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Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día de hoy permanece ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento, y no se levanta, pues sólo en Cristo desaparece. (II Corintios 3, 14) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

d) La comunidad, carta de recomendación del apóstol (3/01-03).

1 ¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O quizás necesitamos, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros o de parte de vosotros?

Pablo ha hablado de su labor apostólica de la palabra. Pero le asalta la preocupación de que podría ser mal interpretado, como si quisiera recomendarse a sí mismo, o insistir, todavía más en la propia recomendación. Pablo ha tenido que oír, de vez en cuando, observaciones inamistosas en este sentido (5,12). A la pregunta que él mismo se hace responde el apóstol con una nueva pregunta. Los adversarios de Pablo se introducen desde fuera en las comunidades a base de cartas de recomendación y toman consigo cartas de este género cuando van fuera 27. Pero nadie podrá decir de Pablo que se haya servido de tales medios. Pablo tiene muy poca necesidad de cartas de recomendación y se preocupa muy poco de recomendarse a sí mismo. Es incluso posible que los corintios se hayan dejado arrastrar contra Pablo por culpa de algunas cartas de recomendación que sus adversarios llevan consigo.

3 Nuestra carta sois vosotros: escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.

Pablo no necesita cartas de recomendación de ninguna especie, porque tiene una carta de recomendación de una clase muy diferente y del más alto significado. Es la Iglesia de Corinto, de la que todos saben que Pablo es el fundador y pastor. Pablo acuña una frase expresiva y una imagen gráfica y sensible. Pero, como ocurre con frecuencia en él, no desarrolla la comparación de una forma precisa. Se le comprende con dificultad, porque sugiere, a medida que escribe, nuevos pensamientos y nuevos puntos de comparación. La idea central de la comparación está claramente expresada cuando Pablo dice: «Conocida y leída por todos los hombres.» La afirmación es altiva. Todo el mundo conoce la iglesia de Corinto y sabe que Pablo es su apóstol. Pero en esta línea metafórica no se inserta bien el giro «escrita en nuestros corazones». Si la carta está escrita en el corazón de Pablo, ya no es una prueba visible para los demás hombres. Y, a pesar de ello, la concisa frase tiene un valor inestimable para nosotros. Pablo da a conocer con ella cuán cara y valiosa es para él la Iglesia de Corinto. La lleva en su corazón.

3 Es evidente que sois una carta de Cristo, redactada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el espíritu del Dios viviente, no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne.

La imagen continúa. No es Pablo el que ha escrito esta carta. Es una carta de Cristo, testimonio de su poder, porque es Cristo, no el apóstol, quien ha fundado la Iglesia de Corinto. Es Cristo quien ha elegido y llamado a los creyentes, quien ha santificado a los santos y quien los llevará a la plenitud. Pero no es menos cierto que esto aconteció y acontece en la Iglesia y mediante la cooperación del apóstol que, por lo mismo, puede decir de la carta que ha sido escrita mediante su trabajo y sus fatigas.

Una carta de esta clase se diferencia por completo de cualquier tipo de escrito humano. La diferencia radica en dos notas y circunstancias características. No ha sido escrita con tinta, sino con el espíritu del Dios viviente. Doquiera la Iglesia exista, existirá siempre en virtud de la gracia de Dios creadora, no en virtud de la voluntad humana. La Iglesia es siempre «la Iglesia del Dios viviente» (1Ti_3:15).

Para describir la otra característica se acude a reminiscencias veterotestamentarias. La carta no ha sido escrita en tablas de piedra, sino en corazones humanos. Pablo piensa aquí en la contraposición entre antigua y nueva alianza, que expondrá más adelante (1Ti_3:6 s). En el monte Sinaí el dedo de Dios escribió los mandamientos en tablas de piedra (Exo_31:18). Pero ya los profetas advierten que los mandamientos deben escribirse en los corazones. Así, Jeremías dice de la nueva alianza: «Pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Jr 31[38],33). El Evangelio fue escrito en los corazones de los corintios, para crearlos de nuevo. Por eso la Iglesia de Corinto, como nueva creación de Dios, ha pasado a ser una carta de recomendación para los apóstoles. Una vez más aparecen unidos Cristo, Espíritu y Dios, en la obra de la redención (véase el comentario a 1,21s).

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27. Las cartas de recomendación eran tan usadas en la antigüedad como en nuestros días. El mismo Nuevo Testamento alude a esta costumbre repetidas veces. El perseguidor de los cristianos, Saulo, iba a Damasco con cartas de recomendación del consejo supremo (Act_9:2; Act_22:5). Según Act_15:23-29, Pablo y algunos otros discípulos recibieron cartas de recomendación de Jerusalén para Antioquía. El mismo Pablo escribe cartas de recomendación (la carta a Filemón es de este género) o, al menos, inserta en sus cartas algunas líneas con recomendaciones (2Co_8:16-24; Rom_16:1 s; 1Co_4:17; 1Co_16:3). Por tanto, el Apóstol no reprueba absolutamente la costumbre, pero sí el modo y manera con que lo utilizan sus adversarios.

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2. LA ANTIGUA ALIANZA Y LA NUEVA (3/04-18).

En 3,3 se enuncia brevemente el motivo de la contraposición entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Ahora se amplía este pensamiento y se inserta en el tema central de la carta, que pone de relieve la gloriosa naturaleza del ministerio y del servicio neotestamentario comparándolo con el servicio y el ministerio veterotestamentario

a) La capacidad para el ministerio es un don de Dios (3,4-5).

4 Tal es la confianza que tenernos ante Dios por medio de Cristo. 5 Y no es que por nosotros mismos seamos capaces de poner a nuestra cuenta cosa alguna; por el contrario, nuestra capacidad procede de Dios...

La seguridad del apóstol de que su carta de recomendación es la Iglesia de Corinto no es seguridad nacida de la conciencia de su propia fuerza y de su capacidad humana, sino confianza en Dios.

Pablo se niega incluso a atribuirse la capacidad de idear y planear, y mucho más aún la posibilidad de llevar a cabo lo planeado. Toda capacidad procede de Dios y viene dada a través de Cristo. El mismo Cristo dice: «Sin mí, no podéis hacer nada» ( Joh_15:5).

b) La letra y el espíritu (Joh_3:6-8).

6...que incluso nos capacitó para ser servidores de la nueva alianza, no de letra, sino de espíritu; pues la letra mata, mientras que el espíritu da vida.

Dios ha hecho llegar, en Cristo, el tiempo de la salvación y ha fundado la nueva alianza. Esto es obra de Dios. Y Pablo es su servidor y colaborador, no por sus propias fuerzas, sino porque Dios le ha capacitado para ello.

ALIANZA NUEVA: La expresión nueva alianza procede de la profecía de Jeremías: «Mirad que vienen días -oráculo de Yahveh- en que yo pactaré con la casa de Israel y con la casa de Judá una nueva alianza... los padres rompieron mi alianza y yo hice escarmiento en ellos... Esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel: pondré mi ley en su interior y sobre su corazón la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Jr 31[38],31-34). Este oráculo era mu y conocido justamente en la época neotestamentaria. En la teología judía de aquel tiempo se cita con frecuencia y se comenta en la escuela. El Nuevo Testamento acepta la afirmación del profeta de acuerdo con esta esperanza. El mismo Jesús se refiere a ella, cuando en la cena habla de su sangre derramada como de la «sangre de la alianza» (Mar_14:24). Pablo habla con absoluta claridad de la «nueva alianza» (1Co_11:25; como Luk_22:20). Sirviéndose del relato sobre Moisés () explica aquí Pablo la superioridad de la preeminencia de la gloria del nuevo ministerio apostólico frente al ministerio sacerdotal de la ley veterotestamentaria. Según el relato del éxodo, Moisés recibió en el monte la ley de los diez mandamientos, escrita en tablas de piedra. Moisés descendió del monte con el rostro iluminado por un resplandor divino, de tal modo que los israelitas sintieran temor ante él. Por eso, Moisés tuvo que poner un velo sobre su rostro 28.

De acuerdo con este antiguo relato, Pablo describe el contraste entre la antigua alianza y la nueva primeramente como un contraste entre letra (escritura) y espíritu. Llama a la antigua alianza letra y escritura, aludiendo a que la ley entregada a Moisés estaba escrita en tablas. Estas tablas de piedra contienen, según PabIo, sólo algo escrito y prescrito, pero no la fuerza necesaria para hacer brotar una vida auténtica. Esto era la antigua alianza, con las exigencias de la ley. Contiene muchos preceptos, pero no da fuerzas para cumplirlos. La nueva alianza, en cambio, da también, como un don divino, el espíritu de Dios que, como el espíritu íntimo del hombre, es alegría y fuerza de acción.

Pablo compara el contraste entre la antigua alianza y la nueva con el que existe entre la muerte y la vida. Nadie cumple la ley y nadie puede cumplirla. Pero el que la quebranta es reo de pecado. Es, incluso, reo de muerte ante la santidad y la justicia divina. En última instancia, lo único que puede hacer, siempre, la ley dura y desnuda, es matar. Así, la antigua alianza está siempre en la muerte. Por el contrario, el espíritu que se envía en la nueva alianza, da la vida 29. Que la nueva alianza es fuerza y vida, totalmente distinta de la alianza antigua y de la ley escrita, es algo que supieron ya por propia experiencia los oyentes de Jesús, cuando, según el Evangelio, advirtieron, en la actuación del Señor, que «enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas» (Mat_7:29).

