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Somos en verdad compañeros de Cristo, a condición de que mantengamos firme hasta el fin la posición del comienzo. (Hebreos 3, 14) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



19 (III) Jesús, sumo sacerdote miseri(-)cordioso y fiel (3,1-5,10).
(A) Jesús, el Hijo fiel, superior a Moisés (3,1-6). El autor inicia en este momento una consideración sobre la misericordia y fideli(-)dad de Jesús en orden inverso al formulado en 2,17. 1. hermanos santos, partícipes de una vo(-)cación celestial: Los cristianos son «santos» porque están consagrados por Jesús, y «hermanos» debido a su común relación con él (2,11). Están llamados a seguirle hasta el inte(-)rior del santuario celestial donde desempeña ahora la función de sumo sacerdote en favor de ellos, fijos vuestros ojos en Jesús: El vb. es un aor. ingresivo. El peligro de apartarse del cristianismo se debe al olvido de lo que Cristo ha hecho por ellos; ahora deben poner cons(-)tantemente en él su mirada espiritual, el após(-)tol y sumo sacerdote: Éste es el único lugar del NT donde Jesús es llamado «apóstol». Signi(-)fica que él es el enviado por Dios como su pa(-)labra definitiva a los seres humanos (1,2). Puesto que el interés del autor se centra prin(-)cipalmente en la obra de Jesús como sacerdo(-)te, y no en su enseñanza, a lo que se refiere principalmente es a la palabra-acontecimiento. Tal vez eso explique la omisión del artículo de «sumo sacerdote»; los dos títulos probablemente constituyen una unidad (K. Rengstorf, «Apostolos», TDNT 1.423-24), pero no exac(-)tamente una unidad como la concibe Rengstorf (apóstol-revelador-palabra: sumo sacerdote-expiador-obra). al que confesamos: Lit., «de nuestra confesión». Ésta es la primera de las tres veces (cf. 4,14; 10,23) en que el autor ha(-)bla de una homología, «confesión», hecha por aquellos a quienes se dirige. Probablemente se refiere a un reconocimiento bautismal de Je(-)sús como Hijo de Dios (nótese el tono bautis(-)mal del contexto). Su enseñanza sobre Jesús como «apóstol y sumo sacerdote» pretende ser una interpretación nueva de lo que los cris(-)tianos han confesado en su bautismo (cf. G. Bornkamm, Studien zu Antike und Christentum [BEvT 28, Múnich 1963] 188-203; Michel, Hebraer 173). Sin embargo, lo que en este pun(-)to le interesa al autor no es el contenido de la confesión, sino su potencialidad para dar a aquellos a los que se dirige fortaleza y apoyo en sus tribulaciones (cf. V. Neufeld, The Earliest Christian Confessions [NTTS 5, Grand Ra(-)pids 1963] 133-37).
20 2. La comparación entre Jesús y Moi(-)sés se debe probablemente al hecho de que Je(-)sús es el mediador de la nueva alianza (9,15), lo mismo que Moisés lo fue de la antigua. El carácter de mediador de Moisés no estaba des(-)conectado del sacerdocio y los sacrificios; su sacrificio en el momento del establecimiento de la alianza se recuerda en 9,19-20, aunque en Heb no se le da la designación de «sacerdo(-)te». Cuanto el autor habla del sacrificio de Je(-)sús, el antitipo veterotestamentario no es Moi(-)sés, sino el sumo sacerdote aaronita en el desempeño de sus funciones el día de la ex(-)piación (9,6-15). Sin embargo, Filón habla del sumo sacerdocio de Moisés (Quis rer. div. 182; De praem. 53), y es posible que el autor piense en dicho sacerdocio al contraponer en este momento a Jesús y Moisés, al que le hizo: No se trata de una referencia al origen de Jesús, sino a su designación para el cargo (cf. Schierse, Verheissung [? 12 supra] 109). El vb. se uti(-)liza con ese significado en 1 Sm 12,6, «El Señor... que hizo a Moisés y Aarón...». La fide(-)lidad de Moisés «en toda su casa [de Dios]» procede de Nm 12,7; esta sección ha sido con(-)siderada un midrás sobre ese versículo (Montefiore, Hebrews 72). Aunque M. R. DAngelo ve en este pasaje una alusión a ese texto, con(-)sidera que el lugar veterotestamentario citado es 1 Cr 17,14 LXX y que la cita es «una refe(-)rencia deliberada al oráculo de Natán» (Moses in the Letter to the Hebrews [SBLDS 42, Mis(-)soula 1979] 69); tal opinión es rechazada por
E. Grásser (ZNW 75 [1984] 15 n. 66). La «ca(-)sa» de Dios en la que Moisés fue siervo fiel es Israel.
21 3. cuanto la dignidad del constructor de la casa supera a la casa misma: Aunque este versículo y el siguiente no existieran, y los vv. 5 y 6 siguieran inmediatamente al v. 2, la su(-)perioridad de Jesús sobre Moisés parecería quedar suficientemente indicada: Moisés fue el siervo fiel en la casa de Dios (v. 5), Cristo es el Hijo fiel al frente de la casa (v. 6). Sin em(-)bargo, el v. 3 está estrechamente conectado con las diferentes posiciones formuladas en los w. 5-6. En cuanto siervo dentro de la casa (Israel), Moisés formaba parte de la casa; Cris(-)to, en cuanto Hijo al frente de ella, era, junto con Dios, su constructor. En su calidad de Hijo preexistente, tenía parte en la obra creadora de Dios (1,2-3); cf. Kuss, Hebraer 49; O. Michel, «Oikos», TDNT 5.126-27. Para una opi(-)nión parecida («Jesús en cuanto Hijo... perte(-)nece a la familia del constructor»), véase W. Loader, Sohn und Hoherpriester (WMANT 53, Neukirchen 1981) 77-78. 4. toda casa tiene su constructor, mas el constructor de todo es Dios: Algunos especialistas entienden el v. 4b como un paréntesis (Héring, Hebrews 25; Moffatt, Hebrews 42; Spicq, Hébreux 2.67); sin embar(-)go, parece que el pensamiento del autor sólo fluye de manera lógica si se extiende el parén(-)tesis al versículo entero y éste se entiende, no como un «aparte edificante» (Moffatt), sino como algo exigido por la argumentación. La casa del v. 2 es la casa de Dios, pero al usar Nm 12,7 el autor ha cambiado el pron. posesivo de la Ia a la 3a pers. («su casa» por «mi casa»). Es(-)te cambio, necesario dada la transformación del estilo directo del AT, se podría interpretar mal; «su casa» se podría interpretar errónea(-)mente como la casa de Moisés, en lugar de la de Dios. Para evitar tal malentendido y refor(-)zar así el argumento del v. 3 de que Moisés no fue quien construyó la casa, sino simplemente parte de ella, el autor recuerda quién la cons(-)truyó: Dios, que construyó todas las cosas. 5. como servidor, para atestiguar cuanto había de anunciarse: Aquello en lo que se hace hincapié aquí no es el papel de Moisés como mediador de la antigua alianza ni como legislador; más bien, Moisés es quien predijo la dispensación cristiana, cuanto había de anunciarse: A saber, por medio del Hijo de Dios (1,2; 2,3). 6. La «casa» es la comunidad cristiana. Su continui(-)dad con el antiguo Israel queda indicada por el hecho de que no hay dos casas, sino una so(-)la; la antigua continúa en la nueva. (Para la metáfora de los cristianos como «casa de Dios», véanse 1 Tim 3,15; 1 Pe 4,17; Ef 2,19; como «templo de Dios», véase 1 Cor 3,6; en la LQ véanse 1QS 8,5-9; 9,6.) Para las repercu(-)siones de que Cristo sea el Hijo que está «al frente de» la casa, véase el comentario al v. 3. si es que mantenemos la confianza y nos gloria(-)mos en lo que esperamos: La mayoría de los mss. añaden «firme hasta el fin», pero tal adi(-)ción no se encuentra en B ni en P4' y parece ser una interpolación procedente del v. 14. Aun(-)que el gr.parrhésia, «confianza», podría signifi(-)car «audacia» y apuntar a un reconocimiento abierto de la fe ante el peligro y la tribulación (Montefiore, Hebrews 73), las exhortaciones de Heb a la fidelidad no parecen estar motiva(-)das por el peligro de la persecución, que re(-)queriría una confesión audaz, sino más bien por el peligro de «extraviarse» (2,1), que re(-)quiere confianza.

