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Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» (Genesis 3, 9) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

BHSEk - Biblia Hebraica Stuttgartensia (Enhanced; KJV versification)

וַ‎(וְ)

Hebrew|wa|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

יִּקְרָ֛א‎(קָרָא)

Hebrew|yyiqrˈā|call

Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: wayyiqtol
Verbal stem: qal


[H7121] [s.cy.aa] [2063]
[קרא] [GES7087] [BDB7790] [HAL7719]

יְהוָ֥ה‎(יהוה)

Hebrew|[yᵊhwˌāh]|YHWH

Part-of-speech: proper noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H3068] [e.az.ae] [484a]
[יהוה] [GES2969] [BDB3312] [HAL3292]

אֱלֹהִ֖ים‎(אֱלֹהִים)

Hebrew|ʔᵉlōhˌîm|god(s)

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H430] [a.dl.ad] [93c]
[אלהים] [GES407] [BDB437] [HAL452]

אֶל‎(אֶל)

Hebrew|ʔel-|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H413] [a.di.aa] [91]
[אל] [GES400] [BDB422] [HAL438]

הָֽ‎(הַ)

Hebrew|hˈā|the

Part-of-speech: article
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[e.ab.aa] [459]
[ה] [GES1804] [BDB2019] [HAL2031]

אָדָ֑ם‎(אָדָם)

Hebrew|ʔāḏˈām|human, mankind

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H120] [a.bc.ab] [25a]
[אדם] [GES123] [BDB134] [HAL135]

וַ‎(וְ)

Hebrew|wa|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

יֹּ֥אמֶר‎(אָמַר)

Hebrew|yyˌōmer|say

Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: wayyiqtol
Verbal stem: qal


[H559] [a.ea.aa] [118]
[אמר] [GES535] [BDB564] [HAL587]

לֹ֖ו‎(לְ)

Hebrew|lˌô|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[l.aa.ab] [1063]
[ל] [GES3706] [BDB4135] [HAL4089]

אַיֶּֽכָּה‎(אֵי)

Hebrew|ʔayyˈekkā|where

Part-of-speech: interrogative particle
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H335] [a.cu.aa] [75]
[אי] [GES331] [BDB352] [HAL365]

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



3. Tentación, Caída y Promesa de Redención.
E n esta sección, el autor sagrado aborda el gran problema del origen del mal físico y del mal moral. Es un hecho que el hombre sufre con dolores físicos, inquietudes psíquicas y con terribles problemas morales. Es un hecho que gran parte de la humanidad es pecadora, injusta, y sigue los caminos del vicio. ¿De dónde esta desviación de la primitiva felicidad? Como teólogo, el hagiógrafo aborda el problema en su aspecto teológico, y quiere dar a entender a sus lectores que tanto el mal físico como el mal moral no entraban en los planes primitivos de Dios. Al salir de sus manos, los primeros padres se hallaban en una situación diferente de la actual; pero hubo una intervención del espíritu maligno, y el hombre pecó, y de ahí las terribles consecuencias del pecado en todos los órdenes.
El estilo de la narración es semejante al de la anterior, se caracteriza por su tendencia a los antropomorfismos, a lo pintoresco, a lo descriptivo e imaginativo. Por ello es preciso distinguir bien lo que es ropaje literario y lo formal teológico.

Tentación y Caída (1-7).
1 Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yahvé Elohim, dijo a la mujer: ¿Conque os ha mandado Elohim que no comáis de los árboles todos del paraíso? 2 Y respondió la mujer a la serpiente: Del fruto de los árboles del paraíso comemos, 3 pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir. 4 Y dijo la serpiente a la mujer: No, no moriréis; 5 es que sabe Elohim que el día en que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Elohim, conocedores del bien y del mal. 6 Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno al gusto y hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también con ella comió. 7 Abriéronse los ojos de ambos, y, viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores.

Va a comenzar el gran drama cuyo resultado fatídico dará explicación del dolor físico y del mal moral, y el autor sagrado prepara la escena presentando al principal protagonista de ella instigador de la desobediencia y rebelión contra el Creador, cuantas bestias del campo hiciera(v.1) sobre el carácter astuto y traidor de la serpiente obedece al papel que va a desempeñar en el relato. Este animal escurridizo, que muerde a traición al caminante es considerado en el folklore popular como animal especialmente maligno traidor1. Jesucristo se hace eco de esta creencia popular al recomendar, de un lado, la astucia de la serpiente, y del otro, la candidez de la paloma2. Este carácter astuto e intrigante aparece en la insinuación maligna que a continuación hace a Eva, el ser débil y tornadizo: ¿Conque os ha mandado Elohim que no comáis de los árboles todos del paraíso? (v.1b). El interrogante va derecho al sentimiento de orgullo humano. El hecho de que no pudiera probar todos los árboles del paraíso es una limitación y una dependencia, en contra de la dignidad humana. El hagiógrafo no dice expresamente que la serpiente encarne al espíritu maligno, pero se deduce del contexto, ya que aparece la serpiente como ser inteligente envidiosa, conocedora del precepto e instigadora a la rebeldía contra Dios En Sab_2:24 se alude a este hecho y se la identifica expresamente con el demonio: por la envidia del diablo, la muerte entró en el mundo. Jesucristo dice a los judíos que son imitadores del padre de la mentira: Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este fue homicida desde el principio.3 Sin duda que Jesús alude aquí al engaño de la serpiente del Génesis, que fue causa de la muerte de la humanidad. San Juan se hace eco de la misma idea: El que comete pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio4; y en el Apocalipsis, la serpiente antigua es identificada con el diablo25. Y la tradición cristiana es unánime en identificar la serpiente del relato genesiaco y el principio del mal. En efecto, aquí éste se muestra sumamente insinuante y maligno, ya que, para hacer reaccionar favorablemente a Eva y llevarla hacia un sentimiento de rebelión y orgullo, dice, exagerando, que Dios ha sido demasiado exigente al no permitir que coman de todos los árboles del paraíso. De nuevo tenemos que insistir en lo bien que conoce el autor sagrado la débil psicología humana. Precisamente por su punto débil abre brecha la tentación simbolizada en la serpiente. No debemos perder de vista que nos hallamos ante una escenificación dramática en la que los personajes reflejan ideas teológicas que dialogan, en el trasfondo del relato6. Es de notar que la serpiente: no pronuncia el nombre de Yahvé. El hagiógrafo en su relato no podría permitir que el sagrado tetragrammaton fuera profanado por el espíritu del mal.
La respuesta de la mujer es una corrección a la exageración de la serpiente, ya que sólo de un árbol les está prohibido comer. No le designa con el nombre de árbol de la ciencia del bien y del mal, sino simplemente con su localización geográfica: el que está en medio del paraíso. El precepto Deu_2:16-17 se refería sólo a no comer del fruto del árbol, pero aquí Eva exagera también al decir que no deben tocar el árbol. Es de notar cómo Eva oye con toda naturalidad hablar a la serpiente, sin extrañarse de ello, como si estuviera acostumbrada a tener diálogos con ella. Esto es un indicio del carácter artificial del relato, en el que lo que importa tener en cuenta es el fondo doctrinal expresado en el diálogo.
Ante el temor de Eva de que el fruto del árbol prohibido traiga como consecuencia la muerte, la serpiente dice categóricamente, sembrando la duda en ella: no moriréis (v.4). Y ladinamente razona su afirmación: en esta prohibición no hay sino un temor de Elohim de que lleguen a ser de su misma categoría divina, pues el fruto prohibido tendrá una virtualidad inesperada: les abrirá los ojos y llegarán a ser conocedores del bien y del mal (v.5). Hasta ahora existe una línea divisoria tiránica, que los pone en plan de inferioridad respecto de Elohim, ya que no pueden decidir por sí mismos lo que es bueno y lo que es malo. El razonamiento de la serpiente es de lo más insidioso y maligno, ya que abre brecha en lo más débil del espíritu humano, en su conciencia de dignidad personal: seréis como Elohim. La meta es alta, pero digna de escalarse. La observación de la serpiente es sumamente psicológica. El fruto prohibido no traerá la muerte, sino la ciencia superior, que los situará en plan de igualdad con la misma divinidad. Por eso, el árbol misterioso se llama de la ciencia del bien y del mal. La sugestión ha sido realmente diabólica y consiguió su efecto, pues la mujer al punto se sintió atraída hacia el fruto de aquel árbol misterioso, al que ahora considera como clave de su felicidad: vio que el árbol era bueno para ser comido, hermoso a la vista y deseable para alcanzar la sabiduría (v.7). De un trazo, el hagiógrafo hace intervenir la gula, la vanidad y el orgullo intelectual. Otro rasgo magistral de observación psicológica que retrata las profundidades del ser humano.
Eva tomó del fruto prohibido, comió de él, y su marido. Quizá en esto haya un fondo de ironía: el hombre obedeciendo dócilmente a las insinuaciones de la mujer, cuando era Adán quien debía, como jefe, reaccionar enérgicamente ante la perspectiva de una desobediencia a Dios. También esto pertenece a las debilidades del corazón humano. La mujer ha dirigido el hilo oculto de la historia al ser dueña del corazón del varón con sus encantos. El autor del Eclesiástico, siguiendo su propensión misogínica, echa toda la culpa del pecado a Eva: Por una mujer ha comenzado el pecado. A causa de ella morimos todos.7 San Pablo, para justificar la subordinación de la mujer al marido, dice a Timoteo: Adán no ha sido engañado, sino que la mujer, habiendo sido engañada, ha sido la transgresora.8
Queda claro que, conforme al relato del Génesis, el espíritu maligno primero abrió brecha en el ser más impresionable y débil, y después éste logró atraerse a Adán.
La consecuencia de la transgresión fue fulminante, pues al punto los dos primeros padres sintieron el aguijón de la carne, el desequilibrio pasional, la lucha de la carne contra el espíritu, el desorden libidinoso, y por ello se avergonzaron de estar desnudos (v.7). En el v. 25 del capítulo anterior se dice que ambos, a pesar de estar desnudos, no se avergonzaban. Es un modo plástico de decir que sentían un perfecto equilibrio entre su razón y sus pasiones, sin que tuvieran noción de un desorden sexual que les pudiera turbar y avergonzar. De este desequilibrio sexual que siguió al pecado se ha querido deducir que el pecado de los primeros padres fue de índole sexual, de tal forma que antes de la primera caída no habrían hecho uso de la cópula conyugal. Esta interpretación está en contra del contexto, ya que la mujer fue creada como complemento del varón, para formar una sola carne.9

