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El carcelero transmitió estas palabras a Pablo: «Los pretores han enviado a decir que os suelte. Ahora, pues, salid y marchad.» (Hechos 16, 36) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Llega Pablo a Licaonia acompañado de Silas, en Listra tornan por compañero a Timoteo, 16:1-5.
1 Llegaron a Derbe y a Listra. Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego, 2 muy elogiado por los hermanos de Listra e Iconio. 3 Quiso Pablo que se fuera con él, y tomándole, le circuncidó a causa de los judíos que había en aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego. 4 Atravesando las ciudades, les comunicaba los decretos dados por los Apóstoles y presbíteros de Jerusalén, encargándoles que los guardasen, 5 Las iglesias, pues, se afianzaban en la fe y crecían en número de día en día.

Atravesado el Taurus por las Ciliciae portae, los dos viajeros, Pablo y Silas, llegan a Derbe y luego a Listra (v.1), ciudades de Licaonia que habían sido ya evangelizadas en el anterior viaje misional de Pablo (cf. 14:6-20). No quedan noticias de la estancia en Derbe; en cambio, de la estancia en Listra nos queda la interesante noticia de la entrada de Timoteo en el séquito de Pablo (v.2-5). Parece que Timoteo era entonces todavía bastante joven, pues unos trece o quince años más tarde Pablo dirá de él que está aún en la juventud (cf. 1Ti_4:12; 2Ti_2:22). Probablemente era huérfano de padre, habiendo sido educado por su madre, Eunice, y su abuela, Loide, ambas fervientes judías (cf. 2Ti_1:5; 2Ti_3:15). Se había hecho cristiano, junto con su madre y su abuela, durante la estancia anterior de Pablo en Listra; pero por ser hijo de padre gentil no estaba circuncidado (v.3). Durante la ausencia de Pablo parece que se había mostrado cristiano muy activo, pues es elogiado por los hermanos de Listra e Iconio (v.2).
Estos antecedentes contribuyeron a que Pablo pusiese en él los ojos y le eligiese entre sus colaboradores. Pero surgía una dificultad, la de que siendo hijo de mujer judía y estando incircunciso hubiese sido considerado por los judíos como apóstata, y toda relación con ellos iba a resultar imposible. Esto no podía agradar a Pablo, quien, como de costumbre (cf. 13:5; 14:1), pensaba seguir dirigiendo primeramente su predicación a los judíos (cf. 16:13; 17:1-2; 18:4). Por eso determina circuncidarle a causa de los judíos que había en aquellos lugares (v.3). Ello no se opone a lo que había sostenido en el concilio de Jerusalén defendiendo la no obligatoriedad de la circuncisión (cf. 15:2.12) y no permitiendo la circuncisión de Tito (cf. Gal_2:3-5), Pues allí era cuestión de principio, es decir, si la circuncisión era o no necesaria para conseguir la salvación, mientras que aquí no se trata de necesidad doctrinal, sino simplemente de norma práctica en cosa de suyo indiferente (cf. Gal_5:6), haciéndose gentil con los gentiles y judío con los judíos, a fin de ganar a todos para Cristo (cf. 1Co_9:20). Además, en el caso de Tito, los padres eran ambos gentiles y no había ese motivo de escándalo que en el caso de Timoteo, hijo de mujer judía. Expresamente dirán a Pablo más adelante los presbíteros de la iglesia de Jerusalén: Ya ves, hermano, cuántos millares de creyentes hay entre los judíos, y todos son celadores de la Ley.. Cuanto a los gentiles que han creído, ya les hemos escrito.. (1Co_21:20-25). Es decir, los gentiles podían considerarse libres de la circuncisión, y nadie tenía por qué extrañarse de que no la practicaran; los judíos, en cambio, al menos en la iglesia de Jerusalén, seguían observando fielmente las prescripciones mosaicas (cf. 15:11), y el no hacerlo con Timoteo hubiera traído especiales dificultades para el apostolado entre ellos.
Dejada Listra, Pablo continúa su viaje, visitando las demás ciudades (Iconio y Antioquía de Pisidia) evangelizadas en el viaje anterior, comunicándoles las decisiones de los apóstoles y presbíteros en el concilio de Jerusalén (v.4-5).

A través del Asia Menor, 16:6-10.
6 Atravesaron la Frigia y el país de Galacia, impedidos por el Espíritu Santo de anunciar la palabra en Asia. 7 Llegados a los confines de Misia, intentaron entrar en Bitinia, mas tampoco se lo permitió el Espíritu de Jesús; 8 y pasando de largo por Misia, bajaron a Tróade. 9 Por la noche tuvo Pablo una visión. Un varón macedonio se le puso delante y, rogándole, decía: Pasa a Macedonia y ayúdanos. 10 Luego que vio la visión, al instante buscamos cómo pasar a Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba para evangelizarlos.

Parece, aunque la narración de Lucas es demasiado concisa y no nos permite formarnos ideas claras, que Pablo y sus compañeros, una vez visitadas las comunidades fundadas en el viaje anterior, intentaron seguir adelante en dirección oeste, es decir, hacia la provincia procónsular de Asia, muy poblada y llena de colonias judías, cuya capital era Efeso. Pero, impedidos por el Espíritu Santo, se dirigieron hacia el norte y atravesaron la Frigia y el país de Galacia (v.6), llegando hasta los confines de Misia, con intención de detenerse a predicar en Bitinia (v.7), pensando sin duda en las importantes ciudades de Nicea y Nicomedia, donde había florecientes colonias judías. También este su propósito es impedido por el Espíritu Santo (v.7), y entonces, atravesando Misia, bajan hasta Tróade (v.8), importante puerto del mar Egeo, que era centro de comunicaciones entre Asia Menor y Macedonia, a unos 18 kilómetros al sur de la antigua Troya homérica. Evidentemente, el Espíritu Santo guiaba a los misioneros hacia Europa 145.
Los nombres de las regiones aquí señaladas por San Lucas nos son perfectamente conocidos, lo que nos permite trazar esa reconstrucción del itinerario de Pablo a través de Asia Menor, que acabamos de presentar. Hay, sin embargo, un punto oscuro, y es la expresión país de Galacia (v.7), que no todos interpretan de la misma manera. La expresión vuelve a aparecer más adelante, en el itinerario del tercer viaje de Pablo, quien de nuevo atraviesa el país de Galacia y la Frigia (18:23). No cabe duda que los destinatarios de la carta a los Calatas son los habitantes de este país de Galacia, por el que en estos sus dos viajes atraviesa San Pablo; pero ¿cuál es ese país de Galacia?
Sabemos que, en la época romana, Galacia era el nombre de una región en el centro de Asia Menor, situada entre Bitinia al norte, Capadocia al este, Frigia al oeste, y Licaonia al sur. Parece que debe su nombre a una tribu celta procedente de las Galias, que, a fines del siglo III a. C., después de haber recorrido la península balcánica, atravesó el Helesponto y fue a establecerse en esa región del Asia Menor. En el año 189 a. C., cuando los romanos comenzaban a extender sus dominios por esas regiones, estuvieron en lucha con éstos, siendo vencidos por el cónsul Cneo Manlio Vulso, aunque siguieron como reino independiente con ciertas limitaciones. Cuando Pompeyo, en su expedición por Asia, años 66-62 a. C., reorganizó todas esas regiones, estableciendo las provincias de Bitinia, Cilicia, etc., Galacia continuó, al igual que Armenia y Capadocia, como reino independiente, aliado de los romanos, e incluso fue ensanchado su territorio a costa de las regiones vecinas. Fue Augusto, en el año 25 a. C., quien, muerto el rey Aminta, la convirtió en provincia romana, con capital en Ancira (hoy Ankara), y comprendiendo no sólo la Galacia propiamente dicha, sino también territorios de Pisidia, Frigia, Licaonia, El carácter heterogéneo de esta provincia queda claramente reflejado en alguna de las inscripciones encontradas en nuestros días, las cuales, en vez de hablar simplemente de legado de la provincia de Galacia, hablan de: Legatus.. provinciae Galatiae, Pisidiae, Phrygiae, Lycao-niae, Isauriae et Paphlagoniae 146.
A vista de estos datos, es fácil ya entender en qué está la discusión. Todo se reduce a concretar si ese país de Galacia, por el que atraviesa San Pablo, es la región de Galacia propiamente dicha, o se alude en general a la provincia romana de Galacia, que, además de la Galacia etnográfica, incluía también otras regiones. En este último caso, el país de Galacia visitado por San Pablo podía ser muy bien la parte meridional de la provincia de Galacia, en la que se hallaban, además de otras, las ciudades de Listra, Derbe, Iconio y Antioquía de Pisidia, evangelizadas ya en el primer viaje. Es la opinión que defienden bastantes autores modernos. Según ellos, San Pablo no parece que subiera nunca hasta la Galacia propiamente dicha o Galacia etnográfica, sino que visitó únicamente la parte meridional de la provincia de Galacia. Los habitantes de estas regiones, y no los auténticos galatas, serían los destinatarios de la carta de San Pablo.
Creemos, sin embargo, mucho más probable, con la mayoría de los autores antiguos y modernos, que el país de Galacia visitado por San Pablo es la verdadera Galacia etnográfica, como insinúa la misma expresión país de Galacia; y, por consiguiente, que ésos son los destinatarios de la carta a los Calatas. Téngase en cuenta, en efecto, que Pablo procedía de Derbe y Listra (v.1-5), ciudades que pertenecían a la provincia de Galacia; al hablar, pues, a continuación, de que atravesó Frigia y el país de Galacia (v.6), no puede entenderse simplemente de la provincia de Galacia, en la que ya se hallaba, sino de otras regiones de la misma provincia. Además, el término gálatas, conque designa en su carta a los habitantes de este país (Gal_3:1), difícilmente podría ser aplicado a los habitantes de Pisidia o Licaonia, pues la incorporación administrativa de estas regiones a la provincia de Galacia no suprimía en modo alguno su apelativo particular de pisidios o licaonios, como muestran las inscripciones.
En este país de Galacia parece que Pablo, a juzgar por algunos datos de la carta a los Gálatas, hubo de detenerse durante algún tiempo. Su intención debió de ser atravesar simplemente esa región en dirección a Bitinia (v.6-7); pero una enfermedad le habría obligado a detenerse, sin que sepamos por cuánto tiempo, siendo ello causa de la evangelización de los gálatas (cf. Gal_4:13-15). Terminada la estancia y misión entre los gálatas, intenta ir a Bitinia; pero, ante la prohibición del Espíritu Santo, baja hasta el puerto de Tróade, donde tiene lugar la visión en que se le indica su nuevo campo de trabajo (v.6-10).
Es de notar, aquí por primera vez en la narración de los Hechos 147, el uso de la primera persona de plural: buscamos cómo pasar a Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba.. (v.10); lo que quiere decir que Lucas, autor del libro, se presenta al menos desde este momento como compañero de Pablo. La manera de entrar en escena: al instante buscamos.., parece suponer cierta intimidad con el grupo que seguía al Apóstol, y que no se conocieron ahí por primera vez. No consta si le hubiese acompañado ya desde Antioquía; lo más probable es que no, sino que llegó a Tróade independientemente por asuntos personales. De hecho, parece que se queda en Filipos, pues en 16:17 termina la narración en primera persona de plural, volviéndose luego a unir al Apóstol años más tarde, cuando éste vuelve a pasar por esta ciudad (cf. 20:5-6). Hasta se ha propuesto la hipótesis de que el médico Lucas (cf. Col_4:14), enterado de la enfermedad que aquejó a San Pablo en Galacia, había ido en su busca, no alcanzándole sino cerca de Tróade. Desde luego,' puede haber en esto su parte de fantasía, pero la cosa no es imposible.