22 (B) Advertencia basada en la infide(-)lidad de Israel (3,7-4,13). 7. el Espíritu San(-)to: El espíritu de Dios, inspirador de las Escri(-)turas, habla a través de ellas. No se deben ver en la expresión conceptos trinitarios. El ver(-)sículo inicia una sección de advertencia basa(-)da en la experiencia de Israel durante la pere(-)grinación por el desierto. El argumento se apoya en la primitiva concepción cristiana que ve la redención realizada por Cristo como un nuevo éxodo. En el AT, el éxodo había servido como símbolo del regreso de los judíos del exi(-)lio de Babilonia (Is 42,9; 43,16-21; 51,9-11); en el NT, la obra redentora era considerada como un nuevo éxodo, experimentado en primer lu(-)gar por Jesús mismo (Lc 9,31) y después por sus seguidores (1 Cor 10,1-11). Los destinata(-)rios de Heb están todavía en camino hacia la meta de su éxodo: el santuario celestial adon(-)de les ha precedido Jesús (6,20). Se han can(-)sado y están en peligro de interrumpir su via(-)je. De ahí la advertencia para que no dejen de alcanzar la meta, como aquellos hebreos que se rebelaron contra Dios. La cita de los vv. 7b-11 está tomada de Sal 95,7b-l 1, pero difiere en muchos aspectos de la lectura de los LXX. La diferencia principal es que, mientras que los LXX (y el TM) conectan los «cuarenta años» (v. 10) con la ira de Dios, en este caso van con la frase anterior, «vieron mis obras», aunque en el v. 17 se sigue el orden de los LXX. La ra(-)zón de la trasposición no está clara. 9. vues(-)tros padres me pusieron a prueba: cf. Éx 17,7; Nm 20,2-5. 11. Cf. Nm 14,1-23. mi descanso: La tierra de Palestina; cf. Nm 20,12; Dt 12,9. Kasemann considera que el motivo de Heb del viaje del pueblo de Dios hasta su descanso asignado es un tema gnóstico (Wandering [--> 8 supra] 67-75; contra esto, véase C. Colpe, Die religionsgeschichtliche Schule [FRLANT 78, Gotinga 1961]), pero el equivalente veterotestamentario parece ser una explicación satis(-)factoria de la fuente de la cual echó mano el autor de Heb. (Para la opinión de que a Heb no le interesa el viaje de Israel como tal, sino únicamente la negativa de los hebreos a entrar en la tierra prometida debido al miedo que te(-)nían de que sus habitantes les dieran muerte [Nm 14,11-12.21-23.27-35], véase O. Hoñus, Katapausis [WUNT 11, Tubinga 1970] 116-46; de manera parecida Strobel, Hebraer 112). 12. el Dios vivo: El calificativo «vivo» aplicado a Dios significa que éste se maniñesta en sus obras (cf. Jos 3,10; Jr 10,10). La expresión «apostatar del Dios vivo» se toma frecuente(-)mente como indicio de que Heb no fue escrito para cristianos judíos en peligro de recaer en el judaísmo, sino para convertidos paganos; en el caso de un regreso al judaísmo, se argu(-)ye, no se hablaría de «apostatar del Dios ver(-)dadero». Sin embargo, el autor no habla sim(-)plemente del Dios verdadero, sino del Dios verdadero en cuanto vivo, es decir, en cuanto actúa y, concretamente, en cuanto se mani(-)fiesta en Cristo. Alejarse del cristianismo es, entonces, apostasía del Dios vivo, aun cuando fuera un regreso al judaísmo, donde se pasa por alto el acto supremo de Dios. 13. mientras todavía es hoy: El autor anticipa lo que va a de(-)cir en 4,2-11. El «descanso» en el que Israel iba a entrar era sólo una prefiguración de aquel descanso al que están llamados los des(-)tinatarios de la epístola; y todavía está abierto a ellos, siempre y cuando perseveren en la fe con la cual iniciaron su vida como cristianos.
14. hemos llegado a ser compañeros de Cristo: Probablemente la participación significa com(-)partir el destino común de entrar en el san(-)tuario celestial.
23 16-19. Cf. Nm 14,1-38; Dt 1,19-40. De(-)bido al miedo que les producía la perspectiva de entablar batalla con los cananeos, los he(-)breos se negaron a entrar en la tierra de Canaán. En castigo, el Señor decretó que todos, salvo los exploradores Caleb y Josué y quienes habían nacido después de la salida de Egipto, murieran en el desierto sin llegar a entrar en la tierra prometida. El autor hace hincapié en la conexión entre desobediencia (v. 18) e incre(-)dulidad (v. 19). 4,2. el evangelio nos ha sido predicado a nosotros lo mismo que a ellos: De(-)bido a que la promesa hecha a los hebreos de que entrarían en Palestina prefiguraba la pro(-)mesa hecha a los cristianos de que entrarán en el cielo, el autor utiliza terminología neotestamentaria para describir lo que había oído Is(-)rael; fue «el evangelio». 3-4. El «descanso» de Dios se ve con una dimensión más honda que no lo limita a Palestina. Sal 95,11 llama a esa tierra descanso de Dios («mi descanso») por(-)que era el lugar de descanso que iba a dar a su pueblo (contra G. von Rad, que ve la espiri(-)tualización del concepto en el salmo mismo; véase Gesammelte Studien zum Alten Testa(-)ment [Múnich 1965] 101-08 [trad. esp.: Estu(-)dios sobre el Antiguo Testamento (Salamanca 1982]). El autor lo entiende como una partici(-)pación en el descanso en el que Dios entró des(-)pués de que la obra de la creación hubiera quedado completada. Quienes sean fieles en(-)trarán en la morada de Dios, descrita aquí como un lugar de descanso, y no como el san(-)tuario celestial (modo habitual en que la de(-)signa el autor) ni como la ciudad permanente (13,14).
24 6-9. El autor intenta encontrar dentro del salmo su personal interpretación del des(-)canso de Dios. El sustantivo hebr. equivalente a «descanso» en Sal 95,11 es menüha y es dife(-)rente del vb. «descansar» en Gn 2,2 (sábat), pe(-)ro los LXX utilizan en ambos casos una pala(-)bra derivada de la misma raíz gr.: katapausis (Sal 95,11) y katapauó (Gn 2,2). De ahí que el autor de Heb encuentre en el texto del salmo una base para su interpretación. Sostiene él que lo que se les prometió a los hebreos no fue Palestina, sino una participación en el descan(-)so propio de Dios tras la creación; cf. la idea ju(-)día de que el sábado, que refleja ese descanso, es «la imagen del mundo venidero» (Gen. Rab.17 [12a]). Debido a su incredulidad, muchos de los hebreos del período del éxodo quedaron ex(-)cluidos de ese descanso, y ni siquiera los que entraron en Palestina bajo el mando de Josué (v. 8) entraron en el descanso prometido, que es una realidad mayor que la tierra prometida. (Puesto que la forma gr. de «Josué» es la mis(-)ma que la de «Jesús», el nombre como tal po(-)ne de relieve tanto la semejanza como el con(-)traste entre la figura del AT, que condujo a los hebreos a Palestina, y Jesús, que conduce a sus seguidores al descanso celestial de Dios.) Si no fuera así, Dios no seguiría ofreciendo la promesa mucho después de que Palestina hubiera sido ocupada. Sin embargo, sigue haciéndolo, como demuestra el mandato «de David» a los israelitas de su tiempo. Dicho mandato tam(-)bién va dirigido a los cristianos: «Si hoy escu(-)cháis su voz, no endurezcáis vuestros corazo(-)nes» (Sal 95,7-8). Debido a que la promesa sigue en pie, «queda un descanso sabático pa(-)ra el pueblo de Dios» (v. 9), una participación en el descanso sabático de Dios mismo.
25 11. esforcémonos por entrar: Aunque el vb. spoudazó, «esforzarse», también puede sig(-)nificar «apresurarse», el contexto no hace pen(-)sar en este significado. No se trata en absolu(-)to de darse prisa para entrar en el descanso, sino más bien de perseverar en el esfuerzo ne(-)cesario para alcanzarlo. 12-13. Estos dos ver(-)sículos continúan la exhortación a perseverar, pues la palabra de Dios juzga correctamente, dado que nada le es desconocido; a su luz han de ser juzgados dignos o indignos de entrar en el descanso de Dios los miembros de la pre(-)sente generación. 12. la palabra de Dios: Esto hace referencia al v. 7. Es la Palabra que habla a los seres humanos, invitándoles a la fe y la perseverancia. Es una Palabra salvadora, pero también juzga, puesto que condena a quienes se niegan a escucharla, viva y eficaz: La Pala(-)bra se describe de una manera calculada para poner de relieve su eficacia: produce vida (cf. Dt 32,47) y consigue su propósito (cf. Is 55,10-11) . No parece que el autor pretenda más que una personificación de la Palabra, aunque al(-)gunos ven aquí una referencia a la palabra de Dios encarnada en Jesús (cf. H. Clavier, «Ho logos tou theou dans lépitre aux Hébreux», New Testament Essays [Fest. T. W. Manson, ed. A. J. B. Higgins, Manchester 1959] 81-93; R. Williamson, ExpTim 95 [1983-84] 4-8). más cortante que espada alguna de dos filos: cf. Is 49,2; Prov 5,4; Sab 18,16. El poder de penetra(-)ción de la Palabra se describe con lenguaje filoniano (cf. Quis rer. div. 130-31), pero en su contexto Filón no habla del poder de la Pala(-)bra con respecto al juicio, como ocurre aquí. alma y espíritu: Algunos ven en estas palabras una concepción del ser humano como com(-)puesto de cuerpo, alma y espíritu (E. Schweizer, «Pneuma», TDNT 6.446); es difícil estar de acuerdo con F. F. Bruce en que «sería cierta(-)mente aventurado sacar de estas palabras conclusión alguna acerca de la psicología de nuestro autor» (Hebrews 82). Estos compo(-)nentes humanos, como las correlativas «arti(-)culaciones y médulas», están íntimamente co(-)nectados, y la declaración de que la Palabra es lo bastante cortante para separarlos se hace simplemente para insistir en su poder de pe(-)netración. capaz de juzgar las reflexiones y pen(-)samientos del corazón: El autor atribuye a la Palabra ese conocimiento de los seres huma(-)nos que sólo tiene Dios (cf. Hch 1,24; 15,8). 13. desnudo y patente: El ptc. gr. tetrachélismena, «patente», guarda relación con el sustanti(-)vo trachélos, «cuello». El contexto indica que es sinónimo de «desnudo», pero ninguna de las explicaciones de cómo llegó a adoptar ese significado resulta realmente satisfactoria. Las palabras gr. de la última frase de este versículo pueden significar «acerca de quien hablamos» o «a quien hemos de dar cuenta». Esto último se ajusta mejor al contexto. Williamson (véase el comentario al v. 12) considera probable que el significado sea «con quien el Logos (Pala(-)bra) está presente en favor nuestro», y compa(-)ra esta frase con Jn 1,1.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

