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Nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Si nos insultan, bendecimos. Si nos persiguen, lo soportamos. (I Corintios 4, 12) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 4

5. ADVERTENCIAS (4,1-13).

La sucesión de las ideas no sigue nunca en Pablo el orden de nuestra lógica, según la cual al desarrollar un tema deben tratarse los puntos uno tras otro. Se asemeja más al trabajo textil, en el que aparece un hilo que se sigue durante cierto tiempo y luego súbitamente cede el puesto a otros hilos, aunque sigue deslizándose por debajo, para volver a ser recogido y reanudado más adelante. Esto tiene particular validez en nuestro caso, ya que aquí el elemento objetivo (la sabiduría falsamente valorada o utilizada) se mezcla muchas veces con lo personal (los maestros, unas veces buenos y otras menos buenos). En la sección que sigue aparecen en un primer plano destacado puntos de vista personales. Aparecen preferentemente bajo la forma de avisos o advertencias: advertencia frente a los juicios demasiado precipitados sobre los pastores de almas (4,1-5); advertencia frente a toda vanidad personal (4,6-8); y como contraste, la presentación de sí mismo que hace el Apóstol (4,9-13).

a) No juzgar antes de tiempo (1Co/04/01-05).

1 Que los hombres sólo vean en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, en los administradores lo que se busca es que cada cual sea fiel. 3 A mí poco me importa que me juzguéis vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. 4 Aunque la conciencia de nada me remuerde, no por eso quedo justificado; mi juez es el Señor. 5 Así pues, no juzguéis antes de tiempo, hasta que venga el Señor. él iluminará lo que esconden las tinieblas, y pondrá al descubierto los designios del corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que merece.

Incluso en las contraposiciones enteramente concretas y en las aclaraciones de tipo personal, el Apóstol no olvida nunca que todos deben sacar provecho de sus palabras, también aquellos que no se ven directamente envueltos en una cuestión crítica. Si hasta ahora su mirada se había extendido hasta un horizonte casi sin fronteras, no debe deducirse ya de aquí la falsa idea de que se haya pasado por alto la situación concreta, que debe ser puesta en orden a la luz de la fe. Por eso vuelve ahora los ojos a esta situación, pero no desde el mismo punto, sino para iluminarla desde una perspectiva nueva. «Todo es vuestro» es tanto como decir: todos son servidores vuestros. En otros pasajes (por ejemplo 2Co_4:5) vemos que no se insiste demasiado en esta idea. En todo caso, tampoco esta verdad debe considerarse aisladamente. Poco antes había tenido la precaución de añadir en la segunda parte: «Vosotros sois de Cristo.» No podéis hacer, pues, el uso que os parezca de estos servidores vuestros. Por mera lógica se deduce de aquí la idea complementaria de que tanto Pablo como sus colaboradores son «servidores de Cristo». El Apóstol amplía y profundiza este título con otro: administradores de los misterios de Dios. En estas dos imágenes paralelas se corresponden entre sí «Cristo» y «Dios», lo mismo que se corresponden «servidor» y «administrador». Acaso no tenga demasiada importancia el hecho de que la palabra aquí empleada «servidor» (hyperetes) designe un estrato social inferior al diakonos, y que el administrador ocupa una posición más elevada. Dado que ambos están referidos a Cristo, se encuentran sustraídos al juicio de los hombres.

Esta sustracción al juicio humano se acentúa aún más en razón de lo que se administra: los misterios. Aquí no se piensa directamente en los sacramentos, tal como se acostumbra en el lenguaje litúrgico, sino a lo sumo de manera implícita, del mismo modo que, por ejemplo, el bautismo entra en la predicación del Evangelio o en la aceptación de la fe, y la eucaristía en la vida de la comunidad en Cristo. Para comprender el alcance de esta palabra podemos tomar como punto de partida el uso que se hace de ella en nuestra carta: «usamos... un lenguaje de sabiduría en el misterio de Dios, que estaba oculta... » (2Co_2:7). El hecho de que se emplee en plural no modifica en esencia su sentido; a lo sumo, se indica con ello la riqueza de este misterio único, en sus muchos grados y tiempos. Ahora bien, ¿responde a esto la imagen de un administrador? La verdad es que tal imagen resulta un tanto difícil para nuestra sensibilidad. Que los sacerdotes administran sacramentos es una cosa que se puede ver, por no decir que se puede contar el número de sacramentos administrados a un determinado número de personas en un día o a lo largo de un año. Pero todo esto carece de sentido cuando lo queremos aplicar a lo que Pablo dice aquí. Casi todo lo que es perceptible a los sentidos desaparece y el servicio mismo de esta administración queda, a su vez, incluido en el misterio, Indudablemente, se piensa en primera linea en la predicación de la palabra de Dios; pero, junto con esta predicación, acontece también la realización del misterio, del mismo modo que en la palabra de Jesús acontecía lo que anunciaba, la venida del reino de Dios. También aquí, en este ir y venir de pensamiento y motivos de la carta, en este multiforme planteamiento y búsqueda con que Pablo intenta poner en su sitio a los corintios en general y a los diversos partidos en particular, también en esta predicación y en estos cuidados pastorales tan concretos, administra el Apóstol los misterios de Dios. Toda época, toda comunidad, todo creyente tiene razones para pensarlo así.

Pablo se detiene aquí algún tiempo sobre la idea del «administrador». No es algo que se le haya ocurrido ocasionalmente o por vez primera. En todo caso, sabe utilizarla con destreza. Todos conocen perfectamente qué cosas se le exigen a un administrador: que sea fiel en el cumplimiento del encargo que se le confió. También el Apóstol se somete a esta ética de la administración. Lo cual no significa que se someta al juicio de la comunidad y menos aún al juicio de los hombres. Lo que ha escrito antes sobre el hombre espiritual, a saber, que no debe ser juzgado por nadie, es válido también, y de manera especial, respecto de un apóstol. El juicio sobre su modo de realizar la tarea que le ha sido encomendada compete sólo y exclusivamente a aquel que se la encomendó. Y aunque visto desde nosotros pueda parecer que muchos servidores del Evangelio realizan unos mismos trabajos, vistos desde Dios pueden ser muy diferentes. Esto mismo ha indicado Jesús en la parábola de los talentos, por ejemplo. A primera vista, la parábola se detiene en lo cuantitativo; pero el misterio radica también en el hecho de que ningún hombre tiene derecho a preguntar: ¿por qué a uno se le dieron cinco talentos, a otro dos y al tercero uno sólo? Y mucho menos aún podemos establecer comparaciones entre las diferencias cualitativas de los comisionados, ¿Puede alguien afirmar quién es más importante, si aquel que enseña a los niños los conocimientos rudimentarios de la fe o el especialista que investiga una cuestión histórica. Y cuando se presenta el caso de aquellos que tienen la sensación de estar desplazados, de tener cualidades que no se realizan en el puesto que ocupan, ¿qué otra cosa se les puede aconsejar mejor sino que desempeñen el servicio que se les pide, no aquel que quisieran, pero que no pueden, sino aquel precisamente que tienen que realizar? El juicio sobre la importancia del servicio y sobre el éxito de este servicio debe dejarse a aquel a cuyo servicio están.

No debe desmoralizarse, ni disminuir con recriminaciones, la propia capacidad de servicio. Nunca podrá juzgar acertadamente cuánta culpa le cabe en aquellos casos de los que piensa -acaso con razón- que se ha portado mal. Si es un consuelo no estar sometido al juicio de los hombres, es también una severa exigencia para el servidor de Cristo renunciar a juzgarse a sí mismo, mantener la conciencia auténtica de estar excluido de su propio juicio.

Dice Pablo: no me juzgo a mí mismo. Esto no significa, por supuesto, que no haga análisis de conciencia, que no practique la crítica de sí mismo. Pero es consciente de los límites de su propio análisis, no por falta de luz sobre sí mismo, sino por razones más esenciales.

