Ver contexto
durante cuarenta años. Por eso me irrité contra aquella generación y dije: Siempre andan extraviados sus corazones; no reconocen mis caminos. (Hebreos 3, 10) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



19 (III) Jesús, sumo sacerdote miseri(-)cordioso y fiel (3,1-5,10).
(A) Jesús, el Hijo fiel, superior a Moisés (3,1-6). El autor inicia en este momento una consideración sobre la misericordia y fideli(-)dad de Jesús en orden inverso al formulado en 2,17. 1. hermanos santos, partícipes de una vo(-)cación celestial: Los cristianos son «santos» porque están consagrados por Jesús, y «hermanos» debido a su común relación con él (2,11). Están llamados a seguirle hasta el inte(-)rior del santuario celestial donde desempeña ahora la función de sumo sacerdote en favor de ellos, fijos vuestros ojos en Jesús: El vb. es un aor. ingresivo. El peligro de apartarse del cristianismo se debe al olvido de lo que Cristo ha hecho por ellos; ahora deben poner cons(-)tantemente en él su mirada espiritual, el após(-)tol y sumo sacerdote: Éste es el único lugar del NT donde Jesús es llamado «apóstol». Signi(-)fica que él es el enviado por Dios como su pa(-)labra definitiva a los seres humanos (1,2). Puesto que el interés del autor se centra prin(-)cipalmente en la obra de Jesús como sacerdo(-)te, y no en su enseñanza, a lo que se refiere principalmente es a la palabra-acontecimiento. Tal vez eso explique la omisión del artículo de «sumo sacerdote»; los dos títulos probablemente constituyen una unidad (K. Rengstorf, «Apostolos», TDNT 1.423-24), pero no exac(-)tamente una unidad como la concibe Rengstorf (apóstol-revelador-palabra: sumo sacerdote-expiador-obra). al que confesamos: Lit., «de nuestra confesión». Ésta es la primera de las tres veces (cf. 4,14; 10,23) en que el autor ha(-)bla de una homología, «confesión», hecha por aquellos a quienes se dirige. Probablemente se refiere a un reconocimiento bautismal de Je(-)sús como Hijo de Dios (nótese el tono bautis(-)mal del contexto). Su enseñanza sobre Jesús como «apóstol y sumo sacerdote» pretende ser una interpretación nueva de lo que los cris(-)tianos han confesado en su bautismo (cf. G. Bornkamm, Studien zu Antike und Christentum [BEvT 28, Múnich 1963] 188-203; Michel, Hebraer 173). Sin embargo, lo que en este pun(-)to le interesa al autor no es el contenido de la confesión, sino su potencialidad para dar a aquellos a los que se dirige fortaleza y apoyo en sus tribulaciones (cf. V. Neufeld, The Earliest Christian Confessions [NTTS 5, Grand Ra(-)pids 1963] 133-37).
20 2. La comparación entre Jesús y Moi(-)sés se debe probablemente al hecho de que Je(-)sús es el mediador de la nueva alianza (9,15), lo mismo que Moisés lo fue de la antigua. El carácter de mediador de Moisés no estaba des(-)conectado del sacerdocio y los sacrificios; su sacrificio en el momento del establecimiento de la alianza se recuerda en 9,19-20, aunque en Heb no se le da la designación de «sacerdo(-)te». Cuanto el autor habla del sacrificio de Je(-)sús, el antitipo veterotestamentario no es Moi(-)sés, sino el sumo sacerdote aaronita en el desempeño de sus funciones el día de la ex(-)piación (9,6-15). Sin embargo, Filón habla del sumo sacerdocio de Moisés (Quis rer. div. 182; De praem. 53), y es posible que el autor piense en dicho sacerdocio al contraponer en este momento a Jesús y Moisés, al que le hizo: No se trata de una referencia al origen de Jesús, sino a su designación para el cargo (cf. Schierse, Verheissung [? 12 supra] 109). El vb. se uti(-)liza con ese significado en 1 Sm 12,6, «El Señor... que hizo a Moisés y Aarón...». La fide(-)lidad de Moisés «en toda su casa [de Dios]» procede de Nm 12,7; esta sección ha sido con(-)siderada un midrás sobre ese versículo (Montefiore, Hebrews 72). Aunque M. R. DAngelo ve en este pasaje una alusión a ese texto, con(-)sidera que el lugar veterotestamentario citado es 1 Cr 17,14 LXX y que la cita es «una refe(-)rencia deliberada al oráculo de Natán» (Moses in the Letter to the Hebrews [SBLDS 42, Mis(-)soula 1979] 69); tal opinión es rechazada por
E. Grásser (ZNW 75 [1984] 15 n. 66). La «ca(-)sa» de Dios en la que Moisés fue siervo fiel es Israel.
21 3. cuanto la dignidad del constructor de la casa supera a la casa misma: Aunque este versículo y el siguiente no existieran, y los vv. 5 y 6 siguieran inmediatamente al v. 2, la su(-)perioridad de Jesús sobre Moisés parecería quedar suficientemente indicada: Moisés fue el siervo fiel en la casa de Dios (v. 5), Cristo es el Hijo fiel al frente de la casa (v. 6). Sin em(-)bargo, el v. 3 está estrechamente conectado con las diferentes posiciones formuladas en los w. 5-6. En cuanto siervo dentro de la casa (Israel), Moisés formaba parte de la casa; Cris(-)to, en cuanto Hijo al frente de ella, era, junto con Dios, su constructor. En su calidad de Hijo preexistente, tenía parte en la obra creadora de Dios (1,2-3); cf. Kuss, Hebraer 49; O. Michel, «Oikos», TDNT 5.126-27. Para una opi(-)nión parecida («Jesús en cuanto Hijo... perte(-)nece a la familia del constructor»), véase W. Loader, Sohn und Hoherpriester (WMANT 53, Neukirchen 1981) 77-78. 4. toda casa tiene su constructor, mas el constructor de todo es Dios: Algunos especialistas entienden el v. 4b como un paréntesis (Héring, Hebrews 25; Moffatt, Hebrews 42; Spicq, Hébreux 2.67); sin embar(-)go, parece que el pensamiento del autor sólo fluye de manera lógica si se extiende el parén(-)tesis al versículo entero y éste se entiende, no como un «aparte edificante» (Moffatt), sino como algo exigido por la argumentación. La casa del v. 2 es la casa de Dios, pero al usar Nm 12,7 el autor ha cambiado el pron. posesivo de la Ia a la 3a pers. («su casa» por «mi casa»). Es(-)te cambio, necesario dada la transformación del estilo directo del AT, se podría interpretar mal; «su casa» se podría interpretar errónea(-)mente como la casa de Moisés, en lugar de la de Dios. Para evitar tal malentendido y refor(-)zar así el argumento del v. 3 de que Moisés no fue quien construyó la casa, sino simplemente parte de ella, el autor recuerda quién la cons(-)truyó: Dios, que construyó todas las cosas. 5. como servidor, para atestiguar cuanto había de anunciarse: Aquello en lo que se hace hincapié aquí no es el papel de Moisés como mediador de la antigua alianza ni como legislador; más bien, Moisés es quien predijo la dispensación cristiana, cuanto había de anunciarse: A saber, por medio del Hijo de Dios (1,2; 2,3). 6. La «casa» es la comunidad cristiana. Su continui(-)dad con el antiguo Israel queda indicada por el hecho de que no hay dos casas, sino una so(-)la; la antigua continúa en la nueva. (Para la metáfora de los cristianos como «casa de Dios», véanse 1 Tim 3,15; 1 Pe 4,17; Ef 2,19; como «templo de Dios», véase 1 Cor 3,6; en la LQ véanse 1QS 8,5-9; 9,6.) Para las repercu(-)siones de que Cristo sea el Hijo que está «al frente de» la casa, véase el comentario al v. 3. si es que mantenemos la confianza y nos gloria(-)mos en lo que esperamos: La mayoría de los mss. añaden «firme hasta el fin», pero tal adi(-)ción no se encuentra en B ni en P4' y parece ser una interpolación procedente del v. 14. Aun(-)que el gr.parrhésia, «confianza», podría signifi(-)car «audacia» y apuntar a un reconocimiento abierto de la fe ante el peligro y la tribulación (Montefiore, Hebrews 73), las exhortaciones de Heb a la fidelidad no parecen estar motiva(-)das por el peligro de la persecución, que re(-)queriría una confesión audaz, sino más bien por el peligro de «extraviarse» (2,1), que re(-)quiere confianza.

