Ver contexto
Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, abrazando la palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones. (I Tesalonicenses 1, 6) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 1

Introducción

COMUNIDADES EN PELIGRO

1. ¿A quién escribía el apóstol Pablo la primera carta a los tesalonicenses? A una comunidad de la diáspora, que es aún inestable, que está asediada y en peligro; a la comunidad de Tesalónica (la actual Salónica, en Macedonia), hacia el otoño del año 51 después de Cristo. Nuestra carta es una carta apostólica; come tal, tiene algo importante que decir a toda la Iglesia y a la vida eclesial de todos los tiempos; es palabra de Dios dirigida especialmente a aquellas comunidades cristianas que tienen que vivir en medio de un ambiente no cristiano. La Iglesia primitiva estaba constituida por pequeñas comunidades fraternas, rodeadas de un ambiente pagano y esparcidas por todo d mundo, entre todos los pueblos y naciones, sin poder externo, pobres y débiles, pero llenas, interiormente, de esplendor. A estas comunidades, del pasado, del presente y del futuro, tiene algo que decirles nuestra carta: va dirigida a cristianos que viven en situación precaria, a una comunidad que (a) por ser de reciente fundación es aún pequeña e inestable, que (b) está en peligro, porque está rodeada de un ambiente adverso y que (c) padece persecución y sufre tribulación a causa de su fe.

a) La comunidad de Tesalónica era una comunidad pequeña y aún inestable, fundada pocos meses antes (tal vez en la primavera del año 51). Unos quince años después de su vocación a las puertas de Damasco (hacia el año 34), Pablo, junto con Silvano y Timoteo, se había puesto en camino para realizar un avance decidido en terreno pagano y organizar -después de Jerusalén y Antioquía- un tercer círculo misionero en la parte europea del Asia Menor, del que éfeso sería más tarde el centro (,22). Procedente de Filipos, Pablo y Silvano, con su ayudante, Timoteo, habían puesto en Tesalónica los cimientos de una comunidad: unos pocos judíos y una gran multitud de paganos que, «temerosos de Dios», acostumbraban a frecuentar la sinagoga (Act_17:2 ss), habían venido a la fe (Act_1:6 ss) y se habían convertido (Act_1:9). Pero le faltaba a la comunidad aquello de que carecen tan a menudo nuestras comunidades de la diáspora: una instrucción fundamental y constructiva, una catequesis dirigida a aquellos que están en camino hacia una fe consciente y personalizada. Hay que completar la conversión y robustecerla con una pastoral adecuada. Pero el trabajo pastoral de Pablo y Silvano se vio interrumpido bruscamente (cf. 2,7-12), porque los judíos que no se habían convertido consiguieron movilizar contra los dos misioneros al pueblo y a las autoridades de la ciudad. Tuvieron que abandonar la ciudad por la noche (Act_17:5-10) y hasta el momento no habían encontrado ocasión de volver allá (Act_2:18; Act_3:6). Por eso está Pablo seriamente preocupado por la comunidad; teme incluso que la comunidad se haya ido a pique durante los meses transcurridos desde su partida (Act_3:5-8).

La preocupación por la comunidad atenazaba a Pablo de tal forma que no podía ya más (Act_3:1); vivir bajo el peso de esa preocupación no era vida (Act_3:8). Pablo sabe a cuántas deficiencias hay que acudir en los cristianos recién ganados (Act_3:10) y cuán necesitada está de fortalecimiento (Act_3:2.13) y de la gracia de la perseverancia (Act_5:23 s) la fe recién adquirida. Por ello, escribe su carta, lleno de preocupación pastoral, a una comunidad incipiente e inestable.

b) Los avatares de la época lanzaban a los hombres de un lado para otro. Un comercio a escala mundial y una extraña inquietud contribuían a hacer de los hombres seres vagabundos y desenraizados. Así sucedió que, pronto, en ciudades pequeñas y grandes, surgieron pequeñas comunidades cristianas inmersas en un ambiente pagano. Pero los hombres que «no conocen a Dios» (4,5) viven necesariamente según leyes vitales diversas de aquellas que guían a los cristianos, que se han convertido a Dios, «abandonando los ídolos para servir al Dios viviente y verdadero» (1,9). La exigencia fundamental que se impone a un cristiano recién convertido y rodeado de un ambiente pagano es ésta: ser diverso. Pablo sabe que el cristiano, después de su conversión y del bautismo, sigue estando en peligro. Si se le deja sin ayuda corre el peligro de recaer en su vida anterior a la conversión, en las costumbres de su ambiente. Necesita que el Señor le conforte (3,12s) y que Dios le custodie (5,23s), para no sucumbir ante tales pruebas. Pablo es plenamente consciente de que los vicios característicos del antiguo paganismo: lujuria e injusticia, siguen constituyendo, para los cristianos recién convertidos, un peligro del que hay que avisarles (4,3-8). El ambiente circundante puede adormecer de tal modo la conciencia cristiana, que lleguen a considerarse el sexto y el séptimo mandamientos como algo que ya no obliga (4,8); incluso los principios fundamentales pueden llegar a vacilar. Pablo aprovecha la ocasión que se le ofrece para advertir de este peligro.

En Tesalónica había también hermanos perezosos que preferían andar todo el día merodeando por la plaza, discutiendo, antes que ocuparse de mantener en orden su vida personal y familiar (4,11s; 2Th_3:6-15). Hay en la comunidad individuos «inquietos» (2Th_5:14), a los que hay que amonestar continuamente; hay también hermanos «débiles» (2Th_5:14), a quienes hay que instruir y ayudar sin cesar; «tímidos» (2Th_5:14) y «tristes» (2Th_4:13; cf. 4,18; 5,11), a quienes es necesario dar ánimos. Pablo tiene en cuenta la envidia (5,12), el mal y las rivalidades (5,15), las imperfecciones en el amor (3,12). Sabe que una comunidad de la diáspora tiene deficiencias morales (3,10) y aún no ha llegado a la plenitud (3,12; 4,10; 5,23). Los cristianos siguen siendo hombres, y los cristianos que viven en la diáspora son frágiles. No hemos de idealizar la comunidad de Tesalónica, si queremos entender las exhortaciones de Pablo. Los cristianos de Tesalónica se parecen a nosotros en más de un aspecto: en su fragilidad, en sus debilidades y en el peligro que corren.

c) Pablo sabe además que la comunidad padece tribulación y está perseguida. Este fue su destino desde el principio (1,6; cf. Act_17:5-10) y tenía que seguir siendo así después de la huida de los misioneros (Act_2:14; 2Th_1:4). ése es el destino de la Iglesia en este mundo, desde el principio (2Th_2:14). Pablo ve en esos aprietos la voluntad de Dios. Es la suerte de los cristianos en el tiempo final, en los últimos días (3,3s). Tras todos estos ataques está Satán; el es su verdadera causa (3,5; cf. 2,18). Por eso son tan peligrosos y por eso hay que preocuparse por la firmeza de la comunidad (3,5.8), para que sea sostenida (3,13) y custodiada (5,23). Estos ataques pueden constituir una auténtica tentación para la comunidad (3,5). Una comunidad en apuros está en grave peligro.

2. ¿Quién puede ayudar a una comunidad de la diáspora, inestable, en peligro y en tribulación, sin pastor? Del único de quien Pablo espera ayuda para que la comunidad permanezca firme en la fe es de Dios, que llevará a la plenitud la obra (5,24) que comenzó cuando los llamó al estado de cristianos (1,4; 4,7; 5.24); de Dios (4,9) y de Cristo, que hará que el amor fraterno crezca en el seno de la comunidad (3,12s), y también del Espíritu Santo, que mantiene viva la esperanza en la comunidad (5,19 ss) y obra la santificación (4,8; 5,23; 2Th_2:13). La gracia que Dios derrama en la comunidad puede resumirse en esto: fe, amor, esperanza; esto es lo que puede mantener en vida a una comunidad pobre, en peligro y atribulada (2Th_1:3; 2Th_5:8, cf. 3,6). Pablo, como pastor de almas, atiende a aquello que constituye la esencia de la comunidad; pone de relieve lo más importante.

a) Ser cristiano es, en pocas palabras, «tener fe» (cf. 3,5.7s.10). Cuando se enumeran los rasgos distintivos de una comunidad, hay que poner siempre en primer lugar la fe (1,3; 3,6). ¿Cómo es esa fe, que es capaz de suponer todas las contrariedades y de convertir en firme (cf. 3,8) a una comunidad débil?

La fe a que se refiere Pablo incluye en sí la conversión, abandonar los ídolos y convertirse a Dios (1,9). Nadie es cristiano en sentido pleno si no se vuelve hacia Dios con fe y se aparta del pecado. «El que creyere y se bautizare se salvará», dice el Resucitado (Mar_16:16). Y Pedro, en el primer sermón de pentecostés, dice lo mismo: «Convertíos y que cada uno de vosotros sea bautizado en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Act_2:38). Esa fe, que incluye una auténtica conversión, toma, al pasar a la vida, la forma de servicio; la conversión se concreta en un servicio a Dios (Act_1:9), que abarca toda la vida. Esto se debe, en último término, a que la fe, cuando llega a su plenitud, incluye ya el amor. Por eso se la puede equiparar casi con el amor (Act_3:10 y 3,12) y por eso se nombra siempre a ambos íntimamente unidos (3,6). Esa es la razón por la cual una fe impregnada de amor es como una «coraza» (5,8).

La fe a que se refiere Pablo es una fe ágil, siempre activa (1,3). Es una fe que es don del Espíritu de Dios, es una fe de carácter pneumático (1Co_12:9). La fe animada por el Espíritu puede mover montañas (1Co_13:2) y hace posible lo imposible: «A los que creyeren, acompañarán estos milagros: en mi nombre lanzarán los demonios, hablarán nuevas lenguas, podrán tocar las serpientes y si algo venenoso bebieren no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos y quedarán curados» (Mar_16:17 s), la fe de la que habla Pablo se manifiesta en servicios espirituales (Mar_5:9-22). Es una fe «fervorosa de Espíritu» (Rom_12:11). Esa fe, que se hace servicio, edifica la comunidad (cf. 5,12s) y supera todos los obstáculos. Se llega a esa fe por el «poder del Espíritu Santo y convicción profunda» (1,5). Es una fe decidida y llena de la «alegría del Espíritu Santo» (1,6); de esa alegría brota, sin cesar, un himno proselitista.

El medio más eficaz de que dispone la fe es la palabra espiritual. Esa palabra, impregnada del Espíritu (1,5; 2,1), puede despertar la fe y contribuir a edificar la comunidad (2,7-12; 3,10; 5,12s). Gracias a su fuerza interior produce su efecto en los corazones de los fieles (2,13a). Da fuerza a los débiles y a los vacilantes (3,2; 5,14); anima a los tímidos (3,2; 4,18; 5,11.14). No hay nada mejor que la palabra de la fe, que es eficaz en el Espíritu, para dar apoyo y firmeza a los débiles y a las comunidades que están en peligro.

