Ver contexto
Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza».Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. (II Corintios 12, 9) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 12

bb) Visiones y revelaciones (12/01-09a).

1 Hay que gloriarse. Pues, aunque no es conveniente, vendré, sin embargo, a visiones y revelaciones del Señor.

La perícopa 12,19a constituye la segunda parte del discurso en que Pablo se vanagloria. Hay que notar, en primer término, que ofrece un contraste con la primera parte. En la sección anterior se hablaba de privilegios terrenos (11,22), pero, sobre todo, de trabajos, sufrimientos y flaquezas del apóstol (11,23-33). Aquí, en cambio, Pablo descubre las extraordinarias revelaciones divinas con que Dios le ha honrado. Con todo, también esta gracia es una gloria de la debilidad, pues Pablo afirma que la gracia se concede a los que sufren y que, también aquí, el poder de Dios actúa en la debilidad. De este modo hay un punto de contacto entre las dos partes del discurso.

Pablo insiste una vez más en que él se gloría sólo porque se ha visto obligado. Sabe muy bien que no es conveniente. No es provechoso para el cristiano, para obrar «según el Señor» (11,17). Sin embargo, él va a gloriarse de sus visiones y revelaciones. Sólo porque se ha visto obligado habla aquí Pablo públicamente de ellas. Aparte esto, algunos otros lugares de sus cartas contienen someras alusiones al hecho de que ha recibido revelaciones. Así, en Rom_11:25 dice que le han sido descubiertas algunas cosas sobre la salvación final de Israel, su pueblo; en 1Co_15:51, sobre el misterio de la resurrección de los muertos al final de los tiempos, y en 1Th_4:15 sobre la nueva venida de Cristo. Habla repetidas veces de la aparición del Señor ascendido, que le fue concedida en su viaje a Damasco 89. Los Hechos de los apóstoles hablan de otras visiones misteriosas90.

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89. Cf. 1Co_9:1; 1Co_15:8; Gal_1:15 s. 90. Según los Act_16:9, una noche Pablo vio a un macedonio que le instaba a pasar a Europa. Según Act_18:9, se le apareció el Señor durante la noche en sueños y habló con él. El mismo Pablo menciona otra visión en Act_22:17 y 27-23. La exégesis se pregunta si Pablo enumera bajo el epígrafe de «visiones y revelaciones» de que habla en 12,1 todas estas gracias, de tal modo que las que menciona en 12,2-4 sean sólo una pequeña selección, o si, por el contrario, distingue las citadas en 12,2-4 de todas las demás y quiere hablar sólo de éstas, bien porque fueran revelaciones de una especial profundidad, bien excepcionales por cualquier otro motivo. Es difícil hallar una respuesta a esta pregunta.

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2 Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años -si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe- fue arrebatado al tercer cielo.

Con un lenguaje extremadamente peculiar, solemne y misterioso habla Pablo de la suprema experiencia de un viaje al cielo, hecho catorce años antes. Se pasan en silencio los detalles más importantes. No dice dónde aconteció, cómo hizo el viaje, qué es lo que vio, qué palabras oyó, cómo regresó a la tierra. Pablo comunica un misterio. Pero levanta el velo sólo a medias. él mismo se siente inseguro al dar estas noticias. Algunas cosas quedaron ocultas también para él. «No lo sé», reconoce él mismo. Lo que narra, lo hace porque se ve obligado a defender su ministerio. Lo demás, lo que sintió, vio y oyó, no lo cuenta, porque son cosas sobre las que, en cuanto misterios de Dios, no le es lícito hablar y también porque el lenguaje humano es incapaz de describirlas (12,4).

En todo este asunto parece como si Pablo no hablase de sí mismo, sino de alguna otra persona conocida por él, de un hombre en Cristo. El mismo Pablo explica el motivo de esta manera de narrar: «De éste me gloriaré. En cuanto a mí, no me gloriaré» (12,5). El apóstol reconoce que no ha merecido personalmente y por sí mismo este favor y que él no vale tanto. Así pues, no dice «yo», sino que habla de «un hombre en Cristo». El que ha vivido esta experiencia no es el hombre humano y terreno, sino el salvado y santificado en Cristo.

Pablo da una fecha exacta. Vivió esta experiencia del viaje al cielo hace catorce años. Ha sido una experiencia absolutamente extraordinaria, que le ha sellado para siempre como una persona excepcional. Estas experiencias se le conceden, incluso a un Pablo, muy raras veces y en modo alguno es algo de lo que puede disponer a voluntad. Lo constantemente presente son los trabajos y las flaquezas, a las que casi sucumbe. Los éxtasis son una excepción, de ninguna manera la forma y figura de su ser en Cristo 91.

Pablo afirma que ignora las modalidades del arrobamiento y de las percepciones que recibió. Pero sí dice que el arrobamiento tuvo que ocurrir en una de las dos formas en que acontecen estos viajes celestes: o en el cuerpo, es decir, a modo de un arrobamiento del hombre total, con alma y cuerpo, o fuera del cuerpo, es decir, a modo de un viaje del alma sola, mientras que el cuerpo permanece en la tierra. Por los escritos de la antigüedad, y especialmente por los del judaísmo de aquella época, podemos saber que un viaje al cielo, en una de estas dos formas, era una eventualidad que se consideraba como posible y que incluso corrían narraciones de algunos hombres, favorecidos por la gracia, que tuvieron experiencias de arrobamientos en una u otra de estas dos maneras. Pablo utiliza, pues, las ideas generales de su tiempo, para explicar y exponer a los demás sus vivencias extraordinarias. él sabe con absoluta certeza que ha recibido una gracia extraordinaria. «Dios lo sabe» cómo ocurrió. Dios es quien sale garante por el apóstol de que su viaje al cielo fue real y verdadero. A este Dios pone Pablo por testigo, cuando habla de este tema. También se acomoda a las ideas del judaísmo de su época cuando habla del tercer cielo y del paraíso en el cielo. Los teólogos judíos contemporáneos admitían la existencia de varios cielos, colocados el uno junto al otro. Se enumeraban tres, cinco, siete o diez cielos. Los inferiores eran el cielo atmosférico y el cielo de las estrellas; venían luego los cielos en los que habitaban los bienaventurados los ángeles y, finalmente, Dios. De acuerdo con esta concepción del universo, Pablo habla del tercer cielo, que para él debe significar el cielo superior y supremo. Como supo que se trataba del tercero, no lo dice Pablo. Acaso lo supo por revelación. Acaso lo supuso él así, siempre de acuerdo con las ideas, las imágenes y los cálculos de su tiempo.

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91. Se intenta fijar la fecha del viaje al cielo en la vida de Pablo siguiendo los datos proporcionados por él mismo. Si la segunda carta a los Corintios ha sido escrita el año 57 (cf. la introducción, 1), entonces el viaje al cielo tuvo lugar el año 43. La conversión de Pablo en el camino de Damasco puede ser situada alrededor del año 35. Después predicó algún tiempo en Damasco y se retiró a la Arabia. Emprendió un viaje a Jerusalén y luego vivió unos cuantos años desconocido en Tarso. Allí fue a buscarle Bernabé, el verano del 43, y se lo ganó para los trabajos misionales, primero en Antioquia (Act 11-2Ss). Según esto, el viaje al cielo debió acontecer en los comienzos de su actividad misionera. ¿Fue acaso esta experiencia la que proporcionó a Pablo aquel su poderoso impulso en la predicación del Evangelio? Pueden barajarse estos cálculos, pero no podemos establecer una respuesta segura. En todo caso, contienen cierta probabilidad.

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3 Y sé que este hombre -si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe- 4a fue arrebatado al paraíso...

Con las mismas palabras que acaba de emplear hace un momento, describe Pablo de nuevo un arrobamiento. No puede decirse con seguridad si Pablo, en estos dos relatos simétricos, se refiere a un mismo viaje al cielo o habla de viajes diferentes. Aunque la doble descripción pudiera sugerir la hipótesis de que Pablo habla de dos experimentos diferentes, lo más probable, con todo, es que relata un solo éxtasis. Ambas descripciones ocurren en la misma fecha: «hace catorce años». En la época de Pablo se creía que, después de la caída de Adán, el paraíso fue trasladado de la tierra al cielo y se encuentra ahora en el tercer cielo, como lugar de la felicidad92. Parece que Pablo se acomoda a estas ideas cuando indica que su viaje le ha llevado al tercer cielo o, lo que es igual, al paraíso. La prolijidad de la doble descripción de un mismo viaje debía servir, pues, para expresar la magnitud de la experiencia.

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92. Así lo testifica, por ejemplo, la descripción de un viaje al cielo del libro de Henoc eslavo 8,1. El origen del libro debe situarse hacia la época de Pablo: «Los dos varones (es decir, ángeles) me tomaron y me llevaron al tercer cielo, y me colocaron en medio del Paraíso, en un lugar extremadamente hermoso».

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4b, y oyó palabras inefables que a un hombre no le es lícito proferir.

Pablo no dice ni una sola palabra sobre lo que vio en el cielo. Las narraciones judías contemporáneas sobre viajes celestes daban descripciones detalladas, para saciar la curiosidad. Pablo se diferencia -y esto es sintomático- de todos aquellos escritos. No quiere alimentar la fantasía y la curiosidad. Pablo dice sólo que oyó palabras que no puede dar a conocer, porque ningún hombre las puede pronunciar. Son misterios de Dios, que no pueden descubrirse antes de tiempo. El haber podido participar en ellos es la exaltación suprema del apóstol y una elección que no comparte con ningún hombre. De hecho, éste es su más alto título de gloria. Por eso habla aquí de él.

Con esto, Pablo corta el relato. Ya no dice nada de su bajada del cielo, de su despertar y volver en sí después del viaje, cosas todas que describían minuciosamente los escritos similares de aquel tiempo. Tampoco aquí quiere Pablo dar pábulo a la curiosidad. El apóstol describe sus vivencias sirviéndose de las ideas e imágenes que aquella época ponía a su disposición, y con ayuda de las cuales se había formado él, como teólogo rabínico, su propia idea y concepción del mundo. El mismo Pablo sospecha la incertidumbre y discutibilidad de su descripción, cuando asevera repetidamente: «no lo sé», «Dios lo sabe». Los hombres piensan y hablan siempre sirviéndose de las ideas de su tiempo. También nosotros lo hacemos así. En la medida en que Pablo utiliza ideas y conceptos condicionados por su época, sus afirmaciones no son de fe y revelación. Pero, con todo, estas formas condicionadas por el tiempo describen una experiencia de sublime revelación. Nosotros no tenemos experiencia de estas cosas y no podemos, por tanto, seguir su pista. Pero no por eso tenemos ya derecho a hacer de nuestra situación de conciencia y de nuestras posibilidades de experiencia la medida de todas las cosas en el cielo y en la tierra. No tenemos tampoco, por tanto, ningún derecho a considerar las experiencias relatadas por Pablo como cosas ciertamente muy ocultas y misteriosas, pero en última instancia, de psicología natural. él está convencido y sabe que ha experimentado una suprema gracia divina. Acerca del modo, confiesa Pablo que sólo Dios lo sabe.