22 (B) Advertencia basada en la infide(-)lidad de Israel (3,7-4,13). 7. el Espíritu San(-)to: El espíritu de Dios, inspirador de las Escri(-)turas, habla a través de ellas. No se deben ver en la expresión conceptos trinitarios. El ver(-)sículo inicia una sección de advertencia basa(-)da en la experiencia de Israel durante la pere(-)grinación por el desierto. El argumento se apoya en la primitiva concepción cristiana que ve la redención realizada por Cristo como un nuevo éxodo. En el AT, el éxodo había servido como símbolo del regreso de los judíos del exi(-)lio de Babilonia (Is 42,9; 43,16-21; 51,9-11); en el NT, la obra redentora era considerada como un nuevo éxodo, experimentado en primer lu(-)gar por Jesús mismo (Lc 9,31) y después por sus seguidores (1 Cor 10,1-11). Los destinata(-)rios de Heb están todavía en camino hacia la meta de su éxodo: el santuario celestial adon(-)de les ha precedido Jesús (6,20). Se han can(-)sado y están en peligro de interrumpir su via(-)je. De ahí la advertencia para que no dejen de alcanzar la meta, como aquellos hebreos que se rebelaron contra Dios. La cita de los vv. 7b-11 está tomada de Sal 95,7b-l 1, pero difiere en muchos aspectos de la lectura de los LXX. La diferencia principal es que, mientras que los LXX (y el TM) conectan los «cuarenta años» (v. 10) con la ira de Dios, en este caso van con la frase anterior, «vieron mis obras», aunque en el v. 17 se sigue el orden de los LXX. La ra(-)zón de la trasposición no está clara. 9. vues(-)tros padres me pusieron a prueba: cf. Éx 17,7; Nm 20,2-5. 11. Cf. Nm 14,1-23. mi descanso: La tierra de Palestina; cf. Nm 20,12; Dt 12,9. Kasemann considera que el motivo de Heb del viaje del pueblo de Dios hasta su descanso asignado es un tema gnóstico (Wandering [--> 8 supra] 67-75; contra esto, véase C. Colpe, Die religionsgeschichtliche Schule [FRLANT 78, Gotinga 1961]), pero el equivalente veterotestamentario parece ser una explicación satis(-)factoria de la fuente de la cual echó mano el autor de Heb. (Para la opinión de que a Heb no le interesa el viaje de Israel como tal, sino únicamente la negativa de los hebreos a entrar en la tierra prometida debido al miedo que te(-)nían de que sus habitantes les dieran muerte [Nm 14,11-12.21-23.27-35], véase O. Hoñus, Katapausis [WUNT 11, Tubinga 1970] 116-46; de manera parecida Strobel, Hebraer 112). 12. el Dios vivo: El calificativo «vivo» aplicado a Dios significa que éste se maniñesta en sus obras (cf. Jos 3,10; Jr 10,10). La expresión «apostatar del Dios vivo» se toma frecuente(-)mente como indicio de que Heb no fue escrito para cristianos judíos en peligro de recaer en el judaísmo, sino para convertidos paganos; en el caso de un regreso al judaísmo, se argu(-)ye, no se hablaría de «apostatar del Dios ver(-)dadero». Sin embargo, el autor no habla sim(-)plemente del Dios verdadero, sino del Dios verdadero en cuanto vivo, es decir, en cuanto actúa y, concretamente, en cuanto se mani(-)fiesta en Cristo. Alejarse del cristianismo es, entonces, apostasía del Dios vivo, aun cuando fuera un regreso al judaísmo, donde se pasa por alto el acto supremo de Dios. 13. mientras todavía es hoy: El autor anticipa lo que va a de(-)cir en 4,2-11. El «descanso» en el que Israel iba a entrar era sólo una prefiguración de aquel descanso al que están llamados los des(-)tinatarios de la epístola; y todavía está abierto a ellos, siempre y cuando perseveren en la fe con la cual iniciaron su vida como cristianos.
14. hemos llegado a ser compañeros de Cristo: Probablemente la participación significa com(-)partir el destino común de entrar en el san(-)tuario celestial.
23 16-19. Cf. Nm 14,1-38; Dt 1,19-40. De(-)bido al miedo que les producía la perspectiva de entablar batalla con los cananeos, los he(-)breos se negaron a entrar en la tierra de Canaán. En castigo, el Señor decretó que todos, salvo los exploradores Caleb y Josué y quienes habían nacido después de la salida de Egipto, murieran en el desierto sin llegar a entrar en la tierra prometida. El autor hace hincapié en la conexión entre desobediencia (v. 18) e incre(-)dulidad (v. 19). 4,2. el evangelio nos ha sido predicado a nosotros lo mismo que a ellos: De(-)bido a que la promesa hecha a los hebreos de que entrarían en Palestina prefiguraba la pro(-)mesa hecha a los cristianos de que entrarán en el cielo, el autor utiliza terminología neotestamentaria para describir lo que había oído Is(-)rael; fue «el evangelio». 3-4. El «descanso» de Dios se ve con una dimensión más honda que no lo limita a Palestina. Sal 95,11 llama a esa tierra descanso de Dios («mi descanso») por(-)que era el lugar de descanso que iba a dar a su pueblo (contra G. von Rad, que ve la espiri(-)tualización del concepto en el salmo mismo; véase Gesammelte Studien zum Alten Testa(-)ment [Múnich 1965] 101-08 [trad. esp.: Estu(-)dios sobre el Antiguo Testamento (Salamanca 1982]). El autor lo entiende como una partici(-)pación en el descanso en el que Dios entró des(-)pués de que la obra de la creación hubiera quedado completada. Quienes sean fieles en(-)trarán en la morada de Dios, descrita aquí como un lugar de descanso, y no como el san(-)tuario celestial (modo habitual en que la de(-)signa el autor) ni como la ciudad permanente (13,14).
24 6-9. El autor intenta encontrar dentro del salmo su personal interpretación del des(-)canso de Dios. El sustantivo hebr. equivalente a «descanso» en Sal 95,11 es menüha y es dife(-)rente del vb. «descansar» en Gn 2,2 (sábat), pe(-)ro los LXX utilizan en ambos casos una pala(-)bra derivada de la misma raíz gr.: katapausis (Sal 95,11) y katapauó (Gn 2,2). De ahí que el autor de Heb encuentre en el texto del salmo una base para su interpretación. Sostiene él que lo que se les prometió a los hebreos no fue Palestina, sino una participación en el descan(-)so propio de Dios tras la creación; cf. la idea ju(-)día de que el sábado, que refleja ese descanso, es «la imagen del mundo venidero» (Gen. Rab.17 [12a]). Debido a su incredulidad, muchos de los hebreos del período del éxodo quedaron ex(-)cluidos de ese descanso, y ni siquiera los que entraron en Palestina bajo el mando de Josué (v. 8) entraron en el descanso prometido, que es una realidad mayor que la tierra prometida. (Puesto que la forma gr. de «Josué» es la mis(-)ma que la de «Jesús», el nombre como tal po(-)ne de relieve tanto la semejanza como el con(-)traste entre la figura del AT, que condujo a los hebreos a Palestina, y Jesús, que conduce a sus seguidores al descanso celestial de Dios.) Si no fuera así, Dios no seguiría ofreciendo la promesa mucho después de que Palestina hubiera sido ocupada. Sin embargo, sigue haciéndolo, como demuestra el mandato «de David» a los israelitas de su tiempo. Dicho mandato tam(-)bién va dirigido a los cristianos: «Si hoy escu(-)cháis su voz, no endurezcáis vuestros corazo(-)nes» (Sal 95,7-8). Debido a que la promesa sigue en pie, «queda un descanso sabático pa(-)ra el pueblo de Dios» (v. 9), una participación en el descanso sabático de Dios mismo.
