Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
16. Respuesta de Job a Elifaz.
E l desventurado varón de Hus siente su corazón lacerado al ver la incomprensión de sus amigos. Si ellos estuvieran en su situación, también él pudiera hilvanar fáciles discursos, dando consejos al paciente. Pero su situación es trágica, ya que se siente abandonado no sólo de sus amigos, sino del mismo Dios, que le envuelve con su furor; pero, con todo, sabe que tiene un Abogado en el cielo y que, al fin, se le hará justicia. Su espíritu se debate entre la desesperación al verse a las puertas del sepulcro y la esperanza lejana de ser rehabilitado por el que es la Justicia misma.
Los vanos discursos de los tres amigos (1-5).
1
Respondió Job, diciendo: 2
¡He oído ya muchos discursos semejantes! ¡Funestos consoladores sois todos vosotros! 3
¿Tendrán término los vanos discursos, o qué es lo que a responder así te incita? 4
También podría yo hablar con vosotros, si vosotros estuvierais en mi lugar. Podría hilvanar palabras a costa vuestra y mover mi cabeza sobre vosotros. 5
Os alentaría con mi boca y daría rienda suelta a mis labios. En realidad, para Job sus amigos no han hecho sino enunciar tópicos e ideas vanas, sin consistencia racional alguna. Sus consuelos son tan fuera de lugar, que, lejos de aminorar su dolor, lo aumentan. Parece que sienten necesidad mórbida de decir despropósitos; y resultaría fácil componer discursos tan falaces y hueros si ellos estuvieran en su triste situación, y aun mover la cabeza sobre ellos en señal de compasión (v.4). Es fácil alentar con palabras cuando se goza de buena salud, pero no tanto soportar la adversidad en su total crudeza.
Situación desesperada de Job (6-14).
6
Si hablo, no se calma mi dolor; si callo, ¡qué se va a apartar de mí! 7
Ciertamente ahora la malquerencia me ha extenuado, toda su banda se apodera de mí *. 8
Se levanta contra mí como testigo de cargo y depone contra mí con calumnias 2
. 9
Su furor desgarra y me persigue, rechinando contra mí sus dientes. Mi adversario aguza sus ojos contra mi. 10 Abren su boca contra mí, abofetean con afrenta mis mejillas, todos a una se apretujan contra mí. n Dios me entrega a los impíos, me arroja en manos de los perversos. 12
Estaba yo tranquilo, y El me sacudió, me tomo por el cuello y me estrelló. Púsome por blanco suyo. 13
Cércanme sus proyectiles, me traspasa mis ríñones sin piedad, derrama por tierra mi hiél. 14
Abre en mí brecha sobre brecha y corre contra mí como un guerrero. Job se presenta como un acusado contra el que es lícito desahogar todas las calumnias y malquerencias. Sumido en aflicción extrema, no sabe si debe hablar, ya que esto no alivia su dolor, y, si calla, se consume interiormente en la meditación. Con toda franqueza declara su triste situación, y presenta a sus enemigos como una banda de forajidos enfrentados en juicio contra él, sin darle respiro y acumulando acusaciones y calumnias, sin que pueda defenderse (v.8). Son como una fiera que se lanza sobre la presa, desgarrándola y rechinando con sus dientes, lanzándole miradas desafiadoras (v.9). Todos los acusadores se permiten atacarle impunemente y aun abofetearle sin compasión (v.10) 3.
Y Dios permite esta burla, entregándolo en sus manos (v.11). Guando más tranquilo estaba, gozando de su fortuna y paz familiar, Dios le sacudió, y, en lucha personal cuerpo a cuerpo, le cogió por el cuello y le estrelló, convirtiéndolo en blanco de sus saetas mortíferas. Como un implacable guerrero, abre brecha en su ciudadela familia, fortuna y salud corporal y se abalanza contra él.
Declaración solemne de inocencia (15-22).
