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3.RECURSO A LOS TRIBUNALES PAGANOS
Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos? (I Corintios 6, 1) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 6

2. RECURSO A LOS TRIBUNALES PAGANOS (6,1-11).

a) Los cristianos no deben pleitear entre sí (1Co/06/01-06).

1 ¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene una querella contra otro, a llevarla al tribunal de los injustos y no al de los fieles? 2 O ¿es que no sabéis que los fieles han de juzgar al mundo? Y si vosotros habéis de juzgar al mundo, ¿vais a ser incapaces de juzgar causas de mínima importancia? 3 ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles? ¡Con cuánta mayor razón los asuntos de esta vida! 4 Cuando tengáis, pues, pleitos por asuntos de esta vida, poned por jueces a gentes que no cuenten nada en la Iglesia. 5 Para vergüenza vuestra lo digo: ¿Es que entre vosotros no hay ningún sabio que pueda ser juez en un pleito entre hermanos? 6 Y, sin embargo, un hermano pleitea con otro hermano, ¡y esto ante un tribunal de infieles!

Pablo acaba de pronunciar su sentencia sobre una causa espiritual y ha recordado a la comunidad su obligación de atenerse a ella; esto le da ocasión para pasar a tocar un tema también relacionado con los juicios, aunque en un ámbito enteramente distinto. La Iglesia se hizo culpable al olvidar su deber de juzgar, y se ha hecho culpable de lo mismo en otro caso. El mal es doble. Se enredan en discusiones sobre las cosas de cada día y llevan sus querellas a los tribunales paganos. Esto último es algo que al Apóstol le parece increíble. Aunque la comunidad cristiana es muy pequeña en aquella gran urbe, en todos los círculos ciudadanos se ha oído decir que estos hombres se han convertido a una religión muy estricta y que llevan una vida comunitaria, como hermanos y hermanas. La impresión debió ser nefasta cuando trascendió al público -y los juicios son por propia naturaleza públicos- que los «hermanos» llevaban sus querellas a los tribunales, acompañándose a veces de testigos. Podemos rastrear el efecto que esto produjo en el Apóstol. Pero aún había algo más, que ya no podemos rastrear del todo. Pablo vive bajo la impresión del próximo juicio del mundo. En su misión se sabe propiamente mensajero del juez del mundo que está para llegar. Y tiene la idea -que también Jesús confirmó a sus apóstoles- de que las comunidades elegidas podrían tomar parte en este juicio en calidad de jueces. Cuando pregunta: «¿Es que no sabéis que los fieles han de juzgar al mundo?» se deduce que esta orientación escatológica hacia la próxima venida del Señor ocupaba un puesto importante en su predicación. Precisamente nuestra carta lo atestigua en casi todos los temas que en ella se tocan.

A estas querellas terrenales responde el consejo de Jesús en el sermón de la montaña (Mat_5:25). En toda la perícopa se mezclan vivamente los pensamientos y motivaciones, hasta el sarcástico consejo de que deberían poner como jueces en la comunidad a los más ineptos. Incluso estos tales serían capaces de establecer la justicia entre cristianos, entre hermanos. Pero inmediatamente Pablo trata de mitigar la causticidad de la frase. No falta aquí, por supuesto, una discreta indirecta a aquello en lo que se sentían tan fuertes: si están tan llenos de «sabiduría», no les pueden faltar hombres a los que poder acudir como a jueces para resolver sus querellas.

A este propósito pueden hacerse varias reflexiones. En aquel tiempo los jueces no eran, con frecuencia, demasiado objetivos. En el seno de aquella sociedad corrompida los sobornos eran moneda corriente. Los castigos y las normas eran, muchas veces, de una extrema dureza. Algunas comunidades religiosas, como la de los judíos, empleaban su propia y libre legislación. En estas circunstancias no era tan inconcebible el intento de proveer a la comunidad cristiana de su propia legislación judicial 14.

Una vez que el imperio romano abrazó el cristianismo, existió, durante siglos, un tribunal eclesiástico presidido por el obispo, que luego se continuó, durante la edad media, en los tribunales corporativos. Evidentemente, hoy no podemos intentar restablecer dentro de la comunidad cristiana una legislación facultativa de este tipo. No es que sea totalmente imposible que un cristiano de buen criterio pueda hallar una solución razonable en muchas querellas. Pero si tal solución no es aceptada de antemano en la fe por las partes interesadas, de nada puede servir. La fe no impone preceptivamente que un fiel se deje expoliar. Su esencia y su dignidad se fundamentan en la libertad.

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14. Precisamente en Corinto, el procónsul Galión había desestimado una querella de los judíos contra Pablo, porque no quería ser juez en los asuntos internos de los israelitas (Act_18:14 ss). Esta conducta respondía a la costumbre romana, muy especialmente frente a los judíos. Así, también Pilato pretendió evitar la condenación a muerte de Jesús (Joh_18:31).

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b) No deberían siquiera presentar demandas (1Co/06/07-08).

7 En general, ya es un menoscabo para vosotros que tengáis pleitos en vuestra comunidad. ¿No sería mejor sufrir la injusticia? ¿No sería mejor que os dejarais despojar? 8 Pero al contrario: vosotros sois los que perjudicáis y despojáis, y esto a los hermanos.

Con su «ya es un menoscabo» comienza Pablo a dirigir la mirada -por encima de la cuestión concreta que quiere regular- a zonas más elevadas, para contemplar el tema desde una perspectiva más general y más profunda. ¿Es que para los cristianos todas aquellas cosas sobre las que pueden surgir pleitos, pequeñas propiedades, pequeños derechos, un poco de honra, no son realmente demasiado insignificantes, comparadas con la riqueza y la gloria de Dios de la que participan? ¿No deberían temer acaso que al defender sus derechos pueden ser injustos con los demás? La primera frase: ¿No sería mejor sufrir la injusticia?, podría traer a la memoria el recuerdo de Sócrates, pero más aún el espíritu y la letra del sermón de la montaña (cf. Mat_5:20.40). Se trata «ya» de algo más que de establecer la justicia en los asuntos de la tierra; se trata de que se imponga la justicia sobreabundante de Dios, de mostrarnos como hijos del Padre celestial, al menos todos aquellos que, a partir de aquí, se entienden como hermanos.

c) Los cristianos han dejado a sus espaldas los vicios del mundo (1Co/06/09-11).

9 ¿O es que no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni lujuriosos, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homosexuales, 10 ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni calumniadores, ni salteadores heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; pero fuisteis lavados, pero fuisteis consagrados a Dios, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

Con todo sigue existiendo el grave riesgo de dejarse arrastrar por las cosas mundanas y caer en la «injusticia» del mundo. Antes había empleado Pablo la expresión «los injustos» (6,1) para designar a los jueces paganos. Aquí se ve claramente que quiere acentuar el contrasentido de que los «justificados», los cristianos, acudan a estos tales en busca de justicia. Aquel que se atiene a esta injusticia del mundo, pierde el reino de Dios. Es significativo que este concepto central del mensaje de Jesús -que, por otra parte, aparece raras veces en Pablo- nos salga al paso aquí, cuando el Apóstol repite las exigencias morales de Jesús tal como se las había expuesto en su predicación misional.

La enumeración que sigue parece ser un catálogo de confesión de los pecados graves que se daban entre los corintios. Aquellos que se habían convertido gracias a la predicación misional del Apóstol le exponían su vida y él debía explicarles con claridad cuáles eran los vicios que se debían evitar inexcusablemente. Por esta confesión de vida Pablo podía conocer la abyección total de las costumbres de la gran ciudad de Corinto. Los diez vicios aquí enumerados se reparten una vez más entre el sexto y el séptimo mandamiento. Ellos lo saben. Aquí basta con recordárselos discretamente: eso erais algunos de vosotros. Pero no se detiene aquí. Esto es un pasado desaparecido. Con una triple expresión despierta en ellos el recuerdo de su experiencia y de la eficacia del bautismo; se podría casi percibir la fórmula trinitaria del bautismo, cuando cierra este recuerdo bautismal con la mención del nombre del Hijo y del Espíritu Santo y designa a éste como el Espíritu de nuestro Dios.

3. CONCEPTO LAXO DE LA IMPUREZA (6,12-20).

c) El cuerpo es más que el vientre (1Co/06/12-14).

12 «Todo me es permitido»; pero no todo es conveniente. «Todo me es permitido»; pero yo no me dejaré dominar por nada. 13 «La comida para el vientre y el vientre para la comida»; pero Dios destruirá lo uno y lo otro. El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo. 14 Y así como Dios resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder.

LBT/LIMITES: «Todo me es permitido.» Sin transición, pero continuando su primera exhortación de que no se engañen a sí mismos, se refiere ahora Pablo a una frase tópica que desempeñaba en Corinto un papel peligroso. él mismo pudo haber formulado así su doctrina de la libertad en Cristo. Pero así como en 3,21 no se dice solamente: «todo es vuestro», sino que se añade: «pero vosotros de Cristo», también decía a los gálatas: habéis sido llamados a la libertad, pero que vuestra libertad no dé pretexto a la carne (Gal_5:13). En este pasaje se nos expone el sentido de la libertad en Cristo a través de un juego de palabras repetido, que vamos a intentar poner en claro de la mejor manera que nos sea posible. Es ciertamente un profundo enigma que no podamos vivir la libertad sin límites. El hombre tiene sed de libertad y no quiere comprender que deben darse limitaciones. Su hambre de cosas grandes tiende al radicalismo, para acabar experimentando dolorosamente -en una derrota terrible- que el radicalismo de la libertad acaba en esclavitud.