25 11. esforcémonos por entrar: Aunque el vb. spoudazó, «esforzarse», también puede sig(-)nificar «apresurarse», el contexto no hace pen(-)sar en este significado. No se trata en absolu(-)to de darse prisa para entrar en el descanso, sino más bien de perseverar en el esfuerzo ne(-)cesario para alcanzarlo. 12-13. Estos dos ver(-)sículos continúan la exhortación a perseverar, pues la palabra de Dios juzga correctamente, dado que nada le es desconocido; a su luz han de ser juzgados dignos o indignos de entrar en el descanso de Dios los miembros de la pre(-)sente generación. 12. la palabra de Dios: Esto hace referencia al v. 7. Es la Palabra que habla a los seres humanos, invitándoles a la fe y la perseverancia. Es una Palabra salvadora, pero también juzga, puesto que condena a quienes se niegan a escucharla, viva y eficaz: La Pala(-)bra se describe de una manera calculada para poner de relieve su eficacia: produce vida (cf. Dt 32,47) y consigue su propósito (cf. Is 55,10-11) . No parece que el autor pretenda más que una personificación de la Palabra, aunque al(-)gunos ven aquí una referencia a la palabra de Dios encarnada en Jesús (cf. H. Clavier, «Ho logos tou theou dans lépitre aux Hébreux», New Testament Essays [Fest. T. W. Manson, ed. A. J. B. Higgins, Manchester 1959] 81-93; R. Williamson, ExpTim 95 [1983-84] 4-8). más cortante que espada alguna de dos filos: cf. Is 49,2; Prov 5,4; Sab 18,16. El poder de penetra(-)ción de la Palabra se describe con lenguaje filoniano (cf. Quis rer. div. 130-31), pero en su contexto Filón no habla del poder de la Pala(-)bra con respecto al juicio, como ocurre aquí. alma y espíritu: Algunos ven en estas palabras una concepción del ser humano como com(-)puesto de cuerpo, alma y espíritu (E. Schweizer, «Pneuma», TDNT 6.446); es difícil estar de acuerdo con F. F. Bruce en que «sería cierta(-)mente aventurado sacar de estas palabras conclusión alguna acerca de la psicología de nuestro autor» (Hebrews 82). Estos compo(-)nentes humanos, como las correlativas «arti(-)culaciones y médulas», están íntimamente co(-)nectados, y la declaración de que la Palabra es lo bastante cortante para separarlos se hace simplemente para insistir en su poder de pe(-)netración. capaz de juzgar las reflexiones y pen(-)samientos del corazón: El autor atribuye a la Palabra ese conocimiento de los seres huma(-)nos que sólo tiene Dios (cf. Hch 1,24; 15,8). 13. desnudo y patente: El ptc. gr. tetrachélismena, «patente», guarda relación con el sustanti(-)vo trachélos, «cuello». El contexto indica que es sinónimo de «desnudo», pero ninguna de las explicaciones de cómo llegó a adoptar ese significado resulta realmente satisfactoria. Las palabras gr. de la última frase de este versículo pueden significar «acerca de quien hablamos» o «a quien hemos de dar cuenta». Esto último se ajusta mejor al contexto. Williamson (véase el comentario al v. 12) considera probable que el significado sea «con quien el Logos (Pala(-)bra) está presente en favor nuestro», y compa(-)ra esta frase con Jn 1,1.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: Hebreos 3,7-11
Si Cristo es con mucho muy superior a Moisés, con tanto mayor razón se le ha de obedecer. Penas de los desobedientes.7 Por lo cual dice el Espíritu Santo: si hoy oyereis su voz,8 no queráis endurecer vuestros corazones, como sucedió cuando el pueblo estaba en el desierto en el lugar llamado contradicción y murmuración,9 en donde vuestros padres me tentaron, queriendo hacer prueba de mi poder, y en donde vieron las cosas grandes que hice.10 Yo sobrellevé a aquel pueblo con pena y disgusto, por espacio de cuarenta años, y dije: este pueblo sigue siempre los extravíos de su corazón. El no conoce mis caminos;11 y así, airado, he jurado que no entrarán en el lugar de mi descanso.Habiendo demostrado el Apóstol que Cristo tiene una excelencia superior a la de Moisés, concluye aquí que ha de prestársele mayor obediencia que a Moisés; para lo cual se vale de la autoridad del profeta David en el Salmo 94, donde propone primero la autoridad, que contiene una especie de exhortación, la explica y, por último, de la autoridad y su explicación saca la argumentación. Cuanto a lo primero, insinúa la autoridad de las palabras siguientes, pone la exhortación que trae dicha autoridad: "si oyereis hoy su voz", y cierta semejanza: "como cuando el pueblo estaba en el desierto". La autoridad de las palabras estriba en que no han sido proferidas por industria humana, mas por el Espíritu Santo. De ahí que diga: "por lo cual, como dice el Espíritu Santo"; como si dijera: de mayor dignidad es Cristo que Moisés; por tanto, si dimos oídos a Moisés, no hemos de endurecer nuestros corazones para no darlos a Cristo. Y alega las palabras del Antiguo Testamento en abono del Nuevo, para que nadie crea que sólo han de referirse al Antiguo Testamento, sino también al Nuevo y para otro tiempo, y son palabras del Espíritu Santo; porque, como dice San Pedro: "no traen su origen las profecías de la voluntad de los hombres, sino que los varones santos de Dios hablaron, siendo inspirados del Espíritu Santo" (2Pe 1,21). El mismo David dice de sí mismo: "el Espíritu del Señor habló por mi boca" (II S. 23); y con esto demuestra, contra los Maniqueos, que la autoridad es verdadera, porque su autor es el Espíritu Santo.Al decir luego: "si oyereis hoy su voz", pone la exhortación donde señala el tiempo, al decir: hoy; añade el beneficio: de oír su voz; y termina con la exhortación: "no queráis endurecer". El tiempo es hoy, es a saber, el tiempo del día; pues el tiempo de la ley antigua se decía noche, porque era tiempo de sombra (He X); mas el tiempo del Nuevo Testamento, porque rechaza la sombra nocturna de la ley, llámase día (Rm 13). Dícese también tiempo del día, por el nacimiento, la salida del sol de justicia (Mal. 4,2); a este día no le sucede noche, sino un día más esplendoroso, es a saber, cuando al mismo Sol de justicia le veamos, sin velos, en su rueda, por esencia. Y en tal día se nos hace un beneficio: "si oyereis su voz", porque la oímos, beneficio que no tuvieron en el Antiguo Testamento, en que sólo se oían las voces de los profetas. "Dios, que en otro tiempo habló a nuestros padres por los profetas. .. nos ha hablado últimamente en estos días por medio de su Hijo" (He 1,1; Is 52; Cant. 2); porque ahora es cuando se nos hace este beneficio tan deseado (Lc 19), que, por ser de tanto precio, se nos exhorta a su aprecio:"no queráis endurecer vuestros corazones". Corazón duro tiene mal son. Duro es el que no cede, sino resiste al que lo impulsa y no se deja sellar; y dícese así el corazón duro del hombre, cuando no cede al divino mandato ni se deja con facilidad estampar de las divinas impresiones. "El corazón duro lo pasará mal al fin de la vida" (Sir 3,27); "tú, al contrario, con tu dureza y corazón impenitente, vas atesorándote ira y más ira para el ¿ía de la venganza" (Rm 2,5). De dos causas procede este endurecimiento: de una, como si dijéramos, negativa, es a saber, de Dios que no ofrece su gracia (Rm 9); y de otra, positiva, por la que el pecador se endurece a sí mismo, no obedeciendo a Dios y no abriendo su corazón a la gracia". "Mas ellos no quisieron escuchar, y rebeldes volvieron la espalda, y se taparon sus oídos para no oír. Y endurecieron su corazón como un diamante, para no hacer caso de la Ley, ni de las palabras que Ees había dirigido el Señor por medio de su espíritu, puesto en boca de los anteriores profetas" (Zc. 7,2). Así pues, "no queráis endurecer vuestros corazones", esto es, no ios cerréis al influjo del Espíritu Santo (Hch 7).