Ver contexto
Y ahora te ruego, Señora, y no te escribo un mandamiento nuevo, sino el que tenemos desde el principio: que nos amemos unos a otros. (II Juan 1, 5) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

El hilo de las ideas en 2Jn: la verdadera finalidad está expresada en los v. 8 ss (y vivísimamente en los v. 10s). Probablemente, era de temer que los herejes que se han descrito antes, se infiltraran en la comunidad, y por cierto antes mismo de la llegada del «anciano». Y el «anciano» quiere evitarlo por medio de esta carta. En ella pide a los cristianos una repulsa radical de los herejes.

Los versículos que preceden, conducen muy atinadamente hacia esta exhortación o advertencia. En primer lugar, el autor encarece el mandamiento del amor: tal vez porque la unidad sólida de la comunidad es condición absolutamente necesaria para rechazar a los herejes. Después habla de la herejía cristológica. Esta manera de conducir el pensamiento la conocemos ya por la carta primera. Y también aquí hallamos una relación íntima entre el mandamiento del amor y la cristología (o el rechazo de una herejía cristológica).

Estructura de la carta:

Después del saludo inicial (v. 1-3), vemos que en el cuerpo de la carta se tratan dos temas principales:

1. El mandamiento del amor (v. 4-6).

2. La recta confesión de Cristo, por contraste con la doctrina de los «seductores»:

a) Advertencia contra las tesis de los herejes (v. 7-9).

b) Prohibición de dar hospitalidad a los herejes (v. 10-11).

Al final de la carta (v. 12-13), el autor manifiesta su intención de visitar a la comunidad. Saludos finales.

ENCABEZAMIENTO (v. 1-3)

1 El anciano a la señora Electa y a sus hijos, a quienes amo en la verdad, y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, 2 por causa de esta verdad que permanece en nosotros y estará con nosotros para siempre. 3 La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, estarán con nosotros, en la verdad y en el amor.

Versículo 1: en las fórmulas antiguas del estilo epistolar, el nombre del autor -como es bien sabido- aparecía en primer lugar. Sin embargo, el escritor de nuestras cartas segunda y tercera de Juan no menciona su propio nombre, sino que se designa a sí mismo como el presbyteros. Difícilmente se tratará de una denominación que se estaba ya formando en tiempos del Nuevo Testamento, y que se aplicaba al oficio de dirigente («anciano»). En cuanto sabemos nosotros, los presbíteros de los albores del cristianismo eran miembros de un colegio de «ancianos». Mientras que nuestro autor representa, evidentemente, una personalidad destacada, que tiene conciencia de estar en posesión de autoridad extraordinaria. La única razón que explica la omisión del nombre es el hecho de que el término de presbyteros bastaba para que la comunidad a la que iba dirigida la carta y las comunidades -en general- que estaban bajo la esfera de influencia de este hombre, supieran que se trataba de esta figura de singular significación.

Este «anciano» escribe a la señora Electa. Con esto no se designa a una personalidad concreta sino a la Iglesia en general a la que va dirigida la carta. Así se deduce por la cláusula final del v. 13 («te saludan los hijos de tu hermana Electa»). Porque con estas palabras el autor no manda saludos de parte de los hijos físicos de alguna dama cristiana notable, sino de parte de los cristianos de la comunidad en la que él se encuentra a la sazón. Cuando el «anciano» llama «señora» a la comunidad a la que dirige su carta, entonces está reconociendo la dignidad que esa comunidad ha recibido de Dios por su elección. Y tiene conciencia de ser una persona que está al servicio de esa comunidad (que es «señora»).

A los cristianos de esta comunidad destinataria, les escribe el autor diciéndoles que los ama «en la verdad». No se trata de una efusión de sentimientos, sino que, como la denominación de «señora», es expresión de que su relación con estos cristianos lleva la impronta de la conciencia de su fe. La palabra aletheia, que se traduce casi siempre por «verdad», aparece en estos tres versículos, nada menos que cuatro veces. Aquí se trata, precisamente, del concepto rector. No cabe duda de que, en los v. 1b y 2 (y quizás también en el v. 3), encontramos la ya conocida significación joánica de verdad como realidad divina que se revela. Así que este «...a quienes amo en aletheia» no significa sólo: «A quienes amo real y sinceramente», sino que está sonando ya la plena significación joánica: «A quienes amo real y sinceramente, dentro del ámbito de la realidad de Dios que se manifiesta.» El autor se adhiere íntimamente, en la comunión de este amor (agape), a todos los creyentes: «...y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la aletheia». Aunque de hecho el autor piense únicamente en los cristianos que viven en su horizonte, esta expresión del v. 1b presupone la convicción de que la fe en Cristo hace brotar el amor en cualquier comunidad de creyentes, con la que el cristiano tendrá siempre mucho que ver.

El V. 2 responde, en cierto modo, a la pregunta de por qué la agape se dirige en cierto modo a esos cristianos: por causa de la "verdad» (aletheia) como realidad que es de Dios, y que se abre al mundo y «permanece en nosotros». Porque la «verdad», para el cristiano, no es sólo algo externo, no es sólo un objeto del conocimiento, sino que «está» en él y "permanece» en él Sabemos ya, por 1Jn, que la realidad de Dios se revela como amor. Quien, con la fe, entra en la comunión de este amor, «tiene» al Padre y al Hijo (2Jo_1:9; véase 1Jo_2:23); su amor se dirige hacia todos los hombres hacia quienes se vuelve el amor de Dios. La «verdad» «estará por los siglos con nosotros» (= «por toda la eternidad»): he ahí una expresión de seguridad. Si queremos, se trata de una expresión de la seguridad de salvación, de una expresión referida a la comunidad universal, a la Iglesia.

Versículo 3: en esta bendición se incluye a sí mismo el autor («La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios... estarán con nosotros...»). Aquí tenemos la bendición tradicional de los albores del cristianismo, la cual -por la terminación «en la verdad y en el amor» (en aletheia y agape)- adquiere un matiz joánico: la gracia, la misericordia y la paz se conceden a los cristianos dentro del ámbito de la realidad divina que se revela (según Joh_14:6, en Cristo) y dentro del amor que es Dios mismo.

CUERPO DE LA CARTA

Versículos 4-11

1. EXHORTACIÓN AL AMOR FRATERNO (v. 4-6).

4 Me he alegrado mucho, porque he encontrado de entre tus hijos a quienes andan en la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre. 5 Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un mandamiento nuevo, sino el que teníamos desde el principio: que nos amemos unos a otros. 6 Y éste es el amor: que andemos conforme a sus mandamientos. éste es el mandamiento, como lo oísteis desde el principio: que andéis en ese amor.

