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Y pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia, que es débil, pecáis contra Cristo. (I Corintios 8, 12) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 8

II. LA LIBERTAD Y SU RECTO EMPLEO (8,1-11,1).

Entre las preguntas planteadas por la comunidad había una relativa a la conducta que debía seguirse respecto de la carne sacrificada a los ídolos. Es preciso aclarar bien que la pequeña comunidad cristiana se enfrentaba a cada paso con este problema práctico. No sólo porque esta carne se vendía en el mercado, sino porque los cristianos vivían con sus parientes paganos o pertenecían a asociaciones profesionales que celebraban sus fiestas regulares con sacrificios a los dioses, de modo parecido a como los gremios medievales celebraban con una misa la solemnidad de su santo patrón. La antigüedad pagana era todo menos atea y falta de religiosidad. Toda la vida privada y pública estaba marcada por el elemento religioso. ¿Qué conducta debían adoptar los cristianos frente a estos banquetes institucionales, cuya vinculación con los sacrificios a los dioses, más o menos acentuada según los casos, nunca faltaba del todo? Algunos opinaban que se podía prescindir en absoluto del carácter pagano de la carne ofrecida, porque para un cristiano los dioses no son nada. Otros sentían mayor temor y se escandalizaban ante esta libertad en el comportamiento. Ya el Concilio de los apóstoles de Jerusalén había adoptado una postura frente a esta situación y aun reconociendo a las comunidades etnicocristianas su libertad respecto de la legislación mosaica, les había pedido que se abstuvieran de la carne sacrificada a los ídolos. Pero con esto no se solucionaba el problema en todas sus partes y para todos los lugares. La dificultad volvía a plantearse en un entorno básicamente pagano. Las decisiones tomadas al respecto no son para nosotros tan importantes en sí mismas, cuanto el punto de vista desde el que se tomaron, y que puede servir para nuevas aplicaciones a situaciones nuevas. El apóstol Pablo las sitúa a la luz de los más altos principios cristianos (cap. 8), las explica con su propio ejemplo (cap. 9) y con el antitipo de los israelitas en el éxodo y el desierto (10,1-13), para reducir finalmente las reglas prácticas para los casos más importantes de la comunidad corintia de su tiempo (10,1s33).

1. CARNES INMOLADAS A LOS ÍDOLOS (1Co/08/01-13).

a) ¿Cuál ha de ser la norma: el conocimiento o el amor? (8,1-3).

1 Sobre las carnes inmoladas a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. Pero el conocimiento infla, mientras que el amor construye. 2 Si alguno piensa que conoce algo, no ha llegado a conocer todavía cómo hay que conocer. 3 Cuando uno ama a Dios, este tal es conocido por él.

Algunos miembros de la comunidad corintia, y justamente los que se daban tono, creían haber llegado a la solución del problema. Su punto de partida era el siguiente: dado que sabemos que los dioses no son nada, nada significa para nosotros la carne que se les inmola. La comemos como la cosa más natural. En esta postura se mezcla lo cierto con lo dudoso, la auténtica liberación respecto del viejo ceremonial pagano y una discutible simplificación, que se manifiesta en principios tales como: todo está permitido, o bien: para los puros todo es puro. En palabras como éstas, libres y vanguardistas, se apoyan con predilección los intelectuales. Y marcaban también con su sello el medio ambiente corintio. En principio, Pablo aprueba su posición. La palabra clave de que se ocupa es el conocimiento. Propiamente hablando, no debería traducirse el vocablo que utiliza Pablo, sino que se debería dejar en su lengua original: gnosis, o ponerlo entre comillas. Es probable que la expresión no se refiera a aquella filosofía o movimiento expreso y declarado, que muy pronto se convertiría en el más peligroso de cuantos riesgos tuvo que afrontar el cristianismo, porque los motivos que confluyeron y actuaron en su seno procedían, de forma casi imposible de distinguir, parte del mismo seno del cristianismo y parte de fuentes paganas. La tendencia que se trasluce en nuestro pasaje nos permite conocer algunos detalles. Pero es admirable con qué clara mirada ha visto el Apóstol el peligro y con que enérgica precisión señala las desviaciones.

«Todos tenemos conocimiento». La unicidad de Dios y, por consiguiente, la nulidad de los ídolos forma parte del conocimiento fundamental de fe de un cristiano. Por lo mismo, nadie debería en realidad invocar este conocimiento para oponerlo al conocimiento de otros que tienen la misma fe, pues con esto solo se está muy lejos de haber resuelto la cuestión. Un conocimiento de este tipo no es mejor que aquella fe de la que la carta de Santiago dice que también los demonios la tienen y tiemblan (Jam_2:19). Si se da una fe meramente intelectual que no acarrea la salvación, mucho más se da un conocimiento que, como tal, no es ya una verdadera participación de la luz divina. Ya en la primera mitad del versículo primero podía percibirse entre líneas esta reserva mental. Pero en la segunda mitad se acentúa, para convertirse en un sentencia que, para aquellos profesionales del conocimiento, tenía una acritud demoledora, pues debían reconocerse como desprovistos de amor. Se contraponen radicalmente los efectos de uno y otro: el conocimiento infla, el amor construye. El primero es, en última instancia, vacío y hueco; el segundo no sólo es totalmente auténtico, sino que su autenticidad señala hacia algo muy superior a sí mismo. Recordemos la «sabiduría» del capitulo primero. Si allí se contraponían la sabiduría humana y la realidad de Cristo en cuanto sabiduría divina, aquí se contraponen, acaso con más agudeza aún, la gnosis y la ágape, el conocimiento y el amor.

Encontramos aquí, por primera vez en esta carta (podemos prescindir de 4,21) el «amor». Por ahora debemos aceptar la palabra y conformarnos hasta que se nos descubra en toda su plenitud y magnificencia. Pero una cosa está clara ya desde el principio: este edificar que se le atribuye debe ser algo grande y decisivo. Si nos preguntamos: ¿a quién infla el conocimiento?, la respuesta es: a los conocedores, para su propio mal. ¿A quién edifica el amor?, se responde: a la comunidad, a la Iglesia. El amor realiza, pues, aquello mismo que Jesús promete como meta de su misión y como fruto de su muerte: edificaré mi Iglesia (Mat_16:18).

