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Os hablo como a personas sensatas. Juzgad vosotros lo que digo. (I Corintios 10, 15) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 10

3. EJEMPLOS DE FALSA SEGURIDAD (10,1-13).

a) Los sacramentos no garantizan la salvación (1Co/10/01-05).

1 No quiero, hermanos, que ignoréis esto: nuestros padres estuvieron todos bajo la nube; todos atravesaron el mar; 2 y todos, en la nube y en el mar, fueron bautizados en Moisés. 3 Todos también comieron el mismo alimento sobrenatural; 4 todos bebieron la misma bebida sobrenatural, es decir, bebían de la roca sobrenatural que los seguía, y la roca era el Cristo. 5 Sin embargo, Dios no se complació en la mayoría de ellos, pues quedaron tendidos en el desierto.

El peligro que Pablo ve bajo la consulta más bien práctica de las carnes inmoladas a los ídolos le debió parecer tan grande que no se contenta con ofrecer un ejemplo personal, descrito con tanta minuciosidad, sino que, una vez más, busca un nuevo argumento desde un planteamiento completamente distinto. Aduce, además, algunos hechos de la historia de Israel. ¿No son traídos un poco por los cabellos? Quien así pensara, sabría muy poco de la estructura esencial de la actuación salvadora de Dios. Hoy se insiste por doquier en la historicidad del hombre, Pero con ello se busca casi siempre una simple exculpación o justificación de la situación cambiante de muchas ideas e instituciones, es decir, en cierto sentido se quiere sacudir el lastre del pasado. Se oye hablar, en cambio, mucho menos de algo que es también historicidad, a saber, que no podemos -y menos aún nos es lícito- quitarnos de encima el pasado. Cierto que la Iglesia, el cristianismo, la fe tienen que afrontar el futuro y cuentan con una promesa de asistencia para ello. Pero poseeremos el futuro sólo como herederos, esto es, en continuidad con aquel pasado del que procedemos, con aquellas raíces de las que hemos surgido. Si Cristo no ha venido a abolir, sino a cumplir (Mat_5:17), esta ley sigue siendo válida. Por eso la Iglesia ni puede atrincherarse tras la letra -ni siquiera la letra del Nuevo Testamento- como si en ella se hubiera regulado y consignado ya todo y de una vez para siempre ni puede, por el contrario, dar por nulo el Antiguo Testamento, como si estuviera ya por siempre y lisamente desbordado. No siempre resulta fácil distinguir entre lo que es letra que, en cuanto tal, ya no nos obliga, y lo que es espíritu, y permanece. Justamente la historicidad incluye la tarea de distinguir, una y otra vez, a medida que pasa el tiempo, entre estos valores.

En los ejemplos que ha venido citando hasta ahora Pablo no ha ido a espigar entre los textos veterotestamentarios de más denso contenido, como puede acaso comprobarse en el ejemplo del buey que trilla. Pero lo que aquí cita ahora tiene otro rango. ¿Por qué? Porque los ejemplos proceden de la época de la marcha de Israel por el desierto. Después del éxodo de Egipto, símbolo permanente de la liberación, el pueblo de Dios está en camino hacia la tierra prometida, símbolo permanente de la plenitud. En el espacio intermedio corre un tiempo extraño, lleno de milagros y demostraciones del amor divino, hasta tal punto que, más adelante, casi idealizado, fue celebrado como la época del amor de juventud entre Dios y su pueblo. En realidad, fue un período lleno de caídas, murmuraciones y apartamientos, de tal suerte que se puede presentar también como una cadena ininterrumpida de pecados (así en algunos salmos). No se trata de algo casual. En esta época aparece diáfanamente la total dualidad de la historia humana. Merece suma atención advertir que los cuarenta días de ayuno de Jesús en el desierto, al comienzo de su misión pública, sean una señal de esta época de la salvación, así como también que el tentador se le acerque precisamente durante este período. Todas las respuestas de Jesús a las tentaciones proceden del libro del Deuteronomio, y dentro de este contexto de la marcha por el desierto. Otros textos neotestamentarios nos permiten ver que también la Iglesia naciente se orientaba con predilección hacia esta época especial de la historia de la salvación, porque también ella se sabía sacada de la esclavitud, y en camino, expuesta, por tanto, a la tentación (1Pe_5:8 s; ,13).

Por eso Pablo puede llamar a aquellos israelitas «nuestros padres», aunque los corintios eran, en su mayor parte, no judíos. Son nuestros padres porque sólo existe una historia salvífica dentro de la cual Dios ofrece continuamente la salvación y en la que mantiene ciertas estructuras permanentes. Cuando Pablo dice: fueron bautizados, fueron alimentados, experimentamos una cierta sorpresa inicial. ¿No retrotrae así los sacramentos cristianos a una época en la que todavía no existían? él sabe muy bien que entonces no había ni bautismo, ni eucaristía cristiana. Pero sabe también, por otra parte, que el bautismo cristiano y la eucaristía hunden sus raíces allí, tienen allí su prototipo. Lo que se dio a los israelitas era -comparativamente- lo mismo que a nosotros nos comunican el bautismo y la eucaristía. Y esto precisamente es lo que constituye la unidad de la historia de la salvación. A medida que avanza, todo se hace mayor y más perfecto, pero la estructura sigue siendo la misma (como siguen siendo iguales los triángulos equiláteros, independientemente de su magnitud). Si (según 8,6), Cristo fue intermediario de la creación, fue también colaborador de la salvación ya en la antigua alianza. Se puede, pues, no sólo decir que todas las maravillas hechas en favor de aquel pueblo de la alianza antigua eran presignos y preejemplos de los medios de la gracia por venir, sino que también, a la inversa, puede afirmarse que las señales vigentes en la realidad neotestamentaria pueden retrotraerse a los niveles precedentes.

Por otra parte, en este pasaje se reconoce por primera vez que el bautismo y la eucaristía forman unidad entre sí. De suyo, no había motivo alguno, para hablar aquí del bautismo, a no ser que el Apóstol supiera ya que ambos hechos son de alguna manera espirituales, es decir, que son justamente «sacramentos». Hubiera sido difícil que Pablo hubiera encontrado, ni siquiera buscado, estas correspondencias veterotestamentarias con el bautismo, si no estuvieran tan a la mano las que se dan entre la eucaristía y el maná. Que a partir de aquí, la travesía del mar, es decir, la liberación a través de las aguas, pueda ser comparada con el bautismo, es algo evidente, dado el modo de bautizar de Pablo por inmersión en el agua (y agua corriente, con toda probabilidad).

¿Qué significa aquí la nube? ¿Está ligada en este pasaje al agua o se la piensa como elemento independiente, en cuanto que es signo de la presencia eficaz de Dios? En todo caso, la nube es siempre, en la marcha por el desierto, manifestación graciosa de la alianza divina23. Ambas juntas, agua y nube, se hacen signos casi sacramentales sólo a través de Moisés. «Bautizados en Moisés», se dice, imitando por anticipación la realidad de Cristo, en el sentido de que los israelitas, adhiriéndose a Moisés, participaban de su relación de gracia con Dios, del mismo modo que participamos nosotros de Cristo a través del bautismo (Rom_6:3).

Si alguien no se considera satisfecho con este modo de pensar, puede, en todo caso, sacar una lección: no se trata de rebajar los dones salvadores veterotestamentarios para encumbrar los del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento no tiene necesidad de recurrir a estos métodos para mostrar su superioridad. Damos más gloria a Dios si reconocemos agradecidos el progreso del uno al otro, sin dejar de ver su unidad total. Los detalles de la comparación son, en este sentido, menos importantes y no deben tomarse al pie de la letra. Lo que a Pablo le interesa es poner en guardia frente a los gnósticos de Corinto, tan seguros de sí: no penséis que los sacramentos que habéis recibido sean ya un salvoconducto para cualquier género de comportamiento. Se puede haber recibido el bautismo de una vez para siempre, se puede haber recibido la eucaristía muchas veces y, no obstante, ser rechazados por Dios.

Existía una leyenda judía según la cual la roca de la que brotó el agua acompañó al pueblo en su marcha por el desierto. Al Apóstol le vino bien para aludir a la realidad de Cristo, que está siempre cerca de nosotros, los cristianos, para comunicar la vida, como lo estaba cerca de su pueblo, de una manera acomodada a su mentalidad. Merece la pena mencionar el hecho de que Cristo, como roca vivificante, aparece en otros escritos neotestamentarios, y de una manera muy especial en aquella escena de la fiesta de las tiendas en la que Jesús proclama que debe acudirse a él para beber agua (Joh_7:37 ss).

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23. La nube, como shekinah (es decir, como tienda o presencia de Dios) es un hacerse visible la majestad. Lo que dice el Nuevo Testamento sobre la doxa (la gloria) recibe, por tanto, desde aquí, una cierta dosis de cosa visible, de contemplación.

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b) Los que desafían al Señor (1Co/10/06-11).

6 Estos acontecimientos fueron prefiguraciones para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos. 7 Y no seáis idólatras como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: El pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantaron a danzar. 8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron y cayeron veintitrés mil en un solo día. 9 Ni tentemos al Señor, como lo tentaron algunos de ellos, pereciendo por causa de las serpientes. 10 Ni murmuréis, como murmuraron algunos de ellos, muriendo a manos del exterminador. 11 Estas cosas les sucedieron como hechos figurativos, y fueron consignadas por escrito para que sirvieran de advertencia a nosotros, que hemos llegado a la etapa final de los tiempos.

La sección transcrita está encuadrada por una palabra que caracteriza exactamente las ideas antes desarrolladas sobre la relación entre Antiguo Testamento y Nuevo: typos = (pre)figura. La teología actual sigue teniendo en cuenta, y hoy de manera renovada, estas relaciones con la «tipología». La figura o tipo debe distinguirse estrictamente de la alegoría (que también se da en el Nuevo Testamento), y que extrae, de un texto, algo intemporal, distinto.