-"como cuando la exacerbación o sumo enojo". Pone una semejanza del tiempo pasado, porque a los fieles, de lo que han de hacer en el Nuevo Testamento, se les instruye por lo acontecido en el tiempo pretérito, según aquello: "todas las cosas que han sido escritas para nuestra enseñanza se han escrito" (Rm 15,4). Propone, primero, el ejemplo en general, poniendo ia culpa; luego en especial; mas para seguir ía exposición del Apóstol, es necesario poner en este texto el sentido que conviene a la exposición. Leemos que de muchas culpas que cometieron los hijos de 1srael dos fueron gravísimamente castigadas: una de desobediencia en el suceso de los exploradores (Nm. 13 y ¡4), otra de tentación. Por la primera indignóse el Señor de tal manera que quiso acabar con todo el pueblo; de ahí que jurase que ninguno entraría en la tierra de promisión, fuera de Caleb y Josué. Y este pecado le llama de modo especial exacerbación porque, aunque con los otros pecados hubiesen ofendido a Dios, con este otro le sacaron de quicio; así como cuando un fruto agrio, acerbo al gusto, no es a propósito para comerse como el maduro, así entonces la ira de Dios fue inflexible: "lo exacerbaron en el desierto, lo tentaron en la soledad" (Sal 77; Bar. 4).El otro pecado fue de tentación; pues frecuentemente tentaron a Dios, ora pidiéndole agua, ora carne, ora pan... hasta diez veces (Nm. 14; Job 19); por eso dice: "cuando el día de la tentación". Pudiera alguno pensar que era un mismo pecado exacerbación y tentación, de modo que el Apóstol quisiese decir: no queráis endurecer vuestros corazones como en la exacerbación, que fue cuando el día de la tentación; pero esto no va de acuerdo con la exposición del Apóstol. Por consiguiente, hay que leerlo en esta forma: no queráis endurecer vuestros corazones, como cuando la exacerbación; y nuevamente: como cuando el día de la tentación, de suerte que sean dos pecados, como lo expresa el Salmo 77: "y de nuevo tentaron a Dios, y exacerbaron al Santo de 1srael".Prosigue, por tanto, enumerando sus culpas en especial, al decir: "donde me tentaron o pusieron a prueba vuestros padres". Acerca de lo cual, pone primero el pecado de la tentación y luego el de la exacerbación; y del primero muestra su gravedad y pone su pena. Dice, pues, que cometieron el pecado de tentación en el desierto, porque allí "me tentaron vuestros padres"; y habla en persona del Señor; donde conviene advertir que tentar es hacer experiencia de algo que uno ignora. De donde el hecho de tentar a Dios procede de infidelidad. Pero es de saber que el tentar a Dios no siempre se hace con la intención de tentar y experimentar, sino, digamos así, a modo de tentación; mas, cuando el que lo hace no saca de hacerlo ninguna utilidad, entonces sí tienta. Asimismo si alguno, constreñido por la necesidad, se pone a peligro, con esperanza del socorro divino, no tienta a Dios; mas, si ninguna necesidad le obliga a ello: entonces sí tienta a Dios. Y así, dice El mismo: "no tentarás al Señor tu Dios", pues no había ninguna necesidad de echarse de ahí abajo. Así tentaron éstos a Dios, porque dudaron de su poder, clamando contra Moisés, como si Dios no pudiese darles alimento, habiendo visto por vista de ojos y palpado su poder en mayores proezas; por tanto, era pecado de infidelidad, que es el mayor de todos.Pone luego la gravedad de la culpa, al decir: "queriendo hacer prueba de mi poder"; que tanto mayor es el pecado cuanto mayores los beneficios que uno recibe y mayor la certeza que tiene del poder divino, y, eso no obstante, viene a dudar. Estos vieron las maravillas y prodigios que el Señor obró en tierra de Egipto, el paso del mar Rojo y otros milagros, y, con todo eso, no creyeron, como dice Num 14: "son los hombres que han visto mi majestad y los prodigios que tengo hechos en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya por diez veces". Por eso dice: "me pusieron a prueba", esto es, quisieron hacer la experiencia, "y vieron", esto es, experimentaron, palparon "las cosas grandes que hice", conviene a saber, efectos que no hubieran llegado a producirse, a no haber sido de poder infinito el que tales maravillas hacía. Y todo esto no un día, sino "cuarenta años" que permanecieron en el desierto, pues siempre tuvieron el maná y la columna de fuego y nube; o tuvieron la prueba de haberme visto, es a saber, que les acudí puntualmente en cuanta necesidad tenían. Lo de los 40 años, según la intención del Apóstol, se refiere a lo precedente; según la del Salmista, a lo posterior, de manera que se lea: "Yo sobrellevé a aquel pueblo, con pena y disgusto, por espacio ds 40 años", y tal es el texto de San Jerónimo.-"por lo cual me di por ofendido". Pónese la pena del pecado, y la letra del texto se lee de dos maneras, es a saber: ofendido o próximo: y lo mismo es "propter quod", esto es, por causa del pecado me di por ofendido o me indigné, no.porque la ira quepa en Dios, sino por vía de semejanza, ya que castiga como si estuviera indignado; y de esta pena se hace mención frecuente en el Éxodo y en el libro de los Números, pues muchas veces fueron abatidos y humillados; de ahí que también en 1Co X se hable de la pena de este pecado. O léase también "estuve cerca" de ellos, es a saber, castigándolos; porque, cuando el Señor socorre a los buenos y castiga a los malos, cerca está entonces de ellos; mas, cuando disimula los pecados de los hombres por la penitencia, y la aflicción de los justos para que crezca mas su mérito, entonces parece también que esta lejos (Jb 22). O dígase próximo, en lo tocante a su divina misericordia, pues el hecho mismo de castigarlos temporalmente señal es de gran misericordia. A trueque de que me perdones y no quede nada que perdonar -dice San Agustín-, aquí el cuchillo, aquí el cauterio, Señor.-"y dije". Pónese luego el pecado de exacerbación en especial; lo cual parece por lo que abajo dice: "a quienes airado juré..." Y acerca de esto, a continuación de la culpa pone la pena. La culpa es doble: una en la obstinación de lo malo, otra en retroceder de lo bueno; y a ésta se refiere: "pero ellos no conocieron mis caminos". Dice, pues: Yo estuve muy cerca de ellos, conviene a saber, castigándolos; y dije, esto es, con previsión eterna: "este pueblo sigue siempre los extravíos de su corazón" (Dt. 3 1; Jr 13). Así que de un modo exacerba uno a Dios cuando con pertinacia se adhiere a lo malo, y de otro cuando menosprecia lo bueno. De ahí que diga: "pero ellos no conocieron mis caminos", esto es, no con simple ignorancia, sino afectada, de suerte que el sentido sea éste: no conocieron, esto es, no les vino en gana conocer (Jb 21; Salmo 35); o, no conocieron, es a saber, no dieron su aprobación, como dice el Apóstol: "conoce el Señor quiénes son los suyos".Señala, por consiguiente, la pena, al decir: "a quienes ¡uré"; con cuyo vocablo indica la inmutabilidad, pues quiere firmeza en los juramentos; que, cuando leemos de Dios o del ángel que jura, señal es que es juramento inmutable: "¡uro el Señor, y no le pesará de haberío jurado" (Sal 109,4). Empero, en veces, no jura sino con condición, conviene a saber, que, si no se enmiendan, les sucederán estos males. 1ndica también que esta pena no es de amenaza, sino de exterminio, puesto que dice: "en mi ¡ra" (Sal 6). Jura, pues, airado: "si líegan a entrar en el lugar de mi descanso". Es una construcción manca, como la del que está airado, que deja sin concluir sus palabras; y empléase si en lugar de no, esto esr no entrarán en mi descanso; que es de 3 géneros: uno temporal, de que habla San Lucas: "ya tienes muchos bienes de repuesto para muchísimos años. Descansa, come, bebe y date buena vida" (12,19). Otro es la paz de la conciencia: "trabajé poco y hallé mucho descanso" (Sir 5!,35). El tercero es el descanso de la gloria eterna: "en paz, no bien me acuesto, estoy dormido" (Sal 4,9). Puede, por tanto, aplicarse lo que aquí se lee a cualquiera de estos descansos, de modo que se diga: pero ellos no entraron ni en el descanso de la tierra de promisión, ni en el de la paz de la conciencia, ni en el descanso de la fruición eterna.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

