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iiI. Apología de Pablo
Respuesta a la acusación de debilidad.
Soy yo, Pablo en persona, quien os suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo tan humilde cara a cara entre vosotros, y tan atrevido con vosotros desde lejos. (II Corintios 10, 1) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 10

Parte sexta

RESPUESTA DE PABLO A SUS ADVERSARIOS 10,1-12,13

Los capítulos 10-13 se consideran, en general, como una parte especial de la segunda carta a los Corintios. Por razón del estilo y del contenido forma una unidad cerrada, una especie de escrito de defensa y acusación, enteramente personal, con el que Pablo hace morder el polvo a sus enemigos y a cuantos han criticado su persona y su obra. A través de estos capítulos se perfila la fuerte personalidad del Apóstol, que se aíra, juzga y castiga, pero que siempre se afana y se preocupa, con amor profundo y fuerte, de padre y pastor, por la Iglesia, a la que quiere servir 69.

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69. En 6,11-7,16, Pablo ha dado testimonio de su amor a la comunidad de la misma manera más cordial. La reconciliación se ha consumado, la paz se ha restablecido. Esto hace posible llevar ya a cabo la colecta (cap. 8-9). Pero ahora, en los cap. 10-13, Pablo ataca y se defiende acerada y vehementemente contra sus enemigos. No pocos exegetas opinan que los capítulos 10-13 fueron originalmente una carta polémica de Pablo, escrita antes de 6,11-7,16 y sólo más tarde unida, por un redactor, junto con otra carta del apóstol, a nuestra segunda a los Corintios. Otra opinión más avanzada sostiene que 10-13 constituiría la carta «en medio de muchas lágrimas» (cf. el comentario a 2,4), pero tal suposición es indemostrable y poco probable, pues, de hecho, estos dos capítulos no presentan una carta lacrimosa, sino una carta acerada y combativa. Otros admiten, a pesar de todas las objeciones, que la actual segunda carta a los Corintios forma una unidad desde su origen. La nueva ruptura de hostilidades, después de la solemne afirmación de reconciliación, se explica suponiendo, por ejemplo, que ciertamente se ha restablecido la paz entre Pablo y la gran mayoría de la comunidad de Corinto, pero que sigue existiendo una minoría hostil al apóstol, a la que éste quiere abatir en estos capítulos 10-13. En este sentido, 10,2.7.11s; 11,4s.12.18; 12,11; 13,2 pueden entenderse como indicaciones de que estos capítulos se dirigen sólo contra una parte de la comunidad. En todo caso, nadie duda que los capítulos 10-13 sean una carta auténtica de Pablo.

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1. PABLO HABLA DE SI MISMO (10/01-11).

En la primera parte (10,1-11) de esta gran apología, Pablo se defiende examinando y rechazando algunas acusaciones concretas de sus adversarios. Percibimos una de estas acusaciones en 10,1a. Se dice en ella que, cuando estaba presente, aparecía como tímido ante los corintios, y que sólo parece atrevido y enérgico cuando está ausente. Una segunda acusación afirma (según 10,2b) que el apóstol es inconsciente y que camina según la carne. Una tercera (según 10,10), que las cartas de Pablo son duras y fuertes, pero que su presencia es poca cosa y que su modo de hablar no causa ninguna impresión. Pablo rechaza estas afirmaciones mal intencionadas. Debe conceder, por supuesto, que camina en la carne, es decir, que vive en una naturaleza humana. Pero no combate de acuerdo con los sentimientos de la carne. La verdad es que el apóstol es el caudillo de un poderoso ejército, que quiere ganar para Cristo al mundo entero (10,3-6).

a) La conducta de Pablo (10,1-2).

1 Yo mismo, Pablo, os hago un ruego por la humildad y condescendencia de Cristo; yo, tímido en presencia vuestra, pero atrevido contra vosotros cuando estoy ausente.

Al poner por delante y destacar el nombre de Pablo se indica que comienza una nueva sección. En las líneas que siguen Pablo va a volcar toda su persona. Las palabras del apóstol tienen un peso especial debido al hecho de que pone ante los ojos el ejemplo de Cristo. Exhorta en nombre de la humildad y condescendencia de Cristo. El mismo Cristo ha dicho de su mansedumbre: «Cargad con mi yugo y aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón» (Mat_11:29). Es posible que Pablo haya querido recordar esta sentencia de Jesús. Pero lo más probable es que quiera exhortar a reflexionar sobre la vida humilde de Jesús en la tierra, que iba haciendo bien por todas partes y curando enfermos, que soportó en su pasión, sin ofrecer resistencia, afrentas y atropellos, y que dio, en fin, su vida por los demás. Cristo es el servidor humilde de todos, según sus propias palabras: «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir» (Mar_10:45). De este mismo modo considera la IgIesia la vida y la pasión de Jesús: al padecer, no se defendió ni amenazó, sino que entregó su vida al justo juicio de Dios (cf. 1Pe_2:21-23).

Pablo recuerda la humildad y mansedumbre de Cristo, porque se le echa en cara que, cuando está presente, es tímido y humilde, pero cuando está ausente se muestra enérgico. Carece, pues, de aquellas cualidades y virtudes que exige la vida ejemplar de Cristo. Pablo afirma que sabe muy bien cuál es el ejemplo que le obliga. Pero, al mismo tiempo, se permite insinuar a los corintios que se preocupen también ellos por conseguir estas virtudes. Podía, muy bien, recordarles que, con su desobediencia y sus querellas, perturbaron e incluso amenazaron destruir las relaciones con el apóstol. También los corintios deben seguir la humildad y mansedumbre de Cristo.

Esta afirmación encierra un testimonio importante sobre la personalidad del apóstol Pablo 70. Se le reprocha que en su trato personal es un hombre amable, tal vez incluso tímido y sin ánimo. Pero cuando está lejos es atrevido y prepotente, del mismo modo que sus cartas, escritas cuando está ausente, en las que utiliza palabras enérgicas. Pablo menciona repetidas veces esta acusación, lo que indica que no dejó de hacerle mella. ¿Se trataba de una acusación completamente infundida o se refiere a algo concreto? El mismo Pablo dice de su primera visita a Corinto: «Me presenté ante vosotros débil, y con mucho temor y temblor» (1Co_2:3). Por algunas insinuaciones de la segunda carta a los Corintios se deduce que Pablo les había hecho una visita antes de escribir esta carta y que, en el transcurso de la misma, no pudo imponerse a sus enemigos (2Co_2:5; 2Co_13:2). Dice también que no quiere volver a experimentar tribulaciones en Corinto (2Co_2:1). De su actividad en Tesalónica escribe: «Aunque, en nuestra condición de apóstoles de Cristo, podríamos habernos impuesto como tales; por el contrario, adoptamos entre vosotros una actitud suave, coma una madre que cría a sus hijos» (1Th_2:7). Por tanto, ¿daba, tal vez, Pablo ocasión a que, de hecho, se le acusara de que personalmente era débil y apocado? Sus enemigos de Corinto no advierten que la causa de su mesurada conducta es la preocupación y el amor, lo interpretan todo con rencor y hostilidad, y sus murmuraciones han sido creídas por algunos.

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70. Junto con una expresión como 10,10 y con indicaciones como 11,7; 12,21; 13,2s.

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2 Os suplico, pues, que una vez que yo esté entre vosotros, no tenga que emplear aquella osadía con que opino que debo proceder contra algunos que piensan que nosotros caminamos según la carne.

Pablo se abstiene de explicar y defender su conducta pasada. Pero asegura que se mostrará decidido contra aquellos que le acusan de caminar según la carne. La carne no se toma aquí en su sentido peyorativo de pecado, sino en el sentido de un comportamiento que viene condicionado por ventajas personales y miras terrenas 71. Pablo no se ha guiado por estos motivos. Tales serían el respeto humano, la timidez, la ambición de gloria, la codicia, la altivez, el orgullo. Todas estas cosas se van a discutir en las líneas siguientes.

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71. Véase también 1,17.

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b) Las armas y la lucha de Pablo (10,3-6).

3 Porque, aunque vivimos en la carne, no según la carne combatimos.

Ante la acusación de sus enemigos concede Pablo que vive en la carne, pero niega vivir según la carne. Desde luego, Pablo está en la carne, en el sentido de que todavía tiene una vida terrena y corporal. Pero niega que se comporte y combata según los modos de la carne, es decir, buscando apetencias personales. Ya antes ha descrito el servicio del misionero como el de un soldado de Cristo (6,7). Ahora se desarrolla esta imagen con mayor detalle.

4 Pues las armas de nuestra milicia no son carnales, sino divinamente poderosas pura derribar fortalezas: derribamos sofismas...

