Ver contexto

Primera campaña de Egipto y saqueo del templo.
Antíoco, una vez asentado en el reino, concibió el proyecto de reinar sobre el país de Egipto para ser rey de ambos reinos. (I Macabeos 1, 16) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;

Introducción (1:1-66).

Alejandro Magno (1:1-10).
1 Sucedió que Alejandro el Macedonio, hijo de Filipo, una vez hubo salido del país de los Kittin y derrotado a Darío, rey de los persas y de los rnedos, reinó en su lugar, primeramente en Grecia. 2 Combatió muchas batallas, expugnó muchas fortalezas y dio muerte a reyes de la tierra. 3 Atravesándola hasta sus fronteras, se apoderó de los despojos de la muchedumbre de pueblos, y la tierra enmudeció a su presencia. 4 Juntó poderosos ejércitos, 5 sometió provincias nacionales y reyes, que le pagaron tributo. 6 Después de todo esto guardo cama y tuvo el presentimiento de que se moría. 7 Llamando a sus oficiales, los nobles que con él se habían criado desde su juventud, dividió aún en vida su reino entre ellos. 8 Había reinado Alejandro doce años cuando le arrebató la muerte. 9 Sus generales hiciéronse cargo del poder, cada uno en el lugar que le toco en suerte. 10 Todos ciñeron la corona después de su muerte, y sus hijos después de ellos durante muchos años, llenando la tierra de males.

Con un rápido bosquejo histórico señala el autor las raíces de la situación política y religiosa de Palestina, contra la cual se levantó la dinastía asmonea. Este resumen histórico ocupa todo el capítulo primero. En el verano del año 336 fue asesinado Filipos, sucediéndole en el trono su hijo Alejandro, a la sazón de veinte años de edad. El año anterior (335) subió al trono su futuro rival, Darío III Codomano, por gracia del eunuco Bagoas. En el pecho del joven macedonio hervía el deseo de vengar las ofensas que había infligido a Grecia el imperio persiano. Una vez afianzado en el trono y reforzadas las fronteras de Macedonia, cruzó los Dardanelos en la primavera del año 334, al frente de treinta mil soldados de infantería y cinco mil de caballería. Le seguía un reducido número de letrados, entre los cuales descuella Tolomeo, que recibió el encargo de tener al día la Crónica de los acontecimientos. Apenas desembarcó en Abidos, consiguió la gran victoria de Granico (mayo-junio del año 334), que le abrió las puertas de Asia. A medida que se internaba iban cayendo en su poder las ciudades costeras. En octubre del año 333, la victoria sobre Darío Codomano abre al helenismo las puertas de Oriente. Las bases de Adrados, Biblos y Sidón se le rinden; Tiro cerróle sus puertas. Después de seis meses de sitio cayó la ciudad en su poder (julio del año 332). En su marcha hacia el sur sitió a Gaza, que se le rindió a los dos meses. En noviembre del año 332 llega victorioso al valle del Nilo. En la primavera del 331 se encuentra nuevamente en Tiro, en donde organizó la provincia siro-palestinense.
Cuenta Flavio Josefo que, después de la conquista de Gaza, Alejandro visitó Jerusalén, en donde fue acogido con grandes honores por parte del pueblo y del sumo sacerdote Yaddúa, ofreciendo sacrificios en el templo y concediendo grandes favores al pueblo judío. Se cree que esta noticia es una pura leyenda.
Ante los grandes triunfos de Alejandro enmudeció la tierra (Jue_3:11-30; 2Cr_13:23; Isa_14:7), por lo que su corazón se engrió y llenó de orgullo, hasta el límite de reclamar para sí honores divinos. En el oasis de Siwa, los sacerdotes legitimaron su advenimiento al trono de los faraones, declarándolo hijo de Dios. A estas locas pretensiones alude el autor del libro, ya que nacimiento divino y dominación universal son dos pretensiones inseparables 2. El autor del libro juzga a Alejandro por la fama que de él se ha conservado entre el pueblo, sin pretender estudiar a fondo el alma y las gestas del famoso general macedonio.
La muerte le sorprendió antes de nombrar sucesores. Al preguntársele en vida cuál sería su sucesor, respondió: El mejor 3. Es posible que en vida manifestara vagamente su pensamiento sobre quiénes debían sucederle a su muerte. El autor sagrado no quiere entrar en detalles. Cualquiera que fuese la última voluntad del conquistador, el texto sagrado tiene en cuenta preferentemente el hecho histórico de la división de mando entre los más conspicuos generales, faltando una sucesión dinástica directa (Dan_11:4). Rábano Mauro explicaba el texto bíblico de la siguiente manera: Dividió, a saber: dejó que su reino se dividiera. En el consejo de oficiales se sistematizó la sucesión de Alejandro. Por unos veinte años, el imperio único sobrevivió a los conatos de las fuerzas disolventes. Las intrigas empezaron entre los Diádocos, o sea, los sucesores, eliminándose uno a otro. Después de la victoria naval contra Tolomeo en Salamina de Chipre, año 306, Antígono se arrogó el título de rey, ejemplo que imitaron Tolomeo en Egipto, Lisímaco en Tracia, Seleuco en Babilonia, Gasandro en Macedonia. Prácticamente, Palestina sólo tuvo roces con los lágidas y los seléucidas, especialmente en el período comprendido entre el año 280 al 219 antes de Cristo. Durante todo este espacio de tiempo se multiplicaron los males sobre la tierra. El peor de ellos para el autor sagrado fue la penetración en tromba de la cultura griega, en el amplio sentido de la palabra, en Palestina, con graves amenazas para el judaísmo tradicional.

