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También nosotros hemos recibido la buena nueva, lo mismo que ellos. Pero la palabra que oyeron no les aprovechó, pues no se compenetraron con la fe de los que la escucharon. (Hebreos 4, 2) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario de Santo Toms de Aquino

Capítulo 4 Lección 1: Hebreos 4,1-8
Exhórtalos a que por la fe se esfuercen por entrar en aquel descanso, no sea que, como aquéllos, por incrédulos, no entraron, ellos tampoco entren.1 Temamos, pues, que haya alguno entre nosotros que sea excluido de la entrada en el descanso de Dios, por haber despreciado la promesa que de El se nos había hecho.2 Puesto que se nos anunció también a nosotros del mismo modo que a ellos, pero a ellos no les aprovechó la promesa oída, por no ir acompañada con la fe de los que la oyeron.3 Al contrario, nosotros, que hemos creído, entraremos en el descanso, según lo que dijo: Tal es el juramento que hice en mi indignación: jamás entrarán en mi descanso; y es el descanso en que habita Dios acabadas ya sus obras desde la creación del mundo.4 Porque en cierto lugar habló así del día séptimo: y descansó Dios al día séptimo de todas sus obras.5 Y en éste dice: jamás entrarán en mi descanso.6 Pues como todavía faltan algunos por entrar en él, y los primeros a quienes fue anunciada la buena nueva no entraron por su incredulidad,7 por eso de nuevo establece un día, y es hoy, diciendo, al cabo de tanto tiempo, por boca de David, según arriba se dijo: si hoy oyereis su voz, no queráis endurecer vuestros corazones.8 Porque si Josué les hubiera dado este descanso, nunca después hablaría la Escritura de otro día.Echada por delante y explicada la autoridad de David, entabla ahora el Apóstol, fundándolo en ella, su argumento: despierta primero el ansia de entrar en el susodicho descanso y exhorta a darse prisa a entrar. Cuanto a lo primero, nos sobresalta con un santo temor y muestra que hemos de andar solícitos por ello. Dice, pues: díjose que se dio por ofendido de los que no creyeron, de modo que ¡uro que no entrarían en su descanso. "Luego también temamos nosotros", esto es, con un temor casto y solícito. "Bienaventurado el hombre que está siempre temeroso de ofender a Dios" (Pr. 28,14); "mire, pues, no caiga el que piensa estar firme" (1Co 10,12); ya que este temor es para lo bueno un provechoso admonitor y compañero de las 3 virtudes espirituales: la fe, la esperanza y la caridad (Sir 24).Pero ¿temer qué? "que, por haber despreciado la promesa, haya alguno entre nosotros que sea excluido de la entrada en el descanso de Dios", pues la dicha o felicidad consiste en eso: en entrar en ella (Tb 13; He. 12); porque, como dice el Crisóstomo, mayor pena tienen los condenados por haber sido excluidos de la visión de Dios que por los otros tormentos que padecen. Y dice: "se le juzgue", esto es, por el juicio divino: "¡apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno!" (Mt 25); o según las opiniones humanas. "Porque tened bien entendido que ningún fornicador o impúdico, o avariento, lo cua! viene a ser una idolatría, será heredero del reino de Cristo y de Dios" (Ep 5,5). Es, pues, de temer no sea alguno de vosotros excluido, puesto que a vosotros se hizo la promesa de entrar: '"y reposará mi pueblo en hermosa mansión de paz, y en tabernáculos de seguridad, y en el descanso de la opulencia" (Is 32,1 8); "ya desde ahora dice el Espíritu que descansen de sus trabajos" (Ap. 14,13). Es, pues, de temer que por culpa nuestra, por haber despreciado la promesa, que hicimos a un lado, dejando la fe, la esperanza y la caridad, por la que podemos entrar, de hecho no entremos en aquel descanso; lo cual acontece por el pecado mortal.Por consiguiente, al decir: "puesto que se nos anunció también a nosotros", nos da a entender que es un desvelo que nos ha de quitar el sueño; acerca de lo cual, nos propone su intención y la demuestra. Cuanto a lo primero, muestra que esta promesa se nos hizo a nosotros y que no es suficiente. Dice, pues: "puesto que se nos anunció", esto es, se no prometió; donde es de saber que lo que en el Antiguo Testamento era promesa temporal ha de entenderse espiritualmente; pues todo lo que les sucedía era figura de lo que a nosotros nos concierne (1Co X; Rm XV).-"pero a ellos no les aprovechó". Muestra que no es suficiente la promesa si de nuestra parte no ponemos el mayor empeño para que nos sea provechosa; de donde dice que palabra oída y no creída de nada les sirvió; porque serán justificados no los oidores de la ley, mas los que la ponen por obra. Y añade: "por no ir acompañada de ia fe", porque así como del entendimiento y de lo entendido se hace una cosa, así del corazón del creyente y de la misma fe resulta un todo (1Co 6). Y lo que agrega: "de lo que oyeron" puede ser la razón de por qué la palabra no estuvo acompañada de la fe; esto se refiere a lo que oyeron de los exploradores y no les dieron fe. O puede ser una determinación tomada por la fe, que ha de fundarse en lo que se oyó, ya que la fe proviene del oír (Rm X); pues ias palabras de Dios tienen tal fuerza que, apenas oídas, deben ser creídas (Sal 99).Al decir luego: "porque entraremos en el descanso", prueba su intento, pues muestra que creer nos es tan necesario como a ellos y trae a este propósito dos autoridades, de donde saca su argumentación: "pues como todavía faltan algunos por entrar en él". Dice, pues: también a nosotros se nos dijo, como a ellos, que "entraremos en el descanso" (Sal 4; Job XI), que lo es de dos géneros: uno en los bienes exteriores, para el cual sale uno del descanso de la mente; otro en los bienes espirituales, que es íntimo y para el cual se entra (Mt 25; Cant. 1). Pone luego la autoridad: "corno ¡uré", que ya se explicó.-"acabadas ya sus obras desde la creación del mundo". Pone dos autoridades: una de la ley (Gn. 2); otra, citada con frecuencia, del Salmo 94. Dice, pues, cuanto a la primera: "acabadas ya sus obras...", que puede leerse de dos maneras: de una, sin enim, sino con dijo a secas, y es un texto más claro, de modo que el sentido sea éste: digo que entraremos en el descanso, figurado ya de antemano desde la creación del mundo, del cual descanso, prefigurado por el día séptimo, dijo, es a saber, el Espíritu Santo que habla en la Escritura (2Pe 1), "en cierto lugar famoso (Gn. 2), del día séptimo: y así descansó Dios de todas sus obras", obras, digo, acabadas ya desde la creación del mundo. O dijo el Espíritu Santo, en cierto lugar, del día séptimo; y esto lo dijo luego de haber narrado las obras de los seis días, acabadas ya desde la creación del mundo. Mas, si se lee dicit enim, la construcción es manca, y el sentido es éste: se nos dijo que entraremos, y esto acabadas ya sus obras desde la creación del mundo, pero, cuándo y cómo, ya lo dijo en cierto lugar... Y dice: "acabadas sus obras", para designar las obras de los seis días que fueron perfectas; y "desde la creación del mundo", porque primero fue creado el mundo, y después de seis días se le dio la perfecta y debida disposición en cada una de sus partes.Pero, acerca de la distinción de estos días, de un modo y de otro hablan los santos; pues, como parece por la Primera Parte de la Suma, c. 74, art. 2 y 3, San Agustín la explica diferentemente que los otros; mas, llámese como se quiera, es cosa manifiesta que esas obras fueron perfectas, con la doble perfección que tuvieron: una, según las partes del mundo, que son el cielo y los 4 elementos, por lo que mira a sus esencias, como se explica en la primera parte de la Suma; y esto por medio de las obras: la de la creación, el primer día; la de la distinción el segundo y tercero; en lo cual concuerda San Agustín con los otros santos.Otra perfección es la que concierne a cada parte y pertenece a la obra de ornato: la de la parte superior el cuarto día; la de la región intermedia, el aire y el agua, el quinto día; la de la tierra, el más bajo elemento, el sexto día. Esta perfección le cuadra al número senario, que se origina de sus partes alícuotas tomadas al mismo tiempo, que son 1,2 y 3; porque seis veces uno da 6, lo mismo dos veces 3; y 2 y 3 mas 1 son 6. Ya pues, siendo el senario el primer número perfecto, -porque, aunque al ternario le venga de algún modo el saco según lo dicho, ya que tres veces uno da 3, y 1 más 2 son 3; con todo, dos veces uno no da 3, ni dos veces dos, sino dos- por el senario se designa la perfección de las cosas, y en pos de la perfección se promete el descanso, que no se le da sino al que trabaja. Y así en el séptimo día, en que el estado del mundo se mudó de bien en mejor, como en cualquier otro día, había cierta variación; de ahí que en él haya dado principio el estado de la propagación y por eso se le enumere con los otros días; y así, en la séptima edad del mundo colócase el estado de ios que descansan. Pero, según San Agustín, el séptimo día no es sino el conocimiento angélico respecto del descanso de Dios de sus obras.Se objeta: si descansó el día séptimo, ¿quién entonces lo hizo si no es obra de Dios? Ademas, dice San Juan: "mi Padre, hoy como siempre, está obrando incesantemente; y Yo, ni más ni menos" (5,17).Respondo: entiéndese allí descanso, no en cuanto se opone a trabajo, sino a movimiento; ya que Dios, aunque al producir no se mueva, mas como nosotros no hablamos de El sino por medio de cosas sensibles, que no tienen operación sin movimiento, por eso mismo, ampliamente hablando, llámase movimiento, y en este sentido se dice haber descansado, porque cesó de producir nuevas especies; ya que las cosas que posteriormente se hicieron se hallaban virtualmente en las ya producidas, o según su virtud activa, como en los animales perfectos, o según las razones seminales, o según la materia, como en los minerales. Por eso entonces no hubo muertos resucitados, sino cuerpos que pudieran resucitarse. Hubo también ciertos seres creados a su semejanza, como las almas racionales, que sólo Dios las hace. Así que descansó Dios de producir cosas, porque todas de algún modo se adelantaron, como va dicho; con todo, hoy como siempre, está obrando incesantemente conservando y gobernando lo que creó. Así que el séptimo día, como cualquier otro, Dios lo hizo, porque entonces se añadió algo: empezó el estado de propagación; cualquiera adición, como se dijo, variaba el estado del mundo y constituía un día.O, según San Agustín, no dice simplemente descansó, sino "descansó de sus obras", ya que eternamente descansa en Sí mismo, pero entonces también descansó, no en sus obras, sino de sus obras; que de muy diverso modo obra Dios y un artífice cualquiera; porque el artífice trabaja por necesidad, como el albañil que hace una casa para descansar en ella; lo mismo el herrero que hace un cuchillo para sacar dinero. De donde la aspiración de cualquier artífice descansa en su obra; lo cual no sucede con Dios, pues no le mueve al trabajo su propia indigencia, sino el hacer a otros partícipes de su bondad. De donde no descansa en la obra, sino de producir la obra, y descansa en sola su bondad.Por consiguiente, al decir: "pues como todavía faltan algunos por entrar en él", saca la argumentación de las premisas; acerca de lo cual toma el sentido de aquella segunda autoridad: "si oyereis su voz", y arguye con la primera: "luego resta todavía un solemne descanso o sábado para el verdadero pueblo de Dios". Cuanto a lo primero, saca dos consecuencias de la segunda autoridad y demuestra que las dos se entienden de él; "porque, si Josué les hubiera dado este descanso, nunca después hablaría la Escritura de otro día". Toma pues las dos autoridades que se entienden de él; porque "está muy puesto en razón", es a saber, que los padres antiguos no hubiesen entrado en él. Otra cosa es que en tiempo de David aún quedase por dárseles otro descanso; porque, aunque se les hubiese prometido un descanso en la tierra de promisión, con todo, por el hecho de que "después de largo tiempo dice: si oyereis hoy su voz...", muestra que aún resta otro descanso; de otra suerte no hiciera mención del descanso diciendo: hoy... Hay, pues, un descanso en el que nosotros entraremos, y en el cual no entraron ellos "por su incredulidad". Por tanto, ya que elíos no entraron, resta que entren otros a quienes se hizo la promesa, ya que "a quienes primero se anunció no entraron", esto es, los Judíos, a quienes se hizo la promesa. Resta, pues, que algunos entren, y la razón es porque, si Dios creó al hombre para la eterna bienaventuranza, ya que lo hizo a su imagen y semejanza, tuvo que prepararle el descanso. Mas, dado que alguno por culpa suya sea de tal descanso excluido, no empero por eso Dios quiere que esa preparación le salga vana. Por lo cual falta que algunos entren, como se ve en los invitados a las bodas (Mt 20); y por eso "establece, esto es, nos fija el día séptimo, el día de la gracia, diciendo por boca de David: si hoy oyereis su voz...", y repite la autoridad, que ya quedó explicada. Como decíamos, Dios le preparó al hombre la bienaventuranza para descanso, y no quiere que esa preparación le salga en vano; de suerte que, si uno no entra, otro entrará en su lugar, como lo muestra la parábola de las bodas (Mt 22). De ahí que diga Nuestro Señor: "manten lo que tienes, no sea que otro se lleve tu corona" (Ap. 3,1 i); como . si dijera: si no la recibes tú, no faltará quien la reciba. "Quitará de en medio una multitud innumerable y sustituirá otros en su lugar" (Jb 34,24).-"Porque, si Josué les hubiera dado ese descanso. .." Prueba que faltan algunos por entrar, porque, si Jesús de Nave, esto es, Josué, les hubiera dado ese descanso a los hijos de 1srael, nunca después hablaría la Escritura de otro día, esto es, no nos estuviera reservado otro descanso, ni después de aquel día nos hablara de otro el profeta David. De donde se colige que aquel descanso era un símbolo del descanso espiritual.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 4