Los apóstoles son comparables a los jefes de un ejército magníficamente equipado, cuya meta es conquistar todo el mundo para Cristo. Pablo describe las armas de esta guerra. No son armas carnales, lo que significaría que, en último término, serían ineficaces, sino que son armas llenas de poder. Pablo utiliza palabras e imágenes del Antiguo Testamento. En la descripción de las guerras de Israel se dice con frecuencia que sus armas no son humanas y débiles, como las de sus enemigos, sino llenas de fuerza divina 72. En esta cruzada del Evangelio habrá que conquistar y abatir poderosas fortalezas, es decir, los castillos de la ciencia aparente y de los sofismas de los hombres. Pablo piensa, acaso, en sentencias tales como: «El sabio escala la ciudad de los fuertes y derriba la fortaleza en que confiaban» (Pro_21:22).

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72. Así 1Sa_17:45-47; 1Ma_3:19.

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5 ...y cualquier altivez que se alza contra el conocimiento de Dios, y apresamos cualquier pensamiento para someterlo a Cristo...

En esta guerra espiritual hay que derribar altos castillos. Son los castillos de la altivez y del orgullo que se rebelan contra la verdadera sabiduría de Dios, la cual avanza sin pausa a la conquista de la tierra. Una vez conquistada la fortaleza, se toma prisionera la guarnición. Es decir, el pensamiento, que ofrece una inútil resistencia contra el conocimiento de Dios, contra Cristo y contra el Evangelio, es hecho prisionero y sometido a la obediencia a Cristo. El pensamiento y la razón no deben, pues, ser aniquilados, sino cultivados, pero desde ahora en aquella obediencia que Pablo llama la «obediencia a la fe» (Rom_1:5). Por eso, en esta guerra queda excluido todo empleo de la fuerza. A nadie se le debe obligar a creer mediante presión externa. El incrédulo es ganado a la fe por la palabra y el esfuerzo del apóstol y, en el fondo, por la llamada y el amor de elección de Dios. Prisionero de la fe, el pensamiento tiende a la sabiduría de los perfectos (1Co_2:6 s).

6...y estamos dispuestos a castigar cualquier rebeldía, cuando se haya logrado vuestra sumisión.

Tampoco los castigos a la rebeldía se imponen con los medios del poder terreno. ¿Cómo podría Pablo disponer de ellos? Todo castigo se realiza en virtud de un poder espiritual, con el que el apóstol confunde la incredulidad, la cubre de vergüenza y la expulsa del mundo. Pablo quiere vencer toda la incredulidad de la tierra entera. Pero antes es preciso que la Iglesia de Corinto se una y se haga perfecta en la obediencia de la fe. Sólo entonces podrá dedicarse el apóstol a nuevas misiones.

Estas frases están escritas como olvidando que la Iglesia no era todavía ante el mundo y en el mundo más que una pequeña secta religiosa más, entre los muchos movimientos religiosos y espirituales de aquella época. Pablo sabe bien que los apóstoles son totalmente desconocidos ante los hombres (6,9). Pero ¡qué profunda conciencia del apóstol y qué fe de la Iglesia se expresa en esta visión de la misión en el mundo! El campo del Evangelio es el mundo entero y este mundo entero debe unirse algún día en la fe.

c) La autoridad de Pablo (10,7-8).

7 Mirad lo que tenéis ante la vista. Si alguno se cree ser de Cristo, piense también para sí que, como él es de Cristo, también lo somos nosotros.

Pablo apela a las simples apariencias externas y a la sana razón humana cuando exhorta a los corintios a que presten atención a lo que tienen ante la vista. Acaso Pablo aluda aquí, una vez más, a alguna frase hecha. Algunos pretendían ser de Cristo, y negaban que el Apóstol lo fuera. ¿En qué sentido era esto posible? En Corinto había cuatro partidos, que se apellidaban de Pablo, de Apolo, de Cefas y de Cristo, y que afirmaban pertenecer especialmente a uno de estos cuatro personajes (1Co_1:12). A lo que parece, en la pretensión de ser de Cristo se trata, en este lugar, de los mismos partidos y las mismas discusiones que el pasaje de la primera carta. Tal vez estos enemigos sean aquellos mismos que se decían pertenecer sólo a Cristo, que pretendían incluso apoyarse en revelaciones especiales de Cristo y que, por lo mismo, rehusaban la obediencia a Pablo y hasta acaso a la Iglesia. Frente a la Iglesia hacen gala de una supuesta relación especial con, Cristo. Pablo demuestra la imposibilidad de semejantes pretensiones. En todo caso, también él pertenece a Cristo. Así pues, toda discriminatoria pretensión interna de comunión con Cristo que excluya a los demás, es radicalmente imposible. ¿Han tenido siempre los cristianos conciencia de este hecho a lo largo de sus diferencias y disensiones?

8 Y aunque me haya jactado, algo más de lo debido, de la autoridad que el Señor nos dio para edificación vuestra y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré.

Pablo se ha expresado en una forma casi demasiado modesta. Podría haberse jactado más aún, sin temor a quedar en vergüenza. No es sólo cristiano. Es apóstol, llamado directamente por Cristo. Y así él puede tener, de hecho, aquello que en sus enemigos es pura jactancia: la pertenencia a Cristo. Tiene la autoridad y la misión apostólica de edificar la Iglesia. Acaba de decir que tiene la misión de derribar (10,4), y ahora añade la de edificar. Estas afirmaciones antitéticas se pueden compaginar fácilmente y ambas son exactas. El ministerio tiene la doble misión de derribar lo falso y de edificar en la fe lo verdadero y permanente. También el profeta tiene este mismo doble y contrapuesto servicio, conforme a la sentencia divina: «Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar» (Jer_1:10).

Cuando Pablo dice que tendría derecho a jactarse, pronuncia una palabra y menciona una realidad de la que se ocupará con frecuencia en las líneas siguientes. Los enemigos de Pablo, los falsos apóstoles, se jactan de su ministerio y de sus trabajos. Pablo les sale al paso, pero se resiste a responder a esta jactanciosa postura con su propia jactancia. Y de jactarse, no será de sus obras personales, sino de las revelaciones que se le han hecho, de sus padecimientos y, en último término, de su debilidad (Jer_12:1-10).

Yendo más allá de este caso concreto, existe para Pablo la cuestión, decisiva para la concepción cristiana del mundo y de sí mismo, de si el hombre puede gloriarse. El hombre quiere gloriarse ante Dios de sus virtudes y sus obras. No quiere conceder que es pecador y necesita del don de Dios. Glorificarse a sí mismo es, pues, expresión del egoísmo, rebeldía e incredulidad del hombre (cf. el comentario a 1,12).

d) Las cartas de Pablo (10,9-11).

9 Pero no pretendo amedrentaros mediante las cartas. 10 Porque alguien dice: «Las cartas son duras y fuertes; pero su presencia corporal es poca cosa y su palabra despreciable.»

Pablo ha rechazado las acusaciones contra su persona y su ministerio. Ahora pasa a las acusaciones contra sus cartas. Ya antes (10,1) ha aludido a ello y ahora responde con mayor detalle. No hay que tenerle miedo, se podría murmurar de él, porque asusta con palabras escritas que no resisten un careo posterior.

Sus enemigos dicen que sus cartas son duras y fuertes. Podían afirmar semejante cosa refiriéndose a la profunda conciencia que Pablo tiene de sí y de su ministerio y que se refleja en sus cartas, en las que exhorta, castiga y exige obediencia, pero también podían referirse a lo pesado de sus exigencias. Con todo, dicen estos tales, la apariencia personal de Pablo, lo mismo que sus palabras, son insignificantes. Acaso al compararle con otros misioneros echan de menos en él la forma artística y la elocución vigorosa con que contaba, por poner un ejemplo, Apolo, «hombre elocuente y versado en las Escrituras» (Act_18:24). Apolo trabajó en Corinto con Pablo y hubo algunos que se aficionaron a Apolo y se separaron del apóstol (1Co_1:12; 1Co_3:5). El mismo Pablo dice de su predicación: «Mi paIabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de Espíritu y de poder» (1Co_2:4). Llega incluso a calificarse a sí mismo de poco perito en la palabra (2Co_11:6). A lo que parece, algunos, acaso no pocos -y en todo caso los enemigos del apóstol- se mostraron muy sensibles a estas limitaciones de Pablo, por lo que no percibieron ni comprobaron su espíritu y su poder. Esta característica es muy propia de una comunidad de cultura griega, como era la de Corinto. Los griegos apreciaban, sobre todas las cosas, una forma de hablar artística e ingeniosa.

11 Tenga ese tal en cuenta esto: que tal como somos de palabra por medio de cartas estando ausentes, tales seremos también de obra cuando estemos presentes.

Pablo sólo puede contestar afirmando con claridad y energía que está absolutamente dispuesto a demostrar, cuando esté presente, que es el mismo hombre que reflejan sus cartas de ausente. Así lo hará en su próxima visita, si se ve obligado a ello, y lo mismo anuncia amenazadoramente al final de la carta (2Co_13:1).

