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Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de sinceridad y verdad. (I Corintios 5, 8) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 5

Parte segunda

CASOS DE DESVIACIONES MORALES 5,1-6,20

Después de analizar la raíz del mal de la comunidad corintia, bien porque eran muchos los que se habían dejado arrastrar, o al menos tenían propensión a ello, Pablo habría podido pasar ya a responder a las preguntas que la comunidad le había dirigido. Pero antes ha querido poner en claro algunos puntos de los que evidentemente no habían pensado que pudieran afectar al Apóstol. Pablo quiere que tengan bien presente la responsabilidad que, como comunidad de Jesucristo, les cabe, tanto frente a sí mismos como frente a los demás. Son tres los casos que Pablo toca: una crasa caída en incontinencia que tiene el agravante de llegar a incesto (cap. 5); los juicios ante los tribunales paganos (6,1-11); y un concepto laxo de la impureza (6,12-20). En ninguno de estos casos se contenta Pablo con dar las oportunas normas e instrucciones. Toma ocasión de ellos para hacer luz sobre toda la moral cristiana, de tal modo que aunque las causas concretas que las motivaron pueden ser cosas ya superadas para nosotros, estas secciones contienen ricas y preciosas enseñanzas para la vida de fe y costumbres.

1. EL CASO DEL INCESTUOSO (1Co/05/01-13).

a) El pecador debe ser excomulgado (5,1-5).

1 Por todas partes corre la noticia de un caso de lujuria, entre vosotros, pero tal lujuria que ni entre los paganos existe: de tal modo que uno vive con la mujer de su padre. 2 ¡Y vosotros continuáis inflados de orgullo! ¿Y no debierais más bien haberlo lamentado, para que fuera expulsado de en medio de vosotros el que cometió semejante acción? 3 Yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, como si estuviera presente, he pronunciado ya mi sentencia contra el que cometió tal acción. 4 En el nombre de nuestro Señor Jesús, congregados vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, 5 que este hombre sea entregado a Satán para que se destruya lo puramente humano, y el espíritu sea salvo en el día del Señor.

Con cierta brusquedad aborda el Apóstol un tema del que no dice que haya llegado a su conocimiento a través de las gentes de Cloe. Se limita a decir que ha oído hablar de ello. No es que en la comunidad no se hubiera comentado el caso. El mal estaba en que todo se reducía a eso, a comentarios, cuando la comunidad debería haberse alzado en contra y haber actuado en consecuencia. Un caso de tan crasa incontinencia iba, incluso entre los paganos, contra el derecho vigente y las buenas costumbres, aunque evidentemente no se trataba aquí de la madre carnal del delincuente, sino probablemente de la segunda mujer de su padre y, además, el padre o habría muerto o, al menos, se habría divorciado. ¿Cómo no comprendía la Iglesia de Dios que su condición de elegida, su vocación santa quedaba mancillada? Todos ellos, los «santificados en Cristo Jesús» deberían haberse sentido profundamente afectados, deberían haber excluido de la comunidad a aquel pecador, en bien de la gloria de Cristo, vinculada a ellos desde el momento que Cristo los atrajo a su comunión (1,9). Ahora es el Apóstol el que toma la iniciativa. Ahora toma de verdad la vara con que en las líneas anteriores había amenazado, al parecer no sin dolor. Pide que la comunidad, reunida en un acto expreso y significativo, excluya de su seno a este pecador que ha mancillado su santidad. Esto es la excomunión, en su sentido original. Cuando un pecador es expulsado de la comunidad queda privado de los sacramentos y también de la salvación. En efecto, los sacramentos son, en razón de su misma esencia, sacramentos de la Iglesia. Pertenecer a ella es un sacramento permanente; cada sacramento particular debe ser considerado como la actualización concreta de esta inserción como miembro de la Iglesia.

El interés de esta perícopa radica en la relación que guarda con nuestro actual y progresivo conocimiento del sacramento de la penitencia. Después de siglos de individualismo, aparece de nuevo, poco a poco entre nosotros la plena realidad de la conexión entre pecado, penitencia e Iglesia, conexión que en una época estuvo muy alejada del concepto cristiano de la salvación, una época en que se opinaba (e incluso se ponía complacencia en esta idea) que los pecados eran asunto privado entre el pecador y Dios. Ahora empezamos a entender que el sacramento de la penitencia afecta a toda la Iglesia, como todo otro sacramento, cada uno a su manera.

La Iglesia tiene la responsabilidad de la santidad de todos sus miembros. Debe urgirlos constantemente y confirmarlos, fraternal y ministerialmente. Y cuando esto no basta, debe conminarlos y corregirlos, primero de manera fraternal y luego, si es necesario, en virtud de su oficio ministerial. La comunidad corintia parece haber olvidado estas normas. Cuando se produjo el hecho, debería haber avisado inmediatamente al hermano que su conducta era inconciliable con su vocación de cristiano. Y si ni la advertencia fraterna ni la ministerial obtienen fruto, deberían haberle expulsado, aun cuando, según la convicción y enseñanzas del Apóstol, esto significaba entregarle al poder maligno y a veces mortal de Satán. El precio no sería demasiado alto, si el pecador era inducido al arrepentimiento y así finalmente, salvado.

El proceso penitencial tiene, pues, en la Iglesia, dos aspectos, dos etapas de las que aquí se destaca claramente la primera, por así decirlo negativa, mientras que la segunda, la positiva, debe ser deducida a través de las insinuaciones. A la luz de la evolución posterior podemos decir que, en realidad, la primera misión divina de la Iglesia consiste en poner al pecador en la situación adecuada a cada momento, enfrentarle con su pecado, recordarle la distancia que le separa de su vocación a la santidad. Y esto es lo que ocurre también cuando le prohíbe el acceso a la comunión, aplicando estrictamente la doctrina del estado de gracia exigido para la misma. El caso extremo es la excomunión formal. Todo esto entra dentro de la plenitud de poder para atar y desatar que, en sentido estricto, compete al oficio apostólico, y en sentido amplio, a la comunidad como un todo 13. La segunda misión consiste -cuando el pecador ha hecho penitencia- en liberarle del poder de Satán y readmitirle en la comunión de la Iglesia, esto es, en la gracia de Dios. Porque lo que ocurre en la Iglesia de la tierra, sea atar o desatar, repercute en el cielo.

En consecuencia, al Apóstol no le basta con haber pronunciado ya inmediatamente su veredicto. La comunidad debe llevarlo a cumplimiento y extenderlo después, al romper todo contacto con el pecador, convencida de que ésta es la conducta que debe seguir en su presente, en virtud de su autoridad y por obediencia a Cristo.

