Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
7. La simple presencia del templo no es garantía de Seguridad.
Con este capítulo se abre una nueva sección en el libro, que comprende los c.7-10. Las alusiones a cultos astrales parecen suponer que esta sección sería compuesta en tiempos del rey Joaquim (609-598), el cual, bajo influencia babilónica, permitía las nuevas tendencias religiosas de importación mesopotámica. Con todo, aquí encontramos diversos fragmentos de distintos discursos reunidos artificialmente más tarde, sin unidad lógica ni cronológica estricta.
La vana confianza en el templo (1-7).
1 Palabra de Yahvé que llegó a Jeremías, diciéndole: 2 Ponte a la puerta del templo y pronuncia estas palabras y di: Oíd la palabra de Yahvé todos los de Judá que entráis por estas puertas para adorar a Yahvé. 3 Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y yo moraré con vosotros en este lugar. 4 No pongáis vuestra confianza en palabras engañosas, diciendo: ¡Oh el templo de Yahvé, el templo de Yahvé! ¡éste es el templo de Yahvé! 5 Pues si mejoráis vuestros caminos y acciones, si hacéis justicia entre unos y otros, 6 si no oprimís al peregrino, al huérfano y a la viuda; si no vertéis en este lugar sangre inocente, si no os vais tras de dioses extraños para vuestro mal, 7 entonces yo permaneceré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres por los siglos de los siglos. Yahvé ordena a Jeremías ponerse
a la puerta del templo (v.1), seguramente la del atrio exterior, que daba acceso al atrio interior, probablemente la oriental, en la que se congregaba más gente para asistir a los sacrificios. Esta puerta se hallaba sobre las gradas que daban acceso al atrio interior; así se concibe que Jeremías, en lo alto junto a la puerta, dominara a las gentes que se aproximaban por la explanada circunstante:
Oíd la palabra de Yahvé todos los de Judá que entráis por estas puertas para adorar a Yahvé (v.2). El profeta exige atención en nombre del mismo Dios al que van a adorar. Yahvé consiente
morar con su pueblo en el supuesto de que se cumplan sus preceptos. Los contemporáneos de Jeremías se creían al abrigo de todo peligro por el hecho de la presencia sensible del templo en Jerusalén, morada de Yahvé. En consecuencia, su Dios no podía permitir que la Ciudad Santa cayese en manos de sus enemigos, porque guardaba el santuario de Yahvé. De ahí la jactanciosa exclamación:
¡Oh templo de Yahvé! (v.4), que parecía resumir la confianza fetichista en el santuario material. Pero éstas eran
palabras engañosas, que daban pie para una falsa seguridad. En realidad, para que Dios
more con ellos en Jerusalén
deben practicar las exigencias de la justicia social (v.6). Dios vela por los derechos de los débiles y desheredados. Entre éstos estaba el
peregrino o forastero, el
huérfano y la
viuda l. Sobre todo debían abstenerse de violencias sangrientas: si
no vertéis sangre inocente. Posible alusión a los sacrificios cruentos de niños a Moloc o simplemente a los atropellos violentos que se cometían contra los que predicaban el cumplimiento de los deberes. El profeta, pues, exige un mínimum de un código moral para que Yahvé permanezca en la
tierra que había dado a sus
padres.
Contra la insinceridad religiosa (8-11).