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28. Pablo practica este género de exposición tal como le enseñaron a interpretar el Antiguo Testamento como rabino en su escuela teológica. En el Nuevo Testamento hay algunas pruebas de su sabiduría rabínica. Así, por mencionar sólo algunas de sus interpretaciones, Rom_4:1 25 y Gal_3:6-14, sobre la fe de Abraham; 1Co_10:1-11, sobre la marcha de Israel por el desierto como una exhortación para la Iglesia; Gal_4:21-31, sobre Agar y Sara como imágenes o tipos de Israel y la Iglesia. Similarmente, perícopas como Heb_3:7-11, sobre la marcha de Israel por el desierto como imagen de la peregrinación del pueblo de Dios; ,28, sobre Melquisedec como figura de Cristo. 29. Cf. 1Co_15:56; Gal_3:10; Rom_8:2.

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7 Pues si aquel servicio de la muerte, grabado con letras sobre piedras, fue glorioso, de suerte que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, a causa de la gloria de su rostro, a pesar de ser perecedera, 8 ¿cuánto más glorioso será el servicio del espíritu?

También la antigua alianza, la alianza de la ley, tenía su gloria, como nos hace saber aquel antiguo relato. Los israelitas no podían fijar la vista en el rostro glorioso y resplandeciente de Moisés. Con todo, Pablo acentúa: aquella gloria era perecedera. Desapareció, al cabo de algún tiempo, del rostro de Moisés. Cuando se habla de la gloria de Dios se quiere expresar la soberana majestad de Dios. Dios manifestó su gloria en la antigua alianza mediante acciones maravillosas en medio de su pueblo. El dominio soberano de Dios al final de los tiempos manifestará su gloria ante el mundo entero 30. El Nuevo Testamento dice que Cristo volverá de nuevo en su propia gloria y en la del Padre, pero añade, además, que esta gloria se manifestó ya y se manifiesta en Cristo 31. Si la antigua alianza contiene su gloria, ¡cuánto más la contiene la nueva, que es alianza del espíritu y de la vida! El servicio apostólico, que se prolongará en el servicio sacerdotal de la Iglesia, puede contribuir a establecer esta gloria que, ya desde ahora revelada, sigue avanzando y llegará, finalmente, a una plenitud eterna.

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30. Cf. Exo_33:185; Exo_40:34-38; Psa_19:2; Isa_42:8; Psa_57:6; Isa_40:5. 31. Cf. Mat_24:30; Mat_16:27; Joh_1:14.

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c) Condenación y justificación (Joh_3:9-10).

9 Pues, si el servicio de la condenación fue gloria, ¡con cuanta más razón abundará en gloria el servicio de la justificación!

La antigua alianza y la nueva se contraponen, además, entre sí, en cuanto la una es servicio de la condenación y la otra de la justificación. La antigua alianza es alianza de la ley, que pone siempre al hombre frente a sus obligaciones y le obliga a declararse convicto de culpa, porque no alcanza a cumplir su deber. Y así, siempre acaba por condenar al hombre como culpable. Desde luego, tampoco en la nueva alianza puede el hombre justificarse ante Dios por sus propias fuerzas. Pero al hombre que se sabe pecador, le concede Dios la justificación por amor de Cristo, que ha muerto por la ley y el pecado. Ha hecho cuanto era necesario por nosotros y, como hermano nuestro, nos abre de nuevo a la gracia de Dios. Aquí sólo se insinúa la idea, que será desarrollada en todo su alcance y profundidad en la carta de Pablo a los Romanos (Rom_3:21-31). Consiguientemente, la nueva alianza es la alianza de la justificación. La conclusión, una vez más, es ésta: si ya aquella alianza de la condenación tenía su gloria, ¡cuánto más debe tenerla la nueva alianza de la justificación! Pues del mismo modo que se debe privar al pecador de la gloria de Dios, de ese mismo modo debe concederse ésta, como propia, al hombre justificado.

10 Porque lo que entonces [en la antigua alianza] fue glorificado, no quedó glorificado a este respecto, comparado con esta gloria tan extraordinaria [de la nueva alianza].

Pablo intercala una observación. Acaba de decir que también la antigua alianza tuvo su gloria. Pero ahora añade, limitando la afirmación, que, comparada con la extraordinaria gloria de la alianza nueva, no era, en realidad, una verdadera gloria. La antigua alianza queda obscurecida ante la nueva.

d) Lo perecedero y lo verdadero (Rom_3:11).

11 Y si lo que era perecedero se manifestó mediante gloria, ¡con cuánta más razón se manifestará en gloria lo que es permanente!

Desde otro punto de vista, la antigua y la nueva alianza aparecen como lo perecedero y lo permanente, como la verdad preliminar y la verdad definitiva. La antigua alianza llegó a su término en la nueva. La nueva permanecerá para siempre, hasta el final de los tiempos. Si, pues, también la alianza antigua, perecedera, tuvo su gloria, mucho más debe tener su gloria la alianza nueva y verdadera.

e) Ocultación y sinceridad (3,12-13).

12 Teniendo, pues, esta esperanza, actuamos con plena franqueza...

La nueva alianza contiene la gloria y la justificación como bienes ya presentes. Es cierto que por ahora están todavía ocultos y sólo son conocidos en la fe. Con todo, de la fe brota la esperanza de que recibirá también la gloria futura y plena. Apoyado en esta seguridad, la actuación del apóstol se desenvuelve con toda franqueza. Esta palabra indica una abierta sinceridad, tanto ante los hombres como ante Dios. Consciente de ser servidor de Dios, puede el cristiano, y también puede el apóstol, defender su causa ante todos los hombres, con libertad y firmeza. El cristiano tiene el derecho y la posibilidad de decirlo todo, también ante Dios. Como hijo de Dios, se presenta ante él con la confianza de un hijo ante su padre. Puede y se le permite decirlo todo (Eph_3:12; Heb_4:16). Ya desde ahora, y cada día, puede el cristiano tener esta valentía ante Dios, y con esta misma seguridad de la fe podrá presentarse un día ante el juicio divino 32. También Pablo tiene esta sinceridad de poder decirlo todo. La tiene ante los hombres, a quienes anuncia todo el Evangelio abiertamente y sin reservas. La tiene ante Dios, pues puede esperar con confianza la justificación.

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32. Cf. Rom_8:33 s; 1Jo_2:1.

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13 Y no como Moisés, que se ponía un velo sobre el rostro para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el final de una cosa perecedera.

El contraste entre la antigua alianza y la nueva es, en fin, el contraste entre ocultación y sinceridad. Esto se deduce, según Pablo, del relato del éxodo, que narra una vez más que Moisés se puso un velo sobre el rostro. La sinceridad del apóstol se hace bien patente comparándole con Moisés. Según el relato, Moisés ocultó su rostro ante el pueblo. Pablo deduce de aquí algo que la Biblia veterotestamentaria no dice, a saber, que Moisés quiso ocultar ante el pueblo la desaparición del resplandor pasajero de su rostro. Lo cual demuestra, en opinión de Pablo, el carácter caduco y transitorio de toda la alianza antigua, tomada en bloque.

Pablo, en cambio, no tiene necesidad de ninguna clase de ocultación. No tiene temor a que desaparezca la gloria del ministerio apostólico, pues permanece para siempre. El apóstol puede hablar, pues, con toda libertad, a cara descubierta, con la cabeza bien alta.

f) Israel y la Iglesia (1Jo_3:14-18).

14 Pero sus inteligencias fueron embotadas. Porque hasta el día de hoy, en la lectura del Antiguo Testamento, sigue sin descorrerse el mismo velo, porque éste sólo en Cristo queda destruido.

Pablo encuentra que aquel relato revela más cosas todavía. Los israelitas no vieron ni advirtieron que el resplandor del rostro de Moisés era pasajero. Israel estaba y está ciego. No conoció, ni conoce en la actualidad, que toda la gloria de la alianza antigua era transitoria y ha pasado. Desde Moisés hasta el día de hoy -el día de Cristo- Israel sigue padeciendo la misma ceguera. Del mismo modo que entonces había un velo sobre el rostro de Moisés, también ahora hay un velo sobre la Biblia de Israel, sobre el libro del Antiguo Testamento, cuando se Ie lee. Este velo oculta a Israel el conocimiento verdadero de la Biblia. No sabe que la ley veterotestamentaria, como tal, ha pasado. No sabe que el Antiguo Testamento alude a Jesús como Mesías, que lleva a Cristo y encuentra su final en Cristo. El velo encubridor no se alza, a pesar de todo el celo de Israel por la ley, pues sólo se descorre en Cristo.

15 Hasta hay, pues, cuantas veces se lee a Moisés, permanece el velo sobre sus corazones.

Pablo tiene conocimiento de una verdad aún más profunda. Ve el velo primero sobre el rostro de Moisés, luego sobre el Antiguo Testamento, cuando se le lee, y ahora, finalmente, sobre los corazones de los judíos cuando leen a Moisés, de tal modo que no llegan a conocer la verdad. El apóstol recalca siempre lo mismo: que entre Dios y los israelitas se interpone un velo, de suerte que no ven ni entienden.

16 Pero «cuantas veces uno se vuelve al Señor, se quita el velo» (Exo_34:34).

Existe una posibilidad de que se descorra el velo y desaparezca el impedimento. También esto lo encuentra expresado Pablo en la historia de Moisés. De Moisés se dice que cuantas veces hablaba con Dios, se quitaba el velo. Esto significa, para Pablo, que Israel debe convertirse a su Señor con ánimo entero, sincero y creyente. Entonces acabará su ceguera. Se apartará el velo de sus ojos y de su corazón, cuando se vuelva a Cristo. La historia de la salvación se comprende a la luz de la fe.

