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Como si yo no hubiera de ir a vosotros, se han hinchado algunos. (I Corintios 4, 18) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 4

5. ADVERTENCIAS (4,1-13).

La sucesión de las ideas no sigue nunca en Pablo el orden de nuestra lógica, según la cual al desarrollar un tema deben tratarse los puntos uno tras otro. Se asemeja más al trabajo textil, en el que aparece un hilo que se sigue durante cierto tiempo y luego súbitamente cede el puesto a otros hilos, aunque sigue deslizándose por debajo, para volver a ser recogido y reanudado más adelante. Esto tiene particular validez en nuestro caso, ya que aquí el elemento objetivo (la sabiduría falsamente valorada o utilizada) se mezcla muchas veces con lo personal (los maestros, unas veces buenos y otras menos buenos). En la sección que sigue aparecen en un primer plano destacado puntos de vista personales. Aparecen preferentemente bajo la forma de avisos o advertencias: advertencia frente a los juicios demasiado precipitados sobre los pastores de almas (4,1-5); advertencia frente a toda vanidad personal (4,6-8); y como contraste, la presentación de sí mismo que hace el Apóstol (4,9-13).

a) No juzgar antes de tiempo (1Co/04/01-05).

1 Que los hombres sólo vean en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, en los administradores lo que se busca es que cada cual sea fiel. 3 A mí poco me importa que me juzguéis vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. 4 Aunque la conciencia de nada me remuerde, no por eso quedo justificado; mi juez es el Señor. 5 Así pues, no juzguéis antes de tiempo, hasta que venga el Señor. él iluminará lo que esconden las tinieblas, y pondrá al descubierto los designios del corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que merece.

Incluso en las contraposiciones enteramente concretas y en las aclaraciones de tipo personal, el Apóstol no olvida nunca que todos deben sacar provecho de sus palabras, también aquellos que no se ven directamente envueltos en una cuestión crítica. Si hasta ahora su mirada se había extendido hasta un horizonte casi sin fronteras, no debe deducirse ya de aquí la falsa idea de que se haya pasado por alto la situación concreta, que debe ser puesta en orden a la luz de la fe. Por eso vuelve ahora los ojos a esta situación, pero no desde el mismo punto, sino para iluminarla desde una perspectiva nueva. «Todo es vuestro» es tanto como decir: todos son servidores vuestros. En otros pasajes (por ejemplo 2Co_4:5) vemos que no se insiste demasiado en esta idea. En todo caso, tampoco esta verdad debe considerarse aisladamente. Poco antes había tenido la precaución de añadir en la segunda parte: «Vosotros sois de Cristo.» No podéis hacer, pues, el uso que os parezca de estos servidores vuestros. Por mera lógica se deduce de aquí la idea complementaria de que tanto Pablo como sus colaboradores son «servidores de Cristo». El Apóstol amplía y profundiza este título con otro: administradores de los misterios de Dios. En estas dos imágenes paralelas se corresponden entre sí «Cristo» y «Dios», lo mismo que se corresponden «servidor» y «administrador». Acaso no tenga demasiada importancia el hecho de que la palabra aquí empleada «servidor» (hyperetes) designe un estrato social inferior al diakonos, y que el administrador ocupa una posición más elevada. Dado que ambos están referidos a Cristo, se encuentran sustraídos al juicio de los hombres.

Esta sustracción al juicio humano se acentúa aún más en razón de lo que se administra: los misterios. Aquí no se piensa directamente en los sacramentos, tal como se acostumbra en el lenguaje litúrgico, sino a lo sumo de manera implícita, del mismo modo que, por ejemplo, el bautismo entra en la predicación del Evangelio o en la aceptación de la fe, y la eucaristía en la vida de la comunidad en Cristo. Para comprender el alcance de esta palabra podemos tomar como punto de partida el uso que se hace de ella en nuestra carta: «usamos... un lenguaje de sabiduría en el misterio de Dios, que estaba oculta... » (2Co_2:7). El hecho de que se emplee en plural no modifica en esencia su sentido; a lo sumo, se indica con ello la riqueza de este misterio único, en sus muchos grados y tiempos. Ahora bien, ¿responde a esto la imagen de un administrador? La verdad es que tal imagen resulta un tanto difícil para nuestra sensibilidad. Que los sacerdotes administran sacramentos es una cosa que se puede ver, por no decir que se puede contar el número de sacramentos administrados a un determinado número de personas en un día o a lo largo de un año. Pero todo esto carece de sentido cuando lo queremos aplicar a lo que Pablo dice aquí. Casi todo lo que es perceptible a los sentidos desaparece y el servicio mismo de esta administración queda, a su vez, incluido en el misterio, Indudablemente, se piensa en primera linea en la predicación de la palabra de Dios; pero, junto con esta predicación, acontece también la realización del misterio, del mismo modo que en la palabra de Jesús acontecía lo que anunciaba, la venida del reino de Dios. También aquí, en este ir y venir de pensamiento y motivos de la carta, en este multiforme planteamiento y búsqueda con que Pablo intenta poner en su sitio a los corintios en general y a los diversos partidos en particular, también en esta predicación y en estos cuidados pastorales tan concretos, administra el Apóstol los misterios de Dios. Toda época, toda comunidad, todo creyente tiene razones para pensarlo así.

Pablo se detiene aquí algún tiempo sobre la idea del «administrador». No es algo que se le haya ocurrido ocasionalmente o por vez primera. En todo caso, sabe utilizarla con destreza. Todos conocen perfectamente qué cosas se le exigen a un administrador: que sea fiel en el cumplimiento del encargo que se le confió. También el Apóstol se somete a esta ética de la administración. Lo cual no significa que se someta al juicio de la comunidad y menos aún al juicio de los hombres. Lo que ha escrito antes sobre el hombre espiritual, a saber, que no debe ser juzgado por nadie, es válido también, y de manera especial, respecto de un apóstol. El juicio sobre su modo de realizar la tarea que le ha sido encomendada compete sólo y exclusivamente a aquel que se la encomendó. Y aunque visto desde nosotros pueda parecer que muchos servidores del Evangelio realizan unos mismos trabajos, vistos desde Dios pueden ser muy diferentes. Esto mismo ha indicado Jesús en la parábola de los talentos, por ejemplo. A primera vista, la parábola se detiene en lo cuantitativo; pero el misterio radica también en el hecho de que ningún hombre tiene derecho a preguntar: ¿por qué a uno se le dieron cinco talentos, a otro dos y al tercero uno sólo? Y mucho menos aún podemos establecer comparaciones entre las diferencias cualitativas de los comisionados, ¿Puede alguien afirmar quién es más importante, si aquel que enseña a los niños los conocimientos rudimentarios de la fe o el especialista que investiga una cuestión histórica. Y cuando se presenta el caso de aquellos que tienen la sensación de estar desplazados, de tener cualidades que no se realizan en el puesto que ocupan, ¿qué otra cosa se les puede aconsejar mejor sino que desempeñen el servicio que se les pide, no aquel que quisieran, pero que no pueden, sino aquel precisamente que tienen que realizar? El juicio sobre la importancia del servicio y sobre el éxito de este servicio debe dejarse a aquel a cuyo servicio están.

