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Vuelta a Antioquía y partida para el tercer viaje.
Pablo se quedó allí todavía bastantes días; después se despidió de los hermanos y se embarcó rumbo a Siria; y con él Priscila y Áquila. En Cencreas se había afeitado la cabeza, porque tenía hecho un voto. (Hechos 18, 18) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 18

7. EN CORINTO (18,1-22).

a) En casa de Aquilas (Hch/18/01-03).

1 Después de esto, retirándose de Atenas fue a Corinto. 2 Allí encontró a un judío llamado Aquilas, originario del Ponto, recién llegado a Italia con su mujer Priscila, por haber ordenado Claudio que fueran expulsados de Roma todos los judíos. Se unió a ellos; 3 y como eran de la misma profesión, vivía con ellos y juntos trabajaban, pues eran de oficio fabricantes de tiendas de campaña.

Corinto era una ciudad muy diferente de Atenas. Renacida de las ruinas desde 46 a.C., gracias a su posición había venido a ser centro de intercambio comercial entre oriente y occidente. Capital de la provincia romana de Acaya, residencia del procónsul, repleta de gentes de todos los países, atraídas a la gran urbe en busca de trabajo y de lucro, de goces de la vida y de placeres sensuales. Leyendo las cartas de Pablo escritas después de su primera misión a la comunidad de Corinto, se descubre cuán animado e inquieto era aquel pueblo de Corinto, pero también cuán buenas disposiciones tenía para recibir el Evangelio.

Aquí se encuentran dos fugitivos. Pablo, que huye de la inaccesibilidad de los atenienses pagados de su saber, se encuentra con el judío Aquilas, expulsado de Roma, cuya esposa se llama en nuestro texto Priscila, y Prisca en las cartas de Pablo (Rom_16:3; 1Co_16:19; 2Ti_4:19). Probablemente eran ya cristianos los dos cuando fueron expulsados de Roma por el edicto de Claudio contra los judíos, edicto atestiguado históricamente, y se refugiaron en Corinto. La administración romana no hacía distinción entre judíos y judeocristianos. Hemos visto, en efecto, que también Pablo y Silas fueron llevados ante los tribunales como judíos en Filipos (2Ti_16:20).

Este matrimonio merece honor y gratitud en la historia de la misión cristiana. En la carta a los Romanos (2Ti_16:3) escribe de ellos Pablo: «Saludad a Prisca y a Aquilas, mis colaboradores en Cristo Jesús, los cuales arriesgaron su cabeza por mi vida, a quienes no sólo yo les estoy agradecido, sino también todas las Iglesias de los gentiles.» Cuando Pablo menciona a Prisca antes que a su marido Aquilas, no lo hace por pura cortesía; en efecto, esta mujer parece haberse señalado por su dedicación personal, su resolución y sus dotes teológicas21; todavía se volverá a hablar de ella en este capítulo.

En un principio, la preocupación por la subsistencia fue la que reunió a Pablo y a este matrimonio. Pablo vive y trabaja con ellos: éstos eran, como él, «fabricantes de tiendas». Así se traduce la voz griega. No tiene importancia lo que en concreto quería decir, si tejían telas de tiendas o si, lo que es más probable, preparaban para el uso telas y cueros. Lo que aquí, y constantemente, nos infunde respeto es el hecho de que Pablo aparece como trabajador. ¿Por qué lo hace? El mismo nos da la respuesta. En su primera carta a los Tesalonicenses, escrita en Corinto, dice: «Realmente, nuestra exhortación no procedía de error o de un motivo inconfesable; ni se funda en la astucia... Nuestras palabras nunca fueron discursos de adulación, como sabéis, ni fueron nunca pretexto de ambición. Dios es testigo de ello... Recordad, si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas: día y noche trabajando para no ser una carga para nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos -y el mismo Dios lo es- de lo religiosa, seria e irreprochable que fue nuestra conducta para con vosotros, los creyentes» (1Th_2:3 ss).

Y en 1Co_9:4 ss dice: «¿Es que no tenemos derecho a comer y beber?... ¿O es que yo y Bernabé somos los únicos que no tenemos derecho para dejar el trabajo?... Si nosotros hemos sembrado para vosotros lo espiritual, ¿qué de extraño tiene que recojamos nosotros vuestros bienes materiales?... Sin embargo, no hemos usado de este derecho, sino que lo sobrellevamos todo, para no poner tropiezo alguno al Evangelio de Cristo.» Y en la segunda carta a los Corintios (11,7 ss) vuelve a hablar de esto con enardecimiento: «¿Cometí, acaso, un pecado rebajándome a mí mismo para que vosotros fuerais enaltecidos, porque os anuncié gratis el Evangelio de Dios?... Y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso...» En sus palabras de despedida a los presbíteros de Efeso (20,33 ss) extiende las manos hacia el grupo para decir: «PIata, ni oro, ni vestidos de nadie codicié. Vosotros mismos sabéis que a mis necesidades y a las de aquellos que estaban conmigo suministraron estas manos.»

Cierto que Pablo se dejó ayudar por las comunidades macedonias (2Co_11:9), sobre todo por su queridísima comunidad de Filipos (Phi_4:10 ss); pero, por lo demás, con la mayor fidelidad a su principio, se negó a recibir retribución por su servicio al Evangelio. Pablo conoce el derecho de los mensajeros de la fe a ser sustentados por las comunidades (1Co_9:4-14). Sin embargo, renunciando a este derecho quería mostrar que lo único que le importaba era el Evangelio, muy lejos de pensar en cuentas y cálculos humanos. Tal comportamiento era desusado, aun en los días de la primitiva Iglesia. Pero ¿no es cierto que del desinterés personal de los predicadores y ministros del Evangelio dimana la mayor eficacia sobre las personas que buscan la verdad? ¿Y no obraban con prudencia los rabinos judíos, que a sus discípulos les recomendaban que, juntamente con el estudio de la teología, se formasen para un oficio manual?

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21. Cf. también 18,18, donde igualmente se antepone el nombre de Priscila al de Aquilas.

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b) Fracaso con los judíos (Hch/18/04-06).

4 Disertaba en la sinagoga cada sábado, tratando de persuadir tanto a judíos como a griegos. 5 Cuando llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se consagró de lleno a la predicación, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. 6 Pero, como éstos le opusieran resistencia y respondieran con ultrajes, él les dijo sacudiéndose las vestiduras: Allá vuestra sangre sobre vuestras cabezas. Yo estoy limpio. Desde ahora me dirigiré a los gentiles.

En todos los lugares se mantiene Pablo fiel a la solicitud por su pueblo judío. Toma en serio la «gran tristeza y (el) profundo dolor incesante en mi corazón» ( Rom_9:2 ss). No le abandona la idea de «ser anatema, ser separado de Cristo, en bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne». Sabe de la elección, de las «promesas» que lleva este pueblo consigo desde Abraham. No quiere comprender que este pueblo se vea preterido. No se deja quebrar por los muchos desengaños que le han procurado sus tentativas de misión entre los judíos. No obstante la persecución y los malos tratos en las ciudades de Asia Menor y de Macedonia, también en Corinto se encamina el sábado a la sinagoga y habla de Jesús, sin duda en los mismos términos en que había hablado anteriormente a los judíos en Antioquía de Pisidia (Rom_13:17-41).

Y una vez más vuelve a tropezar con incomprensión y oposición. Palabras duras e hirientes caen sobre él. Pablo sufre un amargo desengaño. Como en Antioquía (Rom_13:51) se había sacudido el polvo de los pies, así en Corinto se sacude las vestiduras y abandona la sinagoga a la suerte que ella misma había elegido. Sus palabras: «Allá vuestra sangre sobre vuestras cabezas» nos traen a la memoria a Pilato (Mat_27:24). Aunque hasta el fin de su vida pesará dolorosamente sobre él la solicitud por su pueblo, sin embargo en Corinto se reconoce exento de responsabilidad y se dirige con todas sus fuerzas al trabajo entre los gentiles. Cierto que nunca se desentiende de la pregunta por el sentido de historia de la salvación de este comportamiento del judaísmo, y en su interior comienza a recoger los pensamientos con que trata de profundizar e interpretar el camino tan diferente de los judíos y de los gentiles. En la carta a los Romanos (9-11) dará una profunda expresión teológica a sus reflexiones.

c) éxito entre los gentiles (Hch/18/07-11).

7 Y marchándose de allí, se fue a la casa de un tal Ticio Justo, temeroso de Dios, que vivía contiguo a la sinagoga. 8 Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa, y muchos de los oyentes corintios creían y se bautizaban. 9 Por la noche, en una visión, dijo el Señor a Pablo: No tengas miedo. Sigue hablando y no te calles; 10 que yo estoy contigo, y nadie osará hacerte daño, porque tengo yo en esta ciudad un pueblo numeroso. 11 Y se asentó allí durante un año y seis meses, enseñando entre ellos la palabra de Dios.

Estrechamente junto a la sinagoga se halla el nuevo ámbito que servirá de lugar de reunión para la predicación entre los gentiles. Ticio Justo era uno de los «temerosos de Dios», que, venidos de la gentilidad, buscaban en la religión judía la satisfacción de su ansia de verdad. Ahora, en la palabra de Pablo, se hallan con el mensaje de salvación. Incluso el jefe de la sinagoga se convirtió y se hizo cristiano. Las conversiones de personalidades destacadas han atraído en todos los tiempos la atención hacia la Iglesia y le han procurado seguidores. Aunque también sucede inversamente que la deserción de tales personas origina tanta más inquietud y penuria espiritual al pueblo de los creyentes. Cuán duro y descorazonador fuera el trabajo en Corinto lo dice de manera impresionante la sencilla noticia sobre la consoladora visión nocturna del Señor. Pablo experimenta de nuevo el encuentro con Cristo glorificado. Léase 22,18 ó 23,11. El Apóstol vive en total dependencia y unión con aquel que lo había llamado. Sus cartas dan testimonio de ello. «Llevando siempre y por todas partes, en el cuerpo, el estado de muerte que llevó Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo», dice en 2Co_4:10. Y en la misma carta (2Co_12:8) escribe en vista de los accesos de enfermedad que lo afligen: «Clamé al Señor tres veces que apartara de mí este aguijón. Pero él me dijo: Te basta mi gracia; pues mi poder se manifiesta en la flaqueza.»