El autor no comienza inmediatamente exhortando al amor, sino que, en el v. 4, expresa primeramente su alegría de que en la comunidad se dé ya el «andar en la aletheia». Y ésta, como ya sabemos por la carta primera de Juan 129, es objetivamente la agape. Es como si el autor quisiera decir: Entre vosotros existe ya la solidaridad alimentada por la fe en Cristo. Pero hay que estaros dirigiendo ahora y sin cesar, con toda intensidad, la exhortación a este amor fraterno. La exhortación, tan encarecida, al amor ha llegado a hacerse necesaria, evidentemente. Y ha llegado a serlo, sobre todo, por el peligro en que la comunidad se halla, y del que el escritor nos habla en los v. 7 ss (véase más adelante, a propósito de ellos); el haberse entrevistado con algunos miembros de la comunidad destinataria (v. 4) le da ocasión y le facilita la labor de manifestar la súplica de los v. 5s. Seguramente que no se trata tan sólo de un artificio pedagógico muy hábil, para llevar el hilo del pensamiento; sino que debemos suponer que el autor, con sincera participación en el gozo, ve lo que se ha ido formando ya en la comunidad. Y a pesar de ello, o precisamente por ello, se siente impulsado vivamente a consolidar aquella decisión en favor de una agape que no debe jamás decaer. El mandamiento o los «mandamientos» se conciben aquí exactamente igual que en 1Jo_2:7s aunque en la 2Jn se habla de un mandamiento antiguo, y no se denomina «nuevo» como en la primera carta. Los cristianos, desde el principio de su estado de cristianos, tienen ya el mandamiento del amor. Es decir, lo tienen por el primordialísimo amor esencial de Dios y Jesús.

....................

129. Véase 1Jo_1:6s, y 2.10s: véase también 2,6.

....................

2. LA RECTA CONFESIÓN DE CRISTO (v. 7-11).

a) Advertencia contra la tesis de los herejes (v. 7-9).

7 Porque al mundo salieron muchos seductores que no confiesan a Jesucristo que viene en carne. El que eso dice es el seductor y el anticristo. 8 Mirad por vosotros, para no perder lo que habéis adquirido [o aquello por lo cual nosotros nos hemos esforzado], sino para recibir salario completo. 9 Quien se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina, éste tiene tanto al Padre como al Hijo.

Versículo 7: «Al mundo salieron muchos seductores. . .» Se trata de la misma afirmación que en 1Jo_2:18 («muchos anticristos»; la palabra "anticristo» aparece también al final de nuestro versículo 2Jo_1:7) y, más literalmente aún, en 1Jo_4:1 («muchos falsos profetas»). Pero en nuestro texto actual de 2Jo_1:7 hay, además, dos cosas dignas de tener en cuenta, más aún, que llegan incluso a asombrarnos. En primer lugar, el «porque» con el que la afirmación acerca de los numerosos herejes enlaza con la precedente exhortación al amor. Y, en segundo lugar, que el contenido de la fe está formulado en tiempo presente («... Jesucristo que viene en carne»).

«Porque... muchos seductores...»: ¿cómo puede esta cláusula ser la razón de la súplica precedente? Este «porque» se remonta al «Y ahora», del v. 5, según al cual la exhortación a la ágape es tan urgente precisamente en estos instantes. Y lo es, ni más menos, porque existen estos seductores que añaden la mentira ética a la mentira cristológica. O, dicho más exactamente: en ellos puede observarse tanto la negación de Jesucristo encarnado como la falta de ágape. Y nuestro autor, con su penetrante mirada teológica, ve la conexión íntima entre estas dos realidades. Ve que la negación del amor de Dios -amor que se mostró en la muerte real de Jesús- priva de su base a la ágape radical, tal como Dios la quiere, y tal como nuestros semejantes la necesitan 130.

Con respecto a la formulación en presente del contenido de la confesión («Jesucristo que viene en carne»), nosotros esperaríamos escuchar, como en 1Jo_4:2, la forma de pretérito («Jesucristo venido en la carne»). El hecho de que aquí, en vez de eso, figure el presente, no se debe seguramente a la casualidad, sino que está señalando que la encarnación de la «Palabra de la vida» (1Jo_1:1) tiene significación permanente. Ahora bien, ¿cómo entiende esto el autor? Aquí podrán servirnos de ayuda los discursos de despedida que leemos en el Evangelio de Juan. Según Joh_14:18, dice Jesús: «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.» Se piensa en la venida de Jesús por medio del Espíritu Santo, venida que es realidad presente en el tiempo de la Iglesia. Sobre este trasfondo, el texto de 2Jo_1:7 es, seguramente, una indicación de que la venida del Jesús que vive ahora, su venida desde el Padre tiene estructura encarnatoria. También Jesús glorificado, según lo entiende san Juan, sigue estando "en carne». él es todavía la persona individual que está «exaltada» en la cruz y que conserva las llagas de la muerte (véase Joh_20:25 ss).

Jesús no sólo vino antes «en carne». Sino que su encarnación sigue actuando a través de la acción y de la vida de la comunidad de sus discípulos. No sólo entonces vino Jesús «en carne» a las gentes de Palestina. Sino que también viene a nosotros, no sólo con alguna mística pneumática, sino «en carne»: en la Iglesia, en la cual lo humano está indisolublemente unido con lo divino: hombres que se hallan «en carne» son los instrumentos del Kyrios Jesús (véase: Luk_10:16; Rom_15:18s). Si algo hay irrenunciable en el concepto católico de Iglesia, es el «sí» pleno al principio encarnatorio, incluso en lo que se refiere al tiempo actual.

Además, la frase que nos habla de que Jesús viene actualmente, podría ser una alusión a la eucaristía. En efecto, en este sacramento se concreta la venida de Jesús por medio del Espíritu, la venida a la que se refiere Joh_14:18 132,

Versículo 8: el texto se ha transmitido en dos variantes, las cuales están -ambas- bien atestiguadas y tienen buen sentido: «... para no perder lo que habéis adquirido...», o «... para no perder aquello por lo que nosotros nos hemos esforzado» 133. Esta advertencia pretende dar énfasis a lo que se dice en el siguiente versículo 9. El que no se atiene a la regla allí señalada, está poniendo en peligro el fruto de su propio compromiso de fe o el fruto del esfuerzo misionero que le ha llevado a la fe.

Versículo 9: esta proposición tiene un claro paralelismo con 1Jo_2:23 (véase el comentario de este lugar). El que «permanece en la doctrina» (2Jo_1:9) o «confiesa al Hijo» (1Jo_2:23), ése atiende» al Padre y al Hijo. El que no permanece en la doctrina y rechaza al Hijo, ése «no tiene» a Dios, no tiene comunión con Dios. Una novedad con respecto a este sentido de 1Jo_2:23, la tenemos en el comienzo de la proposición: El que «no permanece en la doctrina» es alguien que "va más allá», que se excede, que «se propasa».

Evidentemente, aquí se pone en guardia contra la tendencia de los gnósticos a no hacer caso de la doctrina de la Iglesia y a «no permanecer en ella», y a lanzarse a especulaciones «pneumáticas» completamente nuevas.

....................

130. Véase GAUGLER, 286: "Evidentemente, los adversarios trataron también de socavar el mandamiento del amor. El espiritualismo de la gnosis no conoce tampoco una verdadera encarnación del amor. El mensaje de la encarnación no es sólo una idea, sino la expresión central de la manera como se redimió al mundo.»

132. Esta hipótesis podría encontrar apoyo en una comparación con 1Jo_5:6-8, donde se habla de la venida de Jesús con su don de salvación, y donde -en 5,8- se habla de la eucaristía. Véase antes, el comentario a 1Jo_5:6-8. 133. Véase 1Jo_1:4, donde -de manera análoga- se puede hacer referencia tanto al gozo de los testigos («nuestro gozo") como también (y esto es más probable) al gozo de los cristianos a quienes se dirige la palabra ("vuestro gozo") .