El lector actual puede preguntarse, naturalmente: ¿adónde iríamos a parar si quisiéramos poner en práctica semejante norma? Pero también podemos preguntarnos, a la inversa: ¿dónde hemos parado de hecho, al no responsabilizarnos, como comunidad de Cristo, con los pecados de los que son miembros como nosotros? ¿Hasta qué punto no se ha oscurecido la gloria del nombre cristiano y no se ha debilitado la fuerza de su testimonio? Evidentemente, no se trata aquí de restaurar la antigua disciplina de la penitencia, pero debamos tener la mirada puesta en el intento de reanudar los hilos rotos. Debe renacer de nuevo la conciencia de que, por un lado, todo pecado hiere y debilita a la Iglesia, y, por otro, que el sacramento de la penitencia realiza la reconciliación con Dios precisamente a través de la Iglesia. Y entonces se encontrarán de nuevo las fórmulas concretas y adecuadas de la corresponsabilidad recíproca y comunitaria. La oración «por la conversión de los pecadores» tendría esta orientación que, liberada de su esclerosis, debería desembarazarse de toda sombra de justificación de sí mismo.

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13. Se pronuncia a favor de esto el contexto de Mat_18:18

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b) La comunidad debe conservar su pureza pascual (Mat_5:06-08).

6 ¡No está bien esta jactancia vuestra! ¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? 7 Echad fuera la levadura vieja, para que seáis masa nueva, lo mismo que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolado nuestro cordero pascual: Cristo. 8 Así, pues, celebremos la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de malicia y de perversidad, sino con ázimos de sinceridad y de verdad.

Estos versículos van dirigidos a una comunidad jactanciosa, satisfecha y segura de sí misma. El Apóstol desecha su excusa de que el caso de ese pecador era sólo una excepción, que recaía únicamente sobre el responsable. Este caso afectaba a todos. No que todos fueran a caer en el mismo pecado; pero disminuye en todos ellos la fuerza moral, de tal suerte que todos y cada uno se encuentran más inclinados a caer desde su debilitada posición. Pablo lo indica recurriendo a la imagen enteramente humana y proverbial de la fuerza y el peligro de contagio de la levadura. Entra aquí en otro campo, en el que la levadura desempeña un papel más importante aún: según el rito israelita de la pascua, al comienzo de la semana de fiestas debía echarse fuera de casa la levadura vieja y todo cuanto había sido cocido con ella. El Apóstol arranca de aquí para construir una imagen expresiva de la unidad y de la renovación propia de los cristianos. La sentencia, que se supone ya conocida por todos, «Ha sido inmolado nuestro cordero pascual: Cristo», es un testimonio de suma importancia, y el único del Nuevo Testamento que afirma que ya en la era apostólica se entendía a Cristo como cordero pascual. Lo cual significa que prácticamente toda la tipología pascual veterotestamentaria era entendida desde la perspectiva cristiana. La gran fiesta del recuerdo de la liberación de la antigua alianza fue trasladada a la fiesta del recuerdo de la liberación de la alianza nueva.

Queda por resolver el problema de si esta alusión fue sugerida al autor de la carta por la proximidad de la celebración pascual -en cuyo caso esta frase sería también el más antiguo testimonio a favor de una fiesta cristiana de la pascua- o si, lo que parece más probable, el autor entiende todo el ser cristiano como un vivir pascual en la liberación, y, por tanto, como una fiesta continua. En todo caso, se tiene en la mente este segundo aspecto: toda la época salvífica, a partir de la muerte de Cristo, es, en principio, una única y total fiesta solemne de pascua. Y por eso puede trasponerse el ceremonial judío a lo espiritual, a lo personal, a lo existencial.

Esta renovación y pureza no puede ser implantada por el hombre. Es un don de la gracia. Pero, al mismo tiempo, puede ser exigida. Del hecho de haber sido renovados se sigue la obligación de la renovación del ser. De aquí nace la exigencia: «¡Echad fuera!» Pero el Apóstol se apresura a añadir cuál es el fundamento único que hace posible esta exigencia: es aquel fundamento que el mismo Dios ha puesto. La gracia se anticipa siempre a nuestra voluntad: sois panes ázimos.

ésta es la «verdad» de la existencia cristiana, una verdad misteriosa y llena de tensión, no una verdad que pueda llevarnos a un cómodo descanso, ni a la consciente obscuridad de nuestro personal esfuerzo. En todo caso, es una verdad consoladora. Es, incluso, una verdad triunfal. Y notemos una vez más cuán rápidamente puede producirse el tránsito de la más seria advertencia a esta alegría de la fiesta pascual.

c) Deber de emplear la disciplina eclesial (5,09-13).

9 Os escribí en la carta que no os juntarais con los lujuriosos; 10 pero no me refería a los lujuriosos de este mundo, ni a los avaros, ladrones o idólatras; porque tendríais que saliros del mundo. 11 Lo que ahora os escribo es que no os juntéis con uno que, llamándose hermano, sea lujurioso, o avaro, o idólatra, o calumniador, o borracho, o ladrón: con estos tales, ni comer. 12 Pues ¿por qué meterme yo a juzgar a los de fuera? ¿No juzgáis vosotros a los de dentro? 13 A los de fuera los juzgará Dios. Expulsad de entre vosotros al perverso.

Después de este intermedio, que se mantiene en un plano general, Pablo vuelve sobre los casos -reales o posibles- de desvíos, o pecados similares. Ya en una carta anterior había advertido a los corintios que no se juntaran con los lujuriosos. Los corintios habían llegado fácilmente a la conclusión de declarar que este consejo era impracticable, porque no se refería a los miembros de su comunidad. Evidentemente, Pablo no pensó nunca que los cristianos que trabajaban en aquella metrópoli pudieran evitar el contacto con sus convecinos paganos, comerciantes y contratistas. Lo dice ahora con mayor claridad, para poder urgir con más energía la conducta en el seno de la comunidad. Los pecados más o menos públicos que enumera aquí por segunda vez casi con idénticas palabras pertenecen fundamentalmente a la zona del sexto y del séptimo mandamiento. Por lo que se refiere a la idolatría, cabría preguntarse si los miembros de la comunidad cristiana no habían renunciado de antemano a ella. Pero debe tenerse en cuenta que la idolatría estaba ligada de múltiples maneras a la vida ciudadana. Es indudable que no siempre resultaba fácil distinguir y decidir cuál de aquellas prácticas debía considerarse como idolátrica y cuál podía admitirse. El capítulo octavo nos pondrá ante los ojos un ejemplo detallado a propósito de la consulta sobre la carne ofrecida a los ídolos.