Naturaleza del Pecado del Paraíso.
Creemos, ateniéndonos al espíritu del contexto, que el pecado original fue fundamentalmente de orgullo, de desobediencia e insubordinación a Dios. Se trata, pues, de un pecado de índole espiritual y racional. Hay algo más que gula en el pecado; es la pretensión de querer alcanzar una ciencia superior que creen privativa de la divinidad. El árbol de la ciencia del bien y del mal representa en el simbolismo escogido por el autor sagrado la frontera de lo bueno y de lo malo. La misma denominación del árbol misterioso expresa el sentido que tiene frente al propio Adán. El hagiógrafo le aplica esta denominación por anticipación literaria, en función del papel que va a desempeñar en el conocimiento práctico que van a tener los primeros padres en la distinción entre el bien y el mal. Debemos atender más a lo significado por cada elemento de la narración. El autor sagrado es, como ya reiteradamente hemos indicado, un catequista que busca plasmar gráficamente ideas abstractas. De ahí que busque siempre la explicación concreta y colorista para atraer la atención de las mentes sencillas de sus lectores. Y realmente logra centrar perfectamente el relato en torno a algo que inquieta particularmente al ser racional: el conocer la distinción entre el bien y el mal, el encontrar el medio de estar sobre toda ley discriminadora entre lo bueno y lo malo. Esto parecía privativo de la divinidad, y así se lo anuncia el espíritu del mal: seréis como dioses. La insinuación de la serpiente llega profundamente al corazón del hombre, pues éste, sujeto a la tiránica divisoria entre el bien y el mal, no parecía feliz y completo. De ahí surge la aspiración a ser algo más, a escalar la montaña donde se halla asentada la divinidad. El hagiógrafo tenía conocimiento muy profundo de la psicología humana, y por eso presenta al hombre tentado en su apetito innato de conocer y de dominar, de ser totalmente libre, sin vinculación a nada superior que le limite. En el drama de la caída, los protagonistas son perfectamente lógicos en sus respectivos papeles: de un lado, el hombre con su sed insaciable de conocer indefinidamente y de escrutar el misterio de la zona superior donde se halla la misma divinidad. Del otro, el principio del mal, un poder hostil, envidioso de la situación privilegiada del primer hombre, encarnado en un animal que era el símbolo de la traición, el más astuto animal de cuantos Dios había creado. En el folklore oriental la serpiente suele encarnar los espíritus malignos que molestan a los hombres. Aquí la serpiente simboliza la instigación, la envidia y la traición, pues insinúa una desobediencia formal y una rebelión contra el precepto divino. Como consecuencia de haber tomado del fruto prohibido, los primeros padres adquieren una ciencia desconcertante, que les enseña que están desnudos y que deben avergonzarse de ellos. Ninguna frase más plástica y expresiva podía encontrar el autor sagrado para reflejar el cambio de situación: una inquietud profunda, juntamente con un remordimiento intenso, es la consecuencia de la desobediencia. El fruto del pecado es amargo: desaparece la familiaridad con Dios, y al punto viene la sentencia condenatoria contra los tres protagonistas del drama (la serpiente, la mujer y el hombre), conforme a la naturaleza de cada uno de ellos. Para la primera no hay esperanza de rehabilitación. Ni siquiera Dios le permite la disculpa. Es el principio esencial del mal, principal causante de la tragedia. No tiene por ello derecho a excusarse, y así Dios le condena sin más. A la mujer y al hombre se le anuncian trabajos en consonancia con su naturaleza de madre y de jefe de familia. La consecuencia del pecado es la muerte y el sufrimiento físico. Pero, además, el pecado primero ha creado una lucha íntima en el hombre al perder el equilibrio de sus pasiones y la razón. Es la tesis que el hagiógrafo ha querido demostrar: el mal físico y el mal moral entraron en el mundo por la instigación del demonio. Como consecuencia del desequilibrio pasional surgió el egoísmo, el odio y, muy pronto, el derramamiento de sangre.
Si queremos entrar dentro de la psicología de la tentación, empecemos, por notar que los primeros padres, en virtud de la justicia original, gozaban de perfecto orden y paz en su interior, estando muy lejos de ellos la lucha que tan vivamente nos pinta San Pablo en su epístola a los Romanos10. Según esto, la voluntad y la razón vivían sometidas dócilmente a Dios, y las pasiones a la razón y a la voluntad, de donde resultaba la paz interior. El primer pecado, pues, no pudo ser un pecado pasional, de gula o sensualidad, sino que tuvo que ser primeramente un pecado del espíritu, que se insubordina contra Dios, dando luego lugar a la insubordinación de las pasiones. El texto sagrado responde bien a esta explicación: cuando la serpiente propone a Eva el resultado de comer el fruto prohibido (seréis como dioses, conocedores del bien y del mal), ella se siente halagada en esta promesa, y no considera que eso va contra su dependencia de Dios, traspasando el mandamiento de su Hacedor. El principio del pecado no está en el apetito desordenado de la fruta prohibida, sino en el deseo de esa semejanza divina mediante la posesión de la ciencia del bien y del mal.
Una hipótesis considera que la preocupación del hagiógrafo al detallar la caída del primer hombre es la de hacer frente a los cultos mágicos, que se consideran como un remedo demoníaco de la verdadera religión. El mago que trabaja con fuerzas extrañas y misteriosas pretende substraer conocimientos que son privativos de la divinidad. Así, pues, la invitación de la serpiente a tomar del fruto del árbol prohibido para conseguir la ciencia del bien y del mal aludiría a una invitación a la ciencia mágica, una sugestión para que la mujer se apropiara la clave de los conocimientos mágicos11. Nos encontraríamos, pues, con una condenación irónica de la ciencia mágica, contra la que los autores sagrados previenen a los fieles israelitas. La experiencia de la decepción sufrida por los primeros padres debía ser una lección para los que pretenden jugar con conocimientos secretos que sólo Dios posee. Esta hipótesis es interesante y nos parece fuera de propósito pero creemos que, en buena exégesis, debemos seguir la tesis exigida por el contexto: se trata de una prueba impuesta por Dios a los primeros padres, y la transgresión de éstos una desobediencia y una rebelión implícita contra Dios, un pecado del espíritu12.

El Relato Bíblico y las Mitologías Paganas.
La escuela comparatista ha querido encontrar paralelos de estos relatos bíblicos en las literaturas del Antiguo Oriente. Así se ha comparado el árbol de la vida con la planta de la juventud del poema de Guilgamés. Y de la misma epopeya se ha querido sacar un paralelo con la narración bíblica sobre la caída del primer hombre. Según dicho poema épico, Eabani (o Enkidu, según la lectura actual), amigo de Guilgamés, primero vivió con las fieras y después fue tentado por una prostituta, siendo captado así por la vida sensual de la ciudad. En el relato bíblico se aludiría también a la iniciación sexual de los primeros padres. El parecido, en realidad, se limita a que tanto Adán como Enkidu vivieron, antes de conocer a una mujer, solos con los animales. Nada en realidad más específico da pie para posibles interferencias literarias. Otro caso de nulo paralelismo es la historia del mito de Adapa. Este, hijo de Ea, rehúsa tomar el manjar de la vida, con lo que no consiguió la inmortalidad13. El paralelismo es antitético: Adapa no consigue la inmortalidad por no tomar el manjar de la vida, y Adán pierde la inmortalidad por querer tomar del árbol de la vida.
Ya hemos hecho mención de los dos árboles de la literatura sumeria: el árbol de la verdad y el árbol de la vida, que están a la puerta del cielo. En tiempos de Gudea se da culto a un dios-serpiente llamado Nin-gis-zi-da señor del árbol de la verdad.14 Finalmente, hemos de recordar el famoso cilindro sumerio del tercer milenio antes de Cristo, conservado en el British Museum, en el que aparecen dos personajes sentados con dos cuernos (símbolo de la divinidad), uno a cada lado de una palmera, con las manos extendidas, como deseando coger el fruto. Detrás del personaje de la izquierda aparece erguida una serpiente. En 1911 se encontró, procedente de Ur, un cilindro semejante. Naturalmente, al punto se buscaron las posibles analogías con el relato bíblico, y las opiniones sobre su sentido no coinciden, pues mientras para unos es un eco de la historia bíblica, para otros la serpiente es simplemente el símbolo del genio del árbol15. Con todo, creemos que el autor sagrado muy bien pudo haber utilizado tradiciones populares que flotaban en el ambiente y utilizarlas como forma externa de expresión para inculcar la verdad dogmática del pecado original, de la pérdida por los primeros padres de un primitivo estado de inocencia y felicidad.

La Intervención de Dios (8-13).
8 Oyeron a Yahvé Elohim, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yahvé Elohim, Adán y su mujer, en medio de la arboleda del jardín. 9 Pero llamó Yahvé Elohim a Adán, diciendo: Adán, ¿dónde estás? 10 Y éste contestó: Te he oído en el jardín, y, temeroso, porque estaba desnudo, me escondí, 11¿Y quién, le dijo, te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí comer? 12 Y dijo Adán: La mujer que me diste por compañera me dio de él y comí. 13 Dijo, pues, Yahvé Elohim a la mujer: ¿Por qué has hecho eso? Y contestó la mujer: La serpiente me engañó y comí.

