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Ciertamente, Moisés fue fiel en toda su casa, como servidor , para atestiguar cuanto había de anunciarse, (Hebreos 3, 5) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



19 (III) Jesús, sumo sacerdote miseri(-)cordioso y fiel (3,1-5,10).
(A) Jesús, el Hijo fiel, superior a Moisés (3,1-6). El autor inicia en este momento una consideración sobre la misericordia y fideli(-)dad de Jesús en orden inverso al formulado en 2,17. 1. hermanos santos, partícipes de una vo(-)cación celestial: Los cristianos son «santos» porque están consagrados por Jesús, y «hermanos» debido a su común relación con él (2,11). Están llamados a seguirle hasta el inte(-)rior del santuario celestial donde desempeña ahora la función de sumo sacerdote en favor de ellos, fijos vuestros ojos en Jesús: El vb. es un aor. ingresivo. El peligro de apartarse del cristianismo se debe al olvido de lo que Cristo ha hecho por ellos; ahora deben poner cons(-)tantemente en él su mirada espiritual, el após(-)tol y sumo sacerdote: Éste es el único lugar del NT donde Jesús es llamado «apóstol». Signi(-)fica que él es el enviado por Dios como su pa(-)labra definitiva a los seres humanos (1,2). Puesto que el interés del autor se centra prin(-)cipalmente en la obra de Jesús como sacerdo(-)te, y no en su enseñanza, a lo que se refiere principalmente es a la palabra-acontecimiento. Tal vez eso explique la omisión del artículo de «sumo sacerdote»; los dos títulos probablemente constituyen una unidad (K. Rengstorf, «Apostolos», TDNT 1.423-24), pero no exac(-)tamente una unidad como la concibe Rengstorf (apóstol-revelador-palabra: sumo sacerdote-expiador-obra). al que confesamos: Lit., «de nuestra confesión». Ésta es la primera de las tres veces (cf. 4,14; 10,23) en que el autor ha(-)bla de una homología, «confesión», hecha por aquellos a quienes se dirige. Probablemente se refiere a un reconocimiento bautismal de Je(-)sús como Hijo de Dios (nótese el tono bautis(-)mal del contexto). Su enseñanza sobre Jesús como «apóstol y sumo sacerdote» pretende ser una interpretación nueva de lo que los cris(-)tianos han confesado en su bautismo (cf. G. Bornkamm, Studien zu Antike und Christentum [BEvT 28, Múnich 1963] 188-203; Michel, Hebraer 173). Sin embargo, lo que en este pun(-)to le interesa al autor no es el contenido de la confesión, sino su potencialidad para dar a aquellos a los que se dirige fortaleza y apoyo en sus tribulaciones (cf. V. Neufeld, The Earliest Christian Confessions [NTTS 5, Grand Ra(-)pids 1963] 133-37).
20 2. La comparación entre Jesús y Moi(-)sés se debe probablemente al hecho de que Je(-)sús es el mediador de la nueva alianza (9,15), lo mismo que Moisés lo fue de la antigua. El carácter de mediador de Moisés no estaba des(-)conectado del sacerdocio y los sacrificios; su sacrificio en el momento del establecimiento de la alianza se recuerda en 9,19-20, aunque en Heb no se le da la designación de «sacerdo(-)te». Cuanto el autor habla del sacrificio de Je(-)sús, el antitipo veterotestamentario no es Moi(-)sés, sino el sumo sacerdote aaronita en el desempeño de sus funciones el día de la ex(-)piación (9,6-15). Sin embargo, Filón habla del sumo sacerdocio de Moisés (Quis rer. div. 182; De praem. 53), y es posible que el autor piense en dicho sacerdocio al contraponer en este momento a Jesús y Moisés, al que le hizo: No se trata de una referencia al origen de Jesús, sino a su designación para el cargo (cf. Schierse, Verheissung [? 12 supra] 109). El vb. se uti(-)liza con ese significado en 1 Sm 12,6, «El Señor... que hizo a Moisés y Aarón...». La fide(-)lidad de Moisés «en toda su casa [de Dios]» procede de Nm 12,7; esta sección ha sido con(-)siderada un midrás sobre ese versículo (Montefiore, Hebrews 72). Aunque M. R. DAngelo ve en este pasaje una alusión a ese texto, con(-)sidera que el lugar veterotestamentario citado es 1 Cr 17,14 LXX y que la cita es «una refe(-)rencia deliberada al oráculo de Natán» (Moses in the Letter to the Hebrews [SBLDS 42, Mis(-)soula 1979] 69); tal opinión es rechazada por
E. Grásser (ZNW 75 [1984] 15 n. 66). La «ca(-)sa» de Dios en la que Moisés fue siervo fiel es Israel.
21 3. cuanto la dignidad del constructor de la casa supera a la casa misma: Aunque este versículo y el siguiente no existieran, y los vv. 5 y 6 siguieran inmediatamente al v. 2, la su(-)perioridad de Jesús sobre Moisés parecería quedar suficientemente indicada: Moisés fue el siervo fiel en la casa de Dios (v. 5), Cristo es el Hijo fiel al frente de la casa (v. 6). Sin em(-)bargo, el v. 3 está estrechamente conectado con las diferentes posiciones formuladas en los w. 5-6. En cuanto siervo dentro de la casa (Israel), Moisés formaba parte de la casa; Cris(-)to, en cuanto Hijo al frente de ella, era, junto con Dios, su constructor. En su calidad de Hijo preexistente, tenía parte en la obra creadora de Dios (1,2-3); cf. Kuss, Hebraer 49; O. Michel, «Oikos», TDNT 5.126-27. Para una opi(-)nión parecida («Jesús en cuanto Hijo... perte(-)nece a la familia del constructor»), véase W. Loader, Sohn und Hoherpriester (WMANT 53, Neukirchen 1981) 77-78. 4. toda casa tiene su constructor, mas el constructor de todo es Dios: Algunos especialistas entienden el v. 4b como un paréntesis (Héring, Hebrews 25; Moffatt, Hebrews 42; Spicq, Hébreux 2.67); sin embar(-)go, parece que el pensamiento del autor sólo fluye de manera lógica si se extiende el parén(-)tesis al versículo entero y éste se entiende, no como un «aparte edificante» (Moffatt), sino como algo exigido por la argumentación. La casa del v. 2 es la casa de Dios, pero al usar Nm 12,7 el autor ha cambiado el pron. posesivo de la Ia a la 3a pers. («su casa» por «mi casa»). Es(-)te cambio, necesario dada la transformación del estilo directo del AT, se podría interpretar mal; «su casa» se podría interpretar errónea(-)mente como la casa de Moisés, en lugar de la de Dios. Para evitar tal malentendido y refor(-)zar así el argumento del v. 3 de que Moisés no fue quien construyó la casa, sino simplemente parte de ella, el autor recuerda quién la cons(-)truyó: Dios, que construyó todas las cosas. 5. como servidor, para atestiguar cuanto había de anunciarse: Aquello en lo que se hace hincapié aquí no es el papel de Moisés como mediador de la antigua alianza ni como legislador; más bien, Moisés es quien predijo la dispensación cristiana, cuanto había de anunciarse: A saber, por medio del Hijo de Dios (1,2; 2,3). 6. La «casa» es la comunidad cristiana. Su continui(-)dad con el antiguo Israel queda indicada por el hecho de que no hay dos casas, sino una so(-)la; la antigua continúa en la nueva. (Para la metáfora de los cristianos como «casa de Dios», véanse 1 Tim 3,15; 1 Pe 4,17; Ef 2,19; como «templo de Dios», véase 1 Cor 3,6; en la LQ véanse 1QS 8,5-9; 9,6.) Para las repercu(-)siones de que Cristo sea el Hijo que está «al frente de» la casa, véase el comentario al v. 3. si es que mantenemos la confianza y nos gloria(-)mos en lo que esperamos: La mayoría de los mss. añaden «firme hasta el fin», pero tal adi(-)ción no se encuentra en B ni en P4' y parece ser una interpolación procedente del v. 14. Aun(-)que el gr.parrhésia, «confianza», podría signifi(-)car «audacia» y apuntar a un reconocimiento abierto de la fe ante el peligro y la tribulación (Montefiore, Hebrews 73), las exhortaciones de Heb a la fidelidad no parecen estar motiva(-)das por el peligro de la persecución, que re(-)queriría una confesión audaz, sino más bien por el peligro de «extraviarse» (2,1), que re(-)quiere confianza.

