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«La comida para el vientre y el vientre para la comida». Mas lo uno y lo otro destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. (I Corintios 6, 13) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 6

2. RECURSO A LOS TRIBUNALES PAGANOS (6,1-11).

a) Los cristianos no deben pleitear entre sí (1Co/06/01-06).

1 ¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene una querella contra otro, a llevarla al tribunal de los injustos y no al de los fieles? 2 O ¿es que no sabéis que los fieles han de juzgar al mundo? Y si vosotros habéis de juzgar al mundo, ¿vais a ser incapaces de juzgar causas de mínima importancia? 3 ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles? ¡Con cuánta mayor razón los asuntos de esta vida! 4 Cuando tengáis, pues, pleitos por asuntos de esta vida, poned por jueces a gentes que no cuenten nada en la Iglesia. 5 Para vergüenza vuestra lo digo: ¿Es que entre vosotros no hay ningún sabio que pueda ser juez en un pleito entre hermanos? 6 Y, sin embargo, un hermano pleitea con otro hermano, ¡y esto ante un tribunal de infieles!

Pablo acaba de pronunciar su sentencia sobre una causa espiritual y ha recordado a la comunidad su obligación de atenerse a ella; esto le da ocasión para pasar a tocar un tema también relacionado con los juicios, aunque en un ámbito enteramente distinto. La Iglesia se hizo culpable al olvidar su deber de juzgar, y se ha hecho culpable de lo mismo en otro caso. El mal es doble. Se enredan en discusiones sobre las cosas de cada día y llevan sus querellas a los tribunales paganos. Esto último es algo que al Apóstol le parece increíble. Aunque la comunidad cristiana es muy pequeña en aquella gran urbe, en todos los círculos ciudadanos se ha oído decir que estos hombres se han convertido a una religión muy estricta y que llevan una vida comunitaria, como hermanos y hermanas. La impresión debió ser nefasta cuando trascendió al público -y los juicios son por propia naturaleza públicos- que los «hermanos» llevaban sus querellas a los tribunales, acompañándose a veces de testigos. Podemos rastrear el efecto que esto produjo en el Apóstol. Pero aún había algo más, que ya no podemos rastrear del todo. Pablo vive bajo la impresión del próximo juicio del mundo. En su misión se sabe propiamente mensajero del juez del mundo que está para llegar. Y tiene la idea -que también Jesús confirmó a sus apóstoles- de que las comunidades elegidas podrían tomar parte en este juicio en calidad de jueces. Cuando pregunta: «¿Es que no sabéis que los fieles han de juzgar al mundo?» se deduce que esta orientación escatológica hacia la próxima venida del Señor ocupaba un puesto importante en su predicación. Precisamente nuestra carta lo atestigua en casi todos los temas que en ella se tocan.

A estas querellas terrenales responde el consejo de Jesús en el sermón de la montaña (Mat_5:25). En toda la perícopa se mezclan vivamente los pensamientos y motivaciones, hasta el sarcástico consejo de que deberían poner como jueces en la comunidad a los más ineptos. Incluso estos tales serían capaces de establecer la justicia entre cristianos, entre hermanos. Pero inmediatamente Pablo trata de mitigar la causticidad de la frase. No falta aquí, por supuesto, una discreta indirecta a aquello en lo que se sentían tan fuertes: si están tan llenos de «sabiduría», no les pueden faltar hombres a los que poder acudir como a jueces para resolver sus querellas.

A este propósito pueden hacerse varias reflexiones. En aquel tiempo los jueces no eran, con frecuencia, demasiado objetivos. En el seno de aquella sociedad corrompida los sobornos eran moneda corriente. Los castigos y las normas eran, muchas veces, de una extrema dureza. Algunas comunidades religiosas, como la de los judíos, empleaban su propia y libre legislación. En estas circunstancias no era tan inconcebible el intento de proveer a la comunidad cristiana de su propia legislación judicial 14.

Una vez que el imperio romano abrazó el cristianismo, existió, durante siglos, un tribunal eclesiástico presidido por el obispo, que luego se continuó, durante la edad media, en los tribunales corporativos. Evidentemente, hoy no podemos intentar restablecer dentro de la comunidad cristiana una legislación facultativa de este tipo. No es que sea totalmente imposible que un cristiano de buen criterio pueda hallar una solución razonable en muchas querellas. Pero si tal solución no es aceptada de antemano en la fe por las partes interesadas, de nada puede servir. La fe no impone preceptivamente que un fiel se deje expoliar. Su esencia y su dignidad se fundamentan en la libertad.

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14. Precisamente en Corinto, el procónsul Galión había desestimado una querella de los judíos contra Pablo, porque no quería ser juez en los asuntos internos de los israelitas (Act_18:14 ss). Esta conducta respondía a la costumbre romana, muy especialmente frente a los judíos. Así, también Pilato pretendió evitar la condenación a muerte de Jesús (Joh_18:31).

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b) No deberían siquiera presentar demandas (1Co/06/07-08).

7 En general, ya es un menoscabo para vosotros que tengáis pleitos en vuestra comunidad. ¿No sería mejor sufrir la injusticia? ¿No sería mejor que os dejarais despojar? 8 Pero al contrario: vosotros sois los que perjudicáis y despojáis, y esto a los hermanos.

Con su «ya es un menoscabo» comienza Pablo a dirigir la mirada -por encima de la cuestión concreta que quiere regular- a zonas más elevadas, para contemplar el tema desde una perspectiva más general y más profunda. ¿Es que para los cristianos todas aquellas cosas sobre las que pueden surgir pleitos, pequeñas propiedades, pequeños derechos, un poco de honra, no son realmente demasiado insignificantes, comparadas con la riqueza y la gloria de Dios de la que participan? ¿No deberían temer acaso que al defender sus derechos pueden ser injustos con los demás? La primera frase: ¿No sería mejor sufrir la injusticia?, podría traer a la memoria el recuerdo de Sócrates, pero más aún el espíritu y la letra del sermón de la montaña (cf. Mat_5:20.40). Se trata «ya» de algo más que de establecer la justicia en los asuntos de la tierra; se trata de que se imponga la justicia sobreabundante de Dios, de mostrarnos como hijos del Padre celestial, al menos todos aquellos que, a partir de aquí, se entienden como hermanos.

c) Los cristianos han dejado a sus espaldas los vicios del mundo (1Co/06/09-11).

9 ¿O es que no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni lujuriosos, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homosexuales, 10 ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni calumniadores, ni salteadores heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; pero fuisteis lavados, pero fuisteis consagrados a Dios, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

Con todo sigue existiendo el grave riesgo de dejarse arrastrar por las cosas mundanas y caer en la «injusticia» del mundo. Antes había empleado Pablo la expresión «los injustos» (6,1) para designar a los jueces paganos. Aquí se ve claramente que quiere acentuar el contrasentido de que los «justificados», los cristianos, acudan a estos tales en busca de justicia. Aquel que se atiene a esta injusticia del mundo, pierde el reino de Dios. Es significativo que este concepto central del mensaje de Jesús -que, por otra parte, aparece raras veces en Pablo- nos salga al paso aquí, cuando el Apóstol repite las exigencias morales de Jesús tal como se las había expuesto en su predicación misional.

La enumeración que sigue parece ser un catálogo de confesión de los pecados graves que se daban entre los corintios. Aquellos que se habían convertido gracias a la predicación misional del Apóstol le exponían su vida y él debía explicarles con claridad cuáles eran los vicios que se debían evitar inexcusablemente. Por esta confesión de vida Pablo podía conocer la abyección total de las costumbres de la gran ciudad de Corinto. Los diez vicios aquí enumerados se reparten una vez más entre el sexto y el séptimo mandamiento. Ellos lo saben. Aquí basta con recordárselos discretamente: eso erais algunos de vosotros. Pero no se detiene aquí. Esto es un pasado desaparecido. Con una triple expresión despierta en ellos el recuerdo de su experiencia y de la eficacia del bautismo; se podría casi percibir la fórmula trinitaria del bautismo, cuando cierra este recuerdo bautismal con la mención del nombre del Hijo y del Espíritu Santo y designa a éste como el Espíritu de nuestro Dios.

3. CONCEPTO LAXO DE LA IMPUREZA (6,12-20).

c) El cuerpo es más que el vientre (1Co/06/12-14).

12 «Todo me es permitido»; pero no todo es conveniente. «Todo me es permitido»; pero yo no me dejaré dominar por nada. 13 «La comida para el vientre y el vientre para la comida»; pero Dios destruirá lo uno y lo otro. El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo. 14 Y así como Dios resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder.

LBT/LIMITES: «Todo me es permitido.» Sin transición, pero continuando su primera exhortación de que no se engañen a sí mismos, se refiere ahora Pablo a una frase tópica que desempeñaba en Corinto un papel peligroso. él mismo pudo haber formulado así su doctrina de la libertad en Cristo. Pero así como en 3,21 no se dice solamente: «todo es vuestro», sino que se añade: «pero vosotros de Cristo», también decía a los gálatas: habéis sido llamados a la libertad, pero que vuestra libertad no dé pretexto a la carne (Gal_5:13). En este pasaje se nos expone el sentido de la libertad en Cristo a través de un juego de palabras repetido, que vamos a intentar poner en claro de la mejor manera que nos sea posible. Es ciertamente un profundo enigma que no podamos vivir la libertad sin límites. El hombre tiene sed de libertad y no quiere comprender que deben darse limitaciones. Su hambre de cosas grandes tiende al radicalismo, para acabar experimentando dolorosamente -en una derrota terrible- que el radicalismo de la libertad acaba en esclavitud.