Al pecado sigue inmediatamente el juicio divino, que viene a poner más de manifiesto el engaño de la serpiente. Es otro pasaje que resalta también el realismo poético del autor sagrado. Los culpables oyen el ruido que hace Yahvé Elohim, que se pasea por el jardín, y al instante, sintiendo el cambio que en ellos se había verificado, se esconden en la espesura. El Señor se ve obligado a llamar a Adán, que se disculpa avergonzado desde un escondrijo, pretendiendo justificar su conducta. Los antropomorfismos se suceden: Yahvé Elohim, ante esta inesperada conducta de Adán, se atreve a formular una sospecha: ¿será que habrá comido de la fruta prohibida? Los culpables confiesan lo sucedido, si bien echándose la culpa mutuamente: Adán a Eva, y ésta a la serpiente, a la que no se permite formular disculpa. El interrogatorio es sumamente psicológico y refleja bien el modo de ser de cada uno de los culpables: Adán se justifica con la compañera que Dios le dio, como echando al Creador la culpa de que le hubiera otorgado una tan frágil y tentadora compañera. Naturalmente, de todo este encantador interrogatorio no nos hemos de quedar sino con la sustancia del hecho: el hombre pecó, y Dios le pidió cuenta de su transgresión. Lo demás son antropomorfismos y situaciones ideales: Dios, evidentemente, no tiene necesidad de buscar, llamar, porque sabe todo; pero nuestra narración es una narración popular, en la que el autor, para hacerse comprender de sus contemporáneos, presenta a Dios actuando como los hombres16. Para expresar el desequilibrio pasional que siguió al primer pecado, nada más realista que presentar a los primeros padres avergonzados de comparecer desnudos ante su Señor, con el que antes conversaban familiarmente sin avergonzarse de estar desnudos. Al sentimiento del pudor se une aquí el del remordimiento.17 Adán trata de atenuar su falta, pues se ha limitado a aceptar el ofrecimiento de una fruta que le ofreció la compañera que Dios mismo le había dado.18 La disculpa de la mujer es más atendible, ya que actuó bajo la instigación del principio del mal. Sin duda que hay en ello atenuación de culpabilidad, que el Juez habrá de tener en cuenta, pero no tal que del todo los eximiese de pecado. La serpiente es inexcusable, y, por tanto, Dios no la interroga directamente. Es el ser maligno y maldito, que no tiene atenuación en su malicia, porque ha obrado por hacer frente a Dios.

La Sentencia Divina y la Promesa de Redención (14-19).
14 Dijo luego Yahvé Elohim a la serpiente: Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los animales y entre todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida. 15 Pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; éste te aplastará la cabeza, y tú le acecharás a él el calcañal. 16 A la mujer le dijo: Multiplicaré los trabajos de tus preñeces; parirás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido, que te dominará. 17 A Adán le dijo: Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del árbol de que te prohibí comer, diciéndote: No comas de él, por ti será maldita la tierra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; 18 te dará espinas y abrojos y comerás de las hierbas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás.

Oídos los culpables con los descargos que presentan, el Juez pronuncia su sentencia en el mismo orden en que se había cometido la culpa, es decir, empezando por el más culpable, la serpiente, y siguiendo por Eva y Adán, según el orden de la transgresión en el relato anterior. En la sentencia hay que distinguir la forma exterior literaria y el fondo teológico de la narración. La forma se adapta perfectamente a los protagonistas del drama: la serpiente, astuta y traicionera, que parece acechar siempre el calcañal del hombre para morderlo, y que por naturaleza tiene que arrastrarse viviendo entre el polvo, como si éste fuera su alimento; la mujer, destinada esencialmente a ser madre, con todo lo que esto implica en la gestación y alumbramiento de los hijos; y el varón, como jefe de familia, tiene que trabajar por hallar medios de subsistencia. El castigo y maldición lanzados por Dios según la dramatización teológica del hagiógrafo están concebidos en su forma externa, según estas exigencias de los tres protagonistas. Naturalmente que el autor sagrado, al hablar de la serpiente, supone que es un ser inteligente y maligno encarnación del espíritu del mal, aunque no lo diga expresamente; pero el hecho de que el protagonista del demonio sea precisamente la serpiente debe obedecer, como hemos dicho antes, a tradiciones populares ambientales que recoge y adapta el autor sagrado de forma que sea más asequible su mensaje doctrinal y dogmático.
Entre los animales, la serpiente es quizá el que más repugnancia y aversión instintiva provoca en el hombre. Parece realmente un animal maldito. Sin duda que la serpiente reptil por naturaleza caminaba sobre su vientre antes de la tentación de Eva; pero el hagiógrafo ve en ello una humillación, indicio de abatimiento y derrota, como es indicio de realeza el caminar con la cabeza erguida. Sabemos que la serpiente no se alimenta del polvo, pero en la antigüedad así se creía, porque siempre aparece revolcándose en el polvo19. Pero en esto ve también el autor sagrado un signo de humillación: lamer el polvo equivale a ser vencido20. Quizá en esta aversión a la serpiente en el autor sagrado haya la intención de atacar al culto de la serpiente como divinidad de la fertilidad y de la fecundidad21. Según un texto de 2Re_18:4, el rey Ezequías destruyó la serpiente de bronce que había levantado Moisés en el desierto22, y que se había convertido en objeto de culto idolátrico, pues se le quemaban perfumes en su honor.
La participación en la obra del primer pecado parece que debiera haber establecido vínculos de amistad entre la mujer y la serpiente; pero ha sido todo lo contrario. La amistad burlada se convierte en odio profundo. Señal de este odio es la actitud nuestra siempre que una serpiente nos sale al paso, pues no quedamos satisfechos hasta haberla aplastado la cabeza23. Y esta enemistad no es sólo entre la mujer y la serpiente, sino que será perpetua, y se extenderá a la descendencia de una y otra, hasta que la descendencia de la mujer logre aplastar definitivamente la cabeza, teniendo que contentarse la serpiente con acecharla alevosamente al calcañal. Es la famosa promesa primera de redención hecha a la humanidad, llamada por ello Protoevangelio: Pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; éste te aplastará la cabeza, y tú le acecharás a él el calcañal24. El demonio habría creído que con la primera seducción iba a tener rendida a sus pies a la primera mujer y a su descendencia, estableciendo una amistad perpetua. Por designios providenciales divinos, el resultado será totalmente contrario, ya que desde este momento se establece una guerra entre la serpiente y Eva, entre la descendencia de aquélla y la de ésta, lucha que culminará con la victoria total de la descendencia de la mujer, de la propia humanidad, que ahora ha sido vencida en Eva. Esta será la maldición y castigo de la serpiente, que ahora aparece como vencedora. Su victoria es en realidad el principio de una derrota mayor y definitiva.
Después el Juez impone la pena a la mujer. Por su desobediencia, ésta se verá obligada a soportar las molestias dolorosas de su embarazo y alumbramiento. El castigo está en consonancia con su calidad esencial de madre de los vivientes. Los dolores de parto son proverbiales en la literatura bíblica para designar los mayores dolores concebibles25. A pesar de estos dolores, la mujer buscará afanosamente a su marido (buscarás con ardor a tu marido)26 en orden a la transmisión de la vida. Si hubiera permanecido en su estado de inocencia, sus alumbramientos serían sin desgarro y dolor, porque gozaba del don de impasibilidad, es decir, estaba en una situación excepcional fuera del orden normal de la naturaleza, ya que es normal que, en todo esfuerzo y convulsión, el cuerpo humano sufra. Los dones preternaturales de que gozaban los primeros padres no son debidos a la naturaleza, sino que representan una situación milagrosa excepcional, que se perdió con el pecado original. Una vez que el hombre y la mujer perdieron el don de impasibilidad, es normal que el dolor les acompañara en la vida, pues el organismo humano por su constitución nerviosa tiene que acusar las extorsiones y violencias que se le hagan, y entre ellas las convulsiones del parto27. La sentencia divina, pues, se limita a constatar el hecho de que el hombre y la mujer han perdido su situación privilegiada y quedan en su estado normal pasible, sujetos a las enfermedades y dolores inherentes al organismo humano, en el que prevalece el sistema nervioso con sus dolorosas reacciones.
La sentencia sobre el hombre está concebida también teniendo en cuenta la naturaleza y misión del varón, es decir, como jefe de familia, que tiene que buscar el sustento de su esposa y de los hijos.
Este trabajo, que en estado de inocencia no habría sido doloroso, después del pecado será un continuo bregar para ganar el pan de cada día con el sudor de su frente. La expresión es sumamente plástica. En vez del jardín de delicias, tendrá que luchar con una tierra seca y adusta, llena de espinas y abrojos; es la dura lucha del hombre de la estepa, que tiene que luchar contra los elementos y las condiciones climatológicas más hostiles. El hagiógrafo habla a gentes que viven en una geografía ingrata y difícil. Naturalmente, antes del pecado, la tierra producía espinas y abrojos, pues la naturaleza vegetal no cambió con el pecado del hombre, como tampoco cambiaron los instintos de fiereza de los animales carnívoros. Pero nos hallamos ante una concepción religiosa y moral de las cosas. Al desorden producido por el pecado en la humanidad, el autor asocia la naturaleza, que está como sometida al castigo. Después del pecado, el orden de la creación es turbado. Los hebreos han gustado de unir la naturaleza al hombre.28 En el capítulo primero del Génesis hemos visto cómo, en un cuadro ideal de paz, se prescribía al hombre y a los animales un régimen vegetariano de vida. Ahora también se presenta a la naturaleza como cambiada en su floración vegetal para estar en consonancia con el estado de desorden creado por el pecado del hombre. Los profetas, al hablar de los tiempos mesiánicos, asociarán la transformación física de la naturaleza a la felicidad de los nuevos ciudadanos de Sión29. Nos hallamos, pues, ante descripciones y cuadros artificiales poéticos que expresan ideas religiosas y morales, y cuya literalidad no ha de urgirse en buena exégesis. Aquí lo que el hagiógrafo quiere destacar es que el hombre ha perdido sus dones preternaturales, y el trabajo, lejos de ser una distracción gustosa del tiempo, será una labor penosa en lucha con la naturaleza pobre.
Como colofón de sus trabajos será la muerte, pues volverá al polvo del que ha sido tomado (v.19). La expresión alude a la formación del hombre tal como fue descrita en 2:7. En hebreo se hace juego con el nombre Adam y adamah (tierra arcillosa rojiza), de la que fue hecho. Es el cumplimiento de la amenaza Deu_2:17 al prohibir comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. La culminación de la gran tragedia y la demostración de que la muerte, el dolor físico y el mal moral tienen su origen en un pecado de desobediencia e insubordinación contra Dios, que era la tesis doctrinal que el hagiógrafo quería inculcar a sus lectores30.

