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La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, signos, prodigios engañosos, (II Tesalonicenses  2, 9) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 2

Parte segunda

VERDADEROS OBJETIVOS DE LA CARTA 2,1-3,16

I. EL ANTICRISTO Y LA PARUSíA (2,1-12).

1. UN RUEGO QUE SALE DEL ALMA (2/01-02).

1 Y ahora, hermanos, a propósito de la parusía de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os hacemos un ruego: 2a no os desconcertéis tan pronto, perdiendo el buen sentido, no os alarméis, ...

Ahora comienza la parte principal de la carta. Ciertos abusos que se han producido en la comunidad han dado pie al Apóstol para escribir la carta. No quiere ocuparse de estas cuestiones como juez o como señor de la comunidad, sino como hermano entre hermanos. Por esto ruega a los hermanos que abandonen falsas opiniones. Pablo desea que la comunidad se decida libremente a base de un sincero acuerdo. De manera análoga escribe a Filemón: «No obstante, nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu beneficio no resultara como por compromiso, sino con espontaneidad» (Phm_1:14). En tanto hay alguna posibilidad, trata el Apóstol de resolver las dificultades en amor y confianza. El pastor de almas y servidor de la palabra deja de lado todos los sentimientos personales y naturales. Lo que le importa no es combatir una ofensa o calumnia personal; él desea más bien mantener a la comunidad en la verdad y amor de Cristo.

Circunstancias que nos son desconocidas dieron lugar en Tesalónica a gran expectación y entusiasmo en vista de la próxima venida del Señor. La sobriedad y la vigilancia -actitudes fundamentales del cristiano en el mundo- se hallan en peligro. La comunidad que suspira por el Señor será un día incorporada al cortejo triunfal del Señor en su parusía. Todos los que hayan perseverado en obediencia y amor se reunirán con el Señor y participarán en el gran cortejo triunfal al fin de los días. Así como en la vida pública los reyes y emperadores eran recibidos solemnemente a su llegada a la ciudad, así también el Señor, con su séquito y su escolta de honor, hará su ingreso en la nueva ciudad. Aquel día tendrá lugar la íntima unión, tan ansiosamente esperada, de la Iglesia con Cristo. Los tesalonicenses habían ya presenciado con frecuencia la magnificencia y el esplendor de la llegada de un rey. En tal circunstancia reinaban el júbilo y la alegría.

Corre el rumor de que está inminente el día del Señor. Este anuncio ha alarmado a muchos. Reina gran desconcierto. No se presta atención a serenas reflexiones. En la comunidad se ha producido un gozo desmesurado y extático, debido a sentimientos y excitaciones. Quizás haya que relacionar también con esto los abusos que el Apóstol ha fustigado en 3,6-16. Había quienes ya no trabajaban y se sustentaban a costa de la comunidad. Según ellos no valía ya la pena de trabajar, puesto que el Señor podía venir de un momento a otro.

En esta situación se ve el Apóstol en la necesidad de amonestar insistentemente. El estado en que se hallan las comunidades es sumamente peligroso. Aunque el cristiano suspire ardientemente por el día del Señor y tenga un vivo y ardiente deseo de unirse con Cristo, no debe, sin embargo, perder la serenidad y el buen sentido. En el desarrollo de la historia de la salud hay un orden fijado por Dios. Por esto está siempre y en todo tiempo en vigor la exhortación del Señor: «Velad, pues; porque no sabéis cuándo va a venir el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que, viniendo de improviso, os encuentre dormidos» (Mar_13:35 s). ¿Cómo han podido, pues, surgir tales estados de ánimo en la comunidad?

2b ... sea con motivo de una inspiración o de una declaración o de una carta que se nos atribuye sobre la inminencia del día del Señor.

Según parece, no tiene Pablo informaciones exactas sobre los antecedentes y el origen de los rumores y excesos de entusiasmo. El caso puede deberse a tres causas. Ha podido presentarse algún falso profeta asegurando haber recibido el espíritu de Dios con el encargo de comunicar a la comunidad que ha llegado ya el día del Señor. Puede tratarse también de un simple rumor. Algún miembro de la comunidad ha podido interpretar falsamente alguna frase de la tradición apostólica quizá para hacerse interesante. En efecto, nunca faltan gentes que con cálculos y reflexiones tratan de fijar el plazo de la venida del Señor. El cristiano no debe dejarse ofuscar por tales gentes que todo lo saben. Finalmente, un proceder muy del agrado de maestros del error y de «falsos hermanos» (cf. 2Co_11:26) consiste en atribuir sus pensamientos e ideas a autoridades acreditadas de la Iglesia. De esta manera aparecen ellos mismos en la comunidad como dignos de crédito y merecedores de confianza. Entonces se extiende la opinión: Si Pablo lo ha dicho, será así. Pero al Apóstol no le importa precisamente el origen del rumor, sino el error mismo. Tiene que descubrirlo y refutarlo, con todas sus consecuencias.

2. ANTERIOR ANUNCIO DE LA VENIDA DEL ANTICRISTO (2/03-05).

El hombre tiene en lo hondo de su ser gran impaciencia por ver el fin. Quiere ver algo seguro y definitivo. Así exige la pronta conclusión de la historia. Quiere por sí mismo inducir a Dios a poner término a las cosas. En esta situación aparecen fanáticos que anuncian: Ya ha llegado el día del Señor. Pablo responde a estas gentes con un no tajante. Los espíritus exaltados en Tesalónica olvidan que antes de la venida del Señor tienen que producirse todavía otros acontecimientos. En efecto, la parusía estará acompañada de señales y acontecimientos de los que sólo tenemos noticia por alusiones. El Apóstol quiere señalar con ahinco a la comunidad el «entretanto», el espacio intermedio querido por Dios. Entre el momento presente y la venida del Señor se extiende un tiempo que hay que soportar hasta el fin con sobriedad y vigilancia. Para ello sirve de ayuda una fe que sea capaz de interpretar justamente y con serenidad los signos del tiempo.

3a Que nadie os engañe de ninguna forma.

En este mundo amenazan al cristiano muchos errores. Debe seguir por el camino recto de la verdad y del amor. Ahora bien, la mentira y el egoísmo se elevan una y otra vez en el mundo a la categoría de doctrinas. En tal situación se impone vigilancia para no dejarse arrastrar por las maquinaciones de los enemigos de Cristo. En la comunidad misma hay que procurar que nadie logre propagar doctrinas falsas sobre la venida del Señor.

3b Porque primero ha de venir la apostasía y aparecer el hombre de la impiedad, el hijo de la perdición, 4 el que se rebela y se alza contra todo lo que lleva nombre de Dios o es objeto de culto, llegando hasta sentarse en el templo de Dios, exhibiéndose a sí mismo como si fuera Dios.

Al final de los tiempos caerá sobre el mundo una gran tribulación. Sufrimientos, odio y destrucción atribularán a los hombres porque en muchos se enfriará el amor. Esta tribulación será una gran tentación incluso para los creyentes. Sólo porque el Señor abreviará este tiempo de prueba podrán resistir firmemente los santos. Muchos cristianos abandonarán la doctrina aceptada así como la nueva vida y volverán a recaer en el error y en el pecado. Revocarán su retorno a Dios llevado a cabo con obediencia de fe y abandonarán la comunidad de Cristo. La apostasía es lo contrario de la conversión, tal como la describe Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses: «cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios viviente y verdadero, y para esperar a su Hijo cuando vuelva de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, que nos libra de la ira venidera» (1Th_1:9 s). Quien con desmedidas alegrías cuenta con que el Señor vuelva en el plazo mas próximo, no tiene la menor idea de la situación peligrosa y angustiosa por la que atravesarán los hombres al final de los tiempos.

La apostasía es provocada por la aparición del Anticristo. En todo tiempo han actuado ya en la historia las fuerzas y poderes del Anticristo y han inducido a los hombres a la apostasía, a la traición, a la mentira y al crimen. Pero en los últimos tiempos aparecerá el Anticristo en persona y manifestará su poder satánico.

Pablo describe al Anticristo con palabras tomadas del Antiguo Testamento (*). Daniel predijo ya del hombre de la impiedad: «Hablará palabras arrogantes contra el Altísimo, someterá a prueba los santos del Altísimo y pretenderá mudar los tiempos y la ley» (Dan_7:25). La figura siniestra de los últimos tiempos contradice radicalmente a la santa voluntad de Dios. El arrogante no de la soberbia humana tomará cuerpo en el hombre de la impiedad. Este no dado a la voluntad de Dios significa para el hombre la perdición. En efecto, el hombre se separó de Dios por su propia voluntad. El que se opone a la voluntad de Dios y deliberadamente le da un no tajante, cae en la perdición. Las maquinaciones y las acciones del Anticristo tienen por objeto oponerse al orden sacrosanto establecido por Dios en la creación. Ahora bien, como el desorden causado por el Anticristo no puede durar, él mismo sucumbirá al fin.

El Apóstol presenta en forma gráfica la naturaleza del Anticristo mediante la descripción de sus manejos. Para ello se sirve de nuevo de una imagen que usó el profeta Daniel aplicándola al rey impío: «El rey hará lo que quiera, se ensoberbecerá y se gloriará por encima de todos los dioses» (Dan_11:36) (**). La esencia del pecado del Anticristo consiste en dos actitudes que pierden a toda criatura: Contradicci6n al orden de Dios y complacencia propia. Así la esencia del adversario se cifra en un despotismo sin limites. El comportamiento despótico y arrogante del adversario aparece claro en sus maquinaciones contra Dios. Quiere derribar a Dios de su trono eterno y constituirse él mismo en Dios. Ya en el Antiguo Testamento hubo de hablar así Ezequiel en nombre de Dios al despótico príncipe de Tiro: «Por cuanto se ensoberbeció tu corazón y dijiste: Soy un dios, habito en la morada de Dios, en el corazón de los mares, yo te digo: Eres sólo un hombre, y no un dios, y te das los aires de un dios» (Eze_28:2). Allí donde los hombres solían venerar al Dios eterno y santo, se asienta el hijo de la perdición. Allí quiere recibir veneración y reconocimiento de los hombres. Engreimiento, soberbia y complacencia propia son los distintivos del hombre de la impiedad y del hijo de la perdición. Hay que suplantar para siempre a Dios.

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* El Anticristo es una misteriosa figura de los últimos tiempos, en la que está encarnada en forma singular el poder hostil a Dios. El nombre de Anticristo sólo aparece en las cartas de san Juan. Por esta figura se entienden en ellas los maestros de error de los tiempos presentes: 1Jo_2:18.22, 2Jn,7; cf. 1Jo_4:3. Otros nombres de tal ser, que dominará en los últimos tiempos, y otras descripciones de su porte y de su acción se hallan en el Nuevo Testamento, sobre todo aquí (2Th_2:3-12) y en las figuras de animales del Apocalipsis (cap. 13 y 17). Toda esta representación fue preparada o puede explicarse por textos del Antiguo Testamento (especialmente Ez 38s, Dan 7s) y por textos no canónicos afines, procedentes del judaísmo tardío. De todos estos textos no se puede deducir una interpretación homogénea y convincente; cada uno de ellos debe exponerse a partir de los escritos correspondientes y de la respectiva situación e intención. Sin embargo, las cartas de san Juan muestran ya que la idea del Anticristo podía entenderse también en sentido histórico actual y en sentido colectivo. En san Pablo aparece la figura del Anticristo en la temprana carta segunda a los Tesalonicenses; en lo sucesivo no vuelve ya a utilizarla el Apóstol en la proclamación de los últimos tiempos. Para un estudio más circunstanciado cf. J. MICHL, en J.B. BAUER, Diccionario de teología bíblica, Herder, Barcelona 1967, col 88-93; Lexikon fur Theologie und Kirche 1, Herder, Friburgo de Brisgovia, 21957, p. 634-638 (R. SCHNACKENBURG, K. RAHNER, H. TuCHLE), con bibliografía en ambas obras.

** En el contexto del libro de Daniel (10,1-12,13), el régimen de terror del rey Antíoco IV Epífanes sirve de material para la representación de los acontecimientos que preceden al comienzo de la era de la salvación.

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5 ¿No os acordáis que, cuando estaba todavía entre vosotros, os hablaba de estas cosas?