2. PABLO Y SUS ADVERSARIOS (10/12-18).

Una vez rechazadas las objeciones de sus enemigos, Pablo lanza ahora contra ellos sus propias y graves acusaciones. Les acusa de entrometerse en su propio campo misional, de querer alzarse con comunidades que el propio Pablo ha fundado, expulsándole a él de ellas. No conocen la modestia, el orden y la medida y destruyen la Iglesia. Pablo opone a estas aspiraciones su conciencia de haber sido colocado en este servicio por Dios mismo y de cumplir un encargo que el mismo Dios le ha confiado y que él no puede abandonar. De esta obligación emana su derecho, y su derecho es su obligación. Defiende ambas cosas apasionadamente (10,13-15). El estilo de Pablo es aquí (sobre todo en el texto griego) duro y desigual, las frases dan a veces la impresión de estar inacabadas, todo lo cual nos permite conocer su grado de excitación.

a) La vanagloria de los enemigos de Pablo (10,12).

12 No nos atrevemos ciertamente a equipararnos o a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a sí mismos. Sin embargo, cuando a sí mismos toman entre sí como medida y se comparan consigo mismos, no obran sabiamente.

Pablo habla con evidente ironía. No se atreve a compararse con sus enemigos. Son indudablemente grandes personajes, pues se recomiendan a sí mismos y son lo suficientemente mentecatos como para tomarse a sí mismos como norma. En su soberbia no ven ya la realidad auténtica.

b) Comedimiento del apóstol (10,13-16).

13 Nosotros, por el contrario, no nos gloriamos hasta traspasar la medida, sino que procederemos según la medida exacta que nos asignó Dios como medida, a saber: llegar incluso hasta vosotros.

Frente a la necedad de sus enemigos, Pablo tiene la conciencia de gloriarse de acuerdo con el encargo y la gracia que Dios le ha medido. Pablo llegó a Corinto y fundó allí la Iglesia. En realidad, ningún hombre es capaz de hacer esto, porque la Iglesia es siempre fundación y obra de Dios. Así pues, la existencia misma de la comunidad de Corinto demuestra que Dios ha obrado a través de Pablo. Su pretensión de ser el verdadero apóstoI de los corintios es confirmada por Dios mismo. El apóstol era, pues, la medida asignada a los corintios y ellos la del apóstol. Y en esa medida tiene Pablo derecho a gloriarse de la Iglesia de Corinto.

14 Pues no traspasamos la medida como si no hubiéramos llegado hasta vosotros, porque incluso fuimos los primeros en llegar hasta vosotros en el Evangelio de Cristo.

Puesto que Pablo llegó a Corinto como misionero, en manera alguna ha traspasado los límites que Dios le ha marcado. él ha sido el primer mensajero deI Evangelio en Corinto, y precede, por tanto, a todos. Los demás llegaron más tarde y son calificados, por lo mismo, como intrusos.

15 En nuestra jactancia no traspasamos la medida, a costa de trabajos ajenos; por el contrario, tenemos esperanza de que creceremos hasta el desbordamiento de nuestra medida...

Pablo no se jacta de trabajos hechos por otros y en campo ajeno. Al contrario, puede perfectamente acusar a sus adversarios de haberse introducido en su propio campo de trabajo. Se jactan de un trabajo ajeno cuando quieren hacerse pasar por apóstoles de Corinto. Se vanaglorian con una gloria falsa. El apóstol ha hablado de las regiones misionales que le han ocupado hasta el momento presente. Ahora hace algunas alusiones a sus nuevos planes de trabajos y nuevos viajes misioneros. Ante todo, la Iglesia de Corinto sigue necesitando sus servicios. Lo primero, pues, es fundamentarla sólidamente en la fe. De acuerdo con la misión que se le ha confiado y la medida marcada por Dios quiere Pablo alcanzar aquí, en el cumplimiento de esta obra, las más altas cumbres.

16...hasta llevar el Evangelio a regiones que están más allá de vosotros, sin entrar en campo ajeno ni gloriarnos de lo ya preparado por otros.

Una vez asegurada esta tarea previa, Pablo espera poder llevar el Evangelio a regiones situadas más allá de Corinto. No entrará en una región que haya sido asignada a otro, ni quiere apropiarse y gloriarse del trabajo ajeno.

En la carta a los Romanos, escrita desde Corinto, expone con mayor claridad su pensamiento. También en ella comienza por afirmar: «...mirando como un punto de honor el anunciar el Evangelio, pero no allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre cimiento ajeno» (Rom_15:20). Pero ahora, continúa Pablo en este lugar, ha predicado ya el Evangelio en una gran extensión, desde Jerusalén hasta la Iliria. Ya no tiene apenas espacio en estas regiones, así que tiene el proyecto de hacer una corta visita a Roma y partir de allí hacia España 73.

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73. Según Rom_15:19-29. España estaba ocupada por colonias romanas y atravesada por carreteras que partían desde las costas orientales hacia el interior del país. También se habían introducido en ella la lengua y la cultura griegas, de modo que podían entender la predicación de Pablo. Podía, pues, intentarse la misión de estas tierras. Según una tradición que se remonta hasta el siglo I, Pablo llegó de hecho como misionero hasta España.

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c) La auténtica gloria (10,17-18).

17 «El que se gloría, que se gloríe en el Señor» (Jer_9:22 s).

Pablo echa mano de una sentencia del profeta Jeremías dándole un sentido que confirma lo que él mismo ha expuesto con sus reflexiones y palabras personales. Cuando el pro£eta dice: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor», esto significa, referido a lo que se acaba de exponer, que todo sucede de acuerdo con la medida y el orden establecidos por Dios, el Señor. Este mismo Dios ha llamado a los misioneros y ha asignado un espacio a cada uno de ellos. Pablo tiene la conciencia tranquila, pues se ha atenido a esta norma.

18 Pues no es aceptado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien el Señor recomienda.

Los enemigos de Pablo no respetaron el orden establecido por Dios. No está ya probado el que se recomienda y se glorifica a sí mismo. La alabanza vale sólo cuando es otro el que la pronuncia. Es un principio que todo el mundo conoce. Pero Pablo no se contenta con esto. Ni siquiera la alabanza de un tercero tiene validez absoluta, ya que ninguna alabanza humana es de tanto valor. Sólo es juzgado y acreditado como válido aquel a quien Dios, el Señor, ha probado y recomendado. ¿Cuándo o cómo ocurre esto? Por medio del ministerio, al que el Señor llama a su servidor; por medio de los dones que le concede, por medio de las bendiciones con que confirma sus trabajos. A este principio fundamental se ha sometido el mismo Cristo: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Es otro el que da testimonio de mí» (Joh_5:31 s).

Frente a todas las acusaciones, hostilidades y enemistades, afirma Pablo su conciencia de haber sido llamado al ministerio por el Señor y haber sido probado y recomendado por este mismo Señor. Con esto se cierra el primer asalto de la disputa.

3. LA GLORIA DE PABLO (Joh_11:1-12, 13).

Frente a la necia vanagloria de sus enemigos, Pablo ha establecido un firme principio: lo único adecuado y sensato es gloriarse en el señor (Joh_10:18). Cualquier otra gloria es necedad. A esta última clase pertenece la vanagloria de sus enemigos. Y, con todo, en el capítulo 11 parece que Pablo imita a sus adversarios y hace suyo aquel modo de glorificarse, es decir, que hace aquello mismo que acaba de condenar tan duramente, cuando dice que está bien persuadido de la necedad de esta conducta (Joh_11:17). Una y otra vez comienza su propia alabanza para luego interrumpirse (Joh_10:7 s.13; Joh_11:5.16.19.21.23.30; Joh_12:1.11), porque la necedad es demasiado grande. En efecto, esta glorificación no está de acuerdo con el Señor, sino de acuerdo con la carne. Es una deshonra (Joh_11:21a). Pero, tras muchas vacilaciones, enumera, como dolorosamente desgarrado, todos los privilegios, tanto humanos y terrestres como divinos y celestes, que puede mencionar (Joh_11:21b-Joh_12:10). Pablo adopta el mismo aire que sus enemigos. Se comporta como un fanfarrón, que pretende vencer a los rivales ya alabándose a sí mismo, ya mofándose de los otros. Con todo, bajo la máscara de su propia glorificación proclama una gran verdad; precisamente por eso es tan convincente para los hombres de buena voluntad y tan demoledor para sus adversarios.