5 De esto me gloriaré. En cuanto a mí, no me gloriaré sino de mis debilidades.

Pablo ha revelado todas estas cosas empujado por la necesidad de unas especiales circunstancias. Narra algo extraordinariamente glorioso. Pero no se alaba a sí mismo. Alaba a aquel otro hombre que fue agraciado. No se glorifica a sí mismo, sino a la gracia del Señor y al Señor que actuó poderosamente en El. Aunque habla de sí mismo, queda siempre en claro que no puede gloriarse más que de su debilidad.

Tras largas vacilaciones, y sólo porque se veía obligado, descubrió Pablo sus más altas vivencias. De otra forma, nunca hubiera hablado de ello, porque son revelaciones personales, sobre las que ni está fundada ni puede edificarse la Iglesia. No son Evangelio de Cristo y, por lo mismo, tampoco son objeto de predicación en la Iglesia. ¿No debería ser esto una norma constante de la Iglesia, de tal modo que no se predicaran las experiencias extáticas y las visiones que se reciben a título de gracia personal?

6 Y si quisiera gloriarme, no seria insensato, porque diría la verdad. Pero me abstengo, para que nadie me estime en más de lo que en mí ve u oye, 7a o sea, a causa de la grandeza de las revelaciones.

Pablo no quiere gloriarse, aunque bien pudiera hacerlo, apoyado en sus especiales gracias y revelaciones. ¿Piensa, al decir esto, en el viaje al cielo que acaba de describir, o en otras revelaciones que se le han hecho y de las que no quiere seguir hablando? En todo caso, si se gloriara, diría la verdad. Pero renuncia a ello. él sólo quiere ser juzgado por las cosas ordinarias, por los hechos y las manifestaciones que todo el mundo puede ver y percibir. No quiere que nadie ponga a su cuenta (esto es lo que dice, literalmente) las experiencias extraordinarias, algunas de las cuales acaba de mencionar. Es decir, no quiere que al enjuiciar su persona, o cuando se trate con él, se le tomen en consideración estas revelaciones. No quiere rodearse del nimbo de una naturaleza superior, de piadoso, de santo, y ni siquiera de hombre que ha estado una vez en el cielo. Todo esto es un secreto entre el apóstol y Dios, y como tal debe permanecer.

7b Por eso, para que no tengas soberbia, se me clavó un aguijón en la carne: un ángel de Satán, para que me golpee a puñetazos, a fin de que no me envanezca.

Pablo ha sido favorecido por la gracia más que ningún otro. Pero Dios le somete, y precisamente a él, a un correctivo, para preservar de toda soberbia a este favorecido de la gracia. Este correctivo de Dios, que Pablo ha de experimentar, es un sufrimiento grave, que debe llevar sobre sí. Esta cosa de que Pablo habla tan misteriosamente es -de acuerdo con la opinión más prevalente- una enfermedad que limita sus fuerzas y le humilla 93. Pablo describe esta enfermedad primero con una imagen sacada de la esfera natural. Percibe el sufrimiento corporal como una espina o aguijón, que está continuamente clavado en su cuerpo y le atormenta. ¿O acaso quiere expresar, con una imagen impresionante y atormentada, que siente su enfermedad como una estaca en su carne? En la antigüedad se practicaba el terrible castigo del empalamiento. ¿Quería decir Pablo que tenía que vivir continuamente como un hombre empalado o espetado?

Para la segunda descripción metafórica de su sufrimiento utiliza palabras y conceptos de la mitología. Pablo siente su enfermedad algo así como si un ángel de Satán le golpeara a puñetazos e intentara derribarle. Repetidamente dice Pablo que Satán pone obstáculos a la misión 94. Satán cuenta con aliados para ello, como los que enumera, por ejemplo, la carta a los Efesios: principados, potestades, dominadores de este mundo (Eph_6:12); La concepción paulina se acomoda a la mentalidad bíblica general, que considera a Satán causa de las enfermedades. En la gran epopeya veterotestamentaria de Job, Satán puede herir al justo Job con la lepra (Job_2:6 s). El mismo Jesús dice de una mujer encorvada durante 18 años que Satán había tenido atada a aquella hija de Abraham (Luk_13:16). El fundamento de esta concepción es que la fe sabe y considera a Dios como creador y dador de la vida. Ahora bien, la enfermedad y la muerte son decadencia y destrucción de la vida. Pero Dios, Señor de la vida, no puede ser su destructor. Por tanto, la enfermedad y la muerte no proceden de él, sino que son obra del destructor universal, de Satán.

Dios permitió y permite a Satán que hiera a Pablo con la enfermedad. Le fue dado, dice Pablo. Dios lo dio. Satán no es un señor de poder ilimitado, sino que tiene que servir a los planes y objetivos de Dios. El trabajo del apóstol se vio seriamente obstaculizado porque le fallaban las fuerzas corporales. Pero precisamente así se preservaba a este hombre, tan altamente favorecido por la gracia, de la soberbia idea de que él podía conseguirlo todo con sus fuerzas solas.

Es muy típico de Pablo este modo de describir su enfermedad de maneras tan radicalmente diversas. Primero echa mano de una imagen de la vida diaria para describir sus experiencias, pero luego las describe con graves y profundas afirmaciones referidas a Dios y a Satán. Para él estas dos maneras tienen la misma validez. No existe ninguna diferencia esencial entre ellas, mientras que la interpretación actual más en uso las diferencia (algo así como explicación natural y explicación mitológica). Las dos maneras de hablar son para Pablo imágenes y comparaciones, y no pretende hacer hincapié en las palabras tomadas al pie de la letra. Evidentemente, no se trata de afirmaciones de fe en ninguno de los dos casos. La convicción que Pablo expresa es que también el mal entra en los planes de Dios y debe servir a la salvación, como se dice en otro pasaje: «Todas las cosas colaboran para bien de quienes aman a Dios» (Rom_8:28).

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93. La teología y la medicina se han esforzado por determinar más concretamente la clase de enfermedad padecida por Pablo. Con todo, atendidos los pocos datos que da el apóstol y el mucho tiempo transcurrido, resulta imposible dar un diagnóstico de cierta garantía. Acaso Pablo haya sufrido a intervalos más o menos largos ataques cuyo parecido más probable sería las manifestaciones externas de la epilepsia, lo cual no quiere decir que Pablo fuera epiléptico.

94. Cf.en 2,11 y 11,4.

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8 Clamé al Señor tres veces que apartara de mí este aguijón.

Pablo narra, con tanta sencillez como emotividad, que pidió tres veces que se le quitara aquel opresivo sufrimiento. En su relato no habla para nada de la consciente y prolongada paciencia con que pudo haber aceptado la enfermedad. Lo que recuerda especialmente es que clamó por tres veces y luchó en la oración. En el combate de la oración presentó tres veces consecutivas la misma petición o bien pidió auxilio en tres ocasiones y épocas distintas. Pablo preguntaba por el sentido del castigo y se esforzaba por comprender aquella carga. Exigía vehementemente a Cristo que ayudara a su apóstol contra Satán. Por dos veces fue desatendida su oración. Sólo a la tercera recibió respuesta.

Pablo invocó por tres veces al Señor. ¿Quién es este Señor? Desde luego, no es simplemente Dios, tal como pudiera interpretarse la palabra, sino el Señor Cristo, En efecto, Pablo da a Cristo con frecuencia el título de Señor, lo que demuestra la dignidad divina de Jesús. Según el Evangelio, Cristo es el «más fuerte», que entra en la casa del fuerte (o Satán) y le ata (Mat_12:29)! La obra redentora de Cristo ha vencido a Satán y a sus colaboradores (Col_2:15). Por eso, ante la petición de Pablo, este Cristo debería pronunciar una palabra imperiosa contra el ángel de Satán.

Estas palabras de Pablo nos indican que él, y también la Iglesia, oran a Cristo. Para nosotros esto es hoy una práctica indiscutida. Pero no fue así desde el principio en el Nuevo Testamento. Fundamentalmente, la oración de la Iglesia se dirige al Padre eterno. Con todo, ya en el mismo Nuevo Testamento comenzó la Iglesia a orar a Cristo, con lo cual testifica que cree en él como el Señor de gloria y poder divinos. Por eso a los cristianos se les designa como los que invocan el nombre del Señor ( Act_9:14). Y el mismo Pablo describe a la Iglesia como la comunidad de los que «invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (1Co_1:2).

9a Pero él me dijo: «Te basta mi gracia; pues mi poder se manifiesta en la flaqueza.»

Pablo invocó al Señor para que le liberara de la carga de la enfermedad. La respuesta de Cristo fue una negativa a la petición. En efecto, la respuesta sonaba así: La fuerza de la gracia que tú tienes, basta. No es necesario liberarte del ángel de Satán.

La gracia divina actúa como una fuerza en favor del hombre. Y esta fuerza actúa y se manifiesta con tanta mayor transparencia cuanto más débil es la fuerza del hombre en el que ejerce su poder. Allí donde a simple vista se ve que el hombre es impotente, es evidente que no es la fuerza humana la que actúa, sino la fuerza de Dios. Por eso no puede exigirse que se haga desaparecer el estado de debilidad de Pablo. Al contrario, sólo en la debilidad -y precisamente en la debilidad- de Pablo alcanza su plenitud la gracia divina. Pablo tiene que narrar, al mismo tiempo, que está vinculado al mundo celeste en virtud de un maravilloso ensalzamiento y que está expuesto, con dolorosa impotencia, al poder satánico, causa de sus sufrimientos. Contempla los misterios divinos y recibe mensajes inefables, pero sufre sometido a los golpes del ángel de Satán. Su vida está distendida entre las supremas cumbres y los más hondos abismos. Estos son los casi insoportables contrastes de su vida y de su ministerio. Con todo, comprende que tiene que ser así para seguir siendo servidor de Cristo, preservado de toda soberbia religiosa y de toda falsa vanagloria. Los sufrimientos y los golpes del ángel de Satán no le separarán del Señor y de su gracia. A pesar de ellos sigue siendo el apóstol en Cristo. La misma debilidad es revelación y lugar de la fuerza del Señor, y prueba de que la gracia acompaña al apóstol. Esto es lo que le dijo expresamente la respuesta del Señor. Lo que experimentó el apóstol es un ejemplo de lo que acontece en la vida de todo creyente cristiano.

cc) Fuerza en la debilidad (12/09b-10).

9b Muy a gusto, pues, me gloriaré de mis flaquezas, para que en mí resida el poder de Cristo.

En respuesta a la palabra del Señor, de nuevo asegura Pablo que él quiere gloriarse de su flaqueza. La declaración que ha hecho mientras tanto, de su experiencia de la fuerza divina en la impotencia humana, da a su afirmación nuevo fundamento y profundidad. Quiere gloriarse de su flaqueza con ánimo alegre. Gloriarse significa ahora renunciar a su deseo de verse libre de su carga. El apóstol confía y sabe que la debilidad es colmada siempre por la fuerza del Señor. La fuerza y la gracia de Dios no son nunca dadas como algo definitivo y de una vez para siempre, sino que son siempre acontecimiento, verdad y salvación renovadas en favor del hombre. Esta es la certeza de la victoria que Pablo repite una y otra vez. «Vivo, pero no yo; es Cristo quien vive en mi» (Gal_2:20); o bien: «Todo lo puedo en aquel que me da fuerzas» (Phi_4:13).

