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Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos. (I Timoteo 3, 10) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

2. Los MINISTROS (3/01-13).

a) Requisitos para el episcopado (3,1-7).

La primera parte de las instrucciones sobre disciplina eclesiástica se centró en el culto (2,1-15). La segunda parte trata de los ministros de la comunidad cristiana. Pablo habla a Timoteo de una serie de dotes necesarias para el cargo de «obispo» (3,1-7) y para el cargo de diácono (3, 8-13). Las dotes requeridas no se refieren solamente a las obligaciones estrictas de estos ministros, sino a los requisitos necesarios para su aptitud personal para el cargo. El título de «obispo» (= «vigilante» o «inspector»)29 no tiene aún en las cartas pastorales el significado que llegará a tener en el siglo II en la IgIesia cristiana. Aquí, como en otros pasajes del Nuevo Testamento 30, se designa con este nombre el cargo del que preside Ia Iglesia local, el responsable de la comunidad; hay varios en cada comunidad 31, y se los designa también en el Nuevo Testamento con el nombre de «presbíteros».

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29. Tal vez tomaron los cristianos este nombre de la secta de Qumrán, donde el «vigilante» e «inspector» (mebaqqer) tenía que desempeñar en las comunidades de esa secta tareas semejantes a las del «obispo» de las cartas pastorales, y lo llenaron de nuevo contenido.

30. Act_20:17-28; Phi_1:1; Tit_1:7. 31. Phi_1:1.

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1 He aquí una sentencia veraz: «Aspirar al episcopado es desear una noble función.» 2 Por tanto, el responsable debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, ponderado, educado, hospitalario, buen pedagogo; 3 no debe ser bebedor ni pendenciero, sino amable, pacífico, desinteresado.

Con la fórmula ya concebida (cf. 1,15) se introduce una cita que ensalza la gloria del cargo de responsable de la comunidad y señala con especial insistencia su grandeza. Precisamente porque estar a la cabeza de una comunidad es una tarea elevada y sagrada tiene Pablo que poner algunos requisitos. El Apóstol quiere como ministros de la comunidad a personas disciplinadas, morales. Debemos observar que, como pastor de almas inteligentes y con experiencia, tiene en cuenta en sus requisitos la situación de la comunidad en cuestión, de entre cuyos miembros se eligen los ministros. ¿Cuáles son las dotes exigidas al responsable de la comunidad? Usando términos generales se dice, en primer lugar, que ha de ser «irreprochable». No debe haber ninguna mancha en la vida de tal hombre; debe ser digno de la confianza de la comunidad. El significado claro de esta irreprochabilidad, en todos sus aspectos, quedará claro con los requisitos que a continuación se exponen. Debe ser marido de una sola mujer. Esto no quiere decir solamente que no haya de haber sombra alguna en la vida matrimonial de ese hombre, sino que después de la muerte de su mujer no contraerá nuevo matrimonio. Mientras el Apóstol permite expresamente a los cristianos un segundo matrimonio 32, le pone este requisito al responsable de la comunidad, como primer paso hacia el ideal de celibato que la Iglesia impondrá más tarde como obligatorio a sus ministros. El responsable de la comunidad debe ser además sobrio, moderado en el uso del vino; debe ser ponderado al juzgar las circunstancias y en sus decisiones. Toda su vida debe estar presidida por la honradez y la honestidad. Continuamente se pide a los cristianos en el Nuevo Testamento que sean hospitalarios con los extranjeros y con los hermanos que estén de viaje 33. Es, pues, comprensible que también la casa de quien preside la comunidad deba estar siempre abierta a los hermanos que están de paso y a los cristianos necesitados de ayuda o en apuros. Otra de sus tareas es la instrucción de los cristianos. Por eso debe tener una aptitud especial para enseñar.

El responsable de la comunidad no puede ser bebedor, pendenciero ni hombre violento; debe presidir la comunidad como ejemplo de comedimiento, de carácter pacífico y de desinterés.

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32.Rom 7,2s; 1Co_7:39; 1Ti_5:14.

33.Cf. 1Ti_5:10; Rom_12:13; Heb_13:2; 1Pe_4:9; 3Jo_1:5.

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4 Debe llevar bien su propia casa, teniendo sumisos a sus hijos con dignidad. 5 Porque, si uno no sabe llevar bien su propia casa, ¿cómo podrá cuidarse de la Iglesia de Dios reunida? 6 No debe ser un neófito, para que no incurra en la misma condenación de orgullo, en la que incurrió el diablo.

Con especial insistencia considera Pablo el requisito de que la vida familiar del responsable de la comunidad sea irreprochable. En estos primeros tiempos los ministros de la comunidad estaban casados, el celibato es una obligación eclesiástica introducida más tarde. Si el responsable de la comunidad está casado, debe mostrar, en el pequeño círculo de su familia, que sabe dirigir bien su propia casa, que sabe educar a sus hijos en obediencia y honradez. Si fracasa en la dirección de su propia familia, no se le puede confiar la gran familia de la comunidad cristiana, con todas sus dificultades externas e internas.

El responsable de la comunidad no debe ser un neófito. El Apóstol había trabajado ya en éfeso en los años 54-57 y había fundado allí una comunidad cristiana. Es pues perfectamente comprensible que pida que el responsable de la comunidad haya demostrado por algún tiempo su firmeza en la fe y en la vida cristiana. La responsabilidad del cargo es demasiado grande para un neófito, que no está aún muy firme en la fe y se encuentra ocupando de repente un puesto directivo. Como pastor de almas con experiencia y como conocedor inteligente de los hombres, Pablo sabe que un recién convertido al que se le coloca a la cabeza de una comunidad sucumbe fácilmente a tentaciones de orgullo y arrogancia, y, si sucumbe a estas pasiones, el demonio cumplirá en él el juicio de castigo de Dios.

7 Conviene también que tenga buena reputación entre la gente de fuera, para que no caiga en descrédito ni en las redes del diablo.

Como última condición exige Pablo una «buena reputación entre la gente de fuera», entre los judíos y los paganos, que están fuera de la Iglesia cristiana. El Apóstol dirige a menudo exhortaciones semejantes a sus comunidades y a sus discípulos 34. Mucho más importante es esta reputación para el responsable de la comunidad. Una vida anterior no libre de mancha puede ser sacada a la luz fácilmente por hombres de mala voluntad y utilizada para destruir el prestigio del responsable de la comunidad. Su posición exige pureza y limpieza absolutas, porque toda mancha en la vida lleva consigo el peligro de recaer en los vicios y pasiones ya superados y puede convertirse en una trama mediante la cual Satán y sus satélites pueden llevarle a la caída total.

Si examinamos estos requisitos que Pablo pide al responsable de la comunidad, aparece claro que Pablo piensa en hombres de gran altura moral y firmes en la fe, dispuestos a obedecer a Dios en todo y a servir a Dios con amor. Conviene notar que Pablo no pide como requisitos determinadas cualidades humanas que los hombres gustamos tanto de exigir: talento sobresaliente, dotes oratorias brillantes, buena presencia, dotes de organizador... Lo importante para él es la disponibilidad, que brota de una fe auténtica y fuerte, para obedecer a Dios y para servir con amor.

