Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
43. Los Jefes fugitivos se llevan a Jeremías.
Las palabras del profeta son desoídas, ya que las consideran inspiradas por Baruc, y los jefes judíos se llevan a la fuerza al pueblo hacia Egipto, y entre ellos al propio profeta con su secretario Baruc. Es una nueva prueba terrible para el profeta de Anatot, que había querido quedar en su patria consolando a los pobres judíos, desmoralizados por la derrota (1-7).
Una vez en la tierra de los faraones, continúa su misión de profeta anunciando males. Por una acción simbólica, vaticina la invasión de Egipto por Nabucodonosor, que destruirá los palacios y templos del país (8-13).
Jeremías es llevado a Egipto contra su voluntad (1-7)
1 Sucedió, pues, que, cuando Jeremías acabó de hablar a todo el pueblo las palabras de Yahvé, su Dios, todo cuanto Yahvé, su Dios, le había encargado decirles, 2 Azarías, hijo de Mahasías; Yojanán, hijo de Qareaj, y todos los hombres soberbios, dijeron a Jeremías: Es mentira lo que dices, no te ha enviado Yahvé, nuestro Dios, para decirnos: No vayáis a habitar en Egipto. 3 Es Baruc, hijo de Nerías, que te incita contra nosotros para entregarnos a los caldeos, para que nos den muerte o nos deporten a Babilonia. 4 De este modo, Yojanán, hijo de Qareaj; todos los jefes y todo el pueblo, desoyeron la orden de Yahvé de quedarse en la tierra de Judá. 5 Y Yojanán, hijo de Qareaj, y todos los jefes de tropas tomaron a los restos de Judá que habían vuelto de las regiones todas en que se habían dispersado para habitar en la tierra de Judá, 6 los hombres, las mujeres, los niños, las hijas del rey y todos cuantos Nabuzar-dán, jefe de la guardia real, había dejado con Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safan, y a Jeremías profeta, y a Baruc, hijo de Nerías, 7 y entraron en Egipto, desoyendo la voz de Yahvé, y llegaron a Tafnes.
Los interlocutores de Jeremías no vieron en su respuesta sino el eco de una opinión particular de su secretario Baruc, sin reconocer carácter divino a su oráculo. Era dudar de la veracidad del profeta. Baruc, principal colaborador de Jeremías en su predicación en favor de una rendición a los babilonios, había sido tratado con deferencia particular por los conquistadores. Por eso, personalmente nada tenía que temer de ellos. En cambio, los jefes judíos habían luchado contra ellos, y de seguro humanamente hablando que habían de caer represalias mortales sobre ellos. No quieren exponerse a tales peligros, y saben que no se hallarán tan seguros como Baruc, que los invita a permanecer en el país (v.3). Le atribuyen, pues, a Baruc intenciones siniestras contra ellos:
te incita contra nosotros para entregarnos a los caldeos. (v.3). Contra la voluntad del profeta, le obligaron a él y a su secretario a acompañarlos en la fuga. No sabemos las razones que pudieran tener los jefes para llevarse a Jeremías. Ni sabemos tampoco el grado de resistencia que éste les opuso. Quizá ante la inevitable partida para Egipto del pueblo, al que tanto amaba, quiso acompañarles para ser el guía espiritual en una nación pagana, con el ánimo de evitar cayesen en las prácticas idolátricas. Quizá los jefes tenían particular interés en que les acompañara el profeta, que gozaba de gran prestigio en el pueblo. Su presencia ayudaría a mantener el espíritu nacional religioso de los fugitivos. En los planes de Dios, Jeremías debía continuar su oficio de centinela siempre avizor de los peligros espirituales de su pueblo, y en su función de arrancar y desenraizar pueblos, como preámbulo para después edificar y plantar. 1
Anuncio de la Invasión de Egipto por Nabucodonosor (8-13).
8 Y recibió Jeremías palabra de Yahvé en Tafnes, diciéndole: 9 Toma con tu mano unas piedras grandes y mételas en un mortero en el empedrado, junto a la entrada de la casa del faraón en Tafnes, en presencia de los judíos. 10 Y diles: Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: Yo mandaré a buscar a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, que asentará su trono sobre estas piedras que acabo de colocar y extenderá sobre ellas su tapiz. 11Vendrá y batirá la tierra de Egipto: los que a la muerte, a la muerte; los que al cautiverio, al cautiverio; los que a la espada, a la espada. 12Y pegará fuego a los templos de los dioses de Egipto, y los abrasará, y los conducirá cautivos, y despiojará la tierra de Egipto como despioja el pastor su zamarra, y saldrá de allí en paz. 13 Y romperá los obeliscos del templo del Sol en Egipto, y quemará los templos de los dioses de Egipto. Jeremías reanuda sus acciones simbólicas para expresar gráficamente 2 la futura humillación de Egipto, que con sus instigaciones fue la causa del desastre de Judá. La parábola en acción tiene lugar en
Tafnes, ciudad fortificada en la frontera oriental de Egipto, la actual
tell Defenne. Era el lugar de concentración de muchos judíos fugitivos. Algunos habían sido ya deportados en tiempo de Joacaz (608 a.C.), cuando el faraón Necao II llevó a Joacaz, hijo de Josías, a Egipto, poniendo en el trono en su lugar a Joaquim.
