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Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. (I Corintios 3, 14) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: 1Co 3,9-15
Afirma que a los ministros, como a coadjutores de Dios, buenos o malos, les esta preparada su propia recompensa, cuya diversidad la toma de la semejanza con un arquitecto.Pero cada uno recibirá su propio salario a medida de su trabajo.9. Porque nosotros somos unos coadjutores de Dios; vosotros sois el campo que Dios cultiva, sois el edificio que Dios fabrica.10. Yo, según la gracia que Dios me ha dado, eché cual perito arquitecto el cimiento del edificio; otro edifica sobre él, Pero mire bien cada uno como alza la fabrica o qué doctrina enseña.11. Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya ha sido puesto, el cual es Jesucristo.12. Y si sobre tal fundamento pone alguno por materiales, oro, plata, piedras preciosas, o maderas, heno, hojarasca,13. sepa que la obra de cada uno ha de manifestarse, por cuanto el dia del Señor la descubrira, como quiera que se ha de manifestar por medio del fuego, y el fuego mostrara cual sera la obra de cada uno.14. Si la obra de uno sobrepuesta subsistiere sin quemarse recibira la paga.15. Si la obra de otro se quemare, sera suyo el daño; con todo eso, él no dejara de salvarse; si bien como quien pasa por el fuego.Después de haber mostrado el Apóstol cual sea la condición de los ministros, trata aquí de su recompensa, y primero de la de los buenos; segundo, de la de los malos o de su castigo. Acerca de lo primero 3 cosas: primera, promete a Jos ministros su propia recompensa. Segunda, indica por qué. Tercera, declara que sera diferente. Dice, pues: ya dicho esta que ni el que planta es algo, ni el que riega, mas no que planta o riega de balde, sino que "cada uno recibira su propio salario a medida de su trabajo"; porque, aunque sea Dios quien da el crecimiento y El obre solo por dentro, da también a los que exteriormente trabajan su recompensa, según aquello de Jeremias: "cesen tus labios de prorrumpir en voces de llanto, y tus ojos de derramar lagrimas; pues por tu pena recibiras galardon" (31,16); el cual galardon es Dios mismo, "y galardon sobremanera grande" (Gn 15), y por el cual los mercenarios quq trabajan son alabados, como dice San Lucas: "¡Ay, cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí estoy pereciendo de hambre" (15,17). Que, si así no fuera, si por otro salario trabajase uno en la obra de Dios, no mereciera alabanza, puesto que "el mercenario en viendo venir al lobo, desampara las ovejas y huye" (Jn 10,12).Pero esta recompensa a un tiempo es comun a todos y propia de cada uno. Comun, porque lo que verán todos, y lo que disfrutaran, es lo mismo, a saber, Dios, según aquello de Job: "en el Todopoderoso abundaras en delicias, y lleno de confianza alzaras a Dios tu rostro" (22,26); y lo que dice Is : "en aquel dia el Señor de los ejércitos sera corona de gloria y guirnalda de regocijo para las reliquias de su pueblo" (28,5); y ésta es la razón por la que, como dice San Mateo, se da de paga un denario a todos los jornaleros que trabajan en la vina.Pero también, cada uno tendra su propio salario, recompensa o galardon, pues mas clara la visión, y mas plena la fruición, uno la tendra, y no otro, según su tasa y medida. De ahí que en Daniel los sabios son comparados al fulgor del firmamento, pues como estrellas brillaron, en la ciencia que enseñaron, a muchos, de la justicia o virtud (12,3). De ahí también que se diga "en la casa de mi Padre muchas mansiones hay" (Jn 14); y por la misma razón lo mismo se dice aquí: "se ha de dar a cada uno su propio galardon".Pero la tasa y medida de la propia recompensa a qué titulo ha de darse ya lo dice, al anadir: "según su propio trabajo". De donde, lo dice el Salmo: "¡Dichoso tu porque comeras del trabajo de tus manos, seras feliz, y te ira bien!" (127,1). Lo cual no quiere decir que, según la cantidad, haya de ser la igualdad, de trabajo a recompensa, pues como dice en Corintios: "porque las aflicciones tan breves y tan ligeras, de la vida presente, nos producen el eterno peso de una sublime e incomparable gloria" (II,4,17). 1gualdad,de proporción es la que designa aquí, de suerte que donde hubo trabajo mas esmerado, a proporción corresponda mas cumplido galardon.Lo del trabajo esmerado, o de mayor calidad, puede entenderse de 3 maneras: de una, conforme a la forma que imprime la caridad, a que corresponde la paga del galardon esencial, esto es, la visión y la fruición divina. De donde dice San Lucas: "al que me ama le amara mi Padre, y Yo también le amaré, y me le daré a conocer". De ahí que aquel que trabaja con superior caridad, aunque en menor cantidad soporte menor trabajo, mas premio recibira del galardon esencial.Otra manera de entender lo del trabajo se refiere a la especie de la obra; porque así como en lo humano mayor premio se da a quien trabaja en obra de mayor lustre, así como el arquitecto, aunque con menos trabajo que el artesano manual; asimismo en lo divino, aquel que tiene su empleo en mas noble ocupación, aun cuando menor fatiga sienta su cuerpo quiza, mas premio recibira, cuanto a la prerrogativa de algún premio accidental. De ahí la llamada aureola para los doctores, los virgenes, los martires.La otra manera se refiere a la cantidad de trabajo, que acontece de dos modos; porque unas veces a mayor trabajo mayor premio, especialmente en cuanto a remisión de penas, pongamos por ejemplo el que ayuna por mas tiempo, o peregrina mas lejos en mas largas romerias, y también en cuanto al gozo de haber trabajado mas. De ahí lo que dice el Sabio: "dio en retorno a los justos (Dios) el galardon de sus trabajos" (10,17). Otras veces, por falta de voluntad, se hace mayor el trabajo, que no tanto lo sentimos, cuando en las cosas que hacemos va la propia voluntad; mas tanto trabajo a cuestas, en vez de aumentar el premio, menguado lo dejara. De donde dice Is : "mas los que tienen puesta en el Señor su esperanza adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas como de aguila, correrán y no se fatigaran, andarán y no desfalleceran"; pero antes había dicho: "desfallecera fatigada de cansancio la edad lozana, y se caera de flaqueza la juventud" (40,3 1).-"pues somos coadjutores de Dios". Señala el por qué de lo antedicho, pone la razón primero y emplea una semejanza, la de !la agricultura divina. Dice, pues, lo primero: esta muy puesto en razón que cada uno de nosotros reciba su galardon, según lo que trabajemos, "porque ayudamos a Dios"; contra lo cual , parece, esta lo que dice Job: "¿a quién quieres tu auxiilar? ¿A quien padece flaqueza?" (26,2); e Is : "¿quién ayudo al Espíritu del Señor?" (40,13). A esto hay que decir que uno ayuda a otro de dos modos: de uno aumentando su poder, y así nadie puede ayudar a Dios. De ahí que a continuación de lo dicho anteriormente agregue Job lo siguiente: "¿o pretendes sostener el brazo del que no es fuerte?"De otro modo obedeciendo, por dar gusto, en la tarea de otro, como, pongo por ejemplo, si se dijese que ayuda el ministro a su Señor, en cuanto ejecuta o lleva a efecto su obra o su ministerio; y de esta manera ayudadores de Dios son sus siervos o ministros (2Co 6). Por tanto, así como los ministros de los hombres, que ejecutan sus obras, reciben de ellos su premio, conforme a lo que trabajan, así el ministro de Dios.Emplea, en segundo lugar, la semejanza de un trabajo sencillo, como el de la agricultura o el de la construcción de un edificio; por cuanto que el pueblo fiel es campo que Dios cultiva, cuando por la operación divina produce fruto de buenas obras que a Dios agradan, según aquello de Romanos: "para ser de otro, esto es, del que resucito de entre los muertos, a fin de que nosotros produzcamos frutos para Dios" (7,4). San Juan dice: "mi Padre es el labrador" (15), y esto es lo que primero se afirma: "sois agricultura de Dios", esto es, sois como un campo cultivado por Dios, que produce fruto por obra suya; y el pueblo fiel es como una casa fabricada por Dios, es a saber, en cuanto Dios habita en él, según lo de Efesios: "por El entráis también vosotros a ser parte de la estructura de este edificio para llegar a ser morada de Dios" (II,22). Por eso lo segundo que aquí se dice es que "sois el edificio que Dios fabrica", esto es, un edificio construido por Dios, según el Salmista: "si el Señor no edifica la casa... " (126). De modo que los ministros son de Dios ayudadores, en cuanto trabajan en el cultivo del campo y en fabricar el edificio del pueblo fiel.Al decir luego: "yo, según la gracia que Dios me ha dado... ", trata de la diversidad de galardones, y ya que éstos se distinguen -según se dijo- como se distinguen los trabajos, por eso trata, en primer lugar, del diferente modo de trabajar, y en segundo de los diversos galardones.Acerca de lo primero, con la diversidad del trabajo, añade una admonición: "pero mire bien cada uno como alza la fabrica"; y dejando la semejanza de la agricultura, de que hablo arriba, describe su propio trabajo con el simil de la fabrica diciendo: "yo, según la gracia que Dios me ha dado, eché cual perito arquitecto el cimiento del edificio"; donde es de considerar que el arquitecto se dice el principal artifice, mayormente de un edificio, a quien toca abarcar en suma la disposición de toda la obra, que con el trabajo de los albaniles se van llevado a efecto. Por tal razón se le liama sabio arquitecto; pues sabio a secas es el que conoce la suprema causa, conviene a saber, a Dios, y ordena las otras cosas, poniendo por regla a Dios. Por semejante manera, es sabio en edificar quien la causa principal, esto es, el fin considera, y ordena a los inferiores por tal fin lo que hay que hacer.Y es cosa clara que toda la estructura del edificio depende de los cimientos; por tanto, al sabio arquitecto concierne colocar buenos cimientos. Pablo mismo puso los cimientos del edificio espiritual de los Corintios. De allí lo que dijo arriba: "yo planté"; pues lo que es para el edificio el fundamento lo es la plantación para las plantas, va que por ambas cosas significase espiritualmente la primera predicación de la fe. De donde él mismo dice: "he tenido cuidado de no predicar el Evangelio en lugares en que era ya conocido el nombre de Cristo, por no edificar sobre fundamento de otro" (Rm 15,20), y por eso se compara a un perito arquitecto; mas esto no lo atribuye a virtud suya, sino a la gracia de Dios. Es lo que quiere decir: "según la gracia que Dios me ha dado", es a saber, con la que me ha hecho apto e idoneo para desempenar este ministerio. "He trabajado mas copiosamente que todos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo" (1Co 1 1Co 5,10).Describe, en segundo lugar, el trabajo de los otros, diciendo: "mas otro, esto es, cualquiera que trabaja entre vosotros, edifica sobre él" el cimiento puesto por mi; que puede entenderse de dos maneras: de una en cuanto alguno edifica sobre la fe fundada en si mismo el aprovechamiento en la caridad y en las buenas obras. "Sois también vosotros a manera de piedras vivas, edificados encima de El" (1Pe 2,5). De otra, respecto de la doctrina, por la que da a conocer, mas perfecta y luminosa, la fe fundada en los otros. De ahí lo de Jeremias: "edificar y plantar"; según lo cual, esta sobreedificación significa lo mismo que arriba la irrigación.-"Pero mire cada uno... ". Aquí va la admonición: se dijo ya que a los otros toca sobreedificar; "mas mire bien cada uno, esto es, advierta con diligencia, como va alzando la fabrica, quiere decir, qué género de doctrina de fe fundada en los otros sobreanada, o qué género de obras de fe fundada en si tenga. "Dirige tus ojos rectamente, y adelantese tu vista a los pasos que des" (Pr 4,25).Responde, en segundo lugar, a una tacita pregunta, es a saber, por qué en sobreedificar, y no en echar los cimientos, insiste y a los otros amonesta; o mas bien indica y da la razón de por qué dijo que a otros toca sobreedificar, diciendo: "pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya ha sido puesto, por mi, que es Jesucristo", el cual, como se dice en Efesios, por la fe habita en vuestros corazónes; y del cimiento dice Is : "he aquí que Yo pondré en los cimientos de Sión una piedra, piedra escogida, angular, preciosa, esto es, asentada por fundamento" (28,16).Mas el Apocalipsis parece decir lo contrario: "y el muro de la ciudad tenía 12 cimientos, y en ellos los 12 nombres de los 12 apostoles del Cordero" (21,14); de suerte que, según esto, no es solo Cristo el cimiento. La respuesta es que hay dos cimientos: uno, que es solido de por si como solida es la roca sobre la cual se construye el edificio, y a este fundamento es comparado Cristo, porque El es la piedra, de la que dice San Mateo que "estaba fundada sobre piedra firme". El otro cimiento no es solido de por si, sino por otro cimiento sobre el que esta sobrepuesto, como las piedras que se echan sobre otra solida. De este modo se llaman los apostoles cimientos de la 1glesia, porque ellos son los primeros que, por la fe y caridad, edificados están sobre Cristo. De allí que diga en Efesios: "edificados estáis sobre el fundamento de los apostoles".-"Y si sobre tal fundamento pone alguno... " Trata de la diferencia de premios, que consiste en que unos los reciben sin daño, y otros con detrimento; y enseña que por el premio se pone de manifiesto la calidad del trabajo, y cuando y como sea esto. Acerca de lo primero es muy de considerar que, pretendiendo el Apóstol mostrar la diversidad de sobreedificaciones, pone 6, tres contra tres: de una parte, con el oro, la plata y piedras preciosas; de otra madera, heno y paja; de las cuales las primeras, ademas de no gastarse, tienen cierta claridad ilustre y preciosidad; las otras tres, al contrario, oscuras y viles son, y facilmente las consume el fuego. De allí que se dé a entender algo preclaro y estable por el oro, plata y piedras preciosas, y algo material y transitorio por la madera, heno y paja.Dijose también arriba que la superestructura puede entenderse de las obras que uno alza sobre el cimiento de fe, o bien sea de la doctrina que un predicador o doctor levanta sobre el cimiento de la fe fundada por los Apostoles. De donde a una superestructura o a otra puede referirse lo que el Apóstol toca de la diversidad. Mas unos, aplicando lo dicho a la superestructura de obras, dijeron que por el oro, la plata y piedras preciosas, han de entenderse las buenas, que uno a su fe sobreanade; y por madera, heno y paja, han de entenderse las malas, o los pecados mortales que uno hace, recibida ya la fe; pero tal exposición no puede admitirse de ninguna manera.Primero, porque los pecados mortales son obras muertas, según aquello de Hebreos: "limpiara nuestras conciencias de las obras muertas de los pecados" (9,14); y en este edificio nada se levanta que no esté vivo, según San Pedro: "y vosotros, como piedras vivas, sois edificados sobre El" (1Pe 2). De donde quien con la fe tiene pecados mortales no sobreedifica, sino mas bien destruye o profana, y contra éste se dice: "si alguno profanare el templo de Dios, perderle ha Dios a él".Segundo, porque los pecados mortales mas bien se comparán al fierro, o al plomo o a la piedra, bien sea por su peso, bien porque no se renuevan por el fuego, sino permanecen en el mismo estado en que de presente están; en cambio, los pecados veniales comparanse a la madera, al heno y a la paja.