A los que estaban construyendo casas, a los que acababan de casarse o de plantar viñas y a los cobardes, les mandó, conforme a la Ley, que se volvieran a sus casas. (I Macabeos 3, 56) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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2. La Guerra de la Independencia Bajo Judas Macabeo (3:1-9:22).
Elogio del nuevo jefe (3:1-9).
1 Le sucedió Judas, apellidado Macabeo, 2 a quien apoyaron sus hermanos y cuantos habían seguido a su padre, y combatían alegremente los combates de Israel. 3 Y dilató la gloria de su pueblo y, como héroe, se vistió la coraza, y se ciñó sus armas para guerrear, y trabó batallas, protegiendo con su espada el campamento. 4 Por sus hazañas se pareció al león y al cachorro que ruge en busca de la presa. 5 Persiguió a los impíos, despintándoles, y entregó a las llamas a los perturbadores de su pueblo. 6 Los impíos se sobrecogieron de miedo ante él; los obradores de la iniquidad se turbaron. En sus manos llegó a buen término la salvación. 7 Dio en qué entender a muchos reyes y fue el regocijo de Jacob con sus hazañas. Por los siglos perdurará su memoria en bendición. 8 Recorrió las ciudades de Judá, exterminó a los impíos de ellas y alejó de Israel la ira. 9 Llegó su nombre hasta los confines de la tierra y reunió a los dispersos.
Judas Macabeo sucede a su padre. Los guerreros que antes se habían puesto incondicionalmente a las órdenes de Matatías (2:28-45) apoyaron con alegría las empresas del nuevo jefe. El chispazo producido en Modín llevaba trazas de convertirse en una hoguera de entusiasmo que debía tener en jaque a los jefes del helenismo.
El autor sagrado teje un elogio del nuevo héroe del yahvismo. Por él la fama de Israel traspasó las fronteras, que su hermano Simón ensanchará (14:6). Su figura es como la de un gigante. Marcha a la cabeza de sus tropas. Es intrépido y arrojado como un león (Gen_49:9; Num_23:24; Num_24:9; 2Ma_11:11), como un cachorro de león ruge por la presa, pidiendo así a Dios su alimento (Sal_104:21). Como el león (Gen_49:9), Judas y sus hombres habitan en las montañas, se guarecen en los antros de las peñas, acechan desde allí al enemigo y se lanzan de improviso sobre su víctima. Sus connacionales afiliados al helenismo eran la mira de sus pesquisas, entregando a la hoguera los culpables (Gen_5:5; Gen_5:44; 2Ma_8:33). Los enemigos asombrábanse de la valentía del nuevo jefe y temblaban en su presencia. Combatió victoriosamente contra Antíoco Epifanes, Antíoco Eupator y Demetrio I. Sus victorias elevaron la moral del pueblo y eran celebradas con cánticos y odas en toda la nación.
Derrota de Apolonio (2Ma_3:10-12).
10 Apolonio movilizó a los gentiles y a un fuerte ejército de Samaría para hacer la guerra contra Israel. 11 Así que lo supo Judas, le salió al encuentro, derrotóle y le dio muerte. Muchos cayeron gravemente heridos y huyeron los demás. 12 Se apoderó de sus despojos y de la espada de Apolonio, de la cual se sirvió en la guerra todos los días de su vida.
Las gentes que se apiñaron en torno a Judas Macabeo crecían en número de día en día. Las autoridades de Jerusalén calcularon que para infligirles una derrota definitiva necesitaban refuerzos de fuera, buscándolos en Samaría. Apolonio (tes samar eías strategós) estaba al frente de las tropas apostadas en Samaría, distrito de la Celesiria. Apolonio vio en ello una ocasión propicia para descargar su saña contra los odiados judíos. Pero el Macabeo no estaba desprevenido; le atacó de improviso, dejando muchos muertos sobre el campo, entre los cuales figuraba el mismo Apolonio l. ¿Dónde se produjo este encuentro? No lo declara el texto. Cabe suponer que el teatro de la lucha fue en un lugar entre Jerusalén y Samaría, al descamoado.
Ilusiones de Serón (2Ma_3:3-17).