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



CARTA B

40 Como en la Carta A (? 1-2 supra), el tema fundamental es el apostolado de Pablo, pero enfocado de una manera radicalmente diferente. En contraste con el tono mesurado y el lenguaje cuidadoso de la Carta A, en la cual los elementos polémicos y apologéticos están subordinados a la exposición didáctica del modo en que Pablo entiende su ministerio, la Carta B es una explosión de indignación en la que, tanto la vindicación de sí mismo, como los insultos a los adversarios, son tremendamente inmoderados. El tacto amable de la Carta A, que deja entrever la sensación de Pablo de tener la situación bajo control, se ve reemplazada por una angustia desesperada respecto al futuro de la comunidad. Las expresiones de confianza en los corintios que caracterizaban la Carta A brillan por su ausencia en la Carta B. Ningún autor que esperara que el llamamiento de los caps. 8-9 obtuviera una respuesta favorable habría escrito a continuación un ataque así contra los potenciales donantes. Por tanto, algo muy serio debió de suceder en Corinto en los cuatro o cinco meses transcurridos desde que se escribió la Carta A.
41 La invectiva va dirigida contra un grupo de intrusos a cuya presencia se alude ya en la Carta A (3,1-6). Qué hicieron para conseguir tal ascendiente sobre los corintios es algo que se presta a las conjeturas, pero una hipótesis muy verosímil es la propuesta por Furnish (II Corinthians 45). Al observar la poca disposición de los corintios a participar en la colecta (8,10-12), los intrusos se aprovecharon de la Carta A (véase el comentario a 10,9-10) para llamar la atención sobre lo que parecía ser una actitud sospechosamente ambigua de Pablo respecto al dinero. Se había negado a pedir apoyo económico a la comunidad (1 Cor 9,1-18), pero, pese a ello, le había solicitado fondos dos veces (1 Cor 16,2; 2 Cor 8-9). ¡Quizá tenía la intención de usar el dinero para sus propios fines (12,14-18)! Tal vez intrusos con residencia habitual en Jerusalén habrían manifestado, incluso, que no tenían conocimiento del acuerdo tomado en la conferencia de Jerusalén (Gál 2,10). En un mundo donde dar dinero era signo de prestigio y poder, rechazar un don era una afrenta grave al benefactor (véase R. MacMullen, Social Relations 106-07). Dada esta convención social, habría sido fácil para los intrusos presentar la negativa de Pablo a aceptar apoyo económico como un insulto calculado a la comunidad, particularmente si se había llegado a saber que mientras estuvo en Corinto había sido cliente secreto de Macedonia (11,7-9). Con Pablo así desacredi(-)tado, la pretensión de los intrusos de ser los auténticos apóstoles empezó a encontrar mayor grado de receptividad que hasta entonces (- 5 supra). Éste era el aspecto más preocupante de la situación, de ahí que a Pablo le interese restablecer su autoridad.
(Betz, H. D., Der Apostel Paulus und die sokratische Tradition [BHT 45, Tubinga 1972]. Forbes, C., «Comparison, Self-praise and Irony: Pauls Boasting and the Conventions of Hellenistic Rhetoric», NTS 32 [1986] 1-30. Fuchs, E., «La faiblesse, gloire de lapostolat selon Paul», ETR 55 [1980] 231-53. Kásemann, E., «Die Legitimitát des Apostéis», ZNW 41 [1942] 33-71. MacMullen, R., Román Social Relations, 50 BC-AD 284 [New Haven 1974], Travis, S. H., «Pauls Boasting in 2 Cor 10-12», SE VI 527-32.)

42 (VI) Parte primera: Llamamiento a una obediencia completa (10,1-18). La dirección, que debía de ser semejante a 1,1-2, fue omitida por el editor que combinó las Cartas A y B. Dado el enfado de Pablo (como en Gál), es poco probable que la Carta B tuviera una acción de gracias o una bendición (? Cartas del NT, 45:8B). Pablo va directamente al grano, respaldando un llamamiento a la obediencia con una afirmación de su autoridad. Sus adversarios son un grupo (w. 2.12) al que a veces se alude por medio del sg. típico (vv. 7.10).
43 (A) Las consecuencias de la desobediencia (10,1-6). El llamamiento a la obediencia está pensado para preparar el terreno a una visita inminente que, si la situación en Corinto no se corrige, será como una campaña militar, 1a. yo, Pablo: La formulación deja entrever un intenso apremio (1 Tes 2,18; Gál 5,2) . por la dulzura y la mansedumbre de Cristo: A primera vista, un modo curioso de afirmar su autoridad, pero praytes es una característica del rey mesiánico (Zac 9,9 LXX = Mt 21,5; cf. Mt 11,29) y epieikeia se atribuye a Dios en Sab 12,18 y 2 Mac 2,22; 10,4. Pablo prepara así a sus lectores para una comprensión correcta de su «debilidad». Ésta podría camuflar ese mismo poder. 1b. En un paréntesis, Pablo señala con ironía la acusación especificada en el v. 10. yo que me encojo: Esta traducción de tapeinos viene exigida por el contexto (compárense 7,10; 11,7). Cuando parecía servil y débil sólo estaba reflejando la actitud de Cristo (Flp 2,8; véase el comentario a 13,3-4). 2. contra algunos que consideran que caminamos según la carne: Pablo nunca dignifica a sus adversarios nombrándolos (3,1). Se les distingue de la comunidad («vosotros»). En la Carta A Pablo usó dos veces kata sarka en contextos que implicaban una crítica de su conducta (1,12.17). El significado no es el paulino habitual (para el cual véase TNT 1. 236-38), sino «no espiritual», es decir, carente de las experiencias extáticas de que sus adversarios hacían gala (12,1). 3. caminamos en la carne: En sarki es una fórmula neutra que expresa la corporeidad de la existencia humana; = «en el mundo» (1,12). 4. poderosas para Dios en la demolición de fortalezas: La imagen subyacente es la táctica bélica del asedio (1 Mac 5,65), utilizada también metafóricamente en Prov 21,22. «Fortalezas» se aclara en el versículo siguiente. 5. demolemos razonamientos y toda altivez: Pablo alude al razonamiento de sus adversarios, que adoptaban criterios falsos sobre el apostolado y una falsa sabiduría. Podían parecer tan sólidos como los baluartes que constituyen una fortaleza, pero no pueden resistir al poder que Pablo ha recibido de Dios. el conocimiento de Dios: Definido en este versículo como «obediencia a Cristo», que es la sabiduría de Dios precisamente en cuanto crucificado (1 Cor 1,23-24). Este aspecto de Cristo, en el que hace hincapié el v. 1, era rechazado por los «espirituales» de Corinto (1 Cor 2,8). reducimos a cautiverio todo entendimiento: Una vez que se ha abierto brecha en las fortificaciones, los habitantes son reunidos, y las fuerzas armadas se aprontan a reprimir cualquier levantamiento. 6. Cuando la obediencia de los corintios a Cristo, tal como éste es presentado en su evangelio, sea perfecta, el apóstol se ocupará de aquellos que predican otro evangelio (11,4).
(Leivestad, R., «The Meekness and Gentleness of Christ' 2 Cor 10:1», NTS 12 [1965-66] 156-64. Malherbe, A. J., «Antisthenes and Odysseus, and Paul at War», HTR 76 [1983] 143-73. Tanner, R. G., «St. Pauls View' of Militia and Contemporary Social Va(-)lúes», Studia bíblica 1978, III [ed. E. A. Livingstone, JSNTSup 3, Sheffield 1980] 377-82.)
44 (B) La autoridad de Pablo como fundador de la comunidad (10,7-18). La invectiva de los vv. 1-6 se agudiza. Pablo lleva la guerra al campo enemigo explicando a los corintios lo que ha estado pasando delante de sus narices. 7. alguno: Un miembro cualquiera (v. 10) del grupo de adversarios (w. 2.12). es de Cristo: Una referencia al partido de Cristo (1 Cor 1,12) o a la condición de cristiano (1 Cor 3,23; 15,23) resulta inverosímil. Los adversarios debían de hacer alarde de una relación única con Cristo (11,13.23), posiblemente basada en el conocimiento del Jesús histórico (5,16) o en el hecho de haber sido enviados en misión por quienes lo habían conocido. tanto como él es de Cristo lo somos nosotros: La oposición jerosolimitana a Pablo tenía su centro en Santiago (Gál 2,12), cuya situación respecto al Jesús terreno era idéntica a la de Pablo (véase el comentario a 1 Cor 15,7-8).
8. nuestra autoridad, que el Señor dio: Como en 13,10, Pablo evoca con términos tomados de Jr 1,9-10 la misión que le confió Cristo (1 Cor 9,1; Gál 1,12) de fundar comunidades (vv. 13-16) . 9. para que no parezca yo: La conexión con el v. 8 no está del todo clara. 10. Pablo cita una desdeñosa crítica corintia que compara su cartas enérgicas y exigentes con su insignificante presencia física y su oratoria nada refinada (1 Cor 2,3-4). Para poner de relieve que Pablo carecía del poder otorgado por la posesión del Espíritu, los adversarios apelaban a la expectativa helenística de que los oradores debían combinar las destrezas retóricas con una presencia digna (p.ej., Luciano, Sueño 13). 11. estando ausentes: Si Pablo escribió una carta severa (2,4; 7,8), era simplemente porque no podía estar presente, no porque tuviera miedo de aparecer por allí. 12. Con mordaz ironía, Pablo se distancia de sus rivales. Ellos pueden recomendarse a sí mismos porque se comparan unos con otros, haciendo caso omiso del verdadero criterio, que es Cristo (véase el comentario a 5,16-17; 13,5). carecen de entendimiento. Nosotros, sin embargo: Estas palabras fueron omitidas accidentalmente en el texto occidental (? Textos, 68:167, 173).
45 13-18. De la idea de gloriarse sin límites (v. 8), Pablo pasa a otro sentido de «límite», el territorio que Dios le ha asignado, en el cual sus adversarios son intrusos sin mandato. 13. la medida de la jurisdicción: La formulación de Furnish quizá sea la mejor traducción del difícil to metron tou kanonos, que implica tanto la medida como lo medido, llegar incluso a vosotros: La autorización divina que Pablo tiene para evangelizar a los gentiles recibió el visto bueno de Jerusalén, pero con una fórmula que no excluía una misión judeocristiana entre los judíos de la diáspora (Gál 2,9). 14. no nos estamos propasando: Cosa que sí hacían sus adversarios al aparecer en Corinto. hemos llegado hasta vosotros con el evangelio de Cristo: Esto daba a Pablo derechos de padre (12,14; 1 Cor 4,15) que nadie llegado más tarde podía disfrutar. 15. en trabajos ajenos: A diferencia de Pablo, que buscaba territorio virgen (Rom 15,17-20), sus rivales eran como ladrones que intentaban apoderarse de la propiedad de otro. La expansión misionera no debía adoptar la forma de la caza furtiva, podamos crecer en vuestra estimación en conformidad con nuestra jurisdicción: Puesto que la fe auténtica es obediencia a Cristo (v. 6; 13,5; cf. Rom 1,5), la esperanza de Pablo es que los corintios puedan obtener una comprensión correcta de la relación del apóstol con Cristo (4,10-11) y así lo dejen libre para su verdadera tarea, el establecimiento de nuevas comunidades, no el mantenimiento de las ya establecidas (1 Cor 1,17) . 16. predicar el evangelio en regiones más allá de la vuestra: Pablo tal vez tuviera ya puesto su pensamiento en España (Rom 15,23-24; cf. Flp 3,13-14). gloriamos en jurisdicción ajena: Otra puya a sus adversarios (v. 15), que reivindicaban el éxito de Pablo como suyo propio. 17. Cita de Jr 9,21, texto por el que Pablo sentía cierta predilección (1 Cor 1,31) y que supone la existencia de una forma auténtica de gloriarse (Flp 3,3; Gál 6,4). 18. Este versículo va claramente dirigido a los intrusos, que habían llamado la atención sobre requisitos que Pablo consideraba intrascendentes (v. 12; 4,18; 5,12) y que lo incitaban a presentar el mismo tipo de prueba (13,3).
(Henning, J., «The Measure of Man: A Study of 2 Cor 10:12», CBQ 8 [1946] 332-43. Krámer, H., «Zum sprachlichen Duktus in 2 Kor 10:9 und 12», Das Wort und die Wórter [Fest. G. Friedrich, ed. H. Balz et al., Stuttgart 1973] 97-100. Strange, J., «2 Cor 10:13-16 Illuminated by a Recently Published Inscription», BA 46 [1983] 167-68.)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