Pasan los misioneros a Europa, deteniéndose en Filipos,Col_16:11-15.
11 Zarpando de Tróade, navegamos derechos a Samotracia; al día siguiente llegamos a Neápolis, 12 de allí a Filipos, que es la primera ciudad de esta parte de Macedonia, colonia romana, donde pasamos algunos días. 13 El sábado salimos fuera de la puerta, junto al río, donde pensamos que estaba el lugar de la oración; y sentados hablábamos con algunas mujeres que se hallaban reunidas. 14 Cierta mujer llamada Lidia, temerosa de Dios, purpuraría, de la ciudad de Tiatira, escuchaba atenta. El Señor había abierto su corazón para atender a las cosas que Pablo decía. 15 Una vez que se bautizó con toda su casa, nos rogó diciendo: Puesto que me habéis juzgado fiel al Señor, entrad en mi casa y quedaos en ella; y nos obligó.

El recorrido seguido por Pablo y sus acompañantes está indicado con todo detalle en los v.11-12. De Tróade, en las costas de Asia, pasan a Neápolis, en las costas de Europa, salvando una distancia de unos 230 kilómetros. Logran hacer la travesía en menos de dos días, e incluso es probable, a juzgar por la lectura del texto, que hicieran una breve parada en Samotracia, pequeña isla situada a mitad de camino. Debieron tener, pues, un tiempo muy favorable; pues para ese mismo recorrido, en sentido inverso, tardarán en otra ocasión cinco días (cf. 20:6). De Neápolis suben a Filipos, distante unos 15 kilómetros. Una ramificación de la famosa vía Egnatia 148 unía ambas ciudades, y a buen seguro que ése fue el camino seguido por Pablo.
Era entonces Filipos ciudad bastante floreciente. Debía su nombre a Filipo, el padre de Alejandro Magno, quien la había edificado en el lugar de un antiguo poblado llamado Krenides (=fuentes), debido a las abundantes fuentes que lo rodeaban. Muy cerca de sus muros se dio la célebre batalla en que los partidarios de César vencen a los asesinos del dictador, Bruto y Casio, dando así fin para siempre a los últimos sueños de la libertad republicana. Sucedía esto en el otoño del año 42 a. C., y los vencedores eran Antonio y Octavio. En recuerdo de esta victoria, después de la derrota de Antonio en Accio (31 a. C.), Octavio, único dueño del imperio, elevó la ciudad a la categoría de colonia, estableciendo en ella numerosos veteranos de sus tropas, con todos los privilegios del ius italicum.149
La narración de Lucas, en perfecta consonancia con la historia profana, da expresamente a Filipos el título de colonia romana (v.12), y habla de pretores (óôñáôçãïß) y de lictores (ñáâäïý÷ïé), que como a tal le correspondían (cf. v.20.22.35.38). Se dice también que es la primera ciudad de esta parte (ðñþôç ôÞò ìåñßäïò) de Macedonia (í. 12), expresión oscura, cuyo significado más probable es el de que, para quien entraba en Macedonia por Neápolis (ciudad que hasta tiempos de Vespasiano perteneció a Tracia), era Filipos la primera ciudad que se encontraba. Algunos autores, sin embargo, prefieren traducir ciudad del primer distrito de Macedonia, leyendo ðñþôçò, en vez de ðñþôç ôçò, y viendo aquí una alusión a la división de Macedonia en cuatro distritos hecha por el cónsul Pablo Emilio en el 168 a. C. 150. Otros, sin tantas complicaciones, creen ver en el adjetivo primera (ðñþôç) simplemente un término helenístico de honor, equivaliendo más o menos a insigne o preeminente, con lo que desaparecería toda dificultad. La cuestion es dudosa.
Los judíos debían de ser poco numerosos en Filipos, pues ni siquiera tenían un edificio para sinagoga, reuniéndose los sábados para la oración en un lugar junto al río, fuera de la ciudad (v.13). No podemos concretar si se tratase de un oratorio cubierto, o totalmente al aire libre. La narración de Lucas llama a este lugar ðñïóåõ÷Þ, nombre que también nos es conocido por los autores romanos 151. La vecindad del agua era necesaria para las diversas abluciones prescritas por el judaismo.
A este lugar acude Pablo, conforme a su norma de comenzar la predicación dirigiéndose primeramente a los judíos. No va a encontrar un auditorio numeroso, sino sólo algunas mujeres, entre las que se hace mención especial de una llamada Lidia, temerosa de Dios, es decir, pagana de nacimiento, pero afiliada al judaísmo (v.13-i4; cf. 10:2). Quizá el nombre Lidia, más que nombre personal, fuera un sobrenombre geográfico, debido a que era natural de Tiatira, ciudad de Lidia, en Asia Menor (cf. Rev_2:18). La arqueología ha demostrado que era ésta una ciudad en que florecía la industria de la púrpura, y la narración de Lucas dice precisamente que Lidia, procedente de esa ciudad, era purpuraría (v.14).
La conversión de Lidia, al igual que en bastantes otros casos (cf. 10:44; 16:33; 18:8; 1Co_1:16), lleva consigo la de toda la familia (v.15). Debía estar en situación económica bastante desahogada, y no le pareció justo que, teniendo ella una casa cómoda y espaciosa, los misioneros que le habían dado la fe viviesen en pobres posadas de mercaderes, como seguramente lo estaban haciendo Pablo y los suyos. De ahí su invitación a que entrasen en su casa (v.15). Pablo rehusa la invitación, como claramente queda insinuado en ese nos obligó (v.15). Y es que era norma del Apóstol Pablo no aceptar ayuda material de sus evangelizados (cf. 20:33-35; 1Te_2:9; 2Te_3:8; 1Co_9:15), y quería seguirla también en Filipos; pero, ante la delicada insistencia de Lidia, fue preciso ceder. Más adelante, el mismo Apóstol recordará que sólo con los filipenses había hecho excepción de esta norma (cf. 2Co_11:9; Flp_4:15), y es fácil suponer que la principal suministradora de soporte y ayuda material seguía siendo la hospitalaria Lidia.

Prisión de Pablo y Silas,Flp_16:16-24.
16 Aconteció que, yendo nosotros a la oración, nos salió al encuentro una sierva que tenía espíritu pitónico, la cual, adivinando, procuraba a sus amos grandes ganancias. 17 Ella nos seguía a Pablo y a nosotros, y gritando decía: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo y os anuncian el camino de la salvación. 18 Hizo esto muchos días. Molestado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: En nombre de Jesucristo, te mando salir de ésta, y en el mismo instante salió. 19 Viendo sus amos que había desaparecido la esperanza de su ganancia, tomaron a Pablo y a Silas y los llevaron al foro, ante los magistrados; 20 y presentándoselos a los pretores, dijeron: Estos hombres perturban nuestra ciudad, porque, siendo judíos, 21 predican costumbres que a nosotros no nos es lícito aceptar ni practicar, siendo como somos romanos. 22 Toda la muchedumbre se levantó contra ellos, y los pretores mandaron que, desnudos, fueran azotados con varas, 23 y después de hacerles muchas llagas los metieron en la cárcel, intimando al carcelero que los guardase con cuidado. 24 Este, recibido tal mandato, los metió en el calabozo y les sujetó bien los pies en el cepo.

Es probable que entre el episodio inicial de la conversión de Lidia (v. 13-15) y este episodio de la posesa, que motiva una persecución contra los misioneros (v. 16-24), pasase bastante tiempo. La carta a los Filipenses habla de varios colaboradores que ayudaron a San Pablo en la evangelización (cf. Flp_2:25; Flp_4:3), y presupone allí una comunidad cristiana floreciente, con obispos y diáconos a la cabeza (Flp_1:1), que no es fácil se formara sin una estancia más o menos prolongada del Apóstol en la ciudad. San Lucas habría omitido los detalles de la fundación de esta iglesia, saltando del episodio inicial, conversión de Lidia, al episodio final, que fue ocasión de que los misioneros tuviesen que partir. Cierto que en el v.12 encontramos la expresión algunos días, pero esta expresión, más que al tiempo total de estancia en Filipos, parece aludir claramente a los días transcurridos hasta que se presentó ocasión favorable para comenzar a predicar la buena nueva, que fue al primer sábado después de la llegada.
La joven esclava que tenía espíritu pitónico (v.16) era evidentemente, según se desprende del modo de hablar de San Pablo, una posesa, cuyos oráculos y adivinaciones eran debidos a influjo diabólico (v.18). San Lucas conserva la expresión espíritu pitónico, de origen pagano, en sentido general de espíritu de adivinación, sin que el uso de esa expresión signifique, ni mucho menos, que el evangelista creía en la existencia o realidad de Pitón 152. Los gritos de la esclava, siguiendo a los misioneros (v.17), a pesar de que parecían ceder en alabanza de éstos, no agradan a Pablo, quien no quería tales colaboraciones para la obra del Evangelio; de ahí que, molestado, ordenara al demonio salir de la posesa (v.18). Algo parecido había hecho Jesucristo en circunstancias similares (cf. Mar_1:25; Mar_3:12; Luc_4:35).
Pero la cosa no acabó ahí. Inmediatamente surge la persecución contra los predicadores, pues la posesa procuraba a sus amos grandes ganancias con sus adivinaciones, y ahora quedaba cortada esa fuente de ingresos (v.1g). Claro que esa razón, igual que sucede en otras ocasiones (cf. 19:24), no podía alegarse públicamente, pero era fácil inventar otras. El hecho es que los amos de la esclava cogen a Pablo y a Silas, y los llevan al foro ante los magistrados (v.19). Las acusaciones que contra ellos presentan están hábilmente escogidas: perturbación de orden público y peligro para las instituciones romanas (v.20-21). Era natural que en una colonia, como era Filipos (cf. v.12), orgullosa de su organización al estilo de Roma, estas acusaciones apareciesen extraordinariamente graves. No se dice expresamente cuáles eran esas costumbres (v.21; cf. 6:14; 15:1; 21,21; 26:3; 28:17); pero se ve claro que los acusadores no hacen distinción entre cristianos y judíos. Y aunque era cierto que los judíos podían practicar libremente su religión (cf. 18, 14:15) no les conceden derecho a que traten de arrastrar a sus costumbres a los romanos. Por eso, la muchedumbre se levantó enseguida contra ellos; y los jueces, dejados llevar sin duda por esta excitación general y creyendo que se trataba de vulgares alborotadores, sin más interrogatorios ni formalidades ordenaron el castigo de los azotes (v.22). Era la primera vez que autoridades romanas se declaraban contra los predicadores de la nueva religión y la primera persecución de la que no eran responsables los judíos. No sabemos por qué los ataques van dirigidos sólo contra Pablo y Silas, sin que se haga mención de Timoteo ni de Lucas, que ciertamente formaban también parte del grupo. Bien pudo ser porque Timoteo y Lucas no se hallasen presentes cuando Pablo y Silas fueron apresados, o también porque los que interesaban eran únicamente los jefes.
Después de la pena de los azotes, Pablo y Silas son encarcelados y sometidos a una vigilancia especial, con los pies bien sujetos en el cepo (v.23-24). La perspectiva era terrible, pues los así encadenados sólo podían estar echados en el suelo, o a lo más sentados; y en este caso se daba el agravante de que tenían el cuerpo totalmente llagado por los azotes. Más adelante, como a algo que le ha quedado muy grabado, aludirá San Pablo a estos sufrimientos en Filipos (cf. 1Te_2:2).