Se puede plantear de nuevo la pregunta de si Pablo sigue hablando de sí mismo desde su ministerio especial de Apóstol o si lo dicho puede aplicarse a todos los creyentes, y hasta a todos los hombres. En razón de la cosa misma, habría que inclinarse por lo segundo. Para la convivencia humana habría que distinguir, en una especie de regla fáustica, entre el cargo y la persona, entre lo que puede exigírsele a un hombre en su actividad pública y lo que es en su intimidad y en su ser propio. Ante Dios desaparece esta distinción. Aquí no puede nadie apoyarse en su excelente manera de desempeñar su cargo, prescindiendo de lo personal. Y tampoco es lícito proceder a la inversa: poner por delante su moralidad y religiosidad personal, y prescindir de su puesto en el mundo, de sus tareas con sus semejantes. Dios valora la entrega personal al servicio, el cumplimiento del deber poniendo en el empeño toda la persona. Lo antedicho es indudablemente válido respecto de todos aquellos que desempeñan un servicio en la Iglesia. Y más adelante (cap. 12) sabremos que no hay nadie en la Iglesia que no tenga algún servicio. Sabremos además que la diferencia entre el servicio eclesial y los restantes servicios es imprecisa y que, en última instancia, todos debemos considerarnos como servidores.

b) Frente a la vanidad (1Co/04/06-08).

6 En atención a vosotros, hermanos, he aplicado estas cosas como ejemplo a mi propio caso y al de Apolo, para que en nosotros aprendáis [lo de: «No más de lo que está escrito»], a fin de que no os infléis de vanidad, tomando partido por uno contra otro. 7 Pues ¿quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido? 8 Ya os sentís saciados. Ya os habéis hecho ricos. Ya habéis logrado el reino sin nosotros. ¡Ojalá fuera verdad que hubierais logrado el reino, para que también nosotros lo compartiéramos con vosotros!

Al emprender en esta sección el análisis de la razón de ser de los partidos y banderías de Corinto se mencionaron cuatro partidos (1,12) y después se volvió sobre tres de ellos (3,22); el largo espacio intermedio entre estos dos pasajes se ha dedicado a la discusión con los adictos de Apolo. Todo el segundo capítulo, consagrado a la «sabiduría», está escrito pensando en aquellos que daban a la «sabiduría» un papel tan importante y tan capcioso. Por cuanto nosotros sabemos, en este punto Apolo merecía tan poca reprensión como la que puede merecer la sabiduría auténtica. Sólo que dada su formación y su manera de predicar, existía en él más riesgo que en los demás de provocar un entusiasmo discutible. Pero la intención de Pablo no era cargar sobre él las culpas. Si ha mencionado el nombre de Apolo -junto con el suyo propio- más frecuentemente que el de los otros esto debía servir a los corintios como modelo de lo que cada cual debe reconocer y admitir respecto de sí mismo. Pablo utiliza este procedimiento de múltiples maneras, muchas veces ejemplificando en sí mismo lo que los otros deben aprender. Encontraremos en nuestra misma carta, en el elogio de la caridad (13,1 ss) el ejemplo más notable.

Dejemos aquí de lado, por ahora, la primera de las dos oraciones subordinadas con valor final y detengámonos en la segunda: «A fin de que no os infléis de vanidad tomando partido por uno contra otro.» Lo que significa: no deben invocar a Pablo contra Apolo ni a Apolo contra Pablo. He aquí una afirmación clara y comprensible 11.

«¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?» ¡Cuántas veces ha citado Agustín este versículo! También el concilio de Orange del año 529 lo citó como prueba de que, sin la ayuda divina, no somos capaces de ninguna obra salvífica. Del «vosotros» pasa Pablo al «tú», dando así al versículo un carácter universal: todos pueden, todos deben aplicarse a sí mismos lo anteriormente afirmado. No se aplica, pues, sólo a aquellos que como Apolo o Pablo han recibido gracias especiales de servicio y ministerio, sino que se aplica a toda gracia. ¿No es válido también respecto de cuanto tenemos o somos «por la naturaleza»? Aun en el caso de que hayamos conseguido algo mediante el estudio o una actividad diligente, sólo podemos conseguirlo con las fuerzas o talentos que nos fueron dados de antemano. No se rechaza, por lo demás, que nos gocemos de ello, o que incluso nos gloriemos por ello, pero nunca debemos olvidar que no lo debemos agradecer a nosotros mismos. Por muy bien que hayamos hecho fructificar los talentos o las gracias que se nos han prestado, debemos reconocer el préstamo. El mismo Pablo lo hace así, dándonos un bello ejemplo (3,10). AL llegar aquí, cambia el tono. Pablo se hace irónico. Si los corintios se sienten tan seguros de sí mismos como si ya hubieran conseguido la meta, como si ya no tuvieran que anhelar la justicia y el reino de Dios, en cuyo dominio tomarán parte los santos, él, el Apóstol, se sabe todavía fuera, en camino y al descubierto y con mucho gusto desearía que los corintios le admitieran en su compañía.

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11. De más difícil interpretación es la subordinada «para que...». Muchos comentaristas han consagrado sus esfuerzos a explicarla. Un gran número de ellos admite que Pablo aludiría a una frase hecha, conocida por los corintios, pero que ya no está suficientemente clara para nosotros. En este caso quería decir: los corintios deben tener bien en cuenta que no hay sabiduría superior a la revelación de Dios. Según otros, la frase que en nuestra traducción hemos puesto entre corchetes [ ] sería originariamente una nota marginal de un copista (L. ALONSO SCHOKEL).

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c) Presentación de sí mismo que hace el Apóstol (1Co/04/09-13).

9 Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos señaló el último lugar, como a condenados a muerte, porque hemos venido a ser espectáculo para el mundo y para los ángeles y hombres. 10 Nosotros, insensatos por Cristo; vosotros, sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros estimados, nosotros despreciados. 11 Hasta el momento presente pasamos hambre y sed y desnudez, recibimos bofetadas y andamos errantes sin hogar; 12 nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; si nos insultan, bendecimos; si nos persiguen, lo soportamos; 13 si nos calumnian, respondemos con bondad. Hemos venido a ser hasta ahora como basura del mundo, como desecho de todos.

En neta oposición a la seguridad que siente en sí misma la comunidad corintia, se presenta aquí la experiencia personal del Apóstol y, en el fondo, su persona misma. Está de acuerdo en que, visto desde Dios, más bien parece, o incluso es, todo lo contrario: que está en el último puesto en la escala de los valores normales, e incluso muy distanciado y hasta marginado, como quien está condenado a muerte. Así estuvo Jesús y en esta misma situación se ha visto Pablo varias veces, de una manera más o menos formal. Pero, por amor de Jesús, abraza voluntariamente esta existencia.

Las sentencias condenatorias y su ejecución constituían un espectáculo para las muchedumbres de entonces. ¿No fue así en la muerte de Jesús? Pero ¿también un espectáculo para los ángeles? Sí; forman parte de aquella publicidad expresamente querida por Dios en este caso. Así como la muerte de Jesús encerraba un significado para los espíritus, así también lo encierra la muerte de sus miembros, pues soportan algo que produce en aquéllos admiración profunda, ya que unos hombres de naturaleza inferior a la suya alcanzan al morir con Cristo una gloria muy superior a la que ellos tienen. Se toca así un tema que el Apóstol describirá luego con más colorido y profundidad. Pero ¿sigue el tono irónico del versículo 8 cuando contrapone a los corintios consigo mismo, como sensatos, fuertes y estimados? No; no habla aquí en son de mofa, porque de alguna manera viene a ser razonable y está bien así. A través de su camino de la cruz proporciona a los creyentes esta posibilidad de ser más libres y más redimidos. En tono más sosegado y objetivo continúa describiendo -otra vez en tres afirmaciones dobles- el género de existencia que, como Apóstol, le compete y que él acepta. Y luego, vuelve a cambiar el tono y el ritmo (3,12). «Si nos insultan bendecimos...» Tenemos aquí de nuevo tres breves frases, pero ahora no van enderezadas contra nadie, sino que están llenas de tensión interior, para llegar finalmente, en una doble afirmación construida en paralelismo linguístico, a una cierta meta de máxima humillación.

