Ver contexto
también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. (I Pedro 2, 5) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 2

5. QUINTA RECOMENDACIÓN: APETECED, COMO NIÑOS RECIéN NACIDOS, LA PALABRA DE DlOS (2/01-03).

1 Despojaos, pues, de toda maldad y de toda falsedad, de hipocresías, de envidias y de toda clase de maledicencias. 2 Como niños recién nacidos, apeteced la leche espiritual y pura, para crecer así hacia la salvación, 3 si es que habéis «gustado lo bueno que es el Señor».

Una vez más ve Pedro al pueblo de Israel junto al monte Sinaí como figura de las comunidades cristianas. Son el pueblo que ha aprendido a conocer a Dios, al que Dios ha comenzado a hablar. Con ello han sido hechos hijos delante de Dios. No sólo han comenzado, como Israel en el desierto, a tener sed del agua de la roca, sino que necesitan incluso leche. San Pedro busca precisamente una imagen que hable todavía más claramente de la nueva condición de hijos adquirida de los cristianos. Deben ser como niños recién nacidos, que han comenzado a pedir a gritos el pecho de la madre. San Pedro les dice: Bebed, pues, desead con avidez este alimento puro, no adulterado, único que fortifica y robustece.

Pero si son niños pequeños, no es sólo porque por la palabra de Dios han nacido de nuevo, sino también porque se despojan de toda maldad y falsedad, y ahora, como niños pequeños, son discípulos humildes e ingenuos de Cristo, únicos a quienes está abierto el acceso al reino de los cielos 22. Aquí confluyen las dos interpretaciones cristianas primitivas del niño pequeño. Los cristianos, ciudadanos y esclavos, mujeres y maridos, presbíteros y clérigos despojándose de toda maldad deben convertirse de hombres de mundo en niños humildes y puros en Cristo. Y por otro lado: de esta nueva infancia en la fe en Cristo deben crecer hacia la entera magnitud de su vocación cristiana. Los mismos hombres que en este pasaje son comparados con «niños recién nacidos», pocos versículos más abajo son apostrofados como «nación santa» y como «sacerdocio regio» (2,9). En el versículo segundo se carga el acento, no sobre la vida todavía breve, sino sobre el ansia de la verdad de Dios.

Para el niño de pecho es la leche materna el alimento, el pan de todos los días, en el que la madre misma se da. Dios, cuyo amor a nosotros se compara con el de una madre a su niño pequeño, se da a la humanidad en su propio Hijo, la palabra eterna. Por esto el texto original designa esta leche como leche de la palabra, del Logos. Es Jesucristo mismo, al que los destinatarios han recibido en su corazón en la palabra de la buena nueva, para fortalecerse en él y por él. Pero entonces había también falsos maestros que ofrecían leche aguada. Ahora bien, la leche «pura», no adulterada, es la predicación apostólica sobre Cristo, en cuyo centro se halla el relato de su pasión 23.

Si un hombre toma en serio lo que le anuncia el Evangelio, su vida se modificará espontáneamente. Será como si tal hombre cambiara de vestido. En lo que realmente se insiste no son vicios clamorosos, como homicidio, hurto o desenfreno, sino insinceridades, desafecciones ocultas. Obsérvese que «hipocresías» y «envidias» se mencionan incluso en plural: las hipocresías, todas esas pequeñas tentativas de hacerse uno pasar por mejor de lo que es; las maledicencias, palabras poco caritativas sobre nuestro prójimo más allegado.

El vestido es aquí símbolo de cualidades morales de una persona. En este simbolismo se pone de manifiesto un gran optimismo. El pecado se considera como algo de que el hombre debe realmente «despojarse», como de un vestido, de modo que se ponga de manifiesto su ser más íntimo, que no está, pues, en modo alguno corrompido hasta las raíces, sino que es bueno.

Ahora se añade todavía un último motivo de esta recomendación: así como al niño de pecho le viene el apetito de la leche materna cuando la gusta por primera vez, así también en los cristianos debería crecer cada vez más el ansia de santificarse, después de haber gustado lo que significa ser cristiano. Ahora, después de haber atravesado la maraña de errores judíos y paganos, han experimentado lo que es en realidad el Señor Jesucristo.

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22. Cf. Mat_11:25; Mat_18:3.

23. Cf. pasajes como 1Pe_2:21-25 y 4,13s.

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6. SEXTA RECOMENDACIÓN: SED PIEDRAS VIVAS PARA EDIFICAR (2/04-06).

4 Acudid a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero ante Dios escogida y preciosa. 5 También vosotros servid de piedras vivas para edificar una casa espiritual, ordenada a un sacerdocio santo, que ofrezca sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.

Las dos palabras «a él» del primer versículo se refieren al «Señor», del que en el versículo precedente se dice que lo han gustado como bebida los caminantes. Cristo es no sólo la bebida, sino también la roca de la que brota agua 24. Ahora bien, esta roca se ha convertido ahora en piedra labrada y hasta en piedra fundamental, en esa piedra angular en la base de la edificación, de la que dependen la dirección de los muros, la cohesión y la resistencia de la fábrica 25. Hacia esa piedra viva deben peregrinar ellos, que vienen del «tenebroso Egipto». En la imagen de la piedra viva se asocian dos contrastes extremos: la dureza de una roca y la vida palpitante, la verdad de Dios, eternamente fiel a sí misma, y el amor de Dios. Esta gran piedra fundamental de Dios fue descartada de la obra por los constructores como inútil y difícil de manejar. Pero precisamente esa piedra que en sentido terreno había perdido su valor, ese ajusticiado ante las murallas de Jerusalén, se ha convertido a los ojos de Dios en la piedra bien probada y, por tanto, doblemente valiosa. Muerta en apariencia, volvió a vivir de nuevo. Más aún: esta piedra no sólo vive, sino que contiene la plenitud de la vida y es capaz de vivificar a otros.

A la piedra fundamental viva y verdadera deben asemejarse las otras piedras. Quizá sean también estas rechazadas por los hombres. Pero precisamente tales piedras vivas, experimentadas, quiere el Padre colocar en la construcción sobre la primera piedra angular que sirve de base. Para ello deben estar prontas a dejarse labrar a golpes y colocar y adaptar por Dios en la estructura de las demás piedras vivas. En el pensar bíblico la palabra «edificar» no significa, en modo alguno, un procedimiento puramente mecánico, muerto. Dios, por ejemplo, «edifica» a Eva de la costilla de Adán (Gen_2:22); a David le promete que le «edificará una casa» en su descendencia carnal (2Sa_7:11). Así resultaba obvio pasar de la edificación carnal a la espiritual de una comunidad de hombres. Y de aquí no hay más que un pequeño paso a las palabras de Jesús a Pedro, que aquí podemos oír implícitamente: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificará mi Iglesia» (Mat_16:18).

La «casa espiritual» edificada con «piedras vivas» es un «sacerdocio santo». Estas palabras se refieren a muy diferentes estados, profesiones, edades y generaciones. Ser miembros de la Iglesia significa ser sacerdotes. ¿Cómo puede Pedro designar a una comunidad como comunidad de sacerdotes? La respuesta se halla en el mismo versículo: Todos han de ofrecer sacrificios. Si todavía preguntamos en qué pueden consistir estos sacrificios, tampoco necesitamos buscar muy lejos. Este mismo dejarse uno edificar como piedra bien probada, por cuanto hecha semejante a Cristo, labrada a golpes y que, sin embargo, respira y vive, significa ya un sacrificio infinitamente grande, agradable al Padre. En efecto, tal edificación del templo de Dios sólo puede verificarse allí donde se hallan piedras de construcción, que con humildad, obediencia, respeto y consideración se hacen aptas para la estructura de esta casa eterna que es la comunidad de los santos. En el sacerdocio de la vida cristiana, que comienza con el bautismo, se ha de ofrecer el hombre entero al constructor a la manera de piedra de construcción.

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24. Cf. 1Co_10:4.

25 Si atendemos a 2,6, resulta claro que esta piedra fundamental del templo en Jerusalén debemos representárnosla enclavada en la montaña de Sión.

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6 Por eso está escrito: «Mirad que pongo en Sión una piedra angular escogida, preciosa, y el que crea en ella no será defraudado.»

La cita procede probablemente del libro de Isaías 26. El texto habla del hecho de poner Dios la piedra fundamental en Sión. Esta Sión, la montaña santa del Señor, es la meta última del pueblo de Dios que camina y peregrina. Allí, en ese lugar santo, que en la carta a los Hebreos (Heb_12:22) forma ya una unidad espiritual con la Jerusalén celestial, está colocada en forma inamovible, como piedra fundamental, esa verdad que encarna Jesucristo en su persona.

La inseguridad de la mentira, la inestabilidad del egoísmo y de la fe lánguida cesará allí donde una fe viva esté firmemente asegurada en esa piedra. Los mismos hombres convertidos en piedras de construcción comienzan a participar de la firmeza de Dios. Y esta firmeza divinamente duradera se mantiene fiel. Cuando después de la muerte toda grandeza que se había basado en éxito terreno y en poder terreno se desvanezca y quede reducida a nada, entonces llegará la gran hora para el que con fe había comenzado ya a participar de la firmeza de la edificación divina. No tendrá que avergonzarse de haber creído en el Crucificado, en la piedra desechada por los constructores terrenales...

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26. El autor no utiliza directamente el Antiguo Testamento, sino alguna colección de textos de los profetas usada en el cristianismo primitivo, que parecían de especial importancia a los catequistas de la era apostólica. También en la forma del texto se aparta la cita del texto griego del Antiguo Testamento. Por otra parte, en esta discrepancia (tithemi) concuerda con Rom_9:33. Parece, pues, que los redactores de Rm y de 1P utilizaron el mismo modelo.

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7. RECAPITULACIÓN: EL PUEBLO SANTO DE DlOS (2/07-10).

7 Lo de preciosa, pues, va por vosotros, los creyentes; mas por los no creyentes: «La piedra que rechazaron los constructores, ésa vino a ser piedra angular, 8a y piedra de tropiezo y roca de escándalo.» En ella tropiezan los que se rebelan contra la palabra; ...

Han terminado los seis requerimientos o recomendaciones (,6). Ahora comienzan las grandes conclusiones de la primera parte, que casi adoptan la forma de un himno. En primer lugar se recuerda todavía brevemente que los creyentes tienen participación en la gloria de la piedra angular rechazada por los hombres, pero tanto más valiosa y preciosa a los ojos de Dios. Pero a continuación se fija Pedro en el hecho, grávido de consecuencias, de que esta piedra angular, la más inferior y más delantera en la arquitectura de Dios, puede convertirse en piedra de tropiezo y hasta en piedra en la que se quiebren las olas de los embates contra Dios. Aquí se trata a la vez de esa trágica experiencia de muchos hombres, para quienes, por no querer aceptar con fe la encarnación de Dios, se convierte ésta en perdición. Se trata del misterio que vio anticipadamente el anciano Simeón: «Puesto está para caída y levantamiento de muchos en Israel y para blanco de contradicción» (Luk_2:34).

8b...a esto estaban destinados.

En la carta de Bernabé se dice sobre este pasaje que la roca de escándalo fue Cristo en su carne (entre las bofetadas de los judíos y los escarnios de la cohorte) 27. Los verdugos de Jesús, aquel Judas, aquellos jueces, fueron a parar a eso, a eso estaban destinados según el designio de Dios: destinados a escandalizarse en Jesús, a entregarlo y a condenarlo a la crucifixión por odio y envidia.

Con absoluta soberanía pone Dios, a lo que parece, a hombres y destinos, como figuras blancas y negras, en el ajedrez de la historia. Y, no obstante, cada cual conserva su propia responsabilidad. Más aún, precisamente esta libertad que tiene el hombre de poder obrar incluso contra la voluntad de Dios, la hace Dios entrar en sus planes. En la tierra no podremos nunca escudriñar este misterio de la libre voluntad humana, que, con todo sólo parece ser realmente libre cuando participa en la voluntad absolutamente libre de Dios.

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27. Bernabé 6,2-9.

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9 Pero vosotros sois «linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido» por Dios «para anunciar las magnificencias» del que os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz.

SCDO-COMUN: Sin querer reemplazar al Israel del Antiguo Testamento por algo de otro género, se proclama el verdadero cumplimiento de todas las antiguas esperanzas de Israel. A las comunidades cristianas se aplican los grandes títulos honoríficos del pueblo de Dios. Ellas son, en primer lugar, «linaje escogido». Se trata de las mismas personas a las que al principio se interpelaba ya como peregrinos elegidos (1,1). Vistos con los ojos de la fe constituyen el resto santo del último tiempo mesiánico, ese rebaño que guiado por un gran pastor avanza por el desierto y es objeto del amor y de la solicitud del Padre celestial 28. Ya en este primer título honorífico de «linaje escogido» hay una resonancia del texto de Isaías que domina todo el versículo: «Porque he puesto agua en la estepa y torrentes en el desierto, para abrevar a mi linaje, a mi linaje escogido, a mi pueblo que yo adquirí, para que proclame mis hechos» (Isa_43:20s).

