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Elogio de los romanos.
La fama de los romanos llegó a oídos de Judas. Decían que eran poderosos, se mostraban benévolos con todos los que se les unían, establecían amistad con cuantos acudían a ellos (I Macabeos 8, 1) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;


Los Romanos entran en escena.

Fama y proezas de los romanos (8:1-8).

1 Llegó a oídos de Judas la fama de los romanos de que eran muy poderosos, que se mostraban benévolos con todos los que se adherían a ellos, y con quienes a ellos venían hacían alianza y amistad. 2 Le contaron de sus guerras y de las hazañas que habían realizado en la Gaíia, apoderándose de ella y sometiéndola a tributo; 3 cuanto habían hecho en España, apoderándose de las minas de oro y plata que allí hay y adueñándose de toda la tierra con su prudencia y paciencia, 4 no obstante estar este país muy distante de ellos; y cómo a los reyes que desde los confines de la tierra habían ido contra ellos los habían derrotado, infligiéndoles tan gran descalabro, que los restantes les pagaban tributo cada año. 5 Y que a Filipo y a Perseo, reyes de los Kittim, los habían derrotado en guerra y los habían subyugado, 6 y a Antíoco el Grande, rey de Asia, que estuvo en guerra con ellos y que tenía ciento veinte elefantes, y caballería, y carros, y ejército muy numeroso, le habían vencido 7 y tomado prisionero, imponiéndole un gran tributo a él y a los que en el reino le sucedieron, obligándole a dar rehenes 8 y a ceder las mejores provincias, tales como la Jonia, la Media y la Lidia, que aquéllos cedieron al rey Eumenes.

La mano de los seléucidas pesaba cada día más sobre Israel. La lucha del helenismo contra el yahvismo arreciaba, agravada por la apostasía de muchos judíos, que buscaban en aquél la libertad de conciencia y de costumbres que no encontraban en la rígida religión ancestral de Israel. El resto de Israel corría peligro de reducirse a su mínima expresión. Volviendo la vista a su alrededor, veíase el horizonte cerrado; en medio de tanta soledad vislumbraron una vaga esperanza en un imperio famoso, de las tierras de los Kittim, que tenía la fama de proteger a los pueblos pequeños oprimidos por las grandes potencias. En Palestina había llegado la noticia de que Roma había ayudado a Tolomeo Filometor, a Eumenes, rey de Pérgamo; a Timarco, gobernador de Babilonia. El senado reconoció a Demetrio como rey amigo, sólo en 160, mientras se comportara como tal. 1 De ello concluyeron los Macabeos que Roma veía con malos ojos la política sectaria de los seléucidas. Los romanos eran poderosos, invencibles, metódicos, prudentes, tenaces, simples en el porte externo, fieles a sus palabras y con los pueblos amigos, aliados incondicionales de las naciones que se acogían a su protección. A ello se añade que ninguno entre ellos lleva diadema ni viste púrpura, no teniendo, por lo mismo, ocasión de engreírse. En vez de confiar el gobierno a un dictador despótico, disponen de un senado que mira por el bien del pueblo y por su buen gobierno. La fama fácilmente hermoseaba y alteraba cuanto concernía a un pueblo conocido desde Palestina únicamente por el eco de sus estrepitosas victorias. Todo el elogio ditirámbico a favor de los romanos puede interpretarse como una sátira velada contra los griegos, cuya dominación y cultura combatían los Macabeos (Penna, Vaccari).
La idea de recabar la ayuda de los romanos se venía incubando desde tiempo. Que Judas se dirigiera al senado poco antes del advenimiento de Demetrio, puede inferirse de la carta de recomendación de Cayo Fanio, cónsul en 161 antes de Cristo, cuya finalidad era facilitar el paso de embajadores judíos a través del territorio de Cos de vuelta de su misión en Roma 2.
La fama de que gozaban los romanos iba respaldada por hechos concretos. Los romanos se cubrieron de gloria combatiendo contra tois galatais 3. Cartagineses y romanos se disputaron el dominio de España para apoderarse de sus minas 4. Los reyes de los confines de la tierra son acaso Aníbal, Asdrúbal, que a través de las columnas de Hércules, situadas al fin del mundo, llegaron a España.
Los romanos fueron también poderosos en Oriente. Filipo V fue derrotado por los romanos en Cinocéfale (197 a.C.); la misma suerte corrió Perseo en Pidna, el año 168, por obra de Emilio Paulo. Antíoco III sucumbió ante el talento militar de Escipión el Africano en la batalla de Magnesia (190), perdiendo su hegemonía en Oriente y siendo constreñido a pagar un fuerte tributo. Los historiadores paganos (Appiano, Tito Livio) no dicen que Antíoco cayera prisionero. El autor sagrado refiere los rumores que circulaban en torno a la derrota de Antíoco, sin comprometer su propio juicio ni pretender examinar la verdad de los hechos a que se aludía. La India no perteneció nunca a los seléucidas, ni la Media fue cedida a los romanos. Para obviar esta dificultad, creen algunos que en el texto original se leían los nombres de Jonia y Nisia, en vez de los de India y Media, que por un error introdujo en el texto un copista. Es cierto que los romanos entregaron a Eumenes las regiones de esta parte del Taurus, o sea la Misia, Lidia, Frigia, Licaonia y parte de Cara y Licia.