Respecto de los que han caído en semejantes pecados, lo que el Apóstol pide a la comunidad no es, ni más ni menos, que una especie de excomunión, ciertamente más suave que la anterior, tan solemnemente proclamada. Estos tales no pueden tomar parte en las comidas de la comunidad, ya estuvieran ligadas a la eucaristía o no lo estuvieran. Deben ser excluidos igualmente de las asambleas menos formales, de las invitaciones amistosas. Es preciso hacerles caer en la cuenta de que se han hecho indignos del nombre de cristianos. La eucaristía debe entenderse como una comida fraternal, y toda comida amistosa tiene entre los cristianos algo de la cena del Señor.

Nadie en la comunidad puede dispensarse de ello, como si los pecados públicos de los demás fueran algo que nada tiene que ver conmigo. No hay aquí lugar para el cómodo refugiarse en la desvinculación, o del mismo modo que no puede decirse en el seno de una familia: lo que mi hermano hace no me incumbe; ¿soy yo acaso el custodio de mi hermano? La posibilidad de implantar la disciplina eclesial presupone, por lo demás, comunidades concretas y definidas, que pueden entenderse como una gran familia. En este sentido puede decir el Apóstol que la Iglesia no tiene por qué juzgar a «los de fuera». Lo cual no se contradice con la siguiente afirmación de que los santos juzgarán el mundo en aquel día en que en todo se ha de revelar. Aquí se trata de la gracia y de la tarea de juzgarse cada uno a sí mismo ante aquel juicio inevitable y preocuparse de que también los demás se presenten en él irreprensibles.

Hay dos modos de juzgar. Puede juzgarse desde un plano de superioridad, que no se acuerda de sus propias debilidades (Gal_6:1 ss3. Este modo no sólo carece de amor, sino de justicia, y nos ha sido rigurosamente prohibido por el Señor (Mat_7:1-5). Pero hay también un dejar hacer, es decir, un abandonar a los demás al pecado y al juicio de la condenación. Y también esto es una falta contra el amor y el espíritu de la gracia. La Iglesia no puede permitirse ninguno de estos dos modos de juzgar. La conciencia de aquel que está iluminado por el Espíritu Santo puede establecer sin dificultad las distinciones adecuadas a cada caso.

Hoy día nos resulta difícil establecer una separación entre «los de dentro» y «los de fuera». Con todo, no es absolutamente imposible. Cierto que en la actualidad no podemos trazar las fronteras de la Iglesia con absoluta precisión, porque hay muchos grados de pertenencia a la misma, de tal suerte que, puestos en el límite, casi podría decirse que no existen tales fronteras. Pero, en el terreno práctico, y por lo que se refiere a la responsabilidad concreta que el Apóstol exige aquí con tanto ahínco, estas fronteras siguen existiendo. Y vienen marcadas precisamente por la posibilidad de una corresponsabilidad efectiva.

También en ésta caben grados: la influencia directa puede limitarse a unos pocos; la responsabilidad de intercesión o reconciliación puede abarcar a todos los cristianos, y aun a todos los hombres.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



El caso del incestuoso, 5:1-5.
1 Es ya público que entre vosotros reina la fornicación, y tal fornicación, cual ni entre los gentiles, pues se da el caso de tener uno la mujer de su padre. 2 Y vosotros, tan hinchados, ¿no habéis hecho luto para que desapareciera de entre vosotros quien tal hizo? 3 Pues yo, ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, he juzgado ya cual si estuviera presente al que eso ha hecho. 4 Congregados en nombre de nuestro Señor Jesús vosotros y mi espíritu, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, 5 entrego a ese tal a Satanás, para ruina de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

San Pablo ha terminado de tratar la cuestión de los partidos y pasa a un nuevo tema, el de la moralidad pública entre los cristianos (5:1-6:20).
En la presente perícopa (5:1-5) se refiere a un caso verdaderamente escandaloso, que considera como deshonra de toda la comunidad. Se trata de un cristiano que vivía maritalmente con su madrastra (v.1), bien sea que hubiera muerto ya el padre, bien sea que se hubiera separado de la mujer por divorcio, circunstancias que aquí San Pablo no aclara. La Ley mosaica castigaba este pecado con la muerte (cf. Lev_18:8), y también estaba prohibido por la ley romana 159. Parece ser que la madrastra era pagana, pues San Pablo no alude para nada al pecado de ella.
La actitud de la iglesia de Corinto ante tal escándalo público era de pasividad, y seguían tan hinchados, sin tomar ninguna medida que alejara de la comunidad al culpable (v.2; cf. 4:18). Eso es, más que el mismo pecado en sí del culpable, lo que sobre todo critica el Apóstol. Con un vivo contraste entre su actitud y la de ellos, les dice: mientras vosotros, que estáis ahí presentes, no hacéis nada, yo, que estoy ausente, ya he juzgado (??????? ) al culpable (v.3). En qué consista ese juicio condenatorio queda indicado en los v.4-5, e incluye dos cosas: exclusión de la comunidad, como claramente se supone en el v.13 (cf. Mat_18:17), Y entrega a Satanás, para que le atormente con males y enfermedades, como se da a entender en el v.5.
Desde luego, la fórmula entregar a Satanás para ruina de la carne (v.5; cf. 1Ti_1:20) no es del todo clara. Por supuesto que no se trata de muerte temporal, como en la Ley mosaica (cf. Lev_18:29) o en el caso de Ananías y Safira (Hec_5:3-10). Esto lo excluye claramente el contexto. Se trata más bien de condena en el orden moral, excluyendo al culpable de la Iglesia (excomunión), y esa condena se formula con la expresión entregar a Satanás, como dando a entender que, al ser expulsado del reino de Dios, cae de nuevo bajo el poder de Satanás, el jefe del reino de las tinieblas, opuesto al de Cristo, que fue quien nos libró de aquél (cf. 2Co_6:14-15; Col_1:13; Jua_12:31). Lo de para ruina de la carne incluye algo más que la simple exclusión de la comunidad, pues da a entender que Satanás atormentará al culpable con males y enfermedades, que pueden llegar incluso a la muerte. Claro que estos tormentos tienen sólo carácter medicinal, a fin de que el culpable se enmiende, y pueda .salvarse cuando llegue el día del Señor o parusia (v.5; cf. 1:7-8; 3:13; 4:5). Ni debe extrañarnos el que se atribuya a Satanás, no sólo el oficio de tentar (cf. 7:5; Efe_6:11; 1Pe_5:8), sino también el de actuar en lo físico con enfermedades. Tal era la creencia común entre los judíos (cf. Job_2:3-8; Lev_13:16), que también aparece en San Pablo (cf. 11:30; 2Co_12:7; 1Te_2:18). Por lo demás, siempre será cierto, como ya hicieron notar los Santos Padres, que los apóstoles gozaban de poderes para infligir esos castigos materiales (cf. Hec_13:11).
Lo que no se ve claro, dada la concisión del texto (v.3-5), es si San Pablo da ya la cosa por hecha y a los corintios sólo les manda que la cumplan (cf. v.13); o, por el contrario, les ordena que se reúnan efectivamente en asamblea (v.4), para que verifiquen la promulgación oficial de lo que él ha determinado. Hay bastantes autores que se inclinan a esto último. Sin embargo, bien pudiera ser que ese congregados. vosotros y mi espíritu (v.4) sea sólo algo teórico, como para significar la formalidad de la promulgación que ya él entonces hace. El término espíritu equivale prácticamente a persona, y lo mismo en el v.5.