La doctrina de la libertad del Apóstol cayó en Corinto sobre un terreno particularmente abonado. Como griegos, tendían al espiritualismo, que desprecia el cuerpo, pero, al mismo tiempo, estaban acostumbrados a los goces de los sentidos. Algunos habían construido sobre estas contradicciones una teoría armonizante: cuando el goce sexual se convierte en una bagatela, el espíritu no tiene por qué avergonzarse. La comida para el vientre y el vientre para la comida. De manera parecida, se creía poder superar lo sexual.

Esta teoría es falsa, no sólo porque esto no puede ser así, sino porque en el ámbito de lo sexual la realidad es distinta. Bajo cierta perspectiva, tanto las funciones nutritivas como las sexuales pueden ser calificadas de procesos o necesidades corporales. Ahora bien, ya la misma nutrición significa para el hombre algo más que la mera satisfacción de una necesidad, en cuanto que se distingue del simple comer o beber de los animales, impropio del hombre. Y esto es mucho más verdadero respecto de la actividad sexual. Si el hombre no pone en esta última todo su ser personal y humano, quedará mucho más envilecido. Pablo expresa la diferencia entre ambos niveles recurriendo al vocablo «vientre» cuando repite la manera de pensar de aquellas gentes, y hablando de «cuerpo» cuando la contrapone a la intelección cristiana del hombre. El vientre y la comida pueden desaparecer; en todo caso, y según la disposición divina, su actividad actual quedará fuera de curso 15, porque esta vida, que ahora sólo puede ser sustentada con los medios de este mundo, se cambiará en otra.

Pero el cuerpo es cosa distinta ya desde ahora. Cierto que el aparato digestivo sigue formando parte de nuestro cuerpo, pero el cuerpo es algo más que la suma de estas funciones animales. Este cambio de «vientre» a «cuerpo» pone las bases de una justa concepción del uso sexual y contiene, en germen, una entera antropología cristiana. Configura el imprescindible vínculo de unión entre el hombre, que sólo se había entendido como un instinto, y la vocación sobrenatural de la estirpe humana. En el «cuerpo» está compendiada la dignidad y las posibilidades personales del hombre. Se puede incluso afirmar que el cuerpo es la expresión personal del hombre.

Por eso ahora el pensamiento del Apóstol puede remontarse inmediatamente a más altas cimas: el cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor. La pertenencia total al Señor determina profundamente la idea que el Apóstol tiene de sí mismo, y piensa que lo mismo debería ocurrir en cada cristiano. «Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo, pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos» (Rom_14:7).

Una vez más da Pablo un paso sorprendente cuando se atreve, también aquí, a invertir la frase: «...y el Señor para el cuerpo». Basta con que tomemos en serio en nosotros la entrega que el Señor nos hace de su cuerpo en la eucaristía para que veamos confirmada esta reciprocidad y este intercambio corporal. Y si antes tuvo que decirse: «Dios destruirá lo uno y lo otro», ahora debe afirmarse que, del mismo modo que Dios ha resucitado al Señor, también nos resucitará a nosotros, en nuestra corporeidad y con ella, y confirmará de una manera definitivamente válida la común pertenencia que ahora crean los sacramentos. Y por eso, todo abuso del cuerpo no sólo es un pecado contra la llamada original de la fe y un abuso de la fuerza sexual, sino que es además un ataque a los derechos del Señor, como si se tratara de su propio cuerpo. De este modo, se agudiza, en el tema de la castidad, la pertenencia corpórea, universal y total a Cristo.

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15. De suyo, la expresión empleada aquí por Pablo, y frecuentemente dentro de contextos escatológicos, no puede ser traducida, en general, por «aniquilar». Sería mejor decir que los valores de que en cada caso se trata quedan sin eficacia, sin contenido, sin importancia ni relieve.

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b) La impureza de los bautizados, vergüenza de Cristo (1Co/06/15-17).

15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Voy entonces a arrancar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una meretriz? ¡Ni pensarlo! 16 ¿O es que no sabéis que el que se junta con la meretriz se hace con ella un solo cuerpo? «Porque serán -dice- los dos una sola carne» (Gen_2:24). 17 Pero el que se junta con el Señor se hace con él un solo espíritu.

El Apóstol comienza a dar ahora más detalles sobre el género de lujuria practicado de tan fatal manera por algunos corintios; se trata de la prostitución. Debe advertirse, a este respecto, que entre los antiguos griegos prevalecía como algo evidente el orden legal del matrimonio monógamo, y que la mujer casada era fundamentalmente la administradora de la casa y la madre de los hijos legítimos. Pero no se le concedía el rango de persona hasta el punto de que la convivencia con ella fuera ya totalmente suficiente para el hombre. Lo que faltaba o se echaba de menos en el matrimonio, se satisfacía con mujeres de vida libre o heteras, si no ya en contactos homosexuales. Aquí Pablo habla únicamente de las relaciones con prostitutas.

La pertenencia a Cristo de que se ha hablado antes se aplica ahora de un modo más concreto: nuestros cuerpos son miembros de Cristo. Los que se unen a una prostituta hacen que los miembros de Cristo sean miembros de una meretriz. De una forma súbita y escalofriante se contraponen ahora la prostituta y Cristo. No hay aquí ningún recurso a lo neutral, no hay tierra de nadie. Pablo no considera aquí el caso de la realización legítima del matrimonio, en el que la unión corporal de los esposos no equivale a un separarse de Cristo, sino en el que, por el contrario, la entrega recíproca puede ser también, y debe ser, al mismo tiempo, una entrega a Cristo.

Todavía no había llegado el tiempo oportuno para esta visión personal de la sexualidad, pero venía siendo preparada por el hecho de que Pablo la vincula tan estrechamente a Cristo. Que la unión sexual es algo que en ningún caso puede ser considerado como una cuestión que afecta sólo a cada individuo lo deducía Pablo también del (segundo) relato de la creación. Indudablemente, en este relato «ambos», hombre y mujer, son considerados como esposos, pero lo reprensible es que hayan podido ser arrastrados a un momentáneo abuso de placer en un acto que expresa la más íntima unión de vidas de aquellos que, como esposo y esposa, mantienen una relación mutua entre sí y para sí absolutamente libre de reservas. Cuando un hombre se une a una prostituta también se hacen ambos uno, pero en un nivel en que la «carne» no se toma ya en el sentido paleobíblico, como significando todo el ser humano, sino en el sentido estricto de corrupción que tiene normalmente en Pablo. A este concepto se opone radicalmente el ser un solo espíritu con el Señor. No es que Pablo entienda el ser uno de los creyentes con Cristo sólo de una manera espiritual. Acaba de decir que nuestros cuerpos son miembros de Cristo; pero en contraposición a la carnalidad de la sola carne, en la que el hombre niega su dignidad y se entrega a la impureza, el recto uso del cuerpo es espiritual, ya que está guiado por el espíritu. Un espíritu y un cuerpo son, por tanto, la misma cosa (cf. Eph_4:4). Lo que allí se aplica a todos los bautizados puede referirse, por consiguiente, a las relaciones de cada uno de los cristianos con Cristo. Ambas unidades se condicionan y se incluyen mutuamente. Si no existiera esta unidad de cada uno con Cristo, tampoco podrían los muchos ser uno. Y si los muchos no son uno, tampoco entonces podría cada uno estar tan totalmente unido a Cristo.

c) El cuerpo de los bautizados, templo del Espíritu Santo (1Co/06/18-20).

18 Huid de la fornicación. Los demás pecados que el hombre comete, quedan fuera del cuerpo; pero el que comete fornicación peca contra su propio cuerpo. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, y que lo tenéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis a vosotros mismos? 20 Porque habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo.

