Ver contexto
Porque me apiadaré de sus iniquidades
y de sus pecados no me acordaré ya.
(Hebreos 8, 12) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 8

IV. SACERDOTE Y MEDIADOR DE UNA NUEVA ALIANZA (8,1-10,18).

1. SACERDOTE EN EL SANTUARI0 CELESTIAL (8/01-05).

1 El punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos un sumo sacerdote tal, que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en los cielos. 2 El es ministro del santuario y del tabernáculo verdadero que construyó el Señor y no un hombre. 3 Porque todo sumo sacerdote es instituido para ofrecer dones y sacrificios, y por lo mismo, también Jesús debe tener algo que ofrecer. 4 Seguramente que, si él estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya otros que ofrecen dones según la ley, 5 y que ofician en un culto que es imagen y sombra de lo celestial, conforme se lo ordenó Dios a Moisés, cuando éste iba a construir el tabernáculo: «Mira -le dijo-: lo harás todo según el modelo que se te ha mostrado en el monte» (Exo_25:40).

La alocución de la carta se acerca a su punto culminante, a lo «principal». Por fin vamos a enterarnos de dónde y cómo desempeña su ministerio Jesús, sacerdote según el orden de Melquisedec. Quedamos sorprendidos al oír que Jesús no ejerce su función de sumo sacerdote en la tierra, sino en el cielo. Es servidor de un santuario fabricado inmediatamente por Dios, único santuario al que competen las cualidades de lo verdadero, de lo propio y de lo real. En la tierra no hubiera podido Jesús ni siquiera ser sacerdote, porque aquí son prescritos por la ley los dones y el sacrificio. Por 7,27 sabemos ya que el sumo sacerdote celestial se ofreció de una vez para siempre, pero antes de situar la carta en el centro de este hecho decisivo, construye en cierto modo el escenario que permite que el hecho sangriento del Calvario aparezca a la vista con todo su significado cósmico y escatológico.

La idea de un santuario en el cielo era familiar al autor y muy probablemente también a los lectores gracias al Antiguo Testamento y a la literatura apocalíptica. En todo caso no es muy seguro que el pasaje de Exo_25:40 aquí citado quisiera significar originariamente más que esto, a saber, que Moisés había construido el tabernáculo conforme a un modelo o plano celestial 33. En cambio, posteriormente el libro de la Sabiduría designa inconfundiblemente el templo de Jerusalén como una copia «del santo tabernáculo que al principio habías preparado» (Wis_9:8). Más de un apocalíptico se gloriaba de haber visto el santuario oculto en el cielo: «Y el ángel me abrió las puertas del cielo. Y yo vi el templo santo y en el trono la gloria del Altísimo» (Testamento de Leví 5; cf. Rev_4:1-11). Los rabinos opinaban incluso que el santuario superior en el cielo se hallaba frente al santuario inferior y que entre el culto de los ángeles arriba y el de los sacerdotes abajo había perfecta correspondencia hasta en los más menudos detalles. Es posible que el autor de la carta a los Hebreos partiera de estas o parecidas representaciones, pero en todo caso su interpretación del santuario celestial y del sacrificio expiatorio que en él se lleva a cabo procede por caminos muy particulares.

De nuestros versículos sólo se desprende, en primer lugar, que Jesús es sumo sacerdote del tabernáculo real, verdadero y propio, mientras que los sacerdotes de la tierra sólo sirven a un santuario que no es sino sombra y figura. El verdadero tabernáculo lo construyó Dios mismo, el tabernáculo de la tierra es obra de hombres. Estas distinciones revelan claramente un pensar platonizante 34, que estima las realidades de la tierra conforme a su realidad arquetípica celestial. Ahora bien, la carta a los Hebreos no quiere proclamar una mera filosofía, sino con la ayuda de la ciencia alejandrina descubrir el sentido de la muerte de Cristo que transforma el cielo y la tierra

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33. Cf. 1Ch_28:19 : En el lecho de muerte refiere David que Dios le había mostrado un plano del templo salomónico.

34. El pensamiento de Platón (428-348 a.C.) ejerció gran influjo en el judaísmo ilustrado de Alejandría.

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2. MEDIADOR DE UNA ALIANZA MEJOR (8/06-13).

6 Pero ahora él ha obtenido un ministerio tanto más excelente, cuanto que es también mediador de una alianza mejor, la cual ha sido legalmente constituida en virtud de mejores promesas. 7 Porque, si aquella primera alianza fuera perfecta, no se buscaría lugar para una segunda. 8 Por eso, reprendiéndoles, dice Dios: «Mirad que llegarán días -dice el Señor- en que llevaré a cabo una nueva alianza con la casa de Israel, y la casa de Judá. 9 No será como aquella alianza que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Porque ellos no permanecieron en mi alianza también yo me desinteresé de ellos -dice el Señor- 10 Esta será la alianza que yo concertaré con la casa de Israel, después de aquellos días -dice el Señor-: Mis leyes pondré en su conciencia y las grabaré en su corazón; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 11 Nadie tendrá que instruir a su conciudadano ni nadie tendrá que enseñar a su hermano, diciéndole : Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor. 12 Porque seré indulgente con sus maldades, y de sus pecados no me acordaré jamás» (Jer_31:3 1-34) 13 Al decir alianza nueva, declara caducada la primera. Ahora bien, lo caducado y envejecido está a punto de desaparecer.