La doctrina de la libertad del Apóstol cayó en Corinto sobre un terreno particularmente abonado. Como griegos, tendían al espiritualismo, que desprecia el cuerpo, pero, al mismo tiempo, estaban acostumbrados a los goces de los sentidos. Algunos habían construido sobre estas contradicciones una teoría armonizante: cuando el goce sexual se convierte en una bagatela, el espíritu no tiene por qué avergonzarse. La comida para el vientre y el vientre para la comida. De manera parecida, se creía poder superar lo sexual.

Esta teoría es falsa, no sólo porque esto no puede ser así, sino porque en el ámbito de lo sexual la realidad es distinta. Bajo cierta perspectiva, tanto las funciones nutritivas como las sexuales pueden ser calificadas de procesos o necesidades corporales. Ahora bien, ya la misma nutrición significa para el hombre algo más que la mera satisfacción de una necesidad, en cuanto que se distingue del simple comer o beber de los animales, impropio del hombre. Y esto es mucho más verdadero respecto de la actividad sexual. Si el hombre no pone en esta última todo su ser personal y humano, quedará mucho más envilecido. Pablo expresa la diferencia entre ambos niveles recurriendo al vocablo «vientre» cuando repite la manera de pensar de aquellas gentes, y hablando de «cuerpo» cuando la contrapone a la intelección cristiana del hombre. El vientre y la comida pueden desaparecer; en todo caso, y según la disposición divina, su actividad actual quedará fuera de curso 15, porque esta vida, que ahora sólo puede ser sustentada con los medios de este mundo, se cambiará en otra.

Pero el cuerpo es cosa distinta ya desde ahora. Cierto que el aparato digestivo sigue formando parte de nuestro cuerpo, pero el cuerpo es algo más que la suma de estas funciones animales. Este cambio de «vientre» a «cuerpo» pone las bases de una justa concepción del uso sexual y contiene, en germen, una entera antropología cristiana. Configura el imprescindible vínculo de unión entre el hombre, que sólo se había entendido como un instinto, y la vocación sobrenatural de la estirpe humana. En el «cuerpo» está compendiada la dignidad y las posibilidades personales del hombre. Se puede incluso afirmar que el cuerpo es la expresión personal del hombre.

Por eso ahora el pensamiento del Apóstol puede remontarse inmediatamente a más altas cimas: el cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor. La pertenencia total al Señor determina profundamente la idea que el Apóstol tiene de sí mismo, y piensa que lo mismo debería ocurrir en cada cristiano. «Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo, pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos» (Rom_14:7).

Una vez más da Pablo un paso sorprendente cuando se atreve, también aquí, a invertir la frase: «...y el Señor para el cuerpo». Basta con que tomemos en serio en nosotros la entrega que el Señor nos hace de su cuerpo en la eucaristía para que veamos confirmada esta reciprocidad y este intercambio corporal. Y si antes tuvo que decirse: «Dios destruirá lo uno y lo otro», ahora debe afirmarse que, del mismo modo que Dios ha resucitado al Señor, también nos resucitará a nosotros, en nuestra corporeidad y con ella, y confirmará de una manera definitivamente válida la común pertenencia que ahora crean los sacramentos. Y por eso, todo abuso del cuerpo no sólo es un pecado contra la llamada original de la fe y un abuso de la fuerza sexual, sino que es además un ataque a los derechos del Señor, como si se tratara de su propio cuerpo. De este modo, se agudiza, en el tema de la castidad, la pertenencia corpórea, universal y total a Cristo.

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15. De suyo, la expresión empleada aquí por Pablo, y frecuentemente dentro de contextos escatológicos, no puede ser traducida, en general, por «aniquilar». Sería mejor decir que los valores de que en cada caso se trata quedan sin eficacia, sin contenido, sin importancia ni relieve.

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b) La impureza de los bautizados, vergüenza de Cristo (1Co/06/15-17).

15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Voy entonces a arrancar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una meretriz? ¡Ni pensarlo! 16 ¿O es que no sabéis que el que se junta con la meretriz se hace con ella un solo cuerpo? «Porque serán -dice- los dos una sola carne» (Gen_2:24). 17 Pero el que se junta con el Señor se hace con él un solo espíritu.

El Apóstol comienza a dar ahora más detalles sobre el género de lujuria practicado de tan fatal manera por algunos corintios; se trata de la prostitución. Debe advertirse, a este respecto, que entre los antiguos griegos prevalecía como algo evidente el orden legal del matrimonio monógamo, y que la mujer casada era fundamentalmente la administradora de la casa y la madre de los hijos legítimos. Pero no se le concedía el rango de persona hasta el punto de que la convivencia con ella fuera ya totalmente suficiente para el hombre. Lo que faltaba o se echaba de menos en el matrimonio, se satisfacía con mujeres de vida libre o heteras, si no ya en contactos homosexuales. Aquí Pablo habla únicamente de las relaciones con prostitutas.

La pertenencia a Cristo de que se ha hablado antes se aplica ahora de un modo más concreto: nuestros cuerpos son miembros de Cristo. Los que se unen a una prostituta hacen que los miembros de Cristo sean miembros de una meretriz. De una forma súbita y escalofriante se contraponen ahora la prostituta y Cristo. No hay aquí ningún recurso a lo neutral, no hay tierra de nadie. Pablo no considera aquí el caso de la realización legítima del matrimonio, en el que la unión corporal de los esposos no equivale a un separarse de Cristo, sino en el que, por el contrario, la entrega recíproca puede ser también, y debe ser, al mismo tiempo, una entrega a Cristo.

Todavía no había llegado el tiempo oportuno para esta visión personal de la sexualidad, pero venía siendo preparada por el hecho de que Pablo la vincula tan estrechamente a Cristo. Que la unión sexual es algo que en ningún caso puede ser considerado como una cuestión que afecta sólo a cada individuo lo deducía Pablo también del (segundo) relato de la creación. Indudablemente, en este relato «ambos», hombre y mujer, son considerados como esposos, pero lo reprensible es que hayan podido ser arrastrados a un momentáneo abuso de placer en un acto que expresa la más íntima unión de vidas de aquellos que, como esposo y esposa, mantienen una relación mutua entre sí y para sí absolutamente libre de reservas. Cuando un hombre se une a una prostituta también se hacen ambos uno, pero en un nivel en que la «carne» no se toma ya en el sentido paleobíblico, como significando todo el ser humano, sino en el sentido estricto de corrupción que tiene normalmente en Pablo. A este concepto se opone radicalmente el ser un solo espíritu con el Señor. No es que Pablo entienda el ser uno de los creyentes con Cristo sólo de una manera espiritual. Acaba de decir que nuestros cuerpos son miembros de Cristo; pero en contraposición a la carnalidad de la sola carne, en la que el hombre niega su dignidad y se entrega a la impureza, el recto uso del cuerpo es espiritual, ya que está guiado por el espíritu. Un espíritu y un cuerpo son, por tanto, la misma cosa (cf. Eph_4:4). Lo que allí se aplica a todos los bautizados puede referirse, por consiguiente, a las relaciones de cada uno de los cristianos con Cristo. Ambas unidades se condicionan y se incluyen mutuamente. Si no existiera esta unidad de cada uno con Cristo, tampoco podrían los muchos ser uno. Y si los muchos no son uno, tampoco entonces podría cada uno estar tan totalmente unido a Cristo.

c) El cuerpo de los bautizados, templo del Espíritu Santo (1Co/06/18-20).

18 Huid de la fornicación. Los demás pecados que el hombre comete, quedan fuera del cuerpo; pero el que comete fornicación peca contra su propio cuerpo. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, y que lo tenéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis a vosotros mismos? 20 Porque habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo.

En forma conminatoria, sintetiza Pablo el resultado de su anterior argumentación en una breve frase: «¡Huid de la fornicación!» Y añade inmediatamente una segunda razón. ¿Afirma con ella que los demás pecados están fuera del cuerpo? Porque la embriaguez o el suicidio ocurren también en el cuerpo. Sin embargo, todo el mundo comprende lo que Pablo quiere decir. La lujuria no sólo ocurre en el cuerpo, sino con el cuerpo. La razón profunda de considerar que, frente a los demás pecados, la lujuria es más corporal o carnal no radica en el cuerpo como cuerpo, sino en que en la lujuria o en las acciones sexuales el cuerpo y el espíritu, el cuerpo y la persona, el cuerpo y el yo mismo pueden separarse y diferenciarse menos que en las demás actividades humanas. Guste o no, este hecho innegable y singular permanece. Se afirma y se manifiesta de diversos modos, por ejemplo a través del fenómeno del pudor. El hombre no querrá acaso admitir este hecho como verdadero, pero tendrá que vivir la experiencia de cuán hondamente marcan su persona, en un sentido o en otro, las actividades sexuales. En el burdel no compra sólo el cuerpo de una mujer que se vende; se vende a sí mismo. Aunque no se trate de dinero, cuando se trata de masturbación, tampoco puede evitar este debilitamiento, que tal vez puede llegar a sepultar su propia estima. Puede decirse tranquilamente: ningún pecado queda menos reducido a la carne que el pecado carnal. Los grandes conocedores del espíritu humano han visto siempre que los pecados de la carne debilitan las más altas cualidades humanas, y allí precisamente con mayor virulencia donde el hombre no quiere admitir esta verdad. En todo caso, Pablo intenta combatir la falsa concepción del cuerpo de los griegos de Corinto y poner las cosas en su justo sitio. No a todos puede iluminar y convencer por igual la explicación precedente, ni para todos puede ser suficientemente admisible la argumentación bíblica «un cuerpo»... «un espíritu». Pero la imagen que trae al final debe ser clara y acuciante para todos: el cuerpo del bautizado es un templo del Espíritu Santo.