22 (B) Advertencia basada en la infide(-)lidad de Israel (3,7-4,13). 7. el Espíritu San(-)to: El espíritu de Dios, inspirador de las Escri(-)turas, habla a través de ellas. No se deben ver en la expresión conceptos trinitarios. El ver(-)sículo inicia una sección de advertencia basa(-)da en la experiencia de Israel durante la pere(-)grinación por el desierto. El argumento se apoya en la primitiva concepción cristiana que ve la redención realizada por Cristo como un nuevo éxodo. En el AT, el éxodo había servido como símbolo del regreso de los judíos del exi(-)lio de Babilonia (Is 42,9; 43,16-21; 51,9-11); en el NT, la obra redentora era considerada como un nuevo éxodo, experimentado en primer lu(-)gar por Jesús mismo (Lc 9,31) y después por sus seguidores (1 Cor 10,1-11). Los destinata(-)rios de Heb están todavía en camino hacia la meta de su éxodo: el santuario celestial adon(-)de les ha precedido Jesús (6,20). Se han can(-)sado y están en peligro de interrumpir su via(-)je. De ahí la advertencia para que no dejen de alcanzar la meta, como aquellos hebreos que se rebelaron contra Dios. La cita de los vv. 7b-11 está tomada de Sal 95,7b-l 1, pero difiere en muchos aspectos de la lectura de los LXX. La diferencia principal es que, mientras que los LXX (y el TM) conectan los «cuarenta años» (v. 10) con la ira de Dios, en este caso van con la frase anterior, «vieron mis obras», aunque en el v. 17 se sigue el orden de los LXX. La ra(-)zón de la trasposición no está clara. 9. vues(-)tros padres me pusieron a prueba: cf. Éx 17,7; Nm 20,2-5. 11. Cf. Nm 14,1-23. mi descanso: La tierra de Palestina; cf. Nm 20,12; Dt 12,9. Kasemann considera que el motivo de Heb del viaje del pueblo de Dios hasta su descanso asignado es un tema gnóstico (Wandering [--> 8 supra] 67-75; contra esto, véase C. Colpe, Die religionsgeschichtliche Schule [FRLANT 78, Gotinga 1961]), pero el equivalente veterotestamentario parece ser una explicación satis(-)factoria de la fuente de la cual echó mano el autor de Heb. (Para la opinión de que a Heb no le interesa el viaje de Israel como tal, sino únicamente la negativa de los hebreos a entrar en la tierra prometida debido al miedo que te(-)nían de que sus habitantes les dieran muerte [Nm 14,11-12.21-23.27-35], véase O. Hoñus, Katapausis [WUNT 11, Tubinga 1970] 116-46; de manera parecida Strobel, Hebraer 112). 12. el Dios vivo: El calificativo «vivo» aplicado a Dios significa que éste se maniñesta en sus obras (cf. Jos 3,10; Jr 10,10). La expresión «apostatar del Dios vivo» se toma frecuente(-)mente como indicio de que Heb no fue escrito para cristianos judíos en peligro de recaer en el judaísmo, sino para convertidos paganos; en el caso de un regreso al judaísmo, se argu(-)ye, no se hablaría de «apostatar del Dios ver(-)dadero». Sin embargo, el autor no habla sim(-)plemente del Dios verdadero, sino del Dios verdadero en cuanto vivo, es decir, en cuanto actúa y, concretamente, en cuanto se mani(-)fiesta en Cristo. Alejarse del cristianismo es, entonces, apostasía del Dios vivo, aun cuando fuera un regreso al judaísmo, donde se pasa por alto el acto supremo de Dios. 13. mientras todavía es hoy: El autor anticipa lo que va a de(-)cir en 4,2-11. El «descanso» en el que Israel iba a entrar era sólo una prefiguración de aquel descanso al que están llamados los des(-)tinatarios de la epístola; y todavía está abierto a ellos, siempre y cuando perseveren en la fe con la cual iniciaron su vida como cristianos.
14. hemos llegado a ser compañeros de Cristo: Probablemente la participación significa com(-)partir el destino común de entrar en el san(-)tuario celestial.
23 16-19. Cf. Nm 14,1-38; Dt 1,19-40. De(-)bido al miedo que les producía la perspectiva de entablar batalla con los cananeos, los he(-)breos se negaron a entrar en la tierra de Canaán. En castigo, el Señor decretó que todos, salvo los exploradores Caleb y Josué y quienes habían nacido después de la salida de Egipto, murieran en el desierto sin llegar a entrar en la tierra prometida. El autor hace hincapié en la conexión entre desobediencia (v. 18) e incre(-)dulidad (v. 19). 4,2. el evangelio nos ha sido predicado a nosotros lo mismo que a ellos: De(-)bido a que la promesa hecha a los hebreos de que entrarían en Palestina prefiguraba la pro(-)mesa hecha a los cristianos de que entrarán en el cielo, el autor utiliza terminología neotestamentaria para describir lo que había oído Is(-)rael; fue «el evangelio». 3-4. El «descanso» de Dios se ve con una dimensión más honda que no lo limita a Palestina. Sal 95,11 llama a esa tierra descanso de Dios («mi descanso») por(-)que era el lugar de descanso que iba a dar a su pueblo (contra G. von Rad, que ve la espiri(-)tualización del concepto en el salmo mismo; véase Gesammelte Studien zum Alten Testa(-)ment [Múnich 1965] 101-08 [trad. esp.: Estu(-)dios sobre el Antiguo Testamento (Salamanca 1982]). El autor lo entiende como una partici(-)pación en el descanso en el que Dios entró des(-)pués de que la obra de la creación hubiera quedado completada. Quienes sean fieles en(-)trarán en la morada de Dios, descrita aquí como un lugar de descanso, y no como el san(-)tuario celestial (modo habitual en que la de(-)signa el autor) ni como la ciudad permanente (13,14).
24 6-9. El autor intenta encontrar dentro del salmo su personal interpretación del des(-)canso de Dios. El sustantivo hebr. equivalente a «descanso» en Sal 95,11 es menüha y es dife(-)rente del vb. «descansar» en Gn 2,2 (sábat), pe(-)ro los LXX utilizan en ambos casos una pala(-)bra derivada de la misma raíz gr.: katapausis (Sal 95,11) y katapauó (Gn 2,2). De ahí que el autor de Heb encuentre en el texto del salmo una base para su interpretación. Sostiene él que lo que se les prometió a los hebreos no fue Palestina, sino una participación en el descan(-)so propio de Dios tras la creación; cf. la idea ju(-)día de que el sábado, que refleja ese descanso, es «la imagen del mundo venidero» (Gen. Rab.17 [12a]). Debido a su incredulidad, muchos de los hebreos del período del éxodo quedaron ex(-)cluidos de ese descanso, y ni siquiera los que entraron en Palestina bajo el mando de Josué (v. 8) entraron en el descanso prometido, que es una realidad mayor que la tierra prometida. (Puesto que la forma gr. de «Josué» es la mis(-)ma que la de «Jesús», el nombre como tal po(-)ne de relieve tanto la semejanza como el con(-)traste entre la figura del AT, que condujo a los hebreos a Palestina, y Jesús, que conduce a sus seguidores al descanso celestial de Dios.) Si no fuera así, Dios no seguiría ofreciendo la promesa mucho después de que Palestina hubiera sido ocupada. Sin embargo, sigue haciéndolo, como demuestra el mandato «de David» a los israelitas de su tiempo. Dicho mandato tam(-)bién va dirigido a los cristianos: «Si hoy escu(-)cháis su voz, no endurezcáis vuestros corazo(-)nes» (Sal 95,7-8). Debido a que la promesa sigue en pie, «queda un descanso sabático pa(-)ra el pueblo de Dios» (v. 9), una participación en el descanso sabático de Dios mismo.
