. un po(-)co de levadura: Un refrán (cf. 1 Cor 5,6) subra(-)ya la capacidad expansiva de la influencia judaizante. 11. si todavía recomiendo la cir(-)cuncisión: Los judaizantes tal vez afirmaran que Pablo mismo admitía la validez de la cir(-)cuncisión cuando eso convenía a sus propósi(-)tos (1 Cor 9,20). Pablo responde que, si aún mantuviera esa opinión, no se le opondrían los judaizantes (cf. 2,3). el escándalo de la cruz: La predicación de la cruz ha hecho innecesaria la circuncisión, aun cuando resulte un escándalo para los judíos (cf. 1 Cor 1,23, para otra razón; Flp 3,18). 12. más valiera que se mutilaran del todo: El sarcasmo de Pablo (cf. Flp 3,2) tal vez aluda a la emasculación ritual de los galloi, sacerdotes de Cibeles-Atis, conocida sin duda para los gálatas.

30 (B) Advertencia: No caminéis según la carne, sino según el Espíritu (5,13-26).
La admonición de Pablo ilustra el amor del que hablaba en 5,6. 13. estímulo para la carne: Se sobrentiende poieite, «no hagáis de la liber(-)tad un estímulo». Aunque se suprima la ley, los cristianos no deben abandonarse a una con(-)ducta terrena, material e impía. Su libertad debe ser, más bien, la de un servicio de amor, una libertad para los otros. 14. la ley entera: Véase Lv 19,18. ¿Piensa Pablo directamente en Lv, en un conocido resumen judío (véase Str-B 1. 907-08) o en un resumen de Jesús (Mt 7,12)? Sea cual sea la respuesta, ni aquí ni en Rom 13,8-10 incluye Pablo el amor de Dios. En Lv el «prójimo» es otro israelita; para Pablo «no hay distinción entre judío y griego» (Rom 10,12). 16. vivid según el Espíritu: Lit., «cami(-)nad según», en el sentido semítico de «condu(-)cirse». El Espíritu, en cuanto principio de la fi(-)liación cristiana, es también el principio de la actividad cristiana (5,18; cf. Rom 8,14). 17. no hacéis: El cristiano unido a Cristo y dotado del Espíritu sigue luchando con la «carne» (?Teo(-)logía paulina, 82:103), símbolo de toda oposi(-)ción humana a Dios. Véase Rom 7,15-23. 18. guiados por el Espíritu: Bajo la influencia del Espíritu que habita en el cristiano, éste posee un principio interior para contrarrestar la «carne», y no se ve ya meramente enfrentado a la norma extrínseca de la ley. 19-21. Catálo(-)go de vicios (? Teología paulina, 82:142). 22-23. Catálogo de virtudes (cf. 2 Cor 6,6-7). Nótese cómo Pablo habla de las «obras» (erga) de la carne, pero del «fruto» (karpos) del Espíri(-)tu; «fruto» se puede aplicar a la carne, pero «obras» nunca se puede aplicar al Espíritu (cf. Rom 6,21; 7,5). Este catálogo demuestra que las «buenas obras» son importantes en la vida cristiana, contra eso no hay ley: No hay necesidad de promulgar una ley contra tales «frutos», pues la ley fue «añadida por las transgresiones» (3,19). 24. han crucificado la carne: El cristiano, crucificado con Cristo (2,19) en la fe y el bautismo, ha muerto, no sólo a la ley, sino también a la sarx-yo, a sus tendencias terrenas y degradantes (6,14). Pa(-)blo habla del plano ontológico, es decir, de la reorientación básica de un cristiano a Dios, y no de una mera conciencia psicológica. Ésa es la razón por la que se deben seguir «morti(-)ficando las tendencias del cuerpo» (cf. Rom 6,6; 8,9.13).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Acerca de la circuncisión

La solemne declaración del v. 2 (cf. 2:21), combinada con el atemorizante vocabulario del v. 4 (cf. 1:6), indican no solamente que la circuncisión no tiene poder positivo, sino que para los gálatas, en realidad, es dañina. Desde una perspectiva es indiferente si uno está circuncidado o no (nótese el v. 6 y los paralelos en 6:15 y 1 Cor. 7:19). Que un gen til se sometiera a la circuncisión como señal de sumisión a la ley sería malo y fatal en sí mismo.

Pablo apoya sus enérgicas afirmaciones en dos formas. Primera, en el v. 3 argumenta que el acto inicial de la circuncisión implica un compromiso de hacer todo lo que la ley dice (cf. Stg. 2:10, 11). Cualquiera que confíe en sus propias obras necesita comprender que Dios demanda perfección (Mat. 5:48). El judaísmo de la época de Pablo, hablando en general, no comprendía totalmente este concepto. Muchas interpretaciones rabínicas consistían en intentos de relajar las estrictas demandas de los mandatos bíblicos, con la consecuencia inevitable de que las personas pensaban que podían verdadera mente satisfacer las demandas de Dios con sus propios esfuerzos.