En realidad debía saber estas cosas la comunidad. En su predicación misional había anunciado también el Apóstol la verdadera doctrina sobre los últimos tiempos. Entonces había dicho ya que había de venir el Anticristo y que los cristianos debían aguardar al Señor con paciencia y vigilancia. En su predicación tuvo incluso interés en subrayar precisamente que ningún hombre sabe la hora de la venida del Señor. Ya en la primera carta a la comunidad había escrito en términos inconfundibles: «Acerca del tiempo y del momento, hermanos, no necesitáis que os escribamos; porque vosotros mismos sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá como ladrón en plena noche» (1Th_5:1-2). Ahora, sin embargo, debe amonestar a causa de sus falsas ideas a la misma comunidad a la que poco antes había presentado como modelo de toda Macedonia y Acaya.



3. COMPLEMENTOS NECESARIOS (2/06-12).

a) Todavía no se ha manifestado plenamente el Antricristo (1Th_2:6-7).

6 Y ahora ya sabéis lo que impide que él aparezca en su momento. 7 Porque el misterio de la impiedad está ya en acción; sólo falta que desaparezca el que hasta ahora está impidiendo.

En la memoria de la comunidad han vuelto a despertar las ideas fundamentales de la predicación misionera del Apóstol. Así puede Pablo referirse a ciertos principios de su enseñanza que sus destinatarios debían tener todavía presentes. Pero el Apóstol no vuelve a especificarlos. Así no sabemos qué es lo que impide todavía al Anticristo manifestarse definitivamente. La aparición del adversario no pertenece por tanto a la actualidad, sino al futuro, porque por el momento hay todavía algo que coarta la manifestación del Anticristo. El adversario debe, a pesar de su despotismo, obedecer a Dios. En el transcurso de la historia de la salvación tiene su tiempo el adversario. Pero sólo Dios determina en su poder el curso de la historia entera del mundo. Hasta sus mismos adversarios están en definitiva a su disposición. Así puede el cristiano vivir pacientemente en el «hoy» y hacerse perfectamente cargo del imperativo del momento. No debe perder el momento presente con devaneos por razón de sus expectativas del futuro. Todo creyente debe encuadrarse humildemente en el curso de la historia querido por Dios.

Todavía no apareció personalmente el Anticristo. Las fuerzas de destrucción del adversario están ya actuando entre nosotros. El homicida desde el principio, el padre de la mentira, vicia la atmósfera en que viven los hombres. Logrará que se apostate de Dios. Así el misterio de la impiedad está ahora ya en acción induciendo a los hombres a la apostasía.

Desde la venida de Cristo todo tiempo de la historia de la Iglesia es «tiempo final». El Evangelio se predica en todas partes, hay hombres que aceptan la palabra de la verdad y se convierten. Pero luego se dan con frecuencia apostasías; es la ruptura de la relación con Dios. En la parábola de la simiente dice el Señor que la palabra lleva fruto produciendo el ciento por uno. Sin embargo, mucha buena simiente de la palabra de Dios se echará a perder porque los hombres no aceptan radicalmente la palabra y por ello flaquean en las dificultades (cf. Mar_4:13 ss).

En el tiempo final suceden siempre dos cosas: la predicación del Evangelio y la aceptación de la «ley de libertad» (Jam_2:12). «Primero tiene que ser predicado el Evangelio a todos los pueblos» (Mar_13:10). Pero luego se produce también la apostasía. Pero «el espíritu dice expresamente que, en los últimos tiempos, algunos desertarán de la fe y darán su adhesión a espíritus engañosos y enseñanzas demoníacas» (1Ti_4:1). Obediencia a la fe y contradicción caen dentro de este tiempo transitorio del mundo. En toda forma de presunción y despotismo de una persona se anuncia, ya desde ahora, la acción del adversario. Este se mostrará abiertamente en el último de los tiempos hasta que el Señor lo desarme en su manifestación. El Apóstol ha indicado ya (1Ti_2:6) que el Anticristo se ve todavía impedido por su contrario, por lo cual no puede todavía desplegar todo su pernicioso poder y su influencia directa. El impío es tenido a raya hasta que ]legue su hora fijada por Dios.

No tenemos noticias particulares sobre este adversario del Anticristo. Existe, sin embargo, un ser que impide al Anticristo desplegar inmediatamente y siempre todo su poder. Al fin de los tiempos será desposeído aquel que retiene -quizá con violencia- al hijo de la perdición. Entonces se agudizarán hasta el extremo los contrastes entre Dios y su adversario. Se entablará una lucha que a cada hombre exigirá una última decisión. La vida del cristiano debe ser un constante ejercicio de reconocimiento de la voluntad de Dios, a fin de que en la lucha con los poderes y fuerzas del maligno pueda permanecer al lado de Dios.

b) Aparición definitiva del Anticristo y su destrucción (1Ti_2:8).

8 Y entonces aparecerá el impío, a quien el Señor Jesús destruirá con un soplo de su boca, y lo aniquilará con la manifestación de su parusía.

Luego, en el último de los tiempos podrá manifestarse el impío, porque habrá sido eliminado su adversario. Con gran énfasis dice el Apóstol: Y entonces aparecerá el impío (*). Este será el comienzo del fin. A la luz del día llevará a cabo sus maquinaciones el impío. Se impondrá. Nadie le podrá resistir. Entonces no actuará ya ocultamente contra Dios para ruina de los hombres, entonces podrá proclamar abiertamente su hostilidad contra Dios y tratará por todos los medios de hacer que los hombres se le dobleguen. Pero todo esto será una afectación pretenciosa y embustera, puesto que sólo en apariencia tendrá la plenitud del poder. El impío, que con todo su ser se alza contra Dios será vencido cuando tenga lugar la aparición del Señor. El gran tiempo del adversario en el que él se siente como Dios, tendrá un fin miserable. Cierto que, como a continuación dirá el Apóstol, hará maravillas y signos imponentes, pero será derribado, sin dificultad, por el Señor.

Con unas palabras del profeta Isaías muestra Pablo lo que ocurrirá cuando se manifieste la venida del Señor. «Herirá al tirano con los decretos de su boca y con su aliento matará al impío» (Isa_11:4). El Apóstol pinta con vivos colores la aparición del Señor. Con su sola aparición convencerá ya al impío. Dios se manifiesta. Con ello es juzgada la incredulidad. Una vez que aparezca visiblemente ante todos los hombres el Señor de la vida y del mundo, no habrá ya discusión ni rebelión posible. Entonces se acabará el poder del maligno.

El más fuerte, nuestro Señor Jesús, pondrá fin al poder desobediente, que se complace en sí mismo. Pablo, como pastor de almas, quiere ante todo consolar; el Anticristo se hará manifiesto, pero su desastroso dominio cesará. Y esto por la sencilla razón de que hace ya tiempo que está quebrantado el poder de Satán, que sólo sostiene en la tierra una lucha desesperada. Así lo vio el Señor mismo: «Yo estaba viendo a Satán caer del cielo como un rayo» (Luk_10:18). No hay lucha entre los dos poderes. A una orden del Señor se verá aniquilado el adversario. La palabra del Señor se demostrará de un poder irresistible. Cuando se manifieste su venida se mostrará el Señor en su gloria. Rodeado de luz se hará visible. La luz es el resplandor de la fuerza que irradia. La santidad y la gloria de Dios se pondrán de manifiesto. «Su semblante era como el sol cuando brilla en su esplendor» (Rev_1:16). Así puede el Señor en su poder desarmar y desbaratar al adversario. Nada quedará ya del maligno y los creyentes hallarán paz en Dios.

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* La forma de expresarse el Apóstol subraya la intervención divina en la manifestación del impío, su aparición está también sujeta a la disposición del Señor de la historia. En el original se usa la voz pasiva («será manifestado»), lo cual es una forma de expresión del judaísmo tardío, que por respeto evita pronunciar directamente el santo nombre de Dios.

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c) Perniciosas consecuencias para los que no creen (Rev_2:9-12).

9 Aquél tendrá también su parusía bajo la acción poderosa de Satán, en forma de toda clase de poder, de signos y de prodigios mentirosos, 10 y de toda clase de seducciones de injusticia, destinadas a los que están en vías de perdición, por no haber acogido el amor de la verdad que los salvaría.

La victoria del Señor es segura. Triunfará del adversario de Dios, causante de ruina. Pero los creyentes, cuya salvación no está asegurada en el tiempo presente, deben contar con la acción perniciosa de Satán y estar preparados. Se da también la venida, o parusía, del impío. Así como Cristo aparecerá un día en poder y gloria y todos se inclinarán doblando la rodilla ante él, así también el adversario organizará una imponente aparición. Esto tendrá lugar con gran poder, pues él tiene en su apoyo a Satán. Por lo regular el Nuevo Testamento sólo habla de la gloriosa venida de Cristo Jesús exaltado y glorioso, el día del juicio. Aquí, en cambio, el Apóstol contrapone a la poderosa parusía o venida del Señor la «parusía» aparentemente poderosa del impío. El hijo de la perdición aparecerá en el poder y en la gloria aparente de Satán.

El Anticristo realizará también grandiosos prodigios con los que impondrá a los hombres. Quien se oponga o muestre una actitud crítica se verá incomprendido. El vidente de Patmos nos dejó una descripción de la poderosa manifestación del Anticristo: «Obra grandes prodigios, hasta hacer bajar fuego del cielo a la tierra en presencia de los hombres. Seduce a los que habitan sobre la tierra con los prodigios que le fue dado obrar en presencia de la bestia» (Rev_13:13 s).

Signos y falsos prodigios presentarán al Anticristo como alguien que tiene poder. También los milagros de Cristo son signos. Muestran el poder salvador de Dios, que aparece claro en la acción libertadora de Jesús. Las curaciones de enfermos y las resurrecciones de muertos hacen referencia a la felicidad y gozo futuros. Así los milagros sensibilizan lo que el Señor anuncia a los hombres. Los milagros de Jesús tienen a menudo como consecuencia la fe de los testigos oculares. Los falsos prodigios y signos del Anticristo son especialmente peligrosos, porque hacen también referencia a un poder al que se puede seguir. El que se fía de estos prodigios, sucumbe a un poder aparente, que en el momento decisivo se derrumba y es la perdición para el hombre. Del cristiano se espera gran objetividad. Ha de saber distinguir entre los signos de Dios y los prodigios mentirosos de Satán. El que se fía de estos signos de poder de Satán tendrá que convencerse el día del juicio que había elegido el lado malo.

Con sus artes seductoras llamará la atención Satán y fascinará a las gentes. Todas sus demostraciones de poder, todos sus falsos prodigios y signos tienen un único fin: seducir a los hombres e inducirlos a la injusticia. Ahora bien, la injusticia por antonomasia es la oposición a la voluntad de Dios (*). Satán logrará con su poder rebelar a los hombres contra Dios. Entonces la comunidad de Dios tendrá que mostrar «la constancia y la fe del pueblo santo» (Rev_13:10).

La aparición de Cristo y la proclamación de su mensaje origina entre los hombres una separación de los campos. Frente a Cristo no pueden los hombres quedarse indiferentes: es asunto de vida o muerte. Así hay hombres que son salvados, y hombres que se pierden. Es el tiempo peligroso y trascendente de la decisión. La salvación de cada hombre en particular depende, en último término, de su posición frente a Cristo crucificado y resucitado. El mensaje del Señor despreciado y escarnecido en la cruz es para muchos espíritus fuertes una necedad más que evidente. Con confianza en sí y presunción rechazan tales hombres el mensaje de la pobreza y de la obediencia. Pero aquí está su perdición. «Realmente, la palabra de la cruz es una necedad para los que están en vías de perdición; mas para los que están en vías de salvación, para nosotros, es poder de Dios. Porque escrito está: Destruiré la sabiduría de los sabios y anularé la inteligencia de los inteligentes» (1Co_1:18 s).

El hombre que se tiene a sí mismo por medida y criterio de todas las cosas no está ya abierto al mensaje salvífico de Dios. El padre de la mentira y homicida desde el principio -así llama la Sagrada Escritura a Satán- hace que el hombre se ensoberbezca. En esta hinchazón no presta ya atención a la predicación de la verdad salvadora. Los apóstoles están bajo el imperativo de Dios y deben anunciar este imperativo, son mensajeros de Dios que provocan una decisión y, consiguientemente, una discriminación de los hombres: «Porque aroma de Cristo somos para Dios, tanto en los que se salvan como en los que se pierden: en éstos, fragancia que lleva de muerte a muerte; en aquéllos, fragancia que lleva de vida a vida» (2Co_2:15 s). El paradero de los soberbios será la muerte. Rechazando el mensaje de salud en nuestro tiempo del mundo han repudiado la comunidad de vida con Dios por Cristo, única vida verdadera.

