Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
34. El Destino del Rey Sedecías. Deslealtad de los Amos.
Este capítulo es como un apéndice a la segunda parte del libro de Jeremías (c.26-35). Contiene dos episodios que tuvieron lugar durante el asedio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor, con poca diferencia de tiempo. Se puede dividir el capítulo en tres partes:
a) anuncio de Jeremías a Sedecías sobre la destrucción de Jerusalén (1-7);
b) emancipación de los esclavos (8-11);
c) denuncia de Yahvé contra la esclavitud (12-22). En la narración hay retoques redaccionales posteriores, pero no hay motivos objetivos para dudar de la autenticidad jeremiana sustancial, si bien el relato se deba probablemente a su secretario, Baruc.
Jeremías anuncia al rey Sedecías la trágica suerte. de Jerusalén (1-7)
1 Palabra de Yahvé que recibió Jeremías mientras Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército y todos los reinos de la tierra sometidos a su dominación y todos sus pueblos, atacaba a Jerusalén y a todas sus ciudades. 2 Así dice Yahvé, Dios de Israel: Ve a Sedecías, rey de Judá, y dile: Así dice Yahvé: He aquí que voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, que le pegará fuego, 3y tú no escaparás de sus manos, sino que serás hecho prisionero y le serás entregado, y verás con tus ojos al rey de Babilonia, y te hablará boca a boca, y serás llevado a Babilonia. 4 Oye, pues, ¡oh Sedecías, rey de Judá! lo que dice Yahvé: Esto es lo que te dice a ti: No morirás a la espada, 5 morirás en paz, y como se quemaron perfumes (en los funerales de) tus padres, los reyes que te han precedido, así se quemarán también en los tuyos, y se te harán lamentaciones: ¡Ay señor! pues yo soy quien lo digo, oráculo de Yahvé. 6 El profeta dijo todo esto a Sedecías, rey de Judá, en Jerusalén, 7 mientras el ejército del rey de Babilonia estaba atacando a Jerusalén y a las otras ciudades de Judá que no se habían rendido, a Lakis y Azeqah, pues sólo ellas habían quedado entre las ciudades amuralladas de Judá. Jeremías tuvo varias entrevistas con el rey Sedecías durante el asedio de Jerusalén
1. Al empezar la guerra, el rey había enviado una embajada al profeta, con la esperanza de que interviniera favorablemente ante Yahvé para que fuera propicio en la guerra contra el invasor babilónico; pero la respuesta fue categórica: la guerra terminaría en desastre para la nación y la familia real, y lo mejor era rendirse, pues así las condiciones de los vencedores serían más benignas. Pero el consejo del profeta no fue seguido, y el país se dispuso a la resistencia. Los babilonios invadieron el país, tomando los puntos estratégicos con miras a hacer el asedio de Jerusalén más efectivo. En estas circunstancias, Jeremías, por instigación divina, decide ir al rey para invitarle de nuevo a rendirse, pues de lo contrario le espera un fin desastroso a él y al país.
El redactor destaca que entre las tropas invasor as, además de las babilónicas, había otras mercenarias
de todos los reinos sometidos a su dominación (v.1). En realidad, la campaña de Nabucodonosor no iba dirigida sólo contra Judá, sino contra toda la coalición siró-fenicio-palestina, que, auxiliada por Egipto, trataba de oponerse a la dominación mesopotámica en esta zona estratégica. La posesión de toda Palestina suponía tener el paso franco para atacar a Egipto. Nabucodonosor había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria) 2. Las operaciones contra Judá fueron dirigidas, como comandante general, por Nabuzardán. La expresión tocios
los reinos y todos los pueblos es hiperbólica para indicar el vasto imperio babilónico.
La profecía hecha a Sedecías de que sería prisionero de Nabucodonosor (v.5) se cumplió literalmente, pues el infortunado rey de Judá huyó de la ciudad sitiada y fue capturado en Jericó y llevado ante el rey de Babilonia en Ribla, donde le fueron sacados los ojos, y después de haber visto matar a sus hijos, fue llevado encadenado a Babilonia 3. El v.4 hay que entenderlo en el sentido de que, si el rey Sedecías
escucha la palabra de Yahvé y la sigue (deponiendo la resistencia inútil), no morirá
por la espada, sino en
paz, recibiendo los honores fúnebres como sus antepasados (v.6).
La condicional
si, aunque no está expresa, se puede sobrentender bien en el texto. De lo contrario, habría que suponer que Sedecías recibió honores fúnebres en Babilonia al morir, lo que no es concebible permitiera un rey tan despótico como Nabucodonosor, que lo había tratado cruelísimamente. En 38:17 dice Jeremías de nuevo a Sedecías que, si se rinde, salvará su vida.