Habría que ahondar atentamente las dos cartas a los Corintios para darse cuenta de la situación en que se halló Pablo en Corinto. En 1Co_1:26 ss leemos: «Fijaos, si no, hermanos, quiénes habéis sido llamados: no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos de noble cuna; todo lo contrario: lo que para el mundo es necio, lo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo que para el mundo es débil, lo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte, y lo plebeyo del mundo y lo despreciable, lo que no cuenta, Dios lo escogió para destruir lo que cuenta.» Y en 1Co_2:3 ss confiesa: «Me presenté ante vosotros débil y con mucho temor y temblor. Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de espíritu y de poder; de suerte que vuestra fe se base, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.»

Esta comunidad de Corinto era una gente que se ganaba pronto, pero que difícilmente se mantenía en cohesión. Esto lo advertirá quienquiera que lea atentamente las dos cartas. Probablemente, en las dos cartas que no se han conservado, quizá en la llamada «carta de las lágrimas» (2Co_2:3 s; 2Co_7:8), se leían cosas mucho más dolorosas. Se comprende que el Señor precisamente en Corinto quiera animar al Apóstol y le asegure que está con él y que le protegerá contra toda hostilidad. Si admiramos la obra de misión del Apóstol, aunque sólo sea por razón del esfuerzo físico que supone, no debemos olvidar que este Pablo, que sin duda estaba movido por una especial energía y fuerza de acción personal, en definitiva sólo pudo obrar como lo hizo porque una fuerza superior lo animaba y lo sostenía, a saber, la fuerza de aquel que le dijo: «No tengas miedo. Sigue hablando y no te calles; que yo estoy contigo.» Tales palabras nos traen a la memoria la vocación de los profetas del Antiguo Testamento (Isa_41:10 ss; Isa_45:5 ss), las palabras del Jesús prepascual y las del Cristo postpascual (Mat_14:27; Mat_17:7; Mat_28:16 ss). ¿Comprendemos nosotros que todos nuestros esfuerzos con vistas al mensaje de Cristo y a la realización del reino de Cristo sólo tienen sentido y efecto si está con nosotros aquel que a sus palabras de misión en Mateo asoció la promesa: «Mirad, yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos» (Mat_28:20)?

d) Ante el procónsul Galión (Hch/18/12-17).

12 Era entonces procónsul de Acaya Galión. Y amotinados los judíos contra Pablo, lo condujeron al tribunal, 13 diciendo: «Este tipo anda incitando a los hombres a dar culto a Dios en forma contraria a la ley. 14 Y cuando Pablo se disponía a hablar, dijo Galión a los judíos: «Si se tratara de aIgún crimen o mala fechoría, sería razonable, oh judíos, que me tomara la molestia de oíros; 15 pero, siendo cuestiones de palabras y de nombres, y de una ley que es la vuestra, allá vosotros veáis. Yo no quiero ser juez en estos asuntos.» 16 Y los despidió del tribunal. 17 Y echando mano todos a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, lo golpeaban delante del tribunal, pero nada de esto le importaba a Galión.

Muy poco es lo que los Hechos de los apóstoles nos refieren de lo que Pablo hizo y experimentó «durante un año y seis meses» (18,11) que duró su primera estancia en Corinto. Sin embargo, el cuadro que aquí se nos pone ante los ojos, ilustra gráficamente la situación en que se hallaba.

Una vez más aparecen los judíos como los verdaderos contradictores. Debemos distinguir dos grupos de judíos. Como se echa de ver por 2Co_11:22, había un grupo de los llamados judaizantes dentro de la comunidad cristiana. Con ellos se ocupa la apasionada polémica en la carta mencionada (10-11). Pero en nuestro caso se trata de judíos que rechazaban y combatían con el mayor encarnizamiento eI mensaje cristiano de salvación, y en Corinto -como ya en las anteriores etapas de misión- dirigían sus tiros contra la persona de Pablo, estando como estaban convencidos de que era él el más poderoso y victorioso pregonero y guía de la Iglesia que se iba consolidando en la gentilidad.

Pablo es conducido ante el tribunal del procónsul romano Galión. De él dependía la provincia de Acaya. Fue el primer encuentro oficial entre el Apóstol y un destacado representante de Roma. Análogas escenas se repetirán en lo sucesivo. Interesan, en efecto, especialmente a la obra lucana. En Galión se enfrenta con el predicador del Evangelio un romano caballeroso, distinguido, que piensa con realismo. Según el testimonio de una inscripción hallada en Delfos, el procónsul estuvo en funciones los años 50-51 ó 51-52. Este testimonio es un sólido apoyo para la cronología de Pablo. Si tenemos en cuenta que Galión era hermano del filósofo romano Séneca, preceptor del emperador, nos resultará especialmente creíble su comportamiento recto y justo con el Apóstol. El año 65, Galión, con su hermano Séneca y otro hermano morirán victimas del capricho y de la crueldad de Nerón. Del mismo Nerón, pues, del que serán víctimas Pablo y Pedro. La acusación de los judíos parece ser deliberadamente ambigua. Echan en cara a Pablo la propaganda de un «culto a Dios en forma contraria a la ley». Los judíos piensan en su ley judía y en la doctrina de salvación del Apóstol dirigida contra esta ley. Esto se echa de ver fácilmente. Pero con su formulación parecen querer probar al romano un delito político. Es sabido que los judíos gozaban en el Imperio romano del status de una religio licita, es decir, de una religión permitida por la ley. Dado que las primeras comunidades cristianas estaban formadas principalmente por judíos, podían aplicarse también a sí mismas este privilegio. Es, sin embargo, obvio que los judíos ortodoxos trataran de discutir a los cristianos este derecho. Así, su acusación en Corinto iba encaminada a presentar al funcionario romano la ilegalidad de la doctrina predicada por Pablo. Una vez más, como en el proceso de Jesús, se transfiere una cuestión religiosa al plano de lo político. Galión descubre su juego. Sabe que para los acusadores se trata de cuestiones internas de los judíos. Puesto que él se refiere a «palabras y nombres», con los que él, en calidad de juez, no tiene nada que ver, se puede conjeturar que se trataba del enunciado fundamental de la predicación paulina y al mismo tiempo del reparo fundamental del judaísmo, la cuestión de si Jesús era el Mesías que aguardaba el judaísmo. La prueba de esto era para Pablo el punto capital de su predicación. Para los judíos era esto el escándalo capital.

¿Rechazó Galión la acusación de Jesús con mayor decisión que Pilato en el caso de Jesús? Sabemos por el Evangelio que Pilato se dio cuenta de los verdaderos motivos de los judíos y quería recusar su acusación contra Jesús. Pero, finalmente sucumbió a los ataques de la multitud. Habrá que reconocer que a un juez romano en Jerusalén se le creaba frente a los judíos un problema mucho más difícil que a un procónsul en Corinto. El jefe de la sinagoga, Sóstenes, fue golpeado ante los ojos de Galión. El texto no dice claramente si los agresores eran los griegos, quizá por sentimientos antijudíos, o si judíos helenistas querían expresar así esa decepción por el desenlace desfavorable del proceso. Tampoco sabemos si este Sóstenes es el mismo que en 1Co_1:1 se menciona como remitente juntamente con Pablo. Si lo era, habrá que suponer que poco después de este incidente se había incorporado a la Iglesia.

e) Regreso del segundo viaje (Hch/18/18-22).,

18 Pablo siguió viviendo allí todavía bastante tiempo hasta que se despidió de los hermanos y se embarcó hacia Siria, acompañado de Priscila y Aquilas, después de haberse rapado la cabeza en Céncreas, porque tenía hecho voto. 19 Llegaron a éfeso y los dejó allí. El, por su parte, entró en la sinagoga y se puso a hablar a los judíos. 20 Rogábanle ellos que se quedara más tiempo, pero no consintió; 21 sino que diciéndoles al despedirse: «Volveré a vosotros de nuevo, si Dios quiere», partió de éfeso. 22 Y llegado a Cesarea, después de subir y saludar a la Iglesia, descendió a Antioquía.

Nuevamente vemos en acción al diligente reportero Lucas. Enumera las etapas del viaje de regreso, y así hace que una empresa de suma importancia para el desarrollo de la Iglesia vuelva de nuevo al punto donde había tenido comienzo. Pablo se embarca en Céncreas, el puerto oriental de Corinto. Allí parece haber surgido una importante comunidad. En efecto, en Rom_16:1 se menciona a «Febe, nuestra hermana, que es diaconisa de la Iglesia de Céncreas».

Al lector podrá parecer curioso el detalle de que Pablo se rapó la cabeza en Céncreas. Se trataba de una usanza judía, de un voto religioso. En la ley mosaica (Num_6:2 ss) hallamos la siguiente prescripción: «Si uno hiciere el voto del nazireato, de consagrarse a Yahveh, se abstendrá de vino y de toda bebida embriagante..., durante todo el tiempo de su nazireato no comerá fruto alguno de la vid... Durante todo el tiempo de su voto de nazireo no pasará la navaja por su cabeza; hasta que se cumpla el tiempo por el que se consagró a Yahveh, será santo y dejará crecer libremente su cabellera.» Terminado el tiempo de la consagración, estaban prescritos sacrificios especiales en el templo de Jerusalén, sobre los que se dan instrucciones precisas en Num_6:13-21.

Pablo terminó por tanto en Céncreas un tiempo de consagración que se había impuesto por voto. Si tenemos presente con cuánta insistencia Pablo, en las cartas a los Gálatas y a los Romanos, declara ya fuera de vigor el orden establecido por la ley, no podemos menos de sorprendernos de que él mismo, ya cristiano, observe todavía una práctica que forma parte de la religiosidad de la ley. Cierto que después del tercer viaje misionero participará en los ritos de conclusión de votos de nazireato (Num_21:23), pero entonces se moverá más por consideraciones externas con los judíos de Jerusalén. Aquí, en cambio, da la sensación de obrar por motivos de devoción personal. ¿Está esto en contradicción con su Evangelio exento de la ley? No es de creer. Aun siendo cristiano, pudo Pablo tener por sagradas oraciones y prácticas religiosas, a condición de que no se las considerara como el verdadero y propio motivo y causa de la salvación. En este comportamiento se echa de ver que una acción practicada con sentimientos rectos no está en contradicción con la tesis paulina fundamental, según la cual no son las obras las que causan la justicia ante Dios, sino la fe en Cristo Jesús «independientemente de la ley» (cf. Rom_3:21 ss).

