Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
54. Gloria de la Nueva Sión.
De nuevo se continúan los oráculos de consolación comenzados en el c.49, y que han quedado interrumpidos por los poemas sobre el Sierro
de Yahvé! Se describe la gloria de la futura Jerusalén, que antes ha sido como una mujer estéril y ahora va a tener numerosísima prole. Sus confines serán estrechos para encerrar a los nuevos ciudadanos. Dios se encargará de la restauración de Sión, sellando un nuevo pacto y haciéndola olvidar los días tristes pasados, llenos de ignominia. Ha llegado la hora de la reconciliación definitiva y esperada. Los enemigos se avergonzarán al ver la futura gloria de Sión rebosante de ciudadanos.
Jerusalén, fecunda en hijos y confiada en Yahvé (1.-5)
1 Regocíjate, estéril, que no has parido; entona un grito de alegría y exulta, tú que no has estado de parto. Porque los hijos de la abandonada son más numerosos que los hijos de la casada, dice Yahvé. 2 Ensancha el espacio de tu tienda, extiende las lonas de tus moradas, no te cohibas, alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas, 3porque te extenderás a derecha e izquierda, y tu descendencia poseerá las naciones y poblará las ciudades desiertas. 4Nada temas, que no serás confundida; no te avergüences, que no serás afrentada. Porque te olvidarás de la vergüenza de tu juventud y no volverás a recordar el oprobio de tu viudez. 5Porque tu marido es tu Hacedor; Yahvé de los ejércitos es su nombre, y tu Redentor es el Santo de Israel, que es el Dios del mundo todo. La situación de Jerusalén va a cambiar radicalmente del estado de duelo al de alegría desbordada; por ello, el profeta invita a Sión a exultar por la nueva situación de triunfo y de bienestar. Hasta ahora Sión ha sido como una mujer
estéril, ya que durante su cautividad no ha dado hijos como nación (cf. 49:21). El profeta contrapone la nueva situación de Sión
abandonada (v.1) durante el exilio y la de la misma antes de la cautividad, en que vivía como
casada, e.d., bajo la protección de Yahvé, su marido. En realidad va a venir una época en que Sión, ahora
abandonada, va a tener más hijos que antes del exilio, en que estaba
casada. San Pablo aplica estas palabras a la nueva Jerusalén espiritual, la Iglesia, en contraposición a la carnal y terrestre del Israel histórico (
Gal_4:27).
La situación va a ser tan espléndida, que los muros históricos de Sión serán incapaces para contener la muchedumbre de hijos que le van a venir; por eso se la invita a ensanchar
el espacio de su
tienda (v.2), pues se desbordarán sus más halagüeñas esperanzas:
no te cohibas, alarga tus cuerdas para que estén en tensión las lonas de la tienda, lo que exige el refuerzo de las
estacas de la misma. Jerusalén se ensanchará a
derecha y a izquierda (v.3) para dar cabida a sus innumerables hijos, extendiendo, por otra parte, su influencia dominadora sobre las
naciones. Ha pasado ya la época de la ignominia y de la opresión, y se abre una nueva era, basada en una nueva alianza con Yahvé; por eso el profeta invita a Jerusalén a desechar todo temor:
nada temas, que no serás confundida (v.4). Los tiempos de opresión y de oprobio ya han pasado definitivamente, y en su nueva situación no se acordará ya de la
vergüenza de su
juventud (v.4), e.d., de los tiempos en que fue oprimida en Egipto al comenzar a existir como nación y después en sus tiempos de vida precaria histórica en Ganaán, presa de todas las invasiones egipcias y asiro-babilónicas; y tampoco se acordará del
oprobio de su
viudez (v.4), de la época ignominiosa del destierro, en que se sentía como viuda y
abandonada. En Ez 16 se dan detalles de la situación en que se encontraba Israel cuando fue adoptada por Dios como pueblo, después de haber sido ultrajada y violada por los otros pueblos. Esta
vergüenza de su
juventud desaparecerá totalmente. Y garantía de ello será el que su
marido es el
Hacedor (v.6).
Es la mejor prenda de su liberación. Israel como pueblo es fruto de la obra de Yahvé al escogerlo y modelarlo conforme a su beneplácito. Por otra parte, no sólo es Señor de sus destinos, sino que domina toda la naturaleza y es el Señor de todos los seres, que se mueven a sus órdenes como un ejército disciplinado:
Yahvé de los ejércitos es su nombre (v.6).
Además, es su
Redentor o valedor de sus derechos (cf. 41:14) en todos los momentos críticos de su historia.
Fidelidad de Yahvé para con Sión (6-10).