Antes se había hablado de un sacerdocio «santo» (Isa_2:5); aquí se habla también de sacerdotes regios, o reyes que son a la vez sacerdotes. Tal condición regia, tal pertenencia al linaje del rey incluye también poder para dominar. Este poder de dominar lo refiere Pedro a la vida de los cristianos: éstos deben dominarse a si mismos. Así, aun en estos mismos títulos gloriosos se siente palpitar algo de su solicitud fundamental de exhortar a los que le están encomendados, solicitud que se extiende por toda la carta. Pero esta exhortación apenas perceptible está incrustada en la consoladora proclamación de la verdadera grandeza de todo cristiano bautizado.

Con razón se ha considerado en todo tiempo este texto del sacerdocio regio como el fundamento más importante de la doctrina católica del sacerdocio universal. Es significativo que en todo el Nuevo Testamento sólo a Jesucristo se le llame sacerdote. A los prepósitos de las comunidades sólo se les da el nombre de guardianes o de ancianos. Por ello es tanto más sorprendente que aquí todos los cristianos, sin excepción, sean apostrofados como un sacerdocio regio. La Iglesia primitiva estaba íntimamente convencida de que todos los elegidos, hombres o mujeres, tenían sus funciones sacerdotales en la liturgia celebrada en común, de que todos «celebraban» en común 29. De todos los israelitas se decía en el libro del éxodo: Allí, en el Sinaí, todo Israel vino a ser un pueblo de sacerdotes, porque fue capacitado para asumir ministerios de intermediario por todo el género humano 30. Exactamente este mismo poder reciben todos los bautizados en favor de la humanidad en medio de la que vivimos en favor del mundo que no puede, o ya no puede, ser creyente. En esta aserción del quehacer sacerdotal de todos los miembros de la Iglesia con respecto al mundo se da también la más espléndida justificación de la actividad misionera de todo cristiano.

Todos los títulos honoríficos que preceden se ven todavía en cierto modo compendiados en la idea de que los cristianos son una posesión de Dios, que él mismo se ha reservado en forma completamente personal, un pueblo que le pertenece de manera totalmente personal, una comunidad que como pueblo puro, santo, sacerdotal, regio, tiene la misión de glorificar a Dios precisamente en virtud de esta santidad. Los cristianos están llamados a demostrar, con su vida, que la poderosa intervención de Dios hasta en el más íntimo yo de una persona es capaz de hacer santos de pecadores y hasta de quienes habían sido enemigos de Dios.

La gran gesta de Dios con respecto a su pueblo consiste en que él puede llevar a los hombres de las tinieblas a la luz. En esta aserción del llamamiento de las tinieblas a la luz resuena por última vez el motivo del éxodo de Israel de Egipto. En este júbilo final se habla incluso de un llamamiento de las tinieblas a su «maravillosa luz». En el final mismo de la carta (5,10) se designa este mismo hecho como un llamamiento «a su eterna gloria». Lo uno y lo otro, luz y gloria, es ya ahora realidad: el mundo mismo en que vivimos, viste en su situación concreta. Estamos llamados a ser para la humanidad sacerdotes regios, que irradian gozo, con dominio de sí mismos.

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28. Cf. 2,25; 5,4.7.

29. Realmente existieron en todo tiempo en esta liturgia diferentes ministerios, diferentes grados. Ya san Clemente subraya cuán importante es que «cada uno ofrezca a Dios la eucaristía en el orden jerárquico que le corresponde» (1 Clem 41, 1). 30. Exo_9:27s.

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10 Los que en un tiempo erais «no pueblo» ahora sois pueblo de Dios; los que erais «no compadecidos» ahora sois los compadecidos.

El tiempo presente se distingue del pasado en que Dios ha otorgado ahora su misericordia. Pero a Pedro le importa no menos subrayar que en un tiempo no eran pueblo, pero ahora son llamados a ser el pueblo de Dios, a formar este pueblo mismo de Dios. El profeta Oseas debió en un principio llamar a sus dos hijos «No agraciado» y «No mi pueblo» respectivamente (Hos_1:6-9). Pero luego describe el mismo profeta en forma conmovedora cómo el amor de Dios -como el de un esposo- se vuelve de nuevo a la esposa repudiada: «Yo agracio a la "No agraciada" y digo a "No mi pueblo": "Tú eres mi pueblo". Y él me responde: "Tú, mi Dios"» (/Os/02/25). La Iglesia es el pueblo escogido: el pueblo que se ha de multiplicar, que ha de sostener luchas, que se verá probado con enfermedades y desórdenes internos, pero que no cesará nunca de ser agraciado.



Parte segunda

DEBERES DE LOS LLAMADOS (,11)

La parte introductora (,10) se había cerrado con una descripción gozosa, estimulante y entusiasta del estado en que se hallan los cristianos. Con la interpelación «carísimos» se inicia algo nuevo. Sólo en 4,12 vuelve a llamarse «carísimos» a los destinatarios. El espacio intermedio forma la parte principal de la carta. En ella se nos exhorta, dándonos ánimos, con reiteradas referencias a Cristo, nuestro modelo.

l. EXHORTACIONES GENERALES (2/11-12).

Antes de entrar en las exhortaciones particulares señala Pedro la importancia fundamental del sacrificio, de la renuncia y de las buenas obras. Todo esto aprovecha a la propia alma y es a la vez el medio más eficaz para hacer que los paganos que nos observan con escepticismo, abran los ojos a la verdad de Dios.

1. RENUNCIA PERSONAL (2,11).

11 Carísimos, os exhorto a que, como forasteros y peregrinos, os abstengáis de los deseos carnales, porque combaten contra el alma.

La designación «carísimos», sin ninguna añadidura, no se conocía como encabezamiento de una carta en el mundo antiguo anteriormente a las primeras cartas cristianas. Tal denominación brota de la convicción de que todos los cristianos, hechos hijos de Dios por un nuevo nacimiento, han venido a ser entre sí hermanos queridos (1,22s).

Lo que los hace dignos de amor no son las cualidades que puedan tener, sino la grandeza de aquel que los amó. Y así los ama también de todo corazón san Pedro, al que tras el interrogatorio sobre el amor se le encomendó el cuidado de la grey del Señor (Joh_21:15-17). Esta interpelación personal brotó con viveza y hasta como necesariamente del entusiasmo expresado en 2,9s. Aquí se deja sentir el espíritu que anima a esta entera carta pastoral (2,25), a esta carta pontificia romana (5,13), primera en la historia de la Iglesia de Cristo. De este espíritu de amorosa solicitud brotan las siguientes palabras que exhortan y animan a los destinatarios.

Si se entendiera que deseos carnales son simplemente desórdenes morales, se suprimiría lo mejor del texto. La Iglesia primitiva entendió por apetitos de la carne, en primer lugar, algo muy distinto. En la llamada Doctrina de los doce apóstoles, que es el escrito más antiguo del cristianismo después del Nuevo Testamento, se amonesta en consonancia verbal con nuestra carta: «Abstente de los deseos-carnales y corporales» 31. Y luego, como explicación de lo que se entiende por ese abstenerse, sigue una enumeración de las recomendaciones del sermón de la montaña: Al que te golpee en la mejilla derecha, ofrécele también la izquierda; al que te requise para una milla, vete con él dos; al que te pida la túnica, dale también el manto. Así pues, el apetito de la carne consiste ante todo en el amor propio, en el egoísmo, que es el peor enemigo del alma. Esta primera exhortación fundamental es ya una preparación para la primera exhortación particular a la sumisión humilde y a la renuncia a la soberbia, segura de sí misma 32 sin lo que toda aspiración a la perfección se queda en pura apariencia...

2. CONDUCTA EJEMPLAR (2,12).

12 Llevad entre los gentiles una conducta ejemplar. Así, en lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras glorificarán a Dios en el día de la visita.

No sólo internamente (2,11), sino también en forma visible al exterior (2,12) deben los cristianos mostrarse dignos de su condición de sacerdotes regios. Deben llevar una conducta tan ejemplar que atraiga las miradas de los otros. No cabe duda de que en esta manera de dar importancia a las obras exteriores late un peligro de hipocresía. Son numerosas en los Evangelios las imprecaciones contra los fariseos hipócritas, que ponen también en guardia a los cristianos contra esta peligrosa tentación. Debemos predicar con obras, que no son sino irradiación de la nobleza interior del alma. Y la experiencia enseña que la predicación con las obras es más importante y más eficaz que la predicación con palabras, que casi son vanas si no van acompañadas de obras 33.

El objetivo último de la predicación mediante las buenas obras no se cifra aquí en ganar a los paganos para el cristianismo 34, sino en incrementar la gloria y la alabanza de Dios el día de la visita. Por el día en que Dios, cuidándose de la humanidad en forma especial, la «visita», benigno o también airado, se entiende el día postrero, es decir, el tremendo y al mismo tiempo grandioso acto final del drama de la historia de la obra salvadora de Dios con los hombres. No se dice expresamente si tales calumniadores comprenderán ya anteriormente la verdad. En todo caso es de desear que esto se vaya preparando ya mientras, todavía en vida, pueden observar a los cristianos. Sin embargo, puede suceder que a los que ahora viven como si no existiera ese «día de la visita», sólo en tal día se les abran con pasmo los ojos. El texto deja esta cuestión en suspenso. Lo importante es que en todo caso la santidad de Dios se ponga maravillosamente de manifiesto y se haga digna de alabanza por sus santos y en sus santos. En nuestros esfuerzos no se trata del éxito inmediato, sino del eterno.

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31. Didakhe 1,4.

322Ki_2:13.18; 2Ki_3:1.5; 2Ki_5:5.

33. Algunos ejemplos en el NT: Mat_5:16; 1Th_4:12; 1Co_10:31s; Col_4:5.

34. Diversamente 3,2.

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II. NORMAS DE CONDUCTA PARA LA VIDA COTIDIANA (2,13-3,12).

Tras la exhortación general a luchar contra el amor propio y contra el egoísmo y a llevar incluso exteriormente una vida ejemplar, comienzan ahora las exhortaciones particulares a la sumisión a la autoridad del Estado (2,13-17), a la de los esclavos a los señores (2,18-25), de la mujer al marido (3,1-6) y a la consideración del marido con la mujer (3,7). Una exhortación general a la mesura en el trato de unos con otros y al perdón (3,8-12) cierra esta sección, que quizá como ninguna otra nos da una idea de la vida cotidiana de la Iglesia primitiva. Su descripción del ejemplo del Señor (2,21b-24) es una de las partes más bellas de la carta.

1. SUMISIÓN A LA AUTORIDAD DEL ESTADO (2,13-17).

13 Someteos a toda institución humana, a causa del Señor: ya al rey como a soberano, 14 ya a los gobernadores, como a enviados por él para castigar a los malhechores y elogiar a los que hacen el bien. 15 Porque ésta es la voluntad de Dios; que obrando el bien, amordacéis la ignorancia de los hombres insensatos.

Por primera vez se dice que los cristianos deben someterse, es decir, considerarse como subordinados. Es característica de nuestra carta la exhortación a someterse espontáneamente, a ponerse bajo las órdenes de la autoridad pública o de cualquier señor terrenal 35. También en este punto es la carta un reflejo de la doctrina cristiana primitiva 36. La cuestión de la relación del cristiano con el Estado no se puede separar de este ideal cristiano general de la subordinación voluntaria. Constantemente está en el primer plano la virtud cristiana de la obediencia y de la humildad. Lo que se dice de la subordinación en la vida política se aplica igualmente en la familia (3,1-7) y en el puesto de trabajo (2,18-25). Anteriormente se habían aducido ya dos razones de la sumisión voluntaria: la salud eterna del alma y la gloria de Dios (2,11s). Ahora se añade que se debe proceder de esta manera a causa del Señor. Esto quiere decir en primer lugar: por el ejemplo del Señor, que no sólo se sometió a la voluntad del Padre, sino que además se humilló adaptándose a las preguntas de Anás y de Caifás, a los caprichos de Herodes y de Pilato, al apremio y a las peticiones del pueblo y a las mil y mil preguntas y singularidades del grupo de los discípulos que le acompañó años enteros. Con estas palabras: «a causa del Señor», es posible que se quiera también decir: para agradar al Señor, «por amor del Señor», por amor de ese Señor cuya pasión conocen los cristianos (2,21b-24a), por cuyas sangrientas heridas fueron curados (2,24b), cuyo ser conocieron con los ojos de la fe y al que comenzaron a amar gozosamente como a amigo (1,8).