Leemos con interés que Priscila y Aquilas acompañan a Pablo hasta éfeso. Con esto se prepara lo que se va a referir en el relato siguiente. Pablo no se quedó en Efeso. Seguramente había encontrado allí una gran disposición para el Evangelio. La aprovechará en el tercer viaje, haciendo de esta ciudad durante cosa de tres años el centro de su actividad misionera. Llegó a Cesarea y luego «subió», sin duda a Jerusalén. Esto lo da a entender esta expresión, corriente para designar el camino hacia la ciudad santa, pero también la información que nos dice que sólo después «descendió a Antioquía». ¿Qué hace, pues, en Jerusalén? Parece obvio pensar en el sacrificio que estaba asociado a la conclusión del nazireato. ¿No es en cierto modo conmovedor ver a este hombre combativo, que en todo su itinerario misionero fue perseguido y maltratado por los judíos por razón de la ortodoxia judía, visitar ahora el santuario judío, para ofrecer allí sacrificios, movido por una necesidad interior? ¿No late aquí la idea de que, con toda la fidelidad interior al principio eclesial, se ha de conservar la generosidad para respetar y amar todo lo que puede manifestar reverencia para con Dios?



IV. TERCER VIAJE MISIONAL (18,23-21,14).

1. SOBRE LA ACTIVIDAD DE APOLO (Hch/18/23-28).

23 Pasado algún tiempo, se fue, atravesó por orden la región de Galacia y la Frigia, para fortalecer a todos los discípulos. 24 Cierto judío, por nombre Apolo, alejandrino de origen, hombre elocuente y versado en las Escrituras, llegó a éfeso. 25 Había sido iniciado en el Camino del Señor y, ardoroso de ánimo, hablaba y enseñaba cuidadosamente lo concerniente a Jesús, aunque sólo conocía el bautismo de Juan. 26 Comenzó, pues, a hablar con decisión en la sinagoga, como le oyeran Priscila y Aquilas, se lo llevaron consigo y le expusieron más cumplidamente el Camino de Dios. 27 Quería él pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos para que lo acogieran. Fue y aprovechó grandemente, mediante la gracia, a los que habían creído, 28 ya que con vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrándoles por las Escrituras que Jesús era el Mesías.

Sorprendentemente se intercala aquí un entreacto en medio del relato que en general se refiere exclusivamente a Pablo. Aparece una figura extraña de fisonomía propia. Sólo en este lugar se habla de ella en los Hechos de los apóstoles. Sin embargo, este Apolo no es un extraño para Pablo. Por esto se explica que Lucas presente aquí su figura, entre el segundo y tercer viaje misionero. En la primera carta a los Corintios, escrita en éfeso durante el tercer viaje, hacia el año 55-56, o sea, después de la actividad de Apolo en Corinto, habla Pablo de éste. En la fecha de la carta, está Apolo en éfeso. En 16,12 se lee: «En cuanto al hermano Apolo, le rogué instantemente que fuera a vosotros con los hermanos; pero no quería en absoluto ir por ahora; irá cuando se le presente la ocasión.» ¿Volvería Apolo nuevamente a Corinto? ¿Tendría Pablo gran interés en que volviera allá una vez más? Si en aquella carta se compara el pasaje que hemos citado con lo que inmediatamente antes se ha dicho sobre Timoteo puede sentirse en las palabras de Pablo una cierta reserva. Parece que Pablo personalmente siente afecto por Apolo. Sin embargo, sabe también que la primera presencia de éste en Corinto no había sido provechosa para la comunidad. Cuando los Hechos de los apóstoles llaman a Apolo -formado en la escuela alejandrina, quizá por el célebre filósofo y teólogo judío Filón- «hombre elocuente y versado en las Escrituras», y hablan de que en Corinto «aprovechó grandemente, mediante la gracia», y de las victoriosas polémicas con los judíos corintios, seguramente también Pablo sería de este parecer.

Sin embargo, precisamente esta actividad de Apolo le causó verdaderas preocupaciones. Nos hallamos con un estado de cosas que está condicionado por el comportamiento humano, y concretamente por la reacción de ciertos círculos en la comunidad de Corintio. Sólo indirectamente podemos barruntarlo por los primeros capítulos de la primera carta a los Corintios. Pablo habla de «discordias» en la comunidad. «Me refiero a que cada uno de vosotros dice: "Yo soy de Pablo"; "Yo de Apolo"; "Yo de Cefas"; "Yo de Cristo"» (1Co_1:12). Las frases que siguen de 1Co_3:5 muestran que Pablo cita estos cuatro grupos para no referirse abiertamente a la tensión -única que hacía al caso- entre el partido de Pablo y el partido de Apolo. En efecto, allí se dice: «Pues ¿qué es Apolo? ¿Qué es Pablo? Unos servidores, por medio de los cuales abrazasteis la fe, y cada uno es según la gracia que le dio el Señor. Yo planté, Apolo regó; pero el crecimiento lo produjo Dios.» Y en 1Co_4:6 s leemos: «En atención a vosotros, hermanos, he aplicado estas cosas como ejemplo a mi propio caso y al de Apolo... a fin de que no os infléis de vanidad, tomado partido por uno contra otro. Pues, ¿quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?»

Impresiona ver con cuánto encarecimiento y profundidad muestra Pablo en sus exposiciones las verdaderas razones, a fin de retraer a los corintios de su reacción puramente humana y superficial frente a la actividad de Apolo e invitarlos a reflexionar sobre lo esencial del mensaje de salvación. Sin duda piensa en Apolo cuando escribe en 1Co_2:1 ss: «Yo, hermanos, cuando llegué a vosotros, no llegué anunciándoos el misterio de Dios con excelencia de palabra o de sabiduría; pues me propuse no saber entre vosotros otra cosa que a Jesucristo, y a éste, crucificado... Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de espíritu y de poder, de suerte que vuestra fe se base, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.»

Así, pensando en la carta a los Corintios, leemos con sentimientos especiales nuestro relato de los Hechos de los apóstoles. Los dos testimonios no se contradicen. La actividad de Apolo resulta provechosa «mediante la gracia», aun después de lo que dice Pablo. Pero la gran preocupación por la unidad y unanimidad de la Iglesia le fuerza a llamar la atención de los corintios sobre lo decisivo en la acción de uno que está al servicio del Evangelio. No tenemos la menor razón de suponer que entrara en juego desabrimiento personal y menos todavía envidias humanas. Cierto que tampoco Pablo estaba inmunizado contra las flaquezas humanas, como lo notamos aquí y allá en sus cartas. Sin embargo, el Apóstol se esforzaba honradamente por subordinar sus sentimientos personales a la solicitud por la causa de Cristo.

Con especial interés leemos que fueron Priscila y Aquilas los que, como fieles auxiliares de la misión cristiana primitiva, se cuidaron de la perfecta instrucción de Apolo en la fe. Se menciona a Priscila en primer lugar. Lucas sabe de la participación de la mujer en la obra de salvación de la Iglesia. Su Evangelio nos muestra con atención a la mujer entre los que acompañan y sirven a Jesús.

Podrá sorprendernos ver a Apolo presentarse como testigo del mensaje de Cristo, puesto que por el bautismo era todavía discípulo de Juan. Esto es un ejemplo del amplio movimiento que había desencadenado el predicador de penitencia en el Jordán. En Alejandría, patria de Apolo, parecen haberse formado comunidades del Bautista, como también en éeso, de las que se habla en el relato que sigue (1Co_19:1 ss). Parece que todavía pasó algún tiempo hasta que el culto que se tributaba al Bautista se puso en la debida relación con la fe en Cristo. Quien lee con atención los cuatro Evangelios siente en el diseño de la figura del Bautista un empeño claro en mostrar la persona y el significado de éste en relación de servicio a la persona y a la obra de Jesús.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Pablo, en Corinto, 18:1-11.
1 Después de esto, Pablo se retiró de Atenas y vino a Corinto. 2 Allí encontró a un judío llamado Aquila, originario del Ponto, recientemente llegado de Italia con Priscila, su mujer, a causa del decreto de Claudio que ordenaba salir de Roma a todos los judíos. Pablo se unió a ellos; 3 y como era del mismo oficio que ellos, se quedó en su casa y trabajaban juntos, pues eran ambos fabricantes de tiendas. 4 Los sábados disputaba en la sinagoga, persuadiendo a los judíos y a los griegos. 5 Mas luego que llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, se dio del todo a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Mesías. 6 Como éstos le resistían y blasfemaban, sacudiendo sus vestiduras, les dijo: Caiga vuestra sangre sobre vuestras cabezas; limpio soy yo de ella. Desde ahora me dirigiré a los gentiles. 7 Y salió, yéndose a la casa de un prosélito de nombre Ticio Justo, que vivía junto a la sinagoga. 8 Crispo, jefe de la sinagoga, con toda su casa, creyó en el Señor; y muchos corintios, oyendo la palabra, creían y se bautizaban. 9 Por la noche dijo el Señor a Pablo en una visión: No temas, sino habla y no calles; 10 yo estoy contigo y nadie se atreverá a hacerte mal, porque tengo yo en esta ciudad un pueblo numeroso. n Moró allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la palabra de Dios.