«Si alguno piensa que conoce algo...» En una doble sentencia se contraponen ahora el conocimiento y el amor desde una perspectiva más amplia. Allí donde el conocimiento desempeña el papel primordial y donde, para no mantenerse a la zaga de los demás, es preciso decir y demostrar, lo más rápidamente posible y sobre las más cosas posibles, que se tienen sobrados conocimientos, ronda muy cerca el engaño, por no decir la ilusión, de que se domina algo, de que se tiene al alcance de la mano. Pero precisamente este tener respuesta para todo parece ser un indicio seguro de que todavía no se ha llegado a conocer lo que verdaderamente interesaba. Y así, se desvanece como el humo la pretensión de tenerlo todo resuelto. Esto se aplica indiscutiblemente al conocimiento de la realidad última, es decir, de Dios y de las cosas divinas. Aquel que ha penetrado, aunque sólo sea un poco, en esta zona, ha vivido la turbadora experiencia de que detrás de todo nuevo conocimiento se vislumbran siempre profundidades más hondas y que lo que sabe se le desvanece entre las manos, porque es nada frente a la inmensidad que barrunta. El hombre ya no avanza aquí a impulso de su agudeza intelectual, al modo de un investigador que profundiza su zona de estudio. Aquí sólo cabe recibirlo todo como gracia. Esta experiencia se expresa gramaticalmente en el paso de la voz activa «conocer» a la voz pasiva «ser conocido», que sólo se concede a los que aman, es decir, a aquellos que llegaron a amar, porque se conocieron como previamente amados. No se dice: Quien ama a Dios conocerá, como si todo lo que el hombre necesitara fuera decidirse a amar a Dios para tener ya en su mano la llave del conocimiento. Así no se llegará ni al amor ni al conocimiento verdaderos. El sentido es, más bien, que quien ama a Dios, puede conocer que es conocido, y que este poder conocer es lo supremo que se le puede participar al hombre. Y así, hay aquí tanto amor como conocimiento y tanto conocimiento como amor. Con esta segunda frase hemos pasado del clima intelectual griego de la primera sentencia al clima bíblico de la gracia personal, en el que «conocer a Dios» significa familiaridad e intimidad con Dios, y «amar a Dios» indica una vinculación personal con él.

b) Lo que el conocimiento sabe y lo que no sabe (8,04-06).

4 Pues bien, respecto del comer lo inmolado a los ídolos, sabemos que un ídolo no es nada en el mundo, y que no hay más que un solo Dios. 5 Porque, aunque se diga que hay dioses en el cielo o en la tierra, que hay muchos dioses y muchos señores, 6 para nosotros, sin embargo, no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para quien somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien es todo y por quien somos nosotros también.

El temperamento rápido y la capacidad mental del apóstol Pablo consiguen aducir súbitamente las normas supremas y descubrir el horizonte último de un problema. Lo acaba de hacer ahora mismo. Pero sabe bien que no todos son capaces de alcanzar esta misma meta. Por lo mismo se dispone ahora a abordar el problema por sus pasos contados. A este fin, vuelve a plantear de nuevo abiertamente la cuestión y explica paso por paso y con alguna mayor concreción cuáles son los elementos del «conocimiento» en el problema que nos ocupa. Es meridianamente clara la segunda mitad de la frase: no hay más que un solo Dios. Es más difícil precisar el sentido de la primera mitad. ¿Quiere decir Pablo que no hay ídolos? Esto parecería contradecirse con el versículo siguiente. ¿Quiere decir que hay ídolos, pero que no son nada? Pero esto no concuerda bien con la adición «en el mundo». Una cierta aclaración puede provenir del hecho de que la palabra empleada para designar los ídolos (eidolon) significa en primer término la imagen o representación del dios, mientras que en el siguiente versículo se habla simplemente de «dioses». Se trata de aquellos seres a los que la antigua religión atribuía una zona de dominio «en el cielo» o «en la tierra». De éstos dice Pablo expresamente que se daban muchos de hecho, en cuanto que los hombres se someten a estas representaciones y les confieren una realidad. Entre los «señores» (kyrioi) que son venerados como dioses pueden enumerarse el culto a los emperadores, que se extendían de Oriente a Occidente.

Pablo no entra aquí en distinciones sobre si la realidad les viene de Dios o de la fantasía humana. Le basta afirmar que el hombre debe liberarse de ellos y que se ha liberado de hecho mediante la revelación y el testimonio que Dios ha dado de sí mismo en el Antiguo Testamento, confirmados y aclarados por la revelación de Jesucristo como Señor nuestro, que forma con Dios Padre y el Espíritu Santo una unidad. Todavía no se siente la necesidad de completar esta doble fórmula de confesión para llegar a la Trinidad. Pero es bien seguro que la unicidad de Dios no sufre menoscabo al afirmar la unicidad del Kyrios. Ocurre más bien lo contrario, que la primera viene confirmada por la segunda y adquiere a través de ella su eficacia en la historia de la salvación. En la doble fórmula vive toda la emoción de la confesión de fe protoisraelita: «Escucha, Israel, tu Dios es el único Dios.» Frente a la razón filosófica, y principalmente frente a la explicación, predominante durante algún tiempo, de que la unidad de Dios era resultado del propio pensamiento humano y no necesitaba, por tanto, ninguna revelación, debe ponerse bien en claro que fuera de la revelación no puede constatarse en parte alguna la doctrina del monoteísmo. La idea de Dios fue obscurecida y vaciada de contenido por el deísmo, para ser después transformada en el mensaje de la «muerte de Dios». En la práctica, el concepto de Dios incluido en estas ideas apenas si se diferencia del ateísmo humanista. En todo caso, la idea de Dios de los filósofos, su absoluteidad, su transcendencia o cualquier otro nombre bajo el que la filosofía formule su pensamiento, no tiene mucho que ver con el Dios viviente de la revelación. En ningún caso alcanza seriamente todo cuanto la fe de la revelación, con su confesión de un Dios Padre, nos ha proporcionado, a saber, que todo cuanto existe viene de él y es para él y que nosotros mismos de él venimos y para él somos. Y mucho menos aún alcanza a reconocer al único Señor, Jesucristo, el Salvador que, en cuanto Hijo, es uno con el Padre en la creación y en la obra total de la salud. Por primera vez en el Nuevo Testamento se atribuye aquí a Cristo una actividad en la creación, bajo una forma, además, que no aparece en modo alguno como especulación privada, sino que tiene el aire de ser una confesión de fe de la comunidad.

Del acentuado paralelismo entre ambas frases se deduce que Pablo ha querido entenderlas en una misma perspectiva. La obra del Padre y la del Hijo tienen la misma extensión en el tiempo y en el espacio. No deben separarse, por tanto, como creación y redención, sino que se deben concebir más bien como obra única de salvación, en la que la creación y la nueva creación están mutuamente referidas y casi han sido contempladas a la vez. De acuerdo con ello, cuando se dice «todo» no se piensa sólo en las cosas de la creación, es decir, en cada una de las cosas creadas, sino también en los caminos por los que Dios las lleva a su fin, que es también el fin de Dios (cf. Rom_11:36). Si, pues, la expresión «todo» tiene el mismo alcance en las dos frases, resulta mucho más notable el hecho de que el «para quien» se refiera y se dirija únicamente al Padre. Sólo él es el origen primero y el fin último para nosotros y para el universo entero. La consecución de este fin, de esta plenitud, acontece a través de Cristo. Esta consecución se conoce primariamente en nosotros, los cristianos, pero, por amor a nosotros, alcanza también al resto de la creación (Rom_8:16-22).