6. JESÚS, HIJO DE DIOS (3/01-06).

1 Por lo tanto, hermanos del pueblo santo, que compartís una vocación celestial, poned vuestro pensamiento en el apóstol y sumo sacerdote, objeto de nuestra profesión de fe, a Jesús, 2 que ha sido fiel al que lo constituyó, como a su vez lo fue Moisés en la casa de Dios. 3 Porque él ha sido considerado tanto más digno de gloria que Moisés, cuanto mayor es el honor del propio constructor que la casa misma. 4 Toda casa tiene un constructor; pero el constructor del universo es Dios. 5 Moisés fue fiel en toda la casa de Dios en su calidad de mayordomo, para dar testimonio a cosas que habrán de decirse más tarde. 6 Cristo, por el contrario, en su calidad de Hijo, está al frente de su propia casa: casa que somos nosotros, con tal que mantengamos firme hasta el final la confianza y la gozosa satisfacción de la esperanza.

La carta lleva adelante su exposición cristológica no por ella misma, sino para poner un modelo ante los ojos de los creyentes de ánimo decaído. Deben aprender a poner su pensamiento en Jesús y a tener así participación en él (cf. 3,14) o convertirnos en casa de Dios (usando la expresión utilizada en el texto). «Casa de Dios» es un título honorífico del pueblo de Israel, de la santa comunidad cultual de la antigua alianza. Ahora han entrado los cristianos en posesión de la herencia del antiguo pueblo de Dios, son la casa que Dios se ha preparado, caso que se mantengan firmes en su vocación celestial con la misma fidelidad que mostró Cristo para con Dios. Que el autor insista ahora tanto en la fidelidad del «apóstol 10 y sumo sacerdote... Jesús» y le dedique incluso una prueba de Escritura que nosotros no podemos seguir ya en detalle, es cosa que se explica por la situación de la comunidad a que se dirige.

La fidelidad comienza a flaquear, algunos descuidan ya el asistir a las asambleas cultuales (cf. 10,25), de aquí a la apostasía de la fe no hay sino un paso. A la vez no hay que olvidar que la apostasía de la fe puede producirse de diversas maneras. No sólo mediante la ruptura abierta con la comunidad de salvación, sino también con oposición interior, con un comportamiento indigno de la vocación celestial venida del cielo y que lleva al cielo.

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10. Aquí tenemos el único pasaje del Nuevo Testamento en que se llama «apóstol» a Jesús. El título, apli cado a Jesús, significa «enviado de Dios» y responde, por tanto, a los numerosos textos, especialmente del Evangelio de san Juan que hablan de que el Hijo ha sido enviado por el Padre.

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III. NO ENDUREZCÁIS VUESTROS CORAZONES (3,7-4,13).

1. TEXTO DE SAL /Sal/095/07-11 (3/07-11).

7 Por eso, como dice el Espíritu Santo, «Hoy, si oís su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión, el día de la tentación en el desierto, 9 cuando vuestros padres me tentaron y pusiéronme a prueba, aunque vieron lo que yo había hecho 10 en cuarenta años. Por eso me irrité contra esta generacíón; y dije: Siempre andan desviados en sus corazones, y no reconocieron mis caminos. 11 Así que juré en mi cólera: jamás entrarán en mi reposo.»

