Ver contexto

2.EL CASO DEL INCESTUOSO
Por todas partes se oye hablar de una inmoralidad tal entre vosotros, que no se da ni entre los gentiles, hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre. (I Corintios 5, 1) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 5

Parte segunda

CASOS DE DESVIACIONES MORALES 5,1-6,20

Después de analizar la raíz del mal de la comunidad corintia, bien porque eran muchos los que se habían dejado arrastrar, o al menos tenían propensión a ello, Pablo habría podido pasar ya a responder a las preguntas que la comunidad le había dirigido. Pero antes ha querido poner en claro algunos puntos de los que evidentemente no habían pensado que pudieran afectar al Apóstol. Pablo quiere que tengan bien presente la responsabilidad que, como comunidad de Jesucristo, les cabe, tanto frente a sí mismos como frente a los demás. Son tres los casos que Pablo toca: una crasa caída en incontinencia que tiene el agravante de llegar a incesto (cap. 5); los juicios ante los tribunales paganos (6,1-11); y un concepto laxo de la impureza (6,12-20). En ninguno de estos casos se contenta Pablo con dar las oportunas normas e instrucciones. Toma ocasión de ellos para hacer luz sobre toda la moral cristiana, de tal modo que aunque las causas concretas que las motivaron pueden ser cosas ya superadas para nosotros, estas secciones contienen ricas y preciosas enseñanzas para la vida de fe y costumbres.

1. EL CASO DEL INCESTUOSO (1Co/05/01-13).

a) El pecador debe ser excomulgado (5,1-5).

1 Por todas partes corre la noticia de un caso de lujuria, entre vosotros, pero tal lujuria que ni entre los paganos existe: de tal modo que uno vive con la mujer de su padre. 2 ¡Y vosotros continuáis inflados de orgullo! ¿Y no debierais más bien haberlo lamentado, para que fuera expulsado de en medio de vosotros el que cometió semejante acción? 3 Yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, como si estuviera presente, he pronunciado ya mi sentencia contra el que cometió tal acción. 4 En el nombre de nuestro Señor Jesús, congregados vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, 5 que este hombre sea entregado a Satán para que se destruya lo puramente humano, y el espíritu sea salvo en el día del Señor.

Con cierta brusquedad aborda el Apóstol un tema del que no dice que haya llegado a su conocimiento a través de las gentes de Cloe. Se limita a decir que ha oído hablar de ello. No es que en la comunidad no se hubiera comentado el caso. El mal estaba en que todo se reducía a eso, a comentarios, cuando la comunidad debería haberse alzado en contra y haber actuado en consecuencia. Un caso de tan crasa incontinencia iba, incluso entre los paganos, contra el derecho vigente y las buenas costumbres, aunque evidentemente no se trataba aquí de la madre carnal del delincuente, sino probablemente de la segunda mujer de su padre y, además, el padre o habría muerto o, al menos, se habría divorciado. ¿Cómo no comprendía la Iglesia de Dios que su condición de elegida, su vocación santa quedaba mancillada? Todos ellos, los «santificados en Cristo Jesús» deberían haberse sentido profundamente afectados, deberían haber excluido de la comunidad a aquel pecador, en bien de la gloria de Cristo, vinculada a ellos desde el momento que Cristo los atrajo a su comunión (1,9). Ahora es el Apóstol el que toma la iniciativa. Ahora toma de verdad la vara con que en las líneas anteriores había amenazado, al parecer no sin dolor. Pide que la comunidad, reunida en un acto expreso y significativo, excluya de su seno a este pecador que ha mancillado su santidad. Esto es la excomunión, en su sentido original. Cuando un pecador es expulsado de la comunidad queda privado de los sacramentos y también de la salvación. En efecto, los sacramentos son, en razón de su misma esencia, sacramentos de la Iglesia. Pertenecer a ella es un sacramento permanente; cada sacramento particular debe ser considerado como la actualización concreta de esta inserción como miembro de la Iglesia.

El interés de esta perícopa radica en la relación que guarda con nuestro actual y progresivo conocimiento del sacramento de la penitencia. Después de siglos de individualismo, aparece de nuevo, poco a poco entre nosotros la plena realidad de la conexión entre pecado, penitencia e Iglesia, conexión que en una época estuvo muy alejada del concepto cristiano de la salvación, una época en que se opinaba (e incluso se ponía complacencia en esta idea) que los pecados eran asunto privado entre el pecador y Dios. Ahora empezamos a entender que el sacramento de la penitencia afecta a toda la Iglesia, como todo otro sacramento, cada uno a su manera.

La Iglesia tiene la responsabilidad de la santidad de todos sus miembros. Debe urgirlos constantemente y confirmarlos, fraternal y ministerialmente. Y cuando esto no basta, debe conminarlos y corregirlos, primero de manera fraternal y luego, si es necesario, en virtud de su oficio ministerial. La comunidad corintia parece haber olvidado estas normas. Cuando se produjo el hecho, debería haber avisado inmediatamente al hermano que su conducta era inconciliable con su vocación de cristiano. Y si ni la advertencia fraterna ni la ministerial obtienen fruto, deberían haberle expulsado, aun cuando, según la convicción y enseñanzas del Apóstol, esto significaba entregarle al poder maligno y a veces mortal de Satán. El precio no sería demasiado alto, si el pecador era inducido al arrepentimiento y así finalmente, salvado.

El proceso penitencial tiene, pues, en la Iglesia, dos aspectos, dos etapas de las que aquí se destaca claramente la primera, por así decirlo negativa, mientras que la segunda, la positiva, debe ser deducida a través de las insinuaciones. A la luz de la evolución posterior podemos decir que, en realidad, la primera misión divina de la Iglesia consiste en poner al pecador en la situación adecuada a cada momento, enfrentarle con su pecado, recordarle la distancia que le separa de su vocación a la santidad. Y esto es lo que ocurre también cuando le prohíbe el acceso a la comunión, aplicando estrictamente la doctrina del estado de gracia exigido para la misma. El caso extremo es la excomunión formal. Todo esto entra dentro de la plenitud de poder para atar y desatar que, en sentido estricto, compete al oficio apostólico, y en sentido amplio, a la comunidad como un todo 13. La segunda misión consiste -cuando el pecador ha hecho penitencia- en liberarle del poder de Satán y readmitirle en la comunión de la Iglesia, esto es, en la gracia de Dios. Porque lo que ocurre en la Iglesia de la tierra, sea atar o desatar, repercute en el cielo.

En consecuencia, al Apóstol no le basta con haber pronunciado ya inmediatamente su veredicto. La comunidad debe llevarlo a cumplimiento y extenderlo después, al romper todo contacto con el pecador, convencida de que ésta es la conducta que debe seguir en su presente, en virtud de su autoridad y por obediencia a Cristo.