III. Pablo y sus Adversarios, 10:1-13:10.

Hará valer su autoridad, 10:1-11.
1 Yo, pues, el mismo Pablo, que presente soy humilde entre vosotros, pero ausente soy resuelto con vosotros, 2 os ruego, por la mansedumbre y la bondad de Cristo, que cuando esté presente no tenga que atreverme con la energía con que pienso resueltamente obrar con algunos que nos tienen como si procediésemos según la carne. 3 Pues, aunque vivimos en la carne, no militamos según la carne; 4 pues las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas por Dios para derribar fortalezas, destruyendo sofismas, 5 y toda altanería que se levante contra la ciencia de Dios y doblegando todo pensamiento a la obediencia de Cristo, 6 prontos a castigar toda desobediencia, una vez que sea perfecta vuestra obediencia. 7 Mirad sólo lo que a la vista tenéis. Si alguno confía en que es de Cristo, piense también que como él lo es, así lo somos nosotros. 8 Porque aunque con exceso me gloríe yo de la autoridad que me dio el Señor para edificación y no para destrucción vuestra, no por eso me avergonzaré. 9 Y que nadie crea que pretendo amedrentaros con las cartas. 10 Porque hay quien dice que las cartas son duras y fuertes, pero la presencia corporal es poca cosa y la palabra menospreciable. 11 Piense ese tal que cuales somos ausentes por las cartas, tales seremos presentes de obra.

Desde este momento el tono de la carta, hasta ahora afectuoso, y conciliador, cambia bastante. Sin embargo, como ya indicamos en la Introducción, no creemos que esto sea motivo para suponer que se trata de fragmentos pertenecientes a otra carta, introducidos posteriormente aquí. De hecho, también en los capítulos anteriores hay atisbos polémicos (cf. 1:12; 2:17; 3:1; 4:2; 5:12; 7:2; 8:20), aunque Pablo parece que trata de reprimirse en seguida, como si quisiera dejar esa cuestión para ocuparse luego aparte de ella con más detenimiento. Es lo que hace en estos cuatro últimos capítulos.
Sabemos muy poco de esos adversarios del Apóstol contra los que aquí se enfrenta enérgica y decididamente. Parece ser que eran judíos de origen (cf. 11:22), y que de fuera habían llegado a Corinto con cartas de recomendación (cf. 3:1). Algunos autores los relacionan con los agitadores judaizantes que por esas mismas fechas turbaban las comunidades cristianas de Galacia (cf. Gal_1:7; Gal_3:1; Gal_4:17; Gal_5:12); pero no hay razones para suponer positivo contacto entre ellos. Lo cierto es que trataban de desacreditar a Pablo, sembrando la desconfianza en torno a él, acusándole de ser un intruso en el apostolado y de proceder poco limpiamente, persona mediocre, muy fuerte desde lejos en las cartas, pero muy poca cosa en la realidad cuando se hacía presente (cf. v.2.10). Pablo, con todo el fuego de su ardiente temperamento, se encara abiertamente con ellos, usando incluso de la ironía y el sarcasmo (cf. 10:12; 11:14), a fin de hacerles perder crédito ante los fieles. Son quizás estas páginas, entre todos los escritos del Apóstol, los que más al vivo nos descubren la parte íntima de sus afanes apostólicos. También aquí podríamos aplicar el oh felix culpa! de la liturgia. Propiamente San Pablo no se dirige a la comunidad de los fieles, quienes, como se deduce de los capítulos anteriores, estaban ya reconciliados con él (cf. 2:9; 7:15), sino al grupo de agitadores venidos de fuera y a los pocos adeptos que tenían todavía dominados con sus intrigas. Respecto al común de los fieles, basta con que se enteren; a los agitadores intrusos hay que descubrirlos, aunque ninguna esperanza hay de que se conviertan; al grupo de adeptos, todavía engañados, hay que volverles al buen camino. Son tres categorías de personas y de mentalidades que debemos distinguir bien al leer estas páginas del Apóstol, si no queremos perdernos en un laberinto de cuestiones.
La manera de comenzar, poniendo por delante expresamente su nombre (v.1), da la impresión de que San Pablo quiere acentuar la nota personal de cuanto va a decir. Su primera afirmación, recogiendo irónicamente la acusación de sus adversarios (cf. v.10), es que no le obliguen, una vez que vaya a Corinto, a tener que obrar duramente contra algunos que nos tienen como si procediésemos según la carne (v.1-2). Parece que ese algunos se refiere al grupo de adeptos con que todavía contaban sus encarnizados adversarios, los obreros engañosos disfrazados de apóstoles de Cristo (cf. 11:13); en cuanto a la expresión proceder según la carne, es claro que equivale a dejarse guiar en su conducta apostólica por motivos e intereses humanos. San Pablo lo niega rotundamente, precisando que vive en la carne, como cualquier hombre de aquí abajo, pero no milita según la carne (? .8). ? , siguiendo en la misma idea, con expresiones tomadas del lenguaje militar, añade que las armas con que milita, tratando de destruir cuanto se opone a la doctrina auténtica del Evangelio, no son carnales, sino espirituales, que reciben eficacia del mismo Dios (v.4-6; cf. 6:7). No es del todo claro a quiénes aluda en el v.6. Parece que distingue entre los intrusos agitadores rebeldes, que será necesario castigar, y el pequeño grupo de corintios todavía engañados, de quienes espera la sumisión. Será, una vez obtenida ésta, cuando él se encuentre más libre para proceder con todo rigor contra los rebeldes intrusos y acabar con ese foco de insubordinación.
Viene luego (v.7-8) una llamada a la reflexión y al buen sentido: los hechos hablan a favor de Pablo. Con mucha más razón que sus adversarios, que tanto se glorían de que son de Cristo, se puede gloriar él, que tiene autoridad recibida de Cristo (cf. Gal_1:15-16), y sin miedo a tener que avergonzarse de que alguno se lo desmienta, como sucedería a los que tanto se ensalzan denigrándole a él. La frase para edificación y no para destrucción (v.8) alude a sus poderes apostólicos para edificar los templos de Dios, que son las iglesias cristianas, y no para llevarlas a la ruina (cf. 1Co_3:9.17), como están haciendo precisamente esos que tanto se glorían de que son de Cristo 209.
Termina el Apóstol advirtiendo a los corintios que también cuando esté presente y no sólo en las cartas, sabrá usar con energía de sus poderes apostólicos, si es necesario (v.9-11). La alusión que a su presencia corporal y a su palabra hacen despectivamente sus adversarios (v.10), parece referirse a la postura mantenida en sus dos visitas a Corinto, adonde llegó en debilidad y tristeza, sin usar de los artificios de la sabiduría humana (cf. 1Co_2:1-5; 2Co_2:1). No parece que de ahí pueda deducirse nada respecto a la presencia física de Pablo, si de alta o baja estatura, de constitución fuerte o endeble, de aspecto adusto o atrayente.