En forma conminatoria, sintetiza Pablo el resultado de su anterior argumentación en una breve frase: «¡Huid de la fornicación!» Y añade inmediatamente una segunda razón. ¿Afirma con ella que los demás pecados están fuera del cuerpo? Porque la embriaguez o el suicidio ocurren también en el cuerpo. Sin embargo, todo el mundo comprende lo que Pablo quiere decir. La lujuria no sólo ocurre en el cuerpo, sino con el cuerpo. La razón profunda de considerar que, frente a los demás pecados, la lujuria es más corporal o carnal no radica en el cuerpo como cuerpo, sino en que en la lujuria o en las acciones sexuales el cuerpo y el espíritu, el cuerpo y la persona, el cuerpo y el yo mismo pueden separarse y diferenciarse menos que en las demás actividades humanas. Guste o no, este hecho innegable y singular permanece. Se afirma y se manifiesta de diversos modos, por ejemplo a través del fenómeno del pudor. El hombre no querrá acaso admitir este hecho como verdadero, pero tendrá que vivir la experiencia de cuán hondamente marcan su persona, en un sentido o en otro, las actividades sexuales. En el burdel no compra sólo el cuerpo de una mujer que se vende; se vende a sí mismo. Aunque no se trate de dinero, cuando se trata de masturbación, tampoco puede evitar este debilitamiento, que tal vez puede llegar a sepultar su propia estima. Puede decirse tranquilamente: ningún pecado queda menos reducido a la carne que el pecado carnal. Los grandes conocedores del espíritu humano han visto siempre que los pecados de la carne debilitan las más altas cualidades humanas, y allí precisamente con mayor virulencia donde el hombre no quiere admitir esta verdad. En todo caso, Pablo intenta combatir la falsa concepción del cuerpo de los griegos de Corinto y poner las cosas en su justo sitio. No a todos puede iluminar y convencer por igual la explicación precedente, ni para todos puede ser suficientemente admisible la argumentación bíblica «un cuerpo»... «un espíritu». Pero la imagen que trae al final debe ser clara y acuciante para todos: el cuerpo del bautizado es un templo del Espíritu Santo.

Una vez más aplica Pablo a cada fiel lo que antes había dicho de toda la comunidad (Eph_3:16). Los templos eran en Corinto inviolables. Estaban fuera del ámbito y del uso profano. Todo cuanto a ellos pertenecía, pertenecía a la divinidad y era, por consiguiente, santo y sagrado como ésta misma. Que Pablo refiera aquí la inhabitación de la divinidad al Espíritu Santo -son muy pocos los pasajes en los que se añade al Espíritu el calificativo expreso de «Santo», por ejemplo en 2Cor 13,13- no significa limitación de ninguna clase, como si fuera únicamente la tercera Persona la que inhabita. Esto sería un modo inadmisible y falso de entender la trinidad de personas en Dios. Dado que el Espíritu es la comunicación de Dios en persona, a él le compete, como peculiaridad especial, la inhabitación. Donde está el Espíritu está Dios. Los corintios saben, por su propia experiencia del Espíritu, que tienen realmente este Espíritu. Más tarde se volverá a insistir sobre el tema (especialmente en los capítulos 12-14). Esta misma experiencia testifica la carta a los Romanos: «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos dio» (Rom_5:5). Como templos, los bautizados pertenecen enteramente -también en cuanto al cuerpo- al Dios a quien están consagrados. Pertenecen a Dios, no a sí mismos. No pueden, por tanto, disponer de sí mismos, de su cuerpo, por propia voluntad. A partir de aquí se desarrolla un último pensamiento. No han pasado a ser propiedad especial de Dios por poco más o menos. Dios pagó por ellos un alto precio. Pablo está pensando, al escribir esto, que Dios ha entregado a su propio Hijo por nosotros y que éste se ha entregado por nosotros como precio de nuestra liberación mediante su muerte en cruz (cf. 1Pe_1:18 s). Los corintios veían con frecuencia en su entorno suficientes experiencias en este sentido. Los esclavos quedaban libres si se depositaba en su favor la suma del rescate en el templo de una divinidad determinada. Es, pues, probable que el recuerdo del templo del versículo precedente haya influido en esta idea. Si saben esto, deben sentirse obligados a pertenecer real, voluntaria y agradecidamente a aquel que les hizo libres. Le alabarán y ensalzarán, pero no con solas palabras, sino con su existencia toda, también con su cuerpo, porque la liberación se ha realizado y es eficaz de una manera que incluye también lo corpóreo. El capítulo concluye, pues, con el ritornello «cuerpo», que constituía en realidad el punto clave de toda la línea del pensamiento.

El cuerpo toma parte en todo cuanto constituye nuestra vida, en nuestras acciones litúrgicas, en la santificación a través de los sacramentos. Puede glorificar a Dios, tanto en el trabajo como en el descanso, en el sueño o en el esparcimiento, en el uso de todas sus fuerzas y posibilidades. Por otra parte, no hay fuerza ni posibilidad alguna que pueda apartar al hombre de esta obligación. En el hecho de haber sido comprado y estar libre, y en la correspondiente posibilidad de glorificar a Dios, se contiene ya implícitamente la idea expuesta en el versículo 12, pero que allí no fue explícitamente desarrollada: el gran peligro de que precisamente en este ámbito el hombre sea dominado por sus pasiones y, con ello, también del riesgo de que, debido concretamente al hecho de haber perdido este dominio o habérsele hecho muy difícil, se deje engañar por teorías que intentan encubrir este penoso vacío.

Mientras dentro del mundo griego era inevitable el movimiento pendular que pasaba desde una sensualidad sin freno a una radical animosidad contra el cuerpo, el cristianismo, en su dogma de la creación y redención, tiene el fundamento inconmovible de una justa valoración del cuerpo, que ni lo diviniza ni lo menosprecia.

Merece señalarse cómo todo el pasaje alude a la santísima Trinidad. Pablo se mantiene muy alejado del intento superficial, necio y petulante, de pretender moverse sobre la línea: la comida para el vientre y el vientre para la comida. El Apóstol ha mostrado otra secuencia: nuestro cuerpo pertenece a Cristo, del mismo modo que los miembros pertenecen a un cuerpo; el Espíritu Santo habita en él, como la divinidad habita en su templo, y, por tanto, el mismo «Dios» habita en nosotros y puede y debe ser glorificado a través de todas las cosas.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Los pleitos ante tribunales paganos, 6:1-11.
1 ¿Y osa alguno de vosotros que tiene un litigio con otro acudir en juicio ante los injustos, y no ante los santos? 2 ¿Acaso no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si habéis de juzgar al mundo, ¿seréis incapaces de juzgar esas otras causas más pequeñas? 3 ¿No sabéis que hemos de juzgar aun a los ángeles? Pues mucho más las naderías de esta vida. 4 Guando tengáis diferencias sobre estas monadas de la vida, poned por jueces a los más despreciables de la iglesia. 5 Para vuestra confusión os hablo de este modo. ¿No hay entre vosotros ningún prudente, capaz de ser juez entre hermanos? 6 En vez de esto, ¿pleitea el hermano con el hermano, y esto ante los infieles? 7 Ya es una mengua que tengáis pleitos unos con otros. ¿Por qué no preferís sufrir la injusticia? ¿Por qué no el ser despojados? 8 Y en vez de esto sois vosotros los que hacéis injusticias y cometéis fraudes, y esto con hermanos. 9 ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los ebrios, ni los maldicientes, ni los rapaces poseerán el reino de Dios. 11 Y algunos esto erais, pero habéis sido lavados; habéis sido santificados; habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.

Alude aquí San Pablo a un nuevo abuso que se daba entre los cristianos de Corinto: el andar en pleitos entre sí y llevar sus causas a los tribunales ordinarios, en vez de resolverlas dentro de casa. Esto último era lo que solían hacer los judíos de la diáspora, que incluso tenían tribunales propios, siendo en esto muy tolerante la ley romana. No hay duda que con ello evitaban, al menos en gran parte, el que trascendieran sus cosas fuera. Algo parecido quería San Pablo que se hiciese también entre los cristianos. Además es lógico que los paganos no siempre pudieron juzgar con equidad las diferencias surgidas entre los cristianos, porque las relaciones entre éstos deben ser regidas por principios superiores que se les escapan a ellos.
Primeramente afirma el hecho, y lo hace en forma interrogativa, como admirándose de que así rebajen su dignidad de cristianos (v.1). El que el Apóstol llame injustos (?????? ) a los gentiles no quiere decir que todos los tribunales paganos fuesen malos o injustos, pues en otras ocasiones el mismo Apóstol muestra su confianza en la ley romana (cf. Rom_13:3; Hec_25:11); tampoco el que llame santos (????? ) a los cristianos quiere decir que lo fuesen todos en el sentido que hoy damos a esta palabra (cf. v.8). Esas expresiones: injustos., santos, tienen sentido más bien colectivo, en cuanto que el cristiano pertenece a un pueblo santo y goza por ello de cierta santidad objetiva, que está pidiendo la de cada uno (cf. 1:2; Rom_1:7; Efe_1:15), mientras que el gentil pertenece a un pueblo todavía en tinieblas, privado de la justicia o gracia divina (cf. v.11; Rom_1:18; Rom_3:26; Flp_3:9; Col_1:13). Hay, pues, una especie de contradicción y el Apóstol se goza en este como juego de palabras en que los cristianos o justos vayan a pedir justicia a los gentiles o injustos.
Para reforzar su argumentación, el Apóstol recuerda a los Corintios que los cristianos serán jueces del mundo, sin que de este juicio queden excluidos ni siquiera los ángeles. ¿Cómo, pues, rebajar su dignidad de esa manera, yendo a pedir justicia a los tribunales de los infieles? (v.2-3). Evidentemente el término mundo no tiene aquí sentido peyorativo, sino que indica simplemente todo el conjunto creado; también el término ángeles parece ser general, incluyendo no sólo los ángeles malos, sino también los buenos. Ya Jesucristo, a quien fue dado todo poder de juzgar (cf. Jua_5:22-27), había dicho esto denlos apóstoles (cf. Mat_19:28; Luc_22:30); ahora San Pablo lo afirma de todos los cristianos, en cuanto incorporados a Cristo y partícipes de su misma vida y prerrogativas (cf. Rom_6:6; Gal_2:20; Efe_2:5-6; Rev_20:4; 2Pe_2:4),
A vista de todo esto, les dice el Apóstol con ironía: antes que llevar vuestras querellas a los tribunales de los infieles, poned por jueces a los más ruines de la comunidad (v.4). ¿Es que no tenéis entre vosotros, les dice ya en serio, ninguno con la debida prudencia para poder ser juez entre hermanos? (v.5-6). Y aún sería mejor, añade, que no tuvierais pleitos, cediendo cada uno de sus derechos a favor del hermano (v.7-8; cf. Mat_5:39-41).
Estas injusticias y discordias entre los fieles de Corinto dan ocasión al Apóstol para presentar una lista de pecados, que dice excluyen del reino de Dios, y que, a juzgar por la manera como se expresa (¿no sabéis.?; no os engañéis.), parece debían ser bastante frecuentes en la comunidad (v.9-10). Semejantes listas encontramos también en otros lugares (cf. Rom_1:26-31; Gal_5:19-21; 1Ti_1:9-10). La expresión reino de Dios se refiere a su etapa final o escatológica; pues, aunque todos los cristianos pertenecen al reino de Dios y tienen derecho a la herencia prometida a los hijos de Dios (cf. Rom_8:17; Gal_4:7; Efe_1:11), pueden, de hecho, ser desheredados a causa de sus pecados (cf. Gal_5:21; Efe_5:5; Rev_21:8).
Termina el Apóstol haciendo resaltar la grandeza a que nos eleva el bautismo (v.11). Ninguna consideración mejor para mover a los corintios a que no se dejen dominar de nuevo por los vicios de su anterior vida de paganos. Los tres verbos: habéis sido lavados., santificados., justificados, no son sino expresiones de la misma idea de justificación cristiana recibida en el bautismo, mirada bajo diversos aspectos (cf. Tit_3:5; Efe_2:5; Rom_3:26). Al mencionar, junto a Jesucristo, también al Espíritu y al Padre (Dios), es probable que San Pablo esté aludiendo a la fórmula trinitaria del bautismo (cf. Mat_28:19).