El lector actual puede preguntarse, naturalmente: ¿adónde iríamos a parar si quisiéramos poner en práctica semejante norma? Pero también podemos preguntarnos, a la inversa: ¿dónde hemos parado de hecho, al no responsabilizarnos, como comunidad de Cristo, con los pecados de los que son miembros como nosotros? ¿Hasta qué punto no se ha oscurecido la gloria del nombre cristiano y no se ha debilitado la fuerza de su testimonio? Evidentemente, no se trata aquí de restaurar la antigua disciplina de la penitencia, pero debamos tener la mirada puesta en el intento de reanudar los hilos rotos. Debe renacer de nuevo la conciencia de que, por un lado, todo pecado hiere y debilita a la Iglesia, y, por otro, que el sacramento de la penitencia realiza la reconciliación con Dios precisamente a través de la Iglesia. Y entonces se encontrarán de nuevo las fórmulas concretas y adecuadas de la corresponsabilidad recíproca y comunitaria. La oración «por la conversión de los pecadores» tendría esta orientación que, liberada de su esclerosis, debería desembarazarse de toda sombra de justificación de sí mismo.

...............

13. Se pronuncia a favor de esto el contexto de Mat_18:18

...............

b) La comunidad debe conservar su pureza pascual (Mat_5:06-08).

6 ¡No está bien esta jactancia vuestra! ¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? 7 Echad fuera la levadura vieja, para que seáis masa nueva, lo mismo que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolado nuestro cordero pascual: Cristo. 8 Así, pues, celebremos la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de malicia y de perversidad, sino con ázimos de sinceridad y de verdad.

Estos versículos van dirigidos a una comunidad jactanciosa, satisfecha y segura de sí misma. El Apóstol desecha su excusa de que el caso de ese pecador era sólo una excepción, que recaía únicamente sobre el responsable. Este caso afectaba a todos. No que todos fueran a caer en el mismo pecado; pero disminuye en todos ellos la fuerza moral, de tal suerte que todos y cada uno se encuentran más inclinados a caer desde su debilitada posición. Pablo lo indica recurriendo a la imagen enteramente humana y proverbial de la fuerza y el peligro de contagio de la levadura. Entra aquí en otro campo, en el que la levadura desempeña un papel más importante aún: según el rito israelita de la pascua, al comienzo de la semana de fiestas debía echarse fuera de casa la levadura vieja y todo cuanto había sido cocido con ella. El Apóstol arranca de aquí para construir una imagen expresiva de la unidad y de la renovación propia de los cristianos. La sentencia, que se supone ya conocida por todos, «Ha sido inmolado nuestro cordero pascual: Cristo», es un testimonio de suma importancia, y el único del Nuevo Testamento que afirma que ya en la era apostólica se entendía a Cristo como cordero pascual. Lo cual significa que prácticamente toda la tipología pascual veterotestamentaria era entendida desde la perspectiva cristiana. La gran fiesta del recuerdo de la liberación de la antigua alianza fue trasladada a la fiesta del recuerdo de la liberación de la alianza nueva.

Queda por resolver el problema de si esta alusión fue sugerida al autor de la carta por la proximidad de la celebración pascual -en cuyo caso esta frase sería también el más antiguo testimonio a favor de una fiesta cristiana de la pascua- o si, lo que parece más probable, el autor entiende todo el ser cristiano como un vivir pascual en la liberación, y, por tanto, como una fiesta continua. En todo caso, se tiene en la mente este segundo aspecto: toda la época salvífica, a partir de la muerte de Cristo, es, en principio, una única y total fiesta solemne de pascua. Y por eso puede trasponerse el ceremonial judío a lo espiritual, a lo personal, a lo existencial.

Esta renovación y pureza no puede ser implantada por el hombre. Es un don de la gracia. Pero, al mismo tiempo, puede ser exigida. Del hecho de haber sido renovados se sigue la obligación de la renovación del ser. De aquí nace la exigencia: «¡Echad fuera!» Pero el Apóstol se apresura a añadir cuál es el fundamento único que hace posible esta exigencia: es aquel fundamento que el mismo Dios ha puesto. La gracia se anticipa siempre a nuestra voluntad: sois panes ázimos.

ésta es la «verdad» de la existencia cristiana, una verdad misteriosa y llena de tensión, no una verdad que pueda llevarnos a un cómodo descanso, ni a la consciente obscuridad de nuestro personal esfuerzo. En todo caso, es una verdad consoladora. Es, incluso, una verdad triunfal. Y notemos una vez más cuán rápidamente puede producirse el tránsito de la más seria advertencia a esta alegría de la fiesta pascual.

c) Deber de emplear la disciplina eclesial (5,09-13).

9 Os escribí en la carta que no os juntarais con los lujuriosos; 10 pero no me refería a los lujuriosos de este mundo, ni a los avaros, ladrones o idólatras; porque tendríais que saliros del mundo. 11 Lo que ahora os escribo es que no os juntéis con uno que, llamándose hermano, sea lujurioso, o avaro, o idólatra, o calumniador, o borracho, o ladrón: con estos tales, ni comer. 12 Pues ¿por qué meterme yo a juzgar a los de fuera? ¿No juzgáis vosotros a los de dentro? 13 A los de fuera los juzgará Dios. Expulsad de entre vosotros al perverso.

Después de este intermedio, que se mantiene en un plano general, Pablo vuelve sobre los casos -reales o posibles- de desvíos, o pecados similares. Ya en una carta anterior había advertido a los corintios que no se juntaran con los lujuriosos. Los corintios habían llegado fácilmente a la conclusión de declarar que este consejo era impracticable, porque no se refería a los miembros de su comunidad. Evidentemente, Pablo no pensó nunca que los cristianos que trabajaban en aquella metrópoli pudieran evitar el contacto con sus convecinos paganos, comerciantes y contratistas. Lo dice ahora con mayor claridad, para poder urgir con más energía la conducta en el seno de la comunidad. Los pecados más o menos públicos que enumera aquí por segunda vez casi con idénticas palabras pertenecen fundamentalmente a la zona del sexto y del séptimo mandamiento. Por lo que se refiere a la idolatría, cabría preguntarse si los miembros de la comunidad cristiana no habían renunciado de antemano a ella. Pero debe tenerse en cuenta que la idolatría estaba ligada de múltiples maneras a la vida ciudadana. Es indudable que no siempre resultaba fácil distinguir y decidir cuál de aquellas prácticas debía considerarse como idolátrica y cuál podía admitirse. El capítulo octavo nos pondrá ante los ojos un ejemplo detallado a propósito de la consulta sobre la carne ofrecida a los ídolos.