No ha usurpado campos de nadie,2Co_10:12-18.
12 Porque no osamos igualarnos o compararnos con los que a sí mismos se recomiendan: mas midiéndose a sí mismos y tomándose a sí mismos por medida, no tienen juicio 13 Nosotros no nos gloriamos desmedidamente, sino según la regla que Dios nos ha dado por medida, de modo que llegásemos hasta vosotros. 14 Porque no nos salimos fuera de los límites prescritos, como si no llegásemos hasta vosotros, pues hasta vosotros llegamos en el Evangelio de Cristo. 15 No glodándonos desmedidamente de trabajos ajenos, sino esperando que creciendo vuestra fe, crezcamos más y más entre vosotros, conforme a nuestra medida, 16 evangelizando a los que están más allá de vosotros, sin entrar en campo ajeno, gloriándonos de la labor de otros. 17 El que se gloría, que se gloríe en el Señor. 18 Pues no es el que a sí mismo se recomienda quien está probado, sino aquel a quien recomienda el Señor.

El presente pasaje tiene un estilo bastante alambicado, y no siempre resulta fácil precisar el sentido exacto de cada frase. En sustancia, la idea es ésta: Pablo no se ha salido nunca del campo de trabajo que Dios le ha señalado; ese campo incluye Corinto y también otras regiones más lejanas, a las que confía poder ir, una vez que se haya consolidado la fe entre los corintios.
Comienza ironizando cáusticamente a los adversarios, con los que él no osa compararse, los cuales, en cuestión de méritos, se ponen a sí mismos por medida, y, en realidad, lo que hacen es el ridículo (v.12). A continuación expone positivamente cuál ha. sido su conducta (v. 13-16): nunca se ha salido del propio campo, metiéndose en el ajeno, como han hecho sus adversarios, que tratan de aparecer como beneméritos de la comunidad de Corinto, vistiéndose con los trabajos y méritos que son de otro. Corinto pertenece a su campo, y la fundación de aquella iglesia es obra suya. Cuando la fe de los corintios se consolide, espera poder ir a evangelizar a otros que están más allá, aunque sin invadir campos ajenos (v.16; cf. Rom_15:20-24).
Termina diciendo (v. 17-18), aparte ya toda ironía, que el que se gloríe, se gloríe en el Señor (v.17; cf. 1Co_1:31), y que de poco vale que nos alabemos a nosotros mismos si no tenemos la aprobación de Dios, que es el que ha de hacer fecundos nuestros trabajos (v.18; cf. 1Co_3:5-8).

Comentario de Santo Toms de Aquino


Capítulo 10
Lección 1: 2 Corintios 10,1-6Suplica y ruega Pablo a los Corintios no crean que se muestra humildemente entre ellos por pusilanimidad por el hecho de no obrar carnalmente.
1.Yo mismo, Pablo, os suplico por la mansedumbre y benignidad de Cristo, yo, tan poca cosa en vuestra presencia, mas tan atrevido con vosotros ausente.
2.Os ruego que no tenga que mostrarme atrevido en presencia vuestra, con la audacia con qué pienso atreverme contra algunos que consideran que procedemos según la carne.
3.Pues aunque vivimos en la carne no combatimos según la carne.
4.Pues las armas de nuestro combate no son carnales, sino que son poderosas en Dios para derrocar fortalezas destruyendo planes
5.y toda altanería que se subleva contra la ciencia de Dios, y reducimos a cautiverio todo entendimiento para obediencia de Cristo.
6.Y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea perfecta.
Habiendo tratado acerca de los buenos ministros de Cristo y de la fe, en seguida arremete el Apóstol contra los falsos ministros y seudoprofetas. Y primero arremete contra ellos; luego contra los que engañados por ellos se les adherían: Mirad que por tercera vez( etc. (2Co 13,1). Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero se justifica mediante una razón de las cosas que se le imputan, y luego por la evidencia de los hechos: Mirad las cosas según se dejan ver, etc. (2Co 10,7). Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero se niega a justificarse con hechos, aunque podría; segundo, se justifica mediante una razón: algunos que consideran, etc. Acerca de lo primero hace tres cosas. Primero anticipa la súplica; segundo, interpone lo que se le imputa por los falsos: Yo, tan poca cosa en vuestra presencia; tercero, rechaza el hecho invocado: Os ruego. Así es que dice: Yo mismo, Pablo, que a vosotros y a otros exhorto a dar limosna, yo mismo, digo, os suplico por la mansedumbre y benignidad de Cristo. De la mansedumbre de Cristo se dice en Mateo 1 1,29: Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón. Sobre su modestia: Tú dispones todas las cosas con medida, número y peso (Sg 2,21). Porque la modestia no es otra cosa que la moderación que se debe observar en lo que se ha de hacer. Y hace aquí especial mención de la mansedumbre y modestia de Cristo porque los falsos y los Corintios especialmente le imputaban a Pablo que estando entre ellos se portaba humildemente y que en ausencia les escribía con suma dureza. Y por eso habla de esas dos cosas que tuvo Cristo, para que sepan que esas mismas mostró y guardó el Apóstol a ejemplo de Cristo. Por lo cual en seguida interpone el vicio que se le imputa, diciendo: Yo mismo, Pablo, esto es, en verdad humilde, porque Paulus quiere decir humilde y tranquilo. Siendo,
como soy, el menor de los Apóstoles (I Cor,15,9). De aquí que yo mismo soy verdadero Pablo. Mas tú eres siempre el mismo (Ps. 101,28). Hay quien maliciosamente se humilla (Sir 19,23). Donde hay celo y discordia, allí reina el desorden y todo género de vicios (Sant. 3,16). - Yo, digo, os ruego, yo que en vuestra presencia, o sea, exteriormente, como decís, tan poca cosa soy, o sea, de trato tan humilde estando personalmente con vosotros, mas ausente, o sea, cuando estoy lejos de vosotros, cuando no temo ser ofendido por alguno de vosotros, tan atrevido con vosotros, esto es, presuntuosamente obro, escribiéndoos con aspereza mis epístolas. El justo se mantiene a pie firme como el león (Pr 28,1).
En seguida, cuando dice: Os ruego, etc., se niega a aceptar el hecho; porque éstos creían que el Apóstol llevado del temor se portaría humildemente entre ellos; por lo cual dice: Así lo creéis vosotros, pero yo os ruego, y yo mismo os suplico que no queráis comprobar si por ventura yo en caso necesario me porte personalmente de la misma manera que de lejos. Y por eso dice: Os ruego que no tenga que mostrarme atrevido en presencia vuestra, cuando esté con vosotros, si fuere necesario, con la audacia, esto es, con la misma confianza con que pienso atreverme, esto es, resuelta y confiadamente, contra algunos, reprendiendo duramente a los no corregidos, como corrijo por carta. Exaltat audacter, etc. (Jb 31).
En seguida se justifica con una razón, diciendo: contra algunos que consideran, efe; como si dijera:
Yaunque por vosotros no quiero justificarme con los hechos; sin embargo, hay una razón para justificarme fácilmente y de manera suficiente. Acerca de esto hace tres cosas. Primero indica la causa de que le imputen lo ya dicho; segundo, la destruye; tercero, lo confirma con una razón.
Ahora bien, la causa de que eso se le impute, a saber, que personalmente sea humilde, y en ausencia severo y duro, es que éstos juzgaban que el Apóstol procedía según la carne. Y como cada ser obra según la regla de la operación, y el fin tiene razón de regla, por lo mismo cada cual encamina su obra al fin que intenta. Así es que de quienes ponen su fin en los bienes carnales se dice que proceden según la carne. Y de aquí que norman sus obras de manera de conseguir las cosas que son de la carne; y para poder obtenerlas suavemente de los demás, los hombres que tienden a las cosas carnales se portan con ellos blanda y humildemente. Y por eso, por creer que el Apóstol procedía según la carne, creían que por esa razón se portaba humildemente entre ellos. Pero esta razón es nula y vana, por lo cual la destruye, diciendo: Pues aunque vivimos en la carne, etc.; como si dijera: Que vivimos en la carne no lo podemos negar, porque decimos en Romanos 8,12: Somos deudores, no a la carne, etc.; pero que nos normemos según la carne, poniendo el fin en los bienes carnales, o nuestra intención, es falso, porque no combatimos según la carne, o sea, que nuestra vida, que es una especie de milicia, como se dice en Job 8,1, no la normamos según la carne. Y que no combate según la carne lo prueba diciendo: Pues las armas de nuestro combate, etc. Y primero por las armas de combate, así como cada combatiente tiene las armas apropiadas a su combate y milicia. Pero consta que las armas de quienes luchan o militan según la carne son las riquezas, las voluptuosidades, los honores, los poderes mundanos y temporales; y como nuestras armas no son tales, porque las armas de nuestro combate no son carnales, sino que son poderosas en Dios, o sea, según Dios, o bien para el honor de Dios: luego nosotros no militamos según ia carne. Y al decir lo segundo: para derrocar fortalezas, indica el poder de las armas espirituales, poder que es patente por su triple efecto.
El primer efecto es que con las mismas armas se confunde a los rebeldes. Y en cuanto a esto dice: para derrocar fortalezas, como si dijera: Felizmente los poderes en Dios son para desfruir rebeldes. A fin de que sea capaz de instruir en la sana doctrina y redargüir, etc. (Tito 1,9). Te doy autoridad para destruir y arrasar (Jr 1,10). Ahora bien, algunos se fortifican contra Dios de dos maneras. Algunos con astutos planes, como son los tiranos, que con sus perversos planes maquinan destruir las cosas que son de Dios para prevalecer ellos absolutamente. Y en cuanto a esto dice: destruyendo planes, los planes de los tiranos. Que prende a los sabios con sus propias redes (Jb 5,13). Otros por
soberbia o excelencia del propio talento. Y en cuan no a esto dice: y toda altanería de su soberbia. No blasonando de cosas altas (Rm 12,16), o sea, soberbias. O más bien la profundidad del entendimiento tanto de los juristas como de los filósofos. Ni lo que hay de más alto, ni de más profundo (Rm 8,39). (Ay de vosotros los que os tenéis por sabios a vuestros ojosi (Is 5,21). Altanería, digo, que se subleva contra la ciencia de Dios, a saber, contra la fe, que es la ciencia de Dios, porque las cosas que de Dios se dicen las impugnan, a saber, el parto de la Virgen y otras cosas admirables de Dios. Llena está la tierra de la ciencia de Dlos (Is 1 1,9). No han conocido las honduras de Satanás (Ap 2,24). No quieras saber más profundamente, más bien teme (Rm 1 1,20).
El segundo efecto es la conversión de los infieles a la fe. Y en cuanto a esto dice: y reducimos a cautiverio todo entendimiento: lo cual ciertamente hace cuando ¡o que el hombre sabe lo subordina totalmente al servicio de Cristo y de la fe. Para aprisionar con grillos a sus reyes y con esposas de hierro a sus magnates (Ps. 149,8). Mete tus pies en sus grillos y tu cuello en su argolla, esto es, en las enseñanzas de la fe (Sir 6,25).
El tercer efecto es la corrección de los pecadores. Y en cuanto a esto dice: Y estamos dispuestos, esto es, con ánimo resuelto y libre para castigar toda desobediencia. Vibrarán en sus manos espadas de dos filos (Ps. 149,6). Y esto será cuando vuestra obediencia sea perfecta, cuando seáis perfectamente obedientes, porque si queréis obedecer no habrá lugar de que nosotros castiguemos una desobediencia de los demás ni vuestra. O bien os castigaremos en obediencia cuando sea completa vuestra desobediencia, o sea, que entonces será destruida vuestra desobediencia; porque los contrarios se curan con los contrarios.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter X.