Conducía con los aliados y los enemigos (8:9-13).
9 Los griegos quisieron ir contra ellos y aniquilarlos; pero, en cuanto les fue conocido el propósito, 10 enviaron contra ellos un general que los combatió, cayendo de los griegos muchos en el campo, siendo llevados cautivos las mujeres, y los hijos, saqueados los bienes, subyugada la tierra, destruidas las fortalezas y reducidos a servidumbre hasta hoy. 11 A los demás reinos e islas, cuantos se les opusieron, totalmente los subyugaron. 12 Pero a sus aliados y amigos que en ellos confían les guardan fidelidad, y así habían logrado dominar los reinos próximos y remotos. Cuantos saben de su fama los temen, 13 y cuantos son por ellos ayudados para reinar, reinan, y a los que no quieren los destituyen, y así han adquirido gran poder.

Quisieron los griegos medir sus fuerzas con Roma, como hicieron antes con Persia; pero fueron vencidos. En un principio, los romanos se comportaron suavemente en la guerra contra la Liga Etolia, que se había aliado con Antíoco (190 a.C.). Más tarde mostráronse duros con ellos en la guerra, que acabó con la destrucción de Corinto por el cónsul Lucio Mummio y la anexión de Grecia a Roma, formando la provincia romana de Acaya. Como puede observarse, el autor sagrado incluye en el cuadro trazado acontecimientos posteriores a los rumores que llegaron a oídos de Judas. Lo mismo hace al aludir a las islas de Chipre y Creta (í. 11). Con los aliados son los romanos buenos amigos. La situación apurada en que se encontraban los judíos ortodoxos les impedía ver el interés egoísta y el tacto diplomático que imperaba en las relaciones de Roma con los pueblos aliados.

Régimen democrático de los romanos (8:14-16).
14 Entre ellos nadie lleva diadema ni viste púrpura para engreírse con ella. 15 En vez de esto se ha creado un senado, y cada día deliberan trescientos veinte senadores, que de continuo miran por el bien del pueblo y por su buen gobierno. 16 Cada uno encomienda a uno solo el mando y el dominio de toda su tierra, y todos obedecen a este único, sin que haya entre ellos envidias ni celos.

En Palestina había llegado la noticia de que el senado se componía de trescientos veinte miembros, en vez de trescientos, como consta de los autores latinos. Tampoco el senado, en contra de lo que decía el vulgo y el autor sagrado recoge, se reunía todos los días, pues lo hacía en casos de necesidad y en las calendas e idus de cada mes. Asimismo era equivocada la noticia de que cada año se encomendara el mando a un individuo. Según Vaccari, se alude aquí a la institución del consulado anual. Se sabe que los cónsules romanos eran siempre dos; pero a las expediciones a tierras lejanas iba solamente uno. Es también posible que la idea de un cónsul naciera en Palestina por haberse entrevistado los embajadores judíos en Roma con uno solo de los cónsules.