En el typos, por el contrario, subyacen contenidos teológicos esencialmente iguales, que marchan en la misma dirección. Como se ve por nuestros ejemplos, consiste en que una determinada acción salvadora divina es, a su vez, exposición previa de la salvación venidera, porque Dios lo ha querido así. La figura o typos no puede ser entendida, por consiguiente, en un sentido moral, pero tampoco en el sentido platónico de idea ejemplar, porque en Platón esta idea es algo perfecto, respecto de lo cual toda realidad temporal sólo puede ser disminución o debilitamiento, mientras que en la historia de la salvación lo anterior es superado, llevado a su plenitud por lo posterior. En este caso se encuentran los paralelos entre Cristo y Adán24. Adán es, en algunos de sus rasgos esenciales, preexposición de Cristo, porque en Cristo comienza la nueva creación, que supera a la creación primera. Como puede comprobarse por nuestro pasaje, también es posible establecer una correlación entre Moisés y Cristo: Moisés mediador de la alianza antigua, Cristo mediador de la nueva alianza (cf. Heb_9:15 ss).

Pero al crecer la obra salvadora de Dios crece también la responsabilidad y el riesgo del hombre que entra a formar parte de la alianza. Ya el Antiguo Testamento contrapone a la acción salvadora de Dios la conducta rebelde y desagradecida de los elegidos y agraciados. Eran codiciosos, servían a los ídolos, se entregaban a la lujuria. Estos tres pecados marchaban de hecho a la par. El culto pagano llevaba a ello, debido a sus signos sensibles y a sus goces sensuales. Los israelitas habrían configurado de buena gana el culto a Yahveh de acuerdo con las desenfrenadas fiestas orgiásticas del paganismo. Muchas veces lo que pretendían de suyo no era apartarse de Yahveh, sino adorarle al modo como los paganos veneraban a sus dioses.

A través de estas alusiones bíblicas del Apóstol nos viene fácil y diáfanamente a la memoria la paralela conducta, o al menos la tentación, a que se veían expuestos los relajados corintios (cf. el capítulo 6). Pablo añade otros dos pecados típicos de la generación del éxodo: la tentación y la murmuración. «Tentación» significa aquí someter a prueba, en cuanto que se intenta hacer coexistir la santidad del Señor con los pecados. Pablo encuentra aquí natural, una vez más, que bajo la palabra Kyrios -con la que la traducción griega del Antiguo Testamento designa a Dios- sus oyentes o sus lectores entiendan a Cristo. La murmuración, típica de aquella generación, pero también de las que la siguen -recuérdense las parábolas de Jesús sobre los obreros de la viña y sobre el hijo pródigo- no era acaso tan acusada en aquel momento entre los corintios; pero no le falta razón al Apóstol para temer que se produciría, debido a las exigencias de su carta. Sintetizando, Pablo declara una vez más que estas cosas, que sucedieron realmente en el pasado, fueron escritas para los venideros; y ahora lo dice con más precisión: para nosotros, para los cristianos, para la comunidad salvífica del Nuevo Testamento, en cuya historia alcanza todo su cumbre. Allí donde la salvación definitiva está más cercana, son también mayores los peligros. La expresión de que «ha llegado la etapa final de los tiempos» dice negativamente aquello mismo que Jesús decía positivamente con su proclamación del reino de Dios. Todos los escritos del Nuevo Testamento se basan en la conciencia de que nuestro tiempo, el tiempo mesiánico, es el último, porque lo que venga a continuación será del todo diferente.

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24. Rom_4:14 s; 1Co_15:45 s.

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c) Dios es fiel para los que en él confían (1Co/10/12-13).

12 Por lo tanto, el que crea estar seguro, mire no caiga. 13 Ninguna tentación os ha sobrevenido que fuera sobrehumana. Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; por el contrario, junto con la tentación, os proporcionará también el feliz resultado de poderla resistir.

TEMOR/SEGURIDAD: El peligro más grave que, según Pablo, ronda a los corintios es el de su seguridad fundada en sí mismos. Se comportan y se sienten como si ya para ellos no existiera peligro alguno. Se permitían ciertas libertades como si dispusieran ya de su propia salvación. Cierto que la fe y los sacramentos dan ya desde ahora, en cierto modo, la salvación futura. Pero en ningún creyente ha dejado de tener vigencia aquella característica esencial del ser humano que nosotros llamamos estado de peregrinación. Mientras un hombre vive, hay motivos para esperar y motivos para temer. Aquel que excluye uno de los dos extremos comete uno de los más graves pecados. No que un creyente no pueda de suyo pensar que está en gracia; pero, al tiempo que lo piensa, debe considerar también que puede perderla, y tan rápidamente que es posible en este mismo instante. Nadie está tan de pie que no pueda también caer. El Apóstol insiste en la nota de precaución: El que crea estar seguro, mire no caiga...

Existe, en efecto, un poder que está siempre al acecho para ver de derribarnos en el momento más impensado. Esta idea parece estar al fondo de todo el pensamiento del Apóstol cuando considera como meramente humana la tentación que hasta ahora les ha acometido. Sabe que antes del fin, las fuerzas demoníacas y, en definitiva, el demonio mismo, harán los más poderosos esfuerzos para arrebatar al hombre la salvación (cf. Eph_6:10-17). Todo lo cual concuerda perfectamente con el padrenuestro, en el que nos armamos con la oración frente a tales tentaciones. Con todo, en este pasaje Pablo no quiere insistir tanto en el peligro. Prefiere, más bien, ofrecer la sólida ancla de la esperanza. A aquel a quien ha llamado a la fe, quiere Dios salvarle también de todos sus peligros. En la primera gracia están ya preparadas las restantes, que son necesarias para llegar a la glorificación. Lo cual equivale a decir que no quiere ahorrarnos las tentaciones, pero que conoce muy bien la medida de lo que se nos puede exigir y así, a la tentación, va vinculada ya la gracia para poder superarla, en vez de sucumbir ante ella.



4. DECISIONES PRACTICAS EN LA CUESTIÓN DE LAS CARNES INMOLADAS (,1).

a) Participación en el cuerpo de Cristo (1Co/10/14-17).

14 Por eso, mis amados hermanos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a personas sensatas; juzgad vosotros de lo que digo. 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es tener parte en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es tener parte en el cuerpo de Cristo? 17 Porque es un solo pan, somos, aunque muchos, un solo cuerpo; ya que todos participamos de un solo pan.

Como ya hemos visto en otras ocasiones, el versículo 14 puede valer tanto como resumen de las reflexiones precedentes que como nuevo arranque de la sección que sigue. En todo caso, el énfasis de la expresión y la llamada a comprender a fondo el pensamiento antes expuesto, prepara el camino para las notables afirmaciones siguientes.

Estos versículos tienen suma importancia también para nosotros y por diversas razones. Recibimos aquí preciosas conclusiones sobre el misterio central de la Iglesia: la celebración y la intelección de la eucaristía. No sabemos qué extrañar más, si el hecho de que en todos los demás escritos del Nuevo Testamento apenas si se nos dice nada sobre este gran misterio, o que aquí se nos dé (y debamos agradecer) un testimonio tan preciso y de tanta transcendencia. Es preciso pesar con escrupuloso cuidado cada palabra, para intentar percibir hasta los menores matices de estos dos versos, que contienen el misterio eucarístico de la Iglesia.

«La copa de bendición.» Nos hallamos ante una frase ya consagrada, procedente del judaísmo. Estas palabras eran la expresión más elevada para designar la cena pascual. A lo largo de la comida ritual, que se prolongaba varias horas, se escanciaban cuatro veces las copas. La más importante de todas ellas era la tercera, porque era entonces cuando el padre de familia o el que presidía la mesa pronunciaba la oración de acción de gracias o de bendición. Estaba, pues, por lo mismo, adornada con guirnaldas. En épocas posteriores se cerraron también de parecida manera, con oración de acción de gracias y con una «copa de bendición», otros banquetes solemnes. El hecho de que Pablo pueda dar por conocida esta práctica, es un indicio seguro de que ya la primitiva Iglesia de dentro y de fuera de Palestina había hecho suyo este lenguaje para designar con él la eucaristía.

«...que bendecimos». ¿Para qué esta reduplicación? ¿Tal vez para distinguir el cáliz cristiano de las copas de los judíos y acaso también de las de los paganos? No es indispensable ver en esta frase una alusión a las palabras de la consagración; pero con estas breves sentencias no se significa prácticamente nada más -y nada menos- que la oración eucarística de la Iglesia, con la que ella hace lo que el Señor ya hizo: «dar gracias (bendiciendo)». El hecho de que aquí no diga eukharistoumen, sino eulogoumen, apenas establece diferencias. Ambos vocablos se usaron durante mucho tiempo con el mismo significado. Aquí estaba más indicado el segundo, dada la expresión ya acuñada: copa de bendición (eulogia).

«¿No es participación en la sangre de Cristo?» Mediante el acto de la bendición eucarística, el contenido del cáliz se ha convertido en la sangre de Cristo. Esta copa es, para todos los que beben de ella, participación en la sangre de Cristo. Acaso podría decirse algo más: participación comunitaria, comunión con alguien mediante la participación en algo. Muchas traducciones dicen aquí: «comunión en el cuerpo de Cristo». Por mucho que se pretenda hoy día dar preferencia al concepto de comunión, en razón de su contenido personal, la verdad es que no ofrece una buena conexión lógica con la «sangre de Cristo». Es bien cierto que al beber la sangre de Cristo se establece la comunión con Cristo. Pero lo que aquí aparece en primer término, lo que sucede sacramentalmente -es decir, de modo visible- es algo objetivo, es «un tener parte en». Para Pablo lo espiritual personal era tan evidente que no necesitaba acentuarse.

«El pan que partimos ¿no es tener parte en el cuerpo de Cristo?» Existe un paralelismo innegable entre este versículo y el precedente. «Partir el pan» no es originariamente una designación aplicada en exclusiva al banquete eucarístico. Pero el sentido paralelo parece indicar ya una evolución en este sentido. ¿Por qué se ha puesto primero la afirmación de la copa? Probablemente porque la base de la argumentación enlaza mejor con la frase sobre el pan.