Respecto de los que han caído en semejantes pecados, lo que el Apóstol pide a la comunidad no es, ni más ni menos, que una especie de excomunión, ciertamente más suave que la anterior, tan solemnemente proclamada. Estos tales no pueden tomar parte en las comidas de la comunidad, ya estuvieran ligadas a la eucaristía o no lo estuvieran. Deben ser excluidos igualmente de las asambleas menos formales, de las invitaciones amistosas. Es preciso hacerles caer en la cuenta de que se han hecho indignos del nombre de cristianos. La eucaristía debe entenderse como una comida fraternal, y toda comida amistosa tiene entre los cristianos algo de la cena del Señor.

Nadie en la comunidad puede dispensarse de ello, como si los pecados públicos de los demás fueran algo que nada tiene que ver conmigo. No hay aquí lugar para el cómodo refugiarse en la desvinculación, o del mismo modo que no puede decirse en el seno de una familia: lo que mi hermano hace no me incumbe; ¿soy yo acaso el custodio de mi hermano? La posibilidad de implantar la disciplina eclesial presupone, por lo demás, comunidades concretas y definidas, que pueden entenderse como una gran familia. En este sentido puede decir el Apóstol que la Iglesia no tiene por qué juzgar a «los de fuera». Lo cual no se contradice con la siguiente afirmación de que los santos juzgarán el mundo en aquel día en que en todo se ha de revelar. Aquí se trata de la gracia y de la tarea de juzgarse cada uno a sí mismo ante aquel juicio inevitable y preocuparse de que también los demás se presenten en él irreprensibles.

Hay dos modos de juzgar. Puede juzgarse desde un plano de superioridad, que no se acuerda de sus propias debilidades (Gal_6:1 ss3. Este modo no sólo carece de amor, sino de justicia, y nos ha sido rigurosamente prohibido por el Señor (Mat_7:1-5). Pero hay también un dejar hacer, es decir, un abandonar a los demás al pecado y al juicio de la condenación. Y también esto es una falta contra el amor y el espíritu de la gracia. La Iglesia no puede permitirse ninguno de estos dos modos de juzgar. La conciencia de aquel que está iluminado por el Espíritu Santo puede establecer sin dificultad las distinciones adecuadas a cada caso.

Hoy día nos resulta difícil establecer una separación entre «los de dentro» y «los de fuera». Con todo, no es absolutamente imposible. Cierto que en la actualidad no podemos trazar las fronteras de la Iglesia con absoluta precisión, porque hay muchos grados de pertenencia a la misma, de tal suerte que, puestos en el límite, casi podría decirse que no existen tales fronteras. Pero, en el terreno práctico, y por lo que se refiere a la responsabilidad concreta que el Apóstol exige aquí con tanto ahínco, estas fronteras siguen existiendo. Y vienen marcadas precisamente por la posibilidad de una corresponsabilidad efectiva.

También en ésta caben grados: la influencia directa puede limitarse a unos pocos; la responsabilidad de intercesión o reconciliación puede abarcar a todos los cristianos, y aun a todos los hombres.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



El caso del incestuoso, 5:1-5.
1 Es ya público que entre vosotros reina la fornicación, y tal fornicación, cual ni entre los gentiles, pues se da el caso de tener uno la mujer de su padre. 2 Y vosotros, tan hinchados, ¿no habéis hecho luto para que desapareciera de entre vosotros quien tal hizo? 3 Pues yo, ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, he juzgado ya cual si estuviera presente al que eso ha hecho. 4 Congregados en nombre de nuestro Señor Jesús vosotros y mi espíritu, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, 5 entrego a ese tal a Satanás, para ruina de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

San Pablo ha terminado de tratar la cuestión de los partidos y pasa a un nuevo tema, el de la moralidad pública entre los cristianos (5:1-6:20).
En la presente perícopa (5:1-5) se refiere a un caso verdaderamente escandaloso, que considera como deshonra de toda la comunidad. Se trata de un cristiano que vivía maritalmente con su madrastra (v.1), bien sea que hubiera muerto ya el padre, bien sea que se hubiera separado de la mujer por divorcio, circunstancias que aquí San Pablo no aclara. La Ley mosaica castigaba este pecado con la muerte (cf. Lev_18:8), y también estaba prohibido por la ley romana 159. Parece ser que la madrastra era pagana, pues San Pablo no alude para nada al pecado de ella.
La actitud de la iglesia de Corinto ante tal escándalo público era de pasividad, y seguían tan hinchados, sin tomar ninguna medida que alejara de la comunidad al culpable (v.2; cf. 4:18). Eso es, más que el mismo pecado en sí del culpable, lo que sobre todo critica el Apóstol. Con un vivo contraste entre su actitud y la de ellos, les dice: mientras vosotros, que estáis ahí presentes, no hacéis nada, yo, que estoy ausente, ya he juzgado (??????? ) al culpable (v.3). En qué consista ese juicio condenatorio queda indicado en los v.4-5, e incluye dos cosas: exclusión de la comunidad, como claramente se supone en el v.13 (cf. Mat_18:17), Y entrega a Satanás, para que le atormente con males y enfermedades, como se da a entender en el v.5.
Desde luego, la fórmula entregar a Satanás para ruina de la carne (v.5; cf. 1Ti_1:20) no es del todo clara. Por supuesto que no se trata de muerte temporal, como en la Ley mosaica (cf. Lev_18:29) o en el caso de Ananías y Safira (Hec_5:3-10). Esto lo excluye claramente el contexto. Se trata más bien de condena en el orden moral, excluyendo al culpable de la Iglesia (excomunión), y esa condena se formula con la expresión entregar a Satanás, como dando a entender que, al ser expulsado del reino de Dios, cae de nuevo bajo el poder de Satanás, el jefe del reino de las tinieblas, opuesto al de Cristo, que fue quien nos libró de aquél (cf. 2Co_6:14-15; Col_1:13; Jua_12:31). Lo de para ruina de la carne incluye algo más que la simple exclusión de la comunidad, pues da a entender que Satanás atormentará al culpable con males y enfermedades, que pueden llegar incluso a la muerte. Claro que estos tormentos tienen sólo carácter medicinal, a fin de que el culpable se enmiende, y pueda .salvarse cuando llegue el día del Señor o parusia (v.5; cf. 1:7-8; 3:13; 4:5). Ni debe extrañarnos el que se atribuya a Satanás, no sólo el oficio de tentar (cf. 7:5; Efe_6:11; 1Pe_5:8), sino también el de actuar en lo físico con enfermedades. Tal era la creencia común entre los judíos (cf. Job_2:3-8; Lev_13:16), que también aparece en San Pablo (cf. 11:30; 2Co_12:7; 1Te_2:18). Por lo demás, siempre será cierto, como ya hicieron notar los Santos Padres, que los apóstoles gozaban de poderes para infligir esos castigos materiales (cf. Hec_13:11).
Lo que no se ve claro, dada la concisión del texto (v.3-5), es si San Pablo da ya la cosa por hecha y a los corintios sólo les manda que la cumplan (cf. v.13); o, por el contrario, les ordena que se reúnan efectivamente en asamblea (v.4), para que verifiquen la promulgación oficial de lo que él ha determinado. Hay bastantes autores que se inclinan a esto último. Sin embargo, bien pudiera ser que ese congregados. vosotros y mi espíritu (v.4) sea sólo algo teórico, como para significar la formalidad de la promulgación que ya él entonces hace. El término espíritu equivale prácticamente a persona, y lo mismo en el v.5.

