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El que se gloríe, gloríese en el Señor. (II Corintios 10, 17) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 10

Parte sexta

RESPUESTA DE PABLO A SUS ADVERSARIOS 10,1-12,13

Los capítulos 10-13 se consideran, en general, como una parte especial de la segunda carta a los Corintios. Por razón del estilo y del contenido forma una unidad cerrada, una especie de escrito de defensa y acusación, enteramente personal, con el que Pablo hace morder el polvo a sus enemigos y a cuantos han criticado su persona y su obra. A través de estos capítulos se perfila la fuerte personalidad del Apóstol, que se aíra, juzga y castiga, pero que siempre se afana y se preocupa, con amor profundo y fuerte, de padre y pastor, por la Iglesia, a la que quiere servir 69.

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69. En 6,11-7,16, Pablo ha dado testimonio de su amor a la comunidad de la misma manera más cordial. La reconciliación se ha consumado, la paz se ha restablecido. Esto hace posible llevar ya a cabo la colecta (cap. 8-9). Pero ahora, en los cap. 10-13, Pablo ataca y se defiende acerada y vehementemente contra sus enemigos. No pocos exegetas opinan que los capítulos 10-13 fueron originalmente una carta polémica de Pablo, escrita antes de 6,11-7,16 y sólo más tarde unida, por un redactor, junto con otra carta del apóstol, a nuestra segunda a los Corintios. Otra opinión más avanzada sostiene que 10-13 constituiría la carta «en medio de muchas lágrimas» (cf. el comentario a 2,4), pero tal suposición es indemostrable y poco probable, pues, de hecho, estos dos capítulos no presentan una carta lacrimosa, sino una carta acerada y combativa. Otros admiten, a pesar de todas las objeciones, que la actual segunda carta a los Corintios forma una unidad desde su origen. La nueva ruptura de hostilidades, después de la solemne afirmación de reconciliación, se explica suponiendo, por ejemplo, que ciertamente se ha restablecido la paz entre Pablo y la gran mayoría de la comunidad de Corinto, pero que sigue existiendo una minoría hostil al apóstol, a la que éste quiere abatir en estos capítulos 10-13. En este sentido, 10,2.7.11s; 11,4s.12.18; 12,11; 13,2 pueden entenderse como indicaciones de que estos capítulos se dirigen sólo contra una parte de la comunidad. En todo caso, nadie duda que los capítulos 10-13 sean una carta auténtica de Pablo.

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1. PABLO HABLA DE SI MISMO (10/01-11).

En la primera parte (10,1-11) de esta gran apología, Pablo se defiende examinando y rechazando algunas acusaciones concretas de sus adversarios. Percibimos una de estas acusaciones en 10,1a. Se dice en ella que, cuando estaba presente, aparecía como tímido ante los corintios, y que sólo parece atrevido y enérgico cuando está ausente. Una segunda acusación afirma (según 10,2b) que el apóstol es inconsciente y que camina según la carne. Una tercera (según 10,10), que las cartas de Pablo son duras y fuertes, pero que su presencia es poca cosa y que su modo de hablar no causa ninguna impresión. Pablo rechaza estas afirmaciones mal intencionadas. Debe conceder, por supuesto, que camina en la carne, es decir, que vive en una naturaleza humana. Pero no combate de acuerdo con los sentimientos de la carne. La verdad es que el apóstol es el caudillo de un poderoso ejército, que quiere ganar para Cristo al mundo entero (10,3-6).

a) La conducta de Pablo (10,1-2).

1 Yo mismo, Pablo, os hago un ruego por la humildad y condescendencia de Cristo; yo, tímido en presencia vuestra, pero atrevido contra vosotros cuando estoy ausente.

Al poner por delante y destacar el nombre de Pablo se indica que comienza una nueva sección. En las líneas que siguen Pablo va a volcar toda su persona. Las palabras del apóstol tienen un peso especial debido al hecho de que pone ante los ojos el ejemplo de Cristo. Exhorta en nombre de la humildad y condescendencia de Cristo. El mismo Cristo ha dicho de su mansedumbre: «Cargad con mi yugo y aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón» (Mat_11:29). Es posible que Pablo haya querido recordar esta sentencia de Jesús. Pero lo más probable es que quiera exhortar a reflexionar sobre la vida humilde de Jesús en la tierra, que iba haciendo bien por todas partes y curando enfermos, que soportó en su pasión, sin ofrecer resistencia, afrentas y atropellos, y que dio, en fin, su vida por los demás. Cristo es el servidor humilde de todos, según sus propias palabras: «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir» (Mar_10:45). De este mismo modo considera la IgIesia la vida y la pasión de Jesús: al padecer, no se defendió ni amenazó, sino que entregó su vida al justo juicio de Dios (cf. 1Pe_2:21-23).

Pablo recuerda la humildad y mansedumbre de Cristo, porque se le echa en cara que, cuando está presente, es tímido y humilde, pero cuando está ausente se muestra enérgico. Carece, pues, de aquellas cualidades y virtudes que exige la vida ejemplar de Cristo. Pablo afirma que sabe muy bien cuál es el ejemplo que le obliga. Pero, al mismo tiempo, se permite insinuar a los corintios que se preocupen también ellos por conseguir estas virtudes. Podía, muy bien, recordarles que, con su desobediencia y sus querellas, perturbaron e incluso amenazaron destruir las relaciones con el apóstol. También los corintios deben seguir la humildad y mansedumbre de Cristo.

Esta afirmación encierra un testimonio importante sobre la personalidad del apóstol Pablo 70. Se le reprocha que en su trato personal es un hombre amable, tal vez incluso tímido y sin ánimo. Pero cuando está lejos es atrevido y prepotente, del mismo modo que sus cartas, escritas cuando está ausente, en las que utiliza palabras enérgicas. Pablo menciona repetidas veces esta acusación, lo que indica que no dejó de hacerle mella. ¿Se trataba de una acusación completamente infundida o se refiere a algo concreto? El mismo Pablo dice de su primera visita a Corinto: «Me presenté ante vosotros débil, y con mucho temor y temblor» (1Co_2:3). Por algunas insinuaciones de la segunda carta a los Corintios se deduce que Pablo les había hecho una visita antes de escribir esta carta y que, en el transcurso de la misma, no pudo imponerse a sus enemigos (2Co_2:5; 2Co_13:2). Dice también que no quiere volver a experimentar tribulaciones en Corinto (2Co_2:1). De su actividad en Tesalónica escribe: «Aunque, en nuestra condición de apóstoles de Cristo, podríamos habernos impuesto como tales; por el contrario, adoptamos entre vosotros una actitud suave, coma una madre que cría a sus hijos» (1Th_2:7). Por tanto, ¿daba, tal vez, Pablo ocasión a que, de hecho, se le acusara de que personalmente era débil y apocado? Sus enemigos de Corinto no advierten que la causa de su mesurada conducta es la preocupación y el amor, lo interpretan todo con rencor y hostilidad, y sus murmuraciones han sido creídas por algunos.

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70. Junto con una expresión como 10,10 y con indicaciones como 11,7; 12,21; 13,2s.

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2 Os suplico, pues, que una vez que yo esté entre vosotros, no tenga que emplear aquella osadía con que opino que debo proceder contra algunos que piensan que nosotros caminamos según la carne.

Pablo se abstiene de explicar y defender su conducta pasada. Pero asegura que se mostrará decidido contra aquellos que le acusan de caminar según la carne. La carne no se toma aquí en su sentido peyorativo de pecado, sino en el sentido de un comportamiento que viene condicionado por ventajas personales y miras terrenas 71. Pablo no se ha guiado por estos motivos. Tales serían el respeto humano, la timidez, la ambición de gloria, la codicia, la altivez, el orgullo. Todas estas cosas se van a discutir en las líneas siguientes.

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71. Véase también 1,17.

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b) Las armas y la lucha de Pablo (10,3-6).

