Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
13. Oráculo Contra Babilonia.
Inminencia del ataque contra Babilonia (1-5).
1 Oráculo sobre Babilonia, que vio Isaías, hijo de Amos: 2 Alzad bandera sobre lo alto de un monte desnudo, gritadles, hacedles señas con las manos para que entren por las puertas de los príncipes. 3 Yo mando a mi ejército consagrado para la guerra, y llamo a mis valientes para ejecutar mi ira, a los que triunfan para mi gloria. 4 Murmullo de muchedumbres en los montes, ruido de muchas gentes, de reinos, de gentes reunidas. Yahvé de los ejércitos revista al ejército que va a combatir. 5 Viene de tierra lejana, de los confines de los cielos, Yahvé con los instrumentos de su furor para asolar la tierra toda. Con este capítulo se abre una nueva sección en el libro de Isaías, dedicada a oráculos contra las naciones paganas. Hasta ahora la preocupación del profeta giraba en torno a Israel; ahora la atención se centra más sobre el castigo que han de sufrir los enemigos de Israel. Y dentro de esta serie de vaticinios conminatorios, el primero es éste contra Babilonia.
Por razón de dificultades de estilo y lenguaje y, sobre todo, porque el horizonte histórico parece desbordar al de la época de Isaías el cual escribe bajo la obsesión del peligro de Asiría (s.VIII) y concibe la inauguración de la era mesiánica inmediatamente después de la derrota del invasor asirio , la mayor parte de los críticos modernos piensa que esta sección ha sido redactada a fines del exilio babilónico, no mucho antes de la caída de Babilonia en el 538 ante el empuje de los ejércitos de Ciro. El profeta supone al pueblo israelita en cautividad bajo el imperio babilónico, el cual parece hallarse en la cumbre de su apogeo. Aunque todo esto podría explicarse por una revelación especial de Dios al profeta, no obstante, el vaticinio sería totalmente ininteligible para los contemporáneos de Isaías, ya que les habla de una situación y de un enemigo opresor que hasta entonces no había tenido ocasión de tener fricciones con el pueblo escogido. Por otra parte, no está dentro del género literario habitual de la profecía el dar nombres concretos como el de Ciro. Por estas razones, quizá sea más prudente suponer que este fragmento ha sido escrito en tiempos de la cautividad.
La palabra hebrea que traducimos por
oráculo suele emplearse en la literatura profética como introducción a un vaticinio conminatorio, y así lo entendieron las versiones, como la Vg., que traduce por
onus l.
La expresión
hijo de Amos 2 parece indicar que este versículo es introducción de un glosista, y por otra parte indica que este c.13 primitivamente no estaba unido a los c.1-12 anteriores.
Ex abrupto, como suele ser ley general en los oráculos de esta índole, el profeta invita a sus oyentes a que levanten un estandarte, una señal
sobre un monte desnudo, para que, libre de árboles, se destaque más y sea más visible, y
hagan señales con las manos al ejército invasor, invitándole a entrar en la ciudad por las
puertas de los príncipes, e.d., de los magnates babilónicos, que tenían categoría de príncipes 3, como aristócratas nativos ante los reyezuelos de las naciones sometidas. Y Yahvé habla en tono enfático:
Mando a mi ejército consagrado, e.d., mis cruzados, consagrados, dedicados al cumplimiento de un designio de Dios. El ejército, pues, de Ciro es considerado por Yahvé como instrumento para cumplir sus órdenes, y, en ese sentido, sus soldados son sus consagrados a El, sus cruzados.
Para ejecutar mi ira: cumplir sus designios de castigo sobre Babilonia, que también, como Asiría, se excedió en su papel de instrumento para castigar a la nación israelita;
los que triunfan para mi gloria, o, como traducen otros, mis (guerreros)
altivamente exultantes, que se alegran ante la seguridad de la victoria4.
Después de esta invitación directa de Yahvé a que entren en lid los ejércitos para tomar Babilonia, el profeta parece sentir el
murmullo de muchedumbres en los montes.: es el eco de los guerreros que se concentran en las montañas próximas al este de Babilonia, cuando Yahvé pasa revista como generalísimo supremo. Es el ejército que viene de Media, compuesto de un conglomerado de gentes bárbaras
de muchas gentes y reinos. que vienen de lejanas tierras (v.5), reunidas por Yahvé para caer sobre la maldita ciudad, que va a sufrir el peso de la ira divina;
para asolar toda la tierra, expresión hiperbólica para designar el imperio babilónico, que se extendía por todo el mundo civilizado entonces conocido. Algunos han querido ver en esta frase una
alusión escatológica, en cuanto que la caída de Babilonia podía considerarse como el preludio de un juicio universal de Yahvé sobre la tierra al estilo de las profecías apocalípticas de Joel 5.