Si Jesús es sacerdote en un santuario celestial, arquetípico, su ministerio debe ser mucho más excelente y eficaz que el culto veterotestamentario con su empeño terreno por aplacar a Dios mediante sacrificios y dones. Esta superioridad aparece con especial claridad si comparamos las promesas de la antigua alianza con las de la Nueva, cuyo mediador ha sido constituido Jesús. En un principio podría parecer que la carta se desvía de su tema, como si la conclusión de una nueva alianza no tuviera que ver directamente nada con el ministerio sacerdotal. Basta, sin embargo, con recordar la tradición de la última cena, que seguramente no ignoraba el autor de la carta, tradición en la que se efectúa la conexión entre la muerte sangrienta de Cristo en la cruz y la conclusión de la nueva alianza 35. Aun cuando pueda no quedar muy claro el papel de los sacerdotes del Antiguo Testamento en las diferentes conclusiones de alianza referidas por la Biblia, sin embargo, si se tiende a Cristo, el ministerio sacerdotal es conclusión, constante renovación y definitiva realización de la alianza de Dios. El sumo sacerdote celestial tiene la misión de suministrar su objeto a las promesas en que se cifra la nueva alianza, haciéndolas pasar del estadio de mero anuncio al de realidad. El ministerio sacerdotal es, por tanto, un ministerio con vistas al cumplimiento de las promesas de Dios, idea que, por lo demás, se halla también en Pablo, aunque en otro contexto (Rom_15:8). La extensa cita de Jeremías menciona cuatro bienes contenidos en la promesa, el cuarto de los cuales, el perdón de los pecados, ocupa el puesto principal en la argumentación de nuestra carta (cf. 9,14.15.22.28; 10,3.4.12.17.18). Aunque no deberíamos tampoco pasar por alto las otras promesas de la nueva alianza: la ley escrita sobre el corazón, o en el corazón, la comunión con Dios del pueblo de la alianza, el conocimiento espontáneo y general de Dios. En pactos de alianza del antiguo Oriente, el texto del pacto, la ley de la alianza se escribían en tablas de piedra, que luego se conservaban en el santuario (cf. 9,4). Así se hizo también a la sazón de la alianza en el Sinaí. Ahora nos escribe Dios la ley de la nueva alianza en el corazón, a fin de que por nosotros mismos sepamos lo que tenemos que hacer. Así, la constitución interna de la nueva alianza, escrita en el corazón y en la mente, muestra ser el aspecto positivo del perdón de los pecados (cf. 10,16-18).

También el segundo bien, objeto de las promesas, la comunión de alianza escatológica del pueblo con su Dios, sólo aparentemente pasa a segundo término frente al asunto del perdón de los pecados. Es verdad que no vuelven a citarse ya las palabras proféticas: «Yo seré para ellos su Dios, y ellos serán para mí, mi pueblo» 36, pero, con todo, el motivo de una comunidad escatológica que rinda culto a Dios puede considerarse, sin exagerar, la concepción fundamental de la carta a los Hebreos. En cambio, la promesa de un conocimiento espontáneo y general de Dios, apenas si reaparece en la argumentación de la carta. El autor sabe de experiencias pneumáticas (6,4.S), el bautismo significa para él «haber recibido el conocimiento de la verdad» (10,26), y los lectores mismos deberían, por razón del tiempo ya pasado, ser capaces de instruirse y de instruir a otros (5,12), pero en todo caso no comparte el optimismo de la primera carta de san Juan, según la cual los cristianos «no necesitan que nadie los instruya», sino que el Espíritu los instruye sobre todas las cosas (1Jo_2:20.27).

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35. No se puede establecer con seguridad si, en sus consideraciones, el autor de nuestra carta tenía presente la eucaristía y hasta qué punto. 36. Cf. 2Co_6:16.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



El santuario celeste, 8:1-5.
1 El punto culminante de lo que estamos tratando es que tenemos un Pontífice que está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; 2 ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, erigido por el Señor, no por el hombre. 3 Pues todo pontífice es instituido para ofrecer oblaciones y sacrificios, por lo cual es preciso que tenga algo que ofrecer. 4 Si El morara en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes al tenor de la Ley ofrecen oblaciones; los cuales prestan servicio en lo que es imagen y sombra de las cosas celestiales, según que fue revelado a Moisés cuando se disponía a ejecutar la construcción del tabernáculo: Mira se le dijo , y hazlo todo según el modelo que te ha sido mostrado en el monte.

A nuevo sacerdocio, nuevo santuario. Se habló antes de la superioridad de Cristo, nuestro sumo sacerdote, sobre los sacerdotes levíticos; ahora, continuando en la misma línea de comparación, se habla de la superioridad del santuario donde Cristo ejerce sus funciones sacerdotales, mucho más perfecto que el santuario mosaico donde la ejercían los sacerdotes levíticos. El razonamiento, en la presente perícopa (v.1-5), se reduce a lo siguiente: hay un santuario celeste, allí donde mora Dios, erigido por el mismo Señor, no por los seres humanos, en el que Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, ejerce sus funciones sacerdotales; de este santuario, que es el santuario verdadero, no era sino imagen y sombra el santuario mosaico, conforme dice el mismo Dios a Moisés al mandárselo construir: Mira, y hazlo todo según el modelo que te ha sido mostrado en el monte (cf. Exo_25:40). De otra manera: el culto e instituciones antiguas, prefigurando a Cristo, son como reproducciones terrenas de las verdaderas realidades, que muy bien podemos llamar celestiales, pues no han sido fabricadas por mano de hombre (cf. 9:23-24). La conclusión es evidente: el santuario donde Cristo ejerce su ministerio de sacerdote es mucho más perfecto que aquel en que lo ejercen los sacerdotes levíticos, dado que éste sólo es imagen y sombra del de Cristo.
Tal es la idea general de este pasaje en su contenido, como si dijéramos, de superficie. En cuanto al fondo, es evidente que no se trata de poner en el cielo un santuario que sirviera de modelo al de Moisés. Hay que dar en todo esto no pequeña parte a la metáfora. Sin embargo, una cosa parece claramente afirmada, y es que Cristo, subido a los cielos después de su muerte y resurrección, ejerce allí sus funciones sacerdotales a favor nuestro. No que comience entonces a ejercerlas; esto se opondría a afirmaciones claras de otros lugares (cf. 1:3; 7:27; 9:26-28; 10:14). Se trata de que el sacrificio, consumado de una vez para siempre en la cruz, se perpetúa de alguna manera en los cielos, donde Cristo sigue intercediendo en favor de todos los seres humanos (cf. 7:25). Si el autor omite hablar de la escena del Calvario, quizás sea debido a su carácter en cierta manera transitorio, prefiriendo referirse al sacrificio permanente del cielo. Así la contraposición con el sacerdocio levítico aparece más clara433. De ese metafórico santuario del cielo, donde Cristo ejerce sus funciones de sacerdote434, era sombra y figura el santuario mosaico (v.s). En sustancia, esto quiere decir que el santuario mosaico, lo mismo que en general todo lo relativo al culto antiguo, tenía una función preanunciadora de las realidades mesiánicas. Es la misma idea que, bajo diversas formas, repite con frecuencia San Pablo (cf. 1Co_10:11; Gal_3:24; Col_2:17). Conforme a esa idea, el autor no tiene inconveniente en interpretar de la manera que lo hace el texto de Exo_25:40, viendo en él una alusión al metafórico santuario de los tiempos mesiánicos. Prácticamente así ha venido haciendo ya en otras citas (cf. 2:12-13; 4:3-4).