^ya porque poco pesan, ya también porque de ellas facilmente se desembaraza o purificase uno por el fuego.Tercero, porque, según esta exposición, ,al parecer se sigue que quien muere en pecado mortal, con tal que mantenga la fe, al fin consigue su salvación, aunque padezca primero algunas penas, que es lo que dice a continuación: "si la obra de alguno se quemare, sera suyo el daño; eso no obstante, no dejara de salvarse; si bien como quien pasa por el fuego"; lo cual esta en manifiesta contradicción con la sentencia del Apóstol que declara: "ni los fornicarios, ni los idolatras, ni los adulteros, ni los sodomitas, ni los ladrones . . han de poseer el reino de Dios" (6,10) y "como ya tengo dicho, los que tales cosas hacen no alcanzarán el reino de Dios" (Ga 5,21). No, no hay salvación posible sino en el reino de Dios; porque, como dice San Mateo, quienes de allí son excluidos son precipitados al fuego eterno, "al eterno suplicio" (25,46).Cuarto, porque la fe no puede llamarse fundamento sino por cuanto por ella habita Cristo en nosotros, habiéndose ya dicho arriba que Cristo Jesús mismo es el fundamento; pues no habita en nosotros por una fe no formada; de otra suerte habitaria en los demonios, de quienes esta escrito: "también creen los, demonios y se estremecen" (Stg. 2,19).De donde lo que se dice en Efesios que Cristo habita por la fe en nuestros corazónes hay que entenderlo de la fe formada por la caridad, habiendo ya escrito San Juan: "el que permanece en la caridad en Dios permanece, y Dios en él" (I,4). Esta es la fe que obra movida por el amor, como se dice mas adelante: "la caridad no obra sin ton ni son" (13,4). De donde es cosa clara que los que cometen pecados mortales no tienen la fe formada, y así no tienen cimiento. Habra que entender, entonces, que aquel que sobreedifica oro o plata... , heno o paja... , sobre el dicho fundamento, evita los pecados mortales; para cuya distinción ha de tenerse presente que los actos humanos se especifican por sus objetos.Ahora! bien, el objeto del acto humano es doble, conviene a saber, las cosas espirituales y corporales, con triple diferencia entre si.Primera, porque las cosas espirituales son permanentes, las corporales son transitorias. De donde dice en Corintios: "porque las cosas que se ven son transitorias; mas las que no se ven son eternas" (II,4,18).Segunda, las espirituales en si son esclarecidas; las corporales oscuras, por razón de la materia. "Luminosa es e inmarcesible la sabiduría"; "el tiempo de nuestra vida es el paso de una sombra" (Sg 6 y 2).Tercera, que en preciosidad y nobleza aventajanse a las corporales las espirituales (Pr 3 Sg 7).Por eso en lo espiritual y divino las obras en que hace pie el hombre comparanse al oro, piedras preciosas y plata, que son solidas, esclarecidas, preciosas; mas de tal guisa que por el oro se designen los actos por los que el hombre, por el amor y la contemplación, a Dios mismo se encamina. De donde dice el Cantar: "su cabeza oro finisimo" (5,1 1); que, como dice Is , cabeza de Cristo es Dios; y San Juan dice del oro: "aconsejote que compres oro afinado en el fuego" (Ap 3,18), esto es, sabiduría acompanada de caridad.Por la plata significanse los actos por los que el hombre se adhiere a amar, creer, contemplar las cosas espirituales; de ahí que al amor del prójimo la plata aplique la Glosa, y que describa plateadas las plumas de la paloma el Salmo 67, cuya parte superior, esto es, la de detras, brille con cola dorada.Mas por las piedras preciosas designanse las obras de diferentes virtudes, con las cuales se engalana y atavia el alma humana. De donde dice el Eclesiastico: "como un vaso de oro macizo, guarnecido de todo género de piedras preciosas" (50,10). O designanse también los mandamientos de la Ley de Dios, según el Salmo 118: "amé tus mandamientos mas que el oro y el topacio".Pero las obras humanas por las que el hombre se aplica a procurarse las cosas para el cuerpo se comparán a las pajas, que son viles, pues si brillan, quémanse también facilmente; hay, con todo, ciertos grados en ellas, ya que unas tienen mas firmeza que las otras, y mas presto se consumen que las primeras las otras. Comparación muy a pelo, puesto que los hombres mismos entre criaturas carnales por sucesión se conservan y son de mas dignidad. De ahí que, según Jueces, se comparen a los arboles: "juntaronse los arboles para ungir un rey sobre ellos" (9,8). Comparanse también al heno (Is 40), porque la carne, por muerte y enfermedad facilmente se corrompe; y asimismo la paja (Sal 82), ya que pasa velozmente todo lo que huele a gloria de este mundo transitorio.Así que sobrelabrar con oro y piedras preciosas es edificar encima del fundamento de fe lo concerniente al amor de Dios, y a la devoción de los santos, y al obsequio del prójimo, y al ejercicio de las virtudes, y a la sabia contemplación de las cosas divinas; en cambio, sobrelabrar madera, heno y paja, es agregar por encima del fundamento de fe lo que a la disposición de lo humano pertenece, y a la gloria de fuera, y al cuidado de la carne.Pero acaece que un hombre esto busque de tres modos: a) de suerte que en estas cosas éstas tenga por su fin; mas, siendo culpa mortal, con esto no sobrelabra, sino pone fundamento diferente del primero, que socava; pues el fin es el fundamento en las cosas apetecibles que se buscan por el fin.b) Otro modo de buscarlas es usarlas ordenandolas del todo a gloria de Dios; y porque las obras se especifican por el fin que se pretende, esto ya no sera edificar madera, heno y paja, sino oro y piedras preciosas.c) El tercer modo es aquel en que, aunque uno no ponga su fin en las dichas cosas, ni pretendiera por ellas en algo ofender a Dios, aficionase, con todo, mas de lo debido, a ellas, de tal guisa que por ellas, va con paso tardo a Dios, en su divino servicio, lo cual es culpa venial y esto es propiamente sobreedificar madera, heno y paja; no porque, propiamente hablando, esos materiales se sobreedifiquen, mas porque las obras que conciernen al cuidado de lo temporal llevan pegadas consigo algunas faltas veniales, por el afecto a esas cosas mas encendido y vehemente; y según es la afición, mas o menos con que esta el hombre adherido a ellas, comparase a la madera, al heno o a la paja. Y en esto también puede haber su distinción, según la permanencia de las cosas espirituales, como antes se dijo, o según la vehemencia de la adhesión.Con todo, es de saber que los que se dan a cosas espirituales no pueden verse del todo libres del cuidado de las cosas temporales; ni los que por caridad tienen que atender a las cosas temporales están del todo vacios de lo espiritual; pero la diferencia entre unos y otros esta en el blanco de su afición, que unos la ordenan a lo espiritual, y si se aplican a lo temporal, solo es en cuanto lo pide la necesidad de la vida corporal. Otros, en cambio, aunque se aplican a procurarse lo temporal, no dejan de valerse, para el gobierno de su vida, de lo espiritual. Así pues, los primeros sobreedifican oro, plata, piedras preciosas; los segundos heno, madera, paja. De donde se pone de manifiesto que los que sobreedifican oro, plata, piedras preciosas, tienen sus motas de pecados veniales, mas no en gran cantidad, pues poco les apremia el cuidado de las cosas temporales. Asimismo los que madera, heno, paja sobreedifican algo de estable tienen, noble y precioso, empero menos en cantidad, es a saber, en cuanto se sirven para su gobierno de lo divino y espiritual.Puede también esta diversidad referirse a la superedificación de la doctrina; pues los que a \a fe fundada por los Apostoles sobreedifican, por su doctrina, la verdad sólida y clara o manifiesta, y enderezada a adornar la iglesia, piedras preciosas, y plata y oro sobreedifican. "Plata finisima la lengua del justo" (10,20). Mas los que a la fe fundada por los Apostoles encima agregan en su doctrina cosas inútiles, ni manifiestas, ni estables en la firmeza de la verdad, sino vanas e insustanciales, madera, heno y paja sobreedifican. De ahí lo de Jeremias: "que cuente su sueno aquel profeta que así suena; y predique mi palabra con verdad aquel que recibe mi palabra, y se veré la diferencia. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?" (23,28).Mas quien enseñase falsedades no sobreedificaria, sino que socavaria el fundamento. Dice, pues: "si sobre tal fundamento, esto es, sobre la fe formada en el corazón, o sobre la fe fundada y predicada por los Apostoles, pone alguno por materiales, trabajando o enseñando, oro, plata, piedras preciosas, es a saber, obras espirituales, esclarecida doctrina; o maderas, heno, hojarasca, esto es, obras corporales o doctrina frivola, sepa que la obra de cada uno ha de manifestarse, por cuanto el dia del Señor (el juicio) la descubrira, y el fuego mostrara cual sera la obra de cada uno"; pues no esta escondida por ignorancia humana; ya que algunos al parecer superedifican oro, plata, piedras preciosas, pero en realidad sobreedifican heno, paja, madera, porque en las cosas espirituales están pensando en las corporales, pongo, por ejemplo, la ganancia o el favor humano. Otros, en cambio, sobreedifican, al parecer, madera, heno, paja, mas en realidad oro, plata, piedras preciosas, porque en el manejo de las cosas temporales no piensan en cosas sino espirituales. "Yo iré con una antorcha en la mano registrando a Jerusalén" (Sof. 1,12); "Nada hay oculto que no salga a luz" (Lc 12,2).-"Por cuanto el dia del Señor la descubrira". 1ndica cuando sera esa manifestación; y pone primero el tiempo al decir: "el dia del Señor", acerca de lo cual es de saber que dia y tiempo de alguna cosa dicese el en que esta en su mejor estado y en el maximo grado de su poder. Eso quiere decir "todo tiene su tiempo" (Eccl. 3). Así que cuando el hombre, aun contra Dios, da libre curso a su voluntad, ése es entonces el dia del hombre. De allí lo de Jeremias: "no apeteci nunca dia o favor de hombre alguno" (17,16).Mas dia del Señor dicese cuando se cumple en los hombres su voluntad, que por su justicia o serán premiados o condenados, según aquello: "cuando me tomare tiempo, conforme a derecho Yo juzgaré" (Sal 74,3). De donde, correspondiente al juicio divino, que es triple, triple también puede entenderse su dia; porque habra un juicio general para todos, según San Mateo: "los Ninivitas se levantarán en el dia del juicio contra esta raza de hombres y la condenaran" (12,41). A este tenor dia del Señor dicese el ultimo dia, el del juicio (2Ts 2), y el texto que se viene explicando: "el dia del Señor la descubrira" ha de entenderse así: que en el dia del juicio se hara patente la diferencia de méritos de unos hombres y otros (Rm 2).Habra otro juicio particular, que es la muerte de cada uno, al que alude San Lucas: "sucedio, pues, que murio dicho mendigo, y fue llevado por los angeles al seno de Abraham. Murio también el rico y fue sepultado en el infierno" (16,22). Según esto por dia def Señor puede entenderse el dia de la muerte: "como el ladron de noche, así vendra el dia del Señor" (1Th 5,2); y lo del descubrimiento del dia del Señor consiste en que al morir cada uno quedan sus méritos af descubierto. De ahí que digan los Proverbios: "muerto el impio, se acabo su esperanza" (XI,7); "mas el justo aun en su muerte la conserva" (14,32).El tercer juicio es el de esta vida, por cuanto Dios, por medio de las tribulaciones, prueba de cuando en cuando a los hombres, que es lo que dice mas abajo: "cuando somos juzgados, el Señor nos castiga a fin de que no seamos condenados juntamente con este mundo" (1Co XI). En este sentido dicese dia del Señor el dia de la tribulación temporal, del que dice Sofonias: "amargas voces serán las que se oigan en el dia del Señor: los poderosos se verán entonces en apreturas" (1,14). Así que el dia dd Señor la descubrira, porque en el tiempo de la tribulación pruébase el afecto del hombre. "El horno pone a prueba los vasos del alfarero, y a los justos la tribulacion" (Si 17).Muestra, en segundo lugar, por qué medio se hara esta declaración, y dice que por fuego: "se ha de manifestar por medio del fuego", es a saber, el dia del Ssnor; porque el dia del juicio se dara a conocer por medio del fuego, que antecedera la presencia del Juez y abrasara el mundo, envolviendo a los reprobos y purificando a los justos. "Fuego avanza delante de El y abrasa en derredor a sus enemigos" (Sal 96,3).Pero el dia del Señor, que es el dia de la muerte, lo pondra de manifiesto el fuego del purgatorio, que pu-x ccia lo que halle apto de purificarse en los elementos, del cual puede entenderse lo que se dice en Job: "me ha acrisolado con trabajos, como se hace con el oro que pasa por el fuego" (23,10).Mas el dia que es el de la tribulación permitida por juicio divino se hara patente por el fuego de la tribulación, como dice el Eclesiastico: "en el fuego se prueba el oro y la plata; así los hombres aceptos a Dios en la fragua de la tribulacion" (2,5).Pone, en tercer lugar, el efecto de la manifestación, al anadir: "y el fuego mostrara cual sera la obra de cada uno", es a saber, que los méritos o deméritos de los hombres cualquiera de los fuegos predichos los pondra a prueba. "Me pasaste por fuego, y no se hallo en mi iniquidad" (Sal X). En estos tres casos que aquí pone él Apóstol, el primero es conclusión de los dos siguientes; porque si el dia del Señor se ha de manifestar por el fuego, y el fuego mostrara cual sera la obra de cada uno, siguese que el dia del Señor declarara la diferencia de las obras.Al decir después: "si la obra de uno sobrepuesta subsistiere... ", muestra como se hara la antedicha manifestación; y primero, cuanto a las buenas obras, al decir: "si de uno, esto es, alguno, la obra, que sobreedifico, subsistiere, en el fuego, él, que sobreedifico, recibira la paga" (Jr 31, Is 40).Dicese que una obra subsistira en el fuego sin quemarse de dos maneras: De una, de parte del que hace la obra, porque el que tal hace, conviene a saber, la de la buena doctrina, o cualquiera buena obra, por una -obra de este género no es castigado, quiere decir, ni sera atormentado por el fuego del purgatorio, ni por el fuego que precedera la presencia del Juez, ni tampoco se vera abrasado por el fuego de la tribulación; pues quien no amo desmedidamente lo temporal es consiguiente que no sienta demasiado su pérdida, ya que el dolor de perder una cosa es a proporción del amor que se le tiene. De donde un amor excesivo engendra un dolor sin medida.Otra manera de entender esto es de parte de la obra misma; pues, comoquiera que sea el juicio, permanece la buena obra, ya se trate de la buena doctrina, ya de otra buena obra cualquiera; porque, al caerle encima el fuego de la tribulación, no deja por eso el hombre ni la verdadera doctrina, ni la obra buena virtuosa; que ambas cosas le quedan, cuanto al mérito, tanto en el fuego del purgatorio, como en el fuego que vendra de precursor del Juez.Señala, en segundo lugar, el dia, en lo tocante a las malas obras, diciendo: "si la obra de alguno se quemare, por un fuego de los antedichos, sera suyo el daño", esto es, del que tal obra hizo, mas no a tal grado que llegue a condenarse. De ahí la anadidura: "con todo, él no dejara de salvarse, es a saber, con la salvación eterna (Is 45), si bien como quien pasa por el fuego", que soporto antes, o en esta vida, o al fin de ella, o al fin del mundo. De ahí lo que dice el Salmo: "pasamos por fuego y por agua, pero nos ha dado descanso" (65,12); y lo que Is : "cuando anduvieres por en medio del fuego, no te quemaras, ni las llamas te abrasarán con su ardor" (43,2).Lo de quemarse la obra de alguno se dice de dos maneras: de una, de parte del obrador, en cuanto se ve afligido por el fuego de la tribulación, por causa del afecto desmedido con que amo en demasia las cosas terrenas, y es castigado por el fuego del purgatorio, o por el fuego precursor del Juez, a causa de los pecados veniales que cometio por atender a las cosas terrenas, o también por sus enseñanzas vanas y frivolas.De otra, de parte de la obra misma, porque, al sobrevenir la tribulación, el hombre no puede entregarse ni a vanas doctrinas ni a bienes terrenos, según aquello del Salmo: "entonces perecerán todos sus designios" (145,4). Tampoco le quedara, con el fuego del purgatorio o el fuego precursor, nada de lo antedicho para remedio o para mérito. Asimismo padecera doble daño, o por cuanto es castigado, o por cuanto pierde lo que hizo, a cuyo propósito dice el Eclesiastico: "toda obra corruptible ha de perecer finalmente, y su artificio tendra el mismo paradero que ella. Mas todas las obras escogidas o justas serán aprobadas, y el que las hace sera por ellas glorificado" (14,20); cuya primera parte se refiere al que sobreedifica madera, heno y paja, que es obra quo ardera en el fuego; v la segunda al que sobreedifica oro, plata, piedras preciosas, que es obra que sin daño subsistirá en el fuego.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