No debe desmoralizarse, ni disminuir con recriminaciones, la propia capacidad de servicio. Nunca podrá juzgar acertadamente cuánta culpa le cabe en aquellos casos de los que piensa -acaso con razón- que se ha portado mal. Si es un consuelo no estar sometido al juicio de los hombres, es también una severa exigencia para el servidor de Cristo renunciar a juzgarse a sí mismo, mantener la conciencia auténtica de estar excluido de su propio juicio.

Dice Pablo: no me juzgo a mí mismo. Esto no significa, por supuesto, que no haga análisis de conciencia, que no practique la crítica de sí mismo. Pero es consciente de los límites de su propio análisis, no por falta de luz sobre sí mismo, sino por razones más esenciales.

Se puede plantear de nuevo la pregunta de si Pablo sigue hablando de sí mismo desde su ministerio especial de Apóstol o si lo dicho puede aplicarse a todos los creyentes, y hasta a todos los hombres. En razón de la cosa misma, habría que inclinarse por lo segundo. Para la convivencia humana habría que distinguir, en una especie de regla fáustica, entre el cargo y la persona, entre lo que puede exigírsele a un hombre en su actividad pública y lo que es en su intimidad y en su ser propio. Ante Dios desaparece esta distinción. Aquí no puede nadie apoyarse en su excelente manera de desempeñar su cargo, prescindiendo de lo personal. Y tampoco es lícito proceder a la inversa: poner por delante su moralidad y religiosidad personal, y prescindir de su puesto en el mundo, de sus tareas con sus semejantes. Dios valora la entrega personal al servicio, el cumplimiento del deber poniendo en el empeño toda la persona. Lo antedicho es indudablemente válido respecto de todos aquellos que desempeñan un servicio en la Iglesia. Y más adelante (cap. 12) sabremos que no hay nadie en la Iglesia que no tenga algún servicio. Sabremos además que la diferencia entre el servicio eclesial y los restantes servicios es imprecisa y que, en última instancia, todos debemos considerarnos como servidores.

b) Frente a la vanidad (1Co/04/06-08).

6 En atención a vosotros, hermanos, he aplicado estas cosas como ejemplo a mi propio caso y al de Apolo, para que en nosotros aprendáis [lo de: «No más de lo que está escrito»], a fin de que no os infléis de vanidad, tomando partido por uno contra otro. 7 Pues ¿quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido? 8 Ya os sentís saciados. Ya os habéis hecho ricos. Ya habéis logrado el reino sin nosotros. ¡Ojalá fuera verdad que hubierais logrado el reino, para que también nosotros lo compartiéramos con vosotros!

Al emprender en esta sección el análisis de la razón de ser de los partidos y banderías de Corinto se mencionaron cuatro partidos (1,12) y después se volvió sobre tres de ellos (3,22); el largo espacio intermedio entre estos dos pasajes se ha dedicado a la discusión con los adictos de Apolo. Todo el segundo capítulo, consagrado a la «sabiduría», está escrito pensando en aquellos que daban a la «sabiduría» un papel tan importante y tan capcioso. Por cuanto nosotros sabemos, en este punto Apolo merecía tan poca reprensión como la que puede merecer la sabiduría auténtica. Sólo que dada su formación y su manera de predicar, existía en él más riesgo que en los demás de provocar un entusiasmo discutible. Pero la intención de Pablo no era cargar sobre él las culpas. Si ha mencionado el nombre de Apolo -junto con el suyo propio- más frecuentemente que el de los otros esto debía servir a los corintios como modelo de lo que cada cual debe reconocer y admitir respecto de sí mismo. Pablo utiliza este procedimiento de múltiples maneras, muchas veces ejemplificando en sí mismo lo que los otros deben aprender. Encontraremos en nuestra misma carta, en el elogio de la caridad (13,1 ss) el ejemplo más notable.

Dejemos aquí de lado, por ahora, la primera de las dos oraciones subordinadas con valor final y detengámonos en la segunda: «A fin de que no os infléis de vanidad tomando partido por uno contra otro.» Lo que significa: no deben invocar a Pablo contra Apolo ni a Apolo contra Pablo. He aquí una afirmación clara y comprensible 11.

«¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?» ¡Cuántas veces ha citado Agustín este versículo! También el concilio de Orange del año 529 lo citó como prueba de que, sin la ayuda divina, no somos capaces de ninguna obra salvífica. Del «vosotros» pasa Pablo al «tú», dando así al versículo un carácter universal: todos pueden, todos deben aplicarse a sí mismos lo anteriormente afirmado. No se aplica, pues, sólo a aquellos que como Apolo o Pablo han recibido gracias especiales de servicio y ministerio, sino que se aplica a toda gracia. ¿No es válido también respecto de cuanto tenemos o somos «por la naturaleza»? Aun en el caso de que hayamos conseguido algo mediante el estudio o una actividad diligente, sólo podemos conseguirlo con las fuerzas o talentos que nos fueron dados de antemano. No se rechaza, por lo demás, que nos gocemos de ello, o que incluso nos gloriemos por ello, pero nunca debemos olvidar que no lo debemos agradecer a nosotros mismos. Por muy bien que hayamos hecho fructificar los talentos o las gracias que se nos han prestado, debemos reconocer el préstamo. El mismo Pablo lo hace así, dándonos un bello ejemplo (3,10). AL llegar aquí, cambia el tono. Pablo se hace irónico. Si los corintios se sienten tan seguros de sí mismos como si ya hubieran conseguido la meta, como si ya no tuvieran que anhelar la justicia y el reino de Dios, en cuyo dominio tomarán parte los santos, él, el Apóstol, se sabe todavía fuera, en camino y al descubierto y con mucho gusto desearía que los corintios le admitieran en su compañía.