3 Porque, aunque vivimos en la carne, no según la carne combatimos.

Ante la acusación de sus enemigos concede Pablo que vive en la carne, pero niega vivir según la carne. Desde luego, Pablo está en la carne, en el sentido de que todavía tiene una vida terrena y corporal. Pero niega que se comporte y combata según los modos de la carne, es decir, buscando apetencias personales. Ya antes ha descrito el servicio del misionero como el de un soldado de Cristo (6,7). Ahora se desarrolla esta imagen con mayor detalle.

4 Pues las armas de nuestra milicia no son carnales, sino divinamente poderosas pura derribar fortalezas: derribamos sofismas...

Los apóstoles son comparables a los jefes de un ejército magníficamente equipado, cuya meta es conquistar todo el mundo para Cristo. Pablo describe las armas de esta guerra. No son armas carnales, lo que significaría que, en último término, serían ineficaces, sino que son armas llenas de poder. Pablo utiliza palabras e imágenes del Antiguo Testamento. En la descripción de las guerras de Israel se dice con frecuencia que sus armas no son humanas y débiles, como las de sus enemigos, sino llenas de fuerza divina 72. En esta cruzada del Evangelio habrá que conquistar y abatir poderosas fortalezas, es decir, los castillos de la ciencia aparente y de los sofismas de los hombres. Pablo piensa, acaso, en sentencias tales como: «El sabio escala la ciudad de los fuertes y derriba la fortaleza en que confiaban» (Pro_21:22).

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72. Así 1Sa_17:45-47; 1Ma_3:19.

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5 ...y cualquier altivez que se alza contra el conocimiento de Dios, y apresamos cualquier pensamiento para someterlo a Cristo...

En esta guerra espiritual hay que derribar altos castillos. Son los castillos de la altivez y del orgullo que se rebelan contra la verdadera sabiduría de Dios, la cual avanza sin pausa a la conquista de la tierra. Una vez conquistada la fortaleza, se toma prisionera la guarnición. Es decir, el pensamiento, que ofrece una inútil resistencia contra el conocimiento de Dios, contra Cristo y contra el Evangelio, es hecho prisionero y sometido a la obediencia a Cristo. El pensamiento y la razón no deben, pues, ser aniquilados, sino cultivados, pero desde ahora en aquella obediencia que Pablo llama la «obediencia a la fe» (Rom_1:5). Por eso, en esta guerra queda excluido todo empleo de la fuerza. A nadie se le debe obligar a creer mediante presión externa. El incrédulo es ganado a la fe por la palabra y el esfuerzo del apóstol y, en el fondo, por la llamada y el amor de elección de Dios. Prisionero de la fe, el pensamiento tiende a la sabiduría de los perfectos (1Co_2:6 s).

6...y estamos dispuestos a castigar cualquier rebeldía, cuando se haya logrado vuestra sumisión.

Tampoco los castigos a la rebeldía se imponen con los medios del poder terreno. ¿Cómo podría Pablo disponer de ellos? Todo castigo se realiza en virtud de un poder espiritual, con el que el apóstol confunde la incredulidad, la cubre de vergüenza y la expulsa del mundo. Pablo quiere vencer toda la incredulidad de la tierra entera. Pero antes es preciso que la Iglesia de Corinto se una y se haga perfecta en la obediencia de la fe. Sólo entonces podrá dedicarse el apóstol a nuevas misiones.

Estas frases están escritas como olvidando que la Iglesia no era todavía ante el mundo y en el mundo más que una pequeña secta religiosa más, entre los muchos movimientos religiosos y espirituales de aquella época. Pablo sabe bien que los apóstoles son totalmente desconocidos ante los hombres (6,9). Pero ¡qué profunda conciencia del apóstol y qué fe de la Iglesia se expresa en esta visión de la misión en el mundo! El campo del Evangelio es el mundo entero y este mundo entero debe unirse algún día en la fe.

c) La autoridad de Pablo (10,7-8).

7 Mirad lo que tenéis ante la vista. Si alguno se cree ser de Cristo, piense también para sí que, como él es de Cristo, también lo somos nosotros.

Pablo apela a las simples apariencias externas y a la sana razón humana cuando exhorta a los corintios a que presten atención a lo que tienen ante la vista. Acaso Pablo aluda aquí, una vez más, a alguna frase hecha. Algunos pretendían ser de Cristo, y negaban que el Apóstol lo fuera. ¿En qué sentido era esto posible? En Corinto había cuatro partidos, que se apellidaban de Pablo, de Apolo, de Cefas y de Cristo, y que afirmaban pertenecer especialmente a uno de estos cuatro personajes (1Co_1:12). A lo que parece, en la pretensión de ser de Cristo se trata, en este lugar, de los mismos partidos y las mismas discusiones que el pasaje de la primera carta. Tal vez estos enemigos sean aquellos mismos que se decían pertenecer sólo a Cristo, que pretendían incluso apoyarse en revelaciones especiales de Cristo y que, por lo mismo, rehusaban la obediencia a Pablo y hasta acaso a la Iglesia. Frente a la Iglesia hacen gala de una supuesta relación especial con, Cristo. Pablo demuestra la imposibilidad de semejantes pretensiones. En todo caso, también él pertenece a Cristo. Así pues, toda discriminatoria pretensión interna de comunión con Cristo que excluya a los demás, es radicalmente imposible. ¿Han tenido siempre los cristianos conciencia de este hecho a lo largo de sus diferencias y disensiones?

8 Y aunque me haya jactado, algo más de lo debido, de la autoridad que el Señor nos dio para edificación vuestra y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré.

Pablo se ha expresado en una forma casi demasiado modesta. Podría haberse jactado más aún, sin temor a quedar en vergüenza. No es sólo cristiano. Es apóstol, llamado directamente por Cristo. Y así él puede tener, de hecho, aquello que en sus enemigos es pura jactancia: la pertenencia a Cristo. Tiene la autoridad y la misión apostólica de edificar la Iglesia. Acaba de decir que tiene la misión de derribar (10,4), y ahora añade la de edificar. Estas afirmaciones antitéticas se pueden compaginar fácilmente y ambas son exactas. El ministerio tiene la doble misión de derribar lo falso y de edificar en la fe lo verdadero y permanente. También el profeta tiene este mismo doble y contrapuesto servicio, conforme a la sentencia divina: «Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar» (Jer_1:10).

Cuando Pablo dice que tendría derecho a jactarse, pronuncia una palabra y menciona una realidad de la que se ocupará con frecuencia en las líneas siguientes. Los enemigos de Pablo, los falsos apóstoles, se jactan de su ministerio y de sus trabajos. Pablo les sale al paso, pero se resiste a responder a esta jactanciosa postura con su propia jactancia. Y de jactarse, no será de sus obras personales, sino de las revelaciones que se le han hecho, de sus padecimientos y, en último término, de su debilidad (Jer_12:1-10).

Yendo más allá de este caso concreto, existe para Pablo la cuestión, decisiva para la concepción cristiana del mundo y de sí mismo, de si el hombre puede gloriarse. El hombre quiere gloriarse ante Dios de sus virtudes y sus obras. No quiere conceder que es pecador y necesita del don de Dios. Glorificarse a sí mismo es, pues, expresión del egoísmo, rebeldía e incredulidad del hombre (cf. el comentario a 1,12).

d) Las cartas de Pablo (10,9-11).

9 Pero no pretendo amedrentaros mediante las cartas. 10 Porque alguien dice: «Las cartas son duras y fuertes; pero su presencia corporal es poca cosa y su palabra despreciable.»

Pablo ha rechazado las acusaciones contra su persona y su ministerio. Ahora pasa a las acusaciones contra sus cartas. Ya antes (10,1) ha aludido a ello y ahora responde con mayor detalle. No hay que tenerle miedo, se podría murmurar de él, porque asusta con palabras escritas que no resisten un careo posterior.