Si observamos lo que sucede a Pablo, caeremos en la cuenta de que la fe viva es clarividente. Pablo ve todas las cosas y todos los acontecimientos a la luz de la fe. Bajo esta luz aparece la gloria que rodea incluso a las comunidades más pobres de la diáspora, que están «en Dios Padre y en el señor Jesucristo» y representan a la Iglesia, el pueblo elegido de Dios del final de los tiempos (1,1). La fe sabe mirar tras la pantalla; no deja que las pequeñeces y las debilidades le oculten la vista de la gloria de las obras de Dios. Con la mirada de la fe uno ve a sus hermanos como amados por Dios, elegidos (1,4) y llamados (2,12; 5,24). Bajo el sol brillante de la mirada de la fe desaparece el desaliento, que sólo es capaz de prestar atención a las propias miserias. Esa mirada descubre también la lucha entre Dios y Satán. Quien no ve que Satán es quien está tras todas las persecuciones es necio y no entiende bien las cosas (2,18; 3,5). Pero la fe sabe que Dios es más poderoso que Satán (3,11) y su anticristo (2Th_2:3.8); la fe se da cuenta de que Dios, Cristo, el Espíritu Santo, actúan en el seno de la comunidad. Dios es quien ha elegido a los creyentes desde toda la eternidad (2Th_1:4) y los ha llamado al estado de cristianos (2Th_1:4; 2Th_4:7; 2Th_5:24), quien los llama a su reino esplendoroso (2Th_2:12). Dios mismo actúa en su palabra (2Th_2:13; 2Th_4:9). Santifica a los creyentes y los custodia (2Th_5:23), dándoles el Espíritu Santo (2Th_4:8; 2Th_5:23; 2Th_2:13). Llevará a plenitud lo que ha comenzado (2Th_5:24). Toda la plenitud de la comunidad, todo progreso en el amor, procede de Dios (2Th_3:12), que da fuerzas y custodia con su gracia (2Th_3:13). El Espíritu Santo es quien actúa en los carismas y en los servicios que se dan en la comunidad (2Th_5:19-22). Así, la comunidad, en medio de su pobreza y fragilidad, y en medio de todas las asechanzas de Satán, está circundada y empapada por el poder de la gloria de Dios y de Cristo en el Espíritu Santo. Quien mire a la comunidad con la misma mirada de fe con que la mira san Pablo, no sentirá nunca el desaliento ni será nunca tímido.

b) Una comunidad de la diáspora tiene toda su fuerza moral en el amor fraterno. El amor fraterno es lo primero que Dios, como maestro de la vida interior, enseña a los fieles en su corazón (2Th_4:9). El amor fraterno es el principio de la unidad y el orden en la comunidad. El amor fraterno se orienta siempre a la unidad; él es quien regula las relaciones de los miembros de la comunidad entre sí y con sus dirigentes (2Th_5:12 ss). él es el vínculo entre el apóstol y su comunidad (2Th_3:6.12). él es la fuerza que arrastra a los inquietos a la penitencia y vence el pecado, la fuerza que anima a las tímidos, sostiene a los débiles, da paciencia y vence el mal con el bien (2Th_5:14 s). El amor da fuerzas para ese esfuerzo penoso (2Th_1:3) que es necesario para mantener en marcha la vida de la comunidad (2Th_5:12).

El amor fraterno de la comunidad se desborda y se extiende a todos los hermanos en la fe (2Th_4:10). Así ayuda a conservar la unidad entre la comunidad y los cristianos que viven dispersos. Pero este amor no excluye a los que no creen (2Th_3:12; 2Th_5:15). El amor es el que da fuerza a los corazones; toda santidad es, en último término, amor (2Th_3:13). Una comunidad de la diáspora no tiene más remedio que ser una comunidad fraterna; en caso contrario, pronto dejará de ser comunidad cristiana.

c) Por último, está la esperanza (2Th_1:3; 2Th_2:19; 2Th_4:13; 2Th_5:8). Es una fuerza especialmente activa en una comunidad atribulada.

Pablo entiende la esperanza como una «espera» viva del Señor (2Th_1:10). La espera del Señor es una espera amorosa. Se anhela con ansia la llegada del Señor. Estar «junto al Señor» es el compendio de la bienaventuranza (2Th_4:14.17; 2Th_5:10). Lo que uno desea, lo cree de buena gana. Quien suspira con amor por la llegada del Señor espera que llegue pronto, cuenta con que está ya cerca. La proximidad con que los primeros cristianos esperaban la llegada del Señor denota mucho amor. Pero esta espera de una parusía próxima no era sólo un deseo; descansaba sobre indicios claros. Dos experiencias de fe permitían creer que el fin estaba ya próximo.

La fe muestra que el Señor, cuya parusía esperamos, ha resucitado ya como «primicia de los dormidos» (Col_1:18). La resurrección es el principio del fin; con ella «ha comenzado ya el futuro». Es ya visible la luz del último día (Col_5:4). Los creyentes pertenecen ya al «día», a la «luz» (Col_5:5.8). La espera cristiana de una parusía próxima está enraizada, pues, en lo que ya se ha cumplido: en la resurrección del Señor (Col_1:10; Col_4:14; Col_5:10). Una comunidad que cree en la resurrección de Cristo es consciente de que, substancialmente, el fin está ya muy «próximo», de que, existencialmente, está ya casi tocando el fin. Dios ha comenzado ya su gran acción definitiva y la llevará pronto a plenitud. Con la resurrección de Jesús ha comenzado la nueva era. Ya no es posible representarse como «lejano» lo que ya está ahí y es, esencialmente, algo próximo. Pero también de otro modo experimenta una comunidad atribulada la proximidad del fin: por la tribulación que padece (Col_1:6; Col_2:14; Col_3:3 ss; 2Th_1:4). Esta tribulación es un signo de los tiempos, porque «ha llegado el tiempo de comenzar el juicio por la casa de Dios» (1Pe_4:17). Pablo sabe que el juicio de Dios ha comenzado ya (1Pe_2:16). Así, también las dificultades temporales actuales nos enseñan a estar atentos al Señor, que está ya cerca (1Pe_1:3) y «nos salvará del castigo futuro» (1Pe_1:10; c£2Ki_5:9; 2Th_1:10). Pablo, a la luz de las palabras del Señor, ve en las persecuciones que padecen él y la comunidad la «gran tribulación» (Mar_13:24) que ha de preceder al fin. Esa tribulación ha sido para los cristianos, desde siempre, un indicio de la «proximidad» del Señor. Esa proximidad no hay que entenderla solo temporalmente, aunque sea también temporal, pues si bien es cierto que Cristo irrumpirá en el tiempo en un momento determinado, lo es también que ya ahora ilumina la historia desde más allá del tiempo y de la historia. Desde su eternidad, desde el más allá, el Señor está «próximo» a todo instante del tiempo que transcurre entre su ascensión a Ios cielos y su parusía. Esta proximidad crece a medida que aumenta la tribulación escatológica. Las épocas de persecución nos acercan a Cristo en forma especial; en ellas el Señor se acerca prometedoramente a los suyos, dándoles gracias y ayudándolos. Por eso pudo decir el primer mártir de la Iglesia: «Estoy viendo ahora l1os cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios» (Act_7:56). En este sentido, en cuanto dispensador de gracias, Cristo no está igualmente «próximo» a toda época. En este sentido, las épocas de persecución tienen un derecho especial a la proximidad del Señor. El testimonio que Pablo da en las cartas a los tesalonicenses es, pues, un testimonio profético que brota de la experiencia de la persecución. Es el testimonio de un hombre que, mientras padece martirio, ve los cielos abiertos y al Señor cerca. No hay duda de que Pablo entendió también temporalmente la proximidad del Señor. La posibilidad de que el Señor venga pronto nos exige «estar siempre preparados», pues «nadie conoce el día ni la hora» (Mar_13:21). Lo fundamental es que estemos siempre preparados, que mantengamos una postura de vigilancia y de serenidad (Mar_5:1-11). En la parusía del Señor hemos de presentarnos ante él «irreprochables» (Mar_3:13; Mar_5:23); la espera del Señor constituye un poderoso acicate. La espera de la parusía próxima del Señor nos impulsa a estar siempre preparados; la espera de una parusía inmediata, en cambio, que se funda en la supuesta certeza de la inminencia de la parusía (2Th_2:1 s), es incompatible con la incertidumbre de la hora. No, nadie tiene certeza. Pero nadie podrá hacerle reproches al amor si éste no se limita a ser consciente de que el Señor, a quien ama y espera ansiosamente está ya «próximo», sino que va más allá, y espera y desea y, arrastrado por su ansia amorosa, cuenta incluso con que el Señor tal vez venga mientras aún estamos en vida (cf. sobre todo 4,15.17).

El Señor, al venir, nos traerá la plenitud de la salvación. La parusía es para los cristianos una gran fiesta triunfal (4,13-18; 2,19s; S,9 ss). Entonces se hará realidad nuestra esperanza: estaremos «junto al Señor» (4,14.17; 5,10). Cuando esta esperanza es algo vivo, sobre la vida de la comunidad se derrama un caudal de fuerza, de consuelo (cf. 4,13. 18; 5,11) y, ante todo, de constancia capaz de superar todas las pruebas (1,3).

ENCABEZAMIENTO 1/01

1. REMITENTE Y DESTINATARIO (1,1a).

1a Pablo, Silvano y Timoteo...

Pablo, Silvano y Timoteo escriben esta carta conjuntamente. El Señor había enviado a sus apóstoles (Mar_6:7) y discípulos (Luk_10:1) de dos en dos, porque, según el derecho veterotestamentario (Deu_19:15), se requerían dos o tres testigos para acreditar una verdad. Una carta con tres remitentes, bien acreditada, es un escrito oficial: ha de comunicársenos algo oficialmente de parte de Dios y se nos dan garantías solemnemente. Se nos invita así a aumentar nuestra atención; no podemos limitarnos a leer la carta por encima... ¿Quién es el que nos habla? El apóstol Pablo aparece en primer lugar. A las puertas de Damasco el Señor se le había revelado directamente y le había enviado 1. Recordándolo puede escribir: «No nos proclamamos a nosotros mismos, sino que proclamamos a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús. Y el mismo Dios que dijo: "Que del seno de la tiniebla se encienda la luz", se ha encendido en nuestros corazones al resplandecer el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en Cristo» (2Co_4:5 s). Aquel día se repitió en Pablo lo que había sucedido cuando Dios creó la luz (Gen_1:3). Pablo nos habla iluminado por esta luz de la revelación; brilla en todas sus palabras. ¿Cómo podemos entender lo que dice? Sólo es posible entenderlo si brilla en nosotros la misma luz de Dios. La luz proviene de la palabra de Dios. Dios nos habla en primer lugar mediante la predicación luminosa de la Iglesia, pero nos habla también directamente, en el corazón, mediante el Espíritu Santo, mediante su luz interna, cuyo objetivo es iluminar desde dentro las verdades de la fe. Dios nos habla desde fuera y desde dentro: para entender lo que alguien nos dice iluminado por la luz divina de la revelación es preciso que esa misma luz de Dios 2 ilumine nuestro interior.

Pablo tomó a Silvano como compañero en su gran viaje misionero. ¿Por qué? Pablo no había visto los milagros del Señor ni había escuchado sus palabras, tampoco podía dar testimonio como testigo ocular, como lo dieron los primeros apóstoles3, de la resurrección al tercer día. Por esa razón debía intentar4 enlazar con Pedro y los demás discípulos del Señor y recibir de ellos lo que ellos enseñaban 5. La elección de Silvano era muy a propósito para dar testimonio de esa tradición antiquísima de la Iglesia, pues había formado parte del núcleo dirigente de la comunidad primitiva de Jerusalén, era hombre de confianza de los doce y se le contaba en el número de los primeros profetas cristianos 6. Tenía, pues, títulos especiales para enseñar e instruir. Podemos estar seguros de que lo que Silvano nos testifica procede de la Iglesia, tiene tras sí el testimonio de los primeros apóstoles, del colegio de los doce, y nos enlaza con Jesús mismo. La carta sitúa nuestra fe sobre la base de los apóstoles, sobre la misma base que soporta el edificio de la Iglesia. El mensaje de la fe nos llega de primera mano.

Ambos misioneros mencionan a su lado, fraternalmente, a su fiel «colaborador» Timoteo 7 (Act_19:22). Entre los tres remitentes y entre ellos y la comunidad reina una cordialidad que nada empaña. Pablo puede prescindir de su título de apóstol; frente a los tesalonicenses no necesita insistir en su autoridad apostólica. Únicamente el orden en que aparecen los nombres insinúa ligeramente que la posición de los tres no es la misma. Cuando reina el amor fraterno no es necesario poner de relieve la posición ni la autoridad; sólo hay que insistir en la autoridad cuando las pendencias o los falsos maestros la ponen en cuestión. Los cargos y las tareas aparecen en la Iglesia como servicios, según la norma del Señor: «Si alguno quiere ser el primero, hágase el último de todos, el servidor de todos» (Mar_9:35).

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1. Cf. las narraciones de Act_9:1-18; Act_22:5-21; Act_26:12-18 y también Gal_1:1.16.