¿Se han recargado demasiado las tintas? ¿Se ha dejado arrastrar por la polémica apasionada? Indudablemente estas líneas están impregnadas de un gran patetismo, provocado precisamente por la desagradecida volubilidad e inseguridad de los corintios respecto de Pablo. Pero en modo alguno es una mera reprensión o resignación, una queja o una acusación. Hay demasiada intensidad vital en estas líneas agolpadas y, sobre todo, demasiada verdad. El cuadro se completará con más prolijos detalles en la segunda carta a los corintios (6,1-10).

6. CONCLUSIÓN RECONCILIADORA (4,14-21).

a) El amor paternal del Apóstol a la comunidad (1Co/04/14-16).

14 No para avergonzaros os escribo esto, sino para haceros una advertencia como a hijos míos queridos. 15 Pues aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, padres no tenéis muchos: porque yo os engendré en Cristo Jesús por el Evangelio. 16 Por lo tanto, os ruego que sigáis mi ejemplo.

Como en la segunda carta a los Corintios, también aquí hace a continuación el Apóstol una presentación de sí mismo que no deja de ser un reproche, al que se habían hecho en realidad acreedores. Se advierte un cambio patético hacia una intimidad llena de amor, que debe llevar al convencimiento de que aquí habla un corazón doliente, que busca, por todos los medios, el corazón de sus hijos amados. Tuvo que avergonzarles, y él lo sabe, pero no quisiera que durase su vergüenza más que hasta que volvieran a mejor acuerdo. En las palabras que siguen, este tono paternal le permite alcanzar una mayor fuerza expresiva, a favor de la cual llega inmediatamente a una comparación con aquellos frente a los cuales siempre puede afirmar que su postura es incomparable. ¿Qué puede significar, en efecto, una docena de ayos frente a aquel que es padre? Y Pablo habla de ¡diez mil! maestros o preceptores. Se advierte la costumbre antigua de poner esclavos al cuidado de los niños para vigilar sus estudios.

El cálido discurso acaba con la exhortación que une las esperanzas del padre con las exigencias del Apóstol: seguid mi ejemplo. En qué deben imitarle? No en este rasgo individualizado o en aquél, sino en adoptar respecto de él la postura fundamental de hijos. Los hijos pueden olvidar a veces, pueden estar sometidos a ciertos influjos extraños, pero su propio modo de ser, oculto en ellos, despierta siempre de nuevo. Cuando se encuentran ante una disyuntiva total, los hijos no niegan a los suyos, especialmente a su padre. éste es el punto de conexión humano de esta corta exhortación paulina. La idea de la imitación no desempeña en Pablo un papel accidental. La idea fundamental de la imitación se halla formulada con más exactitud en otro pasaje: «Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo» (1Co_11:1) 12.

La imagen de Cristo debe ser repetidamente reproducida en la multiforme realidad terrena, para que los fieles puedan percibir con mayor facilidad las posibilidades de imitación puestas a su alcance. Esta tarea de copiar a Cristo -no con palabras, sino con la propia existencia- obliga propiamente a aquellos que, por encargo del mismo Cristo, anuncian su palabra, ya que palabra y vida forman una unidad indisoluble. Toda palabra tiene en esta unidad su norma suprema. Y dado que no todos los que ejercen el ministerio de la palabra alcanzan esta alta medida, procura Dios que la posibilidad de imitación sea vivida por otros, por los santos, que siempre suscita en la Iglesia. Cuando Pablo alude a su propio ejemplo y obliga a él, cumple este doble servicio que, en su unidad, es lo más precioso que puede dársele a la comunidad de los creyentes.

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12. Cf. Gal_4:12; Phi_3:17; 2Th_3:7.9

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b) Les envía un visitador apostólico (1Co/04/17).

17 Por esto mismo os envío a Timoteo, hijo mío querido y fiel en el Señor: él os recordará mis caminos en Cristo Jesús, cómo por todas partes enseño en todas las Iglesias.

Un poco sorprendentemente anuncia ahora la visita de un legatus a latere. Pablo no juzga suficiente su carta pastoral, aunque tan personal y tan apremiante. Envía a un hombre de su confianza, en quien delega su poder. Dentro del contexto precedente, Pablo no destaca tanto la autoridad cuanto la auténtica relación filial de aquel que también ha demostrado fidelidad en las cosas del Señor. La expresión que emplea para describir su misión no es tan genérica como pudiera parecernos. Mis caminos significa, en sentido semítico, no un destino personal, sino una doctrina, es decir, que su contenido objetivo coincide con el de la exhortación a seguir su ejemplo. En este punto insiste en el hecho de que su doctrina no es sólo personal, sino que es católica. él, el Apóstol, enseña lo mismo por doquier, en todas las comunidades. Una vez más recuerda a los corintios que no están solos en el mundo, sino que están incluidos en un orden eclesial y deben someterse a la disciplina de la Iglesia.

c) Les anuncia su visita personal (1Co/04/18-21).

18 Hay algunos que se han inflado como si yo no hubiera de ir a vosotros. 19 Pero iré muy pronto, si el Señor quiere, y conoceré, no la palabra, sino el poder de esos orgullosos; 20 porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. 21 ¿Qué queréis? ¿Que vaya yo a vosotros vara en mano, o con amor y espíritu de mansedumbre?

Los últimos versículos de esta parte de la carta no dejan lugar a dudas. Después de haber tocado todos los registros de la exhortación personal, está dispuesto a hablar y actuar también en virtud de su cargo ministerial. Para algunos de ellos el anuncio de su visita supone una amenaza. Pero quiere saber qué es lo que se oculta realmente tras estos hombres que se consideran tan importantes. Repite dos veces su pensamiento: el orgullo que se fundamenta sólo en grandilocuentes palabras. Pero a él no le van a intimidar. él no va a recurrir a grandes ni bellas palabras. ¿Qué son las palabras? Las palabras pueden ser graves o ligeras. Pero su peso específico reside en la verdad y en la fuerza de la existencia que encierran en sí. Son papel moneda; su valor depende, por así decirlo, de su respaldo en oro, un respaldo cuya presencia o ausencia no siempre se percibe. Con todo, las más de las veces puede colegirse, a través de las palabras, lo que hay realmente tras ellas. El valor de las palabras de un hombre se manifiesta en sus obras y acciones. En principio, esta contraposición entre hechos y palabras es bien conocida, como lo atestiguan viejos refranes. Esta tensión crítica tiene plena vigencia también ante Dios y en el ámbito de la gracia. Jesús lo expuso ya en el sermón de la montaña (Mat_7:21). También nuestro Apóstol lo expone en forma de sentencia: el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. Los corintios estaban ahora suficientemente informados del espíritu con que Pablo desearía visitarlos. Pero, si es preciso, puede ir vara en mano. ¿Estaba pensando, al escribir esto, en los preceptores que, evidentemente, podían recurrir a la vara? Esta pregunta no debía parecerles a los corintios tan importante como la instancia, expresada en lenguaje algo dolorido, a tomar una decisión.



Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: 1Co 4,6-13
Valiéndose de la ironía, da San Pablo una enjabonada a la hinchazón con que los Corintios menospreciaban a los ministros de Cristo.6. En lo demás, hermanos, todo esto que acabo de decir lo he presentado en persona mía y en la de Apolo, por amor vuestro; a fin de que aprendais, por medio de nosotros, a no entonaros uno contra otro a favor de un tercero mas alla de lo que va escrito.7. Porque ¿quién es el que te da la ventaja sobre nosotros? O ¿qué cosa tienes tu que no la hayas recibido de Dios? Y, si todo lo que tienes lo has recibido dé El, ¿de qué te jactas como si no lo hubieses recibido?8. He aquí que vosotros estáis ya satisfechos, heos aquí hechos ya ricos; sin nosotros estáis reinando, y plegué a Dios que en efecto reinéis para que así nosotros reinemos también con vosotros.9. Pues yo, para mi, tengo que Dios a nosotros, los apostoles, nos trata como a los últimos hombres, como a los condenados a muerte, haciéndonos servir de espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.10. Nosotros somos reputados como unos necios por amor dé Cristo; mas vosotros sois los prudentes en Cristo; nosotros flacos, vosotros fuertes; vosotros sois honrados; nosotros viles y despreciados.11. Hasta la hora presente andamos sufriendo el hambre, la sed, la desnudez, los malos tratamientos, y no tenemos donde fijar nuestro domicilio.12. Y nos afanamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen y bendecimos; padecemos persecución, y Ja sufrimos con paciencia;13. nos ultrajan, y retornamos suplicas; somos, en fin, tratados hasta el presente como la basura del mundo, como la escoria de todos.Luego de haber censurado el Apóstol en los Corintios su temeridad por juzgar a los ministros de Cristo, aquí les va a la mano en la hinchada soberbia con que a los mismos despreciaban; acerca de lo cual, propone primero su intento, señala el porqué, mofase, en fin, ironicamente de su menosprecio, diciendo: "he aquí que estáis ya satisfechos". Es de advertir, cuanto a lo primero, que el Apóstol, en su afan de aplacar las contiendas de los Corintios por razón de los ministros, se había valido de los nombres de los buenos, diciendo antes: cada uno de vosotros dice: yo soy de Pablo, yo de Apolo, pero yo de Cefas; y también: ya sea Pablo, ya Apolo, ya Cefas; siendo así que ni el gloriarse, ni el pelearse era por los buenos ministros de Cristo, sino por los seudoapostoles, a quienes no quiso nombrar, no fuese a parecer que contra ellos hablaba por odio o envidia; sino que en lugar de ellos había puesto su nombre y el de otros buenos predicadores, que es lo que dice "todo esto, hermanos, es a saber, lo que dije de los ministros, sobre quienes traiáis vuestros pleitos y vanaglorias, lo he transfigurado, esto es, lo he trasladado, hablando figuradamente, en persona mia y en la deApolo (Pr 1), y esto, por amor vuestro, por vuestro provecho (2Co 4), a fin de que aprendais, por medio ¿& nosotros, a no entonaros uno contra otro, esto es, a no ensoberbeceros contra vuestro prójimo, en favor de un tercero, es a saber, de cualquier ministro de Cristo,. mas allá de lo que va escrito, quiere decir, excediéndoos en la forma propuesta anteriormente; pues dice la Sabiduría que a éstos tales "hinchados de orgullo hará Dios que revienten por medio, sin que osen abrir su boca" (Sab 4,19).Al decir después: "porque ¿quién es el que te da la ventaja sobre nosotros?", indica por qué no ha de endionarse uno contra otro; y primero pone la razón diciendo: "porque ¿quién es el que te discierne?" que puede entenderse de dos maneras: a) pues ¿quién hace diferencia entre ti y la masa de los hombres perdidos?Tu no puedes hacer esa diferencia; luego no tienes en qué fundarte para ensoberbecerte contra otro. De este discernimiento dice el Salmo 42: "hazme justicia, ¡oh Dios!, y distingue de mi causa la de la gente no santa".b) haciéndote superior a tu prójimo, cosa que no puedes tu hacer; luego no debes ensoberbecerte contra él. Y de este discernimiento dice el Eclesiastico: "los distinguio el Señor con su gran sabiduría, y diferencio sus condiciones y estados" (33,1 1). Pero entre los hombres en cuanto fieles de Cristo, no hay diferencia, porque, como se dice en Romanos: "aunque seamos muchos, formamos en; Cristo un solo cuerpo" (12,5); y San Pedro: "ni ha hecho diferencia entre ellos (los gentiles) y nosotros, habiendo purificado con la fe sus corazónes" (Hch 15).Mas porque pudiera alguno, por llevarles ventaja en los bienes que tiene, por ejemplo, la fe, la sabiduría o cosas por el estilo, distinguirse de buenos o malos y, ror consiguiente, tenerse en mas, da de mano también el Apóstol a este motivo, diciendo: "o ¿qué cosa tienes que no la hayas recibido?", como si dijera: nada; pues de Dios vienen todos los bienes: "todas las cosas son tuyas, y las que de tu mano recibimos te las devolvimos" (2Cr 29; Salmo 103).De donde concluye: "pues, si todo lo que tienes lo has recibido, ¿de qué te jactas, como si no lo hubieses recibido?" Quien se gloria en si, y no en Dios, ése es el que se jacta de lo que tiene, como si no lo hubiese recibido de El. "Confian en su opulencia y se jactan de sus muchas riquezas" (Sal 48,7). En esto consiste el primer género de soberbia, en que por ella dice uno que tiene de si lo que tiene, según el Salmo: "por nuestra lengua somos fuertes; nuestros labios están por nosotros; ¿quién es nuestro amo?" (XI,5).Mas quien atribuyéndolo todo a Dios, gloriase de si mismo, como esta dicho: "el que se gloria gloriese en el Señor", ése es el que se jacta de lo que tiene, como que de Dios lo ha recibido; y esta jactancia no es soberbia, sino humildad que se sujeta a Dios, a quien el hombre glorifica, como dice el Eclesiastico: "A Aquel que me dio la sabiduría tributaré yo la gloria" (51,23).Mofase luego de la soberbia de los que despreciaban a los Apostoles de Cristo, al decir: "he aquí que vosotros estáis ya satisfechos", y primero en general, luego en particular. Acerca de lo primero, burlase de su presunción desmedida y del hecho de menospreciar a los Apostoles. Su presunción consistia en atribuirse lo que no tenían, y de esto se burla de nuevo, y de lo que singularmente no tenían. ¿Y qué cosas se atribuian? abundancia de bienes de todo género, unos interiores, otros exteriores. 1nteriores, de los que dice: "ya estáis satisfechos", esto es, a vuestro parecer lo estáis, quiere decir, con refección abundante de espirituales dulzuras "Me saciaré, al manifestarse tu gloria" (Sal 16,15). Mas podria decirseles, con toda verdad, que si, ya estaban satisfechos, pero no de hartura, sino de tedio, según aquello: "el que esta bien comido aun de la miel hace ascos" (Pr 27,7). Otros son bienes exteriores, de los que dice: "ya estáis ricos", a vuestro parecer, con riquezas espirituales, "la sabiduría y la ciencia" (Is 33), o, como dice el Apocalipsis: "soy rico, y nado en la abundancia y nada me falta". Mas contra esto parece estar lo que dijo al principio: "doy gracias porque en El habéis sido enriquecidos con toda suerte de bienes espirituales, con todo lo que pertenece a los dones de la palabra y de la ciencia" (1Co 1). Pero a esto se responde que eso que arriba dijo se refiere a los buenos que había entre ellos; y lo que aquí dice, a los presuntuosos, que andaban hinchados por lo que no tenían. Puede hacerse también esta distinción entre hartura y riquezas, de suerte que la primera se aplique al uso de la gracia, por la que uno disfruta de los bienes espirituales, y las segúndas se refierán a los habitos mismos de las gracias.Al decir, en segundo1 lugar: "ya reináis sin nosotros", se mofa de que se atribuian, en singular, lo que no tenían. De ahí que diga: "ya reináis sin nosotros", esto es, así os parece que no a nosotros, sino a vosotros toca reinar; porque éste era el engano de los seudoapostoles, el hacerles creer que la verdad de la fe, que consiste en el reino de Dios, era pertenencia suya, y que el Apóstol y sus seguidores andaban errados; contra los cuales se dice: "¿habitaréis acaso vosotros solos en medio de la tierra?" (Is 5,8).Mas porque no parezca que esto lo dice de envidia que les tenga el Apóstol, añade: "ojala cierto fuera que ya reinais"; pues les desea la fe verdadera, según aquello: "pluguiera a Dios, como deseo, que todos cuantos me oyen llegaseis a ser hoy tales cual soy yo, salvo estas cadenas" (Hch 26,29); y para darles ejemplos de humildad añade estotro: "para que en vuestro reinado reinemos también nosotros", como si dijera: si alguna prenda tenéis, no nos desdenamos de seguiros, muy al contrario de como lo hacéis vosotros, en contra de lo que esta escrito: "sed en todo tiempo celosos amantes del bien" (Ga 4,18).Y es de advertir que aquí toca el Apóstol 4 especies de soberbia, la primera de las cuales consiste en juzgar que lo que uno tiene no es porque Dios se lo dio; y a esta se refiere, al decir: "¿de qué te jactas, como si lo que tienes no lo hubieses recibido?" La segunda puede reducirse a la primera, pues consiste en atribuir a sus propios méritos lo recibido. La tercera en jactarse de tener lo que no tiene, como él dice: "ya estáis satisfechos, ya sois ricos". La cuarta cuando, con desprecio de los demás, quiers uno singularizarse y parecer mirlo blanco. A eso alude: "ya reináis sin nosotros".