Una vez más aplica Pablo a cada fiel lo que antes había dicho de toda la comunidad (Eph_3:16). Los templos eran en Corinto inviolables. Estaban fuera del ámbito y del uso profano. Todo cuanto a ellos pertenecía, pertenecía a la divinidad y era, por consiguiente, santo y sagrado como ésta misma. Que Pablo refiera aquí la inhabitación de la divinidad al Espíritu Santo -son muy pocos los pasajes en los que se añade al Espíritu el calificativo expreso de «Santo», por ejemplo en 2Cor 13,13- no significa limitación de ninguna clase, como si fuera únicamente la tercera Persona la que inhabita. Esto sería un modo inadmisible y falso de entender la trinidad de personas en Dios. Dado que el Espíritu es la comunicación de Dios en persona, a él le compete, como peculiaridad especial, la inhabitación. Donde está el Espíritu está Dios. Los corintios saben, por su propia experiencia del Espíritu, que tienen realmente este Espíritu. Más tarde se volverá a insistir sobre el tema (especialmente en los capítulos 12-14). Esta misma experiencia testifica la carta a los Romanos: «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos dio» (Rom_5:5). Como templos, los bautizados pertenecen enteramente -también en cuanto al cuerpo- al Dios a quien están consagrados. Pertenecen a Dios, no a sí mismos. No pueden, por tanto, disponer de sí mismos, de su cuerpo, por propia voluntad. A partir de aquí se desarrolla un último pensamiento. No han pasado a ser propiedad especial de Dios por poco más o menos. Dios pagó por ellos un alto precio. Pablo está pensando, al escribir esto, que Dios ha entregado a su propio Hijo por nosotros y que éste se ha entregado por nosotros como precio de nuestra liberación mediante su muerte en cruz (cf. 1Pe_1:18 s). Los corintios veían con frecuencia en su entorno suficientes experiencias en este sentido. Los esclavos quedaban libres si se depositaba en su favor la suma del rescate en el templo de una divinidad determinada. Es, pues, probable que el recuerdo del templo del versículo precedente haya influido en esta idea. Si saben esto, deben sentirse obligados a pertenecer real, voluntaria y agradecidamente a aquel que les hizo libres. Le alabarán y ensalzarán, pero no con solas palabras, sino con su existencia toda, también con su cuerpo, porque la liberación se ha realizado y es eficaz de una manera que incluye también lo corpóreo. El capítulo concluye, pues, con el ritornello «cuerpo», que constituía en realidad el punto clave de toda la línea del pensamiento.

El cuerpo toma parte en todo cuanto constituye nuestra vida, en nuestras acciones litúrgicas, en la santificación a través de los sacramentos. Puede glorificar a Dios, tanto en el trabajo como en el descanso, en el sueño o en el esparcimiento, en el uso de todas sus fuerzas y posibilidades. Por otra parte, no hay fuerza ni posibilidad alguna que pueda apartar al hombre de esta obligación. En el hecho de haber sido comprado y estar libre, y en la correspondiente posibilidad de glorificar a Dios, se contiene ya implícitamente la idea expuesta en el versículo 12, pero que allí no fue explícitamente desarrollada: el gran peligro de que precisamente en este ámbito el hombre sea dominado por sus pasiones y, con ello, también del riesgo de que, debido concretamente al hecho de haber perdido este dominio o habérsele hecho muy difícil, se deje engañar por teorías que intentan encubrir este penoso vacío.

Mientras dentro del mundo griego era inevitable el movimiento pendular que pasaba desde una sensualidad sin freno a una radical animosidad contra el cuerpo, el cristianismo, en su dogma de la creación y redención, tiene el fundamento inconmovible de una justa valoración del cuerpo, que ni lo diviniza ni lo menosprecia.

Merece señalarse cómo todo el pasaje alude a la santísima Trinidad. Pablo se mantiene muy alejado del intento superficial, necio y petulante, de pretender moverse sobre la línea: la comida para el vientre y el vientre para la comida. El Apóstol ha mostrado otra secuencia: nuestro cuerpo pertenece a Cristo, del mismo modo que los miembros pertenecen a un cuerpo; el Espíritu Santo habita en él, como la divinidad habita en su templo, y, por tanto, el mismo «Dios» habita en nosotros y puede y debe ser glorificado a través de todas las cosas.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Los pleitos ante tribunales paganos, 6:1-11.
1 ¿Y osa alguno de vosotros que tiene un litigio con otro acudir en juicio ante los injustos, y no ante los santos? 2 ¿Acaso no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si habéis de juzgar al mundo, ¿seréis incapaces de juzgar esas otras causas más pequeñas? 3 ¿No sabéis que hemos de juzgar aun a los ángeles? Pues mucho más las naderías de esta vida. 4 Guando tengáis diferencias sobre estas monadas de la vida, poned por jueces a los más despreciables de la iglesia. 5 Para vuestra confusión os hablo de este modo. ¿No hay entre vosotros ningún prudente, capaz de ser juez entre hermanos? 6 En vez de esto, ¿pleitea el hermano con el hermano, y esto ante los infieles? 7 Ya es una mengua que tengáis pleitos unos con otros. ¿Por qué no preferís sufrir la injusticia? ¿Por qué no el ser despojados? 8 Y en vez de esto sois vosotros los que hacéis injusticias y cometéis fraudes, y esto con hermanos. 9 ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los ebrios, ni los maldicientes, ni los rapaces poseerán el reino de Dios. 11 Y algunos esto erais, pero habéis sido lavados; habéis sido santificados; habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.

Alude aquí San Pablo a un nuevo abuso que se daba entre los cristianos de Corinto: el andar en pleitos entre sí y llevar sus causas a los tribunales ordinarios, en vez de resolverlas dentro de casa. Esto último era lo que solían hacer los judíos de la diáspora, que incluso tenían tribunales propios, siendo en esto muy tolerante la ley romana. No hay duda que con ello evitaban, al menos en gran parte, el que trascendieran sus cosas fuera. Algo parecido quería San Pablo que se hiciese también entre los cristianos. Además es lógico que los paganos no siempre pudieron juzgar con equidad las diferencias surgidas entre los cristianos, porque las relaciones entre éstos deben ser regidas por principios superiores que se les escapan a ellos.
Primeramente afirma el hecho, y lo hace en forma interrogativa, como admirándose de que así rebajen su dignidad de cristianos (v.1). El que el Apóstol llame injustos (?????? ) a los gentiles no quiere decir que todos los tribunales paganos fuesen malos o injustos, pues en otras ocasiones el mismo Apóstol muestra su confianza en la ley romana (cf. Rom_13:3; Hec_25:11); tampoco el que llame santos (????? ) a los cristianos quiere decir que lo fuesen todos en el sentido que hoy damos a esta palabra (cf. v.8). Esas expresiones: injustos., santos, tienen sentido más bien colectivo, en cuanto que el cristiano pertenece a un pueblo santo y goza por ello de cierta santidad objetiva, que está pidiendo la de cada uno (cf. 1:2; Rom_1:7; Efe_1:15), mientras que el gentil pertenece a un pueblo todavía en tinieblas, privado de la justicia o gracia divina (cf. v.11; Rom_1:18; Rom_3:26; Flp_3:9; Col_1:13). Hay, pues, una especie de contradicción y el Apóstol se goza en este como juego de palabras en que los cristianos o justos vayan a pedir justicia a los gentiles o injustos.
Para reforzar su argumentación, el Apóstol recuerda a los Corintios que los cristianos serán jueces del mundo, sin que de este juicio queden excluidos ni siquiera los ángeles. ¿Cómo, pues, rebajar su dignidad de esa manera, yendo a pedir justicia a los tribunales de los infieles? (v.2-3). Evidentemente el término mundo no tiene aquí sentido peyorativo, sino que indica simplemente todo el conjunto creado; también el término ángeles parece ser general, incluyendo no sólo los ángeles malos, sino también los buenos. Ya Jesucristo, a quien fue dado todo poder de juzgar (cf. Jua_5:22-27), había dicho esto denlos apóstoles (cf. Mat_19:28; Luc_22:30); ahora San Pablo lo afirma de todos los cristianos, en cuanto incorporados a Cristo y partícipes de su misma vida y prerrogativas (cf. Rom_6:6; Gal_2:20; Efe_2:5-6; Rev_20:4; 2Pe_2:4),
A vista de todo esto, les dice el Apóstol con ironía: antes que llevar vuestras querellas a los tribunales de los infieles, poned por jueces a los más ruines de la comunidad (v.4). ¿Es que no tenéis entre vosotros, les dice ya en serio, ninguno con la debida prudencia para poder ser juez entre hermanos? (v.5-6). Y aún sería mejor, añade, que no tuvierais pleitos, cediendo cada uno de sus derechos a favor del hermano (v.7-8; cf. Mat_5:39-41).
Estas injusticias y discordias entre los fieles de Corinto dan ocasión al Apóstol para presentar una lista de pecados, que dice excluyen del reino de Dios, y que, a juzgar por la manera como se expresa (¿no sabéis.?; no os engañéis.), parece debían ser bastante frecuentes en la comunidad (v.9-10). Semejantes listas encontramos también en otros lugares (cf. Rom_1:26-31; Gal_5:19-21; 1Ti_1:9-10). La expresión reino de Dios se refiere a su etapa final o escatológica; pues, aunque todos los cristianos pertenecen al reino de Dios y tienen derecho a la herencia prometida a los hijos de Dios (cf. Rom_8:17; Gal_4:7; Efe_1:11), pueden, de hecho, ser desheredados a causa de sus pecados (cf. Gal_5:21; Efe_5:5; Rev_21:8).
Termina el Apóstol haciendo resaltar la grandeza a que nos eleva el bautismo (v.11). Ninguna consideración mejor para mover a los corintios a que no se dejen dominar de nuevo por los vicios de su anterior vida de paganos. Los tres verbos: habéis sido lavados., santificados., justificados, no son sino expresiones de la misma idea de justificación cristiana recibida en el bautismo, mirada bajo diversos aspectos (cf. Tit_3:5; Efe_2:5; Rom_3:26). Al mencionar, junto a Jesucristo, también al Espíritu y al Padre (Dios), es probable que San Pablo esté aludiendo a la fórmula trinitaria del bautismo (cf. Mat_28:19).