La interpretación que hace Pablo de la historia de Moisés difiere de nuestra interpretación actual. Pero ¿es que por ser diferente debe ya ser falsa? ¿No puede ocurrir que, a través de lo desacostumbrado, lleguemos también nosotros a un nuevo descubrimiento? Es posible que Pablo parta de lo que veía y oía siempre que entraba en una sinagoga. Por reverencia al sagrado libro los hombres piadosos ponían la Biblia sobre un tapiz y ellos mismos se tapaban la cabeza y el rostro y se cubrían con preciosos mantos para la oración cuando leían los textos sagrados (tal como lo hacen los judíos en la actualidad). Pablo ve aquí una dolorosa realidad: el libro sagrado está encubierto para Israel y el mismo corazón de Israel está velado. ¡Cuántas fatigas se ha impuesto el Apóstol para adoctrinar a Israel y para demostrarle que su esperado Mesías ha llegado ya en Cristo Jesús! Pero toda su fatiga ha sido en vano. Con profundo desengaño y tristeza reconoce Pablo la tragedia del judaísmo. Israel aprecia los escritos sagrados del Antiguo Testamento sinceramente y por encima de todas las cosas. Lee sin cesar el libro sagrado. Se lo explican sin descanso en los servicios litúrgicos. Pero no conoce el verdadero sentido de este libro. Los judías veneran a Moisés como fundador de la antigua alianza, pero no reconocen que Moisés da testimonio de que el Mesías ha llegado en Jesucristo y que es el mismo Moisés el que procura llevar a una alianza nueva. Se niegan a reconocer a aquel que puede quitarle la venda de los ojos y que les llevaría a una gloria mucho mayor que la que tuvieron Moisés y toda la alianza antigua.

Con tenue, pero clara esperanza, que en otras ocasiones expresa con mayor firmeza, prevé aquí Pablo, a pesar de todo, el fin de la ceguera de Israel y su conversión. Existe la posibilidad de que este pueblo cambie. También para Israel existe el reconocimiento de la verdad y la conversión a su Señor, Cristo. De este futuro -acaso lejano- habla la carta a los romanos: «El encallecimiento ha sobrevenido a Israel parcialmente, hasta que la totalidad de los gentiles haya entrado (en la Iglesia). Y entonces todo Israel será salvo» (Rom_11:25-26). ¿Cuándo sucederá esto? Nadie lo sabe. Es derecho exclusivo de Dios alzar el velo y curar la ceguera de Israel, cuando conozca que ha llegado el tiempo de ello.

17 El Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad.

Israel debe convertirse al Señor Cristo. Aquí añade Pablo una observación. Este Cristo no es tan sólo una persona de la historia pasada, sino una realidad actualmente viviente. Tiene poder para actuar sobre aquel que se dirige a él y a él se adhiere. En efecto, Cristo está presente en la Iglesia y en el mundo como el Espíritu que crea la nueva alianza. Volverse al Señor significa, pues, experimentar este Espíritu viviente y darle espacio. Esto es, pues, lo que Israel debe hacer. Debe recibir a este Cristo como al Espíritu. Pero Espíritu significa tiempo nuevo y, por lo mismo, también liberación del yugo de la ley antigua 33.

Cristo no está presente sólo porque se le recuerda, a la manera como están presentes los antepasados en la memoria, llena de admiración y gratitud, de los hombres. Cristo no está presente tampoco porque sus palabras siguen enseñando, o a causa de su ejemplo heroico o santo de fe y de obediencia a Dios, al modo como están presentes en nuestras tradiciones espirituales las grandes figuras de la humanidad. Cristo está presente en todas las épocas como el Espíritu poderoso, real y operante. Y así, él es ahora la justificación, la vida y la plenitud de la Iglesia.

Por eso mismo, Cristo significa también la libertad de la Iglesia y de todos los creyentes que hay en ella. Cristo es la liberación frente a la ley antigua, frente al pecado y frente a la muerte. Es libertad para todo cristiano también como libertad respecto de la letra. Es libertad asimismo frente a cualquier intento de someter a un dominio humano la inmediatez de la fe en Dios y ante Dios. Pero, en la Iglesia, la palabra libertad no debe ser mal entendida. Libertad no es libertinaje. Ya la predicación de la libertad de Pablo fue mal interpretada en este sentido. Su respuesta fue: la libertad no es libertad frente a la ley de Dios, sino libertad para Dios y para el servicio del prójimo (Rom_6:1, Rom_6:15.22). No puede omitirse en la Iglesia la predicación de la libertad. Hay una virtud de la libertad, a la que se debe arriesgar la fe. Lo decisivo aquí no es la prescripción eterna sino la entrega interna. Aquí no vige ya el servicio de los labios, sino la oración del corazón. No la confianza en las obras propias, sino la seguridad en el amor dadivoso de Dios.

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33. El texto 3,17 no se refiere a la tercera Persona de la Trinidad, con todo, véase el comentario a 1,22.

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18 Y nosotros todos, con el rostro descubierto, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, su imagen misma, nos vamos transfigurando de gloria en gloria como por la acción del Señor, que es Espíritu.

Al cerrar Pablo la línea de sus pensamientos los amplifica y los corona. Expone lo que aconteció y sigue aconteciendo en la Iglesia, en contraposición al endurecimiento de Israel. La Iglesia no oculta su rostro, sino que puede estar ante el resplandor de Dios con el rostro descubierto. La gloria de Dios se descubre ante ella, y ella la puede soportar sin quedar ciega como los israelitas. Dios está lleno de gracia para ella. Con todo, sigue siendo verdad que Dios es el misterioso, también para sus elegidos. La Iglesia no puede conocerle en su vida y su esencia más íntima. Sólo puede captar su imagen como en espejo y verle en espejo. Dios es el invisible y sólo se le puede ver y conocer a base de imágenes y semejanzas.

El conocimiento de Dios no es una mera aceptación de ideas sobre Dios recibidas de los hombres. Es el mismo Dios viviente el que actúa en el conocimiento. Así, la Iglesia se va transformando y asemejando a la imagen de Dios que está ante ella, no, desde luego, de una vez, sino gradualmente, y tendiendo a esa meta final. Los rasgos del pecado y de la muerte se van borrando. De la filiación divina de Jesús dimana la filiación divina de los creyentes. Todo esto lo lleva a cabo Cristo, que está presente en la Iglesia y el mundo, como Espíritu viviente. Y todo llegará a la plenitud cuando -esto es lo que Pablo quiere decir- en la nueva venida de Cristo, los vivos y los muertos se transformen en la resurrección general y sean recibidos en la gloria de Dios.

Pablo utiliza repetidas veces expresiones como éstas, o parecidas, para describir el futuro, que él creía. Así, por ejemplo: «Nuestra patria está en los cielos, de donde aguardamos que venga como Salvador al Señor, Jesucristo, que transfigurará el cuerpo de esta humilde condición nuestra, conformándolo al cuerpo de su condición gloriosa, según la eficacia de su poder para someter a su dominio todas las cosas» (Phi_3:20-21). O también: «Y como hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la del celestial... No todos moriremos, pero todos seremos transformados» (1Co_15:49.51) 34.

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34. Para comprender bien las palabras y las imágenes utilizadas por Pablo debería recordarse que el apóstol se acomoda a las ideas de los judíos de su tiempo, referentes al futuro. Así, en el libro de Dan_12:3 se dice que en la plenitud de los últimos tiempos «los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad». También en el libro de Henoc (que no forma parte del canon veterotestamentario) se dice en 38,4 y 10 que en la resurrección y la plenitud «el Señor de los espíritus hará brillar su luz sobre el rostro de los santos, los justos, los elegidos... Serán transformados de belleza en magnificencia, y de luz en resplandor de la gloria». La diferencia entre la esperanza judía y la esperanza de Pablo está en que Pablo no espera la gloriosa renovación sólo como algo futuro, reservado al tiempo de la resurrección y del juicio final. Para él, la plenitud de los últimos tiempos ha comenzado ya y se ha iniciado la transformación, a pesar de todas las deficiencias del ser y el estado cristiano en el mundo. Esto es posible por la fuerza del Espíritu, que ya ha sido dado con abundante plenitud. Y lo que ha comenzado, sea ciertamente llevado a su perfección.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Las cartas comendaticias de Pablo, 3:1-3.
1 ¿Voy a comenzar de nuevo a recomendarme a mí mismo? ¿O necesito, como algunos, de cartas que nos recomienden a vosotros o en que vosotros me recomendéis? 2Mi carta sois vosotros mismos, escrita en nuestros corazones, conocida y leída de todos los hombres, 3 pues notorio es que sois carta de Cristo, expedida por nosotros mismos, escrita, no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne que son vuestros corazones.