25 11. esforcémonos por entrar: Aunque el vb. spoudazó, «esforzarse», también puede sig(-)nificar «apresurarse», el contexto no hace pen(-)sar en este significado. No se trata en absolu(-)to de darse prisa para entrar en el descanso, sino más bien de perseverar en el esfuerzo ne(-)cesario para alcanzarlo. 12-13. Estos dos ver(-)sículos continúan la exhortación a perseverar, pues la palabra de Dios juzga correctamente, dado que nada le es desconocido; a su luz han de ser juzgados dignos o indignos de entrar en el descanso de Dios los miembros de la pre(-)sente generación. 12. la palabra de Dios: Esto hace referencia al v. 7. Es la Palabra que habla a los seres humanos, invitándoles a la fe y la perseverancia. Es una Palabra salvadora, pero también juzga, puesto que condena a quienes se niegan a escucharla, viva y eficaz: La Pala(-)bra se describe de una manera calculada para poner de relieve su eficacia: produce vida (cf. Dt 32,47) y consigue su propósito (cf. Is 55,10-11) . No parece que el autor pretenda más que una personificación de la Palabra, aunque al(-)gunos ven aquí una referencia a la palabra de Dios encarnada en Jesús (cf. H. Clavier, «Ho logos tou theou dans lépitre aux Hébreux», New Testament Essays [Fest. T. W. Manson, ed. A. J. B. Higgins, Manchester 1959] 81-93; R. Williamson, ExpTim 95 [1983-84] 4-8). más cortante que espada alguna de dos filos: cf. Is 49,2; Prov 5,4; Sab 18,16. El poder de penetra(-)ción de la Palabra se describe con lenguaje filoniano (cf. Quis rer. div. 130-31), pero en su contexto Filón no habla del poder de la Pala(-)bra con respecto al juicio, como ocurre aquí. alma y espíritu: Algunos ven en estas palabras una concepción del ser humano como com(-)puesto de cuerpo, alma y espíritu (E. Schweizer, «Pneuma», TDNT 6.446); es difícil estar de acuerdo con F. F. Bruce en que «sería cierta(-)mente aventurado sacar de estas palabras conclusión alguna acerca de la psicología de nuestro autor» (Hebrews 82). Estos compo(-)nentes humanos, como las correlativas «arti(-)culaciones y médulas», están íntimamente co(-)nectados, y la declaración de que la Palabra es lo bastante cortante para separarlos se hace simplemente para insistir en su poder de pe(-)netración. capaz de juzgar las reflexiones y pen(-)samientos del corazón: El autor atribuye a la Palabra ese conocimiento de los seres huma(-)nos que sólo tiene Dios (cf. Hch 1,24; 15,8). 13. desnudo y patente: El ptc. gr. tetrachélismena, «patente», guarda relación con el sustanti(-)vo trachélos, «cuello». El contexto indica que es sinónimo de «desnudo», pero ninguna de las explicaciones de cómo llegó a adoptar ese significado resulta realmente satisfactoria. Las palabras gr. de la última frase de este versículo pueden significar «acerca de quien hablamos» o «a quien hemos de dar cuenta». Esto último se ajusta mejor al contexto. Williamson (véase el comentario al v. 12) considera probable que el significado sea «con quien el Logos (Pala(-)bra) está presente en favor nuestro», y compa(-)ra esta frase con Jn 1,1.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 1: Hebreos 3,1-6
Aventájase Cristo a Moisés y Aarón en que Ei es hijo; ellos, en cambio, siervos y ministros.1 Por lo cual, vosotros, santos hermanos, partícipes que sois de la vocación celestial, poned los ojos en Jesús, apóstol y pontífice de nuestra profesión,2 el cual es fiel al que le ha constituido tal, como lo fue también Moisés con respecto a toda su casa.3 Pues que fue reputado digno de gloria, tanto mayor que la de Moisés, cuanto mayor dignidad tiene que la casa aquel que la fabricó.4 Pues toda casa por alguno es fabricada; mas el que crió todas las cosas es Dios.5 Y, a la verdad, Moisés fue fiel en toda la casa de Dios como un sirviente, enviado de Dios para anunciar al pueblo todo lo que tenía orden de decirle;6 pero Cristo se ha dejado ver como hijo en su propia casa, cuya casa somos nosotros, si hasta el fin mantenemos firme la animosa confianza en El, y la esperanza de la gloria.Como arriba se dijo, la Ley antigua de 3 personas recibió su autoridad, es a saber, del ángel, de Moisés y del pontífice Aarón; y en los capítulos anteriores antepuso (San Pablo) en el cotejo a Cristo, autor del Nuevo Testamento, a los ángeles, por quienes fue dada la Ley; aquí intenta anteponerlo a Moisés, que fue el promulgador y como legislador del Antiguo Testamento; y del cotejo saca a Cristo aventajado sobre Moisés, de donde concluye que a Cristo hay que obedecerle con más rendimiento que a Moisés. Píntanos primero la dignidad de Cristo e indica qué hay de común entre El y Moisés; asimismo la condición de a quienes endereza la carta y de Aquel de quien viene hablando. A sus oyentes los describe de 3 maneras:a) por razón de la caridad; de donde los llama "hermanos", como si dijese: ya que por ser del linaje de Abraham, sois hermanos unos para con otros y también de Cristo (Mt 23; He. 2); y esta fraternidad la amasa la caridad: "ved cuan bueno es y cuan deleitoso habitar unidos tas hermanos" (S. 132);b) por razón de la santidad: santos; y esto por la percepción de los sacramentos, con los que Cristo nos santifica (1Co 6);c) por razón de la vocación, al decir: "partícipes de la vocación celestial", que de dos modos puede entenderse como tal: o por razón del fin o por razón del principio. Por razón del fin, porque fueron llamados no a cosas terrenales, como en el Antiguo Testamento, sino al reino celestial (!Ts 2; 1 P. 2). Por razón del principio, porque no por nuestros méritos o por industria humana, mas por sola la gracia celestial (Sa. 1; Rm 8; Is 46). Y dice "partícipes", porque no sólo los Judíos, sino también los gentiles, fueron llamados a la gracia de la fe y del Nuevo Testamento (Col 1). Por tanto, ya que vivís en caridad, y sois santos y llamados a cosas celestiales, debéis con gusto oír hablar de Aquel por cuyo medio os llegan estos bienes.Al cual describe, al decir: "poned los ojos"; o como abajo: "poniendo los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe". ¿Con qué títulos? Con los de "apóstol y pontífice de nuestra profesión"; doble dignidad que pone en su haber por preferirlo a Moisés y Aarón: a Moisés, porque fue enviado por Dios (Sal 104); a Aarón, porque fue pontífice (E10,28). Mas Cristo fue enviado (apóstol) con una embajada de categoría muy superior a la de Moisés, que decía: "ruégote, Señor, envíes al que has de enviar" (Ex. 4), como si dijera: enviarás a uno de mayor dignidad; que asimismo es pontífice y sacerdote "para siempre, según el orden de Melquisedec" (Sal 109). Como si le hiciese la salva a su condición principal, diciendo: "de donde, esto es, por tanto, hermanos, poned los ojos en el Apóstol", como si dijese: no se os vayan los ojos a ese apóstol o enviado, Moisés, y a su hermano, el pontífice Aarón, sino fijadlos, parad mientes en el que es el Apóstol y Pontífice de nuestra profesión, esto es, en el que nosotros confesamos; porque es necesario para la salvación que le confesemos (Rm X). O interprétese por confesión sacrificio espiritual, ya que a todo sacerdote se le ordena para ofrecer sacrificios. De dos géneros son los sacrificios, es a saber, corporales o temporales, para los cuales fue instituido el sacerdocio de Aarón, y otro espiritual, que consiste en la confesión de la fe (Sal 49), para el cual fue instituido el sacerdocio de Cristo, no para ofrecer becerros o machos cabríos (Is 1).-"el cual es fiel al que le ha constituido tal". Compara a Cristo con Moisés -de Aarón hace abajo mención especia!