El retoño de iniquidad (Dan_1:11).

11 De ellos salió un retoño de pecado, Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco, que estuvo en Roma como rehén y se apoderó del reino el año 130 de la era de los griegos.

Antíoco III el Grande (223-187 a.C.) fue derrotado en Magnesia el año 190. Entre las cláusulas del armisticio firmado en Apamea figuraba la de entregar veinte rehenes, a elección de los romanos, entre los que estaba su hijo menor, Antíoco. Los impuestos de guerra que P. Escipión el Africano impuso a Antíoco vaciaron las arcas reales de Siria. Para llenarlas, el rey asaltó de noche el templo de Bel, en Elimaida, pereciendo en manos de los defensores del santuario. La misma necesidad de dinero retuvo en todo tiempo la atención de su hijo Seleuco IV Filopator (187-175), reducido a la condición de agente de tasas. Enterado por Apolonio de Tarso de las riquezas existentes en el templo de Jerusalén, mandó a su ministro Heliodoro con la misión de que se apoderara de ellas (2Ma_3:1-34). Poco después el rey murió en manos de Heliodoro. Un año antes (175 a.C.), su hijo Demetrio fue enviado a Roma en calidad de rehén, en lugar de Antíoco IV Epifanes. Este retoño de iniquidad, como le llama nuestro autor, tuvo noticia en Atenas de la muerte de su hermano Seleuco. Con la ayuda de Eumenio II de Pérgamo apoderóse del trono que dejó vacante su hermano. Para los judíos fue Antíoco un usurpador; un hombre despreciable ocupará su puesto, sin estar revestido de la dignidad real. Pero sobrevendrá de improviso y se apoderará del reino por la intriga (Dan_11:21). El advenimiento de Antíoco al trono tuvo lugar el año 137 de la era de los griegos, que corresponde al año 175 antes de Cristo.

Los heraldos del helenismo (Dan_1:12-16).
12 Salieron de Israel por aquellos días hijos inicuos, que sedujeron a muchos, diciendo: Ea, hagamos alianza con las naciones vecinas, pues desde que nos separamos de ellas nos han sobrevenido tantos males. 13 Estas palabras aparecieron bien a sus ojos. 14 Algunos del pueblo apresuráronse a ir al rey, el cual les dio facultad para seguir las costumbres de los gentiles. 15 En virtud de estos, levantaron en Jerusalén un gimnasio, conforme a los usos paganos; 16 se restituyeron los prepucios, abandonaron la alianza santa para asociarse con los gentiles, y se vendieron para obrar el mal.

Ya en tiempos de Antíoco III existía en Jerusalén un grupo partidario del helenismo (2 Mac c.3). Muchos judíos sentían la necesidad de abandonar moldes antiguos para colocarse en el nivel cultural de los pueblos de la gentilidad. El aislamiento judío era considerado por los griegos como signo de barbarie. La libertad de costumbres, de expresión y organización encandilaban a la juventud judía. El ideal griego era tentador; desde el punto de vista humano era una locura renunciar a él. Para los helenizantes, el aislamiento impuesto por la Ley (Exo_34:11-16; Deu_7:1-11; Deu_12:29-31) había acarreado infinitos males a la nación judaica (Jer_44:16-19). Los más exaltados pedían la abrogación de la Ley mosaica, la destrucción total de los rollos de la Tora y la facultad de poder comer las carnes que el judaísmo consideraba impuras. El hecho de que algunos acudan al rey de Siria para conseguir de él la autorización de seguir las costumbres paganas, se explica, o bien para escapar a las penas que la Ley dictaba contra los apóstatas (Lev_24:14), o para pedir al rey abrogara el decreto de Antíoco III por el que se concedía a cada pueblo el derecho de seguir sus leyes y costumbres propias 4. El jefe de esta expedición fue Jasón, al que concedió el rey la autorización para instalar un gimnasio y una mancebía en Jerusalén. Una vez en el poder, se dio a introducir las costumbres griegas entre sus conciudadanos (2Ma_4:9-10). Los jóvenes judíos actuaban desnudos en el gimnasio griego, lo que dio pie a que se introdujera la costumbre de practicar una operación dolorosa, conocida por el nombre de epispasmós (1Co_7:18)5, con el fin de borrar las señales de la circuncisión, considerada por los griegos como un atentado contra la dignidad personal e integridad corporal.

Antíoco contra Tolomeo (1Co_1:17-20).
17 Una vez que Antíoco se consolidó en el trono, concibió el propósito de ser rey de la tierra de Egipto, a fin de reinar sobre las dos naciones. 18 Entró en ella con un poderoso ejército, con carros, elefantes y jinetes y con una gran flota, 19 e hizo la guerra a Tolomeo, rey de Egipto. Atemorizado éste, huyó ante él, y fueron muchos los que cayeron heridos. 20 Antíoco se apoderó de las ciudades fuertes de Egipto y volvió cargado de despojos.