Sabe el Apóstol que sus adversarios de Corinto, apoyándose quizás en algunas frases de sus escritos (cf. 1Co_4:18-21; 1Co_9:1; 1Co_14:18; 1Co_15:10), le acusaban de arrogancia y ambición (cf. 7:2; 10:10; 11-22-23). Todo para ganarse admiradores. La alabanza que, comparándose con ellos, acababa de hacer de sí mismo (cf. 2:17), podía dar pie a nuevas críticas; por eso sale enseguida al paso, con dos preguntas que están cargadas de ironía (v.1). Son ellos, sus adversarios, los que necesitaron cartas de recomendación. Aquí no les dice más. Volverá a ocuparse de ellos en los c. 10-13. Estas cartas informativas o de recomendación eran corrientes en la diáspora judía (cf. Hch_28:21), y también entre los cristianos (cf. Hec_18:27; Rom_16:1-2).
San Pablo, con una metáfora atrevida, llama a los corintios su carta de recomendación (v.2). Quiere decir que su labor en Corinto era como una carta abierta, que todos podían leer, y que estaba indicando a todo el mundo qué clase de apóstol era él. Ya en otra parte había dicho que los cristianos de Corinto eran el sello de su apostolado (1Co_9:2). Esta carta la llevaba escrita en su corazón, según era el amor y afecto con que siempre los estaba recordando (cf. 7:3). Claro que, más que carta suya, eran carta de Cristo (v.3), del que él era simple instrumento (cf. 1 Cor 3:5-p); y había sido escrita, no con tinta, sino con la virtud interna y vivificadora del Espíritu Santo, que es algo mucho más permanente que la tinta. La imagen tablas de piedra y corazones de carne está tomada del Antiguo Testamento (cf. Exo_24:12; Exo_31:18; Jer_31:33; Eze_36:26), y con ella insinúa ya San Pablo la diferencia entre la Antigua y la Nueva Alianza, de que va a hablar a continuación.

Ministerio de la
letra y ministerio del espíritu, 3:4-18.
4 Tal es la confianza que por Cristo tenemos en Dios: 5 No que nosotros seamos capaces de poner en cuenta cosa alguna como de nosotros mismos, que nuestra suficiencia viene de Dios. 6 El nos capacitó como ministros de la nueva alianza, no de la letra, sino del espíritu, que la letra mata, pero el espíritu da vida. 7 Pues si el ministerio de muerte escrito con letras sobre piedras fue glorioso, hasta el punto de que no pudieran los hijos de Israel mirar el rostro de Moisés a causa de su resplandor, con ser transitorio, 8 ¡cuánto más no será glorioso el ministerio del espíritu! 9 Si el ministerio de condenación es glorioso, mucho más glorioso será el ministerio de la justicia.10 Y en verdad, en este aspecto aquella gloria deja de serlo, comparada con esta otra gloria sobreeminente. 11 Porque si lo transitorio fue glorioso, ¿cuánto más lo será lo que permanece? 12 Teniendo, pues, tal esperanza, procedemos con plena franqueza, 13 y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en una gloria destinada a perecer. 14 Pero sus entendimientos estaban velados y lo están hoy por el mismo velo que continúa sobre la lección de la Antigua Alianza, sin percibir que sólo por Cristo ha sido removido. 15 Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, el velo persiste tendido sobre sus corazones; 16 mas cuando se vuelvan al Señor, será corrido el velo. 17 El Señor es espíritu, y donde está el espíritu del Señor, está la libertad. 18 Todos nosotros a cara descubierta reflejamos la gloria del Señor como en un espejo y nos transformamos en la misma imagen, de gloria en gloria, a medida que obra en nosotros el espíritu del Señor.