Sus enemigos dicen que sus cartas son duras y fuertes. Podían afirmar semejante cosa refiriéndose a la profunda conciencia que Pablo tiene de sí y de su ministerio y que se refleja en sus cartas, en las que exhorta, castiga y exige obediencia, pero también podían referirse a lo pesado de sus exigencias. Con todo, dicen estos tales, la apariencia personal de Pablo, lo mismo que sus palabras, son insignificantes. Acaso al compararle con otros misioneros echan de menos en él la forma artística y la elocución vigorosa con que contaba, por poner un ejemplo, Apolo, «hombre elocuente y versado en las Escrituras» (Act_18:24). Apolo trabajó en Corinto con Pablo y hubo algunos que se aficionaron a Apolo y se separaron del apóstol (1Co_1:12; 1Co_3:5). El mismo Pablo dice de su predicación: «Mi paIabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de Espíritu y de poder» (1Co_2:4). Llega incluso a calificarse a sí mismo de poco perito en la palabra (2Co_11:6). A lo que parece, algunos, acaso no pocos -y en todo caso los enemigos del apóstol- se mostraron muy sensibles a estas limitaciones de Pablo, por lo que no percibieron ni comprobaron su espíritu y su poder. Esta característica es muy propia de una comunidad de cultura griega, como era la de Corinto. Los griegos apreciaban, sobre todas las cosas, una forma de hablar artística e ingeniosa.

11 Tenga ese tal en cuenta esto: que tal como somos de palabra por medio de cartas estando ausentes, tales seremos también de obra cuando estemos presentes.

Pablo sólo puede contestar afirmando con claridad y energía que está absolutamente dispuesto a demostrar, cuando esté presente, que es el mismo hombre que reflejan sus cartas de ausente. Así lo hará en su próxima visita, si se ve obligado a ello, y lo mismo anuncia amenazadoramente al final de la carta (2Co_13:1).

2. PABLO Y SUS ADVERSARIOS (10/12-18).

Una vez rechazadas las objeciones de sus enemigos, Pablo lanza ahora contra ellos sus propias y graves acusaciones. Les acusa de entrometerse en su propio campo misional, de querer alzarse con comunidades que el propio Pablo ha fundado, expulsándole a él de ellas. No conocen la modestia, el orden y la medida y destruyen la Iglesia. Pablo opone a estas aspiraciones su conciencia de haber sido colocado en este servicio por Dios mismo y de cumplir un encargo que el mismo Dios le ha confiado y que él no puede abandonar. De esta obligación emana su derecho, y su derecho es su obligación. Defiende ambas cosas apasionadamente (10,13-15). El estilo de Pablo es aquí (sobre todo en el texto griego) duro y desigual, las frases dan a veces la impresión de estar inacabadas, todo lo cual nos permite conocer su grado de excitación.

a) La vanagloria de los enemigos de Pablo (10,12).

12 No nos atrevemos ciertamente a equipararnos o a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a sí mismos. Sin embargo, cuando a sí mismos toman entre sí como medida y se comparan consigo mismos, no obran sabiamente.

Pablo habla con evidente ironía. No se atreve a compararse con sus enemigos. Son indudablemente grandes personajes, pues se recomiendan a sí mismos y son lo suficientemente mentecatos como para tomarse a sí mismos como norma. En su soberbia no ven ya la realidad auténtica.

b) Comedimiento del apóstol (10,13-16).

13 Nosotros, por el contrario, no nos gloriamos hasta traspasar la medida, sino que procederemos según la medida exacta que nos asignó Dios como medida, a saber: llegar incluso hasta vosotros.

Frente a la necedad de sus enemigos, Pablo tiene la conciencia de gloriarse de acuerdo con el encargo y la gracia que Dios le ha medido. Pablo llegó a Corinto y fundó allí la Iglesia. En realidad, ningún hombre es capaz de hacer esto, porque la Iglesia es siempre fundación y obra de Dios. Así pues, la existencia misma de la comunidad de Corinto demuestra que Dios ha obrado a través de Pablo. Su pretensión de ser el verdadero apóstoI de los corintios es confirmada por Dios mismo. El apóstol era, pues, la medida asignada a los corintios y ellos la del apóstol. Y en esa medida tiene Pablo derecho a gloriarse de la Iglesia de Corinto.

14 Pues no traspasamos la medida como si no hubiéramos llegado hasta vosotros, porque incluso fuimos los primeros en llegar hasta vosotros en el Evangelio de Cristo.

Puesto que Pablo llegó a Corinto como misionero, en manera alguna ha traspasado los límites que Dios le ha marcado. él ha sido el primer mensajero deI Evangelio en Corinto, y precede, por tanto, a todos. Los demás llegaron más tarde y son calificados, por lo mismo, como intrusos.

15 En nuestra jactancia no traspasamos la medida, a costa de trabajos ajenos; por el contrario, tenemos esperanza de que creceremos hasta el desbordamiento de nuestra medida...

Pablo no se jacta de trabajos hechos por otros y en campo ajeno. Al contrario, puede perfectamente acusar a sus adversarios de haberse introducido en su propio campo de trabajo. Se jactan de un trabajo ajeno cuando quieren hacerse pasar por apóstoles de Corinto. Se vanaglorian con una gloria falsa. El apóstol ha hablado de las regiones misionales que le han ocupado hasta el momento presente. Ahora hace algunas alusiones a sus nuevos planes de trabajos y nuevos viajes misioneros. Ante todo, la Iglesia de Corinto sigue necesitando sus servicios. Lo primero, pues, es fundamentarla sólidamente en la fe. De acuerdo con la misión que se le ha confiado y la medida marcada por Dios quiere Pablo alcanzar aquí, en el cumplimiento de esta obra, las más altas cumbres.

16...hasta llevar el Evangelio a regiones que están más allá de vosotros, sin entrar en campo ajeno ni gloriarnos de lo ya preparado por otros.

Una vez asegurada esta tarea previa, Pablo espera poder llevar el Evangelio a regiones situadas más allá de Corinto. No entrará en una región que haya sido asignada a otro, ni quiere apropiarse y gloriarse del trabajo ajeno.

En la carta a los Romanos, escrita desde Corinto, expone con mayor claridad su pensamiento. También en ella comienza por afirmar: «...mirando como un punto de honor el anunciar el Evangelio, pero no allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre cimiento ajeno» (Rom_15:20). Pero ahora, continúa Pablo en este lugar, ha predicado ya el Evangelio en una gran extensión, desde Jerusalén hasta la Iliria. Ya no tiene apenas espacio en estas regiones, así que tiene el proyecto de hacer una corta visita a Roma y partir de allí hacia España 73.

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73. Según Rom_15:19-29. España estaba ocupada por colonias romanas y atravesada por carreteras que partían desde las costas orientales hacia el interior del país. También se habían introducido en ella la lengua y la cultura griegas, de modo que podían entender la predicación de Pablo. Podía, pues, intentarse la misión de estas tierras. Según una tradición que se remonta hasta el siglo I, Pablo llegó de hecho como misionero hasta España.

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c) La auténtica gloria (10,17-18).

17 «El que se gloría, que se gloríe en el Señor» (Jer_9:22 s).

Pablo echa mano de una sentencia del profeta Jeremías dándole un sentido que confirma lo que él mismo ha expuesto con sus reflexiones y palabras personales. Cuando el pro£eta dice: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor», esto significa, referido a lo que se acaba de exponer, que todo sucede de acuerdo con la medida y el orden establecidos por Dios, el Señor. Este mismo Dios ha llamado a los misioneros y ha asignado un espacio a cada uno de ellos. Pablo tiene la conciencia tranquila, pues se ha atenido a esta norma.

18 Pues no es aceptado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien el Señor recomienda.

Los enemigos de Pablo no respetaron el orden establecido por Dios. No está ya probado el que se recomienda y se glorifica a sí mismo. La alabanza vale sólo cuando es otro el que la pronuncia. Es un principio que todo el mundo conoce. Pero Pablo no se contenta con esto. Ni siquiera la alabanza de un tercero tiene validez absoluta, ya que ninguna alabanza humana es de tanto valor. Sólo es juzgado y acreditado como válido aquel a quien Dios, el Señor, ha probado y recomendado. ¿Cuándo o cómo ocurre esto? Por medio del ministerio, al que el Señor llama a su servidor; por medio de los dones que le concede, por medio de las bendiciones con que confirma sus trabajos. A este principio fundamental se ha sometido el mismo Cristo: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Es otro el que da testimonio de mí» (Joh_5:31 s).