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11. De más difícil interpretación es la subordinada «para que...». Muchos comentaristas han consagrado sus esfuerzos a explicarla. Un gran número de ellos admite que Pablo aludiría a una frase hecha, conocida por los corintios, pero que ya no está suficientemente clara para nosotros. En este caso quería decir: los corintios deben tener bien en cuenta que no hay sabiduría superior a la revelación de Dios. Según otros, la frase que en nuestra traducción hemos puesto entre corchetes [ ] sería originariamente una nota marginal de un copista (L. ALONSO SCHOKEL).

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c) Presentación de sí mismo que hace el Apóstol (1Co/04/09-13).

9 Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos señaló el último lugar, como a condenados a muerte, porque hemos venido a ser espectáculo para el mundo y para los ángeles y hombres. 10 Nosotros, insensatos por Cristo; vosotros, sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros estimados, nosotros despreciados. 11 Hasta el momento presente pasamos hambre y sed y desnudez, recibimos bofetadas y andamos errantes sin hogar; 12 nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; si nos insultan, bendecimos; si nos persiguen, lo soportamos; 13 si nos calumnian, respondemos con bondad. Hemos venido a ser hasta ahora como basura del mundo, como desecho de todos.

En neta oposición a la seguridad que siente en sí misma la comunidad corintia, se presenta aquí la experiencia personal del Apóstol y, en el fondo, su persona misma. Está de acuerdo en que, visto desde Dios, más bien parece, o incluso es, todo lo contrario: que está en el último puesto en la escala de los valores normales, e incluso muy distanciado y hasta marginado, como quien está condenado a muerte. Así estuvo Jesús y en esta misma situación se ha visto Pablo varias veces, de una manera más o menos formal. Pero, por amor de Jesús, abraza voluntariamente esta existencia.

Las sentencias condenatorias y su ejecución constituían un espectáculo para las muchedumbres de entonces. ¿No fue así en la muerte de Jesús? Pero ¿también un espectáculo para los ángeles? Sí; forman parte de aquella publicidad expresamente querida por Dios en este caso. Así como la muerte de Jesús encerraba un significado para los espíritus, así también lo encierra la muerte de sus miembros, pues soportan algo que produce en aquéllos admiración profunda, ya que unos hombres de naturaleza inferior a la suya alcanzan al morir con Cristo una gloria muy superior a la que ellos tienen. Se toca así un tema que el Apóstol describirá luego con más colorido y profundidad. Pero ¿sigue el tono irónico del versículo 8 cuando contrapone a los corintios consigo mismo, como sensatos, fuertes y estimados? No; no habla aquí en son de mofa, porque de alguna manera viene a ser razonable y está bien así. A través de su camino de la cruz proporciona a los creyentes esta posibilidad de ser más libres y más redimidos. En tono más sosegado y objetivo continúa describiendo -otra vez en tres afirmaciones dobles- el género de existencia que, como Apóstol, le compete y que él acepta. Y luego, vuelve a cambiar el tono y el ritmo (3,12). «Si nos insultan bendecimos...» Tenemos aquí de nuevo tres breves frases, pero ahora no van enderezadas contra nadie, sino que están llenas de tensión interior, para llegar finalmente, en una doble afirmación construida en paralelismo linguístico, a una cierta meta de máxima humillación.

¿Se han recargado demasiado las tintas? ¿Se ha dejado arrastrar por la polémica apasionada? Indudablemente estas líneas están impregnadas de un gran patetismo, provocado precisamente por la desagradecida volubilidad e inseguridad de los corintios respecto de Pablo. Pero en modo alguno es una mera reprensión o resignación, una queja o una acusación. Hay demasiada intensidad vital en estas líneas agolpadas y, sobre todo, demasiada verdad. El cuadro se completará con más prolijos detalles en la segunda carta a los corintios (6,1-10).

6. CONCLUSIÓN RECONCILIADORA (4,14-21).

a) El amor paternal del Apóstol a la comunidad (1Co/04/14-16).

14 No para avergonzaros os escribo esto, sino para haceros una advertencia como a hijos míos queridos. 15 Pues aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, padres no tenéis muchos: porque yo os engendré en Cristo Jesús por el Evangelio. 16 Por lo tanto, os ruego que sigáis mi ejemplo.

Como en la segunda carta a los Corintios, también aquí hace a continuación el Apóstol una presentación de sí mismo que no deja de ser un reproche, al que se habían hecho en realidad acreedores. Se advierte un cambio patético hacia una intimidad llena de amor, que debe llevar al convencimiento de que aquí habla un corazón doliente, que busca, por todos los medios, el corazón de sus hijos amados. Tuvo que avergonzarles, y él lo sabe, pero no quisiera que durase su vergüenza más que hasta que volvieran a mejor acuerdo. En las palabras que siguen, este tono paternal le permite alcanzar una mayor fuerza expresiva, a favor de la cual llega inmediatamente a una comparación con aquellos frente a los cuales siempre puede afirmar que su postura es incomparable. ¿Qué puede significar, en efecto, una docena de ayos frente a aquel que es padre? Y Pablo habla de ¡diez mil! maestros o preceptores. Se advierte la costumbre antigua de poner esclavos al cuidado de los niños para vigilar sus estudios.

El cálido discurso acaba con la exhortación que une las esperanzas del padre con las exigencias del Apóstol: seguid mi ejemplo. En qué deben imitarle? No en este rasgo individualizado o en aquél, sino en adoptar respecto de él la postura fundamental de hijos. Los hijos pueden olvidar a veces, pueden estar sometidos a ciertos influjos extraños, pero su propio modo de ser, oculto en ellos, despierta siempre de nuevo. Cuando se encuentran ante una disyuntiva total, los hijos no niegan a los suyos, especialmente a su padre. éste es el punto de conexión humano de esta corta exhortación paulina. La idea de la imitación no desempeña en Pablo un papel accidental. La idea fundamental de la imitación se halla formulada con más exactitud en otro pasaje: «Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo» (1Co_11:1) 12.

La imagen de Cristo debe ser repetidamente reproducida en la multiforme realidad terrena, para que los fieles puedan percibir con mayor facilidad las posibilidades de imitación puestas a su alcance. Esta tarea de copiar a Cristo -no con palabras, sino con la propia existencia- obliga propiamente a aquellos que, por encargo del mismo Cristo, anuncian su palabra, ya que palabra y vida forman una unidad indisoluble. Toda palabra tiene en esta unidad su norma suprema. Y dado que no todos los que ejercen el ministerio de la palabra alcanzan esta alta medida, procura Dios que la posibilidad de imitación sea vivida por otros, por los santos, que siempre suscita en la Iglesia. Cuando Pablo alude a su propio ejemplo y obliga a él, cumple este doble servicio que, en su unidad, es lo más precioso que puede dársele a la comunidad de los creyentes.