Del Espíritu Santo proviene el texto que la carta toma como base de su homilía amonestadora y -como pronto veremos- prometedora. El mismo Espíritu Santo ha de descubrirnos el sentido de sus palabras y reblandecer la dureza de nuestros corazones. La peregrinación del pueblo elegido por el desierto hacia la tierra prometida, el lugar de reposo de Dios 11, parece haber sido en fecha muy temprana tema preferido de la primitiva predicación cristiana. A los corintios, que propendían a la lascivia y a la idolatría, les había hecho ya presente san Pablo el escarmiento de la generación del desierto (1Co_10:1-13). Pero, mientras el apóstol alude directamente a las narraciones del Pentateuco, la carta a los Hebreos elige la segunda parte del salmo 95 como base para su homilía. La elección del salmo tiene importancia por cuanto en conjunto ofrece el carácter de un cántico litúrgico procesional que invita a entrar en el santuario: «¡Venid, cantemos jubilosamente a Yahveh; cantemos gozosos a la roca de nuestra salvación! Lleguémonos a él con alabanzas, aclamémosle con cánticos. Venid, postrémonos en tierra ante él; doblemos nuestra rodilla ante Yahveh, nuestro hacedor» (Psa_95:1.2.6)12 En primer lugar llama la atención el que esta invitación gozosa y solemne al culto divino esté asociada con el recuerdo de las fatigas y extravíos del tiempo del desierto. Pero en realidad las dos ideas no son tan diferentes como pudiera parecer. En efecto, el acercamiento cultual a la presencia de Dios sólo tiene valor de signo con respecto a lo que tiene lugar en el plano profano de ia vida. El que el hombre entre realmente en el lugar de reposo de Dios no depende precisamente de su observancia litúrgica, sino de su obediencia a Dios en las pruebas de la vida cotidiana. El texto de los Setenta seguido por nuestra carta (como también en los demás casos), tradujo los toponímicos hebreos de Meribá y Massá conforme a su sentido etiológico 13. «Rebelión» y «tentación» (en el sentido de tentar, de «poner a prueba» a Dios) se convirtieron así como en etapas siempre actuales en la peregrinación por el desierto de la vida humana.

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11. Cf. Deu_12:9; Isa_66:1; 1Ki_8:56; Psa_134:14; Act_7:49.

12. La Iglesia utiliza desde antiguo este salmo como «invitatorio» en el rezo cotidiano de las horas.

13. Numerosas narraciones veterotestamentarias tratan de explicar cómo surgió el nombre de un lugar. Por eso se designan estas historias como etiológicas (del griego aitia = causa, motivo); cf. Exo_17:1-17.

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2. GUARDARSE DE LA INCREDULIDAD Y EL PECADO (3/12-14).

12 Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros se halle un corazón malvado e incrédulo que lo aparte del Dios vivo; 13 por el contrario, animaos mutuamente cada día, mientras aquel hoy perdura, sin que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque hemos sido asociados a Cristo, a condición de que mantengamos firme hasta el final la confianza del principio.

El autor se dirige aquí a la entera comunidad y no, como se podía prever, a los cristianos que están en peligro de renunciar a su fe. Como hermanos que son, tienen todos el deber de atender unos a otros y de cuidarse especialmente de aquellos que no prestan ya oídos a la voz de Dios. La responsabilidad pastoral incumbe no sólo a los que «dirigen» (Exo_13:17); a todo cristiano se invita a tener los ojos abiertos cuidando de que no se pierda el hermano, a todos se confía -como se diría hoy- la función «sacerdotal» de apoyar y consolar, la paraklesis 14. Una palabra de estímulo o de amonestación puede actuar contra el endurecimiento del corazón, ese endurecimiento del alma que vuelve a los hombres amargados, descontentos y egoístas. El que se deja engañar por el pecado acaba por perder su vínculo con el Dios viviente, renuncia a la comunión con Cristo y se aparta de la comunidad de salvación, de los llamados al reposo celestial de Dios. Aislamiento y soledad son el destino del que no puede mantener firme la confianza que en un principio le había dado la fe.

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14. La palabra paraklesis está materialmente relacionada con la función del Paráclito, el Espíritu Santo «consolador».

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3. CONMINACIÓN A LOS DESOBEDIENTES (3/15-04/02).

15 Cuando la Escritura dice: «Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión», 15 ¿Quiénes fueron los que escucharon y se rebelaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por la gestión de Moisés? 17 ¿Y contra quiénes se irritó Dios durante cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tirados por el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a los rebeldes? 19 Y en realidad vemos que, debido a su incredulidad, no pudieron entrar.

(Exo_4:1). Así pues, temamos, no sea que, aun quedando en pie la promesa de entrar en el reposo de Dios, alguno de vosotros se encuentre con que se ha quedado atrás. 2 Porque también a nosotros, como a ellos, ha sido anunciado el Evangelio; pero a ellos no les sirvió de nada la palabra oída, por no estar, en los que la oyeron, unida con la fe.

A los israelitas que habían salido de Egipto había jurado Dios que no entrarían en su lugar de reposo, en la tierra prometida. La carta a los Hebreos hubiera podido contentarse con sacar de este hecho referido por la Escritura enseñanzas para la comunidad cristiana. Pero para el autor no es la Escritura sólo una palabra de otro tiempo y para otro tiempo, sino una interpelación dirigida inmediatamente al hoy. Por eso su utilización homilética del texto se extiende mucho más allá de su mera aplicación moral: quiere convencer a los lectores, u oyentes, de la actualidad de lo que el Espíritu Santo anunció anticipadamente. Ahora bien, si el mensaje conminatorio del salmo 95 sigue estando en vigor, ¿en qué ha de basar la comunidad cristiana su esperanza de poder entrar en el descanso de Dios? En primer lugar pone en claro el autor que la cólera de Dios sólo se dirigió contra los pecadores, los desobedientes y los incrédulos. De aquí se sigue que para los creyentes está despejado el camino que lleva al reposo de Dios. El mensaje conminatorio se convierte en un mensaje gozoso, en una buena nueva. Nosotros somos el pueblo de Dios que peregrina, constantemente tentado a querellarse con Dios, a perder de vista la meta de las promesas y a no hacer caso de la voluntad de Dios. La auténtica fe, en cambio, da prueba de sí en la obediencia y en la adhesión imperturbable a la palabra de Dios. Más aún, la palabra de Dios debe entrar con nosotros, los oyentes, en una especie de combinación 15 química, pues, de lo contrario, nos aprovecharía tan poco como a los israelitas de tiempos de Moisés.

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15. La palabra usada en el texto griego designa siempre un estado de íntima fusión de dos cosas (por ejemplo: Dan_2:43, mezcla de hierro y barro; 2Ma_15:39, mezcla de agua y vino). El aglutinante es en nuestro pasaje la fe.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Cristo superior a Moisés, 3:1-6.
1 Vosotros, pues, hermanos santos, que participáis de la vocación celeste, considerad al Apóstol y Pontífice de nuestra confesión, Jesús, 2 fiel al que le hizo, como lo fue Moisés en toda su casa. 3 Y es tenido por digno de tanta mayor gloria que Moisés, cuanto mayor que la gloria de la casa es la del que la fabricó. 4 Pues toda casa es fabricada por alguno, pero el Hacedor de todas las cosas es Dios. 5 Y Moisés fue fiel en toda su casa, como ministro que había de dar testimonio de las cosas que se habían de decir; 6 pero Cristo está como Hijo sobre su casa, que somos nosotros, si retenemos firmemente hasta el fin la confianza y la gloria de la esperanza.