La idea fundamental de esta perícopa es hacer ver que los predicadores del Evangelio son ministros de una revelación o economía muy superior a la de Moisés. Como punto de partida, San Pablo toma el pensamiento desarrollado en 2:14-16, y dice que una tal confianza, es a saber, la de poder considerarse como buen olor de Cristo y con capacidad para esa misión, le viene únicamente de la gracia de Dios por los méritos de Jesucristo (v.4). Y lo explica más en los v.5-6: de nosotros mismos no somos capaces de poner en cuenta (??????? ?? ) cosa alguna, toda nuestra suficiencia (???????? ) nos viene de Dios, que es quien nos capacitó (???????? ???? ) como ministros de la Nueva Alianza 201.
A fin de poner de manifiesto la grandeza de esa Nueva Alianza, y, consiguientemente, la de sus ministros o servidores, San Pablo toma como punto de referencia la Antigua, que Dios había establecido con Israel en el Sinaí (v.6-1:1). De la Antigua dice que era Alianza de la letra que mata., ministerio de muerte escrito con letra sobre piedras., ministerio de condenación; de la Nueva, por el contrario, que es Alianza del espíritu que da vida., Ministerio del espíritu. , Ministerio de la justicia. Con todas estas expresiones, para nuestra mentalidad literaria bastante extrañas, trata el Apóstol de definir la naturaleza de ambas economías, la mosaica y la cristiana. Son expresiones cargadas de sentido y cuya inteligencia sería muy difícil, de no tener otros escritos del Apóstol que nos las aclaren. Sin duda que eran conceptos corrientes en su predicación, razón por la que fácilmente podrían ser entendidos por los destinatarios de las cartas, aunque a nosotros nos resulten oscuros. Es sobre todo en la carta a los Romanos (c.6-8), donde estas ideas han sido expuestas con más detalle. Conforme a lo que allí dice el Apóstol, lo de letra que mata y ministerio de muerte y condenación, aplicado a la Ley mosaica, no significa que la Ley no fuera en sí santa y buena, sino que la Ley, en cuanto tal, no sirvió sino para aumentar pecados, pues señalaba desde fuera cuál era la voluntad de Dios, pero no daba fuerza interior para cumplirlo (cf. Rom_7:7-24). Cierto que también hubo justos en el Antiguo Testamento, pero fueron tales, no merced a la Ley, sino merced a la gracia sobrenatural proveniente de los méritos previstos de Cristo, que, de suyo, era algo extrínseco a la Ley. Muy de otra condición es la Ley evangélica. En la economía del Evangelio, sin necesidad de ayuda proveniente de principios extraños, podemos conseguir la justicia (cf. Rom_1:17; Rom_3:26), merced a los méritos de Jesucristo y al influjo vivificador del Espíritu que opera sobre nuestras almas, iluminando la mente, corroborando la voluntad y transformando las disposiciones del corazón (cf. Rom_5:5; Rom_8:1-17). Supuesta esta superioridad de la nueva economía sobre la antigua, el Apóstol arguye de la siguiente manera: si el ministerio de los servidores de la antigua economía fue glorioso, ¿cuánto más lo será el de los servidores de la nueva, entre los cuales está él? Para probar lo primero se fija en el caso de Moisés, cuya irradiación esplendorosa de gloria, al bajar de comunicar con Yahvé, no podían soportar los hijos de Israel (v.7; cf. éxo_34:29-30). En el hecho de que fuera transitorio aquel resplandor del rostro de Moisés, San Pablo ve como un símbolo del carácter transitorio del régimen del Sinaí, destinado a desaparecer para dar lugar al Evangelio eterno de Cristo (cf. ? .7.1.1). ? dice que, en realidad, esa gloria pasajera de la antigua economía apenas merece llamarse gloria, si se compara con la del Nuevo Testamento (v.10). Algo así como la luz de una lámpara, muy brillante durante la noche, pero que, comparada con la luz del sol, ni siquiera merece llamarse luz,
En los v.12-18, con razonamientos muy del gusto rabínico, San Pablo hace numerosas aplicaciones del hecho de cubrirse Moisés la cara con el velo después de hablar con Dios (cf. Exo_34:29-35). Presenta ese velo como destinado, no tanto para ocultar una claridad que no podían soportar los israelitas, cuanto para impedir que se diesen cuenta de que el resplandor de su rostro iba desapareciendo a medida que pasaba el tiempo desde su última conversación con Dios (v.13). Evidentemente, San Pablo está pensando en el carácter transitorio de la Ley mosaica: ese resplandor del rostro de Moisés que los israelitas creen permanente, pero que desaparece bajo el velo, representa la gloria de la Ley, la cual es transitoria, aunque los judíos no se den cuenta. Y es que también ellos tienen un velo tendido sobre sus corazones cuando leen el Antiguo Testamento, cuyo carácter transitorio, que desemboca en Cristo, no comprenden (v.14-15; cf. Rom_13:8-10). Cuando se vuelvan al Señor, aceptando el Evangelio, ya como individuos, ya como nación (cf. Rom_11:1-27), será removido ese velo, al igual que lo removía Moisés cuando volvía a hablar con Dios (v.16; cf. Exo_34:34). Eso, en cuanto a los judíos. Por lo que toca a los cristianos con conciencia de pertenecer a la economía imperecedera del Evangelio, no necesitamos, como necesitaba Moisés, tapar nada, sino que procedemos con absoluta franqueza de lenguaje y de acción (v.12); y, a cara descubierta siempre, reflejando a manera de espejos la gloria del Señor, nos vamos asemejando más y más cada día a la imagen reflejada, conforme va operando en nosotros el Espíritu (v.18). ¡Gran dignidad la del cristiano! Nada de velos ni de ocultaciones. Sin velo, como Moisés al hablar con Dios, estamos reflejando en nuestras almas el resplandor o gloria de Cristo, el cual a su vez es imagen de Dios (cf. 4:4; Col_1:15). Y este reflejo de la gloria de Cristo en nosotros es permanente, no transitorio, como era el de Moisés, haciéndonos cada día más conformes a su imagen (cf. Rom_8:29; 1Co_15:49; Flp_3:21), a través de la fe y de la caridad, movidas por el Espíritu 202.
En cuanto a la frase: El Señor es espíritu, y donde está el espíritu del Señor, está la libertad (v.17), hay gran variedad de interpretaciones entre los autores 203. Desde luego, el texto no es claro. Lo más probable es que el término Señor se refiera a Jesucristo, como es lo ordinario en San Pablo (cf. 1Co_8:6), del que se dice que es espíritu, en el mismo sentido en que este término está contrapuesto a letra en el v.6. Es decir, Jesucristo es el sentido espiritual y profundo que late bajo la letra del Antiguo Testamento, verdadero espíritu vivificador de la antigua economía, en contraposición a la letra inerte que mata; y donde está el espíritu del Señor está la libertad, esa libertad de que gozan los hijos de Dios independizados de la esclavitud del pecado y de la Ley (cf. Rom_8:1-17; Gal_4:21-31) y que el Apóstol poseía a plenitud (cf. v.1a). En su anterior carta a los Corintios, San Pablo había dicho ya de Jesucristo que era espíritu vivificante (cf. 1Co_15:45). Todo esto no quiere decir que in obliquo no quede también aludido el Espíritu Santo. Jesucristo y el Espíritu Santo, que ciertamente son dos personas distintas, no tienen intereses contrapuestos en la santificación de las almas, sino perfectamente compenetrados. Podemos muy bien decir, desde el punto de vista espiritual, que vivimos por el Hijo y vivimos por el Espíritu; o, más exactamente, que vivimos del Espíritu enviado por el Hijo. Cristo resucitado es para los cristianos el origen y fuente del Espíritu (cf. 1Co_15:45), de ahí que, en cierto sentido, es la misma cosa recibir a Cristo y recibir el Espíritu. Todo esto resulta más claro si atendemos a que Pablo, como en general la Escritura, mira más al aspecto funcional que al ontológico o metafísico. El Espíritu viene a ser como la presencia actuante del Señor.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: 2 Corintios 3,12-18Dice que con gran esperanza y gran confianza en Dios desempeña su ministerio, afirmando que mayor confianza se encuentra en la Nueva Ley que en la antigua.
12.Teniendo, pues, una tan grande esperanza, usamos de toda confianza:
13.Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que no contemplasen los hijos de 1srael su rostro, lo cual era perecedero.
14.Pero sus entendimientos fueron embotados. Porque hasta el día de hoy, en la lectura del Antiguo Testamento ese mismo velo permanece, sin ser removido (lo que en Cristo desaparece).
15.Y así, hasta el día de hoy, siempre que es leído Moisés, un velo está puesto sobre el corazón de ellos.
16.Mas cuando vuelvan al Señor será quitado el velo.
17.Ahora bien, el Señor es el Espíritu. Y donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad.
18.Y todos nosotros, contemplando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, en la misma imagen somos transformados de claridad en claridad, coma por el Espíritu del Señor.
Habiendo indicado las cosas que corresponden a la exaltación del don recogido de Dios, aquí consiguientemente indica las que corresponden a la exaltación de la confianza concebida por ese mismo don. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero pone la confianza concebida por el don; luego, compara la confianza del Antiguo Testamento con la del Nuevo: Y no como Moisés. Así es que primero dice: Teniendo, pues, una tan grande esperanza, en virtud de lo que se nos ha dicho a
nosotros, que vemos la gloria de Dios. En la esperanza hemos sido salvados (Rm 8,24). Usamos de toda confianza, esta es, con toda confianza obramos cuanto pertenece al ejercicio de este ministerio, por lo cual crece nuestra esperanza. El justo se mantiene a pie firme como el león, sin asustarse de nada (Pr 28,1). Bienaventurado el varón que tiene puesta en Dios su confianza (Jr 17,7). Consiguientemente, así como antepone don a don, así antepone la confianza en el Nuevo Testamento a la confianza en el Antiguo, diciendo: Y no como Moisés, etc. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero presenta un hecho del Antiguo Testamento; segundo, lo explica: que era perecedero. Ahora bien, el hecho que presenta se lee en Éxodo 24, donde dice que cuando Moisés le hablaba al pueblo velaba su rostro, que porque por su resplandor no podían verlo cara a cara ios hijos de 1srael. Y por eso dice: Y no como Moisés, etc.; como si dijera: Digo que usamos de grande confianza, y tanta, que no nos pasa a nosotros lo que a Moisés, que no descubría su rostro al pueblo, porque aún no era llegado el tiempo de revelar la claridad de la verdad. Así es que nosotros poseemos la confianza sin velos.
En seguida explica lo que dijera del velo: que era perecedero. Porque el velo aquel era la oscuridad de las figuras, la cual fue suprimida por Cristo. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, indicar la supresión de ese velo; la segunda, cómo tal supresión tiene lugar en los Judíos: Pero sus entendimientos fueron embotados, etc.; la tercera, cómo tiene lugar esa supresión en los ministros del Nuevo Testamento: Y todos nosotros contemplando a cara descubierta, etc. Así es que dice que Moisés se ponía un velo, de género, en su rostro, el cual velo desaparecerá, esto es, será quitado por Cristo, cumpliendo en verdad lo que Moisés comunicaba en figura; porque todo les ocurría a ellos en figura; porque así Cristo con su muerte quitó el velo de la muerte del cordero pascual. Y por eso en el instante en que entregó su espíritu, el velo del templo se rasgó. Y también al enviar el Espíritu Santo a los corazones de los fieles, para que entendieran espiritualmente lo que los Judíos entendían carnalmente. Y quitó el velo aquél cuando se les abrió la percepción para que entendieran las Escrituras (Luc. 24,32). Y qué efecto tenga en los Judíos la dicha desaparición del velo lo muestra diciendo: Pero sus entendimientos fueron embotados, etc. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero muestra que no les fue quitado en estado de infidelidad; segundo, que se les quitará al convertirse ellos: Mas cuando vuelvan al Señor.
Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero muestra la razón por la cual no tiene lugar esa supresión en los Judíos; segundo, que por lo mismo aún los cubre ese velo: hasta el día de hoy, etc. Así es que dice que se quita en los que creen, pero no en cuanto a los Judíos infieles; y la razón de ello es que sus entendimientos fueron embotados: se les ha entorpecido la razón, sus entendimientos están debilitados y cerrados; ni pueden ver la claridad de la luz divina -de la verdad divina- sin el velo de las figuras. Y esto porque han cerrado los ojos para no ver, no obstante que se rasgó el velo del templo. Y por eso la infidelidad es por culpa de ellos, no por defecto de la verdad, porque, quitado el velo, a todos los ojos de la mente que se abren por la fe se les manifiesta clarísimamente la verdad. La ceguera ha venido de una parte de israei (Rm 1 1,25). Yo he venido a este mundo para un juicio (Jn 9,39). Porque así lo profetizaba Is (6,10): Embota el corazón de ese pueblo. Y ciertamente se les ha embotado el entendimiento para que, manifiesta a nosotros la verdad, hasta el día de hoy no entiendan. Pero ese mismo velo que estaba en el Antiguo Testamento, antes de que fuese rasgado el velo del templo como una Lección del Antiguo Testamento -como no entienden aquello de distinta manera que antes, porque hasta ahora se atienen a las figuras, para que no descubran la verdad, esto es, para que no la entiendan-, ese velo de Dios, repito, no creen que sea figura sino la verdad, figura que ciertamente desaparece en cuanto a los fieles, y en cuanto en sí es para todos por Cristo, esto es, en la fe de Cristo; pero en ellos permanece porque no creen que haya venido Cristo.
En seguida, cuando dice: Y así hasta el día de hoy,
etc., muestra de qué manera permanece hasta el día de hoy el velo en los Judíos en cuanto infieles, aun cuando haya sido quitado por Cristo. Acerca de lo cual se debe saber que de dos maneras se dice que se le pone a alguien un velo. O porque se le pone a la cosa que se ve para que no pueda ser vista; o porque se le pone al que ve para que no vea; pero del uno y del otro modo les estaba puesto a los Judíos el velo en la Antigua Ley. Porque sus corazones estaban obstruidos, para que por su dureza no conocieran la verdad, y además el Antiguo Testamento aún no se completaba ni cumplía porque todavía no venía la verdad. iPor lo cual en señal de esto el velo estaba en el rostro de Moisés, y no en los rostros de ellos; pero, al venir Cristo, el velo fue quitado del rostro de Moisés, o sea, del Antiguo Testamento, por estar ya cumplido, pero sin embargo no es quitado de los corazones de ellos. Y esto lo dice así: Y así, hasta el día de hoy, como si dijera: Ha sido quitado de los fieles el velo del Antiguo Testamento; pero hasta ahora, cuando se lee a Moisés, o sea, cuando se les expone el Antiguo Testamento (Porque Moisés tiene desde generaciones antiguas en cada ciudad hombres que lo predican, puesto que en las sinagogas él es leído todos los sábados: Hechos 15,21), el velo, esto es, la ceguera, está puesto sobre el corazón de ellos. El endurecimiento ha venido de una parte de 1srael, etc. (Rm 1 1,25).
Ahora bien, el cuándo y el cómo se les quitará ese velo lo muestra en seguida diciendo: Mas cuando vuelva al Señor, etc. Y primero explica cómo ha de ser quitado el velo; luego, agrega la razón de ello: Ahora bien, el Señor es el Espíritu, etc. Así es que dice que el dicho velo aún está puesto en ellos, pero no que el Antiguo Testamento esté velado, sino que son los corazones de ellos los que están velados. Y por eso, para que sea quitado nada falta sino que se conviertan, y esto lo dice así: Mas cuando vuelva alguno de ellos a Dios por la fe en Cristo, por la misma conversión será quitado el velo. Los residuos de Jacob, los residuos, digo, se convertirán al Dios fuerte (Is 10,21). Y esto mismo lo tenemos en la Epístola a los Romanos (II,25-32). Y débese observar que cuando trata de ceguera habla en plural. Por lo cual dice: sobre el corazón de ellos. Y cuando trata de conversión habla en singular, diciendo: Mas cuando vuelva, para indicar la facilidad de ellos para el mal y la dificultad para el bien, como si pocos se convirtieran.
Ahora bien, la razón por la cual se conviertan y se quite el velo de este modo es que Dios quiere. Porque se podría decir que el velo ese se les ha puesto por mandato de Dios, y que por eso no se puede quitar. Pero el Apóstol muestra que no sólo se puede quitar, sino que además será quitado por El, que es el Señor; y esto lo dice así: Ahora bien, el Señor es Espíritu. Lo cual se puede leer de dos maneras. La primera: entendiéndose el Espíritu de parte del sujeto, para que diga: el Espíritu, esto es, el Espíritu Santo, que es el autor de la Ley, es el Señor, o sea, que obra por su propio arbitrio de libertad. El Espíritu sopla donde quiere (Jn 3,8). Repartiendo a cada cual según quiere (1Co 12,1 1).
Ydonde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad; como si dijera: Por ser espíritu el Señor puede dar libertad para que podamos iibremente aprovechar la escritura del Antiguo Testamento sin velo.
Ypor eso, quienes no tienen ei Espíritu Santo no pueden usarlo libremente. Vosotros, hermanos, fuisteis llamados e la libertad (Gal. 5,13). Cual libres, no ciertamente como quien toma la libertad por velo de la malicia (1Pe 2,16). La segunda manera, entendiendo por el Señor a Cristo; y entonces se lee así: El Señor, esto es, Cristo, es espiritual, o sea, espíritu de potestad, y por eso, donde está el espíritu del Señor, o sea, la ley de Cristo espiritualmente entendida, no escrita con letras, sino impresa por la fe en los corazones, allí está la libertad, sin el impedimento de velo alguno.
Es de saberse que con ocasión de estas palabras: Donde está el espíritu del Señor allí hay libertad; y cié aquellas otras: No se ha dado la ley para el justo, algunos dijeron erróneamente que al varón espiritual no ie obligan los preceptos de la ley divina; pero esto es falso, porque los preceptos de Dios son las reglas de la voluntad humana. Y no hay hombre alguno, ni tampoco ángel alguno, cuya voluntad no deba ser regulada y dirigida por la ley divina. Por lo cual es imposible que haya algún hombre que no esté sometido a los preceptos de Dios. Así es que estas palabras: No se ha dado la ley para el justo se explican de esta manera: No se ha dado la ley en atención a los justos que por un
hábito interior se mueven a las cosas que la ley de Dios preceptúa, sino en atención a los injustos, no sin que también los justos estén obligados a observarla. Y de manera semejante, donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad se entiende que es libre quien es causa de sí mismo. Ahora bien, el siervo es a causa def Señor; así es que todo aquel que obra por sí mismo, libremente obra; y quien por otro es movido, no obra libremente. Así es que quien evita el mal, no por ser el mal sino por el mandato del Señor, no es libre; pero quien evita el mal por ser el mal, ése es ubre. Pues bien, esto lo hace el Espíritu Santo, quien perfecciona la mente en su interior mediante el buen hábito, para que de tal manera evite el mal por amor como si lo mandara la ley divina; y por eso se dice que es libre no porque no se sujete a la ley divina, sino porque por el buen hábito se inclina a obrar ¡o que la ley divina ordena.
En seguida, cuando dice: Y todos nosotros, etc., explica de qué manera los fieles de Cristo están totalmente libres del dicho velo. Así es que dice: Digo que de aquéllos se quitará el velo al convertirse alguien como nosotros, no alguno, sino todos los que somos fieles de Cristo. A vosotros ha sido dado conocer ios misterios, etc. (Luc. 8,10). A cara descubierta, sin velo sobre el corazón como aquéllos; y por rostro se entiende el corazón o la mente, porque así corno por el rostro se ve corporalmente, así también por la mente se ve espiritualmente. Quita el velo de mis ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley (Ps. 1 18,18). La gloría del Señor, no de Moisés; porque la gloria significa la claridad, como dice Agustín. Ahora bien, los Judíos veían cierta gloria en el rostro de Moisés por haber hablado él con Dios; pero esta gloria es imperfecta, porque no es la claridad por la cual Dios mismo es glorioso; y esto es conocer al propio Dios: o bien a la gloria del Señor, esto es, al Hijo de Dios. El hijo sabio es la gloria del Padre (Pr 10,1). Contemplando -speculantes- no se entiende aquí desde atalaya o cima -specula-, sino mediante un espejo -a speculo-, o sea, conociendo al mismo Dios glorioso mediante el espejo de la razón, en la cual hay cierta imagen de El mismo; y lo contemplamos cuando por la consideración de sí mismo asciende el hombre a cierto conocimiento de Dios, y así es transformado. Porque como todo conocimiento sea por la asimilación del cognoscente a lo conocido, es necesario que quienes ven de alguna manera se transformen en Dios. Y si en verdad perfectamente ven, perfectamente se transforman, como los bienaventurados en la patria por la unión de fruición (Sabemos que cuando se manifieste seremos semejantes a El: 1 Jn 3,2). Mas si se ve imperfectamente, imperfectamente se transformará uno, como aquí por la fe (Porque ahora miramos en un enigma, a través de un espejo: 1Co 13,12); y por eso dice: en la misma imagen, esto es, tal como vemos. Somos transformados, digo, de claridad en claridad, en lo cual se distingue un triple grado de conocimiento en los discípulos de Cristo. El primero es de la claridad del conocimiento natural a la claridad del conocimiento de la fe. El segundo es de la claridad del conocimiento del Antiguo Testamento a la claridad del conocimiento de la gracia del Nuevo Testamento. El tercero es de la claridad del conocimiento natural y del Antiguo y del Nuevo Testamento a la claridad de la visión eterna. Aunque nuestro hombre exterior vaya decayendo, el hombre interior se renueva (2Co 4,16). Pero ¿de dónde proviene esto? No de la letra de la ley, sino como por el Espíritu del Señor. Porque todos cuantos son movidos por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios (Rm 8,14). Tu espíritu, que es bueno, me conducirá a la tierra de la rectitud (Ps. 142,10).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