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34.1Th_4:12; 1Co_20:22; Col_4:5; 1Ti_5:14; 1Ti_6:1; Tit_2:5.8.10.

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b) Requisitos para el diaconado (Tit_3:8-13).

Junto al cargo de «obispo», responsable de la comunidad, aparece en las cartas pastorales el cargo de diácono. La tarea de estos «servidores» era, además de ocuparse de los pobres35, predicar36 y administrar el bautismo37. Pablo habla también de los requisitos que éstos tienen que cumplir.

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35.Cf. Act_6:1-7.

36.Cf. Act_8:5.

37.Cf.Act 8,12.26-38.

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8 Igualmente, los diáconos sean honrados, sin doblez, moderados en el uso del vino y libres de sórdidos negocios, 9 con conciencia pura, guarden el misterio de la fe. 10 También en ellos debe primero examinarse su vida y luego, si son irreprochables, podrán ejercer el oficio de diácono.

Puesto que los diáconos debían distribuir los donativos y las limosnas y velar por los pobres, se les confiaba el dinero de la comunidad. Por eso debían ser honrados en todos los aspectos. Debía ser posible confiar enteramente en su buena administración, y todo peligro de adquisición de dinero por vías no legítimas debía estar excluido.

Deben ser hombres que con una conciencia pura «guarden el misterio de la fe». Preocupándose de los pobres, predicando y administrando el bautismo, los diáconos entran en la categoría de pastores de almas. Por eso es necesario que conozcan el «misterio de la fe», la buena nueva de la salvación por Jesucristo, que Dios, el Señor, tuvo oculta y escondida, de forma que siguiera siendo un misterio hasta su revelación en Jesucristo. Conociéndolo, podrán predicarlo. Más aún: la buena nueva deben guardarla con «conciencia pura», sin mancha e inmaculada, pues nada perjudica más a la fe que el hecho de que un hombre impuro, viciado en su conciencia, salga a su favor.

La vida anterior y la conducta moral de estos hombres a quienes se va a asignar el cargo de confianza de diácono deben ser sometidas a un período de prueba. Sólo cuando se esté seguro de que su vida anterior ha sido limpia podrán ejercer su ministerio.

11 Las mujeres deben ser igualmente honradas, no calumniadoras; sobrias, fieles en todo.

En medio de la lista de las dotes requeridas en el diácono se menciona a las mujeres. ¿Se refiere a las esposas de los diáconos (pero entonces se esperaría encontrar en el texto «sus mujeres») o a mujeres que, como los diáconos, desempeñaban un cargo en la comunidad, las «diaconisas», de que Pablo habla más tarde (5,9-16) y a una de las cuales, «nuestra hermana Febe», alude en Rom_16:1 llamándola «servidora de la comunidad de Céncreas»? Como colaboradoras en la actividad caritativa de la comunidad, las tareas que tenían que desempeñar eran importantes. Por eso deben ser «honradas» en todos los aspectos. No deben entregarse a los pecados de la lengua, la murmuración, a la que las mujeres tienden fácilmente. Por eso se les pide también fidelidad en toda circunstancia.

12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y sepan llevar bien a sus hijos y a su propia casa. 13 Los que cumplan bien su oficio de diácono adquieren un grado honorable y una gran seguridad en la fe en Cristo Jesús.

Al igual que el obispo, responsable de la comunidad, también el diácono debe haber contraído matrimonio una sola vez, y con su vida familiar ejemplar, la buena educación de sus hijos y la acertada dirección de su casa debe mostrar su aptitud para el cargo de diácono y dar buen ejemplo a la comunidad.

Si el diácono ejerce fielmente su ministerio y cumple «bien su oficio» alcanza un «grado honorable». ¿Se refiere a un rango de honor dentro de la comunidad, al que el diácono fiel puede pasar a pertenecer sin perjuicio de su actividad servicial? ¿O se trata de un ascenso al cargo de «obispo», responsable de la comunidad, que en 3,1 se describe como una noble función? La fidelidad en el servicio le da al diácono gran seguridad para el día del juicio, cuando habrá de dar cuentas de su administración 38. Puede esperar con tranquilidad la sentencia de Dios, no fundado en sus servicios personales, sino en su fe en Jesucristo.

Las dotes que Pablo exige al diácono son semejantes a las del «obispo». Pero dos requisitos, que se nombran al final y que son característicos del cargo de «obispo» faltan en el de diácono: «buen pedagogo» y «no neófito». Con todo, exige Pablo, para el cargo inferior de diácono, hombres moralmente maduros, que resplandezcan por su vida cristiana en la comunidad y que estén dispuestos a obedecer a Dios con amor vivo.

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38.Cf. Luk_16:2; Mat_25:21.23.

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3. RAZÓN DE ESTAS INSTRUCCIONES: LA GRANDEZA DEL MISTERIO CONFIADO A LA IGLESIA (/1Tm/03/14-16).

14 Te estoy escribiendo esta carta con la esperanza de reunirme pronto contigo.

Pablo, según los planes que tiene en el momento de enviar la carta, quiere ir cuanto antes a visitar a Timoteo en éfeso. Pero sabe que su viaje puede demorarse por diversos motivos. Por eso da a su representante instrucciones relativas al orden de la comunidad, al culto (Mat_2:1-15) y a la elección de los ministros (Mat_3:1-13). La solicitud por sus comunidades acompaña siempre al Apóstol de las gentes y no le deja libre ni siquiera cuando está alejado físicamente de ellas. La íntima relación que tiene con Timoteo, «su verdadero hijo en la fe», le impulsa a darle instrucciones precisas para que sepa cómo debe portarse en la casa de Dios.

15 Pero si me retraso, quiero que sepas cómo debe uno portarse en la casa de Dios, o sea en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.

Se añade una razón más. La mirada del Apóstol se hace más amplia. Las directrices que acaba de bosquejar (Mat_2:13, Mat_2:13) no van dirigidas sólo a Timoteo en éfeso. Ante los ojos de Pablo está ahora toda la Iglesia del Asia Menor con todas sus comunidades; todas ellas han de tener en cuenta estas directrices disciplinares, dirigidas a la comunidad y a la Iglesia. Con una imagen que se usa muy a menudo en el Nuevo Testamento 39 se llama a la comunidad, a la Iglesia del Dios viviente, casa de Dios. Dios mismo, pues, que posee la plenitud de la vida y da la vida, habita en la comunidad. No está lejos de los cristianos, sino que «donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mat_18:20). ¡Qué consuelo, qué alegría para los cristianos, pero qué pesada responsabilidad también! El Dios santísimo que habita en la comunidad como en un templo, no tolerará que su casa sea profanada y destruida. «Al que destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; pues el templo de Dios es sagrado; y ese templo sois vosotros» (1Co_3:17).