Liberación milagrosa de los misioneros,1Te_16:25-40.
25 Hacia medianoche, Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios, y los presos los oían 26 De repente se produjo un gran terremoto, hasta conmoverse los cimientos de la cárcel, y al instante se abrieron las puertas y se soltaron los grillos. 27 Despertó el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada con intención de darse muerte, creyendo que se hubiesen escapado los presos. 28 Pero Pablo gritó en alta voz, diciendo: No te hagas ningún mal, que todos estamos aquí; 29 y pidiendo una luz se precipitó dentro, arrojándose tembloroso a los pies de Pablo y de Silas. 30 Luego los sacó fuera y les dijo: Señores, ¿qué debo yo hacer para ser salvo? 31 Ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesús, y serás salvo tú y tu casa. 32 Le expusieron la palabra de Dios a él y a todos los de su casa; 33 y en aquella hora de la noche los tomó, les lavó las heridas, y enseguida se bautizó él con todos los suyos. 34 Subiólos a su casa y les puso la mesa, y se regocijó con toda su familia de haber creído en Dios. 35 Llegado el día, enviaron los pretores a los carceleros con esta orden: Pon en libertad a esos hombres. 36 El carcelero comunicó a Pablo estas órdenes: los pretores han enviado a decir que seáis soltados. Ahora, pues, salid e id en paz. 37 Pero Pablo les dijo: Después que a nosotros, ciudadanos romanos, nos han azotado públicamente sin juzgarnos y nos han metido en la cárcel, ¿ahora en secreto nos quieren echar fuera? No será así. Que vengan ellos y nos saquen. 38 Comunicaron los lictores estas palabras a los pretores, que temieron al oír que eran romanos. 39 Vinieron y les presentaron sus excusas, y sacándolos, les rogaron que se fueran de la ciudad. 40 Ellos, al salir de la cárcel, entraron en casa de Lidia y, viendo a los hermanos, los exhortaron y se fueron.

Desde luego, debía resultar extraño a los presos de la cárcel de Filipos el que dos compañeros de prisión, en un calabozo, a medianoche, en vez de imprecaciones y conjuros, interrrumpieron en cantos de alabanza a Dios. Es lo que hacían Pablo y Silas, y en voz alta, pues los demás presos los oían (v.25). Sin duda se acordaban de aquellas palabras del Señor: bienaventurados cuando os excomulguen y maldigan.. Alegraos en aquel día y regocijaos (Luc_6:23). Pero no sólo debía existir esa razón general. Probablemente se acordaban también de que, tal vez en casa de Lidia, a esas mismas horas, los hermanos de Filipos estarían reunidos para celebrar, en medio de oraciones y cánticos, la cena del Señor (cf. 20:7; 1Co_11:20; Efe_5:19; Col_3:16), y querían unirse a ellos en la medida de lo posible.
Todavía resonaban esos cantos de alabanza a Dios, cuando de repente se produce un gran terremoto, que conmueve los cimientos de la cárcel y se abren las puertas y se sueltan los grillos (v.26). No cabe duda que Lucas presenta este terremoto como algo milagroso, de modo parecido a 4:31, pues un terremoto ordinario no abre puertas y suelta grillos. El carcelero, al ver abiertas las puertas de la cárcel, trata de suicidarse, pues supone que se han escapado los presos (v.27), quedando él expuesto a la infamia y a la pena de muerte (cf. 12:19). Tranquilizado por Pablo, se arroja tembloroso a sus pies, arrepentido sin duda de haber tratado como vulgares malhechores a enviados del cielo, e instruido en la nueva fe, es bautizado él con todos los suyos (v.28-33; cf. 8:36-38). Y aún hace más: sube los dos prisioneros a su casa, les pone la mesa, y se regocija con toda su familia de haber creído en Dios (v.34). Se ve claro que su conversión fue total, pues no teme en exponerse a la muerte, tratando con tanta liberalidad a dos presos respecto de los cuales había recibido el encargo de que los guardase con cuidado (cf. v.23). No es improbable que esa cena, tan generosamente ofrecida por el carcelero a los dos presos, sirviese al mismo tiempo para introducir a éste en el acto principal del culto litúrgico, la eucaristía, que Pablo habría celebrado (cf. 20:7-11); pero, con certeza, nada puede afirmarse. El cambio de actitud en el carcelero se debe evidentemente a la impresión recibida por lo del terremoto y escenas subsiguientes, pero esa semilla caía en terreno ya en cierto modo preparado; pues podemos dar por seguro que había oído hablar de la doctrina que los dos misioneros predicaban, y que, precisamente por motivos de religión, habían sido metidos en la cárcel. El terremoto habría acabado de abrirle los ojos, no pudiendo dudar que se trataba de una verdadera intervención divina en favor de los dos encarcelados.
Ni fue sólo el carcelero el que cambió de actitud. Cambiaron también los jueces, que muy de mañana envían orden a la cárcel de que sean puestos en libertad los dos presos (v.35). ¿Fue también el terremoto lo que hizo cambiar de actitud a los jueces? Es probable que sí, sea que el terremoto se dejase sentir también en la ciudad, sea que se enterasen de él por referencias 153. Pero, aun prescindiendo del terremoto, es muy posible que los jueces, después de los acontecimientos, reflexionaran sobre lo hecho, reconociendo que habían obrado con demasiada precipitación, no muy en conformidad con las normas romanas (cf. 25:16), y quisiesen deshacerse de aquel asunto, que podría ocasionarles serios disgustos. Y esto mucho más, si en el intermedio habían recibido nuevas informaciones sobre los presos, que no eran precisamente dos vulgares perturbadores del orden. Podemos incluso hasta suponer que en estas informaciones tuviese gran parte Lidia, la cual no es creíble que se resignase a quedar inactiva, y, siendo mujer de consideración, fácilmente podría llegar hasta los jueces.
La cosa, sin embargo, se complicó más de lo que esperaban los jueces, pues los dos prisioneros no quisieron salir así, sin más, de la cárcel, sino que, alegando que eran ciudadanos romanos 154 y que habían sido azotados y encarcelados sin previo juicio, exigieron que vinieran los jueces mismos a sacarlos (v.36-37). El efecto fue inmediato: los jueces, cediendo totalmente, van en persona a la cárcel, presentan sus excusas, y les ruegan que se alejen de la ciudad (v.38-39). Era lógico este miedo de los jueces, pues las leyes Valeria y Porcia prohibían bajo penas muy severas atar o azotar a un ciudadano romano sin previo juicio 155. Y aquí no había habido ni siquiera proceso. Las consecuencias podían ser muy graves y extenderse a toda la colonia, como había sucedido en casos análogos. Precisamente no mucho tiempo antes, en el año 44, Claudio había privado a los de Rodas de sus privilegios por haber crucificado ciudadanos romanos.
A alguno podrá parecer un poco extraño que los dos acusados hayan aguardado hasta este momento para alegar su ciudadanía romana. Más adelante, en una ocasión parecida, San Pablo la alega desde un principio, y con ello evita que le azoten (cf. 22:25). ¿P°r qué aquí no hizo lo mismo? La respuesta puede ser dobLc. Es posible que de hecho trataran de alegarla, pero, como todo sucedía en medio de un tumulto (cf. v.22), no lograran hacerse oír, interpretando los jueces sus voces como las habituales lamentaciones de la gente condenada a los azotes; aunque también es posible que prefiriesen dejar hacer y aceptar el sufrimiento por amor de Jesucristo (cf. 14:22; 1Te_3:3; 2Co_7:4). Si ahora alegan su ciudadanía romana y exigen de los jueces una reparación pública, lo hacen, más que pensando en ellos, para salvaguardar delante de los paganos el crédito moral, de la comunidad cristiana, que no convenía apareciese fundada por dos charlatanes aventureros, caídos bajo el peso de la justicia y sacados secretamente de la cárcel.
Obtenida esa reparación, no tienen ya inconveniente en marchar. La comunidad cristiana de Filipos quedaba asegurada, y Pablo tenía por norma no oponerse a las autoridades establecidas (cf. Rom_13:1-7). Pero antes quiso saludar y despedirse de los hermanos, reunidos en casa de Lidia (v.40). Lucas parece ser que se quedó en Filipos, pues en las narraciones siguientes no vuelve a aparecer ya la primera persona de plural hasta cuando Pablo, en el tercer viaje misional, de nuevo pasa por esta ciudad (cf. 20:5). En cuanto a Timoteo, la cosa es dudosa. Bien pudo ser que, partidos Pablo y Silas, él, de momento, se quedara en Filipos; aunque, desde luego, debió ser por muy poco tiempo, pues poco después le vemos con ellos en Berea (cf. 17:14). Además, en Tesalónica, que es a donde se dirigen Pablo y Silas, Timoteo aparece luego como persona conocida (cf. i y 2Te_1:1), y parece darse a entender que fue uno de los fundadores de aquella comunidad.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 16

2. POR ASIA MENOR (Hch/16/01-08).

1 Llegó hasta Derbe y Listra. Y había allí un discípulo, de nombre Timoteo, hijo de mujer judía, creyente, y de padre griego, 2 del cual se hacían lenguas los hermanos de Listra e Iconio. 3 Quiso Pablo llevárselo consigo y, tomándolo, lo circuncidó, en atención a los judíos que había en aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego. 4 Según iban recorriendo las ciudades, les mandaban observar los decretos aprobados por los apóstoles y los presbíteros de Jerusalén. 5 Así pues, las Iglesias se afirmaban en la fe y aumentaban en numero cada día. 6 Habiendo atravesado Frigia y la región de Galacia, impedidos por el Espíritu Santo de predicar la palabra en Asia, 7 Y llegados a los confines de Misia, intentaban pasar a Bitinia: pero no se lo permitía el Espíritu de Jesús. 8 Y dejando atrás Misia, bajaron a Tróade.