2. Puesto que Pablo era apóstol, las revelaciones que le fueron hechas en el momento de su conversión y a partir de él no tenían carácter privado, sino que estaban destinadas a toda la Iglesia. Cuando Dios da hoy su luz, la da ante todo para que entendamos la revelaci6n de Cristo, que ya está cerrada.

3. Cf. a este respecto Act_1:21 s.

4. Cf. Gal_1:18 s; Gal_2:1-10.

5. Cf. por ejemplo, 1Co_11:24; 1Co_15:3.

6. Cf. Act_15:22 y 15,32. Además de su nombre arameo, que en los Hechos de los Apóstoles se transcribe, en griego, Silas, se le conocía con el nombre latino de Silvanus, de sonido parecido. Pablo le llama por este nombre.

7. Timoteo había sido convertido tal vez en la primera expedición misionera de Pablo a Antioquía (cf. Act_14:6-20.21). Según Act_16:1 ss, Pablo tomó consigo a Timoteo en Listra, al principio del viaje de que aquí tratamos, para que le ayudase en su trabajo misionero. En su viaje misionero a Antioquía, Bernabé y Pablo habían hecho lo mismo con Juan Marcos; le habían tomado como «colaborador» (según Act_13:5).

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1b ... a la iglesia de los tesalonicenses, fundada en Dios Padre y en el señor Jesucristo.

Desde hace algunos meses existe entre los habitantes de Tesalónica una pequeña comunidad; vista desde fuera es aún débil y pobre, pero a los ojos de Pablo es grande. Ya empieza, incluso, a destacar a la vista de todos. Una comunidad de esta clase tiene una gran dignidad; no se la puede equiparar a una comunidad civil local. Está fundada en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. Eso muestra su grandeza. Tiene una relación especial con Dios, el Padre de nuestro señor Jesucristo, que es también padre de todos nosotros, y con Jesucristo, que después de su resurrección fue elevado al trono celestial y es desde entonces Señor de la Iglesia y del cosmos. A este Padre y a este Señor de la gloria debe la comunidad cristiana su existencia y su perduración; son ellos quienes la edifican, desde el cielo. Por esa razón está íntimamente ligada a Dios Padre y al señor Jesucristo, les pertenece. El cristiano es consciente de la gran dignidad que posee toda comunidad cristiana, por insignificante que sea, y del honor que representa poder pertenecer a ella.

La palabra griega que corresponde a comunidad es «ekklesia», que significa fundamentalmente Iglesia, pero que designa frecuentemente la comunidad e incluso, muchas veces, la asamblea (en que se reúne la comunidad). ¿Cómo es posible que la palabra griega tenga tres significados? En cualquier lugar donde se forma una comunidad, hay Iglesia. Una comunidad es la Iglesia en pequeño. La comunidad surge cuando los cristianos se reúnen, sobre todo cuando se unen internamente en comunión fraterna con ocasión del culto de la palabra o de la celebración de la eucaristía. En esa asamblea, Dios reúne su Iglesia, el pueblo de Dios del tiempo final, que ha sido llamado de entre todos los pueblos. La Iglesia es, pues, una asamblea santa de Dios. Se hace visible cuando una comunidad se reúne.

¿Dónde podemos experimentar la presencia de Cristo? Sin duda, en la celebración de la eucaristía, sobre todo, y también cuando se lee la palabra de Dios y cuando dos o tres están reunidos en su nombre (Mat_18:20) y forman una unidad. Por eso precisamente es tan importante que los cristianos se reúnan siempre que les sea posible: «Pongamos los ojos los unos en los otros, para incentivo de caridad y de buenas obras. No desertemos de nuestra asamblea.... sino, al contrario, alentémonos, tanto más cuanto más vecino viereis el día (del Señor)» (Heb_10:24 s).

Esta comunidad reunida para celebrar el ágape de amor es la que Pablo tiene ante sus ojos cuando escribe la carta. Tiene presente a cada uno en particular, pero los ve a todos como comunidad reunida, como Iglesia. Aunque la palabra de Dios se dirija a cada uno en particular, le habla siempre como a miembro de la comunidad. También nosotros entendemos mejor la palabra cuando somos conscientes de ser miembros de una comunidad, de ser hermanos en el seno de una fraternidad, pues el amor enseña a comprender...

Parte primera

RECUERDOS CONMOVEDORES: EL APÓSTOL Y LOS COMIENZOS DE LA COMUNIDAD 1,2-3,13

Las cartas de Pablo son escritos pastorales apostólicos. Su intención es instruir y exhortar y, así, robustecer la comunidad. Pablo, hable o escriba, es siempre un predicador. Igual que la mayor parte de los sermones, sus cartas tienen, por lo general, dos partes: primero, Pablo recuerda lo que Dios ha hecho, la acción salvadora; a continuación, en una segunda parte, saca de ahí consecuencias para la vida cristiana. VCR/QUE-ES:La vida cristiana consiste, fundamentalmente, en recordar con agradecimiento la obra salvadora de Dios y en esforzarse con amor por vivir para agradar a Dios (4,1). En la primera carta a los tesalonicenses, Pablo se pone a meditar junto con la comunidad: Con consideraciones fundamentales recuerda a la comunidad, en la parte primera, cuán grande es lo que Dios ha hecho en ella (1,2-3,13) al elegirla y llamarla; en la parte segunda (4,1-5,24) expone lo que Dios quiere de ella y cómo deben vivir los cristianos en la comunidad. «Llevad una conducta digna de Dios, que os llama a su reino y a su gloria» (2,12). Estas palabras, invirtiendo su orden, podrían servir de resumen de las dos partes de la carta. Pablo empieza de ordinario sus cartas, como aquí, con una acción de gracias 8 a Dios mucho más amplia y profunda de lo que era usual en las fórmulas de agradecimiento de las cartas de la época. En nuestra carta, Pablo prodiga tanto de gracias (Col_2:7), que la acción de gracias con que comienza empapa y enmarca toda la primera parte de la carta.

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8. Excepto la carta a los gálatas, impregnada de irritación. En 1Co_1:3-11 y Eph_1:3-14 aparece una alabanza en lugar de una acción de gracias.

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ACCIÓN DE GRACIAS (1/02-03).

2 En todo momento estamos dando gracias a Dios por todos vosotros, recordándoos en nuestras oraciones.

Pablo misiona orando; en su oración apostólica de intercesión recoge regularmente las peticiones de sus comunidades. Pero su memento se transforma espontáneamente en acción de gracias, porque ve claramente la acción de Dios en las comunidades y en las almas. No hay duda de que Pablo percibe con mayor brillo la actuación de la gracia de Dios que las deficiencias que debe recoger en su oración de intercesión. Quien no ve más que las deficiencias es corto de vista; se asemeja a esos ciegos «cuya mente está obcecada por el dios de este mundo, hasta el punto de no captar el esplendor del glorioso Evangelio...» (2Co_4:4).

La acción de gracias del cristiano es amplia y profunda; lo abarca todo, en el espacio y en tiempo. Responde, agradecida, a la actuación de la gracia de Dios: «Dad gracias en toda circunstancia: esto es lo que Dios desea de vuestra comunidad» (2Co_5:18). Todo hay que referirlo a Dios, todo tiende a transformarse en acción de gracias, de suerte que surja «una abundante acción de gracias para la gloria de Dios» (2Co_4:15). Esta acción de gracias es incesante: «...dando siempre gracias por todo» (Eph_5:20). Sólo el Espíritu Santo puede encender en el corazón de los fieles esta hoguera inmolatoria de la acción de gracias total e incesante, pero debemos ser conscientes de que esa hoguera arde ya en nuestro interior y de que, por tanto, nos es posible dar gracias ya ahora. Es propio de los paganos «no glorificar a Dios, ni darle gracias» (Rom_1:21).

La acción de gracias de los cristianos culmina en la gran acción de gracias de la celebración eucarística. Así era antes y así es también hoy. Muchas de las fórmulas de acción de gracias y de alabanza que usaban las primeras comunidades en sus actos de culto han quedado glosadas en las acciones de gracias con que Pablo inicia sus cartas. Cuando Pablo escribe sus cartas tiene ante sus ojos, con viveza, la asamblea de la comunidad, y a ella se dirige. En las asambleas, los cristianos, «llenos del Espíritu», hablaban entre sí «con salmos, y con himnos, y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones, dando siempre gracias por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro señor Jesucristo» (Eph_5:19 s). «Ausente en el cuerpo, pero presente en espíritu» (c£ 1Co_5:3), Pablo se une por escrito a la acción de gracias y a las alabanzas de la comunidad reunida. Eso da a sus cartas forma litúrgica y las hace aptas para ser leídas en los actos de culto.

8 Ante Dios, nuestro padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestra caridad y la constancia de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.

Pablo da gracias sin cesar porque ve en todas partes la acción de Dios. La acción de gracias de Pablo descansa en un recuerdo vivo; recuerda sin cesar y por eso da gracias incesantemente. ¿Cómo aprende uno a dar gracias sin cesar? Aprendiendo a recordar, aprendiendo a tener siempre presentes en la memoria los grandes hechos de Dios. En la antigua alianza se alababa solamente a Dios con ocasión de las grandes fiestas de Israel en las que se recordaban, con alegría, las antiguas intervenciones salvadoras de Dios. Ahora, todos los días son festivos y, por esa razón, nuestra acción de gracias ha de ser incesante; las intervenciones salvadoras de Dios se hacen continuamente presentes en el seno de la comunidad de Cristo; lo único que tenemos que hacer es verlas y tenerlas siempre ante nuestros ojos, con fe. Pero esto sólo es posible si el Espíritu Santo capacita nuestra mirada, nos las recuerda y nos enseña a recordar.

Cuando Dios obra en una comunidad y Jesucristo actúa en ella mediante el Espíritu, hay en ella fe, caridad y esperanza. Estos tres dones dan testimonio de Dios, pues el maligno no puede dispensarlos. La fe, el amor y la esperanza son algo vivo, son visibles exteriormente: se reconoce la fe por su actividad, el amor por su esfuerzo, la esperanza por su constancia. De una comunidad así puede decir Cristo, alabándola: «Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu constancia» (Rev_2:2).

Hay en ella, en primer lugar, fe activa. Se refiere el Apóstol a esa fe -que coloca entre los dones de Dios 9- que hace posible lo imposible y puede mover montañas (1Co_13:2). Se refiere a un hablar y un actuar «con el Espíritu Santo» y «con convicción profunda» (1Co_1:5), que se traduce en obras visibles. En las comunidades cristianas actúa una realidad que con gran fuerza interna y con empuje espiritual capacita para realizar lo que parece imposible. Se encuentra además en la comunidad el esfuerzo del amor: una preocupación cotidiana por los hermanos, una servicialidad sin egoísmo. Ese esfuerzo consiste en trabajar y socorrer a los débiles, recordando la palabra del Señor: «Mayor dicha es dar que recibir» (Act_20:35), para que nadie padezca hambre en la comunidad. Pero más importante aún es esforzarse por la «proclamación y enseñanza de la palabra» (1Ti_5:17), para que todos alcancen la salvación. Todo ha de estar animado por el deseo de servir y por el amor: desde la ayuda caritativa hasta la edificación espiritual, desde la ayuda material hasta la preocupación por la salvación del hermano. El esfuerzo del amor se alza sobre toda la actividad de la comunidad, en todas sus dimensiones.

En la comunidad hay también, por último, perseverancia paciente en la esperanza, confianza plena en medio de las múltiples amenazas y asechanzas que el cristiano ha de soportar continuamente. Lo que nos capacita para tener paciencia y aguantar es la esperanza viva en la venida del Señor. En Tesalónica, esa esperanza era fuerte. Donde existe esa esperanza, la vida de la comunidad cuenta con una gran fuente de energía.

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9. Véase 1Co_12:9.

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I. OJEADA RETROSPECTIVA (,16).

1. ELECCIÓN Y VOCACIÓN DE LOS TESALONICENSES (1/04-10).

a) Llegada de los misioneros (1Co_1:4-5).