La extensión de la mediación de Cristo -que al principio sólo alcanzaba a la redención- a la creación, en virtud de la cual se le atribuye también a Cristo (de una manera que podríamos llamar casi incidental en esta carta, pero mucho más expresa en Col_50:1, Col_50:16) una coactividad creadora, es, en realidad, digna de asombro. Tiene su razón de ser la sospecha de que ha ayudado mucho a la irrupción de esta idea la mediación que los libros sapienciales del Antiguo Testamento atribuyen a la sabiduría en la creación. No es nada casual que precisamente sea en esta carta donde se dice que Cristo «se hizo para nosotros sabiduría» de Dios (Col_1:30).

c) Lo que hace el amor (Col_8:7-13).

7 Pero no en todos se encuentra el conocimiento: algunos, por la costumbre que hasta ahora han tenido de los ídolos, comen la carne como sacrificada a los ídolos, y su conciencia, que es débil, se mancha con ello. 8 No es la comida lo que nos recomendará ante Dios: ni por no comer seremos menos, ni por comer seremos más. 9 Sin embargo, tened cuidado de que esa libertad vuestra no sea un tropiezo para los débiles. 10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, comiendo en un templo pagano, la conciencia del que es débil ¿no se verá inducida a comer lo inmolado a los ídolos? 11 Y por tu conocimiento se pierde el débil, el hermano por quien Cristo murió. 12 Y así, pecando contra los hermanos e hiriendo su conciencia débil, estáis pecando contra Cristo. 13 Por eso, si un alimento es tropiezo para mi hermano, no comeré carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano.

Lo expuesto hasta ahora se refiere a la cosa en sí, a su contenido objetivo, es decir, tal como el problema aparece y lo resuelve una mente acostumbrada a razonamientos lógico-teológicos. Pero no puede darse por supuesto que todos los hombres tengan esta capacidad en la misma medida. Por lo mismo, Pablo aborda ahora el tema desde una dimensión más práctica y punto por punto.

«No en todos se encuentra el conocimiento.» Esta sentencia, con la que se inicia un nuevo análisis de la cuestión, está en contradicci6n formal con 8,1, pero la antítesis se resuelve fácilmente: aunque todos los fieles de la comunidad corintia tienen el conocimiento fundamental, con todo, no en todos ellos la luz alcanza a iluminar las últimas consecuencias. Lo mismo ocurre hoy y seguirá ocurriendo siempre. Se dan muchos factores, muchos componentes e influjos que siguen actuando en el hombre, y que no le abandonan de la noche a la mañana. Los misioneros pueden poner una buena música a esta letra. Y, en algún sentido, la situación es siempre misional. A mediados del año 50 hacía todavía pocos años que los fieles de Corinto habían abrazado la fe cristiana, mientras que sus costumbres y perspectivas estaban marcadas por generaciones de paganismo. Era preciso un lento cambio de mentalidad para no considerar como sagradas, sino como profanas, las carnes ofrecidas en aquellos banquetes. Algunos intentaron, más o menos voluntariamente, franquear este paso, como habían hecho los más decididos, pero no lo consiguieron con tanta rapidez y sentían remordimientos de conciencia. Es posible que, por el lado contrario, hubiera quienes se propusieran incluso, como misión, insistir en la libertad y comer ostensiblemente como si esto equivaliera a una victoria para las cosas de Dios. Frente a estos últimos, Pablo se muestra sobrio: ni el comer nos hace más ricos en gracia, ni el no comer más pobres. Bien entendido, que el comer puede producir ambos efectos, pero de acuerdo con las causas y las razones decisivas que dicten esta conducta.

No puede pasarse por alto el estado que Pablo designa con la palabra «débil». El vocablo se repite cinco veces y significa inseguridad y temor de conciencia. El otro partido es aludido bajo la palabra que traducimos por «libertad» y que también podría traducirse por «derecho» o «facultad». Esta libertad corre el peligro de convertirse en desconsideración, que lastima a los débiles y les induce a caer. ¿Puede el débil naufragar por el conocimiento de un tercero? ¿Puede decir el que se siente tan superior: le está bien lo que le sucede? ¿Puede hablar así aquel que se sabe liberado por Cristo? ¿No vivimos todos nosotros porque se nos tuvo consideración cuando éramos débiles (cf. Rom_5:6)? Ciertamente no merecemos la gracia de Dios y ofendemos al mismo Cristo cuando no guardamos esta consideración para los otros. Estos otros son nuestros hermanos en Cristo, y, dicho más personalmente, cada uno de ellos es «mi hermano». El hecho de que Cristo haya muerto tanto por él como por mí le ha convertido en mi hermano y sólo juntos y como hermanos podemos alcanzar nuestra salvación. Es evidente que Pablo resume, al final del capítulo, todos los argumentos en este título de hermano. El Apóstol es testigo del vigor del sentimiento de fraternidad vigente en la joven comunidad, pero también ésta necesita que se le recuerden los deberes contenidos en el espíritu de hermandad. Los «fuertes» lo están necesitando. Aquí no se los menciona con esta palabra -al contrario de lo que ocurre en la perícopa, en muchos aspectos paralela a ésta- de la carta a los romanos (Rom_15:1 ss). Pero no es menos evidente que, debido precisamente a la fuerza que poseen, están obligados a mayor circunspección. Aunque es seguro que Pablo podría enumerarse entre los fuertes en cuanto a conocimiento, libertad y autoridad, se percibe claramente su especial amor por los débiles. Si, por lo que respecta al conocimiento, puede dar razón a los avanzados, con su corazón está mucho más cerca de aquellos que no pueden vencer con tanta rapidez todos los escrúpulos.

La Iglesia necesita espíritus clarividentes, libres y valerosos, pero si éstos no se preocupan por sus hermanos más débiles, acabarán naufragando en su propia libertad. Será una libertad sin raíces. Se convertirá insensiblemente en libertinaje, que se complace en destruir. Es posible que se hayan perdido en el pasado, por falta de una prudente clarividencia pastoral o por exceso de temor, muchas cosas en busca de las cuales emprendemos hoy la marcha, muchas cosas que pueden decirse y aprobarse, aunque no sin riesgo. Pero tampoco ahora se puede dejar de lado la circunspección frente a los débiles. Es cierto que ya no hay tiempo que perder. Pero, no obstante, tampoco pueden imponerse las innovaciones a cualquier precio. Pablo renuncia por siempre a comer cualquier clase de carne, si el comerla puede significar ocasión de pecado para sus hermanos. La Iglesia no puede ser nunca una comunidad de hombres perfectamente libres. En este caso, no pasaría de ser una secta. La Iglesia quiere tener siempre, junto a los fuertes, también a los débiles, no sólo como mal necesario, sino porque a los fuertes, a los libres, a los avanzados, les faltaría algo que necesitan tan indispensablemente como el conocimiento necesita del amor.



Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: 1Co 8,9-13
Exhortalos a que su libertad en proceder no sirva de tropiezo a los flacos, asegurandoles que preferiria abstenerse de carnes para siempre que comerlas, sin con eso escandalizara a un hermano.9. Pero cuidad de que esta libertad que tenéis no sirva de tropiezo a los flacos.10. Porque si uno de éstos ve a otro de los que están mas instruidos puesto a la mesa en un lugar dedicado a los ídolos, ¿no es claro que el que tiene su conciencia flaca se inclinara a comer también de aquellas viandas sacrificadas que cree impuras?11. ¿Y es posible que haya de perecer, por el uso indiscreto de tu ciencia, ese hermano enfermo por amor del cual murio Cristo?12. Así sucede que pecando contra los hermanos, y llagando su conciencia poco firme, venis a pecar contra Cristo.13. Por lo cual si lo que yo como escandaliza a mi hermano, no comeré en mi vida carne alguna, solo por no escandalizar a mi hermano.Esta es la segunda parte de este capitulo; porque en la anterior mostro que de suyo es licito comer de las viandas inmoladas a los ídolos, y aquí los amonesta a abstenerse de ellas por no escandalizar a los flacos; donde, lo primero, exhorta a no dar escándalo a los hermanos comiendo de esas viandas; lo segundo, a que adviertan que pueden ofender; lo tercero, indica lo malo que de ahí puede resultar; lo cuarto, proponese como ejemplo de abstinentes de manjar.Dice, pues: ya veis que, cuanto a nosotros, nada aprovecha ni estorba la comida como tal, pero, con todo, "cuidad que esta vuestra libertad por la que sabéis que es licito comer de aquellos manjares, no escandalice a los flacos" en la fe, que aun no saben, que el ídolo nada es (Lv 19).-"Porque si uno de éstos ve... ". Aquí muestra como pueden a los flacos ofender, es a saber, con comer de viandas sacrificadas, estando viéndolo ellos; en donde tres circunstancias concurren para el escandalo: la ciencia de los mayores, el comer de los manjares sacrificados en publico, la ocasión o coyuntura.Dice, pues: "porque si uno. . "; que es como si dijera: y en verdad que puede haber escándalo; "porque si uno de éstos ve a otro de los que están mas instruidos puesto a la mesa en el ídolo, esto es, en presencia del ídolo, ¿no es claro que el que tiene su conciencia flaca, por causa tuya se inclinara, es a saber, por verte hacer lo propio, a comer también de aquellas viandas sacrificadas" a honra del ídolo? cual si dijera: pues de esta manera quien ve a su hermano, que bien sabe lo que hace, puesto a la mesa a comer de las viandas inmoladas, y en un lugar dedicado a honrar a los ídolos, también empieza a comer, no empero con la conciencia con que aquél, esto es, bien instruida, sino que piensa que es dios quien como a dios se honra.-"y perecera ese hermano enfermo...". 1ndica aquí el mal que de ahí puede resultar, que es el escandalo y la ofensa del prójimo, en que intervienen tres circunstancias: la condición del que peca, de quebradiza pasta; la ocasión del pecado, porque es contra tu conciencia; la enormidad del pecado, en virtud de la muerte de Cristo por aquel hermano.Dice, pues: y de esta manera "perecera ese hermano, no bien fundado en la fe, esto es, en que tu sabes, y con ocasión de tu ciencia, porque a ti, sabio, te ve que comes de esos manjares, y piensa que si tu comes es para honrar a los ídolos, por cuyo amor murio Cristo", y así pecas gravemente (Rm 14).-"Así sucede que pecando contra los hermanos, conpecado de escandalo, y llagando su conciencia poco firme, con la espada del mal (Am 9), venis a pecar en Cristo", cuyos miembros sois. No dice contra Cristo, "in Christum", según la Glosa, porque pecar contra Cristo es negar a Cristo, esto es, pecar en la fe. Pecar en Cristo es pecar en aquellos que son de Cristo, esto es, en las costumbres; como se dice también que el que esta en la ley peca en la ley; pero quien no esta en la lev peca el tal contra la ley.-"Por lo cual si lo que como... ". Por ultimo aquí se propone como ejemplo de abstinencia; donde saca a cuento lo del escandalo, y de ahí su propósito de guardar abstinencia; y, por si una duda pudiera ofrecerse, la previene saliéndole al paso: "para no escandalizar a mi hermano".Dice, pues: "por lo cual, es a saber, para no pecar contra Cristo, si lo que yo como escandaliza a mi hermano, no comeré carne alguna, no solamente la inmolada a los ídolos, en toda mi vida". De donde se sigue que, si por no escandalizar a un hermano, hay que abstenerse de lo casi necesario a la vida, ¿cuanto mas de lo superfluo? y esto no porque el manjar como manjar sea malo, sino "por no escandalizar a mi hermano", pues "quien escandalizare a uno de estos pequenitos, mas le valiera le atarán una rueda de molino al cuello " (Mt 18 Rm 14).Objeciones. 1. Sobre aquello: "la ciencia hincha",dice la Glosa: la ciencia de suyo es inútil; y, al contrario, de suyo es buena. Luego es útil.- Respondo: es útil para muchas cosas, e inútil para salvarse.2. "La caridad edifica"; y, al contrario, así como no es la causa, sino solo la ocasión, la ciencia, de la hinchazon, así lo es la caridad.R. Niego aquí la semejanza, que al poseedor de la ciencia ésta se da a conocer; mas no así la caridad, de la cual a nadie consta con certeza que la tenga.3. Acerca de que "el ídolo nada es", dice la Glosa: la naturaleza Dios la formo, mas le dio forma la necedad de los hombres; y, por el contrario: todo ser viene de Dios; luego también toda forma.R. No habla la Glosa de la forma verdadera, sino de la putativa.4. 1nstancia sobre lo mismo: la humana forma en el ídolo hecha no fue por el Verbo; y, al contrario: "todo fue hecho por El" (Jn 1).R. Aunque también esa forma ha sido hecha por El, no empero hecha en el ídolo, quiere decir, hecha para darle culto.5. Sobre lo mismo: el ídolo nada es, pues no tiene semejanza con cosa alguna del mundo; y, por el contrario, no puede el artifice idearlo o darle forma, si no es tal como él lo vio.R. Distingo: la semejanza no es total, sino parcial.6. Asimismo sobre aquello: "que no hay mas que un solo Dios", objeta la Glosa: esto lo dice, no sea que alguno piense que en el ídolo esta Dios; y, por el contrario, aunque Dios no hay sino uno, con todo, esta en todas partes. R. En el ídolo no esta, cual pensaban los Gentiles, por presencia o por unión, sino solo por potencia.7. Sobre lo mismo: parte de la Trinidad no puede ser uno cualquiera en los tres; y, por el contrario, de cualquier numero es la parte la unidad. R. La Trinidad es numero de personas, no sencillamente numero.8. Asimismo sobre aquello: "pues aunque hay algunos que se llaman dioses", por participación de la divinidad, dice la Glosa; mas, por el contrario, la Divinidad no es participable.R. Esta participación no es por esencia, sino por causa.9. Acerca de lo mismo pregunta la Glosa si los Angeles han de llamarse dioses. R. Aunque participen de la divinidad, no ha de llamarseles dioses, por el peligro que hay de adorarlos como a dioses.10. También sobre aquello: "con todo, para nosotros no hay mas que un Padre", dice la Glosa: un padre para nosotros es toda la Trinidad, empero no aquel que en ella es la tercera persona; mas, por el contrario, lo mismo y lo diverso dividen el ser. R. Lo admito en el ser creado, pero no en el increado, porque allí hay identidad junto con diversidad: identidad en esencia, diversidad en personas.11. Asimismo "no se halla en todos ciencia"; y, por el contrario, ciencia todos la tenemos. R. No se entiende en general, sino de los superiores, aventajados, mayores.12. También sobre aquello: "el manjar, dice la Glosa, ya se coma o no se coma, no es lo que nos hace recomendables a Dios"; y por el contrario. Luego abstenerse de él no tiene mérito alguno.R. La virtud de la abstinencia, no la virtud del manjar, es la que entra en provecho.13. Asimismo "si el manjar escandaliza. .."; y, por el contrario. Luego, por no escandalizar, para siempre he de evitar comer pan y beber vino. R. No hay razón, siendo uno y otro contrario, a llevar por un rasero lo superfluo y lo necesario; o el! escandalo a que alude es activo, no pasivo, o a perfección se refiere, no a pura necesidad.Notemos aquí, sobre aquello: un Dios, que este término Dios tiene multiples acepciones:a) los falsamente llamados así, los ídolos (Sal 95 Jr 10).b) los que por adopción verdadera se denominan así, los santos (81).c) los que por su autoridad en el mundo, los prelados (Ex 22 Jn X).d) E1 que con toda verdad tiene en exclusividad y por derecho tal titulo, por propiedad de la esencia, y así es Dios la Trinidad (Dt 5).Asimismo es de advertir que también1 de muchos modos Cristo es unico en su género y en eso no tiene par:I) Es un Dios, por su naturaleza divina; y así no hay sino uno.2) Es un Creador, por su infinito poder (Si 1).3) Es un hombre, por su eminente y singular santidad (Sa!mo 13;Jn 1 Jn 1).4) Es un Señor, por su gobierno aventajado; y en esto es unico Jesús.5) Es un maestro, por la infusión del conocimiento (Mt 23).6) Es un Padre, por proveedor del universo (Mt 22).7) Es un pastor, porque apacienta en general al pueblo fiel (Jn X).8) Es una victima, por el precio singular de nuestra redención (He 10).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Carne sacrificada a los ídolos