Arrojemos de nosotros la vieja levadura,Hec_5:6-8.
6 No está bien vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? 7 Alejad la vieja levadura, para ser masa nueva, como sois ázimos, porque nuestra Pascua, Cristo, ya ha sido inmolada. 8 Así, pues, festejémosla, no con la vieja levadura, no con la levadura de la malicia y la maldad, sino con los ázimos de la pureza y la verdad.

Parece que San Pablo sigue refiriéndose al caso del incestuoso, quien, como la levadura en la masa, si no es arrojado fuera, hay peligro de que extienda su pernicioso influjo a toda la comunidad cristiana de Corinto (v.6; cf. Gal_5:9).
A fin de desarrollar mejor su pensamiento, el Apóstol toma pie de las festividades pascuales, que probablemente se estaban celebrando en esos días, y con imágenes tomadas de la actualidad (destrucción del pan fermentado-inmolación del cordero-consumición de sólo pan ázimo, cf. Exo_6:12-15; Luc_22:7), amonesta a los corintios a que arrojen de sí la vieja levadura, pues nuestro verdadero cordero pascual, Cristo, ya ha sido inmolado (cf. Jua_19:36), y, consiguientemente, debemos festejar esa fecha con ázimos de pureza y de verdad (v.7-8).
La idea general del pasaje es clara, aunque no así la interpretación en detalle. Lo que, hablando en general, viene a decir el Apóstol, es que las obligaciones que la inmolación del cordero pascual imponía a los judíos, esas mismas impone figurativa o místicamente a los cristianos la inmolación de nuestro cordero pascual, que es Cristo; y como esta inmolación no ha de repetirse cada año, como entre los judíos, sino que se realizó de una vez para siempre (cf. Heb_9:12), sigúese que los cristianos estamos en perpetua fiesta de Pascua, debiendo estar incesantemente alejados de toda levadura y vivir de sólo ázimos. Todo esto es claro. Tanto más cuanto que ya entre los rabinos la levadura significaba la corrupción y malos hábitos, y los panes ázimos eran símbolo de pureza e integridad. Pero ¿a qué alude concretamente San Pablo bajo el término levadura y bajo el término ázimos? Si efectivamente está refiriéndose al caso del incestuoso, parece que es él esa levadura que debemos alejar, y ázimos, los hombres virtuosos en cuya compañía debemos celebrar los cristianos nuestra Pascua. Sin embargo, la manera de hablar del Apóstol, con expresiones tan generales, da más bien la impresión de que, partiendo del caso del incestuoso, ha extendido mucho más su visual, y que los términos levadura y ázimos vienen a equivaler prácticamente al hombre viejo y hombre nuevo de otros lugares (cf. Rom_6:6; Efe_4:22-24; Col_3:9-10). No se excluye, pues, el caso del incestuoso; pero creemos que queda rebasado ese sentido.

Sobre el trato con los pecadores públicos,Col_5:9-13.
9 Os escribí en carta que no os mezclarais con los fornicarios. 10 No, cierto, con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, porque para eso tendríais que saliros de este mundo. 11 Lo que ahora os escribo es que no os mezcléis con ninguno que llevando el nombre de hermano sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón; con éstos ni comer; 12 ¿pues qué a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes os toca juzgar? 13 Dios juzgará a los de fuera. ¡Extirpad al perverso de entre vosotros!

El Apóstol, tomando ocasión del caso del incestuoso, que evidentemente sigue todavía en su pensamiento (cf. v.13), establece las normas a seguir con los pecadores públicos, de que ya les había hablado en una carta anterior (v.9), que se ha perdido.
Parece ser que algunos corintios habían entendido mal esa carta, y lo que el Apóstol les decía de que debían evitar el mezclarse con los fornicarios (v.g), creían que debía aplicarse también a los fornicarios o pecadores no cristianos, cosa evidentemente imposible de observar, pues para ello tendrían que salirse de este mundo (v.10), y más habiendo de vivir en una ciudad tan corrompida como Corinto. Por eso les aclara ahora que se trata sólo de los que pertenecen a la Iglesia, cuando alguno de ellos degenera en pecador público (fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho, ladrón), con el cual no deben ni comer (v.11; cf. 2Te_3:14). San Pablo enumera seis vicios (v.11), pero evidentemente no pretende hacer una enumeración completa; si nombra especialmente ésos, quizá sea porque eran los de más actualidad en Corinto y también se daban o podían darse entre los mismos cristianos. Incluso el pecado de idolatría no quedaba totalmente descartado, dado el arraigo de antiguas prácticas idolátricas, que algunos fieles parece querían hacer compatibles con los principios cristianos (cf. 10:14).
Lo de con éstos ni comer (v.11), creemos que se refiere especialmente a las refecciones comunes de los fieles en las asambleas litúrgicas, de las que debían ser excluidos esos malos cristianos (cf. 11:21; Gal_2:12). Quiere con ello San Pablo evitar el contagio de los otros fieles, y, además, defender la buena fama de la Iglesia ante el mundo gentil (cf. 6:6; Col_4:5; 1Te_4:12; 1Ti_3:7), cosa esta última de gran importancia para el apostolado, más eficaz a veces que la misma predicación directa.
Si se trata de pecadores que son de fuera, es decir, que no pertenecen a la Iglesia, de ésos no tenemos por qué juzgar; ya los juzgará Dios a su debido tiempo (v.12). La última sentencia: extirpad al perverso (??? ??????? ) de entre vosotros, inspirada literariamente en Deu_13:6, vuelve al tema central del capítulo, con alusión directa al caso del incestuoso.