13 Cuando llegó a oídos de Serón, jefe del ejército de Siria, que Judas había juntado gente y que una muchedumbre de fieles a la Ley combatía a su lado, 14se dijo: Me haré famoso y ganaré gloria en el reino combatiendo a Judas y a los suyos, que desprecian los decretos del rey. 15Y, preparada la segunda expedición, salió y subió con poderoso ejército, al cual se unieron los impíos para apoyarle y tomar venganza de los hijos de Israel. 16 Cuando llegaban a la subida de Betorón, les salió al paso Judas con un puñado de hombres. 17 Estos, viendo el ejército que venía contra ellos, dijeron a Judas: ¿Cómo podremos nosotros, tan pocos, luchar contra tan poderosa muchedumbre, y menos estando, como estamos hoy, extenuados por el ayuno?
La derrota de Apolonio tuvo repercusiones en el reino seléucida. Un general del cuerpo de ejército regular de Celesiria quiso borrar la ignominia del ejército sirio con una expedición de castigo y aprovechar la acción para cubrirse de gloria ante el soberano. A los soldados que reclutó en Siria se les juntaron algunos judíos apóstatas (2Ma_2:44). Los impíos, como los llama el texto, más que en cubrirse de gloria, soñaban en la posibilidad de regresar a sus hogares, recobrar sus posesiones y vengarse de aquellos que les constreñían a expatriarse.
El camino que siguió el ejército de Serón fue probablemente el de la costa. Al llegar a la altura de Modín no vislumbró Serón trazas del enemigo. Con precaución internóse hasta Betorón Bajo, donde acampó con su ejército 2. Más tarde continuó su avance hacia la subida de Betorón, con ánimo de proseguir su camino hacia el este. Pero Judas, apostado en la cima de la subida empinada y rocosa, le cortó el paso. Según los cálculos humanos, era tanta la desproporción numérica, que la derrota se mascaba. A ello se agregaba la circunstancia de estar extenuados por el hambre, provocada, o bien por un ayuno legal, o por la misma condición de guerreros errantes Que 8:15; 2Sa_16:2-14). La única ventaja del ejército de Judas, aparte de la invisible ayuda del cielo, era la situación estratégica.
Judas arenga a sus tropas (2Sa_3:18-22).
18 Pero Judas les contestó: Fácil cosa es entregar una muchedumbre en manos de pocos, que para el Dios del cielo no hay diferencia entre salvar con muchos o con pocos; 19 y no está en la muchedumbre la victoria en la guerra: del cielo viene la fuerza. 20 Estos llegan a nosotros llenos de orgullo e impiedad, para apoderarse de nosotros, de nuestras mujeres e hijos, y saquearnos, 21 mientras que nosotros luchamos por nuestras vidas y por nuestras leyes. 22 El los aplastará a nuestros ojos; no tengáis miedo de ellos.
La idea que desarrolló Jonatás para infundir ánimo a su escudero (1Sa_14:6) sirve ahora a Judas para levantar la moral de los suyos. Dios luchará con Judas y su ejército. Tener miedo significa no tener fe.
Derrota de Serón (1Sa_3:23-26).
23 Así que acabó de hablar, los acometió con decisión, derrotando a Serón y a su ejército. 24 Los persiguió Judas por la bajada de Betorón hasta el llano, quedando en el campo unos ochocientos hombres y huyendo los demás a tierra de los filisteos. 25 Con esto, el espanto y el miedo a Judas y a sus hermanos se apoderó de las naciones vecinas. 26 La fama de su nombre llegó hasta el rey, y en todas las naciones se contaban sus batallas.
Es célebre en la historia de Israel la subida de Betorón. Allí derrotó Josué a los amorreos (Jos_10:10); por la misma escaparon los filisteos expulsados de Micmas (1Sa_14:39). Una vez enardecidos los ánimos con las palabras de Judas, el diminuto ejército se lanzó contra el enemigo, que, imposibilitado de maniobrar por la estrechez del terreno, se replegó hacia la llanura, perseguido por Judas. Después de esta batalla comenzó a tomarse en serio la existencia de Judas y de su ejército. No se trataba de vulgares bandas de rebeldes y de descontentos, sino de un ejército bien disciplinado. Sin embargo, es prematuro decir que la fama de Judas corría por las naciones. Estas escaramuzas y victorias sobre el ejército sirio levantaron la moral de los judíos ortodoxos; los débiles en la fe se reafirmaban en sus creencias; los apóstatas temían por su porvenir; las autoridades civiles y el ejército sirio perdían prestigio a los ojos de sus simpatizantes. El mismo rey se enteró de la hombrada de Serón, que terminó con un resonante descalabro militar.