Interpretaciones del
Protoevangelio.
En el v. 15 encontramos dos cuestiones a dilucidar: a) ¿quién es la mujer?; b) ¿quién es el linaje o semen? Vamos a estudiar ambos problemas por separado, aunque se hallen íntimamente ligados en la solución.

a) ¿Quién es la mujer?
Las opiniones de los autores católicos no concuerdan en determinar el sentido concreto de la mujer, aunque el contexto parece claro; pero el problema se ha oscurecido por el interés de los mariologistas en ver en el texto a la Santísima Virgen en sentido literal. Pero, a nuestro modo de entender, estas consideraciones están fuera de propósito, ya que, si la enemistad se establece entre la serpiente y la mujer, y no Adán, es porque Eva es la que ha intervenido directamente con el demonio en la caída, y es la primera víctima, y en la escenificación dramática establecida por el hagiógrafo Eva tiene un papel preponderante. Por tanto, la enemistad que surge ahora es entre la serpiente vencedora y la mujer (Eva) vencida. Y ahí está la gran providencia de Dios, que quiere que la mujer ahora vencida sea vencedora de la serpiente en su descendencia. La gran humillación de la serpiente está en ser vencida por Eva, que ahora aparece sometida al demonio. La enemistad futura de la mujer y su descendencia contra la serpiente y su descendencia no es en razón del pecado actual de aquélla, sino por una especial intervención del juicio divino que sigue al pecado: el castigo de la serpiente consistirá en que la mujer ahora seducida, y como esclava del demonio, se convierta, por especial decreto divino, en su mayor enemiga, con lo que quedan frustrados los planes del principio del mal. Por tanto, el contexto parece exigir que la lucha se establezca, en sentido literal, entre la serpiente y su descendencia, de un lado, y Eva y su linaje, del otro, terminando éste por vencer.
De los textos de los documentos eclesiásticos se puede decir que en ellos no se pretende determinar ex profeso el sentido exegético de la mujer, sino que se trata de la promesa en general: la victoria sobre la serpiente. Por otra parte, nada en el contexto de dichos relatos insinúa que el sentido literal de Gen_3:15 se refiera en sentido directo a María. Por varias razones la palabra mujer se ha de aplicar en sentido literal a Eva, y a María en sentido típico o pleno31. El sentido mariológico típico se funda en la aplicación que los Santos Padres han hecho del texto a María: Eva es tipo de María, en cuanto que aquélla es madre del género humano, y María madre espiritual de los redimidos. Y antitéticamente: la imprudencia y desobediencia de Eva es reparada por la obediencia y fidelidad de María.
Hemos de notar que muchos Santos Padres, como San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San Juan Crisóstomo, Agustín de Hipona, no aplican ese texto a María. Y cuando los Padres dan sentido mariológico al texto, no es fundándose en la idea de lucha y enemistad que aparece en el texto del Génesis, sino destacando la santidad y pureza de María y, sobre todo, creando un paralelismo antitético entre Eva y María, fundados en el paralelismo antitético entre Adán y Cristo propuesto por San Pablo 32. Nosotros creemos que el sentido mariológico de la promesa no está tanto en a palabra mujer cuanto en la otra, linaje, como vamos a ver inmediatamente.

b) ¿Quién es el linaje?
En el contexto se contrapone la descendencia o linaje de la serpiente y la de Eva (la mujer). Ahora bien, todos los autores convienen en que el linaje de la serpiente se ha de tomar en sentido colectivo, como el conjunto de fuerzas o espíritus del mal que luchan con la serpiente contra Dios. Supuesto esto, por paralelismo y exigencias del contexto tenemos que entender también el linaje de la mujer en sentido colectivo, es decir, la descendencia de la mujer como tal, que acabará por vencer al instigador del mal, que ahora acaba de vencer a la humanidad en su madre (Eva).
No obstante, son muchos los autores que entienden el linaje en un sentido individual, es decir, una alusión directa al Mesías, que será, en realidad, el Vencedor sobre la serpiente. Tal parece ser la opinión de los traductores griegos al poner áõôüò en masculino, a pesar de que el sustantivo anterior (óðÝñìá) era neutro. Lo que quiere decir que daban al linaje un sentido personal o individual 33. Entre los Santos Padres sostienen esta opinión San Ireneo, Cipriano, Epifanio y León Magno. Los teólogos pretenden apuntalar esta opinión aduciendo que la fe en un Mediador es necesaria para la salvación. Y desde Adán hasta la profecía de Jacob no encontramos ninguna promesa de un Redentor personal. Por otra parte, sólo Cristo personalmente venció al demonio con su muerte. Pero a estos argumentos hemos de decir que basta para la salvación una fe implícita en la liberación del pecado, teniendo fe en la Providencia divina 34.
Por nuestra parte, creemos que la palabra linaje ha de entenderse en sentido colectivo, es decir, designando a la posteridad de Eva en general, si bien en esa posteridad ocupa el primer lugar el Mesías, que en realidad es el verdadero vencedor. El contexto exige que se tome linaje de la mujer en sentido colectivo, como se toma la misma palabra linaje de la serpiente. La victoria será reportada por el linaje de Eva como colectividad. Pero, dentro de esta colectividad, el máximo representante (summum analogatum) es el Mesías-Redentor, caudillo de todos los justos que vencen al demonio con su virtud en esta lucha entre el bien y el mal, que arranca desde los albores de la historia humana. En ese ejército vencedor, el caudillo es el Mesías, y con él y por él, todos los justos que se salvan. Entre éstos hay grados de victoria, desde el santo que no ha cometido nunca un pecado mortal y el pecador que se arrepiente en la hora de la muerte, venciendo así al demonio. Y, naturalmente, en este ejército del bien ocupa un lugar preferente, y aun fuera de serie, María, por ser Madre del Mesías y por no haber estado contaminada con el pecado ni un solo instante de su vida, ni siquiera con la mácula original. Por eso es la llena de gracia, que vence plenamente al principio del mal, si bien subordinada a Cristo y a distancia infinita de El, ya que, en realidad, el único vencedor es Cristo, siendo María la primera que participa de la victoria y la que más plenamente participa de ella, pues en virtud de los méritos redentivos de Cristo fue preservada de la mácula original. En este sentido podemos hablar de un sentido mariológico del Protoevangelio. El Mesías, como máximo representante del linaje vencedor de Eva, aparece en la profecía en sentido literal pleno. él será el que, en definitiva, arrojará a Satán y liberará a la humanidad del príncipe de este mundo, según expresión propia de Cristo 35. Con su muerte venció al principio del mal, y en su victoria sobre el demonio y la muerte se cumplió literalmente la primera promesa de rehabilitación de la humanidad, que es el Protoevangelio. Los siguientes vaticinios mesiánicos del A.T. no serán sino una concreción y puntualización de esta profecía general, esperanzadora para la humanidad caída 36.
.....
22 Díjose Yahvé Dios: He ahí a Adán hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; que no vaya ahora a tender su mano al árbol de la vida y, comiendo de él, viva para siempre. 23 Y le arrojó Yahvé Elohim del jardín de Edén a labrar la tierra de que había sido tomado. 24 Expulsó a Adán y puso delante del jardín de Edén un querubín que blandía flameante espada para guardar el camino del árbol de la vida.