....................

b) Prohibición de dar hospitalidad a los herejes (v. 10-11).

10 Si alguno viene a vosotros y no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa ni lo saludéis. 11 Pues el que lo saluda, se hace solidario de sus malas obras.

Esta actitud inauditamente dura contra los herejes está condicionada, ¡qué duda cabe!, por la época: los adversarios gnósticos representaban tal peligro mortal para las comunidades cristianas, que -según la opinión del autor de nuestra carta- sólo la más estricta separación de ellos podía salvar la sustancia de la fe. El saludo que aquí se prohíbe, es más ciertamente que una ceremonia de cortesía. Significa ya el entrar en comunión: en abierta comunión eclesial. Ahora bien, esta cruda prohibición de toda relación humana ¿está únicamente condicionada por la época o tiene también alguna significación para los cristianos de hoy día? Con respecto a esta pregunta, vamos a exponer específicamente nuestro punto de vista (véase mis adelante, Para la meditación).

CONCLUSIÓN DE LA CARTA Versículos 12-13

12 Aunque tengo mucho que escribiros, no he querido hacerlo con papel y tinta, sino que espero ir a veros y hablaros de viva voz, para que vuestro [o nuestro] gozo sea completo. 13 Te saludan los hijos de tu hermana Electa.

Versículo 12: este versículo acentúa que no se ha dicho, ni de lejos, todo lo que el autor querría escribir a la comunidad. Pero quiere hacerlo a través de un contacto personal «para que vuestro 134 gozo sea completo». Aquí no hay ninguna oposición al uso que de esta expresión se hace en 1Jo_1:4, sino que, tanto en un pasaje como en el otro, el gozo se suscita y se hace pleno por medio de la predicación. El autor no quiere decir aquí que la nota personal de hablar de viva voz (cara a cara) sea algo que colme el gozo, sino que lo que colma el gozo es el contenido de esa conversación personal. Y el contenido de esta conversión, como lo indican los v. 4-11, es el mismo que el de 1Jn: el mensaje acerca de la ágape de Dios encarnada en Jesús.

....................

134. Una variante textual, que está igualmente bien atestiguada, ofrece aquí la lectura «nuestro", aunque -lo mismo que en 1Jn 1,4- debemos preferir "vuestro».

....................

Para la meditación de 2Jn

La intención con que el autor escribe a sus lectores de entonces, puede transmitirse al cristiano de hoy día en los siguientes puntos (entre otros). Vamos a mencionar aquí, principalmente, ideas de 2Jn que no aparecen, o no aparecen en forma tan característica en la carta primera de Juan.

Con respecto al saludo inicial (v. 1-3): semejante texto, una vez actualizado, suscitará una postura de fe ante nuestros hermanos cristianos y fomentará la intercesión. Hará que conozcamos por la fe el dominio soberano que a una comunidad cristiana le corresponde como «señora» por su sujeción a Jesús y a Dios (véase 1Co_3:21-23), y que sepamos que la realidad de Dios (aletheia), realidad que, por medio del Espíritu, «permanece» en nosotros y se nos revela, nos impulsa a la ágape, sincera alegría compartida por todo lo que es conforme a Cristo y que podemos hallar en nuestros hermanos cristianos (v. 4). A propósito de los versículos 5 y 6, véanse nuestros comentarios sobre 1Jo_2:7s.

Pero, sobre todo, hemos de hablar aquí de los versículos que constituyen lo característico de la carta, y que nos dificultan mucho la meditación, más aún, nos la hacen -al parecer- imposible: la exhortación (con matices tan conservadores) a permanecer en la doctrina de Cristo, y la advertencia de que no nos «propasemos», y sobre todo la prohibición -apenas comprensible para nosotros- del contacto personal con los herejes. Punto de partida para esto ha de ser el v. 8: la idea de que puede perderse lo que a uno se le ha concedido gratuitamente (por el trabajo de los maestros en la fe y por la propia aplicación).

A propósito del v. 9: si aquí lo de «propasarse» hubiera que entenderlo en el sentido de progresar, de conseguir sencillamente un progreso en la fe, entonces esta proposición sería inaceptable para nosotros. Sin embargo, lo «único» que esta proposición pretende decir es que el pensamiento teológico puede equivocarse, que hay una barrera que no debemos traspasar en el campo de la especulación teológica (en este caso, en el campo de la especulación cristológica). Y estos límites, la proposición los fija allá donde a lo sumo deben estar, porque de lo contrario se violaría o se eliminaría lo que es irrenunciable. Porque el «propasarse» de los gnósticos es algo que rompe la continuidad con el Jesús real, que vino y que viene «en carne». Y precisamente aquí, en esta declaración del v. 7 sobre el contenido de la confesión, hay que ver la frontera de cuya observancia depende todo: la frontera más allá de la cual se rompe la continuidad con este Jesús real y con la doctrina que hemos recibido de él mismo (v. 9). Porque, cuando se sobrepasa esa frontera, queda destruida la comunión con Dios y con Jesús.

Así, pues, contra las apariencias, no se trata en 2Jo_1:9 de una postura integrista, de un rígido aferrarse a formas y formulaciones periféricas, sino del núcleo -absolutamente decisivo- del cristianismo.

Muchas cosas de la doctrina de la Iglesia, que hasta ahora habían parecido inmovibles, están hoy día en movimiento. Así lo observamos precisamente en el Nuevo Testamento: hoy día no podemos ya entender cada frase de la Sagrada Escritura como una especie de dogma formulado desde el cielo. Sabemos que bastantes palabras de Jesús reflejan la convicción de fe de la comunidad posterior, y que no cada rasgo de los relatos de los Evangelios es histórico en el sentido en que lo son los reportajes de hechos. Entonces surge la pregunta: ¿Dónde está la frontera? ¿No nos veremos inundados, si rompemos los antiguos diques de contención?

Este peligro se da únicamente cuando no tenemos en cuenta la doctrina de estos versículos de 2Jn: cuando no creemos realmente en la irrupción de Dios dentro de la esfera de la "carne». Ahora bien, si creemos en la encarnación de la vida eterna en Cristo, entonces podremos no entender literalmente esto o aquello. Nosotros sabemos que la persona de Jesús y su actuación no podemos reducirlos a la medida de la persona y actuación de un simple hombre. Sabemos que no debemos tomar como norma lo que, en otros casos, podríamos considerar como posibilidad humana. No debemos decir, en el caso de Jesús: puesto que no es seguro, en cada punto, que lo relatado deba entenderse literalmente, entonces podemos eliminar radicalmente de estos relatos todo lo que pudiera significar una irrupción de Dios en este mundo. Porque entonces seríamos como los herejes de 2Jn: seríamos personas que no confiesan que Jesucristo ha venido y viene en carne. Entonces, lo mismo que esos herejes, pondríamos nosotros en tela de juicio el que la irrupción de Dios haya tenido lugar por medio de un hombre real. La fe no debe asegurarse a partir de puntos periféricos de la doctrina (por ejemplo, por relatos aislados de los Evangelios), sino a partir de lo que constituye su mismo centro.