La realidad del amor salvífico de Dios nos viene a nosotros en la verdad del Evangelio. Amor a la verdad es amor a la buena nueva, que es, en efecto, la proclamación de Cristo, Señor e Hijo de Dios, el cual puede decir de sí mismo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Joh_14:6). La verdad se realiza como «palabra de vida» (Phi_2:16) en el amor. Sobre esta base muestra el Apóstol cómo deben los cristianos luchar contra las falsas doctrinas: «Ya no debemos ser niños, sacudidos por las olas y llevados de acá para allá por todo viento de doctrina, cayendo en la trampa de los hombres, en la astucia que urde las artimañas del error; sino que, profesando la verdad, en amor, crezcamos en todos sentidos para él, que es la cabeza, Cristo» (Eph_4:14 s). El amor a la verdad es abertura y disponibilidad para el Evangelio. El que a sabiendas se sustrae a la verdad de Dios priva a su vida de su verdadero sentido.

La aceptación de la verdad se efectúa siempre en obediencia y humildad. Tal es la actitud de los pobres y de los niños. Cristo en su predicación declara bienaventurados a los pobres y a los niños. Estamos llamados a realizar esta actitud fundamental para ser así salvados.

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* Al explicar Pablo el tiempo del Anticristo con el término de «injusticia» sigue la tradición apocalíptica del judaísmo tardío. Esta interpreta todo el periodo que precede a la manifestación del Mesías como «tiempo de la injusticia». Así, por ejemplo, 4Ezr_4:51 ss; Hen 48,7. El Mesías con su aparición será el que extirpe las raíces de la injusticia. Cf. Hen 91,8; Salmos de Salomón 18,29.

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11 Y por esto Dios les manda una fuerza poderosa de seducción que los lleve a creer en la mentira, 12 de suerte que acaben condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.

La proclamación del Evangelio tiene también un reverso de la medalla. En la palabra de Dios está encerrada una fuerza poderosa que transforma al mundo. Pero al mismo tiempo provoca fuerzas contrarias. El que se opone a la fuerza de la palabra es arrastrado como por una marea por la eficaz energía del Anticristo. EL que repudia la verdad cae en el remolino de la seducción que todo lo absorbe y destruye. Cuando uno es presa de la seducción, su vida se disgrega y él se ve abocado a la muerte. En los últimos tiempos no debe uno tomar a la ligera su vida. «Mirad, pues, con cuidado cómo andáis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el momento presente, porque los días son malos» (Eph_5:15 s). Así Dios mismo envía la fuerza activa de la seducción, porque uno que en el tiempo de prueba no se decide por la verdad, ya está juzgado.

EL que está entregado a la seducción que se presenta y actúa en nombre del Mesías, se halla en el mundo como un navío sin brújula en alta mar. Anda errante por este tiempo del mundo y necesariamente abre sus oídos de par en par a la presunta doctrina de salvación que proviene del maligno. Ahora bien, el ser del hombre sólo puede hallar la salvación en la comunión con el Dios creador ofrecida y facilitada por Cristo. Este bien supremo es el que en definitiva se rechaza en la incredulidad y la desobediencia. A la luz de Dios es ésta la mentira que se contrapone a la verdad de Dios: «¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Mesías? ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Quien niega al Hijo, tampoco tiene al Padre» (/1Jn/02/22s). EL Apóstol muestra la absurda contradicción en que se han enredado los seducidos: pretenden haber hallado a Dios y servirle, pero en realidad creen a la mentira. Con la mayor convicción siguen una doctrina errónea y se someten ciegamente a su dogma de propia fabricación.

Dios toma en serio la desobediencia de los hombres. Desestimar la invitación al amor de Dios que se nos ha hecho por el Hijo, significa condenarse uno a sí mismo. La desobediencia arbitraria del hombre se castiga ella misma. Nosotros nos hallamos ya en los comienzos del mundo nuevo. Ahora ha venido ya el juicio al mundo. En medio del tiempo del mundo lleva a cabo el Dios viviente su juicio. La consecuencia de la injusticia y del repudio de la verdad, la cual se realiza en el amor, es ya juicio. «De verdad os aseguro: quien escucha mi palabra y cree a aquel que me envió, tiene vida eterna y no va a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida» (Joh_5:24). «El que no cree ya está condenado, por no haber creído en el nombre del Hijo único de Dios» (Joh_3:18).

Para concluir contrapone el Apóstol las dos actitudes fundamentales que son posibles desde la aparición de Cristo: Creer en la verdad y gozarse en la injusticia. La humilde apertura a la verdad y al amor de Dios aseguran al hombre la salvación y, con ello, los bienes de los últimos tiempos: paz, libertad, gozo y felicidad. El repudio soberbio y pagado de sí de la oferta salvífica de Dios se convierte en condenación del injusto. Al final queda fijada su actitud. Tendrá que estar sin Dios, es decir, en eterno descontento por causa de su falsa decisión, y en eterna insatisfacción, sin gozo ni esperanza.

En estas «duras palabras» se echa de ver algo de la severidad y poder de Dios, de quien nadie se ríe. El profeta Jeremías anunció con palabras muy apremiantes la grandeza y el poder del Dios que juzga: «No hay semejante a ti, ¡oh Yahveh! ¡Tú eres grande, y poderoso es tu nombre! ¿Quién no te temerá, rey de los pueblos? Pues a ti se debe el temor y no hay entre todos los sabios de las gentes ni en todos sus reinos nadie como tú. Todos a una no son sino suma estupidez y necedad; su entendimiento, pura nada; no son más que un madero, plata laminada... Pero Yahveh es verdadero Dios, el Dios viviente y rey eterno. Si él se enoja, tiembla la tierra, y todos los pueblos son impotentes ante su cólera» (Jer_10:6-10).

II. RUEGO POR EL VERDADERO ESPÍRITU ( ,5) .

1. ACCIÓN DE GRACIAS POR LA ELECCIÓN (2/13-14).

13 Pero nosotros debemos estar constantemente dando gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido como primicias para la salvación por la santificación del Espíritu y por la fe en la verdad.

Después de haber presentado en forma muy seria el juicio de Dios sobre los hombres que ceden a la seducción, entona el Apóstol un gozoso himno de acción de gracias. La acción de gracias por la elección destaca más sobre el fondo obscuro de una posible sentencia de condenación y reprobación. La suerte del desobediente y la sentencia divina condenatoria hacen que resalte con más claridad la gran vocación de la comunidad. La salvación de todos los hermanos y hermanas es un motivo de gozo y de gratitud exultante del Apóstol. éste se sirve de las mismas palabras de acción de gracias que había usado al comienzo de la carta. Pero después de lo que lleva expuesto puede explicar más profundamente por qué es «justo y necesario» dar gracias. Nuestra deuda de gratitud se hace todavía más apremiante por razón de la gracia divina que se nos otorgó sin mérito alguno de nuestra parte.

El llamamiento por gracia de Dios se expresa ya en la apremiante interpelación de que se sirve aquí el Apóstol. Emocionado presenta la situación actual con estas palabras: Hermanos amados por el Señor. El Señor nos ha otorgado su amor. Todos los que forman parte de la comunidad han acogido con humildad y obediencia esta oferta de amor y así han sido justificados en Cristo. Tal es el origen de la fraternidad. Todos los que se someten a las normas y a la voluntad de Dios son uno y forman una unidad. El amor de Dios es el vínculo que liga a todos los miembros de la Iglesia y hace que formen la familia de Dios.

Dios ha hecho a la comunidad de Tesalónica una especial demostración de gracia. Aquí fue donde, en la provincia de Macedonia se anunció y se recibió por primera vez el mensaje de salvación. Se constituyó una comunidad que fue ejemplar en su nueva vida y ofreció un modelo para la Iglesia «en todas partes» (1Th_1:8). El Señor quiere que todos alcancen la felicidad. Pero él mismo actúa en los hechos. Mediante llamamientos e impulsos especiales lleva adelante su obra salvadora. Así el llamamiento y la gracia de Dios alcanzan especialmente a ciertos hombres y a ciertas comunidades. Son elegidos y separados para un determinado servicio del testimonio o del amor. Esto se efectúa siempre con respecto a la Iglesia entera. Vocaciones especiales son gracia y a la vez encargo para particulares o para la comunidad. La de Tesalónica estaba llamada a ser un centro de irradiación de la palabra. Porque «partiendo de vosotros, la palabra del Señor ha resonado, no sólo en Macedonia y en Acaya, sino que en todas partes se ha difundido la noticia de vuestra fe en Dios, hasta el punto de no tener vosotros necesidad de explicar nada» (1Th_1:8). Conviene traer a la memoria el proceso de la conversión, puesto que las fuerzas de Dios están siempre en acción. Sólo el que sabe de la acción de Dios en la Iglesia, puede abrirse constantemente de nuevo a esta acción. En forma muy concisa expone Pablo los elementos fundamentales de la conversión. Contando con el conocimiento de los hechos que se tiene en esta comunidad, puede limitarse a una breve alusión.

Es fundamental para la conversión el hecho de que Dios se comunica al hombre. Entonces puede el hombre tener participación en la vida de Dios. Así el hombre que por el error y el pecado había venido a ser posesión del príncipe de este mundo, vuelve a ser propiedad de su Creador. Este hombre es una nueva creación, un hombre nuevo, que, con nuevas vestiduras, puede cantar al Señor el cántico nuevo de los redimidos. ésta es la santificación del Espíritu. En otras cartas expuso el Apóstol por extenso este proceso: «Por medio del bautismo fuimos juntamente con él sepultados en su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva» (Rom_6:4). «De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Lo viejo pasó. Ha empezado lo nuevo. Y todo proviene de Dios que nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos confirió el servicio de la reconciliación» (2Co_5:17 s).

La acción salvífica de Dios está en nuestro tiempo ligada al Señor Jesús. Su nombre es invocado en el bautismo; él actúa en todo el obrar de la Iglesia y da nueva forma a los hombres. La respuesta a la santificación del Espíritu es la fe en la verdad. El hombre nuevo, que ha crucificado al hombre viejo con sus vicios y concupiscencias (Gal_5:24) puede entrar con amor en la acción de Dios. En su nueva vida experimenta, con el gozo que le proporciona su acción, cuán cierta es la promesa del Señor: «El que practica la verdad, se acerca a la luz» (Joh_3:21). Cada vez más y con menos reservas se entrega a la palabra del Evangelio. El corazón se ve liberado y purificado de todo egoísmo y de toda soberbia, de modo que Dios, por Cristo, puede llenar el corazón del hombre nuevo y residir en él.

14 Para esto os llamó por medio de nuestro Evangelio: para que logréis la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

En la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo. éste habló a los hombres. Dio a sus apóstoles el encargo de transmitir la palabra de la verdad. «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha» (Luk_10:16). Este encargo incluye para el apóstol no sólo el derecho, sino también el deber de hacer notar que su palabra obliga. El mensaje de Cristo adquiere vida en la Iglesia mediante la predicación de los apóstoles y quiere alcanzar a todos los hombres. El anuncio de la buena nueva hace que se oiga la voz de Dios. Frente a las palabras de los hombres se alza la palabra eterna y obligatoria de Dios, que debe aceptarse con fe. «Por esto, también nosotros continuamente damos gracias a Dios; porque, habiendo recibido la palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana, sino -como es en realidad- como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los creyentes» (1Th_2:13).

Mediante la aceptación de la «palabra de vida» recibe el hombre la salvación. El fin es alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. El Apóstol preferiría, con mucho, morir y estar ya totalmente con Cristo en consumación eterna. Todo su anhelo es la unión definitiva con Cristo. Así habla constantemente de la comunión en Cristo y con Cristo, con palabras llenas de nostalgia y entusiasmo. Con la muerte y resurrección del Señor se hizo manifiesta esta obra de gracia de Dios. Cristo, el hombre humillado, al que habían perseguido y dado muerte los opresores, ha sido acogido en la gloria del Padre. Ha recibido su fuerza y su poder y es ya la cabeza y la consumada perfección del mundo. Hacia esta consumación nos dirigimos nosotros.