Movilización general (1Sa_3:27-31).
27 El rey Antíoeo, en teniendo noticia de estos sucesos, se encendió en ira, y dio orden de juntar todas las fuerzas del reino, un ejército poderosísimo. 28 Abrió sus tesoros y pagó la soldada a su ejército por un año, ordenando que estuviesen preparados para todo evento. 29 Viendo el rey que sus tesoros habían quedado exhaustos y que los tributos eran escasos por las disensiones y calamidades que él había traído sobre la tierra, en su empeño de suprimir las leyes que habían estado en uso desde los días antiguos, 30 temió no tener, como otras veces le había sucedido, para los gastos y los donativos, que solía repartir con más larga mano y mayor prodigalidad que sus antecesores. 31 En este grave aprieto, resolvió ir a Persia a cobrar los tributos de las provincias y reunir mucho dinero.
A un jefe de distrito, Apolonio, siguió un general de provincia, Serón, y, finalmente, el mismo rey. En los días en que el monarca se enteró de que las cosas de Palestina marchaban mal, estaba planeando una expedición a Oriente con el fin de castigar al rey de los partos. No le era posible de momento dirigir la campaña de Palestina. Pero pensaba que la victoria sobre el rey Arsaces VI aseguraría la paz en Oriente y llenaría las arcas reales para hacer frente a los gastos militares. De momento, y para asegurarse la fidelidad de las tropas, les pagó el sueldo de un año, prometiendo ser más generoso de regreso de Persia. Tácito afirma que el motivo que impidió a Antíoeo helenizar todo el imperio fue la guerra contra los partos 3. Nada Tácito dice sobre el proyecto del rey de ir en busca de dinero, pero no lo excluye. Sabido es que los seléucidas andaban siempre escasos de él después de la derrota sufrida en Magnesia (190 a.C.). No cabe duda que el autor sagrado contempla el curso de la historia desde el punto de vista judío y centra los acontecimientos en el diminuto territorio de Palestina, hacia donde, según él, convergen las miradas de todo el mundo.
Antíoeo delega a Lisias (1Sa_3:32-37).
32 Dejó a Lisias, hombre ilustre y de linaje real, al frente de los negocios del reino desde el Eufrates hasta los confines de Egipto 33 y con el cargo de velar por su hijo Antíoeo hasta su vuelta. 34 Puso a su disposición la mitad de su ejército y los elefantes, encomendándole la ejecución de sus planes, y sobre todo lo de Judea y Jerusalén. 35 Debía enviar contra ellos el ejército, aplastar y destruir la fuerza de Israel y las reliquias de Jerusalén, hasta borrar de la tierra su memoria, 36 e instalar extranjeros en sus confines, distribuyéndoles la tierra por suerte. 37 La otra mitad del ejército la llevó consigo el rey, que partió de Antio-quía, la capital de su reino, el año 147, y, atravesando el Eufrates, se dirigió hacia las regiones altas.
Era Lisias hombre ilustre (éndoxos) y pariente del rey (2Ma_11:1; Jer_41:1), sin que podamos precisar el grado de este parentesco. Acaso se trata más bien de un título honorífico que se concedía para premiar los méritos de algún personaje. A Lisias dejó Antíoeo el cuidado de la parte occidental del reino, a saber, todo el territorio comprendido entre el Eufrates y Egipto, excepto Chipre Nombróle además tutor de su hijo Antíoco Eupator, que contaba entonces nueve años de edad. Una parte del ejército fue puesta a disposición de Lisias, así como los elefantes, que de nada servirían al rey en su campaña por regiones montañosas. Las órdenes reales eran severí simas: liquidación total del judaismo. Dadas las órdenes pertinentes al regente Lisias, el rey se marchó hacia las regiones altas, esto es, tomó la dirección nordeste. La fecha de partida fue el año 147 de la era seléucida, que corresponde al año 165 antes de Jesucristo. De esta expedición real se ocupará más tarde nuestro libro (Jer_6:1-16).