El año 172, el rey Tolomeo VI Fitometor cumplía catorce años de edad. Al morir su madre, Cleopatra, hermana de Seleuco IV y de Antíoco Epifanes, pasó el joven monarca a depender de dos tutores, que planearon la conquista de la Gelesiria, a saber, de los territorios de Fenicia y Palestina, que constituían el dote que Cleopatra debía aportar al casarse con Tolomeo V. Enterado Antíoco de los planes de los tutores del rey por confidencias del embajador enviado a las fiestas de la entronización, hizo un despliegue de fuerzas en Palestina con el fin de impresionarles. Más tarde, aprovechando la coyuntura de que los romanos estaban empeñados en la guerra contra Perseo, rey de Macedonia, repelió la agresión de Egipto contra Palestina, penetrando con un numeroso ejército en las riberas del Nilo. En esta campaña empleó Antíoco carros armados con hoces (2 Mac 13:2), que habían usado profusamente los aquemé-nides, por razón de su gran movilidad en las pistas de la costa mediterránea. El elefante era el animal preferido por los seléucidas, recibiendo Seleuco I el título de elefantarco. Puesto en fuga el ejército egipcio, Antíoco ocupó Pelusio, penetró hasta Menfis, hizo prisionero al joven monarca y se dirigió a Alejandría, cuyo sitio tuvo que abandonar. Con un inmenso botín regresó a Palestina (Dan_11:25-28), donde llegó el año 169, 143 de la era de los seléucidas.

Saqueo del templo (Dan_1:21-24).
21 El año 143, después de haber vencido a Egipto, Antíoco vino contra Israel, 22 y subió a Jerusalén con un poderoso ejército. 23 Entró altivo en el santuario, arrebató el altar de oro, el candelabro de las luces con todos sus utensilios, la mesa de la proposición, las tazas de las libaciones, las copas, los incensarios, la cortina, las coronas, y arrancó todo el decorado de oro que cubría el templo. 24 Se apoderó asimismo de la plata, del oro y de los vasos preciosos, y se llevó los tesoros ocultos que pudo hallar, y con todo se volvió a su tierra.

Sus motivos tenía Antíoco para dirigirse a Jerusalén antes de entrar en Siria. En efecto, durante su permanencia en Egipto circuló el rumor de que había muerto, lo que aprovechó Jasón, animador del partido filoegipcio y ex sumo sacerdote depuesto por el rey, para adueñarse de Jerusalén. Menelao entregó a Antíoco una importante cantidad con el fin de que le nombrara sumo sacerdote. El rey, avaro y necesitado de dinero, satisfizo sus anhelos, lo que obligó a Jasón a huir de Jerusalén y refugiarse en la región de Ammán (2Ma_4:23-26), en TransJordania. Dispuesto a quitar de en medio a todos sus rivales, aprovechó Menelao los servicios del regente Andrónico para asesinar a Onías III, el sumo sacerdote legítimo, hermano de Jasón. En el golpe de mano que dio este último contra Jerusalén logró apoderarse de la ciudad, pero no pudo expugnar la ciudadela, al norte del templo, en donde se refugió Menelao. Al enterarse Jasón de que Antíoco se acercaba a la ciudad con s á poderoso ejército, huyó de nuevo hacia su refugio de TransJordania, buscando asilo entre los nabateos, cuyo rey, Areta I, lo encarceló.
Antíoco entró triunfante en Jerusalén. Acompañado por Menelao, sumo sacerdote, penetró en el templo, señalando a su paso por el lugar sagrado los objetos preciosos que debían entrar en el bagaje real (2Ma_5:11-18).
La idea de los derechos de la monarquía divina era tan arraigada, que el dios Epifanes se creía con el derecho de disponer de la riqueza de los templos de su imperio sin cometer un pecado de sacrilegio6. Antíoco proclamóse dios después de la victoria sobre Tolomeo VI, añadiendo al nombre el título de Theós Epiphanés, dios manifiesto, es decir, el dios solar Hor, título que lleva Tolomeo V en el decreto de Roseta. Con el tiempo, el simple apelativo de Epiphanés pudo designar más bien un título honorífico, correspondiente a ilustre. También se le conoció por el sobrenombre de epímane, maniático7.

Luto en Israel (2Ma_1:25-29).
25 Hicieron gran matanza y profirieron palabras insolentes. 26 Un gran duelo se levantó en Israel y en todos sus lugares; 27 jefes y ancianos gimieron; las doncellas y los jóvenes languidecieron, la belleza de las jóvenes palideció. 28 El recién casado entonó una lamentación, y la que estaba sentada en la cama hizo duelo; 29 tembló la tierra a causa de los que la habitaban, y toda la casa de Jacob se cubrió de confusión.

El saqueo del templo exacerbó el ánimo de los fieles, que demostraron públicamente su disconformidad con el proceder de Antíoco y del sumo sacerdote Menelao. La guardia real debió castigar su valentía con la muerte de los manifestantes, derramando su sangre sobre el pavimento sagrado, ya contaminado por las plantas de un rey gentil (2Ma_5:12-13). Tal parece ser el sentido de la frase epóiesen fonoktonían (Num_35:33; Sal_106:38). Es una fantasía de Posidonio de Apamea la noticia de que Antíoco en su visita al templo vio a un hombre barbudo montado sobre un asno y con un libro en las manos. Este relato grotesco dio pie a que se propalara la fábula de que los judíos rendían culto a una cabeza de asno.
El pillaje del templo desencadenó un duelo general, que el autor describe empleando el estilo de la quinah, o lamentación.

Apolonio en Jerusalén (Sal_1:30-34).
30 Pasados dos años, envió el rey al jefe de los tributos a las ciudades de Judea y presentóse en Jerusalén con un ejército poderoso. 31 Hablóles con falsía palabras de paz, en las que ellos creyeron. 32Pero de repente se arrojó sobre la ciudad, causando en ella gran estrago y haciendo perecer a muchos del pueblo de Israel. 33Saqueó la ciudad y la incendió, y destruyó sus casas y los muros que la cercaban. 34Llevaron cautivas a las mujeres y a los niños y se apoderaron de los ganados.