El redactor no dice nada sobre la reacción del rey a las palabras del profeta, y se limita a consignar la circunstancia histórica en que la entrevista tuvo lugar: el ejército babilónico estaba preparando el cerco de Jerusalén y sometiendo las ciudades amuralladas de Judá, quedando sólo entonces sin tomar
Lakis y Azeqah (v.7). La primera se suele identificar con
Tell ed-Duweir, a ocho kilómetros al sudoeste de
Beit Gebrin 4, y la segunda parece ser el actual
Tell Zacaria, al norte de
Beit Gebrin 5
. En las cartas contemporáneas de Jeremías llamadas
ostracas de Lakis, encontradas en
Tell ed-Duweir, aparece mencionada también
Azeqah. En una de ellas, el jefe de un destacamento, aislado por las tropas invasoras babilónicas, escribe al comandante superior de
Lakis que ve aún las señales (de fuego) que le hace, pero que no ve las de
Azeqah. Parecen reflejar la misma situación de que nos habla este c.34 de Jeremías 6.
Quebrantamiento de la ley de la servidumbre (8-11).
8Palabra de Yahvé que recibió Jeremías después de haber hecho el rey Sedecías un convenio con todo el pueblo de Jerusalén 9de que se publicara la manumisión, dejando cada uno libres a sus esclavos y esclavas hebreos, hombres y mujeres, a fin de que no fuera retenido como esclavo ningún judío o judía por un hermano suyo. 10 Todos los magnates y todo el pueblo, que habían aceptado este convenio, consintieron en libertar cada uno a sus esclavos y esclavas y no retenerlos en la esclavitud; consintieron y los libertaron; 11pero se arrepintieron luego, y reclamaron los esclavos y esclavas que habían liberado y los obligaron de nuevo a ser esclavos y esclavas. Según la Ley7, los esclavos hebreos debían ser manumitidos en el año séptimo de su servidumbre, porque Yahvé había liberadoa Israel de Egipto 8. Era una ley muy sabia para evitar la esclavitud perpetua. Sólo podían ser perpetuamente esclavos los que así lo desearan. Pero esta ley debió de cumplirse mal. La Biblia sólo nos cita este caso de cumplimiento en tiempos de Sedecías. El móvil debía de ser religioso y político. De un lado querían aplacar a Dios para que los ayudara en la resistencia, y de otro querían disponer de las manos de los esclavos para la defensa, y aun entre los amos habría interés en deshacerse de los esclavos para no cargar con su manutención en época tan difícil como en el asedio. El
convenio hecho por Sedecías con
todo el pueblo de Jerusalén (v.6) fue solemnizado con el rito del becerro sacrificado. Los que aceptaban el pacto pasaban por entre las partes de la víctima descuartizada, colocadas paralelamente según un rito que se remonta a la época patriarcal 9. El significado de este extraño rito parece ser el de conminar a las partes contratantes a cumplirlo so pena de sufrir la suerte del becerro sacrificado por efecto de la maldición divina. Los amos de Jerusalén, por todas estas razones, aceptaron la
manumisión (v.7) proclamada por el rey, y en un arranque de generosidad dejaron libres a sus
esclavos y esclavas (v.10). No se especifica si fueron sólo los que llevaban ya seis años de servidumbre y, según la Ley, debían quedar libres, o si fueron todos los esclavos, como algo realmente excepcional. Parece que el contexto favorece esta última interpretación. Pero en cuanto pasó el peligro y vieron que el asedio se interrumpía al tener Senaquerib que retirar las tropas para salir al frente del ejército egipcio, que avanzaba por el sur hacia Jerusalén en ayuda de Sedecías, se
arrepintieron y reclamaron los esclavos y esclavas que habían liberado (v.11), infringiendo así el
convenio solemne que habían hecho. Creían que con el acto anterior habían logrado alejar la ira divina y ganado su protección y que podían en adelante volver a las antiguas costumbres. Esto fue una deslealtad, que Jeremías, como representante de Yahvé, no podía pasar por alto, y así, en nombre de El, protesta, anunciando el castigo terrible incluido en el rito del
convenio.
Enérgica protesta de Yahvé (12-22).
12 Recibió, pues, Jeremías palabra de Yahvé, diciendo: 13 Así dice Yahvé, Dios de Israel: Yo hice con vuestros padres un pacto al tiempo que los saqué de Egipto, de la casa de la esclavitud, diciéndoles: 14 al fin del año séptimo, cada uno dará libertad al hermano hebreo que se le haya vendido; te servirá durante seis años, pero luego le liberarás; pero vuestros padres no me obedecieron, no me dieron oídos. 15
Vosotros hoy os habéis convertido y habéis hecho bien a mis ojos, proclamando la sumisión de vuestros hermanos, y habéis hecho ese pacto en mi presencia, en la casa en que se invoca mi nombre; 16 luego os habéis vuelto atrás, habéis profanado mi nombre, habéis vuelto a retraer cada uno a sus siervos y siervas que habíais liberado, reduciéndolos de nuevo a la servidumbre y haciéndolos vuestros esclavos y esclavas. 17 Por eso, así dice Yahvé: Vosotros no me habéis escuchado, proclamando cada uno la manumisión de su hermano y de su prójimo; he aquí que yo os proclamo la manumisión oráculo de Yahvé para la espada, para la peste y para el hambre, y haré de vosotros objeto de terror para todos los reinos de la tierra, 18 y haré de los que han quebrantado mi pacto y no han guardado las palabras de la alianza que ante mí sellaron como el becerro que partieron en dos mitades, entre cuyos trozos pasaron. 19 Los grandes de Judá, los grandes de Jerusalén, los eunucos, los sacerdotes y todo el pueblo de esta tierra pasarán por entre las partes del becerro, 20 y los entregaré en manos de sus enemigos, en las manos de los que buscan sus vidas, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; 21 y a Sedecías, rey de Judá, y a sus príncipes, los entregaré en manos de sus enemigos, en manos de los que de muerte los persiguen, en manos del rey de Babilonia, que de vosotros se ha retirado. 22 He aquí que les daré orden oráculo de Yahvé y los haré volver a esta ciudad, y la combatirán y la tomarán y la incendiarán, y haré de las ciudades de Judá un desierto, y no habrá quien las habite. Esta requisitoria de Jeremías tuvo lugar en los primeros días de la interrupción del asedio, cuando Sedecías mandó una nueva embajada al profeta 10 antes de que fuera encarcelado 11.