-"Pues yo, para mi, tengo que Dios...". Burlase ahora del desprecio con que miraban a los Apostoles de Cristo, desprecio que, escarneciéndolos, pone primero, y la causa de él: "porque hemos venido a convertirnos en un espectaculo". Dice, pues, lo primero: ya dije que reináis sin nosotros, pues pienso, esto es, al parecer lo pensáis vosotros, que Dios nos trata a los Apostoles como a los ultimos hombres", no obstante decir abajo que Dios puso en su 1glesia en primer lugar a los Apostoles (fCo 12); que así se cumple lo que dice San Mateo: "los primeros serán los ultimos, y los ultimos los primeros" (20). Y pone un ejemplo: "como a condenados a muerte"; pues a éstos se les trata, por indignos de la vida, como a los seres mas menguados, y en tal concepto tienen a los Apostoles los mundanos, "como ovejas destinadas al matadero" (Sal 43,l2) -"haciéndonos servir de espectaculo...". 1ndica con esto por qué los despreciaban; acerca de lo cual es de considerar que, cuando hay condenados a muerte, juntanse los hombres, como a un espectaculo, a presenciar su ejecución; y mayormente entonces con los que echaban a las fieras; y porque a los Apostoles los tenían en ese concepto, de condenados, añade: "porque hemos venido a parar en un espectaculo para el mundo", quiere decir, como si todo el mundo concurriese a presenciar nuestra ejecución, según el Salmo: "nos has hecho el oprobio de nuestros vecinos" (43,14). Y explica qué entiende por mundo, al anadir: "a los angeles y a los hombres", es a saber, buenos y malos; que entre la concurrencia los angeles buenos estaban para dar esfuerzo, los malos para llevar la contra; los hombres buenos para compadecer y tomar ejemplo de paciencia, y los malos para perseguir y escarnecer.Burlase luego de ellos de modo especial, al decir: "nosotros somos reputados por unos necios..." porque despreciaban a los Apostoles; y hace chunga de ese desprecio en tenerse a si por optimos, y a los Apostoles por pésimos; y primero en cuanto a la perfección del entendimiento, acerca de lo cual dice: "nosotros somos reputados como unos necios por amor de Cristo", esto es, nos tienen por unos idiotas, por predicar la cruz de Cristo (1Co !), y porque por amor a Cristo soportamos oprobios y menosprecios, según aquello: "¡Insensatos de nosotros Su tenor de vida nos parecia una necedad" (5,4); o como dijo Festo: "desvarias, Pablo; las muchas letras te han trastornado el juicio" (Hch 26,25). Vosotros, en cambio, así os parece, "sois prudentes en Cristo", es a saber, porque ni os atrevéis a confesar en publico su cruz, ni sufris persecución por causa suya (Pr 26).Segundo, en cuanto al poder de acción, al decir: "nos tienen por flacos o débiles", en lo exterior, por las aflicciones que padecemos (II.Co 12); "vosotros, en cambio, según la balanza con que os pesais, sois fuertes", esto es, en lo temporal, pues lleváis una vida tranquila, sin tribulaciones. Pero "¡ay de vosotros, los que os levantáis de manana a emborracharos y a beber con exceso hasta la) noche, hasta que os abrasa el vino" (Is 5,2).-"Vosotros nobles, a vuestro juicio, esto es, sois dignos de honra, ya que por fuera no padecéis contumelias (Is 19); nosotros, en cambio, sin nobleza", en opinión vuestra y de otros, ya que nos tienen por gente vil (1Co 1), siendo así que lo contrario es la verdad; pues despreciables solo aquéllos lo son que tienen a Dios en menosprecio, según aquello: "pero los que me despreciaren serán deshonrados" (1S 2,30 ).Indica después el por qué del menosprecio, al decir: "hasta la hora presente... "; y primero la falta de los bienes temporales, y en cosas necesarias, como en la comida. De ahí que diga: "hasta la hora presente", esto es, desde mi conversión hasta el presente, andamos sufriendo el hambre, la sed (2Co 11). En el vestido, la desnudez, esto es, por escasez de vestidos, porque algunas veces los dejaban desnudos robandose los vestidos (Job 24); aunque el Salmo 36 dice lo contrario: "no he visto al justo desamparado ni a sus hijos mendigando de puerta en puerta". Pero a esto se responde que las privaciones de los Apostoles no llegaban a tanto que quedasen desamparados de la mano de Dios; pues la Divina Providencia atemperaba en ellos la abundancia y la escasez dandoles del pan y del palo no mas de cuanto era necesario para ejercitar la virtud. De ahí que diga el Apóstol: "todo lo he probado y estoy ya hecho a todo: a tener hartura, y a sufrir hambre; a tener abundancia, y a padecer necesidad; todo lo puedo en Aquel que me conforta".Pone, en segundo lugar, la falta de aquellas cosas necesarias para llevar una vida decorosa, la primera de las cuales es el respeto que le tienen a uno los hombres; contra lo cual dice: "nos dan de bofetadas", maltratamiento que se da mas para afrentar que para castigar a una persona. De donde leemos que a Cristo "le escupieron en la cara y le dieron de bofetadas" (Mt 26,67).*Otra cosa es la estancia fija en un lugar, contra lo cual dice: "y no tenemos donde fijar nuestro domicilio", ya porque los perseguidores los expulsaban de uno y otro lugar (Mt X), ya porque por razón de su oficio andaban de aquí para alla (Jn XV).Tercera, la falta de quién les ayudara, contra lo cual dice: "¿y nos afanamos trabajando con nuestras propias manos?", sea porque a veces nadie les facilitaba como sustentarse, sea porque buscaban su comida trabajando con sus manos, ya para no ser gravosos a los fieles, o para rechazar a los seudoapostoles, que si predicaban era porque ganaban (2Co 12), ya también para poner a los holgazanes la muestra (2Th 3). De ahí que diga Pablo: "cuanto ha sido menester para mi, y para mis companeros, todo me lo han suministrado esfas manos" (Hch 20,34).Ahora toca los males que padecian los Apostoles, y primero de palabra, al decir: "nos maldicen", esto es, hablan mal de nosotros, o para quitarnos la buena fama, o para afrentarnos con contumelias, o aun para desearnos males (Jr 15); "y bendecimos", esto es, devolvemos bien por mal, según aquello de San Pedro: "no volviendo mal por mal, ni maldición por maldición; antes, al contrario, bendiciones" (I,3,9).Segundo, de obra: -"Padecemos persecucion", no solo cuanto a andar fugitivos de un lugar a otro, que es lo que propiamente se llama persecución, sino cuanto a las multiples tribulaciones con que nos afligen (Sal 1 Sal 18); "y la sopjortamos", esto es, todo lo sufrimos con paciencia, por amor a Cristo (Si 1).Toca, en tercer lugar, la causa de por qué los maltrataban de palabra y de obra, al decir: "blasfeman de nosotros", o nos tienen por blasfemos, y por tal causa nos cargan la mano, en tanto que nos llaman magos, o malhechores, y nos considerán como enemigos de Dios, a tenor de lo que dice San Juan: "va a venir tiempo en que quien os matare se persuada hacer un obsequio a Dios" (16,2;Rm 3,8). Eso no obstante, retornamos el mal con suplicas que hacemos a Dios por los que nos persiguen y ultrajan, como dice San Mateo: "rogad por los que us persiguen... ".En fin, como conclusión de todo lo dicho, "somos tratados hasta el presente como la basura del mundo", esto es, judíos y gentiles nos tienen en tal concepto que, para no apestar al mundo, sera menester que nos maten para que, por el contrario, se purifique; como si fuésemos "la escoria de todos". Llamase peripsema cualquier suciedad, o de fruta, o de comida, o de otra cosa. Y esto "hasta el presente", porque es el pan de cada dia; mas noj hay plazo que no se llegue, ni mal que dure cien anos, como por boca de los impios lo dice la Sabiduría: "Estos son los que en otro tiempo fueron el blanco de nuestros escarnios, y a quienes proponiamos como un ejemplar de oprobio"; mas "mirad como son contados en el numero de los hijos de Dios, y como su suerte es estar con los santos" (5,3).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Los apóstoles son responsables sólo ante Dios, 4:1-5.
1 Es preciso que los hombres vean en nosotros ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios. 2 Por lo demás, lo que en los dispensadores se busca es que sean fíeles. 3 Cuanto a mí, muy poco se me da de ser juzgado por vosotros o de cualquier tribunal humano, que ni aun a mí mismo me juzgo. 4 Cierto que de nada me arguye la conciencia, mas no por eso me creo justificado; quien me juzga es el Señor. 5 Tampoco, pues, juzguéis vosotros antes de tiempo, mientras no venga el Señor, que iluminará los escondrijos de las tinieblas y hará manifiestos los propósitos de los corazones, y entonces cada uno tendrá la alabanza de Dios.