Arrojemos de nosotros la vieja levadura,Hec_5:6-8.
6 No está bien vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? 7 Alejad la vieja levadura, para ser masa nueva, como sois ázimos, porque nuestra Pascua, Cristo, ya ha sido inmolada. 8 Así, pues, festejémosla, no con la vieja levadura, no con la levadura de la malicia y la maldad, sino con los ázimos de la pureza y la verdad.

Parece que San Pablo sigue refiriéndose al caso del incestuoso, quien, como la levadura en la masa, si no es arrojado fuera, hay peligro de que extienda su pernicioso influjo a toda la comunidad cristiana de Corinto (v.6; cf. Gal_5:9).
A fin de desarrollar mejor su pensamiento, el Apóstol toma pie de las festividades pascuales, que probablemente se estaban celebrando en esos días, y con imágenes tomadas de la actualidad (destrucción del pan fermentado-inmolación del cordero-consumición de sólo pan ázimo, cf. Exo_6:12-15; Luc_22:7), amonesta a los corintios a que arrojen de sí la vieja levadura, pues nuestro verdadero cordero pascual, Cristo, ya ha sido inmolado (cf. Jua_19:36), y, consiguientemente, debemos festejar esa fecha con ázimos de pureza y de verdad (v.7-8).
La idea general del pasaje es clara, aunque no así la interpretación en detalle. Lo que, hablando en general, viene a decir el Apóstol, es que las obligaciones que la inmolación del cordero pascual imponía a los judíos, esas mismas impone figurativa o místicamente a los cristianos la inmolación de nuestro cordero pascual, que es Cristo; y como esta inmolación no ha de repetirse cada año, como entre los judíos, sino que se realizó de una vez para siempre (cf. Heb_9:12), sigúese que los cristianos estamos en perpetua fiesta de Pascua, debiendo estar incesantemente alejados de toda levadura y vivir de sólo ázimos. Todo esto es claro. Tanto más cuanto que ya entre los rabinos la levadura significaba la corrupción y malos hábitos, y los panes ázimos eran símbolo de pureza e integridad. Pero ¿a qué alude concretamente San Pablo bajo el término levadura y bajo el término ázimos? Si efectivamente está refiriéndose al caso del incestuoso, parece que es él esa levadura que debemos alejar, y ázimos, los hombres virtuosos en cuya compañía debemos celebrar los cristianos nuestra Pascua. Sin embargo, la manera de hablar del Apóstol, con expresiones tan generales, da más bien la impresión de que, partiendo del caso del incestuoso, ha extendido mucho más su visual, y que los términos levadura y ázimos vienen a equivaler prácticamente al hombre viejo y hombre nuevo de otros lugares (cf. Rom_6:6; Efe_4:22-24; Col_3:9-10). No se excluye, pues, el caso del incestuoso; pero creemos que queda rebasado ese sentido.

Sobre el trato con los pecadores públicos,Col_5:9-13.
9 Os escribí en carta que no os mezclarais con los fornicarios. 10 No, cierto, con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, porque para eso tendríais que saliros de este mundo. 11 Lo que ahora os escribo es que no os mezcléis con ninguno que llevando el nombre de hermano sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón; con éstos ni comer; 12 ¿pues qué a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes os toca juzgar? 13 Dios juzgará a los de fuera. ¡Extirpad al perverso de entre vosotros!

