Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
19. El Cántaro roto, símbolo de la destrucción de Jerusalén.
En este capítulo nos encontramos de nuevo con una parábola en acción, del tipo de la del cinturón escondido en el río. Por orden de Yahvé, el profeta rompe una vasija de barro que acababa de comprar ante testigos, para expresar
la destrucción de Jerusalén, escogida por Dios como lugar de su residencia en la tierra. Desde el punto de vista literario no hay unidad, y es necesario admitir, por lo menos, amplificaciones redaccionales.
El cántaro roto (1-13).
1 Así dice Yahvé: Ve y cómprate una orza de barro y lleva contigo algunos de los ancianos del pueblo y de los sacerdotes, 2 y sal al valle de Ben-Hinnom, delante de la puerta de la Alfarería, y pronuncia allí las palabras que yo te diré. 3 Dirás, pues: Oíd la palabra de Yahvé, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que traeré sobre este lugar males que a cuantos los oigan les retiñirán los oídos, 4por haberme dejado a mí y haber enajenado este lugar, ofreciendo incienso en él a dioses ajenos, que no conocían ni ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá, llenando este lugar de sangre de inocentes, 5y edificando los altos lugares a Baal, para quemar sus propios hijos como holocausto a Baal, lo que yo no había mandado ni me había venido a la mente. 6Por eso, he aquí que vendrán días oráculo de Yahvé en que no se llamará ya a este lugar Tofet y Valle de Ben-Hinnom, sino Valle de la mortandad. 7 En este lugar frustraré yo los designios de Judá y de Jerusalén, y los haré caer a espada ante el enemigo y a mano de cuantos buscan sus vidas, y daré sus cadáveres en pasto a las aves del cielo y a las fieras de la tierra. 8 Y haré de esta ciudad la desolación y la burla, de modo que cuantos pasen por ella se asombren y silben irónicamente sobre todas sus heridas. 9 Y les haré comer la carne de sus hijos y de sus hijas, y se comerán unos a otros en las angustias y apreturas con que les estrecharán sus enemigos, que buscan sus vidas. 10 Y romperás la orza a la vista de los que te acompañan, 11y les dirás: Así dice Yahvé de los ejércitos: Así romperé yo a este pueblo y a esta ciudad, como se rompe un cacharro de alfarero, sin que pueda volver a componerse. 12 Así
haré yo con este lugar y con sus habitantes oráculo de Yahvé , con virtiendo a esta ciudad en un Tofet. 13 Las casas de Jerusalén y las de los reyes de Judá quedarán inmundas como el lugar del Tofet, todas las casas en cuyos terrados quemaron incienso a toda la milicia celeste y libaron a dioses extraños. Yahvé ordena a Jeremías que baje con algunos
ancianos y
sacerdotes, como testigos de excepción, al
valle de Ben-Hinnom, o depresión al occidente de Jerusalén, el actual
Wady Er-Rababy, y ge-henna de la tradición rabínica contemporánea de Cristo 2. La
puerta de la Alfarería, cuyo nombre parece persistir en el campo de la Alfarería (o
Hacéldama), consagrado para lugar de sepultura de peregrinos 3, es generalmente localizado en la zona de confluencia del Cedrón, el Tiropeón y Er-Rababy4, donde por la abundancia de agua es fácil que hubiera muchas artesanías de alfarería. El profeta allí se dirige solemnemente a toda la nación (
reyes de Judá y habitantes de Jerusalén, v.5) 5; y parece levantar enfáticamente su mano desde el valle hacia la colina de Jerusalén y sus alrededores que estaban enfrente:
traeré sobre este lugar (v.3). El
Tofet era el símbolo de todas las abominaciones y transgresiones que habían cometido los habitantes de Jerusalén. La culminación de la insensatez idolátrica está representada en los sacrificios cruentos de sus hijos
en holocausto a Baal (v.5). Habían llenado aquel lugar
de sangre de inocentes, quemando sus hijos a Moloc 6. Con ello habían
enajenado este lugar del
Tofet, levantando altares a dioses extranjeros, abandonando a su Dios nacional. Los v.5-6 reproducen casi a la letra el pasaje
Deu_7:31-32 (véase su comentario en este lugar). Yahvé se encargará de frustrar las vanas esperanzas que habían puesto, en los ídolos del
Tofet. No los librarán en la hora del castigo (v.7). La mortandad será general. Todos los que pasen por ese lugar silbarán en son de burla al ver que el pueblo israelita ha sido abandonado de sus dioses (v.8). En el asedio de la ciudad se darán las escenas más trágicas, comiéndose mutuamente entre sí los padres y los hijos7.