4. REPOSO DE DIOS Y OBRA DE LOS SEIS DÍAS (4/03-05).

1 y 2 en el cap. anterior

3 Porque nosotros, los creyentes, vamos entrando en el reposo, conforme a lo que dijo: «Así que juré en mi ira: Jamás entrarán en mi reposo»; y eso que las obras de Dios estaban terminadas ya desde la creación del mundo, 4 pues del día séptimo la Escritura ha dicho así: «Y en el día séptimo descansó Dios de todas sus obras» (Gen_2:2). 5 Y lo mismo en este pasaje: «Jamás entrarán en mi reposo.»

El concepto de reposo (katapausis), en conexión con el salmo 95, hace pensar en la tierra de Canaán. Allí se habían asentado los israelitas, después de haber errado sin cesar por el desierto, allí habían de vivir en reposo y seguridad al abrigo de sus enemigos. El mismo Dios de la alianza, que había acompañado a su pueblo en la marcha por el desierto, no tenía ya necesidad de morar en una tienda, había hallado en el templo su «lugar de reposo» (cf. Isa_66:1; Psa_131:14 ; Act_7:49). Evidentemente, la carta a los Hebreos trasladó estas imágenes veterotestamentarias a un más allá celestial. A la comunidad cristiana se le promete un nuevo Canaán supraterreno, donde un día podrá descansar de todas las fatigas y tribulaciones de la vida.

En este pasaje interviene todavía otro motivo: el del descanso de Dios el séptimo día de la creación. Como Dios, al cabo de seis días, descansó de todas sus obras, también los cristianos, los creyentes, descansarán una vez de sus obras (cf. Rev_14:13). Pero el texto quiere decir algo más: no se limita a una mera comparación. Se trata de la calidad misma del reposo al que se retiró Dios después de la creación y al que está llamado el pueblo de Dios que peregrina. A todas luces, la carta no se refiere a una participación en algún atributo o en algún estado de Dios, sino que alude a la misma realidad celestial que en otros lugares se designa como «mundo futuro», «verdadero santuario», «patria celestial» o «ciudad permanente». El lugar de reposo de Dios es por tanto como una tierra que está preparada desde el comienzo mismo del mundo. A nosotros, que conocemos la palabra «reposo» casi exclusivamente por la liturgia de difuntos y le asociamos la idea de un estado intermedio del alma separada del cuerpo (o incluso del cadáver que reposa en el camposanto), puede parecernos un tanto curioso el empleo del término «reposo» para designar la consumación de la salvación cristiana. No obstante, si tenemos en cuenta que nuestra vida, a fuerza de agitación, de desasosiego y de ajetreo, no llega nunca al reposo, también nosotros miraremos al reposo, a la katopausis celestial, como a una meta ardientemente deseable.

5. EXHORTACIÓN FINAL (4/06-11).

6 Y como todavía quedan algunos por entrar en el reposo, e incluso los primeros a quienes fue anunciado el Evangelio no entraron, por causa de su rebeldía, 7 vuelve a fijar un día determinado -hoy-, diciendo por boca de David después de tanto tiempo, conforme a lo ya dicho: «Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones». 8 Efectivamente, si Josué los hubiera introducido en el reposo, la Escritura no hablaría ya de un día posterior a esto. 9 Así que aún le queda al pueblo de Dios un reposo sabático16. 10 Porque el que entra en el reposo de Dios, también él descansa de sus obras, como Dios de las suyas propias. 11 Esforcémonos, pues, por entrar en aquel reposo, para que nadie caiga en aquella misma rebeldía.

La homilía vuelve todavía a compendiar, como conclusión, la idea fundamental y pone en guardia con el mayor empeño contra la desobediencia, que a los mismos israelitas del tiempo del desierto les impidió ya entrar en el reposo de Dios. Pero ni siquiera la toma de posesión de la tierra por Josué condujo a la meta anhelada de las promesas. El autor demuestra esta afirmación que a nosotros se nos antoja obvia con un argumento que se encuentra también algunas veces en san Pablo (por ejemplo: Gal_3:17). Las palabras del salmo 95 se pronunciaron mucho tiempo después de la toma de posesión de la tierra de Canaán y por tanto deben referirse a otro acontecimiento, a otro «hoy». Es posible que desde el punto de vista de una exégesis científica sea insostenible esta argumentación; sin embargo, su intención es digna de tenerse en cuenta. En realidad, el Antiguo Testamento entendido en sentido cristiano no quiere informar sobre cosas pasadas, sino que apunta a nuestro futuro, a fin de que nosotros afrontemos el presente, el «hoy»>. Así la carta a los Hebreos nos instruye para que oigamos el Antiguo Testamento como una palabra que va dirigida a nuestra misma vida y nos fuerza a tomar una decisión.

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16.Ya en el Antiguo Testamento se designa el sábado como «día de reposo» (Exo_35:2; 2Ma_15:1, y passim).

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6. HIMNO A LA PALABRA DE DIOS (4/12-13).

12 Porque la palabra de Dios es viva y operante, y más tajante que una espada de dos filos17: penetra hasta la división de alma y espíritu, de articulaciones y tuétanos, y discierne las intenciones y pensamientos del corazón. 13 Nada creado está oculto a su presencia: todo está desnudo y patente a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

PD/FUERZA: El himno se halla al final de la primera parte de la carta y nos hace volver con el pensamiento al comienzo de la misma. Dios habló antes por los profetas, ahora ha hablado por su Hijo. Que nadie tenga en poco su palabra considerándola como mera palabra y no como obra. ¿A un mundo que, por cierto, no puede quejarse por falta de palabras -incluso, y sobre todo, de palabras hermosas, buenas, elevadas y devotas-, no tiene Dios otra cosa que ofrecerle que su palabra? Cierto que Dios no se ha contentado sólo con hablar: calló en la muerte de su propio Hijo, pero este callar sangriento «habla más elocuentemente que la sangre de Abel» (2Ma_12:24), y así se nos remite de nuevo a la palabra, flaca e impotente desde el punto de vista humano. Sólo la fe sabe qué fuerza, qué vida reside en la palabra de Dios, y sabe que esta palabra es el poder decisivo de este mundo. Aunque mil veces sea desoída, ignorada, no se le haga el menor caso y se cometan acciones que la dejen en mal lugar, alguna vez llega para cada cual la hora de la verdad, cuando la palabra humillada y despreciada viene a pedirle cuentas.

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17. También Eph_6:17 compara la «palabra de Dios» con una «espada del Espíritu». Cf. también la espada de dos filos que sale de la boca del Hijo del hombre en el cielo (Rev_1:16).

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Parte segunda

EL SUMO SACERDOCIO DE JESÚS 4,14-10,31

La gran pieza central de la carta está encerrada entre dos paréntesis (4,14-16 y 10,19-31), que sustancialmente suenan lo mismo y que nos dan a conocer las intenciones que persigue el autor con sus reflexiones, en parte bastante difíciles: en la convicción de que tenemos «un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos» (4,14), que con su sangre nos facilitó la entrada al verdadero «lugar santísimo» (10,19-21), debemos «mantener firme nuestra profesión (de la esperanza» (4,14; 10,23), y «acercarnos con confianza al trono de la gracia» (4,16; cf. 10,22). Se trata, por tanto, de nuevo de la firmeza y fidelidad en la fe, de la actuación gozosa en el culto (10,25) y en la corrección fraterna, encaminada al amor y a las buenas obras (10,24).

I JESÚS; NUESTRO SUMO SACERDOTE (4,14-5,10)

1. TENEMOS UN SUMO SACERDOTE QUE SIENTE CON NOSOTROS (4, 14-5, 3).

14 Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengamos firme nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compartir el peso de nuestras debilidades, sino al contrario: tentado en todo, como semejante nuestro que es, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia y hallemos gracia para ser socorridos en el momento oportuno.

5,1 Porque todo sumo sacerdote, tomado de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en los relaciones con Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. 2 él puede sentir indulgente compasión hacia los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. 3 A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.