Jeremías les había dicho a los fugitivos en las cercanías de Belén que no fueran a Egipto, donde encontrarían la ruina y la espada. Ahora su primer oráculo sirve para confirmar aquellas palabras. Yahvé, Señor de los reinos y de la historia, ha decidido la invasión de Egipto por el implacable Nabucodonosor. Con ello quiere decir que los judíos no encontrarán en el país del Nilo la seguridad y abundancia anheladas. La acción simbólica del profeta quiere indicar que en aquel lugar donde está poniendo
piedras., en el empedrado a la entrada de la casa del faraón, asentará Nabucodonosor su
trono (v.10). Es el anuncio de la invasión del coloso caldeo. Las
piedras grandes colocadas allí a la vista de todos por Jeremías deben servir de memorial de su profecía. La
casa del faraón no es necesario tomarla en el sentido de palacio personal del faraón, sino uno de los edificios
oficiales en los que estaban instalados los representantes del faraón en aquella zona fronteriza. No sabemos que Tafnes haya sido nunca residencia personal del faraón egipcio. Se trata, pues, de la residencia-fortaleza de la guarnición fronteriza egipcia, en donde moraba el gobernador, representante del faraón. Quizá habría sido residencia accidental del faraón en sus visitas de inspección a las fronteras y de paso en sus campañas militares en Palestina.
Yahvé hará que su
siervo Nabucodonosor, instrumento de su justicia, plante sus reales en tierra de Egipto (v.10). Con él llegará la destrucción y la ruina:
los que a la muerte, a la muerte. (v.11). Abrasará los templos, llevando
cautivos a sus ídolos 3. Nabucodonosor limpiará a Egipto de sus dioses e ídolos
como despioja el pastor su zamarra (v.11). El símil es expresivo y refleja la minuciosidad con que Nabucodonosor destruirá todo, sin dejar nada en pie4. A su paso caerán los
obeliscos del templo del Sol, o Heliópolis, la ciudad egipcia de On (nombre que da el texto griego), centro del culto solar, a poca distancia de El Cairo actual5. Uno de sus obeliscos está aún en su lugar, mientras que otro fue llevado a Roma por Augusto.
Tenemos, pues, que aquí se anuncia una expedición de Nabucodonosor contra Egipto, como lo profetizó también Ezequiel allá por el 572 6. Durante mucho tiempo se dudaba de la realización de estas profecías. Flavio Josefo dice que Nabucodonosor conquistó Egipto en el año 23 de su reinado, es decir, en el 583-582 a.C. Pero quizá esto dependa de la profecía de Jeremías 7. Herodoto no conoce tal expedición a Egipto, pero el historiador griego tiene muchas lagunas. En un fragmento de una inscripción babilónica traducido en el 1878 8 se dice que Nabucodonosor dirigió una expedición contra Egipto en el año 37 de su reinado (568-567) contra el faraón Amasis (569-526), que durante algún tiempo compartió el trono como corregente con su antecesor Ofra (588-569). No sabemos detalles de esa expedición a Egipto llevada por Nabucodonosor, pero podemos suponer que fue victoriosa, pues de lo contrario no la hubiese consignado en la inscripción. Con esto tenemos lo suficiente para probar el cumplimiento de la profecía de Jeremías. Sin duda que sembró la ruina y la devastación por doquier, como era su costumbre, y más al tratarse del gran imperio enemigo. Como
Tafnes estaba en la frontera oriental de Egipto, con toda seguridad que en su expedición militar Nabucodonosor instaló su
trono. y tapiz (v.10) en el palacio-residencia del representante del faraón, cumpliéndose así literalmente la profecía.
1 Cf.
Jer_1:10. 2 Cf.
Jer_13:1-11. 3 Cf.Jer 48:7; 49:3 4 El sentido de la palabra hebrea que traducimos, como la
Bib. de Jér., por
despiojar, es oscuro. Algunos quieren traducir
girar, y así la imagen sería que Nabucodonosor cambiaría la faz de Egipto con la misma facilidad con que el pastor da vuelta a su zamarra. 5 La palabra hebrea
Beth Shemesh, que traducimos literalmente casa del sol, es la traducción del egipcio
Pi-Ra, casa de Ra o del dios solar, adorado en On o Heliópolis. 6 Cf.
Eze_29:193; 30:1 s. 7 fl. Josefo,
Ant. Jud. X 9,7. 8 Langdon, Die neubabylon., Komgsinschriften (1912) p.206s.