10 Por eso me complazco, por amor de Cristo, en flaquezas, insultos, necesidades, persecuciones y angustias; porque cuando me siento débil, entonces soy fuerte.

Nuevamente enumera Pablo un pequeño catálogo de sufrimientos, que recuerda la serie global, cuando explicita el contenido de la palabra flaquezas. La mención de los insultos recuerda lo que Pablo ha tenido que pasar a causa de los juicios injustos; las persecuciones aluden a las iniquidades de los judíos, cristianos y gentiles; con «necesidades y angustias» expresa la desbordada medida de los sufrimientos. En las palabras finales (12,10b) repite Pablo la respuesta que le dio el Señor (12,9a). Era una respuesta que expresaba un principio fundamental de validez universal. Aquí se repite la misma fórmula, pero en primera persona, como un reconocimiento personal del apóstol. Así, Pablo se somete de buena gana y sin reservas a la decisión de su Señor, y hace de la palabra y de la voluntad de Dios norma y fundamento de su vida.

g) Las señales del apóstol (12/11-13).

11 He hecho el insensato. Vosotros me obligasteis a ello. Era yo el que debía haber sido acreditado por vosotros. Porque nada desmerezco frente a esos superapóstoles, aun cuando no soy nada.

El discurso insensato toca a su fin. Pablo se quita la máscara y muestra su verdadero rostro. Todavía una vez más justifica su comportamiento y se excusa por él. Los corintios le obligaron a portarse así. Lleva, de nuevo, el discurso al punto capital de su defensa, a saber, que él no vale menos que los superapóstoles. En nada es inferior a ellos. Pero, al mismo tiempo, dice, con una fórmula radical, que él no es nada. Esta fórmula puede entenderse como la confesión definitiva y más profunda de su debilidad, y es verdadera en el sentido de que, ante el juicio de Dios, no es nada. Pero podría tratarse también de un juicio que Pablo, con amarga ironía, pone en boca de los corintios.

12 Las señales propias del apóstol se realizaron entre vosotros con constancia a toda prueba: tanto señales, como prodigios y milagros.

Pablo menciona una nueva prueba a favor de la autenticidad de su ministerio apostólico. Son las señales del apóstol, que él ha llevado a cabo en Corinto. Pablo distingue, más en concreto, entre señales, prodigios y milagros. Las tres palabras son expresiones neotestamentarias para designar hechos milagrosos. Es difícil determinar qué diferencias establece Pablo entre ellas. Las tres juntas expresan la gran abundancia de hechos que Pablo ha podido realizar. También en la carta a los Romanos -escrita desde Corinto- habla Pablo «de lo que Cristo, para obtener la obediencia de los gentiles, ha realizado, valiéndose de mi, de palabra y de hecho, por el poder de señales y prodigios, por el poder del Espíritu» (Rom_15:18-19). En la primera carta a los Corintios enumera Pablo los dones del Espíritu, de acuerdo con la diversidad de operaciones que Dios hace en la Iglesia, «distribuyéndolas a cada uno en particular, según su voluntad». Entre ellos menciona «palabra de sabiduría», «palabra de conocimiento», «fe», «diversidad de lenguas»; es decir, que de ningún modo se trata sólo de milagros en el sentido estricto que nosotros damos a la palabra (1Co_12:4-11). ¿A qué se refiere Pablo propiamente en este lugar? Acaso a la predicación llena de espíritu, a las conversiones maravillosas, a los restablecimientos de la paz, a las curaciones y cosas semejantes.

El Nuevo Testamento sabe que el incrédulo tiene avidez de milagros y que ni siquiera las más grandes maravillas podrán convertirle. Por eso no se conceden milagros a los incrédulos 95. Pero cuando se da una auténtica voluntad de fe, los milagros sirven para acreditar el Evangelio y esta buena voluntad consigue milagros (Joh_20:30). Desde esta perspectiva, los hechos milagrosos forman parte de los distintivos que acreditan al apóstol, y son una demostración y un constitutivo del ministerio apostólico. Por eso Pablo se apoya en los milagros que realizó en Corinto.

El Evangelio sabe bien que aquella plenitud de poder, con que Jesús realizó acciones poderosas y milagrosas, Cristo la comunicó, en parte, a sus discípulos, junto con el encargo de hacer obras semejantes: «Y convocando a sus discípulos, les dio poder de arrojar espíritus inmundos y de curar toda enfermedad y toda dolencia» (Mat_10:1). La palabra y el mandato del Señor, recibido en la fe, da a los discípulos poder sobre las enfermedades y sobre las potencias destructoras. No es un poder mágico; sólo actúa mediante la oración, es decir, en la unión de la fe con Dios, tal como dice la sentencia del Señor: «A esta clase de demonios por ningún medio puede hacérsele salir, como no sea por la oración» (Mar_9:29). Aun así, lo principal no son los poderes milagrosos. Lo verdaderamente importante es la comunión y amor con Dios: «No os alegréis de eso: de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres están ya inscritos en los cielos» (Luk_10:20).

La Iglesia apostólica ha aceptado, con la seguridad de la fe, la lucha contra los poderes de la destrucción del cuerpo y del alma. Ella sabe que: «La oración de la fe salvará al enfermo y el Señor le hará levantarse» ( Jam_5:15). Los Hechos narran las curaciones milagrosas de los apóstoles. Lo mismo veremos si observamos el desarrollo de la obra misional tal como se nos presenta en el Nuevo Testamento 96. También Pablo tiene conciencia de que posee el poder de hacer señales y milagros. No en el sentido de que el Apóstol posea una especie de poder mágico. Así, cuando su fiel coadjutor Epafrodito enfermó de muerte, no se le ocurrió a Pablo acudir a una curación milagrosa, sino que se refugió en la misericordia y el consuelo divinos y dio gracias a Dios cuando el enfermo recobró la salud (Phi_2:26). El orden natural sigue en pie. Pero dentro de este orden Dios hace milagros que sólo la fe reconoce. La Iglesia no tiene a su disposición una fuerza milagrosa con la que poder convertir la tierra en un mundo de hadas maravillosamente bello. Para aguantar y soportar el tiempo y el mundo, sigue siendo necesaria la fuerza de la paciencia.

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95.Cf.Mt12,39; Joh_4:48; 1Cor122.

96.Cf.Mc16,17s;lieb2,4.

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13 Pues ¿en qué habéis sido inferiores a las demás Iglesias, excepto en que yo mismo no os fui gravoso? Perdonadme este agravio.

Pablo actuó en Corinto con la plenitud de su poder apostó1ico. Aquella comunidad no debía quedarse atrás en nada respecto de las demás comunidades, salvo en un aspecto: que el apóstol no recibió ninguna ayuda de Corinto para su sustento. Pablo lo repite una vez más (véase 11,9) con amarga ironía. él no ha sido carga para los corintios. No los ha explotado en su propio provecho. Si esto es un agravio, bien pueden perdonárselo.

Parte séptima

NOTICIAS Y EXHORTACIONES FlNALES 12,14-13,10

Al concluir la carta Pablo anuncia una tercera visita (12,14; 13,1), a propósito de la cual inserta algunas exhortaciones Esta última parte contiene, además, como de costumbre, noticias sobre sus proyectos ulteriores. Por otra parte, el apóstol insiste, hasta el último momento, en su propia defensa. Como siempre, los pensamientos y las frases se amontonan unos sobre otros.

a) Próxima visita de Pablo (12/14).

14 Ved que estoy a punto de ir a visitaros por tercera vez y tampoco os seré gravoso. Pues no busco vuestras cosas, sino a vosotros mismos. Porque no sois los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos.

Pablo anuncia una tercera visita a Corinto 97. Pero inmediatamente pasa a insistir en su defensa. Una vez más, da las razones de su negativa a ser mantenido por la comunidad. Del mismo modo que antes ha venido afirmando a lo largo de la carta que no ha sido una carga para nadie y que no ha querido ejercer el ministerio en su propio provecho (11,9; 12,13); también ahora sostiene nuevamente que no ha buscado la hacienda y bienes de los corintios, sino a ellos mismos y su salvación. Pero en esta ocasión Pablo añade una nueva razón de su conducta, remitiéndose a un principio básico y universal de la vida. En todas partes. son los padres los que trabajan y ahorran para los hijos, y no a la inversa. La alusión a este orden natural es adecuada y convincente desde el momento en que Pablo ha definido su posición respecto de la comunidad como la de un padre 98. Dadas estas relaciones hubiera sido hasta antinatural que Pablo hubiera consentido que la comunidad pagara sus gastos.

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97. Pablo escribió la segunda carta a los Corintios durante su tercer viaje misional, en Macedonia (2,13; Act_20:2). Pero hasta 20,2 sólo los Hechos hablan de una estancia de Pablo en Corinto, durante la cual fundó aquella comunidad. Como Pablo ha dicho en 2Co_12:14 y 13,1 que hará después una tercera visita a los corintios, los exegetas deducen que, en el intervalo, Pablo hizo una segunda visita, no mencionada por los Hechos. Es la llamada «visita intermedia» (véase también la introducción, 2).

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b) Sacrificio de sí mismo (12/15-18).

15 Y yo muy a gusto lo gastaré todo, y me desgastaré a mí mismo por vuestras almas. Si os amo con exceso, ¿voy a ser menos amado?

Pablo no quiere sólo cuidar de su comunidad como un padre cuida de sus hijos. Quiere mucho más. Lo sacrifica todo, quiere incluso sacrificarse a sí mismo por la Iglesia. Las palabras de Pablo no son sólo expresión de un elevado altruismo humano, dispuesto a sacrificarse por los demás; Pablo recurre a palabras y conceptos tomados de las ceremonias cúlticas. Parecidamente escribe a los filipenses: «Y si además soy derramado en libación sobre la ofrenda y el ministerio litúrgico de vuestra fe, me alegro y congratulo con todos vosotros» (Phi_2:17). Cuando la Iglesia de Filipos realiza el sacrificio y la liturgia, no puede faltar su apóstol como cosacrificante y aun como cosacrificado. Pablo debe ser cosacrificado junto con el sacrificio de la Iglesia. Así es como se convierte en intermediario de la gracia en favor de la Iglesia y como su sacrificio se hace salvación de las almas. Una vez más afirma Pablo que, como Apóstol, no es sólo un maestro. Ciertamente, es esto. Pero su servicio tiene una profundidad y una amplitud mucho mayor. Es un intermediario sacerdotal entre Dios y la Iglesia 99.

Como en 11,11, asegura Pablo a los corintios que les ama más que a nada, aunque no ha querido gravarles con los gastos de su manutención. Muda la afirmación en pregunta llena de reproche: ¿es que por eso le van a amar menos?

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98. Cf. en 6,13 y 11,2.

99. Cf. en 2Co_1:16; 2Co_4:12; 2Co_5:20.

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16 Bueno: ¡sea así! Yo no fui carga para vosotros. Pero, astuto como soy, os sorprendí con engaño.