Corinto, capital de la provincia romana de Acaya, era a la sazón una de las ciudades de más intenso movimiento comercial del mundo antiguo. A ello contribuía su privilegiada posición geográfica, pues, situada en el estrecho istmo que une a Grecia propiamente dicha con el Peioponeso, servía de verdadero lazo de unión entre Oriente y Occidente a través de sus dos puertos: el de Cencreas, mirando a Asia, en el mar Egeo, y el de Lequeo, mirando a Italia, en el mar Jónico. Para barcos de poco tonelaje se había hecho un pasaje terrestre adecuado, basándose en poleas y ruedas, pudiendo ser transportados de un puerto a otro sin necesidad de hacer el largo rodeo del Peloponeso 165. Nerón intentó hacer el corte del istmo y unir los dos mares a través de un canal, pero la obra quedó paralizada a los dos kilómetros 166, no llegando a realizarse dicho proyecto hasta fines del siglo pasado, en 1893.
En esta ciudad de dos mares, como la llaman los autores antiguos 167, parece que, en la época de San Pablo, había bastantes habitantes de origen latino. La antigua ciudad griega había sido totalmente arrasada por los romanos en el 146 a. C., al conquistar aquellas regiones, y sólo después de un siglo de desolación, en el 44, habla sido reedificada por un decreto de Julio César, acudiendo a ella gran número de colonos de origen itálico. Con todo, atraídos por su comercio, poco a poco se habían establecido también gentes griegas y de otras razas, comprendidos los judíos, que, al igual que en tantas otras ciudades, disponían al menos de una sinagoga. Junto a una vida comercial intensa reinaba la más desenfrenada corrupción de costumbres. En la cima del Acrocorinto estaba el templo de Afrodita, donde más de mil sacerdotisas, alojadas en confortables edificios adyacentes, ejercían la prostitución sagrada en honor de la diosa 168. Ya respecto de la antigua ciudad griega era proverbial la inmoralidad de Corinto, y los autores hablan de corintizar como sinónimo de vida licenciosa, y de enfermedad corintia para señalar ciertas consecuencias patológicas del vicio deshonesto. Y esta fama continuó. Podemos decir que Corinto era algo así como la capital de la lujuria en el mundo mediterráneo. A Corinto acudían, para gastar alegremente el dinero, gentes de las más apartadas regiones; de ahí el dicho proverbial recordado por Horacio: No todos pueden ir a Corinto, aplicado a quienes tienen que renunciar a una cosa por falta de dinero 169. No lejos de sus muros tenían lugar cada dos años los famosos juegos ístmicos (cf. 1Co_9:24-27), que, en ocasiones, podían hasta casi competir con los universalmente renombrados juegos olímpicos, celebrados cada cuatro años en la no lejana ciudad de Olimpia.
Tal era la ciudad en la que entraba San Pablo al salir de Atenas (v.1). Su estado de ánimo podemos verlo reflejado en aquellas palabras que él mismo escribirá más tarde a los corintios: Me presenté a vosotros en debilidad, temor y mucho temblor (1Co_2:3). El fracaso de Atenas (cf. 17:32-33), la intranquilidad por la suerte de los tesalonicenses (cf. 1Te_3:1-2) y la extremada corrupción de la ciudad en que entraba, debieron, de momento, de acobardarle bastante. Quizá hasta pudiera pensarse también, para explicar este estado psicológico de abatimiento, en algún recrudecimiento de su misteriosa enfermedad aludida en 2Co_12:7-9.
Sea como fuere, San Pablo comienza por buscar medios de subsistencia, uniéndose en el trabajo a un matrimonio judío, Priscila y Aquila, que habían llegado de Roma expulsados por Claudio y se dedicaban a la fabricación de tiendas (v.2-3). Probablemente este matrimonio, dada la intimidad con que desde el principio parece unirse a ellos San Pablo, era ya cristiano. Si San Lucas recalca lo de judío es para explicar el porqué habían sido expulsados de Roma 17°. Debía de ser un matrimonio de condición económica bastante desahogada, pues luego lo vemos en Efeso (2Co_18:18; 1Co_16:19) y Roma (Rom_16:3-5; 2Ti_4:19), habitando en casas lo suficientemente espaciosas para poder ser utilizadas como lugar de reunión de los cristianos. El oficio de fabricantes de tiendas (óêçíïðïéïß) ha de entenderse probablemente como fabricantes de esas telas o tejidos toscos, aptos para tiendas, que los viajeros en Oriente solían llevar frecuentemente consigo para prepararse refugio durante la noche. A esta tela, fabricada de ordinario con pelos de cabra, se le daba a veces el nombre de cilicio, debido a que su fabricación era algo muy extendido en Cilicia, patria de Pablo, donde abundaban mucho las cabras montesas de pelo áspero y duro, a propósito para esas telas. Allí, quizás en casa todavía de su padre, debió de aprender Pablo este oficio, que luego no se avergonzó de ejercer a lo largo de sus años de apostolado para no ser gravoso a sus evangelizados ni poner obstáculo a la difusión del Evangelio (cf. 20:34; 1Co_4:12; 1Co_9:12-18; 2Co_11:7-12; 2Co_12:13; 1Te_2:9; 2Te_3:8). Juzgamos menos probable la opinión de algunos autores, entre ellos San Juan Crisóstomo, que interpretan el óêçíïðïéüò como curtidor, es decir, preparador de pieles (óêõôïôüìïò) para la construcción de tiendas.
La predicación, en un principio, estuvo restringida sólo a la sinagoga (v.4), e incluso esto con ciertas limitaciones, como claramente lo da a entender lo que se dice a continuación, de que fue, una vez que llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, cuando se dio del todo a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Mesías (v.5; cf. 2:36; 5:42; 8:5; 9:22; 17:3; 18:28; 26:23). No se dice el porqué de esa actividad misional limitada; quizá fuera debido, al menos en parte, a ese estado psicológico de abatimiento a que aludimos antes, o también a la necesidad de continuo trabajo para ganarse el sustento. Ahora, al llegar de Macedonia (cf. 17:14-15) sus fieles colaboradores Silas y Timoteo, recobra nuevos ánimos con las buenas noticias que le traen de aquellas iglesias (cf. 1Te_3:5-8), e incluso puede gozar de más independencia del trabajo material, gracias a los subsidios enviados por la comunidad de Filipos (cf. 2Co_11:9; Flp_4:15), que seguramente le trajeron también ellos. El resultado de su predicación a los judíos, sin embargo, debió de ser muy escaso, y Pablo, ante la resistencia agresiva de que es objeto, determina dejar la sinagoga y dirigirse hacia los gentiles, estableciendo su centro de acción en casa de un prosélito de nombre Ticio Justo (v.6-7).
En esta nueva etapa de su predicación, que no excluye a los judíos, parece que obtuvo resultados algo más lisonjeros. Entre los convertidos se nombra expresamente al archisinagogo Crispo con toda su familia y se alude, en general, a muchos corintios (v.8). Más tarde nos dará Pablo en sus cartas los nombres de algunos de ellos: Estéfanas, Fortunato, Acaico, Gayo, Erasto, Cloe y Febe (cf. 1Co_1:11.14.16; 1Co_16:17; Rom_16:1.23). En su mayoría debían de ser de condición social humilde (cf. 1Co_1:26-29), y algunos incluso esclavos (cf. 1Co_7:21-22). Sin duda que, en medio de aquel ambiente tan corrompido de Corinto y con la enemiga encarnizada de los judíos, el apostolado debió de ser duro y proporcionaría enormes sinsabores a San Pablo. San Lucas no lo dice de manera explícita, pero suficientemente lo deja entender al hablar de la visión con que el Señor hubo de animar al Apóstol: No temas, sino habla y no calles; yo estoy contigo y nadie se atreverá a hacerte mal, porque tengo yo en esta ciudad un pueblo numeroso (v.9-10). Confortado con esta visión, Pablo se anima a seguir predicando, y prolonga su estancia en Corinto. El texto habla de que moró allí un año y seis meses (v.11), y es probable que en este cómputo no estén incluidos los bastantes días (v.18) que continuó en la ciudad después de su acusación ante Gallón. Muchos autores, sin embargo, creen que el año y seis meses se refiere a todo el tiempo de estancia en Corinto. Mas sea de eso lo que fuere, la estancia es, desde luego, prolongada, pues abarca al menos año y medio.
La actividad misional de Pablo durante este largo período apenas nos es conocida. Parece que no sólo se limitó a Corinto, sino que se extendió también a otras ciudades fuera de la capital (cf. 2Co_1:1; 2Co_11:10). Durante esta permanencia en Corinto escribió las dos cartas a los Tesalonicenses, con un breve intervalo entre la primera y la segunda.

Es acusado ante Gallón,2Co_18:12-17.
12 Siendo Gallón procónsul de Acaya, se levantaron a una los judíos contra Pablo y le condujeron ante el tribunal, 13 diciendo: Este persuade a los hombres a dar culto a Dios de un modo contrario a la Ley. 14 Disponíase Pablo a hablar, cuando Galión dijo a los judíos: Si se tratase de una injusticia o de algún grave crimen, ¡oh judíos!, razón sería que os escuchase; 15 pero tratándose de cuestiones de doctrina, de nombres y de vuestra Ley, allá vosotros lo veáis, yo no quiero ser juez en tales cosas. 16 Y los echó del tribunal. 17 Entonces se echaron todos sobre Sostenes, el jefe de la sinagoga, y le golpearon delante del tribunal, sin que Galión se cuidase de ello.