15
He cosido un saco sobre mi piel, he revuelto mi frente en la ceniza; 16
está mi rostro enrojecido por el llanto, y sobre mis párpados hay un velo sombrío, 17
aunque no hubo violencia en mis manos y fue pura mi oración. 1
S No cubras, ¡oh tierra! mi sangre, y no haya lugar para mi clamor. 19
Ahora, pues, en los cielos está mi testigo, y allá arriba está mi fiador. 20
Mi clamor ha llegado hasta Dios4
, las lágrimas de mis ojos corren ante El. 21
¡Oh si hubiera arbitro entre Dios y el hombre, como lo hay entre el hombre y su prójimo! 22
Pues están contados los años que me restan, y es sin vuelta el camino por do voy. A pesar de la situación deplorable en que se halla, tiene conciencia de ser inocente ante Dios, aunque no lo reconozcan los hombres. Consciente de haber sido tocado por el dedo justiciero de Dios, se ha vestido de atuendo de duelo, arrojándose en el suelo para revolcarse en la ceniza en señal de depresión moral y humillación ante Dios 5. Sumergido en el más profundo dolor, sus ojos están enrojecidos por el llanto, y sus parpados están cubiertos por espeso velo de tristeza y amargor. Sin embargo, a su entender, esta situación no está justificada, porque su conducta fue irreprochable, ya que nunca empleó la violencia y la opresión, y, por otra parte, su oración ha sido pura y sincera (v.17).
En un arranque de inocencia, pide a la tierra que al morir no cubra su sangre, para que ésta clame al cielo como la de Abel, pidiendo justicia y rehabilitación de su nombre ante la sociedad6. En
Isa_26:21 se dice de los muertos que han de resucitar para incorporarse a la teocracia mesiánica: La tierra hará aparecer la sangre que ha bebido, no encubrirá mas sus muertos. Job quiere que su grito de inocencia resuene en todo lugar, aun en lo más recóndito.
Abrumado por el dolor, en un desahogo genial, declara que el único que puede hacer valer sus derechos de inocente es el testigo que está en los cielos. Del Dios verdugo pasa aquí Job al Dios justo. Estas paradojas psicológicas se repiten a menudo en el drama de Job. Es el misterio del dolor y la certeza de que Dios es justo y providente; por tanto, aunque momentáneamente parece abandonar al justo, sin embargo, a la postre le ha de hacer justicia. Job, consciente de la justicia divina, espera, contra toda actual apariencia, que al fin se le reconozca como inocente, pues en lo alto está su fiador, que ha de salir por sus derechos, como en efecto ocurrirá al final del drama del libro: Dios rehabilitará a Job, amonestará a sus importunos amigos y declarará que los caminos de la Providencia son misteriosos e inasequibles al hombre.
Job siente cierta satisfacción íntima en medio de la incomprensión general al ver que su clamor ha llegado a Dios (v.20). Inesperadamente ha sentido cierta íntima seguridad de que al fin se le hará justicia. En 19:25 volverá a repetir esta luminosa confianza en la recuperación de la amistad divina. Como en Seol, vuelve a expresar el deseo de que hubiera un arbitro para dirimir el litigio entre Dios y él mismo. Sería el mejor modo de hacer brillar al punto su inocencia, ya que Dios está lejano, y en sus misteriosos designios puede aún retrasar su intervención en su favor. Sabe que le quedan pocos años, y le urge la pronta rehabilitación antes de emprender -el viaje sin retorno a la región de los muertos (v.22).
1 Texto oscuro. Siguiendo una corrección propuesta por Dhorme y seguida por la Bib. de Jér., creemos que el sujeto de los verbos es la personificación de la rnaquerencia o del adversario en un juicio. Algunos autores, sin embargo, prefieren poner como sujeto de estos verbos a Dios, que aparece por primera vez en el v.u. 2 Así la
Bib. de Jér. 3 Cf.
Sal_22:14. 4 Así siguiendo a los LXX. El TM: mis amigos son mofadores. 5 Véase coment. a 1:20. 6 Cf.
Gen_4:10-11.