Comentario de Santo Toms de Aquino

Lección 1: 1Co 5,1-5
Sienta en el banquillo de los acusados a la fornicación, excomulga al fornicario, entregandole a Satanás para castigo de su cuerpo, mas no se olvida de la salvación de su alma.1. Es ya voz publica que entre vosotros se cometen deshonestidades, y tales, cuales no se oyen ni aun entre gentiles, hasta llegar alguno a abusar de la mujer de su propio padre.2. Y, con todo, vosotros estáis hinchados de orgullo, y no os habéis entregado al llanto, para que fuese quitado de entre vosotros el que ha cometido tal maldad.3. Por lo que a mi toca, aunque ausente de ahí con el cuerpo, mas presente en espiritu, ya he pronunciado, como presente, esta sentencia contra aquel que así peco.4. En nombre de nuestro Señor Jesucristo, uniéndose con vosotros mi espiritu, con el poder que he recibido de nuestro Señor Jesús,5. sea ese que tal hizo entregado a Satanás, o excomulgado, para castigo de su cuerpo, a trueque de que su alma sea salva en el dia de nuestro Señor Jesucristo.Después de rematar lo tocante al Sacramento del Bautismo, empieza aquí el Apóstol con lo concerniente al del Matrimonio, sacando a la vergüenza un pecado que va contra el matrimonio, es a saber, la fornicación, en particular la de un fornicario, cuya culpa saca a plaza y le da su jabon, así como también la complicidad de los que toleraban dicho pecado. Toca tres cosas que ponen de realce la gravedad de la culpa, por notoria, por singular, por tolerada. Por notoria, al decir: no sin motivo pregunté si queriáis que viniese a vosotros con la vara en la mano, habiendo algo que la merecia, ya que "es voz publica que se cometen entre vosotros deshonestidades", contra lo que enseña la iglesia, que dice de este pecado que "ni aun lo toméis en los labios" (Ep 5 Is 3).b) Por singular, pues "ni entre gentiles" se oye o se juzga licita, a no ser la simple fornicación. De ahí que los Apostoles (Hch XV), para desarraigar este error de que no fuese pecado, a los gentiles que se convertian a la fe imponianles abstenerse de la fornicación. Pero había otra especie que hasta para los gentiles estaba prohibida, y por eso dice: "hasta llegar alguno a abusar de la mujer de su propio padre", como se dice de Rubén: "te derramaste como agua, no medres; porque subiste al lecho de tu padre y profanaste su talamo" (Gn 49,4). Y por contrario a la razón natural, hasta para los gentiles era horrible; pues por la reverencia que naturalmente tienen los hijos a sus padres, con el padre y la madre esta vedado que los hijos se casen, por ley universal y en todo estado; de suerte que el texto de Génesis 2,24: "por cuya causa dejara el hombre a su padre y a su madre" pueda entenderse en este sentido: que no habra matrimonio entre ellos; y en el mismo sentido lo que allí se añade: "y estara unido a su mujer, y los dos vendrán a ser una sola carne", tocante a la esposa del padre que, por la misma razón, como la madre, no puedej casarse con su hijastro, según aquello del Levitico: "no tendras que ver con la mujer de tu padre, porque carne de tu padre ha sido ella" (18,8). c) Por tolerada; en que hace notar tres tachas: 1) soberbia, al decir: "y eso no obstante, estáis hinchados de orgullo", esto es, con el viento de la soberbia, pensando sois inocentes porque el otro es pecador, ilimitando al fariseo, que decia para si: "no soy como los demás... ni como este publicano" (Lc 18,2).2) 1njusticia, pues dice: "en lugar de haber llorado", compadeciéndoos del pecador (Jr 9), que es lo que hace la verdadera justicia, dice San Gregorio, no tratarlo con desdén.3) Negligencia en diligenciar "que fuese quitado de entre vosotros el que ha cometido tal maldad"; porque una tal compasión, de parte del varón justo, para con el pecador, con la herida !le da vida, según lo de los Proverbios: "la vara le arrimaras, y con eso libraras su alma (y vida) del infierno" (23,14).Otro provecho que de aquí se sigue es que los otros también se corrigen. "Azotado el hombre impio, el necio sera mas cuerdo" (Pr 19,25), pero "si no se pronuncia, en pecando, la sentencia, roto el freno del temor -eso enseña la experiencia- cometerán la maldad (dice Eclesiastés) los hombres". Y para que la corrección sea efectiva, algunas veces, por temor al contagio, habra que separar a,l pecador, según aqueilo: "echa fuera al mofador, y saldrán con él las discordias, y cesarán los pleitos y contumelias" (Pr 22,10).Mas ya .que ellos no lo hicieron, él suplira su negligencia, pronunciando sentencia contra el pecador, al decir: "por lo que a mi toca, aunque ausente de allí con el cuerpo. .."; en cuyas palabras va envuelta, con el modo y la sentencia, su autoridad de juez. Acerca de lo cual, parecia no estar muy ajustado al orden judicial el condenar a un ausente, según los Hechos: "no acostumbrán los Romanos condenar a ningun hombre antes que el acusado tenga presentes a sus acusadores" (25,16); pero esta dificultad Ja ataja el Apóstol diciendo: "aunque ausente de ahí con el cuerpo, mas presente en espiritu", esto es, con afecto y cuidado solicito (Col 2); o porque en espiritu, como si estuviese presente, conocia lo que ellos hacian, como dijo Eliseo: "¿pues qué? ¿No estaba yo presente en Espíritu cuando aquel hombre salto de su coche para ir a tu encuentro?" (2Re 5,26). Y por estar presente en espiritu, "ya he juzgado", esto es, he pronunciado sentencia de condenación contra aquel que así peco.Pone seguidamente la autoridad del Señor principal, diciendo: "en nombre de nuestro Señor Jesucristo", es a saber, con la autoridad y representación suya, o por la virtud e invocación de su nombre, según aquello de los Colosenses: "todo lo que hacéis, de palabra o de obra, hacedlo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo".Al decir luego: "todos de un mismo sentir", indica de qué manera ese juicio se ha de hacer: primero, juntos los fieles, cuando dice: "congregada la asamblea"; porque a los pecados graves se ha de aplicar el castigo, después de sobrepensado y por muchos acordado. De ahí la costumbre antigua de tener junto a las puertas los jueces sus tribunales, donde el pueblo se juntaba, según aquello: "pondras jueces en todas tus puertas" (Dt 16); y el Salmo 110: "en la asamblea de los justos y en la concurrencia grandes son las obras del Señor"; y lo de San Mateo: "donde hay dos o tres congregados en mi nombre ahí estoy en medio".Segundo, a esa asamblea da también su asentimiento: "y con mi espiritu", esto es, con mi voluntad y autoridad, a tenor de lo que había dicho: "mas presente en el espiritu".Tercero, echa mano de la autoridad del Señor principal, Jesucristo, diciendo: "con el poder que he recibido de nuestro Señor Jesucristo", por cuya virtud tiene vigor y firmeza el juicio que da la 1glesia, como dice San Mateo: "todo lo que atareis sobre la tierra ..."(18).Por fin la sentencia condenatoria, al decir: "sea este que tal hizo entregado a Satanás"; la cual envuelve tres cosas: la pena, el efecto de la sentencia y el fruto. La pena, cuando dice: "sea este que tal hizo entregado a Satanás" (se sobreentiende: he determinado que esto se haga); lo cual puede entenderse de dos maneras: a) que, como se dice en San Mateo 10, así como dio el Señor a los Apóstoles potestad sobre los espíritus inmundos, para arrojarlos fuera de los cuerpos de los posesos, así también podían valerse del mismo poder para ordenarles atormentasen en el cuerpo a los, que ellos juzgasen dignos de esta pena. Mando, pues, el Apóstol a los Corintios que en virtud de su autoridad entregasen, para que Satanás lo atormentase en el cuerpo, al susodicho fornicario. De ahí el efecto de la sentencia, al decir: "para castigo de su cuerpo", quiere decir, que a la carne que peco; la vejase y afligiese, a tenor del dicho aquél: "por donde tomo contento, de ahí le venga el tormento" (Sg 11,17).En tercer lugar, el fruto: "a trueque de que su alma sea salva en el día de nuestro Señor Jesucristo", esto es, para que en el día de la muerte o del juicio, como arriba se explico, consiga su salvación, y así se cumpla lo también ahí agregado: "eso no obstante, él no dejara de salvarse, si bien como quien pasa por el fuego" (1Co 3,15), es a saber, de la pena témpora!; que el designio del Apóstol de entregar al pecador no fue de que para siempre quedase en poder del diablo, mas de que, por la aflicción de la carne, a penitencia se moviese y convirtiese, según aquello: "que sota el maltratamiento dara, al fin, entendimiento" (Is 28,19). Esta sentencia del Apóstol es afin a la que el Señor dicto contra Job, cuando le dio permiso a Satanás, diciéndole: "en tu mano esta, es a saber, su cuerpo; mas ¡cuidadito con tocar su alma!" o quitarle la vida (Job 2,6).De otro modo puede entenderse lo de entregarle a Satanás, es a saber, fulminando sentencia de excomunión, por la cual es uno separado de la comunión de los fieles, y de la participación de los sacramentos, y privado de los sufragios de la 1glesia, con los que el hombre se pertrecha contra las impugnaciones de Satanás, por cuya razón dicese de la 1glesia que es "terrible, para los demonios, como un ejército en orden de batalla" (Ct 6).Lo que sigue: "para castigo del cuerpo" se entiende así: que, al separarle de la 1glesia y convertirlo en blanco de las tentaciones de Satanás, tenga menos trabas para arrojarse al pecado, según el Apocalipsis: "el que anda sucio ensuciese todavía" (22,2). Y llama los pecados mortales "interitum carnis", perecimiento de la carne, porque, como dice en Gálatas: "el que siembra en su carne de su carne cosechara la corrupción".Pero añade: "a trueque de que su alma sea salva", quiere decir, para que, reconociendo la fealdad de sus pecados, con la confusión se arrepienta, y así sea sanada, conforme a lo que dice Jeremías: "he quedado confuso y avergonzado, porque he sufrido el oprobio do mi mocedad" (31,19). Puede también entenderse en este otro sentido, es a saber, que su espiritu, el de la 1glesia, que es el Espíritu Santo, permanezca con los fieles hasta él dia del juicio, de modo que no lo pierdan por rona pecaminosa del pecador contagioso, porque "el Espíritu Santo, al venir la iniquidad, por su indigno tratamiento, huira del mal pensamiento, de la ficción y el engano" (Sg 1,5).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