El Apóstol, tomando ocasión del caso del incestuoso, que evidentemente sigue todavía en su pensamiento (cf. v.13), establece las normas a seguir con los pecadores públicos, de que ya les había hablado en una carta anterior (v.9), que se ha perdido.
Parece ser que algunos corintios habían entendido mal esa carta, y lo que el Apóstol les decía de que debían evitar el mezclarse con los fornicarios (v.g), creían que debía aplicarse también a los fornicarios o pecadores no cristianos, cosa evidentemente imposible de observar, pues para ello tendrían que salirse de este mundo (v.10), y más habiendo de vivir en una ciudad tan corrompida como Corinto. Por eso les aclara ahora que se trata sólo de los que pertenecen a la Iglesia, cuando alguno de ellos degenera en pecador público (fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho, ladrón), con el cual no deben ni comer (v.11; cf. 2Te_3:14). San Pablo enumera seis vicios (v.11), pero evidentemente no pretende hacer una enumeración completa; si nombra especialmente ésos, quizá sea porque eran los de más actualidad en Corinto y también se daban o podían darse entre los mismos cristianos. Incluso el pecado de idolatría no quedaba totalmente descartado, dado el arraigo de antiguas prácticas idolátricas, que algunos fieles parece querían hacer compatibles con los principios cristianos (cf. 10:14).
Lo de con éstos ni comer (v.11), creemos que se refiere especialmente a las refecciones comunes de los fieles en las asambleas litúrgicas, de las que debían ser excluidos esos malos cristianos (cf. 11:21; Gal_2:12). Quiere con ello San Pablo evitar el contagio de los otros fieles, y, además, defender la buena fama de la Iglesia ante el mundo gentil (cf. 6:6; Col_4:5; 1Te_4:12; 1Ti_3:7), cosa esta última de gran importancia para el apostolado, más eficaz a veces que la misma predicación directa.
Si se trata de pecadores que son de fuera, es decir, que no pertenecen a la Iglesia, de ésos no tenemos por qué juzgar; ya los juzgará Dios a su debido tiempo (v.12). La última sentencia: extirpad al perverso (??? ??????? ) de entre vosotros, inspirada literariamente en Deu_13:6, vuelve al tema central del capítulo, con alusión directa al caso del incestuoso.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: 1Co 5,6-8
Échales en cara su culpa a los que al fornicador le echaban la capa encima para encubrir su pecado, y ordena que a ese mal hombre de su companía lo aparten.6. No tenéis, pues, motivo para gloriaros. ¿No sabéis que un poco de levadura aceda toda una masa?7. Echad fuera la levadura aneja, para que seáis una masa nueva, como sois panes puros y sin levadura. Porque Jesucristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido inmolado por nosotros.8. Por tanto, celebremos la fiesta o el convite pascual, no con levadura aneja, ni con levadura de malicia y de corrupción, sino con los panes acimos de la sinceridad y de la verdad.Hizo mención el Apóstol, en la Lección anterior, de dos culpas: del Corintio fornicario y de los que su pecado a sangre fria toleraban; aquí las dos redarguye. junto con su negligencia, echa en cara a los Corintios su negligencia en juzgar, y otras tachas en lo mismo; y reprende, lo primero, a aquellos que al fornicario no lo apartaron de si; lo segundo, el concepto equivocado que, por no entenderlas bien, formaban de sus palabras. Reprende, pues, lo que hicieron, y enseña lo que han de hacer: "¡Fuera con la levadura aneja!"La segur a la raiz pone a la culpa pasada; porque había dicho antes que de soberbia hinchazon se sigue la incompasión, y de ahí en la corrección el negligente descuido. Así que, primeramente, lo que tacha en los Corintios es la soberbia hinchazon, diciendo: "ese gloriaros vosotros, por los defectos ajenos, cual si fueseis inocentes, no es cosa buena", por cierto; porque debe cada uno, si de gloriarse se trata, poner su gloria en los bienes que de Dios ha recibido, no en los otros, según lo dice en los Galatas: "por tanto, examine cada uno sus propias obras, y así si halla que son rectas tendra entonces motivo de gloriarse en si mismo solamente, y no respecto de otro" (6,4). De modo especial es malo gloriarse en males ajenos (Sal 51).El por qué de lo antedicho lo señala, al decir: "¿no sabéis que un poco de levadura aceda toda una masa?", como si dijera: no es posible que ignoréis esto; porque es de saber que en la levadura pueden considerarse dos cosas: el sabor que le da al pan y la corrupción; en lo primero se significa la sabiduría de Dios, que da sabor a las cosas que pertenecen al hombre (Mt 13). En lo segundo puede entenderse el pecado, pues por uno que hace el hombre, sobre todo lo que obra se expande la corrupción, pongo por caso, el pecado, tan propio de fariseos, que en San Lucas se compara o equipara al fermento o levadura: la disimulación.Puede también entenderse por levadura el hombre pecador, y a este propósito se trae la parabola; pues así como por un poquito de levadura toda la masa se corrompe, así por un pecador se enloda la sociedad. "Por una chispa se levanta un incendio, y por un hombre doloso se derrama mucha sangre" (Sir XI,34). Y vemos que así sucede cuando a pecar de algún modo otros siéntense arrastrados, porque uno peco primero; o también porque consienten d pecador sus pecados, por no irle, por lo menos, a la mano, cuando es tiempo aun de hacerlo, según dice a los Romanos: "los que hacen tales cosas son dignos de muerte; y no solo los que las hacen, sino también los que aprueban a los que las hacen" (I,32). Por cuya razón no tenían por qué gloriarse los Corintios del pecado de uno, sino mas bien cautelar no fuesen a amancillarse todos con su trato y compania, a tenor de aquello: "como azucena entre espinas, así es mi amiga entre las jovenes" (Ct 2,2); donde comenta la Glosa: quien no tuvo sufrimiento para aguantar a los malos no fue bueno.¿Qué hay que hacer, entonces? lo indica seguidamente al decir: "echad fuera la levadura aneja". Primero da una enseñanza, y luego dice el porqué. Puesto que "aceda una masa un poco de levadura", por eso "hay que echar afuera la que esta aneja", esto es, expurgaos vosotros, arrojando al fornicario, que pecando retorno a la vejecia de la corrupción antigua, según lo dice Baruc: "envejeciste en tierra ajena, te contaminaste con los muertos" (3,2); con lo cual quiere decir que toda la sociedad limpia y pura ha de quedar, separando a un pecador. De ahí que, salido Judas, haya dicho el Señor: "ahora es glorificado el Hijo del hombre" (Jn 13,31).Puede también, por la aneja levadura, entenderse el viejo error (Is 26), o también la corrupción del pecado original (Rm 6), o de otro cualquiera pecado actual, según aquello: "desnudaos del hombre viejo y de sus obras y acciones" (Col 3,9), con cuya enajenación queda el hombre exonerado de esa tacha y corrupción.Viene en pos, por consecuencia, el efecto de la purga: "para que seáis una masa nueva" o conspersión, que es una mezcla de agua y de harina nueva, antes de que la levadura se le anada a la mixtura. Así que poniendo a un lado de los fieles el fermento, esto es, al pecador o al pecado, quedan como masa nueva, en toda su integridad, limpia y pura de maldad (Sal 102 Ep 4).El modo de hacer ja purga lo señala cuando dice: "como sois acimos", esto es, sin levadura de pecado. La palabra azimo viene de la particula privativa a: sin, y de zyma: levadura. De ahí que el Señor diga a sus discipulos: "guardaos de la levadura de los fariseos" (Mt 16,2).-"Porque Jesucristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido inmolado por nosotros". Señala, al decir esto, el porqué de lo antedicho, es a saber, por qué los fieles deben ser panes asimos, razón que ha sido tomada del misterio de la Pasión de Cristo. De donde, para moverlos les propone el tal misterio y saca la conclusión: "celebremos, pues, la fiesta..." o el convite de la pascua, a propósito del cual conviene considerar que entre los sacramentos de la antigua ley celebérrimo entre todos era el cordero pascual, que, por prescripción del Éxodo, era inmolado por todos los hijos de Israel en memoria de aquel beneficio, cuando el ángel exterminador, que mataba a cuchillo a los primogénitos de los egipcios, paso de largo las casas de los judíos, cuyos dinteles y postes estaban rociados con la sangre del cordero. De donde el nombre de pascua alude a lo que ahí sucedió: "porque es el transito del Señor", y porque por virtud de este beneficio, a fin de cuentas, al pueblo le fue posible atravesar el Mar Rojo; ya que el cordero figura era de Cristo inocente, quien, como dice San Juan, es "el Cordero de Dios".Así pues, como el cordero figura fue inmolado por los hijos de 1srael, para que él pueblo de Dios libre se viese de la matanza del angel, y para que libres ya del cautiverio de Egipto pasasen por el Mar Rojo; del mismo modo inmolado por los hijos de 1srael fue Cristo, por cuya sangre el pueblo de Dios se libra del acoso del demonio, y por medio del bautismo, como por otro Mar Rojo, de la esclavonía del pecado. Y aquel cordero figura sel decia de la pascua de los judíos, pues para dar a entender el transito se inmolaba. De ahí lo de San Mateo: "¿donde quieres te preparemos a comer la pascua?", esto es, el cordero pascual.Dice, pues, el Apóstol: ¿que por qué debéis ser azimos? es porque así como la pascua figurativa del antiguo pueblo es el cordero inmolado, así también "nuestra pascua, esto es, del nuevo pueblo, es Cristo inmolado", a quien le viene nacido el nombre de pascua, que en hebreo significa paso, transito (Ex 12), y en griego pasión; pues por ésta, por la que fue inmolado, paso de este mundo al Padre (Jn 13).Saca después la conclusión, al decir: "por tanto, celebremos la fiesta"; para cuya evidencia habra que considerar que, como se lee en el Éxodo, luego de inmolado el cordero pascual, se le comia con panes azimos. Así pues, como el cordero fue figura de nuestra pascua inmolada, del mismo modo ha de haber conformidad entre una y otra observancia; y sea la consecuencia que, ya que Cristo inmolado es nuestra pascua, razón es que celebremos" tanta dicha, es a saber, banqueteandonos con Cristo, no solo en el Sacramento (Jn 6), sino también en espiritu, gozando con gran deleite, según aquello, de su sabiduría: "los que me coman quedarán de Mi con hambre, y los que me beban quedarán sedientos" (Si 24,29), y así con alegria espiritual (Sal 41).El modo de hacer el festejo ha de ajustarse a la verdad de la figura, como él dice: "no coro levadura aneja, ni con levadura de malicia y de corrupcion"; pues se mandaba en él Éxodo que en las casas en que se comiese el cordero pascual no se hallase levadura de ninguna especie. ¿Por qué? Porque es propiedad de ella, con la vejez, corromperse. De ahí que con la ablación del fermento puede entenderse la cesación de observar los mandamientos de la antigua ley, que por la Pasión de Cristo perdieron ya su vigor, según aquello: "por sobreabundar lo nuevo, echaréis fuera lo viejo" (Lv 26,10).Puede entenderse también la remoción del pecado corruptor, según se dijo que un poco de levadura aceda toda una masa, por cuya razón añade: "ni con levadura de malicia y de corrupcion", de suerte que por malicia se entienda la obra perversa (Stg. 1), y por maldad (nequitia) la maquinación fraudulenta (Pr 26); o, según la Glosa, al decir: "no con levadura aneja", la remoción de lo viejo del pecado en general.-"no con levadura aneja, ni con levadura de malicia y de maldad". Esta es una explicación, parte por parte, de lo que es el pecado, de modo que por malicia se aluda al que se comete contra uno mismo, y por maldad él pecado que se comete contra otro. Descartado, pues, el modo no debido de celebrar el banquete, determina el conveniente, al anadir: "sino con los panes azimos de la sinceridad y la verdad", esto es, con sinceridad y verdad, que significan los azimos.Opone sinceridad a corrupción del pecado, que significo, al decir: "no con levadura aneja...", porque sincero es aquello que no tiene corrupción (2Co 2); la verdad se contrapone a las figuras de la antigua ley, pues "la verdad y la gracia en Cristo tienen su origen" (Jn 1,17); quiere decir, que la pascua verdadera con verdad, no con figuras, la debemos celebrar. De donde, según la Glosa, por sinceridad entiéndase ia inocencia de los vicios, o novedad de la vida, y por verdad la justicia o rectitud, que excluye en las buenas obras el dolo, doblez o fraude.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