b) Los corintios están aún muy alejados de esta sabiduría (1Co/03/1-4).

1 Yo, por mi parte, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a puramente humanos, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche; no os di comida sólida; porque todavía no estabais capacitados, como tampoco ahora, 3 ya que aún sois puramente humanos. Porque, mientras entre vosotros haya contienda y discordia, ¿no continuais siendo puramente humanos, y no es vuestra conducta puramente humana? 4 Porque cuando uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo de Apolo, ¿no significa esto que sois simplemente humanos?

En el fondo, todo cuanto Pablo ha venido diciendo (en 2,6-16) es un lenguaje sapiencial espiritual, al menos en razón de sus insinuaciones. También lo que sigue es un ejemplo de la superioridad de juicio del hombre espiritual frente al hombre natural. En su primera evangelización no podía recurrir a este lenguaje. Entonces se trataba de exponer los rudimentos del cristianismo. No podía dar, por así decirlo, más que leche, pues no otra cosa hubieran podido soportar. Esta imagen responde a la idea de comparar la aceptación del cristianismo con una nueva generación o nacimiento. Pablo lleva adelante la comparación y se sirve de ella con frecuencia para expresar sus sentimientos paternales o maternales hacia una comunidad. Pero aquí se incluye un reproche, pues no sólo califica a los corintios de recién nacidos, sino que además son carnales, dominados por impulsos primitivos. Y esto no responde a la línea de una evolución y maduración normal, sino que contradice a lo espiritual, acentuando lo que se dijo del hombre natural y psíquico (en 2,14) 9.