A los dos años del saqueo del templo, a saber, en el año 145 de la era seléucida y 167 antes de Cristo, otro infortunio debía probar al sufrido pueblo judío. Soñaba Antíoco con anexionar Egipto a su imperio. Pero esta última vez no sucederán las cosas como en la primera (Dan_11:29), porque una embajada capitaneada por Popilio Laenas entregó a Antíoco el ultimátum del senado romano por el que se le intimaba a que abandonara Egipto si no quería perder la amistad de Roma. Viendo la inutilidad de sus esfuerzos, respondió: Haré lo que el senado disponga. La noticia de la humillación real llegó a Palestina, llenando de gozo al partido pro-egipcio, que se forjaba la ilusión de pasar pronto a depender de Tolomeo. Pero fue Jerusalén el blanco de las iras del rey (Dan_11:30). Un emisario real, llamado Apolonio (2 Mac 5:24), penetró en Judea el año 167 antes de Cristo al frente de veintidós mil soldados. D ícese que era el cobrador de tributos, o, según la interpretación de Abel, el misarca, por ser comandante de los misios. Fingió Apolonio que venía en calidad de amigo, sin abrigar aviesas intenciones contra el pueblo judío. Un sábado reunió sus tropas en los alrededores de la ciudad bajo la mirada curiosa de un público ocioso por la ley del descanso sabático, fiado en las palabras de paz del misarca. Cuando el público era más numeroso y ante el desconcierto general, se lanzaron los soldados contra la muchedumbre, que, presa de pánico, se atropellaba desordenadamente, buscando la manera de huir de la soldadesca, que blandía sus espadas desenvainadas contra los despavoridos judíos. Día de gran duelo para la ciudad mártir.

La fundación del Acra (1:35-37).
35 Edificaron la ciudad de David con un muro alto y fuerte, torres también fuertes, convirtiéndola en ciudadela. 36 Instalaron allí gente impía, hombres malvados, que en ella se hicieron fuertes. 37 La aprovisionaron de armas y vituallas, y, juntando los despojos de Jerusalén, los depositaron en ella, viniendo a ser para la ciudad un gran lazo.

Se cree que, en tiempos de los Macabeos, la expresión ciudad de David se empleaba para designar la población que se levantaba al este del templo (2:31; 7:32; 14:36; Ant. lud. 12:5:4)· Entre el Acra y el templo mediaba el valle de Tiropeón. Desde el lugar alto del Acra dominábase perfectamente la explanada del templo, de manera que los sirios podían hacer abortar o aplastar los intentos de rebelión de parte de los judíos. En esta fortaleza, rodeada de potentes muros, vivía una guarnición militar siria, sus familias y las de algunos judíos apóstatas. Para casos de emergencia, contenía depósitos de armas, víveres y objetos requisados a los particulares.

El santuario desolado (1:38-42).
38 Fue una asechanza para el santuario, una grave y continua amenaza para Israel. 39 Derramaron sangre inocente en torno al santuario y lo profanaron. 40 A causa de ello huían los moradores de Jerusalén, que vino a ser habitación de extraños. Se hizo extraña a su propia prole, y sus hijos la abandonaron. 41 Su santuario quedó desolado como el desierto; sus fiestas se convirtieron en duelo; sus sábados en oprobio, y en desprecio su honor. 42 A la medida de su gloria creció su deshonra, y su magnificencia se volvió en duelo.

Los ciudadanos del Acra eran dueños de vidas y haciendas. Desde su posición elevada dominaban el templo, ridiculizaban las ceremonias religiosas y hacían extorsión a los peregrinos que acudían al lugar sagrado. Los mismos habitantes de la ciudad, fieles a las tradiciones patrias, huyeron de la misma para no ser el escarnio de sus con-nacionales apóstatas. El lugar que dejaban era ocupado inmediatamente por algún advenedizo de la gentilidad, de tal manera que, poco a poco, la Ciudad Santa convirtióse en morada de extraños. La vida religiosa se extinguió.

Edicto de Antíoco (1:43-45).
43 El rey Antíoco publicó un decreto en todo su reino de que todos formaran un solo pueblo, dejando cada uno sus peculiares leyes. 44 Todas las naciones se avinieron a la disposición del rey. 45 Muchos de Israel se acomodaron a este culto, sacrificando a los ídolos y profanando el sábado.

Dos tesis se debatían entre los judíos: la de los conservadores, que trataban de aislar a Israel del mundo que los rodeaba con el fin de impedir que elementos paganos entraran en el judaísmo tradicional; la de los helenizantes, que achacaban al aislamiento el germen de los males que aquejaban a Israel. Abrir las fronteras y permitir que nuevos aires rejuvenecieran una religión y una cultura exótica y retrógrada era la máxima aspiración de los sincretistas judíos. Antíoco, según nuestro texto, quiso terminar con los particularismos dentro de su reino; de ahí el decreto de unificación nacional. Los pueblos paganos no opusieron a ello dificultad alguna; pero Israel sí. Los apóstatas aceptaron satisfechos la imposición real, sacrificando a los ídolos.