La alianza nueva, 8:6-13.
6 Pero nuestro Pontífice ha obtenido un ministerio tanto mejor cuanto El es mediador de una más excelente alianza, concertada sobre mejores promesas. 7 Pues si aquella primera estuviera exenta de defecto, no habría lugar a una segunda.8 Sin embargo, vituperándolos, dice: He aquí que vendrán días, dice el Señor, en que concertaré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva, 9 no conforme a la alianza hecha con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, puesto que ellos no permanecieron fieles a mi alianza, y yo los menosprecié, dice el Señor. 10 Esta será la alianza que yo haré con la casa de Israel, después de aquellos días, dice el Señor: Imprimiré mis leyes en su mente, y en sus corazones las escribiré, y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 11 Y no habrá de enseñar cada uno a su prójimo ni a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor. 12 Porque tendré misericordia de sus iniquidades, y de sus pecados jamás me acordaré. 13 Al decir una alianza nueva declara envejecida la primera. Ahora bien, lo que envejece y se hace anticuado está a punto de desaparecer.

Sigue el autor tratando de hacer resaltar la excelencia del sacerdocio de Cristo. Y para ello se fija ahora en la alianza de que es mediador, mucho más excelente que la alianza antigua, a la que pertenecían los sacerdotes levíticos.
La primera consideración (v.6) está basada en la estrecha relación existente entre ministerio sacerdotal, alianza a la que presta servicio y promesas que esa alianza introduce y ratifica: a promesas mejores, alianza más excelente; y a alianza más excelente, ministerio sacerdotal mejor. No se concreta en qué sentido las promesas de la nueva alianza sean mejores que las de la antigua; sin embargo, ello se deduce claramente del texto de Jeremías citado a continuación, en que se describe esa nueva alianza (v.5-12). Se trata de promesas de bienes sobrenaturales, en definitiva, la herencia eterna (cf. 9:15), mucho más excelentes que los bienes materiales prometidos a Israel mediante la antigua alianza (cf. Deu_28:1-69). De esa alianza nueva es Cristo el mediador (??????? ), título que se le vuelve a aplicar en 9:15 y 12:24. También se lo aplica San Pablo en 1Ti_2:5. Antes (Gal_3:19-20) lo había aplicado a Moisés respecto de la antigua alianza.
Otra razón de la superioridad de la alianza nueva sobre la antigua está en el hecho mismo de que, conforme indica el texto de Jeremías, sustituye a ésta por expresa ordenación divina, y Dios no daría de lado a una alianza perfecta para sustituirla por otra menos perfecta (v.y-12). El texto citado de Jeremías (Jer_31:31-34), uno de los más bellos de todo el Antiguo Testamento, está perfectamente elegido. Se refiere el profeta a la restauración del pueblo de Israel desterrado en Babilonia, pero sus palabras tienen alcance mesiánico. Es el mismo caso de otro texto de Amos, citado por Santiago, y que ya comentamos en su lugar (cf. Hec_15:15-18). Lo más saliente del texto de Jeremías es su afirmación de que, en la alianza o pacto nuevo, las relaciones de los seres humanos con Dios serán mucho más estrechas e íntimas que en la antigua (v.10-11) y no habrá ya jamás abrogación de esta alianza (v.12). Lo de que Dios imprimirá sus leyes en la mente y en los corazones de los seres humanos (v.10) de modo que no será necesario que nadie enseñe a su prójimo ni a su hermano (v.11), no ha de tomarse materialmente a la letra como si se tratase de excluir cualquier clase de magisterio externo; esto se opondría a enseñanzas claras de la misma Sagrada Escritura (cf. Mat_28:19-20; Hec_15:24-29; 2Ti_4:2; Tit_1:9) e incluso de esta misma carta (cf. 2:3-4; 13:7-17)· Se trata sencillamente de hacer resaltar la importancia de la gracia divina, como luz y como fuerza, y lo abundantemente que será repartida en la nueva economía; tanto, que el cristiano, más que al magisterio externo, a ella deberá agradecer su conversión y su progreso en la vida espiritual (cf. 1Co_3:6-7).
Como conclusión, haciendo hincapié en la palabra nueva, de que habla el texto de Jeremías, el autor hace notar que llamar nueva a la segunda alianza equivale a declarar vieja y anticuada la primera, y, por tanto, condenada a desaparecer (v.13).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