- y señala en qué concuerdan ambos y en qué aventaja Cristo a Moisés. Lo común a Cristo y Moisés es su fidelidad a Dios, y por eso dice: "el cual es fíel"; donde es de saber que todo lo que aquí se dice de Moisés tiene su fundamento en el c. 12 de los Números, donde el Señor muestra la excelencia de Moisés, después del altercado que tuvieron contra él María y Aarón, en cuyo lugar vienen las palabras que aquí alega el Apóstol; porque ahí se dice: "pero no así a mi siervo Moisés, que es el más fiel en toda mi casa"; en las cuales palabras, si bien lo miramos, va envuelto un tal elogio de Moisés como no lo hay en otro lugar de la Biblia; razón por la cual lo toma el Apóstol como excelentísimo argumento para poner muy alto a Moisés. Y esto puede aplicarse a Cristo y a Moisés. A Moisés, como acabamos de ver por la historia alegada. A Cristo también, porque El, en cuanto hombre, "es fiel al que le ha constituido tal", conviene a saber, a Dios Padre, que lo hizo Apóstol y Pontífice, no en cuanto a la divina naturaleza, que así no fue hecho, ni creado, sino engendrado, mas en cuanto a la humana (Rm 1). Y fiel le fue a Dios Padre, primero no atribuyéndose lo que tenía, sino al Padre (Jn 5); segundo, porque buscaba la gloria del Padre, no la suya (Jn 8; 7); tercero, porque obedeció al Padre perfectamente (Fil 2). Fiel es, por tanto, Cristo al que le hizo, como Moisés, y esto en toda su casa, la cual es la universidad de todos los fieles, a que alude el Salmo 92. O por "en toda su casa" entiéndase en todo el mundo, no sólo en Judea, como Moisés (Is 49).Al decir luego: "pues que fue reputado digno de gloria, tanto mayor que la de Moisés", con esas palabras lo antepone a Moisés, en lo tocante a la potestad y en lo que mira a la condición; y ponderando ¡o que hace Cristo, júntamente encarece la honra que le cabe en toda la casa, como a Moisés, pero dándole a Cristo la primacía. Y la razón en que se funda el Apóstol es que mayor gloria se debe al que hizo la casa que al que la habita. Ahora bien, Cristo fabricó la casa (Sal 73; Pr. 9), esto es, la 1glesia; ya que como legislador -y hacedor de la gracia y de la verdad- levantó el edificio de la 1glesia. Moisés, en cambio, como promulgador de la ley, a quien sólo por ese título se le debe la gloria. De ahí que resplandeciera su rostro, a tal grado, que no pudiesen los hijos de 1srael fijar en él su mirada (Ex. 34; 2Co 3).Prosigue el texto: -tú dices que Cristo es fiel como Moisés. ¿Por qué, pues, lo hemos de hacer menos y no poner los ojos en él? Porque "fue reputado digno de gloria, tanto mayor que la de Moisés, cuanto mayor dignidad tiene que la casa aquel que la fabricó"; como si dijera: por mucha honra a que se hubiese hecho acreedor Moisés, mucho más digno de ella es Cristo que Moisés, como fabricador de la casa y legislador principal (Jb 36). Si, pues, gloria se le debe a Moisés, mayor se le debe a Cristo (2Co 3).Prueba, por tanto, la menor de su raciocinio, al decir: "pues toda casa por alguno es fabricada". La menor es que Cristo fabricó esta casa; lo cual prueba, primero, porque toda casa ha menester de uno que la fabrique; segundo, porque ésta, de la que está hablando, fue fabricada por Cristo. Prueba, pues, primero, que esta casa, como cualquier otra, necesita de un fabricante, porque cosas diversas no se unen si no hay uno que las una, como se ve en una casa artificial, en donde las piedras y las maderas, de que está compuesta, son unidas por alguien. Ahora bien, la agregación de los fieles, que es la 1glesia y la casa de Dios, ha sido júntada de diversas gentes, conviene a saber, Gentiles y Judíos, siervos y libres; y, por tanto, la 1glesia, como toda casa, es fabricada por alguien que une. Supuesta la verdad de las premisas, por la evidencia del hecho, aquí sólo pone la conclusión: "sois también vosotros a manera de piedras vivas edificados encima de E!, siendo como una casa espiritual" (1Pe 2,5; Ep 2).Prueba luego que Cristo es el edificador de esta casa, como sea ei Dios que lo hizo todo, al decir: "mas el que crió todas las cosas es Dios"; y es claro que esto se entiende de todo el mundo (Sal 32). Pero hay otra creación espiritual, que se hace por medio del espíritu (Sal 103); y ésta la hace Dios por Cristo (Stg. 1; Ep 2). Así pues, Dios creó esta casa, la 1glesia, de la nada; en otras palabras, la sacó del estado de pecado al estado de gracia. Luego Cristo, por quien Dios lo hizo todo (He 1; Jn 1), puesto que tiene el poder de hacedor, es muy superior a Moisés, que sólo fue el promulgador de la Ley.-"Y a la verdad Moisés fue fiel". Otra ventaja de Cristo sobre Moisés es la de la condición; acerca de lo cual pone su razón y la manifiesta; y su razón es ésta: consta que es de mayor dignidad el señor que. el siervo, y, más aún, en su propia casa que el siervo en la ajena; pero Moisés es fiel como siervo y en la casa del Señor; Cristo, en cambio, como Señor y en su casa propia, luego. Acerca de lo cual, es de saber que el Apóstol hace notar con mucho cuidado esas palabras escritas sobre Moisés, en las que dos cosas se dicen de él: se le llama siervo y fiel, no en casa propia, sino en la de Dios, y en ambas cosas le da la ventaja a Cristo, mostrando primero qué cosas dicen bien con Moisés y qué con Cristo.Dice, pues, que "Moisés era fiel como siervo", esto es, como fiel dispensador (Mt 25); pero Cristo, en cierto modo, lo era, es a saber, según la carne (Fil 2); mas Moisés fue criado de Dios en proponer sus palabras a los hijos de 1srael. Por donde se ve que, por ser fiel criado, las cosas que decía eran en orden a otro, es a saber, a Cristo (Jn 5; Hch. X). Así que, por ser criado, no estaba en su propia casa, sino en la ajena; y porque lo que decía era para dar testimonio de lo que había de decir Cristo, por eso Moisés por todos cuatro costados fue inferior a Cristo.Al decir a renglón seguido: "pero Cristo se ha dejado ver como hijo en su propia casa", señala lo que dice bien con la condición de Cristo, es a saber, que no es como siervo, mas "como hijo en la casa" del padre, y, por consiguiente, suya, porque es el heredero natural (He 1), y la 1glesia es la casa de Cristo (Pr. 14; Salmo 2; Mt 3). Es, por tanto, no siervo, sino hijo, y en su propia casa; Moisés, empero, es siervo, y en casa ajena (Jn 8).-"cuya casa somos todos nosotros", indica qué casa es ésta: somos nosotros los fieles, y son casa de Cristo los que creen en Cristo (1Tim 3): y también porque Cristo habita en ellos (Ep 3). Somos, pues, nosotros, los fieles, esa casa; y para que seamos casa de Dios son indispensables 4 requisitos propios de una casa, que no se hallan en una tienda, a que alude el Apóstol:1) que nuestra fe sea cierta y permanente; lo mismo nuestra esperanza; la tienda, en cambio, aunque esté firmemente enclavada, puede pronto moverse, y significa a los que por una temporada creen, pero al tiempo de la tentación retroceden; mas casa son aquellos que conservan la palabra de Dios, y por eso dice: "si mantenemos la confianza", que, como se dijo arriba, es la esperanza con expectación firme y sin temor (2Co 3);2) que esté ordenadamente dispuesta; por eso dice: "la gloria de la esperanza", esto es, a gloria de Dios ordenada, de suerte que, despreciando lo demás, nos gloriemos en la esperanza de la gloria (Jr 9);3) que sea perseverante; de ahí que diga: "hasta el fin" (Mt X);4) que permanezca firme, es a saber, que ninguna adversidad la haga tambalear; de donde la llama firme (He 6).