3,1.
recomendamos a nosotros mismos: Los adversarios de Pablo lo acusaban de recomendarse a sí mismo, cosa que había hecho para distinguirse de otros predicadores itinerantes (1 Tes 2,1-12), mientras que ellos habían venido recomendados por otra Iglesia, probablemente la de Jerusalén. cartas de recomendación: Ejemplificadas por Rom 16,1-2 y mencionadas en Hch 9,2; 18,27.
2. La existencia de la comunidad garantizaba la autenticidad del ministerio de Pablo (1 Cor 9,2) . escrita en vuestros corazones: «Nuestros corazones», variante que cuenta con abundantes testimonios, no tiene sentido (Barrett, Bultmann). El corazón se entiende como la fuente de toda actividad humana. 3. carta de Cristo: Como esta carta de Pablo es de una clase diferente, procede de una autoridad mucho más alta, escrita por ministerio nuestro: Fórmula vaga que sólo denota mediación, tablas de piedra: Véase Éx 24,12; 31,18. El cambio del esperado «no en pieles» (para guardar correspondencia con «no con tinta») se debe a la insistencia de los adversarios en la ley. corazones de carne: Véanse Ez 11,19; 36,26; Jr 31,33. 5. Dios faculta a Pablo (4,7) para llevar a cabo su misión, que supera la capacidad de la naturaleza humana caída. 6. una nueva alianza, no de la letra, sino del espíritu: Pablo se ve forzado a distinguir dos tipos de nueva alianza (1 Cor 11,25), porque sus adversarios estaban utilizando el tema de la nueva alianza para insistir en la ley (Jr 31,33). En este sentido, la nueva alianza participaba del poder destructivo («la letra mata»; cf. Rom 7,10) de la antigua (3,14). el Espíritu da vida: Cristo (1 Cor 15,45) da la vida nueva (2,16) de la auténtica humanidad.
(Baird, W., «Letters of Recommendation: A Study of 2 Cor 3:1-3», JBL 80 [1961] 166-72. Chan-Hie Kim, Form and Structure of the Familiar Greek Letter of Recommendation [SBLDS 4, Missoula 1972], Kasemann, E., PP 138-68. Kremer, J., «Denn der Buchstabe tótet, der Geist aber macht lebendig», Begegnung mit dem Wort [Fest. H. Zimmermann, ed. J. Zmijewski et al., BBB 53, Bonn 1979] 219-50. Luz, U., «Der alte und der Neue Bund bei Paulus und im Hebráerbrief», EvT 27 [1967] 318-36. Westerholm, S., «Letter and Spirit: The Foundation of Pauline Ethics», NTS 30 [1984] 229-48.)
15 (B) Ministerio: antiguo y nuevo (3,7-4,6). Pablo destaca las características de su ministerio (esplendor, audacia, poder) comparándolo con el de Moisés en Éx 34,27-35. La importancia dada a Moisés se debe probablemente a una insistencia de sus adversarios. No es un midrás en sentido estricto (por el contrario, Windisch), y menos aún un midrás compuesto por Pablo en otras circunstancias (por el contrario, Lietzmann, Fitzmyer); tampoco está corrigiendo un documento preexistente de sus adversarios (por el contrario, Schulz, Georgi).
16 7-11. Con un lenguaje inusitadamente impersonal, Pablo compara el esplendor (doxa) de su ministerio, no de su persona (cf. v. 1), con el del representado por Moisés. 7a. el ministerio de la muerte: Llamado «ministerio de la condenación» en el v. 9. El modo en que los judíos entendían el papel de la ley (Rom 7,10) los dejaba existencialmente «muertos» (véase el comentario a 2,16). 7b. pasajero: Con la excepción del esplendor del rostro de Moisés, lo dicho por Pablo contradice Éx 34,29-35, pero guarda relación con la interpretación de Filón De vita Mosis 2.70). 8-9. Se explícita la base de la postura de Pablo. Lo que era verdad de lo menor se debe verificar aún más plenamente en lo mayor (en terminología rabínica qal wahómer; cf. H. L. Strack, Introduction to the Talmud und Midrash [Nueva York 1969] 94 [trad. esp.: Introducción a la literatura talmúdica y midrásica, Valencia 1989]). 8. el ministerio del Espíritu: Pablo ha abandonado el concepto de nueva alianza. 9. el ministerio de la justicia: Debido a que está penetrado por el Espíritu, pone a la humanidad en su relación correcta con Dios (5,21). 10. lo que tuvo esplendor dejó de tenerlo: En comparación con la gloria del ministerio del Espíritu, la gloria del ministerio mosaico es tan insignificante como si no existiese. 11. lo que se iba anulando: La gloria pasajera de Moisés se transfiere aquí a la economía entera que él representaba (v. 7). lo permanente: Cristo es la revelación definitiva de Dios (1 Cor 1,24), de manera que cuanto le precedió tuvo que ser intrínsecamente transitorio, por sublime que pudiera ser.
17 12-13. Pablo compara su actitud con la de Moisés; no conviene descartar demasiado a la ligera una intención polémica o apologética. 12. semejante esperanza: la mayor gloria del ministerio cristiano capacita a Pablo para hablar y actuar con una franqueza llena de autoridad parrhésia). Véase S. B. Marrow, CBQ 44 [1982] 431-46. 13. un velo: El ocultamiento del rostro por parte de Moisés es el único elemento de Ex 34,33-35 conservado por Pablo, cuya interpretación de la actuación de Moisés se basa en su postura en los vv 7-11. Moisés se vio forzado a disimular porque sabía que su ministerio era transitorio. 14-18. En correspondencia con la diferencia entre Pablo y Moisés, existe también una diferencia entre sus seguidores. Un grupo está abierto, el otro cerrado. 14. el mismo velo: Quienes no ven la persona oculta de Moisés son a su vez ciegos, sus inteligencias se embotaron: Véanse Is 6,9-10; 29,10; Dt 29,3; Rom 11,7. la antigua alianza: Esta expresión aplicada a la ley fue inventada por Pablo para subrayar el carácter anticuado de la economía mosaica, en Cristo está siendo anulado: La liberación del cautiverio de la antigua alianza tiene lugar sólo por medio de Cristo y en relación con él. 15. sobre sus corazones: La imagen del velo cambia de nuevo, matizando la crítica hecha a la ley en el v. 14. leen a Moisés: Como en Hch 15,21, éste es un modo de hablar de «el libro de Moisés» (2 Cr 25,4; Neh 13,1; Mc 12,26). 16. se vuelva al Señor: Es decir, se convierta (1 Tes 1,9; cf. Dt 4,30; Eclo 5,7; Is 19,22) al Dios revelado en Cristo (v. 14; 4,6). Sólo desde esta perspectiva se percibe la intención de Dios en su palabra. Se hace una crítica implícita de aquellos (vv. 3-6) que daban a la ley una interpretación que Pablo negaba. 17. el Señor es el Espíritu: Hay división de opiniones, pero es probable que Pablo esté pensando directamente en Dios (pero ? Teología paulina, 82:61). Se identifica a Dios con el Espíritu para negar que aquél siga operando a través de la letra de la ley (v. 6). hay libertad: Quienes son conducidos por el Espíritu no se encuentran ya sometidos a la ley (Gál 5,18). La nota polémica resulta evidente. 18. todos nosotros, con el rostro descubierto: Quienes han cumplido la condición del v. 16, es decir, todos los creyentes, y no meramente Pablo y sus colaboradores, contemplamos como en un espejo: Las pruebas lingüísticas (BAGD 424) son contrarias a traducir katoptrizomenoi por «reflejando como en un espejo» (la opinión defendida por J. Dupont, RB 56 [1949] 392-411). la gloria del Señor: En su calidad de último Adán (1 Cor 15,45), Cristo es la imagen y gloria de Dios (1 Cor 11,7). Dios se refleja en Cristo (4,6). nos vamos transformando en esa misma imagen: La salvación es un proceso cuya meta consiste en la conformidad con Cristo (Rom 8,29; para la antítesis, cf. Rom 12,2). La auténtica humanidad de éste debe hacerse progresivamente manifiesta en los creyentes (véase el comentario a 4,10-11) . de gloria en gloria: El significado de doxa cambia de «esplendor» a «gloria que se da» (véase 1 Cor 2,7). A medida que los creyentes se van conformando con Cristo, se hacen cada vez más capaces de rendirle el honor que se debe a Dios, como corresponde a la acción del Señor, el Espíritu: El agente de la transformación es Dios que actúa a través del Espíritu.
(Carrez, M., «Présence et fonctionnement de lAT dans l'annonce de 1 evangile», RSR 63 [1975] 325-41. Eckert, J., «Die geistliche Schriftauslegung des Apostéis Paulus nach 2 Kor 3:4-18», Dynamik im Wort [ed. Kath. Bibelwerk, Stuttgart 1983] 241-56. Hanson, A. T., «The Midrash in 2 Cor 3: A Reconsideration», JSNT 9 [1980] 2-28. Hickling, C. J. A., «The Sequence of Thought in 2 Cor 3», NTS 21 [1974-75] 380-95. Hugedé, N., La métaphore du miroir dans les épitres de saint Paul aux Corinthiens [Neuchátel 1957]. Lambrecht, J., «Transformation in 2 Cor 3:18», Bib 64 [1983] 243-54. Molina, M. A,, «La remoción del velo o el acceso a la libertad», EstBib 41 [1983] 285-324. Schulz, S,, «Die Decke des Moses», ZNW 49 [1958] 1-30. Ulonska, H., «Die Doxa des Mose», EvT 26 [1966] 378-88. Wagner, G., «Alliance de la lettre, alliance de lEsprit: Essai danalyse de 2 Cor 2,14-3,18», ETR 60 [1985] 55-65. Wong, E., «The Lord is the Spirit (2 Cor 3:17a)», ETL 61 [1985] 48-72.)