44 (C) El sacrificio eterno (8,1-9,28).
(a) La alianza, el tabernáculo y el culto ANTIGUOS (8,1-9,10).
(i) El sacerdocio celestial de Jesús (8,1-6). 1. el punto capital... es éste: El gr. kephalaion, aquí traducido «punto capital», también puede sig(-)nificar «resumen»; pero hay muchos elemen(-)tos en lo precedente que no se mencionan en este pasaje ni siquiera sumariamente, de ma(-)nera que parece preferible «punto capital», te(-)nemos un sumo sacerdote tal: cf. 7,26-28. que se sentó... Majestad en los cielos: La referencia a Sal 110,1 recuerda 1,3 y el tema de la entroni(-)zación desarrollado en 1,5-14. 2. ministro del santuario: Esta expresión se encuentra en Fi(-)lón (Jjeg. alleg. 3.135), pero con un sentido di(-)ferente, en referencia a la «fatiga y disciplina» del servicio sacerdotal, que él interpretaba ale(-)góricamente. El gr. ta hagia, aquí traducido «el santuario», también puede significar «cosas santas», y de hecho el uso del pl. podría, a pri(-)mera vista, apoyar esta interpretación. Pero en todos los demás textos de Heb donde aparece la misma forma pl. neut. (9,2.8.12.24.25; 10,19; 13,11) designa un lugar de culto, del tabernáculo verdadero que el Señor... erigió: El tabernáculo celestial en el cual Cristo desempeña la fun(-)ción de sacerdote es denominado «verdadero» en contraposición al tabernáculo terreno del judaísmo; para el autor, ese equivalente terre(-)no no es el templo de Jerusalén, al cual nunca hace referencia, sino el tabernáculo mosaico. Para la fuente de la concepción según la cual cuanto pertenece a la esfera celestial es «ver(-)dadero», o «real», y cuanto pertenece a lo te(-)rreno es sólo una sombra de lo real (v. 5), --> 3 supra. A diferencia del tabernáculo terreno erigido por Moisés (Éx 25,8-9), el celestial fue erigido por Dios. Que Jesús, el sacerdote que ejerce en él su ministerio, se presente en posi(-)ción de sentado (v. 1) no significa que su sa(-)crificio esté «hecho y acabado» (así Moffatt, Hebrews 140). El autor usa las imágenes de Sal 110 y se ocupa del doble papel, regio y sacer(-)dotal, que desempeña el Jesús exaltado. El he(-)cho de que esté sentado no se debe utilizar co(-)mo argumento para negar que sigue haciendo su ofrenda en calidad de sacerdote que ejerce su ministerio.
45 3. de ahí la necesidad de que este hom(-)bre tuviera algo que ofrecer: A. Vanhoye ha puesto acertadamente de relieve que en este versículo el autor no dice que Jesús esté ofre(-)ciendo ahora su sacrificio en el cielo, sino que afirma simplemente la necesidad de que ofrez(-)ca un sacrificio, dado que es sumo sacerdote (VD 37 [1959] 32-38). El momento de esa ofrenda no se puede determinar partiendo de este versículo. También es verdad que en este texto, como en otros lugares en que se habla del sacrificio de Jesús, el autor utiliza el aor., lo que indica acción terminada, mientras que cuando se ocupa del sacerdocio en general o de la liturgia del AT utiliza el presente (7,27; 9,7.9.14.25.28; 10,1.2.8.12). Además, insiste en el carácter definitivo del único sacrificio de Je(-)sús (7,27; 9,12.26.27.28; 10,10). De estos he(-)chos, y en particular de una consideración de 9,24-28, Vanhoye concluye que el autor no afirma ni insinúa en ningún sitio que la ofren(-)da sacrificial de Jesús continúe en el cielo (ibid. 36); por el contrario, los textos donde se utiliza el indic. aor. para expresar el acto de ofrecimiento demuestran de manera conclu(-)yente que es un acto del pasado. La argumen(-)tación de Vanhoye ha sido aceptada por E. Grasser (TRu 30 [1984] 222), pero parece per(-)der su fuerza cuando se considera la contra(-)posición celestial-terreno que constituye el trasfondo del pensamiento del autor. El sacrificio de Jesús se completa en el santuario ce(-)lestial; perdura en el momento de su finaliza(-)ción porque la eternidad es una cualidad de la esfera celestial. Los aor. y la insistencia en el carácter único del sacrificio sirven, respectiva(-)mente, para poner de manifiesto que el sacri(-)ficio se ha completado y que no es necesario ni posible ningún otro sacrificio de Jesús. Este sacrificio contrasta con los sacrificios cons(-)tantemente repetidos del AT, ninguno de los cuales llegó a ser perfecto. Una acción termi(-)nada en la esfera terrena sería un aconteci(-)miento del pasado, pero no sucede lo mismo con una terminada en el eterno orden celes(-)tial. Aunque de por sí 8,3 no determina el tiempo del sacrificio de Jesús, si el sacrificio está ya terminado, hay que sacar una de estas dos conclusiones igualmente inaceptables: o el autor quiere decir que el sacrificio terminó tras alcanzar su momento culminante, o