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Ante todo, tened entre vosotros intenso amor, pues el amor cubre multitud de pecados. (I Pedro 4, 8) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 4

IV CONSTANCIA EN LAS TENTACIONES (4/01-06)

Todavía estamos en la segunda de las tres partes principales de la carta que comenzaba en 2,11 con la interpretación «carísimos». Allí se habían resumido en dos versículos (2,11s) los temas de esta parte: la abstención de los deseos carnales y la buena conducta entre los paganos. Una vez desarrollado el primer tema desde diferentes puntos de vista, vuelve Pedro de nuevo al primero, el de la sobriedad en el combate.

1. EXHORTACIÓN (4,1-2).

1a Habiendo, pues, padecido Cristo en carne, armaos también vosotros de la misma actitud...

En 2,11 se había hablado de los «deseos carnales que combaten contra el alma». La vida en la tierra es tiempo de lucha. Para el desenlace de esta lucha tienen las armas importancia decisiva. En la carta a los Efesios enumera el apóstol toda la «armadura de Dios» (Eph_6:11.14 ss). La verdad es el cinturón, la justicia es la coraza, los pies están calzados «prontos para el Evangelio de la paz», la fe es el escudo, la salvación sirve de casco, y la palabra de Dios, de «espada del Espíritu». Habla también más en general de las armas ofensivas y defensivas «de la justicia» (2Co_6:7) y exhorta a revestirse de «las armas de la luz» (Rom_13:12).

Pedro es de nuevo mucho más sobrio y sencillo: las comunidades han de armarse de la misma actitud de Cristo. Esta actitud consistió en tomar carne para «aprender la obediencia (Heb_5:8) sufriendo en la carne. La mejor arma para conquistar la salvación y la vida es imitar a Cristo en su prontitud para el sufrimiento y para llevar la cruz conforme a la voluntad de Dios...

1b ...-porque el que padeció en la carne ha quedado desligado del pecado-, 2 para vivir el resto de vuestra vida mortal, no según las pasiones humanas, sino según la voluntad de Dios.

San Pedro se refiere a ese padecimiento en la carne que -enviado por Dios- se prueba libremente y se acepta voluntariamente. Tal actitud no sólo salva el alma, sino que la fortalece. Un hombre que ha llegado hasta el misterio de la cruz, se ha desligado ya anteriormente del pecado. Su intento de «armarse» con los sentimientos de Cristo entraña un ascenso interior.

La imitación amorosa del Señor hecho carne consiste en concreto en realizar la voluntad de Dios en la vida. Es la misma voluntad cuyo cumplimiento constituía el «alimento» de Jesús (Joh_4:34). De esta misma y única voluntad brotará en la aflicción una gran paz interior que contrasta con los muchos deseos, ansiedades y cuidados terrenos, con las «pasiones humanas». El misterio singular de la asimilación de los sentimientos de Cristo se cifra precisamente en que un «yugo», al parecer pesado (Mat_11:29), confiere al alma paz, refrigerio y fortaleza.

2. MIRADA RETROSPECTIVA (Mat_4:3).

3 Ya basta con el tiempo empleado en hacer la voluntad de los gentiles, viviendo en desenfrenos, pasiones, libertinajes, orgías, bebidas y abominables idolatrías.

La palabra «basta» tiene cierto dejo amargo. Si atendemos al versículo precedente y al siguiente, tenemos la sensación de que en las comunidades cristianas no desaparecieron tales vicios con el bautismo. Sin embargo, no se amonesta directamente. El apóstol habla de los vicios como de cosas del pasado. Además acepta como excusa que se hubieran dejado influir por el ambiente: más que pecar por propia voluntad, habían cedido irreflexivamente a la voluntad de los gentiles. Aquel obrar sin voluntad como los otros era precisamente lo contrario de su actual respuesta dada a la voluntad de Dios con voluntaria y libre decisión..

Gentes que se entregan a un vicio abrigan siempre el deseo de mover a otros a proceder como ellos, de censurar a los que tienen por aguafiestas. Esto se verificaba todavía más en tiempos en que la vida pública y el mérito se regían, en gran manera, por estos vicios autorizados oficialmente. Basten como ejemplos la espléndida construcción recubierta de mármol de un burdel descubierto en las excavaciones de éfeso, las casas de lenocinio de la acrópolis de Corinto o el teatro en la Roma imperial. Pedro traza un triste cuadro de la prehistoria de los bautizados. Pero son esas mismas personas, a las que, consideradas como el verdadero Israel (,10), ha interpelado como «linaje escogido», como «sacerdocio regio» (Mat_2:9). ¡Cuánto valor y cuánta fe se requiere para mantener los ojos fijos en el fin sin dejarse ofuscar!

3. EXTRAÑEZA E INSULTOS DE LOS OTROS (Mat_4:4).

4 Por eso se asombran de que no concurráis a ese desbordamiento de liviandad y os insultan.

Se trata aquí de ese asombro que muestra el mundo cuando irrumpe algo de la realidad divina en el ambiente que les es habitual. Parecía tan natural todo eso que ahora de repente es calificado de malo por algunos... Cierto que estos no hablan de tales cosas, pero ya no las practican como los otros. Esto se siente como un reproche. Le quita a uno el sosiego. ¿Por qué, pues, no proceden como ellos?

En un principio se recurre a buenas palabras. Pero cuando éstas no dan resultado, se convierte la actitud en odio e insulto de los que «forman corro aparte». Por fuentes no cristianas sabemos la gran sensación que ya en el siglo l producían los cristianos con su nuevo estilo de vida. Su manera sobria de ser devotos (cf. 4,7b) los distingue esencialmente de todas las demás religiones. Muchas cosas actuaban como un cuerpo extraño en la sociedad y, no obstante, se sentía en lo más hondo que en aquel modo de comportarse había algo justo, razonable y digno del hombre.

4. MIRADA AL JUICIO FINAL (4,5-6).

5 Ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a vivos y muertos.

J/JUEZ: También las gentes que no han oído nada, o apenas nada, de Cristo tendrán a Cristo por juez. Todos los que se reían de los que querían vivir rectamente se oponían a Cristo, pues Cristo sufre dondequiera que hay justos que sufren. Pedro está convencido de que aquellos que se burlaban sabían en su interior lo que es justo y lo que no lo es. Cristo es la norma de validez universal para la humanidad y, por tanto, también su único juez. En el Evangelio de san Juan dice Jesús: «El Padre no juzga a nadie; sino que todo el poder de juzgar la ha entregado al Hijo» (Joh_5:22). De su juicio no quedarán exentos ni los vivos ni los muertos anteriormente. Pedro fue precisamente quien anunció a Cristo como tal juez en presencia del centurión Cornelio. Al hacerlo se remitió a una orden del Señor: «Y nos ordenó predicar al pueblo y atestiguar que por Dios ha sido instituido juez de vivos y muertos» (Act_10:42) 49.

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49. Cf. 2Ti_4:1 y eI artículo correspondiente en el símbolo de los apóstoles.

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6 Porque se ha anunciado el Evangelio aun a los muertos, precisamente para que, condenados en carne según hombres, vivan en espíritu según Dios.

¿Cómo es, pues, posible que se anunciara el Evangelio a los muertos de siglos o milenios pasados? En el lenguaje no bíblico se empleaba la palabra evangelium cuando los mensajeros corrían por todo el imperio para anunciar la subida al trono de un nuevo soberano o el resultado de una batalla decisiva. Tal noticia causaría gozo y satisfacción a los amigos del nuevo soberano y vendría a ser angustia y castigo para sus enemigos. Algo análogo sucede en la predicación del Evangelio cristiano, que es noticia de una victoria espiritual y de una subida al trono para siempre. Aunque propiamente es una buena nueva, sin embargo, anuncia un castigo para los enemigos de Dios 50.

De esta realidad habla Pedro. Gracias a Cristo y a su muerte por amor a todos los hombres, lo que es bueno y lo que es malo viene a ser discernible con toda claridad para los que todavía viven y para los que hace ya tiempo que cesaron de vivir. La cruz es la piedra de toque en el juicio de «vivos y muertos». Para unos significa esta cruz pena eterna, para otros vida eterna en la contemplación de Dios: «Los muertos oirán la voz del Hijo de Dios... y los que hicieron el bien saldrán (de los sepulcros) para resurrección de vida; los que hicieron el mal para resurrección de condena» (Joh_5:25.29).

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50. Acerca de este doble aspecto del mensaje de Cristo, cf. Luk_2:34, y el comentario a 1Pe_3:19.

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V. LA VIDA EN LAS COMUNIDADES (4/07-11).

