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Avanzó Saúl hasta la ciudad de Amalec y se emboscó en el barranco. (I Samuel 15, 5) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

BHSEk - Biblia Hebraica Stuttgartensia (Enhanced; KJV versification)

וַ‎(וְ)

Hebrew|wa|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

יָּבֹ֥א‎(בֹּוא)

Hebrew|yyāvˌō|come

Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: wayyiqtol
Verbal stem: qal


[H935] [b.ap.aa] [212]
[בוא] [GES919] [BDB997] [HAL1011]

שָׁא֖וּל‎(שָׁאוּל)

Hebrew|šāʔˌûl|Saul

Part-of-speech: proper noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H7586] [v.ag.ac]
[שאול] [GES7542] [BDB8312] [HAL8232]

עַד‎(עַד)

Hebrew|ʕaḏ-|unto

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5704] [p.aq.ad] [1565c]
[עד] [GES5654] [BDB6249] [HAL6171]

עִ֣יר‎(עִיר)

Hebrew|ʕˈîr|town

Part-of-speech: noun
Gender: feminine
Number: singular
Person: not applicable
State: construct
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5892] [p.cm.ad] [1615]
[עיר] [GES5823] [BDB6439] [HAL6367]

עֲמָלֵ֑ק‎(עֲמָלֵק)

Hebrew|ʕᵃmālˈēq|Amalek

Part-of-speech: proper noun
Gender: unknown
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H6002] [p.dh.af]
[עמלק] [GES5927] [BDB6550] [HAL6475]

וַ‎(וְ)

Hebrew|wa|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

יָּ֖רֶב‎(אָרַב)

Hebrew|yyˌārev|lie in ambush

Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: wayyiqtol
Verbal stem: hif‘il


[H693] [H7378] [a.fm.aa] [156]
[ארב] [GES679] [BDB721] [HAL742]

בַּ‎(בְּ)

Hebrew|ba|in

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[b.ab.aa] [193]
[ב] [GES855] [BDB923] [HAL939]

‎(הַ)

Hebrew||the

Part-of-speech: article
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[e.ab.aa] [459]
[ה] [GES1804] [BDB2019] [HAL2031]

נָּֽחַל‎(נַחַל)

Hebrew|nnˈāḥal|wadi

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5158] [n.cq.ab] [1343a]
[נחל] [GES5069] [BDB5663] [HAL5551]

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Guerra contra Amalee (15:1-9).
1 Samuel dijo a Saúl: A mí me envió Yahvé para que te ungiera rey de su pueblo, Israel. Escucha, pues, ahora lo que te dice Yahvé: 2 Así habla Yahvé Sebaot: Tengo presente lo que hizo Amalee contra Israel cuando le cerró el camino a su salida de Egipto. Ve, pues, ahora y castiga a Amalee, 3 y da al anatema cuanto es suyo. No perdones: mata a hombres, mujeres y niños, aun los de pecho; bueyes y ovejas, camellos y asnos. 4 Dio, pues, Saúl la orden al pueblo y lo congregó en Telam. Contó doscientos mil infantes y diez mil hombres de Judá. 5 Avanzó Saúl hasta las ciudades de Amalee y puso una emboscada en el torrente; 6 y dijo a los quíneos: Id, retiraos, salid de en medio de Amalee, no sea que os veáis envueltos con él; pues vosotros tratasteis con benevolencia a los hijos de Israel cuando subían de Egipto. Retiráronse, pues, de Amalee los quíneos. 7 Saúl batió a Amalee desde E vila hasta Sur, frente a Egipto. 8 Cogió vivo a Agag, rey de Amalee, y dio al anatema a todo el pueblo, pasándolo a filo de espada. 9 Pero Saúl y el pueblo dejaron con vida a Agag y las mejores ovejas y los mejores bueyes, los más gordos y cebados, y los corderos, no dándolos al anatema, y destruyendo solamente lo malo y sin valor.