Una vez más uno de esos relatos de viaje que con pocas palabras cubren largo trecho de camino. Es propio del estilo de los Hechos de los apóstoles reunir en un denso panorama hechos particulares enumerados en detalle. Pablo está apremiado por la solicitud pastoral de no dejar abandonadas a sí mismas las comunidades por él fundadas, sino seguir cuidando de ellas, ya con visitas personales, ya por medio del contacto epistolar13.

Del relato se destaca un hecho memorable: la vocación de Timoteo como auxiliar de Pablo en la misión. El joven se había bautizado probablemente con su madre con ocasión de la primera estancia del Apóstol en Listras (14,6-20).

Según 2Ti_1:5, la madre se llamaba Eunice. Allí se menciona también el nombre de la abuela, Loide. No tenemos el menor motivo que nos obligue a poner en duda la historicidad de estos datos, aunque haya serias razones para dudar de la procedencia paulina de las cartas pastorales. En la ley judía se consideraba judío al hijo de madre judía. Hasta el momento en que nos hallamos, Timoteo no había sido todavía circuncidado. Los problemas de matrimonios mixtos estaban entonces a la orden del día. Pablo desea llevar como compañero a aquel hombre, objeto de elogio por todos. Ignoramos cuáles fueran los motivos concretos de estos elogios. En todo caso, los Hechos de los apóstoles y las cartas de Pablo nos muestran que el Apóstol no se había equivocado en la elección. Timoteo viene a ser el colaborador fiel y seguro de la misión paulina. ¡Cuántas veces, en la vocación al servicio de la Iglesia importa que la mirada certera de alguien experimentado en el servicio de la Iglesia caiga sobre un joven y este se vea puesto así en el camino de su vocación!

Constantemente ha llamado la atención que Pablo hiciera practicar la circuncisión a Timoteo. Si se tiene presente que en el capítulo precedente se muestra con qué energía se enfrentó Pablo en el concilio de los apóstoles con aquellos que exigían la circuncisión como condición indispensable para la salvación (2Ti_15:1), y si se leen incluso las frases todavía mucho más tajantes y absoluta de Gal_2:1-10 y 5,2, con razón habrá que preguntarse por qué el Apóstol se decidió por aquel acto judío. Y también se pensará en Tito, contra cuya circuncisión se opuso enérgicamente y con éxito el Apóstol, según Gal_2:3. ¿Cómo se explica el comportamiento del Apóstol? Después de todo se trata de un motivo pastoral, misionero. En el concilio de los apóstoles se trataba de un claro principio teológico, y ello con vistas a la forma de llevar la misión a los gentiles. Tito era cristiano procedente de la gentilidad (Gal_2:3), Timoteo era tenido legalmente por judío. La comunidad judía en Listra rechazaba radicalmente a Pablo y su misión. Lo hemos visto en 14,19s. Pablo no habría olvidado que en Listra había quedado medio muerto bajo las piedras de sus enemigos. Así hace una concesión, que sin embargo no contradice a su principio tocante a la misión entre gentiles. Esto se podrá llamar táctica pastoral; sin embargo, hay que entender justamente el motivo del Apóstol. Pablo pensaba en los judíos tan excitables de la región, pero también en su misión ulterior que, como todavía veremos, puso una y otra vez al Apóstol en contacto y conflicto con judíos.

En este segundo viaje visita Pablo nuevas tierras para su misión. Como lo confiesa en Rom_15:20, mira «como un punto de honor el anunciar el Evangelio, pero no allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado». En ello se remite al dicho del profeta: «Quienes no habían tenido noticia de él, lo verán, y los que no habían oído hablar de él, comprenderán» (Isa_52:15) 14.

Lo que especialmente nos afecta en este segundo relato es el hecho atestiguado dos veces de que el Espíritu Santo se mostró operante de forma tan concreta en la elección del campo de trabajo. El Espíritu Santo les impidió «predicar la palabra en Asia». ¿Pensaba ya entonces el Apóstol en la metrópoli, éfeso? El «Espíritu de Jesús» no le permitió tampoco ir a Bitinia. Sólo en este pasaje del Nuevo Testamento hallamos esta expresión. En Rom_8:9 se habla del «Espíritu de Cristo». En ambos casos se toca el misterio del Espíritu Santo. La Iglesia se halla -como lo hemos visto ya repetidas veces- en cada situación bajo la dirección de este poder misterioso, humanamente incomprensible, pero una y otra vez experimentable en su acción.

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13. Las cartas que se nos han conservado son sólo parte de lo escrito por Pablo. Muchas de sus cartas se perdieron al poco tiempo y no pudieron hallar acogida en el canon del Nuevo Testamento. Pasajes como 1Co_5:9; Col_4:16; 2Co_2:3 s, etc., son testimonios casuales de la profusión con que Pablo hacia uso de la carta como medio de acción pastoral.

14. En este viaje llegó Pablo seguramente por primera vez a aquella región, a cuyos habitantes designa como «gálatas» (Gal_3:1) en la carta a las «Iglesias de Galacia» (Gal_1:2). Esto lo deducimos también de nuestro texto (Gal_16:6), según el cual Pablo atravesó «Frigia y la región de Galacia». Por segunda vez llegó a la misma región en su tercer viaje misionero (Gal_18:23). A diferencia de aquellos que opinan que la carta a los Gálatas fue dirigida a la zona de misión del primer viaje misionero (Pisidia, Licaonia,Gal_13:13-14, 25; teoría de la Galacia del sur), nosotros consideramos como destinatarios de la carta a los Gálatas a los gálatas propiamente dichos, o sea, las comunidades fundadas, o visitadas, en el segundo y tercer viaje de misión.

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3. EN FILIPOS (Gal_16:9-40).

a) La llamada de Europa (Hch/16/09-10).

9 Durante la noche tuvo Pablo una visión: un macedonio estaba de pie y le rogaba diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. 10 Y en cuanto vio la visión, tratamos de salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a evangelizarlos.

Un nuevo y gran campo de trabajo se ofrece a Pablo. Se le presenta de manera impresionante. No tenemos ninguna razón convincente para no tomar en serio esta llamada del cielo y para ver en el texto un mero recurso literario para anunciar de forma lo más interesante posible la época de misión en suelo europeo que ahora va a iniciarse. En la descripción de esta singular llamada misionera por un macedonio aparecido en sueños se nos insinúa algo que se ha de entender por analogía con otras cosas extraordinarias que se narran en los Hechos de los apóstoles. No tenemos razones para preguntar más en concreto por los detalles.

Hacemos notar al lector de los Hechos de los apóstoles que aquí, en 16,10-17, nos hallamos con la primera sección «nosotros», de la que se puede suponer que está tomada de un diario de viaje de Lucas. Esta fuente de las secciones «nosotros» se rastrea de nuevo en 20,5. En 16,17, termina con la llegada a Filipos, y en 20,5 reanuda el relato en Filipos de modo que no deja de sorprender 15 y desde allí puede seguirse hasta el final del libro. Tales circunstancias no carecen de significado para el mensaje del libro.

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15. La circunstancia apuntada sorprende. Si Filipos es el punto crucial del relato «nosotros» y Lucas es postulado como supuesto autor de este relato, parece legítimo suponer que el apóstol tenía una relación particular con esta ciudad. Si, por otra parte, recordamos que, como atestigua la carta a los Filipenses, Pablo sostenía una relación de especial amistad con esta comunidad, no parece aventurado suponer que Lucas gozaba de una especial influencia como mediador entre Pablo y Filipos.

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b) Primera actividad en Filipos (Hch/16/11-18).

11 Embarcados en Tróade, navegamos derechos a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis, 12 y de allí a Filipos, destacamento militar, que es la primera ciudad de esta parte de Macedonia. Llevábamos ya varios días en esta ciudad, 13 cuando el sábado salimos extramuros, junto a un río, donde sospechábamos que estaría el lugar destinado a la oración, y, sentados, empezamos a hablar a las mujeres que se habían reunido. 14 Escuchaba una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpuras, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, y a la cual el Señor abrió el corazón para atender a lo que Pablo decía. 15 Una vez que se hubo bautizado ella y los de su familia, nos rogó diciendo: «Si me habéis juzgado fiel al Señor, entrad y quedaos en mi casa.» Y nos forzó a ello.

Pablo pisa suelo europeo. Sería hacia el año 50. El «Espíritu de Jesús» lo llamaba. Europa aguarda el Evangelio. Seguramente -como nos lo da a conocer 28,14s- había ya hacía algún tiempo cristianos en Italia y en Roma, probablemente incluso comunidades en regla. Parecen haber sido de origen judío. No sin razón se habla de «romanos» en la lista de pueblos del relato de pentecostés (2,10). Si antes de la llegada de Pablo a Macedonia se debe suponer ya una permanencia de Pedro en Roma, es cosa que no consta, pero que no nos parece imposible. Llama la atención que Pablo, en la carta a los Romanos (15,23s), en la que se dirige a una prestigiosa comunidad de cristianos, no muestre la intención de detenerse en Roma algún tiempo.

En el camino que una vez más describe Lucas con diligencia, la primera etapa es Filipos. En el nombre de esta ciudad se perpetuaba el recuerdo del padre de Alejandro Magno. Los asesinos de César habían sufrido allí una mortal derrota. Desde entonces era colonia de Roma con administración autónoma. ¿Fue esta circunstancia la que movió a Pablo, ciudadano romano, a comenzar su obra por esta ciudad?

Una vez más trata Pablo de entrar primero en contacto con los judíos. Parece que éstos formaban una pequeña comunidad en la ciudad poblada en su gran mayoría por colonos romanos. Pero Pablo aprovecha cualquier oportunidad. Sólo una mujer se convierte, juntamente con su familia: todos reciben el bautismo. Según todas las apariencias, no era judía. En Rev_2:18-29 se nos habla de su ciudad natal: Tiatira en Lidia. La mujer se llamaba también Lidia. Lidia es una de esas figuras femeninas de los Hechos de los apóstoles y de las cartas de Pablo, que a la interna prontitud de la fe asociaban una decidida voluntad de ayuda y colaboración personal. En Rom 16 se hallarán los nombres de las mujeres que Pablo menciona lleno de veneración y gratitud.