8 He aquí que confiabais en palabras engañosas, que de nada sirven. 9 Pues ¿qué? ¡Robar, matar, adulterar, perjurar, quemar incienso a Baal e irse tras dioses ajenos que no conocíais, 10 y venir luego a mi presencia en esta casa, en que se invoca mi nombre, diciendo: Ya estamos salvos, 11 para luego hacer todas estas abominaciones! ¿Es acaso a vuestros ojos esta casa, donde se invoca mi nombre, una cueva de bandidos? Mirad, también yo lo veo, oráculo de Yahvé. De nuevo el profeta insiste en que es muy peligroso confiar en
palabras engañosas (v.8). En realidad no puede compaginarse ese culto meramente externo en la
casa de Yahvé y entregarse a todas las
abominaciones (v.11), como son
robar, matar. (v.8). Por tanto, es presuntuosa esa supuesta seguridad,
ya estamos salvos, (v.10), basada en un mero ritualismo externo. Esta actitud es semejante a la de los salteadores, que se esconden en una gruta para ocultar el fruto de su rapiña: ¿Es
acaso a vuestros ojos esta casa, donde se invoca mi nombre, una cueva de bandidos? (v.11). Del mismo modo, los israelitas contemporáneos del profeta creían encubrir sus atropellos refugiándose en el templo, dando de lado a sus deberes ético-religiosos y cubriéndose externamente con prácticas de mero ritualismo cultualista 2. Esto es un insulto a la justicia divina, ya que se busca la inmunidad de sus crímenes con pretextos religiosos3. Por eso Yahvé, en ese caso, considera a su templo como profanado y, en consecuencia, desvinculado de El, de forma que ya no se ve obligado a protegerlo. Se han empeñado en convertirlo en
cueva de bandidos, y así aparece a los ojos divinos:
También yo lo veo; y obrará en consecuencia.
El templo de Silo y el de Jerusalén (12-15).
12 Id, pues, a mi lugar de Silo, donde al principio establecí mi nombre, y ved lo que hice con él por las impiedades de mi pueblo Israel. 13 Pues ahora, por haber hecho estas cosas oráculo de Yahvé y porque os amonesté a tiempo repetidas veces y no me escuchasteis, os llamé y no respondisteis, 14 haré de esta casa en que se invoca mi nombre, en que confiáis vosotros, y de este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, lo que hice de Silo; 15 y os arrojaré de mi presencia, como arrojé a vuestros hermanos, a toda la progenie de éfraím. Dios quiere probarles por la historia que la confianza ciega en la presencia material del templo es vana como defensa contra la invasión extranjera. El recuerdo de la liberación milagrosa de Jerusalén de las tropas de Senaquerib un siglo antes (701) 4 había creado una falsa confianza, como si Yahvé, el Dios nacional, se viera obligado a salvar la ciudad por estar necesitado de los sacrificios y actos de culto del templo de Jerusalén. Esta concepción es totalmente gratuita y no está en consonancia con los hechos de la historia. Por eso Yahvé, para traerlos a razón, les invita en este oráculo a visitar las ruinas de
Silo (v.12), centro en otro tiempo del culto a Yahvé, en la época de los jueces y de Samuel 5.
Silo es una localidad que está a unos 30 kilómetros al norte de Jerusalén, la actual Seilun, y fue la capital religiosa de Israel, en sentido amplio en tiempo del régimen federal de las tribus , después de la conquista de Canaán por Josué; allí se instaló durante mucho tiempo el
tabernáculo con el
arca de la alianza, símbolo de la presencia de Yahvé en su pueblo. Con la victoria de los filisteos, el arca fue capturada, y la ciudad de Silo destruida, siendo llevado el tabernáculo a Nobe, junto a Jerusalén 6.
La historia, pues, demostraba que la simple presencia del tabernáculo símbolo de la presencia de Yahvé en su pueblo no bastaba para garantizar la permanencia de la localidad en que estaba establecido. Dios amenaza ahora hacer otro tanto con Jerusalén, y todo ello por las transgresiones de sus habitantes a pesar de las amonestaciones divinas transmitidas por los profetas (v.13-14). Judá, pues, sufrirá la suerte de la
progenie de éfraím (v.16),
ya que han incurrido en los mismos pecados que las tribus del Norte, entre las que destacaba
éfraím, el símbolo del reino de Israel. En efecto, Samaría, capital del reino del Norte, fue tomada en 721, y sus habitantes fueron llevados en cautividad; ésta será también la suerte de los habitantes de Jerusalén: os
arrojaré de mi presencia, como arrojé a vuestros hermanos (v.15).
Aberraciones idolátricas de los israelitas (16-20).
