Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Guerra contra Amalee (15:1-9).
1
Samuel dijo a Saúl: A mí me envió Yahvé para que te ungiera rey de su pueblo, Israel. Escucha, pues, ahora lo que te dice Yahvé: 2
Así habla Yahvé Sebaot: Tengo presente lo que hizo Amalee contra Israel cuando le cerró el camino a su salida de Egipto. Ve, pues, ahora y castiga a Amalee, 3
y da al anatema cuanto es suyo. No perdones: mata a hombres, mujeres y niños, aun los de pecho; bueyes y ovejas, camellos y asnos. 4
Dio, pues, Saúl la orden al pueblo y lo congregó en Telam. Contó doscientos mil infantes y diez mil hombres de Judá. 5
Avanzó Saúl hasta las ciudades de Amalee y puso una emboscada en el torrente; 6
y dijo a los quíneos: Id, retiraos, salid de en medio de Amalee, no sea que os veáis envueltos con él; pues vosotros tratasteis con benevolencia a los hijos de Israel cuando subían de Egipto. Retiráronse, pues, de Amalee los quíneos. 7
Saúl batió a Amalee desde E vila hasta Sur, frente a Egipto. 8
Cogió vivo a Agag, rey de Amalee, y dio al anatema a todo el pueblo, pasándolo a filo de espada. 9
Pero Saúl y el pueblo dejaron con vida a Agag y las mejores ovejas y los mejores bueyes, los más gordos y cebados, y los corderos, no dándolos al anatema, y destruyendo solamente lo malo y sin valor.
Los datos sobre esta campaña contra Amalee son imprecisos; la sección sirve de preámbulo a la escena entre Samuel y Saúl, que culminó en el v.28 con el repudio de Saúl como rey de Israel. Existen dos clases de
herem: el de consagración, cuando un objeto o persona se consagran a Dios de manera irrevocable, sustrayéndolos a todo uso profano (
Lev_27:28;
Miq_4:13). En el
herem de
maldición, la persona o cosa es destruida con el fin de honrar la santidad de Dios y su justicia. De Amalee dijo Dios (
Lev_17:14): Borraré la memoria de Amalee de debajo del cielo. l
Estas palabras debían cumplirse mediante la acción de Saúl. Este congregó al pueblo en Telam, lugar que corresponde a
Telera (
Jos_15:24), que algunos identifican con
Jirbet Umm es-Salafe, a ocho kilómetros al sur de Kurnub. Las cifras de los combatientes son evidentemente exageradas. De la ciudad a que alude el texto nada sabemos. La derrota de los amalecitas fue completa. Su rey Agag cayó vivo en manos de los israelitas, perdonándosele la vida para reclamar por su rescate una cuantiosa suma. También se apoderaron los judíos de los animales que presentaban mejor estampa. Con este proceder se opuso Saúl a las leyes del anatema, que señalaban la destrucción total de los amalecitas y de cuanto les pertenecía. El motivo de la transgresión consiste en haber elegido, oyendo la voz de su pueblo, una manera de honrar a Dios que no se armonizaba con la que le había señalado Samuel.
Buscó él un compromiso entre la obediencia a Yahvé y el deseo de satisfacer al pueblo; pero con esta política pendular de querer congraciarse con uno y con otro
se atrajo la enemistad de Dios, que se alejó de él a causa de su desobediencia.
Saúl, rechazado por Dios (Jos_15:10-23).