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

6. JESÚS, HIJO DE DIOS (3/01-06).

1 Por lo tanto, hermanos del pueblo santo, que compartís una vocación celestial, poned vuestro pensamiento en el apóstol y sumo sacerdote, objeto de nuestra profesión de fe, a Jesús, 2 que ha sido fiel al que lo constituyó, como a su vez lo fue Moisés en la casa de Dios. 3 Porque él ha sido considerado tanto más digno de gloria que Moisés, cuanto mayor es el honor del propio constructor que la casa misma. 4 Toda casa tiene un constructor; pero el constructor del universo es Dios. 5 Moisés fue fiel en toda la casa de Dios en su calidad de mayordomo, para dar testimonio a cosas que habrán de decirse más tarde. 6 Cristo, por el contrario, en su calidad de Hijo, está al frente de su propia casa: casa que somos nosotros, con tal que mantengamos firme hasta el final la confianza y la gozosa satisfacción de la esperanza.

La carta lleva adelante su exposición cristológica no por ella misma, sino para poner un modelo ante los ojos de los creyentes de ánimo decaído. Deben aprender a poner su pensamiento en Jesús y a tener así participación en él (cf. 3,14) o convertirnos en casa de Dios (usando la expresión utilizada en el texto). «Casa de Dios» es un título honorífico del pueblo de Israel, de la santa comunidad cultual de la antigua alianza. Ahora han entrado los cristianos en posesión de la herencia del antiguo pueblo de Dios, son la casa que Dios se ha preparado, caso que se mantengan firmes en su vocación celestial con la misma fidelidad que mostró Cristo para con Dios. Que el autor insista ahora tanto en la fidelidad del «apóstol 10 y sumo sacerdote... Jesús» y le dedique incluso una prueba de Escritura que nosotros no podemos seguir ya en detalle, es cosa que se explica por la situación de la comunidad a que se dirige.

La fidelidad comienza a flaquear, algunos descuidan ya el asistir a las asambleas cultuales (cf. 10,25), de aquí a la apostasía de la fe no hay sino un paso. A la vez no hay que olvidar que la apostasía de la fe puede producirse de diversas maneras. No sólo mediante la ruptura abierta con la comunidad de salvación, sino también con oposición interior, con un comportamiento indigno de la vocación celestial venida del cielo y que lleva al cielo.

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10. Aquí tenemos el único pasaje del Nuevo Testamento en que se llama «apóstol» a Jesús. El título, apli cado a Jesús, significa «enviado de Dios» y responde, por tanto, a los numerosos textos, especialmente del Evangelio de san Juan que hablan de que el Hijo ha sido enviado por el Padre.

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III. NO ENDUREZCÁIS VUESTROS CORAZONES (3,7-4,13).

1. TEXTO DE SAL /Sal/095/07-11 (3/07-11).

7 Por eso, como dice el Espíritu Santo, «Hoy, si oís su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión, el día de la tentación en el desierto, 9 cuando vuestros padres me tentaron y pusiéronme a prueba, aunque vieron lo que yo había hecho 10 en cuarenta años. Por eso me irrité contra esta generacíón; y dije: Siempre andan desviados en sus corazones, y no reconocieron mis caminos. 11 Así que juré en mi cólera: jamás entrarán en mi reposo.»

Del Espíritu Santo proviene el texto que la carta toma como base de su homilía amonestadora y -como pronto veremos- prometedora. El mismo Espíritu Santo ha de descubrirnos el sentido de sus palabras y reblandecer la dureza de nuestros corazones. La peregrinación del pueblo elegido por el desierto hacia la tierra prometida, el lugar de reposo de Dios 11, parece haber sido en fecha muy temprana tema preferido de la primitiva predicación cristiana. A los corintios, que propendían a la lascivia y a la idolatría, les había hecho ya presente san Pablo el escarmiento de la generación del desierto (1Co_10:1-13). Pero, mientras el apóstol alude directamente a las narraciones del Pentateuco, la carta a los Hebreos elige la segunda parte del salmo 95 como base para su homilía. La elección del salmo tiene importancia por cuanto en conjunto ofrece el carácter de un cántico litúrgico procesional que invita a entrar en el santuario: «¡Venid, cantemos jubilosamente a Yahveh; cantemos gozosos a la roca de nuestra salvación! Lleguémonos a él con alabanzas, aclamémosle con cánticos. Venid, postrémonos en tierra ante él; doblemos nuestra rodilla ante Yahveh, nuestro hacedor» (Psa_95:1.2.6)12 En primer lugar llama la atención el que esta invitación gozosa y solemne al culto divino esté asociada con el recuerdo de las fatigas y extravíos del tiempo del desierto. Pero en realidad las dos ideas no son tan diferentes como pudiera parecer. En efecto, el acercamiento cultual a la presencia de Dios sólo tiene valor de signo con respecto a lo que tiene lugar en el plano profano de ia vida. El que el hombre entre realmente en el lugar de reposo de Dios no depende precisamente de su observancia litúrgica, sino de su obediencia a Dios en las pruebas de la vida cotidiana. El texto de los Setenta seguido por nuestra carta (como también en los demás casos), tradujo los toponímicos hebreos de Meribá y Massá conforme a su sentido etiológico 13. «Rebelión» y «tentación» (en el sentido de tentar, de «poner a prueba» a Dios) se convirtieron así como en etapas siempre actuales en la peregrinación por el desierto de la vida humana.