Esta comparecencia de Pablo ante Galión es un dato histórico de gran importancia para la cuestión cronológica de la vida del Apóstol. Lucio Junio Anneo Galión, hermano de Séneca, había nacido en Córdoba hacia el año 3 de la era cristiana. De él hablan varios autores antiguos, presentándolo como un hombre docto y de carácter afable, aunque de complexión enfermiza 171. Complicado en una conjuración contra Nerón, hubo de darse la muerte por orden de éste, poco después del suicidio de su hermano Séneca 172.
Respecto al tiempo de su proconsulado en Corinto tenemos datos bastante concretos gracias a una inscripción hallada en Delfos, que reproduce una carta del emperador Claudio a esta ciudad, confirmando sus antiguos privilegios. La carta está escrita en la 26.a aclamación imperial de Claudio y en tiempo en que Galión era procónsul de Acaya. De estos dos datos podemos deducir con bastante certeza que el encuentro de Pablo con Galión debió de tener lugar en la primavera-verano del año 52 173. Parece que Pablo llevaba ya en Corinto al menos año y medio (v.11), y, por tanto, su llegada a la ciudad debió de tener lugar a principios del 510 quizás a fines del 50. Los judíos, que ya desde un principio le habían declarado la guerra (v.6), quieren aprovecharse de la inexperiencia del nuevo procónsul que acababa de llegar, tomándole de sorpresa; algo parecido a lo que más adelante intentarán hacer con Porcio Festo los de Jerusalén (cf. 25:2).
La acusación de que obraba contra la ley (v.13), sin especificar de qué ley se trataba, la judía o la romana, era un tanto ambigua, confiando quizás con ello hacer más impresión en el procónsul, que, enseguida, había de pensar en la ley romana. Además, podían escudarse en que el que obraba contra la ley judía obraba también, en cierto sentido, contra la ley romana, en cuanto que la religión judía era una religión legal, protegida por las leyes romanas. Sin embargo, Galión no se prestó a estas ambigüedades, y llevó enseguida la cuestión a la ley judía, por lo que ni siquiera dejó hablar a Pablo, que se disponía a defenderse (v.14). Su respuesta, rehuyendo toda competencia en cuestiones de interpretación de la ley judía (v.14-15), es semejante a la de Pilato (cf. Jua_18:31), aunque más razonada y más firMc. También Porcio Festo se expresará de modo parecido más adelante (cf. 25:18-19). La actitud de Galión está rezumando desprecio hacia los judíos, cosa que era bastante común entre los patricios romanos de entonces. Por eso, no se contenta con decir que no quiere ser juez en tales cuestiones (v.15), sino que los echa de su tribunal (v.16), y no hace caso de que allí mismo, en presencia suya, golpeen a Sostenes, el jefe de la sinagoga (v.17). Esto no quiere decir que apoyara las ideas profesadas por Pablo; a buen seguro que, para él, éste no era sino otro judío tan despreciable como los otros, englobado en ese desprecio general a toda la raza.
De Sostenes, el jefe de la sinagoga golpeado delante mismo del tribunal de Galión, nada más sabemos. Es posible que fuera el principal instigador de la acusación contra San Pablo y, por eso, fracasado tan ruidosamente el intento, contra él se desahogarán de modo especial las iras de los presentes. Tampoco sabemos quiénes son estos que se echan sobre él, si judíos o gentiles; más probable parece esto último, pues apenas es creíble que los judíos, por muy excitados que los supongamos ante el fracaso, golpeasen en público a su propio archisinagogo. Quizás la desgracia ayudó a Sostenes a convertirse a la nueva fe, si es que es él aquel Sostenes a quien San Pablo en otra ocasión llama hermano (1Co_1:1).

Regreso a Antioquía,1Co_18:18-22.
18 Pablo, después de haber permanecido aún bastantes días, se despidió de los hermanos y navegó hacia Siria, yendo con él Priscila y Aquila, después de haberse rapado la cabeza en Cencreas, porque había hecho voto. 19 Llegados a Efeso, los dejó y él entró en la sinagoga, donde conferenció con los judíos. 20 Rogábanle éstos que se quedasen más tiempo, pero no consintió, 21 y despidiéndose de ellos, dijo: Si Dios quiere, volveré a vosotros. Partió de Efeso, 22 y desembarcando en Cesárea, después de subir y saludar a la iglesia, bajó a Antioquía.

Después del encuentro con Gallón, Pablo se quedó todavía en Corinto bastantes días (v.18). Nada sabemos de las actividades desarrolladas durante este tiempo, pero es de creer que pudo moverse con libertad sin ser ya molestado por los judíos. Cuando consideró suficientemente asegurada la fundación de aquella iglesia, determinó regresar a Antioquía punto de partida de su expedición apostólica, ¿embarcándose para Siria (v.18). No sabemos si le acompañarían Timoteo y Silas. De Timoteo, que ciertamente acompañaba al Apóstol en Corinto (v.5), no se vuelve a hablar hasta el siguiente viaje apostólico de Pablo, cuando se encontraba en Efeso (cf. 19:22); de Silas ya no vuelven a hablar los Hechos, y parece que se encontraba en Roma hacia el año 63-64, cuando San Pedro escribió su primera carta (cf. 1Pe_5:12). Los que ciertamente le acompañaron hasta Efeso fueron Priscila y Aquila (v. 18-19).
La partida fue de Cencreas, el puerto oriental de Corinto Ahí, antes de partir, se rapó la cabeza, porque había hecho voto (v.18). La noticia no deja de ser curiosa y algo desconcertante. Parece, desde luego, que esa acción señalaba el cumplimiento del tiempo para el cual se había hecho el voto, y es casi seguro que se trata del voto del nazireato. De este voto se habla en Num_6:1-21, y siempre fue tenido en gran estima por los israelitas (cf. Jue_13:2-5; 1Sa_1:11; 1Ma_3:49; Luc_1:15). Josefo habla de que era corriente entre los judíos, cuando sufrían alguna enfermedad o se encontraban en algún peligro, hacer voto, treinta días antes de aquel en que ofrecerían sacrificios, de abstenerse de vino y de cortarse el cabello. 174 Pasados esos treinta días, el nazir había de presentarse en el templo, cortando allí el cabello y ofreciendo determinados sacrificios. Sabemos que, incluso después de haberse convertido al cristianismo, muchos judíos seguían fieles a esa práctica (cf. 21:23-24). Parece que cuando el voto se había hecho en país extraño, lejano de Jerusalén, estaba permitido cortarse el cabello en el lugar de residencia y llevarlo luego a Jerusalén para ser quemado en el templo y ofrecer el sacrificio prescrito. Tal sería nuestro caso.
Pero ¿quién había hecho el voto? El texto no está claro a este respecto. Algunos autores creen que se trata de Aquila, que es el último mencionado; sin embargo, juzgamos mucho más probable que se trata de Pablo, que es el personaje principal y el que viene constituyendo el sujeto lógico de toda la narración. Además, si se tratase de Aquila, no vemos razón para que San Lucas hiciese notar ese dato, al que no le daría ninguna significación; mientras que si se trata de Pablo, es natural que lo haga notar, pues dicho voto sería la razón de por qué no consintió quedarse más tiempo en Efeso a pesar de la insistencia que le hacían (v.2o), dado que, a causa del voto, había de subir cuanto antes a Jerusalén 175. Desde luego, llama algo la atención el que Pablo, que tanto recalca en sus cartas nuestra independencia de la Ley, hiciese ese voto del nazireato; ello sólo prueba el profundo arraigo, también en él, de esa costumbre judía, que tampoco estaba prohibida al cristiano. Probablemente habría hecho ese voto en alguno de los momentos de persecución y desaliento, que tanto debieron de abundar durante su estancia en Corinto (cf. 18:9-10; 1Co_2:3).
Hay autores que relacionan el voto de que se habla aquí con el mencionado en 21:23-27, diciendo que probablemente se trata del mismo voto: hecho en Cencreas (18:18) y acabado de cumplir en Jerusalén (21:26-27). No parece sostenible esta hipótesis, si no es violentando los textos.
La parada en Efeso (v.1q) debió de ser motivada únicamente por exigencias de carga y descarga de la nave. Con todo, Pablo aprovechó la ocasión para presentarse en la sinagoga y conferenciar con los judíos (v.18). De nuevo en el mar, desembarcó en Cesárea y, después de subir y saludar a la iglesia, bajó a Antioquía (v.22). No se especifica cuál es ese iglesia, a la que Pablo sube a saludar, pero parece evidente que se trata de la iglesia de Jerusalén, la iglesia madre, a la que Pablo trató siempre con suma veneración (cf. Gal_2:9-10; Rom_15:25-27). Por lo demás, si se tratase simplemente de la iglesia de Cesárea, no es fácil que San Lucas hablara de subir, término técnico entre los judíos para indicar el viaje a Jerusalén, ciudad más elevada que el resto del país, ni que luego hablase de bajar, refiriéndose a Antioquía.
La estancia de Pablo en Jerusalén debió de ser breve. Muy pronto salió para Antioquía, ciudad de la que había partido para este largo recorrido misional. Estamos probablemente a fines del año 52 o principios del 53.




Tercer viaje misional de Pablo,Rom_18:23-28.

Pablo y Apolo,Rom_18:23-28.
23 Pasado algún tiempo, partió, y atravesando sucesivamente el país de Galacia y la Frigia, confirmaba a todos los discípulos. 24 Cierto judío de nombre Apolo, de origen alejandrino, varón elocuente, llegó a Efeso. Era muy perito en el conocimiento de las Escrituras. 25 Estaba bien informado del camino del Señor y con fervor de espíritu hablaba y enseñaba con exactitud lo que toca a Jesús; pero sólo conocía el bautismo de Juan. 26 Este, pues, comenzó a hablar con valentía en la sinagoga; pero Priscila y áquila que le oyeron, le tomaron aparte y le expusieron más completamente el camino de Dios. 27 Queriendo pasar a Acaya, le animaron a ello los hermanos y escribieron a los discípulos para que le recibiesen. Llegado allí, aprovechó mucho por su gracia a los que habían creído, 28 porque vigorosamente contradecia a los judíos en público, demostrándoles por las Escrituras que Jesús era el Mesías.