Delegados judíos a Roma (8:17-21).
17 Eligió Judas a Eupolemo, hijo de Juan, hijo de Acco, y a Jasón, hijo de Eleazar, y los envió a Roma para hacer con ellos amistad y alianza,18 librándose así del yugo del reino griego, pues veían que el designio de éste era someter a Israel a servidumbre. 19 Llegaron a Roma después de un largo viaje, entraron en el senado, y, tomando la palabra, dijeron: 20 Judas Macabeo, sus hermanos y el pueblo de los judíos nos envían para hacer con vosotros alianza de paz y pedir que nos inscribáis en la lista de vuestros aliados y amigos. 21 Estas palabras fueron bien recibidas.

El primer mensajero fue Eupolemo (2Ma_4:11), con nombre helenizado, pero fiel a los principios del yahvismo. Se cree que es el autor de una historia de los reyes de Judá, de que hablan Eusebio 5, Clemente de Alejandría y San Jerónimo 6. En ella, aunque respetuoso con el texto sagrado, tiene una concepción helenista de la historia. La familia de Acco vióse obligada, después del exilio, a probar sus títulos genealógicos para poder ejercer el sacerdocio (Esdr 2:61; Neh_7:63). El otro enviado se llamaba Jasón, forma helenizada de la palabra hebraica Josué, o Jesús. Era hijo de Eleazar, que murió mártir a los noventa años en defensa de la Ley (2Ma_6:18ss). El viaje fue largo y, muy probablemente, por mar. Dos cosas pedía Judas a los romanos: trabar amistad con ellos y obtener ayuda contra el enemigo seléucida.

Documento oficial (2Ma_8:22-32).
22 He aquí la copia de la carta que escribieron en tablas de bronce, y que enviaron a Jerusalén para que les fuese memorial de paz y de alianza: 23 Salud a los romanos y al pueblo judío por mar y por tierra para siempre, y que la espada y el enemigo estén siempre lejos de ellos. 24 Si el pueblo de los romanos fuera el primero atacado o lo fuese alguno de sus aliados en todo su imperio, 25 el pueblo de los judíos les prestará auxilio, según las circunstancias lo dicten, con plena lealtad. 26 Al enemigo no le dará ni suministrará trigo, armas, plata ni naves. Esta es la voluntad de los romanos, y guardarán este convenio sin compensación ninguna. 27 Asimismo, si primero el pueblo judío es atacado, los romanos le ayudarán lealmente, según las circunstancias lo dicten, 28 y al enemigo no le darán ni trigo, ni armas, ni plata, ni naves. Tal es la voluntad de los romanos. 29 Conforme a estas condiciones se conciertan los romanos con el pueblo judío. 30 Si después de este acuerdo unos y otros quisieren añadir o quitar alguna cosa, podrán hacerlo a voluntad, y lo añadido o quitado será o dejará de ser valedero. 31 Cuanto a los daños que les ha causado el rey Demetrio, ya hemos escrito a éste diciendo: ¿Por qué impones tan pesado yugo sobre nuestros amigos y socios los judíos? 32 Si vuelven a quejársenos de ti, les haremos justicia, haciéndote la guerra por mar y por tierra.

Era costumbre que tales tratados internacionales se grabaran en bronce; una copia se depositaba en el Capitolio y la otra se mandaba al Estado con el cual se hacía alianza. Falta en el texto recogido en el libro sagrado el preámbulo de este documento, que se omitió adrede para evitar la transcripción de nombres paganos, tales como Capitolio, Júpiter, etc. El documento fue redactado en latín, con traducción griega, traducido al hebreo por el autor del libro y vertido más tarde al griego, tal como se ha conservado hoy. En confirmación de la autenticidad del documento se aduce el hecho de que está redactado en el mismo estilo que los otros contratos firmados entre los romanos y los griegos, señalándose, en concreto, el aequum foedus encontrado en la isla de Stampolia (antigua Astupalea), del año 105 antes de Cristo. La analogía entre este contrato y el que figura en nuestro texto es palpable 7. El documento impone a las dos partes firmantes obligaciones iguales (aequum foedus).
Los V.3I-32 no forman parte del documento. Más bien contienen la narración hecha por los embajadores sobre las consecuencias inmediatas del tratado firmado. Un toque de alarma a Demetrio por parte de los romanos equivalía a un aviso serio.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VIII.