quie(-)re decir que no fue un acontecimiento celes(-)tial. En el primer caso se atribuiría al cielo la secuencia temporal de la tierra; en el segundo, Jesús sería el sumo sacerdote celestial con res(-)pecto a todo salvo al acto específicamente sa(-)cerdotal (carece de base la postura de F. Schierse de que la muerte de Jesús en la cruz fue un acontecimiento celestial [Verheissung und Heilsvollendung (--> 12 supra) 160 n. 73]; de manera parecida Peterson [Hebrews and Perfection (-->15 supra) 192]). La comparación que el autor establecerá en el cap. 9 entre el sacrificio de Jesús y el del sumo sacerdote ju(-)dío el día de la expiación indicará detallada(-)mente cómo concibe él la relación entre la ofrenda iniciada en la cruz y su terminación celestial.
46 4. si estuviera en la tierra, no sería sacerdote: El sacerdocio terreno es el levítico; Jesús no es un sacerdote de ese tipo. 5. que dan culto en una copia y sombra del [santua(-)rio] celestial: El hecho de que del culto sacer(-)dotal del AT se hable en tiempo pres. no signi(-)fica necesariamente que Heb fuera escrita antes de la destrucción del templo, pues el santuario terreno al que se refiere siempre el autor es el tabernáculo mosaico. Puesto que no encuentra dificultad en aplicar el tiempo pres. al ministerio sacerdotal en el tabernácu(-)lo, que ciertamente ya no existía, está claro que su descripción es conceptual, no histórica.
6. ha obtenido un ministerio tan superior [al antiguo] como mejor es la alianza: La conexión íntima entre sacerdocio y alianza es semejan(-)te a la mencionada en 7,12 entre sacerdocio y ley. La antigua alianza tenía su propio sacer(-)docio; el sacerdocio de Jesús es un elemento de la alianza nueva y mejor de la cual es mediador. El título «mediador» le pertenece por(-)que su sacrificio ha sido el medio de unión en(-)tre Dios y los seres humanos; ha quitado el pecado, el obstáculo para esa unión, y así ha hecho posible la relación de nueva alianza (9,15). En 7,22, la superioridad de la nueva alianza se veía en la permanencia de su sacerdocio; en esta ocasión, la superioridad se basa en unas promesas mejores. Cuáles sean éstas se hace explícito en la cita de Jr 31 (LXX 38),31-34.
47 (ii) La antigua alianza contrastada con la nueva (8,7-13). 7-8. si la primera hubiera si(-)do irreprochable... dice: El autor considera que las faltas del pueblo se deben en última ins(-)tancia a la deficiencia de la alianza misma, es decir, a la incapacidad de ésta para darles la fuerza para observar sus leyes. Su opinión es semejante a la de Pablo en Rom 7,11-24. 8-12. La cita de Jr sigue a los LXX en todo salvo en unos pocos puntos. En los w. 8-9 el gr. diatithémi, «disponer», que los LXX aplican al es(-)tablecimiento por parte de Dios de las alianzas nueva y antigua, es reemplazado, respectiva(-)mente, por synteleó, «concluir», y poieó, «ha(-)cer». J. Swetnam ha sostenido (CBQ 27 [1965] 373-90) que éste es un cambio significativo y que arroja luz sobre la controvertida cuestión de si en 9,15-18 el autor, como cree la mayoría, utiliza acepciones diferentes de diathéké: «alian(-)za» (en los w. 15.18) y «testamento» (en los vv. 16-17). La postura de Swetnam es discutible, como se verá en el análisis de esos versículos. Además, el cambio de diatithémi por synteleo se da en el v. 8, donde el profeta habla de la nue(-)va alianza, en la cual, según sostiene Swetnam, Dios es el que «dispone», y donde el vb. de los LXX habría resultado muy adecuado para la argumentación del autor. Este cambio, pues, tenía muy poca importancia, lo cual hace pen(-)sar que tal vez el cambio por poieó tampoco fuera significativo. Ése sería particularmente el caso si las diferencias respecto a los LXX re(-)cogidas en la cita hecha por Heb no se deben al autor de Heb, sino que se encontraban ya en el texto del AT por él utilizado. 10. con la casa de Israel: Para el autor, el Israel con el cual se establecerá la nueva alianza es la comunidad cristiana, yo seré su Dios... mi pueblo: Esta re(-)lación no constituye la novedad de la alianza, pues existía incluso bajo la antigua (Dt 7,6). Su novedad radica más bien en su interioridad (las leyes de Dios se convertirán en parte del ser mismo del pueblo de la alianza), en la in(-)mediatez del conocimiento que el pueblo tiene de Dios (v. 11) y en el perdón de los pecados (v. 12) . Éstas son las «promesas mejores» (v. 6) en que se basa la alianza. 13. lo que se vuelve in(-)servible... a punto de desaparecer: El comenta(-)rio del autor fue escrito desde la perspectiva del profeta, no desde la suya propia; él sabía que la antigua alianza había desaparecido ya (v. 6).