Los datos sobre esta campaña contra Amalee son imprecisos; la sección sirve de preámbulo a la escena entre Samuel y Saúl, que culminó en el v.28 con el repudio de Saúl como rey de Israel. Existen dos clases de herem: el de consagración, cuando un objeto o persona se consagran a Dios de manera irrevocable, sustrayéndolos a todo uso profano (Lev_27:28; Miq_4:13). En el herem de maldición, la persona o cosa es destruida con el fin de honrar la santidad de Dios y su justicia. De Amalee dijo Dios (Lev_17:14): Borraré la memoria de Amalee de debajo del cielo. l Estas palabras debían cumplirse mediante la acción de Saúl. Este congregó al pueblo en Telam, lugar que corresponde a Telera (Jos_15:24), que algunos identifican con Jirbet Umm es-Salafe, a ocho kilómetros al sur de Kurnub. Las cifras de los combatientes son evidentemente exageradas. De la ciudad a que alude el texto nada sabemos. La derrota de los amalecitas fue completa. Su rey Agag cayó vivo en manos de los israelitas, perdonándosele la vida para reclamar por su rescate una cuantiosa suma. También se apoderaron los judíos de los animales que presentaban mejor estampa. Con este proceder se opuso Saúl a las leyes del anatema, que señalaban la destrucción total de los amalecitas y de cuanto les pertenecía. El motivo de la transgresión consiste en haber elegido, oyendo la voz de su pueblo, una manera de honrar a Dios que no se armonizaba con la que le había señalado Samuel. Buscó él un compromiso entre la obediencia a Yahvé y el deseo de satisfacer al pueblo; pero con esta política pendular de querer congraciarse con uno y con otro se atrajo la enemistad de Dios, que se alejó de él a causa de su desobediencia.

Saúl, rechazado por Dios (Jos_15:10-23).
10 Yahvé dirigió a Samuel su palabra, diciendo: 11 Estoy arrepentido de haber hecho rey a Saúl, pues se aparta de mí y no hace lo que digo. Samuel se entristeció y estuvo clamando a Yahvé toda la noche; 12 y levantándose de mañana para ir al encuentro de Saúl, supo que había ido al Carmelo, donde se había alzado un monumento, y de vuelta, pasando más allá, había bajado a Gálgala. 13 Dirigióse, pues, a donde estaba Saúl, y le dijo Saúl: Bendito seas de Yahvé. He cumplido la orden de Yahvé. 14 Samuel le contestó: ¿Qué es entonces ese balar de ovejas que llega a mis oídos y ese mugir de bueyes que oigo? 15 Saúl respondió: Los han traído de Amalee, pues el pueblo ha reservado las mejores ovejas y los mejores bueyes para los sacrificios de Yahvé, tu Dios; el resto ha sido dado al anatema. 16 Samuel dijo entonces a Saúl: Basta; voy a darte a conocer lo que Yahvé me ha dicho esta noche. Saúl le dijo: Habla. 17 Samuel dijo: ¿No es verdad que, hallándote tú pequeño a tus propios ojos, has venido a ser el jefe de las tribus de Israel y te ha ungido Yahvé rey sobre Israel? 18 Yahvé te dio una misión, diciéndote: Ve y da al anatema a esos pecadores de Amalee y combátelos hasta exterminarlos. 19 ¿Por qué no has obedecido al mandato de Yahvé y te has echado sobre el botín, haciendo mal a los ojos de Yahvé? 20 Saúl contestó a Samuel: Yo he obedecido el mandato de Yahvé y he seguido el camino que me ordenó Yahvé: he destruido a los amalecitas y he traído a Agag, rey de Amalee. 21 El pueblo ha tomado del botín esas ovejas y esos bueyes, como primicias de lo dado al anatema, para sacrificarlos a Yahvé, su Dios, en Gálgala. 22 Pero Samuel repuso: ¿No quiere mejor Yahvé la obediencia a sus mandatos que no los holocaustos y las víctimas? Mejor es la obediencia que las víctimas. Y mejor escuchar que ofrecer el sebo de los carneros. 23 Tan pecado es la rebelión como la superstición, y la resistencia como la idolatría. Pues que tú has rechazado el mandato de Yahvé, él te rechaza también a ti como rey.