1 Iudas is informed of the power and policie of the Romanes, 20 and maketh a league with them. 24 The articles of that league.
1 Now Iudas had heard of the fame of the Romanes, that they were mighty and valiant men, and such as would louingly accept all that ioyned themselues vnto them, and make a league of amitie with all that came vnto them,
2 And that they were men of great valour: It was told him also of their warres and noble acts which they had done amongst the [ Or, French men.] Galatians, and how they had conquered them, and brought them vnder tribute.
3 And what they had done in ye countrey of Spaine, for the winning of the mines of the siluer & gold which is there
4 And that by their policie and patience, they had conquered [ Or, euery place.] all that place (though it were very farre from them) and the kings also that came against them from the vttermost part of the earth, till they had discomfited them, & giuen them a great ouerthrow, so that the rest did giue them tribute euery yere.
5 Besides this, how they had discomfited in battell Philip, and Perseus king of the [ Or, Macedonians.] Citims, with others that lift vp themselues against them, and had ouercome them.
6 How also Antiochus the great king of Asia that came against them in battaile, hauing an hundred and twentie Elephants with horsemen and chariots, and a very great armie, was discomfited by them.
7 And how they tooke him aliue, and couenanted that hee and such as reigned after him, should pay a great tribute, and giue hostages, and that which was agreed vpon,
8 And the country of India, and Media, and Lidia, and of the goodliest countries: which they tooke of him, and gaue to king Eumenes.
9 Moreouer how the Grecians had determined to come and destroy them.
10 And that they hauing knowledge thereof sent against them a certaine captaine, and fighting with them slew many of them, and caried away captiues, their wiues, and their children, and spoiled them, and tooke possession of their lands, and pulled downe their strong holds, and brought them to be their seruants vnto this day.
11 [It was told him besides.] how they destroyed and brought vnder their dominion, all other kingdomes and isles that at any time resisted them.
12 But with their friends, and such as relied vpon them they kept amitie: and that they had conquered kingdomes both farre and nigh, insomuch as all that heard of their name were afraid of them.
13 Also that whom they would helpe to a kingdome, those raigne, and whom againe they would, they displace: finally that they were greatly exalted.
14 Yet for all this, none of them wore a crowne, or was clothed in purple to be magnified thereby.
15 Moreouer how they had made for themselues a senate house, wherin three hundred and twentie men sate in counsell daily, consulting alway for the people, to the end they might be wel ordered
16 And that they committed their gouernment to one man euery yeere, who ruled ouer all their countrie, and that all were obedient to that one, and that there was neither enuy, nor emulation amongst them.
17 In consideration of these things Iudas chose Eupolemus the sonne of Iohn, the sonne of Accas, and Iason the sonne of Eleazar, and sent them to Rome to make a league of amitie and confederacie with them,
18 [And to intreate them.] that they would take the yoke from them, for they saw that the kingdome of the Grecians did oppresse Israel with seruitude
19 They went therefore to Rome (which was a very great iourney) and came into the Senate, where they spake and said,
20 Iudas Maccabeus with his brethren, and the people of the Iewes, haue sent vs vnto you, to make a confederacie, and peace with you, and that we might be registred, your confederats and friends.
21 So that matter pleased the Romanes well.
22 And this is the copie of the Epistle which (the Senate) wrote backe againe, in tables of brasse: and sent to Ierusalem, that there they might haue by them a memorial of peace & confederacy.
23 Good successe be to the Romans and to the people of the Iewes, by Sea, and by land for euer: the sword also and enemie, be farre from them.
24 If there come first any warre vpon the Romans or any of their confederats throughout all their dominion,
25 The people of the Iewes shall helpe them, as the time shall be appointed, with all their heart.
26 Neither shal they giue any thing, vnto them that make war vpon them, or aide them with victuals, weapons, money, or ships, as it hath seemed good vnto the Romans, but they shall keepe their couenant without taking any thing therefore.
27 In the same maner also, if warre come first vpon the nation of the Iewes, the Romans shall helpe them with all their heart, according as the time shall be appointed them.