El pecado de fornicación,Mat_6:12-20.
12 Todo me es lícito, pero no todo conviene. Todo me es lícito, pero yo no me dejaré dominar de nada 13 Los manjares para el vientre y el vientre para los manjares; pero Dios destruirá el uno y los otros. El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo; 14 y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder, 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy a tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una meretriz? ¡No lo quiera Dios! 16 ¿No sabéis que quién se allega a una meretriz se hace un cuerpo con ella? Porque serán dos, dice, en una carne. 17 Pero el que se allega al Señor se hace un espíritu con El. 18 Huid la fornicación. Cualquier pecado que cometa un hombre, fuera de su cuerpo queda; pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que, por tanto, no os pertenecéis? 20 Habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo.

Aunque ya se aludió antes al pecado de fornicación, enumerándolo entre los que excluyen del reino de Dios (cf. v.9), el Apóstol insiste ahora en él de una manera especial, dado que entre los gentiles la fornicación era considerada generalmente como algo indiferente y lícito (cf. Hec_15:29), y no era fácil a los recién convertidos despojarse de esa vieja mentalidad. Tres son las afirmaciones fundamentales del Apóstol: la fornicación no es cosa indiferente (v.12-14), es un ultraje a Cristo (v.15-17), es un ultraje al Espíritu Santo (? . 18-20). Imposible razonar con más profundidad y elevación. Todo era necesario para imponer una moral totalmente ignorada en el paganismo.
La exposición comienza con una especie de diálogo, recogiendo frases que parece usaban los mismos corintios: todo me es lícito.; los manjares para el vientre., y que luego apostilla el Apóstol: pero no todo.; pero Dios destruirá. (v.12-15). No sabemos si esa frase todo me es lícito (v.12; cf. 10:23) 1a tomaban los corintios del mismo Pablo, con referencia a las prescripciones mosaicas (cf. Rom_6:15; Rom_14:20; Gal_2:14), y cuyo sentido ampliaban a su favor, o era una frase que tenía origen en ellos mismos, igual que la siguiente: los manjares para el vientre y el vientre para los manjares (v.13). Mas sea de eso lo que sea, lo que sí parece claro es que algunos de los fieles de Corinto seguían teniendo la fornicación por algo moralmente indiferente, considerándola como una satisfacción legítima del cuerpo, lo mismo que el comer y el beber. Es probable que esto no sucediese sólo entre los corintios (cf. Gal_5:13).
La réplica de Pablo es tajante. A lo de todo me es lícito responde que a condición de que sea conveniente al bien total del hombre, sin lesionar el derecho de nadie (v.12); cosa que no sucede con la fornicación, como luego expondrá ampliamente (v. 15-20). Y aún añade (v.12) otra razón, la de que el hombre fornicario se convierte en esclavo de la carne, y la esclavitud no es ningún ideal. Hay aquí indudablemente una alusión, con su parte de ironía, a esa superioridad y autosuficiencia de que se gloriaban los corintios (cf. 4:8), como diciéndoles: vosotros, tan sabios, por encima de las contingencias terrenas., y ahora resulta que os dejáis dominar de las cosas 160. Gran habilidad la de San Pablo, combatiendo al adversario con sus propias armas. En cuanto a eso de que los manjares para el vientre y el vientre para los manjares, niega que sea el mismo caso que el de cuerpo y fornicación; pues vientre y manjares están llamados a perecer, de que no tendremos necesidad en la vida futura (v.13), mientras que el cuerpo como tal permanecerá para siempre y está destinado a fines más altos que la nutrición o generación, perteneciendo a Cristo, a quien hemos sido incorporados en el bautismo (v.13; cf. Rom_6:3-5), Y habiendo de resucitar glorioso a su debido tiempo como parte integrante de nuestra personalidad (v.14; cf. 15:52; Rom_8:11; Flp_3:21). En virtud de este valor imperecedero y eterno del cuerpo, Pablo condena la fornicación.
Sigue ahora, más en detalle, la explicación de esa nuestra pertenencia a Cristo, con lo que se pone más aún de manifiesto la monstruosidad que en sí mismo incluye el pecado de fornicación. Cometemos, dice el Apóstol, un grave ultraje a Cristo, del que somos miembros, cuyos derechos sobre nosotros violamos al prostituirnos a una meretriz, formando un cuerpo con ella los que formábamos un espíritu con Cristo (v.15-17). La cita (v.16) de Gen_2:24 tiene como punto de mira la unión matrimonial (cf. Efe_5:31), aunque San Pablo la emplea aquí para designar la unión fuera del matrimonio, dado que la base fisiológica es la misma. E! que diga que formamos un espíritu con Cristo (v.17), no excluye lo de que formamos un cuerpo con El; si habla de espíritu es para hacer resaltar que no se trata de una unión en el plano natural y desordenado, como la del fornicario con la prostituta, sino de una unión en el plano sobrenatural y divino, que se realiza principalmente en el espíritu, aunque con derivaciones también en el cuerpo, que sirve de instrumento al espíritu. La frase huid la fornicación (v.18) es probable que pertenezca todavía al pensamiento anterior, y sea como la conclusión.
Da, por fin, San Pablo un último argumento: el de que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo161, y con la fornicación profanamos ese templo (v. 18-20). No es clara la frase de que cualquier pecado que cometa el hombre, a excepción del de fornicación, queda fuera de su cuerpo (v.18), pues hay otros pecados, como, la embriaguez o el suicidio, de los que parece que podría decirse lo mismo que del de fornicación. Quizás el Apóstol hable así, tratando de dar a entender que con la fornicación se peca de modo especial contra el propio cuerpo, en cuanto que entregamos a una meretriz lo que es pertenencia de Cristo (cf. v.15).
La expresión final habéis sido comprados a precio (v.20; cf. 7:23; Efe_1:7; 1Ti_2:6; Tit_2:14; Heb_9:12; 1Pe_1:19) es emocionante. No nos pertenecemos, incluso en el cuerpo, llamado también a un destino eterno. Gran dignidad la del cuerpo cristiano, al que San Pablo coloca en la misma línea de redención y elevación que todo el hombre; y decisivo golpe al falso esplritualismo griego, que rechazaba el concepto mismo de resurrección (cf. 15:12; Hch_17:32; 23:8).