Al despertar Adán de su sueño y encontrarse con su inesperada compañera, le impuso el nombre provisional de varona ('issah), porque había sido tomada de su cuerpo de varón (ïs). Pero ahora, en razón de la función de la maternidad, le cambia el nombre en Eva, en hebreo Jawwah (vida), porque iba a ser la fuente de la vida: madre de los vivientes.37 La etimología es popular, como la de Adam. Los lexicólogos en general relacionan el nombre Jawwah con el Awa o ama del sumerio, que significa madre 38. Esta etimología estaría en perfecta consonancia con el título de madre de los vivientes aplicado a Eva. En la imposición del nombre a Eva por Adán hay también una señal de dominio sobre ella. En el v.10 se dice que la mujer, a pesar de los dolores del parto, aspirará a unirse al marido para que la convierta en madre 39, y estará sujeta a él como superior. El marido será siempre el jefe de familia 40. Es el reflejo de la mentalidad hebrea sobre la sujeción de la mujer al hombre. Con todo, la misma naturaleza ha impuesto el dominio del hombre, y siempre que la mujer ha querido verse libre de este dominio del marido, es para caer en una servidumbre más lamentable, a que la condenan su debilidad física y su temperamento afectivo.
El v.21 refleja bien el carácter antropomórfico y artificial de este relato, ya que se presenta a Dios haciendo los primeros trajes de Adán y Eva. En esta observación se quiere destacar la providencia particular del Creador sobre los dos primeros padres pecadores, y al mismo tiempo se pone de relieve el sentido de pudor que ha de presidir la vida humana. Otras industrias son atribuidas al ingenio de los hombres, pero esta de cubrir la desnudez es tan importante para la moralidad y dignidad del hombre, que se atribuye al mismo Dios la invención del vestido. Naturalmente, en todas estas observaciones hay que ver el eco de tradiciones populares que explicaban así el origen del sentimiento del pudor.
(falta parte de la pagina 100)? l hombre h a querido un conocimiento experimental de la diferencia entre el bien y el mal.42 Y el sentido irónico continúa en la frase siguiente: no vaya ahora a tender su mano al árbol de la vida y, comiendo de él, viva para siempre. Como antes ha pretendido adquirir la ciencia del bien y del mal comiendo del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, ahora puede querer tomar el fruto del árbol de la vida y así hacerse inmortal como Dios. El sentido es irónico: antes el hombre, con su atrevimiento, no consiguió sino descubrir prácticamente una ciencia humillante; ahora su atrevimiento le puede hacer acercarse al árbol de la vida, que confiere la inmortalidad, y el resultado no ha de ser diferente del anterior. No debemos perder de vista que, en la escenificación del drama de la caída de los primeros padres, los dos árboles son un símbolo de los dones preternaturales de que Adán estaba adornado en el estado de inocencia: de su sabiduría y de su inmortalidad. El hagiógrafo quiere ahora constatar el hecho de que los ha perdido, expresando esta terrible realidad teológica de un modo realista y plástico, en consonancia con la mentalidad primitivista de sus lectores. Este realismo expresivo queda patente en la afirmación de que Yahvé expulsó a Adán del paraíso, poniendo un querubín con flameante espada para que impidiera que Adán entrara de nuevo en el paraíso. ¿Se puede expresar de un modo más gráfico el hecho dogmático de que el primer hombre perdió su situación privilegiada de justicia original? Como buen catequista, el hagiógrafo ha sabido revestir sus altas ideas teológicas abstractas de un ropaje literario y folklórico adaptado a gentes de mentalidad poco desarrollada. En el folklore oriental, el querube es el genio protector de un palacio o de un lugar. En el éxodo, los querubes son los que con sus alas protegen el propiciatorio 43. En los palacios asirios de Jorsabad aparecen los karibâti, o genios protectores con cabeza humana, alas de águila y cuerpo de toro y de león. El profeta Ezequiel pone a cuatro querubes de esta índole sosteniendo el trono de Dios 44. La flameante espada en manos del querube parece también tener sus antecedentes en el folklore oriental. En un texto de Teglatfalasar se habla de una espada de bronce en la que está escrita la prohibición de traspasar los límites por ella señalados. La espada al símbolo de la prohibición de entrar en la ciudad 45.
Suponiendo que el hagiógrafo haya tomado estos elementos del ambiente mesopotámico, sin embargo les da un matiz religioso totalmente monoteísta, ya que no considera a estos querubes como divinidades subsidiarias, según era aceptado entre los asiro-babilonicos, sino como ministros de Dios: Se sigue que el relato bíblico debe ser concretado en una perspectiva estrictamente asiro-babilonica, pues el paraíso es un jardín con una puerta al oriente, con colosos a uno y otro lado, y un rayo erigido sobre un soporte cualquiera entre estos dos colosos (los querubes)... El texto sagrado no deriva de un mito babilonio copiado servilmente..., sino que utiliza símbolos investidos de un nuevo sentido que le es propio.46

La Historicidad de los Relatos Sobre el Paraíso y la Caída.
Como en las secciones precedentes, hemos de distinguir en ésta el fondo doctrinal y la forma literaria. Respecto de lo primero, se señalan tres puntos a mantener: la transgresión de un precepto divino por instigación del diablo en forma de serpiente, la expulsión de los primeros padres de aquel estado primitivo de inocencia y la promesa del futuro Redentor. Cuanto al precepto, no se declara la materia de él. Pudo haber sido cualquiera la materia sobre la cual recayera la voluntad divina, que quiso someter a prueba a los primeros padres, al mismo tiempo que les imponía la necesidad de considerarse como dependientes del Hacedor. La culpa de esta transgresión queda atenuada por el hecho de no haber salido de ellos, sino haber sido solicitados a ello por el demonio. Quién sea el diablo y cuáles los motivos que le impulsaron a tentar a los primeros padres, lo conocemos por la revelación posterior, sobre todo del N.T. En el A.T., la figura de Satán aparece poco 47. Es sobre todo en la vida de Jesucristo donde se destaca la obra del diablo, empezando por la tentación del desierto y acabando en la influencia sobre Judas y los judíos para procurar la muerte del Salvador. En la obra posterior de los fieles y de la Iglesia también nos dan a conocer los apóstoles la acción de Satán. San Pedro nos dice que, como león rugiente, anda en torno de los fieles para devorarlos 48. San Juan, en el Apocalipsis, nos lo presenta promoviendo las persecuciones contra la Iglesia para terminar con su completa derrota al fin de los tiempos 49.
¿En qué forma se presentó Satán a los primeros padres para realizar sus planes? El diablo, como ser puramente espiritual, no puede ser percibido por el hombre, que sólo conoce lo que entra por los sentidos. Tentó a los primeros padres sub specie serpentis, pero sin determinar si esa forma de la serpiente fue sensible o puramente imaginaria. Pero esto es accidental para la historicidad del relato y su significación en la economía de la salud.
El segundo punto es la expulsión de los primeros padres, no precisamente del paraíso, en que habrían morado en aquel momento, sino del estado de justicia original que habían disfrutado. Esta palabra resuelve un problema que para la exégesis podría tener importancia, aunque no la tiene para la doctrina de la fe. Al emplear la palabra estado de inocencia o de justicia original, quiere significar que cuanto se dice antes, del jardín, de los árboles, puede ser imagen poética para expresar la realidad del estado de inocencia en que los primeros padres fueron creados y la felicidad de que gozaban. Esto es lo importante y lo que toca a la fe. Que el autor lo haya expresado según su propio estilo, en forma poética, como lo pudiera expresar de modo abstracto, es cosa que no afecta a lo dogmático. 50
El tercer punto es la promesa del Redentor, representado por la descendencia de la mujer, que aplastará la cabeza de la serpiente, es decir, del demonio, como nos lo cuenta San Juan en el Apocalipsis. La forma de las promesas se ajusta a las circunstancias de la misma, y, siendo la primera, es muy genérica. Con el tiempo irá apareciendo más concreta. En la bendición de Noé a sus hijos se concreta en Sem, en las hechas a los patriarcas, a su descendencia, en la cual serán bendecidas todas las naciones; Jacob la concreta en la tribu de Judá. Luego la veremos siempre concretada en la familia real de David, a la que pertenecía, según el Evangelio, San José, que había de hacer con Jesús los oficios de padre ante la sociedad, transmitiéndole civilmente la filiación davídica 51.
No debemos olvidar que en estos fragmentos encontramos una gran propensión a los antropomorfismos, que no se pueden tomar al pie de la letra: Dios modelando al hombre de la arcilla, presentando los animales ante Adán, plantando los árboles del paraíso, sacando, como un cirujano, la mujer de la costilla de Adán; paseándose por el paraíso, inquiriendo por suposiciones la causa de que Adán se oculte, confeccionando el primer traje a la primera pareja humana. Todo esto nos pone en guardia contra una interpretación demasiado literalista. Ya Agustín de Hipona se había percatado de la dificultad de interpretación de estos capítulos: No ignoro que a propósito del paraíso se han dicho muchas cosas, pero hay como tres opiniones principales: la de los que quieren entender el paraíso únicamente en sentido literal; la de los que no quieren entenderlo sino en sentido espiritual, y una tercera, la de los que lo entienden en otro sentido, en parte literal y en parte espiritualmente.52 Y él tiene preferencias por esta última de tipo mixto. Existen normas prácticas sobre la interpretación de los tres primeros capítulos, admitiendo la posibilidad de separarse del sentido obvio literalista. A la pregunta: Si todas y cada una de las palabras y de las frases que se encuentran en los Capítulos citados han de ser siempre y necesariamente tomadas en sentido propio, de forma que nunca sea permitido apartarse de él, aun cuando las mismas locuciones parezcan claramente usadas impropia, metafórica o antropomórficamente, y la razón impida sostener el sentido propio o la necesidad obligue a desecharlo, se responde negativamente. 53 Y enumera los hechos narrados en estos capítulos que afectan a los fundamentos dogmáticos: creación de todas las cosas por Dios, la unidad del género humano, la felicidad original de nuestros primeros padres en el estado de gracia, la integridad e inmortalidad, el mandato dado por Dios al hombre para probar su obediencia, la transgresión del precepto divino por instigación del demonio en forma de serpiente, la caída de los primeros padres de aquel primer estado de inocencia y también la promesa del futuro Redentor54. Vemos, pues, que en la enumeración no está la realidad histórica de los árboles de la vida y de la ciencia del bien y del mal, ni la formación de la mujer de la costilla, ni la realidad física de la serpiente.
El hagiógrafo es ante todo un teólogo-catequista que enseña las verdades fundamentales religiosas sobre el origen del hombre como criatura de Dios, sobre el origen del mal físico y moral, sobre la pérdida de un estado de inocencia por parte de la humanidad y sobre la promesa de redención. Estas verdades básicas religiosas aparecen coloreadas con un ropaje literario realista en consonancia con la mentalidad infantil de los destinatarios. El autor sagrado ha utilizado para estructurar escénicamente su narración tradiciones populares, adaptándolas a un profundo sentido religioso monoteísta 55.

