Ver contexto

Ataque de Jasón y represión de Epífanes.
Al difundirse el falso rumor de que Antíoco había dejado esta vida, Jasón, con no menos de mil hombres, lanzó un ataque imprevisto contra la ciudad; al ser rechazados los que estaban en la muralla y capturada ya por fin la ciudad, Menelao se refugió en la Acrópolis. (II Macabeos 5, 5) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

;;

Funestos presagios (5:1-4).
1 Por este tiempo preparó Antíoco su segunda expedición a Egipto, 2 y, por espacio de casi cuarenta días, por toda la ciudad aparecieron en el aire carreras de jinetes vestidos con túnicas doradas, armados de lanzas, a semejanza de cohortes, 3 y escuadrones de caballos en orden de batalla, ataques y cargas de una y otra parte, movimiento de escudos, multitud de lanzas, espadas desenvainadas, lanzamiento de dardos, brillar de armaduras de oro y corazas de todo género. 4 Por lo cual, todos rogaban que tales apariciones fuesen buen presagio.

De una campaña de Antíoco contra Egipto se habla en 1Ma_1:16-20. Discuten los autores (Abel, Bévenot, Knabenbauer, etc.) si en nuestro texto se alude a una segunda o a la fase ulterior de una misma expedición. ¿Qué pensar de los fenómenos naturales o sobrenaturales visibles sobre el cielo de Palestina por el espacio de cuarenta días? ¿Se trata de una ilusión colectiva? ¿Hubo o no milagro? Debemos tener en cuenta, antes de juzgar de la naturaleza de estas apariciones, que el número cuarenta es considerado por los semitas como sagrado y simbólico; que en la terminología empleada se vislumbra el vocabulario empleado por Polibio; que la narración presenta claras analogías con relatos similares de historiadores paganos l. Knabenbauer enumera una serie de prodigios de esta índole. Todos los hemos visto, o nuestra fantasía los ha forjado, en momentos muy críticos y trascendentales para España. Se trata, a nuestro parecer, de fenómenos naturales, de disposiciones caprichosas de nubes en el firmamento que toman la forma que más conviene al ánimo del espectador. El autor sagrado cita lo que Jasón de Cirene describe con tanta facundia de estilo.

Jasan, en Jerusalén (1Ma_5:5-10).
5 Difundido el rumor de que Antíoco había muerto, tomó Jasón no menos de mil hombres y atacó de improviso la ciudad. Aunque los moradores corrieron a los muros, la ciudad fue tomada, y Menelao se refugió en la acrópolis. 6 Jasón hizo sin piedad gran matanza entre sus conciudadanos, no teniendo en cuenta que una feliz jornada contra sus conciudadanos es el mayor infortunio; pensando, por el contrario, que alcanzaba trofeos de enemigos y no de connacionales. 7 Mas no por eso logró adueñarse del poder, y al fin recibió el oprobio como premio de su traición, teniendo que huir de nuevo a la tierra de Amón. 8 El fin de su perversa vida fue éste: que, acosado por Aretas, rey de los árabes, huyendo de ciudad en ciudad, de todos perseguido, detestado como renegado de su Ley, execrado como verdugo de su patria y de sus conciudadanos, fue empujado hasta Egipto; 9 y el que a tantos había desterrado de la patria, vino a acabar en tierra extraña, huyendo a Lacedemonia con la esperanza de lograr un refugio en gracia del parentesco; 10 y el que a tantos había dejado sin sepultura, murió sin ser por nadie llorado y privado de sepultura, no sólo del sepulcro familiar.

Con un millar de beduinos reclutados en TransJordania subió Jasón contra Jerusalén, que capituló ante él, obligando a Menelao a encerrarse en la fortaleza de Baris. Jasón se excedió en su acción, matando a muchos y robando bienes a mansalva, por lo que se atrajo el odio de los judíos ortodoxos. Los helenizantes preferían el caudillaje de Menelao. Desilusionado, y con el temor de encontrarse con la tropa de Antíoco, regresó a su escondrijo de Transjordania.
Como el de todos los enemigos del judaismo, el fin de Jasón fue desastroso. Morir en tierra extraña, sin que nadie le llore ni quien le depare una sepultura digna, lejos del panteón familiar, era para los antiguos una grave desdicha. Para un sumo sacerdote era el colmo de la degradación e ignominia. Tal fue la suerte del impío Jasón. Al vanagloriarse Jasón de la hecatombe de sus connacionales, comenta el autor: No tuvo en cuenta que una feliz jornada contra sus ciudadanos es el mayor infortunio.