146 Cf. Eusebio, Híst. ecí. 2:25: MG 20:209. 147 Parece ser que mediante los términos ????? (filósofo griego), ?????????? (escriba abio judío) y ????????? (sofista), Pablo trata de incluir toda clase de sabios humanos. 148 Parece ser un hecho que la gran mayoría de los primitivos cristianos, no sólo en Corinto, pertenecían a las clases humildes de la sociedad. Sabemos que los gentiles echaban en cara a la Iglesia el estar formada por gentes de baja condición social (cf. Tácito, Ann. 15:44; San Justino, Apol. II 9; Orígenes, Contra Celsum II 79). Por lo demás, ello está muy conforme con lo que había predicho Isaías (cf. Isa_61:1) y había enseñado Jesucristo (cf. Mat_5:3-10; Mat_11:5; Luc_4:17)· 149 Discuten los autores si bajo el título Señor piensa San Pablo en Cristo o en el Padre. Algunos, como Cerfaux, creen que alude a Cristo, que es a quien los apóstoles atribuyen ordinariamente tal nombre (cf. Hec_2:36; Hec_11:20-23; 1Co_8:6); sin embargo, dado el contexto (cf. y.30), más bien creemos, con la mayoría de los autores (Cornely, Alio, Leal), que está refiriéndose al Padre. Claro que tampoco se excluye la gloria de Cristo, pues el Apóstol ha insistido en que todos los bienes los tenemos en Cristo. Por lo demás, la equivalencia Cristo-Yahvé es frecuente en el modo de hablar de los apóstoles (cf. Hec_2:21; Rom_10:13). 150 Nótese la expresión testimonio de Dios) (v.1), con que el Apóstol designa el mensaje evangélico. En realidad, el Evangelio no es sino un testimonio que nos da Dios, manifestando quién es y qué ha hecho por nosotros. En vez de testimonio de Dios, algunos códices tienen misterio de Dios, lección adoptada por Wescott-Hort y Bover. Sin embargo, parece críticamente más fundada la primera lección. 151 Cf. A. Feuillet, L'énigme de ? Cor 2:9: Rev. Bibl. 70 (1963) 52-74- Hay autores, como Cornely, que suponen que con esta cita (v.p) Pablo está refiriéndose a la futura gloria del cielo; sin embargo, más bien parece que directamente está aludiendo al plan divino de salud, aunque sin excluir de su perspectiva la gloria celeste, a la que ese plan conduce. 152 No cabe duda que en este pasaje de Pablo (v.6-16), al menos en la terminología hay sorprendente parecido con los gnósticos, tal como los conocemos sobre todo por Ireneo y Tertuliano e Hipólito. Para los gnósticos, hay tres clases de hombres: pneumáticos, psíquicos y terrestres, según el elemento que predomine en ellos. En los pneumáticos o espirituales ( = gnósticos) predomina el elemento divino; en los psíquicos (= cristianos ordinarios) hay equilibrio entre los elementos bueno y malo, y en los terrestres (= gentiles y judíos) predomínala materia y, por tanto, el vicio. ¿Habrá influencia gnóstica en el lenguaje y modo de razonar de Pablo? La respuesta resulta compleja, pues el gnosticismo que conocemos no se desarrolló plenamente hasta bien entrado ya el siglo n, y es posible que haya influjo de los escritos de Pablo; aunque no cabe duda que muchas ideas del gnosticismo son anteriores a Pablo. Entre los autores católicos, uno de los más inclinados a encontrar huellas gnósticas en los escritos de Pablo, es H. Schlier (cf. H. schlier, Essais sur le Nouveau Testament [París 1968] p. 115-131). 153 Esto no obsta para que también los Apóstoles se puedan considerar como fundamento (cf. Efe_2:20; Rev_21:14); pues, en realidad, Cristo no llega a ser fundamento hasta que es aceptado como tal, y esto sucede gracias a los que colocan el fundamento, que son los Apóstoles. Se establece, pues, una relación necesaria y cierta especie de unidad entre el colocador del fundamento y el mismo fundamento. 154 Algunos autores, rechazando toda idea de purgatorio, dicen que el verbo griego ????????? debe traducirse no por sufrir daño, sino por ser privado de premio, con alusión a que su rango en la jerarquía del Reino no será el mismo que el de los aludidos en el v.14. Sin embargo, no vemos motivo para apartarnos del significado corriente de ????????? , que es el de sufrir daño (cf. 2Co_7:9; Flp_3:8; Lev_9:25). 155 Cf. B. Gártner, The Temple And The Community In Qumrán And The New Testamen (London 1965). 156 Estas expresiones, cargadas de ironía, es probable que estén tomadas del lenguaje de los estoicos (cf. Hec_17:18), quienes sostenían que el hombre se bastaba a sí mismo y que los sabios eran verdaderos reyes de la creación, por encima de las contingencias terrenas. 157 Los términos desecho (???????????? ) y estropajo (???????? ) no pueden ser más expresivos. Y más aún si atendemos a que, en bastantes ciudades griegas, eran términos consagrados por el uso para designar aquellos hombres que eran sacrificados a los dioses a fin de conjurar alguna calamidad pública. Se escogía a algún miserable que aceptase voluntariamente hacer de víctima expiatoria, y en compensación le trataban espléndidamente durante algún tiempo; pero a la hora de la inmolación era conducido a la muerte en medio de los insultos del populacho, que derramaba sobre él toda suerte de inmundicias. Inmolada la víctima, que hacía como de hechicero o mago (????????), se consideraban purificadas las maldades y conjurado el azote. Es posible que San Pablo tenga en cuenta esta costumbre cuando usa esos términos. No cabe duda que, en cierto sentido, los apóstoles son víctimas que se sacrifican y mueren por el pueblo. 158 Cf. L. Cerfaux, Jesucristo en San Pablo (Barcelona 1963) p.131-135 Y 211-232. 159 Cf. Gaius, Jnsíit. I 63. 160 El gran principio de los estoicos era: Mihi res, non me rebus submittere conor. 161 La presencia del Espíritu ha de ponerse principalmente en el alma, en la que radican Ja gracia y la caridad; pero secundariamente podemos ponerla también en el cuerpo, que es instrumento del alma en el ejercicio de las virtudes (cf. Rom_8:10-13). Además, tengamos en cuenta que Pablo es semita y, cuando habla de cuerpo, más que pensar en algo contra-distinto del alma o del espíritu, piensa en el hombre todo entero, aunque en su vertiente 0 faceta corporal.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: 1Co 6,13-20
Torna al fornicador a darle una buena carda, y de paso a la fornicación mostrando qué excelencia tiene el cuerpo por ser templo del Espíritu Santo.13. pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; como el Señor para el cuerpo.14. Pues así como Dios resucito al Señor, nos resucitara también a nosotros por su virtud.15. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo: ¿He de abusar yo de los miembros de Cristo, para hacerlos miembros de una prostituta? ¡No lo permita Dios!16. ¿No sabéis que quien se junta con una prostituta se hace un cuerpo con ella? Porque serán los dos una carne.17. Al contrario, quien esta unido con el Señor es con El un mismo espiritu.18. Huid la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa el hombre esta fuera del cuerpo; pero el que fornica contra su cuerpo peca.19. ¿Por ventura no sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo que habita en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que ya no sois de vosotros,20. puesto que fuisteis comprados a gran precio? Glorificad a Dios y llevadle en vuestro cuerpo.En reganadas y reprensiones gasto el Apóstol el capitulo antecedente y parte de éste en lo tocante a los pleitos, que reprendio por tres cabos; ahora vuelve al fornicario, del capitulo anterior, a darle otra buena mano, por la que o las que no dieron, cual debieran, los Corintios negligentes en castigar su pecado: incesto-fornicación, que impugna por 4 graves razónes:a) porque así lo manda Diosb) por la unión del cuerpo a Cristoc) porque el cuerpo se mancha con ese pecadod) por la dignidad de la gracia.Cuanto a lo primero, es de considerar que, en favor de su lascivia, no faltan quienes aleguen que esto así lo manda Dios, porque en la fornicación dasele al cuerpo un uso instituido por Dios; argumento que echa a tierra, diciendo que si Ja vianda dice orden al vientre, y el estomago al manjar; "no así el cuerpo a fornicar, esto es, no esta ordenado a ese vicio, mas para el Señor", es a saber, con ese fin fue creado, de ser y pertenecerle a nuestro Señor Jesucristo; "como el Señor para el cuerpo", quiere decir, que Jesucristo a los hombres les fue dado!para que, según dice a los de Filipos, "los viles cuerpos humanos transforme y haga conforme al suyo resplandeciente de gloria" (3).Pero a esto hay un reparo: que así como Dios ordena que el vientre esté destinado para usar de los manjares, así también ciertos miembros del cuerpo están ordenados por Dios para el uso de engendrar, con los que la fornicación se ejercita y lleva al cabo. Mas hay esta diferencia: que si arriba hablo el Apóstol de un miembro, esto es, del vientre, aquí habla de todo el cuerpo, que, como no esta ordenado para fornicar, así tampoco a comer; mas bien el uso de viandas tiene por motivo al cuerpo, y el cuerpo por causa al alma, de quien recibe la vida a su modo y condición; y porque todas las cosas ordénanse a Dios como a su ultimo fin, por esa misma razón debe el cuerpo estar sujeto y dedicado al Señor.La segunda diferencia es que arriba hablo el Apóstol del uso de los manjares en general sin desorden; la fornicación, en cambio, es uso desordenado de un miembro del deshonesto. Luego ni los mismos miembros tienen por fin fornicar, mas sabiamente ordenolos Dios al uso de engendrar, al que deben servir todos; así también como el vientre no es para la glotoneria y embriaguez, mas para usar de las viandas de modo razónable y conveniente.Pone luego (c)I fin de la antedicha ordenación, al decir: "pues, así como Dios... ", y primero lo que Dios hizo con nuestro Señor, diciendo: "pero Dios al Señor, es a saber, Jesucristo, lo resucito de entre los muertos; y a El pide Cristo mismo: "mas Tu, Señor, apiadate de Mi y resucitame" (Sal 40); y por Dios se entiende el rsdre, el Hijo y el Espíritu Santo. De ahí que Cristo mismo, que es el Hijo de Dios, se haya resucitado, y por su poder se resucito, según aquello: "Yo me acosto y me dormi, pero me levanté, porque el Señor me sostiene" (Sal 3,6); y lo otro: "porque si bien fue crucificado como flaco, según la carne, con todo, vive por la virtud de Dios" (2Co 13,4).Pone, en segundo lugar, lo que hara con nosotros, diciendo que "nos resucitara también a nosotros por su virtud",; por la cual resucito a Cristo, como lo dice a los Romanos: "el que resucito a Jesucristo de entre los muertos dara vida también a vuestros cuerpos mortales". Y conviene advertir que, al hablar arriba de las viandas y el vientre, cosas pertenecientes al uso de la vida animal, dijo que Dios las destruiria; en cambio, al hablar ahora del cuerpo y del Señor, menciona la resurrección, porque, al acabarse la vida animal, la naturaleza del cuerpo pasara a mejor estado. De donde se ve claro que, por ser un estorbo para la futura incorrupción, el cuerpo no ha de usarse para fornicar, según dice a los Galatas: "quien siembra en su carne, de su carne cosechara la corrupcion".-"¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?" Esta es la segunda razón para evitar la fornicación, y esta tomada de la afinidad del cuerpo humano con Cristo, que es de este tenor: los miembros del hombre que fornica son miembros de una meretriz; pero los miembros del hombre son miembros de Cristo; luego, por la fornicación, se hacen los miembros de Cristo miembros de una meretriz, que no es cosa conveniente. Pone primero la mayor, diciendo: "¿No sabéis, por ventura, que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?"; como si dijera: no debéis ignorar esto, porque todos los que habéis sido, regenerados en Cristo os habéis hecho miembros de Cristo, según aquello: "vosotros, pues, sois el cuerpo mistico de Cristo, y miembros unidos a otros miembros" (!Co 12,27); y esto no solo cuanto a las almas que El justifica, sino también cuanto a los cuerpos que resucitara.lo ahí saca la conclusión: "tomando, pues, los miembros de Cristo, esto es, retirandolos sin justo motivo del servicio de Cristo, a quien deben destinarse (Rm 6), ¿he de abusar de esos miembros para hacerlos, con la fornicación, miembros de una prostituta? No lo permita Dios"; que eso fuera un horrendo sacrilegio. Por lo cual dice Malaquias: "contamino Juda la santidad del Señor, amada de El, y contrajo matrimonio con hijas de un dios extrano" (II,1 1).Pone, en tercer lugar, ia menor, diciendo: "¿no sabéis que quien se junta, por la fornicación, con una prostituta se hace un cuerpo con ella" con su inmundo comercio? Y para probarla trae la autoridad del Génesis: "porque serán los dos,; el hombre y \a mujer, una carne", esto es, por él comercio carnal se hacen una carne, y de esta manera los miembros del uno vienen a convertirse en los miembros del otro. Pues éstas son las palabras que dijo a Adan refiriéndose a marido y mujer en el matrimonio, que aquí aplica el Apóstol a la fornicación, ya que ambos actos no difieren especificamente en su naturaleza.Para mejor inteligencia de lo dicho, hay que advertir, como dice di Filosofo, que en el varón esta el principio activo de la generación, y en la hembra el pasivo. Y así como en la planta, cuya vida ordénase principalmente a la generación, siempre hay un cuerpo, que lleva consigo dos principios; así, por el contrario, en los animales, destinados a mas nobles acciones en orden a la vida, no siempre hay un cuerpo que junte los dos principios, sino de dos cuerpos hacese uno en el acto generativo; lo cual no se refiere exclusivamente al hombre, porque, como se dira mas adelante, "el marido no es dueno de su cuerpo, sino que lo es la mujer" (1Co 6!,4).Prueba luego la menor, diciendo: "al contrario, quien esta unido con el Señor, es a saber, por la fe y caridad, es con El un mismo espiritu" porque se le une con unión espiritual, no carnal. De ahí que diga en Romanos 8: "quien no tiene el Espíritu de Cristo no es de los suyos"r y San Juan: "para que sean una cosa en nosotros, así como nosotros somos uno" (17) en unidad espiritual; y porque el cuerpo esta al servicio del espiritu, siguese que también nuestros cuerpos sean miembros de Aquel a quien por el Espíritu estamos unidos, no ciertamente de modo carnal, sino espiritual. De las dos premisas puede forjarse este razónamiento, es a saber, puesto que nuestro cuerpo no es para la fornicación, mas para el Señor, de modo que nuestros miembros hacense miembros de Cristo, no los hagamos, por la fornicación, miembros de una prostituta.La tercera razón para evitar la fornicación, porque el cuerpo se mancha, es la que pone, al decir: "huid la fornicacion". Donde es de advertir que los otros vicios se vencen oponiéndoles resistencia, pues cuanto mas menudamente se considerán y estudian, tanto menos motivo se halla para deleitarse, y si mas para angustiarse en ellos; no así el vicio de la fornicación: no se le vence haciéndole frente, pues cuanto mas uno se entretiene haciendo menuda disección, tanto mas se abrasa con pensar en él; mas se le vence huyendo, esto es, atajando de golpe, cortando de raiz los pensamientos inmundos, y no poniéndose en la ocasión por ningun caso. "Huid de la tierra del norte, dice el Señor" (Zc.)Y da la razón de ;lo antedicho, diciendo: "cualquier otro pecado que cometa el hombre esta fuera del cuerpo... "; para cuya cabal inteligencia es de saber que algunos pecados no quedan consumados con el deleite carnal, sino solo espiritual, y por eso se llaman vicios espirituales, como la soberbia, la avaricia, la acedia; mas la fornicación esta en todo su punto y perfección mayormente en la carnal delectación; y en este sentido puede entenderse lo que aquí se dice: "cualquier otro pecado que cometa el hombre esta fuera del cuerpo... ", pues tiene su cumplimiento sin que al cuerpo le dé contentamiento; "pero el que fornica contra su cuerpo peca", pues su pecado carnalmente en el cuerpo es consumado.Mas contra esta exposición pudiera objetarse que también el pecado de gula se consuma con deleite corporal; y a esto pudiera responderse que el pecado de gula queda incluido en el de la lujuria, por cuanto dice ordenación a ella, según lo de Efesios: "ni os entreguéis con exceso al vino, fomento de la lujuria" (5,18). Pero mejor se dira que lo que el Apóstol dice no es: "el que fornica" peca con su cuerpo, que viene bien con la primera exposición; sino peca in, contra su cuerpo, corrompiéndolo y ensuciandolo, fuera del uso de la razón. De ahí lo que dice el Apocalipsis: "tienes en Sardis unos pocos sujetos que no han ensuciado sus vestiduras" (3,4), esto es, sus cuerpos; y también: "éstos son los que no se mancillaron con mujeres" (14,4).O, según San Agustín en la Glosa: el que fornica peca contra su cuerpo, porque se alma, con esa mala acción, queda a la carne totalmente sujeta, a tal grado, que pensar otra cosa no le es dado; por lo cual dice el Salmo: "no seáis como el caballo y el mulo sin entendimiento" (31,9). Otra exposición: peca contra su. cuerpo, esto es, contra su mujer, que se llama cuerpo del varón, contra la cual, terrero o blanco, no así se enderezan tan derechamente los otros pecados como et de la fornicación. De ahí lo que dice a los de Tesalonica: "esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación; que sepa cada uno de vosotros usar del propio cuerpo santa y honestamente" (I,4,4), esto es, de su muJer O también puede entenderse, según San Agustín, de la fornicación espiritual, por la cual juntase el alma amorosamente con ei mundo, y apartase de Dios (Sal 72); y entonces el sentido seria éste: "el que fornica, apartandose de Dios por el amor al mundo, peca contra su cuerpo", es a saber, por la concupiscencia corporal.La cuarta razón: por la dignidad de la gracia, es la que pone, al decir: "¿no sabéis, por ventura, que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo... ?"; dignidad que proviene de la gracia del Espíritu Santo y de Ja redención de la sangre de Cristo. Acerca de lo cual propone esa dignidad demuestro cuerpo de parte, primero, de la gracia del Espíritu Santo, diciendo: "¿no sabéis, por ventura, como si quisiese decir, no debéis ignorar, que vuestros miembros corporales son templos del Espíritu Santo, o, como arriba dijo, templos de Dios?".Y da la razón de esto anadiendo: "que habita en vosotros". Llamase el templo casa de Dios, y como el Espíritu Santo es Dios, esta muy puesto en razón que en quienquiera se halle el Espíritu Santo se le llame templo de Dios; y su estancia el Espíritu Santo nacela principalmente en los corazónes humanos, en quienes difundese la caridad o amor de Dios por medio de ese mismo Espíritu (Rm 5). Mas también en los miembros del cuerpo, en cuanto por ellos se ejercitan las obras de caridad, hallase de modo secundario. De ahí lo del Salmo: "mi corazón y mi carne se alborozan por Dios vivo" (83,3). Y porque no parezca que esta dignidad la atribuye a sus méritos, añade: "el cual habéis recibido de Dios, no de vosotros", como dicen Joel y los Hechos: "derramaré mi Espíritu sobre toda carne"; "dio su Espíritu a los que le obedecen" (2; 5).El otro titulo a esta dignidad viénele a nuestros cuerpos de la redención de la sangre de Cristo, por la cual "ya no sois de vosotros", sino de Jesucristo, según1 aquello: "en vida o en muerte, del Señor somos"; "el que esta vivo ya no viva para si" (Rm 14 2Co 5); y la razón es "porque fuisteis comprados a gran precio" y, por consiguiente, sois siervos del que os redimio de la servidumbre del pecado (1Co 7 Salmo 1Co 30). Y el precio de la redención se dice grande, pues no esta sujeto a la corrupción, mas por ser sangre del mismo Dios eterno, eterna virtud tiene, eterno poder y eficacia. De ahí lo que dice San Pedro: "habéis sido rescatados de vuestro vano vivir según la tradición de vuestros padres, no con oro y plata corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha" (1Pe 1,18).Saca, por ultimo, la conclusión: "glorificad a Dios, y llevadle en vuestro cuerpo". Puesto que vuestros miembros son templo de Dios, en vuestro cuerpo no ha de asomar cosa que no se enderece a la gloria de Dios, que esto es glorificarle en él, según el Salmo: "y en su templo todo dice: gloria" (28;Ex 40). Y ya que no sois vuestros, sino siervos de Dios, vuestro cuerpo ha de llevar a Dios, como el mulo u otro animal a su amo (Sal 72); y entiéndese que lo lleva, por cuanto esta destinado al divino ministerio. Así que es su obligación, y es un deber para el hombre, huir la fornicación, no pecar contra su cuerpo, contra la gloria divina y el sagrado ministerio que el cuerpo le debe a Dios.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


