Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Derrota y muerte de Saúl (31:1-13).
1
Libraron batalla los filisteos, y los hijos de Israel se pusieron en fuga ante los filisteos, y cayeron muchos en los montes de Gelboé, 2
Los filisteos se pusieron a perseguir a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Melquisúa, hijos de Saúl. 3
El peso de la batalla cargó principalmente sobre Saúl. Habiéndole descubierto los arqueros, le hirieron en las caderas, 4
y dijo a su escudero: Saca tu espada y traspásame, no me hieran esos incircuncisos y me afrenten. El escudero no obedeció, por el gran temor que tenía; y tomando Saúl su propia espada, se echó sobre la punta de ella. 5
El escudero, viéndole muerto, se arrojó igualmente sobre la suya, y murió con él. 6
Así murieron aquel día juntos Saúl y sus tres hijos y su escudero. 7
Los de Israel, que estaban en las ciudades del lado de acá del Jordán, viendo huir a los hijos de Israel y sabiendo que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades para emprender también la fuga, y, viniendo los filisteos, las ocuparon. 8
Al día siguiente vinieron los filisteos para despojar a los muertos, y hallaron a Saúl y a sus tres hijos que yacían sobre los montes de Gelboé. 9
Cortaron la cabeza de Saúl y se apoderaron de sus armas, e hicieron publicar esta buena noticia por toda la tierra de los filisteos, en los templos de sus ídolos y entre el pueblo. 10
Las armas de Saúl las depositaron en el templo de Astarté, y su cuerpo lo colgaron de las murallas de Betsán. 11
Los habitantes de Jabes Galaad, habiendo sabido lo que los filisteos habían hecho con Saúl,12
reunieron a los más valientes, y, después de marchar durante toda la noche, llegaron hasta Betsán, y, tomaron de sus murallas el cadáver de Saúl y los de sus hijos, se volvieron con ellos a Jabes, donde los quemaron. 13
Tomaron sus huesos y los sepultaron bajo el terebinto de Jabes, y ayunaron siete días.
Mientras David combatía victoriosamente en el sur de Palestina contra los pueblos meridionales que molestaban a Judá, en los montes de Gelboé, abandonado de Dios y de los suyos, caía el rey de Israel, Saúl. Ninguna culpa tuvo David en este hecho doloroso; entre los teatros de guerra de uno y otro mediaban más de un centenar de kilómetros.
Los filisteos concentraron sus tropas en los alrededores de Su-nam, amparados en la retaguardia por las pendientes del monte Nebí
Dahi. Entre ellos y el ejército israelí se extendía el valle de Jezrael. Tan pronto como los dos ejércitos vinieron a las manos, vióse la superioridad de los filisteos, que persiguieron a placer a los israelitas, que huían a la desbandada. En la refriega cayeron los tres hijos de Saúl: Jonatán, Abinadab (
1Cr_8:33;
1Cr_9:39), quizá el mismo que en 14:49 es llamado Isví, y Melquisúa (14:,49). Las huestes filisteas dirigieron sus ataques preferentemente hacia el lugar donde ellos barruntaron que estaba Saúl, con ánimo de apoderarse de él. Dice el texto hebraico que, al darse cuenta Saúl de que había sido reconocido por los arqueros (
morim)
, temió mucho (
wayyahel)
de caer vivo en sus manos. El texto griego, seguido por la Vulgata, interpreta el mencionado verbo como forma nifa.1 del verbo
halal, traduciendo: fue herido entre las costillas y la cadera (
motnaim).
Viéndose acorralado por los enemigos y ante el temor de caer vivo en sus manos y convertirse en objeto de burla, mandó a su escudero que desenvainara su espada y le traspasase (
daqreni: hiéreme). Al negarse, por el respeto que sentía por el ungido del Señor (26:9), tomó Saúl su espada y se echó sobre ella, ejemplo que fue imitado por su escudero.