6 Como mujer abandonada y desolada de espíritu, te ha llamado Yahvé. Y la esposa déla juventud, ¿podrá ser repudiada? dice tu Dios. 7Por un breve momento te abandoné, pero con gran misericordia te recojo. 8En un rapto de cólera oculté de ti un instante mi rostro, pero con amor eterno me apiadé de ti, dice Yahvé, tu Redentor. 9 Me sucede como en los días de Noé2, cuando juré que las aguas de Noé no inundarían más la tierra. Así juro yo no enojarme contra ti ni amenazarte. 10 Que se retiren los montes, que tiemblen los collados, no se apartará de ti mi amor, ni mi alianza de paz vacilará, dice el que se apiada de ti, Yahvé. El Dios de Sión contrapone dos situaciones del pueblo elegido. Este ha sido considerado por algún tiempo como
mujer abandonada y desolada (v.6); es decir, sin ser repudiada formalmente, ha sido postergada por el marido, por no sentir afecto hacia ella, lo que producía en ella una desolación de
espíritu, o pusilanimidad y melancolía. Pero el esposo de nuevo se acuerda de ella, y la llama cariñosamente:
te ha llamado Yahvé (v.6). En realidad, Sión debe estar segura del amor de su Dios, pues no es una esposa advenediza, sino que ha participado de las primicias del amor de Yahvé; es
la esposa de la juventud (v.6), que nunca puede ser abandonada, ya que evoca en el esposo sus primeros amores más tiernos y puros.
Israel ha sido elegida por Yahvé en el desierto con preferencia a otros pueblos por sólo su voluntad gratuita. Por eso Israel no puede ser
repudiada (v.6) definitivamente. El abandono del esposo ha sido momentáneo:
por un breve momento (v.7), el tiempo de la cautividad, que es breve en comparación con la duración del amor eterno de Yahvé para con Sión. Yahvé dice que ha sido
en un rapto de cólera (v.8), como consecuencia de sus infidelidades, por lo que ha ocultado su rostro, e.d., se ha alejado de ella. Pero a esta impresión pasajera de mal humor se ha sobrepuesto el amor
eterno (v.8), que ha hecho se apiadara de ella abandonada. El profeta presenta aquí las alternativas del enojo y amor divinos al modo humano. En la literatura profética se ensalza mucho este carácter amoroso de Dios para con su pueblo pecador, pues lo que diferencia al Dios del hombre es su amor. Y la razón de ese amor
eterno es porque Yahvé es el
Redentor (v.8), o valedor de los derechos de Israel, su abogado oficial, su
go'el, o encargado oficial de protegerle. Signo de que esta reconciliación con Israel es permanente y definitiva es el juramento que hace Yahvé (v.8), aludiendo al otro juramento hecho después del diluvio universal 3 de no anegar más la tierra. La hora del enojo ya ha pasado, y las amenazas lanzadas contra el pueblo escogido se han cumplido con la cautividad. En adelante se establecerá un pacto de amistad inconmovible, más firme que los mismos
montes y
collados, cuya estabilidad era proverbial:
que se retiren los montes (v.9), figura retórica concesiva, equivalente a
aunque los montes pierdan su estabilidad tradicional, el nuevo pacto de Yahvé con Sión permanecerá para siempre4:
ni mi alianza de paz vacilará (v.10). Fruto de ese pacto será un nuevo orden de cosas definitivo y estable, fundado en
Injusticia (v.14).
La nueva Jerusalén, inexpugnable (11-17).
11 ¡Pobrecita, azotada por la tempestad, sin consuelo! He aquí que voy a poner tus piedras de jaspe 5, y tus cimientos de zafiro. 12Te haré almenas de rubí y puertas de carbunclo, y toda tu cerca de piedras preciosas. 13Y todos tus hijos serán adoctrinados por Yahvé, y grande será la paz de tus hijos. 14Serás fundada sobre la justicia, estarás lejos de opresión, pues no habrás de temer, y del terror, pues no se te acercará. 15Si te atacare alguno, no será de parte mía, y quien te ataque caerá ante ti. 16He aquí que yo he hecho al herrero, que sopla el fuego de las brasas y forja armas según su oficio; también he hecho yo al destructor para aniquilar. 17Toda arma forjada contra ti no prosperará, y a toda lengua que contra ti se alce en juicio, condenarás. Tal es la heredad de los servidores de Yahvé y la justicia que de mí les vendrá, oráculo de Yahvé. Yahvé, movido de la triste situación en que se halla Sión, anuncia un futuro glorioso para ella, describiéndola como una ciudadela cuyas murallas están cimentadas y formadas con toda clase de piedras preciosas. La imaginación oriental del profeta no pudo encontrar mejores símiles para ponderar la futura magnificencia de Sión,
fundada sobre la justicia (v.14). A través de todas estas imágenes materiales debemos captar el mensaje profundo de las palabras del profeta. La futura restauración y alianza con Yahvé se basará en unas relaciones cordiales entre ambas partes contratantes, como consecuencia del cumplimiento, por parte de Sión, de los postulados de
justicia y de amor para con Yahvé. Las
virtudes morales serán la base de la nueva teocracia que surgirá después de la prueba de la cautividad. Esto es un tópico en la literatura profética. El autor del Apocalipsis recogerá estas imágenes de pedrería para describir la futura Jerusalén celestial 6. Hay una continuidad literaria entre ambas descripciones, y una continuidad conceptual en el contenido religioso de ambas. La nueva Jerusalén celeste de San Juan será una sublimación de la nueva Jerusalén del libro de Isaías.