La gravedad de la falta de Saúl hace que el autor sagrado ponga en boca de Dios la expresión que pronunció con ocasión del diluvio: Estoy arrepentido de haber hecho rey a Saúl (Gen_6:6); antropopatismo, figura retórica por la que se aplican a Dios los sentimientos de los hombres. Eligió Dios a Saúl, pero éste se hizo indigno de esta gracia; el cambio de conducta por parte de Saúl determinó que Dios se portara con él de manera distinta que hasta ahora. No sabemos cuándo Samuel recibió esta confidencia divina; acaso de noche, como en su niñez (Gen_3:4).
La gran victoria hizo concebir la idea de levantar un monumento conmemorativo en el Carmelo, lugar que corresponde al actual el-Kurmul, a doce kilómetros al sur de Hebrón (Jos_15:55), a cuya inauguración fue invitado el rey. El texto hebreo dice que se erigió iad una mano, para significar un monumento igual al de las estelas púnicas, en las que la mano protege al muerto e indica al viandante el lugar donde descansa (2Sa_18:18; Isa_55:5). Acaso se trata de un monumento funerario en memoria de los caídos en la lucha. Debía tratarse de una tosca piedra erigida en forma de menhir, o de una losa con una inscripción.
Regresó Saúl del Carmelo. En el v.13, los LXX han completado el original hebraico. Samuel traía para Saúl un anuncio inesperado que ahogaría en el rey el alborozo del triunfo alcanzado sobre los amalecitas. El balido de las ovejas, el mugir de los bueyes, dieron pie a que Samuel preguntara por la procedencia de aquellos animales. Saúl, inocentemente, creyendo que con aquellos sacrificios agradaba a Dios, le respondió que lo mejor se había reservado para quemarlo en holocausto en honor de Yahvé. Pero no era ésta la orden que le había intimado Samuel, ni era este herem el que debía poner en práctica, sino el anatema de la destrucción, de execración. Trató Saúl de justificar su conducta, pero le atajó Samuel diciéndole que su deber era obedecer. Bien están los sacrificios a su tiempo y con las víctimas apropiadas; pero en esta circunstancia, más que sacrificios, quería Dios que se hiciera su voluntad. La oferta de un sacrificio, dice De Vaux, hecha en contra del querer divino, equivale a un rito idolátrico, al que en nuestro texto se alude con la mención de la superstición de los terafim, dioses a los cuales se confiaba la custodia de las casas (Isa_19:13; Gen_31:19-30). Por haber desobedecido a Yahvé, a quien Saúl debía el reino, Dios le rechaza como rey.

Saúl implora el perdón (Gen_15:24-31).
24 Dijo entonces Saúl a Samuel: He pecado traspasando el mandamiento de Yahvé y tus palabras; temí al pueblo y le escuché. Perdona, pues, te ruego, mi pecado, 25 y vuélvete conmigo para adorar a Yahvé. 26 Samuel le contestó: No me volveré contigo, porque tú rechazaste el mandato de Yahvé, y Yahvé te rechaza a ti para que no reines en Israel. 27 Volvióse Samuel para irse, pero Saúl le cogió por la orla del manto, que se rompió; 28 y le dijo Samuel: Hoy ha roto Yahvé de sobre ti el reino para entregárselo a otro mejor que tú; 29 y el Esplendor de Israel no se doblegará, no se arrepentirá, pues no es un hombre para que se arrepienta. 30 Saúl dijo: He pecado; pero hónrame ahora, te lo ruego, en presencia de los ancianos de mi pueblo y en presencia de Israel, y ven conmigo a adorar a Yahvé, tu Dios. 31 Volvióse Samuel y siguió a Saúl, y éste adoró a Yahvé.

Quizá el arrepentimiento de Saúl nacía más del temor de perder el reino que del dolor de haber ofendido a Dios. Trató Saúl de quitar importancia al incidente, rogando a Samuel que no le abandonase. Samuel rechaza tal propuesta, basándose en que por su pecado se han roto las relaciones amistosas que le unían con Dios. Samuel, que en su calidad de profeta es el mensajero y el instrumento de que se sirve Dios, no puede, por lo mismo, continuar sus relaciones amistosas con Saúl, poniéndose de su parte en contra del proceder divino. Al marcharse Samuel, corrió Saúl detrás de él con ánimo de retenerle y ganarlo a su causa; en el paroxismo del dolor y ante el porvenir sombrío que se abría ante él, agarró a Samuel del manto, que cedió, rompiéndose. Esta escena dramática se desarrolló en la intimidad de un rey y de un profeta de Yahvé. Ante la actitud firme de Samuel, le pidió Saúl que no hiciera pública la reprobación merecida por su pecado, rogándole que se comportara con él externamente como si nada hubiera ocurrido. Accedió a ello Samuel; de cara al público no sufrió menoscabo, momentáneamente, la dignidad real que ostentaba Saúl.