16 Aconteció que, yendo nosotros al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación y que proporcionaba a sus amos pingües ganancias adivinando. 17 Esta, pues, siguiéndonos a Pablo y a nosotros, gritaba diciendo: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian el camino de salvación.» 18 Venía haciendo esto muchos días. Molesto al fin Pablo, dijo volviéndose al espíritu: «Te mando en nombre de Jesucristo que salgas de ella.» Y salió en aquella misma hora.

Tenemos aquí uno de esos relatos neotestamentarios en que asoma el mundo de la hechicería y de la magia con sus poderes oscuros y misteriosos. Recuerda al hechicero Barjesús de Chipre (Rev_13:6 ss) y al mago Simón de Samaria (Rev_8:9 ss), pero también los contactos de Jesús con posesos, que, como la esclava de Filipos, manifiestan un conocimiento diabólico de su misterio (cf. Mar_5:7). Difícilmente se da su debido valor a tales testimonios si, se los considera en general como «narraciones» que se han de entender únicamente en el sentido de la historia de las formas y que, por consiguiente, no han de tomarse en serio. La creencia de la Biblia en los demonios no se puedo captar únicamente con una interpretación de historia de las religiones o con el recurso a los métodos de investigación de la psicología, patología y ciencias afines modernas. Naturalmente, no hay inconveniente en emplear los medios de la ciencia humana cuando se trata de explicar un modo de hablar fuertemente condicionado por el tiempo. Sin embargo, no habría que tratar de explicar por principio en forma naturalista y racionalista todo lo inexplicable con que nos encontramos en la Biblia.

c) Arresto y liberación (Hch/16/19-26).

19 Y al ver sus amos que se les había escapado la esperanza de sus ganancias, echaron mano a Pablo y a Silas, los arrastraron al foro ante los magistrados, 20 y, presentándolos a los pretores, dijeron: Estos hombres están perturbando nuestra ciudad, como judíos que son, 21 y anuncian costumbres que no nos es permitido anunciar ni practicar, siendo como somos romanos. 22 La multitud se amotinó contra ellos, y los pretores los despojaron de sus vestiduras, los mandaron azotar con varas 23 y, después de darles muchos golpes, los metieron en la cárcel y ordenaron al carcelero que los custodiara cuidadosamente; 24 el cual, recibida esta orden, los metió en la cárcel interior y sujetó sus pies al cepo. 25 Alrededor de la medianoche Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios, y los presos los estaban escuchando. 26 De repente sobrevino un gran terremoto que hizo temblar los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y se soltaron los grillos de todos.

La liberación de la esclava poseída por el diablo no fue considerada como un favor. El pensar utilitario no dejaba lugar para pensamientos más elevados. Con despecho por la pérdida material, se hallaron razones para echar mano a Pablo y a su compañero. Se elevó la acusación al plano de lo religioso y de lo político. Los acusadores se enfrentaron en su calidad de «romanos» contra los «judíos», como ellos designaban a Pablo y a Silas. Trataron de presentar el mensaje de salvación como una empresa peligrosa para el Estado.

Los mensajeros de la salvación yacen, como peligrosos delincuentes, en lo más recóndito de la cárcel, sujetos a un cepo, con los pies inmovilizados, y sin poder conciliar el sueño a causa de los dolores que experimentan. Con la evocación de esta imagen, el autor imprime un acento dramático a su narración: la impotencia del hombre, que yace en el suelo, sin esperanza, pone precisamente de manifiesto la omnipotencia del Señor presente en su Iglesia y constantemente en acción. «Nos acreditamos en toda ocasión como servidores de Dios, con mucha constancia, en tribulaciones, en necesidades, en aprietos, en palizas, en cárceles, en tumultos, en fatigas, en desvelos, en ayunos... como si fuéramos moribundos, aunque seguimos viviendo, como castigados, aunque todavía no muertos, como entristecidos, pero siempre gozosos, como pobres, pero enriqueciendo a muchos, como quienes nada tienen, pero todo lo poseen.» Estas palabras de 2Co_6:4 ss nos vienen a la memoria cuando pensamos en Pablo amarrado al cepo en la cárcel de Filipos.

Aquí hubo de experimentar Pablo lo que más tarde escribiría, desde la cautividad, a los cristianos de Filipos: «... según mi ávida expectación y mi esperanza de que en nada seré defraudado, sino que, con toda valentía, ahora como siempre, Cristo será públicamente magnificado en mi cuerpo, ya sea mediante la vida, ya sea mediante la muerte» (Phi_1:20). Las pesadas cadenas, la dolorosa posición, las escocedoras llagas en el cuerpo no impiden a los dos prisioneros orar con cánticos y, de esta manera, dar testimonio de su fe delante de los otros prisioneros. Y Dios se muestra próximo. Es más poderoso que todas las maquinaciones humanas.

En este relato de la liberación de Pablo, que deliberadamente se pone en paralelo con la liberación de Pedro (Phi_12:3 ss; cf. también 5,17 ss), se podrán descubrir resonancias de tal o cual historia de la literatura de la antigüedad e incluirla en el género literario de los relatos de liberación. Sin embargo, esto no permite considerar la entera exposición como mera imagen con la que se trata de mostrar hasta qué punto el camino del Apóstol está bajo la constante protección de Dios. Dios se demuestra efectivamente activo de manera muy concreta, y su respuesta a la oración confiada es la liberación de sus mensajeros, no explicable por medios naturales.

d) Conversión del carcelero (Hch/16/27-34).

27 Despertando el carcelero y viendo las puertas de la cárcel abiertas, desenvainó la espada y se quería matar, pensando que habrían huido los presos. 28 Pero Pablo exclamó a grandes voces diciendo: «No te hagas ningún mal, que todos estamos aquí.» 29 Pidió él una luz, saltó dentro, se arrojó a los pies de Pablo y Silas, 3o los sacó fuera, y les dijo: «Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?» 31 Ellos le respondieron: «Cree en el Señor Jesús, y serás salvo tú y los de tu casa.» 32 Y anunciaron la palabra del Señor a él y a todos los de su casa. 33 En aquella hora de la noche, él los tomó consigo, les lavó las heridas y se bautizó al instante él y todos los suyos. 34 Los hizo subir a su casa, les preparó mesa y se alegró con toda su familia de haber creído en Dios.

En el fondo de la cárcel se desarrolla la escena de la liberación. El relato está lleno de profundos motivos. El Apóstol, liberado por intervención de Dios, libera a un hombre prisionero de pensamientos terrestres y lo libera, proporcionándole la verdadera libertad. El carcelero, esclavo primeramente de sus superiores y luego de su miedo y de su ciego pundonor, quiere atentar contra su vida, pero en el mismo momento oye la palabra salvadora de aquel al que poco antes había él mismo relegado a las tinieblas y estrecheces de la cárcel. Siente el poder misterioso de algo superior. Los apóstoles son para él mensajeros de este poder. La luz que se le ofrece y con la que él se dirige en la oscuridad a los prisioneros, viene a ser símbolo de otra luz que comienza a iluminar su camino. Espontáneamente se piensa en Cornelio que va hacia Pedro y se echa a sus pies en espera de la salvación (10,25). Constantemente se asemejan los cuadros en torno a Pedro y a Pablo.

«¿Qué debo hacer para salvarme?» La pregunta recorre en diverso tenor los Hechos de los apóstoles. «¿Qué tendríamos que hacer?», preguntan a Pedro los testigos del hecho de pentecostés (2,37). «¿Qué debo hacer?, Señor», pregunta Saulo, que yace en el suelo, al Señor, que le sale al encuentro en el camino (22,10). «¿Qué pasa?, Señor», pregunta el centurión de Cesarea, Cornelio, al ángel de Dios que se le aparece (10,4).

El carcelero interpela como «señores» a los dos mensajeros de la fe. Pablo indica en su respuesta al verdadero y propio Señor: «Cree en el Señor Jesús, y serás salvo tú y los de tu casa.» Se trata del Kyrios glorificado. En la fe en él está la salvación. La «fe» abarca la entera disposición del hombre en sentido de la salvación, para acoger la oferta de salvación de Dios, que halló su expresión de historia de la salvación en la muerte y resurrección de Jesús.

El carcelero se deja conducir a esta fe. él y su familia escuchan el mensaje de salvación, la «palabra del Señor», como aquí se designa el Evangelio. El que poco antes había sujetado al cepo a los dos misioneros, ahora, en señal de su fe, les presta toda clase de atenciones y cuidados y les lava las llagas que llevan en su cuerpo como huellas de la flagelación. Se bautiza juntamente con los suyos. La fe y el bautismo van siempre juntos. Se reclaman mutuamente. Y cuando se dice que les preparó la mesa, no parece desacertado pensar que con aquella refección estuviese asociada también la fracción eucarística del pan. Y una vez más hablan los Hechos de los apóstoles de la alegría que proviene del encuentro con el mensaje de salvación.

e) Perplejidad de las autoridades (Hch/16/35-40).

35 Al hacerse de día, enviaron los pretores a los lictores para que le dijeran: «Suelta a esos hombres.» 36 Comunicó el carcelero este recado a Pablo: «Los pretores han enviado a decir que seáis puestos en libertad; salid, pues, y marchaos en paz.» 37 Pero Pablo les dijo: «Nos metieron en la cárcel después de azotarnos públicamente, sin previo juicio, siendo como somos ciudadanos romanos, ¿y ahora nos sacan ocultamente? Pues no: que vengan ellos a sacarnos.» 38 Los lictores comunicaron a los pretores estas palabras. Temblaron éstos al oír que eran romanos, 39 y vinieron a presentarles sus excusas, y después de sacarlos, les pedían que se fueran de la ciudad. 40 Saliendo, pues, de la cárcel, entraron en casa de Lidia, vieron a los hermanos, los exhortaron y partieron.

Es sorprendente el comportamiento de las autoridades de la ciudad. ¿Qué les movió a ofrecer inesperadamente la libertad a los dos encarcelados? ¿Habían tenido noticia de lo sucedido durante la noche? Más bien parece poderse conjeturar que tenían conciencia de haber procedido injustamente el día antes en el modo de tratar a los acusados bajo la presencia de las masas. En efecto, no sin motivo se hace notar en 16,22 que durante el proceso también «la multitud» se había amotinado contra los misioneros. Así también una interesante ampliación del texto, que se ha transmitido en diferentes testigos, dice acerca de 16,39 que las autoridades de la ciudad habían rogado a los mensajeros do la fe que abandonaran la ciudad «a fin de que las gentes no vuelvan a amotinarse y levanten delante de nosotros un griterío contra vosotros».