10
Yahvé dirigió a Samuel su palabra, diciendo: 11
Estoy arrepentido de haber hecho rey a Saúl, pues se aparta de mí y no hace lo que digo. Samuel se entristeció y estuvo clamando a Yahvé toda la noche; 12
y levantándose de mañana para ir al encuentro de Saúl, supo que había ido al Carmelo, donde se había alzado un monumento, y de vuelta, pasando más allá, había bajado a Gálgala. 13
Dirigióse, pues, a donde estaba Saúl, y le dijo Saúl: Bendito seas de Yahvé. He cumplido la orden de Yahvé. 14
Samuel le contestó: ¿Qué es entonces ese balar de ovejas que llega a mis oídos y ese mugir de bueyes que oigo? 15
Saúl respondió: Los han traído de Amalee, pues el pueblo ha reservado las mejores ovejas y los mejores bueyes para los sacrificios de Yahvé, tu Dios; el resto ha sido dado al anatema. 16
Samuel dijo entonces a Saúl: Basta; voy a darte a conocer lo que Yahvé me ha dicho esta noche. Saúl le dijo: Habla. 17
Samuel dijo: ¿No es verdad que, hallándote tú pequeño a tus propios ojos, has venido a ser el jefe de las tribus de Israel y te ha ungido Yahvé rey sobre Israel? 18
Yahvé te dio una misión, diciéndote: Ve y da al anatema a esos pecadores de Amalee y combátelos hasta exterminarlos. 19
¿Por qué no has obedecido al mandato de Yahvé y te has echado sobre el botín, haciendo mal a los ojos de Yahvé? 20
Saúl contestó a Samuel: Yo he obedecido el mandato de Yahvé y he seguido el camino que me ordenó Yahvé: he destruido a los amalecitas y he traído a Agag, rey de Amalee. 21
El pueblo ha tomado del botín esas ovejas y esos bueyes, como primicias de lo dado al anatema, para sacrificarlos a Yahvé, su Dios, en Gálgala. 22
Pero Samuel repuso: ¿No quiere mejor Yahvé la obediencia a sus mandatos que no los holocaustos y las víctimas? Mejor es la obediencia que las víctimas. Y mejor escuchar que ofrecer el sebo de los carneros. 23
Tan pecado es la rebelión como la superstición, y la resistencia como la idolatría. Pues que tú has rechazado el mandato de Yahvé, él te rechaza también a ti como rey. La gravedad de la falta de Saúl hace que el autor sagrado ponga en boca de Dios la expresión que pronunció con ocasión del diluvio:
Estoy arrepentido de haber hecho rey a Saúl (
Gen_6:6); antropopatismo, figura retórica por la que se aplican a Dios los sentimientos de los hombres. Eligió Dios a Saúl,
pero éste se hizo indigno de esta gracia; el cambio de conducta por parte de Saúl
determinó que Dios se portara con él de manera distinta que hasta ahora. No sabemos cuándo Samuel recibió esta confidencia divina; acaso de noche, como en su niñez (
Gen_3:4).
La gran victoria hizo concebir la idea de levantar un monumento conmemorativo en el Carmelo, lugar que corresponde al actual
el-Kurmul, a doce kilómetros al sur de Hebrón (
Jos_15:55), a cuya inauguración fue invitado el rey. El texto hebreo dice que se erigió
iad una mano, para significar un monumento igual al de las estelas púnicas, en las que la mano protege al muerto e indica al viandante el lugar donde descansa (
2Sa_18:18;
Isa_55:5). Acaso se trata de un monumento funerario en memoria de los caídos en la lucha. Debía tratarse de una tosca piedra erigida en forma de menhir, o de una losa con una inscripción.
Regresó Saúl del Carmelo. En el v.13, los LXX han completado el original hebraico. Samuel traía para Saúl un anuncio inesperado que ahogaría en el rey el alborozo del triunfo alcanzado sobre los amalecitas. El balido de las ovejas, el mugir de los bueyes, dieron pie a que Samuel preguntara por la procedencia de aquellos animales. Saúl, inocentemente, creyendo que con aquellos sacrificios agradaba a Dios, le respondió que lo mejor se había reservado para quemarlo en holocausto en honor de Yahvé. Pero no era ésta la orden que le había intimado Samuel, ni era este
herem el que debía poner en práctica, sino el anatema de la destrucción, de execración. Trató Saúl de justificar su conducta, pero le atajó Samuel diciéndole que su deber era obedecer. Bien están los sacrificios a su tiempo y con las víctimas apropiadas; pero en esta circunstancia, más que sacrificios, quería Dios que se hiciera su voluntad. La oferta de un sacrificio, dice De Vaux, hecha en contra del querer divino, equivale a un rito idolátrico, al que en nuestro texto se alude con la mención de la superstición de los
terafim, dioses a los cuales se confiaba la custodia de las casas (
Isa_19:13;
Gen_31:19-30). Por haber desobedecido a Yahvé, a quien Saúl debía el reino, Dios le rechaza como rey.