Against the false Apostles, who disgraced the weaknesse of his person and bodily presence, he setteth out the spirituall might and authoritie, with which hee is armed against all aduersary powers, 7 assuring them that at his comming hee will bee found as mightie in word, as hee is now in writing beeing absent, 12 And withall taxing them for reaching out themselues beyond their compasse, and vanting theselues into other mens labors.
1 Now I Paul my selfe beseech you, by the meekenes and gentlenesse of Christ, who [ Or, in outward appearance.] in presence am base among you, but being absent, am bold toward you:
2 But I beseech you, that I may not bee bold when I am present, with that confidence wherewith I thinke to

[Pauls weapons,]
be bold against some, which [ Or, reckon.] thinke of vs as if wee walked according to the flesh.
3 For though we walke in the flesh, we doe not warre after the flesh:
4 (For the weapons of our warfare are not carnal, but mighty [ Or, to God.] through God to the pulling downe of strong holds.)
5 Casting down [ Or, reasonings.] imaginations, and euery high thing that exalteth it selfe against the knowledge of God, and bringing into captiuitie euery thought to the obedience of Christ:
6 And hauing in a readinesse to reuenge all disobedience, when your obedience is fulfilled.
7 Doe ye looke on things after the outward appearance? if any man trust to himselfe, that he is Christs, let him of himselfe thinke this againe, that as he is Christs, euen so are we Christs.
8 For though I should boast somewhat more of our authority (which the Lord hath giuen vs for edification, and not for your destruction) I should not be ashamed:
9 That I may not seeme as if I would terrifie you by letters.
10 For his letters (say they) are waighty and powerfull, but his bodily presence is weake, and his speach contemptible.
11 Let such a one thinke this: that such as we are in word by letters, when we are absent, such will we be also in deede when we are present.
12 For we dare not make our selues of the number, or compare our selues with some that commend themselues: but they measuring themselues by themselues, and comparing themselues amongst themselues, [ Or, vnderstand it not .] are not wise.
13 But we will not boast of things without our measure, but according to the measure of the [ Or, line.] rule, which God hath distributed to vs, a measure to reach euen vnto you.
14 For we stretch not our selues beyond our measure as though wee reached not vnto you, for wee are come as farre as to you also, in preaching the Gospel of Christ.
15 Not boasting of things without our measure, that is, of other mens labours, but hauing hope, when your faith is increased, that wee shall bee [ Or, magnified in you.] enlarged by you, according to our rule abundantly.

[His godly ielousie.]

16 To preach the Gospel in the regions beyond you, and not to boast in another mans [ Or, rule.] line of things made ready to our hand.
17 [ Jer_9:24 ; 1Co_1:31 .] But he that glorieth, let him glory in the Lord.
18 For, not he that commendeth himselfe is approued, but whom the Lord commendeth.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Defensa polémica de Pablo. El cambio brusco de tema y de tono respecto a los capítulos precedentes hace pensar a no pocos expertos, que se trata del fragmento de otra carta, quizás escrita antes de 7,5-16 y antes de los capítulos 8s. Si no fuera así, ¿cómo explicar lógicamente que en los capítulos 8s espere Pablo la contribución económica de la comunidad en un contexto de reconciliación y armonía y a renglón seguido (10-13) se lance a la defensa de su apostolado descargando contra sus enemigos invectivas tan vehementes? Quede la cuestión para los estudiosos.
Sea lo que sea, estos capítulos finales de la carta nos regalan la rica y apasionada humanidad de un Pablo que sabe ser agresivo y desafiante, irónico y sincero como el que más. La cuestión era de vital importancia porque estaba en juego la legitimidad de su misión, o lo que es lo mismo, la legitimidad del Evangelio que había anunciado a los corintios y que estaba en peligro ante los ataques de algunos advenedizos.
Es un texto apasionado que fluye sin aparente arquitectura. La cólera del Apóstol se derrama en frases irónicas, incluso sarcásticas. Lanza ataques frontales, finge hacer teatro para hablar de sí más libremente. Como siempre, entremezcla principios doctrinales. Al trasluz de su apología podemos vislumbrar las actitudes y los ataques de sus rivales a los que el Apóstol no duda en llamar «superapóstoles», «falsos apóstoles», «ministros de Satanás», «locos» y otros calificativos por el estilo. Las acusaciones se centraban en su persona y en el proceder de su ministerio. ¿Qué clase de apóstol podría ser un pobre hombre sin recomendaciones ni prestigio que ni siquiera había conocido personalmente al Señor, desmedrado físicamente, sin elocuencia ni sabiduría, que se empeñaba en trabajar con sus manos para su sustento sin aceptar la ayuda de la comunidad, «fuerte» con los corintios «de lejos y por carta», pero débil, cobarde y falto de energía cara a cara? Dicho de otra manera: ¿Qué se podía esperar de un pobre loco con tales credenciales?
Pablo se defiende presentando «la bondad y mansedumbre de Cristo» (1) como su inspiración, su modelo (cfr. Flp_2:6-8) y sus armas de combate. Ya antes se ha referido a la misión del apóstol como a la lucha de un soldado de Cristo (Flp_6:7) cuyas armas, dice ahora, tienen un poder que viene de Dios y está destinado a destruir baluartes y torreones que se subleven contra el reconocimiento de Dios. El Apóstol alude claramente a la Palabra de Dios que él anuncia en la humildad y la pobreza, frente a los sofismas, la prepotencia y los falsos razonamientos con que los falsos apóstoles pretenden desviar a los corintios del Evangelio que ellos aceptaron. La paz de la comunidad será reestablecida. Toda sabiduría humana que se oponga a Cristo será sometida a la obediencia de la fe (Rom_1:5).