«Porque en un solo pan somos, aunque muchos, un solo cuerpo.» ¡Sorprendente giro! Se hablaba del pan y del cuerpo, del pan que en la celebración eucarística se hace cuerpo de Cristo. Pero ahora, de súbito, se pasa de un cuerpo a otro cuerpo, o mejor dicho, se hace ver que, mediante esta celebración, Cristo no sólo recibe un cuerpo bajo la figura de pan, sino también un cuerpo bajo la forma de comunidad, de Iglesia; más aún, que la forma de pan que toma el cuerpo se ordena propiamente a hacer real y visible la Iglesia como cuerpo de Cristo. Ambas significaciones y realidades del cuerpo se encuentran en el acontecimiento eucarístico, en que, a partir de un pan, los muchos no sólo reciben su parte, sino que, por la recepción de esta parte, se convierten de misteriosa manera en aquel todo que es el cuerpo de Cristo.

Eran varias las ideas y elementos expositivos puestos a disposición de Pablo y de la comunidad a los que el Apóstol podía recurrir para ofrecer esta síntesis. Pero podría darse el caso de que, por así decirlo, esta misma abundancia de elementos le arrastrara a una serie de conceptos que no estuvieran ya en la linea de la idea principal. Con todo, en el fondo de su espíritu, la preocupación por la unidad de la comunidad está presente en todos los temas y pensamientos del Apóstol. Pablo tenía, pues, a su disposición el acto sensible y perceptible de la partición del pan que, al menos en principio, se hacía de modo que cada participante recibiera una porción del mismo pan. Es probable que en una comunidad tan numerosa ya no fuera posible que todos los participantes comieran de un solo pan, sobre todo porque en la antigüedad no se cocían panes tan grandes como los que se pueden cocer hoy. Pero el contenido íntimo de unidad del banquete eucarístico había desbordado ya de tal modo la expresión exterior, que el simbolismo de unidad siguió siendo básico aun en los casos en que debían partirse varios panes. Otro de los elementos previos al Apóstol era la idea de que la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Forma parte de la didáctica, probablemente inconsciente, psicologico-retórica, pero excelente, del Apóstol, empezar a mencionar ya desde ahora un tema tan importante como éste, que luego se desarrollará con mayor detalle en el capitulo siguiente.

¿Por qué se recurre al pan, y no a la copa, para exponer estas ideas? Acaso porque la forma sólida del pan hace más sensible y perceptible la forma visible de la comunidad. Si la Iglesia quiere ser verdaderamente el sacramento de la salvación, la señal y el instrumento de la unión con Dios y de unos con otros, es preciso que los creyentes se conozcan entre sí en este sacramento del altar. «En este pan véis lo que sois.» «En este pan recibís lo que sois.» Innumerables veces ha citado el gran doctor de la Iglesia, Agustín, este versículo cuando explicaba este sacramento, porque responde a un aspecto de la eucaristía que revestía gran interés en aquel ambiente de sus controversias contra los que, en su época, dividían la Iglesia. Responde también al fruto de que la Iglesia de nuestros tiempos se halla más necesitada para el crecimiento y la autenticidad tanto de su vida interior como de su testimonio eficaz ante el mundo.

b) Comensales a la mesa de los demonios (1Co/10/18-22).

18 Mirad al Israel según la carne: los que comen de los sacrificios ¿no están en comunión con el altar? 19 ¿Y qué quiero decir con esto? ¿Que lo inmolado a los ídolos es una realidad? ¿O que el ídolo es algo? 20 De ninguna manera: sino que lo que sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios. 21 No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis formar parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios. 22 ¿O es que vamos a provocar a celos al Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?

La comunión eucarística a una misma mesa significa y causa, por el cuerpo y la sangre, una unión íntima con el Señor vivo. Hemos sido instruidos desde niños en esta idea y hemos visto cuán excepcional e incomparable es aquello que antes se llamaba y también hoy seguimos llamando la sagrada comunión. Pero lo que supimos menos, de niños, es que algo parecido a la comunión se daba también entre los judíos e incluso entre los mismos paganos. Cuando se nos acentuaba la transformación del pan y del vino, no teníamos la menor posibilidad de comprender que, de acuerdo con la idea del sacrificio de todos los pueblos, también ellos tenían a la vista una especie de transformación en sus sacrificios. La consagración a la divinidad se hacía simbólica y real mediante los sacrificios quemados en el altar. El fuego, que según el concepto de los hombres sumergidos en las circunstancias primitivas de la historia, venía indiscutiblemente del cielo, más que consumir la carne sacrificada, lo que hacía era transformarla. Aquel que comía de esta carne -así ahora penetrada por las fuerzas de la divinidad- quedaba unido a esta misma divinidad. Doquiera se llevaba a cabo un sacrificio, sabían bien los sacrificantes que mediante la participación en el banquete sacrificial -y este banquete era siempre un elemento fundamental del sacrificio- se convertían en invitados de la divinidad, beneficiarios de dones divinos. La comunión no es, pues, una invención del cristianismo, como tampoco lo es el bautismo. Aquello que la religiosidad natural encontró desde sí misma, aquello de lo que el anhelo, la intuición y la esperanza del alma humana daba testimonio, todo esto ha sido confirmado y llevado a plenitud por la revelación de Dios en Cristo. «Todas las promesas de Dios en él se hicieron "sí"» (2Co_1:20). La evidente certeza de la realidad sacramental del culto es presupuesto previo para la argumentación del Apóstol, que se desarrolla ahora de acuerdo con el pequeño tema adicional del versículo 17. El versículo 18 considera la realidad del culto judío, que en aquel tiempo todavía se seguía celebrando en Jerusalén; los versículos 19 y 20 se refieren al culto pagano. Una vez que Cristo hubo llevado a plenitud, con su sacrificio personal, toda la esencia del sacrificio, el culto judío se había convertido en una actividad religiosa desprovista de valor. Casi se podría decir que en un trágico correr en el vacío. Algo de esto parece que quiere decir Pablo cuando habla del Israel según la carne. Pero, visto en su totalidad, no cabe duda que los participantes en el sacrificio estaban en comunión con el altar. Y aquí, de acuerdo con el genuino modo de hablar judío, altar significa Dios. Estaban en comunión con Dios, participaban de la vida divina.

Al referirse a los sacrificios paganos, Pablo podría haber rehusado reconocer a los dioses esta misma realidad. Y, sin embargo, para él es indudable que también aquí se da o acontece esta misma realidad -si no divina, sí demoníaca-. La idea de que la nada de la fe y del culto a los dioses están, en última instancia, bajo el poder de los demonios, se ha proclamado ya, de diversas maneras, en el Antiguo Testamento, de tal suerte que esta observación de Pablo puede considerarse como una cita libre 20.

Sigue luego, a título de conclusión, una invectiva que recuerda la sentencia del Señor sobre los dos señores en el sermón de la montaña. La expresión se construye en dos frases paralelas, en las que la copa ocupa de nuevo el primer lugar. «La mesa» puede indicar la totalidad, tanto respecto de los banquetes cúlticos paganos como de la eucaristía cristiana; pero su doble formulación en el paralelismo pudo impulsar a mencionar la doble forma del banquete eucarístico.

Con un giro formulado en forma de pregunta retórica tomada del contexto del canto de Moisés (Deu_32:27 ss) ya aludido en las líneas precedentes, se cierra la linea del pensamiento. La pregunta ¿somos más fuertes que él? pone en claro, una vez más, a quién va dirigida, en primer término, esta reflexión: a los fuertes de Corintio.

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26. Cf. Deu_32:17; Psa_96:5; Psa_106:37.

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c) Casos particulares (/1Co/10/23-30).

23 «Todo está permitido»; pero no todo es conveniente. «Todo está permitido»; pero no todo es constructivo. 24 Ninguno busque sus propios intereses, sino los del prójimo. 25 Comed de todo lo que se vende en la carnicería, sin preguntar nada por motivos de conciencia; 26 pues del Señor es la tierra y lo que ella contiene. 27 Si un pagano os convida y queréis ir con él, comed de todo lo que os ponga, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 28 Pero si alguno os dice: «Esto ha sido ofrecido en sacrificio», no lo comáis, en atención al que os lo advirtió y a la conciencia. 29 Cuando digo «conciencia» no me refiero a la propia, sino a la del otro. Pues, ¿por qué mi libertad va a ser juzgada por la conciencia de otro? 30 Si yo me tomo mi parte con acción de gracias, ¿por qué me van a echar en cara una cosa por la que he dado gracias?

Una vez alejado el peligro de que se interprete mal y se falsee en Corinto la doctrina paulina de libertad, puede el Apóstol pasar a la exposición de las instrucciones prácticas que se derivan de sus principios. Enumera tres casos concretos, no sin volver a recordar de nuevo el principio básico ya formulado en un contexto anterior (6,12). No les vendrá mal reconocer que también en este caso siguen en vigor los mismos principios.

El primer caso es diáfano y transparente: lo que se vende en el mercado puede comprarse y comerse sin más preocupación; se excluye aquí toda apariencia de culto a los dioses. El segundo caso es algo más personal: la invitación a comer con un infiel. También aquí tiene vigencia una libertad de principio; pero entonces -y éste sería el tercer caso- acaso se haga necesario establecer una limitación: si alguien, probablemente algún otro invitado cristiano más trabajado por las dudas, hace notar expresamente que es carne sacrificada a los ídolos, es preciso mostrarse circunspecto y respetuoso con los débiles. Más dificultad presentan los versículos 29 y 30. ¿Quién habla aquí? ¿Cede Pablo la palabra a un contrincante? Esto haría buen sentido, de acuerdo con el texto principal. Pero no se compagina bien ni con el «pues» introductorio ni con lo que se dice, a modo de respuesta, en el versículo 31. Y así, parece mejor considerar que en estos versículos Pablo sigue exponiendo sus propias ideas. Dice, pues: si tú renuncias a esta circunspección, no por eso puedes ya ser condenado por la conciencia de los demás; estos otros no tienen derecho a pensar que seas un mal cristiano. El sano puede comer lo que acaso el enfermo no pueda. Pero el sano tampoco va a enfermar porque renuncie a esta comida.

d) Lo definitivo para todos los casos (1Co/10/31-11/01).