1 En los vaticinios de Jacob se lee: Es Dan como serpiente en el camino, como víbora llendo los talones al caballo, hace caer atrás al caballero (Gen_49:17en el sendero, que, mord: cf. Isa_59:5). 2 Mt 10:16. 3Jn_1:8 :44. 4 1Jn_3:8. 5 Rev_20:2. 6 Cf. M. J. Lagrange, Innocence et péché: RB (1897) p.366. 7 Eco_25:23-24. 8 1Ti_2:14. 9 Gen_2:24. 10 Rom_7:13s. 11 Es la teoría, entre otros, de G. Lambert, expuesta en Nouvelle Revue Théologique, 86 (1954) 917-948.1044-1072. 12 Cf. Tomás de Aquino, Sum. Theol. 2-2 q.143 a.2. 13 Ch. Jean, Le Milieu Biblique II 97-98. 14 Cf. P. Dhorme, art.c.: RB (1907) 271. 15 Sobre sus semejanzas véase el artículo de A. Miller, Ein neuer Sündenfalls Siegelcilinder: Theologische Quartalschrift, 99 (1917-1918) 1-28. Sobre otros posibles paralelos literarios véanse la obra de F. Lenormant, Les origines de l'Histoire d'aprés la Bible et les traditions des peuples orientaux II (París 1882) 264; A. Jeremias, Das Alt Testament im Lichte des Alten Orient. 16 F. Ceuppens, Genese I-III p.144. 17 A. Clamer, o.c., p.138. 18 Agustín de Hipona comenta bellamente: Eia superbia!, numquid dixit, Peccavi? Habet confussionis difformitatem, et no habet confessionis humilitatem (De Gén.. ad litt. XI c.34: PL 34,449). 19 Cf. Isa_65:25; Miq_7:17. 20 Cf. Sal_72:9; Isa_65:23. 21 Cf. H. Vincent, Canaan 174-176: RB (1928) 137-138. 22 Cf. Num_21:6-9. 23 Los críticos independientes, como Gunkel, A. Jeremías, Skinner, creen que en este relato se trata sólo de explicar, por una leyenda popular o etiológica, el hecho de que las serpientes se arrastren sobre su vientre, y por otra parte, la repugnancia nativa y hostilidad del hombre hacia ellas. Pero el hagiógrafo da a entender que esa serpiente encarna un ser inteligente, que conoce el mandato divino, y en su instigación a desobedecer ve la razón de la existencia del mal físico y moral en el mundo. 24 En la Vg: Inimicitias... inter semen tuum et semen illius, ipsa conteret... Este demostrativo en femenino (en vez de ipsum, concertado con semen) parece una adaptación posterior por preocupación mariológica, pues San Jerónimo en otro lugar traduce, siguiendo a los LXX, por ipse. He aquí el contexto: Ipse servabit caput tuum... melius habet hebraeo: ipse conteret caput tuum, et tu conteres eius calcaneum... quia Dominus conteret Satanam sub pedibus nostris velociter (In Gén.. 3:13: PL 23:991). Los LXX traducen (***) en masculino singular, lo que es una constructio ad sensum (lit. debiera ser (***), concertando con (***), supuesta la interpretación mesiánica personal, pues en el corros veían la persona del Mesías. En el original hebreo primitivo, sin matres lectionis, el demostrativo podía ser masculino y femenino. En el TM actual, masculino o neutro, igual que en el Pentateuco samaritano y la Peshitta, que lo relacionan con el semen. Todas las versiones antiguas relacionan e1 demostrativo con el linaje o semen. El prefijo hebrto del verso que traducimos por te aplastará (yesupeja) supone sujeto no femenino, y lo mismo el afijo del mismo verbo (yesupennu,). El sentido del v. suf es muy discutido. La Vg. traduce: conteret... insidiaberis. Los LXX, las dos veces por (***), que significa observar cautelosamente, insidiar. San Jerónimo traduce dos veces conterere (PL 23,991). Aquila: (***). Símmaco: (***) Se suele relacionar suf con el asirio sepu (pie), y entonces se comprende el sentido de pisar con los pies. El Targum Hieros.: observan (de sa'af). Cf. Ceuppens, o.c., p.141s. 25 Gen_35:16-17; Isa_13:8; Isa_21:3; Miq_4:9-10. 26 Los LXX: tú te volverás. La versión siríaca: te volverás a tu marido. Lit. el TM: tu deseo (se volverá) a tu marido. Cf. J. Coppens, La soumission de la femme a l'homme daprés Gén. 3,16b: Eph. Théol. Lov. (1937) 638. 27 Algunos autores muy literalistas han querido apoyarse en este texto para desautorizar los medios modernos de aliviar el dolor a la mujer en el parto. 28 J. Chaine, Le livre de la Genése (París 1951) p.50-51. 29 Cf. Isa_11:7s; Isa_34:6s; Amó_9:13. 30 Sobre la narración del pecado original pueden verse los trabajos siguientes: A. Brassac, La Chute De Nos Premiers Parents (Gén 3): Rev. Prat. d'Apol., 30 (1920) 582-583; B. Buselli, Quale Fuit iuxta Genesim Protoparentum Peccatum (Lucca 1921); C. Falconi, Il Peccato di Adamo: Cittá Di Vita, 2 (1947) 31-42; M. J. Lagrange, Innocence et Péché: RB 6 (1897) 341-379; F Asensio, ¿Tradición Sobre El Pecado Sexual en el Paraíso?: Gregorianum, 30 (1949) 490-520; 31 (1950) 35-62.163-191.362-390; Id., El Primer Pecado En El Relato Del Génesis: Estbib 11 (1950) 159-191; C. Bravo, La Especie Moral Del Primer Pecado: Ecclesiastica Xaveriana, 4 (1954) 293-333; J. J. Dougherty, The Fall And Its Consequences: The Cath. Bib. Quart., 3 (1941) 220-234; K. Frühstorfer, Wider Die Sexuelle Deutung Der Ursünde: Theol.- Prakt. Monatschrift, 79 (1925) 56-62; J. Hanin, Sur Le Péché d'Adam Consideré Comme Péché De Magie: Rev. Dioc. De Namur, 2 (1947) 203-234; P. Haupt, To Know To Have Sexual Commerce: Journal Of Bib. Literatur, 34 (1915) 76-80; J. Hofbauer, Die Paradiesschlange (Gen 3): Zeitsch. für kath.Theol, 69 (1947) 228-232; ? . Humbert, Lafaute d'Adam: Rev. De Théol. Et Phil., 27 (1939) 225-240; L. Landesdorfes, Der Sündenfall: Theol. Und Glaube, 17 (1925) 38-60; H. Lesétre, La Chute De L'homme: Rev. Prat. d'Apol., 2 (1906) 31-37; J. Miklik, Der Fall Des Mensehen: Bi 20 (1939) 387-396; E. Miras, El Pecado Original En El Génesis: Ciencia Y Fe, 12 (1936) -768; J. Schildenberger, Die Erzahlung Vorn Paradles Und Sündenfall (Tubinga 1931); Van Hoonacker, Connexion Of The Death Th Sin According To Génesis II-III: The Expositor, Ser.8.9 (1915) 131-143; P. Van Im- Schoot, De Serpente Tentatore: Collet. Gandav., 31 (1948) 5-10; A. Vincent, Le Premiers Armes Bibhques Sur Le Peché: Cité Nouvelle, 2 (1943) 618; S. Muñoz Iglesias, La Ciencia Ç Bien Y Del Mal Y El Pecado Del Paraíso: Estbib 8 (1949) 4525; D. Yubero, El Pecado Del Paraíso Y Sus últimas Explicaciones Científico-Bíblicas: Lumen, I (1952) 108-130; A. Colunga, Adán En El Paraíso: Ct 19 (1927) 5-28; J. Enciso, Problemas Del Génesis; J. Coppens, La Innaisance Du Bien Et Du Mal 99-117; L. Arnaldich, Los Orígenes Del Mundo Y Del Hombre Según La Biblia (Madrid 1957) 189-271. 31 Así Hummelauer, Lagrange (RB [1897] 354s), Mangenot, Grosignani, Bea. 32 Cf. L. Drewniak, Die mariologische Deutung von Gén_3:15 in der Vaterzeit (1934) p-85. Este autor niega que los Santos Padres hayan aplicado la palabra mujer a María. 33 Esta interpretación aparece también en el Targum del Pseudo-Jonatán: Et inimicitiam ponam ínter te et ínter mulierem, ínter semen filii tui, et ínter semen filiorum eius; et erit quando erunt filii mulieris servantes praecepta, erunt conantes percutere te caput; quando autem derelinquent praescripta legis, tu conaberis morderé eos in calcaneis eorum; verum-tamen eis erit remedium, et tamen tibí non erit remedium; et parati sunt ipsi ad adhibendum remedium in calcáneo in diebus regís Messiae. Y el Targum Hierosolimitano: Et erit quando nln mulieris attendant legem et implebunt mandata, conabuntur calcare te super caput et occiderete; et quando derelinquent filii mulieris praecepta legis... tu conaberis percutere, eos m calcáneo eorum et nocere eis. Verumtamen erit remedium filiis mulieris, et tibí serpens non erit remedium. Verumtamen ecce parati sunt ipsi ad ipsos praestare remedia in calcáneo in riñe ultimo dierum, in diebus regís Messiae. El Targum de Onkelos: Et inimicitiam ponam ínter te et ínter mulierem et ínter filium tuum et ínter filium eius (algunos MSS: filios) ipse ent reminiscens tui quod fecisti ei a principio, et tu eris eum in finem. 34 Cf. Tomas de Aquino, Sum. Theol 2-2 q, 2 a. 7 ad 3, y a 8 in c. 35 Jua_8:36; Jua_12:31; Jua_14:30. 36 La bibliografía sobre el Protoevangelio es muy numerosa. He aquí algunos trabajos, M. De Yonghe, De Protoevangelio (Gén 3:15): Gollationes Brugenses, 29 (1929) 433-439: A. Colunga, La primera promesa mesiánica: CT 61 (1942) 5-28; J. Goppens, Le Protoévangile. Un nouvel essai d'exégése: Ephém. Theol. Lov., 26 (1950) 35-83; J. M. Bover, Una censura de la interpretación mariológica del Protoevangelio: Est. Ecl., 21 (1947) 479-486; F. Ceup-Pens, De mariologia bíblica (1948) 1-23; G. Calandra, Nova Protoevajigelii mariológica ínter-pretatio (Gén 3:15): Antonianum, 26 (1951) 343-366; P. De Ambrogi, II senso pieno del Protoevangelio (Gén_3:15): La Scuola Cattolica, 60 (1932) 193-205.277-288; F. Drew-Niak, Die Mariologische Deutung von Gén. 3:15 in der Vaterzeit (Breslau 1934); E. nácar, El Protoevangelio: EstBib 1 (1942) 477-516; M. Peinador, El sentido mariológico del Protoevangelio y su valor doctrinal: Estudios Marianos, VIII 341-369; T. Orbiso, La mujer del Protoevangelio: EstBib 1 (1942) 187-207.273-289; B. Rigaux, La femme et son lignage dans Gén_3:14-15 : RB 61 (1954) 321-348; E. F. Sutcliffe, Protoevangelium: Clergy Review, 2 (1931) 149-160; J. F. Bonnefoy, Le mystére de Marie selon le Protoévangile et l'Apocalypse (París 1949); A. M. Dubarle, Les fondaments bibliques du titre marial de Ñouvelle éve: Mé-langes J. Lebreton, p.49-64 37 Los LXX traducen lit. æùç (vida), y Símaco æùïãüïò (engendradora de vida). 