28 (III) Parte segunda: La importancia del cuerpo (5,1-6,20). Los tres problemas, que se distribuyen según la estructura sexopleitos-sexo, ponen de manifiesto sin excep(-)ción la creencia corintia de que ninguna ac(-)ción física tiene significación moral alguna (6,18b). Para Pablo, el cuerpo es la esfera en la cual se hace real el compromiso con Cristo; un cristianismo puramente espiritual no existe.
29 (A) Un caso de incesto (5,1-8). 1. El matrimonio o el concubinato con la madrastra eran condenados tanto por judíos (Lv 18,8; 20,11; mSanh. 7,4) como por gentiles (Cayo, Inst. 1.63). 2. andáis tan hinchados: La comu(-)nidad se enorgullecía de manera infantil (3,1) de ser, con ello, diferente, siendo así que de(-)bían haber hecho duelo y haber mostrado su sinceridad (el hiña es explicativo) expulsando al pecador. Puesto que no se menciona a la mujer, ésta probablemente no era cristiana. 3. presente en espíritu: Puesto que era deber de la comunidad purificarse, Pablo sólo podía ha(-)cerse oír en el consejo celebrado por aquélla reivindicando su presencia espiritual, al que así obró en nombre del Señor Jesús: Los corin(-)tios justificaban el acto como expresión de su nueva libertad en Cristo (véase J. MurphyOConnor, RB 86 [1977] 239-45). 4. reunidos: La decisión la ha de tomar la comunidad ente(-)ra. 5. entregar: Delante del infin. paradounai se ha de sobreentender chré o de i, «es necesario». Pablo señala, no impone, la decisión que él desea. Satanás: Fuerza maligna personalizada asociada por Pablo exclusivamente con los creyentes (véase T. Ling, The Significance of Satan [Londres 1961]). destrucción de la carne: La meta negativa de la expulsión de ese hom(-)bre de la comunidad es la supresión de su fal(-)sa orientación, no necesariamente por muerte o enfermedad (véase A. C. Thiselton, SJT 26 [1973] 204-28). para que su espíritu se salve: Positivamente, la excomunión pretende esti(-)mular una orientación auténtica hacia Dios. La acción de Satanás también es causa de un bien en 2 Cor 12,7. el día: Véase el comentario a 1,8; 4,5. 6. un poco de levadura: El mal ejem(-)plo de uno tiene el riesgo de contagiar a todos los demás; todo pecado tiene una dimensión social (Rom 14,7; cf. Gál 5,9). 7. levadura vieja: Los restos de nuestro pasado pecador, que pro(-)bablemente ya se han purgado (3,17).
(Collins, A. Y., «The Function of Excommunication" in Paul», HTR 73 [1980] 251-63. Derretí, J. D. M., «Handing over to Satan: An Explanation of 1 Cor 5:1-7», RIDA 26 [1979] 11-30. Forkman, G., The Limits of the Religious Community [ConBNT 5, Lund 1972], Roetzel, C. J., Judgement in the Com(-)munity [Leiden 1972].)
30 (B) Aclaración de un malentendido (5,9-13). 9. Esta carta anterior se ha perdido. 10. Los corintios habían dado a su directriz una interpretación demasiado rigurosa, para de ese modo hacer caso omiso de ella. 11. La Iglesia no puede cumplir su misión a menos que su conducta sea inequívocamente mejor que la de la sociedad, el nombre de hermano: Alguien conocido como cristiano meramente nominal por su conducta. 12. La relación con no creyentes no está prohibida (10,27). 13. al malvado: El individuo condenado en los vv. 1-5. La formulación recuerda Dt 17,7.
(Dahl, N. A., «Der Epheserbrief und der verlorene, erste Brief des Paulus an die Korinther», Abraham unser Vater 65-77. Zaas, P. S., «''Cast Out the Evil Man from Your Midst (1 Cor 5:13b)», JBL 103 [1984] 259-61.)