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: Hebreos 8,11-13
Pénense los efectos más inestimables del Nuevo Testamento, que son la unión del hombre con Dios, el perfecto conocimiento de Dios y la remisión de los pecados.y Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.11 Ya no será menester que enseñe cada uno a su prójimo y a su hermano, diciendo: conoce al Señor, porque con la luz de la fe todos me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor;12 pues Yo les perdonaré sus maldades, y no me acordaré más de sus pecados.13 Con llamar nuevo a este testamento, dio por anticuado al primero. Ahora bien, lo que se da por anticuado y viejo, cerca está de quedar abolido.Habiendo puesto el Apóstol las condiciones del Nuevbo TestamentOi pone ahora sus efectos:1) la perfecta unión del hombre con Dios;2) el perfecto conocimiento de Dios;3) la remisión de los pecados.Cuanto a lo primero, es de saber que para que el hombre se una con Dios -ya que esto no lo puede por su propio esfuerzo- requiérese el auxilio de ia gracia divina. "Te he amado con perpetuo y no interrumpido amor; por eso, misericordioso, te atraje a Mí" (Jr 31,3). Tócase esa unión, primero, de parte de Dios; luego, de parte del hombre. Dice, pues: "y Yo seré su Dios". El nombre de Dios significa su providencia universal, que para nosotros es Dios, cuando corremos a cuenta suya y lleva tras Sí nuestros corazones, como lo hace especialmente con los justos.Así que, de serles Yo su Dios, sigúese lo segundo, es a saber, "elios serán mi pueblo", esto es, darán muestras de ser mi pueblo; pues, como dice San Agustín, pueblo es la júnta de muchos que de acuerdo, según derecho, se asocian para ayudarse mutuamente. Serán, entonces, pueblo de Dios, cuando el acuerdo para serse útiles y encaminarse a Dios estribe en el derecho de la ley divina (Ap. 21).-"Ya no será menester que enseñe cada uno a su prójimo". Pone el segundo efecto del Nuevo Testamento. Acerca de lo cual, pone la señal del mismo efecto: "porque todos me conocerán"; y señal de perfecto conocimiento es no necesitar de enseñanza, porque la doctrina es la vía para lograr la ciencia; de ahí que, cuando hay ciencia perfecta y cabal, velas amaina la doctrina. Mas ¿acaso no se enseñan unos a otros en el Nuevo Testamento? Por lo que aquí se dice, parece que no, mas, por el contrario: porque el Apóstol se llama Doctor de los Gentiles (Ti. 2; Ep 4; Rm 12).Respondo que lo que aquí se dice puede entenderse de dos maneras:a) del estado presente, y entonces no se cumple en todos, mas sólo en los primeros fundadores del Nuevo Testamento, es a saber, en los Apóstoles, que fueron inmediatamente instruidos por Dios, cuando les abrió el entendimiento para que entendiesen las Escrituras (Lc 24,45). Así que los Apóstoles tuvieron un conocimiento perfecto, mas no porque fuesen enseñados de otros, sino de Cristo, que les comunicó ciencia infusa;b) del estado futuro de la patria, al que nos introduce el Nuevo Testamento, no el Viejo, y entonces umversalmente es verdadero lo que aquí se dice. Pero, al contrario, los bienaventurados, iguales, no mayores son que los ángeles, los cuales, según Dionisio, iluminándose, uno a otro se enseñan; luego lo mismo un hombre a otro.Respondo que en los ángeles hay dos modos de conocer: uno, que los hace bienaventurados, es a saber, el conocimiento de la divinidad, el único que hace felices, según San Agustín: dichoso el que te conoce; otro, el conocimiento de todo lo que no es Dios, como los efectos divinos, y éste no hace dichoso.Así pues, según el primer modo, uno no enseña a otro; pues a uno Dios lo hace dichoso, no por medio de otro sino inmediatamente (Sal 35). Pero, cuanto al segundo, que es de algunos misterios, uno sí enseña a otro; y esto por ventura hasta el fin del mundo, en tanto que se vayan ejecutando los efectos de Dios. Por eso añade: "diciendo: conoce al Señor"; como si dijera: aún no conoce a Dios.-"a su prójimo y a su hermano"; porque aunque, según San Agustín, hay que amar por caridad a todos los hombres, si no te es posible ser útil a todos, por lo menos, de modo especial, a los que te están unidos; o por los lazos de la sangre, como los deudos, a quienes llama aquí hermanos; o por otros lazos, y así son prójimos; "porque, con la luz de la fe, todos me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor". Y esta es la causa de por qué uno no enseñará a otro, porque todos conocerán al Señor: "lo veremos como El es" (1Jn 2). En esta visión consiste la bienaventuranza (Jn 17; Jr 9), y esta doctrina la aprenden los bienaventurados de ningún otro sino de solo Dios. "Tus hijos todos serán adoctrinados por el mismo Señor" (Is 54,13).Lo de "desde el menor" puede entenderse de dos modos: de uno, entendiendo por mayores a los santos más antiguos; y así, la diferencia entre mayor y menor se determina en orden al tiempo. Todos, pues, conocerán, puesto que a cada uno se dará un denario (Mt 20); a no ser que esto lo diga para mostrar la diferencia de premios, porque, aunque todos conozcan, pero unos más que otros (Mt 5); ya que a proporción del mérito será el premio; y esto va contra aquellos que sostienen que penas y méritos para todos son iguales y, por consiguiente, también los premios. Mas, contra éstos dice Sarr Pablo: "va diferencia de estrella a estrella" (1Co 15,41).-"pues Yo les perdonaré sus maldades". Pone el tercer efecto, la remisión de la culpa,, cosa que no podía el Antiguo Testamento, "porque es de suyo imposible que con sangre de toros y de machos cabríos se quiten los pecados" (He 10,4).Dice, pues: "les perdonaré sus pecados". Va diferencia de iniquidad a pecado, porque iniquidad se opone a justicia, que propiamente es siempre respecto de otro. Así que iniquidad dícese de aquello con que uno daña a otra persona (Jb 35); pecado, en cambio, dícese toda falta de acción, por el desorden que lleva consigo; de suerte que la iniquidad propiamente va contra el prójimo, pero el pecado contra sí mismo; y esto hablando con toda propiedad; en sentido más amplio, lo mismo es iniquidad que pecado. Dice, pues: "Yo les perdonaré sus maldades" o iniquidades, es a saber, al presente, mitigando la pena; "y no me acordaré más de sus pecados", esto es, en lo futuro, castigando los pecados(Ez. 18; Salmo 78); "pues los dones y vocación de Dios son inmutables" (Rm XI,29); esto es, a Dios no le pesa de haber perdonado, como si castigara de nuevo.Al decir luego: "con llamar nuevo a este testamento, dio por anticuado al primero", arguye de esta autoridad, como si estuviera puesta para ese fin, y hace este razonamiento: nuevo no se dice sino en cotejo de viejo; mas todo lo que se dice viejo significa lo que está en un tris de acabarse; luego, "con decir nuevo, dio por anticuado al primero", esto es, dio a entender que primero está el viejo."Ahora bien, lo que se da por anticuado y viejo cerca está de quedar abolido". Si, pues, aquél ya está viejo, habrá que desecharlo (Lv. 26). Por tanto, si dice nuevo, da a entender que a su fin llegó el viejo. Propiamente no se da por anticuado sino lo que está sujeto al tiempo que, por estarlo, cesa con el tiempo. Menester es, por tanto, que cese lo viejo. Y dice: "se da por anticuado" respecto de las cosas inanimadas; y "se hace viejo" respecto de las animadas. Es de saber también que donde nuestro texto dice: "de los pecados", otro dice: "del pecado", y entonces hace alusión al pecado original, que es común a todos.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El mediador del nuevo pacto