Pablo está viendo venir una dificultad y se anticipa a responder a ella. Los corintios conceden que Pablo no les ha sido gravoso. Pero trabaja con astucia y deja al cuidado de sus enviados la tarea de llevar a cabo sus interesados proyectos. Es posible que sus adversarios de Corinto propalaran esta idea y que haya llegado a oídos de Pablo. Acaso no sea más que un pensamiento del apóstol, que cuenta con la posibilidad de una calumnia semejante. De hecho, Pablo organizó en Corinto una colecta en favor de la Iglesia de Jerusalén, pero la ha llevado adelante por medio de delegados, como informan los capítulos 8 y 9. Ya allí ha exteriorizado este temor: «Que nadie nos pueda criticar en esta abundante colecta, administrada por nosotros» (8,20).

17 ¿Acaso os exploté por alguno de mis enviados?

Pablo acentúa con energía la sinrazón y necedad de tales sospechas. Se contenta con hacer unas preguntas. Las respuestas deben ser evidentes, incluso para los corintios. No se necesitan más pruebas. Nadie podrá afirmar en serio que Pablo haya querido enriquecerse por intermedio de sus enviados.

18 Rogué a Tito que fuera y envié con él al hermano. ¿Os explotó, acaso, Tito? ¿No procedimos con el mismo espíritu? ¿No hemos seguido las mismas huellas?

Pablo había enviado ya una vez (8,6) su colaborador Tito y ahora vuelve a enviarle, con otro hermano (es decir, cristiano) a Corinto, para que active la colecta (8,16-18). Pero nadie pretenderá decir que Tito se ha enriquecido en este empeño. Y junto a Tito puede incluirse Pablo. Ambos tienen el mismo espíritu y recorren la misma senda. En ambos deben reconocer los corintios la misma probidad y honradez

c) Temores y preocupaciones (12/19-21).

19 Seguramente pensáis desde hace tiempo que nos estamos defendiendo ante vosotros. ¡Es ante Dios, en Cristo, como estamos hablando! Y todo, amados míos, para edificación vuestra.

Antes de volver a Corinto quiere exponer Pablo algunos temores y preocupaciones que le asaltan respecto de su visita. En primer lugar, quiere salir al paso de posibles equívocos. Su carta no debe ser falsamente interpretada. Desde luego, la carta es una defensa que el apóstol hace de sí mismo. Pero Pablo no intenta justificarse ante el tribunal de los corintios. él está ante la presencia de Dios, y ante Dios responde. También esta carta de Pablo, lo mismo que todas las cosas, está encerrada en el ser en Cristo. Es un testimonio en favor de su veracidad y de su voluntad de servir en el amor. Cuando el apóstol defiende su servicio y su ministerio no discute un asunto personal. Su intención y su finalidad es siempre la edificación de la Iglesia.

20 Porque temo que quizás, al llegar, no os encuentre tales como yo quisiera y que vosotros me encontréis a mí tal como no querríais; que tal vez haya discordia, envidias, enconos, rivalidades, calumnias, murmuraciones, arrogancias, desórdenes.

La comunidad de Corinto tiene urgente necesidad de orden y edificación. Pablo teme que, cuando haga su visita, no ha de encontrar a la comunidad en la situación que él desea. Teme, pues, que se verá obligado a reprender y castigar a los corintios, de modo que tampoco ellos encuentren a Pablo tal como desean. Pablo enumera una lista de graves faltas y pecados que recela encontrar. No es éste el único ejemplo de catálogo de faltas que se encuentra en el Nuevo Testamento 100. Ciertamente estas listas están, con frecuencia, estereotipadas, como puede comprobarse por el hecho de que listas semejantes se encuentran también fuera del Nuevo Testamento, tanto en los escritos judíos como en los paganos. De ellas no puede deducirse, por tanto, sin más, que los pecados enumerados se cometan con especial frecuencia en la comunidad con la que se habla. Sin embargo, en este pasaje todos los pecados mencionados se refieren a luchas y discusiones inamistosas. Y tanto por la primera como por la segunda carta a los Corintios sabemos que había en la comunidad partidos, divisiones y luchas de unos contra otros. Por tanto, Pablo se refiere aquí, conscientemente, palabra por palabra, a circunstancias muy reales de la comunidad, y exhorta a venir a mejor acuerdo y enmienda.

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100. Cf. Rom_1:29-31; Gal_15:19 21; Col_3:5-9.

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21 Y [temo] que al llegar yo de nuevo, me humille mi Dios ante vosotros, y tenga que llorar por muchos de los que antes pecaron y no se convirtieron de la impureza, fornicación y libertinaje que habían cometido.

Pablo teme, finalmente, que cuando haga su visita a Corinto, tenga que comprobar que muchos de los pecadores anteriores siguen sin hacer penitencia y sin arrepentirse. Un nuevo catálogo de faltas, que enumera pecados relacionados con la conducta inmoral, y concretamente con la incontinencia sexual, nos hace saber de qué clase de pecados se trataba. De hecho, en la primera carta a los Corintios Pablo se vio en la precisión de corregir y castigar pecados de esta naturaleza (en 1Co_5:1-11, un caso de crasa lascivia, y en 1Co_6:12-20, el contacto con cortesanas). La ciudad de Corinto gozaba en la antigüedad de una pésima reputación de incontinencia 101. Se comprende así que también la comunidad cristiana tuviera que soportar el peso de deficiencias en moral sexual. Las exhortaciones de Pablo pueden presuponer casos en que los cristianos hayan llevado consigo a la Iglesia pecados y relaciones pecaminosas de la época precedente a su conversión y de los que todavía no se han enmendado. O también casos en los que, como puede comprobarse en el ámbito de la comunidad de Corinto, los pecados fueron cometidos después de ingresar en la Iglesia, sin que los pecadores hubieran encontrado fuerzas para arrepentirse. Todos estos casos provocaban grave escándalo en la Iglesia y constituían una pesada carga frente al mundo ambiente. Llevar a estos pecadores a penitencia era uno de los propósitos de la visita de Pablo.

Pero antes el pensamiento del apóstol se hunde en una gran tristeza. Es la tristeza del educador y del pastor de almas ante las faltas de los que tiene encomendados, y la afanosa preocupación por su salvación eterna. Pablo siente esta situación como una humillación personal. Una floreciente comunidad es la alegría y el orgullo del apóstol; el mismo Pablo ha dicho antes, acerca de la comunidad corintia, que es su gloria (1Co_1:14) y su carta de recomendación en todas partes (1Co_3:3). Los abusos humillan por fuerza al apóstol, ya que es el responsable de la comunidad, y sus defectos recaen sobre él, como también acaba de decir: «¿Quién desfallece, sin que yo no desfallezca? ¿Quién sufre un escándalo, sin que yo no me abrase?» (11,29).

Pablo siente esta humillación como una humillación de parte de Dios. Reconoce en estas dolorosas experiencias disposiciones del Dios que rige sus destinos, en el sentido de que este Dios quiere acrisolar a su apóstol y llevarle a través de todas las cosas, hasta él. Penetrado del sentimiento de esta unión íntima con Dios, llama Pablo a Dios, aquí y en algunas ocasiones más 102, mi Dios.

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101. Véase la introducción, 1.