Nuestra carta no está compuesta como un artículo científico, que va exponiendo una idea tras otra con rigurosa sucesión lógica. La carta se asemeja más bien a una sinfonía, en la que los temas y motivos están entrelazados con maestría. Así, el motivo del sumo sacerdote misericordioso se dejó ya oír brevemente al principio (2,17), luego desapareció, y ahora vuelve a desarrollarse ampliamente como primera motivación del marco parenético en que está encerrada la gran pieza central. Debemos mantener firmemente nuestra profesión y, con confianza, es decir, sin temor, con la seguridad de ser escuchados, acercarnos al trono de la gracia, porque nuestro sumo sacerdote, no obstante su elevación celestial, tiene un corazón que siente con nosotros.

Repetidas veces se ha observado que el autor de la carta a los Hebreos no manifiesta esa entrañable familiaridad con Cristo que distingue tan señaladamente las cartas del apóstol Pablo. La imagen de Cristo de nuestra carta es como un icono: tiene rasgos solemnes, cultuales, parece proceder más de una especulación erudita sobre la Escritura, que de experiencia viva de la fe. Tales observaciones son sin duda alguna exactas, y todavía tendremos ocasión de confirmarlas más de una vez. Sin embargo, es posible que el autor mismo se hiciera cargo de esta deficiencia suya y tratara de remediarla insistiendo con especial ahínco en la misericordia compasiva de Cristo. Mientras que el apóstol Pablo había experimentado en forma muy concreta en el camino de Damasco el amor redentor del Hijo de Dios, el autor de la carta a los Hebreos tuvo que tomar de la tradición su saber acerca de Cristo y reforzarlo con motivos de razón o con pruebas de la Escritura. Por consiguiente, aunque sus consideraciones nos hagan de cuando en cuando la impresión de algo académico, de nosotros depende el actualizarlas.

Entre hombres no sabemos nunca con seguridad cómo enjuician nuestras debilidades, si nos reprueban y condenan severamente o si lo dejan pasar todo con indiferencia. De Jesús sabemos cuál es su posición frente al pecado, pero también sabemos que no rehúsa su ayuda a ningún pecador que se dirija a él.