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11. Cf. Deu_12:9; Isa_66:1; 1Ki_8:56; Psa_134:14; Act_7:49.

12. La Iglesia utiliza desde antiguo este salmo como «invitatorio» en el rezo cotidiano de las horas.

13. Numerosas narraciones veterotestamentarias tratan de explicar cómo surgió el nombre de un lugar. Por eso se designan estas historias como etiológicas (del griego aitia = causa, motivo); cf. Exo_17:1-17.

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2. GUARDARSE DE LA INCREDULIDAD Y EL PECADO (3/12-14).

12 Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros se halle un corazón malvado e incrédulo que lo aparte del Dios vivo; 13 por el contrario, animaos mutuamente cada día, mientras aquel hoy perdura, sin que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque hemos sido asociados a Cristo, a condición de que mantengamos firme hasta el final la confianza del principio.

El autor se dirige aquí a la entera comunidad y no, como se podía prever, a los cristianos que están en peligro de renunciar a su fe. Como hermanos que son, tienen todos el deber de atender unos a otros y de cuidarse especialmente de aquellos que no prestan ya oídos a la voz de Dios. La responsabilidad pastoral incumbe no sólo a los que «dirigen» (Exo_13:17); a todo cristiano se invita a tener los ojos abiertos cuidando de que no se pierda el hermano, a todos se confía -como se diría hoy- la función «sacerdotal» de apoyar y consolar, la paraklesis 14. Una palabra de estímulo o de amonestación puede actuar contra el endurecimiento del corazón, ese endurecimiento del alma que vuelve a los hombres amargados, descontentos y egoístas. El que se deja engañar por el pecado acaba por perder su vínculo con el Dios viviente, renuncia a la comunión con Cristo y se aparta de la comunidad de salvación, de los llamados al reposo celestial de Dios. Aislamiento y soledad son el destino del que no puede mantener firme la confianza que en un principio le había dado la fe.

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14. La palabra paraklesis está materialmente relacionada con la función del Paráclito, el Espíritu Santo «consolador».

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3. CONMINACIÓN A LOS DESOBEDIENTES (3/15-04/02).

15 Cuando la Escritura dice: «Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión», 15 ¿Quiénes fueron los que escucharon y se rebelaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por la gestión de Moisés? 17 ¿Y contra quiénes se irritó Dios durante cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tirados por el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a los rebeldes? 19 Y en realidad vemos que, debido a su incredulidad, no pudieron entrar.

(Exo_4:1). Así pues, temamos, no sea que, aun quedando en pie la promesa de entrar en el reposo de Dios, alguno de vosotros se encuentre con que se ha quedado atrás. 2 Porque también a nosotros, como a ellos, ha sido anunciado el Evangelio; pero a ellos no les sirvió de nada la palabra oída, por no estar, en los que la oyeron, unida con la fe.

A los israelitas que habían salido de Egipto había jurado Dios que no entrarían en su lugar de reposo, en la tierra prometida. La carta a los Hebreos hubiera podido contentarse con sacar de este hecho referido por la Escritura enseñanzas para la comunidad cristiana. Pero para el autor no es la Escritura sólo una palabra de otro tiempo y para otro tiempo, sino una interpelación dirigida inmediatamente al hoy. Por eso su utilización homilética del texto se extiende mucho más allá de su mera aplicación moral: quiere convencer a los lectores, u oyentes, de la actualidad de lo que el Espíritu Santo anunció anticipadamente. Ahora bien, si el mensaje conminatorio del salmo 95 sigue estando en vigor, ¿en qué ha de basar la comunidad cristiana su esperanza de poder entrar en el descanso de Dios? En primer lugar pone en claro el autor que la cólera de Dios sólo se dirigió contra los pecadores, los desobedientes y los incrédulos. De aquí se sigue que para los creyentes está despejado el camino que lleva al reposo de Dios. El mensaje conminatorio se convierte en un mensaje gozoso, en una buena nueva. Nosotros somos el pueblo de Dios que peregrina, constantemente tentado a querellarse con Dios, a perder de vista la meta de las promesas y a no hacer caso de la voluntad de Dios. La auténtica fe, en cambio, da prueba de sí en la obediencia y en la adhesión imperturbable a la palabra de Dios. Más aún, la palabra de Dios debe entrar con nosotros, los oyentes, en una especie de combinación 15 química, pues, de lo contrario, nos aprovecharía tan poco como a los israelitas de tiempos de Moisés.

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15. La palabra usada en el texto griego designa siempre un estado de íntima fusión de dos cosas (por ejemplo: Dan_2:43, mezcla de hierro y barro; 2Ma_15:39, mezcla de agua y vino). El aglutinante es en nuestro pasaje la fe.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Cristo superior a Moisés, 3:1-6.
1 Vosotros, pues, hermanos santos, que participáis de la vocación celeste, considerad al Apóstol y Pontífice de nuestra confesión, Jesús, 2 fiel al que le hizo, como lo fue Moisés en toda su casa. 3 Y es tenido por digno de tanta mayor gloria que Moisés, cuanto mayor que la gloria de la casa es la del que la fabricó. 4 Pues toda casa es fabricada por alguno, pero el Hacedor de todas las cosas es Dios. 5 Y Moisés fue fiel en toda su casa, como ministro que había de dar testimonio de las cosas que se habían de decir; 6 pero Cristo está como Hijo sobre su casa, que somos nosotros, si retenemos firmemente hasta el fin la confianza y la gloria de la esperanza.