102. Rom_1:8; Phi_1:3



Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: 1 Corintios 12,7-10
Habla del antídoto dado a Pablo, no fuera a ser que por el rapto se envaneciera: y fue una flaqueza en la carne, acerca de la cual, aun cuando ora, sin embargo no es oído.
7.Y para que la grandeza de las revelaciones no me desvanezca se me ha dado un aguijón de mi carne, ángel de Satanás, que me abofetee.
8.Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí.
9.Pero El me dijo: Mi gracia te basta. Pues la fuerza se perfecciona en la flaqueza. Por tanto, con sumo gusto me gloriaré en mis flaquezas, para que la fuerza de Cristo habite en mí.
10.Por cuya causa me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias por Cristo. Porque cuando soy débil entonces soy fuerte.
Aquí trata del remedio que se le dio contra la soberbia. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, indicar el remedio que se le dio; la segunda, manifestar su petición de que tal remedio se le retirara: Por este .motivo tres veces rogué, etc.; la tercera, decirnos la respuesta del Señor revelando la razón del remedio aplicado: Pero El me d¡¡o, etc. Acerca de lo primero débese saber que ordinariamente el médico experto procura y permite que le sobrevenga al enfermo una enfermedad menor para curar la mayor o para evitarla; así como para curar de espasmo procura que haya fiebre; muestra que evidentemente esto ha sido hecha en él, en el bienaventurado Apóstol, por el médico de las almas, nuestro Señor Jesucristo. Porque Cristo, como máximo médico de las almas, para curar las graves enfermedades del alma, permite que sus elegidos searr afligidos por muchas y graves enfermedades del cuerpo, y, lo que es más, para curar de los pecados mayores, permite caer en los menores, y aun en los mortales. Ahora bien, entre todos los pecados el más grave es la soberbia. Porque así como la
caridad es la raíz y el principio de todas las virtudes, así también la soberbia es la raíz y el principio de todos los vicios. El primer origen de todo pecado es la soberbia (Sir 10,15). Lo cual es claro de esta manera: porque se dice que la caridad es la raíz de todas las virtudes porque une a Dios, quien es el último fin. De aquí que así como el fin es el principio de cuanto se puede obrar, así también la caridad es el principio de todas las virtudes. Ahora bien, la soberBia aparta de Dios. Porque la soberbia es el apetito desordenado de la propia excelencia. Porque si alguien apetece alguna excelencia debajo de Dios, si moderadamente apetece y en atención a un bien, la puede tener; mas si no es dentro del debido orden, puede ciertamente incurrir en otros vicios,. a saber, ei de ambición, el de avaricia, o el de la vanagloria, y otros semejantes; sin que haya sin embargo propiamente soberbia, si no es cuando alguien apetecela excelencia sin ordenarla a Dios. Por lo cual la soberbia propiamente dicha separa de Dios, y es la raíz de todos los vicios y el peor de todos, por lo cual Dios resiste a los soberbios, como se dice en Santiago 4,6.. Y como en los bienes está de manera máxima la materia de tal vicio, el de la soberbia, porque su materia es el bien, a veces permite Dios que sus elegidos ser vean privados, por alguna parte suya, por enfermedad, o por algún defecto, y aun a veces por un pecado mortal, de tal bien, para que así por este motivo se humillen cuanto por aquella flaqueza no se ensoberbezcan, y así humillado reconozca el hombre que no puede mantenerse de pie con sus solas fuerzas. Por lo cual se dice en Romanos 8,28: Todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, etc., no ciertamente por el pecado de ellos, sino por la ordenación de Dios. Así es como el Apóstol tenía una grande materia por !la cual ensoberbecerse, tanto en cuanto a la especial AeLección por la que fue escogido por Dios (Vaso de eLección es, etc.: Hechos 9,15); como en cuanto al conocimiento de los secretos de Dios, porque dice que fue raptado al tercer cielo y al paraíso, donde oyó inefables palabras que no le es posible al hombre proferir; como también en cuanto al aguante de los males, porque en cárceles mucho más, en azotes sin medida, etc., tres veces con vara fui azotado, etc. (2Co ,1 1,23-25); y también en cuanto a la virginal integridad, porque quisiera que todos fueseis como yo mismo (1Co 7,7); y en cuanto a la ejecución de obras buenas, porque más que todos he trabajado (1Co 15,10); y especialmente en cuanto a la máxima ciencia en la que sobresalió, la cual especialmente infla: por todo esto Dios le proporcionó el remedio, no fuera a ser que se levantara con soberbia. Y esto lo dice así: Y para que la grandeza de la revelación que se me hizo no me desvanezca en soberbia. No te dejes llevar de pensamientos altivos a modo de toro, etc. (Sir 6,2). No b¡en fui ensalzado, cuando me vi humillado y abatido (Ps. 87,16). Y dice, para mostrar que a él le fueron hechas las predichas revelaciones: se me ha dado un aguijón, esto «es, para mi provecho y humillación. Dice Job 30,22:
Me ensalzaste, y como que me pusiste sobre el aire" para estrellarme más reciamente. Se me ha dado, digo, un aguijón que atormenta mi cuerpo con una flaqueza del mismo cuerpo, para que el alma sane; porque literalmente se dice que fue vehementemente afligido por un dolor iliaco. O bien un aguijón de mi carne, esto es, de la levantisca concupiscencia de mi carne, por la cual era duramente atacado. Cuando yo quiero hacer el bien, me encuentro con una ley, porque el mal está pegado a mí; de aquí es que me complazco en la ley de Dios, etc. (Rm 7,21-22). De aquí que Agustín dice que en sí mismo tenía movimientos de concupiscencia, los cuales refrenaba sin embargo con la divina gracia. Este aguijón, digo, es un ángel de satanás, esto es, un ángel maligno.
Ahora bien, ese ángel o es enviado de Dios o permitido, pero es de satanás, porque la intención de satanás es que se rebele; y la de Dios es que se humille y quede aprobado. Tema el pecador, puesto que siendo el Apóstol vaso de eLección no estaba seguro. Ahora bien, el Apóstol trabajaba por librarse haciendo a un. lado tal aguijón. Y por ese objeto oraba. Y esto lo agrega así: por este motivo tres veces rogué, etc. En lo cual débese saber que ignorando el enfermo el método del médico que aplica un mordente emplasto, le ruega que lo quite; y que sabiendo el médico la razón de su proceder, a saber, para obtener la salud, no atiende el deseo del peticionario, más cuidadoso de su provecho. Y así el Apóstol, sintiendo que el aguijón lo mortificaba demasiado, al médico único le
pidió auxilio para que se lo quitara. Por tres veces de manera expresa y devotamente rogó que el Señor lo librara del aguijón-aquel. No sabiendo lo que debamos hacer, etc. (2 Paral. 20,12). Quizá pidió esto muchas veces, pero de manera expresa y vehemente tres veces lo pidió, o bien por tres veces, esto es, muchas. Porque el tres es número perfecto. Y en verdad que se le debe rogar, porque El mismo hiere y cura (Jb 5,18). Orad para que no caigáis en tentación (Luc. 22,40). Sigue la respuesta del Señor: Pero El me dijo: etc. En lo cual hace dos cosas. Primero indica la respuesta del Señor; luego, da la razón de la respuesta: Pues la fuerza, etc. Así es que dice: Yo rogué, pero el Señor me dijo: Mi gracia te basta; como si dijera: No necesitas que la flaqueza del cuerpo se te retire, porque no es peligrosa: porque no irás a dar a la impaciencia confortándote mi gracia; ni siquiera la flaqueza de la concupiscencia, porque no te arrastra al pecado, puesto que mi gracia te protege. Siendo justificados gratuitamente, etc. (Rm 3,24). Y ciertamente basta la gracia de Dios para evitar los males, para obrar el bien y para conseguir la vida eterna. Por la gracia de Dios soy lo que soy (1Co 15,10). La vida eterna es una gracia de Dios (Rm 6,23).
Objeción. Pero en contra esté lo que se dice en Jn 15,16: Cualquiera cosa que pidiereis al Padre en mi nombre os la concederé. Así es que o Pablo pidió discretamente, y entonces debió ser oído; o indiscretamente, y entonces pecó.
Respuesta. Débese decir que acerca de una sola y la misma cosa puede el hombre hablar de dos maneras. De la una, en cuanto a sí misma y según la naturaleza de esa cosa; de la otra, conforme al orden a otra cosa. Y así ocurre que lo que es malo en sí mismo y debe ser evitado, según se ordene a otra cosa es apetecible; así como una poción en sí misma es amarga y débese evitar; y sin embargo quien la considera en cuanto está ordenada a la salud la apetece.
Así es que igualmente, el aguijón de la carne en sí mismo es de evitarse como aflictivo; pero en cuanto es el camino de la virtud y ejercicio de la virtud es de apetecerse. Ahora bien, como aún no le era revelado al Apóstol aquel secreto de la divina providencia, de que redundaría en provecho suyo, lo consideraba pernicioso en sí mismo, por lo cual pedía que se le quitara, sin que por ello pecara; pero Dios, que ordenaba aquello para el bien de su humildad, no lo oyó en cuanto a su deseo; y sabiéndolo después el Apóstol se gloriaba diciendo: me complazco en mis flaquezas, etc. Y aun cuando no lo oyera en cuanto a su deseo, lo oyó, sin embargo, y escucha a sus santos en cuanto a su provecho. Por lo cual dice Jerónimo en la epístola a Paulino: El Buen Señor, que muchas veces no concede lo que queremos, para darnos lo que preferimos.
En seguida agrega la razón de su respuesta, diciendo: Pues la fuerza, etc. Admirable modo de hablar: la fuerza se perfecciona en la flaqueza. El fuego crece con el agua. Y esta expresión: la fuerza se perfecciona en ía flaqueza se puede entender de dos maneras: materialmente u ocasionalmente. Si se entiende materialmente, el sentido es éste: la fuerza se perfecciona en la flaqueza, esto es, la flaqueza es la materia de la virtud que se ha de ejercer. Y primeramente de la humildad, como arriba se dijo; y luego de la paciencia (La prueba de la fe produce la paciencia:
Sant. 1,3); tercero, de la templanza, porque por la flaqueza se debilita el fomes y se hace uno moderado. Y si se entiende ocasionalmente, entonces la fuerza se perfecciona en la flaqueza, o sea, es la ocasión de alcanzar la virtud perfecta, porque sabiéndose débil el hombre, más se esfuerza por resistir, y por el hecho de resistir y luchar se hace mas esforzado, y consiguientemente más fuerte. Por lo cual se lee en el Levítico y en Jueces 3, que el Señor no quiso destruir a todos los habitantes de la tierra, sino que se reservó algunos, para que los hijos de 1srael se ejercitaran luchando contra ellos. Por la misma razón Escipión no quería la destrucción de la ciudad de Carfago, para que mientras tuvieran los Romanos enemigos exteriores, no pensaran en los enemigos interiores, contra quienes es más dura la guerra que contra los exteriores, como él mismo decía.
En seguida expresa el Apóstol el efecto de la respuesta del Señor, diciendo: con sumo gusto me gloriaré, etc. E indica un doble efecto. El uno es el de la gloriación, por lo cual dice: Como mi fuerza se perfecciona en las flaquezas, por lo tanto con sumo gusto me gloriaré en mis flaquezas, las que se me han dado para mi provecho. Y eso porque más me uno a Cristo. A mí líbreme Dios de gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo (Gal. 6,14). Aquel que en medio de la pobreza es honrado ¿cuánto más no lo sería si llegase a ser rico? (Sir 10,34). Y la razón de que con gusto me gloríe es para que la fuerza de Cristo habite en mí, para que por las flaquezas inhabite y se consume en mí la gracia de Cristo. El es el que robustece al débil (Is 40,29). Otro efecto es de gozo. Por lo cual dice: Por cuya causa me complazco, etc. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero indica el tal efecto; luego indica su razón de ser: Porque cuando soy débil, etc. Así es que indica el efecto del gozo y la materia del gozo. Dice por cuya causa porque la fuerza de Cristo habita en mí en todas las flaquezas y tribulaciones, por lo cual me complazco, o sea, mucho me deleito y gozo con las dichas flaquezas mías. Tened, hermanos, por sumo gozo el caer en varias tribulaciones (Sant. 1,2).
Ahora bien, enumera las carencias en las que por la gracia de Cristo con sumo gusto se deleita. Y primero las que se deben a causa interior, y tales son las flaquezas. Por lo cual dice: en mis flaquezas. Se multiplicaron sus miserias, y en seguida corrieron aceleradamente (Ps. 15,4) hacia la gracia. Segundo, las que son por causa exterior. Y éstas en cuanto a palabras: en las injurias que se me hacen. Los apóstoles se retiraron de la presencia del concilio muy gozosos porque habían sido hallados dignos de sufrir, etc. (Hch 5,41). Y en cuanto a hechos, y esto en cuanto a carencia de bienes, diciendo: en las necesidades, esto es, en la penuria de lo necesario y en la pobreza que me oprimía.
Yde esta manera se entiende la necesidad, diciendo: generosos para aliviar las necesidades de los santos (Rm 12,13). O bien en cuanto al sufrimiento de los males infligidos, y esto en cuanto a los exteriores (Bienaventurados los que padecen persecución, etc. Mt 5,10), diciendo: en las persecuciones, a saber, del cuerpo, que de lugar en lugar y en todas partes sufrimos.
Yen cuanto a los interiores, diciendo: en las angustias, esto es, en ansiedades del espíritu. Estrechada me hallo por todos lados (Dan. 13,22). Pero la materia de todas estas cosas que son para gozo es que son por Cristo; como si dijera: Me complazco porque por Cristo padezco. Jamás venga el caso en que alguno de vosotros padezca por homicidio, o ladrón, o maldiciente, o codiciador de lo ajeno (1Pe 4,15). Y la razón de tal gozo la indica diciendo: porque cuando soy débil, etc.; como si dijera: Con razón me complazco en todo ello, porque cuando soy débil, etc. O sea, que cuando por lo que ocurre en mí o por la persecución de los demás incurro en algo de las cosas predichas, se me concede el auxilio divino, con el cual soy fortalecido. Tus consuelos llenaron mi alma de alegría (Ps. 93,19). Diga el débil: fuerte soy yo (Joel 3,10). Aunque en nosotros el hombre exterior se vaya desmoronando, el interior se va renovando de día en día (2Co 4,16). Y en el Éxodo se lee (I,12) que mientras más oprimidos eran los hijos de 1srael, tanto más se multiplicaban.

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Las revelaciones divinas de Pablo, 12:1-10.
1 Si es menester gloriarse, aunque no conviene, vendré a las visiones y revelaciones del Señor. 2 Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años si en el cuerpo no lo sé, si fuera del cuerpo tampoco lo sé, Dios lo sabe fue arrebatado hasta el tercer cielo; 3 y sé que este hombre si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe 4 fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede decir. 5 De tales cosas me gloriaré, pero de mí mismo no he de gloriarme, si no es de mis flaquezas. 6 Si quisiera gloriarme, no haría el loco, pues diría verdad. Me abstengo, no obstante, para que nadie juzgue de mí por encima de lo que en mí ve y oye de mí, 7 a causa de la alteza, de mis revelaciones. Por lo cual, para que yo no me engría, fue me dada una espina en la carne, un emisario de Satanás, que me abofetea, para que no me engría. 8 Por esto rogué tres veces al Señor que se retirase de mí, 9 y El me dijo: Te basta mi gracia, que en la flaqueza llega al colmo el poder. Muy gustosamente, pues, continuaré gloriando me en mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo. 10 Por lo cual me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias por Cristo; pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte.