De dos maneras se designa la relación de los cristianos con el Estado romano. Ya al comienzo de la carta, en el encabezamiento (1,1) se expresó un aspecto doble. Los cristianos deben por una parte considerarse como dispersos o diseminados por el mundo para llevar frutos espirituales en él y en colaboración con él; por otra parte deberían también reconocerse como «peregrinos» o forasteros, que aunque se hallan en este mundo, no tienen aquí su patria, que, por tanto, conservan su libertad interior frente a todas las organizaciones e instituciones estatales. En el pasaje que nos ocupa se habla de la relación positiva del cristiano con la autoridad civil, de la colaboración, con voluntad de servicio, con todas las instituciones públicas legitimas y provechosas para el bien común. Aquí tiene san Pedro ante los ojos un aparato administrativo del Estado, que se halla a la altura de su quehacer. Sobre todo en las ciudades de provincia del imperio romano, en los primeros tiempos de los emperadores, experimentaba todavía el ciudadano la sensación de una administración bien ordenada y de una rigurosa disciplina. A esto se añadía la tradición del Antiguo Testamento, que incluso en el Estado pagano veía un instrumento de Dios.

Sin el menor reparo reconoce san Pedro al rey, al césar o al emperador, así como a sus órganos, el derecho de condenar a los criminales. En la carta a los Romanos se dice todavía más claramente que la autoridad lleva a este objeto «la espada» de la justicia (Rom_13:4). Además del derecho de castigar se reconoce al Estado el derecho de elogiar y distinguir a los que lo merecen. Tratándose de distinciones de los ciudadanos especialmente beneméritos de la comunidad no hay que pensar precisamente en condecoraciones, tan corrientes hoy día, sino más bien en el registro de sus nombres en la lista honorífica de la ciudad, o en la erección de la estatua de un ciudadano en la plaza del mercado.

Pedro escribe sobre estos derechos de un Estado pagano porque desea que también los cristianos puedan desempeñar su papel en esa vida pública, incluso política. Dice que es la voluntad misma de Dios (Rom_2:15) que los cristianos den prueba de sí, incluso públicamente, mediante obras de beneficencia y dando muestras de su capacidad. En esto se deja sentir un gran optimismo, que en todas partes cuenta con la presencia de hombres que piensen y juzguen rectamente. Es evidente que en ninguna parte se alabará a los cristianos por sus prácticas religiosas, pero es de esperar que por lo menos no haya que censurarlos tocante a su amor al trabajo, a su prontitud en prestar servicios y a su cumplimiento del deber. Tampoco aquí se trata de tentativas de misionar en el puesto de trabajo o entre la parentela por medio de bellas palabras (cf. 2,12; 3,1). Las obras son mas eficaces y elocuentes.

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35. Cf. 2,13.1S; 3,1.5; 5,5.

36. Textos parecidos sobre la subordinación en otras reglas de vida del cristianismo primitivo: Rm 13.1-7; Eph_5:21s; Eph_6:1.5.8; Col_3:18.20.22.24; 1Ti_2:11; 1Ti_6:1s; Tit_2:5.9; Tit_3:1.

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16 Vivid como libres, no usando la libertad como disfraz de la maldad, sino como esclavos de Dios.

A la exhortación a la sumisión a la autoridad del Estado y a la colaboración siguen como complemento unas palabras de gran elevación sobre la libertad de los cristianos frente a dicho Estado. Estos ciudadanos y mercaderes, estos funcionarios y soldados, estos menestrales y amas de casa, y hasta estos esclavos y esclavas deben en definitiva sentirse como libres con respecto a las leyes y poderes del Estado. La libertad de los cristianos se funda en el hecho de pertenecer a un Señor más grande, para el que fueron comprados como esclavos al precio de la sangre de Jesucristo (Tit_1:18s). Sólo a él están subordinados sin restricción. Su autoridad está muy por encima de la del Estado romano, omnipotente en apariencia. Si alguna vez las órdenes de alguna instancia pública se oponen a las leyes de Dios escritas en los corazones de los hombres, automáticamente pierden su fuerza de obligar para todos los que se reconocen esclavos de Dios. Con ello no desaparece quizá sin más su carácter conminatorio e inquietante. Pero en la medida en que vaya creciendo en ellos el santo temor de Dios (Tit_2:17) propio de su condición espiritual de esclavos, podrá también desvanecerse el temor a los poderosos de la tierra. Cuanto más se hace uno esclavo de Dios, tanto menos se siente coaccionado en la tierra. Servir a Dios es por tanto reinar espiritualmente.

17 Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey.

La sección relativa al comportamiento de los cristianos en la vida pública se cierra con un principio general: En todo caso respetad a todos, se trate de quien se trate. La marcada frase final «honrad al rey», a la que apunta todo lo que precede, muestra que Pedro no ha perdido todavía de vista el tema de la subordinación del cristiano a los que están investidos de autoridad política. Deben tributar a los funcionarios del Estado los honores que les corresponden sometiéndose a la autoridad según el ejemplo de Cristo.

Algo diferente es el respeto y la veneración que se ha de profesar al Padre eterno. Como hijos y esclavos deben pensar que Dios puede castigar no sólo temporalmente, como los hombres, sino que incluso puede precipitar en la condenación eterna (cf. Mat_10:28). Este alto grado del temor, el temor de Dios, hallará su expresión en la obediencia absoluta. Aunque no se dice expresamente, por la manera de enumerar las diferentes formas de temor aparecen claros los límites que no debe transgredir este temor cristiano en el trato con los grandes de la tierra si no quiere convertirse en servilismo y adulación. El espíritu de temor se manifiesta así como virtud fundamental del hombre racional en el trato con Dios y con su entera creación. Y también el amor de los hermanos se destaca como una forma de tal temor, que no vacila en tener a los otros por superiores (Phi_2:3).

2. SUMISIÓN DE LOS ESCLAVOS DOMéSTICOS (Phi_2:18-25).

a) Exhortación (2/18).

8 Esclavos, someteos a vuestros amos con todo temor no sólo a los buenos y comprensivos, sino también a los rigurosos.

ESCLAVOS/1P:Después de haber exhortado a todos los cristianos a someterse a la autoridad civil, comienzan ahora las instrucciones a determinados grupos particulares. Tales catálogos de deberes que incumben a determinadas profesiones y condiciones pueden designarse como reglas de vida 37. En primer lugar se dirige san Pedro al estado más bajo. Los esclavos y esclavas representan para Pedro en su forma más pura el tipo de la concepción cristiana del hombre; en efecto, el cristiano es esclavo de Dios (Phi_2:16), y en su humillación y sufrimiento se hace muy semejante a Cristo (Phi_2:21) 38. De aquí que sólo a esta primera exhortación a los esclavos se añada el incomparable cuadro de los sufrimientos del Señor (Phi_2:21 b-24), que suena como un retazo del relato evangélico de la pasión. El trato de preferencia que se da a estos esclavos y esclavas, aparentemente sin derechos ni honra, se funda en el tema capital de toda la carta, cuya pieza central comienza aquí: consolando y exhortando trata de convencer de que mantenerse en sufrimientos equivale para el cristiano a mantenerse en gracia (Phi_2:19a.20b; cf 5,12).

Los esclavos deben someterse a los amos con todo temor. Sólo aparentemente se significa con esto, que el criado o esclavo debe apresurarse a obedecer a cualquier indicación del amo de casa porque vive en constante temor del castigo. En efecto, en 2,20 se dice que estos mismos cristianos soportan sin miedo golpes inmerecidos; en 3,6 se exhorta explícitamente a las mujeres a no tener temor; y en 3,14 vuelve a subrayarse que el cristiano no debe temer a los hombres. No se trata de temor de los hombres sino de temor de Dios. Los esclavos no deben considerarse esclavos de amos terrenos, sino de Dios. A él dirigen la mirada con santo respeto cuando obedecen las órdenes de señores de la tierra.

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37. Se hallan también en la literatura extrabíblica. Dentro del Nuevo Testamento hay, además de nuestro texto, todavía otros cinco pasajes con parecidas reglas de vida: Rom_13:1-7; Ef 5.21-6.9; ,1; 1Ti_2:1-3, 13; 1Ti_6:1s; Tit_2:1-3, 3.

38. Cf. también Phi_2:5-11.

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b) Primera motivación: El sufrimiento es gracia (2/19-21a).

19 Puesto que es una gracia soportar penas, padeciendo injustamente, con la conciencia de que Dios lo quiere. 20 Pues ¿qué mérito tenéis soportando golpes por haber pecado? Pero si los soportáis por haber hecho el bien, esto es una gracia ante Dios.

Tras la orden seca comienza ahora un tono más suave de explicación: tal obediencia es agradable a Dios, merece su aprobación; tal hombre halla gracia a los ojos de Dios. ¿Cómo concibe, pues, Pedro la situación de los interpelados? Los amos de tales esclavos son a veces caprichosos o hasta malévolos, incluso virulentos, insidiosos. Piensa en situaciones en las que a un cristiano, precisamente por ser cristiano, se le molesta constantemente con pequeñas hostilidades disimuladas. Más gravemente que los golpes le afligen a diario estos desaires inmerecidos. El pobre ha trabajado y ha prestado servicios y en recompensa es objeto de befas y de irrisiones, quizá porque alguna vez se le ha visto rezar. No tarda en ser considerado por los otros esclavos como uno a quien se pueden jugar malas partidas, ya que no salen en su defensa ni el amo de casa ni su capataz.

Algo así es la situación de esos de quienes se dice que comenzaron a brillar con belleza espiritual, que sobre ellos se posa clemente y con especial complacencia el ojo de Dios. Todo lo absurdo de la doctrina y de la vida cristianas parece tocarse con la mano...

21a Para esto fuisteis llamados.

San Pedro llega incluso hasta a afirmar que tal es la finalidad de la conversión al cristianismo, que los destinatarios han sido llamados para esto. El sentido del pasaje no deja el menor lugar a duda: aceptar el sufrimiento del alma y del cuerpo es el estado a que apunta en definitiva el llamamiento y la elección de Dios aquí en la tierra. Esto se comprende bien por otros pasajes de la carta. En ellos se ha trazado el cuadro ideal de un sacerdocio santo, regio, que ofrece sacrificios por el mundo (2,5.9). Y Pedro desea este honor para sus cristianos. Mientras antes (2,5) se dijo, a manera de símil, que esta oblación sacerdotal consiste en entregar el propio yo como una piedra viva de construcción al gran arquitecto divino, aquí se habla mucho más en concreto de este regio ministerio sacerdotal: Consiste en soportar calladamente agravios inmerecidos y en tolerar con paciencia golpes recibidos en el propio cuerpo. En el «para esto» de nuestro texto late la dignidad de la oblación de sacerdotes regios. Y si miramos más lejos, en este «para esto» brilla ya la imagen de aquel hombre que «en su propio cuerpo» lleva a la cruz los pecados ajenos (2,24).

Las palabras que siguen (2,21b) muestran que nos hallamos aquí ante una aserción de vigencia universal sobre el fin supremo y el sentido más profundo de la condición de cristianos. Con esto no se quiere decir que todos los cristianos estén llamados sin excepción y constantemente al sufrimiento. Precisamente en 4,12 se quiere, para precavernos, se nos indica que no debe extrañarnos si alguna vez nos veamos afligidos con pruebas. Pero, con todo, muestra la carta que la participación voluntaria, alegre y jubilosa (1,6) «en los padecimientos de Cristo» (4,13), es lo más grande a que un cristiano puede ser llamado por Dios. Esto es, en efecto, participación en la realeza y en el sacerdocio de Cristo...

c) Segunda motivación: El ejemplo de Cristo (2/21b-24).

21b Porque también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas.

El último y más valioso triunfo que puede jugar san Pedro en su empeño por lograr una justa representación de la naturaleza del cristianismo, es su descripción del Señor inspirada por un corazón amante. Es que Cristo, con sus sufrimientos vicarios, nos mostró en forma viva el fondo del problema.