38 Se ha querido relacionar el nombre Jawwah con el de la serpiente en arameo (Jiwya). Filón y Clemente de Alejandría dicen que el nombre de Eva significa serpiente, y se llama así Por haber colaborado con ésta en la caída. 39 Cf. Gen_30:1-21; Isa_4:1-2. 40 1Co_14:34; Efe_5:22; Tit_2:5. 41 Gen_3:4. 42 La frase como uno de nosotros, en plural, ha de entenderse en consonancia con el plural gramatical de la palabra Elohim, que puede ir con singular o con plural, según sea una constructio ad sensum o literal gramatical. No supone, pues, pluralidad de seres en Dios. Coppens propone una versión especial: He aquí que Adán (el hombre), como cualquiera (que nazca) de él (ke' ajad mimmenú), conocerá (experimentará) el bien y el mal. Entonces el sentido encaja bien en el contexto, pues expresa la sentencia de condenación. Cf. A. Clamer, o.c., p.145. 43 Cf. Exo_25:17-22; Exo_27:6-9; Exo_26:1; Exo_26:31; Exo_36:8.35; 1Re_6:23-27. 44 Eze_1:2ss; Eze_9:1s; 10:1s. Karibú en asiro-babilónico significa orante, intercesor. 45 Se ha comparado esta flameante espada con el rayo símbolo del dios de las tormentas, Hadad. Cf. Thureau-Dangin, La glaive tournoyant: Rev d'histoire et de littérature relig.,(1896) 147. Citado por A. Clamer. o.c.. D.147. 46 H.Vincent: RB:(1926) 484 47 Cf. H. Kampel: RB: (1931). 48 1Pe_5:8s 49 Rev_12:3s; Rev_21:7s. 50 Cf. Conc. Trid., ses.5, De peccato originali. 51 Mt 1:16. 52 Agustín de Hipona, De Gen. ad litt. VIII 1,1: PL 34,371. 53 EB 336. 54 EB 334. 55 Sobre la historicidad de estos capítulos véanse, además de los trabajos antes mencionados, los siguientes: F. Feldmann, Paradles und Sündenfall (1913); A. Deimel, Geschichte eines neuen Keilschrifttextes über Paradles und Sündenfall: Bi (1924); S. Landersdorfer, Der Sündenfall: Theologie und Glaube (1924); L. Pirot, Adam et la Bible: DBS I; H. Junker, Die biblische Urgeschichte (1932); W. Goossens, L'immortaUté corporelle: DBS III; Id.L´Immortalité corporelle dans les récits de la Gén. H-III: Ephém. Theol. Lov. (1935); K. A. Leimbach, Die Biblische Urgeschichte (1937); P. Cruveilhier et L. Pirot, La Gén. II-III Son Historíate: DBS III; J. B. Frey, L'état original et la chute del l'homme d'aprés les conceptions juives au temps de J. C.: Rev. des Sc. Phil. et Théol. (1911); P. L. Melizan, La création de Ihomrne devant la science moderne: Rev. Thom. (1929);1. Plessis, Babylon et la Bible. Le Paradis terrestre: DBS I 737.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El pecado. En orden a intentar recuperar al máximo la riqueza y el sentido profundo que encierra este pasaje, conviene «desaprender» en gran medida lo que la catequesis y la predicación tradicionales nos han enseñado. Se nos decía que el ser humano había sido creado en estado de inocencia, de gracia y de perfección absolutas y que, a causa del primer pecado de la pareja en el Paraíso, ese estado original se perdió.
Consecuencias de esta interpretación: Dios tenía un proyecto perfecto, y el hombre y la mujer lo desbarataron con su pecado; Dios no había hecho las cosas tan bien como parecía; la mujer queda convertida en un mero instrumento de pecado, una especie de monstruo tentador; el hombre aparece como un estúpido, víctima inconsciente de las artimañas tentadoras de la mujer. Conviene tener en cuenta que este relato del Paraíso también está construido, por lo menos hasta el versículo 14, sobre la base de un mito mesopotámico. El redactor utiliza materiales de la mitología mesopotámica para resolver cuestionamientos de tipo existencial y de fe que necesitaban los creyentes de su generación. En la Biblia, esos mitos sufren un cambio de referente, una adaptación necesaria para transmitir la verdad que los sabios quieren anunciar a su pueblo.
El pasaje nos muestra a la serpiente y a la mujer unidas en torno a un árbol misterioso llamado «árbol de la ciencia del bien y del mal». La tentadora aquí no es la mujer, como en el mito en el cual se basa este pasaje, sino la serpiente, y la seducción tampoco proviene de la mujer, sino del fruto que «era una delicia de ver y deseable para adquirir conocimiento» (6). La mujer hará partícipe al hombre del fruto del árbol que, como veremos luego, no tiene nada que ver con la sexualidad.
El «árbol de la ciencia del bien y del mal» es el símbolo que ocupa el lugar central del relato. En varios lugares del Antiguo Testamento encontramos la expresión «ciencia del bien y del mal» aplicada al intento de describir la actitud de ser dueño de la decisión última en orden a una determinada acción (cfr. 2Sa_14:17; 1Re_3:9; Ecl_12:14 y, por contraposición, Jer_10:5). Esto nos lleva a entender que la gran tentación del ser humano y su perdición es ponerse a sí mismo como medida única de todas las cosas y colocar su propio interés como norma suprema, prescindiendo de Dios. Cada vez que el ser humano ha actuado así a lo largo de la historia, los resultados siempre fueron, y siguen siendo, el sacrificio injusto de otros seres, la aparición del mal bajo la forma de egolatría, placer, despotismo... y ésta sí que fue la experiencia constante de Israel como pueblo.
La adaptación a la mentalidad y las necesidades israelitas de este mito se atribuye a la teología yahvista (J), aunque releído y puesto aquí por la escuela sacerdotal (P). El mito ilustra muy bien el planteamiento que vienen haciendo los sabios de Israel: el mal en el mundo, en las naciones y en la sociedad, no tiene otro origen que el mismo ser humano cuando se deja atrapar y dominar por la terrenalidad -«adamacidad»- que lleva dentro. En este caso, Israel sabe por experiencia propia lo que es vivir bajo el dominio despótico de una serie de reyes que, en nombre de Dios, lo hundieron en la más absoluta pobreza.
Y en definitiva, la historia de la humanidad, la historia de nuestros pueblos, ¿no está llena también de casos similares? Aquí está la clave para entender la dinámica oculta que lleva consigo toda tiranía, todo totalitarismo, y que nosotros desde nuestra fe convencida y comprometida tenemos que desenmascarar.
Los versículos 14-24 son el aporte propio de la escuela sacerdotal (P). Se trata de un oráculo, tal y como lo utilizaban los profetas. Recuérdese que para la época de la redacción final del Pentateuco, la literatura profética tenía ya un gran recorrido, lo cual quiere decir que la figura del oráculo era muy familiar al pueblo israelita. El oráculo consta, por lo general, de cuatro elementos:
1. Un juez, que suele ser Dios, como autoridad suprema.
2. Un reo, que es una persona, una institución o una nación, a la que se juzga; en nuestro relato el reo es triple: el varón, la mujer y la serpiente.
3. El delito o motivo por el cual se establece el juicio.
4. La sentencia o el castigo que se señala al infractor.
Por lo general, el oráculo profético no inventa ningún castigo nuevo para el delincuente, sino que aprovecha las catástrofes o los males que acontecieron o que están sucediendo y los interpreta como reprimenda de Dios. Así pues, los castigos que reciben los tres personajes del mito deben ser interpretados del mismo modo que los de los oráculos proféticos: se convierte en castigo o se interpreta como tal algo que ya viene dado y que causa dolor: el arrastrarse de la serpiente, el parto doloroso, la apetencia sexual, lo duro del trabajo y la muerte son fenómenos propios de la naturaleza, pero que en el marco de este oráculo reciben un nuevo referente.
El mito de los versículos 1-13 busca devolver a Dios su absoluta soberanía moral. El ser humano se autodestruye cuando pierde de vista que Dios, ser esencialmente liberador, es el único punto válido de referencia para saber distinguir qué es lo correcto y lo incorrecto -ciencia del bien y del mal en la Biblia-, más allá de los intereses personales. Cuando se desplaza a Dios para ubicar en su lugar al mismo ser humano y sus tendencias acaparadoras, el resultado es que los intereses personales de ese ser humano, casi siempre institucionalizados, se convierten en norma absoluta para los demás, pervirtiendo así hasta el vocabulario -llamar justo lo que es injusto- e imponiéndola sobre los otros.
Éste es el gran llamado de nuestro mito que, al dar respuesta a las causas del mal, denuncia el inmenso mal que en la historia produce una conciencia pervertida, máxime cuando se trata de una conciencia que tiene poder.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 The serpent deceiueth Eue. 6 Mans shamefull fall. 9 God arraigneth them. 14 The serpent is cursed. 15 The promised Seed. 16 The punishment of Mankind. 21 Their first clothing. 22 Their casting out of Paradise.