Saúl implora el perdón (Gen_15:24-31).
24
Dijo entonces Saúl a Samuel: He pecado traspasando el mandamiento de Yahvé y tus palabras; temí al pueblo y le escuché. Perdona, pues, te ruego, mi pecado, 25
y vuélvete conmigo para adorar a Yahvé. 26
Samuel le contestó: No me volveré contigo, porque tú rechazaste el mandato de Yahvé, y Yahvé te rechaza a ti para que no reines en Israel. 27
Volvióse Samuel para irse, pero Saúl le cogió por la orla del manto, que se rompió; 28
y le dijo Samuel: Hoy ha roto Yahvé de sobre ti el reino para entregárselo a otro mejor que tú; 29
y el Esplendor de Israel no se doblegará, no se arrepentirá, pues no es un hombre para que se arrepienta. 30
Saúl dijo: He pecado; pero hónrame ahora, te lo ruego, en presencia de los ancianos de mi pueblo y en presencia de Israel, y ven conmigo a adorar a Yahvé, tu Dios. 31
Volvióse Samuel y siguió a Saúl, y éste adoró a Yahvé.
Quizá el arrepentimiento de Saúl nacía más del temor de perder el reino que del dolor de haber ofendido a Dios. Trató Saúl de quitar importancia al incidente, rogando a Samuel que no le abandonase. Samuel rechaza tal propuesta, basándose en que por su pecado se han roto las relaciones amistosas que le unían con Dios.
Samuel, que en su calidad de profeta es el mensajero y el instrumento de que se sirve Dios, no puede, por lo mismo, continuar sus relaciones amistosas con Saúl, poniéndose de su parte en contra del proceder divino. Al marcharse Samuel, corrió Saúl detrás de él con ánimo de retenerle y ganarlo a su causa; en el paroxismo del dolor y ante el porvenir sombrío que se abría ante él, agarró a Samuel del manto, que cedió, rompiéndose. Esta escena dramática se desarrolló en la intimidad de un rey y de un profeta de Yahvé. Ante la actitud firme de Samuel, le pidió Saúl que no hiciera pública la reprobación merecida por su pecado, rogándole que se comportara con él externamente como si nada hubiera ocurrido. Accedió a ello Samuel; de cara al público no sufrió menoscabo, momentáneamente, la dignidad real que ostentaba Saúl.
Muerte de Agag (15:32-35).
32
Samuel dijo: Traedme a Agag, rey de Amalee; y Agag se acercó a él, temblando, y dijo: ¡Qué amarga es la muerte! 33
Samuel repuso: Así como a tantas madres privó tu espada de hijos, así será entre las mujeres tu madre privada de su hijo. Y destrozó a Agag ante Yahvé, en Gálgala. 34
Partióse Samuel para Rama, y Saúl subió a su casa de Gueba de Saúl. 35
No volvió Samuel a ver a Saúl hasta el día de su muerte, pero se lamentaba por Saúl de que se hubiera Yahvé arrepentido de haberle hecho rey de Israel.
Agag había sobrevivido al desastre de su pueblo en contra del mandato divino. Al verse ante Samuel, lanzó esta bravata: Ahora sí que el amargor de la muerte se ha alejado. Esta lección del texto masorético nos parece la más acertada, por expresar el estado de ánimo de Agag, que, entre burlón y ufano, expresa su satisfacción de poder morir en manos de un profeta y no en manos de cualquiera. A Agag se le aplica la pena del talión: por haber privado a tantas madres de sus hijos, así es descuartizado (
waishassef, de
shassaf; Vulgata: Frusta concidit eum Samuel; LXX:
lo degolló)
él. Su muerte tuvo lugar ante Yahvé, pero no fue un sacrificio humano, sino el cumplimiento de un anatema. Saúl marchó a Gueba, y Samuel a Rama. Según 19,22-24, volvió Saúl a encontrarse con Samuel. Amaba Samuel a Saúl; pero antes debíase a Dios que al rey.
1 Fernández, El herem bíblico: ? 6
(1924) 5-25.
2 SAMtmt 1'5