éstas son palabras de gran consuelo para la comunidad de Tesalónica. Esta se halla en el período de su pasión y debe recorrer el obscuro camino de la pasión del Señor. El camino para seguir a Cristo está sujeto a leyes misteriosas que humanamente son difíciles de comprender. El Señor resucitado hubo de indicar este camino del Mesías a los discípulos de Emaús que, desalentados y malhumorados, querían volverse a casa: «¡Oh, torpes y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera esas cosas para entrar en su gloria?» (Luk_24:25 s).

2. EXHORTACIÓN A SER CONSTANTES (2/15-17).

15 Así, pues, hermanos, manteneos firmes y guardad las tradiciones que habéis aprendido, ya de palabra, ya por carta nuestra.

Condenación y glorificación son las dos posibilidades que se ofrecen al hombre al final de los tiempos. En el camino de la peregrinación nadie está todavía seguro de la salvación. En un tiempo de apostasía, de inquietud y de falsas doctrinas está el cristiano constantemente en peligro. También puede recibirse la gracia en vano, como deberá comprobarlo tristemente el Apóstol (Cf. 2Co_6:1). La salvaguarda de la nueva vida en nosotros y en nuestros hermanos está confiada a nuestra responsabilidad. Nadie puede descuidar o menospreciar en su vida la gran oferta salvadora de Dios. Cada cual debe despertar y ahondar la responsabilidad de su fe. El cristiano debe mantenerse firme y, ante todas las luchas, vejaciones y artes seductoras del mundo y del hijo de la perdición, resistir fielmente en su puesto. En este mundo deben contar siempre los hermanos con luchas, en las que deben dar prueba de constancia. «Solamente, llevad una vida digna del Evangelio de Cristo, para que, ya sea que vaya a veros, ya sea que esté ausente, oiga yo decir de vosotros que estáis firmes en un solo Espíritu, luchando a una por la fe del Evangelio, sin dejarnos amedrentar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos indicio cierto de perdición; pero para vosotros, de salvación. Y esto procede de Dios» (Phi_1:27 s).

El Apóstol describe ahora muy concretamente lo que entiende por constancia cristiana. El amor a la verdad se muestra en la fidelidad a la tradición que la comunidad tiene recibida del Apóstol. Es que la verdad transmitida por tradición no es palabra de hombres, ni tampoco opinión privada del Apóstol, sino palabra de Dios. Ahora bien, la palabra de Dios que nos ha sido transmitida no está a nuestro arbitrio, de modo que podamos quitar o añadir a nuestro talante. La comunidad debe someterse con obediencia a la palabra. Entonces se mantiene fiel al mensaje de Cristo. «Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que recibisteis, en el cual os mantenéis firmes, y por el cual encontráis salvación, si es que conserváis la palabra que os anuncié» (1Co_15:1 s). El Apóstol mismo, en su calidad de mensajero de Cristo, está totalmente obligado a la tradición: «Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí...» (1Co_15:3).

La instrucción apostólica en la tradición se efectúa en dos formas: en la predicación y en los escritos pastorales. El Apóstol llegó a la ciudad y anunció allí por primera vez el nuevo mensaje. Hubo gentes que creyeron. Así surgieron las comunidades. Con sus cartas hubo Pablo de seguir instruyendo en la fe las comunidades recién fundadas y tener a raya eventuales errores o abusos, cuando él mismo o sus colaboradores no podían visitar personalmente las comunidades. A este género de los escritos pastorales debemos nosotros el Nuevo Testamento. éste contiene por escrito la tradición del mensaje salvador de Dios en Jesucristo.

16 Y el propio Señor nuestro Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio, en su gracia, una consolación eterna y una maravillosa esperanza, 17 consuelen vuestros corazones y los afiancen en toda obra buena y palabra buena.

Ahora bien, el anuncio del mensaje de salvación no es una comunicación impersonal. Se efectúa siempre con entrega personal. Así, en el mensaje de salvación que nos transmiten los escritores bíblicos, están incorporadas también las peculiaridades personales.

Transmisión y tradición es una confesión enteramente personal de la palabra de Dios. Los escritos del Apóstol son escritos de profesión de fe. Su modo ejemplar de vivir hace creíble la buena nueva. Pablo, pastor de almas, añade inmediatamente a la exhortación a la fidelidad una oración por la comunidad. Dios mismo ha de sostener con su fuerza este empeño y la buena voluntad de la Iglesia. Un colaborador del Señor debe constantemente tener presentes en sus oraciones a las comunidades, a fin de que la obra comenzada pueda también llevarse a término.

El Apóstol presenta su oración en forma solemne. Es probable que aquí utilice un modo de hablar usado ya y consagrado en el culto de la Iglesia primitiva. Así rogaban las comunidades unas por otras. En esta forma de plegaria se halla el nombre de Jesucristo al principio de la intercesión. El Apóstol quiere subrayar aquí la economía de la salud. Sólo por Cristo llega el cristiano al Padre. Del Padre recibimos amor, consuelo y esperanza, pero esto siempre por Jesucristo. Así se sitúa él siempre entre nosotros, los hombres, y el Padre como mediador y salvador. Aquí -en una de las cartas más antiguas del Nuevo Testamento- confiesa Pablo la divinidad de Cristo. A él nunca le cupo la menor duda de que el Hijo de Dios había venido al mundo y que así podía realmente otorgar a los hombres vida y salvación.

Nuestra salvación se basa en el amor del Padre. Este amor puede experimentarlo la comunidad en toda tribulación. Lo recibimos con nuestra vocación. Luego, una y otra vez con las diferentes mociones de su gracia. El amor de Dios se manifiesta también en el hecho de que Dios se abre a los pecadores y les muestra un nuevo modo de vida lleno de sentido. Signo de verdadero amor es la buena disposición para hacerlo todo por el amado. Dios nos mostró su amor en su Hijo, que dio su vida por sus amigos. En este amor de Dios puede el hombre cobrar alientos y regocijarse.

El amor de Dios se realiza en consuelo y esperanza. Precisamente mediante la verdad transmitida por tradición recibimos fuerzas para mantenernos firmes en nuestro estado. «Todo lo que se escribió previamente, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que, por la constancia y por el consuelo que nos dan las Escrituras, mantengamos la esperanza» (Rom_15:4). El cristiano recibe un consuelo permanente levantando los ojos a Dios, que otorga su amor. Así cobra sentido toda su existencia. Todas las cuestiones apremiantes reciben respuesta si se miran en el sentido de Dios. El que presta oído a la palabra de la tradición ve con claridad, comprende el tiempo y sabe del futuro. Permanece en la situación presente, en medio de su dureza. Es que para él todo es sencillamente tránsito para pasar a la unión definitiva con Cristo. Todo cobra sentido si se piensa que un día tendrá lugar la reunión con Cristo. Así el «Dios de todo consuelo» (2Co_1:3) otorga al hombre el único consuelo verdadero.

El cristiano se consuela mirando al futuro. Todo acabará bien. En la gracia y en el amor de Dios tenemos ya desde ahora una prenda de la gloria futura. Pero al fin seremos acogidos en los esplendores de su gloria. Esta mirada al futuro es la esperanza del cristiano, que lo alegra en el tiempo presente.

En el consuelo y la esperanza son fortalecidos los corazones de los creyentes. Ya no tienen por qué desanimarse. Quizá muchos hombres no entenderán esta forma de vida. Nada puede quitar en realidad la alegría al creyente, aunque, al parecer de las gentes que aprecian su vida con los criterios de este mundo, no tenga motivos para reir. En este gozo profundo era el Apóstol modelo para su comunidad. «Lleno estoy de consuelo y me desbordo de alegría en toda clase de tribulación nuestra» (2Co_7:4).

En esta fuerza y en esta alegría que viene del Señor puede el cristiano cumplir el mandato de Cristo: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Joh_13:34). Esta actitud se pone de manifiesto en la obra buena y en la palabra buena. La vida cristiana no se realiza con esfuerzos convulsos de la voluntad. El amor de palabra y de obra es más bien fruto de un corazón consolado, esperanzado y gozoso. Así el Apóstol pide primero en su oración los fundamentos de una fe auténtica, sana, y sólo después la debida actitud de palabra y de obra.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