Frente a todas las acusaciones, hostilidades y enemistades, afirma Pablo su conciencia de haber sido llamado al ministerio por el Señor y haber sido probado y recomendado por este mismo Señor. Con esto se cierra el primer asalto de la disputa.

3. LA GLORIA DE PABLO (Joh_11:1-12, 13).

Frente a la necia vanagloria de sus enemigos, Pablo ha establecido un firme principio: lo único adecuado y sensato es gloriarse en el señor (Joh_10:18). Cualquier otra gloria es necedad. A esta última clase pertenece la vanagloria de sus enemigos. Y, con todo, en el capítulo 11 parece que Pablo imita a sus adversarios y hace suyo aquel modo de glorificarse, es decir, que hace aquello mismo que acaba de condenar tan duramente, cuando dice que está bien persuadido de la necedad de esta conducta (Joh_11:17). Una y otra vez comienza su propia alabanza para luego interrumpirse (Joh_10:7 s.13; Joh_11:5.16.19.21.23.30; Joh_12:1.11), porque la necedad es demasiado grande. En efecto, esta glorificación no está de acuerdo con el Señor, sino de acuerdo con la carne. Es una deshonra (Joh_11:21a). Pero, tras muchas vacilaciones, enumera, como dolorosamente desgarrado, todos los privilegios, tanto humanos y terrestres como divinos y celestes, que puede mencionar (Joh_11:21b-Joh_12:10). Pablo adopta el mismo aire que sus enemigos. Se comporta como un fanfarrón, que pretende vencer a los rivales ya alabándose a sí mismo, ya mofándose de los otros. Con todo, bajo la máscara de su propia glorificación proclama una gran verdad; precisamente por eso es tan convincente para los hombres de buena voluntad y tan demoledor para sus adversarios.



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



CARTA B

40 Como en la Carta A (? 1-2 supra), el tema fundamental es el apostolado de Pablo, pero enfocado de una manera radicalmente diferente. En contraste con el tono mesurado y el lenguaje cuidadoso de la Carta A, en la cual los elementos polémicos y apologéticos están subordinados a la exposición didáctica del modo en que Pablo entiende su ministerio, la Carta B es una explosión de indignación en la que, tanto la vindicación de sí mismo, como los insultos a los adversarios, son tremendamente inmoderados. El tacto amable de la Carta A, que deja entrever la sensación de Pablo de tener la situación bajo control, se ve reemplazada por una angustia desesperada respecto al futuro de la comunidad. Las expresiones de confianza en los corintios que caracterizaban la Carta A brillan por su ausencia en la Carta B. Ningún autor que esperara que el llamamiento de los caps. 8-9 obtuviera una respuesta favorable habría escrito a continuación un ataque así contra los potenciales donantes. Por tanto, algo muy serio debió de suceder en Corinto en los cuatro o cinco meses transcurridos desde que se escribió la Carta A.
41 La invectiva va dirigida contra un grupo de intrusos a cuya presencia se alude ya en la Carta A (3,1-6). Qué hicieron para conseguir tal ascendiente sobre los corintios es algo que se presta a las conjeturas, pero una hipótesis muy verosímil es la propuesta por Furnish (II Corinthians 45). Al observar la poca disposición de los corintios a participar en la colecta (8,10-12), los intrusos se aprovecharon de la Carta A (véase el comentario a 10,9-10) para llamar la atención sobre lo que parecía ser una actitud sospechosamente ambigua de Pablo respecto al dinero. Se había negado a pedir apoyo económico a la comunidad (1 Cor 9,1-18), pero, pese a ello, le había solicitado fondos dos veces (1 Cor 16,2; 2 Cor 8-9). ¡Quizá tenía la intención de usar el dinero para sus propios fines (12,14-18)! Tal vez intrusos con residencia habitual en Jerusalén habrían manifestado, incluso, que no tenían conocimiento del acuerdo tomado en la conferencia de Jerusalén (Gál 2,10). En un mundo donde dar dinero era signo de prestigio y poder, rechazar un don era una afrenta grave al benefactor (véase R. MacMullen, Social Relations 106-07). Dada esta convención social, habría sido fácil para los intrusos presentar la negativa de Pablo a aceptar apoyo económico como un insulto calculado a la comunidad, particularmente si se había llegado a saber que mientras estuvo en Corinto había sido cliente secreto de Macedonia (11,7-9). Con Pablo así desacredi(-)tado, la pretensión de los intrusos de ser los auténticos apóstoles empezó a encontrar mayor grado de receptividad que hasta entonces (- 5 supra). Éste era el aspecto más preocupante de la situación, de ahí que a Pablo le interese restablecer su autoridad.
(Betz, H. D., Der Apostel Paulus und die sokratische Tradition [BHT 45, Tubinga 1972]. Forbes, C., «Comparison, Self-praise and Irony: Pauls Boasting and the Conventions of Hellenistic Rhetoric», NTS 32 [1986] 1-30. Fuchs, E., «La faiblesse, gloire de lapostolat selon Paul», ETR 55 [1980] 231-53. Kásemann, E., «Die Legitimitát des Apostéis», ZNW 41 [1942] 33-71. MacMullen, R., Román Social Relations, 50 BC-AD 284 [New Haven 1974], Travis, S. H., «Pauls Boasting in 2 Cor 10-12», SE VI 527-32.)