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El ministerio de la nueva alianza. Basándose en esta imagen tan sugerente, Pablo propone una reflexión sobre su ministerio apostólico comparado con el de Moisés. Toma las tradiciones -o leyendas- de Éxo_33:7-11 y 34,29-35 y, jugando con los símbolos allí narrados -letra, tinta, ley escrita, piedras, mediación de Moisés, gloria, velo-, teje la contraposición entre ambos ministerios en términos audaces y extremos. Pablo no hace una interpretación literal del Antiguo Testamento, sino que se lanza a una reflexión original y libre que en la tradición judía era conocida como estilo «midrásico».
El contexto de estas reflexiones sigue siendo polémico. Aparentemente Pablo dirige toda su virulencia no contra la Ley de Moisés en cuanto tal, sino contra la predicación de aquellos falsos apóstoles, algunos de ellos probablemente judeo-cristianos, que no se habían desprendido aún de la mentalidad de la «ley antigua» -en realidad manipulaban a Moisés- y del prestigio y la «gloria» con que revestían su actividad misionera. En otras palabras, no habían comprendido la «novedad del Evangelio», y por tanto negociaban con la Palabra, la distorsionaban y callaban su mensaje.
El ministerio del Apóstol es tan absolutamente nuevo y todo lo demás tan relativo, que no duda en llamar a todo lo anterior -el ministerio de Moisés y, sobre todo, el de los supuestos misioneros que pretenden imitar a Moisés- «ministerio que lleva a la muerte» (7). El contraste tiene su fuerza al resaltar con la comparación «vida-muerte» la irrupción de la «vida» del Espíritu en el corazón de los corintios que está creando una nueva comunidad a la que el Apóstol no duda en llamar «alianza nueva» (cfr. Jer_31:31-34; Luc_22:20). A lo largo de todo su alegato, el Apóstol describe esta Nueva Alianza en oposición absoluta con la anterior. Es una Alianza de Espíritu, no de pura letra; da vida, mientras que la letra mata. Su ministerio es de absolución, no de condena; permanente, no transitorio; de resplandor incomparable frente a lo ya opaco; de transparencia y franqueza frente al ocultamiento.
Pablo vuelve de nuevo a la polémica hablando del «velo», pero no ya del de Moisés, sino del que se ponen sus adversarios ante los ojos y que les impide comprender lo que leen -véase el final de Hch 28,27-, es decir, que todas las Escrituras están llenas de la presencia del Señor que ahora se ha manifestado. Pablo no pierde, sin embargo, la esperanza. Cuando se conviertan, «vuelvan» al Señor, se removerá el velo, comprenderán las Escrituras y alcanzarán la libertad (Rom 9-11), pues «donde está el Espíritu del Señor allí está la libertad» (17). El Apóstol alude al final a la gran transformación que la resurrección de Jesús, a través de su Espíritu, va operando en la comunidad de creyentes, que no es otra que la progresiva semejanza a Cristo mismo.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 Lest their false teachers should charge him with vaineglory, hee sheweth the faith and graces of the Corinthians, to bee a sufficient commendation of his ministerie. 6 Whereupon entring a comparison betweene the ministers of the Law & of the Gospel, 12 he proueth that his ministerie is so far the more excellent, as the Gospel of life and libertie is more glorious then the law of condemnation.
1 Doe wee begin againe to commend our selues? or need wee, as some others, Epistles of commendation to you, or letters of commendation from you?
2 Ye are our Epistle written in our hearts, knowen and read of all men.
3 Forasmuch as yee are manifestly declared to be the Epistle of Christ ministred by vs, written not with inke, but