Cambiando la metáfora designa dos características esenciales de la Iglesia, que significan lo mismo: columna y fundamento de la verdad. La Iglesia ha sido puesta por Dios en este mundo como una columna, como un cimiento sobre el cual, a la vista de todos los hombres, descansa la revelación de Dios. La Iglesia es la portadora y guardiana infalible e inconmovible de la verdad revelada por Dios. En ella descansa esta verdad, bien guardada y con seguridad. Desde la Iglesia, esta verdad penetra en las tinieblas del error, iluminándolas.

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39. Cf. 1Co_3:16; 2Co_6:16; Eph_2:19-22; Heb_3:6; IPetr 4,17.

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16 Y, sin ningún lugar a dudas, es grande el misterio de la piedad: se ha revelado en la carne, justificado en el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre los gentiles, creído en el mundo, ascendido a la gloria.

El punto central de esta verdad revelada por Dios es el «misterio de la piedad», Jesucristo mismo. De él tratan, sin mencionar su nombre, las seis breves frases que, en forma compendiada, intentan abarcar el misterio de Jesucristo.

Probablemente estas frases concisas pertenecen a un himno cristiano primitivo, tal como se cantaba por aquel entonces en la comunidad 40. En tres pares de oposiciones: carne, Espíritu; mundo de los ángeles, mundo de los gentiles; mundo terreno, gloria del cielo, se expresa el misterio de Jesucristo.

La primera oposición, carne-Espíritu, intenta explicar el ser humano y divino de Cristo. La revelación de Cristo «en la carne» se contrapone a la justificación «en el Espíritu». La revelación «en la carne» es la encarnación de Cristo, que, existiendo desde antes del mundo junto a Dios, entró en el mundo y se hizo hombre, tomando un cuerpo de hombre. El Espíritu justificó y acreditó a Cristo como ser divino. Lo hizo mediante su vida maravillosa, su resurrección41 y su ascensión al Padre42. Dios, mediante el «Espíritu», manifiesta ante todo el mundo a Jesús, llevado a la cruz como malhechor, y le proclama «justo» y «santo» (Act_3:14). Por la resurrección, que se produjo por virtud del Espíritu (cf. Rom_8:11), recibió el hombre Jesús la forma divina de ser.

La segunda oposición, visto por los ángeles-proclamado entre los gentiles, se refiere al triunfo de Jesús, que ascendió al cielo y quedó constituido como Señor de los ángeles y de todo el mundo. A los ángeles les fue «revelado» Cristo en figura humana visible cuando subía al cielo. Ahora le adoran, porque están enteramente sometidos a él, como Señor suyo 43. A esta preeminencia sobre los ángeles corresponde, en el ámbito de su señorío terreno, la proclamación de Cristo entre «los gentiles». En todo lugar donde se predique entre los gentiles la buena nueva de la redención por Jesucristo, se dará a conocer el dominio que le ha sido dado sobre toda la creación.

La tercera oposición, creído en el mundo-ascendido a la gloria, muestra la victoria de Cristo, ensalzado y glorificado. Es victoria en este mundo, porque el mundo cree en él; es victoria también en el ámbito celestial, porque la gloria de Dios le rodea para siempre, y él reina sentado a la derecha del Padre. El triunfo del Señor Jesucristo se hace patente en el mundo continuamente cuando los hombres se abren con fe a la predicación de la buena nueva como mensaje de salvación y llegan a una fe auténtica en Jesucristo. En el ámbito celestial, lo que patentiza su triunfo es el hecho de estar sentado a la derecha de Dios y de participar en su gloria.

La comunidad cristiana primitiva manifiesta en este himno -cuyas palabras se apropia aquí Pablo-, su fe en el Hijo eterno de Dios, que descendió a este mundo y se hizo hombre y que, después de su vida terrena y de la crucifixión, fue elevado a la derecha de Dios, el Señor de todo el cosmos, de los ángeles y de los hombres. «Sin ningún lugar a dudas, es grande el misterio de la piedad»; tan grande, tan incomprensible, que los hombres no lo entienden, sino que, en adoración humilde, se prosternan, junto con los ángeles, ante el Hijo eterno de Dios, que se hizo hombre y que ahora, como Señor, se sienta a la derecha de Dios.

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40.Cf. himnos semejantes en Eph_5:19; Col_3:16.

41.Cf. Rom 1.4.

42.Cf. Act_5:20 s; Phi_2:9-11.

43.Cf.Flp 2,11; Eph_1:20 s; Eph_3:10; 1Pe_3:22.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Elección de ministros sagrados: los obispos, 3:1-7.
1 Verdadero es el dicho: Si alguno desea el episcopado, buena obra desea; 2 pero es preciso que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, morigerado, hospitalario, capaz de enseñar; 3 no dado al vino ni pendenciero, sino ecuánime, pacífico, no codicioso; 4 que sepa gobernar bien su propia casa, que tenga los hijos en sujeción, con toda honestidad; 5 pues quien no sabe gobernar su casa, ¿cómo gobernará la Iglesia de Dios? 6 No neófito, no sea que, hinchado, venga a incurrir en el juicio del diablo. 7 Conviene asimismo que tenga buena fama ante los de fuera, porque no caiga en infamia y en las redes del diablo.