Lo que nosotros observamos con especial atención es el comportamiento del Apóstol. No se contenta con una liberación informal. Invoca su derecho de ciudadanía romana. Pide una señal de reparación de su honor. No le preocupa su persona, sino su condición de apóstol, su encargo como mensajero del Señor, la causa de la Iglesia. Es verdad que el mismo Pablo escribe en 1Co_6:7 que «sería mejor sufrir la injusticia» y hasta «que os dejarais despojar», y en 1Co_13:7 dice que el amor «todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta». Constantemente habla en sus cartas de este amor que perdona y vence el mal. Pero cuando se trata de proteger su ministerio y de salvar su encargo al servicio del Evangelio, es capaz de enfrentarse resueltamente contra toda injusticia. Sigue el ejemplo de Jesús, que decía que no hay que pleitear con el agresor, sino ofrecerle también la otra mejilla para que la golpease16, pero se defendió contra toda agresión dirigida contra su misión y su mensaje17.

Pablo se despide de Lidia y de los cristianos que estaban con ella. Una pequeña comunidad es el primer fruto de su misión en Europa. La carta a los Filipenses es para nosotros un espléndido ejemplo de cuán fiel se mantuvo a Pablo esta su primera fundación y de cuán metidos llevaba él en su corazón a los cristianos de Filipos, cuando escribía: «Pues Dios me es testigo de cuántos deseos tengo, en las entrañas de Cristo Jesús, de estar con todos vosotros» (Phi_1:8), y cuando se alegra de su «contribución a la causa del Evangelio, desde el primer día hasta ahora» y a continuación confiesa tener «esta confianza: que el que empezó en vosotros la obra buena, la llevará a su término hasta el día de Cristo Jesús» (Flp 1.5s).

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16. Cf. Mat_5:39. 17. Recordemos los ataques tan violentos de Jesús contra los dirigentes judíos, como también su actitud en el interrogatorio ante Anas (Joh_18:23)



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


88 (b) En camino hacia Europa (16,1-10).
(i) La circuncisión de Timoteo (16,1-15). 1. Timoteo: ? Cartas pastorales, 56:3. una mujer judía: Eunice (2 Tim 1,5). Los matrimonios mixtos estaban en contra de la ley (Dt 7,3), pe(-)ro si la madre era judía, su progenie se consi(-)deraba judía (Str-B 2.741). ¿Se debe esta si(-)tuación a que Timoteo debería haber sido circuncidado pero no lo fue, exigiendo, por tanto, a Pablo una prueba de lealtad a la ley obligatoria para los judíos (cf. 21,21; 25,8)? 3. lo circuncidó: La razón que se da parece rela(-)cionar este hecho, tan sorprendente después de 15,5-11, con el ideal misionero de Pablo de hacerse «todo con todos» (1 Cor 9,20-22). Pe(-)ro Timoteo estaba ya bautizado (v. 1), y Pablo difícilmente habría comprometido la posición ganada contra los judaizantes (Gál 5,2-3), in(-)cluso para ganar convertidos (G. Bomkamm, en StLA 203). Muchos especialistas cuestio(-)nan, por tanto, la fiabilidad de este dato (ex(-)cepto Marshall, Schmithals); puede derivar de una tradición que recogía ideas falsas como la que Pablo refiere en Gál 5,11, o tal vez un re(-)lato incierto del episodio de Tito, Gál 2,3 (W. Walker, ExpTim 92 [1981] 231-35). El uso lu(-)cano de esta tradición sirve al gran interés que tenía en presentar un Pablo que estaba rotun(-)damente dentro del judaismo observante, sien(-)do rigurosamente fiel a la Torá (22,3; 26,5), pa(-)ra forjar, de este modo, la continuidad entre Israel y la Iglesia abierta al mundo que quiso la resolución de la asamblea (v. 4). 4-5. Note(-)mos la lógica consecutiva: propagación del «decreto», fortalecimiento y crecimiento de las Iglesias.

89(ii) La visión de Pablo (16,6-10). 6-8. La ruta por el norte de Asia Menor (el autén(-)tico «país de los gálatas»; ? Gálatas, 47:3-5) en dirección hacia el puerto de Tróade es un dato perteneciente al diario de viaje, que mu(-)chos especialistas perciben tras los caps. 16-21 (?10 supra). La intervención del Espíritu en el viaje, dirigiéndolo apresuradamente hacia Europa (v. 6), es expresión de la perspectiva teológica de Lucas, que no deja lugar para la fundación de comunidades paulinas en aque(-)lla zona (cf. Gál). 9. una visión por la noche: Es la primera de las cinco visiones del Pablo lu(-)cano (cf. 18,9-10; 22,17-21; 23,11; 27,23-24), que, menos una (cap. 22), ocurren «por la no(-)che»; encajan en la amplia corriente tradicio(-)nal de los sueños, tanto bíblica como extrabíblica, pero ninguno se corresponde con los arrebatamientos celestiales extáticos que Pa(-)blo reivindica para sí (2 Cor 12,1-7; cf. Weiser, Apg. 406-15). Como otros personajes venera(-)bles, Pablo recibe enseñanzas e impulsos des(-)de el cielo a través de los sueños que preceden a fases importantes de su misión, especial(-)mente en situaciones de peligro que ponen en cuestión su realización con éxito, un macedonio: Representa al nuevo público gr. al que apresuradamente se impulsa a Pablo a evan(-)gelizar. 10. procuramos pasar: La inesperada primera aparición del narrador «nosotros» (? 2 supra) se une a la narración del sueño de Pablo y confirma su contenido como revela(-)ción. La estrecha conexión entre ambos indica que se trata de una técnica del autor para dar una especial relevancia al paso de la misión a Grecia y Europa. Al igual que el narrador co(-)mo testigo ocular, la visión que asegura el éxi(-)to a pesar de todos los peligros es también un elemento clásico de la literatura de los viajes marítimos por el Mediterráneo (V. Robbins, en PerspLA 230).

90 (c) La misión en Grecia (16,11-18,17).
(i) La evangelización de Filipos (16,11-40). Al relato del itinerario por el norte del mar Egeo (vv. 11-12) en dirección a Filipos, le si(-)guen cuatro escenas del ministerio que Pablo desarrolló allí: la conversión de Lidia (vv. 13-15), la expulsión del espíritu de adivinación (vv. 16-18), la milagrosa liberación de los mi(-)sioneros de la prisión (vv. 19-34) y su vindica(-)ción por las autoridades (vv. 35-40). En lugar de una tradición independiente que puede se(-)pararse del contexto (Dibelius, Studies 23), la liberación milagrosa es probablemente una adición de Lucas a un relato de su fuente que presentaba la conversión del carcelero y el reconocimiento de las autoridades (Kratz, Rettungswunder [-> 91 infra] 482; Roloff, Sch(-)mithals, Weiser). Los milagros de liberación forman un continuum creciente a lo largo de Hechos, afectando en primer lugar a los após(-)toles (5,19-20), después a Pedro (12,6-11) y ahora a Pablo. 11-12. El viaje desde el puerto anatólico noroccidental de Tróade se encami(-)nó por «via directa» hacia la isla de Samotracia, y de aquí al puerto de Neápolis, que era utilizado por la ciudad de Filipos y marcaba el confín oriental de la Via Egnatia, que los ro(-)manos habían construido en el 27 a.C. como vía principal desde el Adriático hacia Asia. Por esta razón, Filipos ganó en importancia, y, con el nombre de Colonia Julia Augusta Philippensis, fue ocupada por los veteranos de la gran batalla en la que Antonio y Octavio vencieron a las tropas republicanas en el 42 a.C. (? Fili(-)penses, 48:2). 13. un sitio para orar: Aunque la palabra proseuché podría connotar «sinago(-)ga» , se trata más bien de un lugar de encuen(-)tro al aire libre que era utilizado por los judíos a falta de la sinagoga. Un gran número de mu(-)jeres gentiles de posición acomodada se sen(-)tían atraídas por el judaismo (cf. 13,50; Josefo, Bell. 2.20.2 § 560). El tejido de la genuina tra(-)dición local prosigue en el relato de Lidia, y la narración en 1a pers. del pl., «nosotros», con(-)firma su carácter de testimonio ocular. 14-15. Lidia: Su nombre es igual que el de su región autóctona, que se encontraba en la zona occi(-)dental de Asia Menor (cf. Ap 2,18.24); es una «temerosa de Dios», es decir, una cliente gen(-)til del culto judío (13,16). Tanto por esta adhe(-)sión como por su hospitalidad a los viajeros (cf. Lc 10,7; 24,29), constituye un caso modé(-)lico del éxito de la misión cristiana primitiva entre las familias. Otros casos en los que se bautizan familias completas se encuentran en los w. 31-34; 11,14; 18,8; 1 Cor 1,16. 16-18. Como conclusión de este primer relato «noso(-)tros» (que se reanudará en 20,5, en la misma localidad), aparece el encuentro con un espíri(-)tu adivinatorio, al que Lucas ha dado un for(-)mato estándar de exorcismo, con reminiscen(-)cias de los relatos maréanos, según Lc 4,31-37 y 8,26-39. 16. un espíritu de adivinación: La palabra gr. pythón designaba originalmente a la serpiente guardiana del oráculo de Delfos que Apolo mató; posteriormente vino a signifi(-)car el poder de adivinación, relacionado, en ocasiones, con la ventriloquia. Este relato sir(-)ve para distanciar la misión carismática cris(-)tiana tanto de las artes mánticas (cf. 13,6-11) como de las ambiciones económicas (cf. 8,18-20; 19,23-27; 24,25-27). 17. gritando: El grito y su contenido nos recuerdan los exorcismos del evangelio (cf. Lc 8,28; 4,33-34). Como en aque(-)llos casos, el espíritu, condenado a su destruc(-)ción, afirma la verdad de la salvación anun(-)ciando su derrota. 18. Cf. Lc 8,29 y Mc 5,8. en nombre de Jesucristo: Como en 3,6.16; 4,10.30, el Resucitado es el que realiza el hecho salvífi(-)co. 19-24. La antinomia entre evangelio y be(-)neficio material se confirma con la interven(-)ción de los propietarios, que, al verse privados del beneficio de la esclava, consiguen el encar(-)celamiento de los misioneros. 20. los magis(-)trados: Los stratégoi son, probablemente, los duumviri [miembros del duunvirato] de esta colonia, que eran los responsables de la admi(-)nistración de la justicia. 21. como romanos: Contrasta con la reivindicación de los acusa(-)dos como ciudadanos romanos en los w. 37-39. Sus acusadores los atacan por ser judíos, basándose en el conocido desprecio romano por las costumbres judías (cf. Tácito, Ann. 5.5). 22. Cf. 1 Tes 2,2; 2 Cor 11,25. 23-24. que los guardase con cuidado: El adv. asphalós y el vb. ésphalisato, «guardar», forman una combi(-)nación que resalta el acontecimiento milagro(-)so que sigue (cf. 12,6).