En los caps. 8 y 9, el autor muestra cómo el perfeccionamiento de Jesús hace posible que nosotros disfrutemos los beneficios del nuevo pacto. Aquí se cita Jer. 31:31-34, completo y luego en forma abreviada (10:16, 17), demostrando lo central de ese texto para el argumento de la sección central de Heb. Antes de que el autor comience su reflexión sobre la profecía de Jeremías, hace notar que la esfera del actual ministerio de Jesús es el verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre (vv. 1, 2). Esto lleva a una nueva comparación entre el sacerdocio de Jesús y el de aquellos que presentan ofrendas según la ley, y sirven en el santuario que es sólo figura y sombra de las cosas celesiales (vv. 3-5). La superioridad del ministerio de Jesús está ligada al hecho de que se enfoca en el santuario celestial. Su ministerio también es superior porque establece el nuevo pacto (vv. 6-12) haciendo que el primero sea caduco (v. 13). Los cristianos necesitan entender cómo la profecía del nuevo pacto se cumple porque es la base de nuestra relación con Dios por medio del Señor Jesucristo.

1, 2 El punto principal del autor es que siempre tenemos el tipo de sumo sacerdote que se ha descripto en el capítulo anterior, o sea, aquél que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. La última expresión es una forma reverente y solemne de describir a Dios como el Señor de majestad sobre todas las cosas (gr. leitourgos significa que él es un ministro o siervo) como se bosqueja en 7:25. La sala del trono celestial se puede describir como un lugar santísimo, que es el verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre. El verdadero tabernáculo es la realidad celestial sobre la cual fue modelado el tabernáculo del tiempo de Moisés (cf. v. 5). Aunque Dios mostró a Moisés el modelo a seguir, el resultado fue sólo un santuario hecho de manos (gr. cheiropoieta, 9:24). El tabernáculo que levantó el Señor no fue hecho por hombres, y no es parte de su creación (9:11). Con estas figuras, el autor indica que el propósito de Jesús al entrar en los cielos era el de presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor (9:24). Su ministerio en la tierra lo equipó para este servicio celestial.

3-5 El principio general de que todo sumo sacerdote es puesto para ofrecer ofrendas y sacrificios (cf. 5:1) significa que Jesús también tuviera algo que ofrecer. A partir de 7:27 es claro que se ofreció a sí mismo, pero el autor no desarrolla este tema sino más tarde. Simplemente insiste de nuevo en que el sacerdocio de Jesús es de un orden diferente. De hecho, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, dado que ya hay sacerdotes que presentan ofrendas según la ley. Algunos lectores con un trasfondo judío pueden haber considerado que faltaba algo en el cristianismo porque no ofrecía un ceremonial complejo en un santuario terrenal. Heb. presenta el punto contrario. Cristo introdujo las realidades definitivas y espirituales a las que señalaba el ritual del antiguo pacto, cumpliendo y reemplazando todo el sistema prescripto en la ley de Moisés. Los sacerdotes levíticos sólo actuaron en un santuario que era figura y sombra de las cosas celestiales (v. 5), mientras que Cristo sirvió en el verdadero tabernáculo (v. 2). Se usa Exo. 25:40 para apoyar el argumento de que el tabernáculo terrenal sería el bosquejo en sombras de un modelo celestial.

6 Parece que el autor cambia de dirección en este punto, dejando a un lado las figuras de sacerdocio, santuario y sacrificio e identificando a Jesús como mediador de un pacto mejor. Sin embargo, se establece una conexión entre el sacerdocio y la ley o pacto en 7:11, 12, y el tema del ministerio de Jesús como sumo sacerdote está estrechamente ligado con el cumplimiento de las promesas de Jer. 31:31-34 en los caps. 9 y 10. Jesús inaugura y ofrece los beneficios del nuevo pacto por medio de su muerte y exaltación celestial (cf. 7:22; 9:11-15; 10:12-18). Este pacto es superior al antiguo porque está fundado sobre promesas superiores, registradas en la larga cita de Jeremías que viene luego.

7-9 En el tiempo del exilio babilónico en el siglo VI a. de J.C., las palabras de Jeremías indicaban que Dios encontró al pueblo falto ante él. Cuando prometió un nuevo pacto, la implicación era que había algo mal en el primer pacto, establecido en el tiempo del éxodo de Egipto. El problema esencial era con la gente -ellos no permanecieron en mi pacto (v. 9)- y por eso se produjo el juicio del exilio. Heb. continúa mostrando que parte del problema era el ritual, que estaba diseñado para ayudar hasta el tiempo de la renovación (9:10), pero que era limitado en sus efectos. Debiera notarse aquí que el nuevo pacto es hecho con la casa de Israel y con la casa de Judá. No se menciona nada específicamente sobre la forma en que los gentiles llegarían a compartir sus bendiciones (cf. Gál. 3 y 4; Rom. 9-11). Sin embargo, es plenamente claro que cualquiera que tiene confianza en Jesucristo y en lo que él ha hecho compartirá el cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo de la antigüedad (p. ej. 3:14; 4:3; 5:9; 7:25).

10-12 La voluntad de Dios de restablecer su relación especial con Israel se expresa en las palabras clave: Yo seré para ellos Dios, y para mí ellos serán pueblo. Sin embargo, en la renovación del pacto él promete: Pondré mis leyes en la mente de ellos y en sus corazones las inscribiré, para darles el deseo y la capacidad de complacerle (v. 10). Heb. ve el cumplimiento de esta promesa en la limpieza hecha por Jesús de los corazones de su pueblo librándolos de una conciencia de culpa, de modo que puedan servir al Dios vivo (9:14; cf. 10:19-25). Dios también prometió por medio de Jeremías que todo miembro del nuevo pacto le conocería directa y personalmente, desde el menor de ellos hasta el mayor (v. 11). Heb. da a entender que esta promesa se cumplió en el acercamiento directo a Dios con confianza que Jesús hizo posible (4:16; 7:25; 10:19-22; cf. 12:22-24). Finalmente, la palabra porque en el v. 12 muestra que la base de estas promesas es la seguridad de una limpieza definitiva del pecado: Porque seré misericordioso en cuanto a sus injusticias y jamás me acordaré de sus pecados. A partir de los caps. 9 y 10 es claro que el sacrificio de Jesús alcanza el cumplimiento de esa promesa fundacional (p. ej. 9:14, 26, 28; 10:10, 14).

13 La necesidad del sacerdocio, el santuario y el sistema de sacrificios del antiguo pacto ya ha sido eliminada. Esto hace posible que los creyentes de toda raza y cultura se acerquen a Dios por medio de Jesús. Aunque Dios no dice nada específico sobre esto en la profecía de Jeremías, al decir nuevo, ha declarado caduco al primero. De modo que las prescripciones rituales del antiguo pacto están en el corazón de lo que se ha hecho viejo y anticuado y está a punto de desaparecer.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VIII.

1 By the eternall Priesthood of Christ, the Leuiticall Priesthood of Aaron is abolished. 7 And the temporall Couenant with the Fathers, by the eternal Couenant of the Gospel.

[The old, and new Couenant.]