Los versículos 4,8-11 compendian las ideas precedentes y proponen ante todo el asunto más importante: la exhortación al amor de los cristianos entre sí. Antes, el versículo 4,7 forma la transición a esta sección final.

1. PROXIMIDAD DE LA PARUSIA (4,7).

7a El final de todo está cerca.

JUICIO-FINAL/EP: Por lo regular, cuando se habla del fin del mundo, fácilmente se deja percibir un acento de desaliento y resignación. Para san Pedro significa el fin un gran acontecimiento, que se espera con un estremecimiento de alegría y de temor. Se avanza al encuentro de este acontecimiento, porque es «la finalidad de la fe» (1,9). Hasta aquí se habían orientado ya las exhortaciones hacia esta meta final. La carta entera respiraba una actitud fundamental que ahora por primera vez se formula explícitamente: el fin cristiano es tiempo final, los cristianos se hallan en la «hora última» (1Jo_2:18). Lo que se decía de los «elegidos» en 1,1 indicaba ya esta dirección. Pedro puede decir a las comunidades sin sentimentalismos ni retóricas que ahora ha alboreado ya en realidad esa época de la historia de la humanidad que anteriormente había sido esperada con tanta ansia por muchos.

Pero con esto está también inminente el gran juicio. Este conocimiento significa seriedad (4,17) y gozo a la vez (1,6; 4,13), puesto que el juzgar no consiste sólo negativamente en condenar, sino también positivamente en restablecer el debido orden querido por Dios. Como a un soberano que ha de hacer su entrada en una ciudad para hacer justicia, así aguarda el cristiano al Señor en los años de su vida en la tierra. Este cortejo regio se acerca cada vez más. Con Santiago querría decirnos también san Pedro: «Tened paciencia vosotros también, fortaleced vuestro corazón, porque está cerca la parusía del Señor» (/St/05/08).

7b Sed, pues, sensatos y sobrios para la oración.

Todo lo que importa es establecer desde ahora contacto con el otro mundo, que cada vez está más cerca. La oración es cada vez más importante. Pero no quiere decirse que los cristianos hayan de orar para poder vivir con sensatez y continencia hasta el juicio, sino que deben ser sensatos y sobrios para poder orar bien. Toda buena oración, y no en último lugar la oración litúrgica en común, exige preparación. Aquí se mencionan dos clases de preparación a las que, conforme al sentido, se puede añadir una tercera.

En primer lugar se trata de ese sosiego interior que permite al hombre formar ideas claras. Se trata de la integridad de la mente y del alma. Además de esta integridad o buena salud tiene importancia para la oración el fortalecimiento del alma mediante la abstinencia. Antes se había hablado ya de este fortalecimiento proporcionado por la sobriedad (1,13). Más adelante volverá a recomendarse para la situación de combate: «Sed sobrios, velad» (5,8). Con esto llegamos al tercer presupuesto de la buena oración: la vigilancia espiritual. Sólo a los sobrios les es posible mantenerse con el alma despierta y en vela. Por esta razón tienen tan íntima conexión en la doctrina del apóstol la vigilancia y la sobriedad. Pablo advierte: «No durmamos, pues, como los demás, sino mantengámonos en vigilancia y sobriedad» (1Th_5:6). Sensatez, sobriedad y vigilancia trazan el cuadro del orante cristiano. Son las cualidades que con tanta viveza puso Jesús ante los ojos del pueblo con las imágenes de las diez vírgenes (Mat_25:113), y de los hombres que, ceñidos y con lámparas encendidas en las manos, aguardan a su señor. (Luk_12:35-38).

2. AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS (4/08-09).

8 Ante todo teneos un amor intenso unos a otros, porque el amor cubre multitud de pecados.

¿Cómo debe entenderse esto de que la caridad, el amor cubre multitud de pecados? ¿Exhorta Pedro al amor mutuo porque desea que en las comunidades cristianas se encubran las faltas de los hermanos y de las hermanas, se olviden y no se vuelva a hablar más de ellas? ¿O es tan importante el amor porque cuando los cristianos se aman mutuamente interviene Dios mismo? Entonces ¿qué pecados encubre? ¿Los del amado o los del que ama?

Pedro dice: El que piensa en los otros y les hace bien, con ello procura por su propia alma de la mejor manera. El juicio final está inminente, ya sea en la muerte o al final de la historia de la humanidad. Debemos pensar en nuestra vida pasada (Luk_4:3). ¿Podremos sostener el juicio de Dios? San Pedro invita a lo único que también en él fue capaz de encubrir y hasta envolver en rayos de luz su flaqueza pasada: el amor 51.

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51. Compárese la triple pregunta sobre el amor en Joh_21:15-17 con la triple negación en Mar_14:66 72.

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9 Practicad la hospitalidad unos con otros sin murmuración.

Sin duda alguna había ya en la primitiva Iglesia cristianos que se quejaban de la carga que les imponían hermanos en la fe que pasaban de camino. Tal murmuración no parece haber sido siempre completamente infundada. Ya hacia fines del siglo primero había sido necesario dar directrices no sólo sobre el modo como se debía practicar la hospitalidad, sino también sobre la manera de solicitarla. A un predicador de la fe se debe «ser recibido como si fuera el Señor». Ahora bien, el huésped «debe permanecer sólo un día, o dos en caso de necesidad. Pero si se queda tres, es un falso profeta» 52 Muchos textos del Antiguo y del Nuevo Testamento hablan de esa forma de amor del prójimo que trata como a un amigo al forastero que está de paso. En el juicio final preguntará Cristo si se dio albergue a sus hermanos más pequeños (Mat_25:31-40). Pero en ningún otro pasaje se exhorta a la hospitalidad «sin murmuración». Lo que le interesa a Pedro son precisamente los sentimientos del que da hospitalidad. A los que acogen al hermano que está de paso los considera con los ojos de la fe. Con la murmuración se anularía una obra de caridad; porque «Dios ama al que da con alegría» (2Co_9:7).

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52 Doctrina de los doce apóstoles 11,4-5.

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3. SERVIOS MUTUAMENTE PARA GLORIA DE Dlos (4/10-11).

10 Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que recibió, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

En la carta a los Romanos se exhorta en manera análoga a poner al servicio de la comunidad los diferentes dones recibidos. Pero san Pablo se sirve para ello de la imagen del cuerpo, cuyos miembros deben obrar en común (Rom_12:3-8); Pedro sigue ateniéndose a su imagen de la casa (cf. 2,5). En la Iglesia, que es la «casa de Dios» (4,17), tienen muchos administradores sus propias funciones. Con fidelidad y sensatez (Luk_12:42) deben administrar y distribuir los bienes de su señor. Lo que se les ha confiado es múltiple y variado. El uno puede quizá dedicarse con vigor al trabajo del campo, el otro, enseñar y regir una comunidad. La variadísima abundancia de la propiedad divina es tan grande que nadie ha quedado con las manos vacías. «Cada uno» tiene algo que administrar. A cada criado ha confiado el señor de la casa su quehacer, todos los «talentos» deben aprovecharse. Nadie carece de valor; hasta la más pequeña ocupación, natural o sobrenatural, es don de Dios.

11a El que predica, hágalo como quien profiere palabras de Dios; el que ejerce un ministerio, como quien tiene poder otorgado por Dios;

Entre la múltiple variedad de los dones de Dios, se fija san Pedro en los dos más significativos para la administración de las comunidades: el servicio de la palabra, y el servicio de las mesas (cf. Act_6:2). Tanto en la acción de los seglares como en los quehaceres de los sacerdotes se trata de dones que han sido confiados por Dios. Por esto, los que los administran no deben contentarse con pensar calladamente que se trata de una propiedad de Dios, sino que también los agraciados por ellos deben poder reconocer que se les reparte algo del tesoro de los dones de Dios. Del modo y manera humilde cómo uno se pone al servicio de la comunidad con sus energías intelectuales y espirituales, y también con las corporales y materiales, debería poderse deducir que comprende su deber de ayudar a los otros con estos dones. Pero sobre todo los que han recibido el encargo del servicio de la palabra deberían dar la sensación, no ya de dar algo propio, sino de transmitir lo que han recibido gratuitamente de Dios. Sus palabras deberían ir animadas del mismo espíritu con que dijo Jesús: «Mi doctrina no es mía, sino del que me envió... El que habla por su cuenta, busca su propia gloria» (Joh_7:16.18).