Segunda, en los vv. 5 y 6 Pablo sostiene que la verdadera experiencia cristiana se caracteriza por la fe. Esta es una fe de sólida expectativa: anhela ansiosamente la demostración final de la justicia de Dios, cuando su verdad será reivindicada y su pueblo recibirá el veredicto final de inocente. También es una fe generada y sostenida por la presencia del Espíritu; una vez más, Pablo hace hincapié en el papel crucial que desempeña el Espíritu Santo en la vida del cristiano. Por último, esta fe está trabajando activamente por medio del ministerio del amor (el verbo gr. del v. 6, energeo, actúa o trabajo). En toda esta epístola, y en realidad en to das las de Pablo, no existe afirmación más importante para revelar su idea fundamental sobre la naturaleza de la religión (E. de Witt Burton, A Critical and Exegetical Commentary on the Epistle to the Galatians [T. & T. Clark, 1921], p. 279). No debemos pensar que la oposición entre fe y obras que plantea Pablo signifique que la fe sea pasiva. Por el contrario, la fe hace posible el verdadero trabajo. Este principio prepara el camino para los man datos contenidos en los vv. 13-26.

Pero antes de pasar a ellos, Pablo debe lanzar otra apelación personal. En gran parte, los vv. 7-12 son un ataque a la oposición. Los judaizantes están haciendo tropezar a los gálatas. Sus enseñanzas, que funcionan como levadura, son incompatibles con el llamado divino. Pablo confía en que serán juzgados y hasta pronuncia el deseo de que sean mutilados (posiblemente, una alusión a las prácticas de mutilación de los paganos en Asia Menor, pero muy posiblemente, también, una referencia a la castración, la cual, dicho sea de paso, descalificaba a los hombres judíos para el servicio como sacerdotes). En el v. 11 también se defiende de la aparente acusación de ser incongruente, y de apoyar la circuncisión cuando le conviene (quizá en alusión a haber hecho circuncidar a Timoteo; Hech. 16:1-3).

El negativismo de este pasaje no debería ocultar cuál es el propósito principal de Pablo. El desea expresar su confianza en los gálatas. La respuesta inicial de ellos al evangelio (corríais bien, v. 7; cf. 4:13-16) lo anima a creer que ellos no pensarán de ninguna otra manera (10). La única razón por la que han vacilado es a causa de la influencia externa de los judaizantes, así que el Apóstol se consuela con el hecho de que había buenas evidencias del carácter genuino de la fe de los gálatas. (Cf. también las palabras de aliento de Heb. 6:9-12 después de las firmes palabras al comienzo de ese capítulo.)

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter V.

1 Hee mooueth them to stand in their libertie, 3 and not to obserue circumcision: 13 but rather loue, which is the summe of the Law. 19 He reckoneth vp the workes of the flesh, 22 and the fruits of the spirit, 25 and exhorteth to walke in the spirit.
1 Stand fast therefore in the libertie wherewith Christ hath made vs free, and bee not intangled againe with the yoke of bondage.
2 Beholde, I Paul say vnto you that if ye be circumcised, Christ shal profite you nothing.

[Fruites of flesh, and spirit.]

3 For I testifie againe to euery man that is circumcised, that he is a debtor to doe the whole Law.
4 Christ is become of no effect vnto you, whosoeuer of you are iustified by the Law: ye are fallen from grace.
5 For we through the spirit waite for the hope of righteousnesse by faith.
6 For in Iesus Christ, neither circumcision auaileth any thing, nor vncircumcision, but faith which worketh by loue.
7 Ye did run well; [ Or, who did driue you backe?] who did hinder you, that ye should not obey the trueth?
8 This perswasion commeth not of him that calleth you.
9 A little leauen leaueneth the whole lumpe.
10 I haue confidence in you through the Lord, that you will be none otherwise minded; but he that troubleth you, shall beare his iudgement, whosoeuer hee be.
11 And I, brethren, if I yet preach circumcision, why doe I yet suffer persecution? then is the offence of the crosse ceased.
12 I would they were euen cut off which trouble you.
13 For brethren, ye haue beene called vnto liberty, onely vse not libertie for an occasion to the flesh, but by loue serue one another.
14 For all the Law is fulfilled in one word, euen in this: [ Lev_19:18 Mat_22:39 .] Thou shalt loue thy neighbour as thy selfe.
15 But if yee bite and deuoure one another, take heed ye be not consumed one of another.
16 This I say then, Walke in the spirit, and [ Or, fulfill not.] ye shall not fulfill the lust of the flesh.
17 For the flesh lusteth against the Spirit, and the spirit against the flesh: and these are contrary the one to the other: so that yee cannot doe the things that yee would.
18 But if yee be lead of the spirit, yee are not vnder the Law.
19 Nowe the workes of the flesh are manifest, which are these, adulterie, fornication, vncleannesse, lasciuiousnesse,
20 Idolatrie, witchcraft, hatred, variance, emulations, wrath, strife, seditions, heresies,
21 Enuyings, murthers, drunkennesse, reuellings, and such like: of the which I tell you before, as I haue