El pecado de fornicación,Mat_6:12-20.
12 Todo me es lícito, pero no todo conviene. Todo me es lícito, pero yo no me dejaré dominar de nada 13 Los manjares para el vientre y el vientre para los manjares; pero Dios destruirá el uno y los otros. El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo; 14 y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder, 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy a tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una meretriz? ¡No lo quiera Dios! 16 ¿No sabéis que quién se allega a una meretriz se hace un cuerpo con ella? Porque serán dos, dice, en una carne. 17 Pero el que se allega al Señor se hace un espíritu con El. 18 Huid la fornicación. Cualquier pecado que cometa un hombre, fuera de su cuerpo queda; pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que, por tanto, no os pertenecéis? 20 Habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo.

Aunque ya se aludió antes al pecado de fornicación, enumerándolo entre los que excluyen del reino de Dios (cf. v.9), el Apóstol insiste ahora en él de una manera especial, dado que entre los gentiles la fornicación era considerada generalmente como algo indiferente y lícito (cf. Hec_15:29), y no era fácil a los recién convertidos despojarse de esa vieja mentalidad. Tres son las afirmaciones fundamentales del Apóstol: la fornicación no es cosa indiferente (v.12-14), es un ultraje a Cristo (v.15-17), es un ultraje al Espíritu Santo (? . 18-20). Imposible razonar con más profundidad y elevación. Todo era necesario para imponer una moral totalmente ignorada en el paganismo.
La exposición comienza con una especie de diálogo, recogiendo frases que parece usaban los mismos corintios: todo me es lícito.; los manjares para el vientre., y que luego apostilla el Apóstol: pero no todo.; pero Dios destruirá. (v.12-15). No sabemos si esa frase todo me es lícito (v.12; cf. 10:23) 1a tomaban los corintios del mismo Pablo, con referencia a las prescripciones mosaicas (cf. Rom_6:15; Rom_14:20; Gal_2:14), y cuyo sentido ampliaban a su favor, o era una frase que tenía origen en ellos mismos, igual que la siguiente: los manjares para el vientre y el vientre para los manjares (v.13). Mas sea de eso lo que sea, lo que sí parece claro es que algunos de los fieles de Corinto seguían teniendo la fornicación por algo moralmente indiferente, considerándola como una satisfacción legítima del cuerpo, lo mismo que el comer y el beber. Es probable que esto no sucediese sólo entre los corintios (cf. Gal_5:13).
La réplica de Pablo es tajante. A lo de todo me es lícito responde que a condición de que sea conveniente al bien total del hombre, sin lesionar el derecho de nadie (v.12); cosa que no sucede con la fornicación, como luego expondrá ampliamente (v. 15-20). Y aún añade (v.12) otra razón, la de que el hombre fornicario se convierte en esclavo de la carne, y la esclavitud no es ningún ideal. Hay aquí indudablemente una alusión, con su parte de ironía, a esa superioridad y autosuficiencia de que se gloriaban los corintios (cf. 4:8), como diciéndoles: vosotros, tan sabios, por encima de las contingencias terrenas., y ahora resulta que os dejáis dominar de las cosas 160. Gran habilidad la de San Pablo, combatiendo al adversario con sus propias armas. En cuanto a eso de que los manjares para el vientre y el vientre para los manjares, niega que sea el mismo caso que el de cuerpo y fornicación; pues vientre y manjares están llamados a perecer, de que no tendremos necesidad en la vida futura (v.13), mientras que el cuerpo como tal permanecerá para siempre y está destinado a fines más altos que la nutrición o generación, perteneciendo a Cristo, a quien hemos sido incorporados en el bautismo (v.13; cf. Rom_6:3-5), Y habiendo de resucitar glorioso a su debido tiempo como parte integrante de nuestra personalidad (v.14; cf. 15:52; Rom_8:11; Flp_3:21). En virtud de este valor imperecedero y eterno del cuerpo, Pablo condena la fornicación.
Sigue ahora, más en detalle, la explicación de esa nuestra pertenencia a Cristo, con lo que se pone más aún de manifiesto la monstruosidad que en sí mismo incluye el pecado de fornicación. Cometemos, dice el Apóstol, un grave ultraje a Cristo, del que somos miembros, cuyos derechos sobre nosotros violamos al prostituirnos a una meretriz, formando un cuerpo con ella los que formábamos un espíritu con Cristo (v.15-17). La cita (v.16) de Gen_2:24 tiene como punto de mira la unión matrimonial (cf. Efe_5:31), aunque San Pablo la emplea aquí para designar la unión fuera del matrimonio, dado que la base fisiológica es la misma. E! que diga que formamos un espíritu con Cristo (v.17), no excluye lo de que formamos un cuerpo con El; si habla de espíritu es para hacer resaltar que no se trata de una unión en el plano natural y desordenado, como la del fornicario con la prostituta, sino de una unión en el plano sobrenatural y divino, que se realiza principalmente en el espíritu, aunque con derivaciones también en el cuerpo, que sirve de instrumento al espíritu. La frase huid la fornicación (v.18) es probable que pertenezca todavía al pensamiento anterior, y sea como la conclusión.
Da, por fin, San Pablo un último argumento: el de que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo161, y con la fornicación profanamos ese templo (v. 18-20). No es clara la frase de que cualquier pecado que cometa el hombre, a excepción del de fornicación, queda fuera de su cuerpo (v.18), pues hay otros pecados, como, la embriaguez o el suicidio, de los que parece que podría decirse lo mismo que del de fornicación. Quizás el Apóstol hable así, tratando de dar a entender que con la fornicación se peca de modo especial contra el propio cuerpo, en cuanto que entregamos a una meretriz lo que es pertenencia de Cristo (cf. v.15).
La expresión final habéis sido comprados a precio (v.20; cf. 7:23; Efe_1:7; 1Ti_2:6; Tit_2:14; Heb_9:12; 1Pe_1:19) es emocionante. No nos pertenecemos, incluso en el cuerpo, llamado también a un destino eterno. Gran dignidad la del cuerpo cristiano, al que San Pablo coloca en la misma línea de redención y elevación que todo el hombre; y decisivo golpe al falso esplritualismo griego, que rechazaba el concepto mismo de resurrección (cf. 15:12; Hch_17:32; 23:8).