11b ... y así, en todas las cosas será Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Mediante esa desinteresada y humilde distribución de la riqueza de Dios ha de ser Dios glorificado. Estas palabras de conclusión no se refieren sólo al ministerio de la palabra y al servicio, no sólo a las otras obras de caridad mutua intraeclesial, de que se hablaba en 4,8, sino que se aplican a todo el obrar bien a que se ha exhortado en la parte principal de la carta 53. Pedro vuelve aquí a la idea que expresó al comienzo de esta parte: «Llevad entre los gentiles una conducta ejemplar. Así... glorificarán a Dios en el día de la visita» (2,12). Dios ha de ser glorificado por el hecho de que las gentes vean en los cristianos un modo de vivir honrado y servicial precisamente en la vida cotidiana y en su trato mutuo. Por ello deben conocer que hay todavía otro mundo y otros valores invisibles. Por el mero hecho de reconocer esto incrementarán la gloria de Dios.

La carta entera está penetrada de la idea de la gloria eterna de Dios. 54. Tal concepción del mundo orientada a la gloria de Dios sigue la tradición del Antiguo Testamento. En una oración de la sinagoga se dice: «Alabado sea Dios que nos creó para su glorificación.»

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53. Cf. 2,15.20; 3,6.17.

54. Cf. 1,7; 4,13s; 5,1.4.10.

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Parte tercera

META FINAL DE LA VOCACIÓN CRISTIANA 4,12-5,11

Por segunda vez (cf. 2,11) vuelve a comenzar san Pedro con la interpelación «Queridos hermanos». La parte central (2,11-4,11) ha terminado. Ahora comienza la tercera y última parte. La palabra «amén» no significa precisamente que originariamente terminaba aquí (4,11) la carta. Lo que sigue desde 4,12 no es una añadidura posterior. En la primitiva literatura cristiana tropezamos con frecuencia en medio del texto de las cartas con semejante alabanza de Dios reforzada con la palabra «amén», que quiere decir: «En efecto, así es y así tiene que ser» 55.

Pedro vuelve una vez más a la idea fundamental y la profundiza. Nos referimos principalmente a los conceptos de purificación (compárese 4,12 con 1,7), del sufrir con Cristo (compárese 4,13 con 2,20s), de las buenas obras (compárese 4,14-18 con 2,12), de la subordinación (compárese 5,5 con 2,13-3,6) y de la gloria eterna (compárese 5,10 con 1,7).

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55. Por ejemplo, la carta de san Clemente romano a los Corintios (hacia el año 95), que tiene tanta afinidad con la primera carta de san Pedro, se interrumpe, a lo que parece, diez veces con tales doxologías. Cf. también las doxologías con «amén» en Rom_1:25; Rom_9:5; Rom_11:36 :Rom_15:33; Gal_1:5; Eph_3:21; 1Ti_1:17.

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1. SUFRID EN UNIÓN CON CRISTO (4/12-19).

a) Alegría en los padecimientos (1Ti_4:12-14).

12 Queridos hermanos, no os extrañéis del incendio que se ha producido entre vosotros para vuestra prueba, como si os hubiera sucedido algo extraño.

Al leerse esta carta en la celebración litúrgica, los «elegidos» deben pensar de otra manera que antes sobre las pruebas que les han sobrevenido. Así comienza la parte final de la carta. Que la pasión de Cristo acompañe a los cristianos en el camino de la vida es sencillamente lo normal. Cierto que aquí se trata de un sufrimiento especialmente doloroso, de un incendio. Ya en 1,7 se había hablado del fuego que purifica, al que Dios ha de someter todavía el oro de su fe. Este fuego purificador no está constituido únicamente por persecuciones e injusticias exteriores 56. Puede también deberse a tentaciones interiores 57. Es muy de notar que en el Apocalipsis se designa con la misma palabra «incendio» la ruina de la Babilonia enemiga de Dios al final de los tiempos (Rev_18:9.18). Así en toda esta sección de la carta se percibe no sólo el motivo de la purificación por el fuego, sino también el del fuego final y con él el del juicio final. Dado que Dios mismo es un «fuego consumidor» (Isa_33:14), tanto más afectará este fuego a cada uno y a la humanidad entera, cuanto más se acerquen a Dios. Sólo lo que sea genuino y verdadero podrá subsistir en medio del fuego de Dios.

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56. Cf. 2,18-20; 3,14.17.

57. Cf. 2,11; 4,2.

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13 Más bien, a medida que tomáis parte en los padecimientos de Cristo, alegraos, para que también en la revelación de su gloria saltéis de gozo.

Pedro invita al gozo por la gracia de poder tener parte en los padecimientos de Cristo. Exhorta así: Alegraos precisamente de participar en la pasión. Si os gozáis participando en los padecimientos de Cristo, os iréis preparando para gozar eternamente con Cristo. Esto sólo es posible si tal asociación en los padecimientos es en el fondo una asociación en el amor, si brota de un gran amor completamente personal a nuestro Señor Jesucristo. En el tránsito de esta vida a la eterna no se modifica nada esencial. Únicamente se intensificará hasta el extremo la comunión en el amor.

Aquí topamos con un rasgo fundamental, oculto, de la carta entera: la unión con Cristo en amor de amistad y el ardiente deseo de hacerse semejantes a él por amor es lo que inflama a Pedro y la meta a que él desearía conducir a todos los «peregrinos elegidos».

14 Bienaventurados vosotros si sois ultrajados por el nombre de Cristo, porque algo de la gloria y el Espíritu de Dios descansan sobre vosotros.

Esto sugiere dos imágenes: la imagen más fácilmente comprensible trae a la memoria el bautismo de Cristo en el Jordán. Mediante el descenso del Espíritu Santo se hacen los cristianos humillados semejantes al Mesías humillado en el bautismo. Pero no se dice sólo que «el Espíritu de Dios» desciende sobre los que son ultrajados por el nombre de Cristo, sino además que reposa sobre ellos algo de la gloria. Con frecuencia dicen los libros del Antiguo Testamento que la gloria de Dios, su majestad, descendió sobre la asamblea de Israel «llenando la casa del Señor» 58. El verdadero templo y la casa espiritual de Dios (4,17) son los cristianos perseguidos. Sobre ellos desciende preferentemente la gloria del Señor.

Gran sensibilidad muestra el hecho de mencionarse aquí entre todos los padecimientos el de ser ultrajados por el nombre de Cristo. Es que éste es especialmente doloroso. Este versículo tomado de la vida ordinaria está en espíritu muy cerca de las palabras del sermón de la montaña, tan extrañas al mundo y tan impregnadas de ideal: «Bienaventurados seréis cuando, por causa mía, os insulten» (Mat_5:11).

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58. 2Ch_7:1; del fuego, o de la nube, que anunciaba la presencia de la «gloria» de Yahveh habla, por ejemplo, Exo_40:35; 1Ki_8:11; Isa_4:5, Eze_43:5; Rev_15:8.

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b) Sufrid por la justicia (Rev_4:15-16).

15 Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por criminal, o por ladrón, o por malhechor, o por entrometido. 16 Pero si es por cristiano, no se avergüence, sino dé gloria a Dios por este nombre.

Sólo tres veces aparece la palabra cristiano en el Nuevo Testamento. Por primera vez hacia el año 40 d.C., se comienza a llamar así a los miembros de la comunidad en Antioquía (Act_11:26). En el verano del año 60 d.C., es ya el nombre de cristiano una designación corriente y obvia para el rey Agripa II, en Cesarea (Act_26:28). En nuestra carta se cita este nombre por tercera vez. A los seguidores de Cristo se los llama cristianos, como a los adeptos de Herodes se los designa como herodianos. Según la posición con respecto al jefe del partido respectivo es esta designación un título honorífico o un insulto. Los relatos de los escritores romanos Tácito y Plinio 59 dan a entender la situación jurídica que tiene presente san Pedro: a los cristianos en los tribunales no se les echa en cara, como capítulo de acusación, sino su condici6n de cristianos. En este nombre y por este nombre, unidos vitalmente con el Cristo, deben «dar gloria a Dios». Lo que verdaderamente importa en primer lugar es contribuir a la glorificación de Dios mediante una vida ejemplar. Pero ahora se trata de glorificarle mediante la sumisión a la «prueba» (Act_4:12). Será un honor sufrir ultrajes por el nombre de Jesús, ya que él también fue ultrajado.

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59. TÁCITO, Ann. 15,44; PLINIO, Ep. 96 (97).

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c) Sufrid convencidos de que comienza el juicio final (4,17-19).

17a Porque ya es tiempo de que comience el juicio por la casa de Dios.