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La inmoralidad y la legítima jurisdicción de la iglesia en la disciplina

La primera noticia que recibió Pablo fue sobre las divisiones (1:11); la segunda, sobre el incesto (5:1). Algunas veces se piensa que la inmoralidad co metida por este miembro de la iglesia era aprobada por otros cristianos. Esto es sólo una suposición. El texto no dice que los miembros se jactaran de esa inmoralidad. Parecería que la persona que cometía ese pecado era alguien de elevada condición y que eso era lo que le ganaba el aplauso de otros cristianos, no su abierta inmoralidad. Bajo la ley romana esta persona estaba expuesta a ser desterrada de esta prestigiosa colonia romana por una conducta tal, en caso de ser llevada a los tribunales. Dado que no existía un servicio de fiscalía pública, sería necesaria una acusación privada. Estos procedimientos legales podían ser realizados únicamente por una persona de igual o mayor condición social. La sociedad y la iglesia muchas veces desvían la mirada ante las indiscreciones de sus miembros socialmente poderosos, pero para la iglesia esto siempre ha significado una gran pérdida espiritual.

1 El delito es incesto con la esposa de su padre. La palabra tiene es un eufemismo común para referirse a las relaciones sexuales (cf. 7:2 y su comentario). Puede o no ser su madre natural; podría ser una madrastra. La ley romana no toleraba esta conducta, al igual que otros códigos legales (cf. Deut. 22:30). 2 En vez de estar orgullosa de este hombre por su condición social, la congregación debería haberlo expulsado de la comunión. 3 Pablo, como apóstol fundador, juzga tal conducta como si estuviera presente allí: estoy presente en el espíritu. 4 Pablo invoca el juicio más severo, llamando a la iglesia a reunirse en el nombre de (es decir, en el carácter y en el poder de) nuestro Señor Jesús, y estar conscientes de la presencia de Pablo como juez. El poder del Señor Jesús, aparentemente invocado por medio de la oración, estará presente para entregar a este hombre a Satanás (5), es decir, excluirlo de la comunidad creyente en el mundo, para la destrucción de la carne (cf. 11:30-32; Gál. 6:8). A este hombre no se lo considera como no cristiano. El propósito de esta acción por parte de la comunidad es la salvación del alma de este hombre en el juicio. 6 La jactancia de los corintios con respecto a esta persona es condenada, como lo ha sido en otros lugares (cf. caps. 1-4). 7 La razón de la excomunión está basada, en parte, en la celebración de la fiesta de los panes sin levadura en el AT (cf. Exo. 12:15-20), cuando la levadura, con su capacidad de impregnar, no debía ser utilizada en la elaboración del pan de la Pascua. Por el contrario, esta levadura debía ser echada fuera y, por implicación, el ofensor debía ser excluido de la esfera de la comunidad. La razón es que Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido sacrificado. 8 La fiesta de regocijo a la luz de la muerte de Cristo debe ser celebrada ahora no con la influencia penetrante de la malicia y la maldad, sino con sinceridad y verdad.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter V.

1 The incestuous person 6 is cause rather of shame vnto them, then of reioycing. 7 The olde leauen is to be purged out. 10 Heinous offenders are to be shamed & auoided.
1 It is reported commonly, that there is fornication among you, and such fornication, as is not so much as named amongst the Gentiles, that one should haue his fathers wife.
2 And yee are puffed vp, and haue not rather mourned, that he that hath done this deed, might bee taken away from among you.
3 [ Col_2:5.] For I verily as absent in body, but present in spirit, haue [ Or, determined.] iudged alreadie, as though I were present, concerning him that hath so done this deed,
4 In the Name of our Lord Iesus Christ, when yee are gathered together, and my spirit, with the power of our Lord Iesus Christ,
5 [ 1Ti_1:20.] To deliuer such a one vnto Satan for the destruction of the flesh, that the spirit may be saued in the day of the Lord Iesus.
6 Your glorying is not good: [ Gal_5:9.] know ye not that a little leauen leaueneth the whole lumpe?
7 Purge out therefore the olde leauen, that ye may be a new lumpe, as ye are vnleauened. For euen Christ our Passeouer [ Or, is slain.] is sacrificed for vs.
8 Therefore let vs keepe [ Or, holiday.] the Feast, not with old leauen, neither with the leauen of malice and wickednesse: but with the vnleauened bread of sinceritie and trueth.
9 I wrote vnto you in an Epistle, not to company with fornicators.
10 Yet not altogether with the fornicatours of this world, or with the couetous, or extortioners, or with idolaters; for then must yee needs goe out of the world.
11 But now I haue written vnto

[Going to law.]

you, not to keepe company, if any man that is called a brother bee a fornicator, or couetous, or an idolater, or a railer, or a drunkard, or an extortioner: with such a one, no, not to eate.
12 For what haue I to doe to iudge them also that are without? doe not ye iudge them that are within?
13 But them that are without, God iudgeth. Therefore put away from among your selues that wicked person.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El incestuoso. En clara oposición a la conducta autosuficiente de los corintios, Pablo va a denunciar un caso de incesto, una vergüenza que precipita la fermentación del mal en la comunidad entera como la levadura en la masa. El Apóstol propone una reunión de la comunidad en el nombre del Señor Jesús, para decidir qué hacer con el incestuoso. Aunque ausente corporalmente, el Apóstol declara ya su voto: que «entreguen ese individuo a Satanás» (5). La expresión nos puede parecer excesivamente dura. Probablemente se trata de un modo de hablar de excomunión. De todas formas, el castigo es medicinal y caritativo: para que «se salve el día del Señor Jesús» (5). Otro caso de excomunión se encuentra en la correspondencia de Pablo con la misma comunidad de Corinto (cfr. 2Co_2:5-11). El castigo surte efecto y Pablo mismo recomienda que el hermano sea readmitido en la comunidad.
El Apóstol aprovecha el caso para recordarles lo que ya les había escrito en una carta anterior que no se ha conservado, donde puntualiza las normas de comportamiento y trato con los gentiles. El contexto socio-cultural de Corinto, una de las ciudades más corrompidas del imperio romano, planteaba a aquellos cristianos un serio problema de convivencia con los de fuera de la comunidad. Pablo hace una distinción. Con los inmorales, explotadores, avaros e idólatras «no cristianos», les dice que se comporten con normal convivencia. El cristianismo no es una secta. Sin embargo, con los corrompidos, explotadores y avaros «de dentro» -Pablo viene a decir que sólo son cristianos de nombre-, el Apóstol es taxativo y duro: «Con ellos, ¡ni coman!» (11). ¿Medida extrema de protección para una comunidad que vivía continuamente expuesta a la decadencia y corrupción ambiental?
Aunque expresado en forma negativa, Pablo está refiriéndose al sentido de identidad que debe tener una comunidad de creyentes, a los lazos de unión, de corrección fraterna, de mutua solidaridad y de radicalidad en el seguimiento de Jesús que, al mismo tiempo que protege a sus miembros, les capacita para ofrecer a los de afuera su testimonio cristiano.
Un cristiano o cristiana sin un sentido fuerte de pertenencia a la comunidad es casi imposible que se mantenga como tal en el tipo de sociedad en que vivimos. Esto es lo que viene a decir Pablo a los creyentes de hoy. La descristianización reciente de muchas zonas del mapa tradicional cristiano ha comenzado justamente con la pérdida de identidad comunitaria.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Lv 18:8

.