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



22 (B) Advertencia basada en la infide(-)lidad de Israel (3,7-4,13). 7. el Espíritu San(-)to: El espíritu de Dios, inspirador de las Escri(-)turas, habla a través de ellas. No se deben ver en la expresión conceptos trinitarios. El ver(-)sículo inicia una sección de advertencia basa(-)da en la experiencia de Israel durante la pere(-)grinación por el desierto. El argumento se apoya en la primitiva concepción cristiana que ve la redención realizada por Cristo como un nuevo éxodo. En el AT, el éxodo había servido como símbolo del regreso de los judíos del exi(-)lio de Babilonia (Is 42,9; 43,16-21; 51,9-11); en el NT, la obra redentora era considerada como un nuevo éxodo, experimentado en primer lu(-)gar por Jesús mismo (Lc 9,31) y después por sus seguidores (1 Cor 10,1-11). Los destinata(-)rios de Heb están todavía en camino hacia la meta de su éxodo: el santuario celestial adon(-)de les ha precedido Jesús (6,20). Se han can(-)sado y están en peligro de interrumpir su via(-)je. De ahí la advertencia para que no dejen de alcanzar la meta, como aquellos hebreos que se rebelaron contra Dios. La cita de los vv. 7b-11 está tomada de Sal 95,7b-l 1, pero difiere en muchos aspectos de la lectura de los LXX. La diferencia principal es que, mientras que los LXX (y el TM) conectan los «cuarenta años» (v. 10) con la ira de Dios, en este caso van con la frase anterior, «vieron mis obras», aunque en el v. 17 se sigue el orden de los LXX. La ra(-)zón de la trasposición no está clara. 9. vues(-)tros padres me pusieron a prueba: cf. Éx 17,7; Nm 20,2-5. 11. Cf. Nm 14,1-23. mi descanso: La tierra de Palestina; cf. Nm 20,12; Dt 12,9. Kasemann considera que el motivo de Heb del viaje del pueblo de Dios hasta su descanso asignado es un tema gnóstico (Wandering [--> 8 supra] 67-75; contra esto, véase C. Colpe, Die religionsgeschichtliche Schule [FRLANT 78, Gotinga 1961]), pero el equivalente veterotestamentario parece ser una explicación satis(-)factoria de la fuente de la cual echó mano el autor de Heb. (Para la opinión de que a Heb no le interesa el viaje de Israel como tal, sino únicamente la negativa de los hebreos a entrar en la tierra prometida debido al miedo que te(-)nían de que sus habitantes les dieran muerte [Nm 14,11-12.21-23.27-35], véase O. Hoñus, Katapausis [WUNT 11, Tubinga 1970] 116-46; de manera parecida Strobel, Hebraer 112). 12. el Dios vivo: El calificativo «vivo» aplicado a Dios significa que éste se maniñesta en sus obras (cf. Jos 3,10; Jr 10,10). La expresión «apostatar del Dios vivo» se toma frecuente(-)mente como indicio de que Heb no fue escrito para cristianos judíos en peligro de recaer en el judaísmo, sino para convertidos paganos; en el caso de un regreso al judaísmo, se argu(-)ye, no se hablaría de «apostatar del Dios ver(-)dadero». Sin embargo, el autor no habla sim(-)plemente del Dios verdadero, sino del Dios verdadero en cuanto vivo, es decir, en cuanto actúa y, concretamente, en cuanto se mani(-)fiesta en Cristo. Alejarse del cristianismo es, entonces, apostasía del Dios vivo, aun cuando fuera un regreso al judaísmo, donde se pasa por alto el acto supremo de Dios. 13. mientras todavía es hoy: El autor anticipa lo que va a de(-)cir en 4,2-11. El «descanso» en el que Israel iba a entrar era sólo una prefiguración de aquel descanso al que están llamados los des(-)tinatarios de la epístola; y todavía está abierto a ellos, siempre y cuando perseveren en la fe con la cual iniciaron su vida como cristianos.
14. hemos llegado a ser compañeros de Cristo: Probablemente la participación significa com(-)partir el destino común de entrar en el san(-)tuario celestial.
23 16-19. Cf. Nm 14,1-38; Dt 1,19-40. De(-)bido al miedo que les producía la perspectiva de entablar batalla con los cananeos, los he(-)breos se negaron a entrar en la tierra de Canaán. En castigo, el Señor decretó que todos, salvo los exploradores Caleb y Josué y quienes habían nacido después de la salida de Egipto, murieran en el desierto sin llegar a entrar en la tierra prometida. El autor hace hincapié en la conexión entre desobediencia (v. 18) e incre(-)dulidad (v. 19). 4,2. el evangelio nos ha sido predicado a nosotros lo mismo que a ellos: De(-)bido a que la promesa hecha a los hebreos de que entrarían en Palestina prefiguraba la pro(-)mesa hecha a los cristianos de que entrarán en el cielo, el autor utiliza terminología neotestamentaria para describir lo que había oído Is(-)rael; fue «el evangelio». 3-4. El «descanso» de Dios se ve con una dimensión más honda que no lo limita a Palestina. Sal 95,11 llama a esa tierra descanso de Dios («mi descanso») por(-)que era el lugar de descanso que iba a dar a su pueblo (contra G. von Rad, que ve la espiri(-)tualización del concepto en el salmo mismo; véase Gesammelte Studien zum Alten Testa(-)ment [Múnich 1965] 101-08 [trad. esp.: Estu(-)dios sobre el Antiguo Testamento (Salamanca 1982]). El autor lo entiende como una partici(-)pación en el descanso en el que Dios entró des(-)pués de que la obra de la creación hubiera quedado completada. Quienes sean fieles en(-)trarán en la morada de Dios, descrita aquí como un lugar de descanso, y no como el san(-)tuario celestial (modo habitual en que la de(-)signa el autor) ni como la ciudad permanente (13,14).
24 6-9. El autor intenta encontrar dentro del salmo su personal interpretación del des(-)canso de Dios. El sustantivo hebr. equivalente a «descanso» en Sal 95,11 es menüha y es dife(-)rente del vb. «descansar» en Gn 2,2 (sábat), pe(-)ro los LXX utilizan en ambos casos una pala(-)bra derivada de la misma raíz gr.: katapausis (Sal 95,11) y katapauó (Gn 2,2). De ahí que el autor de Heb encuentre en el texto del salmo una base para su interpretación. Sostiene él que lo que se les prometió a los hebreos no fue Palestina, sino una participación en el descan(-)so propio de Dios tras la creación; cf. la idea ju(-)día de que el sábado, que refleja ese descanso, es «la imagen del mundo venidero» (Gen. Rab.17 [12a]). Debido a su incredulidad, muchos de los hebreos del período del éxodo quedaron ex(-)cluidos de ese descanso, y ni siquiera los que entraron en Palestina bajo el mando de Josué (v. 8) entraron en el descanso prometido, que es una realidad mayor que la tierra prometida. (Puesto que la forma gr. de «Josué» es la mis(-)ma que la de «Jesús», el nombre como tal po(-)ne de relieve tanto la semejanza como el con(-)traste entre la figura del AT, que condujo a los hebreos a Palestina, y Jesús, que conduce a sus seguidores al descanso celestial de Dios.) Si no fuera así, Dios no seguiría ofreciendo la promesa mucho después de que Palestina hubiera sido ocupada. Sin embargo, sigue haciéndolo, como demuestra el mandato «de David» a los israelitas de su tiempo. Dicho mandato tam(-)bién va dirigido a los cristianos: «Si hoy escu(-)cháis su voz, no endurezcáis vuestros corazo(-)nes» (Sal 95,7-8). Debido a que la promesa sigue en pie, «queda un descanso sabático pa(-)ra el pueblo de Dios» (v. 9), una participación en el descanso sabático de Dios mismo.