El primer «porque» (4,14) había introducido la idea de que la gloria de Dios y el Espíritu reposa con preferencia sobre los que sufren. Como segunda razón de su bienaventuranza se dice: Además, es ya el tiempo del juicio. En este segundo argumento, como en el primero, tiene Pedro ante los ojos la Iglesia como «casa de Dios», como templo de Dios. Los profetas habían hablado ya del comienzo del juicio por el templo. Ezequiel describe circunstanciadamente el comienzo del juicio divino: Dios llama a los poderes que «han de ejecutar la sentencia en la ciudad». Primeramente el «varón» sacerdotal, «que estaba vestido de lino», ha de ir por en medio de la ciudad santa, por en medio de Jerusalén, y «señalar con una cruz la frente de los que suspiran y se lamentan por todos los horrores que se han producido en la ciudad». Sólo ellos serán perdonados. Luego se transmite la orden: «Pasad en pos de él por la ciudad y herid... Comenzad por mi santuario.

Comenzaron, pues, por los ancianos que estaban delante del templo (en el atrio de los sacerdotes). Y les dijo: Profanad también la casa (el templo propiamente dicho), henchid de muertos los atrios. Salid luego y comenzad a matar por la ciudad» (Eze_9:1-7) 60. Es la imagen de un destacamento de soldados que con la espada desenvainada salen del templo y se lanzan por la ciudad y luego entre los pueblos. En esta imagen late la convicción de la necesidad de una última purificación, ante todo también del pueblo de Dios.

Se podría utilizar otra imagen: los hombres delante del tribunal son como enfermos que aguardan la intervención necesaria, pero dolorosa del médico. A los enfermos que le están más allegados se dedicará el médico con más empeño, pese a los inevitables dolores. Santos, como santa Catalina de Génova, que consideraban como una gracia sufrir ya en la tierra y anticipar los tormentos purificadores del más allá, vivieron esta verdad de la Escritura.

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60. Cf. Jer_25:29

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17b Y si empieza por nosotros, ¿cuál será el final de los que se rebelan contra el Evangelio de Dios? 18 Y «si el justo a duras penas se salva, ¿dónde podrá presentarse el impío y el pecador?».

La exhortación a los buenos se acentúa con el recuerdo de la suerte de los pecadores empedernidos. Las dos interrogaciones dan más fuerza a las recomendaciones (Jer_4:12-17a). Sólo a duras penas se salva el justo. Aquí se deja sentir toda la inseguridad en que se halla el cristiano durante su tiempo de lucha en la tierra. El mismo san Pablo escribía a los filipenses que todavía no había alcanzado la meta y que todavía tenía que correr tras el premio de la victoria (Phi_3:12-14). Lo serio de la situación está expresado en la sentencia del Señor, según la cual sólo se salvará el justo que se mantenga firme hasta el final» (Mat_24:13).

Esta fatiga, este «a duras penas», deja presentir también algo de las fatigas educativas que debe prodigar el Padre celestial para llevar a sus hijos a la perfección. Pero la mayor fatiga para salvarnos hubo de experimentarla el Salvador y Redentor. «Fatigado» se sentó una vez Jesús junto al pozo de Jacob (Joh_4:6). Para salvarnos tomó sobre sí la pobreza, el trabajo penoso, el caminar de una parte a otra sin albergue y, finalmente, la muerte en cruz.

19 Así pues, también los que sufren según la voluntad de Dios, pongan sus almas en manos del Creador fiel, practicando el bien.

Dios es creador, el cual, soberanamente y manteniéndose invariablemente fiel a sí mismo, produce y conserva el mundo. Con esto se responde con la mayor sencillez a todas las preocupaciones e interrogantes sobre el sufrimiento, que constantemente se hacen presentes en la carta: Dios es el Creador. No procede sin razón. Vosotros sois criaturas y tenéis que someteros.

Cuando fallen todas las consideraciones, el pensamiento en el Creador y en la propia condición de criaturas dará fuerza y constancia en la aflicción. Pero la constancia y la perseverancia no es algo pasivo: debemos esforzarnos por practicar el bien. Una y otra vez resuena esta recomendación 61. Con frecuencia, mediante el contraste con los que «obran el mal», con los malhechores 62, se había mostrado todavía más claramente de qué se trataba: de la prontitud para prestar servicio y del amor desinteresado, que se hacen patentes en buenas obras en el ámbito de la familia, en la comunidad y sobre todo en la vida pública. Practicar el bien es el deber que no varía nunca, pese al sufrimiento y hasta al «incendio». Los cristianos deben poner «sus almas» en manos de Dios, para que las purifique, y a la vez perseverar en la práctica del bien.

No es quehacer fácil entregarse constantemente a Dios en la fe. Ahora bien, Cristo fue el primero en seguir este camino (2,23) haciéndose cordero de Dios destinado al sacrificio. También la vida del cristiano, con la entrega incondicional y constantemente reiterada, del propio yo al Creador, vendrá a ser víctima en el «fuego» de Dios.

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61. Cf. 2,12.14s.20; 3,6.11.13.16.17.

62. Cf. 2,14; 3,12,17.





Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 4.
E n los v.1-6 del capítulo 4 San Pedro vuelve a exhortar a los fieles a la consecución de la santidad. Apoyándose en lo ya dicho, les hace ver que, si los sufrimientos de Cristo fueron benéficos, también los nuestros lo pueden ser, a condición de que nosotros los soportemos con el mismo espíritu que lo hizo Cristo. Por eso, del mismo modo que Cristo, sufriendo en la carne, rompió las relaciones con el pecado para vivir según la voluntad divina, de igual modo los cristianos han de romper todo ligamen con los vicios de los paganos 1. El sufrimiento tiene la propiedad de hacer mejores a los que sufren. El cristiano renovado por el bautismo ha muerto con Cristo al pecado. Posee, en consecuencia, una gracia que puede dominar eficazmente las tendencias pecaminosas, viviendo de este modo no en codicias humanas, sino según la voluntad de Dios (v.2). Por consiguiente, los cristianos no deben dejarse arrastrar de nuevo a los vicios de los paganos. La expresión quien padeció en la carne ha roto con el pecado (v.2) parece referirse a la muerte mística del cristiano con Cristo por el bautismo, a la cual debe seguir una vida de renuncia al pecado.
El autor sagrado recalca con ironía, en el v.3, que ya es suficiente el tiempo que han consagrado a practicar la voluntad de los gentiles. Esta vida de los paganos estaba caracterizada por grandes vicios: desenfrenos contra las buenas costumbres, liviandades, crápulas, comilonas, que iban unidas, con frecuencia, al culto de Baco, embriagueces y abominables idolatrías 2. Todos los términos griegos para expresar los vicios de los paganos están en plural, como para mejor insinuar la variedad y multiplicidad de dichos desórdenes. De todo el contexto resulta evidente que los destinatarios provenían de la gentilidad, pues los judíos, de ordinario, no se entregaban a tales vicios. El catálogo de vicios aducido por San Pedro difiere bastante de otros que se encuentran en las cartas de San Pablo 3. Nuestro autor habla principalmente de los pecados propios de la sociedad en la que habían vivido los destinatarios de la epístola antes de su conversión.
Los destinatarios de la carta, lejos ya de los abusos que en otro tiempo habían cometido, llevaban una vida cristiana digna. Por eso, los paganos se extrañaban, o mejor, encontraban sospechosa una tal conducta. De ahí que los calumniasen, tratándolos de hipócritas (v.4). Pero el apóstol dice a los cristianos que no deben preocuparse por tales injurias, pues saben que quienes les critican ahora tendrán que dar cuenta de sus calumnias delante de Cristo cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos (í.4). En otros lugares, San Pedro atribuía el juicio al Padre4; sin embargo, dicho juicio había de coincidir con la manifestación de Cristo 5, y el Padre lo ejercerá por medio de Cristo, pues es el mismo Padre el que ha designado a Jesucristo como Juez de vivos y muertos 6. San Pedro ya había anunciado, en el discurso pronunciado delante del centurión Cor-nelio7, que Cristo ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. También San Pablo emplea esta expresión8, que será recogida en el Símbolo de los Apóstoles.
Para que Cristo pudiera juzgar, como Señor, no sólo a los vivos, sino también a los muertos, descendió al seno de Abraham para anunciar la liberación a los muertos que allí se encontraban. Estos, después de haber sufrido la condena común a la muerte temporal considerada por los hombres como un castigo divino por haber muerto en el diluvio , recibieron la salud y pudieron vivir en el espíritu según Dios (v.6). San Agustín 9, en cambio, ve en los muertos los pecadores, que en nuestro texto serían los paganos. Y, según esto, explica: el Evangelio es predicado a los infieles para que se conviertan. Pero, como no lo han de aceptar, no se librarán del severo juicio de Jesucristo.
Otros autores ven en los muertos de nuestro versículo a los cristianos ya fallecidos antes de la segunda venida de Jesucristo. Estos, que no han llegado a ver a Cristo venir triunfante como juez, para restablecer la justicia ahora conculcada, vivirán ante Dios una vida inmortal. A éstos mismos se les ha predicado el Evangelio, no inútilmente, sino con el fin de que, condenados según el modo de ver de los hombres durante su vida mortal, puedan vivir delante de Dios en espíritu 10.