42 (VI) Parte primera: Llamamiento a una obediencia completa (10,1-18). La dirección, que debía de ser semejante a 1,1-2, fue omitida por el editor que combinó las Cartas A y B. Dado el enfado de Pablo (como en Gál), es poco probable que la Carta B tuviera una acción de gracias o una bendición (? Cartas del NT, 45:8B). Pablo va directamente al grano, respaldando un llamamiento a la obediencia con una afirmación de su autoridad. Sus adversarios son un grupo (w. 2.12) al que a veces se alude por medio del sg. típico (vv. 7.10).
43 (A) Las consecuencias de la desobediencia (10,1-6). El llamamiento a la obediencia está pensado para preparar el terreno a una visita inminente que, si la situación en Corinto no se corrige, será como una campaña militar, 1a. yo, Pablo: La formulación deja entrever un intenso apremio (1 Tes 2,18; Gál 5,2) . por la dulzura y la mansedumbre de Cristo: A primera vista, un modo curioso de afirmar su autoridad, pero praytes es una característica del rey mesiánico (Zac 9,9 LXX = Mt 21,5; cf. Mt 11,29) y epieikeia se atribuye a Dios en Sab 12,18 y 2 Mac 2,22; 10,4. Pablo prepara así a sus lectores para una comprensión correcta de su «debilidad». Ésta podría camuflar ese mismo poder. 1b. En un paréntesis, Pablo señala con ironía la acusación especificada en el v. 10. yo que me encojo: Esta traducción de tapeinos viene exigida por el contexto (compárense 7,10; 11,7). Cuando parecía servil y débil sólo estaba reflejando la actitud de Cristo (Flp 2,8; véase el comentario a 13,3-4). 2. contra algunos que consideran que caminamos según la carne: Pablo nunca dignifica a sus adversarios nombrándolos (3,1). Se les distingue de la comunidad («vosotros»). En la Carta A Pablo usó dos veces kata sarka en contextos que implicaban una crítica de su conducta (1,12.17). El significado no es el paulino habitual (para el cual véase TNT 1. 236-38), sino «no espiritual», es decir, carente de las experiencias extáticas de que sus adversarios hacían gala (12,1). 3. caminamos en la carne: En sarki es una fórmula neutra que expresa la corporeidad de la existencia humana; = «en el mundo» (1,12). 4. poderosas para Dios en la demolición de fortalezas: La imagen subyacente es la táctica bélica del asedio (1 Mac 5,65), utilizada también metafóricamente en Prov 21,22. «Fortalezas» se aclara en el versículo siguiente. 5. demolemos razonamientos y toda altivez: Pablo alude al razonamiento de sus adversarios, que adoptaban criterios falsos sobre el apostolado y una falsa sabiduría. Podían parecer tan sólidos como los baluartes que constituyen una fortaleza, pero no pueden resistir al poder que Pablo ha recibido de Dios. el conocimiento de Dios: Definido en este versículo como «obediencia a Cristo», que es la sabiduría de Dios precisamente en cuanto crucificado (1 Cor 1,23-24). Este aspecto de Cristo, en el que hace hincapié el v. 1, era rechazado por los «espirituales» de Corinto (1 Cor 2,8). reducimos a cautiverio todo entendimiento: Una vez que se ha abierto brecha en las fortificaciones, los habitantes son reunidos, y las fuerzas armadas se aprontan a reprimir cualquier levantamiento. 6. Cuando la obediencia de los corintios a Cristo, tal como éste es presentado en su evangelio, sea perfecta, el apóstol se ocupará de aquellos que predican otro evangelio (11,4).
(Leivestad, R., «The Meekness and Gentleness of Christ' 2 Cor 10:1», NTS 12 [1965-66] 156-64. Malherbe, A. J., «Antisthenes and Odysseus, and Paul at War», HTR 76 [1983] 143-73. Tanner, R. G., «St. Pauls View' of Militia and Contemporary Social Va(-)lúes», Studia bíblica 1978, III [ed. E. A. Livingstone, JSNTSup 3, Sheffield 1980] 377-82.)
44 (B) La autoridad de Pablo como fundador de la comunidad (10,7-18). La invectiva de los vv. 1-6 se agudiza. Pablo lleva la guerra al campo enemigo explicando a los corintios lo que ha estado pasando delante de sus narices. 7. alguno: Un miembro cualquiera (v. 10) del grupo de adversarios (w. 2.12). es de Cristo: Una referencia al partido de Cristo (1 Cor 1,12) o a la condición de cristiano (1 Cor 3,23; 15,23) resulta inverosímil. Los adversarios debían de hacer alarde de una relación única con Cristo (11,13.23), posiblemente basada en el conocimiento del Jesús histórico (5,16) o en el hecho de haber sido enviados en misión por quienes lo habían conocido. tanto como él es de Cristo lo somos nosotros: La oposición jerosolimitana a Pablo tenía su centro en Santiago (Gál 2,12), cuya situación respecto al Jesús terreno era idéntica a la de Pablo (véase el comentario a 1 Cor 15,7-8).
8. nuestra autoridad, que el Señor dio: Como en 13,10, Pablo evoca con términos tomados de Jr 1,9-10 la misión que le confió Cristo (1 Cor 9,1; Gál 1,12) de fundar comunidades (vv. 13-16) . 9. para que no parezca yo: La conexión con el v. 8 no está del todo clara. 10. Pablo cita una desdeñosa crítica corintia que compara su cartas enérgicas y exigentes con su insignificante presencia física y su oratoria nada refinada (1 Cor 2,3-4). Para poner de relieve que Pablo carecía del poder otorgado por la posesión del Espíritu, los adversarios apelaban a la expectativa helenística de que los oradores debían combinar las destrezas retóricas con una presencia digna (p.ej., Luciano, Sueño 13). 11. estando ausentes: Si Pablo escribió una carta severa (2,4; 7,8), era simplemente porque no podía estar presente, no porque tuviera miedo de aparecer por allí. 12. Con mordaz ironía, Pablo se distancia de sus rivales. Ellos pueden recomendarse a sí mismos porque se comparan unos con otros, haciendo caso omiso del verdadero criterio, que es Cristo (véase el comentario a 5,16-17; 13,5). carecen de entendimiento. Nosotros, sin embargo: Estas palabras fueron omitidas accidentalmente en el texto occidental (? Textos, 68:167, 173).
45 13-18. De la idea de gloriarse sin límites (v. 8), Pablo pasa a otro sentido de «límite», el territorio que Dios le ha asignado, en el cual sus adversarios son intrusos sin mandato. 13. la medida de la jurisdicción: La formulación de Furnish quizá sea la mejor traducción del difícil to metron tou kanonos, que implica tanto la medida como lo medido, llegar incluso a vosotros: La autorización divina que Pablo tiene para evangelizar a los gentiles recibió el visto bueno de Jerusalén, pero con una fórmula que no excluía una misión judeocristiana entre los judíos de la diáspora (Gál 2,9). 14. no nos estamos propasando: Cosa que sí hacían sus adversarios al aparecer en Corinto. hemos llegado hasta vosotros con el evangelio de Cristo: Esto daba a Pablo derechos de padre (12,14; 1 Cor 4,15) que nadie llegado más tarde podía disfrutar. 15. en trabajos ajenos: A diferencia de Pablo, que buscaba territorio virgen (Rom 15,17-20), sus rivales eran como ladrones que intentaban apoderarse de la propiedad de otro. La expansión misionera no debía adoptar la forma de la caza furtiva, podamos crecer en vuestra estimación en conformidad con nuestra jurisdicción: Puesto que la fe auténtica es obediencia a Cristo (v. 6; 13,5; cf. Rom 1,5), la esperanza de Pablo es que los corintios puedan obtener una comprensión correcta de la relación del apóstol con Cristo (4,10-11) y así lo dejen libre para su verdadera tarea, el establecimiento de nuevas comunidades, no el mantenimiento de las ya establecidas (1 Cor 1,17) . 16. predicar el evangelio en regiones más allá de la vuestra: Pablo tal vez tuviera ya puesto su pensamiento en España (Rom 15,23-24; cf. Flp 3,13-14). gloriamos en jurisdicción ajena: Otra puya a sus adversarios (v. 15), que reivindicaban el éxito de Pablo como suyo propio. 17. Cita de Jr 9,21, texto por el que Pablo sentía cierta predilección (1 Cor 1,31) y que supone la existencia de una forma auténtica de gloriarse (Flp 3,3; Gál 6,4). 18. Este versículo va claramente dirigido a los intrusos, que habían llamado la atención sobre requisitos que Pablo consideraba intrascendentes (v. 12; 4,18; 5,12) y que lo incitaban a presentar el mismo tipo de prueba (13,3).
(Henning, J., «The Measure of Man: A Study of 2 Cor 10:12», CBQ 8 [1946] 332-43. Krámer, H., «Zum sprachlichen Duktus in 2 Kor 10:9 und 12», Das Wort und die Wórter [Fest. G. Friedrich, ed. H. Balz et al., Stuttgart 1973] 97-100. Strange, J., «2 Cor 10:13-16 Illuminated by a Recently Published Inscription», BA 46 [1983] 167-68.)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



III. Pablo y sus Adversarios, 10:1-13:10.

Hará valer su autoridad, 10:1-11.
1 Yo, pues, el mismo Pablo, que presente soy humilde entre vosotros, pero ausente soy resuelto con vosotros, 2 os ruego, por la mansedumbre y la bondad de Cristo, que cuando esté presente no tenga que atreverme con la energía con que pienso resueltamente obrar con algunos que nos tienen como si procediésemos según la carne. 3 Pues, aunque vivimos en la carne, no militamos según la carne; 4 pues las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas por Dios para derribar fortalezas, destruyendo sofismas, 5 y toda altanería que se levante contra la ciencia de Dios y doblegando todo pensamiento a la obediencia de Cristo, 6 prontos a castigar toda desobediencia, una vez que sea perfecta vuestra obediencia. 7 Mirad sólo lo que a la vista tenéis. Si alguno confía en que es de Cristo, piense también que como él lo es, así lo somos nosotros. 8 Porque aunque con exceso me gloríe yo de la autoridad que me dio el Señor para edificación y no para destrucción vuestra, no por eso me avergonzaré. 9 Y que nadie crea que pretendo amedrentaros con las cartas. 10 Porque hay quien dice que las cartas son duras y fuertes, pero la presencia corporal es poca cosa y la palabra menospreciable. 11 Piense ese tal que cuales somos ausentes por las cartas, tales seremos presentes de obra.