El escándalo que nos suscitan los v. 10 y 11 es más duro aún. Al prohibir toda comunicación con los herejes, el autor no se interesa por la cuestión de si tal o cual persona puede estar de buena voluntad, en el sentido en que nosotros la entendemos. No le interesa saber si como personas individuales son disculpables o no. Parece que aquí hallamos un pensar dogmático muy endurecido, un dibujar a los hombres con los meros colores del blanco y negro, un encasillar a las personas o en la luz o en las tinieblas. Tal como están ambas proposiciones de los v. 10s, no podemos aceptarlas para nosotros mismos. Pero tales proposiciones, ¿no nos prestan también un servicio, aunque sólo sea como señales de peligro que brillan estridentemente? ¡Es tan fácil «aguar» el Evangelio y quitarle todo su filo! ¡Y, es tan difícil y casi imposible retenerlo adecuadamente con nuestras propias fuerzas, que necesitamos estas señales de alerta! El que elimina 2Jo_1:10s, se ve obligado quizás a excluir también frases del Señor como «El que ama a su padre o a su madre más que a mí...» (Mat_10:37; véase la redacción, todavía más dura, en Luk_14:26). Claro está que proposiciones como las de 2Jo_1:10s no podemos dirigirlas hoy día contra los cristianos protestantes. Pero ¿no tendríamos que dirigirlas contra un reblandecimiento y destrucción gnóstica o racionalista de la fe en Cristo, que existe también hoy día, tal vez en el sentido de que a Jesús debe reducírsele al plano de un fundador de religión (aunque especialmente significativo para el espacio de nuestra historia del espíritu)? Ahora bien, sabemos que, aun en tales casos, hemos de distinguir entre el error y los que yerran. Y, por tanto, no podemos romper el contacto humano con las personas que, según nuestra convicción, están en el error. Hoy día conocemos además el fenómeno de los llamados "cristianos marginales», que sólo se consideran capaces de «identificarse parcialmente» con la Iglesia y con su fe, y que no por eso deben ser considerados como parias.

Tal vez nos ayude, además, la observación de que en 2Jn se dirige la palabra a toda la comunidad. Se trata, pues, de la decisión oficial de la comunidad eclesial. Y el saludo, según se ofrezca o se rechace, significa -en consecuencia- la afirmación o la negación de la comunión eclesial 135, Y aquellos a quienes esta comunión eclesial ha de negárseles son -tengámoslo bien en cuenta- misioneros gnostizantes. Por consiguiente, en lo que se refiere al comportamiento de cada cristiano individual con cada uno de los adeptos de la gnosis, no se pueden sacar conclusiones para nosotros, aunque hemos de conceder que, según lo entiende el autor, las relaciones humanas de cada cristiano individual se han de ver afectadas por este rechazo radical 136.

De estas proposiciones solamente podremos sacar algo, sólo podremos aprender algo de ellas, cuando nosotros (como el autor) afirmemos la unidad de la fe y del amor como presupuesto absoluto para nuestra vida cristiana. Cuando se pone en tela de juicio esta unidad, cuando alguno quiere arrebatárnosla, entonces se exige de nosotros la incondicional voluntad de legítima defensa: ciertamente, no en las formas condicionadas por la época y con el contraste entre blanco y negro que vemos en el autor, formas y contraste que nosotros no podemos hacer nuestros. Esta voluntad radical de no renunciar a lo absolutamente decisivo y de no ponerlo en tela de juicio, es la exhortación que se desprende para nosotros de estos versículos.

....................

135. Véase GAUGLER, 288: «Una Iglesia que no puede ya separar, no puede ya tampoco unir realmente con la vida."

136. El pasaje de 1Co_5:9-13 es útil para nosotros como analogía. En él se hace distinción clara entre las relaciones humanas y el comportamiento de la comunidad eclesial.

....................

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo Único.

Encabezamiento, 1-3.
El encabezamiento de la carta se adapta perfectamente al modelo usual de las epístolas cristianas. Esta 2 Jn sigue el modelo paulino, cambiando únicamente el título de apóstol por el de Presbítero. La epístola va dirigida a la señora Electa y a sus hijos, es decir, a una iglesia del Asia Menor.

1 El presbítero, a la señora Electa y a sus hijos, a los cuales amo en la verdad; y no sólo yo, sino también cuantos conocen la verdad, 2 por amor de la verdad, que mora en nosotros y con nosotros está para siempre. 3 Con vosotros sea la gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, en la verdad y en la caridad.