16 (III) Comprensión correcta de la parusía (2,1-17).
(A) El triunfo del Señor sobre el engaño (2,1-15). La parte principal, central, de la carta (cap. 2) consiste en una advertencia ex(-)plicada, encuadrada por una inclusión en los vv. 2 y 15 y seguida por una oración donde se pide fortaleza (vv. 16-17). El autor muestra interés por inculcar sistemáticamente una tradición cristiana (paulina) presentando la experiencia de aquellos a quienes se dirige, incluso sus peligros, como parte de un proce(-)so divino, en última instancia saludable, que contrarresta el engaño diabólico. Aborda des(-)de una perspectiva pastoral una amenaza su(-)perable para la fe y no hace conjeturas sobre el curso de los acontecimientos del tiempo fi(-)nal ni proporciona para éste una «cuenta atrás».
17 l-3a. por lo que respecta a la parusía: El autor pide un juicio sensato acerca de la venida triunfal de Cristo, que él considera no como una fecha, sino (conectándola bajo un solo artículo con «nuestra reunión con él») como la consumación de la vida cristiana. 2. no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis: Les advierte de las alte(-)raciones en su ánimo (apo tou noos). Su len(-)guaje inusitadamente fuerte bien podría alu(-)dir a una especia de manía dionisíaca. La alusión es irónica, lo mismo que cuando Pa(-)blo alude a la brujería («el ojo malo») en Gál. 3,1 (cf. Gál. 1,6-7; 5,10b). Las posibles fuentes de esta alarma malsana hacen pensar en un contexto litúrgico (cf. 1 Cor. 14,26-33a; 1 Tes. 5,27). un espíritu: O un oráculo falso o, más bien, su supuesto agente sobrehumano; cf. 1 Cor. 12,2-3. algunas palabras: O una noticia oral (logos) o un sermón, o una carta falsifi(-)cada. 3a. que nadie os engañe de ninguna ma(-)nera: El peligro de engaño al término del tiempo final, e incluso antes de él, siempre de(-)sempeña un papel destacado en la apocalípti(-)ca del NT (Mc. 13,5-7; Lc. 21,8-9; 17,22-24; Ap. 13,13-34; 20,7-8; 2,24-25).
18 En el pensamiento apocalíptico, el mal debe alcanzar cierta plenitud antes de que sea el momento oportuno para el justo juicio de Dios (véase Giblin, Threat to Faith 131-39; cf. Ap 22,11). Antes de la venida del Señor es necesario que el mal se manifieste en su peor forma concebible, según la imaginación bíbli(-)ca y creativa del autor y su propósito pastoral. Los «signos» se deben interpretar en conso(-)nancia con ello. 3b-4. primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario que se eleva so(-)bre todo lo que lleva el nombre de Dios o es ob(-)jeto de culto, para [intentar] sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mis(-)mo es Dios: Estos signos hacen la función de requisitos previos de lo que el v. 4 deja sin de(-)cir: «el Día del Señor no es inminente». «La apostasía» es la pérdida de la fe precisamente por parte de los creyentes (o de los que hasta ese momento supuestamente lo eran). La de(-)fección del verdadero culto divino fue amplia en tiempos de las persecuciones de Antíoco IV Epífanes (1 Mac 2,15; Dn 9,14). La descripción del «hombre impío» se debe a una presenta(-)ción profética del déspota histórico que pro(-)vocó la apostasía (Dn 11,36-37). Como aclara(-)rán los vv. 8-10, este impío (ho anomos) es una ligura imaginaria, simbólica, que representa un auténtico mal, la antítesis de la fe. Es a la vez el Anti-Dios (v. 4), el Anti-Cristo (vv8-9a) acompañado por una seudo-parusía y el falso profeta por excelencia (vv. 9b-10). El «santua(-)rio de Dios» (naos) puede hacer referencia a la comunidad cristiana en cuanto objetivo del Anti-Dios, puesto que «para» (hóste + infin.) en el contexto del acto de exaltación de sí mis(-)mo realizado por el impío se puede entender como conativo, y no como plenamente alcan(-)zado. Sin embargo, puede desempeñar sim(-)plemente la función de una «imagen clásica» relativa a la usurpación de la prerrogativa di(-)vina por parte del impío. Esta situación plan(-)teada en forma de visión no tiene por qué su(-)poner ningún interés por el templo físico de Jerusalén (destruido en el 70 d.C.). 5. ¿no os acordáis...: Al interrumpir su exposición (ana(-)coluto, v. 4), el autor se apresura a recordar una instrucción cristiana básica a aquellos a quienes se dirige: no los detalles de una situa(-)ción apocalíptica dada, sino una advertencia de lo que los fieles deben estar preparados pa(-)ra afrontar, especialmente la amenaza contra su fe (cf. Mc 13; Mt. 24-25; Lc. 21,5-36).
19 6-7. El autor alude a una manifesta(-)ción actual, no culminante, del Anti-Dios, una amenaza seudoprofética perceptible en el con(-)texto de la instrucción previa. Luego indica la continuidad entre esa amenaza seudoproféti(-)ca actual y su futura manifestación culminan(-)te y concluye señalando la eliminación actual de la amenaza. 6. vosotros sabéis qué es lo que ahora le retiene, para que se manifieste en su momento oportuno: «Lo que ahora le retiene» traduce to katechon (ptc. neut. sg. de katechein, que habitualmente significa «poseer», «sujetar», «conservar» y no «retener». De he(-)cho, nunca tiene el sentido de «rechazar», «impedir venir» (que sería una forma de kólyein). ahora: Esto se refiere a la consecuencia lógica y también temporal de la instrucción anterior acerca del peligro de engaño. El autor difícilmente puede aludir a una figura críptica conocida por sus lectores gr. sólo en virtud de la instrucción previa, supuestamente esotéri(-)ca, que habían recibido, particularmente si és(-)ta entrañaba una alusión a una palabra hebr. vosotros sabéis: Oidate se refiere particular(-)mente al conocimiento de experiencia, no a una mera identificación (pues el autor no dice lo que es to katechon, ya que ello requeriría la formulación tí to katechon [estin]). Otros in(-)térpretes suponen la trad. «fuerza que retie(-)ne», que identifican como la predicación del evangelio, el poder de Dios, la autoridad civil o, de algún modo, como un poder benéfico. El ptc. sustantivado to katechon no requiere la existencia de objeto alguno sobrentendido. La mayoría de los intérpretes insertan «le» (equi(-)valente al Hombre impío); pero, si se siente la necesidad de explicitar un objeto, «vosotros» no es menos probable. El presente conoci(-)miento experiencial de una tentativa de «pose(-)sión» maníaca está relacionado de manera im(-)precisa, pero integral, con la manifestación futura, más abierta, de un «clásico» Anti-Dios, Anti-Cristo y de una figura seudo-profética (eis to + infin. con artículo, «para», es decir, «con vistas a»). Es más verosímil tomar «lo que le retiene» como alusión a una especie de demo(-)nio o espíritu (cf. v. 2) de carácter maníaco, dionisíaco, que ha alterado a los lectores en su ánimo. Tal alusión concuerda con el interés pastoral del autor al abordar el problema que se le plantea y no supone un excursus especu(-)lativo, y mucho menos todavía una digresión que sus lectores no puedan interpretar razona(-)blemente. se manifieste en su momento oportu(-)no: El autor hace referencia al momento ade(-)cuado (kairos) de la destrucción del impío vinculando la mención del «Hijo de perdición» (v. 2) con lo que se desarrollará en los vv. 8-10a.
7. El autor explica luego la continuidad entre la experiencia padecida en el presente y lo que el futuro deparará, el misterio de la impiedad ya está actuando: Energeitai, «está actuando», apa(-)rece como un término clave; idéntica noción (energeia) se repite en los vv. 9 y 11. El explica(-)tivo v. 7a se opone a catalogar to katechon co(-)mo una realidad benéfica o neutral. La presen(-)te amenaza para la estabilidad en la fe es un anticipo de la futura, mucho peor, que el Señor resolverá triunfalmente (cf. las tribulaciones presentes como signo del justo juicio venidero, 2 Tes. 1,4c-5). tan sólo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene: El autor utiliza ahora el ptc. mase., ho katechon (que una vez más encaja bien como alusión a un «seudoespíritu» engañoso o a su representante huma(-)no). La VL interpretó acertadamente que la oración (introducida por el monon gr.) tenía que ser imperativa, y añadió teneat. El que re(-)tiene debe estar o debe (intentar) «retener», «poseer» por el momento, hasta que sea des(-)bancado o desaparezca de otro modo. Tal per(-)turbación, lo mismo que las divisiones dentro de la comunidad (1 Cor. 11,19), resulta inevita(-)ble, igual que las informaciones falsas (cf. Lc. 21,7-9: dei... genesthai proton). En cierto senti(-)do, la comunidad puede verse libre del proble(-)ma nada más que se le ponga en guardia con(-)tra él. En cualquier caso, el autor, lo mismo que Pablo en Gál. 5,10, no toma otras medidas para resolver el problema, tal vez por la misma ra(-)zón: no conoce al (a los) responsable(s).
20 8-10. Tras relacionar la fase presente del engaño con su futuro cumplimiento apoca(-)líptico (vv. 6-7), que él les había recordado (vv. 3b 5), el autor retoma su descripción del día del Señor como el triunfo sobre el engaño. 8. en(-)tonces se manifestará el impío: Tendrá una seudoparusía (concebida como un contraste con la verdadera y propia venida del Señor) y será eli(-)minado sin esfuerzo por el Espíritu del Señor (cf. Is 11,4). lo aniquilará el Señor con la mani(-)festación de su parusía: La ruina (katargései) del impío a manos del Señor juega de nuevo con el término energeia. 9-10. La seudoparusía del im(-)pío es el resultado de una actividad satánica (energeia). Así, la automanifestación o revela(-)ción del impío resulta ser el desenmascara(-)miento del proceso de engaño («misterio de re(-)belión») que ya está en marcha y que en última instancia es una actividad seudoprofética (cf. «poder [milagros], signos, prodigios»). Dicho proceso no es necesariamente de consecuen(-)cias fatales. 10. todo tipo de maldades que sedu(-)cirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera sal(-)vado: Pese a las culpas de los seres humanos, la salvación sigue siendo una perspectiva real, siempre y cuando se dé una respuesta libre y amorosa al evangelio.
21 11-14. por eso Dios les envía...; noso(-)tros, en cambio, debemos dar gracias... por vo(-)sotros: Actuaciones contrapuestas por parte de Dios ponen de manifiesto que, en última ins(-)tancia, es él quien controla el proceso entero (desde el punto de vista de la autoridad y la in(-)vitación, y no desde el de la «predetermina(-)ción»). 11-12. Una línea de la actuación de Dios se traduce en juicio condenatorio, que es una cosa buena, dado que es merecido. Me(-)diante el empleo de imágenes que recuerdan 2 Re 22,19-23, el autor señala el control de Dios incluso sobre el poder del engaño (al «enviar(-)lo»). Al mismo tiempo supone que los seres
humanos pueden pasar esta prueba si acogen realmente la verdad (cf. w. 11, 12) y no se complacen en hacer el mal, complacencia que se sigue de una comprensión desfigurada de Dios (cf. Rom. 1,18-32). 13-14. La otra línea, formulada de manera alentadora como una acción de gracias, se ocupa de la salvación. 13. escogido desde el principio: Esta expresión (mejor que la l.v., «escogido como primicias») hace hincapié en la iniciativa de Dios. 14. pa(-)ra que consigáis la gloria de nuestro Señor Je(-)sucristo: La salvación, o dicho de otro modo «convertirse en la posesión gloriosa del Se(-)ñor», se sigue de la santidad moral y la fideli(-)dad doctrinal de acuerdo con la vocación cris(-)tiana. 15. manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta: La comunicación por parte de «un espíritu» (cf. v. 2) parece que se omite deliberadamente. Epistole es en este ca(-)so un término genérico; el autor supone más de una carta (cf. 3,17).
22 (B) Oración pidiendo fortaleza (2,16-17). El autor parece pensar que sin la oración, incluida constantemente en esta carta, sus con(-)sejos y exhortaciones serían estériles. Una vez más, se ocupa de la estabilidad (v. 16; cf. v. 15a) en contraste con la inestabilidad (v. 2) que nace del engaño en cualquiera de sus formas. 16. una esperanza dichosa en (su) gracia: La expre(-)sión elpis agathé, «buena esperanza», la aplica(-)ban las religiones mistéricas a la beatitud tras la muerte; en este caso, sin embargo, recibe di(-)mensión cristiana al ir acompañada por «(nos) ha dado una consolación eterna» y «en (su) gra(-)cia». Este contexto cristiano nuevo centra otra vez la «buena esperanza» en la parusía del Se(-)ñor (cf. 1,12).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



I. La Parusía o Segunda Venida de Jesucristo, 2:1-17.

La parusía y sus signos precursores, 2:1-12.
l Por lo que hace a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con El, os rogarnos, hermanos, 2 que no os turbéis de ligero, perdiendo el buen sentido, y no os alarméis, ni por espíritu, ni por discurso, ni por epístola atribuida a nosotros, como si el día del Señor estuviese inminente. 3 Que nadie en modo alguno os engañe, porque antes ha de venir la apostasía y ha de manifestarse el hombre del pecado, el hijo de la perdición, 4 que se opone y se alza contra todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta sentarse en el templo de Dios y proclamarse Dios a sí mismo. 5 ¿No recordáis que estando entre vosotros ya os decía esto? 6 Y ahora sabéis qué es lo que le contiene, hasta que llegue el tiempo de manifestarse. 7 Porque el misterio de iniquidad está ya en acción; sólo falta que el que le retiene sea apartado. 8 Entonces se manifestará el inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca, destruyéndole con el esplendor de su venida; 9 aquel inicuo, cuya venida, por acción de Satanás, irá acompañada de todo género de portentos, señales y prodigios engañosos, 10 y de seducciones de iniquidad para los destinados a la perdición, por no haber recibido el amor de la verdad que los salvaría. 11 Por eso Dios les envía un poder engañoso, 12 para que crean en la mentira y sean condenados cuantos, no creyendo en la verdad, se complacieron en la iniquidad.