Antíoco, en Jerusalén (1Ma_5:11-16).
11 Llegados a noticia del rey estos sucesos, sospechó que la Judea quería rebelarse; y así, al volver de Egipto hecho una furia, se apoderó de la ciudad por la fuerza de las armas 12 y ordenó a los soldados herir sin piedad a los que les salieran al encuentro y degollar a los que subiesen sobre las casas. 13 Así fueron muertos jóvenes y viejos, fenecieron hombres y mujeres y niños, y fueron degollados doncellas y niños de pecho. 14 En tres días enteros que duró, perecieron ochenta mil personas; cuarenta mil cayeron asesinadas, y otras tantas fueron vendidas por esclavos. 15 No satisfecho con esto, se atrevió a entrar en el templo, el más santo de toda la tierra, siendo su guía el traidor a la religión y a la patria, Menelao. 16 Con sus impuras manos tomó los vasos sagrados, y arrebató los dones que por otros reyes habían sido ofrecidos para realzar la gloria y la dignidad del lugar, entregándolos a manos impuras.

No habiendo salido a su gusto las operaciones de Egipto, descargó Antíoco todo su furor contra la indefensa ciudad de Jerusalén. De regreso a Siria, torció hacia la ciudad santa para ahogar la insurrección que, según fuentes seléucidas, se había fraguado allí. Al asesinato en masa siguió la expoliación del templo, en donde entró con desfachatez acompañado del sumo sacerdote Menelao. El número de muertos es excesivo, y puede explicarse por el carácter simbólico del número, por una hipérbole o por corrupción del texto.

Castigo de Dios (1Ma_5:17-20).
17 Llena el alma de orgullo, Antíoco no veía que, por los pecados de los moradores de la ciudad, el Señor se había por breve tiempo irritado, y por esto había ocurrido aquel desacato hacia el lugar. 18 Si no hubiese sido por estar ellos cargados de tantos pecados, igual que Heliodoro, el enviado del rey Seleuco, para apoderarse del tesoro, hubiera éste sentido, en cuanto allí puso el pie, reprimida su audacia por los azotes. 19 Pero no eligió el Señor por el lugar, sino el lugar por la nación; 20 por lo cual, aquél ha tenido que participar de la desdicha del pueblo, así como después participó en los beneficios del Señor, y, abandonado a la cólera del Omnipotente, de nuevo ha sido restaurado con gran gloria en la reconciliación del altísimo Señor.

El autor sagrado sale al paso de una objeción que se le podría hacer: ¿Por qué Dios, que castigó tan severamente a Heliodoro (), permanece impasible en el momento presente? Ciertamente, Dios no interviene ahora, porque ha escogido a Antíoco como instrumento para castigar los pecados de su pueblo. También en tiempos de Heliodoro existían pecadores, pero no era tan grande la irreligión como ahora. Entonces un sumo sacerdote legítimo y digno prestaba sus servicios en el templo; ahora es intruso el que ejerce las sagradas funciones, y gran parte del pueblo le sigue fielmente. El castigo es bien merecido. Falsamente creían los judíos que el templo era inviolable (Jer_7:1-15). El templo no es en sí mismo un fin, sino un medio para conseguir un fin superior. Si por sus pecados el pueblo se hace indigno de él, puede Dios privarle del santuario, que sigue los destinos del pueblo judío. Dios se ha apiadado de su pueblo, y el templo ha sido restaurado con gran alegría (Jer_7:33; Jer_8:29).

Antíoco regresa a Siria (Jer_5:21-23).
21 En suma, que Antíoco, habiendo arrebatado del templo mil ochocientos talentos, a toda prisa se retiró a Antioquía, pensando, en su orgullo, que podría navegar por la tierra y andar por el mar, para vanagloria de su espíritu. 22 Todavía dejó prefectos que afligieron a la nación en Jerusalén, a un tal Filipo, frigio de nación, más cruel que el mismo que lo había puesto; y en Garizim, a Andrónico. A los cuales hay que añadir Menelao, que a todos excedió en maldad contra sus conciudadanos 23 y era el que peores sentimientos tenía hacia sus compatriotas.