Proximidad de la Parusía, 4:7-11.
En estos versículos (7-11), el apóstol enseña que el pensamiento del fin próximo del mundo ha de excitar a los cristianos a la práctica de la virtud. Este pensamiento debería estar siempre presente en la mente de un cristiano, ya que un tal pensamiento ayudaría a los fieles a ser discretos y los dispondría para la oración (v.7).

7 El fin de todo está cercano. Sed, pues, discretos y velad en la oración. 8 Ante todo tened los unos para los otros ferviente caridad, porque la caridad cubre la muchedumbre de los pecados. 9 Sed hospitalarios unos con otros sin murmuración. 10 El don que cada uno haya recibido póngalo al servicio de los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 11 Si alguno habla, sean sentencias de Dios; si alguno ejerce un ministerio, sea como con poder que Dios otorga, a fin de que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, cuya es la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Parece que San Pedro hace referencia a la proximidad de la parusía del Señor. Este tema ha ejercido una influencia extraordinaria sobre toda la predicación moral de la Iglesia primitiva 11. Nuestro Señor había ya anunciado el juicio y el fin del mundo como sucesos correlativos, exhortando a sus discípulos a la vigilancia 12. La vigilancia protegerá a los cristianos contra las tentaciones 13 y los hará más aptos para la oración 14. También San Pedro deduce de la esperanza de la parusía consecuencias de orden moral para la vida ordinaria de los cristianos 15. Ante todo recomienda la discreción y 1a sobriedad, con las cuales alcanzarán la paz necesaria para entregarse a la oración.
Al mismo tiempo, el cristiano ha de procurar observar de un modo especial el mandamiento de la caridad fraterna (v.8), que tanto recomendó Cristo en el Evangelio 16. Porque la caridad cubre la muchedumbre de los pecados. Esta máxima está tomada de los Proverbios 17 y es citada también por Santiago 18. ¿Se refiere a los propios pecados o a los de los demás? Si examinamos el contexto del libro de los Proverbios, de donde está tomada la expresión, se verá que se refiere a los pecados del prójimo, que son cubiertos en el sentido de que son disimulados por el que realmente ama al prójimo. También en nuestro pasaje es probable que se refiera San Pedro a los pecados del prójimo: el cristiano que tiene amor verdadero al prójimo está siempre pronto a disimular sus pecados en silencio, no hablando de ellos y procurando olvidarlos. Otros autores (Camerlynck, Felten, Sales, Holzmeister, etc.) creen, por el contrario, que el apóstol enseña que la caridad para con los demás moverá a Dios a perdonar los pecados personales. Y la razón sería que San Pedro habla aquí de la caridad como de causa que cubre los pecados 19. En cambio, el que la caridad disimule los pecados de los demás sería no causa, sino efecto de la ferviente caridad. En cuyo caso, la idea de San Pedro significaría que el perdonar a los demás traería consigo el perdón de los propios pecados 20.
Un ejemplo tradicional de amor al prójimo es la práctica de la hospitalidad. Por eso, San Pedro recomienda a sus lectores la hospitalidad sin murmuración, es decir, sin lamentarse de las incomodidades y gastos que presuponía para el que hacía esta obra de caridad. Es muy probable que el apóstol se refiera a la hospitalidad que se debía dar a los misioneros itinerantes del Evangelio 21. La hospitalidad era muy apreciada entre los judíos y entre los primeros cristianos 22. Jesucristo coloca la hospitalidad entre las obras de misericordia corporales por las cuales seremos juzgados23. San Pablo la recomendaba de una manera especial a los obispos 24.
La misma caridad ha de manifestarse en el uso de los varios dones recibidos de Dios. Es necesario que el cristiano ponga al servicio de los demás las gracias recibidas (v.10). El apóstol no emplea el término ÷Üñéóìá en el sentido técnico de gratia gratis data, como San Pablo 25, sino en un sentido más genérico. Indica no sólo los dones extraordinarios y miraculosos, muy frecuentes en la Iglesia primitiva, sino todos los favores, incluso naturales, que cada uno haya recibido, con los cuales pudiera hacerse útil a su prójimo 26.
En nuestro caso, el carisma es la mayor o menor posibilidad de dar hospitalidad a los demás. Todos los dones, incluso los de fortuna, han de tener una función social, querida por Dios, y que el hombre ha de respetar. Los cristianos han de administrarlos como buenos ecónomos o servidores, a los cuales Dios ha confiado la administración de sus bienes. Pero no han de disponer de ellos como dueños absolutos de la multiforme gracia de Dios, sino como administradores, a los cuales se pedirá cuenta de su administración. También aquí la expresión ÷Üñéâ tiene sentido general, e indica todos los favores naturales y sobrenaturales recibidos de Dios. San Pedro debía de tener en la mente las parábolas del siervo fiel27 y de los talentos 28. San Pablo también habla de la obligación de distribuir los misterios de Dios29, y la recomienda a Tito 30. San Pedro menciona dos clases de carismas (v.11), con el fin de indicar el buen uso que se ha de hacer de los dones de Dios. El primero es el carisma de la palabra, ordenado a la enseñanza en las asambleas. Este carisma podía manifestarse de modo extraordinario con la profecía, la glosolalia o la interpretación, y también podía ejercerse de modo ordinario en la predicación evangélica 31. él segundo es el carisma de servicio 32, que tiene por finalidad las obras de misericordia, como la hospitalidad, el cuidado de los enfermos, de los huérfanos, viudas. El apóstol exhorta a ejercitarlo de modo que se vea que es Dios quien le comunica la fuerza necesaria, y a no mostrarse arrogante como si no hubiera recibido de Dios un tal don.
Es cosa digna de tenerse en cuenta que haya sido el mismo San Pedro el que tomó la iniciativa de separar el ministerio de la palabra, reservado a los apóstoles, del servicio de las mesas, encomendado a los diáconos 33, que posteriormente serán ayudados por las diaconisas 34.
La finalidad de todos estos actos de caridad, así como la de todas las acciones del cristiano, ha de ser la gloria de Dios. Una tal gloria es tributada a Dios por medio de Jesucristo 35. Semejantes doxologías comenzaron a dirigirse muy pronto en la Iglesia a Dios y a Jesucristo 36; pero también a Dios por Jesucristo 37 y a Jesucristo solo 38. Aquí parece que va dirigida a Cristo. La fórmula del Padre glorificado por la gloria del Hijo en sus discípulos es propia del cuarto evangelio 39.



Síntesis de la epístola, 4:12-19.
Concluida la doxología, que, según algunos autores, reproduciría una fórmula litúrgica, San Pedro vuelve a hablar por cuarta vez de su argumento preferido: la paciencia en las pruebas40. El apóstol exhorta a los cristianos a sufrir con gozo por amor de Jesucristo, porque de este modo se asemejarán a El (v. 12-16) y se asegurarán mejor la vida eterna (v.17-19).

12 Carísimos, no os sorprendáis como de un suceso extraordinario del incendio que se ha producido entre vosotros, que es para vuestra prueba; 13 antes habéis de alegraros en la medida en que participáis en los padecimientos de Cristo, para que en la revelación de su gloria exultéis de gozo.14 Bienaventurados vosotros si, por el nombre de Cristo, sois ultrajados, porque el espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. 15 Que ninguno padezca por homicida, o por ladrón, o por malhechor, o por entrometido; 16 mas si por cristiano padece, no se avergüence, antes glorifique a Dios en este nombre.17 Porque ha llegado el tiempo de que comience el juicio por la casa de Dios. Pues si empieza por nosotros, ¿cuál será el fin de los que rehusan obedecer al Evangelio de Dios? 18 Y si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y el pecador? 19 Así, pues, los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden al Creador fiel sus almas por la práctica del bien.