La palabra griega que traducimos por ejemplo significa propiamente el modelo de escritura para niños de escuela, conforme al cual aprenden a diseñar los difíciles trazos de cada letra. También en terrenos difíciles, por ejemplo pantanosos, puede ser muy ventajoso disponer de exactos trazados del rumbo que sigue el estrecho sendero. Quizá lo haya seguido ya anteriormente alguien, sobre cuyas huellas se pueda caminar con seguridad. Pero si se trata de escalar una empinada roca, entonces el guía que va en cabeza se volverá constantemente para indicar su camino. Mostrará dónde ha puesto él mismo el pie derecho, dónde ha podido hallar un agarradero para la mano izquierda. Además, no elegirá caminos que sean demasiado difíciles para los que le siguen. Sólo tiene un deseo: que todos juntos lleguen con él a la cumbre. Por esto deben seguirle cuidadosamente y atenerse confiados a su ejemplo.

Todo lo que a continuación (2,22-24) se dirá de la pasión de Jesús hemos de entenderlo como ejemplo que debemos imitar. Ahora bien, si todo ha de ser ejemplo, también lo serán sus sufrimientos vicarios por vosotros, es decir, por nosotros. También nosotros debemos, soportando calladamente las dificultades, preceder animosos a otros hombres que se sienten desanimar, y dejando huellas, quizá sangrientas, mostrarles el único camino posible.

22 él no cometió pecado ni en su boca se halló engaño alguno».

En estos versículos que comienzan ahora se mueve la mirada de una parte a otra: de los esclavos que sufren, a Cristo, y de Cristo que sufre, de nuevo a los cristianos. La imagen del Señor que sufre no sólo surge aquí como un ejemplo estimulante, sino que además brilla en su grandeza divina exenta de todo pecado: A vosotros, esclavos, se os reprende por faltas presuntas que en realidad no habéis cometido (2,19), pero Cristo estaba todavía mucho más libre que vosotros de cualquier culpa. A vosotros se os golpea ahora (2,20) como si hubieseis hablado descomedidamente, pero en boca de él no hubo nunca una sola palabra zahiriente, falsa o tendenciosa. Vosotros lucháis todavía con vuestras faltas (2,11s), mientras que él pudo decir a sus discípulos, que estaban con él día y noche: «¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?» (Joh_8:46). Y a pesar de esta absoluta inocencia le envió su Padre por el camino del sufrimiento tan incomprensible para vosotros, por el camino del servidor de Dios, al que Isaías había descrito anticipadamente de forma tan impresionante 39.

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39. La cita está en Isa_53:9. Acerca de 1Pe_2:21-25 habría que leer, meditándolo, todo el capítulo 53 de Isaías.

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23a Cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; cuando padecía, no amenazaba.

Tenemos ante los ojos una imagen de Cristo que sufre, tal como no la había trazado todavía ningún escritor del Nuevo Testamento: un hombre que es insultado, que es reprendido como un criado que se ha mezclado en cosas que no le importan, que se ve abrumado de críticas y reprimendas, y él se calla. Salta a la vista la entrañable solicitud de Pedro por aquellos a quienes quiere exhortar. Y se desborda todo el amor del amigo de Jesús, que con su temperamento violento, dispuesto a devolver inmediatamente el golpe, deduce las tentaciones que experimentaría el Señor en aquellas horas de dolor. Más aún: va todavía más lejos y pinta cuán natural habría sido al Maestro amenazar a sus enemigos con un castigo de Dios. También para nosotros es de lo más natural esta tentación de invocar la venganza de Dios por ofensas personales. Pedro nos grita: ¿Dónde queda vuestra imitación de Cristo?

23b Sino que se entregaba al que juzga con justicia.

Pedro no se refiere a la condenación de Cristo ante Pilato, sino que quiere decir: Cristo se entregó, entregó su «caso», la entera solicitud de salir por sus derechos ante la injusticia de que era víctima, a su Padre celestial y con ello nos dio un ejemplo a nosotros, que tenemos muchas más razones para dejar la venganza en manos de Dios (Rom_12:19). El versículo que sigue muestra que se trata todavía de mucho más que eso. Cristo no sólo dejó su «caso» en manos del Juez eterno, sino que él mismo se entregó a la cólera divina como víctima por los pecados. Dio un ejemplo todavía mucho mayor cuando con humildad dejó caer sobre sí un castigo sangriento que propiamente correspondía a otros.

Así viene a ser para nosotros «palabra» de Dios que da la pauta. También nosotros, sin preguntar si lo hemos merecido, debemos estar dispuestos a soportar el sufrimiento, sabiendo que ha llegado el tiempo «de que comience el juicio por la casa de Dios» (Rom_4:17), ese juicio en el que «el justo a duras penas se salva» (Rom_4:18). La historia del género humano, con todos sus sufrimientos, que con frecuencia tienen que ser soportados precisamente por los inocentes, resulta más comprensible si la consideramos como grande y tremendo castigo por los pecados y la desobediencia de las criaturas contra su Creador.

24a él mismo llevó nuestros pecados en su propio cuerpo y los subió al madero;

Cristo no sólo llevó al Calvario la carga de nuestros pecados como un sacrificador lleva su víctima al altar, sino que él mismo, en su encarnación, por medio de su cuerpo humano, como Dios hecho hombre, se constituyó a sí mismo en esta víctima por el pecado, en el cordero que tomó sobre sí «el pecado del mundo» (Joh_1:29). Se apropió de tal manera esta carga del pecado que llegó hasta a hacerse por nosotros «maldición» (Gal_3:13).

Pedro lo ve todavía ante sí arrastrándose hacia el Calvario, donde se erguía ya, visible desde lejos, el madero de la cruz. Se acuerda de cómo llevaba el palo transversal, de cómo le clavaron en éste las manos y cómo, pendiente de él, fue izado como una vela sobre el palo vertical. Los pecados de otros, también los de los esclavos a quienes ahora se dirige Pedro, los tomó sobre sí y los llevó a este madero -que se convierte en altar- hasta las últimas horas de su más extremo desamparo.

Pedro no se siente ya capaz de seguir hablando de «vuestros pecados» en segunda persona, como acababa de decir: Cristo «os» dejó un ejemplo. Habla de nuestros pecados, porque él mismo se siente afectado con nosotros. Quiere verse envuelto con nosotros en este amor hecho hombre, en este amor desinteresado...

24b ...para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia.

Aquí se carga el acento sobre el fin positivo del que es condición previa la muerte al pecado: para que vivamos para la justicia. También en esto es Cristo nuestro modelo. Vivió para la justicia, dispuesto como estaba a sufrir por los pecados de otros y restablecer así el orden perturbado. Su amor le impelía a renovar la recta y justa relación entre el Creador y la criatura. Tampoco para nosotros significa el vivir para la justicia otra cosa que vivir para el amor, porque el amor cristiano tiene muy poco que ver con los sentimentalismos, teniendo más bien estrecha afinidad con la voluntad de practicar la justicia. Dada la manera sobria de pensar de Pedro -que no obstante va siempre hasta lo último- es significativo el hecho de que para él una vida por el prójimo, una vida que no se retrae ni siquiera de llevar la cruz por los otros, no significa sino una vida para la justicia. Se trata del justo cumplimiento del único gran mandamiento: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo» (Luk_10:27).

24c «Por sus heridas habéis sido curados».

Estas heridas son las señales que la vara o el azote dejan en las espaldas desnudas. En el capítulo 53 del profeta Isaías, del que están tomadas también estas palabras (Isa_53:5), al hablar de estas heridas se usa una palabra hebrea que contiene la idea de «pintarrajear con líneas». Esto es lo que debemos oír también aquí implícitamente. Pedro indica a los esclavos la espalda de Cristo, que es tan semejante a la suya: inmediatamente después de los azotes se ven líneas hinchadas, de un rojo vivo, quizá también manchas de un rojo oscuro formadas por hilos de sangre; y después se vuelven las líneas cárdenas y verdes. Con tales heridas han sido ellos sanados como con amarga medicina. Antes estaban enfermos, quizá como aquella ramera a la que dijo Jesús: «Tu fe te ha sanado, vete en paz» (Luk_7:50). Y el hombre en quien ella creyó es precisamente el que más tarde se dejó azotar, también por ella. Es posible que los destinatarios de la carta se acuerden de que también ellos fueron sanados en su bautismo y en adelante estarán más bien dispuestos a soportar por amor, en lugar de otros, los azotes injustos de un capataz.

d) Se concluye la exhortación (Luk_2:25).

25 Erais «como ovejas extraviadas», pero ahora os habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas.

La mirada se dirige a uno de aquellos terrenos pedregosos de Palestina en que pacen, muy dispersas, las ovejas. El rebaño no está ya todo junto. Las ovejas se han puesto a buscar restos de hierba en pendientes apartadas. El pastor solícito, que sabe que tales ovejas testarudas, que van errantes de acá para allá, están expuestas a los mayores peligros de las bestias feroces, quiere volver a recoger su rebaño. Pero para ello no es necesario correr tras cada oveja y hacerla volver a palos. Basta con escarmentar ásperamente a alguna de las ovejas del rebaño desperdigado. En seguida volverán también precipitadamente las otras.

Pedro ve a Cristo como a una de estas ovejas en medio del rebaño disperso que anda de una parte a otra. Dios Padre, pastor eterno, recoge su rebaño disperso. Ahora bien, la oveja castigada con los golpes que en realidad había merecido todo el rebaño desobediente, es el inocente «Cordero de Dios». Mientras restallan sobre su espalda los golpes, vuelve precipitado al buen camino el rebaño entero, avergonzado y consciente de su desobediencia. Por la dureza del castigo que tuvo que soportar una oveja comprenden con cuanta insensatez las había extraviado su terquedad.

A esto añade san Pedro todavía una frase, en la que parece sentirse con más fuerza la autoridad del apóstol: Estas ovejas descarriadas, estos hombres que anteriormente habían vivido sin verdadera disciplina del alma han vuelto a su pastor y guardián 40. Aquí se entiende en primer lugar a Dios Padre. él es, en efecto, el pastor que con la encarnación de su Hijo, sobre el que hizo pesar todo el castigo, se cuidó del rebaño disperso. Pero tampoco está excluido el Hijo. Los cristianos le están, en efecto, sometidos como al pastor principal (Luk_5:4). Sin embargo, este pastor y «guardián» (episkopos) está representado visiblemente entre ellos por la persona de aquel a quien Cristo dio este encargo: «Apacienta mis ovejas» (Joh_21:15-17). Pero Pedro conoce todavía otros representantes del pastor principal: «guardianes», que no recibieron ya inmediatamente del Señor su encargo de apacentar en el Espíritu Santo «el rebaño de Dios» (Joh_5:2). Ninguna de estas tres perspectivas debe excluirse.

El que puede comprobar, con agradecimiento, que ha encontrado el «obispo» visible en la tierra, pertenece también, por ello, al rebaño de Cristo (Joh_5:4) y está amparado por la tutela solícita (Joh_5:7), aunque a veces también correctiva (Joh_4:12) del Padre.

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40. «Guardián» está expresado con la palabra griega episkopos que en los tiempos apostólicos se usa también como nombre de Dios, pero que se empleaba ya también como título del que estaba investido de una determinada dignidad eclesiástica, el obispo (Phi_1:1).





Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 2.

Exhortación a la simplicidad, 2:1-3.
1 Despojaos, pues, de toda maldad y de todo engaño, de hipocresías, envidias y maledicencias, 2 y, como niños recién nacidos, apeteced la leche espiritual, para con ella crecer en orden a la salvación, 3 si es que habéis gustado cuan bueno es el Señor.

Nacidos los cristianos a una nueva vida, son ahora invitados a vivir en conformidad con ese nuevo estado, despojándose de toda malicia, engaño, hipocresía, envidia y detracción (v.1). Los vicios enumerados son los que se oponen directamente a la caridad fraterna. El alma que no se despoje de ellos no podrá recibir el verdadero alimento espiritual. La Palabra de Dios, es decir, el Evangelio, que ha sido la causa de la regeneración del cristiano 1, ha de asegurar de igual modo su crecimiento espiritual 2.
Los fieles a los que se dirige San Pedro, tardíamente renacidos a la fe 3, han de apetecer la leche espiritual4, que no proviene de la materia, sino del espíritu; una leche pura, no adulterada con mezcla de falsedad, libre de todo veneno de falsas doctrinas. Y han de alimentarse continuamente con ella para poder llegar a la madurez en la fe 5. Como el niño, una vez que ha gustado la leche materna, siente avidez de ella, así también el cristiano, una vez que ha gustado cuan suave es el Señor (í.3), mediante las consolaciones que el Señor otorga cuando toma posesión de un alma, ha de apetecer los dones de Dios 6. El autor sagrado alude a todas las gracias concedidas por nuestro Señor a los fieles después del bautismo. Entre éstas ocupa el primer lugar la eucaristía 7.
Parece que este texto de San Pedro dio origen al rito, bastante difundido en la Iglesia antigua, de ofrecer a los neobautizados leche con miel 8.