Dentro del tema del culto, de que el Apóstol viene hablando, ocupan un lugar importante los ministros sagrados. De ellos va a hablar ahora, y primeramente de los obispos (v.1-7).
Comienza diciendo que si alguno aspira al episcopado, desea una buena obra (????? ????? ???????? ) e introduce la afirmación con la fórmula verdadero es el dicho (?????? ó Aóyos), que ya explicamos al comentar 1:15. ¿Qué intenta significar el Apóstol bajo la expresión buena obra y por qué ese empeño en afirmar que la aspiración al episcopado es buena obra? Parece, en cuanto a lo primero, que buena obra equivale a oficio noble y excelente, pues la misión del obispo es la de cooperar con Dios a la salud de las almas y difundir el reino de Cristo. No es ya tan claro el porqué de esa afirmación aquí. Probablemente ese cargo de obispo, en contraste con los dones brillantes de curaciones o de glosolalia (cf. 1Co_12:8-10; 1Co_14:1-5), era poco apetecido en Efeso, pues carecía de todo aliciente humano y sólo representaba trabajo humilde y lleno de sinsabores. De ahí que Pablo trate de poner las cosas en su punto, haciendo hincapié en la excelencia del episcopado. Sin embargo, debido precisamente a esa excelencia, el cargo de obispo exige un mínimo de condiciones, que el Apóstol enumera en los v.2-7. En esta enumeración, más que en las virtudes típicamente cristianas, como fe, esperanza y caridad, que sin duda se presuponen, se insiste en virtudes humanas, de inmediata repercusión en el trato con los demás. La mayoría de los términos son suficientemente claros y no hay por qué detenerse en explicarlos. Nos fijaremos únicamente en dos: marido de una sola mujer (v.2) y no neófito (v.6). Quiere San Pablo que el elegido para obispo no esté casado en segundas nupcias. La misma condición pone también para los diáconos (cf. v.12) y para las viudas inscritas como tales en el registro de la Iglesia (cf. 5:9). Sin embargo, para los fieles en general no condena las segundas nupcias (cf. 5:14; 1Co_7:39). La razón de esa exigencia, aunque San Pablo nada dice al respecto, parece ser porque las segundas nupcias no eran bien vistas, incluso entre los paganos, siendo consideradas como una falta de fidelidad a la primera mujer y como una falta de dominio de sí mismo. Más tarde, desde principios del siglo IV, la Iglesia latina irá más lejos y a sus ministros, sacerdotes y diáconos exigirá el celibato completo, como más conveniente a la entrega total que tal ministerio requiere (cf. 1Co_7:32-33) 353*·En cuanto a la otra condición, es decir, no neófito, la razón es obvia; pues un neófito o recién convertido a la fe no podrá tener normalmente la ciencia y autoridad necesarias para regir la comunidad. Sin embargo, San Pablo indica otro motivo: el de que, al verse elevado tan rápidamente, participe de la suerte de Lucifer, que cayó por soberbia. Todavía vuelve a hablar del diablo y de sus ardides, al referirse a la buena fama de que el obispo debe gozar ante los no cristianos (v.7; cf. 1Co_5:12; 1Te_4:12). Estas referencias al diablo son frecuentes en las Pastorales (cf. 1Ti_1:20; 1Ti_3:6-7; 1Ti_4:1; 2Ti_2:26) y también en las otras cartas paulinas (cf. Rom_16:20; 1Co_5:5; 1Co_7:5; 1Co_10:20-21; 2Co_2:11; 2Co_6:15; 2Co_11:14; 2Co_1:71 Efe_6:11; 1Te_2:9.18).
Así explicado el pasaje, queda aún por resolver la cuestión central: ¿qué entiende San Pablo bajo el término obispo?
De este punto ya tratamos ampliamente en la introducción a la carta. Como entonces dijimos, creemos que también aquí, en las pastorales, lo mismo que en los anteriores escritos del Nuevo Testamento, el término obispo sigue siendo sinónimo de presbítero, sin que tenga todavía el sentido técnico que adquirirá más tarde.

Los diáconos
, 3:8-13.
8 Conviene que los diáconos sean asimismo honorables, exentos de doblez, no dados al vino ni a torpes ganancias; 9 que guarden el misterio de la fe en una conciencia pura, 10 Sean probados primero, y luego ejerzan su ministerio, si fueren irreprensibles. 11 También las mujeres deben ser honorables, no chismosas, sobrias y en todo fieles.12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, que sepan gobernar a sus hijos y a su propia casa. 13 Pues los que desempeñaren bien su ministerio alcanzarán honra y gran autoridad en la fe que tenemos en Cristo Jesús.

Después de hablar de los obispos (v.1-7), San Pablo pasa a hablar de los diáconos (v.8-13).
A ellos se refirió ya en Flp_1:1. Probablemente el origen de los diáconos lo tenemos en la narración de Hec_6:1-6, a cuyo comentario remitimos. Muchas de las condiciones que Pablo exige en ellos son las mismas que para los obispos. Notemos únicamente que en lugar del genérico no codicioso (??????????? ), que pone para los obispos (v.3), aquí (v.8) habla de no dado a torpes ganancias (?? ????????????? ), sin duda porque los diáconos, encargados de la administración de bienes materiales y de la distribución de limosnas, estaban más expuestos a esa tentación. El misterio de la fe que deben guardar (v.9) no parece aludir a otra cosa que a la verdad evangélica considerada como un cuerpo de doctrina (cf. 4:6; 6:10.20). Lo de probados primero (v.10) no significa que haya de preceder un auténtico período de probación, sino que es una recomendación a que se observe bien antes su conducta, para ver si son dignos de tal cargo.
La intrusión de las mujeres del v.11 resulta totalmente inesperada, dado que antes (v.8-10) y después (v.12-13) se habla de diáconos. Creen algunos que es una alusión a las esposas de los diáconos, las cuales debían cooperar, con su buen nombre y fidelidad, a la labor de sus maridos. Sin embargo, juzgamos más probable, como suponen otros (M. Sales, Ricciotti, Dornier), que se trata de diaconisas, al estilo de Febe, mencionada en Rom_16:1, adscritas al servicio y asistencia material de las mujeres. Con ello, la ilación del pensamiento resulta más lógica: también los diaconos-mujeres. Nótese, en efecto, que el vocablo ???????? lo mismo puede ser masculino (cf. Rom_13:4) que femenino (cf. Rom_16:1), de ahí que San Pablo designe a las diaconisas simplemente como las mujeres, suponiendo que aún pertenecen a la misma categoría (diáconos) de que viene hablando. Si se refiriese a las cualidades de las esposas de los diáconos, ¿por qué antes habría omitido hablar de las cualidades de las de los obispos?
La observación final (v.13) parece estar destinada a dejar bien claro que, no obstante el carácter subalterno de su cargo, los diáconos que cumplan bien sus funciones ocupan una posición honorable en el seno de la comunidad. En el fondo es lo mismo que había dicho respecto de los obispos (cf. 3:1). No parece, en contra de lo que sostienen algunos autores, que Pablo esté apuntando a la posibilidad de promoción al presbiterado-episcopado, si cumplen bien sus funciones. Sería un modo de animar la generosidad muy poco conforme con el proceder y entrega desinteresada de San Pablo. De otra parte, en la Iglesia primitiva el diaconado era considerado como grado propio y permanente, y no como simple paso o etapa hacia el presbiterado, como sucedió después.

La Iglesia, columna y sostén de la verdad, 3:14-16.
14 Esto te escribo con la esperanza de ir a verte pronto,15 para que, si tardo, sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y sostén de la verdad. 16 Y sin duda que es grande el misterio de la piedad: Que se ha manifestado en la carne, ha sido justificado por el Espíritu, ha sido mostrado a los ángeles, predicado a las naciones, creído en el mundo, ensalzado en la gloria.