28 (III) Parte segunda: La importancia del cuerpo (5,1-6,20). Los tres problemas, que se distribuyen según la estructura sexopleitos-sexo, ponen de manifiesto sin excep(-)ción la creencia corintia de que ninguna ac(-)ción física tiene significación moral alguna (6,18b). Para Pablo, el cuerpo es la esfera en la cual se hace real el compromiso con Cristo; un cristianismo puramente espiritual no existe.
29 (A) Un caso de incesto (5,1-8). 1. El matrimonio o el concubinato con la madrastra eran condenados tanto por judíos (Lv 18,8; 20,11; mSanh. 7,4) como por gentiles (Cayo, Inst. 1.63). 2. andáis tan hinchados: La comu(-)nidad se enorgullecía de manera infantil (3,1) de ser, con ello, diferente, siendo así que de(-)bían haber hecho duelo y haber mostrado su sinceridad (el hiña es explicativo) expulsando al pecador. Puesto que no se menciona a la mujer, ésta probablemente no era cristiana. 3. presente en espíritu: Puesto que era deber de la comunidad purificarse, Pablo sólo podía ha(-)cerse oír en el consejo celebrado por aquélla reivindicando su presencia espiritual, al que así obró en nombre del Señor Jesús: Los corin(-)tios justificaban el acto como expresión de su nueva libertad en Cristo (véase J. MurphyOConnor, RB 86 [1977] 239-45). 4. reunidos: La decisión la ha de tomar la comunidad ente(-)ra. 5. entregar: Delante del infin. paradounai se ha de sobreentender chré o de i, «es necesario». Pablo señala, no impone, la decisión que él desea. Satanás: Fuerza maligna personalizada asociada por Pablo exclusivamente con los creyentes (véase T. Ling, The Significance of Satan [Londres 1961]). destrucción de la carne: La meta negativa de la expulsión de ese hom(-)bre de la comunidad es la supresión de su fal(-)sa orientación, no necesariamente por muerte o enfermedad (véase A. C. Thiselton, SJT 26 [1973] 204-28). para que su espíritu se salve: Positivamente, la excomunión pretende esti(-)mular una orientación auténtica hacia Dios. La acción de Satanás también es causa de un bien en 2 Cor 12,7. el día: Véase el comentario a 1,8; 4,5. 6. un poco de levadura: El mal ejem(-)plo de uno tiene el riesgo de contagiar a todos los demás; todo pecado tiene una dimensión social (Rom 14,7; cf. Gál 5,9). 7. levadura vieja: Los restos de nuestro pasado pecador, que pro(-)bablemente ya se han purgado (3,17).
(Collins, A. Y., «The Function of Excommunication" in Paul», HTR 73 [1980] 251-63. Derretí, J. D. M., «Handing over to Satan: An Explanation of 1 Cor 5:1-7», RIDA 26 [1979] 11-30. Forkman, G., The Limits of the Religious Community [ConBNT 5, Lund 1972], Roetzel, C. J., Judgement in the Com(-)munity [Leiden 1972].)
30 (B) Aclaración de un malentendido (5,9-13). 9. Esta carta anterior se ha perdido. 10. Los corintios habían dado a su directriz una interpretación demasiado rigurosa, para de ese modo hacer caso omiso de ella. 11. La Iglesia no puede cumplir su misión a menos que su conducta sea inequívocamente mejor que la de la sociedad, el nombre de hermano: Alguien conocido como cristiano meramente nominal por su conducta. 12. La relación con no creyentes no está prohibida (10,27). 13. al malvado: El individuo condenado en los vv. 1-5. La formulación recuerda Dt 17,7.
(Dahl, N. A., «Der Epheserbrief und der verlorene, erste Brief des Paulus an die Korinther», Abraham unser Vater 65-77. Zaas, P. S., «''Cast Out the Evil Man from Your Midst (1 Cor 5:13b)», JBL 103 [1984] 259-61.)