146 Cf. Eusebio, Híst. ecí. 2:25: MG 20:209. 147 Parece ser que mediante los términos ????? (filósofo griego), ?????????? (escriba abio judío) y ????????? (sofista), Pablo trata de incluir toda clase de sabios humanos. 148 Parece ser un hecho que la gran mayoría de los primitivos cristianos, no sólo en Corinto, pertenecían a las clases humildes de la sociedad. Sabemos que los gentiles echaban en cara a la Iglesia el estar formada por gentes de baja condición social (cf. Tácito, Ann. 15:44; San Justino, Apol. II 9; Orígenes, Contra Celsum II 79). Por lo demás, ello está muy conforme con lo que había predicho Isaías (cf. Isa_61:1) y había enseñado Jesucristo (cf. Mat_5:3-10; Mat_11:5; Luc_4:17)· 149 Discuten los autores si bajo el título Señor piensa San Pablo en Cristo o en el Padre. Algunos, como Cerfaux, creen que alude a Cristo, que es a quien los apóstoles atribuyen ordinariamente tal nombre (cf. Hec_2:36; Hec_11:20-23; 1Co_8:6); sin embargo, dado el contexto (cf. y.30), más bien creemos, con la mayoría de los autores (Cornely, Alio, Leal), que está refiriéndose al Padre. Claro que tampoco se excluye la gloria de Cristo, pues el Apóstol ha insistido en que todos los bienes los tenemos en Cristo. Por lo demás, la equivalencia Cristo-Yahvé es frecuente en el modo de hablar de los apóstoles (cf. Hec_2:21; Rom_10:13). 150 Nótese la expresión testimonio de Dios) (v.1), con que el Apóstol designa el mensaje evangélico. En realidad, el Evangelio no es sino un testimonio que nos da Dios, manifestando quién es y qué ha hecho por nosotros. En vez de testimonio de Dios, algunos códices tienen misterio de Dios, lección adoptada por Wescott-Hort y Bover. Sin embargo, parece críticamente más fundada la primera lección. 151 Cf. A. Feuillet, L'énigme de ? Cor 2:9: Rev. Bibl. 70 (1963) 52-74- Hay autores, como Cornely, que suponen que con esta cita (v.p) Pablo está refiriéndose a la futura gloria del cielo; sin embargo, más bien parece que directamente está aludiendo al plan divino de salud, aunque sin excluir de su perspectiva la gloria celeste, a la que ese plan conduce. 152 No cabe duda que en este pasaje de Pablo (v.6-16), al menos en la terminología hay sorprendente parecido con los gnósticos, tal como los conocemos sobre todo por Ireneo y Tertuliano e Hipólito. Para los gnósticos, hay tres clases de hombres: pneumáticos, psíquicos y terrestres, según el elemento que predomine en ellos. En los pneumáticos o espirituales ( = gnósticos) predomina el elemento divino; en los psíquicos (= cristianos ordinarios) hay equilibrio entre los elementos bueno y malo, y en los terrestres (= gentiles y judíos) predomínala materia y, por tanto, el vicio. ¿Habrá influencia gnóstica en el lenguaje y modo de razonar de Pablo? La respuesta resulta compleja, pues el gnosticismo que conocemos no se desarrolló plenamente hasta bien entrado ya el siglo n, y es posible que haya influjo de los escritos de Pablo; aunque no cabe duda que muchas ideas del gnosticismo son anteriores a Pablo. Entre los autores católicos, uno de los más inclinados a encontrar huellas gnósticas en los escritos de Pablo, es H. Schlier (cf. H. schlier, Essais sur le Nouveau Testament [París 1968] p. 115-131). 153 Esto no obsta para que también los Apóstoles se puedan considerar como fundamento (cf. Efe_2:20; Rev_21:14); pues, en realidad, Cristo no llega a ser fundamento hasta que es aceptado como tal, y esto sucede gracias a los que colocan el fundamento, que son los Apóstoles. Se establece, pues, una relación necesaria y cierta especie de unidad entre el colocador del fundamento y el mismo fundamento. 154 Algunos autores, rechazando toda idea de purgatorio, dicen que el verbo griego ????????? debe traducirse no por sufrir daño, sino por ser privado de premio, con alusión a que su rango en la jerarquía del Reino no será el mismo que el de los aludidos en el v.14. Sin embargo, no vemos motivo para apartarnos del significado corriente de ????????? , que es el de sufrir daño (cf. 2Co_7:9; Flp_3:8; Lev_9:25). 155 Cf. B. Gártner, The Temple And The Community In Qumrán And The New Testamen (London 1965). 156 Estas expresiones, cargadas de ironía, es probable que estén tomadas del lenguaje de los estoicos (cf. Hec_17:18), quienes sostenían que el hombre se bastaba a sí mismo y que los sabios eran verdaderos reyes de la creación, por encima de las contingencias terrenas. 157 Los términos desecho (???????????? ) y estropajo (???????? ) no pueden ser más expresivos. Y más aún si atendemos a que, en bastantes ciudades griegas, eran términos consagrados por el uso para designar aquellos hombres que eran sacrificados a los dioses a fin de conjurar alguna calamidad pública. Se escogía a algún miserable que aceptase voluntariamente hacer de víctima expiatoria, y en compensación le trataban espléndidamente durante algún tiempo; pero a la hora de la inmolación era conducido a la muerte en medio de los insultos del populacho, que derramaba sobre él toda suerte de inmundicias. Inmolada la víctima, que hacía como de hechicero o mago (????????), se consideraban purificadas las maldades y conjurado el azote. Es posible que San Pablo tenga en cuenta esta costumbre cuando usa esos términos. No cabe duda que, en cierto sentido, los apóstoles son víctimas que se sacrifican y mueren por el pueblo. 158 Cf. L. Cerfaux, Jesucristo en San Pablo (Barcelona 1963) p.131-135 Y 211-232. 159 Cf. Gaius, Jnsíit. I 63. 160 El gran principio de los estoicos era: Mihi res, non me rebus submittere conor. 161 La presencia del Espíritu ha de ponerse principalmente en el alma, en la que radican Ja gracia y la caridad; pero secundariamente podemos ponerla también en el cuerpo, que es instrumento del alma en el ejercicio de las virtudes (cf. Rom_8:10-13). Además, tengamos en cuenta que Pablo es semita y, cuando habla de cuerpo, más que pensar en algo contra-distinto del alma o del espíritu, piensa en el hombre todo entero, aunque en su vertiente 0 faceta corporal.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 1: 1Co 6,1-6
Echa en cara a los Corintios haber ido a litigar ante los jueces infieles, en vez de haber acudido al tribunal de los fieles, que algún dia han de juzgar hasta a los ángeles malos.1. ¿Como es posible que se halle uno siquiera entre vosotros que, teniendo alguna diferencia con su hermano, se atreva a llamarle a juicio ante los jueces inicuos o infieles, y no delante de los santos o cristianos?2. ¿No sabéis que los santos han de juzgar este mundo? Pues, si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿no seréis dignos de juzgar de estas menudencias?3. ¿No sabéis que hemos de ser jueces hasta de los angeles malos?, ¿cuanto mas de las cosas mundanas?4. Si tuviereis, pues, pleitos sobre negocios de este mundo, tomad por jueces, antes que a infieles, a los mas infimos de la 1glesia.5. Digolo para confusión vuestra. ¿Es posible que no ha de haber entre vosotros algún hombre inteligente que pueda ser juez entre los hermanos,6. sino que ha de verse que litiga hermano con hermano, y eso en el tribunal de los infieles?Sobre este punto de juicios, por su negligencia en ellos, a los Corintios hablales ya dado el Apóstol un jabon; aquí les da otro por otros pecados sobre la misma materia, esto es, cuanto a los jueces ante quienes litigaban y cuanto a los mismos juicios. Repréndelos de desorden, indica por qué los reprende y aplica el remedio.Dice, pues: ¿así tenéis en tal estima a los vuestros, que os atrevéis a acudir ante un tribunal infiel, a sentenciar vuestros pleitos? que esto quiere decir audet: ¿osa, presume, se atreve "alguno de vosotros si se ofrece algún negocio, es a saber, secular, contra su hermano, a llamarle a juicio delante de gente inicua, o ante un tribunal infiel y no ante los santos", o fieles, que han sido santificados por los sacramentos de la fe?¿Como es posible? pregunta, pues tal juicio y tribunal da pie^ a que de muchas maneras se invierta y trastorne el orden:1) porque así se menoscaba la autoridad de los fieles.2) se mengua su dignidad, al tener que sujetarse a lo que dicte un infiel.3) dase ocasión a esos jueces de despreciar a los fieles, por veHos unos con otros disentir y litigar.4) también se les da ocasión de oprimir y calumniar a los fieles, a quienes no pueden, ver, porque tienen otra fe y otro rito diferente.Por eso el Deuteronomio dice: "tomé de vuestras tribus varones inteligentes y esclarecidos, y mandeles diciendo: oidlos y haced justicia" (I,15); "no podras alzar por rey a hombre de otra nación y que no sea hermano tuyo" (17,15). Pero esto no concuerda, al parecer, conlo que dice San Pedro: "estad, pues, sumisos a toda humana criatura; y esto por respeto a Dios, ya roa al rev, puesto que esta sobre todos; ya a los gobernadores designados por él" (^ P. 2,14); pues toca a la autoridad del principe juzgar a los subditos. Va, por tanto, contra el derecho divino prohibir no sujetarse a su juicio por ser él un juez infiel. Pero a esto se responde que el Apóstol no prohibe que los fieles gobernados por infieles comparezcan a su juicio, en caso de ser llamados; que eso fuera rebelarse contra el sometimiento a los principes debido. No es eso lo que prohibe, mas que los fieles prefierán acudir de voluntad al juicio de los infieles.-"¿Qué, acaso no sabéis que los santos han de juzgar de este mundo?" En contra de lo que hacian, buena razón les señala, fundada en que así se mengua la autoridad de los santos, y primero en la que tienen sobre las cosas mundanas, y segundo sobre las sobremundanas, esto es, sobre los angeles: "¿Qué, no sabéis, por ventura, que hemos también de ser jueces hasta de los angeles malos?".Dice, pues, lo primero: el juicio con los infides es un trastorno del orden, pues los fieles tienen autoridad para juzgar; o "¿no sabéis que los santos han de juzgar a este mundo?", esto es, a los hombres mundanos de este mundo. Y tiene su cumplimiento este juicio de 3 modos:1) por comparación; porque no solo los buenos han de juzgar a los malos, y a Jos mundanos los santos; sino, por escalafon, han de juzgar a los buenos los mejores, y a los peores los malos, según aquello: "los naturales de Ninive se levantarán en el dia del juicio contra esta raza de hombres y la condenaran" (12,41).2) por aprobación de la sentencia del juez, esto es, de Cristo, y propiamente a los justos esta merced singular lea toca, según el Salmo: "el justo se gozara cuando vea el escarmiento" (57,2). De ahí que en los Sapienciales se diga que "a las naciones los santos las juzgaran".3) por intimación de,la sentencia, que sera prerrogativa de los Apostoles, y de otros como ellos que, despreciando las cosas de este mundo, pusieron todo su amor en las del otro; porque el hombre espiritual, como ya se dijo arriba, discierne todas las cosas. De ahí lo de San Mateo: "vosotros que me habéis seguido... os sentaréis sobre doce sillas y juzgaréis a las doce tribus de 1srael" (19,28); y lo del Salmo: "espadas de dos filos en sus manos para hacer escarmiento en las naciones".Entiéndase, con todo, que la intimación de la sentencia no se hara con la voz, sino con el espiritu, en el sentido de que, por cierta iluminación iluminados seran, por los santos superiores, los que les son inferiores, o también los pecadores, para ver con esa luz qué premios les corresponden y qué penas; iluminación parecida a aquella con que los angeles, al presente en este mundo, a los hombres iluminan, o a los del coro inferior los del coro superior.Donde, fundado en lo dicho, para probar el intento, se entabla ya el argumento, al decir: "pues si en vosotros, esto es, por vosotros, ha de ser juzgado el mundo, o los hombres mundanos, ¿no seréis dignos de juzgar de estas menudencias", es a saber, de los negocios seculares?En orden al mismo intento se forma este otro argumento, fundado en la autoridad que tienen sobre los angeles los santos: "¿por ventura no sabéis que hemos también de ser jueces aun de los angeles malos?" Lo de los angeles puede entenderse de los malos angeles, que, por haber sido vencidos por la virtud de los santos, por ellos serán juzgados y condenados. De ahí que el Señor diga: "os he dado potestad de hollar las serpientes y escorpiones, y todo el poder y fuerza con que vence el enemigo" (Lc 10,19; Salmo 90,13).Puede también esto entenderse de los angeles buenos, buena parte de los cuales, en cotejo de Pablo y de otros de su tafia, en cierto modo les serán inferiores. De ahí que no diga: juzgaréis, sino adrede juzgaremos; aunque pueda decirse que, por consecuencia, si los santos juzgarán a los hombres buenos y malos, habra un juicio también de los angeles buenos, cuyo premio accidental se aumentara con el premio otorgado a los santos iluminados por ellos; y asimismo de los angeles malos, cuya pena se aumentara con la de los hombres a los que con arte y mana enganaron.Otro argumento o proposición, como corolario del anterior: "¿cuanto mas de las cosas mundanas?", esto es, seremos a propósito para juzgarlas; pues el que es idoneo para lo mayor, con mas razón para lo menor. De ahí que el Señor a!l siervo, a quien había entregado cinco talentos, uno le entrego después (Mt 25,28).Denunciada la culpa, le aplica luego el remedio, al decir: "si tuviereis, pues, pleitos sobre negocios de este mundo, tomad por jueces, antes que a infieles, a los mas infimos de la 1glesia". Dice, pues: dado que los santos juzgarán de este mundo, si aconteciere entre vosotros tener pleitos, que no debéis tener sobre negocios de este mundo, echad mano para jueces de lo mas despreciable, de gente de ninguna cuenta en la 1giesia, antes que querellaros ante un tribunal infiel; a tenor de lo que dice el Salmista: "que me castigue el justo es un favor; que me reprenda es oleo sobre mi cabeza, que mi cabeza no rechaza; mas no se derrame sobre ella el oleo del pecador" (140,5).En qué sentido hay que entender esto lo explica seguidamente; pues pudiera alguno creer que, tal como suena, los que no importan un bledo, señalarlos con el dedo era lo propio, y no es, para el oficio de juez, como él declara, negando: "digolo para confusión vuestra"; cual si quisiera decir: si lo dije, no lo dije para que se hiciera así; para que os ruborizarais, eso si, con esa santa vergüenza que acarrea gracia y gloria (EccU. 4,25); pues vergonzoso seria, por no tener en la 1glesia gente con sabiduría, constituir para jueces los que no valen dos nueces. De ahí lo que añade en pos: "¿es posible que no ha de haber entre vosotros algún hombre inteligente que pueda ser juez entre los hermanos, sino que ha de verse que litiga hermano con h rmano, y eso en el tribunal de los infieles?" Suponiendo que fuese así, antes que haber hecho eso, deberiáis haber puesto para jueces lo mas ruin, de menos precio que hallar se pueda en la 1glesia, y para suplir la falta de sabios, que no lo hay, como ya se dijo arriba: "porque en El habéis sido enriquecidos con toda suerte de ciencia" (I,5).Otra explicación también puede ser ésta. Como ya había dicho que los santos son aptos para juzgar de los negocios del mundo, por la misma razón quiere mostrar por quiénes han de ejercerse esos juicios, esto es, por los de menos cuenta en la 1glesia; y llama así a los que son duchos en las cosas del mundo, en comparación de los que lo son en las de Dios, que, para entregarse a ellas, se desembarazan de lo temporal, con lo que se hacen acreedores a nuestra estima y respeto; que es lo que añade: "digolo para confusión vuestra", o para reverencia vuestra, según otro texto. De ahí lo que dijeron los Apostoles: "no es justo que nosotros descuidemos la predicación de la palabra de Dios por cuidar de las mesas" (Hch 6,2).Acto continuo torna a lo que ya había reprendido, es a saber, que los Corintios en sus litigios acudian a los infieles, diciendo: "¿es posible que no ha de haber entre vosotros algún hombre inteligente?" en las cosas temporales, a quien llamo despreciable. El resto no es diferente de la otra explicación, que es, con todo, mas ajustada a la letra.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