6. JESÚS, HIJO DE DIOS (3/01-06).

1 Por lo tanto, hermanos del pueblo santo, que compartís una vocación celestial, poned vuestro pensamiento en el apóstol y sumo sacerdote, objeto de nuestra profesión de fe, a Jesús, 2 que ha sido fiel al que lo constituyó, como a su vez lo fue Moisés en la casa de Dios. 3 Porque él ha sido considerado tanto más digno de gloria que Moisés, cuanto mayor es el honor del propio constructor que la casa misma. 4 Toda casa tiene un constructor; pero el constructor del universo es Dios. 5 Moisés fue fiel en toda la casa de Dios en su calidad de mayordomo, para dar testimonio a cosas que habrán de decirse más tarde. 6 Cristo, por el contrario, en su calidad de Hijo, está al frente de su propia casa: casa que somos nosotros, con tal que mantengamos firme hasta el final la confianza y la gozosa satisfacción de la esperanza.

La carta lleva adelante su exposición cristológica no por ella misma, sino para poner un modelo ante los ojos de los creyentes de ánimo decaído. Deben aprender a poner su pensamiento en Jesús y a tener así participación en él (cf. 3,14) o convertirnos en casa de Dios (usando la expresión utilizada en el texto). «Casa de Dios» es un título honorífico del pueblo de Israel, de la santa comunidad cultual de la antigua alianza. Ahora han entrado los cristianos en posesión de la herencia del antiguo pueblo de Dios, son la casa que Dios se ha preparado, caso que se mantengan firmes en su vocación celestial con la misma fidelidad que mostró Cristo para con Dios. Que el autor insista ahora tanto en la fidelidad del «apóstol 10 y sumo sacerdote... Jesús» y le dedique incluso una prueba de Escritura que nosotros no podemos seguir ya en detalle, es cosa que se explica por la situación de la comunidad a que se dirige.

La fidelidad comienza a flaquear, algunos descuidan ya el asistir a las asambleas cultuales (cf. 10,25), de aquí a la apostasía de la fe no hay sino un paso. A la vez no hay que olvidar que la apostasía de la fe puede producirse de diversas maneras. No sólo mediante la ruptura abierta con la comunidad de salvación, sino también con oposición interior, con un comportamiento indigno de la vocación celestial venida del cielo y que lleva al cielo.

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10. Aquí tenemos el único pasaje del Nuevo Testamento en que se llama «apóstol» a Jesús. El título, apli cado a Jesús, significa «enviado de Dios» y responde, por tanto, a los numerosos textos, especialmente del Evangelio de san Juan que hablan de que el Hijo ha sido enviado por el Padre.

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III. NO ENDUREZCÁIS VUESTROS CORAZONES (3,7-4,13).

1. TEXTO DE SAL /Sal/095/07-11 (3/07-11).

7 Por eso, como dice el Espíritu Santo, «Hoy, si oís su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión, el día de la tentación en el desierto, 9 cuando vuestros padres me tentaron y pusiéronme a prueba, aunque vieron lo que yo había hecho 10 en cuarenta años. Por eso me irrité contra esta generacíón; y dije: Siempre andan desviados en sus corazones, y no reconocieron mis caminos. 11 Así que juré en mi cólera: jamás entrarán en mi reposo.»

Del Espíritu Santo proviene el texto que la carta toma como base de su homilía amonestadora y -como pronto veremos- prometedora. El mismo Espíritu Santo ha de descubrirnos el sentido de sus palabras y reblandecer la dureza de nuestros corazones. La peregrinación del pueblo elegido por el desierto hacia la tierra prometida, el lugar de reposo de Dios 11, parece haber sido en fecha muy temprana tema preferido de la primitiva predicación cristiana. A los corintios, que propendían a la lascivia y a la idolatría, les había hecho ya presente san Pablo el escarmiento de la generación del desierto (1Co_10:1-13). Pero, mientras el apóstol alude directamente a las narraciones del Pentateuco, la carta a los Hebreos elige la segunda parte del salmo 95 como base para su homilía. La elección del salmo tiene importancia por cuanto en conjunto ofrece el carácter de un cántico litúrgico procesional que invita a entrar en el santuario: «¡Venid, cantemos jubilosamente a Yahveh; cantemos gozosos a la roca de nuestra salvación! Lleguémonos a él con alabanzas, aclamémosle con cánticos. Venid, postrémonos en tierra ante él; doblemos nuestra rodilla ante Yahveh, nuestro hacedor» (Psa_95:1.2.6)12 En primer lugar llama la atención el que esta invitación gozosa y solemne al culto divino esté asociada con el recuerdo de las fatigas y extravíos del tiempo del desierto. Pero en realidad las dos ideas no son tan diferentes como pudiera parecer. En efecto, el acercamiento cultual a la presencia de Dios sólo tiene valor de signo con respecto a lo que tiene lugar en el plano profano de ia vida. El que el hombre entre realmente en el lugar de reposo de Dios no depende precisamente de su observancia litúrgica, sino de su obediencia a Dios en las pruebas de la vida cotidiana. El texto de los Setenta seguido por nuestra carta (como también en los demás casos), tradujo los toponímicos hebreos de Meribá y Massá conforme a su sentido etiológico 13. «Rebelión» y «tentación» (en el sentido de tentar, de «poner a prueba» a Dios) se convirtieron así como en etapas siempre actuales en la peregrinación por el desierto de la vida humana.

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11. Cf. Deu_12:9; Isa_66:1; 1Ki_8:56; Psa_134:14; Act_7:49.

12. La Iglesia utiliza desde antiguo este salmo como «invitatorio» en el rezo cotidiano de las horas.

13. Numerosas narraciones veterotestamentarias tratan de explicar cómo surgió el nombre de un lugar. Por eso se designan estas historias como etiológicas (del griego aitia = causa, motivo); cf. Exo_17:1-17.

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2. GUARDARSE DE LA INCREDULIDAD Y EL PECADO (3/12-14).

12 Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros se halle un corazón malvado e incrédulo que lo aparte del Dios vivo; 13 por el contrario, animaos mutuamente cada día, mientras aquel hoy perdura, sin que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque hemos sido asociados a Cristo, a condición de que mantengamos firme hasta el final la confianza del principio.

El autor se dirige aquí a la entera comunidad y no, como se podía prever, a los cristianos que están en peligro de renunciar a su fe. Como hermanos que son, tienen todos el deber de atender unos a otros y de cuidarse especialmente de aquellos que no prestan ya oídos a la voz de Dios. La responsabilidad pastoral incumbe no sólo a los que «dirigen» (Exo_13:17); a todo cristiano se invita a tener los ojos abiertos cuidando de que no se pierda el hermano, a todos se confía -como se diría hoy- la función «sacerdotal» de apoyar y consolar, la paraklesis 14. Una palabra de estímulo o de amonestación puede actuar contra el endurecimiento del corazón, ese endurecimiento del alma que vuelve a los hombres amargados, descontentos y egoístas. El que se deja engañar por el pecado acaba por perder su vínculo con el Dios viviente, renuncia a la comunión con Cristo y se aparta de la comunidad de salvación, de los llamados al reposo celestial de Dios. Aislamiento y soledad son el destino del que no puede mantener firme la confianza que en un principio le había dado la fe.

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14. La palabra paraklesis está materialmente relacionada con la función del Paráclito, el Espíritu Santo «consolador».

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3. CONMINACIÓN A LOS DESOBEDIENTES (3/15-04/02).

15 Cuando la Escritura dice: «Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión», 15 ¿Quiénes fueron los que escucharon y se rebelaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por la gestión de Moisés? 17 ¿Y contra quiénes se irritó Dios durante cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tirados por el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a los rebeldes? 19 Y en realidad vemos que, debido a su incredulidad, no pudieron entrar.