El nuevo sacerdocio, 2:4-10.
4 A El habéis de allegaros, como a piedra viva rechazada por los hombres, pero por Dios escogida, preciosa, 5 Vosotros, como piedras vivas, sois edificados en casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por Jesucristo. 6 Por lo cual en la Escritura se lee: He aquí que yo pongo en Sión una piedra angular, escogida, preciosa, y el que creyere en ella no será confundido. 7 Para vosotros, pues, los creyentes, es honor, mas para los incrédulos esa piedra desechada por los constructores y convertida en cabeza de esquina, 8 es piedra de tropiezo y roca de escándalo. Rehusando creer, vienen a tropezar en la palabra, pues también a eso fueron destinados. 9 Pero vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido para pregonar el poder del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 10 Vosotros, que un tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis conseguido misericordia.

En esta nueva sección el apóstol exhorta a sus lectores a acercarse a Cristo 9 para unirse más íntimamente a El, como a piedra viva y angular del edificio místico de la Iglesia. La Iglesia, o comunidad cristiana, se edifica, en sentido realmente arquitectónico, por la unión de los convertidos a la piedra angular, que es el mismo Cristo. La alegoría de la piedra angular había sido aplicada por Cristo a sí mismo, inspirándose en Sal_118:22. También fue empleada por San Pedro en su discurso ante el sanedrín 10. Aquí aparece unida a otras dos citas de Isaías, en las que se habla de piedra angular 11. La piedra viva es Cristo resucitado y glorioso, rechazado por los jefes del pueblo judío, pero escogido por Dios. La metáfora de la piedra rechazada por los constructores se encuentra ya en la catequesis sinóptica 12, en los Hechos de los Apóstoles y en San Pablo 13.
Cristo es una piedra viviente, capaz de crecimiento y expansión, y que puede dar vida a los demás. Los cristianos han de ser también piedras vivas (í.5) edificadas sobre Cristo como piedra angular. Han de formar con El un edificio espiritual, es decir, un organismo vivo, animado por el Espíritu Santo, y en íntima unión con Cristo 14, porque el desarrollo espiritual de los cristianos no puede tener lugar si no es en la comunidad, en la Iglesia. Pero los cristianos no sólo componen el edificio espiritual, que es la Iglesia, sino que son también ministros de él, puesto que constituyen un nuevo sacerdocio santo, es decir, están consagrados al servicio de Dios, para ofrecerle sacrificios espirituales 15, como la oración 16, la alabanza de los labios 17, la santidad de vida 18, la labor apostólica 19, la mortificación y hasta el martirio 20. Estos sacrificios espirituales son agradables a Dios si son ofrecidos a Dios por medio de Jesucristo, nuestro Sumo Pontífice y único Mediador al lado de Dios 21.
Los cristianos son al mismo tiempo templo y sacerdocio. Del mismo modo que los sacerdotes son los intermediarios entre Dios y el pueblo, así los cristianos, formando colectivamente la Iglesia, tienen que ser los intermediarios entre Dios y los hombres, continuando la misión del pueblo judío, cuyo sucesor y heredero es el pueblo cristiano 22.
Se debe tener presente que el lenguaje de este pasaje es metafórico. La expresión sacerdocio santo está tomada en sentido amplio, como se ve por la frase que sigue: para ofrecer sacrificios espirituales. Por aquí se ve claramente que no se trata de víctimas materiales ofrecidas públicamente por ministros consagrados de modo especial para esto, sino de víctimas inmateriales, consistentes en actos virtuosos, que pueden ser ofrecidas por cualquier cristiano. Los cristianos, por el hecho de haber sido incorporados por el bautismo a Cristo, Pontífice de la Nueva Alianza, participan en cierto modo de su sacerdocio 23. Pero en la Iglesia existe, al mismo tiempo, otro sacerdocio propiamente dicho, distinto del común de los fieles, consagrado especialmente para la misión sacerdotal y que es el único que tiene potestad para ofrecer el sacrificio externo de la Nueva Ley. San Pedro no quiere decir que todos los fieles sean sacerdotes en sentido propio, como piensan los protestantes. Por el contexto y el término pasivo empleado (úåñÜôåõìá) se deduce que el apóstol considera los fieles como un sacerdocio pasivo, o sea una sociedad gobernada por el sacerdocio propiamente dicho. En efecto, el capítulo 5:1-4 supone la existencia de un clero bien distinto de la masa de los fieles 24. Los fieles, de frente al sacerdocio activo, al sacerdocio propiamente dicho, son, pues, simplemente un sacerdocio pasivo, subditos de la autoridad sacerdotal y gobernados por ella; pero íntimamente unidos al sacerdocio activo de Cristo y al de los sacerdotes propiamente dichos 25.
Jesucristo es la piedra angular, principio de salud para los que creen en El; pero, al mismo tiempo, es tropiezo para los incrédulos, que se escandalizan de la cruz (v.6-8). San Pedro cita un texto de
Tsaías 26 para probar esto. Del mismo modo que el profeta expresaba, bajo la metáfora de la piedra angular, la protección divina sobre Terusalén, así también el apóstol ve en dicha piedra una imagen del pesias, el garante supremo de la salud de Israel. Ya la teología judía veía en esta piedra, puesta por Yahvé en Sión, una imagen del Mesías.
Isaías, en el Libro del Emmanuel, anuncia que Yahvé será piedra de escándalo y piedra de tropiezo para las dos casas de Israel 27, es decir, que será ocasión de la ruina de las dinastías de Israel y de Judá. San Pedro aplica a Cristo este texto que miraba directamente a Yahvé. También Jesucristo, a pesar de haber venido a salvar a todos los hombres, será ocasión de ruina espiritual para los que vengan a tropezar en la palabra, o sea en el Evangelio.
Los fieles se apoyan, mediante la fe, en esa piedra angular, que es Cristo. Y por esta misma fe se preparan para tomar parte el día de mañana en el honor y en la gloria de Jesucristo al lado del Padre. Los incrédulos, por el contrario, serán confundidos, porque rehusaron creer 28. Dios, en castigo por su incredulidad, permite que vayan a tropezar y a destrozarse contra la piedra, que había sido puesta para su salvación29.
Al final del v.8 la Vulgata dice: Nec credunt in quo et positi sunt, afirmación difícil de entender, porque la edificación sobre Cristo es obra de la misma fe. El texto griego dice simplemente: a eso fueron destinados, es decir, los incrédulos fueron destinados a ese funesto tropiezo. Este pensamiento está muy en conformidad con la manera de hablar de la Biblia, que atribuye todo lo que sucede directamente a Dios. San Pedro cita dos textos, tomados del Antiguo Testamento. El primero pertenece a Sal_118:22, que también es citado por Me 12:10 como profecía de la ruina del pueblo judío, y por San Pedro en Hec_4:11. El segundo es de Isa_8:14 : Cristo ya no es presentado como la piedra angular, sino como la piedra de tropiezo y roca de escándalo. El pueblo judío tropieza en Jesucristo y se destroza, dejando así paso libre al cristianismo, que hereda los privilegios de Israel y los eleva a su grado supremo. Los judíos, al rechazar el Evangelio, han perdido sus prerrogativas, que son traspasadas a los cristianos 30. Por eso, San Pedro aplica ahora a sus lectores todos los títulos gloriosos de los israelitas (v.9). La Iglesia es el verdadero Israel. Y, en consecuencia, se puede aplicar a los cristianos, en un sentido más pleno y verdadero, lo que el Antiguo Testamento había dicho de los hebreos. Los cristianos son un linaje escogido., un pueblo adquirido para pregonar el poder del que os llamó. Estas expresiones están tomadas de Isa_43:20-21, en donde designan al pueblo judío salvado de la cautividad babilónica. Israel era un pueblo adquirido por Dios, porque Yahvé había hecho de él su Porción especialmente escogida, su parte reservada entre todas las naciones de la tierra 31. También los cristianos fueron comprados, adquiridos por Dios con la sangre de Jesucristo 32. Son, por consiguiente, propiedad de Dios.
San Pedro sigue aplicando a los cristianos otros títulos: son un sacerdocio real, una nación santa (v.8). Dos expresiones equivalentes o complementarias, tomadas del Exo_19:6, según los LXX. El texto hebreo dice: Un reino de sacerdotes. 33 El sentido de este texto en el éxodo es el siguiente: los israelitas son reino de Dios, son su reino teocrático, porque Yahvé es un rey. Israel es un reino de sacerdotes en cuanto que en él todos sus subditos están dedicados a Dios, separados de los paganos. Los israelitas están destinados a ofrecer a Dios un culto que no pueden ofrecer los demás pueblos. Se trata, por lo tanto, de una metáfora para significar que los israelitas son personas consagradas al servicio de Dios en modo análogo, pero diverso, de los sacerdotes propiamente dichos. De la misma manera que el individuo es segregado de la masa humana y consagrado al servicio de Dios por el sacerdocio, así también el pueblo de Israel fue escogido entre los demás pueblos para tributar a Dios un culto religioso. Los israelitas no eran todos sacerdotes, como tampoco eran todos reyes, sino que eran subditos de la autoridad sacerdotal. Eran miembros pasivos del sacerdocio y gobernados por éste. Esto se ve claramente por el hecho de que el sacerdocio activo propiamente tal estaba reservado a los descendientes de Aarón. Y las usurpaciones de la función sacerdotal eran castigadas severamente 34. Los israelitas en general son llamados sacerdotes en sentido amplio, metafórico, en cuanto que eran miembros de la nación santa, de la nación consagrada al culto del verdadero Dios.
Dios había escogido entre todos los pueblos a Israel, y lo había amado como a su hijo primogénito, confiriéndole la dignidad sacerdotal, propia del primogénito. Como el sacerdote es el intermediario entre Dios y el pueblo, así Israel, como primogénito entre todos los pueblos, es el sacerdote intermediario entre Dios y la misma humanidad 35.
San Pedro aplica de un modo análogo a los cristianos el título de sacerdocio real. Pero no quiere decir que todos los cristianos posean el verdadero sacerdocio, sino solamente que son miembros de la nueva nación, de la Iglesia cristiana, consagrada al culto del verdadero Dios en dependencia de los verdaderos sacerdotes. O sea, que, como dice el P. Mersch, los cristianos poseen una eminente dignidad cultual 36. El mismo San Pedro 37 supone la existencia en la comunidad cristiana de una jerarquía, bien distinta de la que puede poseer cada fiel en particular. En el v.5 hablaba ya del sacerdocio santo de los cristianos, en cuanto que habían de ofrecer sacrificios espirituales. Esta función no ha de ser confundida con el sacerdocio propiamente dicho, cuya esencia es el sacrificio, el acto exterior y público de la religión. Por eso, el texto del v.9 ha de ser explicado con la ayuda del v.5. El cristiano, por el bautismo, quedó incorporado a Cristo y participa en cierto sentido del sacerdocio de Cristo. De ahí que todo cristiano, cuando obra como tal, actualiza su participación en el sacerdocio de Jesucristo y realiza un acto de verdadero culto cristiano 38.
En la epístola de San Pedro, el sacerdocio de los cristianos se presenta como un sacerdocio de orden exclusivamente espiritual o moral. No hay, por lo tanto, motivo para atribuir a San Pedro la idea luterana según la cual todos los fieles serían sacerdotes del mismo modo. En el Apocalipsis 39 se habla únicamente del sacerdocio de la Iglesia triunfante con términos bastante imprecisos.
El pensamiento central de los v.9-10 es la vocación del pueblo cristiano, como heredero del Israel espiritual, del Israel de las promesas40. Dios ha sacado a los cristianos de las tinieblas del paganismo para introducirlos en su nuevo reino. San Pedro, deseando darles a entender lo que su conversión significaba, les manda que comparen su estado anterior con el actual (v.10). Hace esto parafraseando un texto de Oseas41, en el cual Dios mandaba al profeta imponer el nombre de Lo-ammi = No-pueblo-mío, a uno de sus hijos, y de Lo'ruhamah = No-misericordia, a una de sus hijas, para significar que la nación elegida era repudiada por su esposo Yahvé. También San Pablo42 aplica esta profecía de Oseas a la conversión de los gentiles. Dios, sin embargo, había prometido al profeta Oseas volver a reconciliarse con su pueblo rebelde. San Pedro ve esto cumplido en la Iglesia cristiana.




Diversas Obligaciones de los Cristianos, 2:11-3:17.
En esta parte, San Pedro habla de la conducta práctica que los cristianos han de observar en las diversas circunstancias de la vida presente.