4 Bien sabéis, hermanos amados de Dios que él os ha elegido...

Pablo está hablando con hombres amados de Dios. El Antiguo Testamento llamaba así, de vez en cuando, a grandes hombres de Dios como Benjamín (Deu_33:12), Moisés (Sir_45:1) y Salomón (Neh_13:6). Pablo ve cómo el gran amor de Dios se derrama ahora sobre los tesalonicenses. Cuando sabemos que Dios ama a un hombre, le vemos con otros ojos; también nuestra forma de comportarnos con él es diversa. Si pudiéramos ver cómo ama Dios a nuestro prójimo, cómo le ha colmado de gracia, o cómo le persigue con amor constante...

En las dos cartas a los tesalonicenses usa Pablo la expresión hermanos más a menudo que en las demás cartas; eso es lo que da a estas cartas su carácter íntimo. Paralelamente a la fraternidad que existía en el pueblo de Dios del Antiguo Testamento, en el que todos se llamaban «hermanos» (cf. Act_2:29.37), las comunidades de los que creen en Cristo empezaron muy pronto a considerarse a sí mismas como fraternidades 10 de tipo especial: «Uno solo es vuestro Maestro, mientras que vosotros sois hermanos» (Mat_23:8). Fue el Resucitado el primero en llamar «hermanos» a los suyos (Mat_28:10; Joh_20:17). Sólo si en nuestro prójimo vemos al Señor le consideraremos «amado de Dios», podremos llamarle «hermano» y tratarle fraternalmente. El amor al prójimo sólo existe como un reflejo del amor a Dios, como una consecuencia del amor que Dios tiene a nuestro hermano.

¿En qué se conoce el amor de Dios? En último término, en el hecho de que los ha elegido desde la eternidad, pues sólo esa elección nos permite entender toda la profundidad del amor de Dios. Esa elección era privilegio de Israel (Rom_11:28) y ahora se les ha concedido a los tesalonicenses. Esto se hizo patente cuando Pablo les predicó el Evangelio y se convirtieron. ¿Podemos deducir de la conversión seria la elección eterna? Un cristiano, que es miembro vivo de una comunidad cristiana, ¿puede contarse por esa sola razón en el número de los elegidos, de los que están seguros de alcanzar la beatitud eterna? Nadie puede estar seguro de la propia salvación. Las palabras de Pablo, sin embargo, nos animan a tener confianza, pues si Dios ha llamado a uno en un momento determinado a la comunidad cristiana y le ha dado gracia activa para vivir como cristiano, puede por lo menos esperar con confianza que pertenece a los elegidos de Dios. Esa confianza no se apoya en el propio obrar, sino en el Señor exclusivamente: «El que os ha llamado merece confianza, y lo realizará» (Rom_5:24). También nosotros pertenecemos a esos «amados de Dios». Saber que somos elegidos y amados de Dios puede darnos ánimo y apartar muchas tentaciones. Una nueva vida puede empezar cuando uno cae en la cuenta de que Dios le ama.

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10. 1Pe_2:17; 1Pe_5:9.

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5 ...y que cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no fue sólo con palabras, sino además por obras eficaces, es decir, con el Espíritu Santo y con convicción profunda. Como sabéis, ésa fue nuestra actuación entre vosotros en provecho vuestro.

Los tres misioneros trabajaron entre los tesalonicenses con la eficacia que el Espíritu Santo comunica a sus obras y hablaron con convicción profunda, no con palabras huecas. Pablo habría podido escribir aquí lo que escribió en 1Co_2:4 : «Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos filosóficos, sino en la demostración del poder del Espíritu.» Cuando uno predica impulsado por el Espíritu, a través de su palabra el oyente se pone en contacto con el Señor. Se siente su fuerza, sopla su Espíritu. La experiencia espiritual viva de la presencia del Señor, que actúa en la palabra de su enviado y aparece tras él, es más convincente que todas las razones. Quien quiere oír la palabra de Dios no debe buscar la sabiduría de este mundo, no debe ir sólo tras el pensamiento y la reflexión, sino atender al soplo del Espíritu de Cristo y buscar la presencia del Señor.

Los tres misioneros, llenos del Espíritu, predicaron con gran convicción. La fuerza de Cristo, la actuación del Espíritu Santo, no pasa por encima del predicador o a través de él sin afectarle. El Espíritu del Señor se sirve de esa seguridad personal; es la fuerza de Cristo la que se manifiesta en ella y conmueve los corazones de los oyentes. Esa convicción es la que hace del predicador instrumento especial del Señor, instrumento que acerca al Señor y lo hace patente. Así es como hay que predicar y dar testimonio, si se quiere que brote una fe viva...

Sin servicialidad y sin entrega es imposible todo obrar espiritual, pues los dones del Espíritu son activos solo en razón del amor que se ofrece, únicamente en la medida en que son auténticos servicios. Todo aconteció en beneficio de los tesalonicenses. El esfuerzo del amor fue lo que hizo posible la obra de la fe, la edificación de la comunidad de Tesalónica; ese esfuerzo y esa preocupación no dejaron descansar a Pablo de día ni de noche (cf. 2,9-12). Los dones espirituales son simples servicios, se dan «en provecho» de otros (cf. 1Co_12:7), deben servir para edificación de la comunidad. Sólo cuando hay entrega servicial, compromiso personal, se liberan y derraman esos dones proporcionalmente a la entrega.

b) Acogida al mensaje (1,6-10).

6 Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra, en medio de muchas tribulaciones, pero con la alegría del Espíritu Santo.

Sabemos lo que es seguir a Cristo, pero, ¿cómo puede esperar Pablo que le imitemos también a él, al apóstol? Cristo nos sale al encuentro en el apóstol. Hacerse cristiano equivale, pues, en concreto, a aceptar la forma apostólica de vida, que procede del Señor mismo. Aceptar la forma apostólica de vida incluye dos cosas: acoger la fe e imitar la vida. Junto con el ministerio de la predicación, el Señor había dado a los apóstoles santidad ejemplar; por esa razón el apóstol no debe separar meticulosamente ambos aspectos. Su ministerio, que proclama y garantiza la fe, y la vida, que da testimonio de la fe y la hace patente, constituyen una gran unidad. Los obispos, como sucesores de los apóstoles, pueden pedir aún hoy que se acepte su doctrina, pero sólo los santos, que perpetúan la plenitud apostólica ejemplar, pueden pedir que se les imite moralmente. Fijarse en los apóstoles y en los que caminan como ellos forma parte, pues, de la profesión de fe y de la profesión moral de la Iglesia, porque el Espíritu de Cristo se encarna en la Iglesia, en los que tienen un cargo en ella y en sus santos. Se nos exige un «espíritu eclesial» que nos impulse a adherirnos a los que tienen un cargo y a fijarnos en los santos. Obrando así, seguimos a Cristo.

La palabra de Dios, allí donde es predicada en toda su novedad y autenticidad, excita alegría espiritual y gozo interior. En esa alegría se reconoce la acción del Espíritu Santo, que nos impulsa a dar un sí gozoso a las verdades de fe, a asentir con alegría. Una predicación que no despierta alegría en los creyentes no es suficientemente auténtica; una fe que no produce gozo no es sana.

Esa alegría de la fe permanece incluso en medio de la tribulación y de las persecuciones. Más adelante (2,14) se toca de nuevo este punto, y en /2Co/08/02 dice Pablo, hablando de la comunidad de Macedonia: «En medio de múltiples pruebas de tribulación su abundante alegría... se ha desbordado...» En el plano natural, las calamidades deprimen; pero la alegría se alimenta de fuerzas más profundas, que en la persecución crecen, en vez de disminuir. Toda la alegría pascual es fruto de la muerte de Jesús en la cruz.

7...así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya. 8a Desde vuestra comunidad la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y Acaya; sino que...

La comunidad de Tesalónica, ciudad comercial de mucho tráfico, fue para toda Grecia algo así como la ciudad puesta sobre una montaña (Mat_5:14), que se ve desde lejos. Quien ha aceptado la palabra de Dios y la forma apostólica de vida es un ejemplo en el que los demás pueden ver cuál es la verdadera vida cristiana.

La vida cristiana que es realmente viva da testimonio de sí misma. La fe gozosa no puede permanecer escondida en el corazón: resuena como una canción alegre entre las montañas. Cuando la palabra de Dios se ha recibido con alegría espiritual y ha empapado el corazón, se convierte espontáneamente en un canto proselitista. La fe viva es activa; es la raíz de todo el trabajo apostólico y del éxito misionero.

8b...en todas partes vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada. 9a Ellos mismos cuentan cómo llegamos a vosotros...

La fundación de las primeras comunidades en suelo europeo había despertado gran júbilo en toda la Iglesia, aún joven. Los cristianos están siempre atentos a la actuación de Dios, y cuando le ven en acción se lo cuentan unos a otros. La actuación de Dios es el único tema digno de ser tratado. Hay muchas palabras ociosas (Mat_12:36 :). Lo que realmente importa es dar cuenta a los demás, con corazón alegre, de los dones recibidos, que proclaman la actuación de Dios; la narración de esos dones produce alegría y confianza.

9b ... cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios viviente y verdadero...

En las sinagogas solían reunirse muchos gentiles, simpatizantes con la fe judía. Al dirigirse a ellos, Pablo debía hablarles en forma semejante a como les hablaban los predicadores judíos, que instruían a los gentiles sobre la existencia de un único Dios viviente y verdadero, sobre el juicio futuro de Dios y sobre el Mesías esperado11. No se trata de enunciados teológicos, sino de verdades fundamentales que dan a la vida una nueva dirección. Cuando se predica al Dios viviente y verdadero, se exige una transformación de la vida; en adelante, la vida discurrirá al servicio de Dios y llena de confianza esperanzada. Cuando un hombre cae en la cuenta de que Dios existe y de quién es Dios, su vida sale de su antiguo cauce y empieza a discurrir por carriles nuevos... Una vez la conversión a Dios ha tenido lugar, toda la vida se convierte en un servicio amoroso de Dios. Al conocer al único Dios verdadero, el hombre pasa a ser siervo y su vida se hace servicio. Lo que este conocimiento nos descubre no es una nueva divinidad cultual, que exige que se le dé culto litúrgico; lo que el Dios viviente quiere es tomar a su servicio la vida entera, con todas sus manifestaciones. Ese servicio no puede limitarse a los actos de culto; Dios no quiere sólo los domingos; quiere también los días laborables.

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11.Cf. tal vez Act_17:24-31.

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10 ... y vivir aguardando la vuelta desde el cielo de su Hijo Jesús, a quien ha resucitado de entre los muertos y que os libra de la ira venidera.

Quien ha conocido al Dios verdadero, que pide que se le sirva, sabe también que habrá juicio. Por esa razón la conversión cristiana incluye una segunda actividad fundamental: la confianza esperanzada, la seguridad de escapar al castigo futuro. Esa confianza sólo puede apoyarse en Jesús. El mensaje cristiano incluye la verdad siguiente: Dios juzgará «al mundo según justicia por medio de un Hombre a quien ha designado saliendo fiador suyo al resucitarle de entre los muertos» (Act_17:31). Pero lo que en este texto tiene Pablo ante sus ojos no es el juicio justo que Cristo realizará según las obras, sino el castigo del día de la ira. Será también Jesús quien castigue, pues «el Señor Jesús se revelará desde el cielo con los ángeles de su poder, cuando con llamas de fuego tome venganza de los que no conocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro señor Jesucristo» (2Th_1:7 s). A los suyos, en cambio, les trae «descanso» (2Th_1:7); viene a ellos, como su nombre indica, como Salvador, «pues salvará a su pueblo» (Mat_1:21). Los reunirá en torno a sí, y cuando llegue el momento los arrebatará al castigo (Mat_4:17), porque Dios no nos ha destinado a un castigo, sino a la adquisición de la salvación por medio de nuestro señor Jesucristo (Mat_5:9). Por eso el creyente no espera la venida de Cristo servilmente y lleno de temor, sino con confianza esperanzada. Es claro que esto sólo puede hacerlo quien no está continuamente pendiente de sus fallos, sino que pone todas sus esperanzas en el Señor, que quiere salvarle.