31 (C) Pleitos entre cristianos (6,1-11). La mención del juicio y de los de fuera le trae a Pablo a la memoria una cuestión que no guarda relación alguna con los problemas se(-)xuales (por el contrario, P. Richardson, NovT 25 [1983] 37-58). 1. los injustos: No jueces co(-)rruptos, sino simplemente no creyentes. La comunidad debiera dar testimonio ante un mundo al servicio de la división poniendo de manifiesto su capacidad de reconciliar a sus propios miembros (véase W. C. van Unnik, «Die Rücksicht auf die Reaktion der NichtChristen ais Motiv in der altchristlichen Paranese», Judentum-Urchristentum-Kirche [Fest. J. Jeremías, ed. W. Eltester, BZNW 20, Berlín 1960] 221-34). 2. Si los elegidos han de par(-)ticipar en el juicio escatológico (Dn 7,22; Sab 3,8; lQpHab 5,4; Jub 24,29; Mt 19,28; 1 Tes 4,16-17), ciertamente son competentes para arbitrar en casos ordinarios. 3. Los ángeles malvados serán juzgados en la parusía (Jds 6; 2 Pe 2,4; cf. 1 Hen 91,15). 4. los que la Iglesia tiene en nada: Debido a su argumentación, Pa(-)blo adopta la perspectiva de aquellos corintios que miraban por encima del hombro a los de(-)más cristianos (® 18 supra). A fortiori despre(-)ciarían a los no creyentes. 5. La presuntuosi(-)dad de los «sabios» y «perfectos» queda patente en toda su crudeza; ¡se confiesan in(-)capaces de un simple juicio! 7. Tras declarar cómo conviene ocuparse de los casos, Pablo pasa a decir que éstos ni siquiera debieran producirse, tenéis pleitos con vuestros propios yoes: Ésta es la incongruencia básica. Tal es la unidad del cuerpo (12,12-27), que el cristiano que entabla demanda a un hermano se la en(-)tabla a sí mismo (Rom 12,5). Las dos pregun(-)tas recuerdan Mt 5,39-42. 9-10. La lista de vi(-)cios de 5,10-11 se amplía con cuatro términos. Si «ladrones» está aquí en el lugar apropiado (v. 7), los «adúlteros» aparecerán en 6,12-20, y «afeminados» y «homosexuales» (véase D. F. Wright, VC 38 [1984] 125-53) tal vez preparen para 11,2-16 (véase S. Wibbing, Die Tugendund Lasterkataloge im NT [BZNW 25, Berlín 1959]). reino de Dios: En este caso una reali(-)dad futura, como en 15,50 y Gál 5,21, pero también puede ser presente (4,20; 15,24; Rom 14,17; 1 Tes 2,12). 11. tales fuisteis algunos de vosotros: Otro indicio de los antecedentes de la comunidad corintia; la lista no es mera repetición de material tradicional, os habéis hecho lavar: Pidieron el bautismo, habéis sido santificados y justificados: Dios los puso apar(-)te en Cristo (1,2) y así los hizo en principio agradables a él. Se menciona a Dios, a Cristo y al Espíritu, pero el pensamiento no es toda(-)vía trinitario.
(Delcor, M., «The Courts of the Church of Corinth and the Courts of Qumran», Paul and Qumran [ed. J. Murphy-O'Connor, Londres 1968] 69-84. Meurer, S., Das Recht im Dienst der Versóhnung und des Friedens [ATANT 63, Zúrich 1972], Vischer, L., Die Auslegungsgeschichte von I Kor. 6:1-11 [BGBE 1, Tubinga 1955].)
32 (D) Promiscuidad sexual (6,12-20). El tema del libertinaje sexual tocado en la lis(-)ta de vicios trae a Pablo de vuelta al tipo de problema abordado en 5,1-8. 12. todo me es lí(-)cito: Lema corintio (véase Hurd, Origin 68), cuya aplicación restringe Pablo, porque no to(-)do edifica la comunidad; algunas cosas la des(-)truyen (Gál 4,9). 13a. manjares... ambas cosas: Un segundo lema corintio encaminado a pro(-)bar que las acciones físicas no tienen valor moral. 13b-14. La respuesta de Pablo se ajus(-)ta a cada elemento del lema. Si nuestros cuer(-)pos han de resucitar, Dios debe conceder im(-)portancia a los actos realizados en y con el cuerpo. Aunque se usa de manera intercam(-)biable con «nosotros» y «vosotros», soma es siempre físico (véase R. H. Gundry, Soma in Biblical Theology [SNTSMS 29, Cambridge 1976]); en su condición de tal es un medio de comunicación (véase B. Byme, CBQ 45 [1983] 608-16). 15. Cristo: Como en 12,12, «Cristo» designa la comunidad cristiana, la presencia física de aquél en el mundo. La entrega a la misión de Cristo queda negada por el uso de otra persona en un coito ocasional. 16. Un pla(-)cer transitorio sin auténtica comunicación niega la unión plena que es la intención del Creador para el acto físico en Gn 2,24. 17. Contraste puramente formal inspirado por «una sola carne» en el v. 16 y que pretende evocar la entrega corintia al Espíritu (18 su(-)pra). 18. huid de la fornicación: Esta es la con(-)clusión de Pablo, pero el apóstol recuerda in(-)mediatamente un tercer lema corintio, todo pecado cometido por el hombre queda fuera del cuerpo: Al negarse al compromiso con la otra persona, pervierte la intención del acto físico más íntimo. 19. vuestro cuerpo: Dado que so(-)ma es sg. y hymón pl., podría haber una refe(-)rencia al cuerpo de Cristo, pero tal posibilidad queda excluida por el contexto; soma es un sg. distributivo (2 Cor 4,10; Rom 8,23). templo del Espíritu Santo: La santidad de la comunidad (3,16-17) se debe reflejar en el comportamien(-)to de cada miembro, no os pertenecéis: Porque están poseídos por el Espíritu y pertenecen a Cristo (3,23). 20. habéis sido comprados: Se trata de la imagen del rescate (1,30) de un es(-)clavo o un prisionero (Gál 5,1). glorificad a Dios: Utilizando el cuerpo sexualmente en el sentido deseado por Él (v. 16), pero también para servir a los demás (Gál 5,13).
(Kempthome, R., «Incest and the Body of Christ: A Study of 1 Cor 6:12-20», NTS 14 [1967-68] 568-74. Miller, J. I., «A Fresh Look at 1 Cor 6:16f.», NTS 27 [1980-81] 125-27. Murphy-OConnor, J., «Corinthian Slogans in 1 Cor 6:12-20», CBQ 40 [1978] 391-96. Romaniuk, K., «Exégése du Nouveau Testament et ponctuation», NovT 23 [1981] 195-209.)