Desde este momento el tono de la carta, hasta ahora afectuoso, y conciliador, cambia bastante. Sin embargo, como ya indicamos en la Introducción, no creemos que esto sea motivo para suponer que se trata de fragmentos pertenecientes a otra carta, introducidos posteriormente aquí. De hecho, también en los capítulos anteriores hay atisbos polémicos (cf. 1:12; 2:17; 3:1; 4:2; 5:12; 7:2; 8:20), aunque Pablo parece que trata de reprimirse en seguida, como si quisiera dejar esa cuestión para ocuparse luego aparte de ella con más detenimiento. Es lo que hace en estos cuatro últimos capítulos.
Sabemos muy poco de esos adversarios del Apóstol contra los que aquí se enfrenta enérgica y decididamente. Parece ser que eran judíos de origen (cf. 11:22), y que de fuera habían llegado a Corinto con cartas de recomendación (cf. 3:1). Algunos autores los relacionan con los agitadores judaizantes que por esas mismas fechas turbaban las comunidades cristianas de Galacia (cf. Gal_1:7; Gal_3:1; Gal_4:17; Gal_5:12); pero no hay razones para suponer positivo contacto entre ellos. Lo cierto es que trataban de desacreditar a Pablo, sembrando la desconfianza en torno a él, acusándole de ser un intruso en el apostolado y de proceder poco limpiamente, persona mediocre, muy fuerte desde lejos en las cartas, pero muy poca cosa en la realidad cuando se hacía presente (cf. v.2.10). Pablo, con todo el fuego de su ardiente temperamento, se encara abiertamente con ellos, usando incluso de la ironía y el sarcasmo (cf. 10:12; 11:14), a fin de hacerles perder crédito ante los fieles. Son quizás estas páginas, entre todos los escritos del Apóstol, los que más al vivo nos descubren la parte íntima de sus afanes apostólicos. También aquí podríamos aplicar el oh felix culpa! de la liturgia. Propiamente San Pablo no se dirige a la comunidad de los fieles, quienes, como se deduce de los capítulos anteriores, estaban ya reconciliados con él (cf. 2:9; 7:15), sino al grupo de agitadores venidos de fuera y a los pocos adeptos que tenían todavía dominados con sus intrigas. Respecto al común de los fieles, basta con que se enteren; a los agitadores intrusos hay que descubrirlos, aunque ninguna esperanza hay de que se conviertan; al grupo de adeptos, todavía engañados, hay que volverles al buen camino. Son tres categorías de personas y de mentalidades que debemos distinguir bien al leer estas páginas del Apóstol, si no queremos perdernos en un laberinto de cuestiones.
La manera de comenzar, poniendo por delante expresamente su nombre (v.1), da la impresión de que San Pablo quiere acentuar la nota personal de cuanto va a decir. Su primera afirmación, recogiendo irónicamente la acusación de sus adversarios (cf. v.10), es que no le obliguen, una vez que vaya a Corinto, a tener que obrar duramente contra algunos que nos tienen como si procediésemos según la carne (v.1-2). Parece que ese algunos se refiere al grupo de adeptos con que todavía contaban sus encarnizados adversarios, los obreros engañosos disfrazados de apóstoles de Cristo (cf. 11:13); en cuanto a la expresión proceder según la carne, es claro que equivale a dejarse guiar en su conducta apostólica por motivos e intereses humanos. San Pablo lo niega rotundamente, precisando que vive en la carne, como cualquier hombre de aquí abajo, pero no milita según la carne (? .8). ? , siguiendo en la misma idea, con expresiones tomadas del lenguaje militar, añade que las armas con que milita, tratando de destruir cuanto se opone a la doctrina auténtica del Evangelio, no son carnales, sino espirituales, que reciben eficacia del mismo Dios (v.4-6; cf. 6:7). No es del todo claro a quiénes aluda en el v.6. Parece que distingue entre los intrusos agitadores rebeldes, que será necesario castigar, y el pequeño grupo de corintios todavía engañados, de quienes espera la sumisión. Será, una vez obtenida ésta, cuando él se encuentre más libre para proceder con todo rigor contra los rebeldes intrusos y acabar con ese foco de insubordinación.
Viene luego (v.7-8) una llamada a la reflexión y al buen sentido: los hechos hablan a favor de Pablo. Con mucha más razón que sus adversarios, que tanto se glorían de que son de Cristo, se puede gloriar él, que tiene autoridad recibida de Cristo (cf. Gal_1:15-16), y sin miedo a tener que avergonzarse de que alguno se lo desmienta, como sucedería a los que tanto se ensalzan denigrándole a él. La frase para edificación y no para destrucción (v.8) alude a sus poderes apostólicos para edificar los templos de Dios, que son las iglesias cristianas, y no para llevarlas a la ruina (cf. 1Co_3:9.17), como están haciendo precisamente esos que tanto se glorían de que son de Cristo 209.
Termina el Apóstol advirtiendo a los corintios que también cuando esté presente y no sólo en las cartas, sabrá usar con energía de sus poderes apostólicos, si es necesario (v.9-11). La alusión que a su presencia corporal y a su palabra hacen despectivamente sus adversarios (v.10), parece referirse a la postura mantenida en sus dos visitas a Corinto, adonde llegó en debilidad y tristeza, sin usar de los artificios de la sabiduría humana (cf. 1Co_2:1-5; 2Co_2:1). No parece que de ahí pueda deducirse nada respecto a la presencia física de Pablo, si de alta o baja estatura, de constitución fuerte o endeble, de aspecto adusto o atrayente.

No ha usurpado campos de nadie,2Co_10:12-18.
12 Porque no osamos igualarnos o compararnos con los que a sí mismos se recomiendan: mas midiéndose a sí mismos y tomándose a sí mismos por medida, no tienen juicio 13 Nosotros no nos gloriamos desmedidamente, sino según la regla que Dios nos ha dado por medida, de modo que llegásemos hasta vosotros. 14 Porque no nos salimos fuera de los límites prescritos, como si no llegásemos hasta vosotros, pues hasta vosotros llegamos en el Evangelio de Cristo. 15 No glodándonos desmedidamente de trabajos ajenos, sino esperando que creciendo vuestra fe, crezcamos más y más entre vosotros, conforme a nuestra medida, 16 evangelizando a los que están más allá de vosotros, sin entrar en campo ajeno, gloriándonos de la labor de otros. 17 El que se gloría, que se gloríe en el Señor. 18 Pues no es el que a sí mismo se recomienda quien está probado, sino aquel a quien recomienda el Señor.

El presente pasaje tiene un estilo bastante alambicado, y no siempre resulta fácil precisar el sentido exacto de cada frase. En sustancia, la idea es ésta: Pablo no se ha salido nunca del campo de trabajo que Dios le ha señalado; ese campo incluye Corinto y también otras regiones más lejanas, a las que confía poder ir, una vez que se haya consolidado la fe entre los corintios.
Comienza ironizando cáusticamente a los adversarios, con los que él no osa compararse, los cuales, en cuestión de méritos, se ponen a sí mismos por medida, y, en realidad, lo que hacen es el ridículo (v.12). A continuación expone positivamente cuál ha. sido su conducta (v. 13-16): nunca se ha salido del propio campo, metiéndose en el ajeno, como han hecho sus adversarios, que tratan de aparecer como beneméritos de la comunidad de Corinto, vistiéndose con los trabajos y méritos que son de otro. Corinto pertenece a su campo, y la fundación de aquella iglesia es obra suya. Cuando la fe de los corintios se consolide, espera poder ir a evangelizar a otros que están más allá, aunque sin invadir campos ajenos (v.16; cf. Rom_15:20-24).
Termina diciendo (v. 17-18), aparte ya toda ironía, que el que se gloríe, se gloríe en el Señor (v.17; cf. 1Co_1:31), y que de poco vale que nos alabemos a nosotros mismos si no tenemos la aprobación de Dios, que es el que ha de hacer fecundos nuestros trabajos (v.18; cf. 1Co_3:5-8).