31 Así pues, ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. 32 No seáis motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios. 33 Así también yo procuro agradar a todos en todo, sin buscar mi propio provecho, sino el de todos, para que sean salvos. 11. 1 Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

Pablo no sabe quedarse en consejos de casuística práctica. Quiere exponer de nuevo toda la cuestión en su total anchura y profundidad. A propósito del tema de la comida de ciertas carnes, aplica y generaliza lo que él considera esencial para un cristiano en toda clase de comidas, y bebidas, y aun en todo género de actividad. Es decir, en ningún caso se detiene en los actos religiosos solamente. Para un cristiano toda está referido a Dios; para un cristiano todo sirve a la gloria de Dios. Ya coma o beba, todo cuanto hace dentro de su existencia humana, y en el uso de las cosas del mundo que el Creador ha destinado al hombre, en todo esto debe marchar hacia Dios, por todo esto debe dar gracias a la divinidad. Y sentirá una alegría mucho más profunda al recordar cuál puede ser el destino de su vida: dar gloria a Dios.

Un doble pensamiento cierra el tema: en primer lugar, de nuevo, la advertencia de que se evite, en todos los aspectos, el escándalo, tomando para ello ejemplo del mismo Pablo. A lo que se añade, con un giro totalmente sorprendente, la alusión al ejemplo de Cristo27. La sentencia es tan rotunda en sí que permite una aplicación general. En ella se expone el principio de la imitación en el sentido de seguimiento, y el seguimiento en el sentido de imitación. La comunidad debe mirarse en el espejo que la vida del Apóstol les ofrece. Pablo ha contrapuesto con suficiente energía su conducta a la de ellos. Entran aquí tanto la audición de la palabra como la contemplación de la existencia vivida. Ambos aspectos deben iluminarse mutuamente. Esto mismo ocurrió en Jesús. Tras la imagen de la vida del Apóstol y bajo sus palabras se hace visible el mismo Jesús. En esta sentencia ha sintetizado realmente el Apóstol toda la vida de Cristo, que no se complació sólo a sí mismo (Rom_15:3), sino que se entregó por nosotros, los muchos, aunque de una manera que no es directamente visible y perceptible para todos. Así ha comprendido Cristo el sentido de su misión y así ha sido entendido, como cumplimiento de las profecías del siervo de Yahveh. Tenemos que partir del hecho de que Pablo tiene siempre ante los ojos esta norma definitiva, aunque no siempre lo afirme expresamente.

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27. Esta idea aparece aquí de una forma tan inesperada que en la división de capítulos efectuada en el siglo Xlll se creyó que formaba parte del capítulo siguiente. Esta decisión fue ciertamente errónea, pero se comprende fácilmente par qué se llegó a ella.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



El ejemplo de lo sucedido a los israelitas, 10:1-13.
1 No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, que todos atravesaron el mar, 2 y todos en la nube y en el mar fueron bautizados en Moisés; 3 que todos comieron el mismo pan espiritual, 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo; 5 pero Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, pues fueron postrados en el desierto. 6 Esto fue en figura nuestra, para que no codiciemos lo malo como lo codiciaron ellos, 7 ni idolatréis, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y beber y se levantaron para danzar. 8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, cayendo veintitrés mil en un día. 9 Ni tentemos al Señor, como algunos de ellos le tentaron y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, acabando a manos del exterminador. 11 Todas estas cosas les sucedieron a ellos en figura y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes tocó vivir en la última fase de los tiempos. 12 Así, pues, el que cree estar en pie, mire no caiga; 13 no os ha sobrevenido tentación que no fuera humana, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito, dándoos el poder de resistirla.

Sigue el Apóstol presentando razones para mover a los corintios a que sean cautos en la cuestión de los idolotitos. Si antes los exhortaba apoyándose en motivos de caridad hacia los hermanos débiles en la fe, ahora los exhorta poniéndoles delante el peligro para ellos mismos de caer en la idolatría. Que no se fíen demasiado de sí mismos, como no se fiaba el mismo Pablo (cf. 9:27), y tengan presente el caso de los israelitas en su salida de Egipto, regalados todos por Dios con extraordinarios favores, y, sin embargo, la mayor parte de ellos fueron descalificados, sin lograr llegar hasta la meta de la tierra prometida. Este ejemplo era tanto más expresivo cuanto que, como ya explicamos al comentar Hec_5:11, la comunidad israelítica del desierto era considerada por las primitivas comunidades cristianas como la comunidad ideal, tipo de la futura comunidad mesiánica, que eran ellos. Es así como se entienden mejor las aplicaciones que aquí hace San Pablo.
Comienza haciendo notar las gracias extraordinarias con que Dios favoreció a los israelitas 173: todos bajo la nube., todos bautizados en Moisés., todos comen el mismo pan y beben la misma bebida. (v.1-4). Las alusiones a determinados hechos históricos narrados en la Biblia son claras: la nube (cf. Exo_13:21; Sal_105:39; Sab_10:17; Sab_19:7), el paso del mar Rojo (cf. Exo_14:19-31; Sal_106:9-12; Sab_10:18-19), el maná (cf. Exo_16:15; Sal_78:24; Sab_16:20-21), el agua que brotó de la roca (cf. Exo_17:1-7; Sal_78:15-16; Sab_11:4). Sin embargo, es muy de notar el modo como San Pablo presenta esos hechos, proyectando sobre ellos la imagen de otros hechos cristianos (bautismo y eucaristía), de los que aquéllos habrían sido tipo o figura 174. Algo parecido había hecho San Esteban en su discurso ante el sanedrín respecto de Moisés y Jesucristo (cf. Hec_7:35-38). Por eso habla de ser bautizados en Moisés en la nube y en el mar (??? ??? ?????? ??????? ^???? ?? ?? ?????? ??? ?? ?? 3?????? , ? .2), presentando esos dos hechos de estar bajo la nube y atravesar el mar cual si estuviesen insinuando el bautismo cristiano en sus dos elementos esenciales, el Espíritu Santo y el agua. Guiados por la nube, signo de la presencia y protección de Yahvé, y atravesando el mar, que los liberaba del dominio del faraón, los israelitas quedaron vinculados a Moisés, el caudillo elegido por Dios para mediador de la alianza que pensaba establecer (cf. Exo_19:3-8), lo mismo que por el bautismo los cristianos quedamos, aunque en más alto grado, vinculados a Cristo, el mediador de la nueva alianza (cf. 6:11; Rom_6:3-11; Gal_3:27-28; Jua_1:17). En cuanto al maná y al agua que brota de la roca 175, los llama comida y bebida espiritual (??????????? ), parece ser que no tanto por razón de su origen sobrenatural, cuanto por su carácter prefigurativo del pan y vino eucarísticos (cf. Jua_6:48-50). Es lo que dirá luego de modo más explícito, al escribir que todas estas cosas sucedieron a los israelitas en figura (v.11).
Hasta aquí la parte hermosa de la medalla; mas viene en seguida el reverso. Fueron muchos los favores concedidos a los israelitas., pero Dios no se agradó de la mayor parte de ellos y perecieron en el desierto víctimas de la cólera divina (v.5-10). También aquí las alusiones a determinados hechos históricos narrados en la Biblia son claras: el desagrado divino castigándoles a morir en el desierto (cf. Num_14:1-29), la añoranza por las carnes y pescados de Egipto (cf. Num_11:4-6), las danzas del pueblo en torno al becerro de oro (cf. Exo_32:1-6; Sal_106:19), la fornicación con las mujeres de Moab (cf. Num_25:1-9; Sal_106:28-29)176, las quejas contra el Señor de que no les dé otra comida que el maná (cf. Num_21:4-6), las murmuraciones contra Moisés y Aarón (cf. Num_16:1-31; ). Ese exterminador, de que se habla en el v.10, no es sino una manera de hablar para indicar el castigo divino, que se describe cual si Dios dispusiera de un ángel determinado para llevarlo a cabo (cf. Exo_12:23; 2Sa_24:16; 2Re_19:35; Ecli 48:21; Hec_12:23).
Presentada así la medalla por las dos caras, San Pablo saca la conclusión: Todas estas cosas les sucedieron a ellos en figura y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes tocó vivir en la última fase de los tiempos (v.11). Esta última fase de los tiempos (?? ???? ??? ?????? ) se inicia con la venida del Mesías y en ella cobra realidad todo cuanto anteriormente Dios había ido preanunciando en figuras (cf. Rom_1:17; Gal_4:4.24; Col_2:17; Hec_1:20). Que no se confíen, pues, demasiado los corintios (v.12); lo que sucedió a los israelitas, cayendo en la idolatría y fornicación, fácilmente puede sucederles a ellos, si no son cautos en la cuestión de los idolotitos (v.6-10). Pero San Pablo no quiere dejar sensación de pesimismo no por eso se desanimen, pues Dios no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas (v.13).

Conclusión de la cuestión de los idolotitos,Hec_10:14-33.
14 Por lo cual, amados míos, huid la idolatría. 15 Os hablo como a discretos. Sed vosotros jueces de lo que os digo: 16 El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 17 Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan. 18 Mirad al Israel carnal. ¿No participan del altar los que comen de las víctimas? ^ ¿Qué digo, pues? ¿Que las carnes sacrificadas a los ídolos son algo, o que los ídolos son algo? 20 Antes bien, digo que lo que^sacrifican los gentiles, a los demonios y no a Dios lo sacrifican. Y no quiero yo que vosotros entréis en comunión con los demonios. 21 No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. No podéis tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios. 22 ¿O queremos provocar la ira del Señor? ¿Somos acaso más fuertes que El? 23 Todo es lícito, pero no todo conviene; todo es lícito, pero no todo edifica. 24 Nadie busque su provecho, sino el de los otros. 25 Todo cuanto se vende en el mercado, comedio sin inquirir su origen por motivos de conciencia, 26 porque del Señor es la tierra y cuanto la llena. 27 Si alguno de los infieles os invita y vais, comed de todo lo que os sirvan, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 28 Pero si alguno os dijere: Esto es inmolado, no comáis, por el que lo indicó y por la conciencia. 29 No digo por la tuya, sino por la del otro. Pero ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por la conciencia ajena? 30 Si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser reprendido por aquello mismo de que doy gracias? 31 Ya comáis, ya bebáis o ya hagáis alguna cosa, hacedlo todo para gloria de Dios, 32 y no seáis objeto de escándalo ni para judíos, ni para griegos, ni para la Iglesia de Dios; 33 como procuro yo agradar a todos en todo, no buscando mi conveniencia, sino la de todos para que se salven.