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[.] Los capítulos 10-13, cuya violencia casi no corresponde a la reconciliación de la que se trató anteriormenmte, provienen tal vez de la carta que Pablo había enviado después de las dificultades ocurridas en Corinto ver la Introducción. En esta página admirable, algunas palabras sitúan inmediatamente el debate. Algunos miembros de la comunidad atacan la autoridad de Pablo, sintiéndose apoyados por los que no han sabido cómo llegar (14). ¿Quiénes son? Algunas personas que tienen rango de apóstol (y que por lo tanto son teóricamente fundadores de comunidades), pero que son excelentes para llegar cuando otros ya han hecho el trabajo (15). Los fieles comparan los apóstoles unos con otros, y Pablo, que nunca se ha hecho servir y que nunca quiso pasar por un gran orador o un , aparece como un hombre de menos personalidad Las cartas son duras y fuertes, pero tiene poca presencia y es un pobre orador (10). No me obliguen a actuar con autoridad (2). Pablo habla y actúa como el fundador de la comunidad, el que los ha llevado a la fe y les ha comunicado el Espíritu Santo, algo que nadie podrá negarle. Pablo se siente fuerte con sus armas. El arma que destruye las fortalezas es, sin lugar a dudas, la Palabra de Dios, cuando es anunciada con poder (1 Tes 1,5). La Palabra de Dios hace nacer las comunidades cristianas, y también les da la fuerza para permanecer unidas frente a los adversarios. El Evangelio es la Rom 1,16. Pero en el presente caso se trata también de los poderes espirituales del apóstol Pablo. Es propio de los apóstoles y de los profetas amenazar a veces en nombre de Dios, y él les da la razón interviniendo de una manera notable (He_5). Pablo está decidido a destruir los argumentos y la soberbia que se oponen al conocimiento de Dios. Toda esta discusión podría parecer nada más que una rivalidad entre él y sus adversarios, pero Pablo sabe qué es lo que molesta a muchos de la comunidad en su manera de guiarlos, y es que no hace el juego de sus intereses mezquinos, sino que los hace vivir en la verdad. Si la comunidad no es capaz de seguir en esta linea, pronto serán un grupo religioso más, pues habrán perdido el camino del conocimiento de Dios. La fe es una obediencia (Rom 1,5). Está en primer lugar la obediencia a la enseñanza de Dios, pero va siempre unida a una obediencia en las cosas concretas de la vida. Si Dios nos hizo Iglesia, necesariamente ha querido la obediencia a una jerarquía y a un orden establecidos. Esa es la obediencia que exige Pablo. Pero ¡cuidado!, su derecho a ser obedecido tiene por fundamento tanto el llamado de Cristo que lo hizo apóstol como el trabajo que el Espíritu ha realizado por intermedio de él. Cuando se ve a esa multitud de predicadores que parten a misionar, cada uno para su propia iglesia, tiene uno a veces el derecho de preguntar quién los ha enviado. Habrá también que recordar que para Pablo no se trata de que él se instale en esa comunidad o en otras para ser allí el que manda, pues ya está partiendo para ir más lejos a evangelizar (15-16).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Una sentida súplica

1, 2 Pablo comienza su respuesta rogando como uno que en persona es humilde entre vosotros, pero ausente soy osado para con vosotros. Esta es una alusión a la acusación realizada por los opositores, luego de su humilde partida al final de la visita dolorosa, por una parte, y a su carta severa, escrita osadamente desde una distancia prudencial, por otra parte. Ruega a los corintios que actúen de tal forma que no tenga que ser osado con ellos, como espera ser con algunos (sus opositores) cuando haga su tercera visita. Pablo rechaza la acusación de sus opositores de que vive según la carne.

3-6 El Apóstol responde a esta acusación utilizando extensamente una metáfora militar, afirmando que aunque andamos en la carne (es decir, participa de la existencia humana normal, con todas sus limitaciones), no militamos según la carne (es decir, empleando medios meramente humanos y dudosos). Por el contrario, las armas de nuestra mili cia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. La palabra fortalezas es una alusión a las torres o las murallas elevadas que se utilizaban en las batallas antiguas, pero aquí significa argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios. Fue por la proclamación del evangelio (que incluyó el razonamiento y la discusión en un esfuerzo por quitar las falsas barreras levantadas contra la verdad) que Pablo intentaba superar la resistencia de las personas, a fin de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. La imagen utilizada aquí es la de una fortaleza que es sitiada, y aquellos que se protegen tras sus murallas son tomados cautivos. El propósito de Pablo no es sólo demoler falsos argumentos, sino también llevar los pensamientos de las personas a someterse al señorío de Cristo. Finalmente, dice que estaremos dispuestos a castigar toda desobediencia (al evangelio, por parte de sus opositores) una vez que vuestra obediencia sea completa (es decir, una vez que los corintios reco nozcan nuevamente la autoridad de Pablo y la verdad de su evangelio). Un pasaje como éste nos recuerda que el ministerio cristiano involucra una batalla por la mente. Los argumentos falsos deben ser demolidos, para que las personas puedan rendirse a la verdad del evangelio y encontrar la vida bajo el señorío de Cristo.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_11:29; Flp_2:1

[2] 1Co_2:3

NOTAS

10 El brusco cambio de tema y de tono denota el comienzo de lo que fue originalmente una carta independiente. Ver la Introducción.

10:1 Alusión a los reproches irónicos de sus adversarios, ver v. 2Co_10:10.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_11:29; Flp_2:1

[2] 1Co_2:3

NOTAS

10 El brusco cambio de tema y de tono denota el comienzo de lo que fue originalmente una carta independiente. Ver la Introducción.

10:1 Alusión a los reproches irónicos de sus adversarios, ver v. 2Co_10:10.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*10:1-13:10 El evidente cambio de tono y de temática que se produce en 2Co 10:1 marca el comienzo de una nueva sección, que lleva el sello de la autodefensa frente a las críticas de antiguos y nuevos adversarios, recogidas de varios modos aquí y allá a lo largo de un discurso que alcanza hasta 2Co 13:10.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Pablo comienza defendiéndose de las acusaciones de debilidad en el ejercicio de su misión. Era perfectamente consciente de la autoridad apostólica que había recibido de Cristo y del poder que obraba en él. Pero, siguiendo el ejemplo del Maestro (cfr Mt 11,29), prefería, mientras fuera posible, hacer uso de esta potestad sólo para edificar, no para destruir. Presenta su vida como una milicia, en la que cuenta con las armas de Dios -sobrenaturales, irresistibles- para vencer todas las falsedades, la soberbia y la desobediencia de sus enemigos (cfr 6,7-8).


Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Pablo alude a los reproches mordaces de sus adversarios, que lo acusaban de mostrarse humilde cuando estaba cerca y audaz cuando se encontraba lejos.

17. Jer_9:22-23. Ver 1Co_1:31.

Torres Amat (1825)



[4] Pablo emplea metáforas de la vida militar. La predicación del Evangelio es un combate. Las fortalezas enemigas representan lo que se opone a Dios y que, lejos de producir libertad, esclavizan la mente. 2 Cor 6, 7; 1 Tim 1, 18.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— por carta: Es evidente la ironía con que se expresa Pablo, aludiendo, sin duda, a comentarios que hacían sobre él sus enemigos de Corinto.

Nuevo Testamento México (Centro Bíblico Hispano Americano, 1992)

Esto decían los enemigos de S. Pablo.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 10.17 Jer 9.24.