16 Y tú no me ruegues por este pueblo ni eleves por ellos clamor y súplica, no me porfíes, porque no te oiré. 17 Porque ¿no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén? 18 Los hijos recogen la leña, los padres prenden el fuego, y las mujeres amasan la harina para hacer tortas a la reina del cielo y libar a los dioses extraños para ofenderme. 19 Pero ¿me ofenden a mí, oráculo de Yahvé? ¿No es más bien a ellos, para su vergüenza? 20 Por tanto, así dice el Señor Yahvé: He aquí que mi ira y furor se derramarán sobre este lugar, sobre hombres y animales, sobre arboledas y campos y sobre los frutos de la tierra, y arderán y no se extinguirán. Una de las misiones principales de los profetas
era interceder por su pueblo 7. Pero ahora Yahvé quiere que Jeremías cese en sus súplicas: no
niegues, (v.16), porque la obstinación de Judá ha llegado a su colmo, y la justicia divina no puede tolerar más lo que
hacen en las ciudades y plazas (v.17). En
Exo_32:10 se dice a Moisés: Deja que castigue a este pueblo. El espectáculo de la idolatría reinante es un desafío a la majestad divina, y, por tanto, merece su castigo. Ahora en todas las
plazas y ciudades se alzan altares a dioses
extraños. Todos son cómplices en esta apostasía general:
los hijos recogen la leña. y las mujeres amasan la harina para hacer tortas a la reina del cielo (v.18). Parece que el profeta alude aquí a cultos astrales, sobre todo al culto de Astarté, la diosa de la fecundidad y
reina del cielo, título que en efecto se aplica en la literatura cuneiforme a Istar, identificada con el planeta
Venus 8. Ya en tiempos de Manases este culto de tipo asirio había entrado en Jerusalén 9. Con estas aberraciones
ofenden a Yahvé, pero sobre todo se llenan ellos mismos de
vergüenza y confusión (v.19), pues la ira de Dios se
derramara sobre hombres y animales (v.20). Como toda la naturaleza fue asociada al culto idolátrico, será también castigada en su totalidad 10.
Obediencia, no sacrificios (21-28).
21 Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos a los sacrificios y comed la carne. 22 Cuando yo saqué de Egipto a vuestros padres, no fue de holocaustos y sacrificios de lo que les hablé y ordené, 23 sino que les di este mandato: Oíd mi voz y seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y seguid los caminos que yo os mando, y os irá bien. 24 Pero ellos no (me) escucharon, no (me) dieron oídos, y siguieron sus consejos en la dureza de su mal corazón, y se pusieron detrás, no delante de mí. 25 Desde el día que vuestros padres salieron de Egipto hasta hoy, os he enviado a mis siervos, los profetas, día tras día sin cesar, 26 pero no me escucharon, no me prestaron oído, y endurecieron su cerviz y obraron peor que sus padres. 27 Dirás todo esto, y no escucharán; los llamarás, y no te reprenderán. 28 Diles, pues: Es una nación que no oye la voz de Yahvé, su Dios; que no acepta corrección; ha perecido la fidelidad y ha desaparecido de su boca. El profeta vuelve de nuevo a condenar el culto puramente formulista. Yahvé habla irónicamente:
Añadid vuestros holocaustos a los sacrificios y comed la carne (v.21), e.d., podéis comer todo lo que sacrificáis, pues a mí no me interesa; esas ofrendas no son consideradas como sagradas por Dios, si por ello le son indiferentes. En los
holocaustos, la víctima se quemaba totalmente a Yahvé, mientras que en los
sacrificios pacíficos sólo se quemaban las partes grasas y entrañas de la víctima a Yahvé n. Yahvé aquí renuncia a todo lo que le pueda pertenecer de ellas, porque esos sacrificios no van acompañados de las debidas disposiciones de entrega del corazón, que es lo que le interesa en los miembros del pueblo elegido. Porque, en realidad, la legislación relativa a los
holocaustos y sacrificios era muy secundaria en comparación con la
obediencia a los mandatos de Yahvé:
Seguid los caminos que yo os mando (v.23). Esa doctrina está expresada de modo antitético absoluto, en expresiones radicales que no han de tomarse al pie de la letra 12. Ya Oseas, un siglo antes, había dicho: piedad y no sacrificios, conocimiento de Yahvé
más que holocaustos13. En este segundo hemistiquio se concreta y puntualiza el sentido radical contrapuesto del primero: piedad quiero y no sacrificios. Así, la primera negación tiene un valor relativo, en cuanto que lo que se quiere urgir es el conocimiento de Yahvé frente a lo más secundario, que son los sacrificios. Del texto, pues, de Jeremías no puede deducirse que la legislación del Levítico fuera posterior a Moisés y aun al profeta. Sabemos que en la predicación de Amos, Oseas e Isaías profetas anteriores en un siglo a Jeremías aparecen mencionados estos sacrificios del Levítico 14. Jeremías, pues, habla en sentido enfático e hiperbólico para hacer resaltar más su idea sobre la inutilidad de los
sacrificios como tales, si se prescinde de las disposiciones internas del corazón a Yahvé. San Pablo emplea el mismo radicalismo de expresión en una cuestión paralela: Cristo no me mandó a bautizar, sino a predicar 15; sin embargo, sabemos que bautizó a varios.