San Pablo vuelve al tema directo de los idolotitos, una vez terminada esa especie de digresión en que ha propuesto a los corintios que imiten su ejemplo (Hec_9:1-27) y que no olviden la lección de lo sucedido a los israelitas (Hec_10:1-13). Es ahora cuando desciende a la solución práctica, distinguiendo claramente dos casos: participación en banquetes sagrados (v. 14-22) y uso profano de esos idolotitos fuera de los banquetes sagrados (v.23-33).
Comienza con un aviso de carácter general, rogando a los corintios que se mantengan alejados de todo cuanto huela a idolatría (v.14), aviso que es consecuencia inmediata de lo que acaba de decirles sobre lo sucedido a los israelitas. Luego, con exquisita delicadeza, les pide que ellos mismos sean jueces de lo que les va a decir (v.15). Preparado así el terreno, propone ya el primer razonamiento, que es el siguiente: los fieles que participan de la eucaristía entran en comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo, y los que participan de los idolotitos en los banquetes sacrificiales entran en comunión con los demonios. Lo uno excluye lo otro; de ahí que el que quiera estar unido a Cristo debe abstenerse de los banquetes sacrificiales; de lo contrario, provocaremos la ira del Señor, mucho más fuerte que nosotros, de la que no podremos escapar (v. 16-22).
Tal es lo que pudiéramos decir el nervio de la argumentación, que en esta perícopa (v. 16-22) propone San Pablo. Alrededor de esa idea base hay otras ideas aclaratorias o complementarias. Así, por ejemplo, lo que se dice de los sacrificios de Israel en la antigua alianza (v.18), en orden a recalcar el principio de que comer de las víctimas sacrificadas sobre un altar nos hace entrar en relación con la divinidad, verdadera o falsa, a la que está dedicado ese altar. También pertenece a esta categoría de ideas complementarias la afirmación de que los sacrificios idolátricos, más que al ídolo, que no es nada, en realidad van enderezados a los demonios (v.20). No es que San Pablo identifique los ídolos y los demonios, sino que, como es corriente en el Antiguo Testamento (cf. Deu_32:17; Sal_106:37; Bar_4:7; Rev_9:20), detrás de la nulidad del ídolo ve la realidad de los demonios, que son los que impelen al hombre al mal, y se oponen al culto del único y verdadero Dios. Igualmente, es también una idea complementaria, dentro del contexto de este pasaje, lo que el Apóstol expone tan bellamente en el v.17, haciendo notar la relación entre la eucaristía y la unidad del Cuerpo místico. Para la tesis que viene desarrollando le bastaba lo dicho en el v.16, afirmando que participar de la eucaristía es entrar en comunión con Cristo 177; pero el constante defensor de la doctrina del Cuerpo místico (cf. 12:12-27; Rom_12:5; Efe_1:22-23; Efe_1:415-16; Col_1:18; Col_2:19) no podía resistirse a señalar una consecuencia importante de esa nuestra comunión con Cristo, es a saber, la de que por eso mismo quedamos todos estrechamente unidos unos con otros en un solo cuerpo. Es lo que hace en el v.17, afirmando que por ser uno el pan y participar todos de ese pan, sigúese que todos formamos un solo cuerpo 17S. No se refiere aquí San Pablo al pan en su aspecto litúrgico, que más bien era múltiple y cada fiel aportaba el suyo, sino al pan consagrado (Cristo), pan bajado del cielo (cf. Jua_6:51), principio de vida nueva para todos. Si habla del pan, y no del cáliz, del que podría decir lo mismo, quizá sea porque las especies de pan, alimento sólido, representan mejor la fuerza de concentración para unir a los fieles. Ni lo que aquí dice de la eucaristía, como principio de unidad del Cuerpo místico, se opone a lo que en otras partes dice del bautismo y del Espíritu Santo (cf. 12:13; Rom_6:5); la eucaristía refuerza aquella unidad del Cuerpo místico que se establece ya en el bautismo, hasta el punto de que sin ella el Cuerpo místico no tendría toda la perfección que le corresponde.
Y viene el segundo caso: uso profano de los idolotitos fuera de los banquetes sagrados. Aquí la solución es muy distinta. Después de poner por delante las frases que parece esgrimían los corintios en defensa del libre empleo de los idolotitos (? .23; cf. 6:12) y de sentar el principio general (v.24; cf. Flp_2:4), les dice sencillamente que, referente a las compras en el mercado y a las invitaciones para comidas con otros amigos, no anden averiguando por motivos de conciencia si se trata de carnes inmoladas anteriormente a los ídolos o no; pueden comer de todo (v.25-27), excepto el caso en que alguno les advierta que aquellas carnes han sido inmoladas a los ídolos, pues entonces deben abstenerse de comerlas, a fin de no escandalizar ni al que hizo la advertencia ni a los demás comensales que quizás no comprendieran una tal carencia de escrúpulos y juzgarían mal de la libertad cristiana (v.28-33). Es muy de notar que para estos idolotitos que se comen fuera de los banquetes sagrados San Pablo no señala otra limitación que la de evitar el escándalo. Ello supone que no es el idolotito, materialmente considerado, el que nos hace entrar en comunión con los demonios (? . 19-21), sino el idolotito en cuanto formando parte de la ceremonia idolátrica. Una vez que deja de formar parte de esa ceremonia y va al mercado público o a las casas particulares, nada le queda de manchado o impuro, al estilo como juzgaban de esas cosas los judíos. En el cristianismo es ya otro el concepto de puro e impuro (cf. Mat_15:11). Por eso, con gran amplitud de visión, dirá resueltamente San Pablo: Del Señor es la tierra y cuanto la llena (v.26; cf. Sal_24:1).
No queremos terminar el comentario a esta perícopa sin añadir que la interpretación de los V.29-30 no es del todo clara. Creen algunos que esas preguntas son una especie de objeción de los ilustrados corintios (cf. 4:19; 8:1), a los que Pablo presentaría quejándose de esa limitación de su libertad de conciencia, que consideran injusta, pues si la cosa es en sí lícita y ellos la realizan con la acostumbrada acción de gracias a Dios al comer, no puede hacerse mala, porque así la juzguen falsamente otros. A esto respondería el Apóstol en los v.31-33, diciendo que hay que hacer todo para gloria de Dios, procurando evitar el escándalo y buscando siempre la utilidad de los demás. Sin embargo, no hay motivos para suponer ese cambio brusco de la persona que habla. Más probable parece que se trata de interrogaciones que propone el mismo Pablo, tratando de hacer resaltar la contradicción que existe entre estas dos cosas: deseos de realizar una acción santa, con nacimiento incluso de gracias a Dios, y dar voluntariamente ocasión de escándalo, es decir, querer honrar a Dios y al mismo tiempo provocar una ofensa a Dios. No se trata, pues, diría el Apóstol, de que abdiquemos de la propia conciencia, siempre que sea recta, sino de no dar ocasión a que los débiles en la fe critiquen y se escandalicen de nuestra libertad de conciencia, precisamente a causa de eso mismo que intentamos hacer santamente. Si usa la forma interrogativa es para dar más viveza a su afirmación.
Notemos, finalmente, la expresión iglesia de Dios (v.32), señalando ya como un tertium genus de (hombres en contraposición a judíos y griegos, las dos categorías en que San Pablo solía dividir a la humanidad (cf. Rom_1:16; Rom_3:9). En cuanto al término iglesia, véase lo que dijimos al comentar Hec_5:11.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