Así, pues, Pablo devuelve el reproche. Si en su predicación no ofreció aún la cumbre de la sabiduría cristiana, la culpa fue de ellos. Y lo sigue siendo también ahora si, en vez de moverse en esta cima espiritual, se ve obligado a rodearla ante hechos tan vergonzosos. Sus rivalidades, la importancia que atribuyen a las cualidades humanas -hasta llegar a poner en riesgo los bienes esenciales de la realidad salvífica en Cristo- ¿no son prueba de cuán profundamente sumergidos están aún en lo excesivamente humano? Se podría aclarar más aún la imagen empleada por el Apóstol: han recibido el Espíritu y está en ellos, del mismo modo que está en un infante el alma y la mente; pero ha de pasar mucho tiempo hasta que el alma llegue a dominar totalmente el cuerpo; durante una larga etapa, la conducta del niño está condicionada y determinada en gran medida por su sensibilidad y sus necesidades meramente corporeo-animales. Se da, además, el hecho de que, dentro siempre de este ámbito natural, muchos hombres aun habiendo alcanzado la plenitud, utilizan sus facultades mentales para servicio exclusivo de sus necesidades animales. Una gran parte de la doctrina paulina se endereza, en todas sus cartas, a la tarea de ayudar a los cristianos, que viven fundamentalmente en el espíritu, a establecer una clara diferenciación entre una vida conforme al espíritu y otra conforme a la carne. Se trata de una tarea nunca acabada, de una guerra sin tregua ni paz. Nunca serán plenamente iluminados los abismos de la conciencia humana y menos aún los del subconsciente. Una y otra vez nos enfrentamos con la tarea de abrir espacio al Espíritu y ordenar y sanar la psykhe y el cuerpo por medio del Espíritu.

«¿No significa esto que sois simplemente humanos?» Aquí está el mal, pero esto no es disculpa para una comunidad de Dios en Jesucristo. Si han sido santificados por el Espíritu, esto quiere decir que han sido elevados por encima de lo meramente humano y que están capacitados para contemplar los valores humanos de sus pastores a la manera de Dios. De hecho, ésta es su obligación. Se hacen culpables cuando, desde una humanidad dada por Dios, reaccionan según los modos de una humanidad corrompida por la carne. De aquí se deriva un mal que no hará sino potenciarse y adquirir mayor virulencia entre ellos.

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9. Igualmente cargada de reproche se halla esta comparación en Heb_5:12.

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4. REMEDIOS (Heb_3:5-23).

Esta sección intermedia sobre la suprema sabiduría que se da en Cristo mediante el Espíritu Santo, y que los corintios echaban de menos, sin razón, en el Apóstol, ha despejado el camino para conseguir la curación de los partidismos en la comunidad. Ahora el Apóstol pasa a examinar directamente el fondo del asunto. Lo personal queda muy lejos. Es digna de admiración la habilidad que se emplea para restar importancia a los aspectos personales, haciendo que se contemple todo desde arriba, desde la perspectiva del Espíritu. Se establecen aquí unas normas válidas para todos los tiempos, según las cuales deben juzgar las comunidades a sus directores y éstos a sí mismos, para no destruir allí donde se debía edificar. En rápida sucesión, y a través de una contra posición de comparaciones (plantar, regar) y de un lenguaje directo (servidor, colaborador) se explica la importancia relativa de los hombres, que son algo, pero casi nada, en la obra salvífica de Dios.

a) La postura exacta frente a los jefes de la Iglesia (1Co/03/05-09).

5 «Pues ¿qué es Apolo? ¿Qué es Pablo? Unos servidores, por medio de los cuales abrazasteis la fe, y cada uno es según la gracia que le dio el Señor. 6 Yo planté, Apolo regó; pero el crecimiento lo produJo Dios. 7 Y así lo que cuenta no es el que planta ni el que riega, sino el que produce el crecimiento, Dios. 8 El que planta y el que riega son una misma cosa; eso sí, cada uno recibirá el salario a la medida de su trabajo. 9 Porque somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

De los cuatro nombres citados al principio, Pablo toma ahora sólo dos. Parece indudable que ya desde el comienzo, la punta más acerada de la polémica apuntaba especialmente contra el partido de Apolo (1,18 ss; 2,1 ss). Era, sin duda, el más peligroso, porque explotaba el punto débil de la mayoría de los corintios. Es preciso, por tanto, volver a insistir ahora expresa y nominalmente sobre este grupo para aplicar el remedio allí donde conviene. ¿Cómo se podría hablar sobre este tema con entera calma? Para los unos Pablo lo era todo. Estaban adheridos de todo corazón a aquel que les había traído la buena nueva y la gracia, y, muy a la ligera, acusaban de ingratitud e infidelidad a cuantos no se mantenían en esta actitud. Pero había otros a quienes el resplandor de la luz cristiana les había llegado a través de la actuación de Apolo, hombre inteligente e instruido. Cuando los primeros repetían acaso incesantemente el nombre de Pablo, estos últimos se apresurarían a añadir: «Esto no es absolutamente nada comparado con lo de Apolo», como niños que se pelean y zahieren entre sí. Sobre esta situación de fondo se pronuncia ahora la palabra clarificadora: ambos son servidores de vuestra salvación, cada uno según la gracia que le ha dado el Señor. Los servidores no son personas a las que pertenecemos, sino cuyo servicio aceptamos con agradecimiento. Los servidores son muchos, pero sólo se puede pertenecer al único Señor. Si a mí me agrada o me aprovecha una manera más que otra, también esto es algo que se debe al Señor, que concedió estas maneras a sus servidores. Ninguno de éstos puede elegir su propio modo. Es lícito pensar que el mismo Pablo se habrá consolado más de una vez con esta idea, cuando experimentaba que no en todas partes hallaba buena acogida su manera personal.

Este cuadro general de los servidores se hace, en las líneas siguientes, más concreto, más colorista y más diferenciado. En cada versículo recibe la relación que tienen entre sí ambas clases de servidores una nueva luz, ya positiva: plantar, regar; ya negativa: ninguno de ellos puede nada sin la bendición divina; ya los dos a la vez: ambos son iguales cuanto al no ser frente a Dios; ya por separado: cada uno de ellos recibe su especial recompensa. Sólo Dios puede juzgar sus diferencias auténticas. ¡Cuán insensato, pues, contraponerlos entre sí, como hacen los corintios! Si al uno se le han concedido muchos éxitos con poco esfuerzo, y el otro planta para obtener escasa cosecha, porque son otros los que la recogen más tarde, todo esto sólo Dios puede juzgarlo y recompensarlo con justicia. Para concluir, una definición a la vez humilde y orgullosa de todo auténtico pastor de almas: colaborador de Dios. La palabra colaborador se emplea mucho actualmente dentro del ámbito eclesial y fuera de él, pero aquí, una vez más, colaborador de Dios significa otra cosa. Su sentido se completa con lo que dice de la comunidad: es labranza preciosa de Dios, edificio de Dios. Esta segunda imagen lleva ya a la sección siguiente. Las dos comparaciones de cultivar y edificar van con frecuencia juntas en el Apóstol. Dado que de lo que se trata es de valorar exactamente la posición de los pastores que trabajan en la comunidad, ésta aparece en actitud pasiva en esta imagen; pero en otros numerosos pasajes se afirma la idea de que en la comunidad no puede haber ningún miembro enteramente pasivo, pues todos deben contribuir a edificarla.

b) El juicio de Dios amenaza a los responsables (1Co/03/10-17).

10 Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como sabio arquitecto, puse los cimientos; y otro va edificando encima. Pero cada uno mire cómo edifica. 11 Por lo que se refiere al fundamento, nadie puede poner otro, sino el que ya está puesto: Jesucristo. 12 Y si sobre este cimiento edifica uno con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, 13 la obra de cada uno quedará en evidencia; pues el día del juicio la manifestará, porque éste se revela en fuego, y el fuego verificará la calidad de la obra de cada uno: 14 si subsiste la obra de alguno, éste recibirá el salario; 15 si se quema la obra de alguno, éste sufrirá daño; él, desde luego, se salvará, pero como quien pasa por fuego.

Pablo es un hombre de ciudad, a quien se le acomodan mejor, en el fondo, la s imágenes de la construcción que las de la agricultura o la jardinería. En todo caso, sabe sacar de la imagen de la arquitectura algunos elementos que por un lado son más personales y más acomodados a su intención y por otro tienen mucho mayor alcance, porque llegan hasta la explicación del juicio definitivo. Pablo es consciente de que al fundar, como apóstol, la comunidad, actuó totalmente en el sentido de Dios y con su gracia, hasta tal punto que sabe que sus cimientos no vacilarán. Por eso mismo, los predicadores y pastores a quienes se encomiende la comunidad después de Pablo, deberán poner sumo cuidado para ver cómo llevan adelante el edificio. Dentro del estilo de parábolas de Jesús, Pablo expone dos posibilidades extremas, partiendo de las dos ternas posibles de materiales de construcción. En realidad, estos materiales se reducían a la madera, el heno y la paja. Con ellos alzaban los pobres sus cabañas, entonces como ayer, en el cinturón de las ciudades de millones de habitantes. Los ricos adornaban sus viviendas con oro, plata y piedras preciosas. Aquel que pretende reflexionar sobre la realidad intentada por Pablo a través de la imagen experimenta una sorpresa. Pablo quiere decir que así como puede construirse rápidamente una casa de madera, heno y paja, y luego, con una buena capa de pintura, puede hacerse olvidar el bajo material con que ha sido construida, así también algunos pastores pueden tener éxito aparente en sus comunidades. Todo marcha bien... mientras no haya un incendio. Pero, tan cierto como llegará aquel día en el que todo se ha de revelar, llegará el momento en que se prenda fuego en el edificio y ¡ay entonces de aquellos constructores! Podrán ponerse a salvo, pero como aquel que, de un incendio, sólo salva su vida. No se explicita la segunda mitad de la imagen: cuando la construcción se hace con oro, plata y piedras preciosas. Pablo debe abrir los ojos de aquellos corintios que se han dejado influir por las maneras cultas y subyugantes de Apolo, pero apreciándolas desde un punto de vista unilateral. Pablo no afirma que Apolo no haya edificado. Al menos no es necesario interpretarle en este sentido. Con la madera, el heno y la paja podrían darse por implícitamente aludidos algunos corintios. Pero la comunidad debe edificarse de «piedras vivas» (1Pe_2:4-6).

¿Qué quiere decir aquí exactamente la palabra fuego? En primer término, sin duda, el juicio. En él se revelará el valor auténtico de cada cosa. Pero dentro de este juicio entra también -en la mentalidad de la predicación veterotestamentaria de los profetas- lo que precede al último acto: tribulación, persecución. Aquel que ha seguido sólo a este predicador o aquél, no tendrá arrestos para soportar la persecución, no tendrá fuerzas para mantenerse en pie resistiendo las presiones 10.