Estos versículos, haciendo resaltar la grandeza de la Iglesia, constituyen una especie de colofón a lo dicho sobre los ministros sagrados, cuya misión es la de estar al servicio de la misma.
El Apóstol dice expresamente a Timoteo que si le da las instrucciones que le viene dando es para que sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y sostén de la verdad (v.14-15). Magnífica descripción de la Iglesia. Si habla de Dios vivo es, sin duda, para caracterizarlo como el verdadero Dios, en contraposición a los ídolos (cf. 1Te_1:9; 2Co_6:16). La metáfora de la casa puede tomarse en dos sentidos: en cuanto que la Iglesia es como un edificio espiritual formado por piedras vivas que son los fieles (cf. Efe_2:21; Efe_4:12; 1Pe_2:5), o en cuanto que los fieles, por su condición de hijos de Dios, constituyen como la familia o casa de Dios (cf. Gal_6:10; Efe_2:19; Heb_3:5-6). Es posible que en la mente de San Pablo, al escribir casa de Dios, anduviesen aleteando juntos ambos significados. La expresión columna y sostén de la verdad, para caracterizar la misión de la Iglesia, es otra, imagen tomada de la construcción. El sentido es claro: como el basamento sostiene las columnas y las columnas sostienen y muestran a vista de todos las estatuas de los héroes, así la verdad de Dios, contenida en el mensaje evangélico, está sostenida y presentada al mundo por la Iglesia. Quien se aleja de la Iglesia no está en la verdad.
En el v.16, San Pablo hace como un resumen de esa verdad de Dios confiada a la Iglesia para su custodia y difusión en el mundo, y que es tema constante en las Pastorales (cf. 2:4; 2Ti_2:15.18. 25; 2Ti_3:7; 2Ti_4:4; Tit_1:1.14). La llama misterio de la piedad, expresión prácticamente equivalente a misterio de la fe, de que se habló en el v.q. El término misterio indica que se trata de una verdad por largo tiempo oculta en Dios y manifestada ahora (cf. Efe_3:9). En qué consista ese misterio de la piedad (??? ????????? ) ? del verdadero culto a Dios, lo dice el Apóstol a continuación, valiéndose de una estrofa de un himno cristiano primitivo, que parece copia literalmente. La estrofa es un canto a Cristo y consta de seis miembros distribuidos en tres pares antitéticos: carne-espíritu, ángeles-naciones, mundo-gloria. Maravilloso resumen de la vida y obra de Cristo: toma carne humana (cf. Jua_1:14), mostrado como quien es mediante el testimonio del Espíritu (cf. Jua_1:32; Jua_16:8; Hec_10:38), contemplado por los ángeles (cf. Luc_2:13; Mat_4:11; Mat_28:2; Efe_1:21), predicado a las naciones (cf. Hec_1:8), creído en el mundo (cf. Hec_5:14; Hec_15:3), ensalzado en la gloria (cf. Hec_1:9; Flp_2:9-11).
Podemos ver aquí la formulación primitiva del misterio del Verbo encarnado, verdadero Dios y verdadero hombre. La primera antítesis evoca el encuentro de dos mundos, el humano y el divino, en la persona de Cristo; la segunda presenta la proclamación a dos mundos, el celeste y el terrestre, de ese misterio de Cristo; la tercera, al igual que en Flp_2:9-11, completa la evocación del misterio de Cristo, recordando su exaltación a la gloria. A buen seguro que Timoteo y sus fieles, meditando este himno, se sentirían santamente orgullosos de su condición de cristianos.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: 1 Timoteo 3,4-11Prosigue hablando de los mismos en lo que concierne a su familia privada y a la 1glesia que les han encomendado, y dice a los diáconos cómo han de haberse consigo y con sus propias mujeres.4. Sed suae domui bene praepositum, filios habentem subditos cum omni castitate.5. Si quis autem domui suae praeesse nescit, quomodo Ecclesiae Dei düigentiam habebit?6. Non neophytum, ne in superbiam elatus, in iudicium incidat diaboli.7. Oportet autem et illum testimonium habere bonum ab his qui joris sunt, ut non in opprobrium incidat et in laqueum diaboli.8. Diáconos similiter púdicos, non bilingües, non multo vino deditos, non turpe lucrum sedantes;9. Habentes mysterium fidei in conscientia pura.10. Et hi autem probentur primum, et sic ministrent, nullum crimen habentes.11. Mulleres similiter púdicas, non detrahentes, sobrias, fideles. ..Arriba mostró el Apóstol cuál debe ser el obispo por lo que mira a sí, aquí por lo que mira a los demás, a la multitud: de la familia doméstica, de la 1glesia (de los feligreses), de los infieles. Da razón de lo primero diciendo: "pues si uno no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la 1glesia de Dios?" Muestra asimismo que es menester en el obispo el debido gobierno de la familia y la buena educación de los hijos: "teniendo los hijos a raya".Dice pues: es necesario que el obispo sepa gobernar bien su casa, esto es, su familia, para que la rija bien. Y el buen gobierno no consiste no más en la adquisición de las riquezas -ya que éstas, como instrumento, no son el fin de la economía- sino en la recta vida. "Pacíficos en sus casas" (Sir 44). De modo especial su principal desvelo y cuidado han de ser ios hijos; por eso hace de ellos especial mención: "teniendo sus hijos a raya"; esto es, que ejerza su autoridad en ellos, no reblandecido de amorosa ternura, que alguna vez extiende a los hijos. Y entre otras cosas que han de tener los hijos de los obispos, habidos antes de haberlo sido, requiérese que sean castos; por eso añade: con toda castidad; porque su mala vida sería un testimonio contra su padre y prelado. "Cual es el juez del pueblo, tales son sus ministros, y cual es el gobernador de la ciudad, tales son sus habitantes" (Sir 10,2). "Porque los hijos nacidos de uniones ilícitas, al preguntárseles de quién son, vienen a ser testigos que deponen contra el crimen de sus padres" (Sg 4,6). Segunda razón, porque a la casa del obispo concurre el pueblo, por eso es necesario que sean castos. Ahí está, para confirmarlo, el ejemplo de los impuros hijos de Helí que "dormían con las mujeres que venían al templo a velar" (1Sam 2,22). Por eso fue castigado por el Señor.-"Pues si alguno... " Da la razón de lo que va diciendo; pues pudiera alguno decir: teniendo como tiene el cuidado de todos, ¿a qué hacer mención de que rija bien la familia? Por eso dice: "pues si uno no sabe gobernar su casa", es decir, la propia familia. "Quien es fiel en lo poco lo será también en lo mucho" (Lc 16,10). Sucede con todo frecuentemente que algunos que no saben arreglárselas en menudencias domésticas bien se las barajan en cosas mayores. Mas lo que dice: no sabe, se refiere a la negligencia; porque el que descuida las cosas pequeñas fácilmente descuida las grandes, aunque alguna vez se maneje bien en las cosas mayores el que no hace caso de menudencias. Muestra por consiguiente cómo ha de portarse con la multitud que concurre a la iglesia, en la cual no ha de ser novicio en la fe, sino antiguo.-"no neófito", esto es, recién admitido a la fe. "Es necesario pues que de éstos que han estado en nuestra compañía se elija uno" (Hch 1,21). "Júntame 70 varones de los ancianos" (Num 2,16). "Porque no hacen venerable la vejez los muchos días". Pues acontece alguna vez hallarse en algunos tal sobreabundancia de gracia y en los años mozos tal ancianidad de costumbres, que por dispensa se les concede la promoción, como a San Ambrosio, por inspiración divina. De donde lo que aquí dice se refiere a los que no sólo por edad, mas en perfección, neófitos son. Y la razón de esto es porque "no caiga en la condenación del diablo, hinchado de soberbia". Pues, cuando un recién convertido a la fe sube de categoría y es promovido a un cargo, repútase por mejor que otros e imprescindible, de suerte que a no ser por él no tuviese de dónde proveerse la 1glesia. Y dice: del diablo, porque él fue condenado por el pecado de soberbia.-"También es necesario que tenga buena reputación entre los extraños". Quiere decir cómo ha de haberse con la muchedumbre de infieles y lo alecciona con estos documentos: lo. que tenga buena fama. "Portaos sabiamente con aquellos que están fuera de la 1glesia" (Col 4,5). "Llevando una vida ajustada entre los gentiles" (1Pe 2,12). Y esto le es necesario al prelado, porque por su proceder se juzga el de toda la congregación. Pero al contrario 2Co 6: "en medio de infamia y de buena fama". Respondo: la infamia nace algunas veces por culpa del infamado, y ésta es la que aquí prohibe; otras por malicia de los detractores, y entonces conviene tener paciencia, y de ésta habla el Apóstol en el lugar citado. Mas aquí habla del que ha de ser elevado al episcopado, que debe llevar la infamia con que es falsamente infamado, aunque sea bueno, en paciencia.Señala en 2o. lugar la razón: "para que no caiga en desprecio", donde toca un doble peligro, a saber, para que no se haga despreciable y por esto se disminuya su autoridad, y, por consiguiente, se le quite la audacia de corregir. También para que no caiga en el lazo del diablo, por su impaciencia en sobrellevar las injurias, que lo induzca al odio y desesperación o cosa parecida. Y que el prelado se haga odioso a los laicos sucederá si descuida el ejercicio de la oración y el culto divino."Habéis hecho nula la alianza de Leví, y por eso os he hecho despreciables y viles delante de todos los pueblos" (Mal 2,8).-"De la misma suerte los diáconos" que en griego suenan lo mismo que ministros. Pues en la primitiva 1glesia sólo había 3 órdenes, como dice Dionisio, a saber, de los obispos, presbíteros y ministros; y no se dividían en diversos grados, sino que todos estaban en un orden por la escasez de ministros y por ser nueva la 1glesia. Muestra pues cuáles deben ser cuanto a su persona y cuanto a los otros. Muestra también cómo hay que examinarlos: "por tanto, sean éstos antes probados". Cuanto a su propio cuerpo señala lo que se refiere a las cualidades de todo él y a la refrenación de la lengua.Dice pues: digo que los obispos deben ser castos, lo mismo losdiáconos, porque lo contrario a la castidad hace a uno inepto para las cosas espirituales; porque el ánimo, que los tales debieran tener elevado a esas cosas, lo hace negado redondamente para ellas. "Purificaos vosotros los que traéis los vasos del Señor" (Is 52,2). "Tened ceñidos vuestros lomos" (Lc 12). Muestra luego cómo han de portarse con la boca, puesta al servicio de la locución y el gusto:-"no dobles en sus palabras". "La lengua de un tercero ha alborotado a muchos y los ha dispersado de un pueblo a otro" (Sir 28,15). El bilingüe es el que tiene 2 lenguas. No serán tales los diáconos ministros de la paz.-"no bebedores de mucho vino". "¿Para quién son los ayes?" "¿Para qué padre son las desdichas? ¿Contra quién serán las riñas? ¿Para quién los precipicios? ¿Para quién las heridas sin motivo alguno? ¿Quién irae los ojos encendidos? ¿No son éstos los dados al vino y los que hallan sus delicias en apurar copas?" (Pr 23,29-30). "¡Ay de vosotros que sois briosos para beber vino y hombres fuertes para embriagaros con diversos licoresi" (Is 5,22).-"no aplicados a torpe ganancia". Muestra cómo deben haberse con las cosas exteriores; pues no sólo se apartan de la justicia algunas veces por codicia de ganancia, sino también de la verdad, diciendo lo que no conviene. Por eso se les prohibe el lucro temporal, por el cual se entiende toda torpe ganancia.-"Que traten el misterio de la fe". Esto se refiere a la afección, y los instruye cuanto a la fe, quiere decir, no sólo la simple fe, sino la inteligencia de lo que oculta la fe; que eso suena misterio: oculto; porque los ministros han de saber no solamente las cosas de fe que también el pueblo entiende, mas igualmente las misterios, pues deben instruir a otros. "Prontos siempre a dar satisfacción a cualquiera que os pida razón de la fe y esperanza en que vivís" (1Pe 3,15). Asimismo demanda una conciencia pura, que la impura hace errar en la fe; "pues el fin de los mandamientos es la caridad, que nace de un corazón puro, de una buena conciencia y de fe no fingida" (I Timoteo 1,5).-"Y por tanto sean antes probados", es decir, cómo hay que examinarlos; pues pudiera decir alguno: para mí que todos son buenos, porque esto debe estar en tu haber. Mas cuanto a su promoción hay que examinarlos a todos, y de hecho se les examina.-"Y así entren en el ministerio, no siendo tachados de ningún delito", esto es, pecado mortal, no venial, porque, como dice 1 Juan 1: "si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos". Ni dice los que tuvieron, sino los que tienen, es decir, los que son notables y llevan a cuestas el crimen de infamia. De otra suerte esto sería derogar a las llaves de la 1glesia.-"Las mujeres (diaconisas) igualmente", que tenían en la primitiva 1glesia. Dice cómo han de portarse con ellas los diáconos y de qué cualidades o virtudes deben estar adornadas, a saber, de castidad, modestia, sobriedad y fidelidad. Dice pues: lo mismo que dije de los diáconos, digo de sus mujeres, que sean castas, porque así conviene. "Gracia sobre gracia la mujer santa y vergonzosa" (Sir 26,19). También modestas en su modo de hablar, "no chismosas". "El detractor oculto es semejante a la serpiente que pica sin hacer ruido" (Eccles 10,2). Asimismo sobrias, que es el máximo ornato en las mujeres, como dijo arriba (II,9). Otros fieles en todo, o a Dios cuanto a la verdadera fe, o a sus maridos. Mas ¿qué culpa tiene el diácono si su mujer sale mala? Respondo: la causa de la repulsa del ministerio no sólo es la culpa sino el impedimento que tenga alguno. Por tanto, si sus mujeres pudiesen ser malas sin culpa de ellos, el impedimento estaría en pie, lo.: porque al ser malas necesitan de mayor cuidado y con eso menos se aplicarían sus maridos a los ministerios eclesiásticos. 2o.: porque las malas mafias las heredan de sus mujeres. Otro peligro, porque sus casas las frecuentan muchos. Dijeron los herejes Catafrigas que, desde que entre los diáconos se trata de mujeres, pueden éstas ordenarse de diaconisas. Pero es de saber que en Derecho se les da este nombre no porque tengan ese orden, sino por algún ministerio de la 1glesia, así como en griego se llama diácono cualquier ministro.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