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12. Cf. Gal_4:12; Phi_3:17; 2Th_3:7.9

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b) Les envía un visitador apostólico (1Co/04/17).

17 Por esto mismo os envío a Timoteo, hijo mío querido y fiel en el Señor: él os recordará mis caminos en Cristo Jesús, cómo por todas partes enseño en todas las Iglesias.

Un poco sorprendentemente anuncia ahora la visita de un legatus a latere. Pablo no juzga suficiente su carta pastoral, aunque tan personal y tan apremiante. Envía a un hombre de su confianza, en quien delega su poder. Dentro del contexto precedente, Pablo no destaca tanto la autoridad cuanto la auténtica relación filial de aquel que también ha demostrado fidelidad en las cosas del Señor. La expresión que emplea para describir su misión no es tan genérica como pudiera parecernos. Mis caminos significa, en sentido semítico, no un destino personal, sino una doctrina, es decir, que su contenido objetivo coincide con el de la exhortación a seguir su ejemplo. En este punto insiste en el hecho de que su doctrina no es sólo personal, sino que es católica. él, el Apóstol, enseña lo mismo por doquier, en todas las comunidades. Una vez más recuerda a los corintios que no están solos en el mundo, sino que están incluidos en un orden eclesial y deben someterse a la disciplina de la Iglesia.

c) Les anuncia su visita personal (1Co/04/18-21).

18 Hay algunos que se han inflado como si yo no hubiera de ir a vosotros. 19 Pero iré muy pronto, si el Señor quiere, y conoceré, no la palabra, sino el poder de esos orgullosos; 20 porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. 21 ¿Qué queréis? ¿Que vaya yo a vosotros vara en mano, o con amor y espíritu de mansedumbre?

Los últimos versículos de esta parte de la carta no dejan lugar a dudas. Después de haber tocado todos los registros de la exhortación personal, está dispuesto a hablar y actuar también en virtud de su cargo ministerial. Para algunos de ellos el anuncio de su visita supone una amenaza. Pero quiere saber qué es lo que se oculta realmente tras estos hombres que se consideran tan importantes. Repite dos veces su pensamiento: el orgullo que se fundamenta sólo en grandilocuentes palabras. Pero a él no le van a intimidar. él no va a recurrir a grandes ni bellas palabras. ¿Qué son las palabras? Las palabras pueden ser graves o ligeras. Pero su peso específico reside en la verdad y en la fuerza de la existencia que encierran en sí. Son papel moneda; su valor depende, por así decirlo, de su respaldo en oro, un respaldo cuya presencia o ausencia no siempre se percibe. Con todo, las más de las veces puede colegirse, a través de las palabras, lo que hay realmente tras ellas. El valor de las palabras de un hombre se manifiesta en sus obras y acciones. En principio, esta contraposición entre hechos y palabras es bien conocida, como lo atestiguan viejos refranes. Esta tensión crítica tiene plena vigencia también ante Dios y en el ámbito de la gracia. Jesús lo expuso ya en el sermón de la montaña (Mat_7:21). También nuestro Apóstol lo expone en forma de sentencia: el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. Los corintios estaban ahora suficientemente informados del espíritu con que Pablo desearía visitarlos. Pero, si es preciso, puede ir vara en mano. ¿Estaba pensando, al escribir esto, en los preceptores que, evidentemente, podían recurrir a la vara? Esta pregunta no debía parecerles a los corintios tan importante como la instancia, expresada en lenguaje algo dolorido, a tomar una decisión.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Los apóstoles son responsables sólo ante Dios, 4:1-5.
1 Es preciso que los hombres vean en nosotros ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios. 2 Por lo demás, lo que en los dispensadores se busca es que sean fíeles. 3 Cuanto a mí, muy poco se me da de ser juzgado por vosotros o de cualquier tribunal humano, que ni aun a mí mismo me juzgo. 4 Cierto que de nada me arguye la conciencia, mas no por eso me creo justificado; quien me juzga es el Señor. 5 Tampoco, pues, juzguéis vosotros antes de tiempo, mientras no venga el Señor, que iluminará los escondrijos de las tinieblas y hará manifiestos los propósitos de los corazones, y entonces cada uno tendrá la alabanza de Dios.

La idea general de esta perícopa es clara. Lo que en resumen viene a decir el Apóstol es que los corintios no deben meterse a juzgar a los predicadores evangélicos, pues ya lo hará el Señor a su debido tiempo, el único a quien deberán dar cuenta de su actuación.
Comienza por establecer que su misión es la de ser ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios (v.1). Es la misma idea que había desarrollado ya anteriormente (cf. 3:5-9). No administran bienes propios, sino de Dios, y lo único que se les pide es que sean fieles (v.2) a la misión que se les encomienda. El término misterios de Dios parece incluye todo el conjunto de bienes mesiánicos, doctrina y sacramentos, que integran la obra de la redención, y que el Apóstol denominaría misterios quizás por haber estado tanto tiempo ocultos en la mente divina (cf. 3:7)·
A continuación (v.3-5) San Pablo niega a los corintios, y a cualquier tribunal humano, todo derecho a juzgar a los predicadores evangélicos, y añade que tampoco él se atreve a juzgar de sí mismo (v.7), pues, aunque no tenga conciencia de infidelidad a la misión encomendada, sólo al Señor le toca juzgar de ello (v.4), que es quien conoce las interioridades del corazón y único que puede hacer una declaración definitiva (v.5; cf. 1:8; 3:13).

Pablo y Apolo, ejemplo para los corintios, 4:6-13.
6 Esto, hermanos, lo he dicho por vía de ejemplo de mí y de Apolo por causa vuestra, para que en nosotros aprendáis lo de no ir más allá de lo que está escrito y que nadie por amor de alguno se infle en perjuicio de otro. 7 Porque ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿ Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no lo hubieras recibido? 8 ¿Ya estáis llenos? ¿Ya estáis ricos? ¿Sin nosotros habéis logrado el reino? Ojalá que lo hubierais logrado, para que también nosotros con vosotros reináramos. 9 Porque, a lo que pienso, Dios a nosotros, los apóstoles, nos ha asignado el último lugar, como a condenados a muerte, pues hemos venido a ser espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres. 10 Hemos venido a ser necios por amor de Cristo; vosotros sabios en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros ilustres, nosotros viles. 11 Hasta el presente pasamos hambre, sed y desnudez, somos abofeteados y andamos vagabundos, 12 y penamos trabajando con nuestras manos; afrentados, bendecimos, y perseguidos, lo soportamos; 13 difamados, consolamos; hemos venido a ser hasta ahora como desecho del mundo, como estropajo de todos.