Muerte de Agag (15:32-35).
32 Samuel dijo: Traedme a Agag, rey de Amalee; y Agag se acercó a él, temblando, y dijo: ¡Qué amarga es la muerte! 33 Samuel repuso: Así como a tantas madres privó tu espada de hijos, así será entre las mujeres tu madre privada de su hijo. Y destrozó a Agag ante Yahvé, en Gálgala. 34 Partióse Samuel para Rama, y Saúl subió a su casa de Gueba de Saúl. 35No volvió Samuel a ver a Saúl hasta el día de su muerte, pero se lamentaba por Saúl de que se hubiera Yahvé arrepentido de haberle hecho rey de Israel.

Agag había sobrevivido al desastre de su pueblo en contra del mandato divino. Al verse ante Samuel, lanzó esta bravata: Ahora sí que el amargor de la muerte se ha alejado. Esta lección del texto masorético nos parece la más acertada, por expresar el estado de ánimo de Agag, que, entre burlón y ufano, expresa su satisfacción de poder morir en manos de un profeta y no en manos de cualquiera. A Agag se le aplica la pena del talión: por haber privado a tantas madres de sus hijos, así es descuartizado (waishassef, de shassaf; Vulgata: Frusta concidit eum Samuel; LXX: lo degolló) él. Su muerte tuvo lugar ante Yahvé, pero no fue un sacrificio humano, sino el cumplimiento de un anatema. Saúl marchó a Gueba, y Samuel a Rama. Según 19,22-24, volvió Saúl a encontrarse con Samuel. Amaba Samuel a Saúl; pero antes debíase a Dios que al rey.

1 Fernández, El herem bíblico: ? 6 (1924) 5-25.
2 SAMtmt 1'5

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XV.

1 Samuel sendeth Saul to destroy Amalek. 6 Saul fauoureth the Kenites. 8 Hee spareth Agag and the best of the spoile. 10 Samuel denounceth vnto Saul commending and excusing himselfe, Gods reiection of him for his disobedience. 24 Sauls humiliation. 32 Samuel killeth Agag. 34 Samuel and Saul part.

[Saul spareth Agag.]

1 Samuel also saide vnto Saul, [ 1Sa_9:16 .] The Lord sent me to annoint thee to bee king ouer his people, ouer Israel: nowe therefore hearken thou vnto the voyce of the words of the Lord.
2 Thus saith the Lord of hosts, I remember that which Amalek did to Israel, [ Exo_17:8 ; Num_24:20 .] how he laid wait for him in the way when he came vp from Egypt.
3 Now goe, and smite Amalek, and vtterly destroy all that they haue, and spare them not; but slay both man and woman, infant and suckling, oxe and sheepe, camell and asse.
4 And Saul gathered the people together, and numbred them in Telaim, two hundred thousand footmen, and ten thousand men of Iudah.
5 And Saul came to a citie of Amalek, and [ Or, fought.] laid waite in the valley.
6 And Saul saide vnto the Kenites, Goe, depart, get you downe from among the Amalekites, lest I destroy you with them: for yee shewed kindnesse to all the children of Israel when they came vp out of Egypt. So the Kenites departed from among the Amalekites.
7 And Saul smote the Amalekites from Hauilah, vntill thou commest to Shur, that is ouer against Egypt.
8 And hee tooke Agag the king of the Amalekites aliue, and vtterly destroyed all the people with the edge of the sword.
9 But Saul and the people spared Agag, and the best of the sheepe, and of the oxen, and of the [ Or, of the second sort.] fatlings, and the lambes, and all that was good, and would not vtterly destroy them: but euery thing that was vile, and refuse, that they destroyed vtterly.
10 Then came the word of the Lord vnto Samuel, saying;
11 It repenteth me that I haue set vp Saul to be king: for hee is turned backe from following me, and hath not performed my commandements. And it grieued Samuel; and he cried vnto the Lord all night.
12 And when Samuel rose early to meet Saul in the morning, it was tolde Samuel, saying, Saul came to Carmel, and behold, he set him vp a place, and is

[Saul reproued.]