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: 2 Corintios 10,13-18Pablo demuestra que aunque se gloría, no se gloría fuera de medida.
13.Por lo tanto, no nos gloriaremos desmesuradamente, sino a medida de la regla con la que nos mide Dios, medida que alcanza hasta vosotros.
14.Porque como si no alcanzásemos hasta vosotros no nos hemos extralimitado. Puesto que hasta vosotros hemos llegado con el Evangelio de Cristo.
15.Ni nos gloriamos desmesuradamente con ajenas fatigas, mas esperamos, con el crecimiento de vuestra fe, con vosotros magnificarnos abundantemente conforme a nuestra norma.
16.Evangelizando también en aquellas partes que están más allá de vosotros, no con norma ajena en las ya listas para gloriarse uno.
17.Y el que se gloríe, gloríese en el Señor.
18.Porque no el que a sí mismo sé recomienda es el probado, sino aquel a quien Dios acredita.
Arriba mostró el Apóstol la razón de lo que dijera; aquí, consiguientemente, la explica. Porque dijo que se medía consigo mismo y que no se excedía de su medida. Porque puede uno, gloriándose y recomendándose, excederse doblemente. Primero, en cuanto a aquello de lo que se gloría, por ejemplo si se gloría de algo que no tiene; segundo, en cuanto a aquello en lo que uno se gloría, por ejemplo, si teniendo uno algo de otro se gloría en eso mismo como si por sí mismo lo tuviere. Por lo cual muestra el Apóstol que de ninguno de estos dos modos excede la medida gloriándose o alabándose. Y primero en cuanto a lo primero; segundo, en cuanto a lo segundo: Y el que se gloríe, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero prueba que no excedió su medida en cuanto a la gloria de cosas pasadas; segundo, en cuanto a la gloria de cosas, futuras: mas esperamos, etc.
Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera, enunciar su propósito; la segunda, probarlo: Porque como si no, etc.; la tercera, concluir: Ni nos gloriamos desmesuradamente, etc. Así es que primero dice: Digo que nos medimos y nos comparamos con nosotros mismos, obrando conforme a lo que nuestro ministerio exige. Y haciendo esto no nos gloriamos desmesuradamente, esto es, no excedemos nuestra medida ejerciendo nuestra potestad. y recomendándonos (No cometáis injusticia en el juicio, etc.: Levit. 19,35); sino que nos gloriamos a medida de la regla con la que nos mide Dios. La Glosa dice que esto trata de la medida de la prelacia del Apóstol, o sea, según medida, conforme al pueblo medido para mí por Dios, pueblo cuyo prelado soy yo y su regla para dirigirlo. Pero esto mismo se puede más umversalmente tomar, de modo que la medida de la regla signifique la cantidad de la gracia. Y en tal caso éste es el sentido: Pero nos gloriamos conforme a la medida -con la que Dios nos mide, esto es, conforme a la cantidad de la gracia que Dios nos ha dado. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia, etc. (Efes. 4,7). La cual gracia es nuestra regla, para no independizarnos ni desviarnos de Dios. Con la cual nos mide Dios, porque cualquiera que sea el bien que hagamos evangelizando y tratando con vosotros y con otros, todo me es concedido por Dios para vosotros y para otros. Yo planté, regó Apolo, etc. (1Co 3,6). Medida, digo, que alcanza hasta vosotros, porque vosotros estáis dentro de la medida de la gracia que se me ha dado, por la cual os habéis convertido a Cristo y obedecéis el Evangelio. Así es que esto es lo que afirma: que no excede su medida gloriándose, que él es su prelado y que por él se han convertido. Y que esto sea así, o sea, que alcance hasta ellos, lo demuestra en seguida diciendo: Porque como si no alcanzásemos, etc.; como si dijera: En verdad nos gloriamos, porque no nos extralimitamos en gracia o gloria, o en nuestra potestad, como si no alcanzara hasta vosotros nuestra potestad y ministerio. Puesto que hasta vosotros hemos llegado con el Evangelio de Cristo, esto es, con la predicafción del Evangelio de Cristo. Pues en Cristo Jesús os engendré yo por medio del Evangelio (1Co 4,15); y también: ¿No sois vosotros obra mía en el Señor? (1Cor. 9,1). Quien dio eficacia a Pedro para el apostolado, etc. (Galat. 2,8). Por lo cual concluye diciendo: Así pues, gloriándome por causa de vosotros, no me glorío sobre medida. Por lo cual dice: Ni nos gloriamos desmesuradamente, etc., donde otro hubiera puesto el fundamento de la fe.
En seguida, cuando dice: mas esperamos, etcétera, muestra que no se excede de su medida en cuanto a gloriarse por cosas futuras. Porque débese saber que el predicador puede tener un doble
motivo de gloria por su predicación. El uno es que los convertidos por su predicación se hagan mejores. El otro es que por esos mismos convertidos se conviertan otros, porque, como se dice en el Éxodo 36,10: Y unió cinco de estas cortinas la una con la otra, y del mismo modo las otras cinco; y en el Apocalipsis leemos: Quien escucha, diga: Ven (22,17). Porque cuando alguien ve que otros se convierten, más fácilmente se convierte él mismo. Y en cuanto a estas dos cosas, el Apóstol espera aumentar su gloria por los Corintios, desde luego porque se hacen mejores. Por lo cual dice: digo que ni noa gloriamos desmesuradamente por vuestra conversión,, causada por nosotros otrora. Pero además tenemos la¡ esperanza de magnificarnos en el futuro, o sea, de que nuestra gloria aumente con el crecimiento de vuestra» fe, esto es, por vuestra fe en aumento y adelantando en el bien con buenas obras. Apeteced la leche del espíritu, para que con ella vayáis creciendo en salud1 (1Pe 2,2).
Ytambién, en segundo lugar, esperamos magnificarnos por la conversión de otros mediante vosotros. Por lo cual dice: abundantemente, esto es, con abundancia de predicación, no sólo entre vosotros, sino también en lugares que están más allá de vosotros, y esto conforme a nuestra regla* conformenos está ordenado por Cristo no sólo el evangelizar a vosotros sino a todas las gentes. 1d por todo el mundo: predicad el Evangelio, etc. (Marc. 16,15). Mas no tenemos esperanza en regla ajena, esto es, no esperamos llegar a gloriarnos, ni nos estamos gloriando en alguna regla ajena. Como si dijera: No por aquellos que han sido dispuestos por otros, o sea, a quienes otros llevaron a la fe, sino que tendré fruto en aquellos a quienes no les han predicado otros. Prediqué el Evangelio, no donde fuera ya conocido el nombre de Cristo (Rm 15,20).
Objeción. En contra está el hecho de que Pedro predicó en Roma antes de que allí predicara Pablo.
Respuesta. Débese contestar que esto no lo dice prohibiéndose predicar donde otro hubiese predicado, sino que dice que trata de predicar también donde ningún otro hubiese predicado.
En seguida, cuando dice: Y el que se gloríe, etc., muestra que no excede su medida en cuanto a aquello en que se gloría, diciendo: Porque si me glorío en que hay que gloriarse, no me excedo. Y como hay -que gloriarse en Dios, el que se gloríe, gíoríese en el Señor (Mas el que quiera gloriarse gloríese en conocerme, etc.: Jerem. 9,24). Ahora bien, esto se puede explicar de tres maneras. De la primera: gloríese en el Señor, denotando el en el Señor el objeto de gloriarse, como si dijera: Gloríese de que tiene al Señor amándolo y conociéndolo. El que quiera gloriarse gloríese en el Señor, etc. (Jerem. 9,25). De la segunda manera: gloríese en el Señor, esto es, según Dios, y de este modo se gloría quien se gloría por las cosas que son de Dios, y no de las malas, como aquel de quien se dice en el Salmo 51,3: ¿Por qué te glorías de tu malignidad? De la tercera manera: gloríese en el Señor, esto es, considerando que su gloria la tiene de Dios, para que cuanto redunde en gloria suya lo refiera a Dios. ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo que tienes lo has recibido, ¿de qué te jactas? (1Co 4,7). Y de esta manera se entiende aquí su el que se gloríe, gloríese en el Señor; como si dijera: Me glorío de lo ya dicho, pero no como si por mí lo tuviera, sino de Dios. Y esto es también vuestra medida, porque todo vuestro bien ha tenido su origen en nosotros. Y verdaderamente es en Dios en quien debemos gloriarnos: no atribuyéndonos nuestra gloria, sino a Dios. Porque no es probado, esto es, aprobado por Dios y por los hombres aquel que a sí mismo se recomienda (La boca tuya, no la de otro, sea la que te alabe: Pr 27,2); sino aquel a quien Dios acredita, esto es, a quien hace recomendable por sus buenas obras y por sus milagros. Porque Dios es la causa de toda buena obra hecha por los hombres.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter X.