48 (c) Los peligros del exceso de con(-)fianza (10,1-13). Utilizando ejemplos del AT, Pablo advierte a los corintios que incluso los llamados por Dios pueden ser condenados por infidelidad. 1-4. Pablo establece un paralelo entre la situación de los israelitas en el desier(-)to y la de los corintios. Da por supuesto que sus lectores están familiarizados con la narra(-)ción del Éxodo, cuyo orden sigue: la nube (Éx 13,21), el mar (14,21), el maná (16,4.14-18), el agua (17,6) y la rebelión (32,6). 1. bajo la nube: Como en Sal 105,39 LXX. 2. bautizados en Moisés: Interpretación puramente cristiana inspirada por «bautizados en Cristo» (Gál 3,27; Rom 6,3). 3-4. comida/bebida espiritual: El adj. pneumatikon evoca su origen milagroso; la alu(-)sión a la eucaristía es evidente, la roca que les seguía: En el AT no hay indicio alguno de un movimiento de la roca, pero una interpreta(-)ción judía de Nm 21,17 dio pie a la aparición de una leyenda (véase E. E. Ellis, JBL 76 [1957] 53-56). la roca era Cristo: Para que los corintios comprendieran más claramente el paralelo de las situaciones, debían ver la roca de entonces como equivalente al Cristo de ahora; el ele(-)mento común es la continuidad del dar, no la identificación establecida por Filón entre la roca y la Sabiduría (Leg. alleg. 2.86). Se usa el tiempo pasado, no porque Cristo existiera en el pasado, sino porque la roca no está en el pre(-)sente (véase Dunn, Christology 183-84). 6. estas cosas sucedieron como tipos para nosotros: Pa(-)blo se ha estado basando en el sentido típico de Éx (® Hermenéutica, 71:46-48). 7. no os hagáis idólatras: Aunque los corintios no daban culto a dioses paganos, algunos participaban en co(-)midas cultuales paganas (véanse 8,10; 10,14-22). se levantó a divertirse: La tradición judía explicaba el vb. hebr. subyacente tras paizein de diversas maneras (Sota 6,6), especialmente como inmoralidad sexual, sentido que debe de ser, según indica la inmediata referencia a la fornicación, el que la expresión tiene en este caso (véase 9,5). 8. Según Nm 25,1-9, el nú(-)mero fue 24.000. 9. Nm 21,4-6. Los corintios estaban poniendo a Dios a prueba con su ego(-)centrismo infantil. 10. Probablemente Nm 17,10. el exterminador: Este término no apare(-)ce en los LXX. Basándose en Éx 12,23; 2 Sm 24,16; 1 Cr 21,15; Sab 18,20-25, los rabinos creían que existía un ángel exterminador espe(-)cial (Str-B 3.412). 11. Véase el comentario al v. 6. que hemos llegado a los términos de los tiem(-)pos: No existe ninguna explicación realmente satisfactoria del pl., pero el significado es que los cristianos están viviendo en el último pe(-)ríodo de la historia humana (® Teología pauli(-)na, 82:42). 12. Ésta es la idea principal de la sección entera. 13. superior a la medida huma(-)na: Los corintios, algunos de los cuales se con(-)sideraban espiritualmente tan superiores, no habían superado las pruebas que ordinaria(-)mente acosan a la humanidad. Pero podrían haber resistido. Dios permitirá que sean pues(-)tos a prueba, pero nunca de manera que el fra(-)caso sea inevitable.
(Goppelt, L., «Paul and Heilsgeschichte: Conclusions from Rom 4 and 1 Cor 10:1-13», Int 21 [1967] 315-26. Martelet, G., «Sacrements, figures et exhortation en 1 Cor x, 1-11», RSR 44 [1956] 323-59.515-59. Meeks, W. A., «"And Rose up to Play: Midrash and Paraenesis in 1 Cor 10:1-22», JSNT 16 [1982] 64-78. Perrot, C., «Les exemples du désert (1 Co 10,6-11)», NTS 29 [1983] 437-52.)
49 (d) La trascendencia de los gestos so(-)ciales (10,14-22). Al participar en los banque(-)tes de los templos (8,10), los fuertes no tenían intención de dar culto a los ídolos, pero Pablo creía que tales gestos sociales tenían una tras(-)cendencia objetiva que era independiente de las intenciones de quienes los realizaban. Del mismo modo había argumentado a propósito del coito en 6,12-20. 14. huid: Nótese el para(-)lelo con 6,18a. 15. personas sensatas: Se apela a la razón, pero la premisa básica es una cues(-)tión de fe. 16. comunión: Pablo empieza por establecer puntos de coincidencia. Los corin(-)tios aceptan la identificación del pan y el vino de la eucaristía con Cristo, y creen que com(-)partir esta comida produce una común-unión o unión-compartida (koinónia), llamada así porque tiene dos centros: Cristo y los demás creyentes. El orden habitual de pan y copa (11,23-29) se invierte para facilitar la transi(-)ción al versículo siguiente. 17. un solo pan: Al compartir la única fuente de vida, el pan que es el cuerpo de Cristo, los creyentes quedan constituidos en un cuerpo cuya diversidad se enraíza en una unidad orgánica. 18. Israel: Co(-)mo un ejemplo más del mismo tipo de fenó(-)meno, Pablo evoca el sacrificio israelita de co(-)munión (véase R. de Vaux, Studies in Oíd Tes(-)tament Sacrifice [Cardiff 1964] 27-51), en el cual la víctima era dividida entre Dios (repre(-)sentado por el altar), el sacerdote y el oferente (Lv 3 y 7; 1 Sm 9,10-24). Se entendía que ese compartir creaba un vínculo entre todos los implicados. 19. que los ídolos sean algo: Pablo se anticipa a una objeción. La inexistencia de los ídolos (8,4) no afecta a la validez de la ana(-)logía del apóstol. 20-21. La ausencia de una auténtica dimensión vertical en el culto a los ídolos no acababa con la dimensión horizon(-)tal establecida por el gesto de compartir. Así, al participar en los banquetes de los templos, los fuertes entraban en «común-unión» con los paganos que con su fe daban a los ídolos una existencia subjetiva, hecho que facilitaba la actividad de las fuerzas contrarias a Dios que andaban sueltas por el mundo («demo(-)nios»). Los fuertes eran «comensales de los demonios» en la medida en que destruían a otros cristianos e iniciaban la destrucción de la co(-)munidad (8,10-12). Ésta no era en absoluto su intención, pero era de hecho la consecuencia de sus actos. 22. Dios es más fuerte que los fuertes.
50 (e) Los escrúpulos de los débiles (10,23-11,1). Tras haber abordado la actitud de los fuertes respecto a la carne sacrificada a los ídolos, directamente en 8,1-13 e indirecta(-)mente en 9,1-10,22, Pablo pasa en este mo(-)mento a analizar la postura de los débiles, que también presenta aspectos censurables. 23. Se critica de nuevo el lema corintio de 6,12, pero esta vez desde una perspectiva comunitaria. conveniente: Esto se explica con «edificar» (oikodomein), que se refiere principalmente a la edificación de la comunidad (véanse los caps. 12-14). 24. el otro: En este contexto denota a aquel del que instintivamente discrepo (Ba(-)rrett); se aplica igualmente a fuertes y débiles. 25. de todo: El pragmatismo absoluto de este consejo («quien no sabe no se duele») de(-)muestra hasta qué punto Pablo se había apar(-)tado del principio judío de que «una persona ignorante no puede ser santa» (m'Abot 2,6; cf. 4,13). 26. Esta cita de Sal 24,1 era utilizada por los judíos para justificar la bendición de los alimentos (véase E. Lohse, ZNW 47 [1956] 277-80), pero ciertamente no para legitimar su consumo indiscriminado. 27. si os invita un pagano: A la luz de la prohibición de 10,20-21, debe de ser a una comida en un domicilio par(-)ticular. 28-29a. Pablo pasa de repente a cen(-)trar su atención en el hecho de que sus pala(-)bras también serían leídas por los fuertes, de ahí que haga un inciso para recordarles que la norma de conducta enunciada en 8,13 sigue en vigor, en atención a quien os lo ha indicado: Lo mismo que en 8,11, Pablo hace hincapié en la persona (10,24), pero añade una referencia a la syneidésis (véase el comentario a 8,7), el término preferido de los corintios, pero que él tiene que matizar inmediatamente para evitar malentendidos. Comer tal carne resultaría pe(-)noso sólo para la conciencia de los débiles, a cuyo número pertenecía quien había hecho la indicación. 29b-30. Pablo pasa a la 1a pers. sg. como en 8,13 y habla desde la perspectiva de los fuertes que habían sido atacados por los débiles, ¿qué bien le hace a mi libertad ser juz(-)gada por la conciencia de otro?: Los débiles da(-)ban por sentado que los fuertes estaban ac(-)tuando también contra sus conciencias, y los difamaban públicamente (véase J. MurphyOConnor, RB 85 [1978] 555-56). A lo cual los fuertes respondían con la indignada pregunta: «¿Por qué se me culpa?». El hecho de que ben(-)dijeran su comida dando gracias a Dios indi(-)caba que actuaban de buena fe. Al adoptar la postura de los fuertes, Pablo censuraba la fal(-)ta de caridad de los débiles. 31. hacedlo todo para gloria de Dios: Nótese la exhortación con(-)clusiva paralela de 6,20; véase el comentario a 2,7. 32. sed intachables tanto para judíos como para gentiles: Como indica el versículo siguien(-)te, la comunidad tiene una responsabilidad misionera (14,3; Flp 2,14-16). Se debe poten(-)ciar positivamente la conversión, y no limitar(-)se a evitar poner obstáculos. 33. yo procuro complacer: Éste compendio de su postura mi(-)sionera (véase el comentario a 9,19-23) no contradice Gál 1,10 ni 1 Tes 2,4. 11,1. Cristo es el ideal de humanidad que todos los creyentes deben esforzarse por alcanzar; pero, dado que no pueden verlo, el comportamiento de Pablo debe reflejar «la vida de Jesús» (2 Cor 4,10). Ésta es la única hermenéutica auténtica. Este tema aparece en relación con todas y cada una de las comunidades que Pablo conoció perso(-)nalmente (1 Cor 4,16; Gál 4,12; Flp 3,17; 4,9; 1 Tes 1,6; 2,14).
(Véase la bibliografía, ® 41 supra. Betz, H. D., Nachfolge und Nachahmung Jesu Christi int Neuen Testament [BHT 37, Tubinga 1967], Cadbury, H. J., «The Macellum of Corinth», JBL 53 [1934] 134-41. De Boer, W. P., The Imitation ofPaul [Kampen 1962], Stanley, D. M., «Become Imitators of Me: The Pauline Conception of Apostolic Tradition», Bib 40 [1959] 859-77.)