gone about, and passed on, and gone downe to Gilgal.
13 And Samuel came to Saul, and Saul said vnto him, Blessed be thou of the Lord: I haue performed the commandement of the Lord.
14 And Samuel said, What meaneth then this bleating of the sheepe in mine eares, and the lowing of the oxen which I heare?
15 And Saul sayde, They haue brought them from the Amalekites: for the people spared the best of the sheepe, and of the oxen, to sacrifice vnto the Lord thy God, and the rest we haue vtterly destroyed.
16 Then Samuel sayd vnto Saul, Stay, and I will tell thee what the Lord hath said to mee this night. And he said vnto him, Say on.
17 And Samuel said, When thou wast litle in thine owne sight, wast thou not made the Head of the tribes of Israel, and the Lord anointed thee King ouer Israel?
18 And the Lord sent thee on a iourney, and said, Goe, and vtterly destroy the sinners the Amalekites, and fight against them, vntill [ Hebrew: they consume them.] they be consumed.
19 Wherefore then didst thou not obey the voice of the Lord, but didst flie vpon the spoile, and didst euill in the sight of the Lord ?
20 And Saul said vnto Samuel; Yea, I haue obeyed the voice of the Lord, and haue gone the way which the Lord sent me, and haue brought Agag the king of Amalek, and haue vtterly destroyed the Amalekites.
21 But the people tooke of the spoile, sheepe and oxen, the chiefe of the things which should haue bene vtterly destroyed, to sacrifice vnto the Lord thy God in Gilgal.
22 And Samuel saide, Hath the Lord as great delight in burnt offerings and sacrifices, as in obeying the voice of the Lord ? Behold, [ Ecc_4:17 ; Hos_6:7 ; Mat_9:13 ; Mat_12:7 .] to obey, is better then sacrifice: and to hearken, then the fat of rammes.
23 For rebellion is as the sin of [ Hebrew: diuination.] witchcraft, and stubburnnesse is as iniquitie and idolatrie: because thou hast reiected the word of the Lord, he hath also reiected thee from being king.
24 And Saul said vnto Samuel, I haue sinned: for I haue transgressed the Commandement of the Lord,

[Agag slaine.]

and thy wordes; because I feared the people, and obeyed their voice.
25 Now therefore, I pray thee, pardon my sinne, and turne againe with me, that I may worship the Lord.
26 And Samuel said vnto Saul, I will not returne with thee: for thou hast reiected the word of the Lord, and the Lord hath reiected thee from being king ouer Israel.
27 And as Samuel turned about to goe away, he laid hold vpon the skirt of his mantle, and it rent.
28 And Samuel said vnto him, The Lord hath rent the kingdome of Israel from thee this day, and hath giuen it to a neighbour of thine, that is better then thou.
29 And also the [ Or, eternitie: or, victory.] strength of Israel will not lie, nor repent: for he is not a man that he should repent.
30 Then he said, I haue sinned; yet honour me now, I pray thee, before the Elders of my people, and before Israel, and turne againe with me, that I may worship the Lord thy God.
31 So Samuel turned againe after Saul, and Saul worshipped the Lord.
32 Then said Samuel, Bring you hither to me Agag the king of the Amalekites: and Agag came vnto him delicately. And Agag said, Surely the bitternesse of death is past.
33 And Samuel said, [ Exo_17:11 ; Num_14:45 .] As thy sword hath made women childlesse, so shall thy mother bee childlesse among women. And Samuel hewed Agag in pieces before the Lord in Gilgal.
34 Then Samuel went to Ramah, and Saul went vp to his house to Gibeah of Saul.
35 And Samuel came no more to see Saul vntill the day of his death: neuerthelesse, Samuel mourned for Saul: and the Lord repented that he had made Saul king ouer Israel.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El rechazo definitivo de Saúl. El propósito del escritor en este detallado relato es confirmar la ineptitud de Saúl para gobernar a Israel, y para confirmar el rechazo de él por parte de Jehovah. Por medio de Samuel, Saúl recibió órdenes explícitas. Las cumplió en parte, pero no vio nada malo en hacer caso omiso de las demás. El v. 24 muestra que él sabía muy bien lo que estaba haciendo (y nos dice la razón por la cual lo hizo), pero dos veces mintió (13, 20), pretendiendo que creía que había cumplido las órdenes. Finalmente, se vio forzado a admitir la verdad y confesar que había pecado, y quebrantado el mandamiento de Jehovah. El resultado fue el rechazo definitivo de él por parte de Dios, y también la ruptura definitiva entre él y Samuel.