31 (C) Pleitos entre cristianos (6,1-11). La mención del juicio y de los de fuera le trae a Pablo a la memoria una cuestión que no guarda relación alguna con los problemas se(-)xuales (por el contrario, P. Richardson, NovT 25 [1983] 37-58). 1. los injustos: No jueces co(-)rruptos, sino simplemente no creyentes. La comunidad debiera dar testimonio ante un mundo al servicio de la división poniendo de manifiesto su capacidad de reconciliar a sus propios miembros (véase W. C. van Unnik, «Die Rücksicht auf die Reaktion der NichtChristen ais Motiv in der altchristlichen Paranese», Judentum-Urchristentum-Kirche [Fest. J. Jeremías, ed. W. Eltester, BZNW 20, Berlín 1960] 221-34). 2. Si los elegidos han de par(-)ticipar en el juicio escatológico (Dn 7,22; Sab 3,8; lQpHab 5,4; Jub 24,29; Mt 19,28; 1 Tes 4,16-17), ciertamente son competentes para arbitrar en casos ordinarios. 3. Los ángeles malvados serán juzgados en la parusía (Jds 6; 2 Pe 2,4; cf. 1 Hen 91,15). 4. los que la Iglesia tiene en nada: Debido a su argumentación, Pa(-)blo adopta la perspectiva de aquellos corintios que miraban por encima del hombro a los de(-)más cristianos (® 18 supra). A fortiori despre(-)ciarían a los no creyentes. 5. La presuntuosi(-)dad de los «sabios» y «perfectos» queda patente en toda su crudeza; ¡se confiesan in(-)capaces de un simple juicio! 7. Tras declarar cómo conviene ocuparse de los casos, Pablo pasa a decir que éstos ni siquiera debieran producirse, tenéis pleitos con vuestros propios yoes: Ésta es la incongruencia básica. Tal es la unidad del cuerpo (12,12-27), que el cristiano que entabla demanda a un hermano se la en(-)tabla a sí mismo (Rom 12,5). Las dos pregun(-)tas recuerdan Mt 5,39-42. 9-10. La lista de vi(-)cios de 5,10-11 se amplía con cuatro términos. Si «ladrones» está aquí en el lugar apropiado (v. 7), los «adúlteros» aparecerán en 6,12-20, y «afeminados» y «homosexuales» (véase D. F. Wright, VC 38 [1984] 125-53) tal vez preparen para 11,2-16 (véase S. Wibbing, Die Tugendund Lasterkataloge im NT [BZNW 25, Berlín 1959]). reino de Dios: En este caso una reali(-)dad futura, como en 15,50 y Gál 5,21, pero también puede ser presente (4,20; 15,24; Rom 14,17; 1 Tes 2,12). 11. tales fuisteis algunos de vosotros: Otro indicio de los antecedentes de la comunidad corintia; la lista no es mera repetición de material tradicional, os habéis hecho lavar: Pidieron el bautismo, habéis sido santificados y justificados: Dios los puso apar(-)te en Cristo (1,2) y así los hizo en principio agradables a él. Se menciona a Dios, a Cristo y al Espíritu, pero el pensamiento no es toda(-)vía trinitario.
(Delcor, M., «The Courts of the Church of Corinth and the Courts of Qumran», Paul and Qumran [ed. J. Murphy-O'Connor, Londres 1968] 69-84. Meurer, S., Das Recht im Dienst der Versóhnung und des Friedens [ATANT 63, Zúrich 1972], Vischer, L., Die Auslegungsgeschichte von I Kor. 6:1-11 [BGBE 1, Tubinga 1955].)
32 (D) Promiscuidad sexual (6,12-20). El tema del libertinaje sexual tocado en la lis(-)ta de vicios trae a Pablo de vuelta al tipo de problema abordado en 5,1-8. 12. todo me es lí(-)cito: Lema corintio (véase Hurd, Origin 68), cuya aplicación restringe Pablo, porque no to(-)do edifica la comunidad; algunas cosas la des(-)truyen (Gál 4,9). 13a. manjares... ambas cosas: Un segundo lema corintio encaminado a pro(-)bar que las acciones físicas no tienen valor moral. 13b-14. La respuesta de Pablo se ajus(-)ta a cada elemento del lema. Si nuestros cuer(-)pos han de resucitar, Dios debe conceder im(-)portancia a los actos realizados en y con el cuerpo. Aunque se usa de manera intercam(-)biable con «nosotros» y «vosotros», soma es siempre físico (véase R. H. Gundry, Soma in Biblical Theology [SNTSMS 29, Cambridge 1976]); en su condición de tal es un medio de comunicación (véase B. Byme, CBQ 45 [1983] 608-16). 15. Cristo: Como en 12,12, «Cristo» designa la comunidad cristiana, la presencia física de aquél en el mundo. La entrega a la misión de Cristo queda negada por el uso de otra persona en un coito ocasional. 16. Un pla(-)cer transitorio sin auténtica comunicación niega la unión plena que es la intención del Creador para el acto físico en Gn 2,24. 17. Contraste puramente formal inspirado por «una sola carne» en el v. 16 y que pretende evocar la entrega corintia al Espíritu (18 su(-)pra). 18. huid de la fornicación: Esta es la con(-)clusión de Pablo, pero el apóstol recuerda in(-)mediatamente un tercer lema corintio, todo pecado cometido por el hombre queda fuera del cuerpo: Al negarse al compromiso con la otra persona, pervierte la intención del acto físico más íntimo. 19. vuestro cuerpo: Dado que so(-)ma es sg. y hymón pl., podría haber una refe(-)rencia al cuerpo de Cristo, pero tal posibilidad queda excluida por el contexto; soma es un sg. distributivo (2 Cor 4,10; Rom 8,23). templo del Espíritu Santo: La santidad de la comunidad (3,16-17) se debe reflejar en el comportamien(-)to de cada miembro, no os pertenecéis: Porque están poseídos por el Espíritu y pertenecen a Cristo (3,23). 20. habéis sido comprados: Se trata de la imagen del rescate (1,30) de un es(-)clavo o un prisionero (Gál 5,1). glorificad a Dios: Utilizando el cuerpo sexualmente en el sentido deseado por Él (v. 16), pero también para servir a los demás (Gál 5,13).
(Kempthome, R., «Incest and the Body of Christ: A Study of 1 Cor 6:12-20», NTS 14 [1967-68] 568-74. Miller, J. I., «A Fresh Look at 1 Cor 6:16f.», NTS 27 [1980-81] 125-27. Murphy-OConnor, J., «Corinthian Slogans in 1 Cor 6:12-20», CBQ 40 [1978] 391-96. Romaniuk, K., «Exégése du Nouveau Testament et ponctuation», NovT 23 [1981] 195-209.)