Continúa San Pablo haciendo el recuento de sus glorias. Aquí, sin embargo, más que en sus fatigas y penalidades, se fija en las revelaciones con que Dios le ha favorecido.
Aunque habla de visiones y revelaciones, en plural (v.1), concretando no describe sino una (v.2-4). Que tuvo muchas, nos consta por otros lugares (cf. Hec_9:3-9; Hec_16:9; Hec_18:9; Hec_22:18; Hec_27:23; 1Co_9:1; 1Co_15:8; Gal_1:12; Gal_2:2), y al menos algunas de ellas, como la de Damasco, eran perfectamente conocidas de los fieles. Aquí, sin embargo, se fija en una, a la que da una importancia especial y que describe como quien está haciendo la confidencia de un hecho desconocido. No da su nombre, sino que usa la perífrasis sé de un hombre en Cristo (= un cristiano, v.2), pero es claro que está refiriéndose a sí mismo (cf. v.7). La visión había tenido lugar hacía catorce años (v.2). Si, pues, la carta está escrita a fines del año 57, hemos de colocarla hacia los años 43-44, en los principios de sus tareas apostólicas. Del tiempo se acuerda perfectamente; el modo, en cambio, lo ignora. No sabe si fue en el cuerpo o fuera del cuerpo, es decir, si solamente fue su alma la que fue arrebatada hasta el tercer cielo o fue conjuntamente con el cuerpo. La expresión el tercer cielo (v.2), para designar el lugar donde mora Dios, está tomada del lenguaje que le era familiar, en conformidad con la ciencia astronómica de entonces, distinguiendo el cielo atmosférico, el de los astros y el superior o empíreo. Se corresponde con la otra expresión paraíso (v.3), que es de sabor más judío (cf. Gen_2:8), y ya fue empleada por Jesucristo para designar el lugar donde van las almas de los justos después de la muerte (cf. Lev_23:43). Allí, en ese paraíso o tercer cielo, San Pablo oyó palabras inefables que el hombre no puede decir (v.4). Se considera impotente para expresar lo que allí contempló. Todo hace suponer que el Apóstol llegó hasta el máximo que puede alcanzar una persona en la vida, acercándose a la directa contemplación de Dios.
Después de estas manifestaciones, San Pablo da como un paso atrás, temiendo que alguno le considere más de lo que es, y dice que, aunque pudiera gloriarse de la alteza de esas revelaciones que Dios le ha concedido, él prefiere gloriarse de sus flaquezas, que es cosa más suya (v.5-6). Con esta ocasión hace (v.7) una declaración importante: la de que, para que no se engriese con esas revelaciones, Dios le dio una espina en la carne, un emisario de Satanás, que le abofetee (?????? ?? ????? , ??????? ?????? , ??? ?? ???????? ). Mucho se ha discutido sobre el sentido de estas expresiones. Creemos, con la mayoría de los autores modernos (Cornely, Fillión, Prat, Alio, Spicq), que el Apóstol alude a alguna enfermedad corporal que le hacía sufrir fuertemente, sea en sentido físico, sea también en sentido moral, en cuanto parecía un obstáculo a su labor misionera. Lo más probable es qué esta enfermedad, sobre cuya naturaleza es aventurado afirmar nada concreto, sea la misma que la aludida en Gal_4:13-14. Nada tiene de extraño que la llame emisario de Satanás, pues era corriente entre los judíos atribuir las enfermedades al demonio (cf. Lev_13:16; Job_2:6); y, además, siempre es verdad que el demonio se aprovecha de todos los tantos (cf. 2:11) para hacernos daño y llevarnos al pesimismo 211.
San Pablo rogó tres veces al Señor, como Jesús en Getsemaní (cf. Mat_26:44), que le quitara esa enfermedad (v.8); pero, como Jesús, también él hubo de aceptar la prueba, confortado con la respuesta del mismo Jesús: Te basta mi gracia, que en la flaqueza llega al colmo el poder (v.9). Respuesta sublime, que constituye un magnífico resumen de la doctrina que Pablo ha venido inculcando en toda la carta. No es extraño, pues, que, apoyado en ella, vuelva a hacer lista de sus debilidades para gloriarse en ellas (v.10).

Por qué ha hecho su apología,Mat_12:11-21.
11 He hecho el loco: vosotros me habéis obligado. Porque necesitaba ser estimado de vosotros, pues en nada fui inferior a esos preclaros apóstoles, aunque nada soy. 12 Las señales de apóstol se realizaron entre vosotros en mucha paciencia, en señales y prodigios y milagros. 13 ¿Pues en qué habéis sido inferiores a las otras iglesias, sino en que no os fui gravoso ? Perdonadme este agravio. 14 He aquí que por tercera vez estoy para ir a vosotros, y no os seré gravoso; porque no busco vuestros bienes, sino a vosotros; pues no son los hijos los que deben atesorar para los padres, sino los padres para los hijos. 15 Yo de muy buena gana me gastaré y me desgastaré hasta agotarme por vuestra alma, aunque, amándoos con mayor amor, sea menos amado. 16 Bien, en nada os fui gravoso, pero en mi astucia os cacé con engaño. 17 ¿Os he explotado acaso por medio de alguno de los que os envié? 18 Yo animé a Tito a ir y envié con él al hermano; ¿acaso Tito os explotó ? ¿No procedimos ambos según el mismo espíritu? ¿No seguimos los mismos pasos?19 Hace tiempo creéis que tratamos de justificarnos ante vosotros. Ante Dios, en Cristo, hablamos; y todo, carísimos, para vuestra edificación. 20 Pues temo que cuando vaya no os halle cual querría y no me halléis vosotros cual querríais; temo que haya contiendas, envidias, iras, ambiciones, detracciones, murmuraciones, hinchazones, sedicio-es; 21 que al llegar de nuevo a vosotros sea de Dios humillado a causa vuestra, y tenga que llorar por muchos de los que antes pecaron y no hicieron penitencia de su impureza, de su fornicación y de su lascivia.

El Apóstol se queja de la pasividad de los corintios, que no han sabido defenderle frente a las calumnias de los adversarios. Por eso ha tenido que hacer el loco, defendiéndose y alabándose él (v.11). Y tenían motivos para conocerle, pues había vivido entre ellos en mucha paciencia, en señales, y prodigios y milagros (v.1a). Estos tres últimos términos prácticamente son equivalentes, y aluden a los milagros realizados por Pablo en Corinto; cosa, sin embargo, de que Lucas, al describirnos la estancia del Apóstol en aquella ciudad (cf. Hec_18:1-18), guarda silencio. Aparece, pues, claro que las narraciones de Lucas en los Hechos no siempre son completas.
La única cosa en que podéis quejaros de mí, añade irónicamente el Apóstol, es que no os fui gravoso (? .13), recibiendo de vosotros el sustento, como recibí de algunas otras iglesias (cf. 11:9) y, en general, exigían los demás apóstoles a las suyas (cf. 1Co_9:4-6). Y aún recalca la ironía: perdonadme este agravio. Luego, dejada toda ironía, dice que, al ir ahora a Corinto por tercera vez (cf. 13:1), piensa seguir con el mismo proceder, y que está dispuesto a gastarse y desgastarse por el bien de sus almas, aunque ellos cada vez le amen menos (v.14-15). Revela aquí San Pablo todo el amor de su corazón.
A continuación (v.16-18) responde a una calumnia que parece propalaban contra él sus adversarios: la de que engañaba astutamente a los corintios, diciendo que no les exigía nada, y enviando luego a sus colaboradores o delegados para recibir donativos, de los que él se aprovechaba. Pablo no responde directamente, sino que apela a la experiencia misma de los corintios. ¿Es que Tito os explotó? ¿No seguimos siempre ambos los mismos pasos? La alusión a la conducta de Tito parece referirse al tiempo de su estancia entre los corintios, cuando fue portador de la carta en lágrimas (cf. 7:6-7), no al de la visita para la colecta que ahora, en la presente carta, les notificaba (cf. 8:17). Eso no obsta para que el primer inciso: animé a Tito a ir y envié con él al hermano (v.18a), pueda referirse a la visita de la colecta, siendo aoristos epistolares, como en 8:17.
últimamente (v. 19-21), San Pablo deshace un reparo. Que no crean, como sin duda vienen pensando algunos desde que comenzaron a leer la carta, que trata de justificarse ante ellos, cual si fuera él el acusado y ellos los jueces. No; si ha hecho su apología, es simplemente porque la cree necesaria para edificación de los corintios, es decir, para su bien espiritual, de modo que no se dejen seducir por los que tratan de apartarles del recto camino (v.1g). Quiere evitar sentirse humillado al llegar a Corinto, por la conducta indigna de los que más bien debieran serle motivo de orgullo (cf. 1:14; 3:2; 7:4; 8:24; 9:2), viéndose obligado a castigar (v.20-21).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