25 11. esforcémonos por entrar: Aunque el vb. spoudazó, «esforzarse», también puede sig(-)nificar «apresurarse», el contexto no hace pen(-)sar en este significado. No se trata en absolu(-)to de darse prisa para entrar en el descanso, sino más bien de perseverar en el esfuerzo ne(-)cesario para alcanzarlo. 12-13. Estos dos ver(-)sículos continúan la exhortación a perseverar, pues la palabra de Dios juzga correctamente, dado que nada le es desconocido; a su luz han de ser juzgados dignos o indignos de entrar en el descanso de Dios los miembros de la pre(-)sente generación. 12. la palabra de Dios: Esto hace referencia al v. 7. Es la Palabra que habla a los seres humanos, invitándoles a la fe y la perseverancia. Es una Palabra salvadora, pero también juzga, puesto que condena a quienes se niegan a escucharla, viva y eficaz: La Pala(-)bra se describe de una manera calculada para poner de relieve su eficacia: produce vida (cf. Dt 32,47) y consigue su propósito (cf. Is 55,10-11) . No parece que el autor pretenda más que una personificación de la Palabra, aunque al(-)gunos ven aquí una referencia a la palabra de Dios encarnada en Jesús (cf. H. Clavier, «Ho logos tou theou dans lépitre aux Hébreux», New Testament Essays [Fest. T. W. Manson, ed. A. J. B. Higgins, Manchester 1959] 81-93; R. Williamson, ExpTim 95 [1983-84] 4-8). más cortante que espada alguna de dos filos: cf. Is 49,2; Prov 5,4; Sab 18,16. El poder de penetra(-)ción de la Palabra se describe con lenguaje filoniano (cf. Quis rer. div. 130-31), pero en su contexto Filón no habla del poder de la Pala(-)bra con respecto al juicio, como ocurre aquí. alma y espíritu: Algunos ven en estas palabras una concepción del ser humano como com(-)puesto de cuerpo, alma y espíritu (E. Schweizer, «Pneuma», TDNT 6.446); es difícil estar de acuerdo con F. F. Bruce en que «sería cierta(-)mente aventurado sacar de estas palabras conclusión alguna acerca de la psicología de nuestro autor» (Hebrews 82). Estos compo(-)nentes humanos, como las correlativas «arti(-)culaciones y médulas», están íntimamente co(-)nectados, y la declaración de que la Palabra es lo bastante cortante para separarlos se hace simplemente para insistir en su poder de pe(-)netración. capaz de juzgar las reflexiones y pen(-)samientos del corazón: El autor atribuye a la Palabra ese conocimiento de los seres huma(-)nos que sólo tiene Dios (cf. Hch 1,24; 15,8). 13. desnudo y patente: El ptc. gr. tetrachélismena, «patente», guarda relación con el sustanti(-)vo trachélos, «cuello». El contexto indica que es sinónimo de «desnudo», pero ninguna de las explicaciones de cómo llegó a adoptar ese significado resulta realmente satisfactoria. Las palabras gr. de la última frase de este versículo pueden significar «acerca de quien hablamos» o «a quien hemos de dar cuenta». Esto último se ajusta mejor al contexto. Williamson (véase el comentario al v. 12) considera probable que el significado sea «con quien el Logos (Pala(-)bra) está presente en favor nuestro», y compa(-)ra esta frase con Jn 1,1.
26 (C) Jesús, sumo sacerdote miseri(-)cordioso (4,14-5,10). 14-16. Estos versículos recuerdan 2,16-3,1 y preparan para el desarro(-)llo que sigue sobre el sacerdocio de Jesús. 14. gran sumo sacerdote: Este es el único lugar de la epístola donde Jesús es denominado así; ha(-)bitualmente, el autor habla de él como sumo sacerdote o simplemente sacerdote; puede ser que en este momento desee hacer hincapié en la superioridad de Jesús respecto al sumo sacerdote judío con quien lo compara cons(-)tantemente. Filón aplica esta misma denomi(-)nación al Logos (cf. De somn. 1.214,219). que atravesó los cielos: Véase el comentario a 1,2; también 2 Hen 3-20. mantengamos nuestra con(-)fesión de fe: Véase el comentario a 3,2. 15. ten(-)tado en todo, como nosotros, aunque no pecó: La única diferencia que el autor señala entre las tentaciones de Jesús y las de sus seguidores es que él nunca sucumbió a ellas. 16. el trono de gracia: El trono de Dios (cf. 8,1; 12,2). El reinado del Jesús exaltado es un tema de Heb, como pone de manifiesto el uso frecuente de Sal 110,1, y en 1,8 el autor habla del trono de Jesús. Pero la semejanza entre este versículo y 10,19-22 demuestra que el autor está pensan(-)do en el acceso confiado a Dios que ha queda(-)do asegurado por la obra redentora de Jesús: «Por medio de Jesucristo, el verdadero sumo sacerdote, el trono de Dios se ha convertido en el trono de gracia» (Michel, Hebraer 209-10).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Cuidemos de no ser excluidos del descanso de Dios, 4:1-13.
I Temamos, pues, no sea que perdurando aún la promesa de entrar en su descanso, alguno de vosotros se encuentre que llega con retraso. 2 Porque igual que a ellos, se dirige también a nosotros este mensaje: y no les aprovechó a aquéllos haber oído la palabra, por cuanto la oyeron sin fe los que la escucharon. 3 Nosotros, pues, los que hemos creído, entramos en el descanso, según que dijo: Como juró en su cólera: No entrarán en mi descanso, aunque sus obras estaban terminadas desde la creación del mundo. 4 Pues en cierto pasaje habla así del día séptimo: Y descansó Dios en el día séptimo de todas sus obras. 5 Y en éste dice de nuevo: No entrarán en mi descanso. 6 Queda, pues, que algunos han de entrar en el descanso, y no habiendo entrado los primeramente invitados a causa de su incredulidad, 7 de nuevo señala un día, hoy, declarando por David, después de tanto tiempo, lo que arriba queda dicho: Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones. 8 Pues si Josué los hubiera introducido en el descanso, no hablaría (David) de otro día, después de lo dicho. 9 Por tanto, queda otro descanso para el pueblo de Dios. 10 Y el que ha entrado en su descanso, también descansa de sus obras, como Dios descansó de las suyas. 11 Démonos prisa, pues, a entrar en este descanso, a fin de que nadie caiga en este mismo ejemplo de desobediencia. 12 Que la palabra de Dios es viva, eficaz y tajante, más que una espada de dos filos, y penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta las coyunturas y la medula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes son todas desnudas y manifiestas a los ojos de aquel a quien hemos de dar cuenta.