Dentro del tema general de la superioridad de la religión cristiana sobre la judía, toca ahora hablar de Moisés. Había sido el mediador de la Antigua Alianza y, por la tradición judía, era considerado como el más grande entre los hombres, superior incluso, bajo ciertos aspectos, a algunas categorías de ángeles. Afirmar la superioridad de Cristo sobre Moisés era algo que siempre hacía impresión a mentalidades judías.
La perícopa está unida literariamente con mucha habilidad a la anterior a través del adjetivo fiel, uno de los atributos de Cristo sacerdote (2:17), y que de nuevo se recoge (3:2) para comenzar la comparación con Moisés. En esta comparación, cuya intención evidente es la de hacer resaltar la superioridad de Cristo sobre Moisés, hay una imagen o metáfora que está en la base misma de todo el razonamiento: es la imagen de casa, que se emplea tanto para designar la economía mosaica (v.2) como para designar la obra cristiana (v.6). Sin embargo, hay fácil tránsito de la imagen de casa-edificio a la de casa-familia, contribuyendo esto no poco a cierta oscuridad en todo el pasaje.
A fin de vencer en lo posible esa oscuridad, vamos a proceder por partes, distinguiendo tres fases o etapas en el razonamiento: fidelidad de Jesucristo y de Moisés (v.1-2); Jesucristo, superior a Moisés, como el arquitecto superior a la casa construida ^.3-4); Moisés actúa como siervo en la casa de Dios, mientras que Jesucristo como hijo sobre su propia casa (? .5-6). De estos tres apartados, el primero (v.1-2) no ofrece dificultad especial, limitándose a recordar la fidelidad de Jesús, que es comparada a la de Moisés, expresamente elogiada por Dios en la Escritura (cf. Num_12:7). Evidentemente, la fidelidad o lealtad de Jesús para con Dios fue inmensamente superior a la de Moisés; pero esto aquí se deja de lado. El autor de la carta se contenta con afirmar que Cristo fue fiel al que le hizo (tal), es decir, al que le hizo apóstol y pontífice (cf. v.1), como fue fiel Moisés en toda su casa, es decir, en la administración y gobierno de la casa o familia de Dios, que era el pueblo de Israel 416.
El segundo apartado (v.3-4) es el de más difícil interpretación. Se dice, en resumen, que Jesús es tanto más digno de honor que Moisés cuanto es más digno de honor el constructor de una casa que la casa misma (v.3); añadiendo, sin que se vea claramente la hilación, que Dios es el supremo constructor de todas las cosas, y, por consiguiente, también de esa casa (v.4). ¿Qué se quiere decir con todo esto? Desde luego, si tratamos de aquilatar, la respuesta no es fácil. Nada tiene de extraño que Jesús, autor y ordenador de la nueva economía religiosa (cf. v.6; Num_2:10), sea comparado al constructor de una casa; aunque sí resulta extraño, al menos para nuestra mentalidad, que Moisés lo sea a la casa misma construida. Con todo, la imagen está ahí y no toca a nosotros el cambiarla. Probablemente lo que se intenta decir es que Moisés, aunque legislador y mediador de la antigua obra religiosa, no era autor ni constructor de esa casa, como lo es Jesús de la suya, sino simple inquilino o miembro, al que Dios elige para una determinada función, pero sin que le coloque por encima de la casa misma. Lo que se añade en el v.4 parece, muy en consonancia con la mentalidad y modo de hablar de los judíos, no tiene otra finalidad sino recordar que, como en todas las cosas, también cuando se trata de establecer una obra de bendición mosaica o cristiana, es siempre Dios, principio y último fin de todo, el supremo constructor y ordenador (cf. 1:1-2; 2:10). No creemos que pueda alegarse este versículo para probar la divinidad de Jesucristo, conforme hacen bastantes autores.
Queda el tercer apartado (v.5-6), que ofrece ya menos dificultad. Prácticamente viene a decirse lo mismo que en el apartado segundo, aunque cambiando un poco la imagen. Jesucristo no es ya el constructor de la casa, sino el hijo que manda sobre ella; y Moisés no es la casa misma, sino un siervo que trabaja en la casa (de Dios). El oficio que se asigna a Moisés es el de dar testimonio de las cosas que se habían de decir (??? ????????? ??? ???? 3???????? , ? .5). No es claro si con esto se alude simplemente a que transmitía al pueblo lo que Dios le decía, o hay aquí una alusión a su función profética respecto del Mesías, idea que sin duda estaba muy en el ambiente (cf. Lev_24:27; Jua_5:46). Con esta última interpretación, a la que damos bastante probabilidad, resaltaría aún más su inferioridad respecto del Mesías. La casa sobre la que manda Jesucristo (v.6) es suya (cf. v.3) y es de Dios (cf. v.4); esa casa somos nosotros (v.6; cf. Efe_2:20-21; 1Ti_3:15); pero para pertenecer a ella hay que seguir firmes en la fe, alentados por la gloria que nos espera (cf. Rom_5:2; Rom_8:18).

Nueva exhortación a la perseverancia en la fe,Rom_3:7-19.
7 Por lo cual, según dice el Espíritu Santo: Si oyereis su voz hoy, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión, como el día de la tentación en el desierto, 9 donde vuestros padres me tentaron y me pusieron a prueba, y vieron mis obras 10 durante cuarenta años; por lo cual me irrité contra esta generación, y dije: Andan siempre extraviados en su corazón y no conocen mis caminos, 11 y así juré en mi cólera que no entrarían en mi descanso. 12 Mirad, hermanos, que no haya entre vosotros un corazón malo e incrédulo, que se aparte del Dios vivo; 13 antes exhortaos mutuamente cada día, mientras perdura el hoy, a fin de que ninguno de vosotros se endurezca con el engaño del pecado 14 Porque hemos sido hechos participantes de Cristo en el supuesto de que hasta el fin conservemos la firme confianza del principio; 15 mientras se dice: Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión. 16 ¿Quiénes, en efecto, se rebelaron después de haber oído? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por obra de Moisés? 17 ¿Y contra quiénes se irritó por espacio de cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes sino a los desobedientes juró que no entrarían en el descanso? 19 En efecto, vemos que no pudieron entrar por su incredulidad.