El edicto obliga a los judíos (1:46-52).
46 Por medio de mensajeros, el rey envió a Jerusalén y a las ciudades de Judá órdenes escritas de que siguieran todos aquellas leyes, aunque extrañas al país; 47que se suprimiesen en el santuario los holocaustos, el sacrificio y la libación; 48que se profanasen los sábados y las solemnidades; 49que se contaminase El santuario y el pueblo santo; 50 que se edificasen altares y santuarios y templos idolátricos y se sacrificasen puercos y animales impuros; 51 que dejasen a los hijos incircuncisos; que manchasen sus almas con todo género de impureza y de abominación, de suerte que diesen al olvido la Ley y mudasen todas sus instituciones, 52 y que quien se negase a obrar conforme a este decreto del rey fuera condenado a muerte.

La ley general se aplicó inexorablemente a los judíos. Un enviado especial de Antíoco llegó a Jerusalén y a todas las ciudades de Judea para notificar a todos el contenido de la orden real. Más que por iniciativa propia, Antíoco decidióse a dar este paso instigado por los judíos apóstatas (Dan_11:30). Empezó Antíoco por abolir el decreto de su padre Antíoco III en favor de los judíos, por el cual, entre otros privilegios, se les concedía que todos los que forman parte del pueblo tienen obligación de vivir conforme a las leyes de sus antepasados.8 El pretexto invocado por Epifanes era la reunificación del imperio, resquebrajado por gran variedad de costumbres y religiones. En vez del altar legítimo, mandó el rey que se levantaran altares a los falsos dioses (Ose_10:8; Num_23:1; Jer_7:31), templos (teméne), con terrenos propios alrededor, y que se multiplicaran por los pueblos, campos y montañas las hornacinas con el correspondiente icono del dios en cuyo honor se erigían. Era Antíoco ferviente devoto de Júpiter Olímpico. Pero acaso pretendió que debía ser él el dios que sustituyera a Yahvé. El año 166 acogía con satisfacción el grito enfervorizado de la muchedumbre que en Dafne le aclamaba como Theós Epiphánes Nikéforos. Es de suponer que el culto oficial del rey divinizado establecido por Antíoco III en cada satrapía fue reforzado por Epifanes. A los judíos estaba terminantemente prohibido comer y sacrificar animales impuros (Lev_11:7; Deu_14:8). Antíoco mandó que se sacrificaran cerdos y otros animales impuros, tales como perros, camellos, liebres, etc. Con su decreto había herido de muerte al judaísmo ortodoxo. No había lugar ni persona que gozara de pureza legal.

Medidas diabólicas (Deu_50:53-56).
53Tal fue el decreto publicado en todo el reino. En todo Israel instituyó inspectores, 54 y a las ciudades de Judá les dio la orden de que sacrificasen cada una por sí, ciudad por ciudad. 55 Se les unieron muchos del pueblo, todos los que abandonaron la Ley. Fueron grandes los males que cometieron en la tierra, 56obligando a los verdaderos israelitas a ocultarse en todo género de escondrijos.

Los inspectores (episkopoi) cuidaron del cumplimiento del decreto en Jerusalén y ciudades de Palestina. La Ley mosaica no autorizaba la celebración de sacrificios fuera de Jerusalén. Las medidas tomadas por Antíoco lograron la adhesión de muchos vacilantes en la fe. Su ejemplo fue causa de grandes males. Los verdaderos israelitas veíanse obligados a renunciar a la vida de sociedad y a esconderse en parajes solitarios y desérticos, esperando tiempos mejores.

Actos sacrilegos (Deu_1:57-60).
57El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco edificaron sobre el altar la abominación de la desolación, y en las ciudades de Judá de todo alrededor edificaron altares; 58 ofrecieron incienso en las puertas de las casas y en las calles, 59y los libros de la Ley que hallaban los rasgaban y echaban al fuego. 60A quien se le hallaba con un libro de la alianza en su poder y observaba la Ley, en virtud del decreto real se le condenaba a muerte.

Convertida Jerusalén en ciudad griega, su templo tenía que correr la misma suerte. Por su condición de Polis, el Acra debía incorporarse al santuario local, por ser el templo, a los ojos de los griegos, uno de los elementos principales de la nueva ciudad. De ahí que a principios de diciembre del año 167 empezó la transformación del templo, perdiendo su condición de santuario de Yahvé y convirtiéndose en templo idolátrico. Sobre el altar de los holocaustos fue levantada la abominación de la desolación. Esta peregrina expresión procede de Daniel (Deu_9:27; Deu_11:31; Deu_12:11), discutiéndose sobre el significado que le quiso dar el profeta. Para Flavio Josefo 9, confirmado por el v.62 de nuestro texto y 4:43, la frase designa un altar profano de pequeñas dimensiones que se levantó sobre el grandioso altar judío. En 2Ma_6:2 se alude acaso a una estatua en honor de Júpiter Olímpico. Sea cual fuese su naturaleza específica, se trata evidentemente de algo que desconcertaba a los judíos ortodoxos al ver convertido el templo de Yahvé en guarida de ídolos. Esto era una abominación horrible, idea que expresa el texto original con las palabras hebraicas siqqus mesommem. Dioses paganos habían arrebatado a Yahvé la propiedad del altar donde antes se le ofrecían sacrificios. Era la primera vez que se cometía tan horrendo crimen. Antes, durante los reinados de Ajab y Manases (2 Re 16, i o; 2Ma_21:1; 2Ma_23:11-12), Yahvé quedaba en su casa, dueño de la misma, lo que no sucedía ahora. El altar idolátrico empezó a construirse el 15 de Casleu, inaugurándose solemnemente el 25 del mismo mes, por coincidir con el natalicio del rey y las fiestas de Dionisios (2 Mac 6.7).
Toda Palestina se paganizó. Exponentes del nuevo cambio eran los altares que se levantaron en todas, las ciudades, las hornacinas en honor de Apolo, Mercurio, Diana, que en cantidad respetable invadieron los caminos, los campos, los manantiales, los bosques y montes. A las divinidades colocadas en los pórticos de las casas se les ofrecía incienso o se les demostraba devoción con otras manifestaciones externas. Con saña especial, los esbirros del rey Quemarón los ejemplares de la Torah que pudieron atrapar, por contenerse allí la regla de fe y costumbres por la que se regía el pueblo judío.