Pablo no sólo ha enseñado a los tesalonicenses a poner toda su esperanza en Cristo, sino que les ha exhortado además a aguardar el retorno de Cristo igual que se espera ansiosamente a un visitante querido. Pero sólo se puede aguardar la llegada de alguien si uno espera estar presente a ella, si uno cuenta con que vendrá realmente. Nuestra fe nos dice que el Señor vendrá «como ladrón en plena noche» (Mat_5:2). Por eso se nos pide que estemos siempre preparados, porque el Señor puede llegar en cualquier momento. La venida de Jesús, además, se anticipará para cada uno en el momento de su muerte, que tampoco conoce. La prudencia, pues, nos pide que vivamos aguardando a Dios; aguardarle debe constituir el afán vital de nuestra vida.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Introducción, 1:1-10.

Saludo epistolar, 1:1.
1 Pablo y Silvano y Timoteo, a la iglesia de Tesalónica en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: gracia y paz sean con vosotros.

San Pablo asocia en el saludo a Silvano y a Timoteo, sus dos principales colaboradores en la fundación de las iglesias de Mace-donia (cf. Hec_15:40; Hec_16:3; Hec_17:14). En los Hechos se habla de Silas, no de Silvano; pero, evidentemente, se trata del mismo personaje. Parece ser que Silvano era el nombre latino, de cierta semejanza con el hebreo Silas, elegido por éste para sus relaciones con el mundo greco-romano.
Lo que Pablo y sus dos fieles colaboradores piden para los tesa-lonicenses es gracia y paz (????? ??? ?????? ), fórmula usual en las cartas paulinas y que ya hemos explicado anteriormente (cf. Rom_1:7). También hemos explicado el término iglesia, con que aquí es designada la comunidad cristiana de Tesalónica (cf. Hec_5:11). En cuanto a la expresión en Dios Padre y en el Señor Jesucristo (?? ??? ????? ??? ????? ????? ?????? ), es de notar que en el texto griego Dios Padre y Jesucristo van en la misma línea, bajo una misma preposición, expresándose así de algún modo, en lo que puede hacerlo una fórmula literaria, la unidad de la naturaleza divina en la diversidad de personas.
Por lo que respecta a la preposición en de dicha frase, resulta difícil precisar qué alcance deba dársele. No cabe duda que San Pablo se vale de esa partícula para significar la unión o comunión de la iglesia tesalonicense con el Padre y con Cristo; pero ¿de qué unión se trata? Muchos hablan de unión por la fe y la caridad, sin más explicaciones; otros creen que se alude a que la fundación y conservación de la iglesia tesalonicense, como de todas las demás, es obra del Padre como causa eficiente, y de Cristo como causa meritoria, resultando así íntima unión entre los tres extremos. Creemos que esa frase pregnante debe explicarse no sólo por su texto, sino teniendo en cuenta el conjunto de la doctrina paulina, como aparece en otros lugares. Y esta doctrina es que, si ya en el orden natural estamos como sumergidos en el elemento divino, de modo que vivimos y nos movemos en Dios (cf. Hec_17:28), mucho más en el orden sobrenatural, al entrar a formar parte de un cuerpo mistico, cuya cabeza es Cristo, sin cuya savia y unión a El no podemos vivir, y el cual, a su vez, está en el Padre, fuente y raíz primera de todo bien natural y sobrenatural. Es lo que ya antes había dicho Jesucristo: Yo en ellos y tú en mí, para que sean consumados en la unidad (Jua_17:23).

Acción de gracias por la conversión de los tesalonicenses,Jua_1:2-10.
2 Siempre estamos dando gracias a Dios por todos vosotros y recordándoos en nuestras oraciones, 3 haciendo sin cesar ante nuestro Dios y Padre memoria de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestra caridad y de la perseverante esperanza en nuestro Señor Jesucristo, 4 sabedores de vuestra elección, amados de Dios. 5 Pues nuestro evangelio entre vosotros no fue sólo en palabras, sino en poder y en Espíritu Santo y en mucha plenitud, según que sabéis cuáles fuimos entre vosotros para vuestro bien. 6 Os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, recibiendo la palabra con gozo en el Espíritu Santo, aun en medio de grandes tribulaciones, 7 hasta venir a ser ejemplo para todo los fieles de Macedonia y de Acaya. 8 Desde vosotros, en efecto, ha resonado la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y en Acaya, sino que en todo Jugar vuestra fe en Dios se ha divulgado, sin que tengamos necesidad de decir palabra, 9 pues ellos mismos refieren la acogida que nos hicisteis y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero 10 y esperar del cielo a Jesús, su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, quien nos librará de la ira venidera.

Es la acostumbrada entrada en materia de las cartas paulinas, haciendo el elogio de los destinatarios en forma de acción de gracias a Dios.
Lo que aquí alaba el Apóstol en los tesalonicenses, y que le mueve a dar gracias a Dios 306, es su fidelidad al Evangelio, que concreta en la práctica de las tres virtudes teologales: obras de la fe, trabajos de la caridad, firmeza de la esperanza (v.3). Prácticamente obras de la fe y trabajos de la caridad son expresiones equivalentes, con alusión a las obras penosas y duras que los tesalonicenses venían realizando, en medio de las persecuciones, movidos por su fe y su caridad. En cuanto a la esperanza, más que referirla en general a la confianza de que Dios nos dará en su día los bienes del cielo, parece que San Pablo está pensando concretamente en la parusía o segunda venida de Cristo (cf. v.10), que es la preocupación que domina estas dos cartas a los tesalonicenses, alabando en ellos el que tantos trabajos sufridos no hayan enfriado su firme esperanza de la parusía. Es frecuente en San Pablo enumerar juntas, como hace aquí, las tres virtudes teologales, infundidas en el alma, junto con la gracia, desde el primer momento de la justificación, y que son como el compendio de la vida cristiana (cf. 1Co_13:13; Col_1:4-5). No tienen otra función que la de unirnos a Dios. A la cabeza está la fe, que es la que nos introduce en la vida cristiana; la esperanza nos coloca en un clima de gozo, que es propio de los hijos de Dios, y, finalmente, la caridad nos lleva a la intimidad con Dios viviendo su propia vida y su propio amor.
Otro motivo que mueve a San Pablo a dar gracias a Dios, cuando piensa en los tesalonicenses, es el saber que han sido objeto de la elección divina (v.4). No se trata aquí de la predestinación a la gloria o salvación final, en el sentido en que suelen hablar los teólogos, sino de la vocación eficaz a la fe o entrada en el cristianismo, como se describe luego en los versículos siguientes. Cierto que esta vocación a la fe tiene como resultado lógico la gloria eterna; pero este resultado, por culpa nuestra, puede fallar, y de él San Pablo nada dice (cf. Rom_8:28-30). Si emplea el término elección y no el de vocación, que es el corriente (cf. Rom_1:6; 1Co_1:24; 2 Tes i,n), quizá sea debido a que quiere hacer resaltar la singular benevolencia de Dios con los tesalonicenses en comparación con otros muchos; pues, aunque vocación y elección de hecho se identifican, la elección añade a la vocación la idea de preferencia. Mientras que la vocación mira al término de llegada (llamados a la fe o incorporación a Cristo), la elección se fija más bien en el punto de partida (elegidos de entre otros muchos).
A partir del v.5, San Pablo explica cómo tuvo lugar esa elección o entrada de los tesalonicenses en el cristianismo. El pues (??? ), más que causal, tiene sentido explicativo. Habla primeramente de que, cuando él les predicó el Evangelio, no fue sólo cuestión de palabras, como cuando se trata de una obra humana, sino que hubo manifiesta intervención de Dios, lo que era claro indicio de que los había elegido, pues así quería intervenir (v.5). En efecto, la expresión en poder y en Espíritu Santo y en mucha plenitud (?? ??????? ??? ?? ????????? áyíco ??? ?? ?????????? ????? ) claramente alude a una intervención especial divina, aunque, si tratamos de dar en detalle su sentido, la frase no es del todo clara. Hay bastantes autores que la interpretan en el sentido de que la predicación en Tesalónica habría sido acompañada de milagros (en poder) y de carismas (en Espíritu Santo), y todo eso en gran abundancia (en mucha plenitud). No consta, sin embargo, que San Pablo emplee nunca el término poder (??????? ), en singular, como equivalente de milagros. Por eso otros muchos autores, quizás más acertadamente, dan al término poder el sentido de acción o fuerza divina que acompañaba la predicación de Pablo, operando eficazmente en la conversión de los tesalonicenses; y esta fuerza procedía del Espíritu Santo, traduciéndose para Pablo en plena convicción de que tendría allí éxito su predicación, lo que le llenaba de entusiastico, cuya cabeza es Cristo, sin cuya savia y unión a El no podemos vivir, y el cual, a su vez, está en el Padre, fuente y raíz primera de todo bien natural y sobrenatural. Es lo que ya antes había dicho Jesucristo: Yo en ellos y tú en mí, para que sean consumados en la unidad (Jua_17:23).

Acción de gracias por la conversión de los tesalonicenses,Jua_1:2-10.
2 Siempre estamos dando gracias a Dios por todos vosotros y recordándoos en nuestras oraciones, 3 haciendo sin cesar ante nuestro Dios y Padre memoria de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestra caridad y de la perseverante esperanza en nuestro Señor Jesucristo, 4 sabedores de vuestra elección, amados de Dios. 5 Pues nuestro evangelio entre vosotros no fue sólo en palabras, sino en poder y en Espíritu Santo y en mucha plenitud, según que sabéis cuáles fuimos entre vosotros para vuestro bien. 6 Os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, recibiendo la palabra con gozo en el Espíritu Santo, aun en medio de grandes tribulaciones, 7 hasta venir a ser ejemplo para todo los fieles de Macedonia y de Acaya. 8 Desde vosotros, en efecto, ha resonado la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y en Acaya, sino que en todo Jugar vuestra fe en Dios se ha divulgado, sin que tengamos necesidad de decir palabra, 9 pues ellos mismos refieren la acogida que nos hicisteis y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero 10 y esperar del cielo a Jesús, su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, quien nos librará de la ira venidera.