Continúa la exhortación de la perícopa anterior. La base sigue siendo el salmo 95, invitando a no imitar a los israelitas del desierto, que, por su incredulidad, fueron excluidos de la entrada en el descanso de la tierra prometida. A esa cita del salmo 95 se añade ahora otra nueva, la de Gen_2:2, donde se habla del descanso de Dios, al terminar la obra de la creación. El autor de esta carta a los Hebreos ve en ese descanso de que hablan los textos de la Escritura, no simplemente el de la entrada en la tierra prometida, sino un descanso más elevado y noble, al que Dios invita a todos los hombres, incluso a los israelitas que desde tiempos ya de Josué habían entrado en el descanso de la tierra prometida (v.1-10).
Evidentemente el descanso aludido, que debemos cuidar mucho de no perder (cf. v.1-2), es el descanso eterno de la gloria, incoado ya acá en la tierra mediante la unión con Dios por la gracia (cf. v.q-10). A las citas de Gen_2:2 y Sal_95:8-11 hemos de aplicar lo que decíamos poco ha, comentando las hechas en 1:5-14. Para el autor de la carta, ese peregrinar de los israelitas hacia el descanso de la tierra prometida sería, en la intención de Dios, figura de otro descanso más noble y elevado ofrecido a todos los seres humanos, aquel del que El mismo goza desde la creación del mundo y que ciertamente conseguiremos si permanecemos firmes en la fe en Jesucristo.
Con una especie de peroración (v. 11-13), exhorta de nuevo a evitar el ejemplo de los israelitas del desierto, apresurándonos a responder a la llamada divina, pues la palabra de Dios es más eficaz y penetrante que una espada de dos filos, sin que haya posibilidad de eludir nuestra responsabilidad respecto a ella. La palabra de Dios (ó Aóyos ??? ???? ), que aquí aparece en cierto modo personificada, no es el Verbo o segunda persona de la Santísima Trinidad, conforme interpretaron algunos autores antiguos (Ambrosio, Atanasio, Cirilo Alejandrino), sino la revelación misma de Dios, manifestando a los seres humanos su voluntad, con promesa de premios y amenaza de castigos. Esta palabra, en realidad, es intercambiable con Dios mismo, que es el que la pronuncia; de ahí que se comience hablando de la palabra de Dios (v.12) y se termine hablando de Dios mismo, como identificando la palabra con El (v.15). Las expresiones viva, eficaz., tajante., penetra hasta la división de alma y espíritu. 415, coyunturas y medula., discierne pensamientos e intenciones no pueden indicar más al vivo el poder y eficacia de la palabra que sale de la boca de Dios, que no puede volver vacía, sin conseguir su efecto, y para la cual nada hay oculto (cf. Isa_55:11; Flp_2:16; 1Te_1:13; 2Ti_2:9; 1Co_4:5).

Jesucristo nuestro sumo sacerdote,1Co_4:14-16.
14 Teniendo, pues, un gran Pontífice que penetró en los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengámonos adheridos a la confesión (de nuestra fe). 15 No es nuestro Pontífice tal que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, antes fue tentado en todo a semejanza nuestra, fuera del pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, a fin de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno auxilio.

Breve y conmovedora exhortación a la confianza. La idea fundamental es que, teniendo un tal Pontífice, Jesucristo, Hijo de Dios, que ha entrado ya en el lugar del descanso e intercede por nosotros ante el trono del Padre, no deben desanimarnos las dificultades. En este sentido, la presente historia es conclusión de lo que precede; así lo insinúa, además, la partícula pues del v.14. Sin embargo, no parece caber duda que el autor de la carta está pensando en ofrecer también una especie de introducción al tema que va a desarrollar a continuación, el del sacerdocio de Jesucristo. Es la conocida habilidad para las transiciones, que hemos hecho notar ya en otras ocasiones (cf. 1:4-5; 2:17-3:2).
De Cristo sumo sacerdote se había hablado ya anteriormente, pero como de pasada (cf. 2:17; 3:1); ahora se va a hablar de modo amplio y directo a lo largo de varios capítulos. En esta especie de introducción se le llama gran sumo sacerdote (???????? ????? ), título de doble grandeza, y se da a entender ya desde un principio que el santuario donde ejerce su función sacerdotal medianera es el cielo, adonde subió, después de haber padecido y muerto acá en la tierra para llevar a cabo la obra redentora (v.14; cf. 1:3; 8:1-5). Se añade que, no obstante su grandeza (v.14), está lleno de compasión hacia nosotros, dispuesto a ayudarnos en todo, pues en su misma persona pasó por la prueba de nuestras debilidades, excepto la del pecado (v.15; cf. 2:17-18). La conclusión, pues, se impone: con la presencia allí de Jesucristo, acerquémonos con plena confianza al trono de Dios, el cual será para nosotros, no tribunal de justicia, sino trono de gracia, de donde derivarán favores y ayudas para cada ocasión y circunstancia (v.16).
Tal es, en resumen, el contenido de esta perícopa. Añadamos únicamente, dada su importancia, un breve comentario a la afirmación de que Jesucristo, nuestro gran sumo sacerdote, fue tentado en todo (????????????? ???? ????? ) a semejanza nuestra, fuera del pecado (? .15). La palabra tentación equivale aquí prácticamente a prueba, que al fin de cuentas eso es la tentación: algo que pone a prueba las fuerzas y virtud del hombre (cf. Lev_22:28). Jesucristo, igual que nosotros, padeció las tentaciones o pruebas de cansancio, hambre, temor ante el sufrimiento, etc. (cf. Mat_4:2; Mar_14:33-39; Jua_4:6); incluso fue tentado por el diablo (cf. Luc_4:13). Sin embargo, cuando se metía de por medio el pecado, hubo una gran diferencia: la de que El, no solamente no cometió pecado (cf. Jua_8:46; 2Co_5:21; 1Pe_2:22; 1Jn_3:5), sino que ni lo podía cometer, y las tentaciones en este sentido no podían provenir sino del exterior (cf. Mat_4:8-10), nunca de su interior, donde no existía esa lucha entre carne y espíritu que tantas veces a nosotros nos arrastra al pecado (cf. Gál_5:16-25). Mas esa impecabilidad, que le coloca aparte y por encima de nosotros, en nada disminuía su compasión de nuestras flaquezas (v.15); antes al contrario, más bien la hacía más elevada y pura, ya que jamás podía mezclarse ahí el egoísmo.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La promesa de entrar en su reposo nos ha sido aportada por el evangelio. Nuestra situación es tan parecida a la de los israelitas en el desierto que el autor puede decir que también a nosotros, como a ellos, nos han sido anunciadas las buenas nuevas. Ellos recibieron la promesa de entrar en la tierra prometida (p. ej. Exo. 3:7-10; 34:10-14) y fueron llamados a vivir por la fe en esa palabra de Dios. En ese sentido el evangelio les fue predicado (fueron evangelizados; v. 2, cf. Gál. 3:8, 9). Por lo tanto, siempre que esté en pie la promesa, temamos (DHH, debemos prestar mucha más atención) que alguno de vosotros parezca quedarse atrás. Siempre hay la posibilidad de que algún miembro del grupo pueda fallar y no alcanzar el prometido reposo por la misma razón que los israelitas bajo Moisés no llegaron a alcanzar su herencia: de nada les aprovechó el oír la palabra, porque no se identificaron por fe con los que la obedecieron. Esto probablemente se refiere al hecho de que la mayoría no compartió la fe de Josué y Caleb cuando llegó el momento de entrar a la tierra de Canaán (Núm. 14). Todo ello indica que el oír el mensaje con fe es esencial para la salvación (cf. Rom. 10:14).