Yahvé les recuerda la alianza del Sinaí, en cuyas cláusulas estaba la manumisión de los siervos en el año séptimo12; pero ya los antepasados faltaron sistemáticamente a esta ley (¥.13-14). En contraposición a la conducta de los antepasados israelitas, Yahvé les presenta, en tono de alabanza, el gesto que han tenido los contemporáneos de Jeremías de cumplir la ley de la manumisión de los siervos, acto que firmaron solemnemente en un
pacto en su presencia, en la casa donde se invoca su nombre (v.15). Dios les reconoce el mérito de este acto de generosidad y de justicia social, pero les recrimina al mismo tiempo
la inconstancia en el cumplimiento de lo pactado (v.16), ya que reclamaron de nuevo a sus antiguos siervos, y con ello han
profanado su
nombre (v.16). Por eso, el castigo de Dios será inexorable:
Yo os proclamo la manumisión para la espada, la peste y el hambre (v.17). Como ellos no han querido
liberar a sus esclavos, Yahvé los
libera, es decir, los deja sin protección ante la tríada siniestra:
la espada, la peste y el hambre. Van a ser
libre presa de la guerra con sus trágicas secuelas 13.
Al pasar
entre las dos mitades del becerro (v.18), implícitamente se comprometían a las consecuencias de la alianza. El quebrantarlas era exponerse a la suerte de aquel
becerro descuartizado. Todas las clases dirigentes de Judá (
los grandes de Jerusalén., los eunucos, ?.16) sufrirán la misma suerte del becerro inmolado. La palabra
eunuco tiene el sentido de cortesano en general14. Yahvé hará gran mortandad entre ellos, dejando sus
cadáveres expuestos a las
aves del cielo y a las bestias de la tierra (v.20), lo que constituía el máximo baldón para un semita 15. Y esta suerte afectará al propio rey
Sedecías, principal responsable de la deslealtad de los amos para con sus esclavos, ya que les permitió tomarlos de nuevo (v.21).
1 Cf.
Jer_21:1s;
Jer_34:1-7;
Jer_37:3s;
Jer_37:17s;
Jer_38:145. 2 Cf.
Jer_39:5. 3 cf.
2Re_25:6-7. 4 Cf. Abel ,
Géogr. de Palestine II, ad verbum. 5 Cf. Id ., ib., ad verbum. 6 Cf. Bi (1939) p.191; RB (1939) p.205. 7 Cf.
Exo_2:2. 8 Cf. Dt I5.12S. 9 Cf.
Gen_15:198. Este rito, cumplido ya por Abraham, era corriente en el antiguo Oriente. Por los documentos de Nuzu sabemos que en la Alta Mesopotamia se descuartizaba un asno, y así se decía para indicar un pacto: cortaron el asno de la alianza. En un contrato entre el rey asirio Assurnirari y Mattiilu de Bit-Agusi, después de sacrificar un macho cabrío, dice el rey asirio: Esta cabeza (del macho cabrío) no es la
cabeza del macho cabrío, sino la de Mattiilu. Si falta a su juramento, como se corta esta cabeza del macho cabrío, se cortará la de Mattiilu
(Alt. Orient. Text. p.33o). Entre los griegos y romanos había un rito similar. Cf.
Ilíada III 298; tit. Liv., I 24. De este uso surgió la expresión hebrea
Karat berit (cortó la alianza) para decir que se hizo un pacto. Es una expresión similar y paralela a la griega üñêéá ôåìíåÀí. Cf. Vittonato , o.c., 425. 10 Cf. 37:3-5. 11 Cf.37:11. 12 Cf.
Exo_13:3-14;
Exo_13:20,2;
Deu_5:6. 13 Cf.
Jer_21:9;
Jer_29:17;
Jer_24:9;
Jer_29:18 14 Cf.
Jer_29:2. 15 La frase en manos de los que buscan su vida falta en los LXX. Parece adición erudita. Sobre la suerte de sus cadáveres cf.
Jer_7:33;
Jer_16:4. El redactor trabaja con fórmulas estereotipadas que no son necesariamente del original.