9125-34. La excarcelación milagrosa es sólo un preludio de la conversión del carcele(-)ro, que constituye el «auténtico milagro de li(-)beración» (Kratz, Rettungswunder 484). Cier(-)tamente, el carácter poco convincente de la excarcelación aboga por su inserción poste(-)rior en el contexto. 30-33. La familiar estruc(-)tura formada por una enseñanza sobre la fe en forma de preguntas y respuestas (cf. 2,37-41; 8,34-38; 10,33-48), y el bautismo posterior, po(-)ne de manifiesto la intervención de Lucas en la narración de la conversión, que constituye el núcleo histórico seguro de esta sección. 34. preparó un banquete: La comida compartida con gran alegría (agalliasis) es el signo de la salvación recibida, y recrea en la casa del car(-)celero la atmósfera de la Iglesia de los co(-)mienzos (2,46). 35. No aparece el motivo de la decisión de los lictores; este carencia es reme(-)diada por el ms. D añadiendo que los magis(-)trados se espantaron por el terremoto; echa así un cosido entre las fases prelucana y luca(-)na del relato. 37. ciudadanos romanos. Pablo apela a la Lex Porcia, que prohibía, bajo grave castigo, la flagelación de un civis romanus (cf. 22,25; Tito Livio, Hist. 10.9.4; Cicerón, Pro Ra(-)bino 4.12-13; Conzelmann, Apg. 102-03). El hecho de que la apelación se realizara después del castigo manifiesta el artificio lucano para presionar la réplica apologética al v. 21. 38. se alarmaron al oír: cf. 22,29. 39. pidieron excu(-)sas: El lector puede concluir con los magistra(-)dos: la predicación del evangelio no socava en absoluto el Estado romano (cf. Maddox, Pur(-)pose 93-96). 40. a casa de Lidia: El regreso a casa de Lidia completa el episodio dramático, que ha defendido lo que ninguna afirmación directa contra la evidencia podría soportar: la misión es invulnerable a toda oposición terre(-)na (Plümacher, Lukas 95-97).

(Kratz, R., Rettungswunder [Francfort 1979] 474-99. Unnik, W. C. van, Sparsa collecta [NovTSup 29, Leiden 1973] 374-95.)

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Pablo y Silas en Filipos. 11, 12 El itinerario detallado del viaje es típico de la última parte de Hechos. Filipos, aunque no era la capital de provincia de Macedonia, era una colonia romana y sus pobladores tenían los privilegios de los ciudadanos de la misma Roma.

13 La frase pensábamos que habría un lugar de oración se habría referido normalmente a una sinagoga, pero a menudo se señala que, sin el número especificado de diez hombres, no podría establecerse una congregación en forma adecuada. Pablo y sus compañeros continuaron su costumbre a pesar de ello y hablaron primero a los judíos y a los temerosos de Dios, que eran unas mujeres que se habían reunido para la oración al Dios viviente (ver también 16:16).14, 15 Una de las mujeres se llamaba Lidia y era vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira. Su nombre indica un trasfondo de servidumbre, pero el hecho de que tenía su propia casa y que podía invitar a gente para alojarse en ella sugiere que era una soltera con libertad y de recursos. Que fuera temerosa de Dios probablemente significa que era gentil y que ya había sido atraída al Dios de los judíos (ver sobre 10:2). En este viaje Pablo tuvo a su lado a mujeres de influencia y temerosas de Dios, a diferencia de algunos episodios en el viaje misionero anterior (13:50; ver también 17:4, 12, 34).

La frase de Lucas cuyo corazón abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía (ver también Luc. 24:45) es una forma agradable de dar el mérito al Señor por la predicación exitosa. Pablo no era un orador irresistible como tampoco Pedro era un sanador espiritual. El hecho de que el Señor fuera responsable de los éxitos no disminuye la responsabilidad de los oyentes de arrepentirse y volverse al verdadero Dios. Aunque Lucas sólo menciona que el corazón de Lidia se abrió, continúa diciendo que ella y su familia fueron bautizados. Esos versículos que hacen referencia a las fa milias a menudo son vistos como una indicación de bautismo infantil, pero aquí no hay mención alguna de niños. La validez del bautismo infantil se debe discutir en base a otros pasajes bíblicos (ver sobre 16:31-34). La insistencia de la invitación de Lidia puede haberse debido a los fuertes tabúes contra la aceptación de hospitalidad gentil por parte de los judíos. ¡Y allí también iban a la casa de una mujer soltera! Que el grupo fue obligado indica que Pablo estaba decidido a practicar lo que predicaba: Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos voso tros sois uno en Cristo Jesús (Gál. 3:28). Debemos suponer que la iglesia continuó reuniéndose en su casa (16:40).

16 Aunque ahora tenían una base de operaciones en la casa de Lidia, los cristianos seguían yendo al lugar de oración, o sea donde los judíos filipenses se reunían para el culto (16:13). La joven esclava que encontraron en su camino tenía espíritu de adivinación. 17 Como ocurrió con frecuencia en los Evangelios, el espíritu malo identificó correctamente las fuerzas espirituales que estaban detrás de la obra del Señor (cf. Luc. 4:34, 41; 8:28). En el mundo antiguo generalmente se suponía que uno tendría poder sobre alguien si conocía su verdadero nombre, por lo cual se arguye a menudo que los malos espíritus trataron de obtener este tipo de control sobre Jesús y sus discípulos. Sin embargo, como en los demás casos, aquí parece que sus declaraciones fueran dirigidas al público y, por lo tan to, deben ser vistas ya sea como dirigidas a destapar la obra de Dios que ellos suponían oculta, o como un casi involuntario reconocimiento de la autoridad de Jesús sobre ellos (sobre este tema ver el cu rioso episodio en 19:15). Algunos han argumentado que el léxico del v. 17 era posible por una mala interpretación por parte de los paganos, pero eso era también el caso de casi cualquier presentación breve del mensaje cristiano e inclusive de las mismas afirmaciones y acciones de los misioneros (14:11; 17:18b). 18 En el curso de muchos días Pablo habría tenido una oportunidad de ver que lo que podría tomarse como una profesión de fe no era seguido por una evidencia verdadera de conversión. Entonces Pablo se dirigió al espíritu, ordenándole en el nombre de Jesucristo que saliera de ella.

19 ¡Cuán perplejos y enojados deben haber estado sus amos! Después de todo, no habían hecho nada malo a Pablo y Silas. De hecho, las palabras de la muchacha podrían haberse considerado una ayuda. Pero vieron que se les había esfumado su esperanza de ganancia al irse el espíritu (posiblemente Lucas usa adrede el mismo verbo en los vv. 18 y 19). Algunas personas libres y destacadas estaban ganándose la vida por medio de la explotación de alguien que era una insignificante esclava. Pero en la mente de Pablo, aun la publicidad gratuita del evangelio a través de una fuente reconocida popularmente no era suficiente compensación para el dominio espiritual, aun cuando proviniera de alguien tan insignificante como una muchacha esclava en aquella sociedad.

20-24 La acusación que hicieron los amos de la esclava delante de los magistrados omitió una mención concreta de su perjuicio financiero y, al contrario, capitalizó el sentimiento antijudío con acu saciones generales de actividades contra Roma, produciendo un tumulto. Cuando el pueblo se levantó a una contra ellos, quizá era inevitable que los extranjeros soportaran lo que se decidiera: los despojaron ... y mandaron azotarles y los echaron en la cárcel, donde fueron puestos bajo medidas extremas de seguridad.

25 El cuadro de Pablo y Silas orando y cantando himnos a Dios mientras estaban en el cepo en una celda húmeda y oscura es una imagen perdurable. Poco sorprende que los presos los escuchaban, ¡aun que no se pueda saber si los consideraban santos o lunáticos, pero nadie los podría acusar de estar aplastados! 26 Es improbable que Pablo y Bernabé estuvieran orando por su liberación, dado que no hicieron uso de ella cuando se les ofreció (ver v. 28 y especialmente v. 37), pero los otros prisioneros no pueden haber dejado de percibir el fuerte terremoto que hizo abrir todas las puertas de la prisión y desatar las cadenas de todos como una respuesta sobrenatural a la sesión nocturna de Pablo y Silas. 27 No sorprende que el carcelero ... sacó su espada y estaba a punto de matarse ante la idea de que los prisioneros se habían escapado (ver 12:18, 19; 27:42).28 Al parecer Pablo habrá tomado control deliberado del resto de los presos (así como parece haberse transformado en líder cuando era un preso a bordo de una nave en el cap. 27) o quizá los demás estaban demasiado asustados para irse mientras Pablo y Silas se quedaban. De cualquier modo, Pablo pudo evitar el suicidio y hacer saber que todos los prisioneros aún estaban allí.

29-34 El relato de la salvación del carcelero está lleno de ironía: que él recibiera vida plena de parte de sus presos; que buscara agua y lavara sus heridas y que luego ellos usaran agua para bauti zarle y, por supuesto, el cuadro de un carcelero invitando a los presos a entrar en su casa, donde les puso la mesa es simplemente asombroso. Debiera notarse que aquí se dice que los demás miembros de la familia escucharon el mensaje y ellos también creyeron (34; ver también 11:14; 18:8; 1 Cor. 1:16). En base a ello y a que no haya una mención específica de niños pequeños, estos textos no son deci sivos en el debate sobre el bautismo infantil.

35, 36 No es claro si los magistrados ordenaron la libertad de Pablo y Silas porque creyeron que los azotes y la noche en prisión eran suficiente castigo, o porque estuvieran impresionados por el terremoto de la noche anterior. 37 En todo caso, sin duda para sorpresa de todos, ¡Pablo quien, luego de haber sido liberado por Dios por medio de un terremoto, se quedó en la cárcel; además, después de haber sido liberado por los jueces, de nue vo se negó a irse! 38, 39 Sin embargo, los magistrados no vieron el contenido de humor de la situación. La revelación de que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos hizo que tuvieran miedo porque habían quebrantado las leyes del imperio al azotarlos y encarcelarlos, siendo romanos, y con un juicio tan sumario que ni tuvieron oportunidad de averiguar acerca de su ciudadanía. Otra vez se ve la ironía: no fueron ni Pablo ni Silas sino los filipenses mismos quienes actuaron en una manera típicamente no romana para con ciudadanos romanos (ver 16:21). La ciudadanía de Pablo volvería a ser una piedra de toque en 25:1-12. 40 Después de visitar nuevamente a Lidia y al resto de la joven iglesia en su casa, Pablo y Silas accedieron a la solicitud de los magistrados, y luego partieron.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XVI.