Lo que quiere destacar es que su misión de apóstol es ante todo la predicación. Del mismo modo podemos decir respecto de la frase de Jeremías (.
no fue de holocaustos y de sacrificios de lo que os hablé.),
que lo que quiere afirmar es que Yahvé, al hacer la alianza del Sinaí, no insistió tanto en los ritos de sacrificios cuanto en la necesidad de que cumplieran los israelitas su voluntad 16.
Duelo y desolación de Judá (29-34).
29 Córtate tu larga cabellera y tírala, y entona por las desoladas alturas una lamentación, pues ha echado Yahvé de sí y repudiado a la generación que provocó su ira. 30 Pues hicieron los hijos de Judá la maldad ante mis ojos, oráculo de Yahvé. Han instalado sus abominaciones en la casa en que se invoca mi nombre, profanándola. 31 Y edificaron los altos de Tofet, que está en el valle de Ben-Hinom para quemar allí sus hijos y sus hijas, cosa que ni yo les mandé ni pasó siquiera por mi pensamiento. 32 Por eso he aquí que vienen días oráculo de Yahvé en que no se le llamará más Tofet y valle de Ben-Hinom, sino valle de la mortandad, y se enterrará en Tofet por falta de lugar, 33 y los cadáveres de este pueblo serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra, sin que haya quien las espante. 34 Y haré que deje de oírse en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén el son de los cantos de alegría y de regocijo, los cantos del esposo y de la esposa, porque no habrá más que desolación en esta tierra. El profeta invita a Jerusalén personificada en una doncella
(la hija de mi pueblo) a hacer señales de luto, a cortarse la cabellera 17. Sión debe andar en duelo como una virgen, con los cabellos rasurados, por las
desnudas alturas (v.29) sobre las que se ha dado culto a los ídolos 18. Quizá haya una alusión al rito de duelo que practicó la hija de Jefté antes de ser inmolada por su padre 19. La razón del duelo o
lamentación es porque Yahvé ha
repudiado (v.29) a la
generación que provocó su ira, a los contemporáneos del profeta, cuyas transgresiones de la Ley llegaron a su colmo; y el pecado máximo es la idolatría, pues por doquier se han instalado las
abominaciones (v.30), o ídolos astrales, desde los tiempos del rey Manases 20, que había seguido el ejemplo de su abuelo Acaz, importador de cultos asirios 21. Su hijo Ezequías había purificado el templo de estas
abominaciones idolátricas 22, pero su hijo Manases volvió a introducirlas. En tiempo de Jeremías, el rey Josías había purificado de nuevo el templo 23; pero bajo su hijo Joaquim se reanudaron las infiltraciones idolátricas mesopotámicas. Estos ritos astrales iban acompañados de ritos infamantes, lo que constituía realmente una
profanación de la majestad de Yahvé (v.30). El profeta menciona especialmente los cultos idolátricos en los
altos de Tofet (v.31), en la confluencia del Cedrón y el
valle de Ben-Hinom, más tarde llamado
Gehenna24, al sur de Jerusalén. Era el lugar donde se habían ofrecido sacrificios humanos a Moloc; por ello era objeto de aversión para los judíos 25. Moloc parece ser una divinidad infernal, causante de las pestes y flagelos, a la que se procuraba aplacar con víctimas inocentes. Es un dios de origen canaeo.