En el campo de batalla murió el primer rey de Israel. El pueblo había pedido un rey que le acaudillase en las guerras contra los pueblos enemigos de los alrededores, amonitas (11:1-7) Y filisteos (13:1-7). No defraudó Saúl las esperanzas que el pueblo había cifrado en él, ya que vengó los ultrajes que los pueblos vecinos habían inferido a Israel y rechazó todos cuantos ataques emprendieron contra él. Pero el reinado de Saúl no tuvo la universalidad que alcanzó el de David y, más particularmente, el de Salomón, Estrictamente hablando, el poder de Saúl se apoyaba en la tribu de Benjamín y se extendía a la montaña de Efraím. Fue Saúl como un anillo de transición entre los jueces y la monarquía propiamente dicha. No todas las tribus se sintieron ligadas con él ni con el deber de someterse a su hegemonía.
En las páginas que preceden hemos podido admirar las virtudes de Saúl y lamentar los defectos que le afearon. En los primeros días de su reinado mostróse inteligente, tenaz, dócil a las directrices de Samuel; pero pronto olvidó que su cetro y su corona los había recibido de Dios, del cual era un simple mandatario, un representante suyo sobre la tierra, y al cual tenía obligación grave de obedecer.
Por orgullo, debilidad y condescendencia llegó a independizarse a veces de las obligaciones contraídas para con Dios, haciendo caso omiso de los mensajes y oráculos que Samuel en su nombre le retransmitía. De ahí que
el espíritu de Dios se apartara de él y fijara su atención en otro mejor que Saúl.
A los pecados de desobediencia que cometió a lo largo de su vida cabe añadir los que precedieron inmediatamente a su muerte. Al no responder el cielo a sus preguntas, comete el error de consultar a los nigromantes y adivinos; en el trance de caer en manos del enemigo puede más el honor personal que el deber de no atentar contra su propia vida . De ahí que murió Saúl porque se había hecho culpable de infidelidad hacia Yahvé, cuyas palabras no guardó, y por haber preguntado y consultado a los evocadores de los muertos. No obedeció a Yahvé, y Yahvé le mató, y transfirió el reino a David, hijo de Isaí (
1Cr_10:13). Samuel, evocado por la pitonisa de Endor, le dice que porque no obedeciste a Yahvé y no trataste a Amalee según el ardor de su cólera (de Dios), por eso Yahvé hace eso contigo (
1Cr_28:18).
La desobediencia fue el pecado capital de Saúl y el que provocó su ruina.
De su reinado
apenas recibió Israel herencia alguna de las que suelen dejar los grandes reyes al morir, ya que a su muerte no existía dinastía estable, ni capital del reino, ni fronteras definidas, ni religión próspera, ni fondos económicos, ni ejército bien equipado. Al contrario,
por los celos que le dominaron, pasó sus últimos años en perseguir al que creía rival suyo, persiguiendo a un perro muerto y a una pulga (
1Cr_24:15) en vez de entregarse a la
estructuración de la nación. Toda la inmensa tarea de unificación y engrandecimiento del pueblo será obra de sus sucesores en el trono (Desnoyers, Lc.,
1Cr_11:138-141)·
Como hizo David en otro tiempo con Goliat (
1Cr_17:51), cortaron los filisteos la cabeza de Saúl y se apoderaron de sus armas, paseándolas en trofeo por todo el país y anunciando a sus ídolos y pueblo la buena nueva de la muerte del rey de Israel. Otros interpretan el texto tal como aparece en la traducción: e hicieron publicar esta buena noticia. No cabe duda que las armas, y quizá también la cabeza, constituían el mensaje más elocuente de la gran victoria. Terminada la gira macabra, los filisteos colgaron la cabeza de Saúl en el templo de Dagón (
1Cr_10:10), y las armas las depositaron en el de Astarté. Creen algunos exegetas que la cabeza y las armas fueron depositadas en un templo de Betsán (
Jos_17:11-16;
Jue_1:27), que identifican con el templo al dios Dagón, encontrado en el quinto estrato en las excavaciones practicadas en Betsán por los americanos a partir del año 1921 2. Muchos antiguos y modernos se inclinan por la hipótesis de que aquel trofeo fue depositado en un templo de los muchos que existían en tierra de filisteos (
Jue_5:2;
Jue_21:10), probablemente en Ascalón, donde Astarté era venerada como la gran diosa. Era Astarté la paredra de Baal (
Jue_7:3-4;
Jue_12:10). Esta última parece ser la hipótesis que más se ajusta al texto y a la historia profana.