¿Podría entenderse también aquí el fuego del purgatorio? En un sentido amplio cabría pensar en ello. En la perspectiva del Apóstol esta idea era tan desacostumbrada como en la tradición profética de esta imagen. Es cierto que aquí Pablo no amenaza con el infierno, lo que casi causa extrañeza. Pero, por otra parte, que un hombre sólo salve la vida, que todo cuanto de alguna manera constituía su existencia quede totalmente aniquilado , no es pequeño castigo.

La expresión «la obra de cada uno», dos veces repetida en el v. 13, y la expresión «la obra de alguno» (v. 1415) son mucho más genéricas que el concepto «edificación». Con aquéllas no se indica tan sólo la construcción y lo construido, sino todas las acciones de la vida, a través de las cuales se transparenta lo que cada cual es en su fondo íntimo. Si a los ojos de la eterna verdad todo ello se convierte en cenizas, porque en el fondo no era otra cosa, el hombre debe sentirse aniquilado, y sobrevivir a ello le parecerá pura maravilla. Llegará así a su fin una vida que estaba orientada al éxito, a la que siempre le fue posible eludir la verdad, que nunca siguió a Jesús, que sólo tuvo y ofreció a los demás las apariencias de fe, esperanza y caridad.

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10. «éste sufrirá daño» puede traducirse también por «éste será castigado», con lo que se establecería una contraposición más adecuada con la otra expresión «recibirá salario». Pero dentro de la imagen del incendio de una casa parece más adecuado traducir de acuerdo con la versión adoptada por nosotros, tanto más cuanto que la imagen continúa: este tal «se salvará como quien pasa por fuego».

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16 ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? 17 Al que destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; pues el templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros.

De la imagen de la casa se pasa a la del templo. Apenas se reflexiona con qué clase de casa puede compararse la comunidad, surge la idea de «casa de Dios» y, más exactamente, de «templo». Y hablando de templo, sólo puede tratarse de aquel único templo que según los israelitas creyentes, había en el mundo: el templo de Jerusalén. Todo el Nuevo Testamento está penetrado de la convicción de que el lugar de este templo lo ocupa ahora la Iglesia, y que en vez de una casa de piedras hay otra casa construida de hombres vivos, congregados por el Espíritu Santo en una unidad viviente. Este mismo Espíritu lo es tanto de la totalidad como de cada hombre en particular. En todo caso, la morada de Dios adquiere mediante este Espíritu una proximidad y una sublimidad que deja muy atrás todas las anteriores moradas de Dios entre los hombres. Y siendo esto así, los corintios deben tener siempre ante los ojos aquella estricta ley de santidad vigente para el templo. Nosotros, los hombres de hoy, apenas si podemos hacernos una idea de la seriedad con que todo el mundo antiguo, también el pagano, respetaba la santidad de un templo y castigaba las irreverencias. No en vano amenaza Pablo aquí a los corintios con la destrucción. En este punto queda por ver si es posible que se dé, junto con la destrucción de la carne, la salvación para la eternidad (cf. 5,5).

Observemos la marcha ascendente: al principio se habló de una diferente recompensa; después, de los trabajadores que pueden sentirse satisfechos de serlo, a pesar de las adversidades, y se menciona finalmente la suprema amenaza, dirigida a aquellos que destruyen la santidad de la Iglesia.

c) Riesgo de transformar la sabiduría en necedad (1Co/03/18-23).

18 Que nadie se engañe. Si alguno entre vosotros se tiene por sabio según este mundo, que se haga necio para hacerse sabio; 19 pues la sabiduría de este mundo es necedad para Dios. Pues esta escrito: «El atrapa a los sabios en la astucia de ellos» (Job_5:13). 20 Y también: «Conoce el Señor que son vanos los razonamientos de los sabios» (Psa_94:11). 21 Así que nadie se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: 22 Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro: todo es vuestro. 23 Y vosotros, de Cristo; y Cristo, de Dios.

En esta corta sección se tratan dos cuestiones: una postura equivocada frente a un bien valioso en sí, es decir, la sabiduría, y una postura equivocada respecto de personas que en sí (y al menos en parte) son muy estimables. Ambas cuestiones están íntimamente entrelazadas en nuestro caso y llevan al mismo peligroso resultado, tanto más peligroso cuanto menos lo advierten los interesados. Transformación de la sabiduría en necedad, de la libertad en esclavitud. Como las gentes que subyugan a los corintios están relacionadas con la sabiduría, ponen todo el acento en esta última (ciencia y formación). Pero lo mismo que acontece con frecuencia en el ámbito humano, que hay gente que causa pena o risa cuando quiere deslumbrar con un par de cosas medio aprendidas, pero que dejan entrever la verdadera altura de su nivel cultural mezclando nombres o empleando equivocadamente los conceptos, esto mismo acontece, y con mayor certeza, delante de Dios. Hay quienes piensan que lo que saben, o lo que son, es algo maravilloso, pero esa misma necia opinión les hace ridículos y pobres.

Algo de esta fatal confusión a la que estos «sabios» necios están expuestos encuentra afirmada Pablo en dos lugares de la Escritura: «él atrapa a los sabios en la astucia de ellos.» La línea del pensamiento humano es a veces tan lógica y consecuente que lo ensambla todo dentro de un claro esquema. El hombre tiene una notable tendencia a la sistematización. Acaso, en el fondo, no sea cosa notable, sino algo tan evidente como opinar sobre el mundo que está en su horizonte. Pero aquella inclinación es más peligrosa. El pensador tiene una o dos buenas ideas sobre el tema, o el hombre más sencillo un par de experiencias, de las que extrae también un par de ideas. Pueden ser en sí muy buenas y útiles. Pero cuando se amplían y se quiere estructurar con ellas una filosofía o una concepción del mundo y hasta una concepción de la divinidad, entonces se corre el peligro de que el edificio conceptual resulte armónico, pero no tenga nada que ver con la realidad. Cuanto mayor fue el empuje mental con el que el hombre alzó el edificio, más trágica resulta la ausencia de verdad. Su sabiduría se convierte en necedad. De esto debería precaverle la revelación de Dios, que no se deja encerrar en ningún sistema. Todo teólogo debería llegar a estas conclusiones por personal experiencia. Aquel que se somete a la palabra de Dios y sacrifica en su obsequio la lógica de sus propios pensamientos, queda libre de la red que tiende a extenderse por propio impulso.

Si mediante la fe humilde se alcanza la libertad frente a la realidad misma, mucho más frente a todo culto personal. Se recibe en todo tiempo con gratitud todo cuanto de bello y grande quiere participarnos alguien; se le honra por ello, pero no se gira en torno a un nombre famoso. Se gira en torno a las cosas auténticas y buenas que nos tiene que comunicar. ¿Hemos observado cómo Pablo reduce a su justo límite lo que los corintios habían colocado a la cabeza? ¡Qué necias parecen ahora, en este contexto, sus palabras: yo soy de Pablo, yo soy de Cefas...! Pablo retrueca la frase: Pablo, Apolo, Cefas, ¡todos os pertenecen a vosotros! Todos y todo. Lo cual se da la mano con lo que dice en otra parte: «Sabemos que todas las cosas colaboran para bien de quienes aman a Dios» (Psa_8:28). Sólo que aquí enumera con mayor detalle el inventario de lo que poseen: el mundo, la vida, y la muerte; el presente y el futuro y, al mismo tiempo, con una frase más concisa: todo es vuestro.

Pero ¿hasta qué punto es «todo» de ellos, de los corintios, de los cristianos? Todo les pertenece en Cristo, por voluntad de Cristo, según la mente de Cristo. No es algo evidente en sí mismo que les pertenezcan todas las cosas, que todas les sirvan y les sean útiles. No siempre y en todas las circunstancias se ha mantenido en su justo puesto este dominio que, en realidad, depende total y exclusivamente de que ellos sean, a su vez, propiedad de Cristo y estén a disposición de Cristo. Cristo les ha librado del pecado y de la esclavitud al aceptarlos en sí mismo y en su libertad. Sólo en la realización de la figura y de la vida y esencia de Cristo puede mantenerse en pie su independencia frente al mundo, su libertad sobre todo lo mundano. La obediencia es la condición de la libertad.

Por eso podemos comprender, en definitiva, algo que inicialmente pudiera causarnos extrañeza: oír decir a Pablo, siguiendo la línea de su propio pensamiento, que también Cristo es de Dios. Todo pertenece a Cristo sólo porque él, a su vez, pertenece entera y totalmente a Dios. Cristo es de Dios. El Apóstol quiere llevar la enumeración, que contiene las relaciones exactas de las cosas, expuestas de dos en dos, y une a todos los miembros en la unidad hasta su vértice supremo, porque sólo desde aquí se sitúa cada cosa en su sitio justo. Y por eso no ha querido pararse en Cristo al enumerar la serie de eslabones. Pues ¿qué es Cristo? Es el Kyrios, el Señor; pero su dominio, que tiene su máxima expresión en el titulo de Kyrios, es algo que le ha sido dado por el mismo Dios, como recompensa a su obediencia (Phi_2:9-11). Y así, él pertenece (como Dios) a Dios, de modo parecido a como los cristianos pertenecen a Cristo.

En esta linea ascendente aparece también, en su dimensión exacta, lo que Pablo quiere indicar con la palabra «gloriarse». No es una jactancia exterior ante los demás por algo o por alguien, sino que es el fundamento íntimo y la postura del yo ante la divinidad. Al gloriarse, debe mirarse hacia lo alto. Aquel que se gloría por algo inferior a él es un insensato. Y dado que la línea ascendente de este gloriarse responde a la linea ascendente de la gracia, un gloriarse equivocado pervierte también este orden. Quien destruye el orden, interrumpe la corriente que, a partir de Dios, quiere comunicar riquezas. Es un insensato, que se hunde tanto más en su nada cuanto más altas palabras emplea en su propia glorificación; él, que podría haber tenido la sabiduría de Dios y verse así confirmado en su gloria correspondiente.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Infancia espiritual de los corintios, 3:1-4.
1 Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche, no os di comida, porque aún no lo admitíais. Y ni aún ahora lo admitís, 3 porque sois todavía carnales. Si, pues, hay entre vosotros envidias y discordias, ¿no prueba esto que sois carnales y vivís a lo humano? 4 Cuando uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo de Apolo, ¿no procedéis a lo humano?