De nuevo, como en 2:1-4, se interrumpe la exposición doctrinal, para intercalar una exhortación a los destinatarios a que se mantengan firmes en la fe que han abrazado. La exhortación continuará a lo largo del capítulo cuarto. No deja de llamar la atención el modo cómo el autor se vale de la Escritura. Supone como tres fases o etapas en esa llamada de Dios: la que hizo a los israelitas del desierto, la hecha a los judíos de tiempos del Salmista, y la que hace ahora a los cristianos.
En efecto, como base de la exhortación se toman las palabras de Sal 95:Sal_8:11, en que el salmista invita a los judíos, sus contemporáneos, a que oigan la voz de Dios y se muestren más dóciles que la generación de tiempos de Moisés en el desierto. Fue aquella una generación perversa, en continua rebeldía contra Dios, exigiendo siempre de El nuevos milagros y olvidándose cada día de los del día anterior; por eso Dios, irritado, la castigó a morir en el desierto, no permitiéndole entrar en el reposo de la tierra de Canaán (v.y-n; cf. Exo_17:1-7; Num_14:29-33; Num_20:2-13).
De esta larga cita 417, introducida con la fórmula dice el Espíritu Santo (v.7; cf. 2:6), el autor de la carta hace en seguida la aplicación a sus lectores (v. 12-19). La conducta de Dios con la generación del desierto debe servirles de aviso. Recomendación parecida hace San Pablo en 1Co_10:1-13. Si entonces, por su incredulidad, aquella generación fue fuertemente castigada por Dios y excluida de la entrada en el descanso de la tierra prometida (cf. v. 16-19), tema también ahora la generación cristiana, no sea que, incrédula al Evangelio, irrite a Dios y sea excluida del descanso del Señor, primero el de la justicia y unión con Dios acá en la tierra, y luego el de la eterna felicidad en el cielo (cf. v.12-15). Todo da la impresión de que el autor de la carta estaba preocupado por el peligro de la pérdida de la fe en los destinatarios. Por eso insiste en que no basta haber sido incorporados a Cristo por la fe y el bautismo, sino que, para que no nos pase como a la generación del desierto, hay que conservar hasta el fin la firme confianza del principio (v.14). También insiste en que el hoy de la llamada divina (v.13 y 15) subsiste al presente para nosotros, como subsistía entonces para los contemporáneos del salmista; pero cuidémonos de no desaprovecharlo mientras perdura, exhortándonos mutuamente a la constancia en la fe, pues pasará y entonces ya no habrá remedio, como sucedió a los de la generación del desierto.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: Hebreos 3, 12-19
Amonéstalos a que obedezcan a Cristo, no sea que, por culpables como los Judíos, si tienen parte en la culpa, la tengan también en la pena.12 Mirad, pues, hermanos, no haya en alguno de vosotros corazón maleado de incredulidad, hasta dejar al Dios vivo;13 antes, amonestaos todos los días los unos a los otros mientras dura el día que se apellida de hoy, a fin de que ninguno de vosotros llegue a endurecerse con el engañoso atractivo del pecado.14 Puesto que venimos a ser participantes de Cristo, con tal que conservemos inviolablemente hasta el fin el principio del nuevo ser suyo que ha puesto en nosotros;15 mientras que se nos dice: si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como los israelitas en el tiempo de aquella provocación.16 Pues algunos de los que la habían oído irritaron al Señor; aunque no todos aquellos que salieron de Egipto por medio de Moisés.17 Mas ¿contra quiénes estuvo irritado el Señor por espacio de 40 años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tendidos en el desierto?18 Y ¿a quiénes juró que no entrarían en su descanso sino a aquellos que fueron incrédulos?19 En efecto, vemos que no pudieron entrar por causa de la incredulidad.Dejó demostrado el Apóstol, con la autoridad del Salmista, que a Cristo hay que obedecerle sin vacilaciones; y en la autoridad puso 3 elementos: la exhortación, la culpa y la pena, que aquí explica por orden; en donde dice videte, lo primero; en donde quídam, lo segundo; en donde quibus iurabit, lo tercero. Pero en la exhortación, como tiene dos partes: la misma exhortación y su condición, las explica también. En la primera exhorta a dos cosas: a la solícita consideración y a la mutua exhortación. Dice, pues: mirad; pues cada uno debe considerar en qué estado se halla; "examine cada uno sus propias obras" (Ga 6,4; Jr 2). "Mirad, pues, hermanos", en lo que toca a cada uno, pues todos somos parte de la sociedad, y a cada uno ordenó Dios el amor de su prójimo (Sir 17, !2). Mirad, esto es, examinaos unos a otros, "no haya en alguno..."; como si dijera: muchos de vosotros estáis en estado de perfección; con todo, por la fragilidad y el mal uso de la libertad, pudiese haber algún tropiezo en alguno de vosotros, pues "halló culpa ¡hasta en sus ángelesi ¡Cuánto más en los que habitan casas de barro, cimentadas sobre el polvo!" (Jb 4,19); "¡Pues qué!, ¿no soy Yo el que os escogí a todos doce, y, con todo, uno de vosotros es un diablo?" (Jn 6,71). Por tanto, no mire uno solamente por sí, mas por cualquiera de su compañía. Pero ¿en qué ha de reparar?En que "no haya en alguno de vosotros corazón maleado de incredulidad". He aquí el mal a que se refiere el Apóstol, conviene a saber, el corazón incrédulo o, lo que es lo mismo, no firme en la fe, en que consiste la malicia del alma; porque así como su bien estriba en estar unida a Dios (Sal 72), unión que se consigue por la fe; así su mal en apartarse de Dios por la incredulidad (Jr 2). Por eso dice: "hasta dejar al Dios vivo", porque por la incredulidad se aparta del Dios vivo (Jr 2). Y dice del Dios vivo, porque es vida en sí y es vida del alma (Jn 1); lo cual dice para indicar que por apartarse de Dios incurre el hombre en la muerte espiritual.Mas, si a tanto llegase la desgracia en alguno, ¿habrá que desesperar del remedio? No, sino más bien exhortársele, esto es, darle del codo y rogarle al oído; por lo cual dice: "antes amonestaos todos los días los unos a los otros", esto es, continuamente, examinando su conciencia e induciendo a lo bueno; "mientras dura el día que se apellida de hoy", esto es, mientras dura el presente tiempo de gracia, que es todo él como un día (Jn 9); y esto "a fin de que ninguno de vosotros llegue a endurecerse con el engañoso atractivo del pecado"; pues, como arriba se dijo, el corazón se endurece por la obstinación en el mal; mas la firme adherencia al pecado se explica porque uno se engaña; que pegarse a lo bueno el apetito naturalmente lo anhela, mas se aparta del bien porque es engañado. "Errados van los que obran el mal" (Pr. 14,22; 13; Sg 5).Por tanto, al decir: "puesto que venimos a ser participantes de Cristo", explica la condición de la exhortación, como si dijera: esta condición tiene más fuerza que aquélla, pues ellos sólo oyeron; nosotros, en cambio, venimos a ser participantes de Cristo. Lo cual dice con toda propiedad, porque en el Antiguo Testamento no había más que oír ni se daba la gracia "ex opere operato", por virtud de la obra misma (del Sacramento); mas en el Nuevo Testamento tenemos las dos cosas: el oír la palabra de Dios y la colación de la gracia al mismo que obra; de donde, en verdad, venimos a ser participantes de Cristo (Jn 1) y de su gracia, primero, por la recepción de la fe (Ep 3); segundo, por los sacramentos de la fe (Ga 3); tercero, por la participación del Cuerpo de Cristo.Pero es de saber que hay dos modos de participar de Cristo: uno imperfecto, por medio de la fe y de los sacramentos; otro perfecto, por la presencia y visión del objeto. El primero lo tenemos de hecho; el segundo, en esperanza, aunque con esta condición: si perseveramos. De ahí que diga: "con tal que conservemos inviolablemente hasta el fin el principio del nuevo ser suyo que ha puesto en nosotros"; pues todo el que ha sido bautizado en Cristo recibe cierta nueva naturaleza y en cierto modo Cristo se forma en él (Ga 4). Esto ciertamente no llegará a su perfección sino en la patria; aquí sólo tiene el comienzo, y por la fe formada, porque la informe (sin obras) no está viva, esta muerta (Stg. 2); de donde no ésta, sino la fe formada, nos es el principio de participar de Cristo. "Es, pues, la fe el fundamento o firme persuasión de las cosas que se esperan" (He 10,1), esto es, el cimiento o como el principio. Dice, pues: "venimos a ser participantes de Cristo, con tal que conservemos inviolablemente hasta el fin el principio del nuevo ser suyo, esto es, la fe formada.Pero, se objetará: más bien parece que el temor es el principio, porque, según el Salmo CX: "el principio de la sabiduría es el temor del Señor". Respondo que la fe es formada por la caridad; ahora bien, la caridad no va desacompañada del casto temor; por consiguiente, la fe formada siempre lleva consigo cosido a sus faldas este temor; de modo que fe y temor son principio. Lo que sigue: "mientras que se nos dice", ya está explicado.Al decir luego: "pues algunos de los que la habían oído", explica lo que había dicho de su culpa, como sí dijera: participantes de Cristo lo seréis, si no endureciereis vuestros corazones, como estos que oyeron, pero lo irritaron en sumo grado, "aunque no todos", pues Caieb y Josué (Num 14) permanecieron fieles y daban aliento a los otros; en lo cual se nos da a entender que, ya que no toda la 1glesia, sino algunos caigan, aunque muchos, los malos serán castigados, pero no los buenos, como aquellos dos (3 Reyes 19; Rm XI).Explica luego lo de la pena, al decir: "mas ¿contra quiénes?", y primero lo que había dicho: "me di por ofendido"; segundo: "¡uré en mi ira". Dice, pues: "¿contra quiénes estuvo irritado el Señor por espacio de 40 años? ¿No por ventura...?" Por donde se ve que lo que dijo: 40 años se refiere a "estuve irritado"; de modo que dice que por espacio de 40 años lo estuvieron ofendiendo; donde es de saber que todos los que salieron de Egipto murieron en el desierto, como se dice en Josué 5; mas no todos quedaron allá tendidos, sino algunos, o por Dios mismo, como cuando se abrió la tierra y se sorbió a Datan y Abirón (Nm. 16; Salmo 77); o por Moisés, como en la fundición y adoración del becerro (Ex. 22); o por los enemigos, como parece en muchos lugares -recopilados en 1Co X-; o de muerte natural. Así pues, no todos quedaron tendidos, ni, por consiguiente, fue pena general, sino especial; y ninguno, sino esos dos que dijimos, entró en la tierra de promisión, de la cual dice: "¿y a quiénes ¡uro", esto es, determinó irrevocablemente, que no entrarían en su descanso, sino a aquellos que fueron ¡ncrédulos", es a saber, incrédulos a las palabras de los exploradores? De donde se ve que por la incredulidad no pudieron entrar en el lugar de su descanso; por lo cual dice: "en efecto, vemos", porque palparon que por su incredulidad no pudieron entrar; o vemos nosotros, por la pena, que arriba se mencionó, que no pudieron entrar.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Un llamado a la fidelidad