54 (b) SUS VISIONES Y REVELACIONES (12,1-10). Pablo pasa ahora a otro campo en el cual sus rivales pretendían ser superiores. 1. visiones y revelaciones: La ausencia de artículos indica un tema general. La fórmula tal vez procediera de sus adversarios, del Señor: Probablemente un gen. de origen, «otorgadas por el Señor» (w. 2-4). 2a. conozco a un cristiano: Pablo habla de sí mismo en 3a pers. (v. 5) porque no está dispuesto a esgrimir una experiencia religiosa privada como prueba de un mandato apostólico, hace catorce años; Esto situaría el hecho más o menos a medio camino entre su conversión y su llegada a Corinto. La precisión tiene como finalidad subrayar la realidad de la experiencia, que es idéntica a la del v. 3. 2b-3. arrebatado: El agente es Dios (cf. 1 Tes 4,17; Sab 4,11; l Hen 39,3-4). El viaje a otro mundo es un tema común en la literatura apocalíptica (véase Semeia 14 [1979]). hasta el tercer cielo: En este caso identificado con el paraíso, como en 2 Hen 7 y ApMo 37,5. El número de cielos conoce una amplia variación en la literatura judía. 4. A Pablo se le prohibió expresar lo inefable. Esto podría estar simplemente en con(-)formidad con la convención de la revelación sellada (cf. Dn 12,4; Ap 10,4; 13,2-3), pero también podría ser una manera de demostrar la intrascendencia de la experiencia desde el punto de vista apostólico (cf. 1 Cor 14,19).
(Bietenhard, H., Die himmlische Welt im Urchristentum und Spatjudentum [WUNT 2, Tubinga 1951].
Crownfield, D. R., «The Self Beyond Itself», JAAR 47 [1979] 245-67. Lincoln, A. T., «Paul the Visionary: The Setting and Significance of the Rapture to Paradise in 2 Cor 12:1-10», NTS 25 [1978-79] 204-20. Price, R. M., «Punished in Paradise (An Exegetical Theory on 2 Cor 12:1-10)», JSNT 7 [1980] 33-40. Saake, H., «Paulus ais Ekstatiker», Bib 53 [1972] 404-10. Scháfer, P, «NT and Hekhalot Literature: The Journey into Heaven in Paul and the Merkavah Mysticism», JJS 35 [1984] 19-35. Spittler, R. S., «The Limits of Ecstasy: An Exegesis of 2 Cor 12:1-10», Current ¡ssues in Biblical and Patristic Interpretadon [Fest. M. C. Tenney, ed. G. F. Hawthome et al., Grand Rapids 1975] 259-66.)
55 6. La realidad de la experiencia de los vv. 2-4 lleva a Pablo a decir que, si quisiera, podría gloriarse, sin faltar a la verdad, de cosas distintas de sus flaquezas, por encima de lo que ve o escucha de mí: La única prueba auténtica de un apóstol es la medida en que manifiesta a Cristo, primeramente en su comportamiento (4,10-11) y en segundo lugar en sus palabras (2,17; 12,19; 13,3). 7a. La sintaxis es problemática (véase J. Zmijewski, BZ 21 [1977] 265-72). 7b. una espina en la carne: Comúnmente esto se interpreta como una dolencia psíquica o física que, en la tradición judía, era causada por un demonio o por Satanás (véase K. L. Schmidt, TDNT 3.819). Estas dos frases, sin embargo, no están relacionadas causalmente, sino situadas en aposición, dando a entender una fuente exterior y personal de aflicción, lo cual queda confirmado por el uso de «espinas» en el AT para denotar a los enemigos (p.ej., Nm 33,55; véase T. Y. Mullins, JBL 76 [1957] 302). Tal vez se aluda al tipo de persecución evocado por los catálogos de penalidades, pero la conexión con 11,14-15 («ministros de Satanás») hace pensar que Pablo tiene en mente una hostilidad procedente del interior de sus propias comunidades. 8. rogué: En otro tiempo, Pablo había orado fervientemente pidiendo la liberación, pero ya no lo hace. 9a. La formulación de la intuición como un oráculo divino no es una explicación de cómo llegó Pablo a ella, gracia: Definida como «fuerza»; pero su relación con «debilidad» es objeto de interpretaciones diversas (véase G. OCollins, CBQ 33 [1971] 528-37). El contexto, iluminado por 4,7, indica que la «debilidad» (v. 10) es la condición para que la fuerza manifestada en Pablo se pueda reconocer como de origen divino, se hace perfecta: Esto es, llega a estar eficazmente presente (cf. 1 Jn 4,12). 9b. mi debilidad: La aceptación de la debilidad aparece ahora como el medio por el cual se adquiere la fuerza, para que habite en: El mismo vb. (episkenoun) aparece en Jn 1,14. 10. cuando soy débil, entonces soy fuerte: No quiere decir que la debilidad sea fuerza, ni que los débiles se hagan fuertes (como en Lc 1, 46-55), sino que sus debilidades apostólicas revelan la fuerza que se le ha conferido para su ministerio (3,5-6).
(Barré, M. L., «Qumran and the "Weakness of Paul», CBQ 42 [1980] 216-27. Betz, H. D,, «Eine Christus-Aretologie bei paulus (2 Kor 12:7-10)», ZTK 66 [1969] 288-305. Minn, H. R,, The Thom that Remained [Auckland 1972], Park, D. M., «Pauls skolops tg sarki: Thorn or Stake?», NovT 22 [1980] 179-83.)
56 (C) Nueva justificación de su insensatez (12,11-13). Este epílogo al «discurso del insensato» se hace eco de la justificación que en su introducción se dio del gloriarse (11,1-21a). 11. recomendado por vosotros: Ese honor que Pablo reclama para sí debían habérselo concedido los corintios, en nada fui a la zaga de esos superapóstoles: El aor. hysterésa se debe entender como aor. de constatación (BDF 332) para ponerlo en sintonía con el pf. hysterékenai, que se ha de entender como pres. (BDF 341) en 11,5 (véase el comentario). Es muy poco probable que Pablo tenga en mente la visita intermedia (->10 supra), la única ocasión en que pudo haber sido comparado con los intrusos. Este versículo no es una objeción a la identificación de los «superapóstoles» con el grupo jerosolimitano de Santiago, nada: Sus adversarios tal vez describieran a Pablo como una completa nulidad (cf. 10,10b). 12. las señales de un apóstol: Los corintios, en su intento de dirimir entre Pablo y sus rivales (cf. 13,3), habían establecido criterios, uno de los cuales era la capacidad de obrar milagros. Así se deduce de la reacción de Pablo, fueron cumplidas: Una pas. teológica; véase ZBG § 236. Pablo no se atribuye mérito alguno, con una constancia a toda prueba: En el contexto de debilidad y penalidades, características dominantes del ministerio de Pablo, signos, prodigios y milagros: Los dos primeros términos se combinan a menudo en el AT (p.ej., Ex 7,3; Dt 34,11; Is 8,18; cf. Rom 15,19), y los tres aparecen juntos en Hch 2,22; 2 Tes 2,9; Heb 2,4. 13. El comportamiento de Pablo en Corinto fue el mismo que en todas las demás Iglesias, un recordatorio saludable para los corintios de que ellos no eran los únicos cristianos (véase el comentario a 1 Cor 1,2). La única excepción a esta regla era que Pablo no les pedía dinero ni siquiera cuando estaba ausente (véase 11,7-11).
(Nielsen, H. K., «Paulus Verwendung des Begriffes Dynamis», Die paulinische Literatur und Theologie [ed. E. Pedersen, Teologiske Studier 7, Aarhus 1980] 137-58.)
57 (VIII) Parte tercera: Una advertencia prepara una visita (12,14-13,10). Dos problemas preocupan a Pablo a la hora de preparar la crucial visita que marcará el destino de la Iglesia corintia: (1) la cuestión económica que tanto había enrarecido el ambiente y (2) las indicaciones de que la vida de algunos miembros era incompatible con el evangelio.
58 (A) De nuevo la cuestión del apoyo económico (12,14-18). 14a. estoy a punto de ir a vosotros por tercera vez: Esta interpretación del texto gr., algo ambiguo, viene exigida por 13,1-2 (contra N. Hyldahl, ZNW 64 [1973] 303). Ésta es la visita que había planeado (1,16), pero que había pospuesto tras aquella desagradable visita (2,1). 14b. Desea mantener la decisión expuesta en 11,9 y la justifica a partir de la relación paterno-filial explicada en 1 Cor 4,15.
16. Si Pablo entendía su negativa a aceptar apoyo económico como un acto de amor que debió verse correspondido (v. 15), en Corinto se le daba una interpretación diferente, como no tengo escrúpulos, os he cazado con trampa: El modo en que se rechaza esta acusación en los vv. 17-18 parece indicar que Pablo sólo era consciente de una imputación genérica de falta de honradez, no de una acusación concreta.
17. Sabedor de su propia inocencia, Pablo considera en primer lugar la posibilidad de que uno de sus representantes solicitara fondos para él. El modo en que se enmarca la pregunta indica que esperaba una respuesta negativa. 18a. Tito: Se alude a su misión de llevar adelante la colecta (véase 8,6). el hermano: Probablemente el designado por Pablo para acompañar a Tito (8,22), pues el otro fue nombrado por las Iglesias (8,18-19) y estaba, por tanto, por encima de toda sospecha. 18b. La forma de la primera pregunta exige una contestación negativa; la de las otras dos, una respuesta afirmativa. Pablo, de hecho, está retando a los corintios a presentar pruebas de fraude.
59 (B) Los corintios deben corregirse (12,19-13,10). La repentina aparición de una advertencia acerca de la conducta incorrecta, tanto social como sexual, resulta sorprendente. Para mantener la unidad de tema de la Carta B debemos deducir que Pablo tiene en mente al sector de la comunidad más receptivo a los intrusos. 19. Pablo niega cualquier intención apologética en lo que ha escrito, para que no parezca que las acusaciones tienen fundamento o que a él lo movía menos la inquietud por la comunidad que su propio interés. 20a. os halle no como yo deseo: Esto se explica en las dos listas de vicios, no podáis encontrarme como vosotros deseáis: Con talante de castigar, y no de mostrar amor paternal (13,2.10; cf. 1 Cor 4,21). 20b. Los ocho vicios son en cierto sentido convencionales, y los cuatro primeros aparecen en el mismo orden en Gál 5,20. A la luz del versículo siguiente y de 13,2, esto es menos significativo que la aparición de «envidia», «discordia» y, en consecuencia, «disensiones» en 1 Cor 3,3-4, que forma parte de la crítica de Pablo a los «espirituales» (?1 Corintios, 49:18). 21. muchos de los que continúan pecando: Esto excluye la posibilidad de que Pablo esté pensando en el estado prebautismal de la comunidad (como en 1 Cor 6,9-10). El «a todos los demás» de 13,2 confirma que tiene en mente a un grupo particular de Corinto. inmoralidad sexual: 1 Cor 6,15-16 proporciona un ejemplo perfecto de pomeia. lascivia: 1 Cor 5,1-5 es un caso de inmoralidad pública flagrante. En Corinto, el primero estaba ciertamente justificado por la actitud de los «espirituales» respecto al cuerpo (véase el comentario a 1 Cor 6,18), y probablemente lo mismo sucedía con el segundo.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Pablo pasa ahora a jactarse de sus visiones y revelaciones del Señor. Es consciente de que no es provechoso hacerlo, pero hay mucho que perder si no lo hace. Evidentemente sus opositores habían criticado su afirmación de ser un apóstol, diciendo que no había tenido visiones ni revelaciones. Pablo aclara las cosas.

2-4 De las muchas visiones y revelaciones que había experimentado (Hech. 9:4-6; 16:9, 10; 18:9-11; Gál. 1:15, 16), Pablo destaca una que ocurrió hace catorce años y, por lo tanto, algunos años después de su conversión. Se sintió arrebatado hasta el tercer cielo ... al paraíso, donde escuchó cosas inefables que al hombre no le es permitido expresar. No sabe si su experiencia fue en el cuerpo o fuera del cuerpo, y tampoco, por consiguiente, podemos saberlo nosotros. En la literatura tanto del mundo judío como del gentil hay paralelos a la experiencia de arrebato del Apóstol, y a partir de estos paralelos podemos aprender tres cosas de la experiencia de Pablo. Primera, la experiencia de la que hablaba era comprensible para sus contemporáneos. Segunda, se creía que tal experiencia producía temor y maravilla, lo cual en parte explica la reticencia de Pablo en explicarla. Tercera, haber tenido esta experiencia lo colocaría en el mismo nivel que los grandes héroes de la fe, y al afirmar que la había vivido, Pablo superaría totalmente a sus oponentes.

5, 6 Es notable que Pablo no capitalizara al máximo esta experiencia. En cambio, busca distanciarse del Pablo que había tenido esa experiencia hacía 14 años. Luego de revelar este hecho escue tamente, para responder a las críticas de sus opositores, rápidamente desvía la atención de él y la dirige hacia su debilidad como única base segura para gloriarse. Aunque agrega, para silenciar las crí ticas, que si eligiera jactarse, sólo estaría diciendo la verdad. Pero en realidad se contiene de hacerlo, porque desea que la evaluación que las personas hagan de él esté basada en lo que ven y escuchan de él ahora, no en alguna experiencia que tuvo hace 14 años. 7 En lugar de capitalizar su experiencia, Pablo explica inmediatamente cómo se le impidió sentirse demasiado exaltado por ella. Es importante re conocer que tanto en el AT como en el NT, Satanás no tiene más poder que el que Dios le permite, y que aun sus malignos designios están destinados a servir a los propósitos de Dios. En este caso, el mensajero de Satanás fue utilizado por Dios para que no me enaltezca demasiado, que seguramente no era lo que Satanás tenía en mente. Ha habido muchas especulaciones sobre la naturaleza del aguijón en la carne que Pablo sufría, pero sencillamente no hay datos suficientes como para determinar cuál era la afección que soportaba.