Soldados sirios en Emaús (Jer_3:38-41).
38 Escogió Lisias a Tolomeo, hijo de Dorimeno; a Nicanor y a Gorgias, varones valerosos de entre los amigos del rey; 39 y envió con ellos cuarenta mil hombres y siete mil caballos para invadir la Judea y arrasarla, según el mandato del rey. 40 Partieron con todo su ejército y vinieron a acampar cerca de Emaús, en la llanura. 41 Cuando los mercaderes de la región tuvieron noticia de su llegada, tomaron muchísima plata, oro y cadenas para comprar los hijos de Israel como esclavos. A ellos se agregaron fuerzas de Idumea y del país de los filisteos.
No podía Lisias abandonar la capital del imperio, por lo que encargó a Tolomeo, hijo de Dorimeno, organizara y dirigiera la campaña contra Palestina. Tolomeo, que en otro tiempo favoreció la causa de Menelao (2Ma_4:45), era gobernador de Celesiria y Fenicia. De momento envió un ejército de cuarenta mil hombres y siete mil caballos a las órdenes de Nicanor, hijo de Patroclo (2Ma_8:9), y de Gorgias, todos ellos amigos del rey. Entre estos personajes existía una graduación. Unos eran simples amigos del rey; otros, amigos predilectos y primeros amigos (2Ma_10:16-202Ma_10:-60-65; 2Ma_11:27)4.
Sólo Nicanor y Gorgias siguieron de cerca a las tropas. Los mercaderes acompañaron al ejército basados en las promesas hechas por Nicanor de cederles noventa esclavos judíos por un talento, es decir, a setenta francos oro cada uno. El tráfico de esclavos era corriente en el Próximo Oriente. En Amo_1:6-9 se acusa a Gaza y a Tiro de haber entregado muchedumbres enteras de esclavos a Edom. El ejército expedicionario siguió en su avance la ruta de la costa mediterránea hasta llegar a la altura de Amuás (Emaús), a treinta kilómetros al este de Jerusalén, punto estratégico situado en la Sefela, desde donde podíanse dominar los accesos de Betorón y de Ayalón, el camino de Jerusalén y los territorios del sudeste.
Consejo de los Macabeos (Amo_3:42-45).
42 Viendo Judas y sus hermanos que las cosas iban de mal en peor y que los ejércitos acampaban en sus confines, y conocedores de las órdenes dadas por el rey de destruir y exterminar al pueblo, 43 se dijeron unos a otros: Salvemos a nuestra nación de su ruina y combatamos por nuestro pueblo y por el santuario. 44 Y convocaron la asamblea para disponerse a la guerra, orando e implorando clemencia y misericordia. 45 Jerusalén estaba despoblada como un desierto; no había quien de sus hijos entrase o saliese. Su santuario estaba conculcado, y los hijos de los extranjeros moraban en la ciudadela. Era ésta albergue de los gentiles; el gozo de Jacob había desaparecido, y habían enmudecido la flauta y la cítara.
Los Macabeos se percataron de la gravedad de la situación. Pero la suerte estaba echada; volver atrás era tanto como cavar la propia sepultura. Donde no llegaban sus fuerzas supliría Dios, apiadándose de los que luchaban por su pueblo escogido y por su casa, el templo.
Reunión en Masía (Amo_3:46-54).
46 Se reunieron y vinieron a Masfa, frente a Jerusalén, pues en otro tiempo había sido Masfa un lugar de oración para Israel. 47 Ayunaron aquel día, se vistieron de saco, pusieron ceniza sobre sus cabezas, rasgaron sus vestiduras 48 y extendieron el libro de la Ley, buscando en él lo que los gentiles preguntan a las imágenes de sus ídolos. 49 Trajeron los vestidos sacerdotales, las primicias y los diezmos, e hicieron venir a nazarees que habían cumplido los días de su consagración; 50 y a voces clamaron al cielo, diciendo: ¿Qué vamos a hacer con éstos y adonde vamos a llevarlos? 51 Porque tu santuario está hollado y profanado; tus sacerdotes, en luto y humillación, 52 y ahora los gentiles se han reunido contra nosotros para destruirnos. Tú sabes las cuentas que echan sobre nosotros. 53 ¿Cómo podremos hacerles frente si tú no nos ayudas? 54 Y tocaron las trompetas y clamaron a grandes voces.