[Fruites of flesh, and spirit.]

also tolde you in time past, that they which do such things shall not inherite the kingdome of God.
22 But the fruit of the spirit is loue, ioy, peace, long suffering, gentlenesse, goodnesse, faith,
23 Meekenesse, temperance: against such there is no law.
24 And they that are Christs, haue crucified the flesh with the [ Or, passions.] affections and lustes.
25 If we liue in the Spirit, let vs also walke in the Spirit.
26 Let vs not be desirous of vaine glory, prouoking one another, enuying one another.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Libertad cristiana. El Apóstol comienza con un enfático «miren, yo mismo, Pablo, les digo» (2), que solamente usa en ocasiones excepcionales (cfr. 2Co_10:1). Los gálatas deben elegir: o bien la vuelta a la circuncisión y a todo el peso del cumplimiento de la Ley o bien la fe en Cristo y el don del Espíritu. Probablemente los judeo-cristianos radicales que se habían infiltrado entre los gálatas no proponían a éstos una vuelta al sistema de la Ley puro y duro, sino un compromiso entre judaísmo y cristianismo, quizás buscando un «modus vivendi» para una comunidad mixta. Pero Pablo es radical, no admite componendas ni medias tintas. Son como dos sistemas irreconciliables. Y así les aplica el refrán que ya usó en 1Co_5:6 : «una pizca de levadura hace fermentar toda la masa» (9); si dan entrada a una pizca, pueden corromperse del todo. Con la verdad del evangelio no se juega.
El Apóstol no está hablando de doctrinas o ideologías abstractas. Por el contrario, está preocupado justamente de la praxis de vida concreta que genera un sistema u otro. Dicho de otra manera: lo que está en juego es la «memoria de Jesús»: su oferta de salvación universal, su opción por los marginados, la abolición de toda discriminación, el amor mutuo como norma de conducta. Esta «memoria de Jesús» como praxis del creyente sólo puede ser inspirada por el Espíritu, no por el cumplimiento de la Ley. Ésta discrimina y divide, que es lo que estaba ocurriendo.
La fe, para Pablo, es un dinamismo que pone en marcha el amor. La vida cristiana no excluye las obras sino que las concentra en el amor fraterno y las mira como frutos que brotan de la fe, no como méritos en virtud de los cuales el hombre se salva por sus propias fuerzas. La fe activa la caridad y es activa por la caridad.
Finalmente, el Apóstol menciona la burda insinuación de sus adversarios de que él seguía exigiendo la circuncisión (11). ¿Se referían al caso de Timoteo? (cfr. Hch_16:3). La persecución de que es objeto muestra a las claras que los privilegios y la seguridad social que le daban la circuncisión los ha cambiado por lo único que considera importante, predicar la cruz de Cristo con todo el escándalo que lleva consigo (cfr. 1Co_1:23). En cuanto a sus acusadores, «que se mutilen del todo» (12), dice con sarcasmo, como queriendo equipararlos a los que se hacían castrar en el templo pagano de la diosa Cibeles, el más importante de Galacia.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



12. Como los judaizantes exigían que los gálatas convertidos del paganismo recibieran la circuncisión, Pablo alude irónicamente a la castración ritual practicada por los sacerdotes de la diosa Cibeles.

13. Ver Stg_2:12; 1Pe_2:16.

14. Lev_19:18. Ver Mat_22:34-40; Rom_13:9; Stg_2:8.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La libertad del cristiano es fruto de la obra redentora de Cristo, cuyo efecto nos llega por la fe en Él. A partir de ahí el cristiano anhela la justicia, la santidad, movido por el espíritu de Jesucristo. Nada importa ya su condición anterior, es decir, su procedencia del judaísmo o de la gentilidad. Lo importante es la fe que obra por la caridad (v. 6): «Cuando se pregunta si algún hombre es bueno no se averigua qué cree o espera, sino qué es lo que ama. Porque quien ama rectamente sin duda alguna también rectamente cree y espera; pero el que no ama, en vano cree, aunque sea verdad lo que cree (...). Por tanto, esta es la fe de Cristo, que encarece el Apóstol, la que actúa por la caridad» (S. Agustín, Enchir.117).


Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*3:1-5:12 A partir de aquí la argumentación paulina se funda principalmente en la Escritura, tiene a Abrahán como punto de referencia principal y se divide en dos momentos, cuyo inicio respectivo marcan los apóstrofes Gál 3:1-5 y Gál 4:8-11. .

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Rom 1:17; Rom 8:23-25.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_5:2+

NOTAS

5:5 O bien: «la justicia esperada».

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_5:2+

NOTAS

5:5 O bien: «la justicia esperada».

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 5.14 Lv 19.18.

[2] 5.22-23 Cf. Ef 5.9; Col 3.12-15.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

por medio del.. Esto es, por obra del Espíritu.

Torres Amat (1825)



[19] Las uniones fuera del matrimonio y los matrimonios ilegítimos.