Consternación general en el ((día de Yahvé)) (6-13).
6 Lamentaos, que se acerca el día de Yahvé, que vendrá corno azote del Todopoderoso, 7 y desfallecerán todos los brazos y se helarán todos los corazones de los hombres; 8 se llenarán de terror y de angustia, y de dolor se retorcerán como parturienta. Se mirarán con estupor unos a otros y se encenderán en llama sus rostros. 9 Ved que se acerca el día de Yahvé, y cruel, con cólera y furor ardiente, para hacer de la tierra un desierto y exterminar a los pecadores. 10 Las estrellas del cielo y sus luceros no darán su luz; el sol se esconderá en naciendo, y la luna no hará brillar su luz. 11 Yo castigaré al mundo por sus crímenes, y a los malvados por sus iniquidades. Yo haré cesar la insolencia de los soberbios y abatiré la altivez de los opresores. 12 Yo haré que sean los hombres más escasos que el oro fino, más que el oro de Ofir. 13 Yo haré estremecer a los cielos, y temblará la tierra en su lugar ante la indignación de Yahvé de los ejércitos, el día del furor de su ira. Ante esta concentración de ejércitos bajo la égida suprema de Yahvé cunde el pánico general. El v.6 se halla casi literalmente en Joel6 y parece una introducción a este fragmento de colores apocalípticos y escatológicos. En este estado de consternación hará que
desfallezcan todos los brazos, en signo de desesperación7,
y se encenderán en llama sus rostros, como poseídos de ardiente fiebre y nerviosismo. Es que ha llegado el
día de Yahvé, que ya Amos había definido como un día
de tinieblas y no de luz 8, es decir, de castigo y no de regocijo, como esperaban los habitantes de Israel. La naturaleza toda sideral se asociará a este ambiente de terror, pues los astros negarán su luz. Es la imagen clásica de la literatura apocalíptica desde Joel 9. Nuestro Señor aludirá también a estas turbaciones de la naturaleza para expresar la tragedia del último juicio 10.
En realidad son hipérboles orientales que no deben tomarse a letra. En el capítulo II, la naturaleza se asociaba a la era de ventura inaugurada en los tiempos mesiánicos para hacer más dichosa la vida de los ciudadanos de la nueva teocracia israelita; aquí, en cambio, la naturaleza es un instrumento de Dios airado para hacer más terrible la intervención justiciera de su mano 11.
Y en el í. 11 toma la palabra Yahvé de nuevo para dar la razón de esta manifestación de su justicia, y es que la perversidad está tan extendida, que se ve precisado a exterminar casi totalmente a la generación pecadora, de tal forma que los
hombres serán mas escasos que el oro de Ofir, famoso en la antigüedad por su óptima calidad 12.
La matanza sin piedad. Caída de Babilonia (14-22).
14 Entonces, como cierva asustadiza, como ovejas sin pastor, se irá cada uno a su pueblo, huirá cada uno a su tierra. 15 Cuantos fueren habidos serán degollados, cuantos fueren tomados caerán a la espada. 16 Sus hijos serán estrellados a sus ojos, sus casas incendiadas, sus mujeres violadas. 17 Yo despertaré contra ellos a los medos, que no se cuidan de la plata, que no codician el oro. 18 Y los arcos aplastarán a los mancebos, y no harán gracia al fruto del vientre ni tendrán sus ojos piedad de los niños. 19 Entonces Babilonia, la flor de los reinos, ornamento de la soberbia de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, que Dios destruyó. 20 No volverá jamás a ser habitada, ni poblada en los siglos venideros. No alzará allí el árabe su tienda, ni se apacentarán allí los ganados. 21 Morarán allí las fieras, y los buhos llenarán sus casas. Habitarán allí los avestruces, y harán allí los sátiros sus danzas. 22 En sus palacios aullarán los chacales, y los lobos en sus casas de recreo. Está para llegar su tiempo, no se alargarán mucho sus días. La escena se centra ahora sobre Babilonia, objeto del vaticinio conminatorio. Ante la llegada y concentración de los ejércitos enemigos en los montes vecinos, cundirá el pánico general, y los extranjeros que se hallen en aquella ciudad, centro de convergencia comercial de todos los pueblos y razas, huirán precipitadamente
como cierva asustadiza, como ovejas sin pastor a sus países respectivos de procedencia (v.14). Los que no logren salir y caigan en manos de los invasores
serán degollados, y se darán las clásicas atrocidades de la soldadesca desmandada: sus hijos,
estrellados a sus ojos; sus casas, incendiadas; sus mujeres, violadas. Es la secuela normal de toda ocupación militar violenta 13. En realidad sabemos por la historia que las tropas de Ciro entraron en Babilonia sin gran violencia, pues la ciudad se rindió sin resistencia, y, por otra parte, Ciro ha pasado por ser uno de los conquistadores más benignos y deferentes con los pueblos vencidos, en gran contraste con la conducta de los samarios y violentos reyes asirios y babilónicos. A continuación se describe el carácter desprendido de los medos conquistadores, que hacen su primera aparición en la historia del próximo Oriente en tiempos de Salmanasar III (859-825 a.C.). El verdadero fundador del imperio medo fue Ciaxares (633-593), en cual, aliado a los babilonios, atacó Asiría, tomando Nínive en el 612 a.C. Más tarde, Giro, rey de una región al norte de Media, se levantó contra el rey Astiages, creando el imperio persa con la anexión de toda la Media, en el 549, y tomando Babilonia en el 538. Jenofonte destaca también el desinterés de los soldados medo-persas respecto del dinero 14. El profeta hace resaltar esto para dar a entender que no será posible comprarlos por dinero (v.17). Aquí se les llama en general
medos, aunque propiamente el jefe era persa, porque era el nombre tradicional que se les daba entonces; los griegos llamarán a las guerras con los persas las guerras médicas.