Es la acostumbrada entrada en materia de las cartas paulinas, haciendo el elogio de los destinatarios en forma de acción de gracias a Dios.
Lo que aquí alaba el Apóstol en los tesalonicenses, y que le mueve a dar gracias a Dios 306, es su fidelidad al Evangelio, que concreta en la práctica de las tres virtudes teologales: obras de la fe, trabajos de la caridad, firmeza de la esperanza (v.3). Prácticamente obras de la fe y trabajos de la caridad son expresiones equivalentes, con alusión a las obras penosas y duras que los tesalonicenses venían realizando, en medio de las persecuciones, movidos por su fe y su caridad. En cuanto a la esperanza, más que referirla en general a la confianza de que Dios nos dará en su día los bienes del cielo, parece que San Pablo está pensando concretamente en la parusía o segunda venida de Cristo (cf. v.10), que es la preocupación que domina estas dos cartas a los tesalonicenses, alabando en ellos el que tantos trabajos sufridos no hayan enfriado su firme esperanza de la parusía. Es frecuente en San Pablo enumerar juntas, como hace aquí, las tres virtudes teologales, infundidas en el alma, junto con la gracia, desde el primer momento de la justificación, y que son como el compendio de la vida cristiana (cf. 1Co_13:13; Gol 1:4-5). No tienen otra función que la de unirnos a Dios. A la cabeza está la fe, que es la que nos introduce en la vida cristiana; la esperanza nos coloca en un clima de gozo, que es propio de los hijos de Dios, y, finalmente, la caridad nos lleva a la intimidad con Dios viviendo su propia vida y su propio amor.
Otro motivo que mueve a San Pablo a dar gracias a Dios, cuando piensa en los tesalonicenses, es el saber que han sido objeto de la elección divina (v.4). No se trata aquí de la predestinación a la gloria o salvación final, en el sentido en que suelen hablar los teólogos, sino de la vocación eficaz a la fe o entrada en el cristianismo, como se describe luego en los versículos siguientes. Cierto que esta vocación a la fe tiene como resultado lógico la gloria eterna; pero este resultado, por culpa nuestra, puede fallar, y de él San Pablo nada dice (cf. Rom_8:28-30). Si emplea el término elección y no el de vocación, que es el corriente (cf. Rom_1:6; 1Co_1:24; 2Te_1:11), quizá sea debido a que quiere hacer resaltar la singular benevolencia de Dios con los tesalonicenses en comparación con otros muchos; pues, aunque vocación y elección de hecho se identifican, la elección añade a la vocación la idea de preferencia. Mientras que la vocación mira al término de llegada (llamados a la fe o incorporación a Cristo), la elección se fija más bien en el punto de partida (elegidos de entre otros muchos).
A partir del v.5, San Pablo explica cómo tuvo lugar esa elección o entrada de los tesalonicenses en el cristianismo. El pues (??? ), más que causal, tiene sentido explicativo. Habla primeramente de que, cuando él les predicó el Evangelio, no fue sólo cuestión de palabras, como cuando se trata de una obra humana, sino que hubo manifiesta intervención de Dios, lo que era claro indicio de que los había elegido, pues así quería intervenir (v.5). En efecto, la expresión en poder y en Espíritu Santo y en mucha plenitud (?? ??????? ??? ?? ????????? áyíco ??? ?? ?????????? ????? ) claramente alude a una intervención especial divina, aunque, si tratamos de dar en detalle su sentido, la frase no es del todo clara. Hay bastantes autores que la interpretan en el sentido de que la predicación en Tesalónica habría sido acompañada de milagros (en poder) y de carismas (en Espíritu Santo), y todo eso en gran abundancia (en mucha plenitud). No consta, sin embargo, que San Pablo emplee nunca el término poder (??????? ), en singular, como equivalente de milagros. Por eso otros muchos autores, quizás más acertadamente, dan al término poder el sentido de acción o fuerza divina que acompañaba la predicación de Pablo, operando eficazmente en la conversión de los tesalonicenses; y esta fuerza procedía del Espíritu Santo, traduciéndose para Pablo en plena convicción de que tendría allí éxito su predicación, lo que le llenaba de entusiasmo y de valor. Casi con las mismas palabras describe el Apóstol su predicación en Corinto (cf. 1Co_2:5); con la diferencia de que en Corinto su estado de ánimo era diverso, y en lugar de la plenitud (?????????? ) que le venía de arriba, se encontraba en debilidad, temor y mucho temblor (cf. 1Co_2:3).
Los tesalonicenses, a pesar de las persecuciones, recibieron con gran alegría y fervor la predicación hecha en esas condiciones (v.6); y eso corrió en seguida por todas partes, con gloria y contento del Apóstol (v.7-10). Lo de que en todo lugar, y no sólo en Macedonia y en Acaya, se ha divulgado la fe de los tesalonicenses (v.8) tiene evidentemente su parte de hipérbole. Quizás por Priscila y Aquila, que acababan de llegar de Roma (cf. Hec_18:2), supo que hasta en Roma las comunicaciones con la capital eran continuas se hablaba de cómo se había recibido el Evangelio en Tesalónica, y ello hizo que escribiera entusiasmado y para alabanza de los tesalonicenses: en todo lugar se habla de vosotros. De hecho, concreta luego el Apóstol, a cualquier parte que llega no necesita contar cómo fue su predicación en Tesalónica, pues se adelantan a decirle cómo le recibieron y cómo se convirtieron de los ídolos al Dios vivo y esperar el retorno glorioso de Jesús, quien nos librará de la ira venidera (?????? ??? ???????? ???? ?? ??? ????? ??? ????????? ). En estas últimas palabras hay una clara alusión a la parusía, tema dominante de estas cartas. Aunque el verbo griego está en presente (???????? ), ningún inconveniente hay en traducir librará con valor de futuro, como en otras ocasiones (cf. Lev_22:20), con referencia al castigo que al final de los tiempos vendrá sobre los malvados (cf. 2Te_1:8-9). Ni con esto se excluye el juicio particular, que seguirá enseguida después de la muerte (cf. Flp_1:23), sino que Pablo, a la manera de los antiguos profetas, suele presentar bajo una sola perspectiva, la del juicio final, las diversas manifestaciones del juicio divino. De suyo no habría inconveniente en traducir nos libró, en pasado, pues la victoria ha sido ya ganada con la muerte y resurrección de Cristo, a la que nos incorporamos en el bautismo.
Es de notar la expresión Dios vivo y verdadero (v.g), en contraposición a la muerte y mentira de los ídolos (cf. Jer_10:1-16; Jua_17:3; 1Co_8:4-6). Eso es lo que nos diferencia de los gentiles, así como la esperanza en Jesús es lo que nos diferencia de los judíos. En este último versículo (v.10), no obstante su brevedad, se contienen los principales elementos del dogma cristiano sobre Jesucristo: filiación divina, muerte redentora, resurrección gloriosa, segunda venida como juez supremo.

Comentario de Santo Toms de Aquino

CAPÍTULO 1 Lección : 1 Tesalonisenses 1,1-10
Dice a los Tesalonicenses que tiene presentes sus trabajos y gózase cíe que su fe ande de boca en boca por todas las iglesias.1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la 1glesia de los tesalonicenses, congregada en Dios Padre, y en Nuestro Señor Jesucristo.2 Gracia y paz sea con vosotros. Sin cesar damos gracias a Dios por todos vosotros, haciendo continuamente memoria de vosotros en nuestras oraciones,3 acordándonos delante del Dios y Padre nuestro de las obras de vuestra fe, de los trabajos de vuestra caridad, y de la firmeza de vuestra esperanza en Nuestro Señor Jesucristo;4 considerando, amados hermanos, que vuestra eLección es de Dios.5 Porque nuestro Evangelio no se anunció a vosotros sólo con palabras, sino también con milagros, y dones del Espíritu Santo, con eficaz persuasión, porque ya sabéis cuál fue nuestro proceder entre vosotros, para vuestro bien.6 Vosotros, de vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros, y del Señor, recibiendo su palabra en medio de muchas tribulaciones, con gozo del Espíritu Santo;7 de suerte que habéis servido de modelo a cuantos han creído en Macedonia y en Acaya.8 Pues que de vosotros se difundió la palabra del Señor, no sólo por Macedonia y por Acaya, sino que por todas partes se ha divulgado en tanto grado la fe que tenéis en Dios, que no tenemos necesidad de decir nada sobre esto.9 Porque los mismos fieles publican el suceso que tuvo nuestra entrada entre vosotros, y cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, por servir al Dios vivo y verdadero,10 y para esperar del cielo a su Hijo Jesús (a quien resucitó de entre los muertos) y el cual nos libertó de la ira venidera.En esta carta quiere fortalecer el Apóstol a la 1glesia contra las tribulaciones, y lo. contra las tribulaciones presentes; 2o. (en la segunda carta) contra las futuras del tiempo del Anticristo. Divídese en salutación y narración epistolar. Asimismo refiérese lo. a las personas que mandan saludos; 2o. a la 1glesia saludada; 3o. a los bienes que le desea. Y es de advertir que, como hay igualdad donde no interviene la iniquidad, ya que se dirige a gente buena, por eso no menciona para nada su oficio, sino sólo su nombre humilde: Pablo. (Sg 7). Y se acompaña de dos que júnto con él les predicaron el Evangelio, a saber Silvano (lo mismo que Silas) y Timoteo, a quien, como se dice en Hechos 16, lo circuncidó. Saluda a la 1glesia, que es la congregación de los fieles; y esto "en Dios Padre y en Nuestro Señor Jesucristo", esto es, en la fe de la Trinidad, y divinidad y humanidad de Cristo, porque conociendo estos misterios seremos dichosos. Toca la persona del Padre y del Hijo encarnado, en quienes se sobreentiende el Espíritu Santo, que es el lazo que los une. Los bienes que les desea son la gracia, que es el principio de todos los bienes (1Co XV); y la paz, que es el fin; porque entonces hay paz cuando el apetito está enteramente en sosiego.Luego, al decir: "gracias damos a Dios", comienza la narración epistolar, los elogia por su perseverancia pasada; y los amonesta para lo futuro a obrar bien. Asimismo da gracias en general por los bienes que han recibido y los conmemora en especia!; da también gracias por ellos y ruega por ellos. Cuanto a lo primero enumera 3 cualidades que ha de tener la acción de gracias: 1* que sea ordenada, es a saber, a Dios. Por eso dice: "demos graciada Dios" (S. 83; Sant. 1). 2* perseverante, porque ha de ser siempre; 3 universal: "por todos vosotros". Ora luego por ellos diciendo: "haciendo continuamente memoria de vosotros en nuestras oraciones", como si dijera: cada vez que oro os tengo presentes (Rm 1)."Acordándonos de las obras de vuestra fe" y de las otras virtudes teologales, que son los bienes de que da gracias (1Co 13). Pone la fe a la cabeza, porque es el fundamento de las cosas que se esperan (He XI). Pero ésta no basta, si no va acompañada de obras y trabajos. Por eso dice: "de las obras de vuestra fe, de los trabajos de vuestra caridad" (Sant. 2). Asimismo porque de nada sirve desfallecer en soportar trabajos por Cristo (Lc 8). Por eso dice: "obras y trabajos", como si dijera: "acordándonos de vuestra fe que obra y trabaja. También de la caridad, en cuyas obras abundaban; y de la esperanza que hace con paciencia soportar lo adverso (Rm ¡2); y de la tolerancia o paciencia que engendra la esperanza (Sant. 5), quiero decir, de Nuestro Señor, esto es, que tenemos de Cristo o la que nos dio Cristo (1Pe 1). Esta esperanza, que no es para placearla a los ojos de los hombres, sino "delante de Dios," y la cual "sirve a nuestra alma como de un áncora segura y firme" (He 6,19); pues en el Antiguo Testamento la esperanza no llevó a Dios.-"Considerando, amados hermanos, que vuestra eLección es de Dios". Trae a colación los bienes que recibieron y los elogia por haber recibido su predicación con devoción y prontitud, no obstante la tribulación y, a pesar de la tribulación, no haberse apartado de ella. Les muestra qué tal fue su predicación y cómo la recibieron ellos; aué sabía él de ellos y qué ellos de él. Dice pues: "¡Oh, hermanos amados de Dios!", no sólo en general, cuanto al ser de naturaleza, mas especialmente porque habéis sido llamados a los bienes eternos (Mal. 1; Deut. 33).-"que vuestra eLección es de Dios", como si dijera: sé de cierto que estáis elegidos, no porque lo hubieseis merecido, mas porque Dios de su bella gracia os eligió. Y esto lo sé, porque Dios me ha dado una gran prueba en la predicación, a saber, cuando a aquellos a quienes hablo Dios les concede la gracia de oír con fruto la palabra, o a mí la gracia de desplegar las velas de la elocuencia. Mas Ezequiel parece decir lo contrario: "yo haré que tu lengua se pegue a tu paladar, de suerte que esíés mudo" (3,26). Por eso primero trae a cuento con cuánta virtud les predicó y lo corrobora con su testimonio: "como sabéis". Virtuosamente, porque mi predicación no fue con palabras grandilocuentes, sino con la fuerza de lo alto: "mi modo de hablar y mi predicación no fue con palabras persuasivas de humano saber, pero sf con los efectos sensibles del espíritu y de la virtud de Diosi" (1Co 2,4). O puede referirse a la confirmación de la predicación o al modo de predicar. Si a lo primero, así fue confirmada mi predicación entre vosotros, no con argumentos, sino con la virtud de los milagros, como dice San Marcos: "cooperando el Señor y confirmando su doctrina con los milagros que la acompañaban" (16,20). Asimismo con el don del Espíritu Santo (Hch X; He 2).-"y con gran plenitud". Añade esto para que no pensasen haber recibido menos que los Judíos; como si dijera: el Espíritu Santo no hace acepción de personas, sino que con la misma abundancia se comunicó a vosotros como a los Judíos (Hch 2). Pero si se refiere a lo segundo, entonces "en virtud" significa enseñándoos una vida virtuosa (Hch 1). - "y en el Espíritu Santo",, que os inspirará, "pues no seréis vosotros los que hablaréis" (Mateo X). - "con gran abundancia", porque de todo lo necesario a la fe os he dado suficiente instrucción. Y lo corrobora con su testimonio, al decir: "como vosotros sabéis", esto es, qué dones y virtudes os hicimos ver (2Co 5).Muestra luego cuan virtuosamente recibieron su predicación: "vosotros, de vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros", y cómo no se echaron para atrás por las tribulaciones. Y primero demuestra su virtud en el hecho de haber imitado a otros; segundo, en haber puesto la muestra para que otros los imitaran. Cuanto a lo primero señala a quiénes imitaron y en qué. 1mitaron a quienes debían, a saber, a los prelados; por eso dice: "os hicisteis imitadores nuestros" (Fil 3). Y ¿en qué? No ciertamente en lo que, como hombres, faltamos, sino en imitar a Cristo; de donde se dice: "y del Señor". - "Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo" (1Co 4), a saber, en lo que he imitado a Cristo, en soportar con paciencia las tribulaciones (Mateo 16; 1 Pedro 2). Por eso dice: "recibiendo su palabra en medio de muchas tribulaciones, con gozo del Espíritu Santo", esto es, aunque preveíais que se os venía encima una gran tribulación por recibir la palabra de Dios, eso no obstante, la habéis recibido con gozo (Sant. 1; Hechos 5), digo, "del Espíritu Santo", que es el amor de Dios, no con otro, que hace gozarse a los que padecen por Cristo, porque lo aman. "Aunque un hombre, en recompensa de este amor o caridad, dé todo el caudal de su casa, lo reputará por nada" (Ct 8. 7).Y de tal manera me habéis imitado, que habéis dado que imitar a otros; de donde dice: "de suerte que habéis servido de modelo". Cuanto a esto, muestra que han dado qué imitar, cómo se ha divulgado su fama y cómo los alababan todos los pueblos. Dice pues: tan perfectamente nos habéis imitado, "que habéis servido de modelo", esto es, de ejemplo de vida, no sólo en vuestra tierra sino también en otras (Mateo 5). Habéis servido de modelo a los creyentes, a cuyo conocimiento llegó vuestra fe; a lo cual ha contribuido vuestra bondad; pues "de vosotros, como punto de partida, se difundió la palabra del Señor" o la predicación sobre el Señor, esto es, vuestra fama se ha difundido, "no sólo en Macedonia y en Acaya", vecinas vuestras, sino "la fe que tenéis en Diosi tan perfecta", esto es, que Dios acepta y que os une con Dios y que también se ha divulgado en todo lugar. (Rm 1) Y señal de esto es que no tenemos necesidad de decir nada sobre ello; pues toca al buen predicador proponer como ejemplo las cosas buenas de los otros; "ya que vuestro ejemplo ha provocado la santa emulación de muchos" (2Co 9,2). Pone luego los encomios con que andaban en boca de otros, "porque los mismos fieles publican el suceso que tuvo nuestra entrada entre vosotros" (Pr 31). Y alaban en vosotros mi predicación y vuestra conversión. Publican pues "el suceso que tuvo nuestra entrada entre vosotros", porque se atravesaron grandes dificultades y tribulaciones. Alaban también vuestra conversión. Y muestra cómo se convirtieron, quién los convirtió y a qué fin se convirtieron. Cuanto a lo primero dice: "y cómo os convertisteis a Dios", esto es, con cuánta facilidad y perfección (Joel 2; Sir 5). Cuanto a lo segundo, "abandonando los ídolos". - "Bien sabéis vosotros que cuando erais paganos os ibais en pos de los ídolos mudos según erais conducidos". (1Co 12,2). Cuanto a lo tercero, "por servir al Dios vivo y verdadero", a saber, con culto de latría, no a la criatura, sino a Dios; lo contrario de lo que dice en Rm 1,25: "sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador".Y dice vivo, para descartar el culto de los ídolos, porque los idólatras daban culto a ciertos muertos, como a Rómulo y Hércules, cuyas almas dijeron estaban divinizadas. Por eso dice: vivo. - "Vivo Yo para siempre" (Deut. 32,40).Asimismo porque los Platónicos pensaban que ciertas substancias separadas eran dioses por participación, dícese verdadero, no por participación de la divina naturaleza; y porque los que le sirven serán recompensados, no resta ya sino que vosotros, que le servís, esperéis la recompensa. De donde dice: "y para esperar del cielo a su Hijo", a saber, de Dios. "Bienaventurados todos los que lo esperan" (Is 30; Lucas 12). Estos son los que tienen ceñidos los lomos. Y esperamos 2 cosas, a saber, la resurrección, para conformarnos a El. "Pero nosotros vivimos ya como ciudadanos del cielo, de donde animismo estamos aguardando al salvador Jesucristo Señor nuestro, el cual transformará nuestro vil cuerpo, y ie hará conforme al suyo glorioso" (Fil 3,20; Rm 8).Esperamos también vernos libres de la pena futura que amenaza a los reos; y por Cristo nos vemos libres de la causa de la pena, esto es, del pecado. Por eso dice: "el cual nos libertó de la ira venidera". (Ap 6), de la cual nadie, sino Cristo, puede librarnos (Mateo 3).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