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La inmoralidad y la legítima jurisdicción de la iglesia en la disciplina

La primera noticia que recibió Pablo fue sobre las divisiones (1:11); la segunda, sobre el incesto (5:1). Algunas veces se piensa que la inmoralidad co metida por este miembro de la iglesia era aprobada por otros cristianos. Esto es sólo una suposición. El texto no dice que los miembros se jactaran de esa inmoralidad. Parecería que la persona que cometía ese pecado era alguien de elevada condición y que eso era lo que le ganaba el aplauso de otros cristianos, no su abierta inmoralidad. Bajo la ley romana esta persona estaba expuesta a ser desterrada de esta prestigiosa colonia romana por una conducta tal, en caso de ser llevada a los tribunales. Dado que no existía un servicio de fiscalía pública, sería necesaria una acusación privada. Estos procedimientos legales podían ser realizados únicamente por una persona de igual o mayor condición social. La sociedad y la iglesia muchas veces desvían la mirada ante las indiscreciones de sus miembros socialmente poderosos, pero para la iglesia esto siempre ha significado una gran pérdida espiritual.

1 El delito es incesto con la esposa de su padre. La palabra tiene es un eufemismo común para referirse a las relaciones sexuales (cf. 7:2 y su comentario). Puede o no ser su madre natural; podría ser una madrastra. La ley romana no toleraba esta conducta, al igual que otros códigos legales (cf. Deut. 22:30). 2 En vez de estar orgullosa de este hombre por su condición social, la congregación debería haberlo expulsado de la comunión. 3 Pablo, como apóstol fundador, juzga tal conducta como si estuviera presente allí: estoy presente en el espíritu. 4 Pablo invoca el juicio más severo, llamando a la iglesia a reunirse en el nombre de (es decir, en el carácter y en el poder de) nuestro Señor Jesús, y estar conscientes de la presencia de Pablo como juez. El poder del Señor Jesús, aparentemente invocado por medio de la oración, estará presente para entregar a este hombre a Satanás (5), es decir, excluirlo de la comunidad creyente en el mundo, para la destrucción de la carne (cf. 11:30-32; Gál. 6:8). A este hombre no se lo considera como no cristiano. El propósito de esta acción por parte de la comunidad es la salvación del alma de este hombre en el juicio. 6 La jactancia de los corintios con respecto a esta persona es condenada, como lo ha sido en otros lugares (cf. caps. 1-4). 7 La razón de la excomunión está basada, en parte, en la celebración de la fiesta de los panes sin levadura en el AT (cf. Exo. 12:15-20), cuando la levadura, con su capacidad de impregnar, no debía ser utilizada en la elaboración del pan de la Pascua. Por el contrario, esta levadura debía ser echada fuera y, por implicación, el ofensor debía ser excluido de la esfera de la comunidad. La razón es que Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido sacrificado. 8 La fiesta de regocijo a la luz de la muerte de Cristo debe ser celebrada ahora no con la influencia penetrante de la malicia y la maldad, sino con sinceridad y verdad.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter V.

1 The incestuous person 6 is cause rather of shame vnto them, then of reioycing. 7 The olde leauen is to be purged out. 10 Heinous offenders are to be shamed & auoided.
1 It is reported commonly, that there is fornication among you, and such fornication, as is not so much as named amongst the Gentiles, that one should haue his fathers wife.
2 And yee are puffed vp, and haue not rather mourned, that he that hath done this deed, might bee taken away from among you.
3 [ Col_2:5.] For I verily as absent in body, but present in spirit, haue [ Or, determined.] iudged alreadie, as though I were present, concerning him that hath so done this deed,
4 In the Name of our Lord Iesus Christ, when yee are gathered together, and my spirit, with the power of our Lord Iesus Christ,
5 [ 1Ti_1:20.] To deliuer such a one vnto Satan for the destruction of the flesh, that the spirit may be saued in the day of the Lord Iesus.
6 Your glorying is not good: [ Gal_5:9.] know ye not that a little leauen leaueneth the whole lumpe?
7 Purge out therefore the olde leauen, that ye may be a new lumpe, as ye are vnleauened. For euen Christ our Passeouer [ Or, is slain.] is sacrificed for vs.
8 Therefore let vs keepe [ Or, holiday.] the Feast, not with old leauen, neither with the leauen of malice and wickednesse: but with the vnleauened bread of sinceritie and trueth.
9 I wrote vnto you in an Epistle, not to company with fornicators.
10 Yet not altogether with the fornicatours of this world, or with the couetous, or extortioners, or with idolaters; for then must yee needs goe out of the world.
11 But now I haue written vnto

[Going to law.]