Trata el Apóstol de dar una lección de humildad a los infatuados corintios, convencido como estaba de que la verdadera causa de los partidos y divisiones entre ellos era su idea de autosuficiencia y estima exagerada de sí mismos, muy en la línea de los criterios de la sabiduría humana.
Primeramente les pone delante todo cuanto, concretado en Pablo y en Apolo, ha venido diciendo sobre la naturaleza del ministerio apostólico (cf. 3:5-4:5) y que ellos deben tener muy en cuenta, con lo que aprenderán a no andar distinguiendo entre predicador y predicador, levantando a unos y rebajando a otros, dado que se trata simplemente de ministros o cooperadores de Dios, cuya única obligación es la de ser fieles a la misión que se les encomienda (v.6). Lo de no ir más allá de lo que está escrito parece ser una expresión proverbial para indicar que en nuestras apreciaciones no se debe ir más allá de la norma objetiva, y, en este caso, de lo que exige la naturaleza del ministerio apostólico. Algunos autores, sin embargo, creen que se trata de una cita bíblica, bien aludiendo a toda la Escritura en general, bien a alguno de los textos citados anteriormente (cf. 1:19.31; 3:19). Creemos más probable la primera explicación.
Como nueva justificación de que los corintios no deben andar distinguiendo entre unos predicadores y otros, añade el Apóstol, en forma verbal de segunda persona indeterminada, que nada tenemos unos que nos haga superiores a los otros, y si algo tenemos, sea en el orden de la naturaleza, sea en el de la gracia, eso no es producción nuestra, sino don de Dios (v.7). Sigue luego (v.8-13), en amarga mezcla de ironías y de realidades, el duro contraste entre lo que piensan de sí mismos los corintios y lo que piensan los apóstoles: vosotros os consideráis ya llenos., ricos., logrado el reino. 156; pues bien, parece que deberíais hacer partícipes de tanta felicidad a vuestros maestros en la fe, y, sin embargo, la realidad es muy otra, pues nosotros, como los condenados a muerte en el anfiteatro, estamos en la actualidad sirviendo de espectáculo al mundo, que nos tiene por necios y despreciables, haciéndonos sufrir continuas afrentas y persecuciones, cual si fuéramos el desecho del mundo, el estropajo de todos. 157 Así se expresa el Apóstol. Desde luego, es impresionante este recuento de penalidades del ministerio apostólico, muy parecido al que hace también en otros lugares (cf. 2Co_4:8-11; 2Co_6:3-10). Pero la realidad es ésa; y es que, al contrario de lo que parecían suponer los corintios, el cristiano sólo tiene en esperanza la plena participación de los bienes mesiánicos (cf. Rom_8:18; 2Ti_2:12; Jua_16:20). Tal es la verdadera sabiduría cristiana centrada en el misterio de la cruz 158.

Paternas amonestaciones de Pablo,Jua_4:14-21.
14 No escribo esto para confundiros, sino para amonestaros, como a hijos míos carísimos. 15 Porque aunque tengáis diez mil pedagogos en Cristo, pero no muchos padres, que quien os engendró en Cristo por el Evangelio fui yo. 16 Os exhorto, pues, a ser imitadores míos. 17 Por esto os envié a Timoteo, que es mi hijo muy amado y fiel en el Señor, que os traerá a la memoria mis caminos en Cristo Jesús y cuál es mi enseñanza por doquier en todas las iglesias. 18 Como si yo no hubiese ya de ir a vosotros, así se han hinchado algunos. 19 Pues iré, y pronto, si el Señor quisiere, y entonces conoceré, no las palabras de los que se hinchan, sino lo que hacen, 20 que no está en palabras el reino de Dios, sino en realidades. 21 ¿Qué preferís? ¿Que vaya a vosotros con la vara o que vaya con amor y espíritu de mansedumbre?