Dentro del tema general de la superioridad de la religión cristiana sobre la judía, toca ahora hablar de Moisés. Había sido el mediador de la Antigua Alianza y, por la tradición judía, era considerado como el más grande entre los hombres, superior incluso, bajo ciertos aspectos, a algunas categorías de ángeles. Afirmar la superioridad de Cristo sobre Moisés era algo que siempre hacía impresión a mentalidades judías.
La perícopa está unida literariamente con mucha habilidad a la anterior a través del adjetivo fiel, uno de los atributos de Cristo sacerdote (2:17), y que de nuevo se recoge (3:2) para comenzar la comparación con Moisés. En esta comparación, cuya intención evidente es la de hacer resaltar la superioridad de Cristo sobre Moisés, hay una imagen o metáfora que está en la base misma de todo el razonamiento: es la imagen de casa, que se emplea tanto para designar la economía mosaica (v.2) como para designar la obra cristiana (v.6). Sin embargo, hay fácil tránsito de la imagen de casa-edificio a la de casa-familia, contribuyendo esto no poco a cierta oscuridad en todo el pasaje.
A fin de vencer en lo posible esa oscuridad, vamos a proceder por partes, distinguiendo tres fases o etapas en el razonamiento: fidelidad de Jesucristo y de Moisés (v.1-2); Jesucristo, superior a Moisés, como el arquitecto superior a la casa construida ^.3-4); Moisés actúa como siervo en la casa de Dios, mientras que Jesucristo como hijo sobre su propia casa (? .5-6). De estos tres apartados, el primero (v.1-2) no ofrece dificultad especial, limitándose a recordar la fidelidad de Jesús, que es comparada a la de Moisés, expresamente elogiada por Dios en la Escritura (cf. Num_12:7). Evidentemente, la fidelidad o lealtad de Jesús para con Dios fue inmensamente superior a la de Moisés; pero esto aquí se deja de lado. El autor de la carta se contenta con afirmar que Cristo fue fiel al que le hizo (tal), es decir, al que le hizo apóstol y pontífice (cf. v.1), como fue fiel Moisés en toda su casa, es decir, en la administración y gobierno de la casa o familia de Dios, que era el pueblo de Israel 416.
El segundo apartado (v.3-4) es el de más difícil interpretación. Se dice, en resumen, que Jesús es tanto más digno de honor que Moisés cuanto es más digno de honor el constructor de una casa que la casa misma (v.3); añadiendo, sin que se vea claramente la hilación, que Dios es el supremo constructor de todas las cosas, y, por consiguiente, también de esa casa (v.4). ¿Qué se quiere decir con todo esto? Desde luego, si tratamos de aquilatar, la respuesta no es fácil. Nada tiene de extraño que Jesús, autor y ordenador de la nueva economía religiosa (cf. v.6; Num_2:10), sea comparado al constructor de una casa; aunque sí resulta extraño, al menos para nuestra mentalidad, que Moisés lo sea a la casa misma construida. Con todo, la imagen está ahí y no toca a nosotros el cambiarla. Probablemente lo que se intenta decir es que Moisés, aunque legislador y mediador de la antigua obra religiosa, no era autor ni constructor de esa casa, como lo es Jesús de la suya, sino simple inquilino o miembro, al que Dios elige para una determinada función, pero sin que le coloque por encima de la casa misma. Lo que se añade en el v.4 parece, muy en consonancia con la mentalidad y modo de hablar de los judíos, no tiene otra finalidad sino recordar que, como en todas las cosas, también cuando se trata de establecer una obra de bendición mosaica o cristiana, es siempre Dios, principio y último fin de todo, el supremo constructor y ordenador (cf. 1:1-2; 2:10). No creemos que pueda alegarse este versículo para probar la divinidad de Jesucristo, conforme hacen bastantes autores.
Queda el tercer apartado (v.5-6), que ofrece ya menos dificultad. Prácticamente viene a decirse lo mismo que en el apartado segundo, aunque cambiando un poco la imagen. Jesucristo no es ya el constructor de la casa, sino el hijo que manda sobre ella; y Moisés no es la casa misma, sino un siervo que trabaja en la casa (de Dios). El oficio que se asigna a Moisés es el de dar testimonio de las cosas que se habían de decir (??? ????????? ??? ???? 3???????? , ? .5). No es claro si con esto se alude simplemente a que transmitía al pueblo lo que Dios le decía, o hay aquí una alusión a su función profética respecto del Mesías, idea que sin duda estaba muy en el ambiente (cf. Lev_24:27; Jua_5:46). Con esta última interpretación, a la que damos bastante probabilidad, resaltaría aún más su inferioridad respecto del Mesías. La casa sobre la que manda Jesucristo (v.6) es suya (cf. v.3) y es de Dios (cf. v.4); esa casa somos nosotros (v.6; cf. Efe_2:20-21; 1Ti_3:15); pero para pertenecer a ella hay que seguir firmes en la fe, alentados por la gloria que nos espera (cf. Rom_5:2; Rom_8:18).

Nueva exhortación a la perseverancia en la fe,Rom_3:7-19.
7 Por lo cual, según dice el Espíritu Santo: Si oyereis su voz hoy, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión, como el día de la tentación en el desierto, 9 donde vuestros padres me tentaron y me pusieron a prueba, y vieron mis obras 10 durante cuarenta años; por lo cual me irrité contra esta generación, y dije: Andan siempre extraviados en su corazón y no conocen mis caminos, 11 y así juré en mi cólera que no entrarían en mi descanso. 12 Mirad, hermanos, que no haya entre vosotros un corazón malo e incrédulo, que se aparte del Dios vivo; 13 antes exhortaos mutuamente cada día, mientras perdura el hoy, a fin de que ninguno de vosotros se endurezca con el engaño del pecado 14 Porque hemos sido hechos participantes de Cristo en el supuesto de que hasta el fin conservemos la firme confianza del principio; 15 mientras se dice: Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión. 16 ¿Quiénes, en efecto, se rebelaron después de haber oído? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por obra de Moisés? 17 ¿Y contra quiénes se irritó por espacio de cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes sino a los desobedientes juró que no entrarían en el descanso? 19 En efecto, vemos que no pudieron entrar por su incredulidad.

De nuevo, como en 2:1-4, se interrumpe la exposición doctrinal, para intercalar una exhortación a los destinatarios a que se mantengan firmes en la fe que han abrazado. La exhortación continuará a lo largo del capítulo cuarto. No deja de llamar la atención el modo cómo el autor se vale de la Escritura. Supone como tres fases o etapas en esa llamada de Dios: la que hizo a los israelitas del desierto, la hecha a los judíos de tiempos del Salmista, y la que hace ahora a los cristianos.
En efecto, como base de la exhortación se toman las palabras de Sal 95:Sal_8:11, en que el salmista invita a los judíos, sus contemporáneos, a que oigan la voz de Dios y se muestren más dóciles que la generación de tiempos de Moisés en el desierto. Fue aquella una generación perversa, en continua rebeldía contra Dios, exigiendo siempre de El nuevos milagros y olvidándose cada día de los del día anterior; por eso Dios, irritado, la castigó a morir en el desierto, no permitiéndole entrar en el reposo de la tierra de Canaán (v.y-n; cf. Exo_17:1-7; Num_14:29-33; Num_20:2-13).
De esta larga cita 417, introducida con la fórmula dice el Espíritu Santo (v.7; cf. 2:6), el autor de la carta hace en seguida la aplicación a sus lectores (v. 12-19). La conducta de Dios con la generación del desierto debe servirles de aviso. Recomendación parecida hace San Pablo en 1Co_10:1-13. Si entonces, por su incredulidad, aquella generación fue fuertemente castigada por Dios y excluida de la entrada en el descanso de la tierra prometida (cf. v. 16-19), tema también ahora la generación cristiana, no sea que, incrédula al Evangelio, irrite a Dios y sea excluida del descanso del Señor, primero el de la justicia y unión con Dios acá en la tierra, y luego el de la eterna felicidad en el cielo (cf. v.12-15). Todo da la impresión de que el autor de la carta estaba preocupado por el peligro de la pérdida de la fe en los destinatarios. Por eso insiste en que no basta haber sido incorporados a Cristo por la fe y el bautismo, sino que, para que no nos pase como a la generación del desierto, hay que conservar hasta el fin la firme confianza del principio (v.14). También insiste en que el hoy de la llamada divina (v.13 y 15) subsiste al presente para nosotros, como subsistía entonces para los contemporáneos del salmista; pero cuidémonos de no desaprovecharlo mientras perdura, exhortándonos mutuamente a la constancia en la fe, pues pasará y entonces ya no habrá remedio, como sucedió a los de la generación del desierto.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La fidelidad de Cristo

Hermanos santos sugiere una relación familiar entre verdaderos creyentes, tanto hombres como mujeres. Son peregrinos que participan del llamamiento celestial (v. 1) para reinar con Cristo en el mundo venidero (2:5). El mayor aliento es el de persistir en el viaje de la fe, o sea considerad (o sea poner la atención en) a Jesús. De esa manera el autor expone muy sencillamente la preocupación central de su palabra de aliento. Los cristianos deben centrarse en Jesús como apóstol, enviado por Dios para ser la revelación definitiva de su personalidad y voluntad, y como sumo sacerdote, haciendo posible una relación eterna con Dios. Tal enseñanza está diseñada para alentar al cansado, desafiar al perezoso y desobediente y dar nueva seguridad a aquellos que están dudando y alejándose.