Este es el siguiente tema que plantean los corintios. Para aquellos cristianos que viven en sociedades en que aún se ofrece comida a los ídolos, ya sea en los hogares no cristianos, en cenas o en templos, hay un mayor sentido de urgencia en el tratamiento del tema. Sin embargo, en estos capítulos se tratan obligaciones relativas al evangelio que se aplican a todos los cristianos. El Apóstol concluye ordenando que todos lo imiten a él, así como él imita a Cristo.

Las palabras introductorias, con respecto a ... , muestran que, como en 7:1, esta parte comienza citando la carta que los corintios le habían enviado a Pablo. El v. 1 sugiere que los corintios escribieron: Sabemos que todos tenemos conocimiento, es decir, conocimiento de los sacrificios y los ídolos. En el v. 4 Pablo comienza diciendo por eso, lo cual explica este conocimiento, y luego utiliza una expresión similar a la utilizada al principio, acerca de. Podemos, por consiguiente, dar por sentado que el conocimiento al que se refiere en el v. 1 era que sabemos que el ídolo nada es en el mundo y que no hay sino un solo Dios (4). Es posible que la cita abarque la totalidad de los vv. 4-6, y que refleje las enseñanzas normales de Pablo sobre los ídolos y los dioses y el verdadero Dios viviente a quien los corintios se habían vuelto para ser cristianos (1 Tes. 1:9, 10). Aparentemente, algunos cristianos iban al templo de los ídolos y comían la comida que allí se ofrecía. Con su ejemplo estaban alentando a otros creyentes en Cristo a hacer lo mismo, o al menos corrían el riesgo de hacerlo (10). Aquellos que lo hacían podrían haber discutido con una base teológica: no hay problema en que un cristiano participe en una fiesta ya que Pablo mismo enseñó que hay un solo Dios y un solo Señor, y los ídolos no son nada. Parecería que algunos estaban defendiendo su derecho a comer en el templo de un ídolo mientras que otros no estaban seguros, y la iglesia quería aclarar el asunto. Pablo habla sobre cómo manejaba sus derechos, a fin de ofrecer un modelo de cómo los demás creyentes en Cristo deberían ejercer los suyos.

1 Pablo ataca el problema declarando el peligro de que el conocimiento haga envanecer a la gente, mientras que la fe cristiana significa relacionarse con los demás en amor. El amor edifica a las personas, porque busca dar alguna bendición a los de-más. 2 También advierte a los cristianos que piensan que lo saben todo sobre este asunto y que lo han resuelto para su satisfacción (de allí su decisión de comer en los templos de los ídolos). Todavía no saben nada como lo debieran saber. 3 Algunos mss. gr. omiten las dos referencias a Dios en este pasaje. Sin embargo, lo que se aplica a la relación de Dios con nosotros también se aplica a la relación del cristiano con los demás. El hombre que ama es el que realmente sabe, en tanto que el que dice que sabe no necesariamente actúa en una forma que ayude a los demás. Este es el verdadero asunto, ya que algunos corintios no están actuando por amor, sino meramente ejerciendo sus derechos.

4-6 Es una importante declaración de credo realizada en el contexto del pluralismo religioso, y era tan crucial afirmarla entonces como lo es ahora. Hay sólo un Dios vivo y verdadero, y los ídolos no son nada (cf. Deut. 6:4; Isa. 40:25, 26). 5 Pero Pablo y otros observaron el gran alcance de la idolatría en Corinto, donde se adoraba a muchos dioses. Pablo no les reconoce carácter divino como si fueran expresiones legítimas de Dios. Por el contrario, se refiere a ellos como los que son llamados dioses. Esta expresión se utilizaba para mencionar algo que se afirmaba a nivel popular, pero erróneamente. Las palabras dioses y señores eran sinónimas en el habla religiosa pagana. Pablo las utiliza para equilibrar lo que dice en el v. 6: Sin embargo (una enfática negación), para nosotros hay un solo Dios, el Padre, quien es el creador de todas las cosas y para quien el cristiano existe. Nuestro propósito en la vida es servirle a él, no simplemente que él satisfaga nuestras necesidades para que nosotros podamos buscar nuestros propios intereses (cf. Hech. 27:23). Los cristianos no son simples teístas. Para ellos hay un solo Señor, Jesucristo, mediante el cual existen todas las cosas creadas (cf. Juan 1:3), y aquel por medio de quien vivimos. 7 Pero no todos los cristianos creen firmemente que los ídolos no tienen poder. Los adoradores del siglo I decían de un ídolo: Esa es Atenea, creyendo que la diosa realmente estaba allí. Los cristianos eran llamados ateos, porque no tenían estatuas. El sacrificio de comida a un ídolo no era algo inocuo para un cristiano débil quien, si comía, se sentía sucio, un punto de vista que algunos cristianos del Oriente siguen sosteniendo hoy en día.