El autor de la 2 Jn se llama a sí mismo el Presbítero. El artículo indica que el que llevaba este nombre era una persona bien conocida y reverenciada por los lectores: era el Presbítero, el Anciano, por excelencia. El servirse de este seudónimo para no revelar su propio nombre es una nota que conviene perfectamente a San Juan Apóstol, que en el cuarto evangelio siempre se designa con el apelativo de el discípulo a quien Jesús amaba. Quien dice presbítero no significa que quiera designar necesariamente un apóstol, pero tampoco lo excluye, pues San Pedro se llama a sí mismo copresbítero l. En los Padres apostólicos, el título ðñåóâýôåñïò es característico para designar a los jefes espirituales de la comunidad (sacerdotes y a veces obispos). En esta designación interviene mucho menos la edad que la autoridad. De igual modo, el título de el Presbítero por excelencia dado al apóstol San Juan provenía más bien de su extraordinaria autoridad que de su ancianidad.
San Juan escribe a la señora Electa y a sus hijos (v.1). Esta dirección constituye un título de honor y de cortesía, que se encuentra en los papiros en el encabezamiento de cartas dirigidas a mujeres. En la 2 Jn este título probabilísimamente no se refiere a una persona determinada, sino que es un símbolo para designar una iglesia del Asia Menor. El significado colectivo de este apelativo se deduce del hecho de que San Juan se dirige a esta señora tanto en singular como en plural (v.12-13). Los hijos de esta señora son amados por todos aquellos que han conocido la verdad (v.1-2). El precepto que ella recibe de la caridad fraterna es el precepto dado a todos los cristianos de amarse los unos a los otros (v.5). El apóstol exhorta a los hijos de la Electa, es decir, a los fieles, a precaverse contra los peligros de los falsos doctores (v.7.5ss). Una hermana de la Electa es llamada también la Elegida o Electa (v.15). El apóstol San Pedro también llama a la iglesia romana la Coelecta 2.
La personificación de Jerusalén y del pueblo de Israel bajo la figura de una mujer es frecuente en los profetas 3. También en el Apocalipsis están personificadas las siete iglesias o comunidades del Asia Menor 4; y la Iglesia en su totalidad está personificada en, la mujer vestida de sol5.
El apóstol de la caridad comienza expresando el amor sincero que tiene a la señora Electa y a sus hijos: la ama en la verdad cristiana, en Cristo6. Este amor en la verdad sería semejante al amor en Cristo Jesús de San Pablo 7. Sería un amor auténtico, un amor santo, que une entre sí a todos los hijos de Dios 8. San Juan les quiere decir que los ama profundamente. Se trata, por consiguiente, de un amor propiamente divino, pero humanamente asimilado por el apóstol. Este ama a los fieles en Dios 9, y, sin embargo, es él mismo el que ama 10. Y este amor se lo tienen todos cuantos conocen la verdadt es decir, todos los cristianos que han llegado a conocer a Dios con un conocimiento vital, de comunión íntima con la Verdad.
La razón profunda de este amor es la verdad que mora en nosotros (v.2). La verdad es considerada como un huésped, o mejor, como un principio activo que permanece en el alma, como la palabra de Dios en 1Jn_2:14. La verdad casi personificada de que nos habla el apóstol parece identificarse si nos atenemos a lo que dicen algunos autores con el Espíritu Santo, que mora en nosotros n y es también Espíritu de verdad 12. Sin embargo, parece más probable que la verdad de este versículo haya que identificarla con la doctrina de Cristo. Mientras que la verdad revelada por Jesucristo permanezca en el cristiano, éste se conservará unido a Dios.
La presencia de la verdad en el fiel, o la inhabitación del Espíritu Santo, verdad divina, en el alma del cristiano, atraerá sobre él toda clase de dones. Esos dones están resumidos en un trinomio: gracia, misericordia y paz (v.3). La gracia no es la alegría que los griegos deseaban en el saludo, sino la gracia en el sentido general de favor divino. La misericordia designa la disposición benévola de Dios hacia nosotros, pobres pecadores; e implica también el perdón divino de nuestras faltas y el auxilio que Dios otorga a los cristianos en sus necesidades espirituales y temporales. La paz no es sólo el saludo semítico, sino que supone mucho más: implica los bienes mesiánicos que Cristo nos vino a traer, especialmente el don de la reconciliación que Jesucristo nos mereció con su muerte, y que el mundo no puede dar 13. Esta reconciliación con Dios confiere al Cristiano una gran seguridad sobrenatural en medio de las pruebas de este mundo. La paz que Cristo nos ha traído del Padre es algo que el mundo no conoce 14.
Todos estos dones nos vienen de Dios Padre y de Jesucristo, su Hijo. Esta fórmula expresa claramente la consubstancialidad de las dos personas divinas. Por eso escribe muy bien San Beda: Juan. atestigua que también de Cristo, como de Dios Padre, proviene la gracia, la misericordia y la paz, y para demostrar que es igual y co-eterno al Padre, dice que cuanto puede dar el Padre puede darlo también el Hijo15. Las palabras de San Juan parecen como un eco del sermón de la última cena, en que Jesús anunciaba que El y el Padre enviarían al Espíritu Santo 16. San Juan enseña en varios lugares que el Padre envió a su Hijo al mundo para darnos la verdad y la vida 17 y para 'ser propiciación por nuestros pecados 18. Los dones que el Padre comunica a los fieles por medio del Hijo crecen y se expansionan en la vida de los cristianos por el ejercicio de la fe y de la caridad: en la verdad y en la caridad 19.



Exhortación a la caridad fraterna, 4-11.
4 Mucho me he alegrado al saber que tus hijos caminan en la verdad, conforme al mandato que hemos recibido del Padre. 5 Ahora te ruego, señora, no como quien escribe un precepto nuevo, sino el que desde el principio tenemos, que os améis unos a otros; 6 y ésta es la caridad, que caminemos según sus preceptos. Y el precepto es que andemos en caridad, según habéis oído desde el principio.7 Ahora se han levantado en el mundo muchos seductores, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Este es el seductor y el anticristo. 8 Guardaos, no vayáis a perder lo que habéis trabajado, sino haced por recibir un galardón cumplido. 9 Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo. 10 Si alguno viene a vosotros y no lleva esa doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis, n pues el que le saluda comunica en sus malas obras.