you, not to keepe company, if any man that is called a brother bee a fornicator, or couetous, or an idolater, or a railer, or a drunkard, or an extortioner: with such a one, no, not to eate.
12 For what haue I to doe to iudge them also that are without? doe not ye iudge them that are within?
13 But them that are without, God iudgeth. Therefore put away from among your selues that wicked person.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El incestuoso. En clara oposición a la conducta autosuficiente de los corintios, Pablo va a denunciar un caso de incesto, una vergüenza que precipita la fermentación del mal en la comunidad entera como la levadura en la masa. El Apóstol propone una reunión de la comunidad en el nombre del Señor Jesús, para decidir qué hacer con el incestuoso. Aunque ausente corporalmente, el Apóstol declara ya su voto: que «entreguen ese individuo a Satanás» (5). La expresión nos puede parecer excesivamente dura. Probablemente se trata de un modo de hablar de excomunión. De todas formas, el castigo es medicinal y caritativo: para que «se salve el día del Señor Jesús» (5). Otro caso de excomunión se encuentra en la correspondencia de Pablo con la misma comunidad de Corinto (cfr. 2Co_2:5-11). El castigo surte efecto y Pablo mismo recomienda que el hermano sea readmitido en la comunidad.
El Apóstol aprovecha el caso para recordarles lo que ya les había escrito en una carta anterior que no se ha conservado, donde puntualiza las normas de comportamiento y trato con los gentiles. El contexto socio-cultural de Corinto, una de las ciudades más corrompidas del imperio romano, planteaba a aquellos cristianos un serio problema de convivencia con los de fuera de la comunidad. Pablo hace una distinción. Con los inmorales, explotadores, avaros e idólatras «no cristianos», les dice que se comporten con normal convivencia. El cristianismo no es una secta. Sin embargo, con los corrompidos, explotadores y avaros «de dentro» -Pablo viene a decir que sólo son cristianos de nombre-, el Apóstol es taxativo y duro: «Con ellos, ¡ni coman!» (11). ¿Medida extrema de protección para una comunidad que vivía continuamente expuesta a la decadencia y corrupción ambiental?
Aunque expresado en forma negativa, Pablo está refiriéndose al sentido de identidad que debe tener una comunidad de creyentes, a los lazos de unión, de corrección fraterna, de mutua solidaridad y de radicalidad en el seguimiento de Jesús que, al mismo tiempo que protege a sus miembros, les capacita para ofrecer a los de afuera su testimonio cristiano.
Un cristiano o cristiana sin un sentido fuerte de pertenencia a la comunidad es casi imposible que se mantenga como tal en el tipo de sociedad en que vivimos. Esto es lo que viene a decir Pablo a los creyentes de hoy. La descristianización reciente de muchas zonas del mapa tradicional cristiano ha comenzado justamente con la pérdida de identidad comunitaria.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



5. Los judíos atribuían a la acción de Satanás y de los espíritus malignos las enfermedades y los sufrimientos corporales. Pablo comparte esta creencia: por eso ordena que el incestuoso, por decisión unánime, sea expulsado de la comunidad y "entregado a Satanás", a fin de que este lo aflija corporalmente, y así "se salve su espíritu". Esta última expresión indica que la pena infligida tiene por finalidad la conversión del culpable.

7. A partir del momento en que se inmolaba el cordero pascual y durante toda la semana siguiente, los judíos tenían prohibido comer pan fermentado. De la misma manera, el cristiano debe despojarse de la "vieja levadura", símbolo de la corrupción y del pecado, porque en la cruz ha sido inmolado Cristo, la verdadera Víctima pascual. Ver Mat_26:17.

9. "En una carta anterior": alusión a una carta que Pablo escribió a los corintios durante su permanencia en Éfeso. Esa carta no ha llegado hasta nosotros, pero algunos opinan que un fragmento de ella se encuentra en 2 Cor. 6. 14 - 7. 1.

13. Deu_13:6.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

5:8 En la fiesta de la Pascua, según el ritual judío, se retiraba toda levadura que hubiera en casa (Éxo_12:15), se inmolaba el cordero pascual (Éxo_12:6) y se comían panes sin levadura (Éxo_12:18-20). Se trata de preparativos simbólicos del misterio cristiano. -Cristo, el verdadero cordero pascual, destruye con su sacrificio la vieja levadura del pecado y hace posible una vida santa y pura, simbolizada por los panes sin levadura. Es posible que esta comparación se la sugiriera a Pablo la época del año en que escribía, 1Co_16:8.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

5:8 En la fiesta de la Pascua, según el ritual judío, se retiraba toda levadura que hubiera en casa (Éxo_12:15), se inmolaba el cordero pascual (Éxo_12:6) y se comían panes sin levadura (Éxo_12:18-20). Se trata de preparativos simbólicos del misterio cristiano. -Cristo, el verdadero cordero pascual, destruye con su sacrificio la vieja levadura del pecado y hace posible una vida santa y pura, simbolizada por los panes sin levadura. Es posible que esta comparación se la sugiriera a Pablo la época del año en que escribía, 1Co_16:8.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Se reproduce en la versión el orden de los incisos cual se halla en el original, a pesar de su desaliño. EN EL NOMBRE… significa autoridad: tal cual hoy la posee la jerarquía eclesiástica; CON EL PODER significa potencia física, aquí la potestad carismática de entregar el culpado a Satanás. Es de notar:
1) que la pena de que habla Pablo es la excomunión, con el agravante de entregar al incestuoso en manos de Satanás:
2) que semejante sentencia Pablo no la había fulminado definitivamente, sino sólo había resuelto fulminarla caso que los corintios no excomulgasen al reo;
3) que la pena medicinal iba ordenada a la salud eterna del pecador.

De todo este pasaje se colige la potestad que posee la Iglesia jerárquica de excomulgar a los que por sus delitos se han hecho indignos de la comunión eclesiástica.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*5-6 Un sencillo se oye decir marca el comienzo de una nueva sección de la carta, que alcanza hasta 1Co 6:20 y aborda tres comportamientos inadecuados de algunos corintios: la inmoralidad del incestuoso (1Co 5:1-13), el recurso a tribunales civiles (1Co 6:1-11) y la prostitución (1Co 6:12-20).

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Frente a la pasividad de los corintios, el Apóstol señala con energía la gravedad del pecado de incesto -«corrompe las relaciones familiares y representa una regresión a la animalidad» (CCE 2388)- y se apresura a poner remedio, decretando solemnemente la excomunión del pecador, para evitar así un daño mayor a la comunidad. Tomando la imagen de la masa sin levadura con la que se prepara el pan ácimo de la Pascua, explica que, de modo parecido, los cristianos deben desechar cualquier costumbre pecaminosa que tuviesen antes de convertirse. La razón es que estamos en una Pascua permanente: la de Cristo.


Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura,d de sinceridad y de verdad.

d Éxo 13:7; Deu 16:3.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 5.1 Esto estaba prohibido tanto por la ley de Moisés (Lv 18.8) como por la ley romana.

[2] 5.6-8 En preparación para la Pascua los judíos limpian ceremonialmente sus casas quitando todo resto de levadura, e incluso la más pequeña migaja de pan hecho con levadura.

[3] 5.7 Cf. Ex 12.5,21; Jn 1.29; 1 P 1.19.

[4] 5.9 Otra carta: Véase Introducción.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

ázimos... Esto es, panes sin levaduraÉxo 13:7; Deu 16:3.

Torres Amat (1825)



[6] Un poco de levadura, a diferencia de los Evangelios donde la imagen indica el crecimiento del reino, Pablo la emplea para señalar el poder corruptor de la maldad. Mat 13, 33; Luc 13, 20-21; Gal 5, 9.

[7] Libres de toda corrupción, por el bautismo.

[8] Con un corazón puro y libre de corrupción.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

En griego no con levadura vieja.

En griego sino [con pan] sin levadura.