Firmes en la fe (2Ma_1:61-66).
61 Por estar ellos en el poder, procedían de esta manera en las ciudades, un mes y otro mes, contra los israelitas que eran descubiertos. 62 El veinticinco del mes ofrecían sacrificios sobre el altar construido sobre el antiguo de los holocaustos. 63 Las mujeres que circuncidaban a sus hijos eran muertas, según el decreto, 64 con los hijos colgados a su cuello, ejecutándose al mismo tiempo a sus familiares y a los que habían practicado la circuncisión. 65 Muchos en Israel se mantuvieron fuertes en su resolución de no comer cosa impura, prefiriendo morir a contaminarse con los alimentos y profanar la santa alianza, y por ello murieron. 66 Muy grande fue la cólera que descargó sobre Israel.

Cada año, en el natalicio de Antíoco, se tenían grandes banquetes, en los que se servía la carne sacrificada a los ídolos. Los inspectores reales tenían la misión de recorrer las ciudades con el fin de arrestar a los que no asistían a los actos oficiales en honor del rey (2Ma_6:7). Se perseguía la práctica de la circuncisión, matando a la madre que la autorizaba, a los familiares de la misma y al encargado de ejecutarla. Para que la muerte de las madres fuera más cruel, se les entregaban sus propios hijos, que morían conjuntamente, suspendidos del cuello de la que les había dado la vida 10.
El autor sagrado ha puesto de relieve la conducta de muchos judíos que se doblegaron a las órdenes del rey. Muchos otros huyeron al desierto para no contaminarse y poder observar la Ley, o lucharon valientemente con las armas al lado de los jefes asmoneos, y muchos prefirieron morir a quebrantar los preceptos graves que les imponía la ley mosaica. El autor sagrado reconoce que los males que afligieron a Israel fueron efecto de un castigo que infirió Dios a su pueblo por sus muchos pecados (2Ma_6:17; 2Ma_6:12; 2Ma_7:8-33; 2Ma_8:5).

1 Ant. lud. 11,8,4.
2 Radet, Alexandre le Grana 128; I. P. V. D. Balsdon, The Divinity of Alexander; Historia, 1 (1950) 363-388.
3 arriano, Áðá?'. 7123,3,
4 Flavio Josefo, Ant. Jud_1:12, Jud_1:3,3.
5 Celso, De Medicina 7.25,1; S. epifanio, De Mensuris 16: PG 43,264.
6 Abel, Histoire I 120.
7 Polibio, 26,10.
8 E. Bickermann, Une proclamation seléucide reldtive au temple de Jeruzalem: Syria, 25 (1946) 67-85; Abel, Histoire I 89-90,
9 Ant. lud. 12:5:4. La Biblia comentada 2
10 Flavio Josefo, Ant. lud. 12:5:4; 2Ma_6:10.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter I.