8 En Corinto los cristianos confiados podían estar de acuerdo con el principio establecido con respecto a la comida.9 Pero se les advierte que el ejercicio de esta vuestra libertad, o mejor dicho derecho (la palabra que se usa aquí es la misma que se usa en 9:4, 5, 12 y 15 [este último en DHH y BJ]), puede ser perjudicial para quienes son más débiles que ellos. Este quizá haya sido el derecho de participar en las fiestas de los juegos, o en ocasiones cívicas importantes, uno de los privilegios de los que disfrutaba la elite. La primera opción es la más posible, ya que los juegos ístmicos, que se realizaban en las cercanías, no se realizaron mientras Pablo estuvo en Corinto y, por ello, el problema no se le presentó mientras él estaba allí. Sabemos que todas las personas importantes de Corinto eran invitadas a tres fiestas por el presidente de los juegos. 10 El temor de Pablo es que un creyente en Cristo, al ver a otros comiendo en el templo de un ídolo, ceda a la presión de conformarse al mundo, y tropiece. 11 Se perderá, en el sentido de que volverá al paganismo como resultado de la acción de esos cristianos que quieren comer en el templo de un ídolo para reafirmar que un ídolo no significa nada. 12 No se trata de un ejercicio de sus derechos, sino de un pecado contra su hermano y, por lo tanto, contra Cristo. Dada la estrecha relación entre el Señor y sus hijos, dañar a un cristiano es dañar a Cristo (Hech. 9:1-4). 13 Pablo establece el primer requisito relativo a la imitación tanto de él como de Cristo (11:1). Si ejercer un derecho hace que un hermano caiga en pecado, debe ser evitado a cualquier precio.

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



De los ídolotitos o carnes inmoladas a, los ídolos, 8:1-13.
1 Cuanto a lo de las carnes sacrificadas a los ídolos, sabemos que todos tenemos ciencia. Pero la ciencia hincha, sólo la caridad edifica. 2 Si alguno cree saber algo, aún no sabe lo que conviene saber; 3 pero el que ama a Dios, ése es conocido por EL 4 Pues bien, acerca del comer las carnes sacrificadas a los ídolos, sabemos que el ídolo no es nada en el mundo, y que no hay más Dios que uno sólo. 5 Porque aunque algunos sean llamados dioses, ya en el cielo, ya en la tierra, de manera que haya muchos dioses y muchos señores, 6 para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien todo procede y para quien somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y nosotros también. 7 Pero no todos saben esto: habituados de antiguo a los ídolos, comen esas carnes como realmente sacrificadas al ídolo, y su conciencia se mancha por su flaqueza. 8 Pero no es la comida la que nos hace aceptos a Dios, y ni por abstenernos escasearemos ni por comer abundaremos. 9 Mas cuidad de que esa vuestra facultad no sea tropiezo para los débiles. 10 Porque si alguno te viere a ti, que tienes ciencia, sentado a la mesa en un santuario de ídolos, en la flaqueza de su conciencia, ¿no se creerá inducido a comer las carnes sacrificadas a los ídolos? 11 Entonces perecerá por tu ciencia el hermano flaco por quien Cristo murió. 12 Y así, pecando contra los hermanos e hiriendo su conciencia flaca, pecáis contra Cristo. 13 Por lo cual, si mi comida ha de escandalizar a mi hermano, no comeré carne jamás, por no escandalizar a mi hermano.

Comienza aquí a tratar el Apóstol de una nueva cuestión, la de los idolotitos o carnes sacrificadas a los ídolos, sobre la que es probable que, al igual que sobre la de matrimonio y virginidad (cf. 7:1), los corintios le hubieran presentado sus dudas por escrito. Hoy para nosotros es asunto que apenas tiene aplicación, pero no así en aquella primera época del cristianismo, cuando era inevitable la convivencia con paganos, entre los que los sacrificios a los ídolos eran cosa de cada día. Parte de las carnes inmoladas quedaba reservada para el dios y sus sacerdotes, mas otra parte era devuelta al oferente, quien la comía acompañado de sus familiares e invitados, bien allí mismo en las dependencias del templo, bien luego en su casa particular, e incluso a veces llevándola para la venta en el mercado público. Todo esto planteaba a los fieles una serie de problemas. ¿Podían tomar parte en un banquete sagrado, si eran invitados por un amigo ? ¿Podían al menos aceptar la invitación cuando el banquete era en la casa del amigo? Y en el mercado público ¿podían comprar indistintamente las carnes sin andar averiguando su procedencia ?
A todo esto va a contestar ahora San Pablo, dedicándole tres íntegros capítulos (8-10). De este asunto se había tratado ya en el concilio de Jerusalén, pero la solución negativa que allí se dio (cf. Hec_15:29) era sólo de carácter local, con relación a las comunidades cristianas de Siria y de Cilicia (cf. Hec_15:23). San Pablo no la juzga de aplicación en Corinto, donde las circunstancias eran muy distintas.
En la presente perícopa, que incluye todo el capítulo octavo (v.1-13), da la solución que pudiéramos llamar general o de principios, distinguiendo entre deberes que provienen de la ciencia (v.1-6) y deberes que provienen de la caridad (v.7-13). Es la misma doctrina que expone también en Rom_14:14-21, diciendo que hay cosas que son de suyo indiferentes en el orden moral, pero que pueden convertirse en malas por razón de escándalo.
En concreto es ésta su manera de argumentar: los ídolos son representaciones vacías que no responden a nada en la realidad objetiva, pues sólo hay un Dios, el Padre, y sólo un Señor, Jesucristo (v.1-6); por tanto, las carnes de las víctimas a ellos ofrecidas no quedan por eso manchadas 168. Esto es lo que nos dice la ciencia esa ciencia de que parece se preciaban tanto algunos corintios (cf. 3:18; 4:19; 5:2; 6:12), y que San Pablo, no sin cierta ironía (cf. v.10-11), dice que es patrimonio de todos (v.1). Lo que añade a continuación (v.1b-3) constituye una especie de paréntesis, para recalcar que la ciencia cristiana no ha de quedarse en conocimiento especulativo, que con frecuencia no trae sino hinchazón y vanidad, sino que ha de estar enderezada a la caridad, la única que realmente edifica, es decir, contribuye a levantar espiritualmente el templo de Dios, sea en cada fiel (cf. 6:19), sea en la comunidad (cf. 3:16-17). Y no es verdadera ciencia, cual conviene que sea la ciencia de un cristiano, aquella que no va informada de esta caridad (v.2); en cuyo caso, o sea, cuando uno ama a Dios, es conocido por El (v.3), es decir, mirado por El con ojos de benevolencia (cf. Gál_4:9). Es, pues, la ciencia informada por la caridad, no la otra, la que principalmente interesa 169.
En los v.7-13 completa el Apóstol su argumentación, aplicando al caso concreto de los idolotitos lo que acaba de decir sobre pura ciencia especulativa y ciencia informada por la caridad. No basta saber que los ídolos no son nada y, consiguientemente, no pueden manchar las carnes a ellos sacrificadas, sino que es necesario atender también a la obligación de no escandalizar a nuestros hermanos débiles en la fe, más o menos aprisionados todavía en los prejuicios de su antiguo paganismo, que no pueden sacudir de sí el temor al ídolo y siguen pensando que las carnes a ellos sacrificadas tienen algo de sagrado. Conciencia ciertamente errónea, pero si nuestro ejemplo los induce a comer, pecan; pues van contra la propia conciencia. Y nosotros cometemos un pecado contra Cristo (v.1a), al que con nuestra conducta arrebatamos uno de los miembros de su Cuerpo místico (cf. 12:27).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