Tras los anteriores preliminares un tanto genéricos, Pablo entra de lleno en la cuestión que motiva la carta: lo de si es inminente o no la parusía. Al hablar de parusía y de nuestra reunión con Cristo (v.1), este pasaje queda íntimamente relacionado con :11, en que se habla también de parusía y de reunión con Cristo. Que los ánimos de los tesalonicenses estaban inquietos a este respecto, lo prueba claramente el lenguaje con que comienza amonestándoles el Apóstol: No os turbéis de ligero, perdiendo el buen sentido, ni os alarméis., como si el día del Señor estuviese inminente (v.2). También indica el Apóstol en qué apoyaban su argumentación los propagadores de esa falsa alarma: Espíritu., discurso., epístola atribuida a nosotros (v.2). Es decir, recurrían a supuestas profecías o revelaciones del Espíritu, a dichos atribuidos a Pablo, e incluso a cartas que no eran suyas (cf. 3:17).
Tal era el estado de ánimo de los tesalonicenses y tal la cuestión a la que intenta responder el Apóstol. La idea general de su respuesta es clara, y puede ser resumida así: Recomendación a los tesalonicenses a que estén tranquilos y no se dejen turbar por falsas alarmas de que es inminente la parusía (v.1-2), pues antes 33° ha de venir la apostasía y ha de manifestarse el hombre del pecado (v.3-4), como recordarán que ya les explicó cuando estuvo entre ellos (v-5). También saben, puesto que se lo explicó entonces, qué es lo que está impidiendo la manifestación de ese hombre del pecado (v.6), el cual se manifestará una vez desaparecido dicho impedimento (v.7:8a), pero será exterminado fulminantemente por Cristo en su parusía (v.8b-12).
En la introducción a esta carta nos referimos ya a la interpretación de este pasaje en visión de conjunto. Ahora nos fijaremos más bien en el análisis de los términos. Primeramente, por lo que se refiere al término apostasía. Cuando San Pablo habla de la apostasía (v.3), evidentemente se trata de una apostasía en el orden religioso. De suyo, el término apostasía indica simplemente abandono de algo, y puede tratarse incluso de un partido político. Sin embargo, ya en los Setenta se emplea siempre en sentido religioso (defección de la ley divina), y lo mismo en Hec_21:21, único lugar del Nuevo Testamento, aparte del actual, en que se emplea este término. Por lo que atañe al caso presente, es claro que ha de interpretarse en sentido religioso, como exige la unión a manifestación del hombre del pecado y como está pidiendo todo el contexto.
La presencia del artículo (la apostasía) indica que se trata de una apostasía bien determinada, conocida ya de los tesalonicenses, sobre la que sin duda habían sido instruidos por el Apóstol (v.5). Es casi seguro que se trata de esa misma apostasía o defección en la fe a que se refirió Jesucristo en su discurso escatológico, cuando habló de que al final de los tiempos surgirán seudoprofetas que engañarán a muchos, y habrá gran enfriamiento de la caridad.
A continuación habla el Apóstol de el hombre del pecado (ó ???????? ??? ???????? ), el hijo de la perdición (o ???? ??? ???????? ), el inicuo (? ?????? ). Expresiones semíticas que caracterizan bien la depravación moral de este personaje. La descripción que hace de él, presentándolo como adversario de Dios y de cuanto se relaciona con Dios, sin admitir más Dios que a sí mismo (v.4), está inspirada en el lenguaje de los profetas, particularmente en Daniel, hablando de Antíoco (Dan_11:36); Isaías, hablando del rey de Babilonia (Isa_14:13), y Ezequiel, hablando del rey de Tiro (Eze_28:2). No es fácil saber hasta dónde llega la imagen y dónde comienza la realidad. Desde luego, la expresión sentarse en el templo de Dios no es necesario tomarla a la letra, conforme hacen algunos intérpretes, refiriéndola bien al templo de Jerusalén, bien al templo moral de la Iglesia. Puede tratarse simplemente de un modo de hablar metafórico, fundado en reminiscencias bíblicas, significando simplemente que se arrogará derechos de Dios.
La actuación del anticristo y su poder seductor están descritos en los v.9-12. Es muy de notar, en primer lugar, la relación que pone el Apóstol entre Satanás y el anticristo, considerando a éste como instrumento del primero (cf. v.q). Exactamente igual que hace San Juan, hablando de la bestia y del dragón (cf. Apo_13:2-4). En cuanto a esos prodigios engañosos que el anticristo realizará con el poder de Satanás (v.g; cf. Mat_24:24), nótese que no tendrán eficacia sobre los hombres buenos y sinceros, sino sólo sobre los destinados a la perdición, por no haber recibido el amor de la verdad (???? ???????????? , ?? 3' ?? ??? ?????? ??? ???£???? ??? ???????? ). Evidentemente, esta última expresión está aludiendo a la verdad evangélica, a la que el Apóstol personifica en cierto modo, cual si fuese llamando amorosamente al corazón de los hombres para que la reciban y se salven. Por no haber acogido esa verdad, que se presentaba amorosamente con milagros auténticos y llevaba a la salud, ahora, ¡qué irrisión!, acogen la mentira, que se presenta con milagros engañosos y lleva a la condenación (v. 11-12). Aunque el Apóstol habla de que es Dios quien envía ese poder engañoso, para que crean en la mentira y sean condenados (v. 11-12; cf. 1:8), esto no ha de tomarse a la letra, como si Dios intentara el engaño y luego la condenación de algunos hombres, sino que es una manera de hablar semítica, atribuyéndole directamente todo lo que permite y hacen las causas segundas (cf. Rom_1:24; Hec_12:23).
Por lo que respecta al obstáculo o impedimento que está deteniendo la manifestación de ese inicuo u hombre del pecado (v.6-7), San Pablo usa primeramente un participio neutro (?? ??????? , ? .6) y luego un participio masculino (ó ??????? , ? .7). En la interpretación a esta carta expusimos ya las diversas opiniones en la interpretación de este difícil texto de San Pablo. Ese ahora sabéis (v.6) parece dar a entender que los tesalonicenses, al menos después de lo que aquí les escribe Pablo, conocen cuál es ese obstáculo que les está impidiendo el que el anticristo se manifieste ya entonces y haya de esperar hasta que llegue su tiempo, que es el que Dios le ha fijado (v.6-7).

Constancia en la fe,Hec_2:13-17.
13 Pero nosotros debemos dar incesantes gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, a quienes Dios ha elegido como primicias para haceros salvos por la santificación del Espíritu y la fe en la verdad.14 A ésta precisamente os llamó por medio de nuestra cvangelización, para que alcanzaseis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Manteneos, pues, hermanos, firmes y guardad las tradiciones en que habéis sido adoctrinados, ya de palabra, ya por carta nuestra. 16 El mismo Señor nuestro Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que de gracia nos amó y nos otorgó una consolación eterna, una buena esperanza, 17 consuele vuestros corazones y los confirme en toda obra y palabra buena.

En contraposición al cuadro sombrío que acaba de pintar sobre los malvados (cf. v. 10-12), San Pablo pinta ahora otro lleno de luz, como dando a entender a los tesalonicenses que todo aquello no debe preocuparlos, pues a ellos los ha elegido Dios para la gloria (v. 13-14), la cual ciertamente conseguirán si permanecen firmes en la fe recibida (v.13). Y como la perseverancia, al igual que la vocación a la fe, es gracia de Dios, termina pidiendo para ellos esa perseverancia (v.16-17).
La expresión como primicias (v.13; cf. Rom_16:5; 1Co_15:20) parece aludir a haber sido la iglesia de los tesalonicenses una de las primeras fundadas por Pablo en Europa 331. Cuando habla de que llegarán a la bendicion o gloria final mediante la santificación del Espíritu y la fe en la verdad (? .13), está señalando los dos medios principales para conseguirla: uno, de parte de Dios, y es la gracia santificadora del Espíritu (cf. Rom_15:16; 1Co_6:11; 1Te_4:8), otro, de parte del hombre, y es la fe prestada al Evangelio, que es la verdad (cf. v.10). La mención aquí de la gloria de Jesucristo (v.14), a la que los tesalonicenses serán asociados, indica que San Pablo sigue aún con la perspectiva de la parusía (cf. 1:1? ; ? Tes 4:18).
Es muy de notar el consejo que da a los tesalonicenses de que guarden las tradiciones en que han sido adoctrinados, ya de palabra, ya por carta (v.15). Se refiere evidentemente al mensaje evangélico, e indica dos cauces para conocerlo: la viva voz o catequesis oral y la carta o documento escrito. Ambos cauces son apostólicos y tienen el mismo valor. Claro es que, si hay tradiciones apostólicas que hay que admitir (cf. 1Co_11:2.23), hay también tradiciones humanas engañosas, que es necesario rechazar (cf. Col_2:8). La oración a Jesucristo y al Padre, pidiendo firmeza en la fe para los tesalonicenses (v.16-17), es semejante a la ya dirigida en la primera carta (cf. 1Te_3:11-13).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Instrucciones Sobre el Dia Del señor

La sección mayor de enseñanza de la carta es difícil de comprender por dos razones. Primera, es la réplica de Pablo a los problemas que se habían originado en la iglesia debido a mala interpretación de su enseñanza; y segunda, el lenguaje que utiliza es enigmático para personas que no conocen lo que él dijo oralmente a los lectores (5).

1, 2
El problema estaba enfocado en la venida del Señor Jesús, que apareció tan centralmente en 1 Tes. Pablo había enseñado que estaba cerca, posible mente en su propio tiempo, y que implicaría el juntar al pueblo de Dios de todo el mundo para permanecer con él desde ahí en adelante (cf. 1 Tes. 4:17; Mar. 13:27). Ahora algunas personas estaban diciendo que ya había llegado el día del Señor. Para ellos el día era como un período extendido el cual culminaría en la venida del Señor, y probablemente ellos consideraban su presente persecución (1:4, 5) como las últimas etapas de oposición al reino de Dios. Su enseñanza estaba inquietando a las personas, creando agitación tanto como inseguridad, y sin lugar a dudas distrayendo a los creyentes de su normal vivir. Para sostener su discurso dijeron que Pablo mismo lo había enseñado, aunque él no estaba seguro si ellos estaban citando un oráculo profético, una pieza de enseñanza oral o una carta. Las palabras como si fuera nuestra son a menudo tomadas para sugerir que estaba circulando una carta falsa de Pablo. Sin embargo, es improbable que alguien haya producido cartas en el nombre de Pablo en esta época. Es más probable que la frase se refiera a cualquier declaración de Pablo de la cual pueden haber extraído falsas inferencias.

3, 4 La réplica de Pablo es dada para afirmar su enseñanza oral (v. 5) que el día del Señor no puede venir antes que ciertos eventos hayan tenido lugar. Mucho de lo que dice es un eco de la enseñanza de Jesús en el discurso registrado en Mar. 13, y como Jesús previene con seriedad acerca de ser confundido por la falsa enseñanza (Mar. 13:5). Podría ser que las personas estaban siendo guiadas al error en cuanto al tiempo de la aparición del Señor, o podrían confundir al Señor con un impostor (cf. Mar. 13:6, 21, 22). Otras cosas deben suceder primero, especialmente la apostasía y la manifestación del hombre de iniquidad. Estos dos conceptos probablemente pertenecen en forma unida; lo que el hombre de iniquidad hace constituye la apostasía. Apostasía es un término que se usaba en la literatura judía para la oposición a Dios (1 Mac. 2:15), y un gran estallido de maldad en el mundo en contra de Dios fue un tema familiar. Una iglesia apóstata no es el pensamiento primario aquí. El hombre de iniquidad es una forma heb. de expresión para las personas sin ley (v. 8), y de nuevo, sugiere oposición a Dios. Probablemente está pensando en un hombre (posiblemente una encarnación de Satanás), y aquí puede ser el mismo anticristo (1 Jn. 2:18). Al decir se manifieste, Pablo sugiere que su venida es una vil parodia de la venida o revelación del Señor. Ya en este punto asegura a sus lectores que este hombre está destinado para la destrucción antes de describir lo que él hará. Básicamente se opondrá a toda religión y a Dios mismo, y se hará a sí mismo un objeto de adoración (cf. el lenguaje con Dan. 11:36; no es necesariamente una profecía de la misma persona). Que se siente (o intente sentarse) en el templo de Dios es interpretado de diversas formas. Puede significar que se sentará en el templo judío (destruido en el año 70 d. de J.C.) o en un futuro templo recons truido. También el templo puede ser una metáfora para la iglesia. Es más probable, sin embargo, que la figura tomada de Eze. 28:2, y que refleja la historia de Antíoco y Pompeyo cuando ambos entraron al templo judío, se debe tomar metafóricamente como los reclamos totalitarios del hombre rebelde.

5-7 A partir de la enseñanza previa dada por Pablo, los lectores ahora deben ser capaces de recordar por qué el hombre de iniquidad no había aún aparecido. El será revelado en el tiempo propicio, pero actualmente hay algo (neutro en el v. 5, pero masculino en el v. 7) que lo detiene (o posiblemente manteniéndolo alejado). En el presente, a no dudarlo, la rebelión contra Dios está en plena actividad, pero en una forma oculta, y esto permanecerá hasta que la fuerza que lo retiene sea removida. Entonces, se implica, el rebelde actuará abiertamente y el Señor vendrá para derrotarlo. Pero, ¿qué es esta fuerza que lo detiene? Algunos la han tomado como refiriéndose al Imperio Romano (o la fuerza de la ley y el orden representados por él). Otros piensan que se refiere a Satanás o a alguna otra fuerza del mal la cual está actualmente en el poder, pero se hará a un lado cuando se manifieste el hombre de iniquidad. Otra interpretación indica que Dios mismo, a través de alguna agencia celestial, el evangelio o la iglesia, refrena el poder del mal. (La literatura judía se refiere a la restricción de los poderes satánicos mediante un ser celestial hasta el fin del mundo, cf. Apoc. 7:1-3; 20:1-3). Aunque no hay solución libre de dificultades, la última causa menos problemas. Hasta que sea quitado de en medio obviamente no se refiere a que Dios sea obligado a salir de la escena sino a su re tiro de todo lo que refrena el poder del mal hasta el momento de la batalla final.