(Exo_4:1). Así pues, temamos, no sea que, aun quedando en pie la promesa de entrar en el reposo de Dios, alguno de vosotros se encuentre con que se ha quedado atrás. 2 Porque también a nosotros, como a ellos, ha sido anunciado el Evangelio; pero a ellos no les sirvió de nada la palabra oída, por no estar, en los que la oyeron, unida con la fe.

A los israelitas que habían salido de Egipto había jurado Dios que no entrarían en su lugar de reposo, en la tierra prometida. La carta a los Hebreos hubiera podido contentarse con sacar de este hecho referido por la Escritura enseñanzas para la comunidad cristiana. Pero para el autor no es la Escritura sólo una palabra de otro tiempo y para otro tiempo, sino una interpelación dirigida inmediatamente al hoy. Por eso su utilización homilética del texto se extiende mucho más allá de su mera aplicación moral: quiere convencer a los lectores, u oyentes, de la actualidad de lo que el Espíritu Santo anunció anticipadamente. Ahora bien, si el mensaje conminatorio del salmo 95 sigue estando en vigor, ¿en qué ha de basar la comunidad cristiana su esperanza de poder entrar en el descanso de Dios? En primer lugar pone en claro el autor que la cólera de Dios sólo se dirigió contra los pecadores, los desobedientes y los incrédulos. De aquí se sigue que para los creyentes está despejado el camino que lleva al reposo de Dios. El mensaje conminatorio se convierte en un mensaje gozoso, en una buena nueva. Nosotros somos el pueblo de Dios que peregrina, constantemente tentado a querellarse con Dios, a perder de vista la meta de las promesas y a no hacer caso de la voluntad de Dios. La auténtica fe, en cambio, da prueba de sí en la obediencia y en la adhesión imperturbable a la palabra de Dios. Más aún, la palabra de Dios debe entrar con nosotros, los oyentes, en una especie de combinación 15 química, pues, de lo contrario, nos aprovecharía tan poco como a los israelitas de tiempos de Moisés.

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15. La palabra usada en el texto griego designa siempre un estado de íntima fusión de dos cosas (por ejemplo: Dan_2:43, mezcla de hierro y barro; 2Ma_15:39, mezcla de agua y vino). El aglutinante es en nuestro pasaje la fe.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Cristo superior a Moisés, 3:1-6.
1 Vosotros, pues, hermanos santos, que participáis de la vocación celeste, considerad al Apóstol y Pontífice de nuestra confesión, Jesús, 2 fiel al que le hizo, como lo fue Moisés en toda su casa. 3 Y es tenido por digno de tanta mayor gloria que Moisés, cuanto mayor que la gloria de la casa es la del que la fabricó. 4 Pues toda casa es fabricada por alguno, pero el Hacedor de todas las cosas es Dios. 5 Y Moisés fue fiel en toda su casa, como ministro que había de dar testimonio de las cosas que se habían de decir; 6 pero Cristo está como Hijo sobre su casa, que somos nosotros, si retenemos firmemente hasta el fin la confianza y la gloria de la esperanza.

Dentro del tema general de la superioridad de la religión cristiana sobre la judía, toca ahora hablar de Moisés. Había sido el mediador de la Antigua Alianza y, por la tradición judía, era considerado como el más grande entre los hombres, superior incluso, bajo ciertos aspectos, a algunas categorías de ángeles. Afirmar la superioridad de Cristo sobre Moisés era algo que siempre hacía impresión a mentalidades judías.
La perícopa está unida literariamente con mucha habilidad a la anterior a través del adjetivo fiel, uno de los atributos de Cristo sacerdote (2:17), y que de nuevo se recoge (3:2) para comenzar la comparación con Moisés. En esta comparación, cuya intención evidente es la de hacer resaltar la superioridad de Cristo sobre Moisés, hay una imagen o metáfora que está en la base misma de todo el razonamiento: es la imagen de casa, que se emplea tanto para designar la economía mosaica (v.2) como para designar la obra cristiana (v.6). Sin embargo, hay fácil tránsito de la imagen de casa-edificio a la de casa-familia, contribuyendo esto no poco a cierta oscuridad en todo el pasaje.
A fin de vencer en lo posible esa oscuridad, vamos a proceder por partes, distinguiendo tres fases o etapas en el razonamiento: fidelidad de Jesucristo y de Moisés (v.1-2); Jesucristo, superior a Moisés, como el arquitecto superior a la casa construida ^.3-4); Moisés actúa como siervo en la casa de Dios, mientras que Jesucristo como hijo sobre su propia casa (? .5-6). De estos tres apartados, el primero (v.1-2) no ofrece dificultad especial, limitándose a recordar la fidelidad de Jesús, que es comparada a la de Moisés, expresamente elogiada por Dios en la Escritura (cf. Num_12:7). Evidentemente, la fidelidad o lealtad de Jesús para con Dios fue inmensamente superior a la de Moisés; pero esto aquí se deja de lado. El autor de la carta se contenta con afirmar que Cristo fue fiel al que le hizo (tal), es decir, al que le hizo apóstol y pontífice (cf. v.1), como fue fiel Moisés en toda su casa, es decir, en la administración y gobierno de la casa o familia de Dios, que era el pueblo de Israel 416.
El segundo apartado (v.3-4) es el de más difícil interpretación. Se dice, en resumen, que Jesús es tanto más digno de honor que Moisés cuanto es más digno de honor el constructor de una casa que la casa misma (v.3); añadiendo, sin que se vea claramente la hilación, que Dios es el supremo constructor de todas las cosas, y, por consiguiente, también de esa casa (v.4). ¿Qué se quiere decir con todo esto? Desde luego, si tratamos de aquilatar, la respuesta no es fácil. Nada tiene de extraño que Jesús, autor y ordenador de la nueva economía religiosa (cf. v.6; Num_2:10), sea comparado al constructor de una casa; aunque sí resulta extraño, al menos para nuestra mentalidad, que Moisés lo sea a la casa misma construida. Con todo, la imagen está ahí y no toca a nosotros el cambiarla. Probablemente lo que se intenta decir es que Moisés, aunque legislador y mediador de la antigua obra religiosa, no era autor ni constructor de esa casa, como lo es Jesús de la suya, sino simple inquilino o miembro, al que Dios elige para una determinada función, pero sin que le coloque por encima de la casa misma. Lo que se añade en el v.4 parece, muy en consonancia con la mentalidad y modo de hablar de los judíos, no tiene otra finalidad sino recordar que, como en todas las cosas, también cuando se trata de establecer una obra de bendición mosaica o cristiana, es siempre Dios, principio y último fin de todo, el supremo constructor y ordenador (cf. 1:1-2; 2:10). No creemos que pueda alegarse este versículo para probar la divinidad de Jesucristo, conforme hacen bastantes autores.
Queda el tercer apartado (v.5-6), que ofrece ya menos dificultad. Prácticamente viene a decirse lo mismo que en el apartado segundo, aunque cambiando un poco la imagen. Jesucristo no es ya el constructor de la casa, sino el hijo que manda sobre ella; y Moisés no es la casa misma, sino un siervo que trabaja en la casa (de Dios). El oficio que se asigna a Moisés es el de dar testimonio de las cosas que se habían de decir (??? ????????? ??? ???? 3???????? , ? .5). No es claro si con esto se alude simplemente a que transmitía al pueblo lo que Dios le decía, o hay aquí una alusión a su función profética respecto del Mesías, idea que sin duda estaba muy en el ambiente (cf. Lev_24:27; Jua_5:46). Con esta última interpretación, a la que damos bastante probabilidad, resaltaría aún más su inferioridad respecto del Mesías. La casa sobre la que manda Jesucristo (v.6) es suya (cf. v.3) y es de Dios (cf. v.4); esa casa somos nosotros (v.6; cf. Efe_2:20-21; 1Ti_3:15); pero para pertenecer a ella hay que seguir firmes en la fe, alentados por la gloria que nos espera (cf. Rom_5:2; Rom_8:18).