No era posible acudir al templo, conculcado y desierto (v.45), por lo que se reunieron en Masfa, en el actual Tell en Nasbet, a trece kilómetros al norte de Jerusalén Que 20:1; 1Sa_7:5; 1Sa_10:17; Ose_5:1). Durante un día entero se entregaron a la oración y a la penitencia. El v.48 es interpretado diversamente (Abel, Knabenbauer). Su sentido parece ser el siguiente: Tienen el libro abierto para leer en él. Dada la incertidumbre del momento, se necesitan las luces de lo alto para conocer lo que debe hacerse. A falta de profeta o de sacerdote que consulte al Señor por los urim y tummim, emplean el texto de la Escritura. Al abrir el libro les salió un pasaje en el que se hablaba de la ayuda divina. Por lo mismo, su contraseña será: De Dios la ayuda (2Ma_8:23). Los campeones de la fe han buscado en el libro de la Ley lo que los gentiles interrogaban a sus dioses. San Agustín 5 conocía esta práctica de inquirir la voluntad de Dios mediante la apertura al azar de las Sagradas Escrituras. San Francisco buscó en el Evangelio el género de vida que tenían que seguir él y sus frailes.
Masfa era la prolongación del templo de Jerusalén. Allí se montó una exposición de vestidos sacerdotales (Exo_28:4-42) que sólo se llevaban en el templo; se trajeron primicias (Exo_23:19) y los diezmos con el fin de mover a Dios a velar por su honor. Los nazarenos, que se obligaban a no beber bebidas alcohólicas y a dejar su cabellera intacta hasta haber cumplido su voto, fueron llamados para someterse a los ritos y ceremonias que señalaban el fin del mismo (Num_6:13-19). Todo ello era una muestra de la fidelidad a la Ley. Dios se apiadará de su pueblo y hará de manera que en un tiempo no lejano se realice en el templo de Jerusalén lo que ahora se hace en Masfa. Los que están presentes no dudan de que será así. Por lo mismo tocan las trompetas, conforme a Num_10:9. Estos gritos y toques de trompeta eran a la vez grito de guerra e invocación a Yahvé antes del combate (Jos_6:33; Jos_7:45; Jos_9:12; Jos_16:8).
Medidas militares (Jos_3:55-60).
55 Después de esto instituyó Judas jefes del pueblo, de millares, centenas, cincuentenas y decenas, 56 y dijeron a los que edificaban casas, a los que habían tomado mujer, a los que habían plantado una viña y a los tímidos, que se volvieran cada uno a su casa, conforme a la prescripción de la Ley, 57 y, levantando el campo, vinieron a ponerse al sur de Emaús. 58 Dijo Judas a los suyos: Preparaos y portaos como valientes, prontos a luchar mañana temprano contra estas gentes que se han reunido contra nosotros para destruirnos y destruir nuestro santuario. 59 Mejor es morir combatiendo que contemplar las calamidades de nuestro pueblo y del santuario. 60 En todo caso, hágase la voluntad del cielo.
Judas se apresta a la lucha, imponiendo una sólida organización a sus tropas. Los hermanos de Judas estaban al frente de los principales destacamentos (2Ma_8:22). Conforme a la Ley (Deu_20:5-8), mandó a sus casas a los que podían entorpecer el entusiasmo y arrojo de los combatientes. Seleccionados los combatientes, Judas les dirige las últimas recomendaciones: ceñirse bien la cintura para poder correr más y mejor (Exo_12:11); pensar que es mejor morir combatiendo que vivir como esclavos de un pueblo gentil. Mucha confianza en Dios, que es, en último término, el que decide el éxito o fracaso de la batalla.