Son las últimas palabras que tiene San Pablo sobre la cuestión de los partidos,de afecto paternal. Sin duda ha querido suavizar la impresión amarga que pudieran haber dejado en los corintios las ironías precedentes.
Expresamente les dice que no ha obrado así para humillarles, sino por el deseo que tiene de que se corrijan (v.14). También les dice que pueden haber tenido y tener muchos pedagogos, que les instruyan y vigilen en la fe; pero padre en esa fe sólo tienen uno, y ése es él, que fue quien fundó la iglesia de Corinto, engendrándoles a la nueva vida de la gracia en el Señor (v.15; cf. Gal_3:24; Gal_6:15). Por eso les pide, como puede hacerlo un padre, que sean imitadores suyos (v.16; cf. 11,1), con alusión especial sin duda, dado el contexto, a la humildad y olvido de sí mismo de que antes ha hablado. Ninguna cosa mejor para acabar de raíz con el problema de los partidos.
A continuación, el Apóstol les habla de la visita de Timoteo (v.17), bien conocido en Corinto (cf. Hec_18:5; 2Co_1:1), aunque calculaba que tal vez no hubiese llegado aún (cf. 16:10). Parece ser que los agitadores de Corinto habían corrido la voz de que, un poco acobardado ante la elocuencia de Apolo y de otros predicadores, Pablo ya no se atrevería a volver a la ciudad (v.18; cf. 2Co_10:10); por eso, para que con el envío de Timoteo no se afianzase esa opinión, les anuncia que también irá él, y pronto, pero el que vaya con una actitud u otra, de severidad o de mansedumbre, depende de ellos (v. 19-21). Una vez en Corinto, comprobará si en la obra de esos agitadores hay hechos o hay sólo palabrería, pues el reino de Dios no está en palabras, sino en realidades (v.20; cf. Rom_14:17). De poco valen los perfilados discursos de sabiduría humana, si no hay incremento del reino de Dios sobre las almas.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3 1Co 4,14-21
Amonéstalos y con humilde.; palabras los exhorta a que sigan su ejemplo, pero si no se corrigen amenaza con castigarlos.14. No os escribo estas cosas porque quiera sonrojaros, sino que os amonesto como a hijos mios muy queridos.15. Porque aun cuando tengáis millares de ayos en Jesucristo, no tenéis muchos padres; pues yo soy el que os he engendrado én Jesucristo por medio del Evangelio.16. Por tanto, os ruego que seáis imitadores mios, así como yo lo soy de Cristo.17. Con este fin he enviado a vosotros a Timoteo, el cual es hijo mio carisimo, y fiel en el Señor, para que os informe de mi proceder en Jesucristo, conforme a lo que yo enseno por todas partes en todas las 1glesias.18. Algunos están tan engreidos, como si yo nunca hubiese de volver a vosotros.19. Mas bien pronto pasaré a veros, si Dios quiere, y examinaré no la labia de los que andan ahí henchidos, sino su virtud.20. Que no consiste el reino de Dios en palabras, sino en la virtud.21. ¿Qué estimáis mas?, ¿que vaya a vosotros con la vara, o con amor y Espíritu de mansedumbre?Después de haber dado a los Corintios una buena carda, por juzgar temerariamente a los Apóstoles y despreciarlos con altivez, apremialos ahora el Apóstol a corregirse, primero amonestándolos de palabra, segundo con el ejemplo, tercero con el azote. Acerca de lo primero, poneles la traza de la admonición, diciendo: "estas cosas, que en el decurso de la carta os dije, no las he escrito para sonrojaros", es a saber, con vergüenza de mala ley, que lleve a la desesperación, aunque quisiera os saliese a la cara el empacho que evite el pecado, según aquello del Eclesiástico: "hay vergüenza que conduce al pecado, y hay también vergüenza que acarrea la gloria y la gracia de Dios" (4,25); sino que "os amonesto como a hilos mios muy queridos" (Si 7).Muestra, en segundo lugar, el modo debido de amonestar, diciendo: "porque aunque tengáis millares de ayos en Jesucristo, no tenéis muchos padres". Donde esde considerar lo que va de ayo a padre; porque el padre engendra, el ayo nutre y educa al nacido (Ga 3). Llamase, pues, el Apóstol su padre en Cristo, por haber sido el primero que les predico el Evangelio; y éste es el motivo que alega de lo que acaba de decir: "pues yo soy el que os he engendrado en Jesucristo por medio del Evangelio". Ahora bien, la generación es un procedimiento encaminado a la vida, mas el hombre por la fe vive en Cristo (Ga 2); pero la fe, como se dice en Romanos, proviene del oir, y el oir depende de la predicación de la palabra de Cristo (10,17); de donde la semilla es la palabra de Dios, por la que el Apóstol los engendro en Cristo (Stg. 1).En cambio a los otros llamalos ayos, pues, ya neofitos, vinieron en su ayuda; para que se entienda que, en lo tocante a la predicación del Evangelio, la comparación del ayo al padre es la misma de arriba del que riega al que planta, y del que sobreedifica al que pone el cimiento.Aprémialos luego a corregirse, a ejemplo suyo, al decir: "ruégoos, pues, hermanos"; y exhortalos primero a imitar su ejemplo, diciendo: luego por el hecho de ser hijos, siendo propio de los buenos hijos imitar a sus padres, "os ruego que seáis imitadores mios", es a saber, en no juzgar temerariamente, como ni yo lo hago, ya qi.e ni a mi mismo me atrevo a juzgar, y en tener baja estimación de vosotros, y de los otros un alto concepto. De donde no sin causa uso de tal modo de hablar: "nosotros somos flacos, vosotros fuertes" (2Th 3).Pero es de advertir que a los que antes nombro hijos ahora los nombra hermanos; e hijos en Cristo, porque los había engendrado no para si, mas para Cristo; y por haber él sido engendrado por Cristo, hermanos e hijos en buena consecuencia. Así que si habían de imitarlo como padre, tenía que ser al tanto monta de su imitación de Cristo, que es de todos el padre principal; con lo que se quita a los subditos la ocasión de seguir el mal ejemplo de los prelados. De donde se concluye que los subditos solo han de imitar a los prelados en lo que ellos imitan a Cristo, que es regla infalible de la verdad, y; por eso se propuso por dechado a los Apostoles: "ejemplo os he dado para que, como Yo lo hice, lo hagáis también vosotros" (Jn 13); ejemplo, por cierto, que Pablo seguia, según lo de Job: "mis pies han seguido sus huellas; he andado por sus caminos, sin desviarme nunca de ellos" (23,1 1).Mas porque pudierán alegar ignorancia, les quita ese pretexto, diciendo: "con este fin he enviado a vosotros a Timoteo, el cual es hijo mio carisimo, y fiel en el Señor", según aquello de Filipenses: "porque no tengo ninguna persona tan unida de corazón y Espíritu conmigo como él, ni que se interese por vosotros con afecto mas sincero" (II,20)- "para que os informe de mi proceder", esto es, os ponga al corriente de mis andanzas y de;todo lo que hago, y os exhorte a echar por el mismo camino (Jr 6), que es el msmo de Jesucristo y, por consiguiente, no debéis tener a mengua seguirlo (Sal 24); ni os parezca pesado el que a todos os lo imponga, por lo cual añade: "conforme a lo que yo enseno pior todas partes en todas las iglesias" (Col 1). O digamos que "vias meas", mis caminos, se han de referir a las obras, y "sicut et ubique",, como en todas partes, a sus enseñanzas; que a esto había sido enviado Timoteo, a moverlos a imitar las obras y observar las enseñanzas del Apóstol.Acto continuo amenazalos con arrimarles la vara, al decir: "como si yo nunca hubiese de volver"; y demuestra que se han merecido una buena tunda por haberse engreido, como si no hubiese de volver, esto es, como si no temierán los dejase convictos de su soberbia, siendo por el contrario dignos de azotes; pues los humildes con solo decirles entrán en razón, no así los soberbios, de tal condición, que piden de azotes su buena ración (Job 40).Anunciales también su llegada en que ira a tomarles cuentas, diciendo: "bien pronto pasaré a veros". Y porque en los Proverbios se dice: "el corazón del hombre forma sus designios, mas del Señor es el dirigir sus pasos" (16,9), por eso añade: "si Dios fuere servido", o, como dice Santiago: "queriendo Dios, y, si viviéremos, haremos esto o aquello".Pronunciales asimismo su conocimiento de juez, al decir: "y conoceré, es a saber, en el orden judicial (Job 28) acuciosamente examinaré no la labia de los que andan así llenos de viento, sino su virtud", como si dijera, no por habladores ganarán con mi examen autoridad y crédito, pues, como dicen los Proverbios: "donde la charlataneria, allí a menudo hay pobreza" (14,23), sino por virtuosos (ya que la virtud es la que califica y autoriza a un sujeto).-"Que no consiste el reino de Dios en palabras, sino en virtud", esto es, la pertenencia al reino de Dios no esta al arbitrio de la elocuencia, a tenor de lo de San Mateo: "no todo el que me dice: Señor, Señor, entrara en el reino de los cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre". Por ultimo, amenazalos con la corrección mas de tal suerte que quede a su discreción, diciendo: "¿Qué preferis?, ¿que vaya a vosotros, a castigaros con la vara de la corrección, o con amor, esto es, haciendo ostentación de amor, y Espíritu de mansedumbre?, ¿de arte que os pase (como a los gatos) la mano por el espinazo? Eso depende de vosotros; porque si aun seguís erre que erre, entonces tendré que ir con el rebenque en Ja mano, según aquello: "pegada esta la necedad al corazón del muchacho; mas la vara del castigo la echara fuera" (Pr 22,15). Pero si os enmendáis, haré con vosotros alarde de amor y de mansedumbre (Ga 5). No es que diga esto, que, a no venir con la vara, no viniese con amor, ya que esta escrito: "quien escasea el castigo quiere mal a su hijo; mas quien le ama le corrige continuamente" (Pr 13,24); mas porque el que es castigado, entre tanto que es vareado, no siente así la dulzura del amor con que es tratado, como *aquel que es consolado con suavidad y blandura.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