El apóstol manifiesta su alegría por haber encontrado (åõñçêá) 20, en Efeso o durante sus peregrinaciones apostólicas, fieles de la Iglesia a la cual escribe que caminan en la verdad (v.4). San Juan se regocija, porque la fidelidad de éstos le permite juzgar de toda la comunidad. No es un reproche, sino más bien una alabanza. Caminar en la verdad es un hebraísmo que significa vivir según los mandamientos 21. Esos cristianos conforman su conducta a la doctrina evangélica y al mandato que hemos recibido del Padre (v.4) 22, que comporta la creencia en Jesucristo y la práctica de la caridad fraterna.
El precepto de la caridad fraterna no es recomendado como una cosa nueva, sino como un recuerdo de la catequesis tradicional (v.5). Es el gran mandamiento que ellos han recibido desde el principio de su iniciación en la religión cristiana. Las expresiones que emplea San Juan y la doctrina son las mismas que encontramos en 1Jn_2:7. Después de hablar en general de caminar según los preceptos del Señor, el apóstol los resume todos en el gran precepto de la caridad (v.6). El amor se prueba con la observancia de los preceptos. La expresión y ésta es la caridad puede referirse al versículo precedente y a 1Jn_5:2, en cuyo caso la caridad es el amor del prójimo. En cambio, si tenemos presente su semejanza con 1Jn_5:3, parece más bien referirse al amor del cristiano hacia Dios. Tal vez se refiera a ambos, y quiera designar de un modo general la esencia del amor, la participación de la caridad misma de Dios 23, propia de todos sus hijos, y que constituye el alma misma de la vida cristiana 24.
Si el amor auténtico y .religioso sé manifiesta en la fidelidad al conjunto de los preceptos del Señor, existe un mandamiento excepcional, esencial, predominante, al cual todos los demás se refieren, el de amar a su prójimo. San Juan repite la enseñanza de su primera epístola: es sobre todo amando a sus hermanos como se prueba el amor que profesamos a Dios, y en primer lugar que somos sus hijos. 25
Lo que hace más urgente la exhortación a la caridad es la presencia de seductores en la comunidad cristiana. Estos negaban que Jesucristo fuese el verdadero Hijo de Dios, encarnado y muerto por los hombres (v.7) 26. Negando la encarnación, desconocían el amor que Dios había manifestado a los hombres. Amor que es la fuente y el modelo del que nosotros hemos de profesar a nuestros hermanos 27. San Juan considera la caridad como inseparable de la verdadera fe. Los herejes son los mismos ya denunciados en 1 Jn y que allí llamaba seudoprofetas 28. Sin embargo, el apóstol en su primera epístola consideraba la encarnación como un hecho acaecido en el pasado 29; en cambio, en esta segunda epístola la considera como actual y permanente: la unión del Verbo con la naturaleza humana es un hecho que permanece 30. Los falsos doctores constituyen colectivamente el anticristo: Este es el seductor y el anticristo, que ya desde ahora ejercita su influjo satánico sobre el mundo. El artículo delante de seductor y de anticristo indica que se trata de un personaje conocido. En 1Jn_2:18 llamaba a los seudoprofetas anticristos. éstos seducían lo mismo que el anticristo de 2 Jn, pues ambos representan un mismo personaje escatológico, que ya está actuando entre los hombres por medio de sus secuaces.
El error es tan engañoso, que el apóstol exhorta a los fieles 31 a mantenerse en guardia para no dejarse arrastrar por él. Porque en caso contrario perderían lo que han ganado con tanto trabajo (v.8). La vida del cristiano supone trabajo y renuncia, que delante de Dios le merecerán un gran galardón 32. Los cristianos que permanezcan fieles hasta el final en la fe recibida de los apóstoles y no sacrifiquen absolutamente nada de ella, obtendrán una recompensa plena. Por el contrario, el que se deja llevar por el error habrá trabajado en vano 33. El galardón cumplido es la vida eterna, que Dios ha prometido a los que le sean fieles 34. Si la vida eterna es llamada galardón, recompensa, salario, esto quiere significar, que los justos, por medio de las obras buenas hechas en gracia, la pueden realmente merecer.
Ante todo, es necesario permanecer en la doctrina tradicional, es decir, en la enseñanza dada por los apóstoles. Cuando se pretende poseer como hacían los seudoprofetas- una revelación más perfecta, una gnosis más sublime, con el propósito de apartarse de la enseñanza de la Iglesia, se demuestra que no se tiene a Dios, que no se permanece en la comunión vital con Dios. La doctrina de Cristo (v.9) es la que Jesús predicó y confió a sus apóstoles 35, o también la doctrina referente a Cristo, es decir, la que reconoce en Cristo al Hijo de Dios 36. En el cuarto evangelio, San Juan presenta a Cristo hablando de su doctrina 37, y a Caigas preguntando a Jesús por su doctrina 38. El que, por el contrario, permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo; o sea, está en comunión vital con el Padre y el Hijo 39. Con esta afirmación, San Juan quiere enseñar e inculcar que la comunión vital con Dios sólo se alcanza por el Hijo 40.
En aplicación de la advertencia dada en el v.8, el apóstol establece una regla de conducta: cuando algún predicador viene a casa de algún fiel y no confiesa que Jesús es el Hijo de Dios encarnado y muerto por los hombres, San Juan manda al cristiano no recibirlo en casa ni saludarlo (v.10-11). Estas severas palabras del apóstol hay que entenderlas a la luz del ambiente oriental. Entre los orientales, el saludo no era un simple signo de urbanidad, al estilo moderno, sino que era una señal de simpatía, : de solidaridad y de familiaridad. La hospitalidad tampoco era un simple acto de cortesía o un medio de lucro, como sucede hoy día, sino un deber sagrado, un acto de caridad41, una verdadera demostración de solidaridad para con el huésped. Sin embargo, en nuestro caso, una tal demostración de simpatía y de solidaridad para con los falsos doctores constituía un grave peligro para la fe. El contacto con ellos podía ser motivo de seducción para los fieles. La prohibición de tener contacto con los herejes y con los falsos hermanos es bastante común en la Iglesia primitiva 42. El mismo San Juan rehuía todo contacto con los herejes. San Ire-neo43 narra cómo el apóstol puso en práctica dicha advertencia al encontrarse una vez con Cerinto: Juan, el discípulo del Señor, habiendo entrado en el baño en Efeso y habiendo visto allí a Cerinto, diose prisa a salir de allí sin bañarse, diciendo: Huyamos, no sea que el baño se hunda por encontrarse en él Cerinto, el enemigo de la verdad. Y el mismo Policarpo, encontrándose un día con Marción, éste le preguntó: ¿No me reconoces? Y el Santo le respondió: Reconozco en ti al primogénito de Satanás. San Ignacio de Antioquía también aconseja a los cristianos huir el contacto con los falsos maestros 44.
El que recibe y saluda a los herejes en el sentido indicado más arriba se hace cómplice de sus malas obras. Se solidariza (êïéíùíåß) con los males de otro, comunica en sus perversas obras (v.11). De ahí que el apóstol se esfuerce por librar a los cristianos del peligro de contaminación que les amenazaba.
Lo que San Juan dice de los herejes podemos extenderlo a los malos amigos, a los libros y periódicos que constituyen un peligro para la fe y para las buenas costumbres45.



Conclusión, 12-13.
12 Mucho más tendría que escribiros, pero no he querido hacerlo con papel y tinta, porque espero ir a vosotros y hablaros cara a cara, para que sea cumplido nuestro gozo* 13 Te saludan los hijos de tu hermana Electa.

El apóstol explica por qué no les escribe más, aunque tendría muchas más cosas que decirles. Pero las deja para su próxima visita, en que les podrá ver y decírselas de viva voz (v.12). Su visita les proporcionará mayor alegría que una larga carta. El encuentro del apóstol con sus fieles será motivo de gozo recíproco. San Pablo también deseaba ver a los romanos para consolarse con ellos por la mutua comunicación de nuestra común fe. 46
San Juan concluye la carta enviando saludos a la señora Electa de parte de los hijos de su hermana, llamada también Electa (v.13). Los hijos representan los miembros de la iglesia la Electa, madre de esos fieles desde donde escribía el apóstol, probablemente Efeso. Si San Juan no manda su saludo personal, es porque él mismo se incluye entre los miembros de la iglesia.

1 1Pe_5:1. 2 1Pe_5:13. 3 Os 2; Isa_49:22; Isa_49:54; Jer_4:30; Jer_6:2; Eze_16:23, etc. 4 Ap 2-3. 5 Ap 12. 6 Cf. J. Bonsirven, O.C. p.283. 7 Gf. Rom_16:3.7.10. 8 Cf. 1Jn_5:1-2. 9 1 Jn 4:21-5:1. 10 C. Spicq, Ágape III p.30Q- 11Jn_14:17; 1Jn_15:26. 12x Jua_14:17; 1Jn_5:6. 13Jn_1:14 :27. 14 Jua_14:17; Jua_16:33. 15 San Beda: PL 93:121. 16 Jua_14:26; Jua_15:26. 17 Jua_1:17; 1 Jns,12. 18 1Jn_2:2. 19 Cf. I. De La Potterie, L'arriére-fond du théme johannique de la venté: Studia Evangélica P-285. 20 Nácar-Colunga traduce: a? saber que (liter. es: encontré). 21 Cf. 1 Jn i;6-7; 1Jn_2:6-11. 22 Cf. Jua_10:18; Jua_12:49; Jua_12:14:31; Jua_15:10. No se trata de un precepto dado individualmente en forma cíe inspiraciones interiores, sino de un mandamiento inculcado externamente a todos ios cristianos. ' 23 1 Jn4:7; Jn 17:26- 24 Jua_17:26. Cf. C. Spicq, o.c. p.510. Los críticos discuten sobre la frase åí áýôç del final del v.6. Para unos se refiere al precepto. Y la traducción sería: Este es el precepto, que caminéis en él (Vulgata, Brooke, Büchsel, De Ambroggi). Charue adopta la lección más fácil de BLP: êáèþò. ßíá åí áõôÞ.: Tal es el mandamiento, que, así como habéis aprendido desde el comienzo, marchéis por él. El sentido es excelente, pero el texto no es seguro. Parece mejor referirse åí áÏôÞ = en él, al amor, pues estos versículos tratan del amor: Este es el precepto., que caminéis en el amor. 25- C. Spicq, o.c. p.511. 26 Cf. 1Jn_4:2. 27 Cf. 1Jn_4:7.955. 28 1Jn_4:1 29 1Jn_4:2. 30 El participio presente åñ÷üìåíïí que viene, indica que San Juan considera la encarnación de Cristo como presente y actuando en la Iglesia y en los cristianos. 31 El plural indica que el apóstol se dirige a la comunidad. 32 Mt 12:49; Jua_4:36. 33 Gal_3:4; 1Co_15:2; cf. Mat_10:42; Me 9:41. 34 Cf.Jn6:27; 1Jn_2:25. 35 Jua_7:16; Jua_18:19; 1Jn_2:22. 36 A. Charue, o.c. p.558. 37 Jua_7:16. 38 Jua_18:19. 39 cf. 1Jn_2:22s;'4:2s. 40 Cf. 1Jn_2:23; 1Jn_5:12. 41 Cf. Rom_12:13; 1Ti_5:10; Heb 13:1-2: 1 Pe 4,0. 42 Cf. Jud_1:23. 43 Adv. haer. 3:3:4: PG 7:853. 44 San Ignacio Ant., Ad Eph. 7:1; 8:1; 9:1; Ad Smirn. 4:1; 5:1; 7:2. 45 De Ambroggi, o.c. p.283. 46 Rom_1:12


Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


36 (I) Fórmula introductoria (w. 1-3). 2 Jn refleja el estilo epistolar cristiano en su saludo inicial, «La gracia, la misericordia y la paz... de parte de Dios Padre y de Jesucris(-)to...». Sería más propio de la tradición joánica Utilizar un condicional de deseo en lugar de la afirmación de 2 Jn (? Cartas del NT, 45:6). 1. presbítero: Resulta difícil determinar si el tér(-)mino presbyteros (anciano) designa o no el cargo eclesial de cabeza de la iglesia local ca(-)racterizado por la autoridad doctrinal, que ha(-)llamos documentado en algunas de las comu(-)nidades cristianas de Asia Menor en esta época (p.ej., 1 Tim 5,17; Tit 1,5; 1 Pe 5,1). Si 2 Jn fue escrita por el autor de 1 Jn, entonces son un grupo de testigos autorizados, y no un individuo, quienes detentan la autoridad doc(-)trinal y actúan como garantes de la tradición en la comunidad. «Anciano» podría ser un tér(-)mino usado de forma genérica para designar a los miembros de este grupo, a la «señora elegi(-)da» y a sus hijos: Se trata de una expresión que designa de modo colectivo a los miembros de la iglesia a quienes se dirige la epístola. Para el término «elegido» como designación de los cristianos véase 1 Pe 1,1. 1-2. a quienes amo en la verdad... la verdad que permanece en noso(-)tros: La ampliación del saludo con los motivos del amor y la verdad que residen para siempre en la comunidad introduce el tema de la epís(-)tola: el rechazo de los maestros disidentes. Al(-)gunos exegetas identifican aquí una alusión a la acción del Espíritu que guía a la comunidad (cf. Jn 14,16; 1 Jn 4,6).

37
(II) Cuerpo de la epístola (w. 4-11). Se alude a 1 Jn con relación a las condiciones necesarias para vivir como hijos de Dios: «per(-)manecer» en Dios (w. 1.2.4.9); obedecer el mandamiento del amor (w. 5-6); evitar a los seductores y a los que se asocian con «el mun(-)do» (v. 7). Los únicos elementos nuevos son las medidas recomendadas contra los disidentes.

38
(A) Fidelidad de los destinatarios de la epístola (w. 4-6). Una captatio benevolentiae previa a la exposición del tema central. El uso del lenguaje tradicional del amor pu(-)diera tener como finalidad distanciar la posi(-)ción del presbítero de las desviaciones de los que han abandonado la comunidad.
(B) Advertencia contra los disidentes (w. 7-9). La caracterización de los disidentes co(-)mo aquellos que se han pasado al mundo, como anticristos y como personas que no re(-)conocen que «Jesucristo ha venido en la car(-)ne», es paralela a la descripción en 1 Jn 4,1-6. 9. todo el que va más allá y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios: Nos halla(-)mos ante la única instancia de proagein, «ir más allá», «progresar», «avanzar», en los es(-)critos joánicos. Quizás refleje la forma en que los disidentes caracterizaban su doctrina, doc(-)trina de Cristo: Aunque didaché designa las enseñanzas de Jesús en Jn 7,17.19; 18,19, el sentido de la expresión parece ser aquí las en(-)señanzas sobre Cristo, la confesión verdadera transmitida por los auténticos testigos de la tra(-)dición. Los exegetas que consideran que la expresión se refiere a las enseñanzas que pro(-)ceden de Cristo enfatizan la función del Es(-)píritu/Paráclito como presencia de Jesús en(-)tre los cristianos y maestro de su doctrina (Jn 14,16.26).
(C) Actitud que se debe adoptar ante los disidentes (w. 10-11). 10. no lo recibáis en ca(-)sa ni lo saludéis: Se trata de un boicot contra los predicadores disidentes a quienes el presbítero considera una verdadera amenaza para las otras comunidades, y no simplemente un gru(-)po de hermanos que se han separado. Los predicadores de este grupo quizás caracterizaban su doctrina como verdadera tradición joánica. 11. comparte sus malas obras: El vb. koinónein, «compartir» recuerda koinónian echein, «con(-)fraternizar, tener comunión» (1 Jn 1,3-7). En el lenguaje propio de las asociaciones misioneras de la época, se consideraba que los todos los miembros de la asociación «compartían» los frutos de la misma (cf. Flp 1,5-7). La hospitali(-)dad ofrecida a los misioneros itinerantes era un factor crucial para mantener la unidad de las comunidades joánicas. Los que prestan ayuda a los disidentes participan de unas obras que, al igual que las obras de Caín, pertenecen al maligno (1 Jn 3,12).

39 (III) Despedida (w. 12-13).
Las epís(-)tolas concluían con frecuencia prometiendo un encuentro futuro entre las partes. Esta fór(-)mula se repite en 3 Jn 13-14. La referencia a la plenitud del gozo del autor forma una inclu(-)sión con la frase inicial del cuerpo de la epís(-)tola (v. 4). Podría tratarse de una convención propia de los círculos joánicos (cf. 1 Jn 1,4). La conclusión invoca la presencia de los cris(-)tianos que se hallan «en comunión» con el an(-)ciano dejando claro que éste no habla sola(-)mente en su nombre, sino en nombre de su comunidad.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