8 Cuando el Señor aparezca el hombre de iniquidad será destruido. Se usa la imagenería del AT para expresar el poder del Señor (Isa. 11:4). Calvino sugirió que el soplo de su boca era simplemente su palabra. En cualquier caso, no se describe una batalla literal. Resplandor (del gr. epifaneia) es una palabra utilizada para la venida poderosa de Dios para juicio (cf. 2 Sam. 7:23).

9-12 En el último punto que Pablo toca nos lleva a considerar otra vez al hombre rebelde y constituye una advertencia importante. Su advenimiento (gr. parousé a) será una parodia satánica de algo real con toda clase de manifestaciones impresionantes (cf. Apoc. 13:13) que imitan el poder de Cristo y sus seguidores (cf. Rom. 15:18, 19), pero las mismas son falsas e ilusorias. Estos acontecimientos desviarán al error a las personas que están en camino a la destrucción, porque han cerrado sus mentes a la verdad del evangelio que es lo único que puede salvarles; y así están abiertas a aceptar tonterías. El triste final de los perdidos es en último lugar su propia responsabilidad. Lo que Dios hace es confirmarlos en sus malos caminos, haciéndolos resistentes a la verdad, la cual han rechazado, y sujetos a la persuasión mediante mentiras. El fin de todo ello es el juicio, y otra vez se enfatiza que esto viene cuando las personas se comprometen con el mal y rechazan la verdad. Puede llegar al punto cuando una persona que ha rechazado el evan gelio ya no sea capaz de volverse de un curso que conduce directamente a la destrucción.

13, 14 Aquí hay una advertencia a los creyentes a no iniciarse en un camino que lleva al desastre. Ello, sin embargo, está eclipsado por la elocuente convicción de Pablo de que esto no les pasaría a sus lectores. Cualquier incertidumbre acerca de su propia salvación sería superada al considerar la excelencia de su posición en Cristo. Pablo expresa sus comentarios en la forma de otra oración-infor me (vv. 13, 14). Piensa en sus lectores como amados del Señor, eso es, de Jesús, que regresa para juzgar a los incrédulos. El se asocia con el Padre que los ha escogido desde el principio para salvación. Este principio ubica este acto en un pasado distante (cf. Ef. 1:4) y tiene el efecto de sugerir que el plan fue hecho mucho tiempo atrás y no será alterado ligeramente ahora. El plan fue llevado a cabo por la acción de Dios, aquí llamado santificación (eso es, la separación de los lectores como pueblo de Dios y la transformación de sus vidas por el poder de su Espíritu), y por la fe de los lectores en el evangelio (contrastar v. 12). Para que es tos dos procesos complementarios puedan comenzar Dios llamó a los lectores en y a través de la predicación del evangelio (cf. 1 Tes. 1:4, 5; Gál. 1:6, 7). El propósito final de este llamado es que a los creyentes se les pueda dar una participación en la gloria de Cristo (cf. Rom. 8:17, 30).

15 Sobre la base de su fe Pablo anima a sus lectores a permanecer firmes, no solamente al enfrentar la persecución (1 Tes. 3:8) sino también al enfrentar la falsa doctrina. Ellos deben retener lo que Pablo les enseñó, tanto durante su visita a Tesalónica como en sus cartas. Aquí probablemente Pablo establece un contaste entre la correcta interpretación de su enseñanza y las inferencias falsas que han sido extraídas de ella (2:2). Lo que Pablo les enseñó era lit. transmisiones [gr. paradosis, lo que se transmite de una generación a otra], una palabra que comunica el hecho de que la enseñanza paulina estaba basada en lo que a él mismo le había sido enseñado, la fe común de los primeros cristianos (cf. 1 Cor. 15:3).

16, 17 El futuro de los tesalonicenses dependía no solamente de la obra de Dios y la respuesta de ellos, sino también de las oraciones de sus amigos. Pablo respalda su exhortación con una oración expresada en tercera persona (cf. 1 Tes. 3:11-13). Esto conlleva incidentalmente a que Jesús (nombrado primero) y el Padre son la fuente unida de las bendiciones espirituales. Recuerda a los lectores que Dios les ama y que así les ha dado aliento y es peranza para el futuro, a pesar de los eventos temibles mencionados inicialmente en el capítulo. Pide a Dios que continúe alentándolos en sus corazones y los haga resueltos en el actuar y en el hablar en maneras que demuestren la realidad de su fe.

La enseñanza de Pablo en este capítulo advierte a sus lectores que el fin no está tan cerca como ellos pensaban, y los anima a permanecer firmes a pesar de los eventos terribles por venir. Su mensaje para los cristianos de hoy es que no deberían estar interesados en identificar las señales del fin, sino en estar alertas en asuntos morales y espirituales que surgen en tiempos de persecución, y en la tentación a abandonar la fe en el Señor y en su venida.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: 2 Tesalonisenses 2,6-9
Se pone de manifiesto la muerte del Anticristo, y declárase la dilación de su venida.6 Ya sabéis vosotros la causa que ahora le detiene, hasta que sea manifestado en su tiempo.7 El hecho es que ya va obrando el misterio de iniquidad; entretanto, el que está firme ahora manténgase hasta que sea quitado el impedimento.8 Y entonces se dejará ver aquel perverso, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca y destruirá con el resplandor de su presencia9 a aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de milagros, de señales y de prodigios falsos,10 y con todas las ilusiones que pueden conducir a la iniquidad a aquellos que se perderán, por no haber recibido y amado la verdad a fin de salvarse.Arriba el Apóstol, anunciando lo futuro, contó la llegada y culpa del Anticristo; aquí nos muestra la causa que impide esa venida; y primero descubre que ellos ya saben a qué causa se refiere, y la propone en términos obscuros. Así pues: digo que es necesario se dé a conocer el hombre del pecado. "Ya sabéis vosotros la causa que ahora le detiene", esto es, la causa de que se tarde, porque yo os la dije, de suerte que lo que al presente le detiene, "a su tiempo", esto es, oportunamente, "se dará a conocer" (Eccles. 8).-"El hecho es que ya va obrando o tomando formael misterio de iniquidad". Explica por qué se dilata el Anticristo; y este texto tiene muchas interpretaciones, porque misterio puede estar en nominativo o acusativo. En el primer caso el sentido es éste: digo que a su tiempo se dará a conocer, porque aun el misterio, esto es, -figuradamente ocultado (enigmáticamente propuesto), ya está obrando en los fingidos (cristianos), que parecen buenos, y en realidad son malos, y están haciendo el oficio del Anticristo, "mostrando, sí, apariencia de piedad, pero renunciando a su espíritu" (2Tm 3,5). En el segundo caso, o en acusativo, se interpreta así: porque el diablo, en cuyo poder quedará el Anticristo, ya empezó ocultamente, por medio de los tiranos y engañadores, a perpetrar sus iniquidades; porque las persecuciones a la 1glesia de este tiempo son figura de esa última persecución contra todos los buenos y, en comparación con aquélla, son como la copia respecto del original. "Entretanto el que está firme ahora". Esto también tiene múltiple explicación. Una -según San Agustín y la Glosa- dice que, en opinión de algunos, el Anticristo es Nerón, el primer perseguidor de los cristianos, que no fue muerto, sino hurtado fraudulentamente, y que algún día será restituido en su lugar. Donde el Apóstol, dando por vana esta opinión, dice: "entretanto el que está firme ahora", teniendo en sus manos el 1mperio, "manténgase, hasta que sea quitado el impedimento", esto es, hasta que muera. Pero explicado de esta manera no pega, porque ha muchos años que Nerón es muerto, a saber, el mismo año que el Apóstol. Refiérase mejor a Nerón, como persona pública del 1mperio Romano, hasta que sea quitado de en medio, esto es, el 1mperio Romano, de este mundo (Is 23). O de otro modo: "entretanto el que tiene", esto es, detiene ahora la llegada del Anticristo, deténgalo para que no venga; cual si fuese necesario que algunos vengan todavía a la fe y algunos se retiren de ella, como si dijera: para dejar franca la puerta a ires y venires, entradas y salidas, el que ahora detiene hasta que venga detenga hasta que sea quitado de en medio ese hombre obsceno. O también así: entretanto el que tiene ahora fe téngala, esto es, manténgase firme en ella (Ap 2). Hasta que sea quitado de en medio, esto es, la cáfila revuelta de malos, se divida de los buenos y se ponga aparte, como se hará en la persecución del Anticristo. O entretanto... esto es, que el misterio de iniquidad, la iniquidad misteriosa, que detiene, detenga, hasta que la saquen de su escondrijo a media plaza, a vista del público; pues muchos pecan ahora a ocultas, pero día llegará en que lo hagan a la luz del día; porque Dios soporta a los pecadores mientras a ocultas cometen sus pecados; mas el día en que descubran la hilaza, entonces se le acabará la paciencia, como sucedió con los Sodomitas. Con todo eso, San Agustín confiesa ignorar qué es lo que el Apóstol les dice, si ya lo sabían; por eso dice: "ya sabéis lo que ahcra detiene". Además no era cosa muy necesaria de saberse.-Al decir luego: "y entonces se dejará ver", pónese la llegada del inicuo y su pena; primero su manifestación, luego su pena. Cuanto a lo primero dice: ¡He: aquel, en singular, inicuo, perverso, se dejará ver., porque su culpa se hará patente, "a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca". - "El celo del Señor de los ejércitos es el que hará estas cosas" (Is 9,7), esto es, el celo de la justicia, que es amor; porque el espíritu de Cristo es el amor de Cristo, y este celo es el que el Espíritu Santo tiene para con la 1glesia. O con el aliento de su boca, esto es, por orden suya; porque San Miguel le dará muerte en el monte Olívete, de donde Cristo subió a los cielos. De suerte parecida halló su fin Juliano el Apóstata, ejecutado por mano divina. Y esta es la pena presente, aunque también será castigado con la eterna, porque "lo destruirá con el resplandor de su presencia", esto es, con su llegada que todo lo pondrá como un sol (1Co 4). Y lo destruirá, digo, con la eterna condenación (S. 27). Dice también resplandor, porque el Anticristo pareció llenar de tinieblas la 1glesia, y las tinieblas son desterradas por los resplandores; porque todo lo que el Anticristo dará a conocer quedará demostrado haber sido engaño.-"a aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás". Predice el poder del Anticristo, para seducir, y la causa de este poder de seducción, la justicia del Señor, "por no haber recibido y amado la verdad para salvarse los que perecerán". Pone asimismo al autor de este poder, el modo de seducir, los seducidos o engañados. El autor de este poder es el diablo; por eso lo destruirá Cristo, que para eso vino, "para deshacer las obras del diablo" (1Jn 3,8). Por eso dice que el Anticristo "vendrá con el poder de Satanás", esto es, se gobernará por instigación diabólica. "Será suelto Satanás de su prisión, y saldrá y engañará a las naciones" (Ap 20,7). Pues de las obras que hará algunas serán según la operación de Satanás, como las del endemoniado o espiritado, en quien no sólo instiga la voluntad sino aun impide el uso de la razón; en cuyo caso no se le imputa a culpa, porque no usa de su albedrío. Pero en el Anticristo no será así, porque usará de su albedrío, y dentro de él estará el diablo instigándole, como se dice de Judas (Jn 13,27).Y engañará de esta manera: primero valiéndose del poder secular; segundo, de la fuerza de los milagros. Cuanto a lo primero dice: "con toda suerte de milagros", a saber, del mundo. "Se hará dueño de los tesoros de oro y de plata y de todas las preciosidades de Egipto" (Dan. XI,43). O con virtud fingida. Cuanto a lo segundo dice: "de señales". Las señales son una especie de "milagritos". Los prodigios en cambio son grandes, que demuestran que una persona es un ser prodigioso, como quien dice procul: lejos, a dígito: del dedo (Ap 13). Y dice: "prodigios falsos". Llámase falso un milagro, o porque le falta la verdadera razón del hecho, o la verdadera razón de milagro, o el debido fin del milagro. Lo primero es lo que hacen los prestidigitadores, mejor dicho, lo que se hace por arte de magia y brujería, cuando el diablo se encarga de dar gato por liebre para que parezca otra cosa de lo que es; como hizo Simón Mago con un carnero que mandó degollar, que luego se dejó ver vivo; o con un hombre, que todos creían degollado y, por haberle visto luego vivo, le creyeron resucitado. Y esto hacen los hombres mudando fantasmas en la imaginación para engañar.La segunda especie de milagros, impropiamente llamados así, son los que despiertan crecida admiración, por verse el efecto, sin conocerse su causa. Así pues "los milagros", que tienen no simplemente su causa oculta, sino para alguno oculta, dícense no simplemente milagros, sino maravillas. Mas los que tienen simplemente su causa oculta son propiamente milagros, cuyo autor es el mismo glorioso Dios, porque están por encima de todo el orden de la naturaleza creada. Pero algunas veces se hacen algunas maravillas, cuyas causas están ocultas, mas no fuera del orden de la naturaleza; y esto con más razón lo hacen los demonios, que conocen las virtudes de la naturaleza y tienen determinada eficacia para especiales efectos; y éstas hará el Anticristo, pero no las que tienen verdadera razón de milagro, porque no tienen poder en aquello que está sobre la naturaleza.Dícense milagros en tercer lugar los que están ordenados a servir de testimonio a la verdad de la fe, o a reducir los fieles a Dios, como se dice en San Marcos. Mas si alguno tuviese la gracia de hacer milagros, y no se valiese de ellos para este fin, los milagros serían verdaderos cuanto a la razón del hecho y a la razón del milagro; pero serían falsos cuanto al debido fin y a la intención divina.Pero esto no sucederá con el Anticristo, porque nadie hace verdaderos milagros contra la fe, ya que Dios no es testigo de falsedades. De donde uno que predique una falsa doctrina no puede hacer milagros, aunque un hombre de mala vida bien pudiera.Luego señala a los que se dejarán engañar, al decir: "a aquéllos que se perderán", esto es, a los destinados a la perdición. "Ninguno de ellos ha perecido sino el hijo de la perdición". Y esto precisamente porque "mis ovejas oyen mi voz" (Jn X).