2-5 La fidelidad de Jesús a Dios como quien le constituyó (DHH, lo nombró para este servicio) se compara con la fidelidad de Moisés. Tal fidelidad nos invita a confiar plenamente en Cristo. El autor alude a Núm. 12:7 donde se pone de relieve el papel fundacional de Moisés como revelador de la voluntad de Dios para Israel. Sin embargo, Jesús es digno de una gloria superior a la de Moisés porque, como Hijo de Dios, es el constructor de la casa (o familia) en la cual sirvió Moisés. Fue a través de su Hijo que Dios hizo el universo (1:2) y por medio de él salvó y estableció la comunidad de la fe (vv. 3, 4). El papel de Moisés en la casa de Dios fue el de actuar como siervo y como testigo (gr. eis martyrion) de lo que se había de decir después. Aun el sistema de culto que Moisés recibió el mandato de establecer era una preparación y un anticipo de las realidades que habían de venir con el Mesías (cf. 8:5; 10:1).

6 El Hijo ahora gobierna sobre su casa (de Dios). Esto comprende a todos los verdaderos creyentes desde el comienzo de la historia humana hasta el presente, o sea, todos los salvados o perfeccionados por la obra del Hijo. Sin embargo, una nota de advertencia suena en las palabras si de veras retenemos la confianza y el gloriarnos de la esperanza. Esta forma un puente al pasaje que sigue, donde se discute la posibilidad de dejar atrás a Cristo. El sacrificio de Jesús nos da confianza para entrar en el lugar santísimo (10:10; cf. 4:16). El derecho de acceso a Dios es su don para nosotros en Cristo y no debe ser descartado por razón alguna (10:35, 36). Necesitamos retener y ejercitar aquello para que podamos perseverar en hacer la voluntad de Dios y obtener lo que él ha prometido. Del mismo modo, hay una esperanza objetiva que se nos da en el evangelio. Esta debería continuar siendo nuestro gloriarnos o la base de exultación.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 Christ is more worthy then Moses, 7 therefore if we beleeue not in him, we shalbe more worthy punishmet then hard hearted Israel.
1 Wherfore holy brethre, partakers of the heauenly calling, consider the Apostle and high Priest of our profession Christ Iesus,
2 Who was faithful to him that [ Greek: made, 1Sa_12:6.] appointed him, as also Moses was faithfull in all his house.
3 For this man was counted worthy of more glory then Moses, in as much as he who hath builded the house, hath more honour then the house.
4 For euery house is builded by some man, but hee that built all things is God.
5 And Moses verely was faithfull in all his house as a seruant, for a testimonie of those things which were to be spoken after.
6 But Christ as a Sonne ouer his owne house, whose house are wee, if we hold fast the confidence, and the reioycing of the hope firme vnto the end.
7 Wherfore as the holy Ghost saith, [ Psa_95:7.] To day if ye will heare his voyce,
8 Harden not your hearts, as in the prouocation, in the day of temptation in the wildernesse:
9 When your fathers tempted me, prooued me, and saw my works fourty yeeres.
10 Wherefore I was grieued with that generation, and sayd, They doe alway erre in their hearts, and they haue not knowen my wayes.
11 So I sware in my wrath: [ Greek: if they shall enter.] they shall not enter into my rest.
12 Take heed, brethren, lest there be in any of you an euill heart of vnbeleefe, in departing from the liuing God.

[Vnbeleeuers.]

13 But exhort one another dayly, while it is called To day, least any of you be hardned through the deceitfulnesse of sinne.
14 For wee are made partakers of Christ, if we hold the beginning of our confidence stedfast vnto the end.
15 Whilest it is sayd, To day if yee will heare his voice, harden not your hearts, as in the prouocation.
16 For some when they had heard, did prouoke: howbeit not all that came out of Egypt by Moses.
17 But with whom was he grieued fourty yeeres? was it not with them that had sinned, whose carcases fell in the wildernesse?
18 And to whom sware he that they should not enter into his rest, but to them that beleeued not?
19 So we see that they could not enter in, because of vnbeleefe.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Jesús y Moisés. El predicador dirige ahora su mirada a los cristianos y las cristianas a quienes llama «consagrados», es decir, los que han experimentado la salvación por medio de la muerte de Cristo y que probablemente expresaban ya en la liturgia de sus asambleas la fe en el «Sacerdote Mediador» de esta salvación. Los invita a comparar la autoridad de la Palabra de salvación traída por este Apóstol (cfr. Sal_22:23; Mal_2:7) y Sumo Sacerdote con la del mediador más importante del pueblo de Israel, Moisés. Ambos, Moisés y Cristo son fieles y gozan de la comunicación íntima con Dios. Pero una es la intimidad del siervo y otra la del Hijo. Moisés presta sus servicios como «siervo» y administrador en la casa de Dios que él no fundó. Jesús, en cambio, es «Hijo», fundador con Dios de la «nueva casa» y directo administrador de ella. Y esa casa, que se sostiene en la confianza en Dios y en la esperaza del premio, «somos nosotros» (6).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Jesús es «Apóstol», porque es el «Enviado» que nos revela al Padre, y «Sumo Sacerdote», porque es el Mediador entre Dios y los hombres.

2. Num_12:7.

7-11. Sal_95:7-11 Ver Ex. 17 1-7; Núm. 14 21-23; 20.2-13.

17. Núm. 14. 29.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Los títulos de «Apóstol» y «Sumo Sacerdote» (v. 1) explican la misión del Hijo en el mundo: Jesús es el mensajero o enviado de Dios a los hombres y representante de los hombres ante Dios.

Partiendo de la fidelidad a su misión que demostró Moisés y, de modo eminente, Jesucristo, el autor sagrado fundamenta la superioridad de Éste mediante la imagen de la casa, considerada unas veces como edificio, otras como familia: el arquitecto es superior al edificio y el hijo al administrador.


Torres Amat (1825)



[2] Al pueblo de los judíos, de que fue caudillo.

[7] Sal 105 (104), 8.

[13] El tiempo de esta vida, hasta cuando llegue el día perpetuo de la eternidad.

[14] Estamos unidos e incorporados con Jesucristo, desde cuando renacimos con él, recibimos la nueva vida de la gracia y fuimos hechos miembros de Cristo por medio del bautismo. Ef 3; Gal 3; 2 Cor 10.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Heb_1:2+; Jua_8:35

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Heb_1:2+; Jua_8:35

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



La comparación iniciada de Cristo con Moisés se convierte en antítesis. Cristo, a diferencia de Moisés, ha edificado la casa de Dios: prueba manifiesta de su divinidad. Cristo, además, en esta casa de Dios es el Hijo, donde Moisés es un criado.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.2 Nm 12.7.

[2] 3.9 Cuarenta años: Nm 14.20-35.

[3] 3.7-11 Sal 95.7-11 (gr.).

[4] 3.15 Sal 95.7-8.

[5] 3.16-18 Cf. Nm 14.1-35; Dt 1.26.

[6] 3.19 Cf. Nm 14.39-45; Dt 1.41-45.

Jünemann (1992)


5 c. Fue.
d. Para que testificarse lo que Dios había de revelar.