28 Neither shal victuals be giuen to the that take part against the, or weapons,
or money, or ships, as it hath seemed good to the Romanes; but they shall keepe their couenants, and that without deceit.
29 According to these articles did the Romanes make a couenant with the people of the Iewes.
30 Howbeit, if hereafter the one partie or the other, shall thinke meete to adde or diminish any thing, they may doe it at their pleasures, and whatsoeuer they shall adde or take away, shalbe ratified.
31 And as touching the euils that Demetrius doeth to the Iewes, wee haue written vnto him, saying, Wherefore hast thou made thy yoke heauie vpon our friends, and confederats the Iewes?
32 If therefore they complaine any more against thee: wee will doe them iustice, and fight with thee by sea and by land.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Judas pacta con Roma. El autor hace un paréntesis en su relato -continuará en 9,1- para presentar a Roma, nuevo actor imperial que ha entrado en escena y que para mediados del s. II a.C. ya dominaba todo el Mediterráneo. A pesar del esfuerzo que hace el autor por justificar el pacto del pueblo judío con Roma, sus mismos comentarios lo hacen contradictorio. Los elogia por su lealtad (1.11), su poderío militar (2-12), porque gobiernan sin soberbia a pesar de su poderío (14) y por su organización política interna en cabeza de un senado que busca siempre el bien público (15). Cabría preguntar: ¿el bien público de quién? De ellos mismos, es decir de los que tienen ciudadanía romana, pues su política exterior está claramente caracterizada por la discriminación, el aniquilamiento, la esclavitud, el sometimiento, la imposición de gobernantes y de un modelo económico tributario (4.5.7.11).
En poco difieren las características del nuevo imperio romano con las de todos los imperios, bien señaladas en 1Sa_8:4-22. ¿Cuál será entonces la motivación real para que los Macabeos firmen con los romanos un pacto de «amistad y mutua defensa» (20s), precisamente cuando se disfrutaba de un triunfo liberador y de un tiempo de paz? (1Ma_7:48-50). Según los macabeos, buscan sacudirse del yugo de los griegos (18). Estos tratados se grababan en tablas de bronce. Se hacía un original en latín que reposaba en el capitolio romano, y otra copia en griego que se entregaba al estado con el que se firmaba el pacto. El autor de Macabeos omite el preámbulo y el final del pacto porque se mencionan los dioses romanos Júpiter y Capitolio. Comienza así una nueva etapa en la historia de Israel, que como se verá con el tiempo, antes que beneficios aumentará la opresión y esclavitud. Se dice que los judíos llegaron a odiar tanto a los romanos que será una de las razones para excluir el libro de los Macabeos del canon judío.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*8:1-16 Se interrumpe el relato de las batallas de Judas, para introducir el tratado con Roma; así luce un final glorioso de esta última sección sobre Judas (1Ma 8:1-22), antes de ofrecer el sombrío relato de su derrota y muerte. Roma apoyaba a los rebeldes en Oriente para debilitar a los gobernantes todavía no sometidos. Al tratado como tal (1Ma 8:17-32), precede este elogio a los romanos. En él se exalta el poder militar de Roma (1Ma 8:2-12), su fidelidad a los pueblos aliados (1Ma 8:1; 1Ma 8:12 s) y sus formas de gobierno (1Ma 8:14-16). El elogio, no exento de ingenuidad, manifiesta que los judíos todavía no han vivido la experiencia de la dominación romana y que, en su debilidad, necesitaban apoyo.

Torres Amat (1825)



[7] A veces se cuentan algunos hechos refiriéndolos como dichos por alguien distinto al autor bíblico.

[8] Se cree que esta India es la Jonia, en el Asia Menor.

[15] Trescientos senadores y además dos cónsules, diez tribunos, dos pretores, dos cuestores y cuatro ediles, quienes tenían asiento separado en el Senado. El Senado romano se reunía días festivos, calendas o primeros, nonas o nueves, e idus o quinces de cada mes.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

8 El elogio de los romanos sirve de introducción al tratado concluido entre Judas y Roma, 1Ma_8:17 s. Ésta ayudaba de buena gana a los rebeldes para debilitar a las monarquías todavía no del todo sometidas.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

8 El elogio de los romanos sirve de introducción al tratado concluido entre Judas y Roma, 1Ma_8:17 s. Ésta ayudaba de buena gana a los rebeldes para debilitar a las monarquías todavía no del todo sometidas.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Los "romanos" favorecían las rebeliones internas en los territorios aún no sometidos a su Imperio, con el fin de conquistarlos más fácilmente.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



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