41 (B) Problemas derivados del entorno pagano (8,1-11). Pablo empieza (8,1-13) y ter(-)mina (10,23-11,1) con un análisis de la actitud cristiana respecto a la carne ofrecida a los ído(-)los. Los principios teológicos implicados se ahondan en 9,1-10,22 con el examen de temas que aparentemente no guardan relación. Ha(-)blando en términos generales, la carne en el mundo antiguo sólo se podía conseguir tras las grandes fiestas, cuando los sacerdotes vendían el excedente de carne de las víctimas sacrificia(-)les que constituía su parte (véase J. Casabona, Récherches sur le vocabulaire des sacrifices en Grec [París 1966] 28-38). En Corinto, los «fuer(-)tes» y los «débiles» (la terminología procede de Rom 15,1) estaban divididos acerca de la mora(-)lidad de comer tal carne; los primeros lo apro(-)baban, a los segundos les repugnaba. El proble(-)ma se aborda también en Rom 14,1-15,13.
(Fee, G. D., «Eidolothyta Once Again: An Interpretation of 1 Cor 8-10», Bib 61 [1980] 172-97. Horsley, R. A., «Consciousness and Freedom among the Corinthians: 1 Cor 8-10», CBQ 40 [1978] 574-89. Lorenzi, L. de [ed.], Freedom and Love [Benedictina 6, Roma 1981].)
42 (a) La comida ofrecida a los ídolos (8,1-13). 1. respecto a la carne sacrificada a los (dolos: Nueva pregunta planteada por los co(-)rintios (véase 7,1). todos sabemos: Afirmación de los fuertes de Corinto, que se aclarará en el v. 4 .el amor edifica: El auténtico saber cristia(-)no debe estar enraizado en el amor (Flp 1,9-10). 3. ése es conocido por él: La elección divi(-)na (Rom 8,28-30) se manifiesta mediante la respuesta de amor. Pablo quita importancia al conocimiento. 4. Con el fin de justificar el con(-)sumo de carne sacrificada a los ídolos, los fuertes se basaban en el monoteísmo, expresa(-)do positiva y negativamente, un ídolo no es na(-)da en el mundo: Si un ídolo no tiene existencia real (véase C. H. Giblin, CBQ 37 [1975] 530-32), la comida a él ofrecida no puede haber ex(-)perimentado cambio alguno, no hay más que un Dios: La convicción básica del AT (Dt 6,4; Is 44,8; 45,5). 5. quienes reciben el nombre de dio(-)ses: Aunque objetivamente los ídolos no exis(-)tían, para muchos eran subjetivamente reales. Los fuertes habían pasado por alto esta cues(-)tión práctica. 6. un único Dios: Pablo corrige el abstracto monoteísmo de los fuertes citando una aclamación (véase E. Peterson, Heis Theos [FRLANT 41, Gotinga 1926]), probablemente de una liturgia bautismal, que pone de relieve el papel de Cristo. Se han de sobreentender vb. de movimiento («venir» e «ir»), más que for(-)mas del vb. «ser» (véase F. M. M. Sagnard, ETL 26 [1950] 54-58). todas las cosas: La interpre(-)tación cosmológica (véase E. Norden, Agnostos Theos [Leipzig 1913] 240-50) es menos pro(-)bable que la interpretación soteriológica, más conforme al uso paulino (Rom 11,36; 1 Cor 2,10-13; 12,4-6; 2 Cor 4,14-15; 5,18; véase J. Murphy-OConnor, RB 85 [1978] 253-67). No hay ninguna alusión a la preexistencia de Cris(-)to (véase J. D. G. Dunn, Christology in the Making [Londres 1980] 179-183).
43 7. por estar acostumbrados hasta ahora a los ídolos: Los convertidos gentiles todavía no habían asimilado emocionalmente su con(-)versión intelectual al monoteísmo, su concien(-)cia, que es débil: Los fuertes tal vez considera(-)ran así la respuesta objetivamente errónea de los débiles. Syneidésis, término utilizado aquí por Pablo por primera vez, denota la concien(-)cia que uno tiene de haber pecado (véase R. Jewett, Pauls Anthropological Terms [AGJU 10, Leiden 1971] 402-39; ® Teología paulina, 82:146). 8. un alimento no nos llevará ante (el tribunal de) Dios: En consonancia con su prin(-)cipio (6,13), los fuertes proclaman que el ali(-)mento es moralmente indiferente, ni vamos a estar mejor por no comer, ni vamos a estar peor por comer: Esta es la lectura preferible; se alu(-)de a los carismas. Estos, ni aumentan en el caso de quienes se abstienen, ni disminuyen para quienes comen carne sacrificada a los ídolos (véase J. Murphy-OConnor, CBQ 41 [1979] 292-98). 9. Pablo se niega a aceptar el criterio propuesto por los fuertes. La repercu(-)sión que los actos propios tienen sobre los de(-)más debe guiar la decisión de un cristiano. 10. recostado en un templo idolátrico: El hecho de que los fuertes participaran en los banquetes de los templos ponía a los débiles en una posi(-)ción intolerable en lo tocante a invitaciones, p.ej., a reuniones familiares en las cuales se servía carne sacrificada a los ídolos (véase J. Murphy-OConnor, St. Pauls Corinth 161-65). la conciencia del débil: Ya no la «conciencia dé(-)bil» del v. 7. Pablo está intentando suscitar in(-)terés por un necesitado, será fortalecida: El to(-)no es marcadamente irónico y sólo se explica si los fuertes insistían en que «convenía forta(-)lecer la conciencia débil». Ellos pensaban que esto se podía hacer por medio de la educación, pero Pablo se daba cuenta de que la reacción de los débiles tenía en la personalidad de éstos raíces mucho más profundas. 11. el hermano: La «persona débil» del v. 10 se convierte ahora en un hermano en Cristo, merecedor, por tan(-)to, del mismo amor que Cristo manifestó, per(-)dido: Desgarrado por la tensión sin resolver entre instinto y acto. 12. pecáis contra Cristo: Dentro del contexto, esto equivale a destruir a Cristo, de manera que «Cristo» debe designar a la comunidad (véase el comentario a 6,15; 12,12), que se ve desgarrada al faltar la cari(-)dad que debía unir a todos en perfecta armo(-)nía (cf. Col 3,14). 13. Pablo no impone a los fuertes un modo de actuar. Simplemente cen(-)tra los elementos de reflexión que les ha dado diciéndoles lo que haría él.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VIII.