8-10 Tres veces he rogado al Señor, dice Pablo, para que le quitara ese aguijón, pero él le dijo: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en tu debilidad. En otras palabras, Dios le prometió a Pablo que en medio de la debilidad y frustración que le producía este aguijón, encontraría mucho más presente el poder de Dios. Luego de escuchar tales palabras de Dios, Pablo puede jactarse de sus de bilidades, no porque las disfrute, sino porque sabe que el poder de Cristo descansa en él en su debilidad. Luego pasa a aplicar esta palabra de Dios a otras áreas de su vida en las que enfrenta debilidad y sufrimiento, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. El propósito de Pablo al hablar de esta forma no era solamente ayudar a sus lectores a comprender más sobre la debilidad humana y el poder de Dios. Sus opositores habían criticado su afirmación de ser un apóstol basándose en su debilidad (cf. 10:10; 11:21), y posiblemente consideraban que las muchas persecuciones e insultos que Pablo había sufrido no eran coherentes con su afirmación de ser apóstol. Al establecer el principio divino del poder demostrado por medio de la debilidad, Pablo inmediatamente defiende su propia afirmación de ser apóstol, y al mismo tiempo neutraliza las críticas de sus oponentes.11, 12 Es cons ciente de que lo que acaba de decir es una muestra de necedad, pero los corintios lo llevaron a hacerlo. Dice: Yo debería ser recomendado por vosotros, y si eso lo hubieran hecho ellos, él no tendría que haberse elogiado a sí mismo. Una persona no necesita dedicarse a la desagradable tarea de recomendarse a sí misma cuando sus amigos, o aquellos a quienes ha ministrado, actúan en forma decidida para defender su integridad cuando ésta es cuestionada injustamente. Pablo recuerda a sus lectores que en nada he sido menos que los apóstoles eminentes, en cuanto a las señales de apóstol, ya que cuando estuvo entre los corintios realizó señales, pro digios y hechos poderosos. Con respecto a esto, no habían sido menos favorecidos que los de otras iglesias que él había fundado. 13 El único aspecto en que podrían decir que él era inferior era, dice Pablo irónicamente, en que yo mismo no os he sido carga (es decir, que nunca aceptó sostén material de ellos). La importancia de este hecho había sido trastrocada y utilizada contra el Apóstol como prueba de que él no amaba a los creyentes corintios (cf. 11:7-11). Pablo se niega a tomar en serio tales críticas y dice, con gran ironía: ¡Perdonadme este agravio! Implica así, que en realidad es algo extraño que ellos objetaran que él no hubiera sido una carga o que no los hubiera explotado (cf. 11:20).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XII.

1 For commending of his Apostleship, though he might glory of his wonderfull reuelations, 9 Yet hee rather chuseth to glory of his infirmities, 11 blaming them for forcing him to this vaine boasting. 14 Hee promiseth to come to them againe: but yet altogether in the affection of a father, 10 although hee feareth he shall to his griefe finde many offenders, and publike disorders there.
1 It is not expedient for me, doubtlesse, to glory, I wil come to visions and reuelations of the Lord.
2 I knewe a man in Christ aboue foureteene yeeres agoe, whether in the body, I cannot tell, or whether out of the body, I cannot tell, God knoweth: such a one, caught vp to the third heauen.
3 And I knew such a man (whether in the body, or out of the body, I cannot tell, God knoweth.)
4 How that he was caught vp into Paradise, and heard vnspeakeable wordes, which it is not [ Or, possible.] lawfull for a man to vtter.
5 Of such a one will I glory, yet of my selfe I will not glory, but in mine infirmities.
6 For though I would desire to glory, I shall not be a foole: for I will say the trueth. But now I forbeare,

[Pauls zeale.]

lest any man should thinke of me aboue that which hee seeth me to bee, or that hee heareth of me:
7 And least I should bee exalted aboue measure through the abundance of the reuelations, there was giuen to me a [ See Eze_18:24 .] thorne in the flesh, the messenger of Sathan to buffet me, lest I should be exalted aboue measure.
8 For this thing I besought the Lord thrice, that it might depart from mee.
9 And he said vnto me, My grace is sufficient for thee: for my strength is made perfect in weaknes. Most gladly therefore will I rather glory in my infirmities, that the power of Christ may rest vpon me.
10 Therefore I take pleasure in infirmities, in reproches, in necessities, in persecutions, in distresses for Christes sake: for when I am weake, then am I strong.
11 I am become a foole in glorying, ye haue compelled me. For I ought to haue beene commended of you: for in nothing am I behinde the very chiefest Apostles, though I be nothing.
12 Truely the signes of an Apostle were wrought among you in all patience, in signes and wonders, and mightie deeds.
13 For what is it wherein yee were inferior to other Churches, except it bee that I my selfe was not burthensome to you? forgiue me this wrong.
14 Behold, the third time I am readie to come to you, and I will not bee burthensome to you; for I seeke not yours, but you: for the children ought not to lay vp for the parents, but the parents for the children.
15 And I wil very gladly spend and bee spent for [ Greek: your soules.] you, though the more abundantly I loue you, the lesse I bee loued.
16 But be it so: I did not burthen you: neuerthelesse beeing craftie, I caught you with guile.
17 Did I make a gaine of you by any of them, whom I sent vnto you?
18 I desired Titus, and with him I sent a brother: did Titus make a gaine of you? Walked wee not in the same spirit? walked wee not in the same steps?
19 Againe, thinke you that we excuse our selues vnto you? wee speake before God in Christ: but wee doe all things,

[Trie your faith.]


earely beloued, for your edifying.
20 For I feare lest when I come, I shall not find you such as I would, and that I shall bee found vnto you such as ye would not, lest there bee debates, enuyings, wraths, strifes, backebitings, whisperings, swellings, tumults,
21 And least when I come againe, my God will humble mee among you, and that I shall bewaile many which haue sinned alreadie, and haue not repented of the vncleannesse, and fornication, and lasciuiousnesse which they haue committed.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Revelaciones y flaquezas. Es probable que los adversarios de Pablo, y quizás también a imitación de ellos algunos corintios, se jactaran de experimentar fenómenos extáticos y revelaciones extrañas. Una vez más el Apóstol, de mala gana, tiene que hablar sobre sus experiencias espirituales a las que no concede demasiado valor; ya en 1 Corintios relativizó su don de lenguas. Pablo se muestra aquí pudoroso de su intimidad espiritual, en fuerte contraste con las declaraciones sobre su actividad apostólica.
La «autobiografía espiritual íntima» es un género que ni el Apóstol ni otros autores del Nuevo Testamento cultivaron. Para ellos «vivir es Cristo». El acontecimiento a que se refiere no nos es conocido por ningún otro testimonio. Ciertamente no es el del camino de Damasco, pues la cronología -«hace catorce años»- lo sitúa en otro momento. De esta manera da a entender que ha sucedido mucho antes de su llegada a Corinto y que, por lo tanto, no hace falta estar en ese ambiente religioso y cultural para llegar a tener una experiencia de lo divino. Y como es un don de Dios, el beneficiario no puede vanagloriarse, ni mucho menos exhibirlo como credencial de su apostolado.
Para remachar la afirmación hace una confesión dramática a los corintios. Dice tener como clavado en la carne un aguijón, un emisario de Satanás que le abofetea. ¿Sería una enfermedad? ¿Sería el rechazo del Evangelio por parte de sus hermanos de raza, los judíos, cuyo fracaso se atribuye Pablo personalmente (cfr. Rom 9-11)? ¿La permanente intromisión de los judaizantes en sus comunidades (cfr. Gál_1:7; Flp_3:2)? No lo sabemos.
De todas formas, el Apóstol nos da en los versículos 8-10 un bello ejemplo de petición no escuchada. «No sabemos pedir como es debido», dirá en Rom_8:26. Es que Dios escucha a su manera, no reduciendo la carga sino duplicando las fuerzas. Véase la súplica de Jeremías y la respuesta de Dios (cfr. Jer_15:20s). Así se remonta Pablo a un principio de gran trascendencia: Dios demuestra su poder usando instrumentos débiles. La debilidad es el terreno en que se manifiesta y actúa la fuerza de Dios.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. "Tercer cielo" era una expresión corriente en el Judaísmo para designar lo que se consideraba la parte más elevada del cielo, es decir la morada de Dios.

7. "Una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás": Satanás es el adversario del Reino de Dios y el enemigo del género humano ( Sab_2:24). Por eso, la "espina" designa, probablemente, todo aquello que obstaculiza el libre ejercicio de la misión apostólica de Pablo, tanto las pruebas de orden físico -las persecuciones, los peligros y las necesidades ( Sab_11:23-29), incluida tal vez alguna enfermedad crónica ( Gal_4:13-14)- cuanto las pruebas de orden moral, sobre todo, la hostilidad que le demostraban sus adversarios.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Por otras cartas y por los Hechos de los Apóstoles sabemos que Pablo tuvo abundantes visiones y revelaciones durante su vida. El «aguijón en la carne» (v. 7) puede referirse más que a las tentaciones de la concupiscencia a alguna enfermedad sufrida.

Las palabras de los vv. 8-10 son fuente de innumerables enseñanzas para la lucha ascética. Recuerdan la necesidad de pedir ayuda al Señor ante las dificultades, llenos de confianza y abandono en Él, que conoce mejor lo que nos conviene. Muestran también cuál debe ser la actitud ante la experiencia de la propia debilidad: confiar en la ayuda divina.

«Porque Dios libra de las tribulaciones no cuando las hace desaparecer, (...) sino cuando por la ayuda de Dios no nos abatimos al sufrir tribulación» (Orígenes, De orat. 30,1).


Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*10:1-13:10 El evidente cambio de tono y de temática que se produce en 2Co 10:1 marca el comienzo de una nueva sección, que lleva el sello de la autodefensa frente a las críticas de antiguos y nuevos adversarios, recogidas de varios modos aquí y allá a lo largo de un discurso que alcanza hasta 2Co 13:10.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

δύναμις WH Treg NA28 ] + μου RP
  • τελεῖται WH Treg NA28 ] τελειοῦται RP
  • μου Treg NA28 RP ] – WH

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Co_4:7; Isa_40:9

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Co_4:7; Isa_40:9

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a 1Co 2:5; Flp 4:13

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 12.2-5 Un seguidor: Pablo, hablando en tercera persona, se refiere a sí mismo.

[2] 12.14 Mi tercera visita: 2 Co 13.1.

[3] 12.18 2 Co 8.6,16-18.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

Mi gracia te es suficiente... → §170 (Número 5);
el poder... TR: mi poder.

Torres Amat (1825)



[11] Por no haber sostenido mi crédito contra esos falsos apóstoles.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Is 40:29