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Los juicios entre creyentes

Entre la casta privilegiada de la sociedad del siglo I, era totalmente aceptable iniciar causas civiles ante un magistrado y un jurado por temas triviales, con el fin de establecer la propia superioridad social y política sobre los demás. Para llegar a una decisión en tales casos, el jurado debía tener en cuenta la posición y el poder de las partes en pugna, y el juez debía hacerlo también al imponer las multas. Además, ciertas personas no podían iniciar acciones legales contra otras; p. ej. un hijo contra su padre, un esclavo contra su amo, un liberto contra su patrón, un ciudadano contra el magistrado, y cualquier persona contra alguien que fuera socialmente superior. Era frecuente que los jueces y los jurados recibieran sobornos de las partes de un juicio. En los tribunales judíos y grecorromanos podía utilizarse la mediación en lugar del litigio. Esta era la opción preferida por algunos, ya que los ciudadanos prominentes temían los efectos negativos de un litigio sobre sus carreras y su posición social. También se engendraban enemistades, ya que aquellos que habían votado en contra del demandado se convertían automáticamente en sus enemigos. Los litigios civiles eran considerados por la elite como una simple extensión de las facciones y las discordias comunes en la vida política.

Pablo, como es característico de él, comienza el tratamiento de este tema con una serie de preguntas que sirven tanto para lograr una respuesta como para enseñar (cf. el cap. 9 donde formula 19 preguntas). 1 A la luz de la forma en que operaban los tribunales locales, no es de extrañarse que Pablo quede atónito ante el hecho de que algunos creyentes en Cristo se atrevan a ir a juicio ante magistrados elegidos anualmente y compatriotas ricos. Estos actuaban como jueces o jurados con gran parcialidad, y también podían ser sobornados. 2 Si los santos han de juzgar al mundo (cf. Dan. 7:22), entonces, seguramente serán competentes para actuar como mediadores en las acciones civiles que Pablo llama pleitos tan pequeños. Las expresiones que utiliza sugieren que sus juicios civiles son un fastidio más que un intento verdadero de arreglar las cosas. 3 Pablo utiliza una vez más una de sus fórmulas argumentativas favoritas, ¿O no sabéis ... ? (cf. v. 2), para señalar que, si los ángeles van a ser juzgados por los santos, seguramente estos últimos podrán resolver estas disputas. 4 Cuando surge un desacuerdo, dice Pablo, a los que para la iglesia son de poca estima, ¿a éstos ponéis para juzgar? Aunque los jueces seculares eran personas de alta posición en la comunidad, en la reunión de los cristianos la posición secular no tiene lugar. Pablo utiliza aquí la misma palabra que en 1:28 en relación con aquellos a quienes la sociedad secular desprecia.

5 Algunos de los que eran sabios (cf. 3:18) podrían cumplir la función de mediadores, que era una forma aceptada de resolver los conflictos en los tribunales seculares. La educación terciaria del siglo I ofrecía capacitación a los alumnos en temas jurídicos y, por lo tanto, habría en la iglesia algunos que fueran jurídicamente competentes para resolver conflictos en forma equitativa. 6 Pablo indica su rechazo por sus acciones con las palabras hermano ... contra hermano, que implica la comunidad de los creyentes, ¡y esto ante los incrédulos! 7 El hecho de que no se pudieran resolver los conflictos cuando un hermano tiene una disputa contra otro creyente en Cristo es una señal de fracaso en la comunidad cristiana. 8 Es mejor sufrir el agravio antes que ir al tribunal. No sólo se lavaban los trapos sucios en público, sino que se imponía una multa a quien perdía el juicio; de allí la acusación: Vosotros hacéis injusticia y defraudáis.

En Rom. 13:1-7, Pablo discute el papel que Dios ha asignado al Estado en los juicios penales, pero no reconocía lugar alguno para los jurados y magistrados elegidos localmente, y que utilizaban las acciones civiles como su arena política. En una sociedad donde prevalecían las convenciones injustas, los cristianos con capacitación en el aspecto jurídico y que actuaban como mediadores resolverían los temas de manera justa.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VI.