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 4: 1Co 10,14-17
Tomando como motivo la Sagrada Comunión y el castigo de sus padres o antepasados, los exhorta a retraerse del culto y de las ofrendas inmoladas a los ídolos.14. En razón de esto, carisimos míos, huid del culto de los ídolos.15. Puesto que hablo con personas inteligentes, juzgad por vosotros mismos de lo que voy a decir.16. El cáliz de bendición, que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan, que partimos, ¿no es la participación del cuerpo del Señor?17. Porque todos los que participamos del mismo pan, bien que muchos, venimos a ser un solo pan, un solo cuerpo.Si arriba los exhorto, en atención a la pena que sufrieron los judíos, a no cometer, a su imitación, pecados, aquí, de modo especial, que se cuiden de comer de lo inmolado a los ídolos, que es lo primero a que exhorta; añade en pos por qué causa, y en tercer lugar enseña de qué modo eso se haya de evitar. Tres son para precaverse de comer de esas ofrendas inmoladas a los ídolos las razónes o motivos: primero el temor de incurrir en un castigo, al de aquéllos parecido. Segundo la Comunión, que se da en el santo altar. Tercero la semejanza del sacrificio legal. Y para que le obedezcan les arguye, en consecuencia de lo anterior, al decir: "por lo cual..."; atraelos con halago, anadiendo: "carisimos mios"; instrúyelos exhortando, al agregar: "huid... ".Dice, pues: "en razón de lo cual... "; cual si dijera: puesto que los Sacramentos por su sola virtud o por si solos no salvan, y el que la hace la paga, bien que no por eso falta el auxilio de Dios, "razón es, queridos mios, que al idolatrico culto le volváis ya las espaldas", esto es, os abstengáis de toda veneración que a los ídolos, se rinde.Apostilla aquí la Glosa: el fin de la exhortación, cora que los mueve el Apóstol a huir de la supersticiosa veneración de los ídolos, es para que los sabios o no comer* las ofrendas, por las que, al verlos comer, se escandalizaban los flacos, creyendo que idolatraban; o para que no se hiciesen idolatras esos flacos, comiendo de las ofrendas en reverencia del ídolo. Huid, pues, aunque imaginado, del culto dado a los ídolos, por lo que toca a los sabios; o verdadero, en lo que mira a los flacos.-"Puesto que hablo con personas inteligentes...". Alega el primer motivo para que tengan cuidado de guardarse de comer de las ofrendas inmoladas a los ídolos: la Sagrada Comunión; donde, lo que va a decir lo sujeta a juicio de ellos; muestra, en segundo lugar qué quiere decir eso de hacernos una cosa con Crista por medio de la Comunión eucarística, y en tercero, prueba que así es, que efectivamente somos una sola. cosa en su cuerpo mistico.Dice, pues: "puesto que hablo con personas inteligentes... "; como si dijese: a este fin hablo con persomas sensatas, para que huyais. O de esta guisa: como a personas prudentes os hablo de algo elevado, es a saber, lo que sigue. O de esta otra manera: hablo a los -flacos, se entiende que entre vosotros están, así como hablé arriba a las personas de seso. Por consiguiente, "vosotros mismos, los mayores en edad, sabiduría y gobierno, juzgad de lo que voy a decir" (Job 21); juzgad, repito, de esto que sigue: "el cáliz de bendición, esto es, la bebida del cáliz, por la cual los que la beben son -bendecidos (Lc 22), que bendecimos, conviene a saber, el que por nuestro Credo y hacimiento de gracias exaltamos nosotros los sacerdotes, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?" que nos hace una cosa con El, según lo de San Agustín: no me mudaras tu en ti como al .manjar de tu carne, mas te mudaras tu en Mi.Es, pues, su razónamiento de este tenor: así como el que bebe el caliz del Señor se hace uno con El, de la misma manera el que bebe el caliz de los demonios se hace uno con ellos. Pero si hay cosa que mas deba huirse es la unidad con los demonios; luego también ha de .¿huirse la manducación de manjares que para honrar a -los ídolos se les ofrecen, y, por consiguiente, habéis de evitar el culto a los ídolos.-"y el pan que partimos", esto es, la toma del fragmento de pan del altar, ¿no es la participación del cuerpo del Señor?, que nos hace una cosa con Cristo, ya que debajo de la especie de pan se toma el cuerpo de Cristo.-"Porque un solo pan... ". Muestra que todos una -cosa somos en su cuerpo místico; donde propone la unidad y la razón de ella; la unidad de incorporación, por la que nos transformamos en Cristo, y la de vida y del sentido, que recibimos de Cristo como cabeza.Dice, pues: "porque un solo pan... "; como quien dice: por donde se ve que somos una cosa con Cristo, pues, bien que muchos, todos venimos a ser un solo pan por la unión de la fe, la esperanza y la caridad, y un solo cuerpo por el mutuo servicio en las obras de caridad, quiero decir, aquel cuerpo cuya cabeza es Cristo; y muchos, esto es, todos los que del mismo pan, es a saber, del cuerpo de Cristo, y del mismo caliz, esto es, de su sangre, participamos, con digna participación, no solo sacramental, sino espiritual. A este propósito dice San Agustín: tomad, ya que la 1glesia de Cristo se dice un solo pan y un solo cuerpo, por esta razón: porque, así como el pan se amasa de muchos granos, y el cuerpo se compone de muchos miembros, así de muchos fieles, unidos por la caridad, se eslabona la 1glesia de Cristo. De esta unidad se habla adelante.Objeciones1.-Sobre aquello: "todos fueron bautizados, capitaneandolos Moisés", según la Glosa quiere decir: fueron purificados por aquellas cosas legales que veian; por otro lado, las ceremonias legales no justificaban.Respondo: justificaban, no a modo de causa, sino de signo o dispositivamente, en orden a la justificación que traeria Cristo.2.-Asimismo sobre: "la piedra era Cristo", la piedra no mano el agua -dice la Glosa- sino Cristo; por el contrario, el texto de los Numeros 20,8: "hablad a la peina, y la pena os dará agua".-R.- La pena daba como de si misma, no por un efecto.3.-Otrosi sobre aquello: "todos comieron del mismo manjar". Si alguno comiere de este pan -objeta la Glosa- no morira para siempre; quiere decir, el que come de veras, con el corazón, no con la boca. Por el contrario: luego no es recomendable la Comunión sacramental.R.-Tomar con la boca quiere decir aquí no solamente con la iboca.4.-También sobre aquello: "bebian de la misma bebida espiritual". Aquellos sacramentos -según la Glosa- producian los mismos efectos que los nuestros, aunque no erán tan eficaces como los nuestros. Por el contrario, los sacramentos de la antigua ley no producian el efecto de que erán figura.-R.-El efecto era el mismo, mas de modo diferente; porque el de aquéllos a modo de signo; el de los nuestros a modo de causa.5.-Asimismo sobre aquello: "lo que les acontecia erán figuras", dice la Glosa: no hay pena comparable al infierno; pero -según el Crisostomo- no hay pena comparable a carecer de la visión de Dios.R.-Aquí habla de penas temporales, no de las eternas.6.-Otrosi sobre el texto: "el que esta en pie mire no caiga", objeta la Glosa: lo cual no quiere decir que no haya excepciones, pues, por el contrario, muchos viven sin pecado mortal.-R.-Hay dos modos de caer en pecado: uno en mortal (a Domino: apartandose por él del Señor); otro en venial (in Domino: sin perder por eso la amistad del Señor).7.-También sobre aquello: "fiel es Dios". Quien da al Diablo -dice la Glosa- licencia para tentar da a los tentados su misericordia; mas, por el contrario, lo que se hace con licencia licitamente se hace. Luego le es licito al Diablo tentar.R.-Por licencia no quiere decir aquí por concesión, sino por permisión.8.-Asimismo: "juzgad vosotros mismos". Por el contrario, no toca a los inferiores juzgar de las acciones de los superiores.-R.-No les toca juzgar con juicio de jurisdicción, pero si con juicio de discreción.9.-Otrosi sobre aquello: "bendecimos", los sacerdotes, dice la Glosa; por el contrario, lo menor es bendecido por lo mayor.-R.-En el Sacramento del altar la bendición del sacerdote cae sobre el término de donde (a quo), esto es, sobre el pan, no sobre el término a donde (ad quem), el cuerpo de Cristo.10.-También: "el pan que partimos"; mas, por el contrario, ya entonces no hay pan ahí.-R.-Ponese lo significado por el signo, conviene a saber, el pan por la especie de pan.11.-Asimismo sobre aquello: "¿no es la participación del cuerpo del Señor?" objeta la Glosa: comese partido en el Sacramento, y entero permanece en el cielo; mas, por el contrario, Cristo en el Sacramento es impartible.-R.-Partese el sacramento, no El, y así se come partido.12.-Por ultimo, en el Sacramento -dice la Glosa- puso de realce su cuerpo y su sangre, lo cual quiere decir que nos hizo su cuerpo y su sangre; mas, por el contrario, no nos hizo el cuerpo verdadero de Cristo.- R.-Es aquello de lo que es el significado. De ahí quesea una sola relación.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter X.

1 The Sacraments of the Iewes, 6 are types of ours, 7 and their punishments, 11 examples for vs. 14 We must flie from idolatrie. 21 We must not make the Lords Table the table of deuils: 24 And in things indifferent, we must haue regard of our brethren.
1 Moreouer brethren, I would not that yee should be ignorant, how that all our fathers were vnder the cloud, and all passed thorow the Sea:
2 And were all baptized vnto Moyses in the cloud, and in the sea:
3 And did all eat the same spirituall meat:
4 And did all drinke the same spirituall drinke: (for they dranke of that spirituall Rocke that [ Or, went with them.] followed them: and that Rocke was Christ)
5 But with many of them God was not well pleased: for they were ouerthrowen in the wildernesse.
6 Now these things were [ Greek: our figures.] our examples, to the intent wee should not lust after euil things, as they also lusted.
7 Neither be ye idolaters, as were some of them, as it is written, [ Exo_32:6; Psa_106:14.] The people sate downe to eate and drinke, and rose vp to play.
8 Neither let vs commit fornication, as some of them committed, and [ Num_25:9.] fell in one day three and twentie thousand.
9 Neither let vs tempt Christ, as

[One bread, one body.]