34 (B) El liderazgo en la comunidad (3,1-13)
(a) Principio básico (3,1). Algunos indican que la «afirmación cierta» (véase Tit. 3,8) hace referencia a 2,13-14, pero más bien parece re(-)calcar como auténtica tradición paulina lo que sigue a continuación, cargo de supervisor: Episkope es un término genérico y todavía no sig(-)nifica «episcopado» en el sentido moderno de la palabra.
(b) Requisitos para los obispos (3,2-7). Es(-)te texto y Tit. 1,6-8 parecen utilizar un listado anterior de requisitos. El autor de las pastora(-)les probablemente corrigió de varias maneras esa tradición anterior. El v. 7 parece ser cierta(-)mente una adición de ese tipo. 2. el obispo: Es decir, cualquier obispo/supervisor. Probable(-)mente se trataba de una especie de «pastor» al cargo de una Iglesia doméstica (véase el v. 5 y Tit. 1,7), pero tal vez tuviera también responsa(-)bilidades más amplias, marido de una sola es(-)posa: Véase Tit. 1,6. sobrio: Esto se refiere prin(-)cipalmente a la templanza en comer y beber, pero puede tener un significado más general. Véase Tit. 1,7. 3. desprendido del dinero: Véase Tit. 1,7. 4-5. Se supone que el obispo está casa(-)do y tiene hijos. Puesto que el autor de las pas(-)torales ve la asamblea de creyentes como «la casa de Dios» (1 Tim. 3,15), la manera en que el candidato gobierna su propia casa se consi(-)dera un buen indicador de su probable actua(-)ción como obispo. 7. La preocupación que ca(-)racteriza a las pastorales de que la comunidad cristiana sea atractiva para los de fuera deriva de la conciencia que en ellas se manifiesta de la universal voluntad salvífica de Dios (véase 1 Tim. 2,1-7).
(c) Requisitos para los diáconos (3,8-12). 8. diáconos: Normalmente, en el NT la palabra gr. diakonos Viene el sentido genérico de «servidor» o «ministro», pero en ocasiones, como aquí, se refiere a un cargo eclesial (lo mismo que en Flp. 1,1 y puede que también en Rom. 16,1; cf. Hch. 6,1-6). Resulta difícil determinar el papel preci(-)so de los diáconos en este período inicial, pues los diáconos/«camareros de mesa» de Hch. 6 también se dedicaban a la predicación (Hch. 7; 8,4-8.26-40). 9. el misterio de la fe: Los diáconos deben creer en la palabra y cumplirla. 11. mu(-)jeres: Puesto que las cualidades requeridas de las «mujeres» (o «esposas» [de los diáconos] -el gynaikas gr. es ambiguo) son prácticamente idénticas a las enumeradas en los w. 8-9, y no hay ninguna referencia semejante a las esposas de obispos o ancianos, el autor probablemente se refiera aquí a diaconisas. 12. También se su(-)pone que los diáconos varones están casados y tienen hijos (véanse Tit. 1,6-7; 1 Tim. 3,4-5).
(d) Conclusión (3,13). Aunque el ptc. «que ejercen» lo vincula con lo que se acaba de de(-)cir de los diáconos, este versículo parece servir para explicar por qué desear un «cargo de su(-)pervisor» (3,1) es una «obra hermosa».
35 (IV) Finalidad y perspectiva teológi(-)ca de 1 Tim (3,14-4,10).
(A) Finalidad: la conducta en la casa de Dios (3,14-16). 15. pero si tardo: ¡Los lectores originales sabían que la muerte de Pablo había causado un retraso muy largo! Sin embargo, él proveyó a la Iglesia de instrucciones oportunas tocantes a su conducta, casa de Dios: Expresión bíblica referida a Israel, pero con mayor fre(-)cuencia al templo de Jerusalén. En este caso re(-)fleja deliberadamente el carácter familiar de las comunidades cristianas primitivas, que solían reunirse en domicilios particulares. 16. mani(-)festado... gloria: Primitiva formulación poética del kerigma. Tres pares de frases dispuestas de manera que se yuxtaponen acontecimientos ce(-)lestiales/espirituales y terrenos. Con una sola excepción, las seis frases gr. tienen el mismo número de sílabas, misterio: Como en Col 1,26-
27 y 2,2, el «misterio» de la revelación de Dios (esto es, la revelación en el tiempo del momen(-)to otrora oculto de la salvación) se identifica con Cristo, ha sido manifestado en la carne: Pa(-)rece suponer algún tipo de preexistencia divina. justificado [o vindicado] en el espíritu: Se refie(-)re a la resurrección de Cristo.
(Reumann, J., «Righteousness» in the New Testament [Filadelfia 1982] 30. Schweizer, E., «Two Early Christian Creeds Compared», CINTI 166-177.)