La idea general de esta perícopa es clara. Lo que en resumen viene a decir el Apóstol es que los corintios no deben meterse a juzgar a los predicadores evangélicos, pues ya lo hará el Señor a su debido tiempo, el único a quien deberán dar cuenta de su actuación.
Comienza por establecer que su misión es la de ser ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios (v.1). Es la misma idea que había desarrollado ya anteriormente (cf. 3:5-9). No administran bienes propios, sino de Dios, y lo único que se les pide es que sean fieles (v.2) a la misión que se les encomienda. El término misterios de Dios parece incluye todo el conjunto de bienes mesiánicos, doctrina y sacramentos, que integran la obra de la redención, y que el Apóstol denominaría misterios quizás por haber estado tanto tiempo ocultos en la mente divina (cf. 3:7)·
A continuación (v.3-5) San Pablo niega a los corintios, y a cualquier tribunal humano, todo derecho a juzgar a los predicadores evangélicos, y añade que tampoco él se atreve a juzgar de sí mismo (v.7), pues, aunque no tenga conciencia de infidelidad a la misión encomendada, sólo al Señor le toca juzgar de ello (v.4), que es quien conoce las interioridades del corazón y único que puede hacer una declaración definitiva (v.5; cf. 1:8; 3:13).

Pablo y Apolo, ejemplo para los corintios, 4:6-13.
6 Esto, hermanos, lo he dicho por vía de ejemplo de mí y de Apolo por causa vuestra, para que en nosotros aprendáis lo de no ir más allá de lo que está escrito y que nadie por amor de alguno se infle en perjuicio de otro. 7 Porque ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿ Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no lo hubieras recibido? 8 ¿Ya estáis llenos? ¿Ya estáis ricos? ¿Sin nosotros habéis logrado el reino? Ojalá que lo hubierais logrado, para que también nosotros con vosotros reináramos. 9 Porque, a lo que pienso, Dios a nosotros, los apóstoles, nos ha asignado el último lugar, como a condenados a muerte, pues hemos venido a ser espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres. 10 Hemos venido a ser necios por amor de Cristo; vosotros sabios en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros ilustres, nosotros viles. 11 Hasta el presente pasamos hambre, sed y desnudez, somos abofeteados y andamos vagabundos, 12 y penamos trabajando con nuestras manos; afrentados, bendecimos, y perseguidos, lo soportamos; 13 difamados, consolamos; hemos venido a ser hasta ahora como desecho del mundo, como estropajo de todos.

Trata el Apóstol de dar una lección de humildad a los infatuados corintios, convencido como estaba de que la verdadera causa de los partidos y divisiones entre ellos era su idea de autosuficiencia y estima exagerada de sí mismos, muy en la línea de los criterios de la sabiduría humana.
Primeramente les pone delante todo cuanto, concretado en Pablo y en Apolo, ha venido diciendo sobre la naturaleza del ministerio apostólico (cf. 3:5-4:5) y que ellos deben tener muy en cuenta, con lo que aprenderán a no andar distinguiendo entre predicador y predicador, levantando a unos y rebajando a otros, dado que se trata simplemente de ministros o cooperadores de Dios, cuya única obligación es la de ser fieles a la misión que se les encomienda (v.6). Lo de no ir más allá de lo que está escrito parece ser una expresión proverbial para indicar que en nuestras apreciaciones no se debe ir más allá de la norma objetiva, y, en este caso, de lo que exige la naturaleza del ministerio apostólico. Algunos autores, sin embargo, creen que se trata de una cita bíblica, bien aludiendo a toda la Escritura en general, bien a alguno de los textos citados anteriormente (cf. 1:19.31; 3:19). Creemos más probable la primera explicación.
Como nueva justificación de que los corintios no deben andar distinguiendo entre unos predicadores y otros, añade el Apóstol, en forma verbal de segunda persona indeterminada, que nada tenemos unos que nos haga superiores a los otros, y si algo tenemos, sea en el orden de la naturaleza, sea en el de la gracia, eso no es producción nuestra, sino don de Dios (v.7). Sigue luego (v.8-13), en amarga mezcla de ironías y de realidades, el duro contraste entre lo que piensan de sí mismos los corintios y lo que piensan los apóstoles: vosotros os consideráis ya llenos., ricos., logrado el reino. 156; pues bien, parece que deberíais hacer partícipes de tanta felicidad a vuestros maestros en la fe, y, sin embargo, la realidad es muy otra, pues nosotros, como los condenados a muerte en el anfiteatro, estamos en la actualidad sirviendo de espectáculo al mundo, que nos tiene por necios y despreciables, haciéndonos sufrir continuas afrentas y persecuciones, cual si fuéramos el desecho del mundo, el estropajo de todos. 157 Así se expresa el Apóstol. Desde luego, es impresionante este recuento de penalidades del ministerio apostólico, muy parecido al que hace también en otros lugares (cf. 2Co_4:8-11; 2Co_6:3-10). Pero la realidad es ésa; y es que, al contrario de lo que parecían suponer los corintios, el cristiano sólo tiene en esperanza la plena participación de los bienes mesiánicos (cf. Rom_8:18; 2Ti_2:12; Jua_16:20). Tal es la verdadera sabiduría cristiana centrada en el misterio de la cruz 158.

Paternas amonestaciones de Pablo,Jua_4:14-21.
14 No escribo esto para confundiros, sino para amonestaros, como a hijos míos carísimos. 15 Porque aunque tengáis diez mil pedagogos en Cristo, pero no muchos padres, que quien os engendró en Cristo por el Evangelio fui yo. 16 Os exhorto, pues, a ser imitadores míos. 17 Por esto os envié a Timoteo, que es mi hijo muy amado y fiel en el Señor, que os traerá a la memoria mis caminos en Cristo Jesús y cuál es mi enseñanza por doquier en todas las iglesias. 18 Como si yo no hubiese ya de ir a vosotros, así se han hinchado algunos. 19 Pues iré, y pronto, si el Señor quisiere, y entonces conoceré, no las palabras de los que se hinchan, sino lo que hacen, 20 que no está en palabras el reino de Dios, sino en realidades. 21 ¿Qué preferís? ¿Que vaya a vosotros con la vara o que vaya con amor y espíritu de mansedumbre?