Después de una reflexión teológica, cuenta el autor que Antíoco marchó a Siria con un botín valorado en casi dos millones de pesetas. Para que no se repitiera otro intento de rebelión, dejó en Jerusalén una guarnición mandada por el frigio epistates, o gobernador, Filipo (Jer_6:11; Jer_8:8). Como tropa de refuerzo estacionó otra guarnición en Garizim, al mando de Andrónico, distinto del que se habló en 4:38. Peor que todos ellos era Menelao.

Acción de Apolonio (5:24-27).
24 Más tarde envió todavía Antíoco al abominable Apolonio con un ejército de veintidós mil hombres, con órdenes de degollar a todos los adultos y vender a las mujeres y a los jóvenes. 25 Llegó éste a Jerusalén simulando paz, y hasta el día santo del sábado se estuvo quieto. Entonces, mientras los judíos estaban en la fiesta, dio órdenes a sus soldados de hacer ejercicios, 26 y mató a todos cuantos salieron a contemplarlos, e invadiendo luego la ciudad, dio muerte a una gran muchedumbre. 27 Pero Judas Macabeo, con otros nueve, se retiró al desierto, y con los suyos vivía, a la manera de las fieras, en los montes, alimentándose de hierbas por no contaminarse.

Sin enlazar los datos cronológicos acumula el autor hechos sobre las calamidades que sobrevinieron a Jerusalén. La profecía de Dan_11:30-33 estaba a punto de cumplirse. Pero también dejaba entrever el profeta (Dan_11:34) la salvación, que vendría con Judas Macabeo (1Ma_2:4), que se escondió en lugares desérticos para no contaminarse con las impurezas de las ciudades. Mientras en éstas se comían carnes inmoladas a los ídolos, él y otros se alimentaban de hierbas (1Ma_10:6).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter V.