1 To abstaine from meates offered to Idoles: 8.9 We must not abuse our Christian libertie, to the offence of our brethren: 11 but must bridle our knowledge with Charitie.
1 Now as touching things offered vnto idoles, wee know that wee all haue knowledge. Knowledge puffeth vp: but Charitie edifieth.
2 And if any man thinke that hee knoweth any thing, hee knoweth nothing yet as he ought to know.
3 But if any man loue God, the same is knowen of him.
4 As concerning therefore the eating of those things that are offered in sacrifice vnto idoles, wee know that an idole is nothing in the world, and that there is none other God but one.
5 For though there bee that are called gods, whether in heauen or in earth (as there be gods many, and lords many:)
6 But to vs there is but one God, the Father, of whom are all things, and we [ Or, for him, Rom_11:36.] in him, and one Lord Iesus Christ, by whom are all things, and we by him.
7 Howbeit there is not in euerie man that knowledge: for some with conscience of the idole vnto this houre, eate it as a thing offred vnto an idole,

[Of offending our brethren.]

and their conscience being weake, is defiled.
8 But meate commendeth vs not to God: for neither if we eate, [ Or, haue we the more.] are we the better: neither if wee eate not, [ Or, haue we the lesse.] are we the worse.
9 But take heed lest by any meanes, this [ Or, power.] libertie of yours become a stumbling blocke to them that are weake.
10 For if any man see thee which hast knowledge, sit at meat in the idols temple: shall not the conscience of him which is weake, be [ Greek: edified.] emboldened to eat those things which are offered to idols?
11 And through thy knowledge shal the weake brother perish, for whome Christ died?
12 But when ye sinne so against the brethren, and wound their weake conscience, ye sinne against Christ.
13 Wherefore if meate make my brother to offend, I will eat no flesh while the world standeth, lest I make my brother to offend.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Víctimas sacrificadas a los ídolos. Pablo se refiere a un caso muy concreto de aquella comunidad que vivía en ambiente pagano: comer o no comer carne que había sido sacrificadas a los ídolos. Este problema nos hará sonreír seguramente a los cristianos de hoy. Sin embargo, como nos tiene ya acostumbrados, Pablo se eleva por encima de lo circunstancial del caso concreto y ofrece a los corintios -y a los lectores y lectoras de hoy- una formidable lección de la dimensión de solidaridad que tiene que tener la libertad cristiana.
Se trataba de la carne que sobraba de banquetes cúlticos y que luego se vendía en el mercado. Naturalmente, el cristiano o la cristiana no participaban en el culto a los ídolos. ¿Podía, sin embargo, comprar la carne en el mercado y comerla? He aquí la cuestión.
Había en la comunidad cristianas y cristianos escrupulosos -el Apóstol los llama de «conciencia débil» (7), probablemente recién convertidos del paganismo, que consideraban dicha carne como contaminada ya de idolatría y, por tanto, no la comían escandalizándose de que otros lo hicieran. Es a los otros, a los «liberados», a los que se dirige Pablo. Lo hace en dos planos. El del «conocimiento» o conciencia ilustrada y el de la «caridad».
Dice el conocimiento: sólo existe un solo Dios, por tanto las carnes sacrificadas a los ídolos son como otra carne cualquiera y nada hay de malo en comerla. Dice la caridad: no se puede escandalizar al hermano o a la hermana que tiene la conciencia menos formada o escrupulosa. Provocar la caída del hermano es hacer grave ofensa a Cristo (cfr. Rom_14:15-20).
No pretende el Apóstol que dejemos al de conciencia débil en su ignorancia. Todo lo contrario. Sin embargo, es el respeto al débil y al ignorante lo que da a nuestra libertad su calidad de libertad cristiana, es decir, una libertad presidida y regulada por la caridad. En definitiva ésta es la verdadera libertad que nos ha traído Jesús.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Reina-Valera 1995 Notes:



[1] 8.1--11.1 El tema de los caps. 8--10 es la actitud cristiana frente a los alimentos ofrecidos a los ídolos, uno de los problemas planteados por los corintios (cf. 1 Co 7.1). El amor (v. 1-3) y la consideración para con otros (ilustrada en el cap. 9) deben regir la conducta cristiana.

[2] 8.1 Gran parte de la carne vendida en el mercado era de animales sacrificados a dioses paganos, lo cual suscitaba problemas de conciencia en algunos cristianos.

[3] 8.1-3 Todos tenemos el debido conocimiento: es decir, conocimiento de la verdad: frase que Pablo probablemente cita de la epístola que los corintios le habían escrito (véase 1 Co 7.14 n.). Algunos de ellos, que se imaginaban tener el conocimiento de la verdad, se sentían libres de los prejuicios de otros y, por lo tanto, superiores a ellos.

[4] 8.1 El amor edifica: es decir, el amor edifica a la comunidad: de manera figurada, se presenta al pueblo de Dios como un edificio en construcción (1 Co 3.9-16).

[5] 8.3 Gl 4.9.

[6] 8.4 1 Co 10.19.

[7] 8.4 Dt 4.35,39; 6.4.

[8] 8.6 Mal 2.10; Ro 11.36; Ef 4.6.

[9] 8.6 Jn 1.3; Col 1.16; Heb 1.2.

[10] 8.8 Ro 14.17.

[11] 8.9-13 Tropezadero para los débiles: Ro 14.13-15; Gl 5.13.

[12] 8.10 Lugar dedicado a los ídolos: Algunas veces, en los recintos de los templos paganos se celebraban banquetes de carácter social que no eran actos de culto.

[13] 8.8-13 Ro 14.20-21. Pablo aplica el criterio de la libertad cristiana practicada con amor y respeto por la conciencia del hermano (v. 9-13; cf. Mt 25.40,45); nunca menciona en sus escritos la epístola de Hch 15, que trata sobre los alimentos (véase Hch 15.20 n.).

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_10:40+; Hch_9:5

NOTAS

8:12 Cristo es aquí la comunidad, como en 1Co_1:13; 1Co_6:15; 1Co_12:12.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_10:40+; Hch_9:5

NOTAS

8:12 Cristo es aquí la comunidad, como en 1Co_1:13; 1Co_6:15; 1Co_12:12.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*8:8-13 Se aplica al caso de la carne sacrificada a los ídolos el principio enunciado en 1Co 8:1, acentuando la actitud de los fuertes frente a los débiles. Pablo apoya su llamada a los fuertes (1Co 8:13) en que los débiles son hermanos y, sobre todo, en que han sido redimidos por la muerte de Cristo.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Tres cosas enseña aquí San Pablo:
1) que los manjares son de suyo moralmente indiferentes;
2) que lo que es de suyo indiferente puede convertirse en malo, siempre que sea ocasión de escándalo;
3) que los pecados de escándalo no sólo perjudican a nuestros hermanos, sino que ofenden a Cristo.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La caridad exige abstenerse de los de los idolotitos, cuando su comida pueda ser motivo de escándalo para otros, pues el escándalo puede llevar a que alguno se pierda y Cristo ha muerto por todos y cada uno de los hombres.


Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Mat 25:45

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

En griego hermanos.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Mt 18:5