3-5 Los que hemos creído entraremos en el reposo del cual habla el Sal. 95:11. Dado que los israelitas ya estaban establecidos en Canaán cuando David escribió este Salmo, su advertencia sobre no obtener el reposo de Dios debe referirse a algo más allá de la posesión material. Gén. 2:2, donde se encuentra el verbo reposó", se usa como llave para abrir el significado del mensaje. El reposo prometido en el Salmo es una forma de participar en el sábado del mismo descanso de Dios, luego de su obra en la creación (ver abajo sobre 4:9-11). En el argumento de Heb., el reposo de Dios equivale a una patria mejor (11:16), la Jerusalén celestial (12:22), el reino que no puede ser sacudido (12:28) y otras descripciones de la herencia del cristiano. Desde un punto de vista ese reposo ya existe para nosotros en el cielo y ahora ya puede entrarse en él por la fe (v. 3; 12:22). Ha estado en existencia desde la creación del mundo. Según otro punto de vista estamos en una peregrinación hacia la ciudad permanente (13:14) y debemos esperar ser dirigidos al mundo venidero (2:5). Heb. presenta la misma tensión entre el ahora y el todavía no que se encuentra en todo el NT. Jesús ha hecho posible que disfrutemos ciertas bendiciones en el presente, como una seguridad de que en el fin poseeremos todo lo que se nos ha prometido (cf. Ef. 1:13, 14).

6-8 El reposo que los israelitas experimentaron en el tiempo de Josué era un anticipo del reposo definitivo y celestial. Heb. sigue argumentando que el camino a esa herencia definitiva ha sido asegurado por el Señor Jesucristo (p. ej. 6:19, 20; 9:15; 10:19-22). Mucho tiempo después de la conquista de Canaán, el Sal. 95 señaló otro día como el día (hoy) para oír su voz y entrar al reposo de Dios. Esto prueba que David tenía en mente un reposo más allá de disfrutar la vida en la tierra de Israel. Si Josué había dado al pueblo su reposo definitivo en el tiempo de la conquista, Dios no hablaría después de otro día. La esperanza del pueblo de Dios es de un reposo celestial y no el restablecimiento del pueblo en la tierra de Israel. Las promesas fundamentales del antiguo pacto son cumplidas en una manera transformada por Cristo.

9-11 Dios desea que su pueblo participe en su propio reposo sabático. Esto involucra descansar de las obras que nos ha encomendado al presente (cf. Apoc. 14:13), así como Dios de las suyas. Sin embargo, no debemos pensar en el reposo de Dios como un descanso en ociosidad. La Escritura deja en claro que él sigue sosteniendo, dirigiendo y manteniendo su creación, habiendo completado la obra de establecerla (p. ej. 1:3; Sal. 104; Juan 5:17). La idea es más bien la de una libertad del esfuerzo y la lucha para gozar con Dios la satisfacción y perfección de su obra al crearnos y redimirnos. Dicho de otra manera, seremos liberados de todas las pruebas y presiones de nuestra actual existencia para servir a Dios sin obstáculos y para vivir con él para siempre (cf. Apoc. 7:13-17). Por lo tanto, hay necesidad de hacer todo esfuerzo para entrar en aquel reposo. Como la fe es el medio por el cual entramos al reposo de Dios (v. 3), el autor está reafirmando claramente la advertencia contra endurecer nuestros corazones en incredulidad. No está diciendo que aseguramos nuestra salvación por medio de buenas obras. Por otro lado, si la fe es genuina, se expresará en obediencia. Por lo tanto, nuestra preocupación debe ser que nadie caiga siguiendo el ejemplo de desobediencia de los israelitas, como se destaca en el Sal. 95:7-11.

12, 13 Este trozo termina con una reflexión sobre la Palabra de Dios (gr. ho logos tou Theou) y lo que ella puede lograr. No hay fundamento en el contexto para identificar esto con la Palabra personal de Dios mencionada en Juan 1:1-14. Es totalmente obvio que la expresión se refiere al evangelio, que se describe en el v. 2 como las buenas nuevas ... oír la palabra (gr. ho logos tes akoues). El evangelio trae la promesa de salvación así como la advertencia de juicio (cf. 2:1-4). Sin embargo, también es claro que el Sal. 95 puede funcionar como la voz de Dios, llamándonos a la fe y advirtiéndonos sobre el endurecimiento del corazón. Este pasaje es en particular la Palabra de Dios que el autor de Heb. quiere que sus lectores escuchen en los caps. 3 y 4. De modo que lo que se dice en los vv. 12, 13 puede aplicarse también a la palabra de Dios escrita en la Escritura. En un lenguaje que recuerda Isa. 55:11, se dice que la Palabra de Dios es viva y eficaz, dando a entender que logra el propósito para el cual fue dada por Dios. Sin embargo, Heb. no sugiere que todos los que oyen el mensaje creerán automáticamente y así entrarán al reposo de Dios. La metáfora de la espada de dos filos se usa para pintar lo que inicialmente parece una figura atemorizante. La palabra de Dios penetra hasta los pliegues más profundos de nuestro ser, abriendo y juzgando los pensamientos y las intenciones del corazón. Es el crítico (gr. kriticoŒs) por el que todos son juzgados. Ciertamente, al confrontarnos con la palabra de Dios, somos confrontados por Dios mismo, y no existe cosa creada que no sea manifiesta en su presencia. Cuando el autor dice que todas (las cosas) están desnudas y expuestas ante los ojos de Dios, el cuadro es el de un animal con la cabeza hacia atrás y el cuello dispuesto para el sacrificio. Dicho simplemente, no podemos esconder nuestro rostro de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Si la palabra de Dios tiene un efecto de disección y exposición de nuestras vidas ahora, no debemos endurecernos por el engaño del pecado y venir totalmente sin prepararnos para enfrentarle en el día final del juicio. En un análisis final, pues, este pasaje sugiere que la función negativa o juzgadora de la palabra de Dios puede ser una ayuda para nosotros al continuar nuestro viaje de fe.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