El buen ejemplo de los cristianos, 2:11-12.
11 Os ruego, carísimos, que, como peregrinos advenedizos, os abstengáis de los apetitos carnales que combaten contra el alma, 12 y observéis entre los gentiles una conducta ejemplar, a fin de que, en lo mismo por que os afrentan como malhechores, considerando vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.

El buen ejemplo y la vida santa constituyen la mejor apología del cristianismo. Por eso, el apóstol la recomienda con insistencia a los fieles. Se dirige a ellos llamándoles carísimos. Expresión afectuosa que subraya la importancia de la advertencia que va a hacer. Los cristianos habitan como extranjeros y peregrinos en este mundo43; por eso, no han de desear los bienes terrenos para satisfacer los bajos apetitos carnales (v.11), que surgen de la parte inferior de nuestra naturaleza y combaten nuestra alma44. La brevedad de la vida presente y la esperanza de poseer la vida eterna han de llevar al cristiano a abstenerse de las tendencias pecaminosas del ser humano, cuyos frutos nos describe San Pablo 45.
Los cristianos no han de dejarse llevar por esas malas tendencias, sino, por el contrario, han de observar una conducta ejemplar e irreprensible en medio de los paganos, para no escandalizarlos. El hecho de ser cristianos exponía ya en aquel tiempo a graves calumnias por parte de los paganos. Se les acusaba de impiedad, de rebelión contra las autoridades del Estado, de fomentar la insubordinación en la familia y en la sociedad, de obstruccionismo comercial, y hasta de canibalismo46. Contra todas estas calumnias paganas, la mejor defensa ha de ser la buena conducta y la vida inocente de los cristianos, que terminará por imponerse. Y los que hoy les calumnian terminarán por reconocer su vida santa y glorificarán a Dios cuando les visite con la gracia de la conversión (v.1a). El pensamiento de San Pedro es, sin duda, un eco de lo que enseña Jesús en San Mat_5:16.



Sumisión a las autoridades
, 2:13-17.
13 Por amor del Señor, estad sujetos a toda autoridad humana: 14 ya al emperador, como soberano; ya a los gobernadores, como delegados suyos para castigo de los malhechores y elogio de los buenos. 15 Tal es la voluntad de Dios, que, obrando el bien, amordacemos la ignorancia de los hombres insensatos; 16 como libres y no como quien tiene la libertad cual cobertura de la maldad, sino como siervos de Dios. 17 Honrad a todos, amad la fraternidad, temed a Dios y honrad al emperador.

En estos versículos, el apóstol trata de los deberes de los cristianos respecto del poder civil. Este pasaje tiene diversos puntos de contacto con lo que dice San Pablo sobre el mismo tema 47.
El apostolado del buen ejemplo debe llevar a los cristianos a aceptar las formas de gobierno establecidas y a someterse a los que ejercen la autoridad por amor del Señor (í.13). Porque toda autoridad procede de Dios 4S y porque el Señor así lo quiere, como dirá después (v.15); o también porque Jesús ha dado ejemplo, sometiéndose a la autoridad del gobernador Poncio Pilatos49, y lo ha ordenado así a sus discípulos50. Han de obedecer, en primer lugar, al emperador romano, llamado por los griegos âáóéëåýò = rey; y después a los gobernadores (Þãåìüóéí) 5lt que eran los delegados de la autoridad suprema para administrar la justicia y aplicar las justas sanciones (v.14). La sumisión a las autoridades es querida por Dios como el medio más eficaz para cerrar la boca a los calumniadores del cristianismo (í.15). La sumisión al poder civil establecido tendrá un gran valor apologético en favor del cristianismo. Mediante ella demostrarán que las acusaciones de insubordinación contra las autoridades son falsas. Al obedecer las leyes, los cristianos demostrarán que no se sirven de la libertad que Cristo les dio para encubrir el libertinaje, sino que toman la voluntad de Dios por modelo de su conducta (v.16). También San Judas habla de ciertos hipócritas que abusaban de la libertad cristiana 52; y San Pablo enseña que la libertad de los cristianos no ha de transformarse en licenciosa hipocresía para seguir los instintos de la carne y para convertirla en pretexto para la rebeldía 53. La doctrina de San Pedro es la misma que la de San Pablo 54: el equilibrio entre la libertad cristiana y la sumisión a la autoridad civil legítimamente constituida.
Los apologistas cristianos no olvidarán esta recomendación de San Pedro en favor de la obediencia de los fieles a las autoridades civiles 55.
El apóstol termina la exhortación a obedecer a las autoridades civiles] resumiendo en pocas palabras las diversas obligaciones de un cristiano (v.17): tratar a todos con el respeto debido a su dignidad; amar de una manera especial a nuestros hermanos en la fe 56; temer a Dios, porque esto es el principio de la verdadera sabiduría, y honrar a la autoridad suprema 57.



Deberes de los siervos respecto de sus señores, 2:18-25.
18 Los siervos estén con todo temor sujetos a sus amos, no sólo a los bondadosos y humanos, sino también a los rigurosos. 19 Agrada a Dios que por amor suyo soporte uno las ofensas injustamente inferidas. 20 Pues ¿qué mérito tendríais si, delinquiendo y castigados por ello, lo soportáis? Pero, si por haber hecho el bien padecéis y lo lleváis con paciencia, esto es lo grato a Dios. 21 Pues para esto fuisteis llamados, ya que también Cristo padeció por vosotros y os dejó ejemplo para que sigáis sus pasos. 22 El, en quien no hubo pecado y en cuya boca no se halló engaño, 23 ultrajado, no replicaba con injurias, y, atormentado, no amenazaba, sino que lo remitía al que juzga con justicia. 24 Llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que, muertos al pecado, viviéramos para la justicia, y por sus heridas hemos sido curados. 25 Porque erais como ovejas descarriadas; mas ahora os habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas.

En esta sección, San Pedro trata de los deberes de los esclavos respecto de sus amos. Después, en el capítulo 3, tratará de los deberes de los cónyuges. Estos esquemas presuponen una organización familiar propia de la antigüedad y tal vez provengan de tradiciones catequísticas de la Iglesia primitiva. Semejantes recomendaciones se encuentran en otros pasajes del Nuevo Testamento58, San Pedro, lo mismo que San Pablo, insiste en la obediencia de los siervos a sus señores, porque es cosa agradable a Dios y porque Cristo también fue obediente y sufrió por nosotros sin lamentarse 59. Estas exhortaciones eran muy necesarias en una sociedad en la que los esclavos eran más numerosos que los hombres libres, y el trato que recibían era muchas veces inhumano 60. Los sufrimientos que tenían que soportar los pobres esclavos llevan al autor sagrado a extenderse en la explicación del sentido de la pasión y muerte de Jesucristo.
San Pedro exhorta a los esclavos 61 a que presten respetuosa obediencia a sus amos, cualquiera que sea su disposición: tanto si son buenos y comprensivos con ellos como si son rigurosos y tratan injustamente a los esclavos de buena voluntad (v.18). La obediencia es para el cristiano una consigna proveniente del mismo Dios, que no admite distinción entre las personas que ejercen la autoridad62. Si son tratados injustamente, es cosa agradable63 a Dios que por amor suyo soporten pacientemente él trato duro que se les da. Los cristianos deben someterse por la conciencia que tienen de estar obligados delante de Dios, cuyos representantes son los patronos 64.
Nadie puede gloriarse de soportar un castigo merecido por una falta cometida. Pero sí es digno de alabanza delante de Dios el que, habiendo hecho el bien, es, sin embargo, maltratado por su señor y lo sufre con paciencia (v.20). El apóstol amonesta de este modo a los esclavos, porque quiere impedir que éstos, exasperados por los malos tratos y sintiéndose interiormente libres con la libertad evangélica, abusaran de ella para rebelarse y emanciparse de sus patronos 65; o bien se gloriaran de padecer con estoicismo, despreciando filosóficamente el sufrimiento. El sufrimiento inmerecido es el elemento de la imitación de Cristo. Por eso, San Pedro apoya sus exhortaciones en el ejemplo de Cristo paciente, que sufrió por nosotros66, sin haber cometido culpa alguna (v.22), para darnos ejempolo (v.21). Jesucristo nos ha precedido en el camino del dolor, y nosotros debemos seguir sus pisadas67. El verdadero discípulo de Cristo ha de imitarle llevando también su cruz 68. Por esto mismo, los esclavos, los despreciados del mundo, han de someterse a su triste suerte, porque de este modo imitarán más de cerca a Jesucristo.
San Pedro, al igual que San Pablo, no quiere alterar las estructuras sociales del Imperio romano, si bien la doctrina de la libertad en Cristo 69, del amor fraterno 70 y de la hermandad de todos los hombres en Cristo71 llevarían con el tiempo a la supresión de la
esclavitud.
La perfecta inocencia de Jesucristo ha de inducir con mayor fuerza a los cristianos a imitarle fielmente incluso en medio de los sufrimientos inmerecidos. El cordero de Dios, no teniendo ningún defecto ni pecado 72, se entregó mansamente en manos de sus enemigos, como ya había predicho Isaías 73, para sufrir por los hombres. Por eso, los cristianos perseguidos y maltratados injustamente han de imitar la paciencia de esta víctima inocente y su total abandono en el Padre celestial (v.23). Jesús durante su Pasión no replicó a los que le maltrataban, y, cuando estaba clavado en la cruz, imploró el perdón para sus verdugos y se remitió al que juzga con justicia 74, es decir, a Dios. San Pedro alude a las palabras con las que Jesucristo, antes de morir, recomendó su alma a Dios: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.75
Todo lo que Cristo sufrió lo hizo mirándonos a nosotros. Cargó con nuestros pecados y se sometió al sacrificio de la cruz para que por sus heridas fuéramos curados (v.24). El apóstol pasa de la ejemplaridad de los sufrimientos de Jesucristo a un sentido más profundo de su muerte, a la idea de satisfacción vicaria de Cristo. Es éste un tema que se encuentra con frecuencia en los escritos neotestamentarios76. San Pedro parece inspirarse en la profecía del Siervo de Yahvé 77. Para él la muerte de Cristo sobre la cruz es un verdadero sacrificio78. El altar es el leño (îýëïí) de la cruz en donde Cristo se ofreció a sí mismo, como víctima expiatoria, por nuestros pecados. Una idea semejante se encuentra muy probablemente en la epístola a los Heb_13:1079. También en dicha epístola se expresa la relación entre pecado y sacrificio: ofrecer cada día víctimas. por sus propios pecados.80 Jesús se sacrificó por nosotros sobre el altar de la cruz para que, muertos al pecado, viviéramos para la justicia 81. Los hombres tenían gran necesidad de que Cristo los curase con sus llagas, porque antes eran como ovejas descarriadas (v.25) 82, sin guía, sin defensa, sin pastor. Mas al presente, por la gracia de la fe, han venido a formar parte del rebaño de Cristo, buen pastor y guardián 83 de las almas 84. La designación de Jesucristo como pastor es implícita ya en los sinópticos 85 y explícita en San Juan 86, 1 Pe 87 y en la epístola a los Hebreos 88.


Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


10 (B) Responsabilidades de la voca(-)ción cristiana (2,1-10).
(a) Exhortación: vivid como hijos de Dios (2,1-3). 1. deponed: Se trata de un término téc(-)nico de exhortación bautismal (cf. Rom 13,12; Ef 4,22.25; Col 3,8; Sant 1,21). 2. niños recién nacidos: Se desarrolla la imagen de 1,3.23. Se da a entender que los destinatarios de la carta son cristianos recientemente convertidos, le(-)che pura de la palabra: «Pura» significa tam(-)bién «sin engaño», con lo cual se opone al «en(-)gaño» de 2,1. Logikos significa en este caso «de la palabra», y no «espiritual» (cf. 1,23-25).
3. viendo que habéis gustado que el Señor es bueno: Cita de Sal 34,9, salmo muy utilizado en 1 Pe, p.ej., 2,4; 3,10-12.
11 (b) La nueva casa de Dios (2,4-10). 4. piedra viva... elegida, preciosa: El autor antici(-)pa la cita de Is 28,16 y Sal 118,22 que va a ha(-)cer en 2,6-7 al empezar su descripción de la Iglesia como nueva «casa espiritual» (2,5). 5. piedras vivas... casa espiritual: Al compartir la vida del Señor resucitado, los cristianos se convierten con él en una casa construida por el Espíritu Santo (cf. 4,17). para ser un sacer(-)docio santo... sacrificios espirituales: Los cris(-)tianos, considerados colectivamente como un cuerpo de sacerdotes (cf. 2,9), presentan a Dios como sacrificio sus vidas de fe y amor (cf. Rom 12,1; Ef 5,2; Flp 4,18). 6. Forma adapta(-)da de Is 28,16 LXX. 7. para vosotros, creyentes, el honor: «Honor» se hace eco del adj. «hono(-)rable» («preciosa») de 2,6. Las citas de Sal 118,22 e Is 8,14 indican la suerte de quienes «no obedecen a la palabra» (2,8). 8. para esto han sido destinados: Dios destina a los incré(-)dulos a «tropezar». En este contexto se trata de los perseguidores paganos (cf. 4,5.17-18).
12 9. linaje elegido: En este versículo, cua(-)tro títulos veterotestamentarios de Israel pa(-)san a aplicarse a la nueva casa de Dios para indicar su dignidad única. El primero está to(-)mado de Is 43,20. Fundamental para esta dig(-)nidad es la elección divina (cf. 1,1; 5,13). casa real, cuerpo de sacerdotes: Véase el comentario a 2,5. Es mejor entender esta expresión como dos sustantivos que como uno acompañado de un adj., «sacerdocio real» (cf. Ap 1,6; 5,10; Éx 19,16 LXX). nación santa: El tercer título está también tomado de Éx 19,6. Lo mismo que Is(-)rael era santo, elegido y amado por Dios (Dt 7,6-9), también lo es el nuevo pueblo de Dios. Para «santo», véase el comentario a 1,15. pue(-)blo propiedad de Dios: Lit., «pueblo adquirido en posesión», combinación de Is 43,21 y Mal 3,17 (cf. Hch 20,28; Tit 2,14). Los cristianos se han convertido en «posesión» de Dios por el derramamiento de la sangre preciosa de Cris(-)to (véase 1,19). para anunciar las grandezas: Adaptación de la segunda parte de Is 43,21 LXX. Para la nueva casa de Dios, las grande(-)zas divinas se encuentran en la muerte y resu(-)rrección de Jesús. Esta proclamación hace re(-)ferencia al testimonio cristiano del evangelio (cf. 2,5). de aquel que os ha llamado: Es Dios, no Cristo, quien llama (cf. 1,15; 2,21; 3,9;5,10) . de las tinieblas a su... luz: Es más acer(-)tado aplicar esto a los convertidos del paga(-)nismo (1,18; 4,3). 10. no pueblo... pueblo de Dios: Aplicación de Os 1,6.9.10; 2,25 a la Igle(-)sia cristiana.
(Sandevoir, P., «Un royaume de Prétres?», Études [ed. C. Perrot] 219-29. Elliott, J. H., The Elect and the Holy [NovTSup 12, Leiden 1966], Brox, Der erste Pe(-)trusbrief 108-10.)

13 Segunda parte: el testimonio de la vida cristiana (2,11-3,12).
(A) La conducta en un mundo pagano (2,11-12). 11. forasteros y extranjeros: Véase el comentario a 1,1. Al hacerse cristianos, los destinatarios de la carta quedaron reducidos a la condición propia de una clase social infe(-)rior (cf. Heb 10,32-34). En 1 Pe, a diferencia de Heb, el verdadero hogar de los cristianos no es tanto el mundo venidero como la comu(-)nidad cristiana. 12. conducta: Una de las pala(-)bras favoritas de 1 Pe (1,15.18; 2,12; 3,1.2.16; vb., 1,17). El testimonio cristiano puede aca(-)bar llevando a los paganos a Dios.

14 (B) Catequesis tradicional (2,13-3,7).

(a) Respecto a la autoridad civil (2,13-17).
13. sed sumisos: Ésta es la actitud cristiana bá(-)sica en lo tocante al comportamiento social (cf.2,18; 3,1; 5,5), actitud que refleja el orden divi(-)no de la sociedad, toda institución humana: En el griego corriente, ktisis se aplica a la «funda(-)ción» de una ciudad. En los LXX y el NT deno(-)ta algo creado por Dios. En este caso parecen quedar incluidas ambas ideas: las instituciones divinas proceden de Dios (cf. Rom 13,1). a cau(-)sa del Señor: Se alude a Cristo resucitado. 15. la ignorancia de los insensatos: Los cristianos de(-)ben procurar causar buena impresión en los paganos hostiles en virtud de una vida sin ta(-)cha (cf. 3,15-16). 16. vivid como hombres libres: cf. Mt 17,26; Lc 4,18-21; Jn 8,32; Rom 8,2; 1 Cor 7,22; 2 Cor 3,17; Gál 5,1. como siervos de Dios: La libertad cristiana es liberación del pe(-)cado y disposición para hacer la voluntad de Dios. Seguir una conducta antisocial con el pretexto de la libertad es una aberración. 17. honrad a todos: Estos mandatos forman dos pares, el último de los cuales es una adaptación de Prov 24,21 (cf. Mt 22,21). La actitud favora(-)ble mostrada en este pasaje respecto a la auto(-)ridad pública arroja luz sobre la datación de 1 Pe (cf. Rom 13,1-7;- 3 supra).
15 (b) Código doméstico (2,18-3,7). En esta sección hallamos instrucciones sobre el comportamiento de los esclavos (2,18-28), esposas (3,1-6) y maridos (3,7) cristianos. Có(-)digos similares se encuentran en Col 3,18-4,1 y Ef 5,22-6,9 (cf. 1 Tim 2,1.8-15; 6,1-2; Tit 2, 1-10). Véanse Goppelt, Der erste Petrusbrief 163-79; D. L. Balch, Let Wives Be Submissive (SBLMS 26, Chico 1981). 18. esclavos domés(-)ticos: Pese a la enseñanza del NT sobre la li(-)bertad (véase el comentario a 2,16), la Iglesia antigua no vio el intrínseco mal social de la es(-)clavitud (cf. 1 Cor 7,21; Ef 6,5-8; Col 3,22-25). Véase M. Carrez, «LEsclavage dans la Premiére Épitre de Pierre», Études (ed. C. Perrot) 207-16. temor: Reverencia debida a Dios, no temor de los seres humanos. 19. por conside(-)ración a Dios: El gr. syneidesis, normalmente traducido por «conciencia», puede tener diver(-)sos significados según el contexto (cf. 3,16.21; ? Teología paulina, 82:144). 21. para esto ha(-)béis sido llamados: Esto introduce una sección (2,21b-25) que normalmente se entiende como parte de un primitivo himno cristiano basado en Is 53,4-12 (véase Goppelt, Der erste Petrus(-)brief 204-07). 22. Cf. Is 53,9. 23. confiaba todo a Aquel que juzga con justicia: En el texto gr., el vb. «confiaba» no lleva objeto alguno. Lo me(-)jor es dejar el sentido envuelto en cierta va(-)guedad. 24. sobre el madero llevó nuestros pe(-)cados en su cuerpo: cf. Is 53,4.12. «Arbol» o «madero» es una denominación muy primiti(-)va de la cruz (véanse Hch 5,30; 10,39; 13,29; Gál 3,13). a fin de que, muertos a nuestros pe(-)cados: cf. Rom 6,10-11. curados: cf. Is 53,6. 25. pastor y guardián: El Siervo sufriente, vindica(-)do por Dios en la resurrección (cf. Is 52,13;53,11) , se convierte en el Buen Pastor (cf. Jn 10,11; 13,10; para el trasfondo veterotestamentario, véanse Sal 23; Is 40,11; Ez 37,24). «Pastor» y «guardián» (episkopos) se convirtie(-)ron más tarde en términos eclesiásticos (cf.5,2-4; Hch 20,28).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter II.

He dehorteth them from the breach of charitie: 4 shewing that Christ is the foudation wherupon they are built. 11 He beseecheth them also to abstaine from fleshly lustes, 13 To bee obedient to magistrates, 18 and teacheth seruants how to obey their masters, 20 patiently suffering for well doing after the example of Christ.
1 Wherefore laying aside all malice, and all guile, and hypocrisies, and enuies, and euill speakings,
2 As new borne babes desire the sincere milke of the word, that ye may grow thereby,
3 If so bee yee haue tasted that the Lord is gracious.
4 To whom comming as vnto a liuing Stone, disallowed in deed of men, but chosen of God, and precious,
5 Ye also as liuely stones, [ Or, be ye built.] are built vp a spirituall house, an holy Priesthood to offer vp spirituall sacrifice, acceptable to God by Iesus Christ.
6 Wherefore it is conteined in the Scripture, [ Isa_28:16 Psa_118:22 Mat_21:42 Act_4:12.] Beholde, I lay in Sion a chiefe corner stone, elect, precious, and he that beleeueth on him, shall not be confounded.
7 Unto you therfore which beleeue hee is [ Or, he is an honour.] precious; but vnto them which be disobedient, the stone which the builders disallowed, the same is made the head of the corner,
8 [ Isa_8:14.] And a Stone of stumbling, and a Rocke of offence, euen to them which stumble at the word, being disobedient, whereunto also they were appointed.

[Christes example.]

9 But yee are a chosen generation, a royall Priesthood, an holy nation, a [ Or, a purchased people.] peculiar people, that yee should shewe forth the [ Or, vertues.] praises of him, who hath called you out of darknes into his marueilous light:
10 Which in time past were not a people, but are now the people of God: [ Hos_2:23 .] which had not obteined mercie, but now haue obteined mercy.
11 Dearely beloued, I beseech you as strangers and pilgrimes, abstaine from fleshly lusts, which warre against the soule,
12 Hauing your conuersation honest among the Gentiles, that [ Or, wherin.] whereas they speake against you as euill doers, they may by your good works which they shall behold, glorifie God in the day of visitation.
13 Submit your selues to euery ordinance of man for the Lordes sake, whether it be to the King, as supreme,
14 Or vnto gouernours, as vnto them that are sent by him, for the punishment of euil doers, and for the praise of them that doe well.
15 For so is the will of God, that with well doing yee may put to silence the ignorance of foolish men.
16 As free, and not [ Greek: hauing.] vsing your libertie for a cloake of maliciousnesse, but as the seruants of God.
17 [ Or, esteeme.] Honour all men. Loue the brotherhood. Feare God. Honour the King.
18 Seruants, be subiect to your masters with al feare, not only to the good and gentle, but also to the froward.
19 For this is thanke-worthie, if a man for conscience toward God endure griefe, suffering wrongfully.
20 For what glory is it, if when yee be buffeted for your faults, ye shall take it patiently: but if when yee doe well, and suffer for it, ye take it patiently, this is [ Or, thanke.] acceptable with God.
21 For euen hereunto were ye called: because Christ also suffered for [ Some, reade, for you .] vs, leauing vs an example, that yee should follow his steps.
22 Who did no sinne, neither was guile found in his mouth.
23 Who when hee was reuiled, reuiled not againe; when hee suffered, hee threatned not, but [ Or, committed his cause.] committed himselfe to him that iudgeth righteously.
24 Who his owne selfe bare our sinnes in his owne body [ Or, to.] on the tree,

[Wiues behauiour.]

that wee being dead to sinnes, should liue vnto righteousnesse, by whose stripes ye were healed.
25 For yee were as sheepe going astray, but are now returned vnto the shepheard and Bishop of your soules.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Pertenecer al pueblo de Dios

Los cristianos deben crecer tanto en conjunto como individualmente y ahora Pedro plantea ese tema. Está tan impresionado por el pensamiento, que mezcla las metáforas, pero es fácil seguir su argumentación. Por medio de la continua comunión con Cristo, la Piedra Viva, los cristianos llegarán a ser como él, o sea piedras vivas. Por sí misma, una piedra tiene poco uso, pero unida a otras llega a ser parte de un edificio. Una piedra viva tiene el propósito de ser parte del todo. El pensamiento de Pedro pasa entonces de la estructura (presumiblemente el templo) a aquellos que actúan en ese edificio. Su responsabilidad como miembros de la familia de Dios es doble: adorar, ofrecer sacrificios espirituales (5) y testificar, anunciar las virtudes (v. 9, DHH, obras maravillosas).

En una digresión, Pedro cita las referencias del AT sobre la Piedra viva y muestra cómo se han cumplido en Cristo: la primera por parte de los creyentes y las dos últimas la de los incrédulos. Si la gente llega por la fe a la Piedra viva o la rechaza, los propósitos de Dios siguen siendo supremos. En Mar. 12:10 Jesús aplica este pasaje a las autoridades judías como constructores. Cristo ha llegado a ser la cabeza del ángulo del edificio y aquellos que fueron desobedientes a la palabra sólo pueden tropezar y caer contra él, como Dios ha decretado que deberían.

En contraste con los incrédulos a que se hace referencia al final, Pedro muestra cómo la iglesia cristiana ha heredado los privilegios prometidos al pueblo de Dios en el AT. Vosotros sois ... para que subraya el principio bíblico de que el privilegio implica responsabilidad. Los que heredan las bendiciones de Israel tienen que cumplir la obra de Israel y deben cumplir la orden: para que anunciéis las virtudes del Dios que tanto ha hecho por ellos.