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Contra el libertinaje cristiano

En Rom. 1:18-32 la lista de transgresiones que formula Pablo, las cuales provocan el juicio de Dios, no incluye solamente pecados sexuales (ver vv. 29-31). Aquí, también, los pecados que eran causa de exclusión para los miembros de la comunidad de los creyentes del AT, también los excluyen de la herencia de Dios (9b, 10). La sociedad secular había desarrollado un complicado argumento filosófico para apoyar el estilo de vida libertino de la elite. Sus faltas quizá hayan estado más allá del alcance de la ley secular, pero no de la apreciación de Dios. Es claro que había un cierto grado de autoengaño en los cristianos, tal como muchas veces lo hay hoy. Los que cometían inmoralidades sexuales (pornoi, que incluye a los fornicarios, es decir, cristianos que cohabitaban sin estar casados), los adoradores de ídolos, los hombres que engañan a sus esposas aun cuando éstas lo toleren, los participantes en la homosexualidad masculina, los ladrones, los avaros (lit. los codiciosos) que no están satisfechos con la bondad de Dios para con ellos, los borrachos (normalmente aquellos que tenían orgías de alcohol en las cenas), y las personas que eran deshonestas en los negocios; todos ellos no tienen herencia en el reino de Dios. Ninguno de estos pecados en manera alguna fortalece la relación con Dios o con los demás; como en los Diez Mandamientos, se los prohíbe porque son destructivos y no ayudan a las relaciones, e infligen pena y angustia. 11 Estas eran las cosas que hacían los corintios. No eran ni más ni menos inmorales que el resto de la sociedad. Como entonces, así ahora. Pero la obra de Cristo los ha limpiado de su pasado, los ha hecho santos, justificados, es decir, los ha librado del justo juicio, en el nombre del Señor Jesucristo, y esto por medio de la actividad del Espíritu de Dios. Esta buena noticia del evangelio significa que las actividades pecaminosas pasadas no necesitan determinar el destino final de hombres y mujeres.

12 Pablo cita los refranes populares que solían utilizar los libertinos, contrastándolos con dichos similares concisos. La elite argumentaba que su éxito les permitía hacer lo que desearan, porque todo era lícito, pero Pablo requiere una ética que haga crecer, no que explote, no todo me conviene, es decir, una ética que lleve bendición a otros. Ellos argumentaban que todo estaba permitido, que no había límites. Pablo insiste en que las acciones jamás deben esclavizarnos. 13 Ellos argumentaban que la comida estaba hecha para comerla y que el estómago estaba hecho para la comida. Una hojeada a los libros de cocina del primer siglo nos muestra cuán sofisticado había llegado a ser el pecado de la gula. La inmoralidad y la glotonería iban de la mano en las fiestas paganas. Pablo señala por oposición que ni la comida ni el apetito son indestructibles. El cuerpo no debe involucrarse en actividades sexuales fuera del matrimonio, pero en el caso del creyente en Cristo, el cuerpo no le pertenece a él para que haga lo que quiera, sino que fue hecho para el Señor. 14 Pablo rechaza el argumento platónico de que podía complacerse a los sentidos ahora porque esto no sería posible luego de la muerte. No obstante, Dios tiene el propósito de resucitar cuerpos, no almas, porque él levantó al Señor. 15 Ningún cristiano podía decir mi cuerpo, porque no es el espíritu solamente, sino la totalidad de la persona, la que se une a Cristo en la conversión. Los cristianos que son llamados miembros de Cristo jamás pueden unirse sexualmente con una prostituta. 16 Tal comportamiento, aunque era aceptado como normal en los hombres del mundo romano, siempre fue rechazado en la iglesia debido a la unidad que cualquier acto sexual establece entre dos personas. Pablo cita la ordenanza relativa a la actividad sexual que se encuentra en Gén. 2:24: no hay ninguna instancia de defensa especial del adulterio en la Biblia. 20 Ningún cristiano puede decir mi cuerpo porque ha sido comprado por precio, es decir, rescatado por la muerte de Cristo. Esto implica claramente que su obligación es lit. glorificar a Dios en su cuerpo, y esto se logra relacionándose con los demás, tanto social como sexualmente, dentro de los parámetros de relación establecidos en la Biblia.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VI.