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Categorías diversas. En su preocupación por la armonía y buen orden de la comunidad, el autor concentra ahora su atención en dos clases de cargos de responsabilidad, el obispo y los diáconos. Ambos títulos procedentes del mundo civil y religioso griego, fueron también aceptados por los cristianos para designar a algunos de sus líderes específicos. Originariamente el primero significaba «supervisor» y el segundo «servidor», o sea un responsable y unos asistentes. Comparando con lo que sabemos de Pablo en otros documentos, la presente carta indica un grado más desarrollado de organización interna de la Iglesia. Allí donde se formaban Iglesias locales, la misión principal de sus responsables era cuidar la comunidad como un pastor cuida su rebaño (cfr. Hch_20:28). Y los títulos que expresaban mejor esta función de «pastores estables», eran justamente los títulos de «obispo» y «diácono». Otros líderes con diferentes funciones menos localizadas y más itinerantes eran designados con distintos nombres, como apóstoles, profetas, evangelistas, maestros, etc. Aunque los términos de «obispo» y «diácono» son los mismos que utilizamos hoy, no es legítimo deducir que las funciones sean idénticas. La proliferación de nombres y funciones del liderazgo cristiano era una característica de las primeras generaciones de la Iglesia. Con el tiempo, toda la responsabilidad del servicio de la autoridad eclesial se fue concentrando en el ministerio de los obispos, presbíteros y diáconos, nombres con los que hoy día designamos a los ministros ordenados.
La carta suministra orientaciones concretas sobre la actitud de los candidatos para cargos estables de responsabilidad. Llama la atención el hecho de que el cargo de obispo no fuera muy apetecible, o por el testimonio de vida intachable que exigía o bien por el peligro personal que suponía liderar la comunidad en aquellos tiempos de frecuentes persecuciones. Por eso el autor anima a los que se sienten llamados a prestar ese servicio, a no esquivar la responsabilidad. Quizás a algunos llame también la atención el que la mayoría fueran casados. El celibato no es un mandato del Señor para sus ministros, sino una ley eclesiástica que tardó siglos en imponerse y generalizarse y, que como tal, puede ser aplicada o no por la autoridad de la Iglesia de acuerdo con las necesidades de las comunidades cristianas.
En resumidas cuentas, las cualidades del obispo y de los diáconos que exige el autor de la carta no son para nada extraordinarias, o quizás sí, porque el ser «sobrio, modesto, cortés, hospitalario, amable... pacífico, desinteresado» (2s), no son, por desgracia, las cualidades que fácilmente asociamos a las personas que ejercen la autoridad, ya sea dentro o fuera de la Iglesia. Así debía ser entonces y así sigue siendo ahora; de ahí que la amonestación del autor siga tan actual hoy como hace dos mil años. Por otra parte, estas exhortaciones están indicando el ideal de la comunidad cristiana que el autor tenía en su mente: la «casa de Dios», donde debe reinar el espíritu y las virtudes propias de una verdadera familia.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

