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Los envió al Líbano, diez mil por mes, en turnos de estancia de un mes en el Líbano y dos meses en casa. Adonirán estaba al frente de la leva. (I Reyes 5, 28) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Alianza con Jirán de Tiro. Esta sección coloca los preparativos para edificar el templo en el contexto de la política y comercio internacionaies; o bien, subordina éstos a la gran tarea de construir el templo. Los fenicios o sidonios fueron un pueblo pacífico y comerciante, más ciudadano del mar que de la tierra firme, con un territorio rico en árboles y pobre en sembrados. Para su comercio era muy útil contar con un estado firme y poderoso en Palestina; por eso el rey de Tiro se entiende bien con el rey David y procura renovar la amistad con el sucesor.
Según la teología oficial, la construcción del templo depende totalmente de la aprobación de Dios. Más aún, se decía en Babilonia y lo recoge la Biblia (cfr. Éxo_25:40), que Dios mismo revela el modelo, imagen de la estructura celeste. Aquí el narrador se contenta con una referencia a 2 Sm 7.
La carta de Salomón, tal como la presenta el autor (17-20), es una bella lección de teología para justificar la compra de madera de cedro. Es verdad que aquella madera fue apreciadísima en la antigüedad: hasta los reyes de Mesopotamia viajaban para robarla o comprarla; los gigantescos cedros, más viejos que muchas generaciones humanas, se podían considerar como plantados por Dios mismo (cfr. Sal_104:16).
A la lectura de la carta reacciona Jirán (21-23) con una bien ensayada acción de gracias al Dios de Israel, en la que entra una solícita alabanza del rey Salomón y de su pueblo. El narrador se complace en este homenaje extranjero.