Son las últimas palabras que tiene San Pablo sobre la cuestión de los partidos,de afecto paternal. Sin duda ha querido suavizar la impresión amarga que pudieran haber dejado en los corintios las ironías precedentes.
Expresamente les dice que no ha obrado así para humillarles, sino por el deseo que tiene de que se corrijan (v.14). También les dice que pueden haber tenido y tener muchos pedagogos, que les instruyan y vigilen en la fe; pero padre en esa fe sólo tienen uno, y ése es él, que fue quien fundó la iglesia de Corinto, engendrándoles a la nueva vida de la gracia en el Señor (v.15; cf. Gal_3:24; Gal_6:15). Por eso les pide, como puede hacerlo un padre, que sean imitadores suyos (v.16; cf. 11,1), con alusión especial sin duda, dado el contexto, a la humildad y olvido de sí mismo de que antes ha hablado. Ninguna cosa mejor para acabar de raíz con el problema de los partidos.
A continuación, el Apóstol les habla de la visita de Timoteo (v.17), bien conocido en Corinto (cf. Hec_18:5; 2Co_1:1), aunque calculaba que tal vez no hubiese llegado aún (cf. 16:10). Parece ser que los agitadores de Corinto habían corrido la voz de que, un poco acobardado ante la elocuencia de Apolo y de otros predicadores, Pablo ya no se atrevería a volver a la ciudad (v.18; cf. 2Co_10:10); por eso, para que con el envío de Timoteo no se afianzase esa opinión, les anuncia que también irá él, y pronto, pero el que vaya con una actitud u otra, de severidad o de mansedumbre, depende de ellos (v. 19-21). Una vez en Corinto, comprobará si en la obra de esos agitadores hay hechos o hay sólo palabrería, pues el reino de Dios no está en palabras, sino en realidades (v.20; cf. Rom_14:17). De poco valen los perfilados discursos de sabiduría humana, si no hay incremento del reino de Dios sobre las almas.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

1 In what account the Ministers ought to bee had. 7 We haue nothing which wee haue not receiued. 9 The Apostles spectacles to the world, Angels and men, 13 The filth and off-scouring of the worlde: 15 Yet our fathers in Christ, 16 Whome wee ought to followe.
1 Let a man so account of vs, as of the ministers of Christ, and stewards of the mysteries of God.
2 Moreouer, it is required in stewards, that a man be found faithfull.
3 But with mee it is a very small thing that I should bee iudged of you, or of mans [ Greek: day.] iudgement: yea, I iudge not mine owne selfe.
4 For I know nothing by my selfe, yet am I not hereby iustified: but hee that iudgeth me is the Lord.
5 [ Mat_7:1 Rom_2:1.] Therefore iudge nothing before

[Fooles for Christ.]

the time, vntill the Lord come, who both will bring to light the hidden things of darkenesse, and will make manifest the counsels of the hearts: and then shall euery man haue prayse of God.
6 And these things, brethren, I haue in a figure transferred to my selfe, and to Apollo, for your sakes: that ye might learne in vs not to thinke of men, aboue that which is written, that no one of you bee puffed vp for one against another.
7 For who [ Greek: distinguisheth thee?] maketh thee to differ from another? And what hast thou that thou didst not receiue? Now if thou didst receiue it, why doest thou glory as if thou hadst not receiued it?
8 Now ye are full, now ye are rich, ye haue reigned as kings without vs, and I would to God ye did reigne, that we also might reigne with you.
9 For I thinke that God hath set forth vs the Apostles last, as it were approued to death. For wee are made a [ Greek: theater.] spectacle vnto the world, and to Angels, and to men.
10 We are fooles for Christs sake, but ye are wise in Christ. We are weake, but ye are strong: yee are honourable, but we are despised.
11 Euen vnto this present houre we both hunger and thirst, and are naked, and are buffeted, and haue no certaine dwelling place,
12 [ Act_20:34 ; 1 Thess.2.9; 2 Thess.3.8.] And labour, working with our owne hands: being reuiled, wee blesse: being persecuted, we suffer it:
13 [ Mat_5:44 .] Being defamed, we intreate: we are made as the filth of the world, and are the off-scouring of all things vnto this day.
14 I write not these things to shame you, but as my beloued sonnes I warne you.
15 For though you haue ten thousand instructors in Christ, yet haue yee not many fathers: For in Christ Iesus I haue begotten you through the Gospel.
16 Wherefore I beseech you, be yee followers of me.
17 For this cause haue I sent vnto you Timotheus, who is my beloued sonne, and faithfull in the Lord, who shal bring you into remembrance of my wayes which be in Christ, as I teach euery where in euery Church.
18 Nowe some are puffed vp as

[Old leauen.]

though I would not come to you.
19 [ Act_19:21 .iam 4.15.] But I wil come to you shortly, if the Lord will, and will knowe, not the speach of them which are puffed vp, but the power.
20 For the kingdome of God is not in word, but in power.
21 What will ye? Shall I come vnto you with a rod, or in loue, and in the spirit of meekenesse?

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Ministerio y posición

La conexión de esta porción con 4:1-5 es evidente. Las comparaciones que la congregación hacía de Pablo y Apolos (un juicio prematuro) tienen consecuencias directas en el futuro de los ministerios de ambos en Corinto (ver sobre 16:12 que muestra que la congregación había escrito pidiendo específicamente que Apolos volviera a la ciudad).6a Todo esto lo he aplicado a mí se refiere al recurso literario llamado alusión indirecta, que se utilizaba para referirse a una persona o situación en forma indirecta, y constituía una forma de ironía. Pablo emplea ese recurso aquí, utilizando la ironía con gran efecto, aunque como lo indica el tratamiento del tema aquí no hay en realidad nada indirecto en sus intenciones. Utiliza esta figura para que la congregación aprenda el significado de no pasar más allá de lo que está escrito. Esto alude a las escrituras del AT, a las cuales Pablo se refiere varias veces en los caps. 1-4. La conducta de la iglesia cristiana debía sujetarse a las Escrituras. Es ciertamente éste el caso en la acusación que Pablo hace a los corintios, ya que las Escrituras han jugado un papel decisivo en la opinión del Apóstol sobre los cristianos que idolatraban la sabiduría y la oratoria seculares. Pablo se propone corregir la conducta de ellos motivándolos a realizar un cambio de pensamiento y conducta. 6b Ahora se expresa claramente lo que han estado haciendo, ya que cada uno ha estado enorgulleciéndose de un maestro a expensas del otro. 7 Al formular tres preguntas intimidatorias, el Apóstol les enseña a evitar las conductas antibíblicas. La primera se relaciona con 1:30 donde la obra de Dios en Cristo es la que hace de ellos quienes son. La segunda se relaciona con la sección de acción de gracias en 1:4-9, en la que se les ha recordado que han sido enriquecidos en todas las formas en Cristo, y especialmente con respecto a la abundancia de los dones que les han sido dados. La tercera explica por qué su jactancia está totalmente fuera de lugar, ya que sus dones no fueron producidos por ellos mismos, ni provienen de sus privilegios o su posición social, aunque su jactancia podría sugerir que así fuera.