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La parusía o segunda venida del Señor. Entramos en la parte central de esta breve carta: la venida definitiva del Señor de la que ha venido hablando hasta ahora. ¿Cuándo se realizará? Es éste un problema que parece no preocupar demasiado a la mayoría de los cristianos de hoy, pero que era de candente actualidad en las primeras comunidades de creyentes como la de Tesalónica, dando lugar a un clima de ansiedad y a veces de histeria colectiva, debido a rumores de los profetas de turno o a la difusión de «cartas falsamente atribuidas a nosotros» (2) con fechas precisas de la inminencia del gran acontecimiento.
Es comprensible que una comunidad pequeña que vivía bajo la extrema presión de poderes opresivos no viera otra salida a su situación sino en una huida hacia adelante, en la esperanza de la venida final de un poder superior que desenmascarara y derrotara definitivamente a las fuerzas del mal del orden establecido. Esta histeria religiosa de «final del mundo» se ha venido repitiendo a lo largo de la historia cristiana en períodos de máxima tensión producidos por guerras o catástrofes naturales. Quizás hoy tampoco falten quienes vean en los males que afectan globalmente a nuestro mundo y que escapan a nuestra capacidad de comprensión, como el hambre, la violencia generalizada o las fuerzas desencadenadas de la naturaleza, signos premonitorios de un final inminente y que busquen en la Biblia fechas precisas y concretas.
El asunto se complicaba en la comunidad de los tesalonicenses con la difusión de falsas doctrinas que aseguraban que el Señor había venido ya definitivamente y que la supuesta resurrección final no era otra cosa sino la nueva realidad espiritual que estaban viviendo (cfr. 1Co_15:15). En este contexto de confusión e histeria, Pablo afirma que la parusía ciertamente vendrá y que la futura resurrección será una realidad, pero niega que esta segunda venida del Señor esté llamando a las puertas. Simplemente, ni el Apóstol ni nadie sabe el día ni la hora (cfr. Mat_24:43s; 1Ts_5:2). Por eso les pide que «no pierdan fácilmente la cabeza ni se asusten... como si el día del Señor fuera inminente» (2).
A continuación, en un mensaje enigmático (3-12) y difícil de comprender para el lector de hoy a causa del lenguaje apocalíptico en que viene expresado, Pablo hace una lectura cristiana, a la luz de la prometida venida del Señor, de las circunstancias traumáticas que vivía la comunidad: persecución, apostasía de algunos, diseminación de falsas doctrinas, división interna. Seguramente los tesalonicenses sabían identificar quiénes eran esos personajes de dentro o de fuera del grupo cristiano, ese sistema político o ese emperador «que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto» (4), o esas doctrinas que estaban causando tanta maldad, a lo que el Apóstol se refiere misteriosamente con títulos tales como «el Hombre sin ley, el destinado a la perdición» (3), «el Rival» (4), «el Impío» (9), títulos todos sacados del vocabulario apocalíptico. ¿Cuál es, realmente, su verdadero protagonismo en el mundo?
Aunque parezca que acampan a sus anchas, «por acción de Satanás», con todo el despliegue de su poder seductor, «con toda clase de milagros, señales y falsos prodigios» (9), «con toda clase de engaños perversos» (10) que hacen que se pierdan «los que no aceptaron para salvarse el amor a la verdad» (10), todos serán destruidos y anulados por «el Señor Jesús, con el aliento de su boca... en la manifestación de su venida» (8). He aquí el mensaje de esperanza de Pablo a los tesalonicenses, que es también una invitación a los creyentes de hoy a hacer nuestra lectura cristiana de las realidades de muerte que afectan a la sociedad global en que vivimos, no para dejar, como si fuéramos impotentes, la solución de nuestros problemas para la futura venida del Señor, sino para hacer que esa victoria futura y total se vaya haciendo ya realidad en nuestro comportamiento de cada día. El cristiano lucha y se compromete con la ventaja de saber que, al final, la victoria será completa.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter II.

1 Hee willeth them to continue stedfast in the trueth receiued, 3 Sheweth that there shall bee a departure from the faith, 9 and a discouery of Antichrist, before the day of the Lord come. 15 And thereupon repeateth his former exhortation, & prayeth for them.
1 Now wee beseech you, brethren, by the comming of our Lord Iesus Christ, and by our gathering together vnto him,
2 That yee bee not soone shaken in minde, or bee troubled, neither by spirit, nor by word, nor by letter, as from vs, as that the day of Christ is at hand,
3 Let no man deceiue you by any meanes, for that day shall not come, except there come a falling away first, and that man of sinne bee reuealed, the sonne of perdition,
4 Who opposeth and exalteth himselfe aboue all that is called God, or that is worshipped: so that he as God, sitteth in the Temple of God, shewing himselfe that he is God.
5 Remember yee not, that when I was yet with you, I tolde you these things?

[Strong delusion.]

6 And now yee know what [ Or, holdeth.] withholdeth, that hee might bee reuealed in his time.
7 For the mysterie of iniquitie doth alreadie worke: onely he who now letteth, will let, vntill he be taken out of the way.
8 And then shall that wicked bee reuealed, whome the Lord shall consume with the spirit of his mouth, and shall destroy with the brightnesse of his comming:
9 Euen him whose comming is after the working of Satan, with all power and signes, and lying wonders,
10 And with all deceiueablenesse of vnrighteousnesse, in them that perish: because they receiued not the loue of the trueth, that they might be saued.
11 And for this cause God shall send them strong delusion, that they should beleeue a lye:
12 That they all might bee damned who beleeued not the trueth, but had pleasure in vnrighteousnes.
13 But we are bound to giue thanks alway to God for you, brethren, beloued of the Lord, because God hath from the beginning chosen you to saluation, through sanctification of the spirit, and beleefe of the trueth,
14 Whereunto he called you by our Gospel, to the obteining of the glorie of the Lord Iesus Christ.
15 Therefore, brethren, stand fast, and hold the traditions which yee haue beene taught, whether by word or our Epistle.
16 Now our Lorde Iesus Christ himselfe, and God euen our Father, which hath loued vs, and hath giuen vs euerlasting consolation, and good hope through grace,
17 Comfort your hearts, and stablish you in euery good word and worke.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2-4. Dan_11:36; Eze_28:2; Isa_14:13. Ver Apo_13:1-8. El "Adversario" -es decir, el gran "enemigo" de Dios, convertido en el "rival" de Cristo- aparece como un ser "personal". Ver notas Job_1:6; 1Jn_2:18-19.

6-7. "Lo que" o "el que" todavía "retiene" la manifestación del "Adversario" o "Anticristo", obligando a "Satanás" ( 1Jn_5:9) -del que es su instrumento- a obrar en secreto, es una causa desconocida para nosotros.

"El misterio de la iniquidad" es el plan de Satanás, que intenta frustrar en la medida de lo posible la obra redentora de Cristo.

8. Isa_11:4.

9. Ver 1Te_2:18.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Frente a los que habían sembrado la agitación entre los fieles de Tesalónica diciendo que la Parusía era inminente, Pablo expone, con un lenguaje de imágenes y símbolos tomado del Antiguo Testamento, que antes deben producirse dos hechos: la «apostasía» y la manifestación del «hombre de la iniquidad» (v. 3). La apostasía había sido ya anunciada por nuestro Señor (cfr Mc 13,22): cuando se haya colmado la medida de los pecados de los hombres, entonces vendrá el fin y tendrá lugar el Juicio Universal. No es posible saber a qué se refiere el Apóstol con la expresión «hombre de la iniquidad». Quizá sea el conjunto de fuerzas del mal que constituyen un instrumento al servicio de Satanás, aunque la descripción que se hace de este adversario de Dios es muy similar a la del «Anticristo» del que habla San Juan (cfr 1 Jn 2,18-22; cfr CCE 675). En cualquier caso, el sentido de este pasaje permanece oscuro. Pero, mientras tanto, cada persona ha de elegir entre el «amor de la verdad» (v. 10) ofrecido por Cristo, y las señales y discursos del Maligno. «Todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla» (C. Vat. II, Dign. hum. 1).


Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Efe_2:2; Apo_13:13-17; Jua_8:44

NOTAS

2:9 El Impío sirve de instrumento a la acción de Satanás, ver 1Ts_2:18, que le comunica su poder sobrehumano, algo así como el Espíritu de Cristo se comunica a los cristianos. Ver el Dragón y la Bestia, Apo_13:2, Apo_13:4.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Efe_2:2; Apo_13:13-17; Jua_8:44

NOTAS

2:9 El Impío sirve de instrumento a la acción de Satanás, ver 1Ts_2:18, que le comunica su poder sobrehumano, algo así como el Espíritu de Cristo se comunica a los cristianos. Ver el Dragón y la Bestia, Apo_13:2, Apo_13:4.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



La historia del anticristo, en su relación con el segundo advenimiento de Cristo, seguirá estos pasos:
1) existe y actúa el germen de la apostasía, que Pablo llama MISTERIO DE LA INIQUIDAD;
2) existe también, en sentido contrario, algo o alguien que detiene o estorba la aparición del anticristo;
3) vendrá día en que desaparecerá este obstáculo y entonces surgirá el anticristo en medio de la apostasía universal:
4) entonces será cuando sobrevendrá el día del Señor, y el Señor Jesús aniquilará al anticristo con el esplendor de su advenimiento.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 2.3 La rebelión contra Dios: Cf. Mt 24.10-12,23-24; 1 Ti 4.1-2.

[2] 2.3 El hombre malvado: Cf. 1 Jn 2.18; Ap 13.1-2.

[3] 2.3 Dn 9.27; 11.31.36-37; 12.11.

[4] 2.6-7 Las expresiones lo que lo detiene y el que ahora lo está deteniendo han sido interpretadas de diversas maneras. Algunos las entienden como referencias al gobierno romano de aquel tiempo, que mantenía un régimen de paz y orden; otros piensan que se trata del poder de Dios, o las refieren al mismo Satanás.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

obra... Gr. energeia;
prodigios falsos...Mat 24:24; Apo 13:13.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Mat 24:24; Apo 13:11-13.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Dan 8:24; Mat 24:24

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos,d

d Mat 24:24.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I ἐνέργειαν I] la fuerza.

Torres Amat (1825)



[7] O que haya desaparecido lo que ahora lo detiene, como la fe y la caridad de las almas buenas, que hay todavía.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Mt 24:24

Jünemann (1992)


9 f. A medida de... adecuada a...