13 (I) Salutación (1,1). La primera carta de Pablo empieza a la manera habitual de las cartas helenísticas, con la mención de remitente(s) y destinatario(s) y con un saludo. 1 Tes se presenta como obra de Pablo, Silvano y Timoteo. El uso de la Ia pers. pl. a lo largo de la carta (salvo en 2,18; 3,5; 5,27) demuestra que, no sólo el saludo, sino también los conte(-)nidos, proceden de los tres (2,7). El uso oca(-)sional del sg. demuestra que Pablo compuso realmente la carta, aunque es probable que fuera un escriba anónimo quien la escribiera físicamente. Silvano: Se puede identificar con el «Silas» de Hch 17,4, uno de los miembros destacados de la comunidad cristiana de Jeru(-)salén. Enviado inicialmente a Antioquía (Hch. 15,22), Silas acompañó a Pablo en sus viajes misioneros después de que Bernabé y Marcos se separaran del apóstol (Hch. 15,36-41). Timo(-)teo: «El que honra a Dios»; principal asistente y emisario de confianza de Pablo en su obra de evangelización. la Iglesia de los tesalonicen(-)ses: La carta va dirigida a un grupo, no a un particular. La expresión indica que los desti(-)natarios se reunían o juntaban (5,27), proba(-)blemente en casa de uno de los cristianos tesalonicenses. No es probable que los tesalo(-)nicenses, recién evangelizados, fueran cons(-)cientes de las ricas connotaciones bíblicas (LXX) de la palabra «iglesia» (? Teología pau(-)lina, 82:134). de los tesalonicenses: Esto indica que los cristianos eran un grupo elegido (1,4) entre los tesalonicenses. Padre: La mención de la relación de la Iglesia con el Padre y con Je(-)sucristo distingue la reunión cristiana de otras reuniones de tesalonicenses, quizás en concre(-)to de la sinagoga judía. Dios es reconocido como Padre en la literatura bíblica y extrabíblica, pero Pablo asocia concretamente la pa(-)ternidad de Dios con su relación con Jesús. Je(-)sucristo: Jesús es el nombre del judío histórico de Nazaret; los títulos «Cristo» y «Señor» lo presentan respectivamente como el objeto de las expectativas mesiánicas y como el Resuci(-)tado. gracia y paz: El saludo de Pablo es inu(-)sitado en la literatura epistolar. En lugar de usar el simple chairein de las cartas helenísti(-)cas, Pablo empleó probablemente una fórmu(-)la litúrgica (? Cartas del NT, 45:8A).
14 (II) Acción de gracias (1,2-3,13).
(A) Primer período de la acción de gra(-)cias: la recepción del evangelio por parte de los tesalonicenses (1,2-2,12). 2-5. En el texto gr. de Pablo, los w. 2-5 forman una úni(-)ca sentencia. Pablo empieza su carta con una expresión de acción de gracias (? Cartas del NT, 45:8B). La acción de gracias de Pablo se diferencia de otras acciones de gracias episto(-)lares por su destinatario y por la razón de su agradecimiento. Dios: Pablo da las gracias a «Dios», es decir, al Dios monoteísta de la tra(-)dición judía; la razón por la que lo hace es la fructífera recepción del evangelio por parte de los cristianos tesalonicenses. Ho theos es nor(-)malmente un nombre personal que designa a Dios Padre. 2-3. La acción de gracias de Pablo se expresa con plegarias formales donde se in(-)voca el nombre de Dios, oraciones: Proseuché es un término genérico que supone invoca(-)ción. En la oración, Pablo recuerda el espíritu cristiano de la comunidad tesalonicense: su fe activa, su amor manifiesto y su esperanza fir(-)me. ante Dios, que es nuestro Padre: Pablo cree que la vida cristiana de los tesalonicenses dis(-)curre bajo la providencia de Dios. Dicha vida es la de una fe dinámica: es decir, fe expresada en vida; amor manifiesto, es decir, amor ex(-)presado en actos que a veces resultan difíciles; y una esperanza firme, es decir, espera pacien(-)te de la venida del Señor Jesús pese a las tri(-)bulaciones de la época (1,6; 3,3). 4. hermanos: el modo en que Pablo se dirige a los tesaloni(-)censes refleja su afecto por ellos. Utilizado 19 veces en 1 Tes, adelphos refleja además la si(-)tuación socio-religiosa del s. I. amados de Dios: este epíteto recuerda la descripción bí(-)blica de la relación de Yahvé con Israel y hace hincapié en la constancia del amor de Dios por los tesalonicenses. Dicho amor es la fuen(-)te de la elección que Dios ha llevado a cabo de la Iglesia de Tesalónica. vuestra elección: esta expresión es rica en matices de historia de la salvación (Dt 7,6-8). La prueba de la elección de la Iglesia tesalonicense es la recepción por parte de ésta del evangelio. 5. el evangelio que os anunciamos: Euangelion designa el acto de proclamar la buena nueva; en otras ocasiones designa el contenido de la buena nueva (? Teo(-)logía paulina, 82:31-36). La última parte del versículo acentúa el comportamiento del após(-)tol como testimonio importante de la autenti(-)cidad de su mensaje. Pablo hace hincapié en que el poder del evangelio no estriba en la fuerza de su retórica personal, sino en el poder del Espíritu de Dios (1 Cor. 2,1-5). poder, Espí(-)ritu Santo, fuerza plena: tres expresiones prác(-)ticamente sinónimas. Para Pablo, la procla(-)mación del evangelio expresa el poder de Dios en igual medida que la realización de mila(-)gros.
15 6-8. Estos versículos forman una sola sentencia en el texto gr. de Pablo, imitadores: La fe de los cristianos tesalonicenses queda ex(-)presada por el hecho de que se han convertido en imitadores de los apóstoles y del Señor (1 Cor 11,1). Aunque W. Michaelis (TDNT 4.659-674) destaca la obediencia tesalonicense, la mayoría de los autores hace hincapié en que comparten las tribulaciones escatológicas, la proclamación del evangelio o ambas cosas.
Como los tesalonicenses se habían convertido en imitadores de Pablo y del Señor, se convir(-)tieron a su vez en ejemplos para otros «cre(-)yentes» (pisteuousin, ptc. pres.; cf. v. 3, «la ac(-)tividad de vuestra fe»), tribulaciones: Thlipsis es casi un término técnico para denotar la an(-)gustia escatológica, a veces descrita en otra li(-)teratura como una batalla definitiva, el ataque del mal físico y también moral, o las penalida(-)des mesiánicas. gozo: Se trata de una realidad escatológica, el don del Espíritu (Gál 5,22). La experiencia del gozo indica que uno está en la presencia de Dios (3,9); denota la realización proléptica de un don escatológico debido a la proclamación de la buena nueva. 7. Macedo(-)nia y Acaya: Pablo escribe de modo entusiasta e hiperbólico acerca del efecto de su evangelización de los tesalonicenses. El hecho de que el evangelio sea recibido en medio de tribula(-)ciones y, sin embargo, con gozo, confirma que la proclamación y recepción del evangelio son un acontecimiento escatológico.
16 9-10. Pablo señala que la conversión de los cristianos tesalonicenses fue parte de la buena nueva anunciada en Macedonia y Aca(-)ya: la difusión del evangelio forma parte del mensaje evangélico. La descripción que hace Pablo de la conversión de los cristianos tesalo(-)nicenses hace uso de fórmulas tradicional(-)mente empleadas en los discursos misioneros del judaismo helenístico, os volvisteis: El len(-)guaje se centra en una auténtica conversión (el súb bíblico, «regresar», «retornar»), es decir, un movimiento desde y un movimiento hacía. ídolos: La conversión de los tesalonicenses fue un movimiento «desde» los ídolos, término que de por sí significa «representaciones», pe(-)ro que había adquirido connotaciones peyora(-)tivas en la predicación de los profetas, para quienes los «ídolos» eran dioses falsos. Para Pablo, los ídolos eran «no dioses» (1 Cor 8,4-5); relacionaba el culto a los ídolos con los de(-)monios (1 Cor 10,20). a Dios: El movimiento «hacia» de los tesalonicenses se centró en el único Dios (monoteísmo), vivo y verdadero: En el uso apologético, estos calificativos distin(-)guían al Dios monoteísta de los dioses falsos e inertes (Sal 15). El trasfondo bíblico de Pablo probablemente hacía que para él esos térmi(-)nos tuvieran una significación mucho más ri(-)ca. «Vivo» es una descripción de Dios típica(-)mente bíblica que connota, tanto su actividad en la historia humana, como su papel en cuan(-)to creador. «Verdadero» indica la fidelidad de Dios (5,24), especialmente su fidelidad a la alianza. Para Pablo, la conversión al Dios vivo y verdadero tiene una implicación cristológica y escatológica. 10. Este versículo es un com(-)plemento cristiano de las categorías tradicio(-)nales de la apologética helenística judía. Hijo: Huios es usado como título de Cristo resucita(-)do (cf. Rom. 1,4); este título no aparece en nin(-)gún otro lugar de la carta (? Teología paulina, 82:50). resucitó de entre los muertos: Pablo ha(-)ce uso de una primitiva fórmula confesional cristiana para afirmar que Dios resucitó a Je(-)sús de entre los muertos. Sobre la resurrec(-)ción de Jesús como acto del Padre, ? Teología paulina, 82:59. En el judaismo (p.ej., 1 Mac 2,60), Dios mismo es presentado como el li(-)bertador. La resurrección da a conocer a Jesús como aquel por quien Dios efectuará la salva(-)ción. libere: Pablo usa un ptc. pres. para hacer hincapié, no sólo en que Jesús es quien efectúa la liberación divina, sino en que dicha libera(-)ción ha empezado ya, aun cuando su manifes(-)tación final todavía no ha tenido lugar, la ira que se acerca: la ira escatológica de Dios, ya operante en la historia (2,16; Rom 1,18; ? Teo(-)logía paulina, 82:38). Con la resurrección, Dios posibilita que Jesús desempeñe una fun(-)ción divina; en virtud de la resurrección, los cristianos son capacitados para percibir quién es Jesús.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Acción de gracias. El recuerdo de sus comunidades va siempre unido en Pablo a la oración y a la acción de gracias por ellas. El Apóstol expresa esta «acción de gracias» (2) con el mismo término con que se designa a la celebración donde la presencia del Señor resucitado convoca y transforma a los creyentes en una comunidad de hermanos y hermanas: eucaristía. De ahí que la fe, la esperanza y la caridad de los tesalonicenses que recuerda y menciona el Apóstol tengan esta dimensión fraterna: una fe activa que se traduce en obras (cfr. Gál_5:6); un amor solidario que implica esfuerzo; una esperanza que es paciente y firme. Encontramos, pues, reunidas por primera vez las tres virtudes teologales «fe, esperanza y amor», y volverán a mostrarse unidas en 1Co_13:13; Rom_5:2-5; Gál_5:5s; Col_1:4s; Heb_6:10-12; 1Pe_1:21s. Para Pablo no pueden separarse y funcionar aisladamente, puesto que la una implica a las otras y las tres juntas definen la vivencia total del compromiso cristiano. Esta nueva vida de la Iglesia de los tesalonicenses ha sido posible porque el Evangelio que Pablo les predicó no fue simple palabra humana, sino que iba cargada con la energía y eficacia del Espíritu Santo, y por tanto, fue fecunda y produjo fruto (cfr. Isa_55:10s; 1Co_2:4).
El «fruto evangélico» que les recuerda el Apóstol es la acogida gozosa de su predicación y de su testimonio «en medio de graves dificultades» (6), de manera que al imitar a Pablo en este sufrir con gozo por el Evangelio (cfr. 1Co_4:16), los tesalonicenses se convirtieron en imitadores de Jesucristo y «en modelo de todos los creyentes de Macedonia y Acaya» (7). La paradoja del gozo en el sufrimiento está apuntada ya en el Antiguo Testamento (cfr. Sal_4:8) y es tema central del mensaje evangélico (cfr. Luc_6:22s; Hch_5:41). Es un gozo infundido por el Espíritu.
Pablo presenta a continuación, en síntesis apretada, en qué consistió esta primera predicación que fructificó en la conversión de los tesalonicenses, por la que está dando gracias a Dios, a saber: el abandono de los ídolos para adherirse al Dios vivo y entrar así en la esperanza de la venida de su Hijo, Jesús, «que nos libra de la condena futura» (10). Esta esperanza de la venida de Cristo al final de los tiempos será uno de los temas principales de la carta.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Agradecimientos Iniciales