[Letter and spirit.]

with the spirit of the liuing God, not in tables of stone, but in fleshy tables of the heart.
4 And such trust haue wee through Christ to Godward:
5 Not that wee are sufficient of our selues to thinke any thing as of our selues: but our sufficiencie is of God:
6 Who also hath made vs able ministers of the New Testament, not of the letter, but of the spirit: for the letter killeth, but the spirit [ Or, quickneth.] giueth life.
7 But if the ministration of death written, and ingrauen in stones, was glorious, so that the children of Israel could not stedfastly beholde the face of Moses, for the glory of his countenance, which glorie was to be done away:
8 How shall not the ministration of the spirit, be rather glorious?
9 For if the ministration of condemnation bee glory, much more doth the ministration of righteousnesse exceed in glorie.
10 For euen that which was made glorious, had no glorie in this respect by reason of the glorie that excelleth.
11 For if that which is done away, was glorious, much more that which remaineth is glorious.
12 Seeing then that wee haue such hope, we vse great [ Or, boldnes.] plainnesse of speech.
13 And not as Moses, which put a vaile ouer his face, that the children of Israel could not stedfastly looke to the end of that which is abolished;
14 But their mindes were blinded: for vntill this day remaineth the same vaile vntaken away, in the reading of the old testament: which vaile is done away in Christ.
15 But euen vnto this day, when Moses is read, the vaile is vpon their heart.
16 Neuerthelesse, when it shall turne to the Lord, the vaile shall be taken away.
17 Now the Lord is that spirit, and where the Spirit of the Lord is, there is libertie.
18 But we all, with open face beholding as in a glasse the glory of the Lord, are changed into the same image, from glorie to glorie, euen as [ Or, of the Lord the spirit.] by the spirit of the Lord.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Contraste entre dos ministerios

En esta sección Pablo utiliza Exo. 34:29-32 (7-11) y 33-35 (12-18) para ampliar el contraste entre los ministerios del nuevo y el antiguo pactos a fin de de mostrar la superioridad del primero. El propósito principal de Pablo es destacar el carácter glorioso del ministerio que se le ha confiado, y explicar así por qué, a pesar de tantas dificultades, no se desanima (cf. 4:1).

7-11 Exo. 34:29-32 habla de la gloria que se manifestó cuando Dios dio la ley, gloria que se reflejó en el rostro resplandeciente de Moisés, y que provocó temor en los corazones de los israelitas. Pablo reconoce que el antiguo pacto iba acompañado de gloria, pero argumenta que el nuevo pacto está acompañado de una gloria más excelente aun. Pablo argumenta que el nuevo pacto es superior al antiguo basándose en tres puntos: El ministerio del Espíritu es más glorioso que el ministerio de muerte (7, 8); el ministerio de justificación tiene mayor gloria que el ministerio de condenación (9); y el ministerio que permanece tiene mayor gloria que el que se desvanecía (11). El ministerio del antiguo pacto, en el cual la ley condenaba a los transgresores, se desvaneció con la llegada de Cristo. El ministerio del nuevo pacto se lleva a cabo en el poder del Espíritu; les da a las personas una posición correcta ante Dios, y permanece porque no será reemplazado por otro.

12-18 Exo. 34:33-35 cuenta cómo Moisés cubrió su rostro con un velo después de comunicar la ley de Dios a los israelitas, para que no tuvieran que contemplar su esplendor. Pablo interpreta esto como un intento de ocultar a los israelitas el carácter transitorio de la gloria que acompañaba al antiguo pacto, y hace un contraste entre la falta de valentía de Moisés con la valentía que él mismo tiene como ministro del nuevo pacto (12, 13). También ve en el cubrimiento del rostro de Moisés con un velo algo similar al velo que cubría las mentes de muchos de sus contemporáneos judíos, que no comprendían adecuadamente la ley de Moisés cuando se leía en sus sinagogas (14, 15). Los creyentes, aquellos que se han entregado al Señor, ya no tienen velo sobre sus mentes (16) y, por lo tanto, a cara descubierta reflejan (o quizá, contemplan) la gloria del Señor, y al hacerlo, son transformados de gloria en gloria en la misma imagen (18).

El propósito principal de Pablo al destacar la gloria superior del ministerio del nuevo pacto era explicar por qué él actuaba con mucha confianza y no desmayaba (12; cf. 4:1). También es posible que ha ya querido usar este argumento para contrarrestar la enseñanza de sus opositores en Corinto, quienes ponían gran énfasis en su linaje judío (cf. 11:21b, 22).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



3. "Tablas de piedra": alusión a la antigua Ley promulgada por Dios a través de Moisés. Ver Exo_32:16.

7. La Ley del Sinaí era un "ministerio que lleva a la muerte" porque prohibía el pecado bajo pena de muerte, pero no daba la fuerza necesaria para vencerlo. Ver nota Rom. 7.

13. A la manera de los Salmos, Pablo interpreta libremente el episodio relatado en Exo_34:29-35, para mostrar el carácter provisorio de la Antigua Alianza y la superioridad de la Nueva, instaurada por Cristo.

14. Para comprender el verdadero significado del Antiguo Testamento, es necesaria la acción interior del Espíritu Santo que procede del Señor, convertido él mismo en "un ser espiritual que da la Vida" ( 1Co_15:45).

Esta es la primera vez que se emplea en un texto cristiano la expresión "Antiguo Testamento" para designar los escritos sagrados del pueblo de Israel.

16. Exo_34:34.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

San Pablo, con su predicación y comportamiento, proclamaba una relación con Dios en Cristo superior e incluso al margen de la que el hombre adquiría mediante la Ley de Moisés. No faltaban en Corinto quienes, siguiendo a los judaizantes, pensaban que todo ello era invención de Pablo y efecto de su arrogancia. Por eso el Apóstol apela a Dios y muestra la superioridad de la Nueva Alianza sobre la Antigua. De ahí que el ministerio de los Apóstoles sea superior al de Moisés. La Nueva Ley es «Espíritu», porque es el mismo Espíritu Santo quien difunde mediante la gracia la caridad en los corazones de los fieles, y la caridad es la plenitud de la Ley. El velo con que Moisés cubrió su rostro al bajar del Monte Sinaí después de hablar con Dios (Ex 34,29-35) era un símbolo del carácter transitorio de la Ley y de su ministerio. Sólo con la luz que trae Jesucristo, plenitud de la revelación, puede entenderse su significado verdadero: « Los libros íntegros del Antiguo Testamento, incorporados a la predicación evangélica, alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento y a su vez lo iluminan y lo explican» (C. Vat. II. Dei Verb.

16).


Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.6 Jer 31.31-34; 1 Co 11.25.

[2] 3.7 Ex 24.12; 31.18; Ro 7.5; Gl 3.21.

[3] 3.7 Ex 34.29-35.

[4] 3.16 Otra posible traducción del v.: Pero cuando él (Moisés) se volvía hacia el Señor, se quitaba el velo (Ex 34.34). Cf. Ro 11.23-26.

[5] 3.17 El Señor es el Espíritu: puede interpretarse de diversas maneras: como afirmación de la unidad profunda entre el Espíritu Santo y el Señor (que puede referirse a Dios o a Jesucristo), o también como explicación de que ese Señor de que habla Ex 34.34 es el Espíritu Santo.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*2:14-6:13 Pablo ha relacionado las críticas de los corintios con su ministerio apostólico (2Co 1:12 ss); por ello ofrece una amplia reflexión sobre este último, que le ocupará prácticamente hasta el final de la sección (2Co 7:16).

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_10:4

NOTAS

3:14 Otra traducción: «No se les ha revelado que en Cristo queda abolido (el AT)».

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_10:4

NOTAS

3:14 Otra traducción: «No se les ha revelado que en Cristo queda abolido (el AT)».

Torres Amat (1825)



[5] La capacidad para todo lo bueno o las fuerzas para ello vienen de la gracia de Dios, por los méritos de Jesucristo.

[8] La ley evangélica, que es toda dulzura y amor.

[15] Que les impide ver a Jesucristo en lo que leen.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Otro caso de la variabilidad de las imágenes en Pablo. El velo que comienza tapando la cara de Moisés pasa a cubrir el A. T. y acaba envolviendo el corazón de los judíos.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἡμέρας WH Treg NA28 ] – RP
  • ὅτι WH Treg NA28 ] ὅ τι RP

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a 2Co 4:3

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Mc 4:12 *He 28:27 *Rom 10:4 *Heb 8:13