some of them also tempted, [ Num_21:6 .] and were destroyed of serpents.
10 Neither murmure ye, as some of them also murmured, and were [ Num_14:37 .] destroyed of the destroyer.
11 Now all these things happened vnto them for [ Or, Types.] ensamples: and they are written for our admonition, vpon whom the ends of the world are come.
12 Wherefore, let him that thinketh he standeth, take heed lest he fall.
13 There hath no temptation taken you, but such as is [ Or, moderate.] common to man: but God is faithfull, who wil not suffer you to bee tempted aboue that you are able: but will with the temptation also make a way to escape, that ye may bee able to beare it.
14 Wherefore my dearely beloued, flee from idolatrie.
15 I speake as to wise men: iudge ye what I say.
16 The cup of blessing which wee blesse, is it not the communion of the blood of Christ? The bread which we breake, is it not the communion of the body of Christ?
17 For we being many are one bread, and one body: for we are all partakers of that one bread.
18 Behold Israel after the flesh: are not they which eat of the sacrifices, partakers of the Altar?
19 What say I then? that the idole is any thing? or that which is offered in sacrifice to idols is any thing?
20 But I say that the things which the Gentiles [ Deu_32:17 ; Psa_106:37 .] sacrifice, they sacrifice to deuils, and not to God: and I would not that yee should haue fellowship with deuils.
21 Yee cannot drinke the cup of the Lord, and the cup of deuils: ye cannot be partakers of the Lords Table, and of the table of deuils.
22 Doe we prouoke the Lord to iealousie? are we stronger then he?
23 All things are lawfull for me, but all things are not expedient: All things are lawfull for mee, but all things edifie not.
24 Let no man seeke his owne: but euery man anothers wealth.
25 Whatsoeuer is solde in the shambles, that eate, asking no question for conscience sake.
26 For [ Deu_10:14 ; Psa_24:1 .] the earth is the Lords, and the fulnesse thereof.
27 If any of them that beleeue not,

[Women couered.]

bid you to a feast, and yee be disposed to goe, whatsoeuer is set before you, eate, asking no question for conscience sake.
28 But if any man say vnto you, This is offered in sacrifice vnto idoles, eate not for his sake that shewed it, and for conscience sake. [ Deu_10:14 ; Psa_24:1 .] The earth is the Lords, and the fulnesse thereof.
29 Conscience I say, not thine owne, but of the others: for why is my libertie iudged of another mans conscience?
30 For, if I by [ Or, thankesgiuing.] grace be a partaker, why am I euill spoken of, for that for which I giue thankes?
31 Whether therfore ye eat or drinke, or whatsoeuer ye doe, doe all to the glory of God.
32 Giue none offence, neither to the Iewes, nor to the [ Greek: Greeks.] Gentiles, nor to the Church of God:
33 Euen as I please all men in all things, not seeking mine owne profit, but the profit of many, that they may be saued.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Comidas idolátricas y libertad cristiana. Las tentaciones concretas y algunas de las caídas de los corintios ya han aparecido en la carta. Pablo va a juzgar ahora un caso particular: la participación en los banquetes cúlticos paganos. Ante la posible objeción de que los ídolos son nada y que por tanto esos banquetes son neutros (8,4), Pablo responde con dureza: «no quiero que entren en comunión con los demonios» (20). Esos «demonios», viene a decirles, son hoy los «rivales» de nuestro único Dios, que es un «Dios celoso» (cfr. Éxo_20:5; Éxo_34:14; Deu_4:24; Deu_5:9; Deu_6:15).
Cometeríamos un error si atribuyéramos a las palabras de Pablo un sentido de condenación o menosprecio de las religiones paganas sin más. Lógicamente, el Apóstol no llama divinidades y demonios a aquellos ídolos de madera o mármol de las ceremonias cúlticas. No era tonto. Pero sabía muy bien que aquellos banquetes no eran inocentes reuniones cívicas o folclóricas a las que un cristiano convencido y «liberado» podía atender sin peligro de su fe. Los «verdaderos demonios» a los que allí se daba culto, simbolizados en las imágenes e ídolos que presidían los banquetes, eran la hegemonía y el poder de la clase dominante que estaban a la base de la ideología política del imperio con sus secuelas de discriminación y explotación.
Los demonios de la injusticia y de la explotación del pobre no conocen fronteras. Se anidan y camuflan en sistemas políticos o económicos, en consejos de administración, incluso en prácticas e ideologías religiosas. Estos «demonios» son los que hacen la competencia y desencadenan los celos de Dios. En resumidas cuentas, Pablo está diciendo a la élite rica y «liberada» de los cristianos de la comunidad que se abstengan de esos banquetes aun a riesgo de perder conexiones, amistades y oportunidades económicas. La razón profunda de este comportamiento cristiano nos la ofrece Pablo presentando la eucaristía, centro y eje de la comunidad de creyentes, como la expresión y afianzamiento de una especie de parentesco «carnal», de misteriosa «consanguinidad» con el Señor. Ahí se efectúa la comunión con Dios y con los hermanos y hermanas. El pan único que comemos lo simboliza y la comida en común lo realiza. «No pueden beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no pueden compartir la mesa del Señor y la mesa de los demonios» (21), concluye Pablo. Sobre este tema volverá después.
Finalmente, retomando el asunto de la libertad (Deu_6:12), el Apóstol repite otra vez que la caridad impone un limite a la libertad y que el uso de ésta ha de ser «constructivo». Sólo lo será si damos preferencia al prójimo, especialmente al prójimo necesitado.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1-4. Israel, en su paso por el "mar" y en su marcha por el "desierto", es figura o tipo de la Iglesia. Ver Exo_13:20-22; Exo_13:14-15.

Una tradición rabínica habla de la "roca" que seguía a los israelitas mientras iban por el desierto para proveerlos de agua.

5. Ver Num_14:16.

7. Exo_32:6

8. Probable alusión a Num_25:9.

9. Ver Num_21:4-9.

10. Ver Núm. 16.

18. "Israel según la carne": ver Rom_9:6-8.

20. Deu_32:17.

22. Deu_32:21.

23. Ver nota 6. 12.

26. Sal_24:1.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Reaparece el tema de los idolotitos. Los cristianos no pueden participar en los banquetes de los santuarios paganos -aunque los ídolos no sean nada-, ya que se trata de un acto de idolatría. El Apóstol ratifica su enseñanza comparándola con el sacrificio eucarístico. Sus palabras confirman dos verdades fundamentales en torno al misterio de la Eucaristía: su carácter sacrificial, señalado al ponerla en relación con los sacrificios paganos (v. 21), y la presencia real de Jesucristo, al mencionar el Cuerpo y la Sangre de Cristo (v. 16). El Catecismo de la Iglesia Católica, al indicar los nombres que se dan al sacramento de la Eucaristía enseña que se llama fracción del pan porque «con él se quiere significar que todos los que comen de este único pan, partido, que es Cristo, entran en comunión con él y forman un solo cuerpo en él» (CCE 1329) y «Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace participes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo» (ibid. 1331).


Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*10:14-22 El discurso aborda ahora directamente el tema de la idolatría; ello explica que las instrucciones sobre la carne inmolada sean algo diferentes de las ofrecidas en 1Co 8:1-13. La «comunión» con Dios que establecían los sacrificios del AT da paso e 1Co 10:18 a la idea de la unión con los demonios, cuyo objetivo es acentuar el carácter diabólico de la idolatría. También la expresión cáliz de los demonios en 1Co 10:21, que representa un remedo del cáliz del Señor, pretende recalcar lo abominable de los banquetes idolátricos.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *1Jn 5:21

[.] El pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? (16). Pablo volverá a hablar de la Eucaristía en 11,18. Esta comunión misteriosa con Cristo, que es un encuentro con el Resucitado, hace de todos nosotros un solo cuerpo. Siendo muchos formamos un solo cuerpo esto no quiere decir solamente que nos sentimos más unidos, sino que Cristo resucitado nos une a todos con El, y de este modo puede actuar en la comunidad con una fuerza renovada. El ídolo no es nada (8,4). De hecho, un ídolo no es más que una madera o piedra esculpida. Pero los judíos pensaban -y Pablo también lo dice- que el culto tributado a los ídolos se rinde, en último término, a los demonios. Cuando las personas se dejan llevar por locuras colectivas o sacrifican a sus ídolos lo que su familia necesita para vivir, es muy evidente que están sirviendo a los demonios.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 10.1-2 Cf. Ex 13.21-22; Ex 14.22-29.

[2] 10.3 Alimento espiritual: el maná: Ex 16.4,35; Sal 78.24-25Sab 16.20.

[3] 10.4 Bebida espiritual: el agua de la roca: Ex 17.6; Nm 20.8-11.

[4] 10.4 Una tradición judía de los tiempos del NT indicaba que la roca de Ex 17.6 y la de Nm 20.8 eran la misma, y sostenía que esta roca seguía a los israelitas en sus viajes por el desierto.

[5] 10.5 Nm 14.16,29-30.

[6] 10.6 Nm 11.4,34.

[7] 10.7 Ex 32.6.

[8] 10.8 Nm 25.1-18.

[9] 10.9 Nm 21.5-6.

[10] 10.10 Nm 16.41-49.

[11] 10.16 Mt 26.26-28 y paralelos.

[12] 10.17 Ro 12.5; 1 Co 12.12; Ef 4.16; Col 3.15.

[13] 10.18 Lv 7.6,15.

[14] 10.20 Dt 32.17; Sal 106.37; Bar 4.7.

[15] 10.22 Cf. Ex 20.5; Dt 32.21.

[16] 10.23 Cf. 1 Co 6.12.

[17] 10.28-29 1 Co 8.7-13.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Quiere el Apóstol persuadir a los corintios que el comer de las víctimas inmoladas a los ídolos no sólo entraña el peligro de la idolatría, sino que es en sí mismo idolatría formal. Y lo prueba por el principio general, que el comer las carnes de la víctima es asociarse al sacrificio y entrar en comunión con la divinidad, verdadera o falsa, a quien ha sido inmolada la víctima. Este principio general lo presenta Pablo en dos casos concretos: el sacrificio eucarístico y los sacrificios de Israel. A la objeción de que en los sacrificios gentílicos no existe objetivamente divinidad alguna con la cual se pueda entrar en comunión, responde el Apóstol que esos sacrificios en realidad se ofrecen a los demonios.

Torres Amat (1825)



[1] Ex 13, 21; Num 9, 21.

[2] Símbolo de nuestro bautismo. Ex 14, 22.

[4] Agua milagrosa que la vara de Moisés hizo manar de una peña.

[7] Bailando en torno del becerro de oro. Ex 32, 6.

[9] Dudando de las promesas de Dios y pidiendo a Moisés milagros. Num 20; 21.

[10] Num 11, 1; 14, 2.

[24] Filp 2, 4.

[30] La caridad y el amor al prójimo obligan a no escandalizarlo y a privarse aun de lo que es lícito.