Terminado el segundo viaje misional, Pablo se detuvo algún tiempo en Antioquía (v.23), pero enseguida piensa en un tercer viaje. El centro va a ser Efeso, la capital de la provincia romana de Asia, que había visitado sólo brevísimamente al fin de su anterior viaje, y a la que había prometido volver (cf. 19-21). El camino seguido queda indicado en la frase atravesando sucesivamente el país de Galacia y la Frigia (v.23). Es la misma expresión, aunque en orden inverso, empleada ya por San Lucas con ocasión del segundo viaje (cf. 16:6). Como allí explicamos, somos de parecer que ese país de Galacia es la Galacia etnográfica o Galacia propiamente dicha, y no simplemente la provincia romana de Galacia, territorialmente mucho más amplia. Parece que Pablo, saliendo de Antioquía, en Siria, se dirigió directamente a Galacia, atravesando la cordillera del Taurus por las Ciliciae portea; pero, en vez de virar hacia la izquierda, en dirección a Derbe, como en el viaje anterior (cf. 16:1), continuó directamente hacia el norte, entrando en Galacia por su lado oriental. Esta segunda visita de Pablo a Galacia se halla confirmada en Gal_4:13, donde Pablo recuerda a los Gálatas, que estaba enfermo cuando los evangelizó por primera vez (ôï ðñüôåñïí), expresión que supone haberles hecho ya una segunda visita, cuando escribió la carta. De Galacia se habría dirigido hacia el sudoeste, atravesando Frigia (v.23) y llegando así a Efeso.
Parece que la intención de Pablo en esta primera parte de su viaje misional, atravesando Galacia y Frigia, no fue la de fundar nuevas comunidades, sino la de confirmar en la fe a las ya existentes (v.23). El laconismo de Lucas es extremado, limitándose a darnos escuetamente la noticia, sin añadir detalles de ninguna clase. No sabemos quiénes acompañarían al Apóstol. Sabemos que, una vez en Efeso, estaban con él Timoteo, Erasto, Gayo, Aristarco (Gal_19:22-29) Y probablemente Tito (cf. 2Co_2:12-13; 2Co_7:6; 2Co_12:18); pero ¿le acompañaban ya desde Antioquía, al menos algunos de ellos? Imposible poder dar contestaciones categóricas. Lo que sí nos dice Lucas es que, mientras Pablo recorría estas regiones altas de Galacia y Frigia (cf. 19:1), un nuevo predicador, con el que sin duda Pablo no contaba, estaba ayudando a su obra de evangelización en Efeso y Corinto: Apolo, judío de origen alejandrino, varón elocuente, conocedor de las Escrituras (v.24).
Es interesante este caso de Apolo. San Lucas dice que estaba bien informado del camino del Señor y enseñaba con exactitud lo que toca a Jesús, pero que sólo conocía el bautismo de Juan (v.25). En otras palabras, era verdad lo que enseñaba sobre Jesús y su doctrina, pero no era toda la verdad, hasta el punto de ignorar un elemento tan esencial como es el bautismo cristiano. Su formación cristiana debía ser muy parecida a la de esos discípulos que San Pablo encontrará en Efeso, y que tampoco conocían sino el bautismo de Juan (19:1-3). Es posible que este cristianismo incompleto de Apolo y de los discípulos de Efeso refleje el de la iglesia de Alejandría en esa época, que habría comenzado quizás con discípulos que habían escuchado en Palestina las predicaciones del Bautista, y que no conocían de Jesús sino unos cuantos hechos de su vida. Algunos textos del cuarto evangelio, escrito en Efeso a fines de siglo, sugieren también la idea de que seguían existiendo adeptos del Bautista, más o menos distanciados de los cristianos, por lo que el evangelista, a fin de conducirlos hasta el fin en la fe, tanto habría insistido en hacer resaltar el perfecto acuerdo entre el Bautista y Jesús y la subordinación de aquél a éste (cf. Jua_1:15.29-36; Jua_3:26-30; Jua_5:33; Jua_10:41). Más sea de esto lo que fuere, ciertamente la formación de Apolo era incompleta; por eso, Priscila y áquila, que oyeron sus razonamientos en la sinagoga de Efeso, le tomaron aparte y le expusieron más completamente el camino de Dios (v.26). Es de creer, aunque el texto nada dice, que, al igual que luego los discípulos que encuentra Pablo (Jua_19:5), también aquí ahora Apolo fue bautizado, quizás por áquila mismo. Determinando después pasar a Acaya, no sabemos si por asuntos particulares o para ejercer el apostolado, los fieles de Efeso escribieron a los de Corinto para que le recibiesen, siendo allí de gran utilidad a la iglesia (v.27-28). Estas cartas informativas o de recomendación eran frecuentes en la diáspora judía (cf. 28:21), y también entre los cristianos (cf. Rom_16:1-2; 2Co_3:1; Col_4:10).
A este Apolo se refiere varias veces San Pablo en sus cartas, siendo tenido por él en alta estima (cf. 1Co_1:12; 1Co_3:4-6.22; 1Co_4:6; 1Co_16:12; Tit_3:13). Quizás debido a este su importante papel en la difusión del Evangelio es por lo que San Lucas juzgó oportuno intercalar en los Hechos este episodio sobre él, interrumpiendo la narración del viaje del Apóstol.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



96(iv) Pablo en Corinto (18,1-17). Este re(-)lato presenta una detallada y fidedigna infor(-)mación sobre una de las misiones más impor(-)tantes de Pablo, aunque no dice nada sobre los acontecimientos que se evocarían posterior(-)mente en los reproches y las duras críticas de 1-2 Cor (cf. Bornkamm, Paul [? 97 infra] 68). Su llegada a esta ciudad portuaria, próspera y étnicamente diversa, capital de la provincia romana de Acaya (el Peloponeso), puede fe(-)charse en el 51 d.C. (? Pablo, ?79:9; una opi(-)nión diferente en Lüdemann, Paul [? 11 su(-)pra] 155-77; ? 1 Corintios, 49:8). 2. Áquila: Aunque se dice que es judío, el contexto (v. 18) y los datos de las cartas (1 Cor 16,19; Rom 16,3) indican que tanto él como su mujer Priscila (a la que Pablo llama «Prisca») eran ya cristianos, que habían huido de Roma y resi(-)dían temporalmente en Corinto. En las cartas no se dice que hubieran sido convertidos por Pablo (cf. 1 Cor 1,14-16; 16,15). decreto de Claudio: Promulgado en el año 49 d.C. (? Pa(-)blo, 79:10). 3. fabricantes de tiendas: cf. R. F. Hock, The Social Context of Pauls Ministry (Fi(-)ladelfia 1980). Este dato podría proceder di(-)rectamente del cuaderno de notas que sumi(-)nistró a Lucas la mejor información sobre los viajes de Pablo (así Roloff, Schneider, Weiser). en la sinagoga: cf. comentario sobre 13,14. 5. Silas y Timoteo: Es en este momento cuando se incorporan a la misión (cf. 17,14-15). dando testimonio ante los judíos: El sumario de este testimonio (cf. 9,22; 17,3; 18,28; 28,31), junto con la reacción judía (13,45) y la réplica pro(-)fética de Pablo (13,46.51; 20,26), ponen de ma(-)nifiesto su carácter de estribillo, que procede de la redacción lucana (Weiser, Apg. 485). 6. vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza: Ex(-)presión de una ley sagrada (Jue 9,24; 2 Sm 1,16), según la cual las consecuencias de una acción recaen sobre quien la realiza. 7-8. Los nombres, por lo menos, proceden de la tradi(-)ción local, pero, tal vez, no así la excesiva generalización relacionada con Crispo (cf. 1 Cor 1,14) de la que nos informa el v. 10b. 9-10. La visión en sueños del Señor exaltado (cf. 16,9) es la pieza central del relato de Corinto en el se desarrolla una intensificación, cuidadosamen(-)te planificada, de la acción hasta su culmi(-)nación en la victoria de Pablo ante Galión (vv. 14-16; cf. Haenchen, Acts 537-41). La vi(-)sión transmite la interpretación lucana de es(-)ta misión trascendental y confirma su brillan(-)te éxito (v. 8), haciéndolo derivar de la activa presencia del Kyrios. 10. pueblo: laos, la deno(-)minación sagrada de Israel se utiliza ahora en el amplio sentido que ya se le dio en 15,14. 11. un año y medio: Los años 51-52 d.C. (? Pablo, 79:9). La visión nos ayuda a comprender esta prolongada estancia en medio de una fuerte oposición. 12-17. Pablo es acusado ante el procónsul Galión, hermano mayor del filósofo Séneca (? Pablo, 79:9). El v. 18 indica que es(-)te suceso ocurrió al final de la estancia de Pa(-)blo en la ciudad, lo que nos muestra cómo se ha abreviado este período en el relato lucano. El relato de la derrota de los acusadores ju(-)díos, con su fuerte colorido local y su tono burlesco, fue, probablemente, transmitido por la Iglesia local para recordar sus orígenes (Ro(-)loff, Apg. 269). No hay razones para poner en duda la intervención de Pablo en este episodio (no obstante Lüdemann, Paul [?11 supra] 160-61). 12. ante el tribunal: El bema, o tribu(-)na monumental, que se ha descubierto recien(-)temente y está expuesto en las ruinas del ágo(-)ra corintia, puede ser la estructura que utilizó Galión (cf. J. Murphy-OConnor, St. Pauls Co(-)rinth [GNS 6, Wilmington 1983] 28.141). 13. en contra de la ley: La acusación es deliberada(-)mente ambigua, pues no se específica cuál era la ley que se había violado. Si fue así, el pro(-)cónsul no iba por mal camino. 14. Galión dijo a los judíos: Adelantándose a la propia defen(-)sa que Pablo haría de sí mismo, Galión actúa de la forma que Lucas consideraba modélica para los funcionarios públicos que se veían envueltos en controversias entre judíos y cris(-)tianos. Los cargos públicos no debían preo(-)cuparse de la ley religiosa sino de las acciones negativas contra el Estado, y de esto no podía acusarse al predicador cristiano (Lüdemann, Paul [?11 supra] 158). De nuevo nos encon(-)tramos en este punto con la parte apologética de la historiografía de Hechos (cf. 16,37-39), que será ampliamente desarrollada en los rela(-)tos de los procesos de Pablo en los caps. 21-26. 17. Sostenes: Al parecer, una turba gentil carga contra los judíos y «los golpes recaen sobre aquel que golpea» (Conzelmann). Nada indica que se trate del personaje de 1 Cor 1,1.
97 (d) Regreso a Antioquía y resumen de los viajes (18,18-23). Con una secuencia tre(-)pidante se nos hace regresar a Siria por Éfeso, y rápidamente, de forma precipitada, Pablo se encuentra de nuevo en Asia. El relato de cada parada es extremadamente breve, y la demar(-)cación de un «tercer viaje misionero», presen(-)tado en el v. 23, no se desarrolla en una se(-)cción específica del texto (? 86 supra; pero ? Pablo, 79;28.40-45). El v. 22 y el voto de nazireato (v. 18; Nm 6,13-20) indican que el via(-)je de Pablo hacia Siria tenía como destino Jerusalén, aunque nunca se mencione la ciudad ni Pablo diga en sus propios escritos que hu(-)biera hecho una visita especial en medio de las de los caps. 15 y 21 (Weiser, Apg. 501). La ma(-)yoría de los especialistas está de acuerdo en que Lucas ha tomado esta secuencia de viajes de su fuente paulina, pero la «subida» de peregrinación en el v. 22 se debe, probable(-)mente, a la propia concentración lucana en el vínculo de Pablo con la Iglesia madre (no obstante Lüdemann, Paul 141-57). 18. Priscila y Áquila: Su viaje a Éfeso está atestiguado por 1 Cor 16,19, una carta que escribió desde allí. Cencreas: Puerto marítimo de Corinto (cf. Rom 16,1). voto: Según la ley del nazireato con respecto a la consagración personal, el corte del pelo crecido durante el período del voto tenía que realizarse durante un ritual ce(-)lebrado en el templo (Nm 6,1-21). Nos sor(-)prendemos de que, al mismo tiempo que Lu(-)cas presenta a Pablo como un fiel devoto de la ley mosaica, deje aparecer su desconocimien(-)to de la forma en que se realizaba este ritual (cf. 21,23-26). 19. Efeso: Capital de la provin(-)cia romana de Asia, residencia del procónsul y ciudad comercial de gran importancia. Fue un asentamiento griego (Ionian) que mantuvo, durante el dominio romano, su papel estraté(-)gico como el punto de térmiM en el Egeo de la vía principal que, desde el Éufrates, cruza(-)ba toda la baja Asia. Este brevísimo epítome de la primera actividad de Pablo en Éfeso (w. 19b-21a) salvaguarda su misión de fundación frente a la de Apolo (vv. 24-27), al tiempo que la promesa del retorno anticipa el cap. 19, donde se contará su extensa estancia en la ciu(-)dad (19,10; 20,31). 22. Cesarea: ¿Por qué de(-)sembarcó en este puerto (cf. 10,1) si el destino era Antioquía (cf. 13,4)? Quizá por unos vien(-)tos desfavorables (Haenchen), pero lo más probable es que de este modo se indicaba el destino diferente (Conzelmann). subió: El ptc. indeterminado puede solamente referirse a la peregrinación a la elevada Jerusalén (11,2; 15,2; 21,15; 24,11; 25,1.9), desde donde se «ba(-)ja» a todos sitios (8,5; 9,32). 23. una tras otra: Lit., «por orden» (cf. Lc 1,3), es decir, a través de la región que se describe en 16,6-8.