Trata San Pablo de justificar su modo de predicar entre los corintios. Ya había aludido a este punto anteriormente (cf. 2:1-5), pero bajo otro aspecto. Ahora (3:1-4) quiere explicarles, no ya por qué no se había valido de artificios de la retórica humana, sino por qué tampoco les había hablado de los altos misterios cristianos o sabiduría divina.
Lo que en sustancia viene a decirles es que esa sabiduría la predica sólo a los perfectos o espirituales (v.1; cf. 2:6), únicos que son capaces de comprenderla, y los corintios no habían llegado aún a esa condición. Hubo de tratarles como a carnales (???????? , v.1), término que viene a equivaler prácticamente al de animales (??????? ), usado ya anteriormente (cf. 2:14). Con el aditamento como a niños en Cristo (v.1), el Apóstol suaviza bastante la expresión, dando a entender que los corintios, puesto que habían sido regenerados por el Espíritu en el bautismo, de suyo no eran ??????? , sino ??????????? ; sin embargo, su modo de proceder, dejándose guiar por principios humanos y no por el Espíritu, era el propio de los ??????? , obligándole a él a tratarles como tales, sin poderles ofrecer los alimentos doctrinales fuertes, propios de personas adultas en la fe (v.2; cf. Heb_5:12-14). Se veía claro que el nuevo principio de acción, que es el espíritu, no había logrado todavía anular en ellos el principio meramente humano, que es la carne (cf. Rom_8:2-11). Y esto, añade el Apóstol, no solamente en los primeros días de la conversión (v.2), sino, lo que es más grave, también en la actualidad (v.3).
Esta última observación le lleva como de la mano al punto adonde quería llegar; es, a saber, al caso concreto de los partidos (v.3-4; cf. 1:11-12), haciendo así la aplicación de todo cuanto ha venido diciendo sobre las dos sabidurías, la humana y la divina. En efecto, el hecho de esas rivalidades y preferencias entre los corintios por este o aquel predicador indica que viven aún muy a lo humano, pues un espiritual debe ver en cada maestro un mero instrumento de Dios. Tal va a ser el tema fundamental de la siguiente perícopa.

Naturaleza del ministerio apostólico, 3:5-17.
5 Pues ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros según lo que a cada uno ha dado el Señor, por cuyo ministerio habéis creído. 6 Yo planté, Apolo regó; pero quien dio el crecimiento fue Dios. 7 Ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. 8 El que planta y el que riega son iguales, cada uno recibirá su recompensa conforme a su trabajo. 9 Porque nosotros sólo somos cooperadores de Dios, y vosotros sois arada de Dios, edificación de Dios. 10 Según la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse los cimientos, otro edifica encima. Cada uno mire cómo edifica, 11 que cuanto al fundamento, nadie puede poner otro sino el que está puesto, que es Jesucristo. 12 Si sobre este fundamento uno edifica con oro, plata, piedras preciosas o maderas, heno, paja, 13 su obra quedará de manifiesto; el día, efectivamente, la manifestará, ya que ha de manifestarse en el fuego, y es este fuego el que probará cuál fue la obra de cada uno. 14 Aquel cuya obra subsista recibirá el premio, 15 y aquel cuya obra sea abrasada sufrirá el daño; él, sin embargo, se salvará, pero como quien pasa por el fuego. 16 ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él. 17 Porque el templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros.

Pocos pasajes encontraremos en la Sagrada Escritura en que, como en el presente, se hable tan amplia y claramente sobre la naturaleza del ministerio apostólico. Dos son las verdades que principalmente se hacen resaltar; es, a saber, que el agente principal de toda obra apostólica es Dios, y que a nosotros, ministros y cooperadores de Dios, se nos pedirá cuenta de la misión que nos fue encomendada. Para el desarrollo de estas verdades, San Pablo, después de afirmada la tesis en forma general (v.5), se vale de dos imágenes sumamente expresivas: la de arada de Dios (v.6-8) y la de edificación (v. 10-17).
La tesis general es la de que somos ministros (???????? ) ? servidores de Dios (v.5). Poco después se dirá (v.g) que somos cooperadores (???????? ) de Dios. Son dos aspectos de la misma idea: servicio a las órdenes de otro y cooperación en una obra común, con lo que se insinúa que es un servicio no meramente de esclavos, sino de obreros libres, con derecho a recompensa. Y este servicio se ha de ejercer según lo que a cada uno ha dado el Señor, es decir, en conformidad con la misión que se asigna a cada uno, la cual, como es obvio, no para todos es igual.
A fin de declarar esto mejor, San Pablo se vale primeramente de la imagen de un campo cultivado o arada (v.6-8; cf. Jua_15:1). e1 campo es de Dios (cf. v.g), y nosotros somos los obreros: uno planta, otro riega., según la misión que el mismo Dios, dueño del campo, nos asigna. Pero bien entendido que todo nuestro trabajo sería totalmente estéril si no va acompañado de la acción interna e invisible de Dios, que es quien da el crecimiento (v.6-7), moviendo las almas con su gracia a la conversión y luego al desarrollo de la vida cristiana. Y añade el Apóstol (v.8) que, aunque la misión asignada a unos y otros sea diversa, todos los apóstoles son una sola cosa (?? ????? ) ? , como puede también traducirse la expresión griega, son iguales (ministros o servidores), pues deben actuar coordinadamente en orden al mismo fin, de modo que no tiene sentido andar comparándolos entre sí, como si uno pudiese tener intereses distintos de los del otro; la única diferencia estará en la recompensa o premio, que no dependerá de la misión asignada o fruto obtenido, pero sí del trabajo o empeño que cada uno ponga en el cumplimiento de su misión.
En el v.9, que sirve como de transición, alude ya el Apóstol a la segunda imagen, la de una edificación, imagen que luego desarrolla ampliamente (v. 10-17; cf· Efe_2:20-22; 1Pe_2:4-8). Considera a la iglesia de Corinto como un edificio en construcción que Dios va levantando por medio de los predicadores evangélicos y en que podemos distinguir como tres fases: la inicial o puesta de fundamentos, que es lo que hizo él (v.10-11); la intermedia o de sobre edificación, que es lo que han hecho y siguen haciendo los que han ido allí después de él (v.12-14); y la final o de edificio ya construido, templo en que debe morar la divinidad (v. 16-17).
Por lo que atañe a la primera fase o puesta de fundamentos, el Apóstol se muestra totalmente seguro de su obra y no admite discusiones: nadie puede poner otro fundamento sino el que está puesto, que es Jesucristo, objeto de nuestra fe y principio único de salud (v.11; cf. 2Co_11:4; Gal_1:7-8; Efe_1:10; Hec_4:12) 153. Mas por lo que toca a la sobreedificación, es decir, a lo que otros predicadores han ido añadiendo después, da por supuesto que caben formas o enfoques doctrinales más o menos diversos, que pueden ser buenos (oro, plata, piedras preciosas, v.12), menos buenos (madera, heno, paja, v.12) y malos (que destruyen, ? . 16; cf. 5:1-13; 6:9-20); cómo sean de hecho, quedará de manifiesto en el día del Señor (? .13). Creemos que es urgir demasiado el texto bíblico suponer, conforme hacen algunos autores, que los materiales menos buenos (madera, heno, paja) aluden a las doctrinas predicadas por los fautores del partido de Cefas, y las que destruyen, a las predicadas por los del partido de Cristo. Más bien parece que San Pablo habla en general, de modo que cada uno, en conformidad con lo que antes ha dicho de la sabiduría humana y divina y de lo que acaba de decir sobre el único fundamento que es Cristo, coja lo que le corresponda, pertenezca al partido de Pablo, al de Apolo, al de Cefas o al de Cristo.
Ese día del Señor, en que serán probados los materiales que cada predicador ha empleado en la construcción (v.13), es evidentemente el día del juicio final o de la parusía (cf. 1:8; 4:5; Rom_2:16; 13:12; 1Te_5:2; 2Te_1:10; 2Ti_1:18). Y es que en esto San Pablo, a imitación de los profetas del Antiguo Testamento, al hablar de los tiempos mesiánicos (cf. Act 15-16-17), suprime la perspectiva, colocando en ese día la separación de buenos y malos con la correspondiente distribución de penas y premios, sin que por ello excluya que ya antes, a raíz de la muerte de cada uno, conforme enseña la teología católica, haya de haber un juicio particular que establezca definitivamente para él esas recompensas. Cuando el Apóstol dice, y lo repite hasta tres veces (v.13-15), que la prueba de los materiales de construcción empleados por cada predicador la hará el fuego, ¿a qué fuego alude? Algunos autores han querido ver aquí una alusión al fuego del infierno, otros al del purgatorio; pero está claro que, al menos de modo directo, no se alude ni a uno ni a otro, pues lo mismo el fuego del infierno que el del purgatorio son para expiar culpas, no para probar culpables, y aquí emplea ese término San Pablo con relación a todos los predicadores, incluso los que usan materiales buenos y son dignos de recompensa. Parece, pues, evidente que se trata simplemente de una expresión metafórica para indicar el juicio divino, que es el que pondrá de manifiesto la solidez y verdad de la obra de cada predicador. Por lo demás, la imagen del fuego, inseparable casi de toda teofanía (cf. Exo_3:2; Exo_19:18; Dan_7:9; 2Te_1:8), está muy en consonancia con la alegoría general del edificio, dado que el fuego es el mejor discriminador de la solidez de los materiales. No queremos, sin embargo, dejar de advertir que, aunque no en el término fuego, sí en la contextura general de la argumentación, hay una clara alusión al purgatorio, así como también al infierno y a la bienaventuranza. En efecto, ¿qué otra cosa pueden significar ese recibirá premio del v.14 y ese le destruirá del v.16 sino que al juicio divino seguirá para unos recompensa y para otros castigo, es decir, cielo e infierno? Y en cuanto al purgatorio, no es menos clara la alusión, al afirmar el Apóstol en el ? .16 que aquellos predicadores que hayan empleado materiales menos buenos que no resistan la prueba divina, aunque ellos se salvarán, habrán de sufrir daño154, algo así como quienes escapan a través del fuego (nótese que aquí el término fuego se toma en sentido propio, no en sentido metafórico), que no pueden evitar las zozobras y quemaduras. No irán, pues, al infierno (se salvarán); pero tampoco irán al cielo sin antes sufrir daño. Lo cual, lógicamente, nos lleva a establecer el principio de que hay faltas que no son tan graves como para cerrar el cielo; pero que, antes de entrar en él, Dios las castigará con una pena proporcionada temporal. En sustancia, eso es lo que enseña el dogma católico del purgatorio, aparte de que haya o no haya allí fuego, cosa que habrá de probarse por otras razones, no por este pasaje paulino.
Queda, por fin, decir algo sobre los v. 16-17. Estos dos versículos siguen aún en la línea de la imagen del edificio, que aquí se concreta en la de templo, dado que es un edificio de Dios, en que El mismo quiere morar. Se trata de una grave advertencia a los fautores de los partidos, como diciéndoles: No destruyáis la unidad de esa edificación, que es la iglesia de Corinto, pues es templo de Dios, algo que es santo, y Dios castigará severamente a los culpables. Evidentemente, en este contexto, el término templo de Dios, aunque por extensión pueda aplicarse a cada uno de los fieles, directamente se aplica a la comunidad de Corinto, es decir, tiene sentido colectivo (cf. 6 Cor 6:16; Efe_2:21), no individual (cf. 6:19). últimamente algunos autores, como B. Gártner 155, han querido encontrar aquí una dependencia de Qumrán, cuya comunidad se consideraba como un nuevo templo humano, en el que se tributaba a Dios un culto espiritual más genuino y auténtico que el que se le tributaba en el Templo de Jerusalén. Sin embargo, tal dependencia nos parece muy problemática, pues ya en el Antiguo Testamento se encuentran elementos suficientes para llegar a la idea de nuevo templo, y es probable que lo mismo Qumrán que Pablo están inspirándose en la misma fuente.