Estos soldados, pues, 110 tendrán consideración a nadie, ni con
el fruto del vientre. Babilonia era entonces la
flor de los reinos, como cabeza de un imperio que comprendía reinos enteros, y
ornamento y gloria de los caldeos, o habitantes de los bordes del golfo Pérsico, que lograron bajo Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, en el 625 antes de Cristo, crear un imperio que sustituyó al asirio; Babilonia era la capital y el centro de la vida del imperio, pero caerá estrepitosamente para nunca más levantarse, quedando relegada al olvido como
Sodoma y Gomorra, siendo tan completa su desolación, que hasta el nómada, hombre de la estepa, el
árabe 15, no se dignará acampar en su solar abandonado, que será sólo refugio de los animales y bestias del desierto y de la estepa. Desaparecerá la ciudad populosa, afeminada por la civilización, y se convertirá en pastizales, siendo las ruinas de sus casas morada de las fieras salvajes, entre los que estarán los sátiros de la leyenda popular. Eran una especie de seres demoníacos en forma de machos cabríos, a los que los israelitas habían sacrificado en el desierto 16. El profeta aquí se acomoda a la mentalidad popular, sin que ello comprometa su juicio formal sobre la real existencia de los mismos. En otros textos bíblicos se habla del
leviatán, serpiente tortuosa del mar, del folklore popular oriental. Estas descripciones literarias, a base de ambiente popular, no comprometen la veracidad de la inscripción profética, pues el autor no hace sino revestir sus ideas con un ropaje literario ambiental, y aun a veces legendario, para hacerse entender del pueblo sencillo. Entre los israelitas era conocido el ser demoníaco
Assael, al que se arrojaba el macho cabrío emisario en el desierto 17. En
Tob_8:3 se habla también de otro ser diabólico llamado
Asmodeo, encadenado en la parte superior del desierto de Egipto.
1 Los LXX traducen
visión. Literalmente, la palabra hebrea parece significar
levantar (la voz). Jeremías quiere evitar esta palabra, que sus oyentes tomaban a burla, porque todo lo que anunciaba era de mal agüero (
Tob_23:33-40). 2
Este Amos no es el profeta conocido, anterior a Isaías, pues en hebreo la grafía es distinta. 3 Algunos han creído ver en la expresión
puertas de los príncipes una alusión al significado etimológico de Babilonia:
Bab-ilu: puerta de dios. 4 En Israel las campañas militares eran consagradas con ceremonias religiosas, y así los guerreros eran consagrados a Dios (cf.
1Sa_13:9.
Jer_22:7;
Jer_51:28;
Joe_3:9;
1Sa_21:5· 5 Así Skinner, o.c., 115. 6 Jli.is. 7 Cf.
Isa_19:1;
Eze_21:7; Job 4:3- 8
Amo_5:18 9 Jl I. 10 Mt 24. 11 Este carácter apocalíptico del fragmento es un indicio más de su composición tardía. No obstante, la expresión día de Yahvé ya la encontramos en
Isa_2:12 con los caracteres sombríos, aunque allí no aparece la turbación de la naturaleza sideral. 12 Cf.
Ophir: Dict. de la Bible V.. 13 Cf.
Sal_137:9;
Nah_3:10;
Ose_13:16. 14 Cf.'Cvrop. V 1:20. 15 La palabra
árabe primero era simplemente un nombre apelativo: el hombre del araban (el desierto, la estepa). Después de Jeremías aparece ya como nombre propio aplicado * los nómadas que se dedicaban al comercio en las rutas caravaneras con sus camellos entre ibilonia y los países del Mediterráneo (cf.
Jer_3:2;
Jer_25:24;
2Cr_9:14). 16
Lev_17:7. 17
Lev_16:17.