2 Of the signes and tokens seene in Ierusalem. 6 Of the end and wickednesse of Iason. 11 The pursuit of Antiochus against the Iewes. 15 The spoiling of the Temple. 27 Maccabeus fleeth into the wildernes.
1 About the same time Antiochus prepared his second voyage into Egypt:
2 And then it happened, that through all the citie, for the space almost of fourtie dayes, there were seene horsemen running in the aire, in cloth of golde, and armed with lances, like a band of souldiers,
3 And troupes of horsemen in aray, incountring, and running one against another with shaking of shieldes, and multitude of [ Or, staues.] pikes, and drawing of swords, and casting of darts, and glittering of golden ornaments, and harnesse of all sorts.
4 Wherefore euery man praied that that apparition might turne to good.
5 Now when there was gone forth a false rumour, as though Antiochus had bene dead, Iason tooke at the least a thousand men, and suddenly made an assault vpon the citie, and they that were vpon the walles, being put backe, and the citie at length taken, Menelaus fled into the castle:
6 But Iason slew his owne citizens without mercy, (not considering that to get the day of them of his owne nation, would be a most vnhappy day for him: but thinking they had bene his enemies, and not his countrey men whom he conquered.)
7 Howbeit, for all this hee obtained not the principalitie, but at the last receiued shame for the reward of his treason, and fled againe into the countrey of the Ammonites.
8 In the end therefore hee had an vnhappy returne, being accused before Aretas the king of the Arabians, fleeing from city to city, pursued of all men, hated as a forsaker of the Lawes, and being had in abomination, as an open [ Or, executioner.] enemie of his countrey, and countreymen, he was cast out into Egypt.
9 Thus hee that had driuen many out of their countrey, perished in a strange land, retiring to the Lacedemonians, and thinking there to finde succour by reason of his kindred.
10 And hee that had cast out many vnburied, had none to mourne for him, nor any solemne funerals at all, nor sepulchre with his fathers.
11 Now when this that was done came to the kings eare, he thought that Iudea had reuolted, whereupon remouing out of Egypt in a furious minde, he tooke the citie by force of armes,
12 And commaunded his men of warre not to spare such as they met, and to slay such as went vp vpon the houses.
13 Thus there was killing of yong and old, making away of men, women and children, slaying of virgins and infants.
14 And there were destroyed within the space of three whole daies, fourescore thousand, whereof fourty thousand were slaine in the conflict; and no fewer sold, then slaine.
15 Yet was he not content with this, but presumed to goe into the most holy Temple of all the world: Menelaus that traitour to the Lawes, and to his owne countrey, being his guide.
16 And taking the holy vessels with polluted handes, and with prophane handes, pulling downe the things that were dedicated by other kings, to the
augmentation and glory and honour of the place, he gaue them away.
17 And so haughtie was Antiochus in minde, that hee considered not that the Lord was angry for a while for the sinnes of them that dwelt in the citie, and therefore his eye was not vpon the place.
18 For had they not beene formerly wrapped in many sinnes, this man as soone as hee had come, had foorthwith beene scourged, and put backe from his presumption, as Heliodorus was, whom Seleucus the king sent to view the treasurie.
19 Neuerthelesse God did not choose the people for the places sake, but the place for the peoples sake.
20 And therefore the place it selfe that was partaker with them of the aduersities that happened to the nation, did afterward communicate in the benefits sent from the Lord: and as it was forsaken in the wrath of the Almighty, so againe the great Lord being reconciled, it was set vp with all glory.
21 So when Antiochus had caried out of the Temple, a thousand and eight hundred talents, hee departed in all haste into Antiochia, weening in his pride to make the land nauigable, and the Sea passable by foot: such was the haughtinesse of his minde.
22 And he left gouernours to vexe the nation: at Ierusalem Philip, for his countrey a Phrygian, and for manners more barbarous then hee that set him there:
23 And at Garizim, Andronicus; and besides, Menelaus, who worse then all the rest, bare an heauie hand ouer the citizens, hauing a malicious minde against his countreymen the Iewes.
24 He sent also that detestable ringleader Apollonius, with an armie of two and twentie thousand, commaunding him to slay all those that were in their best age, and to sell the women and the yonger sort:
25 Who comming to Ierusalem, and pretending peace, did forbeare till the holy day of the Sabbath, when taking the Iewes keeping holy day, hee commanded his men to arme themselues.
26 And so hee slewe all them that were gone to the celebrating of the Sabbath, and running through the city with weapons, slewe great multitudes.
27 But Iudas Maccabeus, [ Greek: who was the tenth.] with nine others, or thereabout, withdrew himselfe into the wildernesse, and liued in the mountaines after the maner of beasts, with his company, who fed on herbes continually, lest they should be partakers of the pollution.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*5:1-6:17 La actuación de Antíoco IV profanando el templo y persiguiendo la causa judía es el factor principal que provoca la rebelión macabea. El autor introduce una manifestación celeste (2Ma 5:2-4) y varias reflexiones de carácter moral y teológico (2Ma 5:6; 2Ma 5:9 s. 2Ma 5:17-20). En este último texto nos da su clave de interpretación de los hechos como historia de salvación y, en un breve párrafo (2Ma 6:12-17), trata de ayudar a que los lectores comprendan el sentido de esta despiadada y, a la vez, heroica historia.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Conquista de Jerusalén y profanación del Templo. El autor describe con detalle los hechos que confirman que estamos en la etapa de la maldad. Los protagonistas del mal son Jasón y Menelao -judíos renegados- y el rey Antíoco IV. El orden de las expediciones e intervenciones de Antíoco en Jerusalén no coinciden con 1Ma_1:16-24 (cfr. Dan_11:25-30) de todas maneras, en rigor histórico, es más confiable el orden presentado por el Primer libro de los Macabeos. Hay que entender que el autor resume todo en un solo relato, lo que implica no ser muy estricto en fechas y lugares geográficos.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



9. "Lacedemonia" es otro nombre de Esparta. Sobre el supuesto "origen común" entre judíos y espartanos, ver nota 1Ma_12:21.

15-20. Ver 1Ma_1:21-24.

22-26. Ver 1Ma_1:29-32.

27. Ver 1Ma_2:27-28.

Torres Amat (1825)



[18] 2 Mac 3, 25.

[19] Jer 7, 4.

[25] Prescrito por la ley.

[27] Matatías y sus seis hijos. El relato prosigue más tarde. 2 Mac 8, 1.