Al igual que en el cap. 13, el lector moderno puede tender a simpatizar con Saúl, no por sus mentiras, sino porque quiso salvar la vida de un hombre. Es importante, por lo tanto, saber desde el principio que Saúl no tenía ningún motivo humanitario; esa no era la cuestión. La cuestión, como la ve el autor bíblico, es si el rey de Israel estaba dispuesto o no a obedecer las instrucciones de Dios como las diera por medio del profeta. La obediencia es la virtud clave (22); pero Saúl había demostrado obstinación (23). El ganado evidentemente despertó la codicia de las tropas de Saúl y, sin duda, la de él también. Es menos claro por qué le perdonó la vida a Agag, pero es probable que Saúl haya visto en él alguna ventaja política o financiera, y esperaba poder hacer un trato con los grupos amalequitas.

Los amalequitas eran viejos enemigos de Israel (2), y toda su manera de vivir representaba una amenaza para el pueblo israelita. Tenían algunas ciudades, pero mayormente eran nómadas, atacaban brutalmente por sorpresa saqueando los cultivos y ganados, especialmente en la frontera sur de Israel. Su existencia misma era pues una amenaza permanente para Israel, y era imprescindible y justificado tomar severas medidas contra ellos. Los amalequitas eran un pueblo de pecadores (18).

El mandato de Dios de destruir completamente a los amalequitas (3) se valía de lo que en términos de la jurisprudencia se llama un bando, costumbre practicada ocasionalmente por Israel y sus vecinos. Este voto religioso de destruir totalmente no se utilizaba con frecuencia, ni siquiera en las guerras, y siempre existía una razón especial para valerse de él. Nótese qué cuidadosos debían ser los israelitas en asegurarse que otra tribu, los queneos, no se perjudicaran junto con los amalequitas (6). El hecho de que aun el ganado estaba incluido en el bando muestra que incluía un aspecto de sacrificios; en un sentido, matar a los humanos y animales era una manera de entregárselos a Dios. Debía ser eliminada la amenaza que representaba este pueblo tan pecaminoso. Ellos y todas sus pertenencias, eran, por el bando, entregados aJehovah. Cuando el bando se quebrantaba era por codicia, no por misericordia (9, 19).

El contrapunto del NT a un relato como éste es la batalla espiritual de la cual habla Pablo (Ef. 6:10-18). Pablo aconseja permanecer siempre alertas, porque la codicia, las mentiras y la desobediencia representan un peligro para el pueblo de Dios en todas las épocas.

La importancia histórica de este capítulo explica por qué Jehovah y el profeta Samuel rechazaron a Saúl. Su importancia teológica se nota especialmente en los vv. 22, 23 y 29. Los vv. 22 y 23 ponen en su justa perspectiva los valores relativos de obediencia y adoración a Dios. Es un error humano frecuente creer que Dios pasará por alto y perdonará todos los pecados de uno si uno es cuidadoso en asistir al santuario (o culto de la iglesia) y ofrecer sacrificios (o himnos de alabanza). Varios profetas del AT tuvieron que atacar este razonamiento equivocado; Amós hasta pudo describir a Dios como diciendo aborrezco y rechazo las festividades religiosas, los sacrificios y las ofrendas (Amós 5:21-24). De la misma manera, tendemos a pensar que la falsa adoración es el peor pecado que puede haber contra Dios; Samuel dijo que la desobediencia arrogante era igual de mala.

El v. 29 nos ofrece una descripción de Dios como alguien que no mentirá (¡al revés de Saúl!) ni se arrepentirá. Dios en su misericordia puede demorar el castigo, o dar oportunidades a hombres y mujeres para que cambien de idea arrepintiéndose; pero no cambia de idea respecto a sus propósitos y planes. Dios había determinado que el futuro de Israel estaría en manos de un hombre mejor, David (28). Los lectores posteriores, sin duda viviendo circunstancias muy diferentes, podían recibir consuelo y seguridad del hecho de que su Dios les hacía promesas, y que sus promesas eran absolutamente veraces y ciertas.