1 The rest of Christians is attained by faith. 12 The power of Gods word. 14 By our High Priest Iesus the sonne of God, subiect to infirmities, but not sinne, 16 wee must and may go boldly to the throne of grace.
1 Let vs therefore feare, lest a promise being left vs, of entring into his rest, any of you should seeme to come short of it.
2 For vnto vs was the Gospel preached, as well as vnto the: but [ Greek: the word of hearing.] the word preached did not profit them, [ Or, because they were not vnited by faith to.] not being mixed with faith in them that heard it.
3 For we which haue beleeued do enter into rest, as hee said, As I haue sworne in my wrath, if they shall enter into my rest, although the works were finished from the foundation of the world.
4 For he spake in a certaine place of the seuenth day on this wise: And God did rest the seuenth day from all his works.
5 And in this place againe: If they shall enter into my rest.
6 Seeing therfore it remaineth that some must enter therein, and they to whom [ Or, the Gospel was first preached.] it was first preached, entred not in because of vnbeleefe:
7 Againe, hee limiteth a certaine day, saying in Dauid, To day, after so long a time; as it is saide, To day if ye will heare his voyce, harden not your hearts.

[Gods word.]

8 For if [ That is, Iosuah.] Iesus had giuen them rest, then would he not afterward haue spoken of another day.
9 There remaineth therefore a [ Or, keeping of a Sabbath.] rest to the people of God.
10 For he that is entred into his rest, hee also hath ceased from his owne works, as God did from his.
11 Let vs labour therefore to enter into that rest, lest any man fall after the same example of [ Or, disobedience.] vnbeleefe.
12 For the word of God is quicke and powerfull, and sharper then any two edged sword, pearcing euen to the diuiding asunder of soule and spirit, and of the ioynts and marrowe, and is a discerner of the thoughts and intents of the heart.
13 Neither is there any creature that is not manifest in his sight: but all things are naked, and opened vnto the eyes of him with whome wee haue to doe.
14 Seeing then that wee haue a great high Priest, that is passed into the heauens, Iesus the Sonne of God, let vs hold fast our profession.
15 For wee haue not an high Priest which cannot bee touched with the feeling of our infirmities: but was in all points tempted like as we are, yet without sinne.
16 Let vs therefore come boldly vnto the throne of grace, that wee may obtaine mercy, and finde grace to helpe in time of need.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El descanso. La exhortación no podía quedarse en los peligros del camino. La marcha, aunque difícil, está iluminada por la meta: la promesa del descanso. El predicador, siguiendo con Sal_95:7-11 afirma que esa promesa hecha al pueblo judío sigue en pie, y no es otra sino la participación en el descanso sabático de Dios, en alusión al séptimo día de la creación en el que el Creador descansó (cfr. Gén_2:2). «Reposo» en hebreo es «sabbat» -sábado-, y la tradición judía veía en ese día sagrado la imagen de la plenitud del mundo venidero.
Ésta fue, en realidad, la promesa hecha al pueblo judío, aunque en un principio pensaron que se trataba de la promesa terrena de la conquista y ocupación de Palestina. Pero, cuando ya eran dueños de la tierra, la Palabra de Dios les siguió exhortando a la fidelidad y a no endurecer el corazón para poder entrar un día en el descanso sabático de Dios. El libro del Apocalipsis coloca el reposo de las tareas después de la muerte: «felices los que en adelante mueran fieles al Señor... descansarán de su fatigas porque sus obras les acompañan» (cfr. Apo_14:13).
Esta Buena Noticia, ya anunciada al pueblo judío, es la que se nos anuncia ahora en este «hoy de Dios», con la misma y urgente invitación a recibirla y a que nos comprometamos con ella por la fe: «si hoy escuchan su voz, no endurezcan el corazón» (7), pues sólo «los que hemos creído, entraremos en ese descanso» (3). Con esta Palabra de Dios no se juega, nos dice. No es como la palabra humana. Es una palabra viva y eficaz que, como una espada (cfr. Isa_49:2), corta, juzga, discierne, pide cuentas, desafía, y sobre todo, salva al que la recibe por la fe.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Se reitera la exhortación a la fidelidad y se desarrolla el tema del «descanso», que el pueblo de Israel no había podido conseguir ni siquiera al entrar en la tierra prometida. Por eso sigue abierta la promesa tal como canta el Salmo 95, escrito después de entrar en la tierra; sigue abierto el «hoy». La comparación entre Moisés y Jesús se extiende ahora a israelitas y cristianos. Moisés se había dirigido al pueblo elegido para que fuera fiel y alcanzara así el lugar de descanso (cfr Dt 12,9-10). Estableció el precepto del descanso sabático (cfr Dt 5,12-15; Ex 20,8-11; 35,1-3; Nm 15,32-36) como recuerdo del descanso de Dios en la creación, como señal de la Alianza y figura del descanso eterno. Cristo promete en el Evangelio un descanso nuevo y definitivo: la vida en la casa del Padre (cfr Jn 14,1-3). Los cristianos han recibido una nueva invitación de parte de Dios para entrar en el descanso divino (v. 2). Comienza así otro «hoy», otro momento en el cual se puede escoger la felicidad y ganar la verdadera Tierra Prometida.


Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— la buena noticia nos ha sido anunciada: Lit. hemos sido evangelizados. Ver también Heb 4:6 y notas a Mar 1:1 y Rom 1:1.

— escucharon: Según variante avalada por algún ms., habría que traducir: porque la escucharon sin adherirse a ella con la fe.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*3:7-4:13 Digresión parenética inspirada en Sal 95:7-11 y en la figura histórica de Moisés, que compara la vida cristiana con la peregrinación de Israel por el desierto durante cuarenta años. En función de esta cita, el uso litúrgico ha consagrado el Sal 95:1-11 como el texto exhortatorio por excelencia.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Rom 10:17; Gál 3:2; 1Ts 2:13

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Co_10:1-13

NOTAS

4:2 Por ejemplo, Josué y Caleb, ver Num 13-14. -Var.: «... la palabra que oyeron... no estaba unida a la fe en las cosas que habían escuchado».

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Co_10:1-13

NOTAS

4:2 Por ejemplo, Josué y Caleb, ver Num 13-14. -Var.: «... la palabra que oyeron... no estaba unida a la fe en las cosas que habían escuchado».

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

συγκεκερασμένους WH Treg RP NA28 ] συγκεκερασμένος NIV

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I ἐσμεν εὐηγγελισμένοι I] se nos ha anunciado la buena noticia.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



4. Gen_2:2.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 4.3 Sal 95.11.

[2] 4.4 Gn 2.2.

[3] 4.5 Sal 95.11.

[4] 4.7 Sal 95.7-8.

Torres Amat (1825)



[4] Gen 2, 2.

[9] Que es el descanso que tienen los bienaventurados.

[11] Por medio de la fe y las buenas obras.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

Algunos manuscritos dicen no combinaron fe con lo que oyeron.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[a] no se unieron en la fe a. Var. no se combinó con fe para.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *He 23:6 *Lc 20:27