La rotura de la orza representa la rotura que Yahvé hará con Judá como pueblo. La expresión
sin que pueda volver a componerse (v.11) no debe entenderse en sentido absoluto, sino, como todas las profecías conminatorias, en sentido
condicionado, e.d., supuesto que el pueblo no se arrepienta y vuelva a Dios.
Los v.12-13 parecen obra redaccional, fuera de contexto, que están mejor en el discurso sobre el
Tofet. Este lugar de la
mortandad, al estar lleno de cadáveres, se contaminaba. Así, Jerusalén, al caer en manos de los enemigos, tendrá sus calles y plazas convertidas en un montón de cadáveres, quedando, por tanto,
inmundas (v.13), como lo era el
Tofet o lugar de maldición divina. El contacto con un cadáver hacía impuro al que lo tocaba. Toda Jerusalén será convertida en un inmenso cementerio, pues en sus casas hubo prácticas idolátricas:
todas las casas en cuyos terrados quemaron incienso a toda la milicia celeste y libaron a dioses extraños (v.13). Desde Manases había habido una infiltración de cultos idolátricos en su más variada manifestación: en el templo 8, en las plazas 9, en las terrazas del palacio real10 y de las casas privadas 11. Sobre todo, el culto astral
(la milicia celeste) estaba muy extendido por influencia asiro-babilónica.
Castigo de Yahvé por la contumacia de Judá (14-15).
14 Y se volvió Jeremías del Tofet, donde le había enviado Yahvé para que profetizara, y se detuvo en el atrio del templo, y dijo a todo el pueblo: 15 Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que traeré contra esta ciudad y contra todas las ciudades que de ella dependen todos los males con que les he amenazado, porque han endurecido su cerviz y por no haber escuchado mis palabras, Jeremías había bajado al
valle de Ben-Hinnom, junto al
Tofet, para destacar el carácter idolátrico y abominable de aquel lugar; pero con él estaban un reducido número de personas, y era preciso anunciar la ruina a todo el pueblo de Jerusalén, y por eso sube al
atrio del templo (v.14). El castigo es inevitable por la obstinación en el pecado por parte de Tuda, desoyendo los mandatos de Yahvé 12.
1 En los LXX falta la frase Y en Tofet mismo sepultarán, por no haber otro sitio para enterrar, que está en el TM, y cuyo lugar propio sería el v.6, donde se reproduce 7:32. 2 Cf. 7:31- 3 Cf.
Mat_27:8-10. 4 Cf. Vincent,
Jérusalem antigüe p.129 nt..1 5 Quizá la frase
reyes de Judá y habitantes de Jerusalén sea una expresión redaccional tomada
Deu_17:20, pues los LXX traen todo el 17:20. 6 Cf.
2Re_21:16; 24:4 7 Cf.
Deu_28:53;
Lev_26:29. Según
Bar_2:3 y
Lam_4:18, estos casos de canibalismo se dieron realmente en el asedio.
2Re_6:28 refiere lo mismo con ocasión del asedio de Samaría por los sirios. Flavio Josefo lo relata del asedio de Jerusalén por Tito
(Bell iud. IV 3:4). 8 Cf.
2Re_13:4.12. 9
2Re_13:12. 10 Cf.
2Re_13:12. 11 Cf.
Sof_1:5. Véase también Estrabón,
Geog. XVI 3:26, que habla de este culto en los terrados entre los nabateos. Sobre la
milicia celeste cf. Jer 8.2. 12 Cf.
Jer_7:26;
Jer_17:32.