Los habitantes de Jabes Galaad recordaban la ayuda eficaz que les prestó en otro tiempo Saúl, libertándolos de los amonitas (v, 1ss), y, por lo mismo, emprendieron la hazaña de apoderarse de su cadáver, que colgaba de las murallas de Betsán, e incinerarlo. En ninguna otra parte de la Biblia se habla de la
incineración de los cadáveres, costumbre que repugnaba a los hebreos (
Amo_2:1), y que solamente se aplicaba
al cadáver de los grandes pecadores (
Lev_20:14). El autor de
1Cr_10:12 ha omitido esta circunstancia.
Era un acto de misericordia sepultar a los muertos, ya que las almas no encontraban reposo mientras el cadáver permanecía insepulto. También puede entenderse el texto de que solamente las carnes, por su avanzado estado de putrefacción, fueron quemadas, en tanto que los huesos fueron enterrados bajo el terebinto (
1Cr_10:12) o tamarindo de Jabes, desde donde se trasladaron más tarde al sepulcro de familia (
2Sa_21:12-14). En señal de duelo, los de Jabes ayunaron siete días (
2Sa_1:12;
2Sa_3:15;
Gen_50:10; Ecli 22:12-13)·
En el campo del honor cayó el primer rey de Israel; bajó al sepulcro por haber Dios abreviado sus días a causa de sus pecados. 1. Heidet, Le voyage de Saúl a la recherche des anesses de son pére: ? 2 (1921) 363-368.
2 A. Fernández, 1 Sam 1-15. Crítica textual (Roma 1917) 57·
3 J. Van Der Ploeg, Les chefs du peuple d'Israel el leurs nnms: RB 57 (1950) 40-61; ídem, Les nobles israélites: Oudtestamentische Studien, 9 (1951) 49-64; A. Alt, Die Staatenbilung der Israeliten in Palastina (Leipzig 1930) 29.
2 P. H. H. Boer, Vive le tou? : VT 1 (1955) 225-231.
2 G. Lombardi, Alcune questioni di topografía in 1 Sam 13-14; 1-15: Líber Annuus 9 (1959) 269.
3 W. F. Albright: Basor 68 (1931) 9.
1 Fernández, Problemas de topografía palestinense (Barcelona 1936) 133·
2 Consúltese eí estudio topográfico de 1 Sam 0.13-14:1-15 de G. Lombardi, l.c., 521-282.
1 Fernández, El herem bíblico: ? 6
(1924) 5-25.
1 Histoire II 77 Not.I.
1 R. De Vaux, Les Combáis Singuliers Dans Vancien Testament: B 40 (1960) 497-498.
1 F. Stummer, Einige Beobachtungen über die Arbeitsweise des Hieronymus bei der Uberxtzung des Alten Testaments aus der Hebraica Ventas; ? ?? (1929) 9-10.
1 A. Gelin,
Le passage de la polygamie a la monogamie: Jvlélanges Podechard (Lyón 1945) 135-146.
1 A. Gelin,
Le passage de la polygamie a la monogamie: Jvlélanges Podechard (Lyón 1945) 135-146.
1 A. George, Pautes
contre Yahvé dans les Livres de Samuel: RB 53 (1946) 161-184.
I áamuffl, 31 28.
2
Barrois, A.,
Beisan: DBS; Alan-Rowe,
Bet-Shan (Londres 1930); Leimbach, me Diebelle.