[.] Pablo sabe que un pecador así no se arrepentirá hasta que no haya bebido toda la amargura de su pecado. Por eso mismo la comunidad debe pedir que sea castigado en su persona y en sus bienes (véase el sentido de entregar a Satanás en Job 1,12; 2,6). Esta excomunión no tiene sólo un valor social, es decir, que la comunidad deje de relacionarse con él. Lo que la Iglesia ata en la tierra será tenido por atado en el cielo (Mt 18,18). Si ella ha actuado en la fe, Dios enviará pruebas que serán una advertencia para la comunidad y el camino del arrepentimiento para el pecador. Echen fuera la vieja levadura. (7). Los creyentes, en un sentido muy real, están ya resucitados con Cristo. Así como los judíos utilizaban los ácimos (panes sin levadura) para celebrar la Pascua, así también los cristianos deben ser como ácimos, es decir, que su conducta debe ser sin tacha, si quieren celebrar dignamente su Pascua, la resurrección de Cristo. Jesús había comparado el Reino de Dios con la levadura que hace levantar toda la masa. Pablo retoma la misma imagen, pero esta vez para designar al contagio del mal. No me refería a los no-cristianos (10). Pablo dice a los de este mundo. El creyente no tiene miedo de vivir entre pecadores, pues él también es pecador (1 Jn 1,8-9), y es discípulo de Cristo, que comía con pecadores, diciéndoles sus verdades. Pero no acepta convivir en la Iglesia con los que se han endurecido en su pecado y que se niegan a reparar un escándalo público. Yo no tengo por qué juzgar a los que están fuera es decir, a los extraños a la Iglesia (12). Jesús nos ha mostrado el camino que debemos seguir, pero no podemos exigir a los no creyentes que nos comprendan y que acepten la visión cristiana de la reconciliación; sólo podemos ser testigos de la luz, sin condenar a los que no pueden entendernos.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



5. Los judíos atribuían a la acción de Satanás y de los espíritus malignos las enfermedades y los sufrimientos corporales. Pablo comparte esta creencia: por eso ordena que el incestuoso, por decisión unánime, sea expulsado de la comunidad y "entregado a Satanás", a fin de que este lo aflija corporalmente, y así "se salve su espíritu". Esta última expresión indica que la pena infligida tiene por finalidad la conversión del culpable.

7. A partir del momento en que se inmolaba el cordero pascual y durante toda la semana siguiente, los judíos tenían prohibido comer pan fermentado. De la misma manera, el cristiano debe despojarse de la "vieja levadura", símbolo de la corrupción y del pecado, porque en la cruz ha sido inmolado Cristo, la verdadera Víctima pascual. Ver Mat_26:17.

9. "En una carta anterior": alusión a una carta que Pablo escribió a los corintios durante su permanencia en Éfeso. Esa carta no ha llegado hasta nosotros, pero algunos opinan que un fragmento de ella se encuentra en 2 Cor. 6. 14 - 7. 1.

13. Deu_13:6.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_18:8; Lev_20:11; Deu_27:20

NOTAS

5:1 Su madrastra. Prohibida por el AT (Lev_18:8) y el derecho romano, la mayoría de los rabinos toleraban esta unión entre los gentiles convertidos, lo que quizá explique la indulgencia de la comunidad de Corinto que no estaba sometida al derecho civil romano. La asamblea de Jerusalén prohibió tales uniones a los cristianos procedentes de la gentilidad, Hch_15:20+.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_18:8; Lev_20:11; Deu_27:20

NOTAS

5:1 Su madrastra. Prohibida por el AT (Lev_18:8) y el derecho romano, la mayoría de los rabinos toleraban esta unión entre los gentiles convertidos, lo que quizá explique la indulgencia de la comunidad de Corinto que no estaba sometida al derecho civil romano. La asamblea de Jerusalén prohibió tales uniones a los cristianos procedentes de la gentilidad, Hch_15:20+.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*5-6 Un sencillo se oye decir marca el comienzo de una nueva sección de la carta, que alcanza hasta 1Co 6:20 y aborda tres comportamientos inadecuados de algunos corintios: la inmoralidad del incestuoso (1Co 5:1-13), el recurso a tribunales civiles (1Co 6:1-11) y la prostitución (1Co 6:12-20).

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Frente a la pasividad de los corintios, el Apóstol señala con energía la gravedad del pecado de incesto -«corrompe las relaciones familiares y representa una regresión a la animalidad» (CCE 2388)- y se apresura a poner remedio, decretando solemnemente la excomunión del pecador, para evitar así un daño mayor a la comunidad. Tomando la imagen de la masa sin levadura con la que se prepara el pan ácimo de la Pascua, explica que, de modo parecido, los cristianos deben desechar cualquier costumbre pecaminosa que tuviesen antes de convertirse. La razón es que estamos en una Pascua permanente: la de Cristo.


Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Lev 18:7-8; Deu 22:30; Deu 27:20.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 5.1 Esto estaba prohibido tanto por la ley de Moisés (Lv 18.8) como por la ley romana.

[2] 5.6-8 En preparación para la Pascua los judíos limpian ceremonialmente sus casas quitando todo resto de levadura, e incluso la más pequeña migaja de pan hecho con levadura.

[3] 5.7 Cf. Ex 12.5,21; Jn 1.29; 1 P 1.19.

[4] 5.9 Otra carta: Véase Introducción.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.a

a Deu 22:30.

Torres Amat (1825)



[6] Un poco de levadura, a diferencia de los Evangelios donde la imagen indica el crecimiento del reino, Pablo la emplea para señalar el poder corruptor de la maldad. Mat 13, 33; Luc 13, 20-21; Gal 5, 9.

[7] Libres de toda corrupción, por el bautismo.

[8] Con un corazón puro y libre de corrupción.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Lev 18:8; Deu 22:30

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

propio padre...Deu 22:30.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἔθνεσιν WH Treg NA28 ] + ὀνομάζεται RP

Nuevo Testamento México (Centro Bíblico Hispano Americano, 1992)

La mujer, se entiende la madrastra.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

En griego la esposa de su padre.