En la Biblia se cuenta con aversión cómo el rey Acaz quemó a su propio hijo, y después Manases hizo lo mismo 26. Por eso las palabras de Jeremías aquí son muy realistas:
para quemar allí a sus hijos (v.31), abominación que jamás Yahvé había prescrito. Y, en consecuencia, Dios va a enviar un castigo terrible, de forma que aquel lugar será llamado
valle de la mortandad (v.32) o de la matanza que va a realizar. Ese lugar se convertirá en sitio de enterramiento general, porque no habrá suficiente espacio para los cadáveres en los lugares habituales de enterramiento:
y se enterrará en Tofet por falta de lugar (v.33). Sabemos que el rey Sedecías huyó en 586 a.C. por la puerta meridional de la ciudad que da a Tofet al entrar las tropas de Nabucodonosor, y sin duda que en aquella zona debió de haber gran carnicería entre el pueblo que se agolpaba allí al escaparse de los babilonios, que atacaban por el norte de la ciudad. La carnicería será tal que
los cadáveres. serán pasto de las aves del cielo (v.33). Quedar sin sepultura era el mayor baldón y castigo, pues se creía que, mientras el cuerpo no fuera entregado a la tierra, el espíritu del difunto debía andar vagando como fantasma por el mundo, sin hallar reposo 27. El profeta anuncia ese terrorífico castigo, que traerá como consecuencia el duelo general, pues no se
oirán cantos de alegría (v.34) en Judá ni en Jerusalén, ni siquiera los tradicionales de las nupcias del esposo ;y
de la esposa, porque todo será
desolación en la tierra. 1 Cf.
Jer_5:28;
Exo_22:21-24;
Deu_10:8-18;
Exo_24:17;
Exo_27:19. 2 Cf.
Exo_21:13. 3 Jesucristo parece aludir a este texto al echar a los vendedores del templo; cf.
Mat_21:13.
Mar_11:17;
Luc_19:46. 4 Cf.
Isa_37:363. 5 Cf.
Jos_22:12;
Jue_16:31;
1Sa_1:3.9.24;
Sal_78:60. 6
1Sa_5:1;
1Sa_21:1. 7 Cf.
Jer_7:11-14;
Jer_14:11-19s;
Eze_13:5;
Eze_22:30. 8 Cf. M. J. Lagrange,
Les religions sémitiques p.120. En los textos cuneiformes se llama a Istar
sarrat same, que significa exactamente reina de los cielos. La palabra hebrea que traducimos por tortas
(Kawenim) es una transcripción dialectal del asirio
Kamani o Ka-
wani, que son precisamente los grandes panes que se ofrecían a Istar. 9 Cf.
2Re_21:35;
2Cr_32:23. 10 Cf.
Jer_4:235;
Jer_5:25;
Ose_4:3;
Miq_7:13. 11 Cf. Levc.1-3. 12 Cf.
Gen_29:30;
Mal_1:2. 13
Ose_6:6. 14 Cf.
Amo_5:22;
Ose_6:6;
Isa_1:11s. 15
1Co_1:17. 16 Cf.
Jer_11:4;
Jer_24:7;
Jer_24:30,
Jer_24:22;
Jer_31:1s;
Eze_11:20;
Eze_36:28;
Eze_37:23;
Zac_2:11;
Zac_8:8. 17 Cf.
Jer_16:6;
Jer_48:37;
Isa_15:2;
Miq_1:16. 18 Cf.
Jer_2:20;
Jer_3:2. 19 Cf.
Jue_11:37ss. 20 Cf.
2Re_21:5-7. 21 Cf. 2 Re ló.ios. 22 Cf.
2Re_18:4;
2Re_21:4. 23 Cf.
2Re_23:43. 24 De
Ge-Hinnom (valle de Hinnom).
Hinnom debió de ser primero un nombre propio de persona que dio nombre a esa localidad, heredad suya o de sus hijos
(Ben-Hinnom). La expresión aítos
de Tofet tiene aquí un sentido amplio, pues originariamente esos lugares de culto estaban en las alturas o colinas, pero después quedó como sinónimo de altares, que podían estar en las depresiones o valles, como en este caso. Sobre la localización de Tofet véase H. Vincent,
Jérusalem t.1 (1912) p. 127. 25 Cf.
2Re_21:8s. 26
Cf,
2Re_21:6. 27 Cf.
2Re_21:8s.