En los vv. 4 y 6-8 se presentan juntas dos líneas de profecía: la preciosa piedra fundamental de Isa. 28:16 (v. 6 cita la LXX, como lo hace Pablo en Rom. 9:33) y la piedra rechazada que se menciona en el Sal. 118:22. Jesús aplica la última referencia a sí mismo en Mar. 12:10, y Pedro incluye la cita que él hizo delante del Sanedrín en Hech. 4:11. Jesús es la piedra angular sobre la cual se construye el edificio y crece hasta ser la piedra de corona miento (ver 1 Cor. 3:11; Ef. 2:19-22). Reuniendo ambas metáforas, Pedro enfatiza que Cristo es precioso sólo para los creyentes (como muestra el contexto original) y que aquellos que se niegan a creer comprueban que es una pie dra que les resulta de tropiezo. Aquí agrega una cita de Isa. 8:14.

Sed edificados (5) es mejor traducido como una afirmación de acuerdo con el gr. que un imperativo, p. ej. como sois edificados (véase nota de la RVA). Las palabras que siguen aquí y en el v. 9 (ver luego) tienen mucho significado para el pueblo de Dios en el AT. Su uso muestra una continuidad espiritual entre los que responden a Dios bajo el antiguo pacto y los creyentes cristianos. El uso de la palabra casa y el énfasis en los vv. 9, 10 sobre la pertenencia al pueblo de Dios pudo haber sido de gran aliento para aquellos que se sentían como peregrinos y expatriados (2:11). Aquí Pedro puede haber tenido en mente la destrucción del tem plo (anunciada por Jesús en Mar. 13:2). Los cristianos individualmente (1 Cor. 6:19) y la iglesia corporalmente (1 Cor. 3:16) son vistos como el nuevo templo de Dios, una casa espiritual (5), porque están habitados por el Espíritu. Basándose en este versículo y en el 9 los cristianos han enfatizado que puesto que Jesús ha hecho el sacrificio por los pecados de una vez para siempre (ver 2:24; 3:18), los únicos sacrificios que deben ser ofrecidos aho ra son espirituales (ver Rom. 12:1, 2 y Heb. 13:15, 16). Estos deben ser ofrecidos por todos los creyentes. El único ministerio que el NT ve como algo separado de alguna manera es el de los ancianos designados para el liderazgo, la enseñanza y el cuidado pastoral (ver luego sobre 5:1-4). Por medio de Jesucristo puede referirse a cómo se ofrecen los sacrificios o a por qué son aceptables.

La palabra de Dios, tanto la escrita (la Biblia) o la viviente (Jesucristo), es el fundamento sobre el que se ha de edificar. Los que desobedecen a Cristo encontrarán que él entorpece su camino y tarde o temprano les hará tropezar y caer (8). El v. 9 reclama para los cristianos las promesas de Exo. 19:5, 6 e Isa. 43: 20, 21 por las cuales Pablo arguye en Rom. 9. Pueblo implica una descendencia física y puede referirse a la relación producida por el nuevo nacimiento. La palabra de la cual se deriva sacerdocio nunca se usa en el NT para describir al ministerio cristiano especial, sino más bien la misión de todos los creyentes (cf. Apoc. 1:6). A lo largo del AT los reyes y sacerdotes eran individuos distintos. Sólo Melquisedec y el Mesías combinan ambas funciones. Saúl pecó cuando trató de cumplir ambas (1 Sam. 13:5-15). En Cristo, el creyente puede ser ambas. Una nación santa es un pueblo llamado a reflejar el carácter del Dios que los ha llamado (1:16). Un pueblo adquirido (DHH, por Dios; BA, de Dios; o sea especial) usa el concepto de un rey oriental, que mantiene una cámara especial del tesoro aparte del erario oficial. Era para su propio uso y la idea aparece por primera vez en Exo. 19:5 y otra vez en Tito 2:14 por Pablo. Virtudes (DHH, obras maravillosas; BJ, alabanzas; o excelencias) es una palabra difícil de traducir. El cristiano encontrará natural y espontáneo responder de ese modo a Dios y a los demás cuando haya entendido que todas estas bendiciones fluyen de la libre gracia y misericordia de Dios (10). Pedro cita Ose. 1:8-2:1 y 2:23 para recalcar este punto.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. "La leche pura de la Palabra": esta traducción parece ser la que mejor se adapta al contexto, que habla de la regeneración a una nueva Vida, en virtud del "germen incorruptible" que es "la Palabra de Dios, viva y eterna" (1. 23). La "leche" es un símbolo mesiánico, y evoca la promesa hecha por Dios a Moisés, de introducir a su Pueblo "en una tierra que mana leche y miel" ( Exo_3:8). Otros traducen "leche pura y espiritual", y refieren el símbolo a Cristo, alimento espiritual de la comunidad mesiánica, o más concretamente, a Cristo presente en la Eucaristía, que los nuevos cristianos recibían después del bautismo.

3. Sal_34:9.

6. Isa_28:16.

7. Sal_118:22. Ver nota Mat_21:42.

8. Isa_8:14.

9. Exo_19:5-6. Ver Col_1:12-13.

10. Texto inspirado en Ose_1:6, Ose_1:9; Ose_2:3, Ose_2:25.

11. Sal_39:13.

12. Ver Mat_5:16. "El día de su Visita": en el lenguaje bíblico, esta expresión designa generalmente las intervenciones favorables de Dios, y aquí se refiere al día en que Dios visitará a los paganos con su gracia.

13-17. Ver nota Rom_13:1-7.

16. Gal_5:13; Stg_2:12.

18. Ver Efe_6:5-9; Col. 3. 22 - 4. 1; 1Ti_6:1-2; Tit_2:9-10; Flm_5:16; nota 1Co_7:20-22.

21. Ver Jua_13:15; 1Co_11:1; Flp_2:5; Heb_12:2.

22. Isa_53:9.

24. Isa_53:12, Isa_53:5. Ver nota Hec_3:13-14.

25. Isa_53:6; Eze_34:15-16. Ver Luc_15:4-7.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La piedra viva. De la «leche espiritual» de la Palabra de Dios que alimenta a la comunidad de recién nacidos, el discípulo pasa a otra imagen preñada de resonancias bíblicas: la piedra, que puede ser «piedra de cimiento» (cfr. Isa_28:16) en la que se apoya el creyente por la fe, o «piedra angular» (cfr. Sal_118:22), que es clave y remate del edificio (cfr. Zac_4:7). El desarrollo y la aplicación que hace de esta imagen constituyen la parte central de la carta y una de las más hermosas enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la comunidad cristiana.
El discípulo llama a Jesucristo «piedra viva» rechazada por los constructores, pero escogida y apreciada por Dios (4), en alusión a su pasión, muerte y resurrección. Sobre esta piedra viva se construye el «nuevo templo» que acoge la verdadera y definitiva presencia de Dios. Los cristianos son estas «piedras vivas» con las que se construye dicho templo, al que el discípulo llama «espiritual», no para indicar una realidad que perteneciera a otro mundo, sino para afirmar que, al contrario del templo «material» de Jerusalén, este nuevo templo lo constituyen las personas mismas, reunidas por el bautismo en una comunidad de fe, es decir, el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia que debe caminar con los pies bien plantados en la sociedad en que vive.
Con referencia a este nuevo pueblo de Dios, el discípulo evoca los títulos de dignidad que exaltaban la función del pueblo de Israel (cfr. Isa_43:20; Éxo_19:6), para aplicarlos como si se tratara de profecías que tienen su completo cumplimiento en la comunidad cristiana: «raza elegida, sacerdocio real, nación santa y pueblo adquirido» (9) por la muerte y resurrección de Jesús. Es probable que el creyente de hoy, que ya no está acostumbrado al lenguaje simbólico de la Biblia, no se tome muy en serio esta maravillosa descripción de la vida cristiana que hace el autor de la carta, ni que alcance a comprender la fuerza revolucionaria evangélica que lleva dentro. Por desgracia, así ha ocurrido durante mucho tiempo, hasta que el Concilio Vaticano II ha puesto de nuevo las palabras de esta carta en el centro mismo de la vida y del compromiso de toda la Iglesia.
¿Qué significa, pues, que todos y cada uno de los cristianos formemos un «sacerdocio santo» (5)? El discípulo lo explica dos veces en este apartado. En primer lugar, significa ofrecer «sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo» (5). Con ello se refiere a la vida misma del cristiano, hombre o mujer, se encuentre donde se encuentre y cualquiera que sea su profesión, ofrecida a Dios como don de amor y portadora de la memoria de Jesús, tal y como nos la presentan los evangelios: su obediencia filial al Padre, su amor incondicional que no conoció barreras, su opción por los pobres, débiles y marginados, su lucha por la igualdad y la justicia hasta derramar su sangre en la cruz por todos nosotros. En esto consistió el sacerdocio de Cristo, y en esto consiste el sacerdocio del cristiano recibido en el bautismo. En segundo lugar, significa proclamar «las maravillas del que los llamó de las tinieblas a su maravillosa luz» (9). La primera maravilla fue el testimonio de vida; la segunda, el anuncio, la proclamación de la palabra viva de la Buena Noticia portadora de la luz de la liberación. O sea, todo cristiano es o debe ser misionero de la Palabra de Dios. La predicación y proclamación del Evangelio no está reservada para unos cuantos expertos, como los obispos y presbíteros. Todo cristiano tiene el derecho y la obligación de anunciar a Jesús, el Salvador, con sus palabras y con el testimonio de su vida.
Si esto es así, ¿para qué sirven, entonces, los obispos y presbíteros? El ministerio de estos responsables y pastores de la Iglesia ha sido instituido por el mismo Jesucristo para que, a imitación suya, estén justamente al servicio de la comunidad cristiana y para que ésta siga fiel a su compromiso sacerdotal de vida y testimonio. Como personas bautizadas, son sacerdotes como los demás; como ministros ordenados, representan a Jesús en su función de guía y pastor de la comunidad. El discípulo va a hablar de ellos en la última parte de su carta.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El Bautismo hace al cristiano miembro del edificio espiritual de la Iglesia, cuya piedra clave es Jesucristo. Frente a los incrédulos, los creyentes son el verdadero y nuevo Pueblo de Dios. En este pueblo santo hay un único sacerdote, Jesucristo, y un único sacrificio, el que ofreció en la cruz y se renueva en la Santa Misa. Pero todos los cristianos, mediante los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, participamos del sacerdocio de Jesucristo, y quedamos capacitados para llevar a cabo una mediación sacerdotal entre Dios y los demás hombres, y para participar activamente en el culto divino. Es el llamado sacerdocio común de los fieles. «Todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo, que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta santa, consagran el mundo mismo a Dios» (C. Vat. II, Lum. gent. 34).


Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Éxo 19:6; (ver Isa 61:6); Apo 1:6; Apo 20:6; Rom 12:1; Heb 13:15.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Efe_2:20-22

[2] Éxo_19:6+

[3] Rom_1:9+

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Efe_2:20-22

[2] Éxo_19:6+

[3] Rom_1:9+

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



TROPIEZAN POR NO RECIBIR: dos cosas se afirman: el hecho de tropezar y su causa que es la indocilidad en no recibir. Lo que a continuación se añade: el haber sido DESTINADOS a ello, se refiere no a la indocilidad, sino al tropiezo. En la divina predestinación no hay ninguna iniciativa para cosa mala; si se da alguna predestinación para algo hiato, siempre es presupuesta la malicia humana.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 2.3 Cf. Sal 34.8.

[2] 2.6 Is 28.16 (gr.).

[3] 2.7 Sal 118.22.

[4] 2.8 Is 8.14.

[5] 2.9 Ex 19.5-6; 2 Mac 2.17; Ap 1.6; 5.10.

[6] 2.9 Dt 4.20; 7.6; 14.2; cf. Tit 2.14.

[7] 2.9 Is 43.21; Hch 2.11.

[8] 2.10 Os 1.6,9; 2.23; cf. Ro 9.25-26.

[9] 2.18-20 Ef 6.5-8; Col 3.22-25; 1 Ti 6.1-2.

[10] 2.21-25 Cf. Is 52.13--53.12.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

εἰς WH Treg NA28] – RP
  • εὐπροσδέκτους WH Treg NA28 ] + τῷ NA27 RP

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Apo 1:6

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

vivientes... Lit. que están viviendo;
para... TR omite el vocablo gr. eis.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

En griego sacerdocio santo.

Torres Amat (1825)



[23] Reservando a Dios la justa venganza.