La
paz de la futura teocracia se basará en que todos sus hijos
serán adoctrinados por Yahvé (v.13). Los nuevos ciudadanos de Sión tendrán una profunda conciencia de su vinculación a Yahvé, que los ha adoctrinado, y de sus deberes ético-religiosos, y de ahí surgirá la
paz ansiada, basada en la rectitud moral
o justicia (v. 14), que será el fundamento real de la nueva Sión. Como consecuencia del cumplimiento de sus deberes por parte de sus hijos, Sión se verá libre de toda
opresión y terror (v.14), e.d., libre de las intervenciones de la mano justiciera de Dios, que castiga a su pueblo cuando es transgresor de sus mandamientos sagrados.
Si alguno se atreviera a atacarlo, no sería, como antes, de parte de Yahvé:
no es de parte mía (v.15). Los asirios y babilonios, que habían llevado en cautividad a Israel, eran en realidad
instrumentos de la justicia divina para castigar las infidelidades del pueblo elegido; por eso eran realmente
enviados por Yahvé, y precisamente por esto lograban vencer al pueblo de Dios; en adelante no será así, pues quien ataque a Israel será por su propia iniciativa, y, en consecuencia, tendrá que enfrentarse con el poder de Yahvé, que protege a su pueblo:
quien te ataque caerá ante ti (v.15).
En realidad, todo está en manos de Yahvé, ya que tanto el
herrero que forja las
armas (v. 16) como el que las maneja para sembrar la ruina en los ejércitos,
el destructor para aniquilar (v.16), están sometidos a su imperio. Sión, pues, no debe temer, ya que El hará fracasar al industrial que fabrica las armas y al guerrero que las maneja.
No sólo Sión quedará indemne en el futuro de los ataques materiales de sus enemigos, sino que ni la afectarán las maquinaciones insidiosas de las acusaciones enemigas. Al fin triunfará judicialmente contra las acusaciones de sus enemigos
(toda lengua que contra ti se alce enjuicio, v.17). Los
servidores de Yahvé, o ciudadanos de la nueva teocracia, participarán así de una
heredad preciosa, ya que ese estado de tranquilidad total será fruto de la justicia o salvación, que provendrá del mismo Yahvé7. Aunque el profeta piensa aquí sólo en los ciudadanos de la nueva Sión, sin mencionar a los otros pueblos, sin embargo, estas palabras no deben desconectarse de las otras promesas universalistas mesiánicas del mismo profeta. Por otra parte, no debemos perder de vista que nos hallamos aún en las perspectivas del Antiguo Testamento; en realidad, el cumplimiento de las palabras del profeta se dio en la nueva teocracia del Nuevo Testamento, en el Israel de Dios, la Iglesia, que es la verdadera heredera de las promesas del Antiguo Testamento. Las frases sobre la desaparición de todo temor y angustia en la nueva Sión son idealizaciones poéticas para ensalzar la
profunda confianza que tendrán los nuevos ciudadanos en Yahvé, que será su protector.
1 Cf.
Isa_50:4-11; 52:13-53:12. 2 Lit. el TM lee porque las aguas de Noé, como en el versículo siguiente. Con el Targum y la Vg. hemos leído
como los días; así la
Bib. de Jér. 3 En
Gen_8:20-22 no se dice expresamente que Yahvé haya pronunciado un juramento de no anegar la tierra de nuevo, pero se afirma que no lo hará, afirmación que en el contexto tiene la virtud de un juramento. 4 Cf.
Jer_31:3555;
Jer_33:2055;
Sal_46:25;
Eze_34:25;
Eze_37:26;
Mal_2:5. Sobre el amor eterno de Yahvé para con su pueblo, cf., además,
Deu_4:37;
Deu_7:4;
Deu_10:15;
Isa_43:4;
Ose_1:6;
Ose_2:3.25;
Jer_31:20;
Eze_16:8.60;
Isa_02:4; cf.
1Jn_4:10;
Rom_11:9. 5 El texto hebreo lee antimonio. Los LXX leen malaquita. La palabra hebrea es de sentido dudoso. 6 Cf. Ap c.21.