[The fall of man.]

1 Now the serpent was more subtill then any beast of the field, which the LORD God had made, and he said vnto the woman, [ Hebrew: Yea, because, etc.] Yea, hath God said, Ye shall not eat of euery tree of the garden?
2 And the woman said vnto the serpent, Wee may eate of the fruite of the trees of the garden:
3 But of the fruit of the tree, which is in the midst of the garden, God hath said, Ye shal not eate of it, neither shall ye touch it, lest ye die.
4 And the Serpent said vnto the woman, Ye shall not [ 2Co_11:3 ; 1Ti_2:14 .] surely die.
5 For God doeth know, that in the day ye eate thereof, then your eyes shalbee opened: and yee shall bee as Gods, knowing good and euill.
6 And when the woman saw, that the tree was good for food, and that it was [ Hebrew: a desire.] pleasant to the eyes, and a tree to be desired to make one wise, she tooke of the fruit thereof, [ Sir_25:26 ; 1Ti_2:14 .] and did eate, and gaue also vnto her husband with her, and hee did eate.
7 And the eyes of them both were opened, & they knew that they were naked, and they sewed figge leaues together, and made themselues [ Or, things to gird about.] aprons.
8 And they heard the voyce of the LORD God, walking in the garden in the [ Hebrew: wind.] coole of the day: and Adam and his wife hid themselues from the presence of the LORD God, amongst the trees of the garden.
9 And the LORD God called vnto Adam, and said vnto him, Where art thou?
10 And he said, I heard thy voice in the garden: and I was afraid, because I was naked, and I hid my selfe.
11 And he said, Who told thee, that thou wast naked? Hast thou eaten of the tree, whereof I commanded thee, that thou shouldest not eate?
12 And the man said, The woman whom thou gauest to be with mee, shee gaue me of the tree, and I did eate.
13 And the LORD God said vnto the woman, What is this that thou hast done? And the woman said, The Serpent beguiled me, and I did eate.
14 And the LORD God said vnto the Serpent, Because thou hast done this, thou art cursed aboue all cattel, and aboue euery beast of the field: vpon thy belly shalt thou goe, and dust shalt thou

[The promised seed.]

eate, all the dayes of thy life.
15 And I will put enmitie betweene thee and the woman, and betweene thy seed and her seed: it shal bruise thy head, and thou shalt bruise his heele.
16 Unto the woman he said, I will greatly multiply thy sorowe and thy conception. In sorow thou shalt bring forth children: and thy desire shall be [ Or, subiect to thy husband.] to thy husband, and hee shall [ 1Co_14:34 .] rule ouer thee.
17 And vnto Adam he said, Because thou hast hearkened vnto the voyce of thy wife, and hast eaten of the tree, of which I commaunded thee, saying, Thou shalt not eate of it: cursed is the ground for thy sake: in sorow shalt thou eate of it all the dayes of thy life.
18 Thornes also and thistles shall it [ Hebrew: cause to bud.] bring forth to thee: and thou shalt eate the herbe of the field.
19 In the sweate of thy face shalt thou eate bread, till thou returne vnto the ground: for out of it wast thou taken, for dust thou art, and vnto dust shalt thou returne.
20 And Adam called his wiues name [ Hebrew: Chanah.] Eue, because she was the mother of all liuing.
21 Unto Adam also, and to his wife, did the LORD God make coates of skinnes, and cloathed them.
22 And the LORD God said, Behold, the man is become as one of vs, to know good & euill. And now lest hee put foorth his hand, and take also of the tree of life, and eate and liue for euer:
23 Therefore the LORD God sent him foorth from the garden of Eden, to till the ground, from whence he was taken.
24 So he droue out the man: and he placed at the East of the garden of Eden, Cherubims, and a flaming sword, which turned euery way, to keepe the way of the tree of life.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Juicio y sentencia. El hombre, la mujer y la serpiente fueron interrogados y sentenciados por el inquisidor divino. Las preguntas de Dios estaban diseñadas con el propósito de sacar una confesión, no información; él sabía perfectamente lo que ellos habían hecho.

Los efectos a largo plazo del pecado comenzaron a aparecer. La serpiente fue condenada a arrastrarse sobre su vientre y tener una constante guerra con la humanidad, la descendencia de la mujer (15). La descendencia de ella herirá en la cabeza a la serpiente, y ésta saldrá peor en la gran batalla. Si bien esto fue el juicio sobre la serpiente, se transformó a la vez en una promesa para el hombre. Esto ha sido visto tradicionalmente por los judíos y los cristianos como el primer anuncio de un salvador para la humanidad, y 3:15 siempre ha sido llamado el protoevangelio o el primer evangelio. Las alusiones a esto en el NT incluyen Rom. 16:20; Heb. 2:14; Apoc. 12. En Gén. la promesa a Abraham que en tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra (22:18) comienza a hacer más específica la tenue promesa del 3:15. También es notable que este primer juicio sobre el pecado esté matizado con esperanza, algo que es recurrente a través de las Escrituras (cf. 6:5-8), así como la misericordia de Dios excede a su ira (cf. Exo. 20:5, 6).

La sentencia sobre Eva arruinó su vocación de madre. Ser la madre jubilosa de muchos hijos era la esperanza de cada mujer del AT (30:1; Sal. 113:9), pero el dolor al dar a luz se transformó en un recordatorio constante del pecado de la primera madre. Además, el matrimonio, en vez de ser una relación de cuidado mutuo, a menudo tuvo la tensión como su característica. Tu deseo puede ser o el deseo sexual o el deseo de independencia, pero a la larga prevalecerá el señorío de su marido. Y él se enseñoreará de ti puede indicar el ejercicio de dominio duro, o simplemente puede ser una reafirmación de la cadena de autoridad (Dios-hombre-mujer) establecida en la creación, pero revertida en la caída (6). Esta última pareciera ser la interpretación más apropiada, especialmente si se tiene en cuenta la forma en que es introducida la sentencia a Adán porque obedeciste la voz de tu mujer (17). Entonces Dios decretó que el hombre sufriría frustración en su trabajo (hortelanos y agricultores enfrentan una continua batalla con las malezas en la producción de sus tierras). Con trabajo duro viviría, pero finalmente moriría. Esto era un indicio de que él sería expulsado del Edén y privado de acceso al árbol de la vida.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. EI culto de la "serpiente" estaba extendido por todo el Oriente antiguo. Por su forma y su comportamiento singulares, este animal tenía un simbolismo polivalente: se lo asociaba tanto a las fuerzas de la vida y la fecundidad, como a las representaciones del caos y de la muerte, del misterio y de la ciencia oculta. El texto bíblico describe a la serpiente como un ser hostil a Dios, a quien acusa de mentira y envidia (vs. 4-5), y hostil también al hombre, a quien seduce deliberadamente e induce a transgredir el mandato divino. Además, pone de relieve la "astucia" de la serpiente, y la presenta como conocedora de la propiedad misteriosa escondida en el fruto del árbol. Estos indicios hacen suponer que el autor del relato tiene en vista ciertas formas de adivinación y de magia practicadas en Canaán, y asociadas con la serpiente, símbolo de la sabiduría y de los poderes ocultos. Al condenar a la serpiente, se condena la religión cananea, que pretendía conseguir con esas prácticas una sabiduría sobrehumana. La reflexión posterior identificará a la serpiente con el "demonio" (Sab_2:24; Jua_8:44) y con Satanás (Apo_12:9; Apo_20:2).

15. La enemistad puesta por Dios entre los dos culpables -la mujer y la serpiente seductora- proseguirá entre la descendencia de una y otra. El linaje de la mujer es toda la especie humana en lucha contra los poderes del mal, que intentarán precipitarla en la ruina. El texto deja entrever una victoria final del hombre, que aplastará la cabeza de la serpiente. Por eso la tradición cristiana ha dado a este texto el nombre de "Protoevangelio", o sea, primer anuncio de la salvación.

20. El nombre "Eva", en hebreo, tiene cierta semejanza con el verbo que significa "vivir".

Torres Amat (1825)



[1] No se ha hablado hasta ahora de la caída de los ángeles rebeldes; pero se la supone en esta narración, porque la serpiente representa un instrumento del mal.

[4] 2 Cor 11, 3.

[5] Puede traducirse Seréis como Dios.

[6] Eclo 25, 33; 1 Tim 2, 14.

[8] Es creíble que durante el estado de la inocencia Dios se dejaba ver de nuestros primeros padres bajo alguna figura acomodada a su condición y que esta aparición del Señor era precedida de algún ligero y suave viento que los avisaba.

[9] No ignoraba Dios en dónde estaba Adán; mas, a manera de un padre lleno de misericordia, invita al hombre a que vuelva en sí. Como si dijera: ¿Por qué huyes ahora de mi presencia?

[14] Aunque arrastrarse por tierra y comer de ella es propio de la serpiente, quiso Dios que fuese en adelante una señal de oprobio e ignominia, que se considerase como pena. Pero debemos tener presente que esta maldición, aunque comprende a la serpiente material, se dirige especialmente a la serpiente infernal o espíritu maligno.

[15] He aquí la primera evidente promesa del Mesías, esto es, de un salvador. Es el primer anuncio de salvación o protoevangelio. Esta mujer es María y su descendiente es Cristo. El hijo de la mujer, Jesucristo, hijo de Dios, quebrantará tu cabeza.

[16] 1 Cor 14, 34.

[22] Es una ironía. Por las palabras uno de nosotros se entienden las tres divinas personas.

[22] Los dos pecaron y fueron expulsados. La expulsión del paraíso implica la pérdida de la inmortalidad y la felicidad terrenal.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*3:1-24 A partir de Gén 3:1 se muestra cómo el pecado rompe la solidaridad y la armonía, introduciendo una serie de desequilibrios, expresados mediante la vergüenza, el temor, el dolor y la fatiga. En la historia de Adán y Eva se condensa la de toda la humanidad. El drama de la primera pareja representa, en cierto modo, el de todos los seres humanos.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.1 La tradición posterior vio en la serpiente un símbolo del diablo: Cf. Sab 2.24; Jn 8.44; Ap 12.9.

[2] 3.20 En hebreo, el nombre Eva y la palabra que significa vida o viviente tienen un sonido semejante

[3] 3.24 Estos seres alados, lit. querubines, eran considerados en el antiguo Oriente como guardianes de los templos y de los lugares sagrados. Véase Ex 25.18 n.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— ¿Dónde estás?: Ver nota a Gén 4:9.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

¿Dónde estás?... La primera pregunta registrada en la Escritura es hecha por Dios.