El Sal. 95:7-11 ofrece una seria advertencia sobre el rechazo a escuchar la voz de Dios, al endurecernos en la incredulidad y fallar en alcanzar el reposo que él ha prometido a su pueblo. El autor se muestra muy apasionado en su exposición del pasaje del Salmo porque es claro que está preocupado por ciertas tendencias en el grupo al cual se dirige. De modo que el peligro de abandonar a Cristo, mencionado brevemente en 2:1-4, se expone más completamente. Sin embargo, a pesar de la seriedad de la advertencia, el poder de la Escritura para desafiar y cambiar a los creyentes recibe un nuevo énfasis. Dios sostiene a su pueblo por medio de las palabras que él les ha hablado y por medio del ministerio de aliento que pueden tener unos con otros.

El descanso que Cristo ha asegurado a su pueblo se interpreta según Gén. 2:2. Es el descanso del sábado en el cual Dios entró después de completar la creación del mundo. La tierra de Canaán, donde Josué estableció a los israelitas en su tiempo, era un anticipo del reposo definitivo para el pueblo de Dios. Con una nueva advertencia de no perder ese reposo, el autor hace una afirmación final sobre el poder de la palabra de Dios para descubrir y juzgar el corazón humano.

7-11 El Espíritu Santo se señala como quien habló por medio de David en la redacción del Sal. 95 (3:7; 4:7). El Espíritu continúa hablando a las siguientes generaciones de cristianos por medio de esta Escritura advirtiéndoles que se aseguren de que cada día sea un renovado hoy en el cual puedan oír su voz y vivir. Los que dejaron Egipto con Moisés tenían las palabras de promesa y advertencia de Dios resonando en sus oídos, pero endurecieron sus corazones y no respondieron con fe y obediencia. Provocación y prueba son traducciones de los nombres hebreos Meriba y Massa (Exo. 17:1-7; cf. Núm. 20:1-13). Al comienzo y al fin de sus andanzas por el desierto, los israelitas demostraron ser particularmente incrédulos en aquellos lugares. Pusieron a gran prueba a Dios en el sentido de que fueron tan lejos como les era posible en provocarlo a juzgarlos (v. 9). El período de 40 años en el desierto era una demostración de la ira de Dios con aquella generación, pero también era una oportunidad para experimentar sus bondadosos caminos una y otra vez (v. 10). Como se habían negado a arrepentirse y confiar en él, dice juré en mi ira que ellos no podrán entrar en mi reposo en la tierra que había prometido a sus antepasados como herencia (v. 11; cf. Núm. 14). Ese privilegio sólo podría ser alcanzado por sus hijos.

12, 13 El autor quiere que sus hermanos creyentes tengan cuidado unos de otros como para que ninguno se pierda. La dedicación a entender y ayudar a otros en la iglesia local es algo necesario. El mayor peligro es que alguno de la congregación pueda tener un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo. Como los israelitas mencionados en el Sal. 95:7-11, a veces cristianos practicantes se alejan de Dios en apostasía (gr. apostenai) o sea en una deliberada y abierta rebelión. Esto puede ser provocado por el sufrimiento o la persecución o por la presión de la tentación, pero la causa raíz siempre es la incredulidad. Dicho de otra manera, puede ser que alguno de nosotros se endurezca por el engaño del pecado. El pecado es un poder activo y agresivo que debe ser resistido. Si endurecemos nuestros corazones contra la palabra de Dios (v. 8), el pecado tendrá riendas sueltas y puede ser que alguno de vosotros se endurezca (13). Para más comentarios sobre la apostasía, véanse las notas sobre 6:4-6; 10:26-31; 12:15-17. El antídoto radica en el exhortarnos los unos a los otros cada día, mientras aún se dice Hoy. Tal aliento se basará en la Escritura, de acuerdo con el mismo ejemplo del autor (gr. parakaleite, alentad, recuerda la descripción del libro de Heb. como logos parakleseos palabra de exhortación, en 13:22). Puede tener lugar de manera formal en el contexto de reuniones cristianas (cf. 10:24, 25) o en los contactos informales diarios que los cristianos tienen entre sí. De cualquier manera, un ministerio basado en la palabra de los unos a los otros es la clave para la fidelidad y la perseverancia. No es sólo una responsabilidad de los líderes de la iglesia, sino un deber de cada cristiano.

14, 15 Por la gracia de Dios los creyentes han llegado a ser participantes de Cristo y de todo lo que él ofrece. Esto es un paralelo de la afirmación de que somos su casa (v. 6): ¡la bendición ya ha sido otorgada! Sin embargo, como en el v. 6, la idea de una nueva condición o hecho se introduce en el v. 14. Demostramos que en verdad pertenecemos a Cristo si después de todo retenemos el principio de nuestra confianza hasta el fin. La fe es lo que provee el fundamento subyacente para esa confianza. La fe perseverante es una señal de la verdadera conversión (cf. Mar. 13:13). La fe no es una buena obra que nos salva, sino el medio por el cual nos aferramos a las promesas de Dios y permanecemos en la relación que él ha hecho posible para nosotros por medio de su Hijo. Aquellos que abandonan esa confianza en Cristo y se apartan de él muestran que nunca fueron genuinamente participantes de Cristo. En consecuencia, el autor subraya nuevamente la necesidad de prestar atención cada día a la voz de Dios y no ser endurecidos por la incredulidad (v. 15).