1 In what account the Ministers ought to bee had. 7 We haue nothing which wee haue not receiued. 9 The Apostles spectacles to the world, Angels and men, 13 The filth and off-scouring of the worlde: 15 Yet our fathers in Christ, 16 Whome wee ought to followe.
1 Let a man so account of vs, as of the ministers of Christ, and stewards of the mysteries of God.
2 Moreouer, it is required in stewards, that a man be found faithfull.
3 But with mee it is a very small thing that I should bee iudged of you, or of mans [ Greek: day.] iudgement: yea, I iudge not mine owne selfe.
4 For I know nothing by my selfe, yet am I not hereby iustified: but hee that iudgeth me is the Lord.
5 [ Mat_7:1 Rom_2:1.] Therefore iudge nothing before

[Fooles for Christ.]

the time, vntill the Lord come, who both will bring to light the hidden things of darkenesse, and will make manifest the counsels of the hearts: and then shall euery man haue prayse of God.
6 And these things, brethren, I haue in a figure transferred to my selfe, and to Apollo, for your sakes: that ye might learne in vs not to thinke of men, aboue that which is written, that no one of you bee puffed vp for one against another.
7 For who [ Greek: distinguisheth thee?] maketh thee to differ from another? And what hast thou that thou didst not receiue? Now if thou didst receiue it, why doest thou glory as if thou hadst not receiued it?
8 Now ye are full, now ye are rich, ye haue reigned as kings without vs, and I would to God ye did reigne, that we also might reigne with you.
9 For I thinke that God hath set forth vs the Apostles last, as it were approued to death. For wee are made a [ Greek: theater.] spectacle vnto the world, and to Angels, and to men.
10 We are fooles for Christs sake, but ye are wise in Christ. We are weake, but ye are strong: yee are honourable, but we are despised.
11 Euen vnto this present houre we both hunger and thirst, and are naked, and are buffeted, and haue no certaine dwelling place,
12 [ Act_20:34 ; 1 Thess.2.9; 2 Thess.3.8.] And labour, working with our owne hands: being reuiled, wee blesse: being persecuted, we suffer it:
13 [ Mat_5:44 .] Being defamed, we intreate: we are made as the filth of the world, and are the off-scouring of all things vnto this day.
14 I write not these things to shame you, but as my beloued sonnes I warne you.
15 For though you haue ten thousand instructors in Christ, yet haue yee not many fathers: For in Christ Iesus I haue begotten you through the Gospel.
16 Wherefore I beseech you, be yee followers of me.
17 For this cause haue I sent vnto you Timotheus, who is my beloued sonne, and faithfull in the Lord, who shal bring you into remembrance of my wayes which be in Christ, as I teach euery where in euery Church.
18 Nowe some are puffed vp as

[Old leauen.]

though I would not come to you.
19 [ Act_19:21 .iam 4.15.] But I wil come to you shortly, if the Lord will, and will knowe, not the speach of them which are puffed vp, but the power.
20 For the kingdome of God is not in word, but in power.
21 What will ye? Shall I come vnto you with a rod, or in loue, and in the spirit of meekenesse?

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


25 4, 1. En conclusión, Pablo declara ca(-)tegóricamente cómo conviene que los corin(-)tios consideren a sus pastores, servidores: Hypéretes tiene con frecuencia la connotación de «testigo oficial» (véase Murphy-OConnor, Paul on Preaching 60-64). administradores: Es(-)te término se aplicaba también a funcionarios religiosos (véanse H. Cadbury, JBL 50 [1931] 47-51; J. Reumann, JBL 77 [1958] 339-49). 2-3. Puesto que Pablo no se designó a sí mismo para el cargo, y los corintios no lo nombraron, los juicios de éstos carecen de valor. 4. mi con(-)ciencia nada me reprocha: Pablo no experi(-)menta el dolor de la transgresión (véase C. A. Pierce, Conscience in the NT [SBT 15, Londres 1955] 21.28), pero esto no garantiza que el único juez de verdad coincida con ese dicta(-)men. 5. el tiempo: Este momento queda deter(-)minado por la referencia siguiente a la paru(-)sía. «A la vista de este juicio último, todos los veredictos humanos no pueden sino ser pre(-)juicios» (Barrett, First Epistle 103). Resulta evidente la presencia de algo de hipérbole.
26 (F) Aplicación a los corintios (4,6-13). 6. Con la aplicación de metáforas a sí mismo y a Apolo, Pablo pretendía aclarar el papel de ambos (véase M. Hooker, NTS 10 [1963-64] 131). el «no» está antes de lo escrito: J. Strugnell ha demostrado (CBQ 36 [1974] 555-58) que to mé hyper ha gegraptai es el co(-)mentario marginal de un copista cuyo ejem(-)plar carecía de un mi, «no», que él insertó de(-)lante de heis. 7. Por sí mismos, los corintios nada tienen que los recomiende a un jefe de partido. 8-13. Del sarcasmo, Pablo pasa a la ironía amarga. En contraste con los predicado(-)res, conscientes sólo de sufrimientos y luchas, los corintios creían encontrarse en posesión del reino escatológico de Dios. Su defectuosa escatología (véase A. C. Thiselton, NTS 24 [1977-78] 510-26) estaba reforzada por la idea estoica de que los sabios son reyes (Weiss).
27 (G) La visita de Timoteo (4,14-21). 14. Tras la severidad, la dulzura. 15. paidagógos: Lit., «el que conduce al niño», habi(-)tualmente un esclavo que vigilaba la conducta del joven, pero no era su maestro (véase el co(-)mentario a Gál 3,24). os engendré: El efecto de la fuerza de Cristo (1,24) mediada por el evan(-)gelio de Pablo (1,17) es una vida nueva (1,30; véase P. Gutiérrez, La patemité spirituelle selon saint Paul [Ebib, París 1968]). 16. Véase el co(-)mentario a 11,1. 17. he enviado a Timoteo: El aor. no es epistolar, como demuestran 1,1 y 16,11. Timoteo era conocido en Corinto (1 Tes 3,2) . Su envío en mayo del 54 d.C. probable(-)mente fue la reacción inicial de Pablo ante los comentarios que le hicieron los de Cloe (1,11). mis caminos en Cristo: Mi manera de vivir como cristiano. 18. El temor por Timoteo indigna de nuevo a Pablo. 19. iré pronto: Esta acalorada declaración no está en contradicción con el de(-)tallado plan de viaje que Pablo expone en 16,5-9. 20. La realidad del reino de Dios consiste en su fuerza transformadora, no en especulaciones (Rom 14,17-18). 21. El amor paternal se puede expresar en forma de ternura o de castigo (Job 37,13; véase C. Spicq, RB 60 [1953] 509-12).