Los cristianos no han de extrañarse 41 de los sufrimientos que los cercan por todas partes. Porque el sufrimiento para el seguidor de Cristo no es algo extraño, sino una cosa normal, natural y necesaria42, que Dios permite para probarlos en sentido bueno. El incendio, ôôýñùóéò (í.12), está tomado en sentido figurado de una tribulación que purifica, y se refiere a las aflicciones y persecuciones de todo género a que estaban expuestos los cristianos por parte de los paganos. Al mismo tiempo, la imagen del horno sugiere la idea de purificación 43. En el Apocalipsis 44, éôõñùóéò se dice del fuego de la gehenna. Nada hay que autorice la opinión de los que ven aquí una alusión a la persecución de Nerón.
Las alegrías del cristiano han de estar en proporción con la participación en los dolores de Cristo (í.13). Cuanto más sufran, más han de alegrarse 45. Por eso, los apóstoles se sentían felices por haber sido dignos de padecer ultrajes por el nombre de Jesús46. San Pablo expresa también un pensamiento semejante en 2Co_1:5. El hecho mismo de que los cristianos sufran es una prueba de que Dios los considera dignos de padecer por Cristo 47. De ahí que la medida de la alegría ha de ser la medida de la participación en los sufrimientos de Jesucristo48. Y esta participación de los cristianos en los padecimientos de Cristo, será motivo para que, en el día del juicio final, cuando tenga lugar la revelación de la gloria de Cristo, el Señor premie a los buenos por las pruebas soportadas y castigue a los malos.
Los ultrajes sufridos con paciencia por el nombre de Jesús manifiestan la presencia activa en ellos del Espíritu Santo (v.14). San Pedro aplica a los cristianos lo que Isaías anunciaba del Emmanuel49. El Espíritu Santo que habita en los cristianos es el Espíritu de la gloría, que nos ha de procurar la gloria eterna después de un breve período de sufrimiento en este mundo 50. Este pensamiento ha de alegrar a los cristianos en medio de las pruebas51.
La doctrina de San Pedro sobre el Espíritu Santo se parece más a la de los sinópticos 52 que a la de San Pablo o San Juan.
Es evidente que sufrir castigos por los crímenes cometidos es algo muy vergonzoso el Evangelio no beatifica a los criminales por el solo hecho de haber expiado sus faltas . Pero sufrir como cristiano no implica ninguna infamia; antes, al contrario, el que padece por el nombre de Cristo glorifica a Dios (v. 15-16) 53. En el v.15 se encuentra el término griego Üëëïôñéåðßóêïðïò, que no se encuentra en ningún otro lugar antes del Pseudo-Dionisio. Por eso su significación es un tanto incierta. La traducción de la Vulgata: alienorum appetitor, que es apoyada por las antiguas versiones, por Tertuliano y por San Cipriano, tal vez se refiera a aquellos cristianos indiscretos e imprudentes que se entrometían en los asuntos de otros, con peligro de comprometer a la Iglesia. Boatti traduce por intrigante, que parece corresponder mejor al sentido etimológico de la palabra54.
Otro motivo que debe mover al cristiano a soportar con paciencia los sufrimientos es el juicio de Dios, que ya ha comenzado a ejecutarse a partir de la muerte del Salvador. Si el juicio ha comenzado primeramente por la casa de Dios (v.17), es decir, por la Iglesia, o por los miembros de la Iglesia, que sufren únicamente por el hecho de ser cristianos, y son, por lo tanto, justos, ¿cual será el fin de los que rehusan obedecer al Evangelio? Del mismo modo argumentaba Jesús dirigiéndose a las piadosas mujeres de Jerusalén 55. San Pedro vuelve a ratificar la dureza del juicio sobre los justos y lo implacable que será sobre los impíos con una cita tomada del libro de los Proverbios 56: si el justo se salva con dificultad y a fuerza de dolorosos sacrificios, ¿qué será del impío y del pecador? (v.18). Lo que el libro de los Proverbios dice de la salud terrena lo aplica San Pedro a la salvación escatológica.
El apóstol termina esta sección sacando una conclusión general (v.19) ¿e todo lo dicho acerca de las pruebas (v.12ss): los cristianos, aun cuando padezcan, deben aceptar la prueba con paciencia, abandonándose confiadamente en manos del Creador, que es fiel a sus criaturas y está dispuesto a socorrerlas en sus necesidades 57. Este abandono en Dios no ha de ser, sin embargo, un abandono quietista y ocioso, sino que ha de ir acompañado de la práctica constante de las obras buenas 58. Lo dicho se refiere a los que padecen según la voluntad de Dios y no a los que con sus crímenes se merecen el castigo

1 De Ambroggi, o.c. p.140; A. Charue, o.c. p.446. 2 El término áèÝìéôïò significa lo que es contrario a Themís, es decir, a la justicia y a ey moral. Para San Pedro es lo prohibido por la Ley mosaica, sobre todo la idolatría y la prostitución sagrada, que, de ordinario, la acompañaba. 3 Rom 1:24-32; 13:13; Gal_5:19-21; Col_3:5-8. 4 1Pe_1:17; 1Pe_2:23. 5 1Pe_1:13; 1Pe_5:4 6 Me 8,38; Mt 25,siss; Hec_17:31; Jua_5:22; Rom_3:6 7 Hec_10:42. 8 2Ti_4:1. 9 Epist. 164:Mat_7:21 : PL 33:717. 10 Esta opinión es defendida por E. G. Selwyn, A. M. Stibbs y otros. Los que sostienen que la predicación del Evangelio fue dirigida por Cristo a los muertos que estaban en el seno de Abraham, como en 1Pe_3:19, son muchos: J. Ghaine (DBS 2:4255), H. Quilliet (DTC 4, 592), (A. Vitti: VD [1927] nos), F. Hauck, F. W. Beare, Ch. Bigg, H. Windisch, R. Knopf, etcétera. 11 1Pe_1:5; 1Pe_4:7.17; 1Pe_5:10; 1Co_16:22; Flp_4:5; Stg_5:8; 1Jn_2:18; Rev_22:12. Apro-pósito de la escatología de San Pedro se puede ver A. Tricot, Fierre: L'éschatologie: DTG 12, 1770; A. M. Vitti, Eschatologia in Petri epistula prima: VD n (1931) 298-306; J. Schil-Denberger, Weissagung und Erfnllung: Bi 24 (1943) 122; E. B. Allo, L'Apocalypse* (París 1933) p.CXII-CXLIII. 12 Mt 24:4288. 13 Mc 14:38. 14 Mar_4:38. San Hipólito (In Dan. 4:18:7: PG 10), San J. Crisóstomo (In Mat. hom. 77, 2: PG 58:705), San Jerónimo y San Agustín extienden la exhortación de San Pedro a la vigilancia de la muerte de cada uno. Diem Domini dice San Jerónimo (In loel 2:23: PL 25 965) diem intellige iudicii sive diem exitus uniuscuiusque de corpore. Quod enim in die iudicii futurum est ómnibus, hoc in singulis die mortis impletur. Y San Agustín dice lo mismo (Epist. 164 ad Hesychium 1:3: PL 33:906). 15 Lev_12:35-40; 1Te_5:155; Rev_3:11. Cf. R. Schnackenburg, Die sittliche Botschaft 11* T* Ñ·é27-À34· 16 Mat_5:44; Mat_22:39; Jua_13:34s; cf. 1Jn_4:11-21, l7 Prov IO.12 según el texto hebreo. 18 Stg_5:20. Cf. 1Pe_1:16; 1Pe_2:15.21; 1Pe_3:9.12.18. Véase C. Spicq, ágape 2 (París 1959) 3345. 19 Mat_6:145; Mar_11:255. 21 Cf. Mat_10:1 iss; Rom 16,is; 3Jn_1:55. 22 Rom_12:13; Heb_13:15. 23 Mt 25:3555. 24 1Ti_3:2; Tit_7:8. ; 25 1Co_12:455. Cf. E. B. Allo, Premiére Epítre aux Corinthiens p.ióo. 26 Cf. 1Co_7:7. 27 Mat_24:45; Luc_12:42-46. 28 Mat_25:14-30; cf. Luc_19:11-27. 29 1Co_4:1. 30 Tit_1:7. 31 A propósito del uso de estos carismas en la Iglesia primitiva, véase San Pablo: 1 Cor 12-14; 2Co_2:17; 2Ti_4:2; Tit_2:1. La división de los carismas que nos da San Pedro parece reflejar una organización más primitiva de la Iglesia. En cambio, los elencos de Rom_12:6; 1 Cor 12 muestran una organización mucho más desarrollada. 32 Cf. Hec_6:2. 33 Acto. 1-4. 34 Rom_16:1; 1Ti_5:9. 35 El relativo ö = cuya se refiere a Jesucristo más bien que a Dios. 36 Rev_1:6; Rev_5:13. 37 Rom_16:27; Efe_3:21; Jud_1:25; cf. i Clem. 58:2. 38 Rom_9:5; 2Ti_4:18; Heb_13:21; 2Pe_3:18. 39 A. Charue, Vie, lumiére et glorie chez S.Jean: Goliat. Namurcenses (1935) p.23353. 40 Gf. 1Pe_1:6; 1Pe_2:18-21; ? 41 La Vulgata traduce: nolite peregrinan in fervore, dando a îåíßæåéí el sentido primitivo de peregrinar; aquí sería mejor dar a nolite peregrinari^el sentido de ono os extraviéis. 42 1Pe_2:21; Jua_16:33; Hec_14:22; 2Ti_3:12. 43 Sab3:6; Pro_27:21. 44 Rev_18:8.18. 45 Cf. Mts.ns; Luc_6:22s. 46 Hec_5:41. 47 Hec_16:25. 48 Rom_8:17; Flp_3:10; 2Ti_2:11. 49 Isa_11:2; cf. Mat_10:19. 50 1Pe_5:4-10; cf. Rom_8:11; Efe_4:30. 51 Una glosa antigua, y que se encuentra en muchos Mss griegos y latinos y en las versiones copta y heraclense, añade al v.14: (quod) ab illis blasphematur, a vobis autem honorifi-catur. Sin embargo, falta en los mejores códices: BSAG, 33, y en excelentes Mss de la Vulgata. En este mismo versículo, los códices SAC, 33, versión heraclense, y varios Mss de la Vulgata añaden: êáé äõíÜìåùò = et virtutis; y los mismos testigos traducen dos veces äüîçò = honoris, gloriae et virtutis. Cf. A. García Del Moral, El Espíritu que habita en vosotros. Crítica textual de 1Pe_4:14 : EstBib 20 (1961) 45-77 y en Teología Espiritual 5 (1961) 443-458. 52 Mt 10:19-20. 53 Cf. Mat_5:10; Hec_5:41. 54 K. Erbes, Was bedeutet Üëëïôñéåðßóêïðïò im 1Pe_4:15?: ZNTW 19 (1919-20) 39-44,' 20 (1921) 249. Para este autor significaría el que dilapida los bienes confiados a él por la comunidad. 55 Luc_23:31; cf. Rom_11:21; Jer_25:29. 56 Pro_11:31. 57 Mat_6:25-34. 58 Cf.Mt5:7. 59 1Pe_2:193; 1Pe_4:15-17.


Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



23 (ii) El cristiano renuncia al pecado me(-)diante el sufrimiento (4,1-6). 1. Cristo sufrió: El tema del sufrimiento de Cristo (3,18) es reto(-)mado de nuevo como motivación para la vida cristiana, este mismo pensamiento: El mejor modo de entender esto es referirlo al contexto precedente. El hoti que sigue, por tanto, se ha de traducir «porque» (cf. 2,21; 3,18). El cris(-)tiano que asume una vida de sufrimiento (pathon) con Cristo queda de ese modo entre(-)gado a una vida moral que rechaza el pecado (cf. 1 Jn 3,6; Rom 6,1-11). 4. se extrañan: Te(-)nemos aquí una imagen plástica de la situa(-)ción de los cristianos recién convertidos y de la presión que sobre ellos se ejerce para que vuelvan a las costumbres paganas. 5. juzgar a vivos y muertos: Formulación confesional que presenta a Cristo resucitado en la parusía co(-)mo juez de todos los seres humanos, tanto de los que aún viven en la tierra como de los ya muertos (cf. Hch 10,42; Rom 14,9; 2 Tim 4,1). 6. fue predicada: El uso neotestamentario está a favor de esta traducción (véanse Hch 5,42; 8,35; 11,20; Gál 1,16; cf. 1 Cor 15,12; 2 Cor 1,19; 1 Tim 3,16). hasta a los muertos: La pre(-)dicación sobre Cristo es la predicación normal del evangelio en la tierra. El objetivo del texto es vindicar a aquellos cristianos que habían aceptado el evangelio en la tierra, pero que luego habían muerto (cf. 1 Tes 4,13-18). Este texto trata un tema muy diferente del de 3,19.
24 (c) Vida cristiana y parusía (4,7-11). 7. el fin: cf. 1,5.7; 2,12; 4,5.17; 5,4.10; Lc 21,36; 1 Cor 7,29; 10,11; Sant 5,8. 8. el amor cubre mul(-)titud de pecados: Proverbio cristiano derivado del TM de Prov 10,12. En éste, los pecados «cubiertos» son los de quienes son amados; en este caso son los de la persona que ama (cf. Sant 5,20; Lc 7,47; 1 Cor 13,7). 9. hospitala(-)rios: cf. Rom 12,13; Heb 13,2; 3 Jn 5-8; Mt 25,23; Lc 7,44-47; 11,5-10; 14,12. 10. adminis(-)tradores: Los cristianos son administradores (oikonomoi) en la casa (oikos) de Dios (véanse 2,5; 4,17). 11. si alguno habla: Los maestros y predicadores de la comunidad deben transmi(-)tir el auténtico mensaje del evangelio (cf. 1 Tes 2,13; 2 Cor 5,20). a quien: Esta doxología va di(-)rigida al Padre (como en Rom 16,27; Ap 1,6).
25 (B) La persecución afrontada de manera realista (4,12-5,11)A lo largo de la carta el autor ha preparado a los lectores para este enfrentamiento con la persecución (véan(-)se 1,6-7; 2,12.21-24; 3,14.17; 4,1).
(a) Gozo EN medio de la persecución misma (4,12-19). 12. no 05 extrañéis: Esto es indicio de un tiempo anterior a la existencia de perse(-)cuciones estatales habituales, fuego... para pro(-)baros: Se retoma de nuevo la imagen de 1,6-7.
13. participáis en el sufrimiento de Cristo: Va(-)mos más allá de la imitación (2,21) de los su(-)frimientos, hasta una participación más pro(-)funda en ellos (2,24-25; 3,18; 4,1). 14. Cf. 3,14. el Espíritu de gloria y de Dios: El texto, que es(-)tá inspirado por Is 11,2 LXX, es difícil y tal vez esté corrompido. Tenemos en él un eco de 1,8: «rebosando de alegría... gloriosa». 15. entro(-)metido: El gr. allotriepiskopos es un término muy raro que denota a quien se inmiscuye en los asuntos ajenos (cf. Hch 16,20-21). 16. por cristiano: cf. Hch 11,26; 26,28. Esto no quiere decir que ser cristiano fuera un delito público. La situación es la de 2,15; 3,16; 4,4. no se avergüence: Los cristianos no se enfrentan a la muerte, sino al oprobio público. 17. juicio: Los actuales sufrimientos de los cristianos son los comienzos del juicio escatológico, una pu(-)rificación de «la casa de Dios» (cf. Mc 13,8-13;1 Cor 11,31-32; Mal 3,1-6). Dicho juicio será terrible para los paganos incrédulos (cf. 2 Tes1,5-10). 18. Prov 11,31 LXX. 19. confíen sus al(-)mas al Creador: No se hace referencia al mar(-)tirio. Este es el único lugar del NT donde se llama «Creador» a Dios.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Hostilidad del mundo. El discípulo de Pedro retoma ahora el tema del sufrimiento en su aspecto medicinal o de sanación: es imposible que siga pecando quien asocia por el bautismo sus propios sufrimientos al sufrimiento de Cristo. Esa incompatibilidad con el pecado la pueden ver comparando la vida que llevaban antes, entregada a todo género de maldades, con la que llevan ahora. De ahí que su conducta contra corriente produzca la extrañeza y la hostilidad de sus antiguos camaradas de vicios.
Las comunidades de Pedro nos dan una buena lección a los creyentes de hoy. Una conducta cristiana que no produzca ningún impacto en la sociedad es señal de que se ha dejado arrastrar por la corriente de aquellos que no organizan sus vidas de acuerdo con las exigencias del Evangelio. Lo peor que nos puede suceder como seguidores de Jesús es que nuestro comportamiento no diga nada a nadie, que no ofrezca ninguna alternativa al mundo de injusticia que nos rodea. El discípulo subraya la seriedad de su exhortación con la inminencia del «fin del universo» (7), cuando venga Jesucristo a juzgar a todos de acuerdo con los valores del Evangelio, tanto a los que aún estén con vida como a los que hayan muerto. No se trata de una inminencia de días o años, sino de la urgencia del cambio que lleva en sí el mensaje evangélico. ¿Quién no calificaría como «final del universo» a los acontecimientos que estamos viviendo en nuestros días, como la pobreza y el hambre de millones de seres humanos o la catástrofe ecológica a la que nos lleva un desenfrenado consumismo?
Amor intenso que pasa por alto y perdona la ofensa del otro, hospitalidad sin murmuraciones, moderación y sobriedad, servicio a los demás compartiendo los dones que cada uno ha recibido es la vida alternativa evangélica que propone el discípulo a sus humildes comunidades y que también dirige a la Iglesia de hoy con la misma fuerza profética. Son los comportamientos cristianos que hacen de la comunidad de creyentes la «casa de Dios» a la que todos son llamados. Dos servicios merecen la atención del discípulo: el servicio de la Palabra y la atención a los necesitados. El término utilizado para «palabra», es «oráculo», es decir, sentencia profética, pues lleva consigo la fuerza del Espíritu que penetra los corazones con la fuerza de la verdad.
Sorprendentemente, vuelve otra vez sobre el tema del sufrimiento, como si los padecimientos inmerecidos e imprevistos de las páginas precedentes se materializaran ahora en una persecución violenta: un «incendio que ha estallado» (12). ¿Se trata de alguna persecución concreta? ¿O más bien quiere presentar de nuevo el tema central de la carta en un modo dramático? Sea como fuere, la situación real de padecimiento existía y el discípulo les anima a valorar y a confrontar la prueba: es la ocasión de compartir los sufrimientos de Cristo (cfr. Col_1:24; Flp_3:10) que conducirá a compartir su gozo (cfr. Jua_15:11), incluso por adelantado (cfr. 2Co_7:4).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

