Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
18. Segundo Discurso de Bildad.
B ildad, en tono agresivo, confirma los puntos de vista de Elifaz sobre la triste suerte reservada al malvado: perderá sus bienes, será presa del terror, la enfermedad se apoderará de su cuerpo, y, por fin, le espera la muerte más vergonzosa, perdiéndose su recuerdo para siempre, sin que deje descendencia.
Preámbulo: insensata presunción de Job (1-4).
1
Replicó Bildad, suhita, diciendo: 2
¿Hasta cuándo pondréis trabas a las palabras? Reflexionad, y después hablaremos. 3
¿Por qué nos tomas como bestias, pasamos a tus ojos por estúpidos?1
4
Tú, que en tu furor te desgarras a ti mismo, ¿acaso por ti será abandonada la tierra y se trasladarán las rocas de su lugar? El discurso de Bildad empieza exigiendo la atención del auditorio para exponer sus consideraciones. Primero deben callar, si quieren saber lo que piensa. Por otra parte, las declaraciones de Job han sido insolentes y ofensivas, ya que, al negarles toda intelección en el problema personal suyo, los ha tomado por bestias estúpidas (v.3). Respondiendo a las palabras irónicas de Job, expresadas en 14:18b, declara Bildad que su falta de conformidad con la voluntad divina y su pretensión de inocencia no hacen sino aumentar su dolor y desgarrarle cruelmente. Por otra parte, debe mantener un tono más modesto, ya que su caso personal no afecta para nada a la marcha de la sociedad, y menos al curso de la naturaleza. Job cree que Dios está obligado a hacer un milagro en favor suyo para mostrar su inocencia, como si al desaparecer él quedase abandonada la tierra... (v.4). La frase es irónica y cruel, mostrando el grado de acritud a que ha llegado la discusión.
La suerte ignominiosa del malvado (5-21).
5
Sí, se apagará la luz de los perversos, no brillará su ardiente llama. 6
La luz se apagará en su tienda, y su lámpara se extinguirá encima de él. 7
Se recortan sus pasos vigorosos, y su propio consejo le hará tropezar 2
; 8
pues ha sido arrojado por sus pies a la red, y caminará sobre una trampa; 9
un lazo le atará los tobillos y le aprisionará el cepo; 10
oculta está en la tierra su cuerda, y su trampa sobre el sendero. 11
De todas partes le asaltarán terrores, le seguirán, pisando los talones. 12
Su opulencia se tornará en hambre, y la desgracia está presta a su lado. *3
La enfermedad roerá su piel 3
, y devorará sus miembros el primogénito de la muerte. 14
Será arrancado de su tienda, en la que se sentía seguro, i y tú puedes conducirle al rey de los terrores. 15
Podrás habitar en su tienda, ya no suya; se esparcirá azufre sobre su morada. 16
Secaránse sus raíces por debajo, se marchitará por arriba su ramaje. 17
Desaparecerá de la tierra su recuerdo, y no tendrá ya nombre sobre la faz del desierto; 18
se le empujará de la luz a las tinieblas, y se le expulsará del mundo; 19
no tendrá familia ni parentela en su pueblo, ni sobreviviente en sus moradas. 20
De su destino se asombrarán los occidentales y se horrorizarán los orientales. 21
¡Esta es la suerte del malvado 4
, y éste el lugar del que no reconoce a Dios! La suerte del impío no puede ser buena, pues no tiene la protección divina; su luz o prosperidad momentánea se extinguirá, y en su tienda se apagará la alegría. La lámpara doméstica alegra la tienda del nómada, pero en la del impío se extinguirá pronto. El vigor físico se debilitará, y los pasos, antes decididos y largos, se recortarán, tropezando no pocas veces a causa de sus torvos designios. Su vida está montada sobre terreno inseguro, y terminará por caer en las redes que tiende a los demás (v.8-10). Los remordimientos de conciencia le perseguirán, y verá peligros y terrores por doquier (v.11). Terminará por perder su mal amasada fortuna, y a su opulencia actual sucederá el hambre más vergonzoso (v.12). Incluso su salud se verá comprometida, y terminará víctima del primogénito de la muerte, es decir, la peste, que era la delegada según la mentalidad popular mesopotámica del rey de la región de los muertos, encargada de poblar su reino con nuevas víctimas 5. El poeta hebreo, pues, presenta al flagelo de la peste personificado en un personaje que en el folklore asiro-babilónico designa al enviado del príncipe de la región tenebrosa. El malvado será arrancado de su tienda y entregado al rey de los terrores, que es la misma muerte, que infunde espanto con su presencia (v.14), o el extremendus de Virgilio 6, es decir, el jefe del reino infernal, el Nergal de los babilonios, el Moloc de los cananeos 7. El hagiógrafo juega, pues, con concepciones ambientales legendarias para expresar poéticamente sus ideas.
La tienda del impío quedará desierta, y otro la podrá habitar; y hasta se esparcirá azufre en ella para desinfectar y arrancar toda huella posible de su morador anterior (v.15). Como un árbol al que se le secan las raíces, desaparecerá irremisiblemente (v.16). Ya Elifaz había dicho que sus renuevos se secarán 8. Al no tener descendencia, se perderá su recuerdo (v.17). Perderá la luz de la vida, para entrar en las tinieblas de la muerte (v.18) 9. No quedará nadie en su descendencia para resucitar su nombre (v.19). Su desaparición súbita y total será objeto de asombro para las generaciones de su época, las orientales y las occidentales (v.20). Todos los que oigan hablar de su trágico destino, reflexionarán sobre la suerte del impío. La experiencia de siglos dice que ésta es la suerte del malvado por haber vivido fuera de la órbita de la ley divina (v.21). La prosperidad, la salud y la larga descendencia son un don de Dios, que no otorga a los impíos. Es la lección que Bildad quiere dar al desesperado y presuntuoso Job.
1 Lit. el TM: ¿hemos de ser impuros a vuestros ojos? Dhorme, siguiendo a los LXX, corrige, dando la lección arriba propuesta. Así también la Bife, de Jér. 2 Así según los LXX. 3 Traducción conforme a los LXX, seguida por Dhorme y Bib. de Jér. 4 Lit. el TM: Estas son las moradas del malvado. 5 Entre los babilonios, el dios de la peste se llamaba Namtaru, que es el lugarteniente de Nergal. Véase P. Dhorme, Choix des textes religieux assyro-babyloniens p-333 n.67. 6 Cf. Georg. IV 469. 7 P. Dhorme, Le livre de Job (París 1926) p.241; véase M. J. Lagrange, Eludes sur les teligions sémitiques p.ioys. 8
Job_15:50. 9
Job_3:20;
Job_17:13.