Against the false Apostles, who disgraced the weaknesse of his person and bodily presence, he setteth out the spirituall might and authoritie, with which hee is armed against all aduersary powers, 7 assuring them that at his comming hee will bee found as mightie in word, as hee is now in writing beeing absent, 12 And withall taxing them for reaching out themselues beyond their compasse, and vanting theselues into other mens labors.
1 Now I Paul my selfe beseech you, by the meekenes and gentlenesse of Christ, who [ Or, in outward appearance.] in presence am base among you, but being absent, am bold toward you:
2 But I beseech you, that I may not bee bold when I am present, with that confidence wherewith I thinke to

[Pauls weapons,]
be bold against some, which [ Or, reckon.] thinke of vs as if wee walked according to the flesh.
3 For though we walke in the flesh, we doe not warre after the flesh:
4 (For the weapons of our warfare are not carnal, but mighty [ Or, to God.] through God to the pulling downe of strong holds.)
5 Casting down [ Or, reasonings.] imaginations, and euery high thing that exalteth it selfe against the knowledge of God, and bringing into captiuitie euery thought to the obedience of Christ:
6 And hauing in a readinesse to reuenge all disobedience, when your obedience is fulfilled.
7 Doe ye looke on things after the outward appearance? if any man trust to himselfe, that he is Christs, let him of himselfe thinke this againe, that as he is Christs, euen so are we Christs.
8 For though I should boast somewhat more of our authority (which the Lord hath giuen vs for edification, and not for your destruction) I should not be ashamed:
9 That I may not seeme as if I would terrifie you by letters.
10 For his letters (say they) are waighty and powerfull, but his bodily presence is weake, and his speach contemptible.
11 Let such a one thinke this: that such as we are in word by letters, when we are absent, such will we be also in deede when we are present.
12 For we dare not make our selues of the number, or compare our selues with some that commend themselues: but they measuring themselues by themselues, and comparing themselues amongst themselues, [ Or, vnderstand it not .] are not wise.
13 But we will not boast of things without our measure, but according to the measure of the [ Or, line.] rule, which God hath distributed to vs, a measure to reach euen vnto you.
14 For we stretch not our selues beyond our measure as though wee reached not vnto you, for wee are come as farre as to you also, in preaching the Gospel of Christ.
15 Not boasting of things without our measure, that is, of other mens labours, but hauing hope, when your faith is increased, that wee shall bee [ Or, magnified in you.] enlarged by you, according to our rule abundantly.

[His godly ielousie.]

16 To preach the Gospel in the regions beyond you, and not to boast in another mans [ Or, rule.] line of things made ready to our hand.
17 [ Jer_9:24 ; 1Co_1:31 .] But he that glorieth, let him glory in the Lord.
18 For, not he that commendeth himselfe is approued, but whom the Lord commendeth.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El poder del apóstol. Parece ser que sus enemigos llegados a Corinto achacaban a Pablo el no ser un apóstol en sentido completo y, por consiguiente, que carecía de la auténtica autoridad apostólica frente a la comunidad. Ellos en cambio, sí que se consideraban apóstoles y alardeaban de «ser de Cristo», implicando quizás con esta frase casi técnica ya sea el haber conocido a Jesús personalmente ya sean las conexiones que tenían con los apóstoles de la Iglesia de Jerusalén. Es decir, consideraban el apostolado como un club exclusivo al que Pablo no podía pertenecer.
Pablo pasa al ataque. Venciendo el pudor y el malestar que le causa alardear y hablar de sí mismo, las circunstancias le obligan a hacerlo. Y lo hace recordándoles que él fundó la Iglesia de Corinto y que esa comunidad viva es el testimonio de la presencia y del poder de Dios en su apostolado. Es un poder constructivo y no de destrucción, como lo estarían haciendo esos «superapóstoles». Y que, por lo tanto, por carta o cara a cara, él ejercita el mismo poder de Dios, como lo podrán comprobar cuando les visite. Refiriéndose a su labor misionera por la que fundó la comunidad de Corinto, el Apóstol no se gloría, lo considera sencillamente un acto de obediencia a lo que el Señor le ha encomendado: llevar el Evangelio a las naciones (cfr. Hch_9:15; Rom_15:15-20). Ha cumplido su misión en Corinto y piensa seguir cumpliéndola más allá de Corinto y de Grecia (cfr. Rom_15:24-28). La política de Pablo es clara: no meterse en terreno ya evangelizado por otros. Pide asimismo que los otros no invadan el campo que el Señor le ha asignado.
¿Tenía celos el Apóstol celo de estos misioneros itinerantes -«los superapóstoles»- que habían fascinado con su elocuencia, credenciales y prepotencia a sus queridos corintios, desacreditándole a él, el fundador de la comunidad? No hay que descartar esta posibilidad en una persona tan apasionada y afectuosa. Sin embargo, los verdaderos celos de Pablo son por el Evangelio que les ha anunciado y que, con el instinto de un padre, ve que es eso lo que está en peligro (cfr. 1Co_4:15). Esta paternidad es su «gloria» y está dispuesto a defenderla a toda costa porque sabe muy bien que toda «gloria» proviene del Señor y a Él le pertenece (cfr. 1Co_4:7; Flp_3:3; Gál_6:14). Gloriarse del Señor es gloriarse de tener por Dios al Señor y de haber recibido todo de Él. Es un orgullo paradójico.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



No jactarse desmedidamente

12-15a Pablo satiriza a sus oponentes como aquellos que se elogian a sí mismos comparándose unos con otros. En cuanto a sí mismo, dice que no nos gloriaremos desmedidamente, es decir, sobre la seguridad de su comisión como apóstol a los gentiles dada por Dios y la obra que había hecho en Corinto. 15b-18 Pablo espera que con el progreso de vuestra fe (especialmente cuando se resuelva la crisis presente) se extenderá su propia actividad entre ellos, de manera que tenga una base para el ministerio en los lugares más allá de vosotros. Allí también, espera continuar con su política de trabajar en los lugares donde Cristo no es conocido (cf. Rom. 15:20) porque no desea gloriarse de la obra ya realizada por otros. Pablo concluye recordando que poco importa lo que uno pueda decir para recomendarse a sí mismo. Lo único que importa, finalmente, es la recomendación de Dios mismo (cf. 1 Cor. 4:1-5). Pablo conducía su ministerio con esto en mente y, según parece implicar aquí, sus opositores no lo hacían. No nos corresponde a nosotros gloriarnos de nuestra obra para Cristo.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*10:1-13:10 El evidente cambio de tono y de temática que se produce en 2Co 10:1 marca el comienzo de una nueva sección, que lleva el sello de la autodefensa frente a las críticas de antiguos y nuevos adversarios, recogidas de varios modos aquí y allá a lo largo de un discurso que alcanza hasta 2Co 13:10.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Con estilo un tanto complicado, responde a las acusaciones, señalando los derechos que tiene para trabajar apostólicamente en Corinto. Dios le ha encomendado un campo -la conversión de los gentiles- y la evangelización que realiza dentro de ese campo. Con las palabras de Jr 9,22s., ya citadas en 1 Co 1,31, recalca lo absurdo que es pretender jactarse de sí o recomendarse a sí mismo, cuando la única recomendación válida es la de Dios.


Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Pablo alude a los reproches mordaces de sus adversarios, que lo acusaban de mostrarse humilde cuando estaba cerca y audaz cuando se encontraba lejos.

17. Jer_9:22-23. Ver 1Co_1:31.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Jer 9:23-24; (ver 1Co 1:31).

Torres Amat (1825)



[4] Pablo emplea metáforas de la vida militar. La predicación del Evangelio es un combate. Las fortalezas enemigas representan lo que se opone a Dios y que, lejos de producir libertad, esclavizan la mente. 2 Cor 6, 7; 1 Tim 1, 18.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Mas el que se gloría, gloríese en el Señor;a

a Jer 9:24.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

gloríese...Jer 9:24.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

Jer 9:24.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Jer 9:24

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[b] Jer 9:24

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 10.17 Jer 9.24.