1 The Corinthians must not vexe their brethren, in going to law with them: 6 Especially vnder Infidels. 9 The vnrighteous shall not inherite the kingdome of God. 15 Our bodies are the members of Christ, 19 And Temples of the holy Ghost. 16.17 They must not therefore be defiled.
1 Dare any of you, hauing a matter against another, goe to law before the vniust, and not before the Saints?
2 Do ye not know that the Saints shall iudge the world? And if the world shalbe iudged by you, are ye vnworthy to iudge the smallest matters?
3 Know ye not that we shall iudge Angels? How much more things that perteine to this life?
4 If then yee haue iudgements of things perteining to this life, set them to iudge who are least esteemed in the Church.
5 I speake to your shame. Is it so, that there is not a wise man amongst you? no not one that shall bee able to iudge betweene his brethren?
6 But brother goeth to law with brother, & that before the vnbeleeuers?
7 Now therefore, there is vtterly a fault among you, because yee goe to law one with another: Why doe ye not rather take wrong? Why doe yee not rather suffer your selues to be defrauded?
8 Nay, you do wrong and defraud, and that your brethren.
9 Know yee not that the vnrighteous shall not inherite the kingdome of God? Be not deceiued: neither fornicatours, nor idolaters, nor adulterers, nor effeminate, nor abusers of themselues with mankinde,
10 Nor theeues, nor couetous, nor drunkards, nor reuilers, nor extortioners, shall inherit the kingdom of God.
11 And such were some of you: but

[Our price.]

ye are washed, but ye are sanctified, but ye are iustified in the Name of the Lord Iesus, and by the Spirit of our God.
12 All things are lawfull vnto mee, but all things are not [ Or, profitable.] expedient: all things are lawfull for mee, but I will not bee brought vnder the power of any.
13 Meats for the belly, and the belly for meates: but God shall destroy both it and them. Now the body is not for fornication, but for the Lord: and the Lord for the body.
14 And God hath both raised vp the Lord, and will also raise vp vs by his owne power.
15 Know yee not that your bodies are the members of Christ? Shall I then take the members of Christ, and make them the members of an harlot? God forbid.
16 What, know ye not that he which is ioyned to an harlot, is one body? for two (saith he) shalbe one flesh.
17 But hee that is ioyned vnto the Lord, is one spirit.
18 Flee fornication: Euery sinne that a man doeth, is without the body: but he that committeth fornication, sinneth against his owne body.
19 What, know ye not that your body is the Temple of the holy Ghost which is in you, which yee haue of God, and ye are not your owne?
20 For yee are bought with a price: therefore glorifie God in your body, and in your spirit, which are Gods.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Pleitos entre cristianos. Es justamente la baja calidad de la vida comunitaria de los corintios lo que ataca Pablo en este caso. No existe el diálogo ni la caridad. A los «bandos» de que ha hablado antes se añade ahora la desgracia de los pleitos, con el agravante de que los asuntos de familia se exponen y someten ahora a los de fuera.
El Apóstol propone un mandato y un consejo. El mandato es resolver los pleitos dentro de la comunidad, sometiéndolos a árbitros cualificados, capaces de juzgar con sentido y justicia cristiana. Hay que lavar los trapos sucios dentro de casa, viene a decir. El consejo parece más fuerte aún que el mandato. Pablo pide a los demandantes cristianos ante los tribunales civiles ceder los propios derechos por el bien de la paz, que es el triunfo de la caridad sobre la legalidad. Este consejo actualiza el de Jesús en el sermón del monte (cfr. Mat_5:38-40). Es más, Pablo cuestiona el derecho que tienen a sentirse ofendidos por algún robo o delito contra la propiedad, que es lo que parece que estaba en litigio. Los demandantes son probablemente los ricos de la comunidad, los únicos con la capacidad económica y legal de pleitear ante los tribunales del Imperio. Al fin y al cabo, viene a decirles Pablo, ¿no son sus riquezas fruto del despojo a hermanos suyos? Termina este asunto de los pleitos con una llamada de atención a los ricos y poderosos para que se rijan por la justicia del Evangelio: «¿no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios?» (9).
A continuación, Pablo completa la serie de conductas negativas que ya había iniciado en 5,11, aludiendo a los fornicadores, idólatras, adúlteros, etc. Ellos tampoco heredarán el reino de Dios. El motivo lo deja para el final, donde con tres términos de gran contenido teológico describe el milagro acontecido en los creyentes de Corinto. Si antes incurrieron en esos vicios, ahora, por el bautismo en el nombre de Jesús han sido purificados, consagrados y absueltos por la invocación del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios» (11). Estos tres términos aluden a la trasformación existencial ocurrida en el bautismo que debe dar a luz a una persona nueva y santa.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. El Apóstol llama "injustos" a los jueces paganos, no porque ejercieran sus funciones en forma indebida, sino porque no tenían la "justicia" que proviene de Dios por medio de la fe en Jesucristo.

2-3. Los cristianos están tan íntimamente unidos a Cristo resucitado, que participarán también de su condición de Juez universal. Ver Mat_19:28.

12. Pablo trata de corregir una falsa interpretación de la libertad cristiana. Ver Gal_5:13.

13. "Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos": apoyados en este principio, algunos sostenían que la fornicación era una necesidad legítima del cuerpo, como el comer y el beber.

16. Gen_2:24.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Otro hecho escandaloso es que los pleitos entre los cristianos se llevasen fuera del ámbito de la Iglesia, ante tribunales paganos. El consejo que da el Apóstol corresponde, por una parte, a la práctica del judaísmo: las causas propias eran juzgadas por tribunales judíos. Por otra, recomienda vivir la fraternidad y dar buen ejemplo: se pueden arreglar los pleitos sin acudir a los tribunales paganos.

El recuerdo de la dignidad de cristianos (v. 11) pone fin a las amonestaciones: Pablo trae a la memoria de los corintios el hecho del Bautismo, sus efectos y la necesidad de volver a la santidad inicial. «Los seguidores de Cristo han sido llamados por Dios y justificados en el Señor Jesús, no por sus propios méritos, sino por su designio de gracia. El Bautismo y la fe los ha hecho verdaderamente hijos de Dios, participan de la naturaleza divina y son, por tanto, realmente santos. Por eso deben, con la gracia de Dios, conservar y llevar a plenitud en su vida la santidad que recibieron, (C. Vat. II, Lum. gent. 40).


Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— tribunal no cristiano: Lit. a un tribunal de injustos: No hay por qué pensar que Pablo dude por principio de la imparcialidad y rectitud de los tribunales civiles de Corinto. Simplemente entiende el término injusto en el sentido bíblico apuntado en la nota a Rom 1:16, es decir, como sinónimo de quien no ha recibido la salvación mediante la fe. De ahí el juego de palabras paulino entre no creyentes y creyentes, vocablo este último con el que se ha traducido el término griego que lit. significa santo (ver nota a Rom 1:7).

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*5-6 Un sencillo se oye decir marca el comienzo de una nueva sección de la carta, que alcanza hasta 1Co 6:20 y aborda tres comportamientos inadecuados de algunos corintios: la inmoralidad del incestuoso (1Co 5:1-13), el recurso a tribunales civiles (1Co 6:1-11) y la prostitución (1Co 6:12-20).

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[.] Llevamos las riquezas de Dios en (2 Cor 4,7). ¡Cuán lejos está nuestra vida diaria de lo que pretendemos ser! ¿Somos realmente hijos de Dios renacidos por el Espíritu? ¿Qué piensan de ello los miembros de nuestra propia familia?; ¿qué piensan de ello nuestros vecinos del barrio? Pablo no puede más que mostrar la contradicción entre el menosprecio de los creyentes a la falsa de este mundo, su renuncia a los bienes de este mundo, y el hecho de tener luego pleitos entre ellos. ¿Qué hacer? ¿Arreglar sus diferendos como lo indica el Evangelio (Mt 18,15), en la medida en que hay realmente comunidad? ¡Qué hermoso sería seguir el Evangelio al pie de la letra, como está expresado en Mt 5,40!

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 6.2-3 Sab 3.7-8; Cf. Mt 19.28.

[2] 6.9-10 Ef 5.5.

[3] 6.11 El baño de purificación: alusión al bautismo. Cf. Tit 3.5.

[4] 6.11 Hechos justos: Véase Ro 1.17 nota c.

[5] 6.16 Gn 2.24.

[6] 6.20 Dios los ha comprado: 1 Co 7.23; Ap 5.9; véase Ro 3.24 nota m.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

6 En todo este pasaje, Pablo censura a los corintios por llevar sus discordias a los tribunales de los gentiles en lugar de arreglarlas pacíficamente entre sí, y demostrar así el poder de la gracia.

6:1 Los magistrados no cristianos.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

6 En todo este pasaje, Pablo censura a los corintios por llevar sus discordias a los tribunales de los gentiles en lugar de arreglarlas pacíficamente entre sí, y demostrar así el poder de la gracia.

6:1 Los magistrados no cristianos.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

En griego pueblo santo de Dios; también en 1Co 6:2.

Torres Amat (1825)



[7] Ya que os creéis tan aventajados en la virtud. Mat 5, 39; Luc 6, 29; Rom 12, 17; 1 Tes 4, 6.

[15] De mi cuerpo santificado por Cristo, que es nuestra cabeza.

[16] Gen 2, 24; Mat 9, 15; Ef 5, 31.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Mat 18:15-17

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



INJUSTOS: nombre dado a los infieles para poner de relieve el absurdo de pedir justicia a los injustos.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

ante los injustos... Es decir, ante los jueces del mundo.