Pablo comienza la mayoría de sus cartas informando de cómo él expresa gratitud a Dios por lo que está haciendo en la vida de los lectores. Esta oración-informe deja claro su propio amor e interés por sus amigos y también sirve para animarlos en sus vidas cristianas. Su tema es la constancia y energía con las que los lectores han mantenido su fe original y así llegan a ser testigos a otra gente. Las tres virtudes cristianas fundamentales, fe, amor y esperanza (cf. 5:8; 1 Cor. 13:13; Col. 1:4, 5), habían producido denodados esfuerzos y perseverancia a pesar de una situación adversa.

4, 5
Esta evidencia confirmó el hecho de que Dios había elegido a los lectores. Elección indica que no sólo Dios los había llamado por la predicación del evangelio (2:12), sino que ellos habían respondido a él con fe (2:13). Las palabras humanas expresando el evangelio hubieran sido inútiles si no hubieran ido acompañadas por el poder del Espíritu y por un sentido consecuente de convicción y seguridad de parte de los predicadores. Estos factores habían convencido a los oyentes de la verdad del evangelio y les capacitaron a aceptarlo y vivirlo hasta sus últimas consecuencias, como lo demostró su conducta subsecuente.

6-8 Los misioneros, como Jesús mismo, habían sido fuertemente atacados, pero resistieron firmes la oposición sin darse por vencidos. Del mismo modo también los lectores habían dado la bienve nida al mensaje, a pesar de la adversidad, con la clase de gozo que se debía sólo al obrar del Espíritu Santo en sus vidas (cf. Rom. 5:5; 14:17; Gál. 5:22). Esto hizo de ellos un ejemplo a otros cristianos en las dos provincias romanas de Macedonia y Acaya que cubrió más o menos el área de la Grecia moderna. Noticias sobre sus conversiones se habían difundido en esta área, en parte a través de la obra evangelística de los lectores mismos, y en parte por otras personas hablando acerca de ellos. A todo lugar es un término extranjero para todos los lugares donde podían hallarse cristianos. Pablo, obviamente, diría en un lugar lo que estaba sucediendo a los creyentes de otro lugar (parte de la confirmación de la verdad de las buenas noticias [3:6] era el decir cómo Dios estaba cambiando las vidas de la gente en muchos lugares diferentes), pero en este caso no necesitaba hacerlo.

9, 10 La respuesta de los tesalonicenses al evangelio está resumida en tres frases que sin duda reflejan el lenguaje de la predicación inicial. Primera, habían abandonado a los ídolos. La apelación a hacerlo así fue una parte necesaria del mensaje a los gentiles como opuesto al de los judíos (cf. Hech. 14:15; 17:22-31). Segunda, se habían vuelto al Dios vivo y verdadero para servirlo. Ya que algunas personas habían abandonado la idolatría meramente a base de una creencia que, o no había dioses, o que ellos no estaban interesados en la humanidad, es que el mensaje cristiano tuvo que subrayar una alternativa positiva. Tercera, ellos habían fijado su esperanza en Jesús como el único y solo salvador del juicio futuro. Jesús, sin embargo, no fue meramente hombre para tener tal función. El había sido levantado de entre los muertos por el poder de Dios, y por este hecho Dios estaba declarando que era su Hijo (cf. Hech. 17:31; Rom. 1:3, 4). La predicación de los judíos a los gentiles (responsabilidad que los cristianos naturalmente asumieron) cubrió los dos puntos previos; esta era la característica distintiva del mensaje cristiano.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter I.

1 The Thessalonians are giuen to vnderstand both how mindfull of them S. Paul was at all times in thanks-giuing, & prayer: 5 and also how well he was perswaded of the truth, and sinceritie of their faith, & conuersion to God.
1 Paul and Siluanus, and Timotheus, vnto the Church of the Thessalonians, which is in God the Father, and in the Lord Iesus Christ: grace be vnto you, and peace from God our Father, and the Lord Iesus Christ.
2 We giue thankes to God alwaies

[Effectual faith.]

for you all, making mention of you in our prayers,
3 Remembring without ceasing your worke of faith, and labour of loue, and patience of hope in our Lord Iesus Christ, in the sight of God and our Father:
4 Knowing, brethren [ Or, beloued of God: your election.] beloued, your election of God.
5 For our Gospel came not vnto you in word onely: but also in power, and in the holy Ghost, and in much assurance, as yee know what maner of men we were among you for your sake.
6 And yee became followers of vs, and of the Lord, hauing receiued the word in much affliction, with ioy of the holy Ghost:
7 So that ye were ensamples to all that beleeue in Macedonia and Achaia.

[Men pleasers.]

8 For from you sounded out the Word of the Lord, not onely in Macedonia & Achaia, but also in euery place your faith to Godward is spred abroad, so that we need not to speak any thing.
9 For they themselues shew of vs, what maner of entring in we had vnto you, and how yee turned to God from idols, to serue the liuing, and true God,
10 And to waite for his sonne from heauen whom he raised from the dead, euen Iesus which deliuered vs from the wrath to come.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. "Silvano": ver nota 2Co_1:19. Sobre "Timoteo", ver nota Hec_16:1.

3. Esta es la más antigua mención de las virtudes "teologales". Ver 1Co_13:13.

6. "La Palabra": ver nota Mat_13:20.

10. Al librarnos del pecado, Cristo nos salva de la "ira" de Dios que se manifestará en el Juicio. Ver nota Rom_1:18.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La evangelización realizada por el Apóstol constituye un modelo de proclamación del mensaje cristiano en todo tiempo y lugar. Dios lleva la iniciativa y hace fructífera la proclamación del Evangelio: la elección procede de Dios Padre y es consecuencia de su amor (v. 4); su Hijo Jesús sostiene la esperanza (v. 3); la acción del Espíritu Santo hace plenamente persuasivas las palabras del predicador (v. 5) y llena a quien las acoge de un gozo inefable, que permite superar cualquier tribulación (v. 6). El contenido fundamental de la predicación es el «Evangelio», (v. 5). «Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad» (Pablo VI, Evang. nunt. 18).


Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Ts_3:7+; Mat_13:20-21; Hch_17:1-9; Rom_14:17; Gál_5:22

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Ts_3:7+; Mat_13:20-21; Hch_17:1-9; Rom_14:17; Gál_5:22

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación,b con gozo del Espíritu Santo,

b Hch 17:5-9.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Hch 17:5-9; 2Co 1:4-7.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

aflicción...Hch 17:5-9.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I ἐν I] en medio de.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 1.6 Hch 17.5-9.

Torres Amat (1825)



[10] Satisfaciendo con su sangre la justicia de Dios por nosotros.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Flp 3:17