1 Now of the things which we haue spoken, this is the summe: wee haue such an high Priest, who is set on the right hand of the throne of the Maiestie in the heauens:
2 A minister [ Or, of holy things.] of the Sanctuary, and of the true Tabernacle, which the Lord pitched, and not man.
3 For euery high Priest is ordeined to offer gifts and sacrifices: wherefore it is of necessitie that this man haue somewhat also to offer.
4 For if he were on earth, he should not bee a Priest, seeing that [ Or, they are Priests.] there are Priests that offer gifts according to the Law:
5 Who serue vnto the example and shadow of heauenly things, as Moses was admonished of God when he was about to make the Tabernacle. For see (saith he) that thou make all things according to the paterne shewed to thee in the mount.
6 But now hath he obtained a more excellent ministerie, by how much also he is the Mediatour of a better [ Or, Testament.] Couenant, which was established vpon better promises.
7 For if that first Couenant had bene faultles, then should no place haue bene sought for the second.
8 For finding fault with them, hee saith, Behold, the dayes come (saith the Lord) when I will make a new couenant with the house of Israel, and the house of Iudah.
9 Not according to the Couenant that I made with their fathers, in the day when I tooke them by the hand to lead them out of the land of Egypt, because they continued not in my Couenant, and I regarded them not, saith the Lord.
10 For this is the Couenant that I will make with the house of Israel after those dayes, saith the Lord: [ Jer_31:33 .] I wil [ Greek: giue.] put my Lawes into their minde, and write them [ Or, vpon.] in their hearts: and I will be to them a God, and they shalbe to me a people.
11 And they shall not teach euery man his neighbour, and euery man his brother, saying, Know the Lord: For all shall know me, from the least to the greatest.
12 For I will be mercifull to their vnrighteousnes, and their sins & their iniquities will I remember no more.

[The old, and new Couenant.]

13 In that he saith, A new Couenant, he hath made the first olde. Now that which decayeth and waxeth old, is readie to vanish away.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La nueva Alianza. El predicador quiere destacar lo dicho hasta ahora en una especie de resumen al que, por su importancia, no duda en llamarlo «el punto central de mi exposición» (1). Y lo hace comenzando con una nueva referencia a Sal 110, en la que contempla al Hijo de Dios -el «Mi Señor» con que se inicia el salmo- sentado «en el cielo a la derecha del trono de Dios» (1), ejerciendo su función de sacerdote mediador «de una alianza mejor, fundada sobre promesas mejores» (6). El predicador va a explicar cómo ejerce Jesús su sacerdocio y fija su atención en sus cuatro aspectos fundamentales: 1. El lugar donde actúa como sacerdote; 2. El santuario donde se ofrece el sacrificio; 3. El sacrificio que se ofrece, y 4. La nueva alianza que inaugura el sacrificio.
Su argumentación, como ya nos tiene acostumbrados, se basa en la interpretación de las Escrituras, vistas con los ojos iluminados por la fe. Y así comienza diciendo que Jesús no podía ejercer su sacerdocio en la tierra por dos razones. La primera, porque Él no era legalmente sacerdote, ya que no pertenecía a la tribu sacerdotal de Leví. Desde el punto de vista de la legalidad, tan importante para los judíos, Jesús fue simplemente un laico. La segunda y fundamental, porque Jesús es sacerdote de una nueva alianza y todo lo anterior, incluyendo el sacerdocio de la antigua alianza del pueblo judío, «queda anticuado... está a punto de desaparecer» (13). Sus sacerdotes «ofician en una figura y sombra de las realidades celestiales» (5). La sombra puede reproducir el perfil, pero carece de substancia. Citando Éxo_25:40, el predicador les recuerda que Moisés construyó la tienda del santuario «según el modelo que te mostraron en el monte» (5), es decir, como la copia pasajera, como sombra del verdadero santuario que Dios tenía preparado para un futuro que ya se está haciendo presente en la muerte y resurrección de Cristo.
Este futuro que ya experimentamos es la nueva alianza que anunció el profeta Jeremías: «así será la alianza... en aquel tiempo futuro... meteré mi ley en su pecho, la escribiré en su corazón, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Jer_31:33). La nueva alianza se basa en la promesa gratuita de Dios de que el perdón de los pecados será completo; la ley estará interiorizada y el conocimiento de Dios estará asegurado para todos. El predicador afirma que estas promesas de futuro expresadas por el profeta se están cumpliendo ahora en la persona de Jesús, quien las inauguró y las ratificó, no con sangre extraña de sacrificios, sino con su propia sangre.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Cristo desarrolla su ministerio en el Cielo, en un nuevo Santuario y en un nuevo Tabernáculo, que son «verdaderos» (v. 2) en oposición al Santuario y al Tabernáculo de Moisés (cfr Ex 25,40), que no eran más que una imagen. En el Cielo, Cristo, Sacerdote eterno, presenta continuamente al Padre los frutos de su sacrificio en la cruz. «En la liturgia terrena pregustamos y participamos en la liturgia celeste que se celebra en la santa ciudad, Jerusalén, hacia la que nos dirigimos como peregrinos, donde Cristo está sentado a la derecha del Padre, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero» (C. Vat. II, Sacr. conc. 8; cfr CCE 667).

Las palabras de Jr 31,31-34 se han cumplido con la Nueva Alianza establecida por Jesús: es en esta Nueva Alianza donde Dios perdona de verdad las culpas y ya no se acuerda de los pecados.


Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Sal_110:1.

2. Num_24:6 (texto griego).

5. Exo_25:40.

8-12. Jer_31:31-34. Ver Exo_24:4-8; 1 Cor. 1 1. 25.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

jamás me acordaré...Jer 31:31-34;
pecados... M↓ añaden y de sus iniquidades.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 8.5 Copias y sombras: Cf. Heb 9.11,23-24; 10.1. Cf. también Ex 25.40.

[2] 8.5 Ex 25.40.

[3] 8.6 Es mediador de una alianza mejor: Heb 9.15; 12.24; 1 Ti 2.5.

[4] 8.8-12 Jer 31.31-34 (cf. Heb 10.16-17).

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

αὐτῶν WH Treg NA28 ] + καὶ τῶν ἀνομιῶν αὐτῶν RP

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Heb 10:17-18.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[b] Jer 31:31-34

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Isa 43:25

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I οὐ μὴ I] de ninguna manera.

Torres Amat (1825)



[2] De cuyo tabernáculo era sólo una figura el de la ley mosaica.

[5] Ex 25, 40.