el Mandamiento de Amar

4 El escritor afirma me alegré mucho al comprobar que algunos de los hijos de la señora elegida andaban en la verdad, una expresión que es casi equiva lente a vivir la vida cristiana. El hecho de expresarlo de esta manera indica el énfasis que el escritor pone en la verdad. El andar en la verdad no es una alternativa opcional seleccionada por algunos como deseable, sino que es una respuesta conforme al mandamiento que hemos recibido del Padre. Seguir la verdad es ciertamente atractivo, pero Juan no llama la atención a lo que sea atractivo. En estos tres versículos la palabra mandamiento figura en el gr. cuatro veces como verbo o como sustantivo. Es la clásica repetición, para indicar un énfasis, que ya vimos en 1 Jn. y en esta carta. 5 El Anciano no ordena, sino que dice te ruego, que es el lenguaje con que se pide cortésmente algo. No escribe un nuevo mandamiento, sino el mismo que teníamos desde el principio (cf. 1 Jn. 2:7). La orden de amar, que nuestro escritor explica de inmediato, es un mandamiento antiguo. Desde el comienzo mismo del camino cristiano sus seguidores estaban unidos por el lazo del amor. No habla de él como que también es nuevo, tal como lo hizo en 1 Jn. Se contenta con hacer hincapié en la obligación que les cabe a los cristianos, es decir, que nos amemos unos a otros. Esto es lo central, y se subraya en todos los escritos juaninos. Tendemos a usar amor para una emoción y eso no se puede mandar. Pero para Juan, aunque el amor es ciertamente una cálida emoción, es básicamente una respuesta al gran amor de Dios para con nosotros. El amor se manifiesta en acción, en interés y en servicio desinteresado. 6 Este es el amor introduce algo que es como una definición: que andemos según sus mandamientos. En los tiempos modernos más bien se establece un contraste entre el amor y la obediencia, porque a la obediencia se la relaciona con un espíritu legalista, lo opuesto a lo que vemos como amor. Pero tal contraste es falso. El verdadero amor se complace en obedecer (cf. Juan 15:10; 1 Jn. 5:3). Los que saben qué significa realmente el amor, en el sentido cristiano, están siempre ansiosos de obedecer los mandamientos de Dios. Juan repite que no enuncia una novedad, sino un mandamiento que ha sido oído desde el principio. No debemos pasar por alto la idea de progresión continua que se implica en este doble aspecto del andar.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter I.

[Walking in trueth and loue.]
Hee exhorteth a certaine honourable matrone, with her children, to perseuere in Christian loue, and beliefe, 8 lest they lose the reward of their former profession: 10 And to haue nothing to doe with those seducers that bring not the true doctrine of Christ Iesus.
1 The Elder vnto the elect Lady, and her children, whome I loue in the trueth: and not I onely, but also all they that haue knowen ye trueth:
2 For the trueths sake which dwelleth in vs, and shalbe with vs for euer:
3 Grace bee with you, mercie, and peace from God the Father, and from the Lord Iesus Christ, the Sonne of the Father in trueth and loue.
4 I reioyced greatly, that I found of thy children walking in trueth, as wee haue receiued a commaundement from the Father.
5 And now, I beseech thee Lady, not as though I wrote a new commandement vnto thee: but that which wee had from the beginning, that wee loue one another.
6 And this is loue, that wee walke after his Commandements. This is the Commandement, that as yee haue heard from the beginning, yee should walke in it.
7 For many deceiuers are entred into the world, who confesse not that Iesus Christ is come in the flesh. This is a deceiuer, and an Antichrist.
8 Looke to your selues, that wee lose not those things which wee haue [ Or, gained. Some copies reade, which yee haue gained, but that ye receiue, etc .] wrought, but that we receiue a full reward.
9 Whosoeuer transgresseth and abideth not in the doctrine of Christ, hath not God: hee that abideth in the doctrine of Christ, he hath both the Father and the Sonne.
10 If there come any vnto you, and bring not this doctrine, receiue him not into your house, neither bid him, God speed.
11 For hee that biddeth him God speed, is partaker of his euill deeds.
12 Hauing many things to write vnto you, I would not write with paper and inke, but I trust to come vnto you, and speake [ Greek: mouth to mouth.] face to face, that our ioy may be full.
13 The children of thy elect sister greet thee. Amen.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. "El Presbítero": en la época apostólica se daba este título a los jefes de las comunidades cristianas (ver nota Hec_11:30). Pero aquí se trata de alguien que por su gran autoridad era llamado "el" Presbítero por excelencia, ya que este título basta al autor de la Carta para identificarse ante sus lectores. Testimonios muy antiguos permiten establecer que este Presbítero es el Apóstol Juan, jefe principal de las Iglesias de Asia Menor.

5. Ver nota 1Jn_2:7-8.

7. Ver nota 1Jn_2:18-19.

9. Ver 1Jn_2:23.

10-11. El "saludo", tal como lo practican los orientales aún ahora, es mucho más que un simple gesto de buena educación. Además de incluir una fórmula de bendición, comprende gestos muy variados, que según las circunstancias expresan respeto, amistad, veneración o solidaridad. En este contexto, resulta claro que si alguien "saluda" a un maestro del error "se hace cómplice de sus malas obras".

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Reina-Valera 1995 Notes:



[1] 1 El Anciano: término usado para designar a personas que ejercían diversas formas de autoridad en la iglesia (véase Hch 11.30 n.). Aquí el autor usa la palabra para designarse a sí mismo.

[2] 1 A la señora elegida y a sus hijos. Lo más probable es que el autor ha personificado a alguna iglesia, llamándola señora en sentido figurado (cf. v. 13; 1 P 5.13).

[3] 4 3 Jn 3.

[4] 5 Jn 13.34; 15.12,17; 1 Jn 3.11,23; 4.7,11.

[5] 5 1 Jn 2.7; 3.11.

[6] 6 Jn 14.15,23-24; 1 Jn 5.3.

[7] 7 1 Jn 2.18,22-23; 4.1-3; cf. Mt 7.15, y véanse notas a 1 Jn 2.18,22. Respecto a la negación de que Jesucristo ha venido en carne, cf. 1 Jn 4.2 y véase la Introducción a 1 Jn.

[8] 9 1 Jn 2.22-24; 4.15. Cualquiera que se extravía: referencia irónica a algunos que decían tener un conocimiento superior a la doctrina de Cristo, o sea, a lo que Cristo enseñó.

[9] 10-11 No se trata de visitantes que llegan de paso, sino de aquellos que se presentan con una enseñanza diferente y esperan ser reconocidos como maestros, abusando a la vez de la hospitalidad de la iglesia. Cf. Gl 1.7-9.

[10] 12 3 Jn 13-14.

[11] 13 Los hijos de tu hermana, la elegida, te saludan: véase 2 Jn 1 nota b. La hermana es, posiblemente, la iglesia desde la cual el autor escribe la carta; algunos piensan que fue la iglesia de Éfeso.

[12] 13 En diversos ms. no aparece: Amén.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Jua 13:34-35; Jua 15:12; Jua 15:17; 1Jn 2:7; 1Jn 3:11; 1Jn 4:7; 1Jn 4:11

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

1Pe 4:8; 1Jn 2:7-8; 1Jn 2:24; 1Jn 3:11.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

unos a otros...Jua 13:34; Jua 15:12; Jua 15:17.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Los mandamientos se resumen en el amor a Dios y al prójimo. «Oye de una vez un breve precepto: ama y haz lo que quieras. Si callas, calla por amor; si clamas, clama por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor» (S. Agustín, In Epist. Ioann. ad Parth. 7,8). La tradición es tan firme en este punto que quien enseñe doctrinas diversas es falsario y seductor.


Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros.a

a Jua 13:34.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

καινὴν γράφων σοι Treg NA27 ] γράφων σοι καινὴν WH NA28 RP

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Jn_2:7-11

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Jn_2:7-11

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Cf. 1Jn_2:7.

Torres Amat (1825)



[6] Haciendo lo que nos manda y creyendo sus enseñanzas.

[8] Sólo se dará a los que perseveren en la pureza de la fe.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[c] hermanos, les ruego … Y no es que les. Lit. señora, te ruego … Y no es que te.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

En griego Te ruego, señora.