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Ministros de Cristo. Pablo entra ahora en el terreno personal. Responde a las críticas de los corintios con toda la riqueza de su carácter fuerte y pasional. He aquí a un Pablo duro y a la vez afectivo, irónico y mordaz, herido pero sin rencor y, sobre todo, sincero. ¿Era considerado por la pequeña élite sofisticada de los corintios como un judeo-cristiano muy por debajo del prestigio intelectual de Apolo? ¿Existían otros rumores o críticas? El Apóstol, se defiende, por supuesto. Conoce la mediocridad y la falta de inteligencia de sus adversarios, pero acepta que se burlen de él.
Comienza diciendo que lo importante es que la gente lo considere a él y a sus compañeros como «servidores de Cristo y administradores de los secretos de Dios» (1), y que lo principal para un administrador es que sea fiel (2). Ni más ni menos. Añade a continuación que le importan muy poco las críticas y que ni él se juzga a sí mismo. El juicio lo deja para Dios. Por otra parte, nada le reprocha la conciencia, aunque está dispuesto a admitir sus fallos.
Se lanza después a una larga y apasionada confesión de lo que ha significado y significa ser servidores de Dios y fieles a la misión encomendada: ser exhibidos como los últimos, como condenados a muerte, como espectáculo de burla, como locos; padecer hambre y sed; ir medio desnudos; ser despreciados; vagar a la aventura; recibir golpes; fatigas; trabajo físico; calumnias; insultos; persecuciones. El final es conmovedor: «somos la basura del mundo, el desecho de todos hasta ahora» (13). A todo esto, los misioneros del Evangelio responden con la actitud de Cristo: «bendecimos... resistimos... consolamos» (12s).
El contrapunto de esta letanía de sufrimientos lo pone la actitud autosuficiente de los corintios a la que alude Pablo con mordacidad e ironía: se creen prudentes, fuertes, estimados. Ya antes les había reprochado su complejo de superioridad, estar saciados de vanagloria como si fuera suyo lo recibido gratuitamente de Dios, como si estuvieran ya reinando y no caminando todavía bajo el signo de la cruz de Cristo.
Al final reaparece el Pablo afectuoso, el padre que amonesta a sus hijos queridos a los que ha engendrado para Cristo. Les promete una visita y esta vez se presentará a ellos, no temblando y lleno de miedo como en la primera vez, sino con el ejemplo de su vida que procede de la fuerza del Evangelio.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Opciones que se les presentaban a los corintios

El reino de Dios no es una filosofía hueca, sino que se trata de poder: poder para cambiar (cf. 6:9-11). Ellos deben elegir (21). O se arrepienten de su conducta, lo que permitiría que Pablo volviera en un espíritu de amor y amabilidad, o él irá como el gobernador iba con sus líctores, que llevaban las varas como símbolos de su autoridad para infligir castigos.

En esta larga sección, 1:4-4:21, Pablo ha hablado del tema de la actitud correcta del cristiano hacia el ministerio. Este debe ser entendido como un mi nisterio orientado hacia el evangelio y no como una forma de liderazgo cristiano que simplemente copiaba modelos seculares y aparentemente gozaba de aprobación entre los cristianos corintios de men talidad culta. Pablo no utiliza la palabra líder, debido a sus connotaciones políticas y elitistas, las cuales estaban totalmente reñidas con el ministerio cristiano. El no tenía clientes ni seguidores como los líderes seculares. La iglesia no había percibido ni se había beneficiado del ministerio que Cristo había ordenado para la iglesia y el mundo y, como consecuencia de ello, la vida cristiana como un cuerpo se había deteriorado. Este tema era prioritario para él por muy buenas razones. Muchas cosas dependían de que fueran madurando progresivamente en este tema, pero el desarrollo era muy lento. En toda la historia de la iglesia estos proble mas se han repetido una y otra vez.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



6. "No vayamos más allá de lo que está escrito": Pablo cita un refrán conocido de todos, para exhortar a proceder con moderación, no gloriándose más de lo justo, ni falseando el sentido de los hechos o de las palabras en beneficio de intereses personales.

19-20. Pablo contrapone las "palabras", fruto de la sabiduría humana (2. 1), al "poder" que procede del Espíritu Santo. Sólo este "poder" garantiza la autenticidad del ministerio apostólico y le confiere verdadera eficacia. Ver 1Te_1:5.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Pablo ostenta la paternidad espiritual de los corintios, porque los ha engendrado a la fe. Desde esta perspectiva sus reprensiones adquieren mayor gravedad y sentido: no tienen como objeto provocar una vergüenza estéril, sino ser un aliento para la adquisición de las virtudes necesarias y el crecimiento de la Iglesia. Ésa ha sido también la conducta de los santos: «Debemos considerar como hijos a aquellos sobre los que ejercemos nuestra autoridad. Pongámonos a su servicio como Jesús» (S. Juan Bosco, Epist. en Lit. Horas, Of. lect. 31-l).


Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 4.12 Hch 18.2-3; 20.34; 2 Co 11.7.

Torres Amat (1825)



[4] Sólo el Señor puede juzgar la fidelidad de Pablo en su ministerio.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

hubiera de ir... Lit. estoy yendo.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *He 19:21

Jünemann (1992)


18 g. No viniera.