14 Antiochus gaue leaue to set vp the fashions of the Gentiles in Hierusalem, 22 And spoiled it, & the temple in it, 57 And set vp therin the abomination of desolation, 63 And slew those that did circumcise their children.
1 And it happened, after that Alexander sonne of Philip, the Macedonian, who came out of the land of [ Or. Chethum.] Chettum, had smitten Darius king of the Persians and Medes, that hee reigned in his stead, the first ouer Greece,
2 And made many wars, and wan many strong holds, and slew the kings of the earth,
3 And went through to the ends of the earth, and tooke spoiles of many nations, insomuch, that the earth was quiet before him, whereupon [ Or, his heart was exalted and lifted vp.] he was exalted, and his heart was lifted vp.
4 And he gathered a mighty strong hoste, and ruled ouer countries, and nations and [ Or, kingdomes which became, etc.] kings, who became tributaries vnto him.
5 And after these things he fell sicke, and perceiued [ Gre that he dieth.] that he should die.
6 Wherefore he called his seruants, such as were honourable, and had bin brought vp with him from his youth, and parted kis kingdome among them, while he was yet aliue:
7 So Alexander reigned twelue yeeres, and (then) died.
8 And his seruants bare rule euery one in his place.
9 And after his death they all put crownes [vpon themselues.] so did their sonnes after them, many yeeres, and euils were multiplied in the earth.
10 And there came out of them a wicked roote, Antiochus [surnamed.] Epiphanes, sonne of Antiochus the king, who had beene an hostage at Rome, and he reigned in the hundreth and thirty and seuenth yeere of the kingdome of the Greekes.
11 In those daies went there out of Israel wicked men, who perswaded many, saying, Let vs goe, and make a couenant with the heathen, that are round about vs: for since we departed from them, [ Greek: many euils haue found vs.] we haue had much sorrow.
12 So this deuise pleased them well.
13 Then certaine of the people were so forward heerein, that they went to the king, who gaue them licence to doe after the ordinances of the heathen.
14 Whereupon [ Or, set vp an open schoole at Ierusalem.] they built a place of exercise at Ierusalem, according to the customes of the heathen,
15 And made themselues, vncircumcised, and forsooke the holy couenant, and ioyned themselues to the heathen, and were sold to doe mischiefe.
16 Now when the kingdome was established, before Antiochus, hee thought to reigne ouer Egypt, that he might haue ye dominion of two realms:
17 Wherefore he entred into Egypt with a great multitude, with chariots, and elephants, and horsemen, and a great nauie,
18 And made warre against Ptolomee king of Egypt, but Ptolomee was afraide of him, and fled: and many were wounded to death.
19 Thus they got the strong cities in the land of Egypt, and hee tooke the spoiles thereof.
20 And after that Antiochus had smitten Egypt, he returned againe in the hundreth fortie and third yeere, and went vp against Israel and Ierusalem with a great multitude,
21 And entred proudly into the sanctuarie, and tooke away the golden altar, and the candlesticke of light, and all the vessels thereof,
22 And the table of the shewbread, and the powring vessels, and the vials, and the censers of gold, & the vaile, and the crownes, & the golden ornaments that were before the temple, [ Or, he pilled all things.] all which he pulled off.
23 Hee tooke also the siluer and the gold, and the [ Greek: desireable.] pretious vessels: also he tooke the hidden treasures which hee found:
24 And when hee had taken all away, he went into his owne land, hauing made a great massacre, and spoken very proudly.
25 Therfore there was great mourning in Israel, in euery place where they were;
26 So that the Princes and Elders mourned, the virgines and yong men were made feeble, and the beautie of women was changed.
27 Euery bridegrome tooke vp lamentation, and she that sate in the marriage chamber, was in heauinesse.
28 The land also was moued for the inhabitants thereof, and all the house of Iacob was couered with confusion.
29 And after two yeeres fully expired, the king sent his chiefe collectour of tribute vnto the cities of Iuda, who came vnto Ierusalem with a great multitude,
30 And spake peaceable wordes vnto them, but [all was.] deceit: for when they had giuen him credence, he fell suddenly vpon the citie, and smote it very sore, & destroyed much people of Israel.
31 And when hee had taken the spoiles of the citie, hee set it on fire, and pulled downe the houses, and walles thereof on euery side.
32 But the women & children tooke they captiue, and possessed the cattell.
33 Then builded they the citie of Dauid with a great and strong wall, [and.] with mightie towers, and made it a strong hold for them,
34 And they put therein a sinfull nation, wicked men, and fortified [themselues.] therein.
35 They stored it also with armour and victuals, and when they had gathered together the spoiles of Ierusalem, they layd them vp there, and so they became a sore snare:
36 For it was a place to lie in wait against the Sanctuary, and an euill aduersary to Israel.
37 Thus they shed innocent blood on euery side of the Sanctuary, and defiled it.
38 In so much that the inhabitants of Ierusalem fledde because of them, whereupon [the citie.] was made an habitation of strangers, & became strange to those that were borne in her, and her owne children left her:
39 Her Sanctuary was laid waste like a wildernesse, her feasts were turned into mourning, her Sabbaths into reproch, her honour into contempt.
40 As had bene her glory, so was her dishonour encreased, and her excellencie was turned into mourning.
41 Moreouer king Antiochus wrote to his whole kingdome, that all should be one people,
42 And euery one should leaue his lawes: so all the heathen agreed, according to the commandement of the king.
43 Yea many also of the Israelites consented to his religion, and sacrificed vnto idols, and prophaned the Sabbath.
44 For the king had sent letters by messengers vnto Ierusalem, and the cities of Iuda, that they should follow [ Or, the lawes and rites of the strangers of the land.] the strange lawes of the land,
45 And forbid burnt offerings, and sacrifice, and drinke offerings in the temple; and that they should prophane the Sabbaths, and festiuall dayes:
46 And pollute the Sanctuarie and holy people:
47 Set vp altars, and groues, and chappels of idols, and sacrifice swines flesh, and vncleane beasts:
48 That they should also leaue their children vncircumcised, and make their soules abominable with all maner of vncleannesse, and prophanation:
49 To the end they might forget the Law, and change all the ordinances.
50 And whosoeuer would not doe according to the commandement of the king [he said.] he should die.
51 In the selfe same maner wrote he to his whole kingdome, and appointed ouerseers ouer all the people, commanding the cities of Iuda to sacrifice, citie by citie.
52 Then many of the people were gathered vnto them, to wit, euery one that forsooke the Lawe, and so they committed euils in the land:
53 [ Or, and they made Israel hide themselues in holes, in euery place of succour.] And droue the Israelites into secret places, euen wheresoeuer they could flie for succour.
54 Now the fifteenth day of the moneth Casleu, in the hundreth fourtie and fift yeere, they set vp the abomination of desolation vpon the Altar, and builded idole altars throughout the cities of Iuda, on euery side:
55 And burnt incense at the doores of their houses, and in the streetes.
56 And when they had rent in pieces the bookes of the Lawe which they found, they burnt them with fire.
57 And wheresoeuer was found with any, the booke of the Testament, or if any consented to the Lawe, [ Greek: the kings commandement put him to death.] the kings commandement was, that they should put him to death.
58 Thus did they by their authority, vnto the Israelites euery moneth, to as many as were found in the cities.
59 Now the fiue and twentieth day of the moneth, they did sacrifice vpon the idole altar, which was vpon the Altar of God.
60 At which time, according to the commandement, they put to death certaine women [ Or, that had circumcised their children.] that had caused their children to be circumcised.
61 And they hanged the infants about their neckes, and rifled their houses, and slewe them that had circumcised them.
62 Howbeit, many in Israel were fully resolued and confirmed in themselues, not to eate any vncleane thing.
63 Wherfore they chose rather to die, that they might not be defiled with meats, and that they might not profane the holy Couenant: So then they died.
64 And there was very great wrath vpon Israel.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Persecución de Antíoco Epífanes. Aparece en escena uno de los mayores símbolos del mal para Israel: Antíoco IV Epífanes, rey de la dinastía Seléucida y nuevo representante del poder imperial. Se puso el sobrenombre de «theos Epiphanes», que significa «dios manifestado». Es significativo, que inmediatamente después de Antíoco IV el autor presente un nuevo e importante actor: el grupo de judíos llamados «renegados» que abogan por la helenización del mundo judío como vía de progreso y modernidad (11-14). Cuando hablamos de helenismo nos referimos a la cultura de origen griego. En contraposición al grupo de los judíos «renegados», están los judíos de corte tradicional articulados en torno al proyecto macabeo. El autor deja claro desde el principio su postura promacabea, tanto que cuando habla de «Israel, pueblo» se refiere a este grupo.
Aprovechando el viejo lema imperial de «divide y vencerás», Antíoco IV hace alianza con los judíos helenistas o «renegados» (15) para alcanzar sus objetivos de imponer la cultura helenista -gimnasios-, establecer un régimen tributario, saquear los tesoros del Templo de Jerusalén para financiar la conquista de Egipto (21-24), imponer un nuevo sistema religioso con dioses y cultos idolátricos, hasta el punto de colocar al dios Zeus en el altar del Templo, prohibir el cumplimiento de la Ley (culto, circuncisión, normas alimentarias, sábado, etc.), y asesinar a todos los opositores (41-50). Jerusalén, la ciudad de Dios, termina siendo una ciudadela griega (33s), y la Alianza con el Dios de la liberación se cambia por una alianza con el imperio pagano (15). El autor recoge en una elegía los tiempos de muerte, sacrilegio y abominación que llenan de luto y dolor al pueblo de Israel (25-28.37-40; cfr. Sal_79:3; Sal_106:38; Jer_7:6; Jer_22:3; Lam_5:2).