Hee exhorteth them to cease from sinne by the example of Christ, and the consideration of the generall end, that now approcheth: 12 and comforteth them against persecution.
1 For asmuch then as Christ hath suffered for vs in the flesh, arme your selues likewise with the same minde: for hee that hath suffered in the flesh, hath ceassed from sinne:

[Watch in prayer.]

2 That he no longer should liue the rest of his time in the flesh, to the lusts of men, but to the will of God.
3 For the time past of our life may suffice vs to haue wrought the will of the Gentiles, when we walked in lasciuiousnes, lusts, excesse of wine, reuellings, banquetings, and abhominable idolatries.
4 Wherein they thinke it strange, that you runne not with them to the same excesse of riot, speaking euil of you:
5 Who shal giue accompt to him that is ready to iudge the quicke & the dead.
6 For, for this cause was the Gospel preached also to them that are dead, that they might bee iudged according to men in the flesh, but liue according to God in the spirit.
7 But the ende of all things is at hand: be ye therefore sober and watch vnto prayer.
8 And aboue all things haue feruent charitie among your selues: for charity [ Or, will.] shall couer the multitude of sinnes.
9 Use hospitalitie one to another without grudging.
10 As euery man hath receiued the gift, euen so minister the same one to another, as good stewards of the manifold grace of God.
11 If any man speake, let him speake as the oracles of God: if any man minister, let him doe it as of the ability which God giueth, that God in all things may bee glorified through Iesus Christ, to whom be praise and dominion for euer and euer. Amen.
12 Beloued, thinke it not strange concerning the fiery triall, which is to try you, as though some strange thing happened vnto you.
13 But reioyce in as much as yee are partakers of Christes sufferings; that when his glory shalbe reueiled, ye may be glad also with exceeding ioy.
14 If ye be reproched for the Name of Christ, happie are ye, for the spirit of glory, and of God resteth vpon you: on their part hee is euill spoken of, but on your part he is glorified.
15 But let none of you suffer as a murtherer, or as a theefe, or as an euill doer, or as a busibody in other mens matters.
16 Yet if any man suffer as a Christian, let him not be ashamed, but let him glorifie God on this behalfe.
17 For the time is come that iudgement

[Feede the flocke.]

must begin at the house of God: and if it first begin at vs, what shall the ende bee of them that obey not the Gospel of God?
18 And if the righteous scarcely be saued, where shall the vngodly and the sinner appeare?
19 Wherfore, let them that suffer according to the will of God, commit the keeping of their soules to him in well doing, as vnto a faithfull Creator.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Ministrarnos los unos a los otros

El juicio final no es una contingencia remota. En todas las épocas los cristianos deben estar listos en todo momento para el regreso de Cristo como para dar por terminado el actual orden de cosas. De modo que es urgente que velemos y oremos (cf. Luc. 21:36), demostrando autodisciplina, amor mutuo y una diligente mayordomía de los dones que Dios nos ha dado. Esta es la vida que traerá gloria a Dios (ver Mat. 5:16).

Notas. 7 El fin (gr. telos, que también significa meta) del sistema presente no es sólo su clímax sino también el propósito hacia el cual Dios ha estado y está obrando. Prudentes significa con una mente segura. En medio de los temores y la incertidumbre, el cristiano debe mantenerse en contacto con Dios.8 Sobre ferviente ver en 1:22. El amor cubre una multitud de pecados puede ser una referencia a Prov. 10:12. Este versículo se ha usado para argumentar que el amor puede lograr el perdón de los pecados no sólo del que lo demuestra sino también del que lo recibe. Esto no es coherente con el resto de la enseñanza bíblica. El significado más probable es que el verdadero amor es el que pasa por alto las fallas de su prójimo (ver Mat. 6:14, 15; 1 Cor. 13:4-7; Stg. 5:20). También puede ser tomado como una referencia al amor de Dios que cubre nuestros pecados, lo que nos da motivo para amarnos unos a otros. 9 Hospedaos tiene que ver con algo que era importante en los días de los ministros itinerantes, cuando no había edificios de iglesias (ver Mat. 25:35; Rom. 12:13; 16:3-5a; 1 Tim. 3:2; Heb. 13:2). 10 Cada uno implica que todo cristiano tiene algún don que poner en práctica. Las observaciones de Pedro sobre mayordomía son significativas a la luz del hecho de que Jesús habló de este tema especialmente a Pedro en Luc. 12:42-48. Para multiforme ver sobre 1:6 donde se usa la misma palabra. 11 Habla y presta servicio cubren las dos divisiones mayores del ministerio dentro de la iglesia cristiana: ministrar la palabra de Dios y servir las mesas en varias formas (ver Hech. 6:1-6). Ambos ministerios son igualmente dados por Dios y pueden depender de Dios para proveer lo que es necesario para su cumplimiento. Palabras (gr. logia) se usaba en tiempos clásicos para referirse a las expresiones divinas y en Rom. 3:2 y Heb. 5:12 se aplica a la Escritura (para el significado de la expresión adscripta a quien ... aquí, ver la Introducción: ¿Es la carta una unidad?)

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



6. Este versículo, según parece, vuelve sobre el tema ya tratado en 3. 19, pero ahora la perspectiva es más amplia. Sin explicar de qué manera, se afirma en él que la acción salvadora de Cristo beneficia incluso a aquellos que no han recibido el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación.

8. Pro_10:12. Ver Stg_5:20.

10. "La multiforme gracia de Dios" otorga los dones extraordinarios del Espíritu Santo, llamados también "carismas". Ver Rom_12:3-8; 1Co_12:4-11.

17. La "casa de Dios" es la Iglesia (2. 5), la cual es purificada por las persecuciones, que anticipan el Juicio definitivo de Dios.

18. Pro_11:31 (texto griego).

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



LA CARIDAD CUBRE LA MUCHEDUMBRE DE LOS PECADOS: el sentido de esta sentencia en los Prov. es: da caridad cubre (como con un discreto velo o disimulo) los pecados ajenos». Pedro, recordando la sentencia del Maestro: «Perdonad, y seréis perdonados» (Luc_6:37), supera el sentido de los Prov extendiéndolo a los pecados propios. Tal vez se haya de dar idéntico sentido a la misma sentencia en Stg_5:20, si bien allí el contexto no es tan decisivo.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a 1Co 13:1-8; Stg 5:20; 1Pe 1:22

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Tob_12:9; Stg_5:20+

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Tob_12:9; Stg_5:20+

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Pro 10:12; 1Co 13:1-13.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Con la Encarnación de Jesucristo han comenzado los últimos tiempos, que se extienden hasta el fin del mundo y el Juicio Final. En esta situación, el autor sagrado urge a la práctica de la oración, de la caridad y de la hospitalidad.


Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.a

a Pro 10:12.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

πάντων WH Treg NA28] + δὲ RP
  • καλύπτει WH Treg NA28] καλύψει RP

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

el amor cubre...Pro 10:12.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 4.5 Hch 10.42; 2 Ti 4.1.

[2] 4.8 Cf. Pr 10.12; 1 Co 13.7; Stg 5.20.

[3] 4.9 1 Ti 3.2; Heb 13.2.

[4] 4.11 Ro 12.6-7; Col 3.17.

Torres Amat (1825)



[8] Prov 10, 12.

[19] Las guardará y premiará según su mérito.