Nueva exhortación a la perseverancia en la fe,Rom_3:7-19.
7 Por lo cual, según dice el Espíritu Santo: Si oyereis su voz hoy, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión, como el día de la tentación en el desierto, 9 donde vuestros padres me tentaron y me pusieron a prueba, y vieron mis obras 10 durante cuarenta años; por lo cual me irrité contra esta generación, y dije: Andan siempre extraviados en su corazón y no conocen mis caminos, 11 y así juré en mi cólera que no entrarían en mi descanso. 12 Mirad, hermanos, que no haya entre vosotros un corazón malo e incrédulo, que se aparte del Dios vivo; 13 antes exhortaos mutuamente cada día, mientras perdura el hoy, a fin de que ninguno de vosotros se endurezca con el engaño del pecado 14 Porque hemos sido hechos participantes de Cristo en el supuesto de que hasta el fin conservemos la firme confianza del principio; 15 mientras se dice: Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión. 16 ¿Quiénes, en efecto, se rebelaron después de haber oído? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por obra de Moisés? 17 ¿Y contra quiénes se irritó por espacio de cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes sino a los desobedientes juró que no entrarían en el descanso? 19 En efecto, vemos que no pudieron entrar por su incredulidad.

De nuevo, como en 2:1-4, se interrumpe la exposición doctrinal, para intercalar una exhortación a los destinatarios a que se mantengan firmes en la fe que han abrazado. La exhortación continuará a lo largo del capítulo cuarto. No deja de llamar la atención el modo cómo el autor se vale de la Escritura. Supone como tres fases o etapas en esa llamada de Dios: la que hizo a los israelitas del desierto, la hecha a los judíos de tiempos del Salmista, y la que hace ahora a los cristianos.
En efecto, como base de la exhortación se toman las palabras de Sal 95:Sal_8:11, en que el salmista invita a los judíos, sus contemporáneos, a que oigan la voz de Dios y se muestren más dóciles que la generación de tiempos de Moisés en el desierto. Fue aquella una generación perversa, en continua rebeldía contra Dios, exigiendo siempre de El nuevos milagros y olvidándose cada día de los del día anterior; por eso Dios, irritado, la castigó a morir en el desierto, no permitiéndole entrar en el reposo de la tierra de Canaán (v.y-n; cf. Exo_17:1-7; Num_14:29-33; Num_20:2-13).
De esta larga cita 417, introducida con la fórmula dice el Espíritu Santo (v.7; cf. 2:6), el autor de la carta hace en seguida la aplicación a sus lectores (v. 12-19). La conducta de Dios con la generación del desierto debe servirles de aviso. Recomendación parecida hace San Pablo en 1Co_10:1-13. Si entonces, por su incredulidad, aquella generación fue fuertemente castigada por Dios y excluida de la entrada en el descanso de la tierra prometida (cf. v. 16-19), tema también ahora la generación cristiana, no sea que, incrédula al Evangelio, irrite a Dios y sea excluida del descanso del Señor, primero el de la justicia y unión con Dios acá en la tierra, y luego el de la eterna felicidad en el cielo (cf. v.12-15). Todo da la impresión de que el autor de la carta estaba preocupado por el peligro de la pérdida de la fe en los destinatarios. Por eso insiste en que no basta haber sido incorporados a Cristo por la fe y el bautismo, sino que, para que no nos pase como a la generación del desierto, hay que conservar hasta el fin la firme confianza del principio (v.14). También insiste en que el hoy de la llamada divina (v.13 y 15) subsiste al presente para nosotros, como subsistía entonces para los contemporáneos del salmista; pero cuidémonos de no desaprovecharlo mientras perdura, exhortándonos mutuamente a la constancia en la fe, pues pasará y entonces ya no habrá remedio, como sucedió a los de la generación del desierto.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Un llamado a la fidelidad

El Sal. 95:7-11 ofrece una seria advertencia sobre el rechazo a escuchar la voz de Dios, al endurecernos en la incredulidad y fallar en alcanzar el reposo que él ha prometido a su pueblo. El autor se muestra muy apasionado en su exposición del pasaje del Salmo porque es claro que está preocupado por ciertas tendencias en el grupo al cual se dirige. De modo que el peligro de abandonar a Cristo, mencionado brevemente en 2:1-4, se expone más completamente. Sin embargo, a pesar de la seriedad de la advertencia, el poder de la Escritura para desafiar y cambiar a los creyentes recibe un nuevo énfasis. Dios sostiene a su pueblo por medio de las palabras que él les ha hablado y por medio del ministerio de aliento que pueden tener unos con otros.

El descanso que Cristo ha asegurado a su pueblo se interpreta según Gén. 2:2. Es el descanso del sábado en el cual Dios entró después de completar la creación del mundo. La tierra de Canaán, donde Josué estableció a los israelitas en su tiempo, era un anticipo del reposo definitivo para el pueblo de Dios. Con una nueva advertencia de no perder ese reposo, el autor hace una afirmación final sobre el poder de la palabra de Dios para descubrir y juzgar el corazón humano.

7-11 El Espíritu Santo se señala como quien habló por medio de David en la redacción del Sal. 95 (3:7; 4:7). El Espíritu continúa hablando a las siguientes generaciones de cristianos por medio de esta Escritura advirtiéndoles que se aseguren de que cada día sea un renovado hoy en el cual puedan oír su voz y vivir. Los que dejaron Egipto con Moisés tenían las palabras de promesa y advertencia de Dios resonando en sus oídos, pero endurecieron sus corazones y no respondieron con fe y obediencia. Provocación y prueba son traducciones de los nombres hebreos Meriba y Massa (Exo. 17:1-7; cf. Núm. 20:1-13). Al comienzo y al fin de sus andanzas por el desierto, los israelitas demostraron ser particularmente incrédulos en aquellos lugares. Pusieron a gran prueba a Dios en el sentido de que fueron tan lejos como les era posible en provocarlo a juzgarlos (v. 9). El período de 40 años en el desierto era una demostración de la ira de Dios con aquella generación, pero también era una oportunidad para experimentar sus bondadosos caminos una y otra vez (v. 10). Como se habían negado a arrepentirse y confiar en él, dice juré en mi ira que ellos no podrán entrar en mi reposo en la tierra que había prometido a sus antepasados como herencia (v. 11; cf. Núm. 14). Ese privilegio sólo podría ser alcanzado por sus hijos.

12, 13 El autor quiere que sus hermanos creyentes tengan cuidado unos de otros como para que ninguno se pierda. La dedicación a entender y ayudar a otros en la iglesia local es algo necesario. El mayor peligro es que alguno de la congregación pueda tener un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo. Como los israelitas mencionados en el Sal. 95:7-11, a veces cristianos practicantes se alejan de Dios en apostasía (gr. apostenai) o sea en una deliberada y abierta rebelión. Esto puede ser provocado por el sufrimiento o la persecución o por la presión de la tentación, pero la causa raíz siempre es la incredulidad. Dicho de otra manera, puede ser que alguno de nosotros se endurezca por el engaño del pecado. El pecado es un poder activo y agresivo que debe ser resistido. Si endurecemos nuestros corazones contra la palabra de Dios (v. 8), el pecado tendrá riendas sueltas y puede ser que alguno de vosotros se endurezca (13). Para más comentarios sobre la apostasía, véanse las notas sobre 6:4-6; 10:26-31; 12:15-17. El antídoto radica en el exhortarnos los unos a los otros cada día, mientras aún se dice Hoy. Tal aliento se basará en la Escritura, de acuerdo con el mismo ejemplo del autor (gr. parakaleite, alentad, recuerda la descripción del libro de Heb. como logos parakleseos palabra de exhortación, en 13:22). Puede tener lugar de manera formal en el contexto de reuniones cristianas (cf. 10:24, 25) o en los contactos informales diarios que los cristianos tienen entre sí. De cualquier manera, un ministerio basado en la palabra de los unos a los otros es la clave para la fidelidad y la perseverancia. No es sólo una responsabilidad de los líderes de la iglesia, sino un deber de cada cristiano.