16-19 Por medio de una serie de apremiantes preguntas se desarrollan aun más las implicaciones del Sal. 95:7-11. Aquellos que habiendo oído le provocaron eran los mismos que experimentaron directamente la bondad de Dios al sacarles de Egipto. Tenían todos los motivos de aliento para perseverar en la fe durante su viaje a la tierra prometida. Pero se autodescalificaron para entrar en su reposo porque persistentemente no obedecieron. Esa desobediencia fue debido a su incredulidad.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 Christ is more worthy then Moses, 7 therefore if we beleeue not in him, we shalbe more worthy punishmet then hard hearted Israel.
1 Wherfore holy brethre, partakers of the heauenly calling, consider the Apostle and high Priest of our profession Christ Iesus,
2 Who was faithful to him that [ Greek: made, 1Sa_12:6.] appointed him, as also Moses was faithfull in all his house.
3 For this man was counted worthy of more glory then Moses, in as much as he who hath builded the house, hath more honour then the house.
4 For euery house is builded by some man, but hee that built all things is God.
5 And Moses verely was faithfull in all his house as a seruant, for a testimonie of those things which were to be spoken after.
6 But Christ as a Sonne ouer his owne house, whose house are wee, if we hold fast the confidence, and the reioycing of the hope firme vnto the end.
7 Wherfore as the holy Ghost saith, [ Psa_95:7.] To day if ye will heare his voyce,
8 Harden not your hearts, as in the prouocation, in the day of temptation in the wildernesse:
9 When your fathers tempted me, prooued me, and saw my works fourty yeeres.
10 Wherefore I was grieued with that generation, and sayd, They doe alway erre in their hearts, and they haue not knowen my wayes.
11 So I sware in my wrath: [ Greek: if they shall enter.] they shall not enter into my rest.
12 Take heed, brethren, lest there be in any of you an euill heart of vnbeleefe, in departing from the liuing God.

[Vnbeleeuers.]

13 But exhort one another dayly, while it is called To day, least any of you be hardned through the deceitfulnesse of sinne.
14 For wee are made partakers of Christ, if we hold the beginning of our confidence stedfast vnto the end.
15 Whilest it is sayd, To day if yee will heare his voice, harden not your hearts, as in the prouocation.
16 For some when they had heard, did prouoke: howbeit not all that came out of Egypt by Moses.
17 But with whom was he grieued fourty yeeres? was it not with them that had sinned, whose carcases fell in the wildernesse?
18 And to whom sware he that they should not enter into his rest, but to them that beleeued not?
19 So we see that they could not enter in, because of vnbeleefe.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El hoy de Dios. Toda la carta a los Hebreos es una exhortación a la comunidad cristiana a mantener su fidelidad a Cristo. Parece que el entusiasmo y la vitalidad cristiana de las primeras generaciones había decaído, dando paso al desaliento, al cansancio y quizás a la duda. ¿Pensaban algunos de los Hebreos volver a la ley judía que habían abandonado, añorando quizás el culto, los sacrificios y el sacerdocio del Templo de Jerusalén? Posiblemente por ello, el tono de la homilía se vuelve duro y premonitorio.
En lugar de exhortar con sus propias palabras hace que les hable directamente el Espíritu Santo a través del Sal_95:7-11 : si «hoy escuchan su voz» (7); el mismo Espíritu es el que les dice lo que sucedió en el desierto a los israelitas que fueron infieles. Invitados por Dios para entrar en posesión de la tierra prometida, muchos de ellos se acobardaron, desconfiaron y se rebelaron, por lo cual fueron castigados a vagar por el desierto hasta morir, sin alcanzar el descanso de la promesa.
El tema del Éxodo era frecuente en la catequesis de la Iglesia primitiva (cfr. 1Co_10:1-7). La comunidad cristiana era considerada como el nuevo pueblo de Dios, caminando como en un nuevo éxodo hacia el descanso definitivo en el reino de Dios. El predicador ve este éxodo de la comunidad cristiana en el «hoy de Dios», con todo lo que tiene de oportunidad y de urgencia para perseverar en el camino hasta el final, con el mismo entusiasmo y la misma firmeza con que comenzó la marcha. Solo así «seremos compañeros del Mesías» (14). Los que murieron por el desierto, continúa el predicador, también fueron guiados por Moisés, también oyeron su voz, pero «por su incredulidad no pudieron entrar» (19) en el descanso de Dios.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Porque Dios descansó al final de la creación (cfr Gn 2,2), el descanso fue establecido en el Antiguo Testamento como una imitación de la manera del actuar divino (cfr Ex 20,10-11). Asimismo, el Éxodo era considerado como una nueva creación, al final del cual hubo también un descanso, es decir, la entrada en la tierra prometida. El autor de la carta da una orientación cristiana a este episodio: el Éxodo es la redención obrada por Cristo que como nuevo Moisés nos introduce en el descanso eterno.

La actualidad de la palabra del Espíritu Santo es permanente, sigue viva «hoy» (v. 13). Por eso, se toma pie del Salmo 95 -donde se hace alusión a una rebeldía de los israelitas en el desierto, cuando se quejaron ante Dios por la falta de agua (cfr Ex 17,1-7)- y se exhorta a imitar a los que entonces fueron fieles y creyeron a la promesa de entrar en el «descanso» de Dios. El castigo del Señor por las faltas de fe en Él y en Moisés, por las murmuraciones y desobediencias del pueblo escogido, es un estimulo vivo y actual para la perseverancia del cristiano. «Pórtate bien ahora, sin acordarte de ayer, que ya pasó, y sin preocuparte de mañana, que no sabes si llegará para ti» (S Josemaría Escrivá, Camino 253).


Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*3:7-4:13 Digresión parenética inspirada en Sal 95:7-11 y en la figura histórica de Moisés, que compara la vida cristiana con la peregrinación de Israel por el desierto durante cuarenta años. En función de esta cita, el uso litúrgico ha consagrado el Sal 95:1-11 como el texto exhortatorio por excelencia.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Jesús es «Apóstol», porque es el «Enviado» que nos revela al Padre, y «Sumo Sacerdote», porque es el Mediador entre Dios y los hombres.

2. Num_12:7.

7-11. Sal_95:7-11 Ver Ex. 17 1-7; Núm. 14 21-23; 20.2-13.

17. Núm. 14. 29.

Torres Amat (1825)



[2] Al pueblo de los judíos, de que fue caudillo.

[7] Sal 105 (104), 8.

[13] El tiempo de esta vida, hasta cuando llegue el día perpetuo de la eternidad.

[14] Estamos unidos e incorporados con Jesucristo, desde cuando renacimos con él, recibimos la nueva vida de la gracia y fuimos hechos miembros de Cristo por medio del bautismo. Ef 3; Gal 3; 2 Cor 10.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

τοῦ Χριστοῦ γεγόναμεν WH Treg NA28 ] γεγόναμεν τοῦ Χριστοῦ RP

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.2 Nm 12.7.

[2] 3.9 Cuarenta años: Nm 14.20-35.

[3] 3.7-11 Sal 95.7-11 (gr.).

[4] 3.15 Sal 95.7-8.

[5] 3.16-18 Cf. Nm 14.1-35; Dt 1.26.

[6] 3.19 Cf. Nm 14.39-45; Dt 1.41-45.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

el fundamento... Esto es, de nuestra esperanza.

Jünemann (1992)


14 h. El primer fundamento de la fe subsistente, viva.


Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Flp 3:12 *Lc 23:13