1 Paul hauing circumcised Timothy, 7 and being called by the Spirit from one countrey to another, 14 conuerteth Lydia, 16 casteth out a spirit of diuination. 19 For which cause he and Silas are whipped and imprisoned. 26 The prison doores are opened. 31 The Iayler is conuerted, 37 and they are deliuered.
1 Then came he to Derbe, and Lystra: and behold, a certaine disciple was there, [ Rom_16:21.] named Timotheus, the son of a certaine woman which was a Iewesse, and beleeued: but his father was a Greeke:
2 Which was well reported of by the brethren that were at Lystra and Iconium.
3 Him would Paul haue to go forth with him, and tooke, and circumcised him, because of the Iewes which were in those quarters: for they knew all, that his father was a Greeke.

[Lydia conuerted.]

4 And as they went through the cities, they deliuered them the decrees for to keepe, [ Act_15:28 .] that were ordeined of the Apostles and Elders, which were at Hierusalem.
5 And so were the Churches established in the faith, and increased in number dayly.
6 Now when they had gone thorowout Phrygia, and the region of Galatia, and were forbidden of the holy Ghost to preach the word in Asia,
7 After they were come to Mysia, they assayed to goe into Bithynia: but the Spirit suffered them not.
8 And they passing by Mysia, came downe to Troas.
9 And a vision appeared to Paul in the night: There stood a man of Macedonia, and prayed him, saying, Come ouer into Macedonia, and helpe vs.
10 And after he had seene the vision, immediatly we endeuoured to goe into Macedonia, assuredly gathering, that the Lord had called vs for to preach the Gospel vnto them.
11 Therfore loosing from Troas, we came with a straight course to Samothracia, and the next day to Neapolis:
12 And from thence to Philippi, which is [ Or, the first.] the chiefe citie of that part of Macedonia, and a Colonie: and we were in that citie abiding certaine dayes.
13 And on the Sabboth we went out of the citie by a riuer side, where prayer was wont to be made, & we sate downe, and spake vnto the women which resorted thither.
14 And a certaine woman named Lydia, a seller of purple, of the citie of Thyatira, which worshipped God, heard vs: whose heart the Lord opened, that she attended vnto the things which were spoken of Paul.
15 And when she was baptized, and her houshold, she besought vs, saying, If ye haue iudged me to bee faithfull to the Lord, come into my house, and abide there. And she constrained vs.
16 And it came to passe, as we went to prayer, a certaine Damosell possessed with a spirit of [ Or, of Pythom,] diuination, met vs: which brought her masters much gaine by soothsaying.
17 The same followed Paul and vs, and cried, saying, These men are the seruants of the most hie God, which shew vnto vs the way of saluation.
18 And this did she many dayes: but

[Prisoners sing.]

Paul being grieued, turned and said to the spirit, I command thee in the Name of Iesus Christ, to come out of her. And he came out the same houre.
19 And when her Masters saw that the hope of their gaines was gone, they caught Paul and Silas, and drew them into the [ Or, court.] market place, vnto the rulers,
20 And brought them to the Magistrates, saying, These men being Iewes, do exceedingly trouble our city,
21 And teach customes which are not lawfull for vs to receiue, neither to obserue, being Romanes.
22 And the multitude rose vp together against them, and the Magistrates rent off their clothes, [ 2Co_11:25 ; 1Th_2:2 .] and commanded to beate them.
23 And when they had layed many stripes vpon them, they cast them into prison, charging the Iaylour to keepe them safely.
24 Who hauing receiued such a charge, thrust them into the inner prison, & made their feet fast in the stockes.
25 And at midnight, Paul and Silas prayed, and sang praises vnto God: and the prisoners heard them.
26 And suddenly there was a great earthquake, so that the foundations of the prison were shaken: and immediately all the doores were opened, and euery ones bands were loosed.
27 And the keeper of the prison awaking out of his sleepe, and seeing the prison doores open, he drew out his sword, and would haue killed himselfe, supposing that the prisoners had beene fled.
28 But Paul cried with a loud voice, saying, Doe thy selfe no harme, for we are all heere.
29 Then hee called for a light, and sprang in, and came trembling, and fell downe before Paul and Silas,
30 And brought them out, and said, Sirs, what must I doe to be saued?
31 And they saide, Beleeue on the Lord Iesus Christ, and thou shalt be saued, and thy house.
32 And they spake vnto him the word of the Lord, and to all that were in his house.
33 And hee tooke them the same houre of the night, and washed their stripes, and was baptized, hee and all his, straightway.
34 And when he had brought them

[Paul preacheth.]

into his house, hee set meat before them, and reioyced, beleeuing in God with all his house.
35 And when it was day, the Magistrates sent the Sergeants, saying, Let those men goe.
36 And the keeper of the prison told this saying to Paul, The Magistrates haue sent to let you goe: Now therefore depart, and goe in peace.
37 But Paul said vnto them, They haue beaten vs openly vncondemned, being Romanes, and haue cast vs into prison, and now doe they thrust vs out priuily? Nay verily, but let them come themselues, and fetch vs out.
38 And the Sergeants tolde these words vnto the Magistrates: and they feared when they heard that they were Romanes.
39 And they came and besought them, and brought them out, and desired them to depart out of the citie.
40 And they went out of the prison, [ Act_16:14 .] and entred into the house of Lydia, and when they had seene the brethren, they comforted them, and departed.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Presos y liberados. Lo que motivó la prisión de Pablo y sus compañeros fue el encuentro de éstos con una esclava que proporcionaba abundantes ganancias a sus amos ejerciendo el arte adivinatorio y otras magias. Importunaba a los misioneros con supuestos elogios. ¿Es alabanza y recomendación, burla y parodia o desafío a los presuntos salvadores? Sea lo que sea, la explotación de la esclava por el dinero que proporcionaba a sus amos es suficiente para que Pablo vea en esa manifestación seudo-religiosa un negocio instigado por un mal espíritu. Lucas no dice si era el mal espíritu quien producía el negocio o era el negocio quien inventaba el espíritu. En cualquier caso, Pablo invocó el nombre de Jesús y la esclava quedó libre.
La reacción de los amos, violenta e ilegal, no se hizo esperar. Hoy diríamos que la acusación está basada en anti-semitismo y xenofobia: opone romanos a judíos, costumbres extranjeras a las propias. Intervinieron las autoridades y, después de una buena paliza, los metieron en la cárcel. Y aquí Lucas echa mano de su arte de narrador y compone un relato novelado de liberación en el que Pablo sigue las huellas de Pedro (12,1-19).
El realismo con que describe los acontecimientos de aquella noche de cárcel hace resaltar más las incongruencias que la verosimilitud de los hechos. ¿Qué terremoto es ése que abre puertas y suelta cadenas sin producir daños a los presos? Hay que entrar en el espacio fantástico del relato para escuchar lo que verdaderamente nos quiere decir Lucas. Ante todo, la serenidad de los dos cautivos que transforma la cárcel en casa de oración. El terremoto es manifestación de Dios en acción. Se abren las puertas, como promete el profeta (cfr. Isa_45:1) y salen libres (cfr. Sal_124:7). El efecto más maravilloso es la conversión del carcelero, que se bautiza con toda su familia. Al día siguiente, las autoridades quieren dar el asunto por terminado y les dicen que se vayan. Pablo, sin embargo, pide justicia y les acusa del tratamiento injusto e ilegal infligido a ciudadanos romanos. Exige y obtiene una discreta reparación.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. A partir de este momento, Timoteo aparece constantemente asociado a la obra evangelizadora de Pablo. Ningún otro discípulo mereció tantos elogios del Apóstol a causa de su fidelidad ( Flp_2:19-22). Pablo le dirigió dos Cartas. Ver 2Ti_1:5.

3. Pablo se oponía a que los cristianos venidos del paganismo fueran circuncidados. Sin embargo, para facilitar su obra evangelizadora entre los judíos, hizo una excepción con Timoteo, porque su madre era judía. Ver nota Gal_2:3.

6. "Galacia" era una provincia romana situada en el centro de Asia Menor. A ella estaba anexada una parte de Frigia.

8. "Tróade" era una ciudad situada a unos cuarenta kilómetros de la antigua Troya.

9. "Macedonia" es la región que se encuentra al norte de Grecia.

10. La redacción pasa repentinamente a la primera persona del plural (vs. 10-17). Esto demuestra que el autor del relato acompañaba a Pablo. Ver notas 20. 5; 21. 1.

12. "Filipos" era una colonia romana de la provincia de Macedonia. Pablo fundó allí una comunidad, a la que dirigió una de sus Cartas.

13. Los judíos de Filipos no tenían sinagogas. Por eso se reunían junto al río, lo que les permitía cumplir con la práctica de las abluciones rituales.

20. "Son unos judíos": los acusadores de Pablo no hacían distinción entre judíos y cristianos. Si bien el Judaísmo era tolerado en el Imperio Romano, no se veía con buenos ojos su actividad proselitista. Esto es lo que motiva la denuncia y el arresto de Pablo.

37. La Ley penaba severamente a los que azotaban a un ciudadano romano. Ver 22. 25.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*15:36-19:22 Segunda sección de la segunda parte del libro, que relata un largo periplo misionero, con diversas etapas y en el que Pablo evangelizó las ciudades griegas más importantes. La primera unidad (Hch 15:36-41; Hch 16:1-40; Hch 17:1-34; Hch 18:1-22) narra la evangelización de las ciudades importantes de Macedonia y Acaya: Filipos, Tesalónica, Atenas y Corinto; es lo que se conoce como segundo viaje de Pablo.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Hch 22:25; Hch 22:29; Hch 23:27.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 16.1 Timoteo: Cf. Ro 16.21; 1 Co 4.17; 16.10-11; Flp 2.19-24; 1 Ts 3.2-6; 1 Ts 1.1. Véase Introducción a 1 Tim.

[2] 16.4 Cf. Hch 15.23-29.

[3] 16.14 Adoraba a Dios: Véase 10.2 n.

[4] 16.40 Cf. 1 Ts 2.2.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La acción de Pablo al invocar su condición de ciudadano romano, y al ejercer su derecho como tal, pone de manifiesto también que los cristianos, por ser tales, no renuncian a su condición secular.


Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

τούτους RP NA28 ] – WH Treg

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

16:36 Adic.: «en paz».

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

16:36 Adic.: «en paz».

Torres Amat (1825)



[5] Rom 16, 21.