14, 15 Por la gracia de Dios los creyentes han llegado a ser participantes de Cristo y de todo lo que él ofrece. Esto es un paralelo de la afirmación de que somos su casa (v. 6): ¡la bendición ya ha sido otorgada! Sin embargo, como en el v. 6, la idea de una nueva condición o hecho se introduce en el v. 14. Demostramos que en verdad pertenecemos a Cristo si después de todo retenemos el principio de nuestra confianza hasta el fin. La fe es lo que provee el fundamento subyacente para esa confianza. La fe perseverante es una señal de la verdadera conversión (cf. Mar. 13:13). La fe no es una buena obra que nos salva, sino el medio por el cual nos aferramos a las promesas de Dios y permanecemos en la relación que él ha hecho posible para nosotros por medio de su Hijo. Aquellos que abandonan esa confianza en Cristo y se apartan de él muestran que nunca fueron genuinamente participantes de Cristo. En consecuencia, el autor subraya nuevamente la necesidad de prestar atención cada día a la voz de Dios y no ser endurecidos por la incredulidad (v. 15).

16-19 Por medio de una serie de apremiantes preguntas se desarrollan aun más las implicaciones del Sal. 95:7-11. Aquellos que habiendo oído le provocaron eran los mismos que experimentaron directamente la bondad de Dios al sacarles de Egipto. Tenían todos los motivos de aliento para perseverar en la fe durante su viaje a la tierra prometida. Pero se autodescalificaron para entrar en su reposo porque persistentemente no obedecieron. Esa desobediencia fue debido a su incredulidad.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 Christ is more worthy then Moses, 7 therefore if we beleeue not in him, we shalbe more worthy punishmet then hard hearted Israel.
1 Wherfore holy brethre, partakers of the heauenly calling, consider the Apostle and high Priest of our profession Christ Iesus,
2 Who was faithful to him that [ Greek: made, 1Sa_12:6.] appointed him, as also Moses was faithfull in all his house.
3 For this man was counted worthy of more glory then Moses, in as much as he who hath builded the house, hath more honour then the house.
4 For euery house is builded by some man, but hee that built all things is God.
5 And Moses verely was faithfull in all his house as a seruant, for a testimonie of those things which were to be spoken after.
6 But Christ as a Sonne ouer his owne house, whose house are wee, if we hold fast the confidence, and the reioycing of the hope firme vnto the end.
7 Wherfore as the holy Ghost saith, [ Psa_95:7.] To day if ye will heare his voyce,
8 Harden not your hearts, as in the prouocation, in the day of temptation in the wildernesse:
9 When your fathers tempted me, prooued me, and saw my works fourty yeeres.
10 Wherefore I was grieued with that generation, and sayd, They doe alway erre in their hearts, and they haue not knowen my wayes.
11 So I sware in my wrath: [ Greek: if they shall enter.] they shall not enter into my rest.
12 Take heed, brethren, lest there be in any of you an euill heart of vnbeleefe, in departing from the liuing God.

[Vnbeleeuers.]

13 But exhort one another dayly, while it is called To day, least any of you be hardned through the deceitfulnesse of sinne.
14 For wee are made partakers of Christ, if we hold the beginning of our confidence stedfast vnto the end.
15 Whilest it is sayd, To day if yee will heare his voice, harden not your hearts, as in the prouocation.
16 For some when they had heard, did prouoke: howbeit not all that came out of Egypt by Moses.
17 But with whom was he grieued fourty yeeres? was it not with them that had sinned, whose carcases fell in the wildernesse?
18 And to whom sware he that they should not enter into his rest, but to them that beleeued not?
19 So we see that they could not enter in, because of vnbeleefe.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El hoy de Dios. Toda la carta a los Hebreos es una exhortación a la comunidad cristiana a mantener su fidelidad a Cristo. Parece que el entusiasmo y la vitalidad cristiana de las primeras generaciones había decaído, dando paso al desaliento, al cansancio y quizás a la duda. ¿Pensaban algunos de los Hebreos volver a la ley judía que habían abandonado, añorando quizás el culto, los sacrificios y el sacerdocio del Templo de Jerusalén? Posiblemente por ello, el tono de la homilía se vuelve duro y premonitorio.
En lugar de exhortar con sus propias palabras hace que les hable directamente el Espíritu Santo a través del Sal_95:7-11 : si «hoy escuchan su voz» (7); el mismo Espíritu es el que les dice lo que sucedió en el desierto a los israelitas que fueron infieles. Invitados por Dios para entrar en posesión de la tierra prometida, muchos de ellos se acobardaron, desconfiaron y se rebelaron, por lo cual fueron castigados a vagar por el desierto hasta morir, sin alcanzar el descanso de la promesa.
El tema del Éxodo era frecuente en la catequesis de la Iglesia primitiva (cfr. 1Co_10:1-7). La comunidad cristiana era considerada como el nuevo pueblo de Dios, caminando como en un nuevo éxodo hacia el descanso definitivo en el reino de Dios. El predicador ve este éxodo de la comunidad cristiana en el «hoy de Dios», con todo lo que tiene de oportunidad y de urgencia para perseverar en el camino hasta el final, con el mismo entusiasmo y la misma firmeza con que comenzó la marcha. Solo así «seremos compañeros del Mesías» (14). Los que murieron por el desierto, continúa el predicador, también fueron guiados por Moisés, también oyeron su voz, pero «por su incredulidad no pudieron entrar» (19) en el descanso de Dios.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Porque Dios descansó al final de la creación (cfr Gn 2,2), el descanso fue establecido en el Antiguo Testamento como una imitación de la manera del actuar divino (cfr Ex 20,10-11). Asimismo, el Éxodo era considerado como una nueva creación, al final del cual hubo también un descanso, es decir, la entrada en la tierra prometida. El autor de la carta da una orientación cristiana a este episodio: el Éxodo es la redención obrada por Cristo que como nuevo Moisés nos introduce en el descanso eterno.

La actualidad de la palabra del Espíritu Santo es permanente, sigue viva «hoy» (v. 13). Por eso, se toma pie del Salmo 95 -donde se hace alusión a una rebeldía de los israelitas en el desierto, cuando se quejaron ante Dios por la falta de agua (cfr Ex 17,1-7)- y se exhorta a imitar a los que entonces fueron fieles y creyeron a la promesa de entrar en el «descanso» de Dios. El castigo del Señor por las faltas de fe en Él y en Moisés, por las murmuraciones y desobediencias del pueblo escogido, es un estimulo vivo y actual para la perseverancia del cristiano. «Pórtate bien ahora, sin acordarte de ayer, que ya pasó, y sin preocuparte de mañana, que no sabes si llegará para ti» (S Josemaría Escrivá, Camino 253).


Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*3:7-4:13 Digresión parenética inspirada en Sal 95:7-11 y en la figura histórica de Moisés, que compara la vida cristiana con la peregrinación de Israel por el desierto durante cuarenta años. En función de esta cita, el uso litúrgico ha consagrado el Sal 95:1-11 como el texto exhortatorio por excelencia.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Jesús es «Apóstol», porque es el «Enviado» que nos revela al Padre, y «Sumo Sacerdote», porque es el Mediador entre Dios y los hombres.

2. Num_12:7.

7-11. Sal_95:7-11 Ver Ex. 17 1-7; Núm. 14 21-23; 20.2-13.

17. Núm. 14. 29.

Torres Amat (1825)



[2] Al pueblo de los judíos, de que fue caudillo.

[7] Sal 105 (104), 8.

[13] El tiempo de esta vida, hasta cuando llegue el día perpetuo de la eternidad.

[14] Estamos unidos e incorporados con Jesucristo, desde cuando renacimos con él, recibimos la nueva vida de la gracia y fuimos hechos miembros de Cristo por medio del bautismo. Ef 3; Gal 3; 2 Cor 10.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.2 Nm 12.7.

[2] 3.9 Cuarenta años: Nm 14.20-35.

[3] 3.7-11 Sal 95.7-11 (gr.).

[4] 3.15 Sal 95.7-8.

[5] 3.16-18 Cf. Nm 14.1-35; Dt 1.26.

[6] 3.19 Cf. Nm 14.39-45; Dt 1.41-45.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_14:21-23

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_14:21-23

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ταύτῃ WH Treg NA28 ] ἐκείνῃ RP

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Lc 5:26 *Lc 7:16