No hay que dejarse guiar de la sabiduría humana,
3:18-23.
18 Nadie se engañe; si alguno entre vosotros cree que es sabio según este siglo, hágase necio, para llegar a ser sabio. 19 Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues escrito está: El caza a los sabios en su astucia. 20 Y en otra parte: El Señor conoce cuan vanos son los planes de los sabios.21 Nadie, pues, se gloríe en los hombres, que todo es vuestro; 22 ya Pablo, ya Apolo, ya Cefas; ya el mundo, ya la vida, ya la muerte; ya lo presente, ya lo venidero, todo es vuestro; 23 y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

Hace aquí San Pablo la aplicación de los principios anteriormente expuestos. Dos son las afirmaciones fundamentales. Primeramente (? . 18-20), que no quieran dárselas de entendidos los corintios, juzgando según los criterios de la sabiduría humana y tomando partido por este o aquel predicador, pues esa sabiduría es necedad ante Dios, y lo que interesa es que se hagan sabios según la sabiduría divina, aceptando con humildad y sencillez la doctrina de la salud por Cristo. Con las citas (v. 19-20) de Job_5:13 y Sal_94:11, el Apóstol trata de apoyar su tesis, haciendo ver que los cálculos y planes de los sabios humanos no valen de nada ni pueden impedir los planes divinos.
La segunda idea (v.21-23), para hacer ver a los corintios lo absurdo de su proceder con eso de los partidos, es la de que en buena lógica no son los fieles para los apóstoles sino los apóstoles para los fieles, pues su misión es la de ser ministros o servidores, que trabajan en el campo de Dios (cf. ? .6). ? no sólo los apóstoles, las criaturas todas están ordenadas por Dios al bien de los fieles (cf. Rom_8:28). Así es de grande la dignidad del cristiano. ¿Cómo, pues, os rebajáis, les viene a decir el Apóstol, a quereros hacer propiedad de este o aquel predicador, fomentando cismas y partidos ? Sin embargo, y aquí San Pablo lleva ya la argumentación hasta el final, no llevéis las cosas demasiado lejos, sino pensad que vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios (v.23). De esta nuestra pertenencia a Cristo, que fue quien nos redimió con su sangre (cf. 7:23; Rom_3:24; Efe_1:7), habla con frecuencia San Pablo (cf. 1:12-13; 6:19; Rom_6:11; 2Co_10:7; Gal_3:29). En cuanto a la pertenencia de Cristo a Dios, ha de entenderse, no de Cristo en cuanto Dios, igual al Padre, sino de Cristo en cuanto hombre, con misión de Mediador para llevar a los hombres al Padre (cf. 11:3; 15:24; Jua_14:31).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


21 3,1-4. Abandonando la gimnasia men(-)tal destinada a desconcertar a los corintios, Pablo pasa a expresar en este momento su ob(-)jeción básica a la actitud de aquéllos. No pue(-)den ser cristianos maduros dado que no han captado la índole de una auténtica comuni(-)dad. 1. gente carnal: La que sigue dominada por los criterios de un mundo caído; véase R. Bultmann, TNT 1. 232-39. 3. camináis a lo hu(-)mano: En oposición a kata theon (2 Cor 7,9-10), kata anthropon (1 Cor 9,8; 15,32; Gál 3,15; Rom 3,5) denota la valoración humana co(-)mún. Al aceptar las envidias y discordias como normales, dejan patente su aceptación del jui(-)cio común sobre lo que es posible para la hu(-)manidad. 4. al modo humano: Con su utiliza(-)ción de divisas partidistas (1,12) demuestran ser personas corrientes, y no los jefes espiri(-)tuales iluminados que afirman ser.
22 (E) La actitud correcta respecto a los pastores (3,5-4,5). El tema principal enuncia(-)do en 3,5-9 reaparece en 4,1-5. En medio (3,10-23) se sitúa una digresión menos directamente relacionada con el asunto en cuestión. 5. qué: Cabría esperar «quién», pero aquí y en el v. 7 se usa el neutro deliberadamente para subrayar el carácter instrumental del ministerio, por medio de los cuales llegasteis a la fe: Aunque es un don divino (12,9), la fe no prescinde de los conduc(-)tos encarnacionales. Un instrumento defectuo(-)so puede obstruir o distorsionar la acción de la causa principal (1,17). 6. Cronológicamente, Pablo y Apolo guardaban entre sí la relación existente entre evangelizador y catequista. 7. Dios no necesita instrumentos humanos, pero en su sabiduría decidió emplearlos. 8. son una misma cosa: En vista de su efecto, Pablo y Apolo constituyen un único instrumento complejo. ¡Qué estúpido, pues, resulta contraponer uno al otro! cada cual recibirá su salario: Aunque todo el mérito corresponde a Dios, éste reconoce la realidad de la contribución de los ministros. 9. colaboradores de Dios: Pese a V. P. Furnish (JBL 80 [1961] 364-70), la idea es la cooperación divino-humana (1 Tes 3,2), la modalidad de acti(-)vidad divina inaugurada en Cristo, cultivo/edifi(-)cación: La asociación de estas imágenes es muy común (véase Conzelmann, 1 Corinthians 75). En la pedregosa Palestina, limpiar los campos significaba construir muros (Jr 1,10).
23 10. La imagen de la construcción hace que Pablo se desvíe del tema y entre en una di(-)gresión sobre la calidad de las aportaciones mi(-)nisteriales que él espera que otros hagan. 11. Alusión parentética a una afirmación del parti(-)do de Cefas de que la Iglesia estaba cimentaba sobre Pedro (Mt 16,18); véase el comentario a 1, 12. 13. el día: El fuego es un elemento cons(-)tante (Is 26,11; Dn 7,9-11; Mal 4,1) en el marco del día escatológico de Yahvé (Is 2,12; Jr 46,10; Am 5,18), utilizado aquí por Pablo para desig(-)nar la segunda venida de Cristo (4,5; 5,5). 14. recompensa: Aprobación por parte de Dios del uso pleno hecho de los talentos personales en aportaciones adecuadas a la índole de la Igle(-)sia. 15. Dar de manera errónea (p.ej., el intento del partido de Cefas de imponer costumbres ju(-)días a la Iglesia) o en modo insuficiente desde el punto de vista de los talentos personales me(-)recerá salvación... pero sólo como quien sale corriendo de una casa en llamas. No hay refe(-)rencia alguna al purgatorio (véanse S. Cipriani, RivB 1 [1959] 25-43; J. Gnilka, Ist 1 Kor 3:10-15 ein Schriftzeugnis für das Fegfeuer? [Dusseldorf 1955], J. Michl, SPC 1. 395-401). 16. De la acti(-)vidad constructora, Pablo salta al edificio como tal. templo de Dios: En oposición a los esenios, que relacionan este concepto con el sacrificio espiritual (1QS 8,4-9; 9,3-5), Pablo convierte la presencia de Dios en la base (6,19; 2 Cor 6,16; véanse G. Klinzing, Die Umdeutung des Kidtus in der Qumrangemeinde und im Neuen Testa(-)ment [SUNT 7, Gotinga 1971] y mí recensión de esta obra, RB 79 [1972] 435-40). 17. templo santo: La comunidad es destruida por falta de santidad (véanse I. de la Potterie y S. Lyonnet, La vie selon lEsprit [París 1965] cap. 7).
24 18. La santidad es un servicio de amor, la antítesis de las divisiones promovidas por la especulación sapiencial corintia que seguía cri(-)terios mundanos, vuélvase loco: Aceptando la lo(-)cura de la cruz (1,18-25). 19. En este texto, co(-)mo en Rom 11,35, Pablo utiliza una traducción de Job 5,13 que no es la de los LXX. Lo que los corintios tienen por sabiduría es sólo astucia. 20. Al citar Sal 94,11, Pablo sustituye «hom(-)bres» por «sabios». 21-22. Siguiendo el princi(-)pio estoico de que «todo pertenece a los sabios» (Dióg. Laercio, Vit. 7.125), los corintios debían haber cambiado radicalmente sus divisas (1,12). 23. El carácter ad hominem del argumento de los vv. 21-22 queda subrayado por la afirmación formal de la relación de todo con Cristo y de la subordinación de éste a Dios (15,28).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El problema permanente de los corintios

Tal como Pablo ilustró el tema que trata en 1:10-31 sobre gloriarse en el Señor, refiriéndose a su propia llegada a Corinto, actúa de la misma forma en 3:1-23. Habla del problema de los cristianos de Corinto, que es el mismo desde el principio, en relaci ón con su tendencia a las divisiones (1-9), del papel que desempeña como apóstol fundador, y del cui dado que se necesita para construir la iglesia en vista del juicio futuro (10-17), concluyendo con una corrección del malentendido de la relación de los maestros con el pueblo de Dios (18-23).

1 Como en 2:1 y 2:3, Pablo comienza con otro y yo para seguir hablando sobre sus experiencias en Corinto. Cuando llegó no podía referirse a ellos como espirituales, sino apenas como a carnales y creyentes niños. 2 La condición de ellos estaba determinada por lo que era entonces su dieta, y todavía lo es.3 Se ve claramente que aún son mundanos por la existencia de celos y contiendas en cuanto a los maestros. ¿No es cierto que sois carnales y andáis como humanos? es, lit., andar según los hombres, es decir, guiados por normas seculares. 4 Cuando ellos se aferran exclusivamente a los líderes, sean estos Pablo o Apolos, el Apóstol pregunta nuevamente: ¿No es cierto que sois carnales? La mundanalidad (carnalidad), en este caso, proviene de considerar el ministerio cristiano a partir de un concepto secular. 5 Los ciudadanos de Corinto reflejaban su mundo secular al evaluar a las personas en términos de sus privilegios, condición y riqueza; Pablo pregunta si acaso los cristianos no estaban haciendo eso mismo. Usa palabras indicadoras de bajo rango para describir a Apolos y a sí mismo como siervos por medio de los cuales habéis creído. Ellos no podían reclamar ningún mérito personal ya que en cada uno todo se hizo según el Señor le concedió. 6 En una colonia romana elitista, que despreciaba a los trabajadores manuales, Pablo designa tanto a Apolos como a sí mismo como jardineros con diversos deberes. 8 El que planta y el que riega tienen ambos un mismo propósito, no están compitiendo, y cada uno será recompensado sobre la base de su propio trabajo. 9 Ellos son colaboradores de Dios, así como los corintios son huerto de Dios, edificio de Dios. De la misma manera en que los magníficos edificios de Corinto llevaban inscripto en ellos el nombre de su benefactor, los corintios son edificio de Dios. No hay cosa tal como mis convertidos y tampoco pertenecen los creyentes en Cristo a un maestro o evangelista cristiano en particular.

10 Por la gracia de Dios Pablo es el apóstol fundador, o arquitecto de la iglesia. Los maestros que le siguen continúan levantando el edificio y deben hacerlo con mucho cuidado. 11, 12 Jesucristo es el único fundamento. Los materiales de construcción pueden ser temporales o de los que perduran (aunque el oro, la plata y las piedras preciosas no se utilizan normalmente, excepto para adornar el edificio).13 En el siglo primero existían constructores deshonestos, pero llegará el día de juicio cuando los hechos serán revelados y el fuego probará los materiales que fueron utilizados. 15 Los constructores deshonestos verán cómo toda su obra es destruida por las llamas, y ellos mismos saldrán chamuscados. Su salvación no está en tela de juicio, pero la función que Dios les ha dado en la iglesia ha sido totalmente desacreditada por sus propias ac tividades. 16 Además de la analogía que Pablo ha utilizado en el v. 9, describe aquí al pueblo de Dios como su santuario en el que mora el Espíritu.