Después de estas preguntas, que deberían eliminar eficazmente toda jactancia en los cristianos, viene el uso de la ironía que Pablo hace en los vv. 8-13. Aquí presenta contrastes entre los cristianos corintios y los apóstoles. 8 Los oradores y los miembros de los estratos sociales superiores se jactaban de su autosuficiencia que estaba asegurada por su riqueza y su poder político, que les permitía vivir como personas liberadas (ver Filón, Lo peor supera a lo mejor, 32-34). Pablo declara irónicamente que los cristianos también se están comportando así, y eso sin nosotros. Su anhelo era que fuesen reyes para que él también pudiera serlo. 9 Pero la realidad no es esa porque Dios ha colocado a los apóstoles en una posición de ignominia: como los esclavos capturados que marchaban al final de las procesiones en los desfiles victoriosos de los romanos antes de ser cruelmente ejecutados. Los apóstoles no sólo eran un espectáculo ante los hombres, sino ante todo el mundo invisible. 10 Pablo ahora compara las descripciones de la posición social de los no ... muchos aludidos en 1:26, con los cristianos corintios, y la posición social de los muchos a quienes Dios ha elegido (1:27, 28), con la de los apóstoles. 11 Aun en esto les ha tocado el mismo tratamiento que recibían los prisioneros de guerra. 12, 13 Mientras la clase social se jactaba de no haber realizado jamás trabajos manuales, Pablo sí lo había hecho (cf. 9:6). La res puesta de los apóstoles a la ignominia que les había sido impuesta ha sido soportarla, y aun responder bendiciendo cuando sufrían abusos.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


25 4, 1. En conclusión, Pablo declara ca(-)tegóricamente cómo conviene que los corin(-)tios consideren a sus pastores, servidores: Hypéretes tiene con frecuencia la connotación de «testigo oficial» (véase Murphy-OConnor, Paul on Preaching 60-64). administradores: Es(-)te término se aplicaba también a funcionarios religiosos (véanse H. Cadbury, JBL 50 [1931] 47-51; J. Reumann, JBL 77 [1958] 339-49). 2-3. Puesto que Pablo no se designó a sí mismo para el cargo, y los corintios no lo nombraron, los juicios de éstos carecen de valor. 4. mi con(-)ciencia nada me reprocha: Pablo no experi(-)menta el dolor de la transgresión (véase C. A. Pierce, Conscience in the NT [SBT 15, Londres 1955] 21.28), pero esto no garantiza que el único juez de verdad coincida con ese dicta(-)men. 5. el tiempo: Este momento queda deter(-)minado por la referencia siguiente a la paru(-)sía. «A la vista de este juicio último, todos los veredictos humanos no pueden sino ser pre(-)juicios» (Barrett, First Epistle 103). Resulta evidente la presencia de algo de hipérbole.
26 (F) Aplicación a los corintios (4,6-13). 6. Con la aplicación de metáforas a sí mismo y a Apolo, Pablo pretendía aclarar el papel de ambos (véase M. Hooker, NTS 10 [1963-64] 131). el «no» está antes de lo escrito: J. Strugnell ha demostrado (CBQ 36 [1974] 555-58) que to mé hyper ha gegraptai es el co(-)mentario marginal de un copista cuyo ejem(-)plar carecía de un mi, «no», que él insertó de(-)lante de heis. 7. Por sí mismos, los corintios nada tienen que los recomiende a un jefe de partido. 8-13. Del sarcasmo, Pablo pasa a la ironía amarga. En contraste con los predicado(-)res, conscientes sólo de sufrimientos y luchas, los corintios creían encontrarse en posesión del reino escatológico de Dios. Su defectuosa escatología (véase A. C. Thiselton, NTS 24 [1977-78] 510-26) estaba reforzada por la idea estoica de que los sabios son reyes (Weiss).
27 (G) La visita de Timoteo (4,14-21). 14. Tras la severidad, la dulzura. 15. paidagógos: Lit., «el que conduce al niño», habi(-)tualmente un esclavo que vigilaba la conducta del joven, pero no era su maestro (véase el co(-)mentario a Gál 3,24). os engendré: El efecto de la fuerza de Cristo (1,24) mediada por el evan(-)gelio de Pablo (1,17) es una vida nueva (1,30; véase P. Gutiérrez, La patemité spirituelle selon saint Paul [Ebib, París 1968]). 16. Véase el co(-)mentario a 11,1. 17. he enviado a Timoteo: El aor. no es epistolar, como demuestran 1,1 y 16,11. Timoteo era conocido en Corinto (1 Tes 3,2) . Su envío en mayo del 54 d.C. probable(-)mente fue la reacción inicial de Pablo ante los comentarios que le hicieron los de Cloe (1,11). mis caminos en Cristo: Mi manera de vivir como cristiano. 18. El temor por Timoteo indigna de nuevo a Pablo. 19. iré pronto: Esta acalorada declaración no está en contradicción con el de(-)tallado plan de viaje que Pablo expone en 16,5-9. 20. La realidad del reino de Dios consiste en su fuerza transformadora, no en especulaciones (Rom 14,17-18). 21. El amor paternal se puede expresar en forma de ternura o de castigo (Job 37,13; véase C. Spicq, RB 60 [1953] 509-12).

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Ministros de Cristo. Pablo entra ahora en el terreno personal. Responde a las críticas de los corintios con toda la riqueza de su carácter fuerte y pasional. He aquí a un Pablo duro y a la vez afectivo, irónico y mordaz, herido pero sin rencor y, sobre todo, sincero. ¿Era considerado por la pequeña élite sofisticada de los corintios como un judeo-cristiano muy por debajo del prestigio intelectual de Apolo? ¿Existían otros rumores o críticas? El Apóstol, se defiende, por supuesto. Conoce la mediocridad y la falta de inteligencia de sus adversarios, pero acepta que se burlen de él.
Comienza diciendo que lo importante es que la gente lo considere a él y a sus compañeros como «servidores de Cristo y administradores de los secretos de Dios» (1), y que lo principal para un administrador es que sea fiel (2). Ni más ni menos. Añade a continuación que le importan muy poco las críticas y que ni él se juzga a sí mismo. El juicio lo deja para Dios. Por otra parte, nada le reprocha la conciencia, aunque está dispuesto a admitir sus fallos.
Se lanza después a una larga y apasionada confesión de lo que ha significado y significa ser servidores de Dios y fieles a la misión encomendada: ser exhibidos como los últimos, como condenados a muerte, como espectáculo de burla, como locos; padecer hambre y sed; ir medio desnudos; ser despreciados; vagar a la aventura; recibir golpes; fatigas; trabajo físico; calumnias; insultos; persecuciones. El final es conmovedor: «somos la basura del mundo, el desecho de todos hasta ahora» (13). A todo esto, los misioneros del Evangelio responden con la actitud de Cristo: «bendecimos... resistimos... consolamos» (12s).
El contrapunto de esta letanía de sufrimientos lo pone la actitud autosuficiente de los corintios a la que alude Pablo con mordacidad e ironía: se creen prudentes, fuertes, estimados. Ya antes les había reprochado su complejo de superioridad, estar saciados de vanagloria como si fuera suyo lo recibido gratuitamente de Dios, como si estuvieran ya reinando y no caminando todavía bajo el signo de la cruz de Cristo.
Al final reaparece el Pablo afectuoso, el padre que amonesta a sus hijos queridos a los que ha engendrado para Cristo. Les promete una visita y esta vez se presentará a ellos, no temblando y lleno de miedo como en la primera vez, sino con el ejemplo de su vida que procede de la fuerza del Evangelio.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— hasta el agotamiento: Pablo siempre tuvo a gala proveer a su mantenimiento y al de su colaboradores con su propio trabajo (ver 1Co 9:6-18; Hch 18:3; Hch 20:34; 1Ts 2:9).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



6. "No vayamos más allá de lo que está escrito": Pablo cita un refrán conocido de todos, para exhortar a proceder con moderación, no gloriándose más de lo justo, ni falseando el sentido de los hechos o de las palabras en beneficio de intereses personales.

19-20. Pablo contrapone las "palabras", fruto de la sabiduría humana (2. 1), al "poder" que procede del Espíritu Santo. Sólo este "poder" garantiza la autenticidad del ministerio apostólico y le confiere verdadera eficacia. Ver 1Te_1:5.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El Apóstol hace unas reflexiones irónicas sobre el engreimiento de aquellos cristianos de Corinto. Lo importante para él es que sean leales y abunden en gracia de Dios, aunque los ministros ocupen el último lugar. A continuación describe con especial fuerza las penalidades que con gozo soportan los que siguen a Cristo.


Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Hch 18:3;b Rom 12:14

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos;a nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.

a Hch 18:3.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_18:3+

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

propias manos...Hch 18:3.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_18:3+

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 4.12 Hch 18.2-3; 20.34; 2 Co 11.7.

Torres Amat (1825)



[4] Sólo el Señor puede juzgar la fidelidad de Pablo en su ministerio.