(Bornkamm, G., Paul [Nueva York 1971] 43-77. Lüdemann, Paul [? 11 supra] 141-77.) 98 (e) Misión en Éfeso (18,24-19,40).
(i) Ministerio de Apolo (18,24-28). Esta serie de episodios unidos por su vinculación con Éfeso comienza con uno que perturba poten(-)cialmente el orden lucano. Asumiendo que ori(-)ginalmente contaba una misión en Éfeso anterior a la de Pablo (contra v. 19; así Conzel(-)mann, Schneider), vemos que Lucas lo utiliza para mostrar cómo los movimientos surgidos al margen de su historia lineal se integran en la misión trazada por los apóstoles (cf. 6,1-6; 8.14-17). Esta visión une el episodio de Apolo con el que le sigue (19,1-7). 24. Apolo: Su eru(-)dición es digna de su lugar de procedencia, es decir, de Alejandría, que era el principal centro de cultura judía en la diáspora (? Geografía bíblica, 73:25). No aparece ningún signo de la rivalidad con Pablo que nos sugiere 1 Cor 3,4-11; 4,6. 25. el camino del Señor: Lucas, o su fuente (así Roloff, Apg. 279), entendió que Apolo ya «enseñaba» (Lc 1,4) como un maes(-)tro cristiano, con fervor de espíritu: A pesar in(-)cluso de que sólo conocía el bautismo de Juan y sólo le faltaba dar un pequeño paso para el bautismo en el Espíritu (1,5; 19,2-3). ¿Indica esto que había sido discípulo de Juan (Roloff)? En todo caso, Lucas no subordina su «Espíri(-)tu» a la institución (cf. comentario sobre 8,14-17; 10,47). 26. con mayor precisión: Esta celo(-)sa pareja constituye su nexo Pablo y le da legitimidad histórica. Lucas no podía permitir que Apolo apareciese como un maestro cris(-)tiano autorizado hasta haberlo integrado, de alguna forma, en la comunión apostólica (Kásemann, ENTT 147). Sin embargo, no pudo in(-)formarnos de que este célebre misionero se bautizara de nuevo (cf. 19,5). 27. Acaya: Anti(-)cipación de su «edificación sobre» la obra de Pablo en Corinto (1 Cor 3,10). 28. Cf. 18,5; su kerigma está ya al unísono con el de Pablo.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XVIII.

3 Paul laboureth with his hands, and preacheth at Corinth to the Gentiles. 9 The Lord encourageth him in a vision. 12 Hee is accused before Gallio the deputie, but is dismissed. 18 Afterwards passing from citie to citie, he strengtheneth the disciples. 24 Apollos, being more perfectly instructed by Aquila and Priscilla, 28 preacheth Christ with great efficacie.
1 After these things, Paul departed from Athens, and came to Corinth,
2 And found a certaine Iewe named [ Rom_16:3.] Aquila, borne in Pontus, lately come from Italy, with his wife Priscilla, (because that Claudius had commanded all Iewes to depart from Rome) and came vnto them.
3 And because hee was of the same craft, he abode with them, and wrought (for by their occupation they were tentmakers.)
4 And hee reasoned in the Synagogue euery Sabbath, and perswaded the Iewes, and the Greekes.
5 And when Silas and Timotheus were come from Macedonia, Paul was pressed in spirit, and testified to the Iewes, that Iesus was Christ.
6 And when they opposed themselues, and blasphemed, [ Mat_10:14.] he shooke his raiment, and said vnto them, Your blood be vpon your owne heads, I am cleane: from henceforth I will goe vnto the Gentiles.
7 And hee departed thence, and entred into a certaine mans house, named Iustus, one that worshipped God, whose house ioyned hard to the Synagogue.
8 [ 1Co_1:14.] And Crispus, the chiefe ruler of the Synagogue, beleeued on the Lord, with all his house: and many of the Corinthians, hearing, beleeued, and were baptized.
9 Then spake the Lord to Paul in the night by a vision, Be not afraid, but speake, and holde not thy peace:

[Aquila and Priscilla instruct Apollos.]

10 For I am with thee, and no man shal set on thee, to hurt thee: for I haue much people in this city.
11 And hee [ Greek: sate there.] continued there a yeere and sixe monethes, teaching the word of God among them.
12 And when Gallio was the Deputie of Achaia, the Iewes made insurrection with one accord against Paul, and brought him to the iudgement seat,
13 Saying, This fellow perswadeth men to worship God contrary to the Law.
14 And when Paul was now about to open his mouth, Gallio said vnto the Iewes, If it were a matter of wrong, or wicked lewdnesse, O yee Iewes, reason would that I should beare with you.
15 But if it be a question of words, and names, and of your law, looke ye to it: for I wil be no iudge of such matters.
16 And he draue them from the iudgment seate.
17 Then all the Greekes tooke Sosthenes the chiefe ruler of the Synagogue, and beat him before the Iudgement seat: and Gallio cared for none of those things.
18 And Paul after this taried there yet a good while, and then tooke his leaue of the brethren, and sailed thence into Syria, and with him Priscilla and Aquila: hauing shorne his head in Cenchrea: for he had a vow.
19 And he came to Ephesus, and left them there: but he himselfe entred into the Synagogue, and reasoned with the Iewes.
20 When they desired him to tary longer time with them, hee consented not:
21 But bade them farewell, saying, I must by all meanes keepe this feast that commeth, in Hierusalem; but I will returne againe vnto you, [ 1Co_4:19 ; Jam_4:15 .] if God will: and he sailed from Ephesus.
22 And when he had landed at Cesarea, and gone vp, and saluted the Church, he went downe to Antioch.
23 And after he had spent some time there, hee departed, and went ouer all the countrey of Galatia and Phrygia in order, strengthening all the disciples.
24 [ 1Co_1:12 .] And a certaine Iew, named Apollos, borne at Alexandria, an eloquent man, and mightie in the Scriptures, came to Ephesus.

[Aquila and Priscilla instruct Apollos.]