El capítulo termina con una nota triste: Samuel lloraba por Saúl. Y a Jehovah le pesaba. Debía proveer a Israel de un rey mejor que Saúl. El cap. 16 cuenta cómo Dios empezó el proceso de reemplazar a Saúl.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Saúl es rechazado. En este capítulo Samuel se presenta con autoridad profética, definiendo las coordenadas del capítulo: el ungido ha de estar a disposición de su Soberano, y esa misión genérica se concreta ahora en una orden específica. Desde el principio sabemos que está en juego para Saúl seguir sus propios planes políticos o aceptar sin reserva el plan de Dios. Saúl seguirá actuando como rey, pero su reino comienza a dividirse y no pasará a un sucesor de su familia. Es fácil de entender la sentencia de Samuel: «Por haber rechazado la Palabra del Señor, el Señor te rechaza» (26). Es difícil de comprender la causa de tan dura condena. ¿Es justo acabar con todo un pueblo, incluidos mujeres y niños, y esto por un crimen cometido hace siglos? Cuando las guerras son productivas, porque terminan en saqueo, porque dan mujeres y niños para el trabajo y la esclavitud, un pueblo puede sentirse tentado a declarar la guerra nada más por interés: tal guerra sería un acto de bandidaje legalizado. Cuando está prohibida toda clase de saqueo, la guerra no será tentación, solo se emprenderá en legítima defensa. Este resultado secundario de la ley del exterminio total es bueno; pero ¿justifica dicho exterminio? Y si la guerra tiene por finalidad ejecutar una sentencia, ¿por qué han de pagar justos por pecadores? Y si admitimos que accidentalmente los inocentes sufran no como culpables castigados, sino como miembros de un cuerpo social de cuya suerte participan, ¿por qué, concluida la guerra, se ha de ejecutar el exterminio total? Éste es el problema que nos plantea el presente capítulo y otros semejantes del Antiguo Testamento. A la luz de la enseñanza de Cristo, el mandato de Samuel nos desconcierta, nos repugna. Mirado como etapa superada en la historia de la revelación, todavía no acabamos de comprenderlo. Lo más que se nos ocurre es esto: el Señor elige un pueblo, con sus costumbres e instituciones, para conducirlo lentamente a niveles más altos y puros. El Señor de la vida, que no anula sin más la mortalidad infantil, que castiga a los padres en los hijos hasta la cuarta generación, que no impide los accidentes mortales ni las catástrofes naturales, acepta provisoriamente una institución guerrera que causa la muerte de inocentes. El autor sagrado transforma esa aceptación genérica en un mandato concreto y formal al contar la historia. Por lo demás, que Saúl no acabó con los amalecitas lo demuestra su presencia en tiempos posteriores: 27,8; 30,2 (cfr. 1Cr_4:43); aunque sí es cierto que Amalec desaparece como pueblo autónomo. Pero no intentemos disimular el estupor ni reprimir la protesta.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*13-16 Estos capítulos presentan el declinar del primer rey y la aparición del segundo. Saúl perdió el protagonismo de las luchas con los filisteos, que fue a parar a manos de su hijo Jonatán. Y, en cuanto al comportamiento religioso que lo llevó a ser abandonado por Dios, se le imputó la falta de haber ofrecido el sacrificio en ausencia de Samuel (1Sa 13:1-23), sobrepasar sus atribuciones obligando al ayuno y promoviendo la erección de altares (1Sa 14:1-52), y de no entregar al anatema las vidas y bienes de una ciudad (1Sa 15:1-35). David, en cambio, fue distinguido por la mirada de Dios y contó con su compañía (1Sa 16:1-23).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. Ver nota Exo_17:8.

22-23. Ver Isa_1:11; Ose_6:6; Amo_5:22; Mat_9:13.

26-28. Ver 13. 13-14.

29. Este versículo parece ser una aclaración añadida posteriormente, para evitar que el lector se forme una idea demasiado antropomórfica de Dios, llamado aquí el "Esplendor de Israel". Ver Num_23:19.

Torres Amat (1825)



[2] No sólo los amalecitas habían rehusado el paso de los israelitas al venir de Egipto, sino que habían asesinado a los que medio muertos de hambre y de cansancio se habían quedado detrás del ejército. Atacaron a los israelitas en el desierto, en tiempo de los Jueces y no cesaron después los ataques. Deut 25, 18; Num 14, 45; Jue 3, 13; 6, 3-33.

[3] Saúl no ignoraba que Dios le había mandado con el profeta Samuel destruir por entero a los amalecitas. La guerra de exterminio es considerada una empresa sagrada.

[6] Descendientes de Jetro, suegro de Moisés.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 15.3 Destrúyelos: El verbo hebreo se refiere propiamente a la acción de consagrar a Dios, por medio del exterminio completo, las personas, animales y objetos obtenidos como botín de guerra. Esta práctica se conoce con el nombre de herem.

[2] 15.22 Sal 40.6; Pr 21.3; Os 6.6; Am 5.22-24.