How Bishops, and Deacons, and their wiues should be qualified, 14 and to what end S. Paul wrote to Timothie of these things. 15 Of the Church, and the blessed trueth therein taught and professed.
1 This is a true saying: If a man desire the office of a Bishop, he desireth a good worke.
2 A Bishop then must

[Of Bishops.]

be blamelesse, the husband of one wife, vigilant, sober, [ Or, modest.] of good behauiour, giuen to hospitalitie, apt to teach;
3 Not [ Or, not ready to quarell and offer wrong, as one in wine.] giuen to wine, no striker, not greedy of filthy lucre, but patient, not a brawler, not couetous;
4 One that ruleth well his owne house, hauing his children in subiection with all grauitie.
5 (For if a man know not how to rule his owne house, how shall he take care of the Church of God?)
6 Not a [ Or, one newly come to the faith.] nouice, lest being lifted vp with pride, hee fall into the condemnation of the deuill.
7 Moreouer, hee must haue a good report of them which are without, lest he fall into reproch, and the snare of the deuill.
8 Likewise must the Deacons bee graue, not double tongued, not giuen to much wine, not greedy of filthy lucre,
9 Holding the mysterie of the faith in a pure conscience.
10 And let these also first be proued; then let them vse the office of a Deacon, being found blamelesse.
11 Euen so must their wiues be graue; not slanderers, sober, faithfull in all things.
12 Let the Deacons be the husbands of one wife, ruling their children, and their owne houses well.
13 For they that [ Or, ministred.] haue vsed the office of a Deacon well, purchase to themselues a good degree, and great boldnesse in the faith, which is in Christ Iesus.
14 These things write I vnto thee, hoping to come vnto thee shortly.
15 But if I tary long, that thou mayest know how thou oughtest to behaue thy selfe in the House of God, which is the Church of the liuing God, the pillar and [ Or, stay.] ground of the trueth.
16 And without controuersie, great is the mysterie of godlinesse: God was manifest in the flesh, iustified in the Spirit, seene of Angels, preached vnto the Gentiles, beleeued on in the world, receiued vp into glory.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Requisitos de los diáconos

Pablo menciona a los diáconos junto con los obispos en Fil. 1:1, y es claro que los dos oficios estaban íntimamente conectados. De veras, la lista de las cualidades deseables declaradas aquí son parecidas a aquellas para los obispos. Nuevamente, ser dignos del respeto de otros es de suma importancia, como lo son la sinceridad y las normas morales generales. Dado que los candidatos para ambos oficios deben ser no dados a mucho vino, esto sugiere que el beber demasiado vino era un problema entre la gente de Efeso. De mayor importancia es que los diáconos deben ser de una fe sana (v. 9 ), un pun to a menudo olvidado en el nombramiento de los oficiales cristianos menores. Para Pablo la posición teológica era crucial. La prueba referida en el v. 10 se realizaba presumiblemente por la asamblea cristiana para asegurarse de que las cuali dades necesarias eran evidentes.

El v. 11 parece ser un interludio, y algunos han sugerido que apunta a una orden de diaconisas. Aunque una orden así no es imposible, la referencia primaria es a las esposas de los diáconos. Estas deben ser juiciosas y cuidadosas en el hablar para que no agravien el trabajo de sus esposos. Los restantes requisitos para los diáconos tienen un paralelo estrecho con la sección que trata de los obispos. ¿Significa la buena reputación (v. 13) su testimonio a la vista de la comunidad cristiana, a la de los de afuera o a la de Dios? De entre estos, el segundo parece el más indicado, no en el sentido de proveer para la futura promoción, sino de ejer cer influencia. Esto concuerda mejor con referencia a su seguridad de la fe.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Ver nota Hec_20:17.

2-7. Ver Tit_1:6-9.

8. "Diáconos": ver nota Flp_1:1.

11. "Las mujeres", probablemente, no son las esposas de los diáconos, sino las diaconisas. Ver nota Rom_16:1.

16. "El misterio que veneramos" -literalmente, "el misterio de la piedad"- es la obra salvadora de Cristo, objeto central de la fe cristiana, que se revive y celebra en el culto litúrgico. Dicho misterio aparece resumido en este fragmento de un himno empleado en la liturgia de la Iglesia primitiva. En él se proclama la Encarnación, la Resurrección y la Glorificación de Jesús, manifestadas al mundo por medio de la predicación apostólica.

"Justificado en el Espíritu": esta expresión significa que la justicia y la gloria de Cristo se revelaron plenamente en su Resurrección por la acción vivificadora del Espíritu. Ver Rom_1:4.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.1 Cargo de presidir la comunidad: Véase Flp 1.1 nota a.

[2] 3.2 Ser esposo de una sola mujer: Esta expresión, como también la aplicada a las viudas en 1 Ti 5.9, probablemente debe entenderse en el sentido de no haberse casado por segunda vez. Otras interpretaciones menos probables son: no tener más que una esposa (no tener simultáneamente varias esposas, o no tener, además de la esposa, una o más concubinas), o ser fiel a su esposa (prohibición del adulterio).

[3] 3.8-13 Diáconos: Eran ayudantes de los que presidían la comunidad.

[4] 3.12 Esposo de una sola mujer: Véase 3.2 n.

Torres Amat (1825)



[2] En los primeros siglos de la Iglesia se elegían y ordenaban presbíteros y obispos personas casadas. Lo que dice Pablo de los obispos, se debe entender también de los presbíteros. [ 6] Engreído al verse en una dignidad tan alta.

[10] Examinadas su vida y sus costumbres.

[16] Habiendo triunfado sobre la muerte.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Los «diáconos» son ministros que desempeñan sus funciones en dependencia de los que presiden. Probablemente su origen se remonta a los siete varones de buena fama que fueron elegidos para ayudar a los Apóstoles (cfr Hch 6,1-6).


Traducción En Lenguaje Actual Con Deuterocanonicos En Orden Alejandrino (2004)

[1] 3.10-12 Las mujeres: Puede referirse a las esposas de los diáconos, o a las mujeres que tenían el cargo de diaconisas.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

sirvan... Gr. diakonéo → §314.