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

1:16 Es la primera campaña contra Tolomeo Filométor, el 169. El autor de 2 M la omite y sólo menciona «la segunda expedición», 2Ma_5:1, que aquí se omite. El curso de los hechos aparece con mayor claridad en el libro de Daniel, 1Ma_11:25-27 : primera campaña; 1Ma_1:28 : saqueo del templo; 1Ma_1:29 : segunda campaña e intervención romana; 1Ma_1:30 : represión en Jerusalén; 1Ma_1:31-39 : abolición del culto.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

1:16 Es la primera campaña contra Tolomeo Filométor, el 169. El autor de 2 M la omite y sólo menciona «la segunda expedición», 2Ma_5:1, que aquí se omite. El curso de los hechos aparece con mayor claridad en el libro de Daniel, 1Ma_11:25-27 : primera campaña; 1Ma_1:28 : saqueo del templo; 1Ma_1:29 : segunda campaña e intervención romana; 1Ma_1:30 : represión en Jerusalén; 1Ma_1:31-39 : abolición del culto.

Torres Amat (1825)



[2] Que le resistieron.

[3] Hasta el Ganges y el mar de la India, donde se creía que acababa la tierra. Alejandro aceptó honores de divinidad.

[11] De los seléucidas o descendientes de Seleuco, capitán de Alejandro, que reinó en la Siria, y doce años después de la muerte de Alejandro, era rey del Asia menor. Originó el reinado de los griegos, llamado Era de los Seléucidas. 2 Mac 4, 7-20.

[15] El gimnasio era el lugar destinado a los ejercicios o juegos con que los griegos celebraban las fiestas de sus dioses. Estos ejercicios eran carreras, luchas, disco y tiro al blanco, propios de las Olimpiadas. Los judíos tomaron la iniciativa de la helenización.

[23] Vasos de las libaciones.

[30] Y un numeroso ejército. 2 Mac 5, 24.

[41] Tob 2, 6; Am 8, 10.

[43] 2 Mac 6, 1.

[57] Dan 11, 31; 2 Mac 6, 2.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. "Quitím": este nombre, que al comienzo designaba a la isla de Chipre, pasó a designar más tarde a todas las islas y costas del mar Egeo. "La Hélade" es Grecia con sus colonias diseminadas en la costa oriental de Asia Menor.

10. La indicación cronológica corresponde a la era de los Seléucidas. que comenzaron a reinar en Siria el 312 a.C. "Antíoco Epífanes" reinó entre los años 175 y 164 a.C.

16. Esta campaña de Antíoco IV tuvo lugar en el 169 a. C.

54. La indicación cronológica corresponde al mes de diciembre del 167 a.C. "La Abominación de la desolación": ver nota Dan_9:27.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*1 El autor sitúa la rebelión macabea en el marco de la helenización del Oriente Próximo. Tanto a Alejandro Magno como a sus sucesores, los Diádocos, los descalifica con un conciso juicio moral: multiplicaron las desgracias del mundo. Nuestro autor se detiene en la actuación helenizadora del rey seléucida Antíoco IV Epífanes, quien, con la complicidad de los judíos «apóstatas», implanta las costumbres helénicas y saquea la ciudad y el templo de Jerusalén; en una posterior acción de castigo, heleniza la ciudad de David, sobre todo con la creación del enclave de la acrópolis o ciudadela, instaura los cultos gentiles y promulga el edicto de persecución a la religión tradicional.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

2Ma 5:11-21.