1 The Corinthians must not vexe their brethren, in going to law with them: 6 Especially vnder Infidels. 9 The vnrighteous shall not inherite the kingdome of God. 15 Our bodies are the members of Christ, 19 And Temples of the holy Ghost. 16.17 They must not therefore be defiled.
1 Dare any of you, hauing a matter against another, goe to law before the vniust, and not before the Saints?
2 Do ye not know that the Saints shall iudge the world? And if the world shalbe iudged by you, are ye vnworthy to iudge the smallest matters?
3 Know ye not that we shall iudge Angels? How much more things that perteine to this life?
4 If then yee haue iudgements of things perteining to this life, set them to iudge who are least esteemed in the Church.
5 I speake to your shame. Is it so, that there is not a wise man amongst you? no not one that shall bee able to iudge betweene his brethren?
6 But brother goeth to law with brother, & that before the vnbeleeuers?
7 Now therefore, there is vtterly a fault among you, because yee goe to law one with another: Why doe ye not rather take wrong? Why doe yee not rather suffer your selues to be defrauded?
8 Nay, you do wrong and defraud, and that your brethren.
9 Know yee not that the vnrighteous shall not inherite the kingdome of God? Be not deceiued: neither fornicatours, nor idolaters, nor adulterers, nor effeminate, nor abusers of themselues with mankinde,
10 Nor theeues, nor couetous, nor drunkards, nor reuilers, nor extortioners, shall inherit the kingdom of God.
11 And such were some of you: but

[Our price.]

ye are washed, but ye are sanctified, but ye are iustified in the Name of the Lord Iesus, and by the Spirit of our God.
12 All things are lawfull vnto mee, but all things are not [ Or, profitable.] expedient: all things are lawfull for mee, but I will not bee brought vnder the power of any.
13 Meats for the belly, and the belly for meates: but God shall destroy both it and them. Now the body is not for fornication, but for the Lord: and the Lord for the body.
14 And God hath both raised vp the Lord, and will also raise vp vs by his owne power.
15 Know yee not that your bodies are the members of Christ? Shall I then take the members of Christ, and make them the members of an harlot? God forbid.
16 What, know ye not that he which is ioyned to an harlot, is one body? for two (saith he) shalbe one flesh.
17 But hee that is ioyned vnto the Lord, is one spirit.
18 Flee fornication: Euery sinne that a man doeth, is without the body: but he that committeth fornication, sinneth against his owne body.
19 What, know ye not that your body is the Temple of the holy Ghost which is in you, which yee haue of God, and ye are not your owne?
20 For yee are bought with a price: therefore glorifie God in your body, and in your spirit, which are Gods.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Libertad cristiana y fornicación. El tema que toca Pablo en este apartado de su carta es de candente actualidad. Lo era entonces y lo sigue siendo hoy: la libertad sexual. En estilo de diatriba, el Apóstol repite y refuta los argumentos de los corintios.
El primer argumento es una burda interpretación de la libertad evangélica a la que Pablo alude con frases como «todo me está permitido» (12). Es probable que algunos miembros de la comunidad se hubieran dejado influir por corrientes del pensamiento gnóstico griego, muy en boga en aquellos días, según las cuales lo material -el cuerpo y sus funciones- está separado de la dimensión espiritual del hombre y de la mujer y por consiguiente no afecta ni poco ni mucho al área del espíritu. Así las cosas, lo sexual no estaría condicionado por la nueva realidad cristiana adquirida en el bautismo.
El segundo argumento en apariencia más convincente: la satisfacción o gratificación sexual es tan necesaria y éticamente neutra como el comer. Hoy día lo formularíamos así: el sexo es simplemente una función natural y si se practica entre adultos, sin coacción, libremente, con el mutuo consentimiento de los interesados y sin daño a terceras personas, pertenece al ámbito de lo privado donde nadie tiene el derecho a meterse y menos a moralizar.
Pablo refuta estos argumentos desde la visión de una verdadera antropología cristiana. Se opone frontalmente a una dicotomía de la persona humana entre cuerpo y espíritu y por consiguiente a todo falso espiritualismo que rebaje, desdeñe o menosprecie el cuerpo y por tanto a la sexualidad. La persona humana no «tiene» cuerpo sino que «es» cuerpo.
Ahora bien, el hombre y la mujer enteros, con sus cuerpos, pertenecen al ámbito de la salvación. Por ellos y ellas murió Jesús corporalmente y los cuerpos han de compartir también la gloria del resucitado. La sexualidad, como parte importante del cuerpo, asciende también al ámbito de la salvación. Somos miembros de Cristo, repite Pablo. El cuerpo del cristiano -no sólo la comunidad- es signo visible y templo del Espíritu. Nuestra vida moral se juega también en el uso de nuestro cuerpo.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Col_2:12

[2] 1Co_10:31

[3] 1Co_15:12 s; Rom_1:4+; Rom_8:11+

NOTAS

6:13 Pablo impugna una opinión según la cual no existe diferencia alguna entre las necesidades alimenticias y la vida sexual. Y responde: las primeras están ligadas al mundo presente y desaparecerán con él (v. 13); pero, ver 1Co_10:31, la vida sexual afecta a la pertenencia a Cristo y debe ser tal y como conviene a un miembro de Cristo, vv. 1Co_6:15-17; ver Efe_5:21-33+.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Col_2:12

[2] 1Co_10:31

[3] 1Co_15:12 s; Rom_1:4+; Rom_8:11+

NOTAS

6:13 Pablo impugna una opinión según la cual no existe diferencia alguna entre las necesidades alimenticias y la vida sexual. Y responde: las primeras están ligadas al mundo presente y desaparecerán con él (v. 13); pero, ver 1Co_10:31, la vida sexual afecta a la pertenencia a Cristo y debe ser tal y como conviene a un miembro de Cristo, vv. 1Co_6:15-17; ver Efe_5:21-33+.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. El Apóstol llama "injustos" a los jueces paganos, no porque ejercieran sus funciones en forma indebida, sino porque no tenían la "justicia" que proviene de Dios por medio de la fe en Jesucristo.

2-3. Los cristianos están tan íntimamente unidos a Cristo resucitado, que participarán también de su condición de Juez universal. Ver Mat_19:28.

12. Pablo trata de corregir una falsa interpretación de la libertad cristiana. Ver Gal_5:13.

13. "Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos": apoyados en este principio, algunos sostenían que la fornicación era una necesidad legítima del cuerpo, como el comer y el beber.

16. Gen_2:24.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*5-6 Un sencillo se oye decir marca el comienzo de una nueva sección de la carta, que alcanza hasta 1Co 6:20 y aborda tres comportamientos inadecuados de algunos corintios: la inmoralidad del incestuoso (1Co 5:1-13), el recurso a tribunales civiles (1Co 6:1-11) y la prostitución (1Co 6:12-20).

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Sale al paso de una falsa interpretación de la libertad que, al parecer, corría entre los corintios. Éstos, entendiendo que al cristiano liberado de la Ley todo le era lícito, caían en el libertinaje. El Apóstol precisa que hay cosas que no convienen, o que vuelven a esclavizar al hombre. Además, aquellos mismos cristianos de Corinto consideraban intranscendentes las cosas relativas al cuerpo, como las cuestiones sobre los alimentos y el uso de la sexualidad. En este punto la enseñanza del Apóstol es clara y rotunda: lo relativo a las comidas y el uso del cuerpo no están al mismo nivel, pues el cuerpo, como integrante de la persona, participa de la unión con Cristo y está destinado a la resurrección.


Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Hay aquí un dialogismo, en que Pablo replica a ciertos dichos de algunos corintios despreocupados, que miraban la fornicación como cosa indiferente. La frase LOS MANJARES PARA EL VIENTRE… es el primer miembro de una comparación cuyo segundo miembro calla el Apóstol por delicadeza o por indignación, pero que se trasluce en la réplica vehemente: Y EL CUERPO NO PARA LA FORNICACIÓN…

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 6.2-3 Sab 3.7-8; Cf. Mt 19.28.

[2] 6.9-10 Ef 5.5.

[3] 6.11 El baño de purificación: alusión al bautismo. Cf. Tit 3.5.

[4] 6.11 Hechos justos: Véase Ro 1.17 nota c.

[5] 6.16 Gn 2.24.

[6] 6.20 Dios los ha comprado: 1 Co 7.23; Ap 5.9; véase Ro 3.24 nota m.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a 1Co 6:15; 1Co 6:19

Torres Amat (1825)



[7] Ya que os creéis tan aventajados en la virtud. Mat 5, 39; Luc 6, 29; Rom 12, 17; 1 Tes 4, 6.

[15] De mi cuerpo santificado por Cristo, que es nuestra cabeza.

[16] Gen 2, 24; Mat 9, 15; Ef 5, 31.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

1Ts 4:3-5.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I ταύτην καὶ ταῦτα I] ambos.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Col 2:22