25 This man was instructed in the way of the Lord, and being feruent in the spirit, he spake and taught diligently the things of the Lord, knowing onely the baptisme of Iohn.
26 And he began to speake boldly in the Synagogue: whom when Aquila and Priscilla had heard, they tooke him vnto them, and expounded vnto him the way of God more perfectly.
27 And when hee was disposed to passe into Achaia, the brethren wrote, exhorting the disciples to receiue him: who, when he was come, helped them much which had beleeued throgh grace.
28 For hee mightily conuinced the Iewes, and that publikely, shewing by the scriptures, that Iesus was Christ.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

En Corinto - Hacia Antioquía. Para el mundo de entonces, Corinto, capital de la provincia de Acaya, era la ciudad de las dos culturas, griega antes y romana después. Asentada en el istmo que une la Grecia continental con la isla del Peloponeso era un importante nudo de comunicaciones con dos puertos, Licaon al oeste y Cencreas al este. Rica y cosmopolita, una ciudad de población tan variada había acogido a las más diversas religiones del imperio. Con más de medio millón de habitantes, era famosa por su inmoralidad y por la gran diferencia entre ricos y pobres.
Para Pablo fue la ciudad del amor y del dolor, a la que dedica año y medio de evangelización, muchos afanes y varias cartas. Para Lucas, era la ciudad donde el Evangelio se abrió definitivamente a los paganos y al imperio romano, después del rechazo por parte de los judíos. Para los cristianos de hoy, Corinto es la ciudad donde surgió una de las comunidades de creyentes más conocidas e importantes de la Iglesia primitiva, cuya vida y dinamismo siguen inspirando a los que leemos las dos cartas que Pablo les escribió.
Corinto ocupa el lugar más importante del segundo viaje apostólico de Pablo. Las fechas de la estancia de Pablo en la ciudad son las más seguras de toda la cronología del Nuevo Testamento: desde Diciembre del año 50 hasta Junio del 52, más o menos. Lucas sitúa históricamente la actividad de Pablo en Corinto con la alusión a la expulsión de los judíos de Roma por el emperador Claudio y la mención del nombre del Gobernador de Acaya, Galión (18,12). La expulsión de los judíos de Roma, ocasionará la llegada providencial a Corinto de un matrimonio judeo-cristiano, Priscila y Áquila. Priscila, la mujer, será la animadora de la Iglesia doméstica que va a surgir en la ciudad. En la casa de estos fabricantes de tiendas y toldos, Pablo se hospedará y trabajará en dicho oficio para ganarse su sustento.
Con la mención de este matrimonio cristiano de refugiados, Lucas comienza una rápida narración de acontecimientos que culminarán ante el tribunal del gobernador romano Galión: llegada de los colaboradores Silas y Timoteo; predicación de Pablo acerca de Jesús, el Mesías, en la sinagoga; conversión, nada menos, que del jefe de la misma, Crispo; oleada de conversiones de corintios; rechazo por la mayoría de los judíos; ruptura de Pablo con los judíos y propósito de dirigirse en adelante a los paganos; acusación judía ante la autoridad romana y respuesta absolutoria de Galión para Pablo y sus compañeros creyentes.
Lucas está verdaderamente interesado en presentar el anuncio del Evangelio de Jesús como no contrario a las leyes del imperio. En realidad, Galión viene a decir con ironía que un magistrado romano de su categoría no se va a rebajar a dilucidar sobre cuestiones de sectas religiosas. Así pues, al imperio romano no le afecta la predicación de Pablo. Otra cosa, sin embargo, es lo que Lucas quiere comunicarnos. Lo hace a través del recurso de una visión nocturna que tiene el Apóstol (10s) en la que Jesús le anima a seguir hablando y no callarse, porque «en esta ciudad tengo yo un pueblo numeroso» (10). El imperio romano ya no será lo mismo desde que Pablo comenzó a anunciar el mensaje de Jesús en Corinto.
Lucas termina con un sumario de carácter geográfico en el que destaca la atención concedida por el narrador a Éfeso, campo importante de la actividad futura de Pablo. Va a comenzar su tercer y último viaje apostólico. Le acompañan Priscila y Áquila.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. "Corinto" era un centro cosmopolita, célebre por la inmoralidad de sus costumbres, y capital de la provincia romana de Acaya.

2. El "edicto" de Claudio fue promulgado en el año 49. "Aquila" y "Priscila", llamada también "Prisca" fueron colaboradores de Pablo en Éfeso (18. 18-19; 1Co_16:19) y luego en Roma ( Rom_16:3; 2Ti_4:19).

3. Ver nota 1Co_9:12-15.

6. "Sacudió su manto": este gesto es una señal de ruptura con un auditorio que se muestra recalcitrante. La expresión "que la sangre de ustedes caiga sobre sus cabezas" es típicamente semita y significa que Pablo declina toda responsabilidad ante la actitud de los judíos. Ver Mat_27:25.

12. Una inscripción encontrada en las ruinas de Delfos permite establecer que "Galión" fue procónsul de "Acaya" en el año 52. En consecuencia, la permanencia de Pablo en Corinto se prolongó desde comienzos del año 51 hasta el verano del 52. En este tiempo, Pablo escribió sus dos Cartas a los Tesalonicenses.

18. "Cencreas" era el puerto oriental de Corinto, sobre la costa del mar Egeo.

El "voto" que hizo Pablo consistía probablemente en raparse la cabeza y abstenerse de vino durante treinta días, al término de los cuales se ofrecía un sacrificio. Ver nota 21. 27.

22. Las expresiones "subió" y "descendió" indican que la Iglesia visitada por Pablo era la de Jerusalén. Ver Luc_2:42; Luc_10:30.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Pablo visita Efeso y vuelve a Antioquía. Con una breve visita a Efeso, que llegaría a ser un importante centro misionero en el siguiente viaje de Pablo (19:1-41), se puso fin al segundo viaje.18 Que Pablo se rapó la cabeza como parte de un voto que había hecho probablemente se relaciona con una forma del voto nazareo (ver Núm. 6:1-21), pues se sabe que fue practicado por los pri meros cristianos (Hech. 21:23-26). Se practicaba en gratitud por la liberación de un peligro (9, 10) y específicamente involucraba afeitarse la cabeza. Probablemente fue la expresión de Pablo de su gratitud a Dios en una forma que era culturalmente apropiada para él.

19 Es típico que, al llegar a Efeso, Pablo entró en la sinagoga y discutía con los judíos (a pesar de 18:8). Sobre la política misionera de Pablo, ver 13:5 y 46. 20 En esta ocasión, sin embargo, Pablo no pasó mucho tiempo allí como para despertar mucho interés. 21 Su promesa de volver a vosotros si Dios quiere, aparece cumplida en el próximo capítulo. 22 De ese modo, Pablo volvió a Antioquía y terminó su segunda serie de visitas misioneras.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*15:36-19:22 Segunda sección de la segunda parte del libro, que relata un largo periplo misionero, con diversas etapas y en el que Pablo evangelizó las ciudades griegas más importantes. La primera unidad (Hch 15:36-41; Hch 16:1-40; Hch 17:1-34; Hch 18:1-22) narra la evangelización de las ciudades importantes de Macedonia y Acaya: Filipos, Tesalónica, Atenas y Corinto; es lo que se conoce como segundo viaje de Pablo.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Núm 6:2; Núm 6:5; Núm 6:9; Núm 6:18; Hch 21:24;b Hch 18:2

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_16:1

NOTAS

18:18 (a) Hacia Antioquía, que sigue siendo su base de operaciones.

18:18 (b) Texto oscuro. Más que Áquila, parece ser Pablo quien hizo el voto. El que emitía un voto era nazir , ver Num 6+, por todo el tiempo de su voto (generalmente treinta días): entre otras observancias, no debía cortarse el pelo en este tiempo. No se sabe si Pablo hizo su voto en Cencreas o lo concluyó allí. Ver Hch_21:23-27, en que Pablo cumple con cuatro judíos los ritos de terminación de un voto.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_16:1

NOTAS

18:18 (a) Hacia Antioquía, que sigue siendo su base de operaciones.

18:18 (b) Texto oscuro. Más que Áquila, parece ser Pablo quien hizo el voto. El que emitía un voto era nazir , ver Num 6+, por todo el tiempo de su voto (generalmente treinta días): entre otras observancias, no debía cortarse el pelo en este tiempo. No se sabe si Pablo hizo su voto en Cencreas o lo concluyó allí. Ver Hch_21:23-27, en que Pablo cumple con cuatro judíos los ritos de terminación de un voto.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— Céncreas: Puerto oriental de Corinto.

— una promesa: Texto un tanto oscuro. Parece tratarse de un voto de nazir (consagrado) hecho por Pablo. El voto en cuestión solía durar treinta días, aunque podía durar más; mientras el voto estaba en vigor, no debía cortarse el pelo ni beber bebidas alcohólicas, entre otras prescripciones (ver Núm 6:1 ss). No está claro que haya de establecerse una relación entre este pasaje y Hch 21:23-27.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 18.2 Priscila: forma diminutiva de Prisca (Ro 16.3; 1 Co 16.19; 2 Ti 4.19).

[2] 18.2 El decreto del emperador Claudio, por el que expulsaba de Roma a los judíos, fue promulgado alrededor del año 49 d.C.

[3] 18.8 Crispo: cf. 1 Co 1.14.

[4] 18.12 Lucio Junio Galión era gobernador o procónsul romano de Acaya alrededor de los años 51-52 d.C.

[5 18.18 Promesa: Cf. Nm 6.2-18.

[6] 18.24 Apolo: Cf. 1 Co 1.12; 3.3-10; 16.12.

[7] 18.27 La región de Acaya: específicamente, Corinto, capital de la provincia.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El Apóstol llega por primera vez a Éfeso, capital del Asia proconsular. Tenía cerca de 200.000 habitantes y era una de las ciudades más florecientes del Imperio. Entre sus monumentos destacaba el Artemisión o templo de Artemisa (Diana), una de las maravillas del mundo antiguo. El teatro que dominaba la ciudad tenía capacidad para 23.000 espectadores. En este viaje, Pablo permanece en la ciudad poco tiempo. En el viaje siguiente Éfeso será, sin embargo, el centro de su misión.


Traducción En Lenguaje Actual Con Deuterocanonicos En Orden Alejandrino (2004)

[2] 18.18 Se rapó todo el pelo: Pablo había hecho la promesa del nazireo. Cuando una persona hacía esta promesa a Dios, no se cortaba el pelo ni tomaba vino. Luego, cuando terminaba el tiempo de la promesa, la persona debía raparse el pelo y presentar una ofrenda a Dios (véase Num 6:1-21).

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



SE EMBARCÓ: por otoño del 51.

|| CENCREAS: puesto oriental de Corinto, «la de dos mares».

|| SE HABÍA HECHO RAPAR LA CABEZA: esta acción señalaba el cumplimiento del tiempo para el cual se había hecho el voto. El voto de que se habla sería el nazareato o algún voto semejante. El texto algo ambiguo de Lucas no permite resolver con entera seguridad si el voto lo hizo Aquila o Pablo.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto.a

a Núm 6:18.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἐν Κεγχρεαῖς τὴν κεφαλήν WH Treg NA28 ] τὴν κεφαλήν ἐν Κεγχρεαῖς RP

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

voto...Núm 6:18.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I ἐξέπλει I] se embarcó.

Torres Amat (1825)



[3] 1 Cor 4, 12; 1 Tes 2, 9.

Jünemann (1992)


18 c. Pablo.