18 Los corintios se han engañado a sí mismos en cuanto a la sabiduría. Pablo invita a quienes son reputados como sabios o elite intelectual entre los cristianos a reconocer su ignorancia para que pue dan llegar a ser verdaderamente sabios. 19, 20 Se expresa la razón de esto y se refuerza con citas de Job 5:13 y Sal. 94:11. 21 La expresión así que rescata para los corintios las implicancias de lo que va de su dis cusión: uno no debe jactarse de los hombres. Todas las cosas les pertenecen, si es que Cristo los ha enriquecido en todas las formas (cf. 1:4-7). 22 La comunidad cristiana no pertenece a uno u otro maestro, sino que los maestros pertenecen a la comunidad. Cada uno de ellos decía: Yo soy de ... , pero Pablo dice: Pablo, ... Apolos, ... Pedro ... todo es vuestro. Todo lo que hay en la vida les pertenece, incluyendo el presente y el futuro.23 Ellos no pertenecen a los maestros, sino al Mesías que a su vez pertenece a Dios. Pablo nunca dice: Esta es mi iglesia, aun siendo su apóstol fundador.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Inmadurez de los corintios. Después de dejar sentados los grandes principios cristianos sobre los que se debe construir toda comunidad de creyentes, Pablo ataca los problemas concretos de sus queridos corintios, motivo por el cual les dirigió esta carta desde Éfeso, a donde le habían llegado malas noticias de ellos. Dejando los demás asuntos para después, el Apóstol comienza por el problema principal: las envidias y las discordias que tenían dividida a aquella comunidad en bandos (4).
En primer lugar, el Apóstol trata de comprenderlos y en cierta manera de excusarlos. Dice que al principio sólo pudo hablarles como a niños en la vida cristiana y por tanto darles sólo leche y no el alimento sólido que no hubieran podido digerir. Esta inmadurez, sin embargo, ¿no duraba ya demasiado? A continuación Pablo se lanza a desmantelar los bandos basados en el culto a la personalidad: «¿Quién es Apolo?, ¿quién es Pablo?» (5). Para ello utiliza dos bellísimas imágenes sobre la comunidad cristiana, símbolo de toda la comunidad humana, sacadas de la tradición bíblica. La primera: «Ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios» (9). Los ministros y servidores de la fe no son dueños de la comunidad. Ellos plantan, riegan, construyen, edifican, es decir, «somos colaboradores de Dios» (9), pero sólo Dios hace crecer, y «nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es Jesucristo» (11), cfr. Efe_2:20-22. La segunda: «¿No saben que son santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?» (16). En el santuario de Jerusalén residía la Gloria de Dios. Era una institución venerada y respetada (cfr. Jr 7 y 26; Mat_21:12-16). El nuevo santuario de Dios no es un recinto, viene a decir Pablo. No está hecho de piedra sino de vida, y son todos los hombres y mujeres de este mundo, sin distinción de religión, raza o nación. Este santuario es sagrado. En él habita Dios. Nadie ha dicho algo tan sublime sobre la dignidad de la persona humana. Y nadie ha sido tan radical y contundente en condenar a todos aquellos o aquellas que destruyan, abusen, discriminen, menosprecien o se olviden de este santuario de Dios: «Dios los destruirá porque el santuario de Dios que son ustedes, es sagrado» (17).
Estas palabras revolucionarias de Pablo deben seguir inquietando y cuestionando a nuestras comunidades cristianas de hoy. El lugar «privilegiado» para dar culto a Dios no son ya iglesias, santuarios, centros de peregrinaciones o el lugar favorito de las devociones de cada uno, sino «las personas», especialmente aquellas que son los santuarios profanados de Dios: los pobres, los marginados, los hambrientos, los emigrantes, los niños de la calle y ese largo etcétera de la miseria humana. Si no descubrimos y damos culto al Dios que habita en ellos, no lo encontraremos en las iglesias o santuarios, pues los habremos llenado de ídolos y dioses falsos. Éste es el horizonte espiritual, «la mentalidad de Cristo» que abre Pablo tanto a los corintios como a nosotros y nosotras. Todo lo que se desvía de este horizonte cristiano es «sabiduría de este mundo», «locura para Dios».
Los ojos iluminados de Pablo nos ofrecen un grandioso final: «Todo es de ustedes, ustedes son de Cristo, Cristo es de Dios» (22s). El Apóstol remata esta parte de la carta volviendo al tema del principio: no pertenecen a Pablo o a Apolo o a Cefas, viene a decir. Al contrario, ellos les pertenecen a ustedes como ministros y colaboradores de Dios al servicio de la comunidad. O lo que es lo mismo, no son los cristianos los que están al servicio de la institución o de la jerarquía de la Iglesia por más alta que ésta sea o de cualquier movimiento eclesial de turno. Al revés. No podemos enajenar nuestra libertad de pensar y de actuar ni nuestra conciencia en una obediencia servil a nuestros líderes, ni éstos pueden imponernos el silencio, siempre que nos movamos dentro de la tradición apostólica.
Pero, ¡atención!, añade Pablo, tampoco ustedes son el centro. Es decir, la comunidad cristiana no es una democracia independiente, libre y soberana, dueña de su propio destino. El centro de la comunidad es Cristo, de la misma manera que Cristo hizo del reino de Dios el centro de su vida y su misión.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

2 Milke is fit for children. 3 Strife and diuision, arguments of a fleshly minde. 7 Hee that planteth, and hee that watereth, is nothing. 9 The ministers are Gods fellowe workemen. 11 Christ the only foundation. 16 Men the temples of God, which 17 must bee kept holy. 19 The wisedome of this world is foolishnesse with God.
1 And I, brethren, could not speake vnto you as vnto spirituall, but as vnto carnall, euen as vnto babes in Christ.
2 I haue fed you with milke, and not with meate: for hitherto yee were not able to beare it, neither yet now are ye able.
3 For ye are yet carnall: for whereas there is among you enuying, and strife, and [ Or, factions.] diuisions, are ye not carnall, and walke [ Greek: according to man.] as men?
4 For while one saieth, I am of Paul, and another, I am of Apollo, are ye not carnall?
5 Who then is Paul? and who is Apollo? but ministers by whom ye beleeued, euen as the Lord gaue to euery man.
6 I haue planted, Apollo watered: but God gaue the encrease.
7 So then, neither is he that planteth any thing, neither hee that watereth: but God that giueth the increase.
8 Now hee that planteth, and hee that watereth, are one: [ Psa_63:13 Gal_6:5.] and euery man shal receiue his own reward according to his owne labour.
9 For wee are labourers together with God, ye are Gods [ Or, tillage.] husbandry, yee are Gods building.
10 According to the grace of God which is giuen vnto mee, as a wise master builder I haue laid the foundation, and another buildeth thereon. But let euery man take heede how hee buildeth thereupon.
11 For other foundation can no man lay, then that is laide, which is Iesus Christ.
12 Now if any man build vpon this foundation, gold, siluer, preciousstones, wood, hay, stubble:
13 Euery mans worke shall be made manifest. For the day shall declare it, because

[Gods Ministers.]

it [ Greek: is reuealed.] shall bee reuealed by fire, and the fire shall trie euery mans worke of what sort it is.
14 If any mans worke abide which he hath built thereupon, he shal receiue a reward.
15 If any mans worke shall bee burnt, he shall suffer losse: but he himselfe shall be saued: yet so, as by fire.
16 [ 1Co_6:19 .] Knowe yee not that yee are the Temple of God, and that the Spirit of God dwelleth in you?
17 If any man [ Or, destroy.] defile the Temple of God, him shall God destroy: for the Temple of God is holy, which Temple ye are.
18 Let no man deceiue himselfe: If any man among you seemeth to bee wise in this world, let him become a foole, that he may be wise.
19 For the wisedome of this world is foolishnesse with God: for it is written, [ Job_5:13 .] Hee taketh the wise in their owne craftinesse.
20 And againe, [ Psa_94:11 .] The Lord knoweth the thoughts of the wise, that they are vaine.
21 Therefore let no man glory in men, for all things are yours.
22 Whether Paul, or Apollo, or Cephas, or the world, or life, or death, or things present, or things to come, all are yours.
23 And yee are Christs, and Christ is Gods.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Manifestación de la visión humana de los corintios (v. 4) es que no han comprendido la misión de los ministros: éstos no trabajan para sí, sino para la edificación de toda la Iglesia; cada uno y la Iglesia entera pertenecen sólo a Dios y a Cristo.

La raíz de toda labor apostólica es Dios «que da el crecimiento» (v. 7). El hombre es instrumento de Dios -ministro (v. 5), colaborador (v. 9)- en esa tarea, que sólo puede realizarse poniendo a Jesucristo como fundamento (v. 11). Pablo desarrolla estas ideas sirviéndose de dos sugestivas imágenes: el campo de Dios (vv. 6-9) y la edificación de Dios (vv. 9-17). Si Cristo es el fundamento, los cristianos debemos estar «no sólo unidos a Jesucristo, sino adheridos, como pegados a Él. (...) Él es el fundamento y nosotros el edificio; Él es el tallo de la viña y nosotros las ramas; Él es el esposo y nosotros la esposa; Él es el pastor y nosotros el rebaño» (S. Juan Crisóstomo, Hom. in 1 Co. 8,4). Desarrollando la metáfora de la edificación, Pablo apela a la responsabilidad de los ministros y enseña la existencia del Juicio divino, el «Día» del Señor (vv. 10-17).

Con dos citas bíblicas (Job 5,13; Sal 94,11; cfr vv. 19-20) rubrica la verdad de que los planteamientos exclusivamente humanos desembocan en el fracaso más rotundo. En cambio, el que tiene a Cristo, tiene todas las cosas: «Míos son los cielos y mía es la tierra. Mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores. Los ángeles son míos, y la Madre de Dios, y todas las cosas son mías. Y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. ¿Pues qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en migajas que se caen de la mesa de tu Padre. (S. Juan de la Cruz, Orac. alma enamor.).


Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. Ver Heb_5:12.

15. El "fuego" simboliza el Juicio del Señor, que pondrá de manifiesto la calidad de la obra realizada por los ministros de la Buena Noticia (v. 13). Todo el que realice esa obra imperfectamente, "se salvará", pero "como quien se libra del fuego", porque el Señor, en el Juicio, desaprobará las infidelidades y deficiencias en la ejecución del ministerio apostólico.

19. Job_5:13.

20. Sal_94:11.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.6 Yo sembré y Apolo regó: Hch 18.

[2] 3.11 Cf. Is 28.16; 1 P 2.4-6.

[3] 3.13 Mal 4.1.

[4] 3.19 Job 5.13.

[5] 3.20 Sal 94.11.

Torres Amat (1825)



[3] Con miras humanas y de acuerdo con la naturaleza humana.

[8] Sal 62 (61), 13; Mat 16, 27; Rom 2, 6; Gal 6, 5.

[19] Job 5, 13.

[20] Sal 94 (93), 11.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

permanece... Lit. permanecerá.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Is 1:25 *Mal 3:2 *Mt 3:12